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¿Cómo se puede escapar un renacuajo del estanque en el que ha nacido y vivido siempre? Quizás creciendo y siendo una rana. Dándose cuenta de que hay mundo más alla de la orilla, de que no tiene tantos impedimentos como pensaba para salir. Qué comparación tan deshonrosa, ¿verdad? Un noble nunca será de la categoría de un renacuajo o una rana.
Está empezando un nuevo día. Todavía estás entre las sábanas y se escucha música clásica suave, con muy poquito volumen. Algo de luz entra por las ventanas, atraviesa las cortinas; seguramente sea eso lo que te está molestando. Quizás sea el día en que por fin vas a llevar a cabo tu plan de salir de allí, o al menos puedes intentarlo. Espera, ¿es algo premeditado? ¿O solo una idea que se inmiscuyó en tu mente por sorpresa? Se oyen unos golpes suaves en la puerta. No hay de qué preocuparse. Pocos se atreven a entrar en tus aposentos sin permiso, como es lógico. A nadie le apetece sufrir la ira de alguien que tiene tanto poder sobre otros. De todos modos, lo más seguro es que sea una sirvienta trayendo lo que sea que quieres de desayuno. Típico. Hazme caso, yo lo veo todo.
¿Cómo empieza el día de un príncipe?Yo no puedo saber ni siquiera como narradora omnisciente qué clase de cosas se pasan por tu cabeza, cuáles son tus planes. Una pena, ¿eh? Seguro que así todo sería más fácil. Aunque no tan divertido ni gracioso.
Y lo más importante. ¿Por qué alguien que tiene todo lo que cualquiera podría desear, pretende huir? ¿Ha visto por fin las paredes y la puerta de la jaula? Si es así, dime cómo eran tu jaula y tus cadenas, qué te engañaba haciéndote pensar que tenías todo lo que deseabas, y cómo pretendes romperlas.
Está empezando un nuevo día. Todavía estás entre las sábanas y se escucha música clásica suave, con muy poquito volumen. Algo de luz entra por las ventanas, atraviesa las cortinas; seguramente sea eso lo que te está molestando. Quizás sea el día en que por fin vas a llevar a cabo tu plan de salir de allí, o al menos puedes intentarlo. Espera, ¿es algo premeditado? ¿O solo una idea que se inmiscuyó en tu mente por sorpresa? Se oyen unos golpes suaves en la puerta. No hay de qué preocuparse. Pocos se atreven a entrar en tus aposentos sin permiso, como es lógico. A nadie le apetece sufrir la ira de alguien que tiene tanto poder sobre otros. De todos modos, lo más seguro es que sea una sirvienta trayendo lo que sea que quieres de desayuno. Típico. Hazme caso, yo lo veo todo.
¿Cómo empieza el día de un príncipe?Yo no puedo saber ni siquiera como narradora omnisciente qué clase de cosas se pasan por tu cabeza, cuáles son tus planes. Una pena, ¿eh? Seguro que así todo sería más fácil. Aunque no tan divertido ni gracioso.
Y lo más importante. ¿Por qué alguien que tiene todo lo que cualquiera podría desear, pretende huir? ¿Ha visto por fin las paredes y la puerta de la jaula? Si es así, dime cómo eran tu jaula y tus cadenas, qué te engañaba haciéndote pensar que tenías todo lo que deseabas, y cómo pretendes romperlas.
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Mi noche no había sido la mejor. A pesar de que la anterior había sido la celebración de mi cumpleaños… ¿Razón? Había descubierto la verdad y sabía que las cosas no solo iban a empeorar de ahora en adelante, sino que, por si fuera poco, mi vida cambiaría en un giro total. Radical, extremo, ilógico y, cuanto menos, suicida. La luz que se filtraba por las cortinas me terminó por despertar. ”Mi padre, por querer conservar su título es capaz de matarme a mí y a mi madre..” – fue lo primero que pensé al saber todo. Yo no era su hijo legítimo y mi verdadero padre era un esclavo. No hubiera sido tan problemático de no ser porque llevaba la D en mi nombre. ¿Qué significaba la D? ¿Por qué le daba tanto miedo que yo la tuviera? Solo había una forma de saberlo, debía irme de este lugar y descubrirlo por mis propios ojos. ¿Estaba preparado? No, claro que no. Pero, ¿qué más podía hacer?
– Supongo que no queda otra. Es la única forma de proteger a mi madre… – suspiré con cierta pesadez. La decisión que estaba tomando no me agradaba, pero era lejos lo mejor que podía hacer. Mi padre no iba a dudar un maldito segundo en matarnos a ambos, era ella o yo. Si era eso, la respuesta era clara, yo me debía ir. Tenía más chances de sobrevivir que ella en el océano y, seguramente, aquel tipo me iba a dar por muerte a los pocos meses. Nunca le importé y dudaba que ahora lo hiciera, más si sabía aquel secreto que ella guardó. – Adelante. – Dije al escuchar la puerta. Seguramente era aquella sirvienta que me traía el desayuno. Lo que significaba una cosa, era hora de levantarme e irme. ¿Cómo lo pensaba hacer? El plan a, era decirlo de frente a mi padre y, que entre gritos y gritos, me terminara por ir. El plan b, un poco más alocado y suicida, irme sin más y correr como si mi vida dependiera de ellos. El plan c, era llevarme a mi madre conmigo… Pero eso era demasiado arriesgado.
Hayate, mi nuevo amigo, no tardó en estirarse y bajarse de la cama. Beber un poco de agua y volver a acomodarse en su pequeña cama. ”Supongo que me lo llevaré a él.” – Me dije a mi mismo mientras me ponía una polera negra, el collar de mi madre y unos pantalones cortos azules. Miré aquella burbuja que debería usar siempre…. La agarré y la rompí en mil pedazos. Nunca más iba a usar esa cosa, nunca más iba a dejar que la gente se sintiera presionada porque yo era algo que no quise hacer. No iba a permitir que me excluyeran por tener la mala suerte de nacer en Mariejoa. ”Supongo que mi viaje será muy largo y difícil” – mis metas eran difíciles. Si quería averiguar todo lo que quería, necesitaría encontrar los Poneglyph y llegar al Siglo Vacío. Era la única parte en la cual iba a tener las respuestas que estaba buscando.
Aunque, antes de irme de este lugar, debía comer una última comida, o mejor dicho, desayuno. Sin energías en mi cuerpo iba a ser imposible escapar o, si por azares del destino, salir de forma pacífica. Comer era el primer paso en busca de la libertad, en busca de romper aquellas cadenas y aquella maldita jaula. Al fin me sentía vivo y no iba a desaprovechar este sentimiento. Hayate me seguía atrás moviendo sus colas. Este era mi inicio y en donde dejaría todos estos estúpidos lujos para vivir una verdadera vida.
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Se acabó lo poético, es hora de pasar a la acción. Tus planes pueden ser mejores o peores, más o menos peligrosos, pero estás jodido igualmente. Descartada la "c", ¿qué nos queda? Tu padre no es el único obstáculo que se interpone en tu camino a la salida. Y ahora has roto la burbuja... Esa era una buena tapadera. En fin, no importa.
Dos tipos de obstáculos. Unos son de carácter más físico, mientras que los otros tienen más que ver con las emociones. Tu madre está en uno de los salones, leyendo un libro más o menos tranquila. ¿Crees que te dejaría irte sin más? Los sirvientes te tienen un cariño especial por ¡vaya! tratarlos como seres humanos normales. Se ve que es o eres algo que escasea por Mariejoa, aunque su cariño no deja de estar ensombrecido por el miedo a los nobles o a lo que pasará si algo se sale de lo normal en tu casa. Hay una chica que espera fuera de tu cuarto todavía a que salgas y así poder recoger la bandeja de tu desayuno. También hay personas en la cocina (hay una puerta trasera), ahora ociosas por un rato, y en la puerta delantera, por si hubiera que recibir a alguien. Es probable que hubiera algunos más desperdigados por la casa.
