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Habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo, necesitaba despejarme y empezar de 0. Intentaba olvidar lo que había ocurrido en mi pueblo, no me entraba en la cabeza que un demonio había consumido la vida de todos los del pueblo. Gracias a un tipo raro llamado Dave Taylor seguía vivo. Cuando me recogió mediante un sistema un tanto raro, me dijo varias cosas, lo que más me impactó fue su voz, coincidía con una voz que hablaba en mis sueños y decía frases sueltas. No me dio tiempo a darle las gracias, después de hablar tres minutos me dijo que fuese a otra isla del Nuevo Mundo.
Y lo que me faltaba ver nada mas llegar era una iglesia. Seguía sin entender los métodos de viaje de ese tipo, pero me fascinaba que uno podía viajar mediante un portal en cuestión de segundos. Nada mas llegar pude ver a la gente entrando al a iglesia, en la puerta había un tipo robusto, como un guardaespaldas. Seguí adelante como si no pasase nada, pasé por un montón de siniestras tiendas donde vendían productos donde en pueblos normales no se pueden conseguir. De repente una mujer apareció delante mía, me vio las dos llaves que tenía en la mano, dos llaves doradas que me encontré.
Mujer: Esas llaves son muy importantes, guárdalas como un tesoro, muchos van a quererlas y harán lo posible para conseguirlas. Ten cuidado.
No sabía que decir. Cuando se me ocurrió algo vi que se había ido. Caminé mas adelante cuando encontré una tienda donde un producto me llamó la atención. Se trataba de un instrumento raro de viento. Pregunté al comerciante que tipo de instrumento era y el precio que tenía puesto. Me contó que se trataba de una ocarina, un instrumento muy antiguo que muy pocos sabían tocar, era igual que la mía cambiando el color y los dibujos dorados que tenía con una forma muy rara.
Y lo que me faltaba ver nada mas llegar era una iglesia. Seguía sin entender los métodos de viaje de ese tipo, pero me fascinaba que uno podía viajar mediante un portal en cuestión de segundos. Nada mas llegar pude ver a la gente entrando al a iglesia, en la puerta había un tipo robusto, como un guardaespaldas. Seguí adelante como si no pasase nada, pasé por un montón de siniestras tiendas donde vendían productos donde en pueblos normales no se pueden conseguir. De repente una mujer apareció delante mía, me vio las dos llaves que tenía en la mano, dos llaves doradas que me encontré.
Mujer: Esas llaves son muy importantes, guárdalas como un tesoro, muchos van a quererlas y harán lo posible para conseguirlas. Ten cuidado.
No sabía que decir. Cuando se me ocurrió algo vi que se había ido. Caminé mas adelante cuando encontré una tienda donde un producto me llamó la atención. Se trataba de un instrumento raro de viento. Pregunté al comerciante que tipo de instrumento era y el precio que tenía puesto. Me contó que se trataba de una ocarina, un instrumento muy antiguo que muy pocos sabían tocar, era igual que la mía cambiando el color y los dibujos dorados que tenía con una forma muy rara.
- Símbolo Ocarina:
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No debía de olvidar mi misión. Aunque lo aparentara no iba de vacaciones, sino de incógnito a la isla donde se sospechaba que aquella gran secta religiosa estaba realizando acciones antinaturales e ilegales a ojos de la marina, el gobierno y la propia moralidad humana. Mi misión era simple, buscar información acerca y adentrarme en lo más profundo de la gran catedral para buscar trapos sucios. Una tarea bastante sucia.
Por desgracia no teníamos más que rumores, por ello fui enviado de incógnito. El no tener ni una prueba no nos da derecho alguno a asaltar un lugar así por las buenas, pero no podíamos obtener información y respuestas sentados en nuestras sillas. Por esto, y por que esa secta no le gusta a más de uno, había sido yo enviado allí.
Iba con mis ropas normales y con mis armas, pero al contrario de lo normal no llevaba mi distintivo militar que marcaba mi rango y posición en la marina. Hoy era un simple civil de visita a un bello lugar. Realmente era una ciudad con un clima realmente apacible y que te incitaba a quedarte allí por una larga temporada. Que pena no poder estar allí más de unos días que dura mi misión.
Caminaba calmado con las manos en los bolsillos, dando un paseo y mirando hacia todas partes como un turista más. Primero me relajaría y haría un poco de turismo real, aunque estaría atento a todo cuanto me rodease.
Por desgracia no teníamos más que rumores, por ello fui enviado de incógnito. El no tener ni una prueba no nos da derecho alguno a asaltar un lugar así por las buenas, pero no podíamos obtener información y respuestas sentados en nuestras sillas. Por esto, y por que esa secta no le gusta a más de uno, había sido yo enviado allí.
Iba con mis ropas normales y con mis armas, pero al contrario de lo normal no llevaba mi distintivo militar que marcaba mi rango y posición en la marina. Hoy era un simple civil de visita a un bello lugar. Realmente era una ciudad con un clima realmente apacible y que te incitaba a quedarte allí por una larga temporada. Que pena no poder estar allí más de unos días que dura mi misión.
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El hombre me explicó todo sobre aquella ocarina tan oscura. Su forma de explicarlo fue con tanta fuerza que me dieron ganas de comprarla, pero la pena era que no tenía nada de dinero encima, ese Dave Taylor no me había dejado nada ni tampoco pude coger nada de casa. Empecé a recordar lo ocurrido, el demonio, la gente blanca como estatuas, Alex, el alcalde, aún no podía decir si todo eso era real o era solo un sueño, no me lo creía. De repente mientras pensaba en todo aquello escuchaba una melodía que me provocó un dolor de cabeza y hacer como si todo lo que estaba pensando se hacía realidad en es momento, como si el demonio estuviese a 50 metros de mi.
Miré hacia delante, era aquel tipo de la tienda, era él quien estaba tocando esa suave melodía que me estaba provocando el dolor de cabeza y todo lo demás. Intenté acercarme a él para quitarle el arma, pero no pude, así que saqué mi vara que la tenía en la espalda cogida con correas. Cogí mi arma y de un golpe le quité el instrumento, cayendo este al suelo sin romperse, dejando al caer un sonido entre metálico y cristalino (cristal). Pude recomponerme, al desaparecer el sonido el dolor de cabeza se disipaba y veía todo con claridad, ese hombre me había engañado o estaba haciendo lo posible para que comprase esa ocarina.
Mercader: Has tirado la ocarina al suelo, maldito, voy a llamar a las autoridades. Has intentado quitármela de las manos para llevártela.
Henry: Pero si ha sido usted quien me ha provocado todo, le estaba diciendo de parar y usted ni caso, he tenido que hacer esto para que parase.
Mercader: Agentes, agentes, me han intentado robar.
El hombre empezó a gritar a los cuatro vientos de que era un ladrón, eso era totalmente mentira. Me empecé a enfadar y le hice caerse al suelo con mi vara, empujándole con la punta del arma, cayendo éste al suelo. Éste se incorporó rápidamente con la ocarina en la mano, ésta vez, en vez de tener una cara amable, se convirtió en una cara malévola.
Mercader: Ésta vez te vas a enterar muchacho, nadie juega conmigo ni con nadie de éste pueblo, somos los únicos de este mundo quienes estamos más cerca del purgatorio y tenemos contacto directo con los demonios. Y nadie juega con los demonios.
Con un movimiento rápido le quité otra vez la ocarina de sus manos, no quería experimentar otra vez ese dolor de cabeza intenso. Lo conseguí, cayendo esta vez la ocarina en mi lado, justamente a mi derecha. Tras esta acción acertada, con tono burlón y con una sonrisa en la cara le dije al tipo una serie de cosas.
Henry: El que tienes que tener cuidado eres tu señor. Nadie intenta engañarme ni darme dolores de cabeza.
Cogí la ocarina del suelo y me la llevé. Me fui de allí tranquilo con paso muy lento.
Miré hacia delante, era aquel tipo de la tienda, era él quien estaba tocando esa suave melodía que me estaba provocando el dolor de cabeza y todo lo demás. Intenté acercarme a él para quitarle el arma, pero no pude, así que saqué mi vara que la tenía en la espalda cogida con correas. Cogí mi arma y de un golpe le quité el instrumento, cayendo este al suelo sin romperse, dejando al caer un sonido entre metálico y cristalino (cristal). Pude recomponerme, al desaparecer el sonido el dolor de cabeza se disipaba y veía todo con claridad, ese hombre me había engañado o estaba haciendo lo posible para que comprase esa ocarina.
Mercader: Has tirado la ocarina al suelo, maldito, voy a llamar a las autoridades. Has intentado quitármela de las manos para llevártela.
Henry: Pero si ha sido usted quien me ha provocado todo, le estaba diciendo de parar y usted ni caso, he tenido que hacer esto para que parase.
Mercader: Agentes, agentes, me han intentado robar.
El hombre empezó a gritar a los cuatro vientos de que era un ladrón, eso era totalmente mentira. Me empecé a enfadar y le hice caerse al suelo con mi vara, empujándole con la punta del arma, cayendo éste al suelo. Éste se incorporó rápidamente con la ocarina en la mano, ésta vez, en vez de tener una cara amable, se convirtió en una cara malévola.
Mercader: Ésta vez te vas a enterar muchacho, nadie juega conmigo ni con nadie de éste pueblo, somos los únicos de este mundo quienes estamos más cerca del purgatorio y tenemos contacto directo con los demonios. Y nadie juega con los demonios.
Con un movimiento rápido le quité otra vez la ocarina de sus manos, no quería experimentar otra vez ese dolor de cabeza intenso. Lo conseguí, cayendo esta vez la ocarina en mi lado, justamente a mi derecha. Tras esta acción acertada, con tono burlón y con una sonrisa en la cara le dije al tipo una serie de cosas.
Henry: El que tienes que tener cuidado eres tu señor. Nadie intenta engañarme ni darme dolores de cabeza.
Cogí la ocarina del suelo y me la llevé. Me fui de allí tranquilo con paso muy lento.
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Caminaba observando todo cual pacífico visitante, como un ciudadano más que curiosea por el mercado y por las calles y cuya única intención es pasar el rato dando un agradable paseo. Habían puestos de frutas, de ropa, comida caliente recién hecha, el aroma era embriagador y daban ganas de comprar algo, una lástima que no tuviera mucho dinero encima, no era mi intención hacer turismo. También había algún puesto de baratijas, accesorios como sortijas y demás. Me entretuve viendo un puesto, había algún anillo que tenía buen aspecto.
-Mire cuanto quiera caballero -comenzó a dirigirse a mí el dependiente, un hombre de mediana edad-. Son todas hechas a mano, artesanalmente. He de admitir que los materiales no son los mejores, pero no dudará en la calidad.
-Sin duda hay hay arte en este puesto.
-¡Por supuesto! Soy el mejor artesano de por aquí.
-¿Enserio? Vaya pues tal vez me...
De pronto un sonido me hizo cerrar los ojos durante un segundo, era como un chirrido, pero de pronto advertí que se trataba de una melodía, una melodía punzante que hacía que sintiese pinchazos en el cerebro, un dolor de cabeza.
-¡Argh! Ya está ese estúpido tocando esa mierda otra vez. No tiene nada de talento.
Escuché un golpe y el sonido cesó. Después comenzó una disputa del tipo que había generado esa melodía y lo que parecía ser su cliente. Llamó a los guardias pero ninguno acudió, parecía que era un ladrón. Una pena no poder destaparme como marine, sentía la necesidad de aproximarme allí. Hice un ademán pero el dependiente de las baratijas me hizo detenerme.
-Amigo, no le recomiendo meterse con ese tipo. Tiene grandes influencias en el pueblo. Es peligroso. Y se nota que tú no eres de por aquí, no te he visto en la vida.
-Realmente no soy de por aquí, tan solo estoy haciendo turismo. Gracias por la sugerencia caballero, la tendré en cuenta.
Le saludé y marché de allí, dirigiéndome hacia aquél puesto. Volvió a tocar pero un nuevo golpe de su "cliente" le hizo soltar ese instrumento. Era curioso, era muy similar a ese que arrebaté al estúpido pirata que me engañó para ser amigo suyo, al mismo que le arrebaté la espada maestra que tengo y que maté con su propia arma. Se lo tenía bien merecido.
El joven cliente, pues se le veía joven, cogió aquél instrumento y se marchó tras lanzar una especie de amenaza al tendero. Se marchó antes de que llegase a su posición. Sentía curiosidad, y aunque no podía destaparme como marine tal vez podía lograr que devolviese ese instrumento, aunque parecía que su sonido no era más que un dolor de cabeza. Aunque no puedo opinar, al fin y al cabo nunca he tenido buen gusto musical.
Le seguí durante unos metros, camuflándome entre la multitud y tratando de pasar desapercibido. Cuando ya llevaba unos cinco minutos siguiéndole decidí aproximarme, pero antes saqué mi instrumento que era como aquél, creo que se llamaba ocarina, no estoy seguro, tampoco me he interesado por saber cómo se llama, pero lo utilicé para dirigirme a él.
-Buenas caballero. Veo que usted también tiene una de estas. ¿Por casualidad sabe tocarla? La gané hace poco y no tengo la menor idea jeje.
-Mire cuanto quiera caballero -comenzó a dirigirse a mí el dependiente, un hombre de mediana edad-. Son todas hechas a mano, artesanalmente. He de admitir que los materiales no son los mejores, pero no dudará en la calidad.
-Sin duda hay hay arte en este puesto.
-¡Por supuesto! Soy el mejor artesano de por aquí.
-¿Enserio? Vaya pues tal vez me...
De pronto un sonido me hizo cerrar los ojos durante un segundo, era como un chirrido, pero de pronto advertí que se trataba de una melodía, una melodía punzante que hacía que sintiese pinchazos en el cerebro, un dolor de cabeza.
-¡Argh! Ya está ese estúpido tocando esa mierda otra vez. No tiene nada de talento.
Escuché un golpe y el sonido cesó. Después comenzó una disputa del tipo que había generado esa melodía y lo que parecía ser su cliente. Llamó a los guardias pero ninguno acudió, parecía que era un ladrón. Una pena no poder destaparme como marine, sentía la necesidad de aproximarme allí. Hice un ademán pero el dependiente de las baratijas me hizo detenerme.
-Amigo, no le recomiendo meterse con ese tipo. Tiene grandes influencias en el pueblo. Es peligroso. Y se nota que tú no eres de por aquí, no te he visto en la vida.
-Realmente no soy de por aquí, tan solo estoy haciendo turismo. Gracias por la sugerencia caballero, la tendré en cuenta.
Le saludé y marché de allí, dirigiéndome hacia aquél puesto. Volvió a tocar pero un nuevo golpe de su "cliente" le hizo soltar ese instrumento. Era curioso, era muy similar a ese que arrebaté al estúpido pirata que me engañó para ser amigo suyo, al mismo que le arrebaté la espada maestra que tengo y que maté con su propia arma. Se lo tenía bien merecido.
El joven cliente, pues se le veía joven, cogió aquél instrumento y se marchó tras lanzar una especie de amenaza al tendero. Se marchó antes de que llegase a su posición. Sentía curiosidad, y aunque no podía destaparme como marine tal vez podía lograr que devolviese ese instrumento, aunque parecía que su sonido no era más que un dolor de cabeza. Aunque no puedo opinar, al fin y al cabo nunca he tenido buen gusto musical.
Le seguí durante unos metros, camuflándome entre la multitud y tratando de pasar desapercibido. Cuando ya llevaba unos cinco minutos siguiéndole decidí aproximarme, pero antes saqué mi instrumento que era como aquél, creo que se llamaba ocarina, no estoy seguro, tampoco me he interesado por saber cómo se llama, pero lo utilicé para dirigirme a él.
-Buenas caballero. Veo que usted también tiene una de estas. ¿Por casualidad sabe tocarla? La gané hace poco y no tengo la menor idea jeje.
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Aquel hombre me había cabreado, tenía un dolor de cabeza que podía tumbar una morsa. Cuando pude robarle la ocarina a aquel hombre me desplacé muy rápidamente para alejarme de la tienda de aquel mercante. nadie respondía a los gritos del hombre, parecía en ese momento un loco en vez de un tendero. La gente a mi alrededor me miraba mientras estaba en su campo visual, después seguían su camino. Aunque hiciese frío por culpa de las nubes negras que ocultaban el cielo azul, yo tenía calor, me sentía algo mal. Se notaba como el corazón iba a mil ya que mi respiración era elevada y muy constante. Hubo algo que me hizo pararme en seco.
-Buenas caballero. Veo que usted también tiene una de estas. ¿Por casualidad sabe tocarla? La gané hace poco y no tengo la menor idea jeje.
Miré la ocarina oscura que tenían en la mano al mismo tiempo que me daba la vuelta para ver de quien se trataba. Guardé aquella ocarina y saqué la mía, era igual pero con distintos colores.
- Realmente si que se tocarla, desde pequeño me dediqué a aprender a tocar este instrumento. Si quieres toco la única canción que se tocar jaja. -Respondí con una sonrisa-
Coloqué los dedos en los agujeros correspondientes y empecé a tocar ese maravilloso instrumento. Si surtía efecto, rompería el esquema monótono que desprendía este pueblo.
No podía creerlo, la gente cercana a mi posición se acercaba rodeándome a mi y al otro tipo que se había acercado a hablarme. La calle en cuestión de minutos se había vaciado, nadie se podía percatar en el exterior lo nervioso que me estaba poniendo, pero eso no interfirió en la canción. A mucha gente se le había colocado una sonrisa en la cara y otros estaban muy serios, como si estuviesen estudiando la canción. Al final del todo se encontraba el mercante que anteriormente había gritado para pedir ayuda, era uno de los que tenía una sonrisa en la cara.
-Buenas caballero. Veo que usted también tiene una de estas. ¿Por casualidad sabe tocarla? La gané hace poco y no tengo la menor idea jeje.
Miré la ocarina oscura que tenían en la mano al mismo tiempo que me daba la vuelta para ver de quien se trataba. Guardé aquella ocarina y saqué la mía, era igual pero con distintos colores.
- Realmente si que se tocarla, desde pequeño me dediqué a aprender a tocar este instrumento. Si quieres toco la única canción que se tocar jaja. -Respondí con una sonrisa-
Coloqué los dedos en los agujeros correspondientes y empecé a tocar ese maravilloso instrumento. Si surtía efecto, rompería el esquema monótono que desprendía este pueblo.
- Music:
No he encontrado una canción de ocarina que no sea del zelda, imagínate que es tocada con la ocarina jaja
No podía creerlo, la gente cercana a mi posición se acercaba rodeándome a mi y al otro tipo que se había acercado a hablarme. La calle en cuestión de minutos se había vaciado, nadie se podía percatar en el exterior lo nervioso que me estaba poniendo, pero eso no interfirió en la canción. A mucha gente se le había colocado una sonrisa en la cara y otros estaban muy serios, como si estuviesen estudiando la canción. Al final del todo se encontraba el mercante que anteriormente había gritado para pedir ayuda, era uno de los que tenía una sonrisa en la cara.
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Ese tipo dijo que si, en efecto sabía tocarla, que la tocaba desde que era pequeño. Se llevó el instrumento a la boca, pero no se en qué momento la cambió por otra que al parecer tenía guardada. Sería con aquella con la que había aprendido a tocar, o tal vez alguna más nueva, pues tendría que tener años, o estaba bien cuidada o era otra distinta. Pero no era la que le había afanado al tendero.
De pronto comenzó a tocar, una melodía aguda pero agradable, no era como cuando había tocado aquél otro tipo, que me había dado un fuerte dolor de cabeza, y menos mal que estaba lejos del sonido, tal vez al chico que tocaba todavía le dolía. La melodía sonaba jovial y alegre, parecía como si tuviera talento para la música, una pena no saber valorar esas cosas, pero me gustaba lo que escuchaba.
Antes de poder siquiera darme cuenta se había formado un coro alrededor nuestro mientras él tocaba. Di unos pasos hacia atrás. EScuché algunos murmullos alabando al músico, otros tan solo se burlaban diciendo que cosas como que su miembro viril tocaría mejor la puta ocarina. Otros se mostraban indiferentes, pero hubo algo extraño y curioso. El comerciante que había perdido la ocarina estaba allí al lado, escuchando su música, admirando su arte. Sonreía.
No tenía sentido, acababa de perder un instrumento, habíamos estado cinco minutos andando alejándonos de él... ¿Nos había seguido y no me he dado cuenta? Aquí hay gato encerrado. Tal vez debería empezar mi investigación por ese hombre. No esperaba encontrar pistas tan repentina y rápidamente. Ese hombre quedaría apuntado en mi lista, ya había obtenido una referencia de peligrosidad del artesano de accesorios que había visitado, el cual no veía próximo. Pero el verle aquí, lejos de su puesto, admirando la música de alguien que le ha robado... Es algo sospechoso.
Decidí comenzar mi investigación desde ya. Me quedaría próximo al joven, si el comerciante o alguien de la secta atacaba tendría vía libre para comenzar mi incursión. Algo me decía que el músico estaría en algún tipo de aprieto. Continuaría ejerciendo el papel de turista y trataría de entablar una amistad con ese joven. Eso me podría suponer un avance.
Terminó de tocar, muchos se pusieron a aplaudir, otros asintieron con la cabeza y se dieron media vuelta, otros simplemente comenzaron a alejarse. El comerciante fue del segundo tipo de personas. En cuanto a mí comencé a aplaudirle mientras me acercaba a él.
-¡Bravo! Ha estado genial. Mi nombre es Hayate -le extendí la mano para estrechársela- ¿Podrías enseñarme a tocar algo? Me gustaría aprender -mentí-. Si no, no tendría sentido tenerla. ¿No te parece? -sonreí.
Aguardé su respuesta y el estrecharle la mano. Esperaba que aceptase mi petición, si no sería más complicado seguir a su lado. Aunque no por ello imposible.
De pronto comenzó a tocar, una melodía aguda pero agradable, no era como cuando había tocado aquél otro tipo, que me había dado un fuerte dolor de cabeza, y menos mal que estaba lejos del sonido, tal vez al chico que tocaba todavía le dolía. La melodía sonaba jovial y alegre, parecía como si tuviera talento para la música, una pena no saber valorar esas cosas, pero me gustaba lo que escuchaba.
Antes de poder siquiera darme cuenta se había formado un coro alrededor nuestro mientras él tocaba. Di unos pasos hacia atrás. EScuché algunos murmullos alabando al músico, otros tan solo se burlaban diciendo que cosas como que su miembro viril tocaría mejor la puta ocarina. Otros se mostraban indiferentes, pero hubo algo extraño y curioso. El comerciante que había perdido la ocarina estaba allí al lado, escuchando su música, admirando su arte. Sonreía.
No tenía sentido, acababa de perder un instrumento, habíamos estado cinco minutos andando alejándonos de él... ¿Nos había seguido y no me he dado cuenta? Aquí hay gato encerrado. Tal vez debería empezar mi investigación por ese hombre. No esperaba encontrar pistas tan repentina y rápidamente. Ese hombre quedaría apuntado en mi lista, ya había obtenido una referencia de peligrosidad del artesano de accesorios que había visitado, el cual no veía próximo. Pero el verle aquí, lejos de su puesto, admirando la música de alguien que le ha robado... Es algo sospechoso.
Decidí comenzar mi investigación desde ya. Me quedaría próximo al joven, si el comerciante o alguien de la secta atacaba tendría vía libre para comenzar mi incursión. Algo me decía que el músico estaría en algún tipo de aprieto. Continuaría ejerciendo el papel de turista y trataría de entablar una amistad con ese joven. Eso me podría suponer un avance.
Terminó de tocar, muchos se pusieron a aplaudir, otros asintieron con la cabeza y se dieron media vuelta, otros simplemente comenzaron a alejarse. El comerciante fue del segundo tipo de personas. En cuanto a mí comencé a aplaudirle mientras me acercaba a él.
-¡Bravo! Ha estado genial. Mi nombre es Hayate -le extendí la mano para estrechársela- ¿Podrías enseñarme a tocar algo? Me gustaría aprender -mentí-. Si no, no tendría sentido tenerla. ¿No te parece? -sonreí.
Aguardé su respuesta y el estrecharle la mano. Esperaba que aceptase mi petición, si no sería más complicado seguir a su lado. Aunque no por ello imposible.
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No me imaginé que la respuesta de los pueblerinos fuese acorralarme en medio de un circulo aplaudiendo y admirando la música que tocaba. La canción que escogí fue la última que pude aprender antes de largarme de mi pueblo. Mi amigo Alex fue el que me enseñó esa maravillosa canción. Mientras tocaba giraba alrededor mía despacio para ver como reaccionaban todas las personas de la plaza aquella, ya que desde que me había internado en aquel pueblo, una desagradable sensación recorría mi cuerpo. La misma sensación que experimenté aquel día en mi pueblo cuando apareció un ser extraño totalmente de negro.
La mayoría de la gente aplaudía, otras sonreía y se quedaba quieto mirándome, y muy pocas decían cosas que callados quedaban mejor. Estaba casi terminando la canción, cuando por la parte norte pude ver al tendero de antes, a quien le había quitado de sus manos la ocarina que me había guardado en el bolsillo. Por la misma dirección al fondo, casi llegando a al iglesia del pueblo, pude ver a un par de hombres con una chaqueta con capucha que entraban. Era la misma chaqueta que tenía el tendero.
Finalmente terminé de tocar, la gente aplaudía y se iba, en poco tiempo la plaza volvió a la normalidad. Parecía como si el concierto que había tocado no la hubiesen escuchado, como si no existiese. Guardé la ocarina y repentinamente apareció el hombre con quien había hablado anteriormente. Vino con pintas de querer ser mi amigo o algo parecido, mi cara no era la adecuada para ese momento.
-¡Bravo! Ha estado genial. Mi nombre es Hayate. ¿Podrías enseñarme a tocar algo? Me gustaría aprender, si no, no tendría sentido tenerla. ¿No te parece?
Mientras me hablaba me extendió su mano, seguidamente la extendí yo quedando el momento como si hubiésemos echo un pacto, nunca mejor dicho, este lugar tenía todas las pintas de que la gente realizaba pactos con los demonios. Un sitio tan oscuro no era un buen lugar para vivir. Volviendo al tema actual, Hayate me preguntó si le podía enseñar a tocar la ocarina, acepté el poder ayudarle.
- Vale, te enseñaré a tocar este instrumento, pero allí dentro. -Señalé directamente la iglesia- Perdona, mi nombre es Henry, casi se me olvida presentarme jaja.
Al mimo tiempo que señalaba la iglesia miré al tendero, que como suponía, iba directo a la iglesia, seguramente con el grupo de personas anterior. En verdad no tenía ninguna misión en especial, solo me llamaba la atención todo aquello, por eso iba a hacer tripas corazón e iba a entrar a aquel edificio feo y tenebroso.
La mayoría de la gente aplaudía, otras sonreía y se quedaba quieto mirándome, y muy pocas decían cosas que callados quedaban mejor. Estaba casi terminando la canción, cuando por la parte norte pude ver al tendero de antes, a quien le había quitado de sus manos la ocarina que me había guardado en el bolsillo. Por la misma dirección al fondo, casi llegando a al iglesia del pueblo, pude ver a un par de hombres con una chaqueta con capucha que entraban. Era la misma chaqueta que tenía el tendero.
Finalmente terminé de tocar, la gente aplaudía y se iba, en poco tiempo la plaza volvió a la normalidad. Parecía como si el concierto que había tocado no la hubiesen escuchado, como si no existiese. Guardé la ocarina y repentinamente apareció el hombre con quien había hablado anteriormente. Vino con pintas de querer ser mi amigo o algo parecido, mi cara no era la adecuada para ese momento.
-¡Bravo! Ha estado genial. Mi nombre es Hayate. ¿Podrías enseñarme a tocar algo? Me gustaría aprender, si no, no tendría sentido tenerla. ¿No te parece?
Mientras me hablaba me extendió su mano, seguidamente la extendí yo quedando el momento como si hubiésemos echo un pacto, nunca mejor dicho, este lugar tenía todas las pintas de que la gente realizaba pactos con los demonios. Un sitio tan oscuro no era un buen lugar para vivir. Volviendo al tema actual, Hayate me preguntó si le podía enseñar a tocar la ocarina, acepté el poder ayudarle.
- Vale, te enseñaré a tocar este instrumento, pero allí dentro. -Señalé directamente la iglesia- Perdona, mi nombre es Henry, casi se me olvida presentarme jaja.
Al mimo tiempo que señalaba la iglesia miré al tendero, que como suponía, iba directo a la iglesia, seguramente con el grupo de personas anterior. En verdad no tenía ninguna misión en especial, solo me llamaba la atención todo aquello, por eso iba a hacer tripas corazón e iba a entrar a aquel edificio feo y tenebroso.
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Cuando terminó de tocar parecía algo inquieto por algo, se quedó observando al tendero al cual había afanado. Lo cual era bastante curioso, pues nada más terminar de tocar el tipo se fue directo hacia la gran iglesia que había próxima, y no iba solo, sino que iba con un grupo de encapuchados. el coro que se había formado alrededor se disipó poco a poco, entonces fue cuando me contestó tras salir de su ensimismamiento.
Estaría de coña... O eso o no es el tipo de persona que parece. Dijo que solo me enseñaría a tocar allí dentro, en la iglesia. Debía de estar loco. Todos conocen que la secta de allí es peligrosa, y no se le ocurre otra cosa que entrar allí a hacer ruído con el instrumento, hacer música allí dentro, para que nos vean y nos quieran reclutar o algo peor. Casi que mejor no.
Aunque era curioso la forma en la cual el tal Henry miraba al tendero ese me daba a entender que tenía alguna intención oculta, o que estaba interesado en las actividades de aquellos tipos. Si buscaba unirse a ellos se convertiría en mi enemigo, lo cual tampoco me importaba, no le conocía, pero no quisiera tener alguien más a quien enfrentarme.
-¿Estás loco? -fingí estar asustado- ¿Has visto que acaban de entrar todos? Oye, no quiero meterme en problemas, y he escuchado que no es bueno meterme con esa gente, tienen mucha influencia y poder. No quiero morir en mis vacaciones -sonreí con un deje de temor.
Me puse a mirar hacia los lados. Le miré con curiosidad y a la vez un tanto de intriga, poniéndome serio, como haciéndole pensar que me había venido una imagen horrible a la cabeza. Di un paso atrás y le pregunté con temor.
-A... Acaso no serás tú uno de ellos...
Estaría de coña... O eso o no es el tipo de persona que parece. Dijo que solo me enseñaría a tocar allí dentro, en la iglesia. Debía de estar loco. Todos conocen que la secta de allí es peligrosa, y no se le ocurre otra cosa que entrar allí a hacer ruído con el instrumento, hacer música allí dentro, para que nos vean y nos quieran reclutar o algo peor. Casi que mejor no.
Aunque era curioso la forma en la cual el tal Henry miraba al tendero ese me daba a entender que tenía alguna intención oculta, o que estaba interesado en las actividades de aquellos tipos. Si buscaba unirse a ellos se convertiría en mi enemigo, lo cual tampoco me importaba, no le conocía, pero no quisiera tener alguien más a quien enfrentarme.
-¿Estás loco? -fingí estar asustado- ¿Has visto que acaban de entrar todos? Oye, no quiero meterme en problemas, y he escuchado que no es bueno meterme con esa gente, tienen mucha influencia y poder. No quiero morir en mis vacaciones -sonreí con un deje de temor.
Me puse a mirar hacia los lados. Le miré con curiosidad y a la vez un tanto de intriga, poniéndome serio, como haciéndole pensar que me había venido una imagen horrible a la cabeza. Di un paso atrás y le pregunté con temor.
-A... Acaso no serás tú uno de ellos...
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Toda la gente volvió al a normalidad, cada uno iba a su bola, incluso alguno que otro había desaparecido tras termianr la canción. Señalé a aquel tipo extranjero donde quería enseñarle a tocar la ocarina. MI razón era sencilla, tras ver a varios hombres encapuchados y al tendero entrar en la iglesia, me habían entrado muchas ganas de investigar a ver que podía pasar con el pueblo y si realmente esos hombres estaban delante de que el pueblo fuese tan tétrico.
Hayate se asustó, o parecía estarlo, le parecía un disparate el ir dentro de la iglesia con esos desalmados ahí dentro. Rotundamente negó el querer entrar en esa iglesia igual de tétrica que el pueblo. Lo que si que me llamó la atención fue que él pensaba que estaba dentro de la asociación de los "Capuchas Rojas", me empecé a reír un poco por lo que había dicho.
