Khal: El destajador.

Empecemos. Usa el cabello desordenado, llegando a cubrir en casi la totalidad de su frente; tiene el cabello rubio, con algunas tonalidades más oscuras pero siempre manteniendo la misma línea. Tiene ojos rasgados, más bien almendrados, y de color amarillento. Siempre mantiene el ceño fruncido dando así una expresión de enojo permanente. La nariz, con un tabique bastante delgado, cae hasta un poco antes de la boca; no es ni ancha ni muy delgada, con las dimensiones de su rostro calza perfectamente. Desde su perfil se puede apreciar una nariz bien respingada. Tiene la forma del rostro ovalada con una barbilla más bien redonda. Desde su ojo derecho cae una pequeña cicatriz vertical que lo cruza hasta llegar al pómulo.

Es más bien delgado, con un cuerpo ágil y no muy fuerte (comparado a otras enormes criaturas). Teniendo un porcentaje de grasa muy bajo se aprecia un cuerpo tonificado; también presenta una masa muscular sobre el promedio. Mide aproximadamente ciento ochenta y un centímetro. Tiene la piel bastante blanca; en algún tiempo se recordaba como un chico albino, ya que su cabello lo tenía blanco pero con el paso del tiempo, y por alguna extraña razón, el color de su  cabello cambió completamente. El cuarenta por ciento de su cuerpo está cubierto de cicatrices y heridas. La gran parte de ellas fueron formadas en su entrenamiento. Las otras en batalla.

Suele vestir con trajes livianos. Por lo general viste con una túnica azul oscura usando una capucha que cubre casi todo el rostro, dejando ver los ojos. Usa botas de cuero café oscuras, incluso se pueden confundir con una mezcla de marrón y rojizo. En caso de que no tenga esa típica vestimenta, opta por otro tipo de colores. Usa hombreras de acero manteniendo un color celeste, casi llegando al blanco, y en su centro marca unas figuras (parecido a un rombo) de color dorado y en su centro unas gemas. De pechera usa también una especie de armadura, bastante liviana pero lo suficientemente fuerte como para protegerlo de un golpe de daga, del mismo color que las hombreras pero sin gemas. Usa un cinturón, también de acero muy moldeable y liviano, para sujetar los pantalones bien ajustados y de cuero negro. De botas usa, de igual medida, un calzado de acero liviano. Sobre la armadura, más bien pechera, lleva consigo una especie de capa de tela  blanca con tonalidades celeste. Sus brazos están protegidos por unos largos guantes de acero muy liviano marcando líneas doradas pero preservando el tono celeste.  

¿Para empezar? Enfoquémonos en su estilo de vida, o más bien cómo ve la vida. Desde pequeño gustaba por la exploración y juegos normales (jugar al pillar, con pelotas, entre otros). Perteneció a una familia de muy altos recursos, en donde sus padres lo criaron con amor y fe. “Sé un hombre de fe.” Era lo que siempre le repetía su madre, pero con el paso del tiempo su fe fue siendo forjada a través de sangre y muerte. No tenemos un mártir ni un héroe, no tenemos un villano ni un loco que busca la destrucción o dominación del mundo. Tenemos a un hombre que fue expulsado de casa, y acompañado a la expulsión sus principios y valores fueron rotos en mil pedazos. Todo el juego de niño, la exploración y buenos cuidados a la vida fueron dejados atrás en el momento en que tuvo que matar para sobrevivir.

Si no tiene nada que decir, mantiene la boca cerrada. “Por la boca muere el pez.” Es un proverbio bastante idiota, con poca lógica pero que ha sabido interpretar a su conveniencia. El único valor que mantiene vivo dentro  de su ser es el respeto a las promesas. Probablemente haya más, pero ninguno que sea digno de destacar. Lo único que lo mantiene vivo, en todo sentido, es el hecho de que tiene la suficiente fuerza para cumplir lo que promete. Un paso a la vez. Una promesa a la vez. Y un contrato a la vez. Desde el momento en que empezó su camino como mercenario, o cazador para algunos, dejó atrás toda esperanza de poseer una buena vida, tranquila y sin esfuerzo más que el de leer. Los engaños, traiciones y mentiras fueron, y son, parte de su vida durante más de diez años.

