Elisabeth
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Qué hacíamos en aquella isla de mierda en aquel mar de mierda solo lo sabía el destino. El destino, o también llamado "Lectro, el león estrella", el cual había enfermado y la planta medicinal que necesitaba se encontraba en aquel lugar tirado por la mano de dios en medio del culo del mundo. La hubiera comprado en cualquier lugar pero a parte de que no hubiera sido tan divertido... No, para qué engañarnos: no la compré porque mi padre me cortó el grifo pensando que había muerto en el mar. Si es confianza que tiene un padre en su hija, dios santo...
Pero bueno, la patada en los cojones llegaría otro día. Mientras tanto ahí estaba yo, de mala hostia en una cueva en aquel desierto de rocas y montañas acompañado por mi gran y efusivo compañero, Derek. O eso se suponía, porque hacía ya más de una hora que lo había dejado atrás, o él me había dejado atrás o, y esta es mi favorita porque me permitiría darle una hostia con la katana, se habría dado media vuelta dejándome completamente sola en mitad de ningún sitio. Daba gracias a que en aquellas cuevas hubiera cristales lumínicos que, aunque no eran como una bombilla, dejaban luz suficiente para ver el contenido al completo del lugar y no matarse por un tropezón tonto.
- Juro por todo lo que existe que como no encuentre esa flor de inmediato desollaré a la primera persona que me encuentre y me haré una chaqueta de piel con ella.
Y, aunque no iba de farol, mi paciencia gracias a dios había aumentado considerablemente con los años gracias al poder de mi akuma, el cual, obviamente, estaba usando en ese momento. Unos grandes cascos blancos insonorizaban completamente todo a mi alrededor dejando únicamente una dulce melodía.
Pero bueno, la patada en los cojones llegaría otro día. Mientras tanto ahí estaba yo, de mala hostia en una cueva en aquel desierto de rocas y montañas acompañado por mi gran y efusivo compañero, Derek. O eso se suponía, porque hacía ya más de una hora que lo había dejado atrás, o él me había dejado atrás o, y esta es mi favorita porque me permitiría darle una hostia con la katana, se habría dado media vuelta dejándome completamente sola en mitad de ningún sitio. Daba gracias a que en aquellas cuevas hubiera cristales lumínicos que, aunque no eran como una bombilla, dejaban luz suficiente para ver el contenido al completo del lugar y no matarse por un tropezón tonto.
- Juro por todo lo que existe que como no encuentre esa flor de inmediato desollaré a la primera persona que me encuentre y me haré una chaqueta de piel con ella.
Y, aunque no iba de farol, mi paciencia gracias a dios había aumentado considerablemente con los años gracias al poder de mi akuma, el cual, obviamente, estaba usando en ese momento. Unos grandes cascos blancos insonorizaban completamente todo a mi alrededor dejando únicamente una dulce melodía.
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Derek giró por la estrecha galería. El maldito laberinto de cuevas en el que se había metido con Elisabeth lo desconcertaba. Juraría que su compañera se había metido por aquel túnel, pero no lograba encontrarla. ¿No habría dado media vuelta y habría regresado al barco? Un murciélago de aspecto extraño, de color azul, con enormes orejas y sin ojos visibles revoloteó sobre su cabeza, soltando un molesto chillido.
- ¿Qué...? -cuando Derek alzó la mirada hacia el techo de la cueva vio algo que le heló la sangre en las venas. Decenas, o cientos de esos murciélagos colgaban del techo, y pese a no tener ojos, parecían mirarle con intensidad-. Oh, mierda...
El chico empezó a correr, y los animales desplegaron las alas al unísono, volando detrás de él. El pirata torció por el corredor natural, dos, tres, cuatro veces, hasta que encontró una salida lateral en la que se tiró sin pensárselo. Los murciélagos siguieron por la galería principal, dejándolo atrás.
- Bufff... ha ido de un pelo. -el chico se levantó, sacudiéndose el polvo, y empezó a caminar, cambiando su visión por infrarrojos, para ver mejor en aquella profunda oscuridad. Su prioridad era clara: encontrar a Eli, y posteriormente la planta para su mascota.
- ¿Qué...? -cuando Derek alzó la mirada hacia el techo de la cueva vio algo que le heló la sangre en las venas. Decenas, o cientos de esos murciélagos colgaban del techo, y pese a no tener ojos, parecían mirarle con intensidad-. Oh, mierda...
El chico empezó a correr, y los animales desplegaron las alas al unísono, volando detrás de él. El pirata torció por el corredor natural, dos, tres, cuatro veces, hasta que encontró una salida lateral en la que se tiró sin pensárselo. Los murciélagos siguieron por la galería principal, dejándolo atrás.
- Bufff... ha ido de un pelo. -el chico se levantó, sacudiéndose el polvo, y empezó a caminar, cambiando su visión por infrarrojos, para ver mejor en aquella profunda oscuridad. Su prioridad era clara: encontrar a Eli, y posteriormente la planta para su mascota.
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Y como de costumbre, ¿para qué coño tenía que hablar? O pensar, en ese caso. Fue cuestión de pensar en que el sitio estaba bien iluminado para tropezarme con una maldita piedra y darme de bruces contra el suelo. Me levanté con un hilo de sangre cayéndome por la mejilla desde la parte superior de la frente y con unas ganas de matar tan grandes que cualquiera las hubiera sentido en kilómetros a la redonda.