- Ni de coña voy a pertenecer a esa organización, odio las iglesias, aunque pueda entrar sin problemas, me dan escalofríos al entrar allí, además que no paro, es como una enfermedad o alergia a lo paranormal. -Respiré hondo, me había acelerado aquella situación- Quiero entrar por curiosidad a ver que puede ocurrir allí dentro. Hay un tendero que me había dicho que este pueblo era los mas cerca que había hacia al purgatorio. -Dije mientras miraba alrededor-
De repente un escalofrío recorrió rápidamente por todo mi cuerpo, algo tenía que pasar por los alrededores para que me pasara aquello. Me torné mas serio, mirando aún alrededor con más atención que antes. Apareció la misma mujer con quien me había parado a hablar un momento nada mas llegar a aquel pueblo, venía lo más rápida que podía la mujer. Llegó exhausta, si hubiese tenido un poco de agua le habría dado, pero no era el caso. Parecía preocupada por algo.
- ¡Escapad los dos de aquí antes de que empeore todo!
Desapareció entre la multitud sin decirnos ni a mi ni a Hayate porque teníamos que largarnos de allí. Mi estado en ese momento era de perdido, no entendía todo lo que estaba pasando en aquel pueblo.
Hayate se asustó, o parecía estarlo, le parecía un disparate el ir dentro de la iglesia con esos desalmados ahí dentro. Rotundamente negó el querer entrar en esa iglesia igual de tétrica que el pueblo. Lo que si que me llamó la atención fue que él pensaba que estaba dentro de la asociación de los "Capuchas Rojas", me empecé a reír un poco por lo que había dicho.
- Ni de coña voy a pertenecer a esa organización, odio las iglesias, aunque pueda entrar sin problemas, me dan escalofríos al entrar allí, además que no paro, es como una enfermedad o alergia a lo paranormal. -Respiré hondo, me había acelerado aquella situación- Quiero entrar por curiosidad a ver que puede ocurrir allí dentro. Hay un tendero que me había dicho que este pueblo era los mas cerca que había hacia al purgatorio. -Dije mientras miraba alrededor-
De repente un escalofrío recorrió rápidamente por todo mi cuerpo, algo tenía que pasar por los alrededores para que me pasara aquello. Me torné mas serio, mirando aún alrededor con más atención que antes. Apareció la misma mujer con quien me había parado a hablar un momento nada mas llegar a aquel pueblo, venía lo más rápida que podía la mujer. Llegó exhausta, si hubiese tenido un poco de agua le habría dado, pero no era el caso. Parecía preocupada por algo.
- ¡Escapad los dos de aquí antes de que empeore todo!
Desapareció entre la multitud sin decirnos ni a mi ni a Hayate porque teníamos que largarnos de allí. Mi estado en ese momento era de perdido, no entendía todo lo que estaba pasando en aquel pueblo.
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Ahora Henry afirmó que se sentía mal dentro de las iglesias, que solo quería ir para curiosear. Me dejaba anonadado, éste pobre es muy aventurero, o es un buen guerrero o va a morir prematuramente con ese sentido de la aventura. Si llegamos a entrar ahí ahora mismo seríamos carne de cañón, acabarían con nosotros con relativa facilidad, son muchos al fin y al cabo.
Por otro lado, al parecer ese tendero le dijo algo del purgatorio. ¿Qué diablos es lo que mueve a éste hombre para interesarse por ritos satánicos y por demonios? Es algo realmente inquietante para ser sincero, y no me gustaba un pelo meterme con los demonios, aunque por otra parte era mi misión, y no sabía hasta qué punto podría estar este hombre relacionado con ella. Debería de andarme con ojo con él, no me daba muy buena espina y no sabía porqué.
Antes de que pudiera siquiera pensar qué responderle escuché pasos acelerados cercanos. No tardó en aparecer una mujer corriendo que nos dijo que saliéramos corriendo, que escapáramos antes de que todo empeorase. Parecía muy agobiada, solo había una cosa clara y bastante obvia. Huía de algo o alguien.
Mi rostro se tornó serio en cuestión de un segundo, desde que escuché los pasos de la mujer hasta que, tras alejarse ella, escuché más pasos. Me puse delante de Henry, tratando de protegerle instintivamente, llevé la mano derecha a la empuñadura de la espada maestra, mientras que la mano izquierda la tenía el diagonal extendida, como tratando de cortar el paso a Henry, no sabía si sabría combatir, pero mi instinto de marine me hizo hacer eso sin pensarlo dos veces.
De pronto aparecieron corriendo dos tipos encapuchados. Tenían el rostro oculto por sus capuchas de un tono rojizo carmesí. El sol se ocultaba por detrás de ellos justamente, lo que hacía más complicado identificar cualquier tipo de rostro, oculto entre las sombras de la penumbra y las capuchas. Tenían como una sotana también del mismo color carmesí. No cabía duda, eran devotos de la iglesia, miembros de la secta. No escuchaba nadie más cerca... Esperaba que fuese así de veras.
-Apártate mocoso. -dijo una voz ronca- No te atrevas a meterte en nuestro camino.
-Tal vez deberías apartarte tú. No soy devoto de ninguna deidad, de modo que no me asusta tu absurda fe. ¿Acaso perseguís a esa mujer?
El hombre se quedó asombrado por las palabras, puesto que durante unos segundos no dijo absolutamente nada. Después soltó a reír a carcajadas y comenzó a burlarse de mí, incluso me llamó hereje a la fe. De una cosa me percaté. Donde antes había tanta gente ahora no se podía advertir una sola alma, tan solo Henry, yo y esos dos tipos encapuchados. Esto no me gustaba un pelo.
-Escucha maldito mocoso. Esa mujer es una hereje a la fe. Ha contaminado la capilla del culto con pintadas ateas y ha osado golpear al sumo sacerdote. Se le ha de aplicar la pena impuesta por las Capuchas Rojas. Y puesto que tú también has osado enfrentarte a la ley de nuestra fe serás tratado como un hereje más. Serás castigado.
Entonces ese tipo sacó de dentro de su sotana carmesí una especie de hoja pero el filo parecía una serpiente de tantas curvas que tenía. ¿Qué tipo de fe era esta que castigaba pasando por la muerte a aquellos que cometían errores? Ahora estaba claro que era una secta realmente problemática. El otro tipo de la sotana también sacó otra arma similar. Yo desenvainé la espada maestra con la mano derecha y la plateada con la izquierda, colocándome en posición de defensa, aguardando un ataque.
-Ahí vienen -susurré- Mantente al margen Henry. Esto puede ser peligroso.
Por otro lado, al parecer ese tendero le dijo algo del purgatorio. ¿Qué diablos es lo que mueve a éste hombre para interesarse por ritos satánicos y por demonios? Es algo realmente inquietante para ser sincero, y no me gustaba un pelo meterme con los demonios, aunque por otra parte era mi misión, y no sabía hasta qué punto podría estar este hombre relacionado con ella. Debería de andarme con ojo con él, no me daba muy buena espina y no sabía porqué.
Antes de que pudiera siquiera pensar qué responderle escuché pasos acelerados cercanos. No tardó en aparecer una mujer corriendo que nos dijo que saliéramos corriendo, que escapáramos antes de que todo empeorase. Parecía muy agobiada, solo había una cosa clara y bastante obvia. Huía de algo o alguien.
Mi rostro se tornó serio en cuestión de un segundo, desde que escuché los pasos de la mujer hasta que, tras alejarse ella, escuché más pasos. Me puse delante de Henry, tratando de protegerle instintivamente, llevé la mano derecha a la empuñadura de la espada maestra, mientras que la mano izquierda la tenía el diagonal extendida, como tratando de cortar el paso a Henry, no sabía si sabría combatir, pero mi instinto de marine me hizo hacer eso sin pensarlo dos veces.
De pronto aparecieron corriendo dos tipos encapuchados. Tenían el rostro oculto por sus capuchas de un tono rojizo carmesí. El sol se ocultaba por detrás de ellos justamente, lo que hacía más complicado identificar cualquier tipo de rostro, oculto entre las sombras de la penumbra y las capuchas. Tenían como una sotana también del mismo color carmesí. No cabía duda, eran devotos de la iglesia, miembros de la secta. No escuchaba nadie más cerca... Esperaba que fuese así de veras.
-Apártate mocoso. -dijo una voz ronca- No te atrevas a meterte en nuestro camino.
-Tal vez deberías apartarte tú. No soy devoto de ninguna deidad, de modo que no me asusta tu absurda fe. ¿Acaso perseguís a esa mujer?
El hombre se quedó asombrado por las palabras, puesto que durante unos segundos no dijo absolutamente nada. Después soltó a reír a carcajadas y comenzó a burlarse de mí, incluso me llamó hereje a la fe. De una cosa me percaté. Donde antes había tanta gente ahora no se podía advertir una sola alma, tan solo Henry, yo y esos dos tipos encapuchados. Esto no me gustaba un pelo.
-Escucha maldito mocoso. Esa mujer es una hereje a la fe. Ha contaminado la capilla del culto con pintadas ateas y ha osado golpear al sumo sacerdote. Se le ha de aplicar la pena impuesta por las Capuchas Rojas. Y puesto que tú también has osado enfrentarte a la ley de nuestra fe serás tratado como un hereje más. Serás castigado.
Entonces ese tipo sacó de dentro de su sotana carmesí una especie de hoja pero el filo parecía una serpiente de tantas curvas que tenía. ¿Qué tipo de fe era esta que castigaba pasando por la muerte a aquellos que cometían errores? Ahora estaba claro que era una secta realmente problemática. El otro tipo de la sotana también sacó otra arma similar. Yo desenvainé la espada maestra con la mano derecha y la plateada con la izquierda, colocándome en posición de defensa, aguardando un ataque.
-Ahí vienen -susurré- Mantente al margen Henry. Esto puede ser peligroso.
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La mujer de antes apareció corriendo hacia nuestra posición, parecía estar angustiada por algo que iba a ocurrir en el pueblo o que la podía poner en peligro a ella sola. En ese momento me vino a la mente las palabras que había compartido conmigo antes: "Esas llaves son muy importantes, guárdalas como un tesoro, muchos van a quererlas y harán lo posible para conseguirlas. Ten cuidado." No entendía el significado de esas palabras, pero por razones extrañas quería saber porque eran tan especiales si solo las había encontrado en el mar.
En ese momento aparecieron dos tipos encapuchados, justamente dos de los que anteriormente les había visto entrar ala iglesia. Querían coger a esa mujer. Uno de los encapuchados se puso a hablar e insultar a Hayate, cosa que dejé a él mismo que hiciese lo necesario para callarle la boca, cosa que consiguió ne cuestión de segundos. El otro tipo se quitó la capucha. Por sorpresa mía era el tendero de antes. Apreté los dientes al ver esa cara de viejo que tenía.
- Dame esa ocarina chico, es necesaria para despertar a nuestro Dios y para poner en jaque a esa mujer Hereje a la fe. -Dijo con tono amenazador-
- No.
- Chico no me hagas perder el tiempo con unos miserables forasteros, ¡dame esa ocarina si no quieres morir!
Ese tipo era muy persistente, pero no iba a conseguir lo que había venido a buscar. Durante segundos esperó a que realizase alguna acción que lo acercara a recuperar la ocarina que le había quitado al tendero. Si ese estúpido no hubiese utilizado esa ocarina en mis narices, posiblemente hubiese tenido la ocarina en sus manos en todo momento. El tipo aquel se calló dejando hablar al otro encapuchado que estaba ocupado dialogando con Hayate. Parecía que se iba a desencadenar una pelea entre esos dos devotos de su dichoso Dios y entre nosotros. En ese momento los dos tipos sacaron sus armas, uno de ellos sacó un tipo de hoja donde le filo parecía una serpiente.
- Mantente al margen Henry. Esto puede ser peligroso.
Hayate se había puesto entre yo y los encapuchados, no iba a permitir que él solo se enfrentase contra esos dos tipos raros, y tampoco me iba a quedar por ahí desalojando a los ciudadanos de aquel lugar. Estaba dispuesto a luchar con él contra los encapuchados.
- Ni de coña me voy a quedar al margen, pienso encargarme del tendero. -Dije mientras sacaba mi vara del la funda que tenía a la espalda y me ponía al a misma altura que Hayate.-
En ese momento aparecieron dos tipos encapuchados, justamente dos de los que anteriormente les había visto entrar ala iglesia. Querían coger a esa mujer. Uno de los encapuchados se puso a hablar e insultar a Hayate, cosa que dejé a él mismo que hiciese lo necesario para callarle la boca, cosa que consiguió ne cuestión de segundos. El otro tipo se quitó la capucha. Por sorpresa mía era el tendero de antes. Apreté los dientes al ver esa cara de viejo que tenía.
- Dame esa ocarina chico, es necesaria para despertar a nuestro Dios y para poner en jaque a esa mujer Hereje a la fe. -Dijo con tono amenazador-
- No.
- Chico no me hagas perder el tiempo con unos miserables forasteros, ¡dame esa ocarina si no quieres morir!
Ese tipo era muy persistente, pero no iba a conseguir lo que había venido a buscar. Durante segundos esperó a que realizase alguna acción que lo acercara a recuperar la ocarina que le había quitado al tendero. Si ese estúpido no hubiese utilizado esa ocarina en mis narices, posiblemente hubiese tenido la ocarina en sus manos en todo momento. El tipo aquel se calló dejando hablar al otro encapuchado que estaba ocupado dialogando con Hayate. Parecía que se iba a desencadenar una pelea entre esos dos devotos de su dichoso Dios y entre nosotros. En ese momento los dos tipos sacaron sus armas, uno de ellos sacó un tipo de hoja donde le filo parecía una serpiente.
- Mantente al margen Henry. Esto puede ser peligroso.
Hayate se había puesto entre yo y los encapuchados, no iba a permitir que él solo se enfrentase contra esos dos tipos raros, y tampoco me iba a quedar por ahí desalojando a los ciudadanos de aquel lugar. Estaba dispuesto a luchar con él contra los encapuchados.
- Ni de coña me voy a quedar al margen, pienso encargarme del tendero. -Dije mientras sacaba mi vara del la funda que tenía a la espalda y me ponía al a misma altura que Hayate.-
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Uno de aquellos dos resultó ser el mercader al cual afanó ese instrumento el joven que se hallaba conmigo. Le exigió que se la devolviese, que era lo que necesitaban para resucitar a su dios. ¿Dónde diablos me estaba metiendo? Querían atrapar a esa mujer, por lo menos eso podría evitarlo sin problemas. Y si planeaban hacer algún tipo de rito satánico no se lo iba a permitir. Se suelen hacer ofrendas de sangre, por lo que seguramente tendrían que sacrificar a alguien para dicho rito.
Con ambas espadas en las manos comencé a canalizar mi energía a través de ella. Si buscaban sacrificios para su dios no deberían de preocuparse, esta noche habrían dos. Pero me extrañó el hecho de que Henry no quisiera mantenerse al margen. Sacó algo similar a un bastón de metal y se encaró contra aquél comerciante. Esperaba que supiera lo que se hacía. Yo con todo trataría de acabar rápido con ésto para echarle una mano.
La energía que fluía por mis espadas fueron tomando consistencia a modo que la espada maestra se caldeó, parecía que iba a estallar en llamas. Por el contrario la espada plateada se impregnó de un viento cortante, incrementando las dimensiones de esta.
-Veamos quien está detrás de ésta capucha.
Me lancé al ataque a por ese tipo con movimientos simples, me bloqueaba sin dificultades con su extraña arma, la forma de esa arma hacía imposible que pudiera forcejear para golpearle en las manos. La curvatura bloqueaba perfectamente cada una de las hojas, lo cual hacía que si este tipo estaba adiestrado para el combate, no sería nada sencillo.
Arremetía una y otra vez con giros de muñeca para acelerar el movimiento, de mientras cargaba más energía en mis espadas. Mi objetivo era cansar la muñeca del tipo para que sus movimientos se tornasen más lentos, pero no parecía funcionar. Me vi obligado a utilizar otra cosa, puesto que me bloqueaba con gran fuerza, e incluso en ocasiones me daba retroceso de mis propios ataques, haciendo que quien sufría en sus muñecas fuese yo. Esa no era una situación que me conveniese mucho, y esperaba que Henry supiera enfrentarse a ese tipo.
