Legendary Hunters VS Personaje Misterioso

Todos nuestros ataques eran inútiles, provocando que nuestras fuerzas se fueran mermando poco a poco. Era como si no estuviera en aquella habitación o que fuera inmortal, ya que cada ataque que supuestamente recibía no provocaba daño alguno en él. – Tenemos que hacer algo – dije jadeando ligeramente y mirando a alrededor. El tipo en ese momento comenzó a provocarnos aún más, como si no fuera ya insoportable estando callado. La situación no pintaba nada bien, por lo que tomé una decisión que podría conducirme a la muerte. Si el tipo no se encontraba en aquella sala, tendría que estar cerca para poder controlar todo aquello. – Amigos…. Si esto es nuestro fin, solo quiero deciros que ha sido un placer haberos conocido. Tapaos los oídos – dije esto último casi en un susurro, sonriendo e intentando canalizar toda la rabia que tenía en mi próxima acción. Exhale aire a toda mi capacidad pulmonar y comencé a emitir mi llamada hércules, haciendo que retumbara toda la habitación por el sonido. Si podía escucharnos aquello iba a espabilarlo de repente, además de desorientarlo, con pitidos en los oídos y crearle vértigo.

Destruí algunas de las estatuas que continuaban saliendo del suelo y cambié a mi forma completa – Sin, déjale ciego – le dije a mi compañero haciéndole una señal. Después les indiqué que se pusieran cada uno debajo de cada ala, para poder llevarlos conmigo en aquella ¿huida? No sabía si Kaito y Sinclair me seguirían o tendrían otra idea para solventar aquella situación, pero en aquella sala era peligroso quedarse. A continuación comencé a perforar el suelo con cierta dificultad, pero tras los primeros metros se hizo algo más liviano. Había tres opciones, encontrar a aquel tipo, salir de aquel lugar o en el último de los casos, morir. Giré y me dirigí adonde habíamos visto la puerta pintada, teníamos que ir hacia algún lugar y en aquel túnel que estaba haciendo no tenía muchas referencias. Active el haki de observación y el de armadura, estábamos en su terreno y seguramente la desorientación no duraría demasiado. Si lo detectaba minimante, me abalanzaría en aquella dirección a toda velocidad para embestirlo. A partir de ahora mi suerte pendía de un hilo…. Y mi vida también.

Y el resultado de todo fue nada, todos nuestros esfuerzos no habían servido de nada, cosa en la que se regodeaba nuestro enemigo, quizás Guldrik tuviese razón y no estuviese cosa que acrecentó que fuese un usuario y ya casi no me quedaban dudas de cuál era. A continuación dijo que este podría ser nuestro fin y que si así era que había sido un placer trabajar con nosotros. Yo me sentía igual, quizás todos los demás enemigos podían haber sido poderosos, pero al menos estuvieron frente a nosotros.

A continuación, tuve que taparme los oídos, ya que Guldrik atacó con su llamada Hércules, el sonido más horrendo que había escuchado nunca. Cuando acabó de atacar me pidió que lo dejara ciego, pero no se que podría cambiar de la primera vez que intenté hacerlo, pero quizás... - Kaito, Guldrik cerrar los ojos, rápido. Cuando ví que los dos los tenían cerrados expulsé de mi cuerpo, toda la luz que había estado controlando durante unos instantes. Después Guldrik nos ofreció llevarnos bajo sus alas, yo acepté aunque no sabía lo que haría Kaito. Después Guldrik comenzó a excavar para meternos bajo tierra, al estar bajo el ala de Guldrik aproveché para  transformarme en mi forma híbrida y, de repente, volví a sentir dolor, era moderado y soportable. Con esto, pretendía guardar energías para dar lo máximo de mi hasta el final.

Toda la sala tiembla y termina por cerrarse. El túnel que ha hecho Guldrik queda a oscuras, y tras descender un poco más, llega a un pasillo lleno de celdas a ambos lados. Las puertas de los calabozos parecen abiertas de par en par, y a lo lejos se escucha un sonido de lucha, y pasos corriendo.

Mientras tanto, Kaito logra partir la pared con sus cortes, pero debido a su meditación, los muros de la sala se ciernen sobre él. Sus yokai le abren paso, golpeando las estatuas que surgen del suelo, y que ahora también parecen aparecer en paredes y techo, tratando de detener al cazador con sus pétreas manos. Para cuando logra pasar a través del agujero que ha formado con sus cortes, un perfecto triángulo de lados rectos, el samurai se da cuenta de una cosa: no siente su brazo izquierdo. En su lugar, un tremendo dolor lo recorre. Con la adrenalina, no se había dado cuenta, pero aún puede ver un chorro de sangre que resbala entre los dos muros que a punto han estado de aplastarlo. Si se fija en el lugar en el que ha acabado, verá que se trata de una especie de pasillo sin nada especial. Hay pequeños ventanucos en las gruesas paredes por los que se cuela una luz amarillenta.

Nota: