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Cliff Island. Una isla que, por desgracia para ti, y para más de uno de sus habitantes, no es la primera vez que visitas. Aunque como siempre, estás aquí por trabajo, por lo que no tienes tiempo para lamentaciones ni para hacer turismo.
Mientras el barco en el que has llegado a la isla termina de preparar los amarres, te llevas la mano a uno de los bolsillos de tu chaqueta y extraes la carta que te había llegado. No da muchos detalles, tan solo se te ofrece un trabajo que no se especifica y se asegura una buena paga por el mismo. En el interior del sobre se incluía también una tarjeta, que ahora sostienes en tu mano. Parece una de esas típicas tarjetas de presentación, es de color negro, con una pequeña luna en la esquina superior y un nombre en el centro: Nox. Según se especificaba en la carta, es un club relativamente famoso en la ciudad, y es el lugar donde has de reunirte con tu contacto.
Cuando finalmente desciendes por la pasarela, te encuentras en el muelle. Está anocheciendo, pero eso a ti no te preocupa, y frente a ti se extiende la ciudad al completo. Sus calles son amplias y bastante transitadas, aunque no se encuentran en muy buen estado y la gente que anda por ellas es, cuanto menos, curiosa. En definitiva, cualquiera que las recorra de noche debería andarse con ojo. Puede que en el pasado esta fuese una gran ciudad, pero ahora no es más que un nido de delincuentes y chanchullos. Pensándolo mejor, encajarías bien en un lugar así.
Mientras el barco en el que has llegado a la isla termina de preparar los amarres, te llevas la mano a uno de los bolsillos de tu chaqueta y extraes la carta que te había llegado. No da muchos detalles, tan solo se te ofrece un trabajo que no se especifica y se asegura una buena paga por el mismo. En el interior del sobre se incluía también una tarjeta, que ahora sostienes en tu mano. Parece una de esas típicas tarjetas de presentación, es de color negro, con una pequeña luna en la esquina superior y un nombre en el centro: Nox. Según se especificaba en la carta, es un club relativamente famoso en la ciudad, y es el lugar donde has de reunirte con tu contacto.
Cuando finalmente desciendes por la pasarela, te encuentras en el muelle. Está anocheciendo, pero eso a ti no te preocupa, y frente a ti se extiende la ciudad al completo. Sus calles son amplias y bastante transitadas, aunque no se encuentran en muy buen estado y la gente que anda por ellas es, cuanto menos, curiosa. En definitiva, cualquiera que las recorra de noche debería andarse con ojo. Puede que en el pasado esta fuese una gran ciudad, pero ahora no es más que un nido de delincuentes y chanchullos. Pensándolo mejor, encajarías bien en un lugar así.
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Pasé gran parte del viaje dándole golpecitos al machete que me acompañaba mientras miraba de reojo la capa en la maltrecha mochila que usaba a modo de maleta en cada viaje. Sin duda, si este encargo se daba bien, me daría el capricho de una nueva.
En el barco no había demasiada gente, pero algunos no dejaban de mirarme, quizá por la bella melodía que estaba creando con los susodichos golpes.
Salí varias veces a cubierta, deseando ser yo el que llevase el barco, pero consciente de que no era la mejor opción.
”Algún día me meteré en un barco de ricachones y los asesinaré lentamente a todos” Pensé a la par que sonreía. Asesinar a ricos, justicia poética.
Volví a meterme de nuevo y sentarme en mi asiento, aprovechando de nuevo para sacar la carta. En ella se describía bien poco, siendo lo único a lo que hacía mención ”un trabajo” cuya recompensa sería ”jugosa”.
No solía aceptar encargos tan enigmáticos, ya que solían ser gilipolleces mal pagadas, además de poco serios. Pero siendo sinceros… El dinero empezaba a escasear.
La carta, con determinadas decoraciones, no dejaba margen de duda con respecto al lugar de encuentro. Un club llamado “Nox”, bastante céntrico y conocido.
”Otro inútil que quiere quedar con una gran aglomeración de gente. Como si eso le fuese a salvar si no me paga”
Anduve un rato más por los pasillos hasta que finalmente el barco se detuvo. Al mirar por la ventanilla pude vislumbrar aquella excéntrica ciudad. La verdad es que nada tenía que envidiar a Mock Town. Maleantes por aquí y por allá, campando a sus anchas. Pobres pidiendo limosnas ante la atónita mirada del resto de la gente.
Sin duda, me lo pasaría bien allí.
Justo antes de salir me coloqué la capa, aunque sin cubrir mi rostro con la capucha pues aquello atraería más los ojos de los curiosos.
De un potente salto caí sobre tierra firme, ojeando los alrededores y dándome cuenta que pronto sería de noche.
”Perfecto” La noche era una diosa bellísima, y una gran sirviente del ladrón. Dame un cuarto oscuro y cuando vuelva la luz te encontrarás en ropa interior. Y eso si he sido bondadoso.
Caminé a paso lento mientras seguía ojeando aquellas calles, bastante más transitadas de lo que me esperaba. Fui acercándome hacia mi destino, no sin antes intentar trazar un perímetro de seguridad en mi imaginación, teniendo siempre en cuenta una posible salida ante una situación de riesgo.
Los rostros de la gente eran tan dispares, que sencillamente no podía imaginarme si alguien me la iría a jugar en aquella isla.
Palpando el lateral izquierdo de mi pantalón me cercioré de que mi fiel pistola siguiese allí, a la par que le daba una suave caricia al machete, en el lateral opuesto.
”Espero equivocarme, pero me vais a hacer falta. Y si os portáis bien, os veneraré con mucha sangre” Pensé a la par que entraba en el selecto club Nox.
Intentaría sentarme en la barra de haber sitio. Si no, buscaría una mesa en cualquier esquina, lo maś cercana a la puerta o una de las ventanas. Y pediría sake, claro. Una jarra grande de sake.
En el barco no había demasiada gente, pero algunos no dejaban de mirarme, quizá por la bella melodía que estaba creando con los susodichos golpes.
Salí varias veces a cubierta, deseando ser yo el que llevase el barco, pero consciente de que no era la mejor opción.
”Algún día me meteré en un barco de ricachones y los asesinaré lentamente a todos” Pensé a la par que sonreía. Asesinar a ricos, justicia poética.