Tenia la espada maestra cargada de energía de ámbito ígneo. La canalicé a modo de onda cortante mientras arremetía un último golpe también dirigido hacia su espada, esta vez no utilicé un giro de muñeca, sino que fui directo a atacarle con toda la fuerza de la que disponía. Este ataque sin duda le vendría desprevenido, apuesto a que desconoce mis habilidades.
Tal y como esperaba bloqueó con gran facilidad mi espada, pero lo que no pudo bloquear fue la onda cortante envuelta en llamas que salió de la hoja de mi espada y que fue biseccionada en dos partes hacia su cuerpo. En un instante ese tipo estaba retorciéndose en llamas y alejándose. Pero al contrario de lo que había esperado, eso no fue suficiente para acabar con él. Se deshizo de la túnica carmesí que estaba en llamas y se quedó mirándome con un rostro que infundaba verdadero temor.
Una calvicie desgastada con manchas oscuras y cicatrices por todo su torso y cabeza. Parecía que tenía la mirada perdida y se le podía ver invadido por la ira. Algo me decía que había cabreado a alguien duro de pelar. Sus músculos eran grandes, no cabía duda. Tal vez ésto me costase un poco más de lo que esperaba. Ojala Henry no tuviera estos problemas.
-Maldito hereje. Sufrirás la ira de nuestro dios.
Ahora fue él quien cargó contra mí. Algo me decía que sería mi turno de defenderme.
Con ambas espadas en las manos comencé a canalizar mi energía a través de ella. Si buscaban sacrificios para su dios no deberían de preocuparse, esta noche habrían dos. Pero me extrañó el hecho de que Henry no quisiera mantenerse al margen. Sacó algo similar a un bastón de metal y se encaró contra aquél comerciante. Esperaba que supiera lo que se hacía. Yo con todo trataría de acabar rápido con ésto para echarle una mano.
La energía que fluía por mis espadas fueron tomando consistencia a modo que la espada maestra se caldeó, parecía que iba a estallar en llamas. Por el contrario la espada plateada se impregnó de un viento cortante, incrementando las dimensiones de esta.
-Veamos quien está detrás de ésta capucha.
Me lancé al ataque a por ese tipo con movimientos simples, me bloqueaba sin dificultades con su extraña arma, la forma de esa arma hacía imposible que pudiera forcejear para golpearle en las manos. La curvatura bloqueaba perfectamente cada una de las hojas, lo cual hacía que si este tipo estaba adiestrado para el combate, no sería nada sencillo.
Arremetía una y otra vez con giros de muñeca para acelerar el movimiento, de mientras cargaba más energía en mis espadas. Mi objetivo era cansar la muñeca del tipo para que sus movimientos se tornasen más lentos, pero no parecía funcionar. Me vi obligado a utilizar otra cosa, puesto que me bloqueaba con gran fuerza, e incluso en ocasiones me daba retroceso de mis propios ataques, haciendo que quien sufría en sus muñecas fuese yo. Esa no era una situación que me conveniese mucho, y esperaba que Henry supiera enfrentarse a ese tipo.
Tenia la espada maestra cargada de energía de ámbito ígneo. La canalicé a modo de onda cortante mientras arremetía un último golpe también dirigido hacia su espada, esta vez no utilicé un giro de muñeca, sino que fui directo a atacarle con toda la fuerza de la que disponía. Este ataque sin duda le vendría desprevenido, apuesto a que desconoce mis habilidades.
Tal y como esperaba bloqueó con gran facilidad mi espada, pero lo que no pudo bloquear fue la onda cortante envuelta en llamas que salió de la hoja de mi espada y que fue biseccionada en dos partes hacia su cuerpo. En un instante ese tipo estaba retorciéndose en llamas y alejándose. Pero al contrario de lo que había esperado, eso no fue suficiente para acabar con él. Se deshizo de la túnica carmesí que estaba en llamas y se quedó mirándome con un rostro que infundaba verdadero temor.
Una calvicie desgastada con manchas oscuras y cicatrices por todo su torso y cabeza. Parecía que tenía la mirada perdida y se le podía ver invadido por la ira. Algo me decía que había cabreado a alguien duro de pelar. Sus músculos eran grandes, no cabía duda. Tal vez ésto me costase un poco más de lo que esperaba. Ojala Henry no tuviera estos problemas.
-Maldito hereje. Sufrirás la ira de nuestro dios.
Ahora fue él quien cargó contra mí. Algo me decía que sería mi turno de defenderme.
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Si quería revivir a un demonio seguramente querrían un sacrificio, de sangre o de cualquier otra cosa extraña. Me entraban escalofríos por todo el cuerpo nada mas pensar aquel plan asqueroso. La mujer salió corriendo (a su paso), mientras que Hayate y yo estábamos enfrente de dos encauchados, los mismo que andaban entrando y saliendo de la iglesia con sus teorías demoníacas. Mi compañero en este combate quería que retrocediera para él pelear contra los dos, Mi respuesta fui inmediata sacando la vara de su funda que tenía en la espalda colgada y colocándome a la misma altura que él. De ninguno modo quería dejarle a él solo el combatir contra esos dos tipos.
Hayate empezó el combate con el tío que estaba enfrente suya, mientras, el tendero no paraba de reírse de una forma muy sádica mirándome a los ojos fijamente. No paraba de repetirme que le diese esa maldita ocarina, me ponía nervioso cada vez más. De repente, con su espada curvada arremetió contra mi de frente; con sus dos brazos hacia arriba intentó asestarme un corte frontal vertical.
Me defendí completamente retrocediendo al mismo tiempo que cogía con las dos manos la vara quedando esta horizontalmente. Su rápido movimiento pudo alcanzarme casi a la misma posición que la mía, por suerte la vara paró totalmente sus espada, quedándonos los dos forcejeando. Utilizó ese momento para volverme a recordar que esa ocarina serviría para revivir a su dios.
Él retrocedió y esperó a que le diese la ocarina, me había dado una oportunidad, para él era una oportunidad para recuperar la ocarina, pero para mi era una gran oportunidad para asestarle un buen golpe y dejarlo seco en le suelo. Antes de que hubiese podido salir a atacarle, éste lo hizo primero al ver que no había sacado el instrumento para dárselo. Vino a por mi cogiendo el arma con una sola mano, la izquierda. Esquivé su ataque con un solo movimiento de piernas hacia un lado.
Cuando falló su ataque, agarré de la misma manera mi vara y le pegué un fuerte golpe a su brazo izquierdo, dejando caer al suelo su espada rara. Para mi sorpresa pudo recuperar el arma rápidamente agarrándola con la mano derecha. Retrocedí.
Tendero: Dame la ocarina chico, es la última vez que te lo repito. -Decía con tono de dolor, el golpe le había dañado bastante.-
Henry: ¿Aún no te has dado cuenta? Si no te la he dado todas las vece que me lo has pedido es porque tendrás que luchar por ella. Si no hubieses tocado ese instrumento delante de mis narices, podrías tenerla ahora mismo sin ningún problema.
Hayate empezó el combate con el tío que estaba enfrente suya, mientras, el tendero no paraba de reírse de una forma muy sádica mirándome a los ojos fijamente. No paraba de repetirme que le diese esa maldita ocarina, me ponía nervioso cada vez más. De repente, con su espada curvada arremetió contra mi de frente; con sus dos brazos hacia arriba intentó asestarme un corte frontal vertical.
Me defendí completamente retrocediendo al mismo tiempo que cogía con las dos manos la vara quedando esta horizontalmente. Su rápido movimiento pudo alcanzarme casi a la misma posición que la mía, por suerte la vara paró totalmente sus espada, quedándonos los dos forcejeando. Utilizó ese momento para volverme a recordar que esa ocarina serviría para revivir a su dios.
Él retrocedió y esperó a que le diese la ocarina, me había dado una oportunidad, para él era una oportunidad para recuperar la ocarina, pero para mi era una gran oportunidad para asestarle un buen golpe y dejarlo seco en le suelo. Antes de que hubiese podido salir a atacarle, éste lo hizo primero al ver que no había sacado el instrumento para dárselo. Vino a por mi cogiendo el arma con una sola mano, la izquierda. Esquivé su ataque con un solo movimiento de piernas hacia un lado.
Cuando falló su ataque, agarré de la misma manera mi vara y le pegué un fuerte golpe a su brazo izquierdo, dejando caer al suelo su espada rara. Para mi sorpresa pudo recuperar el arma rápidamente agarrándola con la mano derecha. Retrocedí.
Tendero: Dame la ocarina chico, es la última vez que te lo repito. -Decía con tono de dolor, el golpe le había dañado bastante.-
Henry: ¿Aún no te has dado cuenta? Si no te la he dado todas las vece que me lo has pedido es porque tendrás que luchar por ella. Si no hubieses tocado ese instrumento delante de mis narices, podrías tenerla ahora mismo sin ningún problema.
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Caí de espaldas por un potente golpe. Ese tipo era realmente duro de pelar y si no llevaba cuidado podría acabar muy mal parado de éste pequeño gran enfrentamiento. Miré hacia adelante y tuve que rodar en el suelo para evitar un golpe directo. El metal resonó contra el terreno con un leve eco. Un golpe punzante que casi se queda clavado en el terreno.
Me incorporé cruzando ambas espadas y quedándome arrodillado, de frente a ese tipo que me miraba y se volvía a lanzar enfurecido contra mí. No me iba a ser sencillo encontrar un momento para lanzarme, pues no me dejaba opción. En esta ocasión volví a caer hacia atrás, golpeó con una fuerte patada en el punto donde se unían los filos cruzados de mis armas y me desequilibré nuevamente.
No es rápido, pero es muy fuerte. Solo necesitaba darle un golpe. Había caído sentado en el suelo y su arma volvía a venir directo hacia mí. Sería un suicidio tratar de bloquearla, su fuerza me ganaría el combate, por lo que encogí las rodillas y con los talones me impulsé hacia atrás, dando un pequeño salto, lo justo para lograr que ese arma serpenteante no me alcanzara.
En el momento que dio el golpe tuve su brazo justo enfrente de mí, desprotegido. Justo la ocasión que estuve aguardando. Mi espada maestra dio buena cuenta de él dándole un fuerte tajo que le hizo lanzar un alarido de dolor y soltar su arma. Me levanté todo lo rápido que pude mientras él se quejaba y le hundí la espada plateada en la garganta.
-No armes un alboroto ahora monje shaolín...
Saqué la espada de la garganta, lo cual hizo que saliese un cúmulo de sangre a borbotones desde su boca y cuello. Ese hombre ya estaba KO, pero era muy resistente, todavía seguía con vida y sentía su odio incrementarse. Me giré para observar a Henry, y antes de darme cuenta sentí un fuerte golpe en la cabeza.
Caí al suelo por el golpe desprevenido y roté para quedarme boca arriba, por instinto me quedé con las espadas apuntando hacia arriba. Ese tipo agonizante se lanzaba todavía contra mí, clavándose ambas espadas en el pecho, por completo. Cayó encima de mí, aplastándome y oprimiéndome la gargante con su mano sana. ¿Cómo mierdas podía seguir con vida todavía?
Mi cara se llenó de sangre, todo el rostro. Mas pude distinguir que sus ojos estaban completamente blancos, eran como dos globos vacíos, absolutamente no había nada ahí. Ese hombre estaba muerto, pero todavía se movía. Para colmo me comenzaba a faltar el aire, su puño inerte todavía me oprimía y estaba completamente inmovilizado. Tan solo podía hacer una cosa.
Cargué las espadas con mi energía y lancé dos ondas cortantes en direcciones opuestas, el cuerpo quedó completamente seccionado por la mitad y pude quitármelo de encima. Solté la mano que me aferraba y comencé a toser medio ahogado. La sangre hedía horrores, como si este hombre ya hubiera estado muerto antes de atacarnos.
Alcé la cabeza y me levanté, Henry continuaba peleando con ese hombre. Lancé una onda cortante justamente en dirección a ese tipo. Era diferente, y necesitaba hablar con él antes de que Henry le matase.
-¡Atrápale con vida Henry!
Me sentía algo agotado e impactado por lo que acababa de observar. ¿Cómo un humano podía alcanzar a forzarse de ese modo? ¿Cómo podía seguir teniendo esa fuerza con esas heridas? Debía de haber algo oculto en todo ésto, es algo realmente inhumano hasta para la peor de las bestias humanas.
Me incorporé cruzando ambas espadas y quedándome arrodillado, de frente a ese tipo que me miraba y se volvía a lanzar enfurecido contra mí. No me iba a ser sencillo encontrar un momento para lanzarme, pues no me dejaba opción. En esta ocasión volví a caer hacia atrás, golpeó con una fuerte patada en el punto donde se unían los filos cruzados de mis armas y me desequilibré nuevamente.
No es rápido, pero es muy fuerte. Solo necesitaba darle un golpe. Había caído sentado en el suelo y su arma volvía a venir directo hacia mí. Sería un suicidio tratar de bloquearla, su fuerza me ganaría el combate, por lo que encogí las rodillas y con los talones me impulsé hacia atrás, dando un pequeño salto, lo justo para lograr que ese arma serpenteante no me alcanzara.
En el momento que dio el golpe tuve su brazo justo enfrente de mí, desprotegido. Justo la ocasión que estuve aguardando. Mi espada maestra dio buena cuenta de él dándole un fuerte tajo que le hizo lanzar un alarido de dolor y soltar su arma. Me levanté todo lo rápido que pude mientras él se quejaba y le hundí la espada plateada en la garganta.
-No armes un alboroto ahora monje shaolín...
Saqué la espada de la garganta, lo cual hizo que saliese un cúmulo de sangre a borbotones desde su boca y cuello. Ese hombre ya estaba KO, pero era muy resistente, todavía seguía con vida y sentía su odio incrementarse. Me giré para observar a Henry, y antes de darme cuenta sentí un fuerte golpe en la cabeza.
Caí al suelo por el golpe desprevenido y roté para quedarme boca arriba, por instinto me quedé con las espadas apuntando hacia arriba. Ese tipo agonizante se lanzaba todavía contra mí, clavándose ambas espadas en el pecho, por completo. Cayó encima de mí, aplastándome y oprimiéndome la gargante con su mano sana. ¿Cómo mierdas podía seguir con vida todavía?
Mi cara se llenó de sangre, todo el rostro. Mas pude distinguir que sus ojos estaban completamente blancos, eran como dos globos vacíos, absolutamente no había nada ahí. Ese hombre estaba muerto, pero todavía se movía. Para colmo me comenzaba a faltar el aire, su puño inerte todavía me oprimía y estaba completamente inmovilizado. Tan solo podía hacer una cosa.
Cargué las espadas con mi energía y lancé dos ondas cortantes en direcciones opuestas, el cuerpo quedó completamente seccionado por la mitad y pude quitármelo de encima. Solté la mano que me aferraba y comencé a toser medio ahogado. La sangre hedía horrores, como si este hombre ya hubiera estado muerto antes de atacarnos.
Alcé la cabeza y me levanté, Henry continuaba peleando con ese hombre. Lancé una onda cortante justamente en dirección a ese tipo. Era diferente, y necesitaba hablar con él antes de que Henry le matase.
-¡Atrápale con vida Henry!
Me sentía algo agotado e impactado por lo que acababa de observar. ¿Cómo un humano podía alcanzar a forzarse de ese modo? ¿Cómo podía seguir teniendo esa fuerza con esas heridas? Debía de haber algo oculto en todo ésto, es algo realmente inhumano hasta para la peor de las bestias humanas.
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Mi combate respecto al que había tenido Hayate iba a ser más largo de lo que yo creía, ya que él ya había derrotado al suyo y yo solo le había golpeado en el brazo para que no pudiese coger su arma. Fallé en el plan, mi contrincante cogió el arma con la mano derecha, la que le quedaba buena. Mucha gente se penaba que podía llegara a matar a alguien con mi arma, pero se equivocaban, como mucho podía dejarlo inconsciente en el suelo.
Aquel individuo, con el brazo izquierdo muerto y con el derecho sosteniendo aquella espada rara, vino hacia mi otra vez para atacarme. Antes de que pudiese ponerse encima mía, una onda cortante hizo que éste parase en seco y esquivar completamente ese ataque, ¿sería de Hayate? No tenía tiempo para averiguarlo, ni siquiera tiempo para darme la vuelta. Aproveché la oportunidad de que el tendero estaba atento a lo otro para acercarme yo a él y propinarle un buen golpe en la cabeza con la vara.