¿Respetar la vida? No. No es algo muy común en él. Se ha forjado como un hombre despiadado que tiene que hacer lo necesario para sobrevivir. Sin embargo, con el único afán de sobrevivir, no desenfundará la espada si no hay ninguna recompensa en ello, pero en el momento en que la muestre, su único objetivo y pensamiento será cumplir el propósito presente. No lucha por diversión, a pesar de mostrarse como un hombre despiadado, de pocos sentimientos y escasos valores, jamás ha podido olvidar  ese chico idealista que soñaba con tiempos de paz en donde puedas saludar a otro hombre sin miedo a ser asesinado.

Respeta su trabajo, no así a sus “colegas”. Prefiere trabajar solo; aborrece matar para vivir. Es un intercambio chueco, en donde siempre saldrá uno perdiendo y no siempre será él será el cazador. Sin embargo no acepta todo tipo de trabajo, suele mantener la neutralidad. ¿Asesinar reyes? ¿Gobernantes? Jamás se presentará ante conflictos políticos. No así con piratas. ¿Hay piratas buenos? Sí, pero mientras tengan un precio por su cabeza no importa. No vive para limpiar el mal, de eso que se encarguen los supuestos héroes.

¿Estás creyendo que es un retrasado antisocial? Pues no. Generalmente no muestra muchas risitas, como otros que sonríen hasta porque se cayó un vaso. Tiene su toque humorístico, cuesta encontrarlo y mucho más entenderlo, pero está allí. En incontables ocasiones usará el sarcasmo para comunicarse; inconscientemente lo usa como barrera para no mostrar, de forma directa más que nada, sus emociones que, por su naturaleza humana, estarán siempre presentes. No es como si exista un interruptor en donde se presione y quede totalmente apagado y funcione meramente como una máquina. Que te puedas mover, no te hace estar vivo.

Hablemos de las típicas características de todo hombre. ¿Orgullo? ¿Fuerza? ¿Voluntad? ¿Fe? ¿Heroísmo? ¿Amor? Creo que se ha dejado claro que asesinar no es algo bonito, no, no es algo de lo que se pueda estar orgulloso, entonces, ¿de qué tendría que estar orgulloso?. ¿Fuerza? Si piensas que fuerza es la capacidad para partir a un hombre por la mitad, estás mal; así que no, tampoco es un hombre fuerte. La única voluntad que tiene presente es la que sus instintos naturales les dictan. La única creencia que tiene es en su espada. Y un héroe no mata para solucionar los problemas, las cosas no funcionan así. En un tiempo, muy lejano, recordaba soñar con que algún día encontraría el amor de su vida, se casaría y tendría hijos, pero toda promesa de una mejor vida fue olvidada cuando la espada se transformó en su única salvación.

Tiene un gusto especial por la comida exótica, sobre todo la comida picante. El diez por ciento de sus ingresos van destinados a explorar extravagantes platos de comida. Sin embargo, los platos de comida tienen que tener el ingrediente único: ají. Puede ser cualquier tipo de ají, pero tiene que haber uno. También mantiene un gusto especial por la realidad. ¿A qué se refiere esto? Más bien intenta no tener interpretaciones de la vida y gustar por percibir la realidad tal cual es. Si un perro está cagando, lo toma en sentido literal y jamás buscará una explicación trascendental del porqué está cagando.  

Gusta por la soledad, y también por la compañía silenciosa. No nos referimos a un sentido tan literal. Disfruta estar solo, entreteniéndose a base de la observación (se complementa con el sentido de la realidad explicado anteriormente) pero también gusta conversar y explicar lo que está viviendo en ese momento. Al ser un hombre de pocas palabras, los momentos en que se presta para hablar son muy puntuales; es como una señal de: “aprovéchame, me estoy comunicando”. Más que un gusto, siente cierta admiración por las personas capaces de hacer un mundo mejor sin eliminar los causantes de la “enfermedad”; dentro de su mundo lo único que conoce es dinero, sangre y muerte. Algo común, pero que jamás deseó.

Gusta por las cosas sencillas de la vida, las que se pueden poner en práctica. Dentro de todo lo que ha vivido, lo único que ha agradecido es saber usar la espada pero detesta el hecho de saber que mientras la balancea, mientras más la usa, más y más personas mueren. Es algo que detesta, pero que nunca ha querido cambiar. Muy contradictorio.

Sumemos a todo lo anterior ese afán que tiene de hacer que las personas de su alrededor “choque con la realidad”. Le gusta destruir los sueños y esperanzas de las demás personas, no con la idea de convertirlos en personas desesperanzadas. Solo lo hace porque él jamás tuvo la oportunidad de cumplir sus sueños, lo hace porque desde los catorce años lo único que ha vivido son experiencias negativas: un infierno. Siempre piensa y se prepara para lo peor, porque si solo pensara lo mejor, estaría muerto hace ya mucho.

Lo último que hay que añadir: ama el vino. Es su trago favorito; no es como que deteste otros alcoholes pero ese es el mejor que ha probado en su vida. Y espera nunca cambiarlo.

Detesta las personas soñadoras. Esas que viven en las nubes, esas que creen poder lograrlo todo. Esas que pasan hablando de sus sueños y que sonríen taradamente cuando comparten sus ideales. “En un mundo en el que no tengamos que matar para sobrevivir, personas como esas serían las más aptas. Pero no en este.” También detesta a los parlanchines, esos que pasan comentando lo que hacen y como lo hacen, esos que jamás se callan. Esos que creen que su filosofía de vida es la correcta, es única y no tiene fallos. Detesta la fe ciega en que muchas personas han caído.

Le desagradan ciertas actitudes. Olvidó como demostrara amor o cariño, por lo que, como mecanismo de defensa, todo lo que tiene que ver con lo anterior le provoca repulsión y desencanto. Ver a personas ser felices le provoca envidia y frustración.

Le desagradan los insectos. ¡Qué tonto! Cuando chico solía buscar todo tipo de insectos. Pero ahora no. Ahora los detesta; arañas, polillas, moscas. Todo excepto las abejas y caracoles. Detesta los malos olores y, sigue detestando las puertas abiertas así como dejar los cajones abiertos. Odia tener alguna sustancia pegajosa en el cuerpo, sentirse sucio. Resulta cómico porque cuando tiene su cuerpo con sudor y sangre se siente como nuevo.

Lo que más detesta es no sentir nada cuando corta a otra persona. Detesta su forma de vivir, pero no se arriesga a cambiarla por el temor a perder. La única culpa que carga, y que seguirá cargando, es la muerte de su padre. “Soy débil. Y lo admito”.

Bien, no añadamos que matar sería la mejor de sus habilidades porque ya ha quedado claro que es una habilidad de la que no se siente orgulloso. Pasemos a algo más “sano”. Tiene habilidad con la comprensión de textos e interpretación de sueños. ¿Algo curioso? Sigamos entonces. Nunca ha sabido por qué le resulta tan fácil, y certero, explicar sueños que tienen sus “amigos del pasado”. También le resulta muy, pero muy fácil terminar un texto y analizarlo a fondo. “En otra vida hubiese sido poeta.” Suele decir.

Sus habilidades intelectuales son bastante buenas: comprender e interpretar. Bien, pasemos a habilidades más prácticas. Por consecuencia de su gusto a la comida tuvo que aprender a cocinar, y no de buena forma. Siempre ha comido lo que ha cazado (hablemos solamente de SU cocina, no cuando va a comprar). Tiene claro que no es el mejor chef del mundo, pero nunca ha vomitado por consumir su propia comida. También, pasando a un plano más “caluroso”, tiene facilidades con la forja. Ha forjado, y reparado, un montón de armas para la práctica de su propio estilo. Llega a fabricar dagas muy finas y de calidad media, pero para muchas personas lo que importa es la presentación por lo que le ha dejado un poco de dinero.

Ahora, pasando a lo mejor que tiene. Rastrear y cazar. Sus sentidos han sido desarrollados de forma obligatoria; su olfato, visión, oído y sabor son casi sobrehumanos. Tiene cierta adicción por rastrear lo que sea: animales, personas, objetos. Más de una vez le han pedido que rastree a una persona, obviamente con su paga correspondiente. Acompañado al rastreo, de nada sirve un buen rastreador si no sabe cazar. Junto a la fabricación de venenos de calidad media y trampas para animales, la caza se vuelve un deporte morboso. Disfruta cazar bestias de todo tipo. Incluso ha capturado a una que otra transformándola en su mascota temporal. A veces se aburre muy pronto de las cosas.

Si enumeramos en todo lo que es torpe, jamás terminaríamos. Empecemos por lo principal: reparación. En lo único que es bueno es en reparar armas y armaduras, pero en todo lo demás no. ¿Le pides que repare el wáter? Vamos, lo dejará peor. ¿Mesas? ¿Sillas? Que repare una de tus mesas es más mortal que uno de sus espadazos. Es torpe. No hay ninguna otra palabra para describir que tan malo es reparando cosas. Y ni hablemos de sentimientos.

Es PÉSIMO, pero pésimo, en expresar sus emociones. Más bien en expresar agradecimiento y admiración, incluso amor. Alguien que aparenta ser duro y despiadado no puede expresar unas simples gracias, ni mucho menos un “te quiero” o un “me gustas”. Imposible. Y justo cuando lo ha intentado cosas malas ocurren; más bien inusuales que malas. Se pone nervioso solamente pensando en que tiene que agradecer algo. “Por eso opto por caminar solo. Es menos complicado.” Suele decir.

También es pésimo en temas médicos. Sus heridas suelen infectarse, y ni hablemos de su capacidad para vendar una herida. Siempre ha tenido que terminar tomando pociones de muy mala procedencia. Pero lo bueno es que las resiste, pero el sabor… no se las encargo a tomar a nadie. Esperemos que la vida de nadie dependa de las habilidades médicas de Khal para sobrevivir.

Otro ámbito en el que es pésimo es en la música. A todos nos gusta la música, o bueno a casi todos, pero no todos nacimos para tocar un instrumento. El chico ama la música pero es un asco, un verdadero asco tocando lo que sea. Y ni hablemos de su capacidad de cantar. ¿Quieres sobrevivir? Corre cuando se ponga a cantar. Es preferible tomarse un veneno que escucharlo cantar.

Finalmente, destaquemos sus habilidades de puntería. No es que sea malo con el arco, de hecho es bueno. Pero si nos ponemos a hablar de su capacidad de usar un mortero, una pistola o lo que sea que funcione mecánicamente es horrible. Muy malo. Y eso más que nada se debe a la poca práctica que ha tenido con ese tipo de armas.

Se crio en una mansión ubicada en la Isla de Ilindur, en el mar del este. Vivía con su familia (papá, mamá y hermana). Desde siempre fue el regalón de la familia, a lo que su hermana mayor no le hacía gracia alguna. “Los ricachones del pueblo.” Así eran llamados en el pueblo de la Isla. Eran odiados por la gran parte de la población por el solo hecho de que tenían una mayor posición económica. “Jamás odiarás a quien tengas por debajo de ti. Solo odiarás a tu igual o superior.”

Durante los primeros, y principales, años de vida en la Isla, el pequeño Khal vivió con intensidad y emoción. Como no tenía que ir a la escuela (vamos, un niño de cinco año proveniente de una familia millonaria, todo lo tenía en su hogar) pasa el tiempo buscando insectos en el jardín de su casa; pasaba leyendo larguísimos libros sobre historias de piratas y, por sobre todo sus héroes, los marines. Solía jugar con su hermana, Kiara, al pilla pilla, juego en el que siempre perdía.

El tiempo fue pasando rápidamente y el niño empezó a transformarse en adolescente. Ya con diez años de vida sus primeras manías dieron luz: no podía estar en habitaciones con la puerta abierta; odiaba los sonidos agudos (ya no mantiene esa manía); también detestaba el color de ciertos vegetales, y específicamente esos, como en el caso del zapallo. Sus padres lo mimaban bastante. Siempre que pedía algo, en cuestión de días lo tenía en sus manos. Siempre recuerda cuando de niño pidió un muñeco que solo se producía al otro lado del mundo y sus padres contrataron a toda una expedición para que se lo consiguieran. Sí, un malcriado.

-María – dijo un día el papá estando en la sala exclusivamente de la familia –. ¿Qué es esto? – Le preguntó teniendo una carta en la mano que anunciaba su escape con un hombre del pueblo. La típica.

La mujer se puso nerviosa y no hallaba que responder.

-Lo puedo explicar – dijo nerviosamente –. Solo déjame explicarte.

El hombre con los ojos llorosos se acercó furiosamente a la mujer y le dio un bofetón. La madre del niño cayó al suelo, teniendo la boca llena de sangre.

-¡No entiendo cómo pudiste hacerlo! – Le gritaba su furioso esposo – ¡Te he dado todo lo que has necesitado! ¿Y pensabas traicionarme de esta forma? ¡Perra!

Los gritos se escuchaban desde fuera de la habitación en donde estaban sus dos hijos, totalmente asustados escuchando la discusión. Sin embargo de escuchar gritos pasaron a escuchar golpes, en donde el chico de catorce años entró y vio a su papá golpear con una copa de plata a su mamá. Sin saber que hacer tomó un cuchillo que se encontraba junto a la chimenea. Con toda la adrenalina que la situación le provocó, omitía todas las palabras que su hermana, entre llanto y susto, le gritaba. Se acercó a su padre y le clavó el cuchillo a la altura del riñón. El hombre cayó al suelo soltando un fuerte quejido.

El chico, aterrorizado, vio cómo su padre intentaba sujetarse de lo primero que veía. Mesas, sillas y libreras fueron derribadas por el pesado cuerpo en descontrol. Finalmente, estando en el suelo, el hombre le lanzó una última mirada a su niño. No era de furia, ni de decepción. Sentía pena y descontento solamente por su mujer, pero estaba orgulloso de su hijo, no por haberlo matado, sino por el valor que tuvo para defender a su familia. Khal veía a su padre agonizar mientras las últimas llamas de vida desaparecían de sus ojos. No tuvo la oportunidad de pedir perdón, no tuvo la oportunidad de remediar lo que había hecho. Asesinó a su padre sin saber que lo haría. La última mirada de su padre quedó grabada hasta el día de hoy. Vio como los ojos pardos de Joseph, su padre, quedaban sin luz alguna. Lo único que hubo después fue lamento y llanto.

Su madre, con sangre en el rostro, se arrastró hasta el cuerpo sin vida de su esposo y lo tomó entre brazos. Gritaba fuertemente, exclamando perdón. Sentía que todo había sido su culpa, pero no tuvo la suficiente fuerza para soportarlo y toda la furia la descargó sobre su pequeño hijo.

-¡Mataste a tu padre! – Le repetía a un niño que estaba en shock. – ¡Eres un asesino!

Sin saber qué hacer, el muchacho salió rápidamente de la habitación. En sus ojos caían lágrimas, en su corazón tristeza y su mente le decía que no había sido su culpa. Salió de la mansión sin saber que sería la última vez que entrara siendo un niño. Llegó al pueblo y sentía que todos lo miraban mientras la sangre aún seguía tibia en sus pequeñas manos. Siguió corriendo. No aguantaba estar cerca de alguien. Las palabras de su madre le quedaron grabadas por el resto de su vida. “Eres un asesino”.

Con el paso de los años fue acogido por un viejo de ojos rasgados, conocido como Rhas. Él le enseñó lo que actualmente sabe. Sin embargo nunca le enseñó cómo lidiar con el dolor ni la culpa de haber destrozado a su familia. Explotó todo el potencial de asesino y espadachín que un chico de catorce años podía tener. La culpa la transformó en ira. Y la ira en un motivo para sobrevivir.

Durante diez años ha vivido con el peso de haber asesinado a la persona que más quería en el mundo. Durante diez años ha estado lejos de casa. En esos largos años se formó como una cazarrecompensas para sobrevivir y tener algo que comer; no era de los mejores, pero hacía su trabajo sin queja alguna. Actualmente vive esperando volver a casa, con la intención de reclamar lo que es suyo, pues durante diez años descubrió oscuros secretos de su familia. De su madre.