También está tu padre; no hace falta especificar qué tipo de ZancadillaDigo obstáculo es. No tienes la certeza de si está o no en la casa. Alrededor de la mansión hay algunos guardias siempre. Aunque la gente no se atreve a acercarse por miedo a la ira de los tenryubitos y ni siquiera los dejan llegar tan lejos, no está mal un poco de seguridad adicional. Al mediodía tienen un cambio de turno, pero son bastante cuidadosos de todos modos.
Este es el panorama donde tú estás ahora mismo. Piensa, piensa. ¿Por dónde tirar? Existen más opciones de las que he nombrado.
Dos tipos de obstáculos. Unos son de carácter más físico, mientras que los otros tienen más que ver con las emociones. Tu madre está en uno de los salones, leyendo un libro más o menos tranquila. ¿Crees que te dejaría irte sin más? Los sirvientes te tienen un cariño especial por ¡vaya! tratarlos como seres humanos normales. Se ve que es o eres algo que escasea por Mariejoa, aunque su cariño no deja de estar ensombrecido por el miedo a los nobles o a lo que pasará si algo se sale de lo normal en tu casa. Hay una chica que espera fuera de tu cuarto todavía a que salgas y así poder recoger la bandeja de tu desayuno. También hay personas en la cocina (hay una puerta trasera), ahora ociosas por un rato, y en la puerta delantera, por si hubiera que recibir a alguien. Es probable que hubiera algunos más desperdigados por la casa.
También está tu padre; no hace falta especificar qué tipo de ZancadillaDigo obstáculo es. No tienes la certeza de si está o no en la casa. Alrededor de la mansión hay algunos guardias siempre. Aunque la gente no se atreve a acercarse por miedo a la ira de los tenryubitos y ni siquiera los dejan llegar tan lejos, no está mal un poco de seguridad adicional. Al mediodía tienen un cambio de turno, pero son bastante cuidadosos de todos modos.
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A medida que los segundos pasaban, mi mente era una tormenta de emociones. Dudas, miedos, inseguridades, desconfianza, desprotección… Miré aquella burbuja que debíamos usar, ¿en serio la debía llevar puesta para sentirme vivo?, ¿ser un Tenryubitto era estar vivo? Los lujos no escaseaban, nunca pasé hambre, frío o sueño, mi vida, a ojos de cualquiera, sería la ideal y la deseada por todos. Intocables, narcisistas, ególatras, orgullosos y con un mal genio horrible, así se podría clasificar a la raza de los Dragones Celestiales, ¿a todos? No, claro que no. Pero aparte de mi madre no conocía a nadie que no escapara de esas características. Suspiré y recordé que aún no había comido, empezaba a sentir el hambre de la mañana. ”Let’s go” – pensaba mientras abría la puerta.
– Muchas gracias – le dije con una sonrisa amable a la pobre chiquilla que me había traído el desayuno. Sí, eran esclavos, pero primero que eso eran humanos y unos idiotas con suerte le quitaron la libertad. Ese maldito collar que tenía en su cuello, ropas sucias y una cara de que no había comido nada en días la representaba a ella y, sin lugar a dudas, a todos los esclavos que había en mi casa… ”No, esto nunca fue un hogar.” – agarré con cuidado la bandeja con el desayuno. Otro suspiro. – Ten. Tú también debes comer. – Sin esperar si aceptaba o no, dejé una mitad de pan en su bolsillo, me giré y volví a mi cuarto. Me senté en la cama y comí con calma el que sería mi último desayuno en Mariejoa. ”Si no mal recuerdo, debería haber un cambio de turno en breve. Podría aprovechar eso y escaparme, no estoy seguro si Kronos padre está en la casa.” – si él no estaba, solo me quedaría escapar y correr por si no hubiera un mañana. ¿Por dónde iba a salir? Por la puerta trasera que estaba en la cocina… Tenía suerte que los esclavos tuvieran cierto cariño conmigo, ¿los metería en problemas? Muy seguramente… Pero ellos no eran demasiada prioridad, ¿me importaban? Sí, pero yo solo quería salvar a mi madre de su funesto destino.
– Bien, nos vamos. – Susurraba mientras me llevaba la última miga de pan a la boca y tomaba el último trago de leche. Como siempre, estaba todo delicioso. Agarré a Hayate y lo puse sobre mi cabeza, era el lugar más cómodo que tenía para llevarlo. Rompí un pedazo de papel y escribí en este:
Querida madre: Siento irme tan de golpe, pero tu vida vale más que la mía. Ayer en la noche descubrí la verdad. Que soy un hijo bastardo, que tengo la D en mi nombre y que mi el desgraciado de mi padre nos iba a matar. Ante eso, prefiero irme y que tu vivas. Yo estaré bien, podré sobrevivir en el océano por mi cuenta. Esta será la primera y última carta que te envíe y, por sobre todo, no volverás a saber de mí. ¿Qué quiero decir? Que para ustedes estoy muerto. De ahora en más, ya no estaré vivo para ustedes. Pero, te puedo prometer una cosa, en un tiempo yo volveré por ti y te sacaré de este mundo de mierda. De una vida falsa y que no tiene ni pies ni cabeza. Esto no es vida.
Lo dejé encima de la cama sobre una almohada. Bien, era hora. Salí del cuarto y caminé sin titubeos por el pasillo largo. Conocía el terreno y sabía que había pasadizos secretos en la casa. Nunca les había encontrado una utilidad, hasta el día de hoy. Si mi memoria no me fallaba, había uno entre lo que era la cocina y la habitación de mis padres. Solo tenía que llegar, abrir la puerta e irme. ¿Fácil? Sonaba demasiado fácil, pero ya improvisaría si algo salía mal.
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La criada se sorprende aunque ya está acostumbrada a tus manías o comportamientos extraños, y no sabe si debería rechistar o callarse; al fin y al cabo sigues mandando tú. Abre la boca, deja escapar un amago de palabra y después un suspiro, porque para cuando ya ha pensado qué decir, tú te has ido. Se resigna y come un poco, y después se dirige a las cocinas. Mejor que no la vean con comida o la acusarán de favoritismos... Sí, a ella en lugar de a ti. Que dura vida, ¿eh?
Nadie te ve dejarle esa nota, puedes oír algunos ruídos en la casa, aunque ninguno cerca ni especialmente amenazante. La idea de dejarle una nota a tu madre no es mala, ¿pero qué pasaría si la encuentra tu padre antes que ella? Aunque a veces la eche de su lado, sigue siendo una habitación compartida, y además tu padre ya se cree el rey y señor del lugar, entra donde quiere, coge lo que quiera, y no destroza lo que quiere porque tendría que pagar los arreglos.
-Señorito Akashi... -suena una débil voz detrás de ti. -¿Adónde va? Necesito -duda antes de seguir con lo que quiere decir- que me firme unos papeles ya que su padre no está en la casa ahora mismo. Además siempre me dice que no le moleste a él con cosas como los pedidos de comidas y telas... Y no quiero molestar a su madre ahora, han llegado unas amigas suyas y están en el salón.
Tu padre tiene muy mala leche, pero hay que reconocer que su secretario tiene una verborrea inaguantable, se estresa él y te estresa a ti. ¡Y además es muy inoportuno! Ahora te toca ir al despacho, leer un poco los papeles para saber de qué van (no hay nada preocupante en ellos, son simples trámites) y firmar, aunque siempre puedes negarte a hacerlo dando una excusa. Tic, tac. Si aprovechas el cambio de guardia para salir por donde no debes, que sepas que te queda poco tiempo. Si piensas salir por delante, fingiendo que solo te vas a dar un paseo, corres el riesgo de que la gente te vea y más tarde sepa por dónde te has ido. Tic, tac.
Nadie te ve dejarle esa nota, puedes oír algunos ruídos en la casa, aunque ninguno cerca ni especialmente amenazante. La idea de dejarle una nota a tu madre no es mala, ¿pero qué pasaría si la encuentra tu padre antes que ella? Aunque a veces la eche de su lado, sigue siendo una habitación compartida, y además tu padre ya se cree el rey y señor del lugar, entra donde quiere, coge lo que quiera, y no destroza lo que quiere porque tendría que pagar los arreglos.
