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Akuma no mi
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Por algún motivo has decidido venir a Shimotsuki. Tal vez quieras entrenarte con alguno de los maestros espadachines locales antes de entrar en la Marina, sólo estés de paso o simplemente te hayan entrado ganas de probar alguno de los platos típicos como la mantis frita. No se tú, pero yo en tu lugar tal vez no probaría eso último. El caso, estás en el puerto y acabas de llegar. Es la hora de la comida y te ruge el estómago. Tal vez quieras acercarte a alguna taberna local a comer algo y pedir una habitación si pretendes quedarte más de un día, o si te ves derrochador ir a alguno de los restaurantes del lugar. O si estás obcecado en cumplir el que sea que es tu objetivo, tal vez prefieras irte por ahí antes de comer. A propósito, ¿a dónde ha ido a parar tu monedero...?
Urie Sov
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Akuma no mi
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Tierra. ¿Al fin? No lo tenía muy claro. Esto de la mar era realmente tranquilizador. Creo firmemente que nadie, nunca, sabrá el sentimiento que me producía ir en un barco. En un barco, a mi entender, todo lo que se respira es pura paz: el sonido de los pájaros que sobrevuelan el mar, el chocar de las olas contra el casco del barco... Todos esos sonidos no sólo eran música para mis oídos, sino el más puro bienestar para mi alma.
Pero tierra al fin. ¿Qué tierra? La isla de Shimotsuki. La verdad es que el destino me lo comunicaron al subir al barco. Todo una locura. Cuando ahorré el dinero suficiente decidí montar en un barco y aquí estoy, rodeado de gente, en un puerto que no es el mío y en el que jamás había estado, no por falta de viajes, desde luego, per...
El rugir de mi barriga quejándose por el maltrato al que le estaba sometiendo interrumpió mis pensamientos. Estaba famélico, la comida del barco no me transmitía mucha confianza, y el capitán dijo que para la hora de comer estaríamos en la isla, así que decidí aguantarme un poco hasta llegar. Graso error por el que estaba pagando. Otro rugido. La cosa pintaba seria, y es que cuando se trataba de comida, la cosa siempre era seria. Al menos tenía el dinero suficiente como para comer algo decente y que me lle-na-se.
Un momento. ¿Y mi cartera? - pensé agitado mientras que llevaba mis manos a todos los posibles bolsillos dónde pudiera estar - No, no, no, no, no... - volví a revisarlo todo, tenía que tratarse de una broma. De un error, nadie puede ser tan torpe.
Bien. Totalmente confirmado, tras una tercera revisión de mis bolsillos comprobé que hubiera sido mejor quedarse en el barco. No había pasado ni medio minuto de desembarcar cuando mi cartera por arte de magia había desaparecido. Bueno, no de manera tan mágica, estaba claro que me la habían robado. Mire a mi alrededor, izquierda, derecha e incluso me giré para ver si había sido alguien por detrás.
Quizá se me haya caído al desembarcar -pensé volviendo sobre mis pasos y fijándome atentamente en el suelo y en sus inmediaciones, sin embargo, no albergaba mucha esperanza de encontrar la cartera. Si se me había caído cualquier persona habría cogido la cartera y seguido su camino, la otra posibilidad es que se hubiese caído al agua y...
Joder - dije en voz alta sin remediarlo. ¿En serio? Urie ¿De verdad? ¿Pretendes alistarte en la marina, para combatir piratas de gran renombre, y no eres capaz de darte cuenta de cuándo te roban? mi cara era un cuadro, sin embargo no deje de buscar por todos lados, la esperanza, aunque casi nula es lo último que se pierde.
Pero tierra al fin. ¿Qué tierra? La isla de Shimotsuki. La verdad es que el destino me lo comunicaron al subir al barco. Todo una locura. Cuando ahorré el dinero suficiente decidí montar en un barco y aquí estoy, rodeado de gente, en un puerto que no es el mío y en el que jamás había estado, no por falta de viajes, desde luego, per...
