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Me desperté por culpa de una pesadilla, dejando escapar un estridente grito y unos cuantos gemidos antes de llegar a taparme la boca con la mano, esperando no haber perturbado el sueño de los demás. ¿De quienes? Ah, sí, recordé dónde estaba. El barco de alguien que me había salvado en cierto modo... Capi se había despertado por mi culpa y gemía bajito también, con ese ruido tan curioso que hacen los capibaras.
-Shhhh... -le susurré, poniendo un dedo ante mis labios.
Me envolví de nuevo en las mantas que me habían prestado y me acomodé mejor en el sofá. La verdad es que era el mejor sitio donde había estado desde hacía bastante tiempo; no sabía qué vendría a continuación, pero esperaba que no fuera peor que el infierno de Punk Hazard. Quizás me estableciera un tiempo, cuando llegara a una nueva isla. En esas cavilaciones estaba inmersa... hasta que me di cuenta de que no dormía, que lo único que hacía era dar vueltas y más vueltas.
"Sigh." Ya me había desvelado otra vez. Me levanté y cogí un abrigo que había sobrevivido malamente a mis aventuras, y que sería suficiente para salir a cubierta. Una vez fuera, curioseé un poco. No veía a nadie por allí, aunque quizás era porque no me estaba fijando demasiado. Meh. No quería fisgar, solo sentarme contra la barandilla de cubierta y mirar el mar, y así lo hice, con las piernas colgando fuera de ella y el abrigo sobre mis hombros. ¡Y con la compañía de Capi, claro está! Él también me daba un poco de calorcito.
Tarareé una melodía cualquiera que me vino a la cabeza, mientras intentaba descubrir algún pez nadando cerca de la superficie, pero era inútil, estaba demasiado oscuro como para eso. Además, se me estaba congelando la nariz de estar allí fuera... De pronto oí que alguien tarareaba una melodía similar a la mía.
-¿Quién está ahí? -pregunté sabiendo ya que lo más probable es que si había alguien no se descubriera ante mí porque sí.
Alcé una ceja y me llevé la mano a la pierna, aunque no haría ningún movimiento por el momento.
-Shhhh... -le susurré, poniendo un dedo ante mis labios.
Me envolví de nuevo en las mantas que me habían prestado y me acomodé mejor en el sofá. La verdad es que era el mejor sitio donde había estado desde hacía bastante tiempo; no sabía qué vendría a continuación, pero esperaba que no fuera peor que el infierno de Punk Hazard. Quizás me estableciera un tiempo, cuando llegara a una nueva isla. En esas cavilaciones estaba inmersa... hasta que me di cuenta de que no dormía, que lo único que hacía era dar vueltas y más vueltas.
"Sigh." Ya me había desvelado otra vez. Me levanté y cogí un abrigo que había sobrevivido malamente a mis aventuras, y que sería suficiente para salir a cubierta. Una vez fuera, curioseé un poco. No veía a nadie por allí, aunque quizás era porque no me estaba fijando demasiado. Meh. No quería fisgar, solo sentarme contra la barandilla de cubierta y mirar el mar, y así lo hice, con las piernas colgando fuera de ella y el abrigo sobre mis hombros. ¡Y con la compañía de Capi, claro está! Él también me daba un poco de calorcito.
Tarareé una melodía cualquiera que me vino a la cabeza, mientras intentaba descubrir algún pez nadando cerca de la superficie, pero era inútil, estaba demasiado oscuro como para eso. Además, se me estaba congelando la nariz de estar allí fuera... De pronto oí que alguien tarareaba una melodía similar a la mía.
-¿Quién está ahí? -pregunté sabiendo ya que lo más probable es que si había alguien no se descubriera ante mí porque sí.
Alcé una ceja y me llevé la mano a la pierna, aunque no haría ningún movimiento por el momento.
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Derek estaba en cubierta, junto con Rayo. El roedor estaba correteando por cubierta de un lado a otro, con una despreocupación que Derek solo podía observar en silencio. Habían dejado atrás Punk Hazard hacía unos días, y Reira había ido con ellos, saliendo de la isla en el barco. No es que se sintiese precisamente bien o mal por ella, tan solo la había sacado de un apuro, y esperaba que supiese apreciarlo. El chico pasó de mirar a su mascota y observó el cielo en silencio, donde la luna brillaba imperturbable sobre el agua del mar. Rayo se subió a su hombro con rapidez, y Derek le acarició la cabeza sin prestarle mucha atención.
En ese instante de calma total y absoluta, el ruido de una puerta abriéndose hizo que Derek se girase, apoyado como estaba, para mirar qué había ocurrido. El pirata de ojos rojos observó a Reira salir del interior del barco, con un abrigo y su extraña mascota. Ella no pareció verlo, dado que el mástil se encontraba entre ambos y lo ocultaba parcialmente, pues se dirigió a la zona contraria de cubierta y se sentó sobre la barandilla, observando el mar.
Una suave melodía empezó a flotar en el aire, mientras Reira la tarareaba, acompañada por el sonido rítmico de las suaves olas que golpeaban con tranquilidad el casco del barco. Derek reconoció la canción y empezó a tararear la segunda voz de la misma, aunque no era que le saliera perfectamente. Se preguntó cuánto costaría meterse un implante de cadena de música. Supuso que sería interesante probar a colocarse uno.
Su tarareo asustó a Reira, que se giró preguntando quién estaba allí. El chico sonrió para sí mismo mientras empezaba a caminar hacia ella. Levantó las manos, colocándolas frente a él, y dijo:
- Soy yo, Reira. ¿Quién te crees que iba a estar en el barco a estas horas? -el chico suspiró, mientras bajaba con lentitud las manos-. ¿No podías dormir? -esperando una respuesta, añadió-. Bueno, hace una buena noche hoy... creo. -el joven se llevó la mano a la cabeza, ligeramente azorado ante la situación.
En ese instante de calma total y absoluta, el ruido de una puerta abriéndose hizo que Derek se girase, apoyado como estaba, para mirar qué había ocurrido. El pirata de ojos rojos observó a Reira salir del interior del barco, con un abrigo y su extraña mascota. Ella no pareció verlo, dado que el mástil se encontraba entre ambos y lo ocultaba parcialmente, pues se dirigió a la zona contraria de cubierta y se sentó sobre la barandilla, observando el mar.
Una suave melodía empezó a flotar en el aire, mientras Reira la tarareaba, acompañada por el sonido rítmico de las suaves olas que golpeaban con tranquilidad el casco del barco. Derek reconoció la canción y empezó a tararear la segunda voz de la misma, aunque no era que le saliera perfectamente. Se preguntó cuánto costaría meterse un implante de cadena de música. Supuso que sería interesante probar a colocarse uno.
Su tarareo asustó a Reira, que se giró preguntando quién estaba allí. El chico sonrió para sí mismo mientras empezaba a caminar hacia ella. Levantó las manos, colocándolas frente a él, y dijo:
- Soy yo, Reira. ¿Quién te crees que iba a estar en el barco a estas horas? -el chico suspiró, mientras bajaba con lentitud las manos-. ¿No podías dormir? -esperando una respuesta, añadió-. Bueno, hace una buena noche hoy... creo. -el joven se llevó la mano a la cabeza, ligeramente azorado ante la situación.
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Su pregunta había dado en el clavo, ¿quién iba a estar en el barco en aquel momento que no fuera parte de la tripulación? Mi mente fantasiosa me traicionaba algunas veces con ilusiones. Y el hecho de que estaba cansada a pesar de no tener sueño no ayudaba...
-Aish, casi me das un infarto -me lamenté. -Pero lo sé, tienes razón, era una cuestión estúpida, más o menos tanto como yo -murmuré, sonrojándome y entre risas. -Además, si fuera alguien peligroso el que acechaba tampoco hubiera contestado la pregunta, supongo.
Acaricié a Capi, que seguía tan tranquilo como antes de la aparición de Derek. ¿Lo había notado él antes que yo? Era posible. Se ve que en esos días estaba tan distraída, que ni un dragón a un palmo de mi cara me hubiera llamado la atención. El comentario sobre el tiempo consiguió sacarme una sonrisa que el no debió ver porque estaba mirando el mar de nuevo. ¿Y esos nervios? Supuse que era porque tener una extraña en el barco no era lo más cómodo del mundo. Esperaba no tener que ser una molestia durante más tiempo...
-Sí, la verdad es que estos días me cuesta un poco conciliar el sueño. -Me giré hacia él. -No paro de pensar y pensar y pensar... en demasiadas cosas que me preocupan. Tengo la teoría de que un día mi cabeza explotará, aunque espero que no sea pronto -bromeé. -En cualquier caso, seguro que ya me habré ido y no te tocará limpiar mis sesos de la cubierta.