-Señorito Akashi... -suena una débil voz detrás de ti. -¿Adónde va? Necesito -duda antes de seguir con lo que quiere decir- que me firme unos papeles ya que su padre no está en la casa ahora mismo. Además siempre me dice que no le moleste a él con cosas como los pedidos de comidas y telas... Y no quiero molestar a su madre ahora, han llegado unas amigas suyas y están en el salón.
Tu padre tiene muy mala leche, pero hay que reconocer que su secretario tiene una verborrea inaguantable, se estresa él y te estresa a ti. ¡Y además es muy inoportuno! Ahora te toca ir al despacho, leer un poco los papeles para saber de qué van (no hay nada preocupante en ellos, son simples trámites) y firmar, aunque siempre puedes negarte a hacerlo dando una excusa. Tic, tac. Si aprovechas el cambio de guardia para salir por donde no debes, que sepas que te queda poco tiempo. Si piensas salir por delante, fingiendo que solo te vas a dar un paseo, corres el riesgo de que la gente te vea y más tarde sepa por dónde te has ido. Tic, tac.
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La casa sonaba bastante tranquila. Como si no hubiera mucha gente en el piso de abajo. Estaba nervioso y, quizás, se me notaba. Sentía un sudor frío en mis manos, de vez en cuando, mi corazón daba un brinco y aceleraba mi pulso. Incluso sentía que todos mis sentidos estaban muy agudizados. ¿Tan difícil era escapar de este infierno? Si me atrapaban, sería mi final y, posiblemente, el de mi madre también. ”Solo espero que el bastardo de mi papa no encuentre la carta.” – pensaba mientras caminaba a lo que sería mi pasillo de salida. Pero no todo era tan perfecto y fácil… El secretario de mi padre se había interpuesto en mi camino. ¿Por qué era tan inoportuno? ¿No podía esperar a que mi padre llegara y molestarlo a él? Bueno… Ningún trabajador de esta casa lo quería molestar.
– ¿Qué? – pregunté. La respuesta no tardó en llegar. Quería que firmara unos papeles ya que mi padre no estaba en casa. ”Si no está… Es mi chance. Pero si le digo que no sin dar alguna excusa coherente sospechara de mí.” – también me interesó la parte en la que algunas de las amigas de mi madre estaban en la casa. Estaban en el salón. ”Entonces, firmo rápido y salgo por la puerta de la cocina.” – pensaba mientras veía la cara de imbécil del secretario. ¿Qué habría hecho en su otra vida para merecer tal castigo? Ser el secretario de un Tenryubito, y más si era mi padre, era una de las cosas más horribles que a uno le podía tocar. – Está bien. Ahora lo haré. – aún no entendía cómo es que la firma de un mocoso de diecisiete años tenía algún valor legal. Con mi firma podía autorizar cuanta cosa quisiera y eso, si lo hubiera aprovechado antes, hubiera sido muy divertido. Sonreí y caminé, sin apresurar el paso, al despacho de mi padre. No tardé mucho en llegar y por suerte todos los papeles estaban ordenados en el escritorio. ”Tengo suerte que el secretario ayude a Kronos a ser un vago” – no me di el tiempo para leerlos y tampoco me interesaba, solo agarré una pluma y firmé donde correspondía. ”Ojala alguno de estos papeles te quitara todo este poder, desgraciado.” – pensaba mientras firmaba el último papel.
Salí de la habitación y, con el mismo paso tranquilo de siempre, aunque solo quería correr e irme de este maldito lugar, me dirigí a la cocina. Iba a salir por esa puerta, aprovecharía el cambio de guardias y me iría sin llamar la atención. Aunque… ¿Cómo iba a bajar? Eran diez mil metros hacía el Grand Line y solo habían dos puertos. Quizás colarme en algún barco de transporte sería la manera más ideal. Bueno, cuando llegara pensaría en eso. Si nadie me interrumpía, entraría a la cocina y les diría a todos los que estuvieran presentes. – Mi madre quiere un festín. Quiere que todos vayan al salón. Está con sus amigas así que quiere lo mejor que tengan. Adelante. – Como seguramente todos me harían caso, ya que nadie se atrevía a desafiarme, una vez la cocina estuviera sola, me dirigía hacia la puerta que me llevaría a mi libertad.
– ¿Qué? – pregunté. La respuesta no tardó en llegar. Quería que firmara unos papeles ya que mi padre no estaba en casa. ”Si no está… Es mi chance. Pero si le digo que no sin dar alguna excusa coherente sospechara de mí.” – también me interesó la parte en la que algunas de las amigas de mi madre estaban en la casa. Estaban en el salón. ”Entonces, firmo rápido y salgo por la puerta de la cocina.” – pensaba mientras veía la cara de imbécil del secretario. ¿Qué habría hecho en su otra vida para merecer tal castigo? Ser el secretario de un Tenryubito, y más si era mi padre, era una de las cosas más horribles que a uno le podía tocar. – Está bien. Ahora lo haré. – aún no entendía cómo es que la firma de un mocoso de diecisiete años tenía algún valor legal. Con mi firma podía autorizar cuanta cosa quisiera y eso, si lo hubiera aprovechado antes, hubiera sido muy divertido. Sonreí y caminé, sin apresurar el paso, al despacho de mi padre. No tardé mucho en llegar y por suerte todos los papeles estaban ordenados en el escritorio. ”Tengo suerte que el secretario ayude a Kronos a ser un vago” – no me di el tiempo para leerlos y tampoco me interesaba, solo agarré una pluma y firmé donde correspondía. ”Ojala alguno de estos papeles te quitara todo este poder, desgraciado.” – pensaba mientras firmaba el último papel.
Salí de la habitación y, con el mismo paso tranquilo de siempre, aunque solo quería correr e irme de este maldito lugar, me dirigí a la cocina. Iba a salir por esa puerta, aprovecharía el cambio de guardias y me iría sin llamar la atención. Aunque… ¿Cómo iba a bajar? Eran diez mil metros hacía el Grand Line y solo habían dos puertos. Quizás colarme en algún barco de transporte sería la manera más ideal. Bueno, cuando llegara pensaría en eso. Si nadie me interrumpía, entraría a la cocina y les diría a todos los que estuvieran presentes. – Mi madre quiere un festín. Quiere que todos vayan al salón. Está con sus amigas así que quiere lo mejor que tengan. Adelante. – Como seguramente todos me harían caso, ya que nadie se atrevía a desafiarme, una vez la cocina estuviera sola, me dirigía hacia la puerta que me llevaría a mi libertad.
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El secretario suelta un largo suspiro al ver que no pones pegas y que no tendrá que abordar a tu padre. Pobrecillo... No hay nadie más por lo pasillos, así que también tú puedes suspirar del alivio. Se oyen algunas risas al pasar cerca del salón. Da la impresión de que tu madre y sus amigas se lo están pasando bien. ¿Seguro que no quieres llevártela contigo..? Aunque sin estar tú es posible que la ira de tu padre disminuya. Nadie nota que pasas por ahí así que no hay problema con que te descubran.
Ningún choque repentino. Al llegar a la cocina tus palabras hacen que todos dejen lo que están haciendo (que era nada, en esos momentos) y casi huyen despavoridos a ver qué quiere la señora de la casa. Quizás te des cuenta de que no todos están allí. Falta la chica que te llevó el desayuno, por ejemplo. ¿Escaqueándose del trabajo o simplemente enfrascada en otras labores? Seguramente solo lo segundo, pero bueno, podría aparecer en cualquier momento, ya lo sabes.
Fuera de la puerta de la cocina alguien ronca, haciendo un ruido a medio camino entre una aspiradora y una motosierra. No podría ser más cantoso...
-¡Tío, despierta! Como se enteren de que estabas durmiendo la mona en medio de la guardia.