Volví a meterme de nuevo y sentarme en mi asiento, aprovechando de nuevo para sacar la carta. En ella se describía bien poco, siendo lo único a lo que hacía mención ”un trabajo” cuya recompensa sería ”jugosa”.
No solía aceptar encargos tan enigmáticos, ya que solían ser gilipolleces mal pagadas, además de poco serios. Pero siendo sinceros… El dinero empezaba a escasear.
La carta, con determinadas decoraciones, no dejaba margen de duda con respecto al lugar de encuentro. Un club llamado “Nox”, bastante céntrico y conocido.
”Otro inútil que quiere quedar con una gran aglomeración de gente. Como si eso le fuese a salvar si no me paga”
Anduve un rato más por los pasillos hasta que finalmente el barco se detuvo. Al mirar por la ventanilla pude vislumbrar aquella excéntrica ciudad. La verdad es que nada tenía que envidiar a Mock Town. Maleantes por aquí y por allá, campando a sus anchas. Pobres pidiendo limosnas ante la atónita mirada del resto de la gente.
Sin duda, me lo pasaría bien allí.
Justo antes de salir me coloqué la capa, aunque sin cubrir mi rostro con la capucha pues aquello atraería más los ojos de los curiosos.
De un potente salto caí sobre tierra firme, ojeando los alrededores y dándome cuenta que pronto sería de noche.
”Perfecto” La noche era una diosa bellísima, y una gran sirviente del ladrón. Dame un cuarto oscuro y cuando vuelva la luz te encontrarás en ropa interior. Y eso si he sido bondadoso.
Caminé a paso lento mientras seguía ojeando aquellas calles, bastante más transitadas de lo que me esperaba. Fui acercándome hacia mi destino, no sin antes intentar trazar un perímetro de seguridad en mi imaginación, teniendo siempre en cuenta una posible salida ante una situación de riesgo.
Los rostros de la gente eran tan dispares, que sencillamente no podía imaginarme si alguien me la iría a jugar en aquella isla.
Palpando el lateral izquierdo de mi pantalón me cercioré de que mi fiel pistola siguiese allí, a la par que le daba una suave caricia al machete, en el lateral opuesto.
”Espero equivocarme, pero me vais a hacer falta. Y si os portáis bien, os veneraré con mucha sangre” Pensé a la par que entraba en el selecto club Nox.
Intentaría sentarme en la barra de haber sitio. Si no, buscaría una mesa en cualquier esquina, lo maś cercana a la puerta o una de las ventanas. Y pediría sake, claro. Una jarra grande de sake.
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Atraviesas la puerta del local y, tras descender por unas amplias escaleras, llegas a un salón principal mucho más grande de lo que podrías haber esperado. El lugar está bien iluminado y una agradable melodía suena de fondo, el ambiente es sorprendentemente acogedor. Pese a que aún no sea demasiado tarde, ves que ya hay bastante gente allí reunida. Unos beben, otros charlan y otros simplemente disfrutan de la música.
Encuentras asiento en una mesa cercana a la puerta, como pretendías, y allí aguardas hasta que una de las amables camareras se acerca a atenderte. Tras escuchar tu petición se retira, dirigiéndose a la barra. La pierdes de vista cuando cruza detrás de la misma, y al cabo de unos minutos frente a ti se encuentra un tipo peculiar. Es alto y corpulento, más incluso que tú. De piel oscura, aunque no tanto como la tuya. Y con una larga melena que lleva recogida en rastas.
- He supuesto que lo tomarías caliente - comentó mientras te servía la primera copa, dejando luego la botella frente a ti. - Es una noche fría - continuó. Tras ello, en lugar de retirarse permaneció allí de pie, observándote con detenimiento. - Espero que no pretendas utilizarlas aquí - te advirtió, sin abandonar su sonrisa, mientras señalaba tus armas.
Encuentras asiento en una mesa cercana a la puerta, como pretendías, y allí aguardas hasta que una de las amables camareras se acerca a atenderte. Tras escuchar tu petición se retira, dirigiéndose a la barra. La pierdes de vista cuando cruza detrás de la misma, y al cabo de unos minutos frente a ti se encuentra un tipo peculiar. Es alto y corpulento, más incluso que tú. De piel oscura, aunque no tanto como la tuya. Y con una larga melena que lleva recogida en rastas.
- He supuesto que lo tomarías caliente - comentó mientras te servía la primera copa, dejando luego la botella frente a ti. - Es una noche fría - continuó. Tras ello, en lugar de retirarse permaneció allí de pie, observándote con detenimiento. - Espero que no pretendas utilizarlas aquí - te advirtió, sin abandonar su sonrisa, mientras señalaba tus armas.
- Anotación:
- Siéntete libre de describir o añadir cualquier detalle que yo no especifique y te sea de ayuda en la narración.
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Todo iba sobre ruedas. El local parecía tener poco que ver con respecto a las calles. Tras bajar unas pequeñas escaleras, divisé algo extrañado el inmenso salón en el cual gente con diversas aficiones se encargaba de ocupar.
El local era muy amplio, con buena iluminación y una música reconfortante. La gente ya estaba bebiendo y pasándolo bien, pese a no ser una hora habitual para ello. El ambiente, sin duda, era muchísimo más acogedor de lo que pudiera haber pensado en algún momento tras recorrer las calles de aquella desdichada isla.
Tras divisar unos huecos libres, finalmente me senté sobre una de las mesas más cercanas a la puerta, otro tanto a mi favor. No llevaba ni un par de minutos esperando y pronto una camarera atractiva se acercó para preguntarme. Finalmente, tras pedir una gran jarra de sake, ésta se marchó y no pude evitar mirar su trasero durante unos segundos, hasta que llegó a la barra.
”A ver si el pájaro sale del nido” Espeté mientras ojeaba cada rincón del lugar. Sin duda, iba a ser complicado reconocer a nadie, por fortuna, quien contactó conmigo, debía hacerlo.
Entonces, un tipo algo más corpulento que yo pero algo menos moreno, y con un peinado que derrochaba flow, me sacó de mis pensamientos al servirme la primera copa. Asentí mientras miraba la profesionalidad del tipo al servirme. Tras rellenar la copa con la cantidad suficiente para que no rebosase ni me costase beber, dejó la botella para que yo mismo me sirviera de necesitarlo.
- Espero que no me obliguen a ello. - Espeté de manera fría, fingiendo una tímida sonrisa mientras ojeaba al tipo, que parecía no darse cuenta de que su presencia me era un tanto incómoda. - Gracias por todo. ¿Cómo te llamas?
Realmente no me importaba su nombre, pero le pediría amablemente que se retirase tanto si me lo daba como si no. Además, le daría las gracias por el sake, el cual estaba delicioso. Después, seguiría aguardando la visita del tipo que me había escrito mientras tomaba el sake y no perdía ojo de lo que pasaba por allí. Que en una isla tan poco vigilada y con tanta criminalidad hubiese un sitio tan reconfortante era más que extraño.
”Si algo me olía mal al pisar esta isla, ahora me huele peor” Pensé a la par que le daba un nuevo sorbo al sake, cogiendo la botella para volvera servirme de nuevo.
El local era muy amplio, con buena iluminación y una música reconfortante. La gente ya estaba bebiendo y pasándolo bien, pese a no ser una hora habitual para ello. El ambiente, sin duda, era muchísimo más acogedor de lo que pudiera haber pensado en algún momento tras recorrer las calles de aquella desdichada isla.
Tras divisar unos huecos libres, finalmente me senté sobre una de las mesas más cercanas a la puerta, otro tanto a mi favor. No llevaba ni un par de minutos esperando y pronto una camarera atractiva se acercó para preguntarme. Finalmente, tras pedir una gran jarra de sake, ésta se marchó y no pude evitar mirar su trasero durante unos segundos, hasta que llegó a la barra.
”A ver si el pájaro sale del nido” Espeté mientras ojeaba cada rincón del lugar. Sin duda, iba a ser complicado reconocer a nadie, por fortuna, quien contactó conmigo, debía hacerlo.
Entonces, un tipo algo más corpulento que yo pero algo menos moreno, y con un peinado que derrochaba flow, me sacó de mis pensamientos al servirme la primera copa. Asentí mientras miraba la profesionalidad del tipo al servirme. Tras rellenar la copa con la cantidad suficiente para que no rebosase ni me costase beber, dejó la botella para que yo mismo me sirviera de necesitarlo.
- Espero que no me obliguen a ello. - Espeté de manera fría, fingiendo una tímida sonrisa mientras ojeaba al tipo, que parecía no darse cuenta de que su presencia me era un tanto incómoda. - Gracias por todo. ¿Cómo te llamas?
Realmente no me importaba su nombre, pero le pediría amablemente que se retirase tanto si me lo daba como si no. Además, le daría las gracias por el sake, el cual estaba delicioso. Después, seguiría aguardando la visita del tipo que me había escrito mientras tomaba el sake y no perdía ojo de lo que pasaba por allí. Que en una isla tan poco vigilada y con tanta criminalidad hubiese un sitio tan reconfortante era más que extraño.
”Si algo me olía mal al pisar esta isla, ahora me huele peor” Pensé a la par que le daba un nuevo sorbo al sake, cogiendo la botella para volvera servirme de nuevo.
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Ante tu respuesta, muestra una amplia sonrisa y deja escapar una sonora carcajada. Permanece allí en pie, junto a la mesa, mirándote con curiosidad durante unos segundos y sin dejar de vigilar tus armas de reojo. Finalmente se encoje de hombros y vuelve a dirigirse a ti.
- Marcus, encantado de conocerle amigo. Trata de no meterte en líos. Y si necesitas algo, estaré en la barra.
Dicho eso se da media vuelta y se aleja por donde mismo había venido. En un par de minutos se encuentra de nuevo sirviendo copas tras la barra y charlando con algún que otro cliente. Por tu parte, continúas tranquilo sentado a tu mesa. Disfrutando del estupendo sake que te han servido. Pero las agujas del reloj continúan dando vueltas. Ya han pasado un par de horas desde la media noche y nadie más se ha acercado a ti, salvo una breve visita de la camarera para servirte otra botella cuando te terminas la primera.
Puede que quién quisiese contratarte se olvidase de que habíais quedado esta noche. Quizás algún otro asunto, tan turbio como el que tenía que tratar contigo, haya hecho que se retrase. O incluso puede que se encuentre ya en el local, pero haya decidido limitarse a observarte por el momento. Hay demasiadas posibilidades, y todavía tienes por delante una larga noche que podrías disfrutar.
- Marcus, encantado de conocerle amigo. Trata de no meterte en líos. Y si necesitas algo, estaré en la barra.
Dicho eso se da media vuelta y se aleja por donde mismo había venido. En un par de minutos se encuentra de nuevo sirviendo copas tras la barra y charlando con algún que otro cliente. Por tu parte, continúas tranquilo sentado a tu mesa. Disfrutando del estupendo sake que te han servido. Pero las agujas del reloj continúan dando vueltas. Ya han pasado un par de horas desde la media noche y nadie más se ha acercado a ti, salvo una breve visita de la camarera para servirte otra botella cuando te terminas la primera.
Puede que quién quisiese contratarte se olvidase de que habíais quedado esta noche. Quizás algún otro asunto, tan turbio como el que tenía que tratar contigo, haya hecho que se retrase. O incluso puede que se encuentre ya en el local, pero haya decidido limitarse a observarte por el momento. Hay demasiadas posibilidades, y todavía tienes por delante una larga noche que podrías disfrutar.
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”Así que Marcus, eh?”
Y es que así se había presentado el mirón del camarero de aquel antro. Tras ello, no tardó en despedirse e irse a la barra, continuando con su trabajo.
Botella en mano, ojeé cada rincón de aquel lugar, cruzando miradas con algún que otro cliente de la taberna, sin mucho éxito en mi afán por encontrar a quien fuera que me había contratado.
Una leve señal agitando la botella fue más que suficiente como para que la rubia camarera me sirviera una nueva.
-Gracias, guapa -comenté mientras le guiñaba un ojo- Tráeme algo para comer, cualquier cosa. Un filetito de carne o algo así estaría genial.
Y, de nuevo, tras unos pocos minutos, la camarera volvió a servirme un plato de comida. No eran precisamente lentos aquellos trabajadores. Y el lugar no estaba nada mal. Desde luego, nada que ver con las ideas que me había hecho viéndola desde fuera.