No tenía ni idea de en qué momento había recuperado los ánimos de esa manera, después de lo mal que lo había pasado, mas no me atrevía a quejarme de ello. Supuse que lo mejor es que me fuera de vuelta al sofá, pero la verdad es que no tenía ganas ni intención de hacerlo. Empecé a tararear otra vez, con intención de entretenernos mientras el sueño no llegaba, mientras iba cotilleando lo que había en cubierta, cosas que no tenía ni idea de para qué servían. Aquella canción... no sabía dónde la había escuchado y aprendido, y no me la sacaba de la cabeza. Sonaba como una cajita de música, una melodía muy típica.
De pronto ya no sonaba dulce, era una mezcla de silbidos de viento, crujidos de madera y fragor de olas. Y aún así era la misma, pero ya no estaba delante, sino detrás. No había abrigo que me quitara la piel de gallina.
-Derek, ¿qué...?
-Aish, casi me das un infarto -me lamenté. -Pero lo sé, tienes razón, era una cuestión estúpida, más o menos tanto como yo -murmuré, sonrojándome y entre risas. -Además, si fuera alguien peligroso el que acechaba tampoco hubiera contestado la pregunta, supongo.
Acaricié a Capi, que seguía tan tranquilo como antes de la aparición de Derek. ¿Lo había notado él antes que yo? Era posible. Se ve que en esos días estaba tan distraída, que ni un dragón a un palmo de mi cara me hubiera llamado la atención. El comentario sobre el tiempo consiguió sacarme una sonrisa que el no debió ver porque estaba mirando el mar de nuevo. ¿Y esos nervios? Supuse que era porque tener una extraña en el barco no era lo más cómodo del mundo. Esperaba no tener que ser una molestia durante más tiempo...
-Sí, la verdad es que estos días me cuesta un poco conciliar el sueño. -Me giré hacia él. -No paro de pensar y pensar y pensar... en demasiadas cosas que me preocupan. Tengo la teoría de que un día mi cabeza explotará, aunque espero que no sea pronto -bromeé. -En cualquier caso, seguro que ya me habré ido y no te tocará limpiar mis sesos de la cubierta.
No tenía ni idea de en qué momento había recuperado los ánimos de esa manera, después de lo mal que lo había pasado, mas no me atrevía a quejarme de ello. Supuse que lo mejor es que me fuera de vuelta al sofá, pero la verdad es que no tenía ganas ni intención de hacerlo. Empecé a tararear otra vez, con intención de entretenernos mientras el sueño no llegaba, mientras iba cotilleando lo que había en cubierta, cosas que no tenía ni idea de para qué servían. Aquella canción... no sabía dónde la había escuchado y aprendido, y no me la sacaba de la cabeza. Sonaba como una cajita de música, una melodía muy típica.
De pronto ya no sonaba dulce, era una mezcla de silbidos de viento, crujidos de madera y fragor de olas. Y aún así era la misma, pero ya no estaba delante, sino detrás. No había abrigo que me quitara la piel de gallina.
-Derek, ¿qué...?
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Derek sonrió ligeramente a Reira por la broma, para luego añadir:
- Bueno, espero que no sea tan grave. Deja de darle vueltas al asunto, al menos un rato. -el chico miró a Rayo y le acarició la cabeza.
En ese momento, un extraño sonido llamó su atención. Era una especie de melodía, un tarareo. Se giró y escuchó a Reira canturrear una canción. En cierto modo, aquella melodía era relajante, pero tenía algo más. Como esa tranquilidad que precede a una tempestad. Era la típica canción de la que te esperas un crescendo que termine en un enorme final en el que participe toda la orquesta. Una Marcha Eslava, una Cabalgata...
Derek observó algo tras Reira. El agua parecía burbujear como si el mar hubiese entrado en ebullición. Y de pronto, el sonido de los cabos corriéndose, de las velas abriéndose y de la madera crujiendo, tapó cualquier rastro de la melodía de la chica. No, más bien no. Acompañó a la melodía, la ahogó con un contrapunto de sonidos inquietantes. Y un enorme barco surgió de las profundidades: un barco pirata, de madera y velas negras como la noche.
- ¿Qué es eso? -Derek señaló el navío, sorprendido más que atemorizado. El barco parecía estar en perfecto estado pese a acabar de salir del agua. Los ojos del chico brillaron con intensidad ante aquello. Había oído hablar de islas submarinas. ¿Acaso había una bajo ellos? ¿Y por qué el barco parecía desierto? ¿Deberían investigar?
Rayo parecía asustado ante la idea de un barco que acabara de surgir de debajo del agua. Derek no culpaba a su mascota, pero la curiosidad le podía.
- Reira. Voy a ver qué hay en ese barco. ¿Quieres venir?