Tus guardias son... bueno, maravillosos. ¿Hora de un rapapolvos o prefieres esperar a que se cambien para irte de una vez? Has llegado a tiempo de que se produzca el cambio de turno. Lo que pasa es que se ponen a charlar y no parecen tener mucha prisa, así que tienes unos minutos hasta que se descubra que nadie quiere un festín, o hasta que piensen que es tu padre el que lo quiere y vuelvan para empezar a cocinar. ¿Qué harás, joven Tenryu? Vete pensando también a dónde irás cuando salgas.
Ningún choque repentino. Al llegar a la cocina tus palabras hacen que todos dejen lo que están haciendo (que era nada, en esos momentos) y casi huyen despavoridos a ver qué quiere la señora de la casa. Quizás te des cuenta de que no todos están allí. Falta la chica que te llevó el desayuno, por ejemplo. ¿Escaqueándose del trabajo o simplemente enfrascada en otras labores? Seguramente solo lo segundo, pero bueno, podría aparecer en cualquier momento, ya lo sabes.
Fuera de la puerta de la cocina alguien ronca, haciendo un ruido a medio camino entre una aspiradora y una motosierra. No podría ser más cantoso...
-¡Tío, despierta! Como se enteren de que estabas durmiendo la mona en medio de la guardia.
Tus guardias son... bueno, maravillosos. ¿Hora de un rapapolvos o prefieres esperar a que se cambien para irte de una vez? Has llegado a tiempo de que se produzca el cambio de turno. Lo que pasa es que se ponen a charlar y no parecen tener mucha prisa, así que tienes unos minutos hasta que se descubra que nadie quiere un festín, o hasta que piensen que es tu padre el que lo quiere y vuelvan para empezar a cocinar. ¿Qué harás, joven Tenryu? Vete pensando también a dónde irás cuando salgas.
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Las cosas estaban saliendo bien. La cocina estaba limpia, aunque había notado que faltaba la chica que me había llevado el desayuno, ¿dónde estaría? Esperaba que estuviera haciendo algún encargo y, por ningún motivo, escondiéndose y evitando hacer todo lo que un esclavo debería estar haciendo. ”Por mí no tendríamos esclavos.” – pensaba mientras veía la puerta de la cocina. Había escuchado las risas de mi madre en el salón y ahora estaba dudando de si era buena idea dejarla en este sitio. De abandonarla. La furia de mi papa se podía disipar cuando se enterara que yo me había ido de la casa. ¿Tomaría represalias con ella? No podía ser tan bastardo, ¿no? Era su esposa y, por sobre eso, el amor, supuestamente, de su vida. Aunque fuera un mal padre, un pésimo ejemplo de vida, al menos, debía tener cierta compasión por ella.
– No, no me la puedo llevar.
El plan de irme en uno de esos barcos de transporte era el mejor (aunque, en realidad, era la única alternativa que tenía) ¿Qué más podía esperar? Tenía que largarme de ese sitio, pero estaba en ese estado emocional de la indecisión. Me quería ir, salvar a mi mama y tener una vida sin cadenas en esta inmensa jaula. Pero, no la quería abandonar ante un tirano que con mover un solo dedo la podía decapitar. Retrocedí un paso… ”No me debe quedar mucho tiempo.” – de un momento a otro los esclavos-cocineros iban a volver al enterarse de que no había ningún festín que hacer. Si iba a escapar, debía hacerlo ahora. El cambio de guardia debía estar por empezar, así que era la mejor oportunidad de irme sin alertar a nadie. ”Debo hacerlo.” – pensé mientras salía por la puerta.
Al estar tan concentrado en mis pensamientos, no me había dado cuenta, hasta que escuché el ronquido de uno de los guardias, que se estaban tardando en hacer el cambio. ”Malditos idiotas” – debía buscar la forma de distraerlos y tener una ventana de tiempo. Así cuando se dieran cuenta de que yo no estaba, ya sería muy tarde. Seguramente todos se iban a sorprender al verme, así que aprovecharía el a ver visto al guardia durmiendo a mi favor. ”Este poder tiene mil beneficios cuando se usa con mesura, ¿no?” – pensaba mientras ideaba lo que iba a decirles para distraerlos.
– ¿Y ustedes se suponen que nos cuidan? – mi tono era arrogante y egocéntrico. – Si no quieren que los convierta en mis esclavos – tomé una leve pausa mientras iba confirmando la idea que se me había ocurrido. – Vayan a ver a las esquinas de la casa y unas cuadras más allá. Hoy en la mañana vi a alguien sospechoso vigilar la casa – una última pausa. – Puede ser algo insignificante, pero, no quiero que nadie moleste la reunión de mi mamá. Vayan. – No era que fuera alguien mentiroso, pero solo quería irme ya de este lugar y tener libertad. Si me lo creían, que seguro era así, iba a empezar a caminar en dirección al puerto del este. Era el que menos se transitaba y un camino fácil de llegar desde mi casa. Si llegaban a hacerme algunas preguntas sobre el tipo, me quedaría y solo daría invenciones de un tipo que jamás existió… Esperaba que funcionara y, de una vez por todas, poder irme de esta maldita jaula de poder.
– No, no me la puedo llevar.
El plan de irme en uno de esos barcos de transporte era el mejor (aunque, en realidad, era la única alternativa que tenía) ¿Qué más podía esperar? Tenía que largarme de ese sitio, pero estaba en ese estado emocional de la indecisión. Me quería ir, salvar a mi mama y tener una vida sin cadenas en esta inmensa jaula. Pero, no la quería abandonar ante un tirano que con mover un solo dedo la podía decapitar. Retrocedí un paso… ”No me debe quedar mucho tiempo.” – de un momento a otro los esclavos-cocineros iban a volver al enterarse de que no había ningún festín que hacer. Si iba a escapar, debía hacerlo ahora. El cambio de guardia debía estar por empezar, así que era la mejor oportunidad de irme sin alertar a nadie. ”Debo hacerlo.” – pensé mientras salía por la puerta.
Al estar tan concentrado en mis pensamientos, no me había dado cuenta, hasta que escuché el ronquido de uno de los guardias, que se estaban tardando en hacer el cambio. ”Malditos idiotas” – debía buscar la forma de distraerlos y tener una ventana de tiempo. Así cuando se dieran cuenta de que yo no estaba, ya sería muy tarde. Seguramente todos se iban a sorprender al verme, así que aprovecharía el a ver visto al guardia durmiendo a mi favor. ”Este poder tiene mil beneficios cuando se usa con mesura, ¿no?” – pensaba mientras ideaba lo que iba a decirles para distraerlos.
– ¿Y ustedes se suponen que nos cuidan? – mi tono era arrogante y egocéntrico. – Si no quieren que los convierta en mis esclavos – tomé una leve pausa mientras iba confirmando la idea que se me había ocurrido. – Vayan a ver a las esquinas de la casa y unas cuadras más allá. Hoy en la mañana vi a alguien sospechoso vigilar la casa – una última pausa. – Puede ser algo insignificante, pero, no quiero que nadie moleste la reunión de mi mamá. Vayan. – No era que fuera alguien mentiroso, pero solo quería irme ya de este lugar y tener libertad. Si me lo creían, que seguro era así, iba a empezar a caminar en dirección al puerto del este. Era el que menos se transitaba y un camino fácil de llegar desde mi casa. Si llegaban a hacerme algunas preguntas sobre el tipo, me quedaría y solo daría invenciones de un tipo que jamás existió… Esperaba que funcionara y, de una vez por todas, poder irme de esta maldita jaula de poder.
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-S-Sí, señorito Akashi -dice el que estaba roncando y ambos pretenden irse sin ni siquiera pedir explicaciones.
Una orden no se puede evitar, a no ser... ¿que se contrarreste con otra orden igual o superior? Menudo lío has montado en tu huida.
-¡Quietos! ¿A dónde crees que vas solo y cómo te atreves a enviar toda la seguridad de esta puerta a otra parte? -pregunta una voz grave. -Es la excusa perfecta para que alguien pueda entrar por ella a robarnos o lo que fuera. Aunque dudo que nadie se atreviera...
No sabe lo cerca que ha estado de acertar con su suposición, sólo que quería salir y no dejar entrar a alguien. Te. Ha. Caído. La. Colleja. Del. Siglo. La colleja y toda la fuerza bruta de tu padre, que hace que te tambalees y casi caigas al suelo. En el aire resuena un chillido de la sirvienta que faltaba y acaba de llegar, y tu progenitor también la mira mal a ella, como tanteando si será su siguiente víctima, pero no hace nada contra ella por el momento. A él le importa una mierda que seas tenryu, al fin y al cabo él también lo es, además de ser tu padre. No es como si te hubiera pegado un civil...
-Si es que me ha salido un hijo tonto, de verdad... Además, parece que ni te fijas en lo que firmas, por lo que he visto en los papeles del secretario. -Hace una mueca que bien podría ser de haber chupado un limón. -¿Dónde está tu madre?
En tu mano está responder o no a eso (a la colleja, me refiero), pero si intentas irte sin más seguramente te retenga. Recuerda que agresión+fuga=recompensa.
Una orden no se puede evitar, a no ser... ¿que se contrarreste con otra orden igual o superior? Menudo lío has montado en tu huida.
-¡Quietos! ¿A dónde crees que vas solo y cómo te atreves a enviar toda la seguridad de esta puerta a otra parte? -pregunta una voz grave. -Es la excusa perfecta para que alguien pueda entrar por ella a robarnos o lo que fuera. Aunque dudo que nadie se atreviera...
No sabe lo cerca que ha estado de acertar con su suposición, sólo que quería salir y no dejar entrar a alguien. Te. Ha. Caído. La. Colleja. Del. Siglo. La colleja y toda la fuerza bruta de tu padre, que hace que te tambalees y casi caigas al suelo. En el aire resuena un chillido de la sirvienta que faltaba y acaba de llegar, y tu progenitor también la mira mal a ella, como tanteando si será su siguiente víctima, pero no hace nada contra ella por el momento. A él le importa una mierda que seas tenryu, al fin y al cabo él también lo es, además de ser tu padre. No es como si te hubiera pegado un civil...
-Si es que me ha salido un hijo tonto, de verdad... Además, parece que ni te fijas en lo que firmas, por lo que he visto en los papeles del secretario. -Hace una mueca que bien podría ser de haber chupado un limón. -¿Dónde está tu madre?
En tu mano está responder o no a eso (a la colleja, me refiero), pero si intentas irte sin más seguramente te retenga. Recuerda que agresión+fuga=recompensa.
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Akuma no mi
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Todo iba bien. Todo estaba saliendo perfecto y sin problemas. Iba a ser una huida tranquila y sin muchos problemas. Nada que unas pocas palabras no pudiera arreglar o que mi título lo pudiera hacer. En estas tierras todos estaban a mis pies, lamiéndolos para que no hiciera nada en contra suya, todos obedecían sin rechistar lo que decía y nadie, absolutamente nadie, me pedía explicaciones de mis actos. Eran cosas naturales, nadie desafiaría a un Dragón Celestial, ¿razones? Desafiar a uno era una pena de muerte. No peleaban ellos, llegaba un maldito Almirante a poner las cosas en orden y, si sobrevivías a eso, probablemente acababas como un esclavo. Eran intocables, seres que tenían un poder basado en su origen natural. El destino o lo que sea les dio tanto poder. Noté que los guardias se estaban yendo y yo sonreí para mis adentros. ”Esto es demasiado fácil” – pensaba mientras los veía marcharse…
– ¿Qué…? – No alcancé a terminar de hablar antes que la voz de mi padre se hiciera dueña del lugar. Me giré y ahí estaba… Un hombre alto, pelo rojizo y una mirada que congelaría a todos… Menos a mí. Yo lo odiaba y quería largarme por él. Él era la razón de que mi madre estuviera en peligro, era la razón de porque estaba haciendo esto y era una de las razones que me impulsaban a buscar el origen del poder de los Tenryubittos y saber que significaba la D en mí nombre. Noté que los guardias estaban helados ante su presencia, su cargo era “mayor” al mío. La sorpresa era mucha y no pude hacer nada para evitar que me llegara una colleja que casi me tumba en el suelo. Me comentó sobre los papeles y que no me fijaba en lo que firmaba ”Tampoco me importa mucho” – y luego preguntó por mi madre. ¿No entró por la puerta principal? La hubiera visto de ser así. ¿Dónde había estado? Suspiré y con mucha fuerza controlé mis impulsos de darle un buen puñetazo y salir corriendo.
– Solo quiero caminar un rato – dije de forma despreocupada mientras lo miraba a los ojos. Era cierto, era mi “padre” y tenía más “poder” que yo… Pero algo dentro de mí me hacía hablarle de tú a tú como si me importara un carajo. – La casa es aburrida y tantos lujos la hacen aún más aburrida – pegué un suspiro mientras iba planeando como sortear este difícil obstáculo. – Mi madre está en el salón con unas amigas. Puse a trabajar a toda la cocina para que les den el mejor festín para ella y sus invitadas – no se me ocurría nada de nada y se estaban acabando las ideas. Mi padre era mucho más listo que yo y bueno… Más desconfiado. Nunca lo había notado confiado, ni siquiera cuando lo acompañaba a las subastas. Era un tipo frío y que no dudaba en matar a nadie (lo mereciera o no) – Si no te molesta, quiero seguir caminando. Estirar las piernas y esas cosas. Volveré en seguida. – dije con firmeza y un tono un poco más calmado. Traté de sonar convincente, pero dudaba que me dejara ir sin más. Pero si estaba buscando a madre bien podría irse y dejarme en libertad de acción. ¿Qué haría? Debía pensar en cada situación posible y tener claro cualquier detalle, que no se escapara nada de nada. ¿Cómo iba a responder? ”Si le pego y me escapo recibiré una recompensa tan grande como el mundo…” – sabía mejor que nadie las consecuencias…. ¿Qué podía hacer?
– ¿Qué…? – No alcancé a terminar de hablar antes que la voz de mi padre se hiciera dueña del lugar. Me giré y ahí estaba… Un hombre alto, pelo rojizo y una mirada que congelaría a todos… Menos a mí. Yo lo odiaba y quería largarme por él. Él era la razón de que mi madre estuviera en peligro, era la razón de porque estaba haciendo esto y era una de las razones que me impulsaban a buscar el origen del poder de los Tenryubittos y saber que significaba la D en mí nombre. Noté que los guardias estaban helados ante su presencia, su cargo era “mayor” al mío. La sorpresa era mucha y no pude hacer nada para evitar que me llegara una colleja que casi me tumba en el suelo. Me comentó sobre los papeles y que no me fijaba en lo que firmaba ”Tampoco me importa mucho” – y luego preguntó por mi madre. ¿No entró por la puerta principal? La hubiera visto de ser así. ¿Dónde había estado? Suspiré y con mucha fuerza controlé mis impulsos de darle un buen puñetazo y salir corriendo.
– Solo quiero caminar un rato – dije de forma despreocupada mientras lo miraba a los ojos. Era cierto, era mi “padre” y tenía más “poder” que yo… Pero algo dentro de mí me hacía hablarle de tú a tú como si me importara un carajo. – La casa es aburrida y tantos lujos la hacen aún más aburrida – pegué un suspiro mientras iba planeando como sortear este difícil obstáculo. – Mi madre está en el salón con unas amigas. Puse a trabajar a toda la cocina para que les den el mejor festín para ella y sus invitadas – no se me ocurría nada de nada y se estaban acabando las ideas. Mi padre era mucho más listo que yo y bueno… Más desconfiado. Nunca lo había notado confiado, ni siquiera cuando lo acompañaba a las subastas. Era un tipo frío y que no dudaba en matar a nadie (lo mereciera o no) – Si no te molesta, quiero seguir caminando. Estirar las piernas y esas cosas. Volveré en seguida. – dije con firmeza y un tono un poco más calmado. Traté de sonar convincente, pero dudaba que me dejara ir sin más. Pero si estaba buscando a madre bien podría irse y dejarme en libertad de acción. ¿Qué haría? Debía pensar en cada situación posible y tener claro cualquier detalle, que no se escapara nada de nada. ¿Cómo iba a responder? ”Si le pego y me escapo recibiré una recompensa tan grande como el mundo…” – sabía mejor que nadie las consecuencias…. ¿Qué podía hacer?
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Tu padre titubea, muy tentado de darte una paliza allí mismo por tu insolencia. Por suerte o por desgracia, le da pereza y no puede hacer que otros lo hagan por la ley, además de que tiene otras cosas de las que ocuparse. Aún así, se para a darte el discurso:
No es sólo eso -murmura tu padre con una sonrisa torcida en la cara-, seguro que no es sólo eso, hijo. -Puso todo el desprecio posible en esa palabra. -Si tanto te amargan los dulces lujos de tu casa, lárgate, pero no sólo a dar un paseo. La verdad es que me vendría bien perderte de vista, a ti, y a tus remilgos morales. ¡Fuera de mi vista! -exclama, y antes de dar un portazo dice: -Ya sabes qué pasará si sales de la isla y reniegas. Y sé bien que lo deseas, pero puede que no salgas airoso si lo intentas.
No, no es que te lea el pensamiento, pero las cosas están claras. Aunque tus palabras son racionales y podrían pasar desapercibidas, tu padre sólo lo es a ratos y tiene unos cambios de humor espectaculares. La puerta cierra con demasiada fuerza y se agrieta, y los guardias van rápidamente a abrirla y siguen a tu padre. Tienen bastante claro quién manda y él ha dicho que no le importa que te vayas así que...
Oyes una suave voz detrás de ti. ¿Va a acabarse este infierno alguna vez?
-Señorito Akashi, ¿de verdad se quiere ir? ¿No lo hemos tratado bien?
Sí, es la criada de antes. Respóndele si quieres o vete directamente, pero está un poco preocupada y temerosa de lo que le puedas decir. Después de eso, ¿cómo saldrás de la isla? Dado que no es un viaje oficial ni permitido, estarías renunciando a tu status si te vas, y ya tienes fama de no querer ser tenryu. De todos modos, dependiendo de a dónde vayas, intentarán disuadirte para que te quedes.
No es sólo eso -murmura tu padre con una sonrisa torcida en la cara-, seguro que no es sólo eso, hijo. -Puso todo el desprecio posible en esa palabra. -Si tanto te amargan los dulces lujos de tu casa, lárgate, pero no sólo a dar un paseo. La verdad es que me vendría bien perderte de vista, a ti, y a tus remilgos morales. ¡Fuera de mi vista! -exclama, y antes de dar un portazo dice: -Ya sabes qué pasará si sales de la isla y reniegas. Y sé bien que lo deseas, pero puede que no salgas airoso si lo intentas.
No, no es que te lea el pensamiento, pero las cosas están claras. Aunque tus palabras son racionales y podrían pasar desapercibidas, tu padre sólo lo es a ratos y tiene unos cambios de humor espectaculares. La puerta cierra con demasiada fuerza y se agrieta, y los guardias van rápidamente a abrirla y siguen a tu padre. Tienen bastante claro quién manda y él ha dicho que no le importa que te vayas así que...
Oyes una suave voz detrás de ti. ¿Va a acabarse este infierno alguna vez?
-Señorito Akashi, ¿de verdad se quiere ir? ¿No lo hemos tratado bien?
Sí, es la criada de antes. Respóndele si quieres o vete directamente, pero está un poco preocupada y temerosa de lo que le puedas decir. Después de eso, ¿cómo saldrás de la isla? Dado que no es un viaje oficial ni permitido, estarías renunciando a tu status si te vas, y ya tienes fama de no querer ser tenryu. De todos modos, dependiendo de a dónde vayas, intentarán disuadirte para que te quedes.
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El momento fue tenso. Mucho a mi gusto. Las palabras de mi padre no pudieron estar más en la razón y, antes de dar un portazo que casi destruye la puerta, me dio una última advertencia. Si me iba, era para no volver y que sabía las consecuencias de dicho acto… Estaba renegando y poco me importaba. Nunca me había interesado ser un Tenryubitto o ser portador de un título de alta nobleza. No era para mí y ahora que el mayor obstáculo se había ido (con los dos guardias como perros detrás de él) estaba en libertad de acción. Era la mejor oportunidad que iba a tener en años y no podía desaprovecharla. Suspiré y me giré para ir al puerto e irme en un barco. Escuché una dulce voz a mis espaldas. Me giré y, con cierto asombro, vi a la misma criada que me había llevado el desayuno.
–No, no es eso… – tuve que hacer una pausa casi obligada. Ellos no tenían la culpa de mi decisión, no tenían nada que ver en esto. Si había personas que se preocuparon por mí, eran ellos. Suspiré con un deje de intranquilidad. – Sí, me iré de esta isla y… Es probable que no vuelva… No te preocupes, estaré bien – dije mientras le acariciaba la cabeza con delicadeza. ”Algo debo hacer por ella” – pensé mientras la veía… Si no tuviera ese maldito collar la podría dejar en libertad. No es que a mi padre le importara perder a un esclavo, se podía conseguir a diez en una sola subasta. – Antes de irme, te dejaré en libertad, ¿vale? – si mal no recordaba, tenía una llave que podía abrir los collares. ”Espero tenerla conmigo” – siempre la llevaba conmigo entre mis pantalones o en algún bolsillo de mi ropa. Llevé mis manos a cada bolsillo antes de poder encontrarla. – Me dirijo al puerto, ahí tomaré un barco y me iré. Está claro que no puedes viajar conmigo, pero, al menos, puedes usar el mismo barco e irte en la primera isla en la que paren – decía mientras la buscaba con ahínco. Suspiré de alivio cuando la encontré, en uno de los bolsillos de mi pantalón… – No puedo hacer nada con la marca que tienes. Que no te la vea nadie. Solo te generará problemas y nadie quiere eso, ¿o sí? – si no ocurría nada extraño, llevaría la llave al collar y se lo quitaría. Era una de las pocas formas que sabía en qué podía quitarlo y que no explotara en el proceso. – Con eso debería bastar. Ahora, tendrás que ir conmigo hasta que estemos en el barco. Ya inventaré algo si preguntan por qué estás sin collar y técnicamente sigo siendo alguien más importante que todas estas basuras de este sitio. – Dije con una sonrisa.
Si nada extraño sucedía en las afueras de mi casa, empezaría a caminar rumbo al puerto. No tenía idea si la criada me iba a seguir o no (le convenía seguirme). Si iba con ella iba a tener una preocupación de más, pero poco me importaba. Nadie en esta isla podía cuestionar mis decisiones o algo por el estilo. Solo mi padre tenía esa “autoridad” y a él le importaba un carajo lo que hiciera. Yo solo me preguntaba…. ¿Cuándo iba a acabar este infierno?