Éste calló al suelo. No estaba muerto, nadie lo estaba después de ese golpe. Avisé a Hayate que no estaba muerto, pero podía tardar en despertase y recobrar otra vez su estado anterior. Dejé de centrarme en el individuo tirado en el suelo y me centré a todo lo que me rodeaba. Pude fijarme que no había nadie en la calle, ningún ruido cruzaba el aire y hacía más frío que antes, ¿que podía ser?
Henry: ¿te has fijado Hayate que ya no hay nadie en la calle? Además, hace más frío ahora que antes, estamos en plena tarde. Debe ser cosa de ellos lo del frío.
Aquel individuo, con el brazo izquierdo muerto y con el derecho sosteniendo aquella espada rara, vino hacia mi otra vez para atacarme. Antes de que pudiese ponerse encima mía, una onda cortante hizo que éste parase en seco y esquivar completamente ese ataque, ¿sería de Hayate? No tenía tiempo para averiguarlo, ni siquiera tiempo para darme la vuelta. Aproveché la oportunidad de que el tendero estaba atento a lo otro para acercarme yo a él y propinarle un buen golpe en la cabeza con la vara.
Éste calló al suelo. No estaba muerto, nadie lo estaba después de ese golpe. Avisé a Hayate que no estaba muerto, pero podía tardar en despertase y recobrar otra vez su estado anterior. Dejé de centrarme en el individuo tirado en el suelo y me centré a todo lo que me rodeaba. Pude fijarme que no había nadie en la calle, ningún ruido cruzaba el aire y hacía más frío que antes, ¿que podía ser?
Henry: ¿te has fijado Hayate que ya no hay nadie en la calle? Además, hace más frío ahora que antes, estamos en plena tarde. Debe ser cosa de ellos lo del frío.
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Henry supo aprovechar el momento de desconcierto que causé con aquella onda cortante y logró noquear a ese tendero malvado. Cayó al suelo, por un momento pensé que habría muerto por tal golpe directo en la cabeza, pero su agresor me confirmó que no había muerto. Después me dedicó unas palabras alegando que hacía mucho frío y que ésto podría ser causa de aquellos tipos. Sonreí con un deje de ironía mientras me acercaba al tipo inconsciente y golpeaba su mano para desarmarle.
-Por las noches siempre refresca en todos los lugares. Dudo que éste frío tenga algo que ver, simplemente es un clima fresco por aquí. Y no había nadie cuando nos hemos encontrado con ellos. ¿Qué esperas a éstas horas de la noche Henry? Y más todavía viendo que estamos peleandonos.
Me quedé pisándole las manos con las piernas abiertas, la intención era tenerlo inmovilizado para hacerle unas preguntas cuando despertara, que esperaba que fuera pronto. Para mayor seguridad envainé la espada maestra y me quedé apuntándole al entrecejo con la espada plateada. Cuando despertara y fuera lo primero que viera, no dudaría en contarnoslo todo. En caso de que aprecie su propia vida, claro.
-Pero aun así ten cuidado. Este hombre contra el que me acabo de enfrentar... Era extraño, es como si no sintiese el dolor, hasta que no he separado su cuerpo en dos no ha dejado de atacarme. Y eso si que no es normal.
Golpeaba varias veces con la parte plana de la hoja al tipo inconsciente para ver si se reanimaba, tras unos cinco minutos parece que por fin daba señales de vida, comenzó a moverse. En cuanto abrió los ojos se quedó paralizado mirando la punta de la hoja.
-Por fin despiertas. ¿Me permites que te haga unas preguntas?
-Te pudrirás en el infierno sucio he...
Le di un corte en la mejilla para callarle, y parece que funcionó. Volví a dejar la espada apuntándole, ésta vez tocándole en la punta de la nariz.
-Si he de conseguir la información por las malas. Lo haré por las malas. Pero prefiero que sea por las buenas... Aunque ésto no lo parezca. -levanté la punta de la espada un centímetro y la dejé más próxima del entrecejo- Qué era ese hombre que te acompañaba.
-¿Era?
El tipo entonces pareció percatarse del baño de sangre que me había pegado, miró hacia su derecha y encontró el cuerpo segado de su compañero.
-¿Cómo has podido hacer eso?
-Bien, veo que desde luego era alguien importante.
-Es imposible...
Le posé la punta oprimiéndole el entrecejo, haciendo una pequeña herida.
-Qué era.
-Jamás te lo diré sucio hereje. Moriréis todos. Ya es tarde para vosotros. Él está de camino.
Le hice un nuevo corte, pero ésta vez no respondió al dolor, siguió parloteando y hablando de su señor, diciendo que arderíamos en el infierno, que acabarían con nosotros, bla, bla, bla... Giré la cabeza hacia Henry.
-Esta hombre no sabe callarse.
Envainé mi espada, me dejé caer con las rodillas en sus brazos y le propiné un severo puñetazo en la mejilla que le cruzó la cara.
-Veo que tendré que hacerlo por las malas. Probaré con otra cosa. Quién es ese del que tanto hablas y dices que nos matará.
-¿Qué quién es? Estúpido hereje, no te atrevas a mencionarlo ni siquiera, no eres digno de él.
-Bien. Me gusta por donde vas. Continúa hablando. ¿Quién es?
-Él es Dios. El auténtico y verdadero Dios. La única deidad reinante sobre éste universo. Condenado a vivir en el plano espiritual por su propia creación. Nosotros. Y nosotros le devolveremos al mundo terrenal como sus fieles sirvientes. Entonces se vengará de todos aquellos que le condenaron, aniquilando a cada uno de sus descendientes. Está escrito que así ha de ser. Es la profecía. Y esa ocarina es necesaria para culminar el ritual.
Le volví a meter otro puñetazo.
-¿Tú eres imbécil? -le golpeé de nuevo- Un dios destructor no es ningún dios -otro golpe-. Si es cierto se vengará de toda la humanidad -le hundí la nariz-. Acabará con toda existencia -le hinché un ojo-. Contigo, conmigo y con todo el mundo -le agarré la cabeza con ambas manos y le di un fuerte cabezazo- ¿Es eso lo que quieres? ¿La destrucción del mundo?
Me levanté, ese hombre volvió a caer inconsciente. Tenía sangre en los nudillos, tanto suya como mía, y mi frente también se había manchado. Estaba furioso. Realmente ésta es una secta peligrosa. No se si existen los demonios, pero mientras no logren "culminar su invocación" matarán a todo aquél que se ponga en su camino con intenciones de detenerlos. No puedo permitir eso.
-Henry. Esto a partir de ahora se va a poner muy feo. Pienso ir allí ahora mismo y acabar con todo. Esto va a ponerse peligroso. Muy peligroso. Tal vez hayan más tipos como éste que está aquí -señalé al berseker que había sido partido en dos-. No puedo pedirte que vengas, y desde luego no lo voy a hacer. Pero lo que si te voy a pedir es que te encargues de que nadie se acerque a la iglesia, que pase lo que pase nadie entre. ¿Puedo contar contigo?
-Por las noches siempre refresca en todos los lugares. Dudo que éste frío tenga algo que ver, simplemente es un clima fresco por aquí. Y no había nadie cuando nos hemos encontrado con ellos. ¿Qué esperas a éstas horas de la noche Henry? Y más todavía viendo que estamos peleandonos.
Me quedé pisándole las manos con las piernas abiertas, la intención era tenerlo inmovilizado para hacerle unas preguntas cuando despertara, que esperaba que fuera pronto. Para mayor seguridad envainé la espada maestra y me quedé apuntándole al entrecejo con la espada plateada. Cuando despertara y fuera lo primero que viera, no dudaría en contarnoslo todo. En caso de que aprecie su propia vida, claro.
-Pero aun así ten cuidado. Este hombre contra el que me acabo de enfrentar... Era extraño, es como si no sintiese el dolor, hasta que no he separado su cuerpo en dos no ha dejado de atacarme. Y eso si que no es normal.
Golpeaba varias veces con la parte plana de la hoja al tipo inconsciente para ver si se reanimaba, tras unos cinco minutos parece que por fin daba señales de vida, comenzó a moverse. En cuanto abrió los ojos se quedó paralizado mirando la punta de la hoja.
-Por fin despiertas. ¿Me permites que te haga unas preguntas?
-Te pudrirás en el infierno sucio he...
Le di un corte en la mejilla para callarle, y parece que funcionó. Volví a dejar la espada apuntándole, ésta vez tocándole en la punta de la nariz.
-Si he de conseguir la información por las malas. Lo haré por las malas. Pero prefiero que sea por las buenas... Aunque ésto no lo parezca. -levanté la punta de la espada un centímetro y la dejé más próxima del entrecejo- Qué era ese hombre que te acompañaba.
-¿Era?
El tipo entonces pareció percatarse del baño de sangre que me había pegado, miró hacia su derecha y encontró el cuerpo segado de su compañero.
-¿Cómo has podido hacer eso?
-Bien, veo que desde luego era alguien importante.
-Es imposible...
Le posé la punta oprimiéndole el entrecejo, haciendo una pequeña herida.
-Qué era.
-Jamás te lo diré sucio hereje. Moriréis todos. Ya es tarde para vosotros. Él está de camino.
Le hice un nuevo corte, pero ésta vez no respondió al dolor, siguió parloteando y hablando de su señor, diciendo que arderíamos en el infierno, que acabarían con nosotros, bla, bla, bla... Giré la cabeza hacia Henry.
-Esta hombre no sabe callarse.
Envainé mi espada, me dejé caer con las rodillas en sus brazos y le propiné un severo puñetazo en la mejilla que le cruzó la cara.
-Veo que tendré que hacerlo por las malas. Probaré con otra cosa. Quién es ese del que tanto hablas y dices que nos matará.
-¿Qué quién es? Estúpido hereje, no te atrevas a mencionarlo ni siquiera, no eres digno de él.
-Bien. Me gusta por donde vas. Continúa hablando. ¿Quién es?
-Él es Dios. El auténtico y verdadero Dios. La única deidad reinante sobre éste universo. Condenado a vivir en el plano espiritual por su propia creación. Nosotros. Y nosotros le devolveremos al mundo terrenal como sus fieles sirvientes. Entonces se vengará de todos aquellos que le condenaron, aniquilando a cada uno de sus descendientes. Está escrito que así ha de ser. Es la profecía. Y esa ocarina es necesaria para culminar el ritual.
Le volví a meter otro puñetazo.
-¿Tú eres imbécil? -le golpeé de nuevo- Un dios destructor no es ningún dios -otro golpe-. Si es cierto se vengará de toda la humanidad -le hundí la nariz-. Acabará con toda existencia -le hinché un ojo-. Contigo, conmigo y con todo el mundo -le agarré la cabeza con ambas manos y le di un fuerte cabezazo- ¿Es eso lo que quieres? ¿La destrucción del mundo?
Me levanté, ese hombre volvió a caer inconsciente. Tenía sangre en los nudillos, tanto suya como mía, y mi frente también se había manchado. Estaba furioso. Realmente ésta es una secta peligrosa. No se si existen los demonios, pero mientras no logren "culminar su invocación" matarán a todo aquél que se ponga en su camino con intenciones de detenerlos. No puedo permitir eso.
-Henry. Esto a partir de ahora se va a poner muy feo. Pienso ir allí ahora mismo y acabar con todo. Esto va a ponerse peligroso. Muy peligroso. Tal vez hayan más tipos como éste que está aquí -señalé al berseker que había sido partido en dos-. No puedo pedirte que vengas, y desde luego no lo voy a hacer. Pero lo que si te voy a pedir es que te encargues de que nadie se acerque a la iglesia, que pase lo que pase nadie entre. ¿Puedo contar contigo?
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Le propiné un buen golpe al tendero, quien en realidad era un devoto de un Dios que seguramente ni existiese. Guardé la vara en la funda y advertí a Hayate que no estaba muerto. Un golpe de esos nunca mataría a nadie. Nunca mataría a nadie por capricho, solo cuando mi vida corriese peligro. Sin que nadie le dijese nada se posicionó encima del cuerpo de aquel hombre, puso sus pies encima de las manos del otro y empezó a mover la espada por la cara del devoto para ver si despertaba.
Si no lo hacía pronto, poco tardaría en hacerlo. Comenté lo del frío, para mi no era normal que hiciese ese frío a las horas en las que estábamos. Hayate me dijo que era normal a esas horas hiciese el frío que hacía, posiblemente al haber crecido en una isla tropical, no estaba acostumbrado. Dejé aquel tema de lado, pero no dejé de temblar, aunque la verdad me quedé mas tranquilo al saber que ese frío no era creación de los devotos de la iglesia. Aún así me advirtió que tuviese cuidado.
El tendero por fin abrió los ojos, mi compañero tenía la espada delante de su cara, seguramente para que hablase directamente de lo que queríamos saber. Hayate empezó el interrogatorio, y el interrogado le faltó poco para escupir en la cara de mi compañero. Me mantuve al margen, ese tipo de cosas se me daban muy mal, si me ponía yo la podía cagar. Un solo corte en la mejilla del tendero hizo que callara y siguieran con el interrogatorio.
Mientras me quedé mirando el cuerpo del otro tipo partido el dos y del charco de sangre que había. Hayate había llegado al punto donde hablaron del cadáver, según él, se comportaba de manera extraña. El tipo se sorprendió al conocer la noticia que ese ser había sido cortado por la mitad. Se me revolvían las tripas al ver todo aquello.
Después de aquello nos empezó a insultar, que íbamos a morir todos por las manos de su dios, un ser que vivía en el plano astral y que su regeneración en el mundo humano podía ser posible al tocar la ocarina. La saqué del bolsillo con intención de examinarla bien, lo único que podía llamarme la atención era el símbolo que tenía, una especie de U donde lo cortaba un símbolo de una ola, ¿Que podía significar eso?
Iba a preguntarle sobre el símbolo, pero ya era tarde, Hayate e había dejado K.O. de un cabezazo, un método que a mi parecer era un tanto bruto.
-Henry. Esto a partir de ahora se va a poner muy feo. Pienso ir allí ahora mismo y acabar con todo. Esto va a ponerse peligroso. Muy peligroso. Tal vez hayan más tipos como éste que está aquí -señaló al tipo que había sido partido en dos-. No puedo pedirte que vengas, y desde luego no lo voy a hacer. Pero lo que si te voy a pedir es que te encargues de que nadie se acerque a la iglesia, que pase lo que pase nadie entre. ¿Puedo contar contigo?[/color]
Henry: Nunca me han gustado las historias de demonios y menos vivir esas historias. Pero alguna vez les tendré que hacer frente. No te miento si te digo que estoy totalmente cagado con todo esto, pero sí, puedes contar conmigo. Quiero saber que significa el símbolo que hay en esta ocarina.
Tras terminar de decirle que podía contar conmigo, puse camino hacia la puerta de la iglesia.
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Las palabras de Henry me dejaron algo anonadado. Reconocía estar aterrado ante la situación, pero tenía la voluntad de continuar hacia adelante. Sentía curiosidad por lo que era todo aquello y no se dejaba intimidar por la situación tan desfavorable en la cual nos encontramos ambos dos.
-Admiro tu valor Henry.
Comencé a caminar a su lado. Había un camino que iba directo hacia la catedral aquella, o lo que quiera que fuera. Realmente me asombraba este chico que tenía a mi lado, tal vez fuese un buen miembro para la marina. Puede que le intente reclutar una vez acabe todo ésto. Le miraría atento, pues también podría tratarse de que este hombre fuera otro más de ellos o que pretendiese unirse a dicha secta. Uno nunca sabe qué hay a su alrededor hasta que lo ve directamente con sus ojos.
Caminamos hasta estar próximos a la entrada principal, entonces extendí un brazo para detener a Henry, no sería buena idea entrar directamente por la puerta principal, lo suyo sería tratar de observar desde algún ventanal hacia el interior para comprobar qué habría. Entrar por la puerta grande tan solo llamaría la atención, y no nos conviene eso.
-Ven por aquí -le indiqué a Henry- No hagas ruido.