- ¡QUÉ ASCO DE ROCA, QUÉ ASCO DE CUEVA, QUE ASCO DE ISLA, ME CAGO EN TODO!- grité tras deshacer los cascos, haciendo que el eco de mi voz retumbara por todo el lugar. Si Derek no me encontraba así empezaría a pensar que el pobre tiene un grave problema de retraso mental.
Solo cuando mi voz paró de oírse fue cuando me di cuenta de que a mi espalda se estaba escuchando un sonido extraño, como el de una rata al despertar de su sueño. Pero no eran ratas, o por lo menos no iban a cuatro patas por el suelo, sino volando y se colgaban del techo de las cuevas.
- O-oh, murciélagos bonitos... ¿Qué tal est-...? -
Fue lo último que intenté decir cuando el primero, más grande que el resto y con cuatro alas en vez de dos alzaba el vuelo en mi dirección, haciendo de guía para las decenas, si no más, que estaban a su espalda. No los vi bien, tan solo pude observar que eran de tonos azules, a diferencia del más grande que era casi morado, y que no tenían ojos. Y es que como para fijarse en otra cosa cuando lo único que haces es echar a correr como una posesa en un intento de que no te maten unas ratas voladoras.
- ¡ME CAGO EN TODOOOO...!-
- ¡QUÉ ASCO DE ROCA, QUÉ ASCO DE CUEVA, QUE ASCO DE ISLA, ME CAGO EN TODO!- grité tras deshacer los cascos, haciendo que el eco de mi voz retumbara por todo el lugar. Si Derek no me encontraba así empezaría a pensar que el pobre tiene un grave problema de retraso mental.
Solo cuando mi voz paró de oírse fue cuando me di cuenta de que a mi espalda se estaba escuchando un sonido extraño, como el de una rata al despertar de su sueño. Pero no eran ratas, o por lo menos no iban a cuatro patas por el suelo, sino volando y se colgaban del techo de las cuevas.
- O-oh, murciélagos bonitos... ¿Qué tal est-...? -
Fue lo último que intenté decir cuando el primero, más grande que el resto y con cuatro alas en vez de dos alzaba el vuelo en mi dirección, haciendo de guía para las decenas, si no más, que estaban a su espalda. No los vi bien, tan solo pude observar que eran de tonos azules, a diferencia del más grande que era casi morado, y que no tenían ojos. Y es que como para fijarse en otra cosa cuando lo único que haces es echar a correr como una posesa en un intento de que no te maten unas ratas voladoras.
- ¡ME CAGO EN TODOOOO...!-
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Derek creyó escuchar algo, una voz rebotar por las paredes de la cueva. Una serie de maldiciones entrelazadas. Maldiciones puestas en la boca de Elisabeth, para ser más concretos. Esa chica tenía un pico de oro. Derek se quedó quieto, a ver si la chica volvía a gritar, tal vez pudiera orientarse para encontrarla. La señal que esperaba tardó unos pocos segundos en llegar. Otro grito, proveniente de más adelante, le indicó hacia donde debía dirigirse.
- Mmh... -el chico empezó a correr todo lo rápido que podía hacia allí, y a punto estuvo de despeñarse por una especie de enorme tubo rocoso en el que terminaba aquel pasillo.
Agarrándose a la pared para no caer, el chico de ojos rojos se asomó al tubo. Tras una caída de unos seis metros, se veía una galería. Y por ella, a toda velocidad, pasó una chica corriendo y gritando a todo volumen. Un segundo después, una marea de murciélagos como los que le habían perseguido un rato antes apareció, tapándole la visión. Debía haber al menos treinta de aquellos bichos.
- Bien -el pirata apretó los puños y retrasó el brazo derecho-. ¡Garra dragón! -una onda de energía con aspecto de cabeza de dragón salió disparada hacia abajo, impactando en los últimos murciélagos que pasaban, y explotando violentamente, prendiendo en llamas el lugar. Tras eso, Derek saltó, reduciendo su velocidad de caída con los propulsores.
El chico observó el túnel. Algunos de los extraños animales se habían dispersado, pero la gran parte seguían persiguiendo a Elisabeth. El pirata corrió tras ellos, cargando sus puños de nuevo y lanzando más garras dragón.
- Mmh... -el chico empezó a correr todo lo rápido que podía hacia allí, y a punto estuvo de despeñarse por una especie de enorme tubo rocoso en el que terminaba aquel pasillo.
Agarrándose a la pared para no caer, el chico de ojos rojos se asomó al tubo. Tras una caída de unos seis metros, se veía una galería. Y por ella, a toda velocidad, pasó una chica corriendo y gritando a todo volumen. Un segundo después, una marea de murciélagos como los que le habían perseguido un rato antes apareció, tapándole la visión. Debía haber al menos treinta de aquellos bichos.
- Bien -el pirata apretó los puños y retrasó el brazo derecho-. ¡Garra dragón! -una onda de energía con aspecto de cabeza de dragón salió disparada hacia abajo, impactando en los últimos murciélagos que pasaban, y explotando violentamente, prendiendo en llamas el lugar. Tras eso, Derek saltó, reduciendo su velocidad de caída con los propulsores.
El chico observó el túnel. Algunos de los extraños animales se habían dispersado, pero la gran parte seguían persiguiendo a Elisabeth. El pirata corrió tras ellos, cargando sus puños de nuevo y lanzando más garras dragón.
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De repente, y como si todo aquello no fuera más que un mal chiste del cual yo era objeto de burla, alguien se tiró un cuesco. Uno bien grande, porque para yo poder oírlo aun gritando y escuchando a una bandada de murciélagos persiguiéndome tenía que ser de unas dimensiones curiosas. Giré el rostro para ver qué había sido y no pude evitar esbozar una sonrisa al ver la cueva envuelta en llamas y entre ellas a un loco lanzar ondas de energía.
- Esta es la mía... -dije en un completo susurro a la par que me giraba de golpe y corría en dirección a los murciélagos.
Estuve a punto de volver a tropezar con una de aquellas rocas que no hacían más que estorbar pero me recompuse lo suficientemente rápido como para poder desenvainar la katana que llevaba en la parte posterior de la cintura, a Aisu Saberu, y hacer un corte en horizontal.
- Iai: Kiri.
Entre cuatro y cinco de aquellos bichos alados cayeron de golpe, si no cortados por la mitad, con una profunda herida que haría que no pudieran volver a levantarse. Sin embargo el más grande, el de la piel morada, logró esquivar el golpe e irse. Me acerqué a Derek esquivando sus golpes de energía y cortando a algún que otro murciélago que iba directo a atacarme y me coloqué justo a su lado con la katana en alto.
- ¿Dónde coño te habías metido? Por cierto, ¿has encontrado la flor? Estoy hasta los cojones de esta isla. -comenté justo cuando el resto de la bandada se dirigía hacia nosotros. - Pero mucho, ¿eh? Mucho...
- Esta es la mía... -dije en un completo susurro a la par que me giraba de golpe y corría en dirección a los murciélagos.
Estuve a punto de volver a tropezar con una de aquellas rocas que no hacían más que estorbar pero me recompuse lo suficientemente rápido como para poder desenvainar la katana que llevaba en la parte posterior de la cintura, a Aisu Saberu, y hacer un corte en horizontal.
- Iai: Kiri.
Entre cuatro y cinco de aquellos bichos alados cayeron de golpe, si no cortados por la mitad, con una profunda herida que haría que no pudieran volver a levantarse. Sin embargo el más grande, el de la piel morada, logró esquivar el golpe e irse. Me acerqué a Derek esquivando sus golpes de energía y cortando a algún que otro murciélago que iba directo a atacarme y me coloqué justo a su lado con la katana en alto.
- ¿Dónde coño te habías metido? Por cierto, ¿has encontrado la flor? Estoy hasta los cojones de esta isla. -comenté justo cuando el resto de la bandada se dirigía hacia nosotros. - Pero mucho, ¿eh? Mucho...
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Derek vio cómo Lisa se colaba entre los murciélagos, cortando algunos y esquivando a otros. El chico dejó de lanzar golpes una vez ella se colocó a su lado, quejándose de aquella isla. El chico miró a su compañera con una medio sonrisa mientras los pocos murciélagos que quedaban se lanzaban en un torbellino de alas y dientes contra ellos.
- Quieren más... -el chico preparó su puño izquierdo, listo para repartir una buena somanta de mamporros metálicos a los animales.
El chico saltó contra uno de ellos y le soltó tal guantazo que lo lanzó hacia atrás con la fuerza suficiente para que golpease a otro de los suyos. La ventaja de que hubieran tantos era que no podrían esquivar sus golpes con facilidad sin entorpecerse mutuamente. El jovencito de ojos escarlata aterrizó en el suelo hincando una rodilla y apoyando el puño en la roca viva. Con un rápido movimiento, se giró la gorra, dejando la visera hacia atrás, y saltó de nuevo maniobrando con los propulsores de los pies para dar un mortal hacia atrás, pateando a dos más de los animales. Bajo él pasó uno de aquellos bichos, así que impulsó las piernas con fuerza y estiró el brazo para aplastar al animal contra el suelo. Tras eso, el chico se levantó, con una sonrisa de victoria.
- Listo, ya podemos ir a por esa pla... -un temblor empezó a agitar la caverna. El suelo bajo ellos dos estaba agrietándose de forma alarmante-. Oh, mier... -el suelo colapsó, cayendo el chico-... daaaaaaAAAAAAAAAAAAHH!!!
Cuando golpeó el suelo, varios metros más abajo, un zumbido en su cabeza le indicó que se había dado un buen golpe.
- Aaaaay... -soltó lastimeramente.
- Quieren más... -el chico preparó su puño izquierdo, listo para repartir una buena somanta de mamporros metálicos a los animales.
El chico saltó contra uno de ellos y le soltó tal guantazo que lo lanzó hacia atrás con la fuerza suficiente para que golpease a otro de los suyos. La ventaja de que hubieran tantos era que no podrían esquivar sus golpes con facilidad sin entorpecerse mutuamente. El jovencito de ojos escarlata aterrizó en el suelo hincando una rodilla y apoyando el puño en la roca viva. Con un rápido movimiento, se giró la gorra, dejando la visera hacia atrás, y saltó de nuevo maniobrando con los propulsores de los pies para dar un mortal hacia atrás, pateando a dos más de los animales. Bajo él pasó uno de aquellos bichos, así que impulsó las piernas con fuerza y estiró el brazo para aplastar al animal contra el suelo. Tras eso, el chico se levantó, con una sonrisa de victoria.
- Listo, ya podemos ir a por esa pla... -un temblor empezó a agitar la caverna. El suelo bajo ellos dos estaba agrietándose de forma alarmante-. Oh, mier... -el suelo colapsó, cayendo el chico-... daaaaaaAAAAAAAAAAAAHH!!!
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- Aaaaay... -soltó lastimeramente.
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Relajé mi postura de combate hasta dejarla en una de completo reposo. Cuanto menos tuviera que hacer mejor para mi circulación, y ya que Derek parecía tan divertido ocupándose de los bichos aquellos no quise interponerme en su camino. No me lo creía ni yo, pero bueno. Simplemente sonreí y vi cómo se desarrollaban los acontecimientos, y había que decir que el pelinegro sabía defenderse.
Cuando Derek acabó con el último de una forma impresionante -aunque nunca llegaría a decírselo sin que sonara a invitación para una noche de sexo- pasó algo completamente inesperado. Y, antes de que pudiera darme si quiera cuenta, estábamos ambos cayendo.
Grité lo poco que duró la caída acabando directamente en el suelo de culo. Aunque, extrañamente, era bastante blandito, o por lo menos más de lo que debería haber sido. Solo fue cuando me levanté cuando me fijé en que no había caído en el suelo, sino en medio de la espalda de Derek.
- Ups, lo siento... -le tendí la mano y le ayudé a levantarse a la par que hacía manar de mi cuerpo una dulce melodía, como si fuera un tocadiscos andante.- Esto ayudará un poco. En un rato te sentirás mejor.
Había activado mi aria de la perseverancia, una cualidad adquirida de mi fruta que hacía que mi música ayudara a recuperar energías e incluso heridas. A ver, no es que intentara buscar cualquier excusa para escuchar un poco de música, para nada, qué va, cosas vuestras.
Cuando miré a mi alrededor y me fijé bien dónde estábamos no pude evitar darme cuenta de que, aunque tenía pinta de que seguía los mismos esquemas del resto del lugar, grutas de un par de metros de altura con forma esférica y aquellos cristales luminosos, en aquel lugar por mucho que lo intentaras no podías ver a más de uno o dos metros por delante de ti.
- Dios santo... Larguémonos de aquí... Que sitio más jodidamente extraño...-dije agarrando a Derek del brazo y tirando de él. Los cristales de las paredes parecían iluminar lo mismo que en la zona de arriba, pero aquella oscuridad era anormal. Simplemente seguí hacia adelante teniendo cuidado de no darme de bruces contra una pared.
Cuando Derek acabó con el último de una forma impresionante -aunque nunca llegaría a decírselo sin que sonara a invitación para una noche de sexo- pasó algo completamente inesperado. Y, antes de que pudiera darme si quiera cuenta, estábamos ambos cayendo.
Grité lo poco que duró la caída acabando directamente en el suelo de culo. Aunque, extrañamente, era bastante blandito, o por lo menos más de lo que debería haber sido. Solo fue cuando me levanté cuando me fijé en que no había caído en el suelo, sino en medio de la espalda de Derek.
- Ups, lo siento... -le tendí la mano y le ayudé a levantarse a la par que hacía manar de mi cuerpo una dulce melodía, como si fuera un tocadiscos andante.- Esto ayudará un poco. En un rato te sentirás mejor.
Había activado mi aria de la perseverancia, una cualidad adquirida de mi fruta que hacía que mi música ayudara a recuperar energías e incluso heridas. A ver, no es que intentara buscar cualquier excusa para escuchar un poco de música, para nada, qué va, cosas vuestras.
Cuando miré a mi alrededor y me fijé bien dónde estábamos no pude evitar darme cuenta de que, aunque tenía pinta de que seguía los mismos esquemas del resto del lugar, grutas de un par de metros de altura con forma esférica y aquellos cristales luminosos, en aquel lugar por mucho que lo intentaras no podías ver a más de uno o dos metros por delante de ti.
- Dios santo... Larguémonos de aquí... Que sitio más jodidamente extraño...-dije agarrando a Derek del brazo y tirando de él. Los cristales de las paredes parecían iluminar lo mismo que en la zona de arriba, pero aquella oscuridad era anormal. Simplemente seguí hacia adelante teniendo cuidado de no darme de bruces contra una pared.
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Derek se levantó dolorido, mientras Lisa lo ayudaba a incorporarse. Agradeció el gesto con un asentimiento antes de empezar a escuchar una agradable melodía que parecía salir del cuerpo de su amiga. Que cosa tan extraña.
- ¿Qué demonios es este sitio? -el chico observó alrededor, pero la cueva estaba oscura como la boca del lobo-. Espera un momento... -el joven activó sus visores infrarrojos de nuevo, logrando ver una caverna en forma de túnel circular, que avanzaba en varias direcciones. Agarró a su compañera por el brazo y le dijo-. Sígueme...