–No, no es eso… – tuve que hacer una pausa casi obligada. Ellos no tenían la culpa de mi decisión, no tenían nada que ver en esto. Si había personas que se preocuparon por mí, eran ellos. Suspiré con un deje de intranquilidad. – Sí, me iré de esta isla y… Es probable que no vuelva… No te preocupes, estaré bien – dije mientras le acariciaba la cabeza con delicadeza. ”Algo debo hacer por ella” – pensé mientras la veía… Si no tuviera ese maldito collar la podría dejar en libertad. No es que a mi padre le importara perder a un esclavo, se podía conseguir a diez en una sola subasta. – Antes de irme, te dejaré en libertad, ¿vale? – si mal no recordaba, tenía una llave que podía abrir los collares. ”Espero tenerla conmigo” – siempre la llevaba conmigo entre mis pantalones o en algún bolsillo de mi ropa. Llevé mis manos a cada bolsillo antes de poder encontrarla. – Me dirijo al puerto, ahí tomaré un barco y me iré. Está claro que no puedes viajar conmigo, pero, al menos, puedes usar el mismo barco e irte en la primera isla en la que paren – decía mientras la buscaba con ahínco. Suspiré de alivio cuando la encontré, en uno de los bolsillos de mi pantalón… – No puedo hacer nada con la marca que tienes. Que no te la vea nadie. Solo te generará problemas y nadie quiere eso, ¿o sí? – si no ocurría nada extraño, llevaría la llave al collar y se lo quitaría. Era una de las pocas formas que sabía en qué podía quitarlo y que no explotara en el proceso. – Con eso debería bastar. Ahora, tendrás que ir conmigo hasta que estemos en el barco. Ya inventaré algo si preguntan por qué estás sin collar y técnicamente sigo siendo alguien más importante que todas estas basuras de este sitio. – Dije con una sonrisa.
Si nada extraño sucedía en las afueras de mi casa, empezaría a caminar rumbo al puerto. No tenía idea si la criada me iba a seguir o no (le convenía seguirme). Si iba con ella iba a tener una preocupación de más, pero poco me importaba. Nadie en esta isla podía cuestionar mis decisiones o algo por el estilo. Solo mi padre tenía esa “autoridad” y a él le importaba un carajo lo que hiciera. Yo solo me preguntaba…. ¿Cuándo iba a acabar este infierno?
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La criada salta de alegría y pega un grito, pero rápidamente se acalla para no llamar la atención de los que están dentro de la casa. Nunca se hubiera esperado que alguien la liberara, y menos uno de sus "dueños", por así decirlo. Bendita llave, ¿eh?
-Gracias, gracias, gracias... -dice, mientras llora de alegría. -Iré con usted.
Va a echar de menos a su familia, que seguirá en la isla, pero sabe que si se queda los pondría en peligro a ellos, y a sí misma, así que decide seguirte. Si se va, es probable que nadie recuerde de dónde ha salido y tampoco la echen en falta. Cualquier cosa es mejor que quedarse cerca de esa isla y cerca de tu padre, por lo visto.
Alguna gente se inclina ante ti, extrañada de verte sin escolta, aunque no se fijan en que la antes esclava ya no lleva su collar, suponen que va contigo simplemente para entretenerte o algo de ese estilo. Eres libre de llegar hasta el puerto sin que nadie te aborde porque casi todos tienen miedo a pesar de que saben que no eres como los demás tenryubitos.
El puerto está bastante tranquilo. Hay barcos dispuestos especialmente para los nobles y que llevan en su tripulación a gente que está destinada a servirlos y llevarlos donde quieran. También hay algunos barcos para pasajeros normales y corrientes que están visitando el archipiélago y barcos mercantes, que traen productos de todas partes del mundo que se venden incluso en puestos que hay en el propio puerto. Súbete a alguno del tipo que sea, y es probable que pronto ambos seais libres. Sólo ten cuidado de que no te vean.
-Gracias, gracias, gracias... -dice, mientras llora de alegría. -Iré con usted.
Va a echar de menos a su familia, que seguirá en la isla, pero sabe que si se queda los pondría en peligro a ellos, y a sí misma, así que decide seguirte. Si se va, es probable que nadie recuerde de dónde ha salido y tampoco la echen en falta. Cualquier cosa es mejor que quedarse cerca de esa isla y cerca de tu padre, por lo visto.
Alguna gente se inclina ante ti, extrañada de verte sin escolta, aunque no se fijan en que la antes esclava ya no lleva su collar, suponen que va contigo simplemente para entretenerte o algo de ese estilo. Eres libre de llegar hasta el puerto sin que nadie te aborde porque casi todos tienen miedo a pesar de que saben que no eres como los demás tenryubitos.
El puerto está bastante tranquilo. Hay barcos dispuestos especialmente para los nobles y que llevan en su tripulación a gente que está destinada a servirlos y llevarlos donde quieran. También hay algunos barcos para pasajeros normales y corrientes que están visitando el archipiélago y barcos mercantes, que traen productos de todas partes del mundo que se venden incluso en puestos que hay en el propio puerto. Súbete a alguno del tipo que sea, y es probable que pronto ambos seais libres. Sólo ten cuidado de que no te vean.
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En cierta forma, lo había logrado. Liberé a la esclava y ahora mi camino hacia el puerto fue sin problemas. Nadie se me cruzaba y nadie, suponía, quería hacerlo tampoco. Quizás todos sabían que si estaba ahí era para no volver jamás, pero, ¿qué les importaba? Nunca les había interesado algo más que su propia nariz. Cosas de la vida, debía suponer. Ellos no entenderían nunca el sentido de esta sino salían de esta enorme jaula. Suspiré con calma y me quedé quieto en la entrada del puerto. ”Llego el momento decisivo” – tenía que colarme en uno de ellos sin que me viera nadie y habría conseguido mi misión. Miré, de reojo, a la esclava, se notaba feliz y llena de vida. Nunca antes la había visto así, nunca la había visto ser humano y ser así.
– No puedo imaginar lo difícil que es para ti esta situación – dije mientras analizaba la situación con calma. – Quizás sufras de estrés post traumático y no puedas dejar de hacer las cosas que hacías como esclava – mi tono era tranquilo y sereno. ¿Ideas para salir? Escabullirme, con un disfraz, camuflándome entre la gente o lo que sea, en el barco mercante. Era lejos el que tendría más lugares para esconderme y donde podría tener alguna historia mejor para contar. – Pero tienes que ser fuerte. Velo como un punto de partida nuevo – una breve pausa. El plan era… Sencillo y no debería causarnos tantos problemas. – No puedo hacer nada por tu familia. Me encantaría liberarlos también, pero no puedo enfrentar a mi padre otra vez – apreté mis puños con impotencia y dolor. ¿Por qué debía ser tan injusto? – Estoy seguro que algún día, alguien vendrá y acabará con este inmenso poder que tienen los Tenryubittos – empecé a caminar, a paso lento y continuado, por el puerto. – Algún día, todo esto acabara y nadie tendrá que huir de ellos. Ninguna familia se separara, no habrán más esclavos – aún tenía la fe de que nadie se interpondría en mi camino, que mi título durara el tiempo suficiente para lograr salir de este infierno. – Pero, por ahora, solo me queda darte mis más sinceras gracias y… – el barco mercante se veía cerca. Tenía que analizarlo bien… Debía haber algún tipo de camino que me dejara subir sin muchos problemas y algo que hacer. – Lo siento. Ni siquiera me aprendí tu nombre, así que sería ideal que me lo dijeras – me detuve a escasos metros de lo que era mi método para salir de ahí… Pero tenía que moverme con calma. – Yo soy Akashi D Kronos. Un placer. – Sonreí de medio lado. Tenía que esperar a que algo pasase, algún descuido o alguna ventana.
– Tsk… Tendremos que esperar – no me podía arriesgar a armar alguna clase de jaleo para escapar. No podía por dos razones, la primera; estaba con alguien más y ella podía salir lastimada en el fuego cruzado, la segunda; este sitio se iba a llenar tanto de los que custodian el puerto, marines y toda la seguridad de los nobles que usaban este puerto para escapar. – No podemos arriesgarnos a subir sin más. Tenemos que ser sigilosos. Tenemos que aprovechar las aberturas que nos dejen. – No me agradaba la situación, aunque por más que pensara qué debería hacer no se me ocurría nada más sensato. Correr riesgos en la parte final del juego, era un suicidio… La libertad estaba ahí, a unos cuantos metros… Maldición.
