Steve
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Akuma no mi
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Habéis oído que en una isla llena de cavernas se han visto buscadores de tesoros y piratas locos, gritando cosas sin sentido sobre un secreto en la isla. Este fenómeno está atrayendo cada vez más a las masas, que buscan sin descanso el secreto que esconde esa isla pacífica y dedicada a la recolección. Daos prisa si queréis ser los primeros en encontrarlo.
- Ken:
- Desembarcas en el noroeste de la isla, agradeciendo a los marines que te han traído y que prestos, parten de nuevo. Ahora estas solo, y una llanura sin mucha vegetación se presenta ante ti, aunque puedes ver a lo lejos como hay gente moviéndose hacía el interior de la isla ¿Deberías ir con ellos o avanzar solo? Es tu decisión.
- Wert:
- Tu posición al llegar es la del noreste, y hasta donde puedes ver se extiende una caverna que pronto se sumé en la oscuridad. Deberías encontrar algo con lo que iluminarla si quieres entrar o bien podrías buscar otro camino.
- Theo:
- Llegas al sur de la isla, a un puerto que te lleva a una ciudad sombría. Podrías buscar información sobre el tesoro o ponerte en marcha sin dar pistas sobre tu presencia en el lugar, tú decides.
Ken
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Akuma no mi
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Me encontraba bajando del barco de la marina mientras revisaba tenerlo todo en orden. Había sido una larga travesía y estaba un poco cansado de estar en un reducido espacio así que agradecía poder ver una llanura extensa como la que estaba enfrente de mis ojos. Tras revisar que mi katana estuviera en perfectas condiciones me giré hacia los marines que se preparaban para marchar y me despedí de ellos de una forma marcial, llevando mi mano derecha hacia la frente. No hacía falta decirles nada más, todos conocían mi misión. En un inicio no parecía nada demasiado peligroso, es más, era una misión simple. Solamente debía ir a la isla e investigar qué sucedía y el por qué habían numerosos buscadores de tesoros y piratas gritando sobre un misterioso secreto de la isla. Claramente los rumores se habían extendido por todo el mar y no dejaban de llegar curiosos.
Los demás marines ya se habían marchado, ellos tenían otra misión en una isla cercana que parecía tener más urgencia, aunque en el fondo tenía una mala vibración con esta isla. Tras un rato perdido en mis pensamientos decidí comenzar a investigar y para ello comencé a adentrarme en la llanura. Caminaba a paso lento y con cuidado, si los rumores eran ciertos habían piratas por la zona y si me veían cuando no estuviera preparado podría meterme en un grave problema. El sigilo no era mi fuerte y la vegetación no me acompañaba ya que al haber poca, estaba bastante expuesto por lo que era fácilmente reconocible. Tendría que confiar en mis sentidos y rezar por que no tuvieran una visión mejor que la mía y me emboscaran. Era mi primera misión en solitario y lo hacía más complicado todo, pero tenía que confiar en mis propias capacidades.
-Bien Ken... no te alteres, tienes experiencia en la lucha y la misión no parece demasiado complicada... allá vamos. Me dije a mí mismo murmurando, con esto intentaba buscar un poco de consuelo y calmarme.
Habían pasado unos minutos mientras caminaba observando todo a mi alrededor cuando al fin pude ver a las primeras personas. No las podía ver bien pero teniendo en cuenta hacia donde caminaban, se dirigían al centro de la isla. Me paré unos momentos para analizar la situación. ¿Debía de seguirles o ir por mi camino?, esa cuestión no era fácil de responder. Tras un rato de debate mental volví a caminar, esta vez siguiendo a los hombres ya que quería acercarme lo suficiente para reconocer quiénes eran. Si eran piratas, trataría de ir por otro camino si no conseguían verme y si parecían no serlo, me acercaría a preguntar. Pese a que si eran piratas tendría ganas de capturarlos, esa no era mi prioridad por ahora así que recé para que no lo fueran.
Los demás marines ya se habían marchado, ellos tenían otra misión en una isla cercana que parecía tener más urgencia, aunque en el fondo tenía una mala vibración con esta isla. Tras un rato perdido en mis pensamientos decidí comenzar a investigar y para ello comencé a adentrarme en la llanura. Caminaba a paso lento y con cuidado, si los rumores eran ciertos habían piratas por la zona y si me veían cuando no estuviera preparado podría meterme en un grave problema. El sigilo no era mi fuerte y la vegetación no me acompañaba ya que al haber poca, estaba bastante expuesto por lo que era fácilmente reconocible. Tendría que confiar en mis sentidos y rezar por que no tuvieran una visión mejor que la mía y me emboscaran. Era mi primera misión en solitario y lo hacía más complicado todo, pero tenía que confiar en mis propias capacidades.