Sin soltarla del brazo, empezó a avanzar por un oscuro pasillo de aquellos, hasta que llegó a un punto en el que una enorme roca tapaba el camino. Una enorme roca marrón. El chico trató de empujarla, pero no parecía surtir efecto. No tenía la suficiente fuerza para mover aquello.
- Vaya... -el chico regresó con Eli en dirección contraria y tomó otro túnel. Al final de éste había un pequeño pedestal con grabados de aspecto antiguo y misterioso. Se parecían levemente a las letras del alfabeto, pero tenían claras diferencias. El chico suspiró. Sobre el pedestal había varias piezas cuadradas, similares a las partes de un puzle-. ¿Y esto que es? -preguntó en voz alta, mirando a su compañera.
El chico agarró un par de piezas. Estaban grabadas de algún modo extraño, posiblemente habría que ordenarlas para formar una figura de algún tipo. Pensativo, las volvió a dejar en su sitio.
- ¿Qué demonios es este sitio? -el chico observó alrededor, pero la cueva estaba oscura como la boca del lobo-. Espera un momento... -el joven activó sus visores infrarrojos de nuevo, logrando ver una caverna en forma de túnel circular, que avanzaba en varias direcciones. Agarró a su compañera por el brazo y le dijo-. Sígueme...
Sin soltarla del brazo, empezó a avanzar por un oscuro pasillo de aquellos, hasta que llegó a un punto en el que una enorme roca tapaba el camino. Una enorme roca marrón. El chico trató de empujarla, pero no parecía surtir efecto. No tenía la suficiente fuerza para mover aquello.
- Vaya... -el chico regresó con Eli en dirección contraria y tomó otro túnel. Al final de éste había un pequeño pedestal con grabados de aspecto antiguo y misterioso. Se parecían levemente a las letras del alfabeto, pero tenían claras diferencias. El chico suspiró. Sobre el pedestal había varias piezas cuadradas, similares a las partes de un puzle-. ¿Y esto que es? -preguntó en voz alta, mirando a su compañera.
El chico agarró un par de piezas. Estaban grabadas de algún modo extraño, posiblemente habría que ordenarlas para formar una figura de algún tipo. Pensativo, las volvió a dejar en su sitio.
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Derek me agarró del brazo y casi a rastras cual niña que se pierde por la calle me llevó por aquel laberinto de cuevas en el que nos habíamos metido. Veía poco y menos, así que simplemente me dejé llevar por mi compañero a la par que buscaba por todos los rincones aquella maldita flor.
Estuvimos un buen rato dando vueltas y tuvimos que cambiar de camino un par de veces en las que una extraña roca lo suficientemente pesada incluso para Derek nos cortaba el paso. Al final nos topamos con otro túnel sin salida, pero con algo extraño en él.
- ¿Un pedestal? -me acerqué más y me fijé en lo que Derek tenía entre las manos- ¿Un puzle? ¿Por qué coño habrán puesto esto aquí?
Cuando el pelinegro dejó las piezas de nuevo en su sitio mi orgullo no me dejó marcharme de allí hasta que aquella porquería estuviera hecha. No es que fuera una lumbreras pero había que decir que siempre se me habían dado bien los trabajos manuales, los rompecabezas entre ellos. Y no tardé mucho más que un par de minutos en resolverlo.
- Hale, a tomar por cu- -y antes de que me diera tiempo a reaccionar el suelo bajo nuestros pies se abrió de par en par.
- ¡AAAAAAHHH!
Fue lo único que me dio tiempo a gritar antes de caer en otra sala.
Estuvimos un buen rato dando vueltas y tuvimos que cambiar de camino un par de veces en las que una extraña roca lo suficientemente pesada incluso para Derek nos cortaba el paso. Al final nos topamos con otro túnel sin salida, pero con algo extraño en él.
- ¿Un pedestal? -me acerqué más y me fijé en lo que Derek tenía entre las manos- ¿Un puzle? ¿Por qué coño habrán puesto esto aquí?
Cuando el pelinegro dejó las piezas de nuevo en su sitio mi orgullo no me dejó marcharme de allí hasta que aquella porquería estuviera hecha. No es que fuera una lumbreras pero había que decir que siempre se me habían dado bien los trabajos manuales, los rompecabezas entre ellos. Y no tardé mucho más que un par de minutos en resolverlo.
- Hale, a tomar por cu- -y antes de que me diera tiempo a reaccionar el suelo bajo nuestros pies se abrió de par en par.
- ¡AAAAAAHHH!
Fue lo único que me dio tiempo a gritar antes de caer en otra sala.
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Derek cayó cuando el suelo cedió bajo sus pies... de nuevo. Tal vez no encontrasen la flor, pero seguro que acababan hartos de todo aquello. Asco de cuevas, asco de murciélagos, asco de puzles. El chico agarró a Elisabeth y utilizó la poca energía que quedaba en sus impulsores para detener la caída un poco y aterrizar sanos y salvos varios metros más abajo.
- Joder... que asco de... -el chico observó alrededor. Estaban en una especie de largo pasillo, obviamente artificial. Los ladrillos de las paredes parecían de adobe, con un tono marrón, y sobre ellos había extraños relieves. Algunos de ellos brillaban, indicándoles el camino a seguir: un pasadizo recto hacia la oscuridad.
Caminando en silencio por el largo recorrido, acabaron llegando a una enorme sala. En el centro de aquel lugar había una enorme estatua de hierro con forma esférica, de aspecto extraño, con siete misteriosos puntos en el centro. Parecía tener protuberancias similares a brazos y piernas, pero no parecía "viva". Derek observó una pequeña salida al otro lado de la sala. Dado que el camino los había llevado allí, no les quedaba más remedio que seguir. Un fino haz de luz iluminaba una cosa sobre la estatua: justo en el punto más alto de la misma, una flor blanca de largos pétalos crecía.
- Eli... ¿eso es...? -preguntó, mientras señalaba la planta.
En ese momento, se dio cuenta de que a un lado de la sala había un muro lleno de pantallas de ordenador. El chico caminó hacia allí, observando con curiosidad las pantallas. Mostraban una extraña esfera, mitad morada y mitad blanca, y parecían tener instrucciones sobre como crearla. Seguramente no fuera muy difícil hacerlo, si se seguían al pie de la letra. El chico vio también un pedestal con una de aquellas esferas sobre él. Sin pensarlo mucho, la agarró para examinarla, mientras un sonido mecánico sonaba tras él.
- Oh, mierda... -murmuró mientras tragaba salida.
- Joder... que asco de... -el chico observó alrededor. Estaban en una especie de largo pasillo, obviamente artificial. Los ladrillos de las paredes parecían de adobe, con un tono marrón, y sobre ellos había extraños relieves. Algunos de ellos brillaban, indicándoles el camino a seguir: un pasadizo recto hacia la oscuridad.
- Grabados:
Caminando en silencio por el largo recorrido, acabaron llegando a una enorme sala. En el centro de aquel lugar había una enorme estatua de hierro con forma esférica, de aspecto extraño, con siete misteriosos puntos en el centro. Parecía tener protuberancias similares a brazos y piernas, pero no parecía "viva". Derek observó una pequeña salida al otro lado de la sala. Dado que el camino los había llevado allí, no les quedaba más remedio que seguir. Un fino haz de luz iluminaba una cosa sobre la estatua: justo en el punto más alto de la misma, una flor blanca de largos pétalos crecía.
- Eli... ¿eso es...? -preguntó, mientras señalaba la planta.
En ese momento, se dio cuenta de que a un lado de la sala había un muro lleno de pantallas de ordenador. El chico caminó hacia allí, observando con curiosidad las pantallas. Mostraban una extraña esfera, mitad morada y mitad blanca, y parecían tener instrucciones sobre como crearla. Seguramente no fuera muy difícil hacerlo, si se seguían al pie de la letra. El chico vio también un pedestal con una de aquellas esferas sobre él. Sin pensarlo mucho, la agarró para examinarla, mientras un sonido mecánico sonaba tras él.
- Oh, mierda... -murmuró mientras tragaba salida.
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Derek evitó que me diera un hostión interesante contra el suelo y, nada más aterrizar y soltarme, se lo agradecí con un "Gracias" y una media sonrisa. Aquel túnel era muy distinto al del resto de la cueva, no solo por el color sino, también, por la perfecta arquitectura que poseía y sus extraños grabados que nos guiaban con su luz por todo el camino.
Al final llegamos a una sala mucho más grande de lo que uno podía imaginarse para estar en el centro de una cadena montañosa. Pero no fue eso lo más extraño de todo, sino lo que esa sala contenía. Y Derek pareció darse cuenta también: una extraña estatua de metal de unos dos o tres metros con una forma bastante extraña y, justo en lo más alto de esta nuestra preciada flor.
Me acerqué a la estatua con una parsimonia poco habitual en mí mientras el pelinegro se acercaba a una de las paredes de la sala, la cual estaba repleta de monitores. Yo simplemente pasé de él y seguí hasta estar justo al lado de la enorme pieza metálica. Cuando, de repente, mi compañero tocó algo que no debería haber tocado y aquella cosa empezó a moverse.
- A ver, Derek, yo no es que te odie ni nada parecido, pero me voy a cagar un poco en tu put...
No pude terminar la frase, aquel monstruo mecánico se había movido más rápido de lo que me podría haber llegado a imaginar. Aunque también podía ser que estaba demasiado cerca y demasiado atenta a la flor como para fijarme en otra cosa. Alzó uno de lo que parecían ser sus brazos y lo descargó con fuerza hacia el suelo. A mí me dio el tiempo suficiente para tirarme a la derecha y rodar y poder esquivar el golpe, aunque bastante por los pelos. Al ponerme de nuevo en pie desenvainé a Aisu y con una orden no pronunciada hice que esta se envolviera en un aura casi blanca, helada.
- No sé tú, pero creo que la has liado. -aquel ser se giró hacia mí mientras las esferas que tenía en la mitad de su cuerpo, que seguramente hacían de ojos o sensores, brillaban cada vez con más fuerza.- Un poco solo...