Me aproximé con cuidado hacia el lateral derecho de la iglesia y me agazapé tras grandes ventanales que había. Busqué pero no vi ninguno que estuviese ni una pizca quebrado, y no se podía observar bien hacia el interior, los cristales eran muy rugosos y no se podía divisar una imagen clara. Aunque si algunas voces, estaban allí dentro, no cabía duda.
Cerré los ojos y me concentré, tal vez lograse escuchar lo que decían, al fin y al cabo la noche se cerraba y el silencio se volvía total. Alcanzaba a distinguir que era un hombre el que hablaba, pero no lograba saber qué es lo que decía. distinguía alguna palabra pero no la entendía bien, era como si no hablasen nuestra lengua. Miré a mi compañero.
-Henry -susurré- ¿Se te ocurre algún modo de poder mirar al interior sin llamar la atención?
-Admiro tu valor Henry.
Comencé a caminar a su lado. Había un camino que iba directo hacia la catedral aquella, o lo que quiera que fuera. Realmente me asombraba este chico que tenía a mi lado, tal vez fuese un buen miembro para la marina. Puede que le intente reclutar una vez acabe todo ésto. Le miraría atento, pues también podría tratarse de que este hombre fuera otro más de ellos o que pretendiese unirse a dicha secta. Uno nunca sabe qué hay a su alrededor hasta que lo ve directamente con sus ojos.
Caminamos hasta estar próximos a la entrada principal, entonces extendí un brazo para detener a Henry, no sería buena idea entrar directamente por la puerta principal, lo suyo sería tratar de observar desde algún ventanal hacia el interior para comprobar qué habría. Entrar por la puerta grande tan solo llamaría la atención, y no nos conviene eso.
-Ven por aquí -le indiqué a Henry- No hagas ruido.
Me aproximé con cuidado hacia el lateral derecho de la iglesia y me agazapé tras grandes ventanales que había. Busqué pero no vi ninguno que estuviese ni una pizca quebrado, y no se podía observar bien hacia el interior, los cristales eran muy rugosos y no se podía divisar una imagen clara. Aunque si algunas voces, estaban allí dentro, no cabía duda.
Cerré los ojos y me concentré, tal vez lograse escuchar lo que decían, al fin y al cabo la noche se cerraba y el silencio se volvía total. Alcanzaba a distinguir que era un hombre el que hablaba, pero no lograba saber qué es lo que decía. distinguía alguna palabra pero no la entendía bien, era como si no hablasen nuestra lengua. Miré a mi compañero.
-Henry -susurré- ¿Se te ocurre algún modo de poder mirar al interior sin llamar la atención?
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Seguí camino hacia la puerta de la iglesia, me había tomado las palabras de Hayate muy enserio, la de no dejar entrar a nadie en la iglesia. Hayate se unió y añadió en ese momento una frase que me dejó algo sorprendido, decía que admiraba mi valor. Seguramente lo decía por lo que le había contado de los fantasmas.
Me acompañó todo el camino que llevaba directo a la catedral del pueblo. Todo el camino me quedé pensando y analizando el comportamiento de combate como fuera de él, además de las palabras que salían de su boca. Me hacía sentir que estaba en peligro, tenía la impresión que me había topado con un marine puro y duro. Aunque era buena persona, no podía empezar a mantener una relación con él para nada. Si se me escapara que era un revolucionario, se acabaría el chollo y acabaría preso en alguna de las cárceles que tenían los marines por todos los mares.
Caminamos hasta estar cercanos a la catedral. El camino se me había hecho muy corto, me había imbuido en mis propios pensamientos. Nos posicionamos cerca de la puerta principal. Lo mejor para acabar rápido con todo aquello era entrar por la puerta principal y derrotar a los monjes aquellos.
-Ven por aquí -Me indicó Hayate- No hagas ruido.
Le hice caso, caminé lentamente y sin hacer ruido hacia uno de los laterales de la iglesia. Mientras Hayate se quedaba mirando unos ventanales que habían, yo me quedé visualizando nuestro alrededor por si pasaba algo, cosa que no podía ser posible, ya que no había nadie en la calle en esos momentos. Desde mi posición podía escuchar unas voces del interior de la iglesia, pero no podía entender nada, tampoco es que quisiese.
-Henry -susurró- ¿Se te ocurre algún modo de poder mirar al interior sin llamar la atención?
Tenía una idea para entrar, pero cuando quise expresarme, alguien me interrumpió. La voz provenía del mismo camino del que nosotros habíamos cogido para acercarnos a la iglesia. Me giré lentamente hacia la dirección de donde provenía aquella voz, venía de un tipo alto completamente vestido de negro y blanco. Su expresión era muy relajada y esbozaba una sonrisa que me ponía de los nervios.
¿?: Vamos, entrad, no tengáis miedo. Ellos solo quieren despertar a un demonio que ha caminado por un mundo espiritual durante mucho tiempo. ¿Veis el cuerpo partido en dos? Lo humanos sois muy débiles.
Empezó a caminar hasta llegar a las dos puertas grandes que protegían la iglesia. Cuando quise darme cuenta desapareció, mejor dicho entró en la iglesia sin abrir ninguna de las puertas. Aquel suceso me paralizó levemente el cuerpo. Por mi cara bajaban varias gotas de sudor. No podía creer lo que había visto. ¿Sería él el demonio?
Henry: Ha...ya...te. ¿Lo has vis...to? Empiezo a pensar que él es el demonio. -Dije muy nervioso-
Desde mi posición, pude ver perfectamente como las dos puertas se abrían a la par. Seguidamente la misma voz de aquel tipo sonaba por toda la iglesia hasta el exterior. Su voz sonaba muy desafiante.
¿?: Entrad, quiero que vosotros dos veáis como se despierta a un demonio. Pero antes quiero ver cuanto queréis proteger este sitio.
Me acompañó todo el camino que llevaba directo a la catedral del pueblo. Todo el camino me quedé pensando y analizando el comportamiento de combate como fuera de él, además de las palabras que salían de su boca. Me hacía sentir que estaba en peligro, tenía la impresión que me había topado con un marine puro y duro. Aunque era buena persona, no podía empezar a mantener una relación con él para nada. Si se me escapara que era un revolucionario, se acabaría el chollo y acabaría preso en alguna de las cárceles que tenían los marines por todos los mares.
Caminamos hasta estar cercanos a la catedral. El camino se me había hecho muy corto, me había imbuido en mis propios pensamientos. Nos posicionamos cerca de la puerta principal. Lo mejor para acabar rápido con todo aquello era entrar por la puerta principal y derrotar a los monjes aquellos.
-Ven por aquí -Me indicó Hayate- No hagas ruido.
Le hice caso, caminé lentamente y sin hacer ruido hacia uno de los laterales de la iglesia. Mientras Hayate se quedaba mirando unos ventanales que habían, yo me quedé visualizando nuestro alrededor por si pasaba algo, cosa que no podía ser posible, ya que no había nadie en la calle en esos momentos. Desde mi posición podía escuchar unas voces del interior de la iglesia, pero no podía entender nada, tampoco es que quisiese.
-Henry -susurró- ¿Se te ocurre algún modo de poder mirar al interior sin llamar la atención?
Tenía una idea para entrar, pero cuando quise expresarme, alguien me interrumpió. La voz provenía del mismo camino del que nosotros habíamos cogido para acercarnos a la iglesia. Me giré lentamente hacia la dirección de donde provenía aquella voz, venía de un tipo alto completamente vestido de negro y blanco. Su expresión era muy relajada y esbozaba una sonrisa que me ponía de los nervios.
- Foto:
¿?: Vamos, entrad, no tengáis miedo. Ellos solo quieren despertar a un demonio que ha caminado por un mundo espiritual durante mucho tiempo. ¿Veis el cuerpo partido en dos? Lo humanos sois muy débiles.
Empezó a caminar hasta llegar a las dos puertas grandes que protegían la iglesia. Cuando quise darme cuenta desapareció, mejor dicho entró en la iglesia sin abrir ninguna de las puertas. Aquel suceso me paralizó levemente el cuerpo. Por mi cara bajaban varias gotas de sudor. No podía creer lo que había visto. ¿Sería él el demonio?
Henry: Ha...ya...te. ¿Lo has vis...to? Empiezo a pensar que él es el demonio. -Dije muy nervioso-
Desde mi posición, pude ver perfectamente como las dos puertas se abrían a la par. Seguidamente la misma voz de aquel tipo sonaba por toda la iglesia hasta el exterior. Su voz sonaba muy desafiante.
¿?: Entrad, quiero que vosotros dos veáis como se despierta a un demonio. Pero antes quiero ver cuanto queréis proteger este sitio.
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Pude ver a Henry pensativo, pero de pronto, antes de que dijese nada, una voz sonó a nuestro lado. Quien quiera que fuera nos había descubierto, y eso ponía un extra de dificultad a la situación. Desenvainé la espada maestra y me quedé mirándole fijamente con posición agresiva.
Pero sus palabras decían que daba igual todo ésto, que entrásemos, que solo intentan despertar a un demonio. No me resultaba creíble esa idea, desde luego a este tipo también le habían lavado el cerebro seguramente.
Se dio la vuelta y entró a la catedral por la puerta principal... Pero de una forma extraña, no abrió ninguna puerta, sino que las atravesó. Me quedé boquiabierto durante algunos segundos, hasta que Henry me habló. su voz estaba quebrada, parecía que estaba invadido por el pánico, ahora él se creía que era un demonio de verdad.
Volvió a sonar la voz de ese ser espectral, o lo que quiera que fuera. Nos incitaba a entrar a la par que las puertas de la gran catedral se abrían de par en par. Estaba claro que ya nos habían descubierto. Andarse con pequeñeces ahora no sería lo más sensato. Saben que estamos ahí. Es el momento de actuar.
-Tranquilo Henry. Los demonios no existen, pero si los usuarios de akuma no mi. No te confíes, seguro que se trata de alguna fruta del diablo extraña. Algo relacionado con espectros tal vez. Ilusiones puede ser... Pero lo más importante ahora es que nos han invitado a una fiesta. No les hagamos un feo.
Desenvainé ahora la otra espada y me fui hacia la entrada principal, donde simplemente me quedé mirando hacia el interior. Lo que pude observar allí fue una imagen dantesca. Un grupo de unos diez hombres con túnicas escarlata estaban en coro, arrodillados ante una estatua que se encontraba en el centro. Esa estatua tenía la personificación de una temible bestia, medía por lo menos unos cinco metros de altura y parecía estar tallada en piedra. Era una imagen aterradora.
Las diez figuras estaban posadas sobre una especie de dibujo en el suelo. Parecía como un pentagrama invertido, tenía una punta señalando hacia la entrada, hacia mí. Miré alrededor, no pude ver esa figura que había atravesado la puerta hacia escasos segundos. Solo se que sea lo que sea lo que estaban planeando esos tipos no iba a permitirles continuar con su rito de iniciación. Tenía curiosidad por ver de donde habían sacado aquella sangre y la figura. Pero se iban a llevar una sorpresa.
Cargué mis katanas con energía cortante de viento y lancé dos ondas cortantes en forma de cruz hacia el centro de aquella gran figura. Seguro que se llevan una sorpresa cuando su "dios" se les caiga a pedazos encima de sus cabezas.
-Se acabó la fiesta satánicos adeptos...
Pero sus palabras decían que daba igual todo ésto, que entrásemos, que solo intentan despertar a un demonio. No me resultaba creíble esa idea, desde luego a este tipo también le habían lavado el cerebro seguramente.
Se dio la vuelta y entró a la catedral por la puerta principal... Pero de una forma extraña, no abrió ninguna puerta, sino que las atravesó. Me quedé boquiabierto durante algunos segundos, hasta que Henry me habló. su voz estaba quebrada, parecía que estaba invadido por el pánico, ahora él se creía que era un demonio de verdad.
Volvió a sonar la voz de ese ser espectral, o lo que quiera que fuera. Nos incitaba a entrar a la par que las puertas de la gran catedral se abrían de par en par. Estaba claro que ya nos habían descubierto. Andarse con pequeñeces ahora no sería lo más sensato. Saben que estamos ahí. Es el momento de actuar.
-Tranquilo Henry. Los demonios no existen, pero si los usuarios de akuma no mi. No te confíes, seguro que se trata de alguna fruta del diablo extraña. Algo relacionado con espectros tal vez. Ilusiones puede ser... Pero lo más importante ahora es que nos han invitado a una fiesta. No les hagamos un feo.
Desenvainé ahora la otra espada y me fui hacia la entrada principal, donde simplemente me quedé mirando hacia el interior. Lo que pude observar allí fue una imagen dantesca. Un grupo de unos diez hombres con túnicas escarlata estaban en coro, arrodillados ante una estatua que se encontraba en el centro. Esa estatua tenía la personificación de una temible bestia, medía por lo menos unos cinco metros de altura y parecía estar tallada en piedra. Era una imagen aterradora.
Las diez figuras estaban posadas sobre una especie de dibujo en el suelo. Parecía como un pentagrama invertido, tenía una punta señalando hacia la entrada, hacia mí. Miré alrededor, no pude ver esa figura que había atravesado la puerta hacia escasos segundos. Solo se que sea lo que sea lo que estaban planeando esos tipos no iba a permitirles continuar con su rito de iniciación. Tenía curiosidad por ver de donde habían sacado aquella sangre y la figura. Pero se iban a llevar una sorpresa.
Cargué mis katanas con energía cortante de viento y lancé dos ondas cortantes en forma de cruz hacia el centro de aquella gran figura. Seguro que se llevan una sorpresa cuando su "dios" se les caiga a pedazos encima de sus cabezas.
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Hayate me preguntó si sabía alguna forma de entrar o de espiar bien sin tener que entrar dentro. Le iba a responder, tenía una gran idea que se esfumó cuando un tipo apareció. Nos contó la historia de un demonio que había estado viviendo todo este tiempo en el mundo espectral, un mundo extraño. También nos informó de que los encapuchados tenían la misión de hacer volver a ese demonio al mundo de los vivos.
Nos invitó a entrar dentro de la iglesia, quería que fuésemos espectadores en ese acto tan maléfico. Después de invitarnos a entrar, éste desapareció entrando en la iglesia sin abrir ninguna de las puertas principales. Ese acto me hizo entrar en pánico. No me podía creer lo que veía. Tenía que admitir que me daban mucho miedo los fantasmas, demonios y ese tipo de criaturas. Pensaba que ese era el mejor momento de dejar de tener miedo de ellos, pero iba a ser complicado.
El fantasma habló de nuevo incitando a mi compañero y a mi el entrar dentro de la iglesia mientras las dos puertas se abrían. Ya no servía el plan para espiar a esos encapuchados, ya sabían que estábamos allí. Teníamos que derrotarlos antes de que demonio vuelva a l mundo de los vivos.
-Tranquilo Henry. Los demonios no existen, pero si los usuarios de akuma no mi. No te confíes, seguro que se trata de alguna fruta del diablo extraña. Algo relacionado con espectros tal vez. Ilusiones puede ser... Pero lo más importante ahora es que nos han invitado a una fiesta. No les hagamos un feo.
Mi mente quería creer en las palabras de Hayate, pero tenía una teoría mucho mas terrorífica. Esa teoría podía ser totalmente falsa, pero podía ser cierta.
- Antes de entrar te tengo que contar una teoría mía. Los demonios existen dentro de las akumas no mi, por eso se llaman así, frutas del diablo. Creo que ese espectro que hemos visto es un demonio de esos con poderes. Llevo tiempo viajando y cada vez pienso con claridad de que lo que te digo es cierto. -Dije ya tranquilo y con cara seria.-
Quería advertirle antes de ponernos a atacar. La cosa podía se mas complicada. Hayate desenvainó su otra espada y puso camino a la entrada de la iglesia. Le seguí, no me quería quedar solo allí fuera por si el espectro volvía a aparecer. Yo también saqué mi vara de metal de la funda de la espalda, la agarré más fuerte de lo normal. No me había tranquilizado del todo, la mente me estaba jugando malas pasadas en ese momento.
Aparecimos en la misma entra da de la iglesia. Pude ver una estatua y alrededor 10 encapuchados encima de un símbolo dibujado en el suelo. A mi parecer estaban rezando o preparando algo para renacer. Pero, ¿lo podían hacer sin la ocarina? Quería saber porque esta ocarina era importante para despertar.