-Bien Ken... no te alteres, tienes experiencia en la lucha y la misión no parece demasiado complicada... allá vamos. Me dije a mí mismo murmurando, con esto intentaba buscar un poco de consuelo y calmarme.
Habían pasado unos minutos mientras caminaba observando todo a mi alrededor cuando al fin pude ver a las primeras personas. No las podía ver bien pero teniendo en cuenta hacia donde caminaban, se dirigían al centro de la isla. Me paré unos momentos para analizar la situación. ¿Debía de seguirles o ir por mi camino?, esa cuestión no era fácil de responder. Tras un rato de debate mental volví a caminar, esta vez siguiendo a los hombres ya que quería acercarme lo suficiente para reconocer quiénes eran. Si eran piratas, trataría de ir por otro camino si no conseguían verme y si parecían no serlo, me acercaría a preguntar. Pese a que si eran piratas tendría ganas de capturarlos, esa no era mi prioridad por ahora así que recé para que no lo fueran.
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Y allí llegué, una isla en la que corrían rumores de que un preciado tesoro se encontraba en su interior, según había escuchado ese tesoro tenía un valor sin igual y por ello, tanto cazadores, como piratas incluso marines se encontraban en esa isla. Estaba claro con quien iba a posicionarme si llegaba el momento de que tuviera que pelear con alguno de los dos bandos dado que el bando de los cazadores era una zona de tierra sin dominios.
Una pequeña barcaza de un señor, me había llevado hasta la isla, este anciano se dedicaba a llevar a las personas a islas con mucha modestia y tranquilidad. Yo no tenía ninguna prisa, por ello me subí en ella, además así podía leer tranquilamente mi libro mientras se oía de fondo el sereno mar. Este anciano me cobró una miserable cantidad de dinero, pero yo mismo me ofrecí a darle un poco más a un que mi estatus económico no fuera de lo mejor. El anciano se dio la vuelta y por donde vinimos se fue, mientras yo me encontraba en una de las playas de la isla, una isla totalmente nueva para mí y en la cual había un tesoro, que la verdad si que quería encontrar o por lo menos averiguar si era cierto el rumor. Gracias a la amabilidad del anciano, que me regaló una pequeña mochila con unas cuantas provisiones de comida y algunos recursos de primera mano para sobrevivir en un bosque, pude adentrarme en lo que se podía observar que era una gran cueva. Ser amable de vez en cuando si que servía para algo. Su apertura se encontraba al pie de una de las montañas de la isla, por lo que pensadolo bien, si yo escondiera mi tesoro no sería al descubierto sino que lo dejaría en una cueva o lugar con poca luz.
Ahora mismo agradecía con toda mi alma al anciano ya que rebuscando en la mochila pude encontrar uno de esos objetos de supervivencia crucial, pero que yo no llevaba encima nunca. Una bendita caja de cerillas. Antes de adentrarme a la cueva que no se podía ver el fondo, me acerqué a uno de los arboles que me pillaba más cerca de la playa, uno de los muchos que conformaban un extenso bosque. y con la ayuda de una de mis dagas, corte una rama bien larga. Unos 130 centímetros de largo, y le quite todas esas ramas pequeñas que no me servían. La agarre por el lado más estrecho y me arranqué un trozo de mi ropa de un brazo y la enrollé al palo. Después de nuevo con la ayuda de mi daga arranqué un trozo de corteza del árbol para poder llegar a su interior y empape el trozo enrollado de mi túnica en resina, para que al quemar el palo no se consumiera tan rápido y dura mucho más tiempo.
Después de todo este embrollo me adentre un poco hacía adentro y justo unos metros después, donde ya no se me permitía ver nada más, agarré la caja de cerillas y encendí una para quemar la antorcha improvisada. Poco a poco iba caminando hacia sumergirme en los interiores de la isla. Eso sí con gran atención a todo mi entorno, no se podía decir que estuviese muy tranquilo que digamos. Además gracias a la antorcha podía caminar con luz y viendo tanto el techo como las dos paredes, ya que la cueva como mucho eran cuatro metros de ancho y unos cinco o seis de alto. Pero esa luz a no ser solar no daba tanta confianza.
Una pequeña barcaza de un señor, me había llevado hasta la isla, este anciano se dedicaba a llevar a las personas a islas con mucha modestia y tranquilidad. Yo no tenía ninguna prisa, por ello me subí en ella, además así podía leer tranquilamente mi libro mientras se oía de fondo el sereno mar. Este anciano me cobró una miserable cantidad de dinero, pero yo mismo me ofrecí a darle un poco más a un que mi estatus económico no fuera de lo mejor. El anciano se dio la vuelta y por donde vinimos se fue, mientras yo me encontraba en una de las playas de la isla, una isla totalmente nueva para mí y en la cual había un tesoro, que la verdad si que quería encontrar o por lo menos averiguar si era cierto el rumor. Gracias a la amabilidad del anciano, que me regaló una pequeña mochila con unas cuantas provisiones de comida y algunos recursos de primera mano para sobrevivir en un bosque, pude adentrarme en lo que se podía observar que era una gran cueva. Ser amable de vez en cuando si que servía para algo. Su apertura se encontraba al pie de una de las montañas de la isla, por lo que pensadolo bien, si yo escondiera mi tesoro no sería al descubierto sino que lo dejaría en una cueva o lugar con poca luz.
Ahora mismo agradecía con toda mi alma al anciano ya que rebuscando en la mochila pude encontrar uno de esos objetos de supervivencia crucial, pero que yo no llevaba encima nunca. Una bendita caja de cerillas. Antes de adentrarme a la cueva que no se podía ver el fondo, me acerqué a uno de los arboles que me pillaba más cerca de la playa, uno de los muchos que conformaban un extenso bosque. y con la ayuda de una de mis dagas, corte una rama bien larga. Unos 130 centímetros de largo, y le quite todas esas ramas pequeñas que no me servían. La agarre por el lado más estrecho y me arranqué un trozo de mi ropa de un brazo y la enrollé al palo. Después de nuevo con la ayuda de mi daga arranqué un trozo de corteza del árbol para poder llegar a su interior y empape el trozo enrollado de mi túnica en resina, para que al quemar el palo no se consumiera tan rápido y dura mucho más tiempo.
Después de todo este embrollo me adentre un poco hacía adentro y justo unos metros después, donde ya no se me permitía ver nada más, agarré la caja de cerillas y encendí una para quemar la antorcha improvisada. Poco a poco iba caminando hacia sumergirme en los interiores de la isla. Eso sí con gran atención a todo mi entorno, no se podía decir que estuviese muy tranquilo que digamos. Además gracias a la antorcha podía caminar con luz y viendo tanto el techo como las dos paredes, ya que la cueva como mucho eran cuatro metros de ancho y unos cinco o seis de alto. Pero esa luz a no ser solar no daba tanta confianza.
Theo Thawne
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Akuma no mi
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Acababa de llegar a Takenuma en el Black Lotus, aunque este dejó puerto poco después, pues había oído hablar de los rumores de esta isla y, como historiadora, me atraían demasiado, y los demás simplemente quisieron esperarme algo mas alejados de puerto, pues el Black Lotus llamaría la atención si pasaba demasiado tiempo en un Blue. Me coloqué mi mochila sobre la espalda, donde estaba mi bastón, me recoloqué bien las tonfas en mi cinturón y empecé a caminar hacía el pueblo.
¿Dónde debía empezar a buscar rumores? Donde abundaban: en las tabernas.
Me acerqué al primer edificio que vi con la palabra "Bar" escrita en ella. Abrí la puerta y entré, sintiendo de golpe el hedor a tabaco y a alcohol que reinaba el lugar. Era un lugar pequeño y había poca gente, pero no importaba. Debía reunir información como fuese.
Me senté en la barra y llamé al camarero:
- Agua y algo de carne para comer, por favor.
¿Dónde debía empezar a buscar rumores? Donde abundaban: en las tabernas.
Me acerqué al primer edificio que vi con la palabra "Bar" escrita en ella. Abrí la puerta y entré, sintiendo de golpe el hedor a tabaco y a alcohol que reinaba el lugar. Era un lugar pequeño y había poca gente, pero no importaba. Debía reunir información como fuese.
Me senté en la barra y llamé al camarero:
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