Se adelantó un paso y volvió a repetir el mismo movimiento de antes con el brazo opuesto. Esta vez, mucho más atenta, no me costó tanto evadirlo. Casi sin pensarlo e impulsándome hacia delante subí por su brazo y de un salto llegué a la parte superior. En un instante agarré la flor y la guardé en uno de los bolsillos de mi chaqueta, pero justo cuando había terminado el monstruo de metal se movió y me hizo resbalar. Y, en el aire, volvió a lanzar su mano, aunque esta vez en horizontal. Yo a modo de defensa hice una estocada en vertical que, casi sin esfuerzo, cercenó el brazo del gigante de hierro. Sonreí, pero me duró poco, porque me había atacado por el otro lado. El golpe me dio en medio de la espalda y me lanzó varios metros más allá. Me quedé casi sin respiración y tirada en el suelo, tosiendo con fuerza. Ni siquiera me había fijado en que estaba tosiendo sangre.
- Dios... Que... Que hostia me ha metido... la mierda esa... -solté casi sin voz viendo cómo aquel bicho se volvía a acercar a mí. - Menuda... mierda de isla...
Al final llegamos a una sala mucho más grande de lo que uno podía imaginarse para estar en el centro de una cadena montañosa. Pero no fue eso lo más extraño de todo, sino lo que esa sala contenía. Y Derek pareció darse cuenta también: una extraña estatua de metal de unos dos o tres metros con una forma bastante extraña y, justo en lo más alto de esta nuestra preciada flor.
Me acerqué a la estatua con una parsimonia poco habitual en mí mientras el pelinegro se acercaba a una de las paredes de la sala, la cual estaba repleta de monitores. Yo simplemente pasé de él y seguí hasta estar justo al lado de la enorme pieza metálica. Cuando, de repente, mi compañero tocó algo que no debería haber tocado y aquella cosa empezó a moverse.
- A ver, Derek, yo no es que te odie ni nada parecido, pero me voy a cagar un poco en tu put...
No pude terminar la frase, aquel monstruo mecánico se había movido más rápido de lo que me podría haber llegado a imaginar. Aunque también podía ser que estaba demasiado cerca y demasiado atenta a la flor como para fijarme en otra cosa. Alzó uno de lo que parecían ser sus brazos y lo descargó con fuerza hacia el suelo. A mí me dio el tiempo suficiente para tirarme a la derecha y rodar y poder esquivar el golpe, aunque bastante por los pelos. Al ponerme de nuevo en pie desenvainé a Aisu y con una orden no pronunciada hice que esta se envolviera en un aura casi blanca, helada.
- No sé tú, pero creo que la has liado. -aquel ser se giró hacia mí mientras las esferas que tenía en la mitad de su cuerpo, que seguramente hacían de ojos o sensores, brillaban cada vez con más fuerza.- Un poco solo...
Se adelantó un paso y volvió a repetir el mismo movimiento de antes con el brazo opuesto. Esta vez, mucho más atenta, no me costó tanto evadirlo. Casi sin pensarlo e impulsándome hacia delante subí por su brazo y de un salto llegué a la parte superior. En un instante agarré la flor y la guardé en uno de los bolsillos de mi chaqueta, pero justo cuando había terminado el monstruo de metal se movió y me hizo resbalar. Y, en el aire, volvió a lanzar su mano, aunque esta vez en horizontal. Yo a modo de defensa hice una estocada en vertical que, casi sin esfuerzo, cercenó el brazo del gigante de hierro. Sonreí, pero me duró poco, porque me había atacado por el otro lado. El golpe me dio en medio de la espalda y me lanzó varios metros más allá. Me quedé casi sin respiración y tirada en el suelo, tosiendo con fuerza. Ni siquiera me había fijado en que estaba tosiendo sangre.
- Dios... Que... Que hostia me ha metido... la mierda esa... -solté casi sin voz viendo cómo aquel bicho se volvía a acercar a mí. - Menuda... mierda de isla...
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Derek vio un montón de papeles que parecían contener lo mismo que en las pantallas. El chico las agarró sin dudarlo, coger el montón de ordenadores era demasiado complicado y estúpido. Se guardó los documentos en un bolsillo de su chaqueta roja y la esfera morada en otro.
- ¡Eli! -el chico corrió a salvar a su amiga del peligro que suponía el robot.
Cargó con un grito y golpeó en la "espalda" de la enorme esfera, mientras Eli caía, víctima de un brutal golpe. El puño del joven golpeando la superficie metálica del gólem resonó como el bandajo de una campana, y el sonido se extendió por toda la sala. El enorme robot no pareció molestarse, y se giró hacia él. El pirata estaba seguro de que si el aparato tuviera rasgos, ahora mismo estaría frunciendo el ceño. Los "ojos" empezaron a brillar. Derek supuso que aquello no era bueno. Se tiró a un lado justo a tiempo de evitar un rayo de energía que fundió el lugar donde estaba un instante antes. El robot pareció quedar sin energía tras el láser.
- ¡Lisa! -corrió hacia su amiga y miró que estuviera bien-. Vámonos de aquí... ¡ya!
- ¡Eli! -el chico corrió a salvar a su amiga del peligro que suponía el robot.