El rugir de mi barriga quejándose por el maltrato al que le estaba sometiendo interrumpió mis pensamientos. Estaba famélico, la comida del barco no me transmitía mucha confianza, y el capitán dijo que para la hora de comer estaríamos en la isla, así que decidí aguantarme un poco hasta llegar. Graso error por el que estaba pagando. Otro rugido. La cosa pintaba seria, y es que cuando se trataba de comida, la cosa siempre era seria. Al menos tenía el dinero suficiente como para comer algo decente y que me lle-na-se.
Un momento. ¿Y mi cartera? - pensé agitado mientras que llevaba mis manos a todos los posibles bolsillos dónde pudiera estar - No, no, no, no, no... - volví a revisarlo todo, tenía que tratarse de una broma. De un error, nadie puede ser tan torpe.
Bien. Totalmente confirmado, tras una tercera revisión de mis bolsillos comprobé que hubiera sido mejor quedarse en el barco. No había pasado ni medio minuto de desembarcar cuando mi cartera por arte de magia había desaparecido. Bueno, no de manera tan mágica, estaba claro que me la habían robado. Mire a mi alrededor, izquierda, derecha e incluso me giré para ver si había sido alguien por detrás.
Quizá se me haya caído al desembarcar -pensé volviendo sobre mis pasos y fijándome atentamente en el suelo y en sus inmediaciones, sin embargo, no albergaba mucha esperanza de encontrar la cartera. Si se me había caído cualquier persona habría cogido la cartera y seguido su camino, la otra posibilidad es que se hubiese caído al agua y...
Joder - dije en voz alta sin remediarlo. ¿En serio? Urie ¿De verdad? ¿Pretendes alistarte en la marina, para combatir piratas de gran renombre, y no eres capaz de darte cuenta de cuándo te roban? mi cara era un cuadro, sin embargo no deje de buscar por todos lados, la esperanza, aunque casi nula es lo último que se pierde.
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Akuma no mi
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Al mirar al suelo no ves gran cosa. Algún chicle pegado que algún guarro tiraría hace tiempo y poco más. Sin embargo otras cosas te llaman un poco más la atención entre la multitud: un tipo envuelto en una capa de viaje de color beige con la capucha puesta, un gyojin con el que todo el mundo mantiene una distancia prudencial, un mono tocando la guitarra con los pies, un hombre joven particularmente joven que no hace más que tropezarse con todo el mundo... en general el puerto parece haberse convertido en una convención de tipos raros. ¿Cómo saldrás del aprieto? Tal vez quieras seguir buscando al mangante que te ha quitado todo tu dinero, o irte a probar suerte por el pueblo. Haciendo algún trabajillo fácil como cargar cajas en el puerto o lavar la loza en alguna taberna puede que te de suficiente para pagarte una comida. Pero claro, eso es demasiado sencillo y aburrido. Igual prefieres ir a la aventura y tengas alguna idea loca en mente para salir del paso. En todo caso, en el puerto ves poco a parte de un par de pequeños almacenes, marineros descargando cajas y algún pescador. En cambio en la entrada del pueblo puedes ver un grupito de gente mirando algo en una pared. Opciones no te faltan, ahora... ¿qué harás?
Urie Sov
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Akuma no mi
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Como yo pensaba. Robada. Bien, estaba sin dinero, en una ciudad que no era la mía y al borde de un ataque de nervios. Hice acopio de todas mis fuerzas para tratar de tranquilizarme, contando hasta diez y respirando correctamente... No llegue al tres, me estaba poniendo más nervioso, así que decidí ir caminando sin rumbo fijo pensando en algún tipo de solución.
Mientras iba andando, me fijé en el puerto y la gente que en él paseaba. Un gyojin, un mono que tocaba la guitarra con los pies, un chico que todo lo que tenía de torpe lo tenía de joven y un señor con una capucha de viaje beige. En un principio pensé en unirme bailando al ritmo al que tocaba el mono de feria (nunca mejor dicho), sin embargo, yo, al contrario que los que frecuentaban el puerto, no quería llamar la atención. Por lo que descarté mi idea.
Tal vez... - como si de una bombilla se tratase, a mi mente llegó una idea. El mangante, si no tenía suficiente con mi dinero, aprovecharía la distracción de los que admiraban el mono para seguir robando. O igual pillaba a otro mangante, en cualquier caso, era un buen comienzo ya que de llevarlo a la marina no sólo sumaría puntos, sino que de ser buscado por el pueblo, seguramente me caería algún tipo gratificación - por mis grandes y ostentosos esfuerzos por la lucha contra el crimen organizado- pensé esto último en tono de burla.
Con que me pudiera alimentar me bastaba. Busqué un sitio discreto desde el que ver toda la escena, para poner todos mis sentidos en localizar algún ladrón. Cuando vi una pared que cumplía los requisitos me dirigí hacia ella. Al llegar me puse cómodo, coloqué el pie derecho sobre la pared y me dispuse a observar. Observando el panorama, vi que a la entrada de la ciudad, había un corro de personas reunidas mirando la pared.
De repente cuando me quise dar cuenta, el chico joven que tropezaba sin ton ni son cayó delante mía. Mi corazón me decía que tenía que preguntarle como se encontraba, aunque para ello tuviese que perder unos segundos que pudieran ser esenciales en la búsqueda del ladrón.
- Esto... ¿Estás bien chico? - dije ofreciéndole mi mano para que se levantara con la máxima dignidad posible.
Mientras iba andando, me fijé en el puerto y la gente que en él paseaba. Un gyojin, un mono que tocaba la guitarra con los pies, un chico que todo lo que tenía de torpe lo tenía de joven y un señor con una capucha de viaje beige. En un principio pensé en unirme bailando al ritmo al que tocaba el mono de feria (nunca mejor dicho), sin embargo, yo, al contrario que los que frecuentaban el puerto, no quería llamar la atención. Por lo que descarté mi idea.
Tal vez... - como si de una bombilla se tratase, a mi mente llegó una idea. El mangante, si no tenía suficiente con mi dinero, aprovecharía la distracción de los que admiraban el mono para seguir robando. O igual pillaba a otro mangante, en cualquier caso, era un buen comienzo ya que de llevarlo a la marina no sólo sumaría puntos, sino que de ser buscado por el pueblo, seguramente me caería algún tipo gratificación - por mis grandes y ostentosos esfuerzos por la lucha contra el crimen organizado- pensé esto último en tono de burla.
Con que me pudiera alimentar me bastaba. Busqué un sitio discreto desde el que ver toda la escena, para poner todos mis sentidos en localizar algún ladrón. Cuando vi una pared que cumplía los requisitos me dirigí hacia ella. Al llegar me puse cómodo, coloqué el pie derecho sobre la pared y me dispuse a observar. Observando el panorama, vi que a la entrada de la ciudad, había un corro de personas reunidas mirando la pared.
De repente cuando me quise dar cuenta, el chico joven que tropezaba sin ton ni son cayó delante mía. Mi corazón me decía que tenía que preguntarle como se encontraba, aunque para ello tuviese que perder unos segundos que pudieran ser esenciales en la búsqueda del ladrón.
- Esto... ¿Estás bien chico? - dije ofreciéndole mi mano para que se levantara con la máxima dignidad posible.
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Te fijas en que en el momento en que te ve, se asusta por un momento y guarda algo pequeño y marrón que lleva en la mano entre sus ropas. Acto seguido acepta tu mano y se incorpora. Parece un tanto nervioso y no querer estar ni un segundo más contigo.
- S...sí, gracias. Lo siento, tengo prisa.
De repente echa a correr ágilmente y a una velocidad envidiable. Ya no parece ni la mitad de torpe que antes, y de hecho va esquivando a la multitud sin problemas. ¿Qué raro, no? Por lo demás, la gente parece que se empieza a ir de la zona.
- S...sí, gracias. Lo siento, tengo prisa.
De repente echa a correr ágilmente y a una velocidad envidiable. Ya no parece ni la mitad de torpe que antes, y de hecho va esquivando a la multitud sin problemas. ¿Qué raro, no? Por lo demás, la gente parece que se empieza a ir de la zona.
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