– No puedo imaginar lo difícil que es para ti esta situación – dije mientras analizaba la situación con calma. – Quizás sufras de estrés post traumático y no puedas dejar de hacer las cosas que hacías como esclava – mi tono era tranquilo y sereno. ¿Ideas para salir? Escabullirme, con un disfraz, camuflándome entre la gente o lo que sea, en el barco mercante. Era lejos el que tendría más lugares para esconderme y donde podría tener alguna historia mejor para contar. – Pero tienes que ser fuerte. Velo como un punto de partida nuevo – una breve pausa. El plan era… Sencillo y no debería causarnos tantos problemas. – No puedo hacer nada por tu familia. Me encantaría liberarlos también, pero no puedo enfrentar a mi padre otra vez – apreté mis puños con impotencia y dolor. ¿Por qué debía ser tan injusto? – Estoy seguro que algún día, alguien vendrá y acabará con este inmenso poder que tienen los Tenryubittos – empecé a caminar, a paso lento y continuado, por el puerto. – Algún día, todo esto acabara y nadie tendrá que huir de ellos. Ninguna familia se separara, no habrán más esclavos – aún tenía la fe de que nadie se interpondría en mi camino, que mi título durara el tiempo suficiente para lograr salir de este infierno. – Pero, por ahora, solo me queda darte mis más sinceras gracias y… – el barco mercante se veía cerca. Tenía que analizarlo bien… Debía haber algún tipo de camino que me dejara subir sin muchos problemas y algo que hacer. – Lo siento. Ni siquiera me aprendí tu nombre, así que sería ideal que me lo dijeras – me detuve a escasos metros de lo que era mi método para salir de ahí… Pero tenía que moverme con calma. – Yo soy Akashi D Kronos. Un placer. – Sonreí de medio lado. Tenía que esperar a que algo pasase, algún descuido o alguna ventana.
– Tsk… Tendremos que esperar – no me podía arriesgar a armar alguna clase de jaleo para escapar. No podía por dos razones, la primera; estaba con alguien más y ella podía salir lastimada en el fuego cruzado, la segunda; este sitio se iba a llenar tanto de los que custodian el puerto, marines y toda la seguridad de los nobles que usaban este puerto para escapar. – No podemos arriesgarnos a subir sin más. Tenemos que ser sigilosos. Tenemos que aprovechar las aberturas que nos dejen. – No me agradaba la situación, aunque por más que pensara qué debería hacer no se me ocurría nada más sensato. Correr riesgos en la parte final del juego, era un suicidio… La libertad estaba ahí, a unos cuantos metros… Maldición.
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-Ma-Mariko -dice, sorprendida por tu discurso y porque te intereses por ella. Quieras que no, no es algo común. -Ese es mi nombre. Y no pasa nada... Sé que ya tengo bastante suerte pudiendo irme yo. Ahora mismo sólo quiero que lleguemos a una isla tranquila y vivir una vida sin demasiadas preocupaciones.
Nadie repara especialmente en ti ni en la chica, pensando en que simplemente te estás paseando por allí y buscando nuevos esclavos, tratando de "rapiñar" uno de los que trae el propio barco mercante, entre otras cosas. Los guardias del puerto aparecen para inspeccionar la carga antes de que sea entregada y después los marineros empiezan a sacar tanto a personas como distintos bienes que traen de tierras lejanas. Empieza lo bueno. En el barco queda un vigía mientras los demás se van a las tabernas a pasar un buen rato con el dinero obtenido. Por suerte para ti, este también tiene una botella de ron en la mano y no tardará en quedarse dormido. Ni siquiera han quitado la pasarela del barco, para poder volver sin demasiados percances cuando todos estén borrachos. Podéis esperar un poco y meteros en las bodegas detrás de cajas, nadie notará vuestra presencia hasta que sea tarde.
Sólo tienes que esperar a que llegue a otro destino en un par de días y bajarte allí. También puedes descubrirte cuando estéis en alta mar. Los navegantes no opondrán resistencia ni tratarán de capturarte porque todavía te reconocerán como un noble y pensarán que se están metiendo en líos. En cuanto noten tu ausencia, tu padre avisará de que te has escapado y de que eso significa que renuncias a tu cargo, así que será "oficial" que ya no eres tenryu. Por desgracia para él, lo mirarán un poco peor a partir de ahora, ya que le ha salido un hijo rebelde.
Nadie repara especialmente en ti ni en la chica, pensando en que simplemente te estás paseando por allí y buscando nuevos esclavos, tratando de "rapiñar" uno de los que trae el propio barco mercante, entre otras cosas. Los guardias del puerto aparecen para inspeccionar la carga antes de que sea entregada y después los marineros empiezan a sacar tanto a personas como distintos bienes que traen de tierras lejanas. Empieza lo bueno. En el barco queda un vigía mientras los demás se van a las tabernas a pasar un buen rato con el dinero obtenido. Por suerte para ti, este también tiene una botella de ron en la mano y no tardará en quedarse dormido. Ni siquiera han quitado la pasarela del barco, para poder volver sin demasiados percances cuando todos estén borrachos. Podéis esperar un poco y meteros en las bodegas detrás de cajas, nadie notará vuestra presencia hasta que sea tarde.
Sólo tienes que esperar a que llegue a otro destino en un par de días y bajarte allí. También puedes descubrirte cuando estéis en alta mar. Los navegantes no opondrán resistencia ni tratarán de capturarte porque todavía te reconocerán como un noble y pensarán que se están metiendo en líos. En cuanto noten tu ausencia, tu padre avisará de que te has escapado y de que eso significa que renuncias a tu cargo, así que será "oficial" que ya no eres tenryu. Por desgracia para él, lo mirarán un poco peor a partir de ahora, ya que le ha salido un hijo rebelde.
- off:
- Puedes entregar el rol después de subirte al barco/decir lo que quieras (recuerda avisar en peticiones de que renuncias a ser tenryu y hay que cambiarte la chapa; supongo que pasarías a ser ciudadano). Además, puedes quedarte con Mariko como npc irrelevante (y describiéndola tú) o simplemente se irá por su cuenta en la primera isla no hostil a la que lleguéis. Espero que este moderado no haya sido muy coñazo~
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– Mariko, ¿eh? Bonito nombre. – Dije con una sonrisa. Noté que los guardias del puerto venían, revisaban las cargas y se volvían a ir. En el barco mercante las cosas no eran tan diferentes, todos los tripulantes habían bajado, seguramente, a emborracharse en alguna taberna y… Solo quedaba un vigía, que por su estado, no iba a tardar mucho en caer dormido a causa del alcohol. Era nuestra oportunidad. Me viera o no me viera, probablemente, me confundiría con uno de sus compañeros. Agarré a Mariko de la mano y empecé a caminar rápido hacía nuestro pasaje de salida. No tardé mucho en llegar, subí con calma y, preocupándome de que nadie me viera dentro, llegamos a la bodega.
– Somos libres. Aunque tomemos caminos separados, estoy seguro que nos volveremos a ver. En un futuro, si decides salir al mar, búscame – tomé una pausa y me senté en el suelo. – Te estaré esperando con los brazos abiertos – la miré a los ojos. Era una chica fuerte, sabía que, cuando estuviera todo listo, volvería para luchar. Quizás no de inmediato, pero, al menos, sabía que lo intentaría una vez más. - Por ahora, solo descansemos. Se nos viene un viaje muy difícil y este apenas es el comienzo. – Cerré mis ojos y, lentamente, me empecé a quedar dormido. ¿Qué me esperaría? ¿Qué tipo de aventura comencé? Una vez llegará a la primera isla, lo sabría.
– Somos libres. Aunque tomemos caminos separados, estoy seguro que nos volveremos a ver. En un futuro, si decides salir al mar, búscame – tomé una pausa y me senté en el suelo. – Te estaré esperando con los brazos abiertos – la miré a los ojos. Era una chica fuerte, sabía que, cuando estuviera todo listo, volvería para luchar. Quizás no de inmediato, pero, al menos, sabía que lo intentaría una vez más. - Por ahora, solo descansemos. Se nos viene un viaje muy difícil y este apenas es el comienzo. – Cerré mis ojos y, lentamente, me empecé a quedar dormido. ¿Qué me esperaría? ¿Qué tipo de aventura comencé? Una vez llegará a la primera isla, lo sabría.
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