Cargó con un grito y golpeó en la "espalda" de la enorme esfera, mientras Eli caía, víctima de un brutal golpe. El puño del joven golpeando la superficie metálica del gólem resonó como el bandajo de una campana, y el sonido se extendió por toda la sala. El enorme robot no pareció molestarse, y se giró hacia él. El pirata estaba seguro de que si el aparato tuviera rasgos, ahora mismo estaría frunciendo el ceño. Los "ojos" empezaron a brillar. Derek supuso que aquello no era bueno. Se tiró a un lado justo a tiempo de evitar un rayo de energía que fundió el lugar donde estaba un instante antes. El robot pareció quedar sin energía tras el láser.
- ¡Lisa! -corrió hacia su amiga y miró que estuviera bien-. Vámonos de aquí... ¡ya!
Elisabeth
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Volví a toser y otro hilo de sangre calló desde la cornisa de mis labios. Escupí y en el suelo se dibujó una extraña figura. Me levanté con la ayuda de Derek y nada más posar la vista en el trozo de metal vi como la protuberancia que hacía de mano que acababa de cortar hacía nada se iba regenerando. "A tomar por culo mi esfuerzo...", pensé mientras con la mirada descubrí otro pasadizo, más pequeño por el que habíamos entrado, y por el que se vislumbraba una pequeña luz al final de este.
- Vamos, mientras está ocupado...
Aún no había recuperado todo el brazo, pero no le faltaba mucho y, por lo que parecía, no iba a atacarnos hasta que lo recuperara del todo.
Así que nos fuimos tan rápido como pudo permitirnos mi estado. Cuando llegamos al pasadizo el monstruo ni se inmutó, posiblemente porque casi no cabía por aquel espacio, pero aún así seguimos casi corriendo hasta salir de allí. Y, cuando lo hicimos, la luz del sol me cegó momentáneamente. Estábamos en mitad de la nada, pero parecía haber un pequeño camino entre las montañas que daba al mar, que se podía ver desde ahí. Solo teníamos que llegar hasta la orilla y bordear la isla hasta llegar al barco.
- Que pocas ganas... -tosí a mitad de frase- de caminar...
Ya había activado mi habilidad curativa, pero más que nada para no morirme en mitad de ningún sitio, porque no iba a conseguir mucho más con esas heridas. Dejé mi orgullo a un lado, aunque me costó con lo grande que era, y dejé a Derek que me ayudara a caminar.
- Vamos, mientras está ocupado...
Aún no había recuperado todo el brazo, pero no le faltaba mucho y, por lo que parecía, no iba a atacarnos hasta que lo recuperara del todo.
Así que nos fuimos tan rápido como pudo permitirnos mi estado. Cuando llegamos al pasadizo el monstruo ni se inmutó, posiblemente porque casi no cabía por aquel espacio, pero aún así seguimos casi corriendo hasta salir de allí. Y, cuando lo hicimos, la luz del sol me cegó momentáneamente. Estábamos en mitad de la nada, pero parecía haber un pequeño camino entre las montañas que daba al mar, que se podía ver desde ahí. Solo teníamos que llegar hasta la orilla y bordear la isla hasta llegar al barco.
- Que pocas ganas... -tosí a mitad de frase- de caminar...
Ya había activado mi habilidad curativa, pero más que nada para no morirme en mitad de ningún sitio, porque no iba a conseguir mucho más con esas heridas. Dejé mi orgullo a un lado, aunque me costó con lo grande que era, y dejé a Derek que me ayudara a caminar.
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La luz del sol resultaría cegadora para el chico, si no fuera porque seguía empleando su visión de infrarrojos. Los sensores se dispararon al salir al exterior, ante lo que el joven apagó los sensores y regresó a la visión ordinaria. El chico se ajustó la visera para ver mejor y empezó a caminar, con Eli apoyada en su hombro.
- Menos mal que ese robot era demasiado grande para pasar... -murmuró mientras caminaba con lentitud, dejando que su compañera de viaje se apoyase en él. Estaba cansado, su respiración estaba acelerada y su pulso descontrolado.
Al menos había conseguido algo de aquella pequeña aventura en la cueva. Él tenía una extraña esfera y ella la medicina para su mascota. El chico suponía que con aquellas instrucciones podría crear más de aquellas extrañas esferas, aunque primero tendría que ver para qué servían y cómo funcionaban, exactamente. Desde donde estaban podía verse el barco, amarrado cerca de la costa. Al chico no le quedaba combustible, estaba hambriento y su estómago exigía algo de comer. Y una larga siesta después. Demasiadas emociones por un solo día.
- Menos mal que ese robot era demasiado grande para pasar... -murmuró mientras caminaba con lentitud, dejando que su compañera de viaje se apoyase en él. Estaba cansado, su respiración estaba acelerada y su pulso descontrolado.
Al menos había conseguido algo de aquella pequeña aventura en la cueva. Él tenía una extraña esfera y ella la medicina para su mascota. El chico suponía que con aquellas instrucciones podría crear más de aquellas extrañas esferas, aunque primero tendría que ver para qué servían y cómo funcionaban, exactamente. Desde donde estaban podía verse el barco, amarrado cerca de la costa. Al chico no le quedaba combustible, estaba hambriento y su estómago exigía algo de comer. Y una larga siesta después. Demasiadas emociones por un solo día.
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