Mi compañero actuó lanzando dos ondas de viento hacia los encapuchados. Mientras, agarré la vara con una mano mientras que con la otra saqué la ocarina con el símbolo raro aquel. Miré el símbolo durante un rato largo. Finalmente caí en lo que significaba.
- Hayate, esta ocarina tiene una especie de U con un símbolo de una ola que lo corta por la mitad. Y se que significa ese símbolo. Es utilizado para referirse a Ofiuco, uno de los 13 del zodiaco. Se dice que Ofiuco es una serpiente, que significa la vida renovada. No se de donde han conseguido este objeto, pero es capaz de volver a la vida al demonio y posiblemente a todo muerto.
Cuando terminé que aquel sermón, vi como la estatua caía en pedazos por el ataque de Hayate. Los encapuchados se alejaron de la gran estatua, otros morían tras caerle un trozo de estatua encima. En resumen murieron 4 de ellos.
Nos invitó a entrar dentro de la iglesia, quería que fuésemos espectadores en ese acto tan maléfico. Después de invitarnos a entrar, éste desapareció entrando en la iglesia sin abrir ninguna de las puertas principales. Ese acto me hizo entrar en pánico. No me podía creer lo que veía. Tenía que admitir que me daban mucho miedo los fantasmas, demonios y ese tipo de criaturas. Pensaba que ese era el mejor momento de dejar de tener miedo de ellos, pero iba a ser complicado.
El fantasma habló de nuevo incitando a mi compañero y a mi el entrar dentro de la iglesia mientras las dos puertas se abrían. Ya no servía el plan para espiar a esos encapuchados, ya sabían que estábamos allí. Teníamos que derrotarlos antes de que demonio vuelva a l mundo de los vivos.
-Tranquilo Henry. Los demonios no existen, pero si los usuarios de akuma no mi. No te confíes, seguro que se trata de alguna fruta del diablo extraña. Algo relacionado con espectros tal vez. Ilusiones puede ser... Pero lo más importante ahora es que nos han invitado a una fiesta. No les hagamos un feo.
Mi mente quería creer en las palabras de Hayate, pero tenía una teoría mucho mas terrorífica. Esa teoría podía ser totalmente falsa, pero podía ser cierta.
- Antes de entrar te tengo que contar una teoría mía. Los demonios existen dentro de las akumas no mi, por eso se llaman así, frutas del diablo. Creo que ese espectro que hemos visto es un demonio de esos con poderes. Llevo tiempo viajando y cada vez pienso con claridad de que lo que te digo es cierto. -Dije ya tranquilo y con cara seria.-
Quería advertirle antes de ponernos a atacar. La cosa podía se mas complicada. Hayate desenvainó su otra espada y puso camino a la entrada de la iglesia. Le seguí, no me quería quedar solo allí fuera por si el espectro volvía a aparecer. Yo también saqué mi vara de metal de la funda de la espalda, la agarré más fuerte de lo normal. No me había tranquilizado del todo, la mente me estaba jugando malas pasadas en ese momento.
Aparecimos en la misma entra da de la iglesia. Pude ver una estatua y alrededor 10 encapuchados encima de un símbolo dibujado en el suelo. A mi parecer estaban rezando o preparando algo para renacer. Pero, ¿lo podían hacer sin la ocarina? Quería saber porque esta ocarina era importante para despertar.
Mi compañero actuó lanzando dos ondas de viento hacia los encapuchados. Mientras, agarré la vara con una mano mientras que con la otra saqué la ocarina con el símbolo raro aquel. Miré el símbolo durante un rato largo. Finalmente caí en lo que significaba.
- Hayate, esta ocarina tiene una especie de U con un símbolo de una ola que lo corta por la mitad. Y se que significa ese símbolo. Es utilizado para referirse a Ofiuco, uno de los 13 del zodiaco. Se dice que Ofiuco es una serpiente, que significa la vida renovada. No se de donde han conseguido este objeto, pero es capaz de volver a la vida al demonio y posiblemente a todo muerto.
Cuando terminé que aquel sermón, vi como la estatua caía en pedazos por el ataque de Hayate. Los encapuchados se alejaron de la gran estatua, otros morían tras caerle un trozo de estatua encima. En resumen murieron 4 de ellos.
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Mientras mis ondas cortantes iban de camino hacia aquella estatua, Henry me habló sobre esa ocarina, había encontrado un extraño símbolo que parecía representar a una constelación del zodiaco. Aunque nunca había oído hablar de esa constelación, pensaba que solo había doce de ellas y ahora me dice que hay una décimo-tercera. Que cosa más extraña esta de las estrellas. Nunca siquiera me había sentido interesado por ello.
La estatua fue destruída ante el asombro de los tipos que estaban allí. Los que se habían girado al escuchar mis palabras no se percataron de los pedazos de estatua que se les venía encima, y cuatro de los diez quedaron aplastados bajo los escombros de aquella monstruosidad, de piedra al parecer.
Los otros seis se quedaron atónitos, no daban crédito a lo que allí ocurría. Uno de ellos entró en furia y comenzó a correr hacia mí. No iba a permitir que me ocurriese lo mismo que con el tipo aquél que no había dios que lo matase. En cuanto ese encapuchado enfurecido llegó a mí, roté con los talones dando un giro de 360º y desplazándome medio metro a mi derecha. Al terminar el giro mis espadas aterrizaban en la nuca de aquél tipo, decapitándole al momento.
-Bien, ta hemos roto el hielo. La piedra más bien. Desistid de vuestros ritos satánicos y podréis conservar la vida.
Los cinco tipos que allí quedaban estaban como pasmados, pero más que eso eran puras estatuas, no parecían haberse molestado tanto como ese hombre que había perdido la cabeza al atacarme, literalmente. No, estos estaban serenos, o por lo menos así lo parecía.
Se escucharon unos aplausos haciendo eco, no se sabía desde donde provenían.
-Bravo. -dijo una voz que sonó por todas partes- Veo que es cierto lo que se decía de que nos estaban vigilando. Al parecer nuestras fuentes son fiables.
Un hombre encapuchado también apareció por detrás de la estatua. Se quitó la capucha y su rostro me resultó bastante conocido. Le había visto esa misma mañana, era el mercader con el que estuve hablando al poco de llegar al pueblo.
-Te dije que no te acercaras mucho a aquél hombre. ¿Recuerdas? Te advertí que te iba a traer problemas.
-Cuáles son vuestras intenciones.
-¿Mis intenciones dices? Tan solo la paz mundial. Nuestro señor simplemente resurgirá para traer la paz a nuestro mundo con su inmenso poder.
-¿Planeas la aniquilación de la humanidad?
Ese hombre comenzó a reirse a carcajadas, realmente parecía ser un hombre sin sentido común ni apego a la vida.
-Pequeño forastero. Tú no has visto el mundo que yo he visto. Puedo ver en cada parte del tiempo. El pasado, el presente y el futuro. Y solo veo que la humanidad se mata entre sí. La piratería jamás dejará de azotar este mundo, la corrupción de los que dicen ser la justicia cada vez irá a mayor. Oprimirán el mundo, se convertirán en los señores de todo. Y será entonces cuando el mundo abra los ojos, vea lo que tiene entre manos... Entonces se desatará una guerra mundial que no solo destruirá la raza humana, sino que acabará con toda vida en el planeta. Acabará con el planeta mismo, haciendo imposible la colonización de una nueva raza. Será el fin de toda existencia...
¿Qué diablos estaba diciendo ese hombre? Ahora no cabía duda de que estaba enloquecido completamente. Primero hablan de demonios, ahora aparece este tipo y me habla del fin de los días, de la muerte del planeta de un supuesto futuro. Sinceramente son aspectos de la vida complicados de creer. Algo terrible debe haberle ocurrido a este hombre para que se volviese así. Le compadezco.
Me fije en que aquellos cinco tipos no se habían movido, y al parecer ese mercader chiflado se percató de que me fijaba en ellos. Se aproximó un poco más, quedando a la altura del hombre más alejado del grupo de cinco, y comenzó a hablarme.
-Te estarás preguntando si estos hombres son como aquél. ¿Cierto?
-¿Qué?
-Ese hombre que tanto te costó matar, ese que casi te mata aplastado. Por el que tus ropas están llenas de sangre.
-¿Cómo mierda sabes... ?
No entendía cómo diantres podía saber a quién me había enfrentado y cómo me había costado. Este tipo había estado aquí todo el rato, rezando a la condenada estatua. Seguro que era suya la voz que se escuchaba en aquél idioma desconocido para mí.
-Ya te lo he dicho. Puedo verlo todo. Puedo ver que el futuro es mortalmente dañino para todo tipo de vida. Puedo ver que acabarás muriendo de una forma horrible en tu propio futuro... Y puedo ver el pasado. Tu falta de experiencia no pudo salvar a tu padre, a tus amigos... Y no podrán salvar al resto de tu familia...
No le iba a tolerar continuar hablando. Le lancé un bramido ordenándole que cerrase el pico y me lancé a por él, completamente enfurecido. Pero tres de aquellos tres tipos que no se habían movido en un principio me cerraron el paso.
-En respuesta a tus dudas. Si, todos ellos son iguales. -rió enloquecido.
Iba directo a por aquellos tres tipos, no me importaba nada, tan solo tenía que acabar rápidamente con ellos como había hecho con el primero. Y después iría a por ese estúpido y maldito charlatán. Le haría tragarse sus palabras.
La estatua fue destruída ante el asombro de los tipos que estaban allí. Los que se habían girado al escuchar mis palabras no se percataron de los pedazos de estatua que se les venía encima, y cuatro de los diez quedaron aplastados bajo los escombros de aquella monstruosidad, de piedra al parecer.
Los otros seis se quedaron atónitos, no daban crédito a lo que allí ocurría. Uno de ellos entró en furia y comenzó a correr hacia mí. No iba a permitir que me ocurriese lo mismo que con el tipo aquél que no había dios que lo matase. En cuanto ese encapuchado enfurecido llegó a mí, roté con los talones dando un giro de 360º y desplazándome medio metro a mi derecha. Al terminar el giro mis espadas aterrizaban en la nuca de aquél tipo, decapitándole al momento.
-Bien, ta hemos roto el hielo. La piedra más bien. Desistid de vuestros ritos satánicos y podréis conservar la vida.
Los cinco tipos que allí quedaban estaban como pasmados, pero más que eso eran puras estatuas, no parecían haberse molestado tanto como ese hombre que había perdido la cabeza al atacarme, literalmente. No, estos estaban serenos, o por lo menos así lo parecía.
Se escucharon unos aplausos haciendo eco, no se sabía desde donde provenían.
-Bravo. -dijo una voz que sonó por todas partes- Veo que es cierto lo que se decía de que nos estaban vigilando. Al parecer nuestras fuentes son fiables.
Un hombre encapuchado también apareció por detrás de la estatua. Se quitó la capucha y su rostro me resultó bastante conocido. Le había visto esa misma mañana, era el mercader con el que estuve hablando al poco de llegar al pueblo.
-Te dije que no te acercaras mucho a aquél hombre. ¿Recuerdas? Te advertí que te iba a traer problemas.
-Cuáles son vuestras intenciones.
-¿Mis intenciones dices? Tan solo la paz mundial. Nuestro señor simplemente resurgirá para traer la paz a nuestro mundo con su inmenso poder.
-¿Planeas la aniquilación de la humanidad?
Ese hombre comenzó a reirse a carcajadas, realmente parecía ser un hombre sin sentido común ni apego a la vida.
-Pequeño forastero. Tú no has visto el mundo que yo he visto. Puedo ver en cada parte del tiempo. El pasado, el presente y el futuro. Y solo veo que la humanidad se mata entre sí. La piratería jamás dejará de azotar este mundo, la corrupción de los que dicen ser la justicia cada vez irá a mayor. Oprimirán el mundo, se convertirán en los señores de todo. Y será entonces cuando el mundo abra los ojos, vea lo que tiene entre manos... Entonces se desatará una guerra mundial que no solo destruirá la raza humana, sino que acabará con toda vida en el planeta. Acabará con el planeta mismo, haciendo imposible la colonización de una nueva raza. Será el fin de toda existencia...
¿Qué diablos estaba diciendo ese hombre? Ahora no cabía duda de que estaba enloquecido completamente. Primero hablan de demonios, ahora aparece este tipo y me habla del fin de los días, de la muerte del planeta de un supuesto futuro. Sinceramente son aspectos de la vida complicados de creer. Algo terrible debe haberle ocurrido a este hombre para que se volviese así. Le compadezco.
Me fije en que aquellos cinco tipos no se habían movido, y al parecer ese mercader chiflado se percató de que me fijaba en ellos. Se aproximó un poco más, quedando a la altura del hombre más alejado del grupo de cinco, y comenzó a hablarme.
-Te estarás preguntando si estos hombres son como aquél. ¿Cierto?
-¿Qué?
-Ese hombre que tanto te costó matar, ese que casi te mata aplastado. Por el que tus ropas están llenas de sangre.
-¿Cómo mierda sabes... ?
No entendía cómo diantres podía saber a quién me había enfrentado y cómo me había costado. Este tipo había estado aquí todo el rato, rezando a la condenada estatua. Seguro que era suya la voz que se escuchaba en aquél idioma desconocido para mí.
-Ya te lo he dicho. Puedo verlo todo. Puedo ver que el futuro es mortalmente dañino para todo tipo de vida. Puedo ver que acabarás muriendo de una forma horrible en tu propio futuro... Y puedo ver el pasado. Tu falta de experiencia no pudo salvar a tu padre, a tus amigos... Y no podrán salvar al resto de tu familia...
No le iba a tolerar continuar hablando. Le lancé un bramido ordenándole que cerrase el pico y me lancé a por él, completamente enfurecido. Pero tres de aquellos tres tipos que no se habían movido en un principio me cerraron el paso.
-En respuesta a tus dudas. Si, todos ellos son iguales. -rió enloquecido.
Iba directo a por aquellos tres tipos, no me importaba nada, tan solo tenía que acabar rápidamente con ellos como había hecho con el primero. Y después iría a por ese estúpido y maldito charlatán. Le haría tragarse sus palabras.
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-¡KOTO SENMON!
Las ondas cortantes volaron en todas direcciones cuando golpeé de lleno contra aquellos tres tipos. No llegaron a golpearme. Las paredes de la catedral, así como su techo se vieron llenas de cortes por mi técnica y aquellos tres tipos literalmente estallaron en pedazos. Pero yo continué avanzando hacia aquél extraño tipejo. El cual simplemente sonreía y me miraba.
Arremetí con ambas espadas, pero me bloqueó con lo que parece ser relativa facilidad, y lo más extraño, con sus brazos escondidos tras las mangas de su túnica. Me había puesto realmente furioso este tipo. ¿Cómo osaba decir tales cosas sobre mi familia? Lo mataría y le haría tragar sus palabras. Aparté las espadas y comencé a darle golpes por todas las direcciones, tajos verticales, horizontales, estocadas, ataques con amagos, ataques dobles... El muy desgraciado me esquivaba todos los golpes.
Finalmente di un salto hacia atrás. Comenzaba a jadear, él tan solo reía más y más. ¿Qué mierda es este hombre? No lo entendía, no lograba encontrarle sentido alguno. Se adelantaba a todos mis movimientos, en algún momento incluso ponía su extraña hoja, que estaba oculta en su túnica, en la posición a la cual iba a atacar. ¿Acaso era un maestro del haki de observación? Si era así debía ser más astuto que él. O más fuerte, aunque he de reconocer que ese nunca fue mi fuerte.
-Te lo dije. Teniente Kimura. Puedo verlo todo.
¿Ahora además sabía mi nombre? Este tipo es más extraño de lo que parecía. Desde luego es un gran peligro. Debo derrotarle cuanto antes.
-Tranquilo. No morirás hoy. Ni siquiera saldrás muy dañado... Por lo menos tú.
Entendí rápidamente a qué se refería. Entonces recordé a Henry y a los otros dos tipos que eran más bersekers que humanos. Me giré en busca de mi compañero y le encontré tirado en el suelo, parecía inconsciente. No pude evitarlo, rápidamente fui a por aquellas dos moles que parecía que querían acabar totalmente con él. Le dieron una patada y lo lanzaron un par de metros. No pude llegar a tiempo para amortiguar su caída, pero me aseguraría de derrotar aquellos estúpidos seres. No me cogerían de sorpresa como el primer tipo. Me planté frente a ellos.
-Venid malditas moles descerebradas.
Parece que entendieron a la perfección el mensaje, pues vinieron a por mí rápidamente. todavía tenía mi koto senmon activado, por lo que tendría que poder acabar con ellos en un instante. De no ser así estaría realmente mal.
Cargué rápidamente hacia ellos y fui directo a las piernas. Sin tobillos el cuerpo no puede sujetarse y caerán a plomo. En efecto uno cayó al suelo, pero el otro parecía tener los huesos más duros que el primero y logró darme un revés a mano abierta que me hizo caer tres metros hacia atrás. Un buen golpe que me dejó algo aturdido, no voy a negarlo.
Cuando me recuperé lo primero que vi fue que ese mastodonte iba a caerme encima de un salto. Roté por el suelo para esquivarlo y me levanté lo más rápido que pude. A este tipo hay que acabarle por la vía rápida. Debo ir al cuello, el único problema es que el pedazo de mostrenco mide dos metros más o menos, y me va a ser un poco complicado, debo destrozarle las piernas o dar un buen salto. Y eso es un problema. Por no decir que no puedo volver a descargar la misma cantidad de energía que antes cuando me cargué los otros tres de un plumazo. Debía cambiar de estrategia.
Enfundé ambas espadas. Relajé mis músculos, el koto senmon se desvaneció. Ya había utilizado demasiado esa técnica y hacerlo durante más tiempo solo me causaría problemas. Lo que hice en esta ocasión fue desenfundar las dagas gemelas Tsuinkaze. Las impregné con la energía de viento y esperé a que ese tipo viniera a por mí. Eran muy fuertes pero muy lentos, me aprovecharía de eso.
-Venga sucio puerco de cuadra. Aquí me tienes...
Al parecer las provocaciones van contra aquellos mastodontes. No solo son lentos de reflejos, si no también de mente. Parecía que su mano era un gran martillo. Este cabrón iba cuerpo a cuerpo, pero no necesitaba más. Me colé por un hueco que dejó a su derecha y aproveché para hacerle profundos cortes en los tendones de la pierna derecha. A la altura del muslo. Ese monstruo cayó arrodillado y aproveché el momento para poner las dagas a la altura de su cuello. Ahora me cogía más a la altura. A modo de cizalla le rebané la cabeza, la cual quedó cogida por un pequeño pedazo de carne de la parte delantera del cuello. El cadáver cayó hacia adelante.
Estaba jadeando. Parecía que ya se había acabado. Pero de pronto una fuerte presión en mi tobillo derecho me hizo sentirme muy dolorido y soltar un fuerte alarido. Aquél que simplemente se había quedado sin pies se había arrastrado hasta mi posición y ahora me daba un fuerte tirón que me lanzaba contra el suelo. Acabé tumbado mientras aquella mole se me echaba encima buscando mi cabeza. Me sujetó las manos para que no pudiera cortarle más. Se quedó frente con frente conmigo. Parecía que murmuraba algo, pero no entendía absolutamente nada.
El mismo dolor del tobillo se me puso en la frente cuando aquella mole me soltó un fuerte cabezazo. Me dejó bastante atontado, hasta el punto que me desorienté y me sentí desfallecer en un instante. Agité la cabeza tratando de recobrar la compostura y un nuevo cabezazo sacudió mi frente. Sentía la sangre correr por mi piel, ir hacia mi rostro. Mi ojo izquierdo tuvo que cerrarse para no verse completamente inundado, aunque ya no veía prácticamente. Ese segundo golpe me había mareado.
Si me daba un tercer golpe no lo iba a contar. Debía ser rápido, y ahora mismo mi cerebro no estaba muy por la labor. Lo único que se me ocurrió al momento fue concentrar mi energía en mis muñecas, una técnica muy poco perfeccionada pero que podría servir, condensé la energía creando unos filos que al momento dejaron esas manos sin dedos, lo cual me dio algo más de libertad de movimiento para el tronco del cuerpo.
El primer reflejo fue hacerme todo el cuerpo hacia un lado. Escuché un fuerte golpe a la vez que mi vista se restauraba y notaba presión en el hombro. Ahí estaba su cabeza ahora, machacándose contra el suelo. Alcé la mano derecha y le clavé la daga en la sien, además de utilizar las últimas de mis energías y soltar una onda de choque para evitar que ese peso muerto cayese encima de mí. Entonces si que estaría muerto.
Logré clavarla, y esa onda de impacto desplazó el cuerpo lo suficiente para no aplastarme del todo, pero mis piernas quedaron debajo de él. Ahí estaba yo, casi sin poder moverme, empapado de sangre, con la cabeza bastante dolorida... Y con un enemigo todavía ahí fuera. Estaba acabado. Ese tipo se puso delante de mí.
-Has fallado... Dijiste que no saldría muy dañado.
-Tan solo en comparación a tu compañero. Esas heridas no te causarán ningún tipo de daño a largo plazo. Creeme... Podrás seguir luchando.
-¿Y por qué me ibas a dejar ahora con vida? -me extrañaron sus palabras.
-Teniente Kimura. El destino es muy caprichoso. Esto no es más que el comienzo, creeme. Nos volveremos a encontrar, Kimura Hayate.
No entendía qué diablos estaba diciendo ese maldito extraño. Pero me estaba dejando marchar. Se fue al fondo de la sala y desde allí soltó unas palabras que retumbaron como un eco.
-Te recomiendo ser rápido. Este lugar se va a desmoronar. Y no creo que el pequeño Jiro se alegre de ver que su hermano ha muerto.
Soltó una risotada y se perdió de mi vista. Pero me sorprendió nuevamente. No solamente conoce mi nombre, sino que también el de Jiro. ¿Quién coño es este tipo tan extraño?
De pronto algo de polvo cayó en mi mejilla. Era cierto, aquel lugar se estaba desmoronando, se iba a venir abajo. Y yo estaba atrapado, Henry estaba inconsciente. Debía librarme de esa carne muerta que apresaba mis piernas lo más rápido que pudiera. Hice acopio de todas mis fuerzas y empujé aquél cuerpo muerto pude liberar mis piernas. Pero me costó horrores llegar hasta mi compañero dormido. Mi tobillo derecho estaba bastante mal y tenía que cogerle y cargarle hacia fuera.
La vida me iba en ello, y apenas logré salir de allí ileso. Pero lo logré. Cargando el cuerpo de Henry. Avancé unos metros más y me dejé caer, sentándome en el suelo. Viendo cómo el techo se venía abajo y cómo las paredes se colapsaban. Esa catedral se venía abajo como si hubiera recibido un gran impacto.
Pero yo no paraba de darle vueltas a aquél extraño tipo. Dijo que nos volveríamos a encontrar y que esto no había sido más que el principio. No lo terminaba de entender. ¿Y si todo esto había estado planificado? Hablaba de que podía ver el pasado y el futuro, tal vez no esté tan loco, tal vez se trate de un usuario de akuma no mi y tenga algún poder extraño... Y por otra parte. ¿Qué era aquél tipo de fantasma que asustó tanto a Henry antes de entrar? Aquí había gato encerrado. Y algo me decía que iba a ser un gran problema.
Las ondas cortantes volaron en todas direcciones cuando golpeé de lleno contra aquellos tres tipos. No llegaron a golpearme. Las paredes de la catedral, así como su techo se vieron llenas de cortes por mi técnica y aquellos tres tipos literalmente estallaron en pedazos. Pero yo continué avanzando hacia aquél extraño tipejo. El cual simplemente sonreía y me miraba.
Arremetí con ambas espadas, pero me bloqueó con lo que parece ser relativa facilidad, y lo más extraño, con sus brazos escondidos tras las mangas de su túnica. Me había puesto realmente furioso este tipo. ¿Cómo osaba decir tales cosas sobre mi familia? Lo mataría y le haría tragar sus palabras. Aparté las espadas y comencé a darle golpes por todas las direcciones, tajos verticales, horizontales, estocadas, ataques con amagos, ataques dobles... El muy desgraciado me esquivaba todos los golpes.
Finalmente di un salto hacia atrás. Comenzaba a jadear, él tan solo reía más y más. ¿Qué mierda es este hombre? No lo entendía, no lograba encontrarle sentido alguno. Se adelantaba a todos mis movimientos, en algún momento incluso ponía su extraña hoja, que estaba oculta en su túnica, en la posición a la cual iba a atacar. ¿Acaso era un maestro del haki de observación? Si era así debía ser más astuto que él. O más fuerte, aunque he de reconocer que ese nunca fue mi fuerte.
-Te lo dije. Teniente Kimura. Puedo verlo todo.
¿Ahora además sabía mi nombre? Este tipo es más extraño de lo que parecía. Desde luego es un gran peligro. Debo derrotarle cuanto antes.
-Tranquilo. No morirás hoy. Ni siquiera saldrás muy dañado... Por lo menos tú.
Entendí rápidamente a qué se refería. Entonces recordé a Henry y a los otros dos tipos que eran más bersekers que humanos. Me giré en busca de mi compañero y le encontré tirado en el suelo, parecía inconsciente. No pude evitarlo, rápidamente fui a por aquellas dos moles que parecía que querían acabar totalmente con él. Le dieron una patada y lo lanzaron un par de metros. No pude llegar a tiempo para amortiguar su caída, pero me aseguraría de derrotar aquellos estúpidos seres. No me cogerían de sorpresa como el primer tipo. Me planté frente a ellos.
-Venid malditas moles descerebradas.
Parece que entendieron a la perfección el mensaje, pues vinieron a por mí rápidamente. todavía tenía mi koto senmon activado, por lo que tendría que poder acabar con ellos en un instante. De no ser así estaría realmente mal.
Cargué rápidamente hacia ellos y fui directo a las piernas. Sin tobillos el cuerpo no puede sujetarse y caerán a plomo. En efecto uno cayó al suelo, pero el otro parecía tener los huesos más duros que el primero y logró darme un revés a mano abierta que me hizo caer tres metros hacia atrás. Un buen golpe que me dejó algo aturdido, no voy a negarlo.
Cuando me recuperé lo primero que vi fue que ese mastodonte iba a caerme encima de un salto. Roté por el suelo para esquivarlo y me levanté lo más rápido que pude. A este tipo hay que acabarle por la vía rápida. Debo ir al cuello, el único problema es que el pedazo de mostrenco mide dos metros más o menos, y me va a ser un poco complicado, debo destrozarle las piernas o dar un buen salto. Y eso es un problema. Por no decir que no puedo volver a descargar la misma cantidad de energía que antes cuando me cargué los otros tres de un plumazo. Debía cambiar de estrategia.
Enfundé ambas espadas. Relajé mis músculos, el koto senmon se desvaneció. Ya había utilizado demasiado esa técnica y hacerlo durante más tiempo solo me causaría problemas. Lo que hice en esta ocasión fue desenfundar las dagas gemelas Tsuinkaze. Las impregné con la energía de viento y esperé a que ese tipo viniera a por mí. Eran muy fuertes pero muy lentos, me aprovecharía de eso.
-Venga sucio puerco de cuadra. Aquí me tienes...
Al parecer las provocaciones van contra aquellos mastodontes. No solo son lentos de reflejos, si no también de mente. Parecía que su mano era un gran martillo. Este cabrón iba cuerpo a cuerpo, pero no necesitaba más. Me colé por un hueco que dejó a su derecha y aproveché para hacerle profundos cortes en los tendones de la pierna derecha. A la altura del muslo. Ese monstruo cayó arrodillado y aproveché el momento para poner las dagas a la altura de su cuello. Ahora me cogía más a la altura. A modo de cizalla le rebané la cabeza, la cual quedó cogida por un pequeño pedazo de carne de la parte delantera del cuello. El cadáver cayó hacia adelante.
Estaba jadeando. Parecía que ya se había acabado. Pero de pronto una fuerte presión en mi tobillo derecho me hizo sentirme muy dolorido y soltar un fuerte alarido. Aquél que simplemente se había quedado sin pies se había arrastrado hasta mi posición y ahora me daba un fuerte tirón que me lanzaba contra el suelo. Acabé tumbado mientras aquella mole se me echaba encima buscando mi cabeza. Me sujetó las manos para que no pudiera cortarle más. Se quedó frente con frente conmigo. Parecía que murmuraba algo, pero no entendía absolutamente nada.
El mismo dolor del tobillo se me puso en la frente cuando aquella mole me soltó un fuerte cabezazo. Me dejó bastante atontado, hasta el punto que me desorienté y me sentí desfallecer en un instante. Agité la cabeza tratando de recobrar la compostura y un nuevo cabezazo sacudió mi frente. Sentía la sangre correr por mi piel, ir hacia mi rostro. Mi ojo izquierdo tuvo que cerrarse para no verse completamente inundado, aunque ya no veía prácticamente. Ese segundo golpe me había mareado.
Si me daba un tercer golpe no lo iba a contar. Debía ser rápido, y ahora mismo mi cerebro no estaba muy por la labor. Lo único que se me ocurrió al momento fue concentrar mi energía en mis muñecas, una técnica muy poco perfeccionada pero que podría servir, condensé la energía creando unos filos que al momento dejaron esas manos sin dedos, lo cual me dio algo más de libertad de movimiento para el tronco del cuerpo.
El primer reflejo fue hacerme todo el cuerpo hacia un lado. Escuché un fuerte golpe a la vez que mi vista se restauraba y notaba presión en el hombro. Ahí estaba su cabeza ahora, machacándose contra el suelo. Alcé la mano derecha y le clavé la daga en la sien, además de utilizar las últimas de mis energías y soltar una onda de choque para evitar que ese peso muerto cayese encima de mí. Entonces si que estaría muerto.
Logré clavarla, y esa onda de impacto desplazó el cuerpo lo suficiente para no aplastarme del todo, pero mis piernas quedaron debajo de él. Ahí estaba yo, casi sin poder moverme, empapado de sangre, con la cabeza bastante dolorida... Y con un enemigo todavía ahí fuera. Estaba acabado. Ese tipo se puso delante de mí.
-Has fallado... Dijiste que no saldría muy dañado.
-Tan solo en comparación a tu compañero. Esas heridas no te causarán ningún tipo de daño a largo plazo. Creeme... Podrás seguir luchando.
-¿Y por qué me ibas a dejar ahora con vida? -me extrañaron sus palabras.
-Teniente Kimura. El destino es muy caprichoso. Esto no es más que el comienzo, creeme. Nos volveremos a encontrar, Kimura Hayate.
No entendía qué diablos estaba diciendo ese maldito extraño. Pero me estaba dejando marchar. Se fue al fondo de la sala y desde allí soltó unas palabras que retumbaron como un eco.
-Te recomiendo ser rápido. Este lugar se va a desmoronar. Y no creo que el pequeño Jiro se alegre de ver que su hermano ha muerto.
Soltó una risotada y se perdió de mi vista. Pero me sorprendió nuevamente. No solamente conoce mi nombre, sino que también el de Jiro. ¿Quién coño es este tipo tan extraño?
De pronto algo de polvo cayó en mi mejilla. Era cierto, aquel lugar se estaba desmoronando, se iba a venir abajo. Y yo estaba atrapado, Henry estaba inconsciente. Debía librarme de esa carne muerta que apresaba mis piernas lo más rápido que pudiera. Hice acopio de todas mis fuerzas y empujé aquél cuerpo muerto pude liberar mis piernas. Pero me costó horrores llegar hasta mi compañero dormido. Mi tobillo derecho estaba bastante mal y tenía que cogerle y cargarle hacia fuera.
La vida me iba en ello, y apenas logré salir de allí ileso. Pero lo logré. Cargando el cuerpo de Henry. Avancé unos metros más y me dejé caer, sentándome en el suelo. Viendo cómo el techo se venía abajo y cómo las paredes se colapsaban. Esa catedral se venía abajo como si hubiera recibido un gran impacto.
Pero yo no paraba de darle vueltas a aquél extraño tipo. Dijo que nos volveríamos a encontrar y que esto no había sido más que el principio. No lo terminaba de entender. ¿Y si todo esto había estado planificado? Hablaba de que podía ver el pasado y el futuro, tal vez no esté tan loco, tal vez se trate de un usuario de akuma no mi y tenga algún poder extraño... Y por otra parte. ¿Qué era aquél tipo de fantasma que asustó tanto a Henry antes de entrar? Aquí había gato encerrado. Y algo me decía que iba a ser un gran problema.
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