Ladeé la cabeza tras mirar el reloj. Ya habían pasado un par de horas desde que se suponía que teníamos que haber quedado. Pero era evidente que hoy no era el día.
Tras acabar media botella y habiéndome llenado con el filete, ligeramente salado pero delicioso, marché en dirección a la barra, fijándome en cada persona que se movía por allí hasta que mi mirada se cruzó con la del tal Marcus.
Había bebido bastante, pero aún estaba en condiciones de hablar y moverme. O eso creía.
-Cobrame, Marcus -comenté a la par que sacaba la cartera-. Es posible que alguien pregunte por mí. Mi nombre es Brynn. Si así lo hace, dile que estaré aquí mañana a la misma hora. Y puede que pasado.
Cuando Marcus me diese la cuenta, le pagaría y le daría una amplia propina del 50% del importe total, aunque ésta sería a repartir para él y la rubia. No sabía por qué, pero ese tipo tenía algo que llamaba mi atención.
Sin más dilación, y si nada me lo impedía, me dirigiría a la puerta y saldría del local para después buscar la posada más cercana con la firme intención de dormir algo.
No era ese tipo de personas que se quedaba en un sitio a verlas venir. De hecho, si el local no me hubiese gustado, solo le habría dado quince o veinte minutos a mi empleador. Pero todo parecía haber salido mal. ¿Habría alguna razón lógica para todo esto?
Y es que así se había presentado el mirón del camarero de aquel antro. Tras ello, no tardó en despedirse e irse a la barra, continuando con su trabajo.
Botella en mano, ojeé cada rincón de aquel lugar, cruzando miradas con algún que otro cliente de la taberna, sin mucho éxito en mi afán por encontrar a quien fuera que me había contratado.
Una leve señal agitando la botella fue más que suficiente como para que la rubia camarera me sirviera una nueva.
-Gracias, guapa -comenté mientras le guiñaba un ojo- Tráeme algo para comer, cualquier cosa. Un filetito de carne o algo así estaría genial.
Y, de nuevo, tras unos pocos minutos, la camarera volvió a servirme un plato de comida. No eran precisamente lentos aquellos trabajadores. Y el lugar no estaba nada mal. Desde luego, nada que ver con las ideas que me había hecho viéndola desde fuera.
Ladeé la cabeza tras mirar el reloj. Ya habían pasado un par de horas desde que se suponía que teníamos que haber quedado. Pero era evidente que hoy no era el día.
Tras acabar media botella y habiéndome llenado con el filete, ligeramente salado pero delicioso, marché en dirección a la barra, fijándome en cada persona que se movía por allí hasta que mi mirada se cruzó con la del tal Marcus.
Había bebido bastante, pero aún estaba en condiciones de hablar y moverme. O eso creía.
-Cobrame, Marcus -comenté a la par que sacaba la cartera-. Es posible que alguien pregunte por mí. Mi nombre es Brynn. Si así lo hace, dile que estaré aquí mañana a la misma hora. Y puede que pasado.
Cuando Marcus me diese la cuenta, le pagaría y le daría una amplia propina del 50% del importe total, aunque ésta sería a repartir para él y la rubia. No sabía por qué, pero ese tipo tenía algo que llamaba mi atención.
Sin más dilación, y si nada me lo impedía, me dirigiría a la puerta y saldría del local para después buscar la posada más cercana con la firme intención de dormir algo.
No era ese tipo de personas que se quedaba en un sitio a verlas venir. De hecho, si el local no me hubiese gustado, solo le habría dado quince o veinte minutos a mi empleador. Pero todo parecía haber salido mal. ¿Habría alguna razón lógica para todo esto?
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El corpulento camarero, que por lo que has podido ver durante la noche más bien parece el administrador del club, te cobra gustoso y muestra nuevamente su amplia sonrisa mientras te agradece la generosa propina. Sin dejar de mirarte entrega el dinero a una de las camareras que pasaba cerca de él y es esta la que se dirige a la caja. Por tu parte, te das media vuelta y te dispones a marcharte. Pero antes de haber dado siquiera un par de pasos escuchas la voz de Marcus.
- Pareces un tío que sabe defenderse - comienza a hablar, mientras te observa con detenimiento. Por un instante parece dudar sobre si debe continuar o no con la propuesta que tenga en mente, pero finalmente se encoje de hombros y sigue hablando. - Si tienes lo que hay que tener, y quieres poner a prueba esos puños... - hace una breve pausa para inclinarse sobre la barra, y espera a que hagas lo propio, para finalizar en voz baja - quizás puedas ganar algo de pasta.
Mientras te lo piensas, se dirige al final de la barra y cruza al otro lado de esta, para volver a reunirse contigo. Si prefieres pasar del tema se despedirá de ti con un apretón de manos y podrás marcharte a buscar un lugar donde pasar la noche. Y si decides aceptar su oferta, te invitará a acompañarle y te guiará hasta una puerta cerrada que se encuentra al fondo, en el extremo contrario a la entrada del local. Sacará una llave que lleva colgada al cuello, abrirá la puerta con ella y se echará a un lado para invitarte a pasar.
- Pareces un tío que sabe defenderse - comienza a hablar, mientras te observa con detenimiento. Por un instante parece dudar sobre si debe continuar o no con la propuesta que tenga en mente, pero finalmente se encoje de hombros y sigue hablando. - Si tienes lo que hay que tener, y quieres poner a prueba esos puños... - hace una breve pausa para inclinarse sobre la barra, y espera a que hagas lo propio, para finalizar en voz baja - quizás puedas ganar algo de pasta.
Mientras te lo piensas, se dirige al final de la barra y cruza al otro lado de esta, para volver a reunirse contigo. Si prefieres pasar del tema se despedirá de ti con un apretón de manos y podrás marcharte a buscar un lugar donde pasar la noche. Y si decides aceptar su oferta, te invitará a acompañarle y te guiará hasta una puerta cerrada que se encuentra al fondo, en el extremo contrario a la entrada del local. Sacará una llave que lleva colgada al cuello, abrirá la puerta con ella y se echará a un lado para invitarte a pasar.
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Cuando ya estaba inmerso en mis pensamientos, cavilando opciones sobre dónde dormir o a qué lugar dirigirme, alguien me habló desde la distancia.
Me encontraba tan cerca y tan lejos a la vez de la taberna, que dejé pasar un par de segundos hasta que me di la vuelta, confirmando que era aquél robusto camarero quien me hablaba. Tras acercarme un poco, éste parece ofrecerme un trabajo, pero me limito a fruncir el ceño a la par que me apoyo en la barra, imitando sus pasos. Tras ser un poco más conciso, se acerca hacia mí, esperando una respuesta.
- Supongo que no soy de ese tipo de hombres que rechazan un trabajo.
Pese a que dudaba bastante de que aquél camaro de nombre Marcus fuese quien me había ofertado el primer trabajo, pensé que quizá sería buena idea coger este otro ante la ausencia del primer contratante. Aunque puede que fueran el mismo. Sin duda, debería preguntarlo cuando llegase el momento.
Marcus sonrió y me mostró un camino. Algo excéptico le seguí hasta una puerta que, tras sacarse una llave, termino abriendo.
Al entrar, antes de fijarme en nada que hubiese allí, realicé dos preguntas con un tono calmado.
- Y dime, Marcus. ¿Qué servicio o servicios deseas contratar? Te aseguro que mi carta es bastante más amplia que la vuestra -sonreí para después continuar. Si Marcus me cortaba le dejaría responderme la pregunta, si no, realizaría también una segunda-. ¿Te pusiste en contacto conmigo? ¿O ha aprovechado que estuviese en la taberna?
Sin duda, esperaría una respuesta del tipo antes de aceptar firmemente. Aunque estaba en su terreno, aún conservaba mis armas. Si algo se ponía feo...
Me encontraba tan cerca y tan lejos a la vez de la taberna, que dejé pasar un par de segundos hasta que me di la vuelta, confirmando que era aquél robusto camarero quien me hablaba. Tras acercarme un poco, éste parece ofrecerme un trabajo, pero me limito a fruncir el ceño a la par que me apoyo en la barra, imitando sus pasos. Tras ser un poco más conciso, se acerca hacia mí, esperando una respuesta.
- Supongo que no soy de ese tipo de hombres que rechazan un trabajo.
Pese a que dudaba bastante de que aquél camaro de nombre Marcus fuese quien me había ofertado el primer trabajo, pensé que quizá sería buena idea coger este otro ante la ausencia del primer contratante. Aunque puede que fueran el mismo. Sin duda, debería preguntarlo cuando llegase el momento.
Marcus sonrió y me mostró un camino. Algo excéptico le seguí hasta una puerta que, tras sacarse una llave, termino abriendo.
Al entrar, antes de fijarme en nada que hubiese allí, realicé dos preguntas con un tono calmado.
- Y dime, Marcus. ¿Qué servicio o servicios deseas contratar? Te aseguro que mi carta es bastante más amplia que la vuestra -sonreí para después continuar. Si Marcus me cortaba le dejaría responderme la pregunta, si no, realizaría también una segunda-. ¿Te pusiste en contacto conmigo? ¿O ha aprovechado que estuviese en la taberna?
Sin duda, esperaría una respuesta del tipo antes de aceptar firmemente. Aunque estaba en su terreno, aún conservaba mis armas. Si algo se ponía feo...
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Marcus entra después de ti, y cierra la puerta a su espalda. Sorprendentemente, al hacerlo dejas de escuchar por completo el ruido que reinaba en el club. La música, las voces, todo ha desaparecido. Parece que el lugar está insonorizado, curioso. Por un momento la iluminación se ve reducida, pero si diriges la vista hacia el final de las escaleras puedes ver que hay bastante luz. Además, a medida que vas descendiendo comienzas a oír voces de nuevo. Aunque a diferencia de las de arriba, ahora tan solo escuchas gritos, vítores y un gran ajetreo.
Tras oír tus preguntas, vuelve a reír a pleno pulmón, incapaz de contenerse. Un hombre que no conoces te ha guiado por una misteriosa puerta hasta un lugar insonorizado, te guía hacia un griterío y se ríe solo. Aun así, sigues sin sentir ningún tipo de hostilidad ni amenaza por su parte. A saber dónde te has ido a meter.
- Me temo que me has malinterpretado. No te estoy ofreciendo ningún trabajo, y tampoco te había visto nunca antes.
Sin añadir nada más, y antes de que puedas hacer más preguntas, llegáis al final de las escaleras y de pronto todo empieza a cobrar sentido. Te encuentras en una estancia increíblemente amplia, quizás más que el propio club bajo el que os encontráis. Y frente a ti hay una gran multitud, al menos medio centenar de personas, reunidos alrededor de una especie de arena en la que dos hombres intercambian algo más que palabras.
- Aquí la gente apuesta por los luchadores. Si tienes buen ojo y algo de suerte, puedes ganar bastante en una noche. - Hace una breve pausa, durante la que vuelve a examinarte de arriba abajo - Aunque en tu caso quizás prefieras entrar a la arena. Las ganancias son mayores, pero como podrás suponer no es que tengamos seguro médico.
Tras oír tus preguntas, vuelve a reír a pleno pulmón, incapaz de contenerse. Un hombre que no conoces te ha guiado por una misteriosa puerta hasta un lugar insonorizado, te guía hacia un griterío y se ríe solo. Aun así, sigues sin sentir ningún tipo de hostilidad ni amenaza por su parte. A saber dónde te has ido a meter.
- Me temo que me has malinterpretado. No te estoy ofreciendo ningún trabajo, y tampoco te había visto nunca antes.
Sin añadir nada más, y antes de que puedas hacer más preguntas, llegáis al final de las escaleras y de pronto todo empieza a cobrar sentido. Te encuentras en una estancia increíblemente amplia, quizás más que el propio club bajo el que os encontráis. Y frente a ti hay una gran multitud, al menos medio centenar de personas, reunidos alrededor de una especie de arena en la que dos hombres intercambian algo más que palabras.
- Aquí la gente apuesta por los luchadores. Si tienes buen ojo y algo de suerte, puedes ganar bastante en una noche. - Hace una breve pausa, durante la que vuelve a examinarte de arriba abajo - Aunque en tu caso quizás prefieras entrar a la arena. Las ganancias son mayores, pero como podrás suponer no es que tengamos seguro médico.
- Imagen del lugar:
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Cuando el tipo comenzó a reír me di cuenta que algo iba a pasar. Aquella sonora risa solo podía decirme dos cosas; Me estaban timando; Me iban a intentar matar. Marcus no me inspiraba ninguna negatividad ni hostilidad, por lo que descarté la segunda. Pero aquello hizo que me preocupase más, ¿Qué era entonces lo que intentaba? Me encontraba bastante desconcertado, pese a que la compañía de Marcus era agradable y me transmitía cierta complicidad. Además, me confesó que, ni me había contratado, ni me conocía. Algo que me hizo preguntarme dónde coño se había metido mi contratante. Maldito anonimato...
Conforme íbamos bajando a Dios sabe dónde, comencé a escuchar unos ligeros cuchicheos que acabaron transformándose en un vocerío. Justo al llegar me di cuenta de un variopinto grupo de personas, que eran las causantes del escándalo. Todas hablaban entre sí, se jugaban el dinero sin preocupación alguna, algunos incluso se golpeaban. Aquello era adrenalina pura, un club de lucha de los que ya no quedaban. Un conjunto de seres pegándose y viendo a la par que disfrutaban como dos extraños se partían la cara con una rabia inconmensurable. Lucha, pelea, alcohol, dinero y… ¿Las mujeres? ¿Dónde estaban las mujeres?
”Así que esto era… Supongo que todo buen lugar esconde algo”
Cuando Marcus se volvió a dirigir hacia mí fue para explicarme qué era aquello. Más bien, cómo estaba montado todo, ya que era obvio que era una refriega de peleas ilegales. Me instó a participar, bien como apostante, o participante. La verdad es que mi terreno era la calle. Allí era donde más cómodo me sentía, pero a decir verdad, aquel lugar tenía bastante parecido. Puede que incluso, de pelear, rememorase tiempos pasados.
-Esto es lo más parecido al paraíso que he visto en mucho tiempo -comenté a la par que me agarraba el machete-, sólo tengo tres preguntas. ¿Cuánto? ¿Se pueden usar armas? ¿Dan bonus por asesinato?
Y con aquello y esperando una respuesta, daría mi aceptación a participar como luchador en aquél extravagante lugar. Seguro que sería capaz de sacar más dinero que con el encargo que no se llegó a llevar a cabo y todo ello sin tener en cuenta el atractivo de una marrullera pelea, lo cual le daba un extra de puntos.
Conforme íbamos bajando a Dios sabe dónde, comencé a escuchar unos ligeros cuchicheos que acabaron transformándose en un vocerío. Justo al llegar me di cuenta de un variopinto grupo de personas, que eran las causantes del escándalo. Todas hablaban entre sí, se jugaban el dinero sin preocupación alguna, algunos incluso se golpeaban. Aquello era adrenalina pura, un club de lucha de los que ya no quedaban. Un conjunto de seres pegándose y viendo a la par que disfrutaban como dos extraños se partían la cara con una rabia inconmensurable. Lucha, pelea, alcohol, dinero y… ¿Las mujeres? ¿Dónde estaban las mujeres?
”Así que esto era… Supongo que todo buen lugar esconde algo”
Cuando Marcus se volvió a dirigir hacia mí fue para explicarme qué era aquello. Más bien, cómo estaba montado todo, ya que era obvio que era una refriega de peleas ilegales. Me instó a participar, bien como apostante, o participante. La verdad es que mi terreno era la calle. Allí era donde más cómodo me sentía, pero a decir verdad, aquel lugar tenía bastante parecido. Puede que incluso, de pelear, rememorase tiempos pasados.
-Esto es lo más parecido al paraíso que he visto en mucho tiempo -comenté a la par que me agarraba el machete-, sólo tengo tres preguntas. ¿Cuánto? ¿Se pueden usar armas? ¿Dan bonus por asesinato?
Y con aquello y esperando una respuesta, daría mi aceptación a participar como luchador en aquél extravagante lugar. Seguro que sería capaz de sacar más dinero que con el encargo que no se llegó a llevar a cabo y todo ello sin tener en cuenta el atractivo de una marrullera pelea, lo cual le daba un extra de puntos.
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Mientras le planteas tus preguntas camináis entre la multitud, que se va echando a un lado para dejaros paso al reconocer a Marcus, uno de los promotores del evento, por lo que has podido deducir. Y aunque te ves obligado a elevar ligeramente el tono este te escucha perfectamente. Enseguida os encontráis ante un pequeño podio de madera, pero antes de subir se detiene para dirigirse a ti.
- El límite de las ganancias solo depende de dos cosas: cuanto estás dispuesto a apostar, o cuanto serás capaz de aguantar ahí dentro. - Con un simple gesto señala al centro de la arena, donde los dos combatientes actuales luchan por mantenerse en pie. - Por otro lado, digamos que si se pueden usar armas, pero no esas que llevas. Se asignan mediante sorteo, entre una selección muy específica, antes de cada combate. Aunque los contendientes pueden elegir pelear sin estas, si así lo prefieren. Y con respecto al tema de los asesinatos... - hace una breve pausa, y su expresión se torna algo más seria - digamos simplemente que tratamos de evitarlos. Después de todo, la gente viene aquí a divertirse y descargar su adrenalina. Nos gusta mantener este negocio como algo seguro, dentro de lo que cabe.
Dicho eso, vuelve a girarse y de un salto se sube a la plataforma. Al hacerlo, como si el momento hubiese sido calculado al segundo, uno de los luchadores conecta un gancho a la mandíbula del otro, que cae rotundo. La multitud enloquece, aumentando el tono del griterío, pero en el momento en el que le pasan un micrófono a Marcus todos quedan en silencio.
- Y bien - te pregunta en voz baja, antes de dirigirse al público. - ¿Te atreves?
- El límite de las ganancias solo depende de dos cosas: cuanto estás dispuesto a apostar, o cuanto serás capaz de aguantar ahí dentro. - Con un simple gesto señala al centro de la arena, donde los dos combatientes actuales luchan por mantenerse en pie. - Por otro lado, digamos que si se pueden usar armas, pero no esas que llevas. Se asignan mediante sorteo, entre una selección muy específica, antes de cada combate. Aunque los contendientes pueden elegir pelear sin estas, si así lo prefieren. Y con respecto al tema de los asesinatos... - hace una breve pausa, y su expresión se torna algo más seria - digamos simplemente que tratamos de evitarlos. Después de todo, la gente viene aquí a divertirse y descargar su adrenalina. Nos gusta mantener este negocio como algo seguro, dentro de lo que cabe.
Dicho eso, vuelve a girarse y de un salto se sube a la plataforma. Al hacerlo, como si el momento hubiese sido calculado al segundo, uno de los luchadores conecta un gancho a la mandíbula del otro, que cae rotundo. La multitud enloquece, aumentando el tono del griterío, pero en el momento en el que le pasan un micrófono a Marcus todos quedan en silencio.
- Y bien - te pregunta en voz baja, antes de dirigirse al público. - ¿Te atreves?
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Marcus el VIP, aquél sería mi nuevo mote ante el fornido camarero. Parecía Moisés separando las aguas a medida que cruzaba entre la gente, momento en el que pensé en aquél libro de ficción que leí recientemente. Todos se apartaban, obligándome a hablar más alto pero sin ningún problema en el entendimiento entre el camarero y yo. Tras llegar a una especie de podio, centré mi mirada en los contendientes del escenario, sin duda eran tipos fuertes, pero carecían de mucha agilidad. Puede que se diese porque llevarían peleando bastante tiempo a juzgar por su estado y su aparente cansancio.
- Claro que me apunto, ya te lo dije -comenté con cierta desgana al tener que confirmarle mi participación delante de todo el mundo -. Y te prometo que intentaré no matar a nadie, aunque pocas veces me he peleado con el sumo gusto de pelear.
Entonces ví cómo se provocaba un contundente KO en el ring. Uno de los participantes recibía un potente gancho dirigido al mentón proveniente de su rival, haciendo caer al primero sobre el cuadrilátero, provocando un vocerío impresionante entre la gente que nos rodeaba. Algunos vitoreaban al campeón, otros maldecían a su contrincante. Como en todo deporte, la pelea entre vencedores y vencidos era más que evidente, aunque al menos parecía ser sólo verbal, lo cual agradecí enormemente, no me gustaría que dejaran como protagonista al público en mi combate.
- Damas y caballeros, dado que el combate entre Phillip y Tous acaba de terminar, vamos a ver otro entre Morris y… ¿Cómo te llamabas?
- Brynn.
- ¡Entre Morris y Brynn!
Al acercarme al ring pude percatarme de la musculatura de mi rival, que iba sin camiseta. Quizá era el rasgo que más imponía. Medía en torno a dos metros, y sus brazos eran el doble de los míos. Supuse que un par de golpes de ese tipo me haría ver las estrellas.
- Supongo que eres Morris. Encantado. ¿Quieres combatir a pelo o con algún tipo de arma?
Pese a que ya intuía que el tipo lucharía a puño limpio, nunca estaba de más preguntar, con suerte si me dejaban algún tipo de espada, aunque fuese sin filo, podría estar en un combate más igualado. De cualquiera de las maneras, le daría el mayor y mejor espectáculo que jamás hubiera visto al público, que parecía expectante. Verían la danza de la muerte y vitorearían cada movimiento del que seguro, sería su nueva estrella en esto de las peleas callejeras que lejos de ser en la calle son en el sótano de una extravagante taberna.
- Claro que me apunto, ya te lo dije -comenté con cierta desgana al tener que confirmarle mi participación delante de todo el mundo -. Y te prometo que intentaré no matar a nadie, aunque pocas veces me he peleado con el sumo gusto de pelear.
Entonces ví cómo se provocaba un contundente KO en el ring. Uno de los participantes recibía un potente gancho dirigido al mentón proveniente de su rival, haciendo caer al primero sobre el cuadrilátero, provocando un vocerío impresionante entre la gente que nos rodeaba. Algunos vitoreaban al campeón, otros maldecían a su contrincante. Como en todo deporte, la pelea entre vencedores y vencidos era más que evidente, aunque al menos parecía ser sólo verbal, lo cual agradecí enormemente, no me gustaría que dejaran como protagonista al público en mi combate.
- Damas y caballeros, dado que el combate entre Phillip y Tous acaba de terminar, vamos a ver otro entre Morris y… ¿Cómo te llamabas?
- Brynn.
- ¡Entre Morris y Brynn!
Al acercarme al ring pude percatarme de la musculatura de mi rival, que iba sin camiseta. Quizá era el rasgo que más imponía. Medía en torno a dos metros, y sus brazos eran el doble de los míos. Supuse que un par de golpes de ese tipo me haría ver las estrellas.
- Supongo que eres Morris. Encantado. ¿Quieres combatir a pelo o con algún tipo de arma?
Pese a que ya intuía que el tipo lucharía a puño limpio, nunca estaba de más preguntar, con suerte si me dejaban algún tipo de espada, aunque fuese sin filo, podría estar en un combate más igualado. De cualquiera de las maneras, le daría el mayor y mejor espectáculo que jamás hubiera visto al público, que parecía expectante. Verían la danza de la muerte y vitorearían cada movimiento del que seguro, sería su nueva estrella en esto de las peleas callejeras que lejos de ser en la calle son en el sótano de una extravagante taberna.
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Entre el emocionado público se dirige a ti un tipo alto, con un llamativo y poblado bigote y vestido con una camisa de color claro y tirantes. Este abre una de las pequeñas puertas de aquella especie de redil y te invita a pasar al interior, donde ya te espera tu oponente. Una vez dentro, este se encara a ti y se cruje los nudillos, luego el cuello y algún que otro hueso más, manteniendo en todo momento una sonrisa y rostro de superioridad.
- Te aplastaré con mis propias manos - alardea el grandullón.
Marcus os dirige una mirada a cada uno, buscando vuestra conformidad. Morris asiente en primer lugar, moviéndose de un lado a otro con pequeños pasos laterales mientras lanza puñetazos al aire, parece impaciente por que comience la pelea. Parece que os toca luchar desarmados, por lo que si muestras tu conformidad a tu nuevo amigo sobre el podio, este dará la señal y podréis comenzar vuestro combate.
- Te aplastaré con mis propias manos - alardea el grandullón.
Marcus os dirige una mirada a cada uno, buscando vuestra conformidad. Morris asiente en primer lugar, moviéndose de un lado a otro con pequeños pasos laterales mientras lanza puñetazos al aire, parece impaciente por que comience la pelea. Parece que os toca luchar desarmados, por lo que si muestras tu conformidad a tu nuevo amigo sobre el podio, este dará la señal y podréis comenzar vuestro combate.
- Anotación:
- Te enfrentas a un luchador del buey de nivel 20. Al ser el primer combate (de tantos como puedas aguantar), tienes total libertad para narrarlo cómo prefieras. También puedes terminarlo en una sola ronda, si quieres.
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Un tipo con un peculiar bigote se acercó hacia mí, aunque en un primer instante creí que podía ser un rival más, simplemente era el encargado de la complicada tarea de abrir la puerta a los competidores. Seguro que desgrababa en aquel mundillo oscuro.
Una vez dentro, mi rival alardeó de su fuerza crujiéndose los nudillos y diciendo que combatiría sin armas, algo que no me importaba demasiado.
- Pez mordedor… -susurré, sin intención de que el grandullón me escuchase- Sea como quieras, realicemos un combate sin armas.
Calenté estirando notoriamente los brazos, sabiendo que serían el principal arma que tendría. Durante unos segundos miré al grandullón hasta que Marcus me hizo una seña, esperando que le diera el ok para empezar la contienda. Asentí y, entonces, dió por iniciado el combate. El gentío del público estalló durante un breve instante al comenzar el combate, vertiendo una intensa adrenalina que me incitaba a partirle la cara al grandullón. Aunque la tarea aparentemente era más complicada que la de vitorear desde fuera.
Mi rival se acercó lentamente hasta mí, realizando sendos combos que intenté evadir poco a poco desplazándome lateralmente. No tenía mi espada, pero la danza seguía siendo la misma, solo que con el pequeño detalle de no poder perforar a mi rival. Paso lateral hacia la derecha, luego hacia la izquierda, uno hacia atrás y otro hacia delante. Como decían los comecocos, también conocidos como psicólogos, para dar un paso hacia delante, a veces hay que dar uno hacia atrás.
En una de mis continuas evasivas, olvidé que me encontraba dentro de una jaula, por lo que choqué mi espalda contra una de las vallas. La maligna sonrisa del grandullón me hizo ver que su golpe sería contundente, por lo que endurecí el brazo con haki y lo posicioné sobre mi cabeza, hacia donde se dirigía el golpe. Éste dió de lleno, pero la dureza del brazo hizo gritar de dolor al grandullón, al cual, desplazando el pie izquierdo hacia delante, propiné un puñetazo en aquella masa de músculo que tenía por torso para después y de manera ágil, hacer lo mismo con el puño izquierdo, dando un nuevo paso con el pie del mismo lado.
Seguidamente y ante el nuevo vitoreo del público, cubrí de haki la extremidad derecha inferior para propinar una fuerte patada en el costado izquierdo del rival, que salió despedido y chocó contra la valla de la jaula, cayendo sobre la lona. Me tomé un momento para ver si el tipo se levantaba y proseguía luchando y, de hacerlo, me tomaría más en serio aún el combate, ya que a parte de fuerza, el tipo tendría más resistencia de la que pensaba.
“No sé qué será el premio, pero sin duda me ganaré un nombre en este ring. Puede que así gane más de un curro. Quizá incluso amplíe el repertorio.”
Una vez dentro, mi rival alardeó de su fuerza crujiéndose los nudillos y diciendo que combatiría sin armas, algo que no me importaba demasiado.
- Pez mordedor… -susurré, sin intención de que el grandullón me escuchase- Sea como quieras, realicemos un combate sin armas.
Calenté estirando notoriamente los brazos, sabiendo que serían el principal arma que tendría. Durante unos segundos miré al grandullón hasta que Marcus me hizo una seña, esperando que le diera el ok para empezar la contienda. Asentí y, entonces, dió por iniciado el combate. El gentío del público estalló durante un breve instante al comenzar el combate, vertiendo una intensa adrenalina que me incitaba a partirle la cara al grandullón. Aunque la tarea aparentemente era más complicada que la de vitorear desde fuera.
Mi rival se acercó lentamente hasta mí, realizando sendos combos que intenté evadir poco a poco desplazándome lateralmente. No tenía mi espada, pero la danza seguía siendo la misma, solo que con el pequeño detalle de no poder perforar a mi rival. Paso lateral hacia la derecha, luego hacia la izquierda, uno hacia atrás y otro hacia delante. Como decían los comecocos, también conocidos como psicólogos, para dar un paso hacia delante, a veces hay que dar uno hacia atrás.
En una de mis continuas evasivas, olvidé que me encontraba dentro de una jaula, por lo que choqué mi espalda contra una de las vallas. La maligna sonrisa del grandullón me hizo ver que su golpe sería contundente, por lo que endurecí el brazo con haki y lo posicioné sobre mi cabeza, hacia donde se dirigía el golpe. Éste dió de lleno, pero la dureza del brazo hizo gritar de dolor al grandullón, al cual, desplazando el pie izquierdo hacia delante, propiné un puñetazo en aquella masa de músculo que tenía por torso para después y de manera ágil, hacer lo mismo con el puño izquierdo, dando un nuevo paso con el pie del mismo lado.
Seguidamente y ante el nuevo vitoreo del público, cubrí de haki la extremidad derecha inferior para propinar una fuerte patada en el costado izquierdo del rival, que salió despedido y chocó contra la valla de la jaula, cayendo sobre la lona. Me tomé un momento para ver si el tipo se levantaba y proseguía luchando y, de hacerlo, me tomaría más en serio aún el combate, ya que a parte de fuerza, el tipo tendría más resistencia de la que pensaba.
“No sé qué será el premio, pero sin duda me ganaré un nombre en este ring. Puede que así gane más de un curro. Quizá incluso amplíe el repertorio.”
- Datos:
Mi intención es acabar en dos posts el combate, aunque puede ser en uno si quieres. He hecho acciones cerradas ya que me has dado libertad, aunque puedes continuar y crujirme el lomo todo lo que quieras xD
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