- Bueno, espero que no sea tan grave. Deja de darle vueltas al asunto, al menos un rato. -el chico miró a Rayo y le acarició la cabeza.
En ese momento, un extraño sonido llamó su atención. Era una especie de melodía, un tarareo. Se giró y escuchó a Reira canturrear una canción. En cierto modo, aquella melodía era relajante, pero tenía algo más. Como esa tranquilidad que precede a una tempestad. Era la típica canción de la que te esperas un crescendo que termine en un enorme final en el que participe toda la orquesta. Una Marcha Eslava, una Cabalgata...
Derek observó algo tras Reira. El agua parecía burbujear como si el mar hubiese entrado en ebullición. Y de pronto, el sonido de los cabos corriéndose, de las velas abriéndose y de la madera crujiendo, tapó cualquier rastro de la melodía de la chica. No, más bien no. Acompañó a la melodía, la ahogó con un contrapunto de sonidos inquietantes. Y un enorme barco surgió de las profundidades: un barco pirata, de madera y velas negras como la noche.
- ¿Qué es eso? -Derek señaló el navío, sorprendido más que atemorizado. El barco parecía estar en perfecto estado pese a acabar de salir del agua. Los ojos del chico brillaron con intensidad ante aquello. Había oído hablar de islas submarinas. ¿Acaso había una bajo ellos? ¿Y por qué el barco parecía desierto? ¿Deberían investigar?
Rayo parecía asustado ante la idea de un barco que acabara de surgir de debajo del agua. Derek no culpaba a su mascota, pero la curiosidad le podía.
- Reira. Voy a ver qué hay en ese barco. ¿Quieres venir?
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No sabía cómo sentirme al ver aparecer aquel armatoste de madera podrida y velas negras desgarradas por la fuerza de las olas. ¿Cuánto tiempo había estado allí abajo sin resurgir del mar?
-De-Derek... Creo que ha sido mi canción la que ha hecho eso... -Me eché un poco hacia atrás ante la imponente visión del barco que se alzaba ante nosotros. -No sé cómo es eso posible, simplemente tengo la sensación de que es culpa mía de alguna manera. Y ni siquiera sé de dónde he sacado esa canción, la tenía en la cabeza, o la he recordado, no sé -dije, con la ansiedad dominando mi voz durante un rato.
Cuando oí las palabras de Derek ya estaba subiendo la barandilla de cubierta y planteándome si era viable saltar desde allí al otro navío. Un poco peligroso e impulsivo por mi parte, pero para variar, la curiosidad me estaba matando. O me mataría en cuanto pusiera un pie en terreno desconocido.
-¡Claro! Aunque si puedes ayudarme un poco a llegar hasta el barco... -titubeé, sin saber muy bien cómo pedirle aquello. -Aunque quizás no sea la mejor de las ideas. -Sonreí de forma tensa. -Quien sabe lo que nos espera ahí dentro. En cualquier caso, me gustaría ir a explorar. ¿Crees que esa madera podrida soportará nuestro peso sin romperse?
Tanteé de nuevo los bisturíes. ¿De dónde había salido aquel barco? ¿Había alguien en su interior? ¿Me estaba haciendo a mí misma demasiadas preguntas para las que no tendría respuesta hasta que entrara en aquella maldita nave? Puede ser. Y lo de maldita le venía que ni pintado.
Até bien la correa de Capi en alguna parte que pareciera estable. No quería llevármelo por allí si no era seguro y tampoco quería cargar a Derek con un capibara enorme y pesado.
-Vamos -le increpé. -¡Seguro que hay algún tesoro!
Me debatía entre el miedo y la curiosidad, y parece obvio quién iba ganando la partida por el momento.
-De-Derek... Creo que ha sido mi canción la que ha hecho eso... -Me eché un poco hacia atrás ante la imponente visión del barco que se alzaba ante nosotros. -No sé cómo es eso posible, simplemente tengo la sensación de que es culpa mía de alguna manera. Y ni siquiera sé de dónde he sacado esa canción, la tenía en la cabeza, o la he recordado, no sé -dije, con la ansiedad dominando mi voz durante un rato.
Cuando oí las palabras de Derek ya estaba subiendo la barandilla de cubierta y planteándome si era viable saltar desde allí al otro navío. Un poco peligroso e impulsivo por mi parte, pero para variar, la curiosidad me estaba matando. O me mataría en cuanto pusiera un pie en terreno desconocido.
-¡Claro! Aunque si puedes ayudarme un poco a llegar hasta el barco... -titubeé, sin saber muy bien cómo pedirle aquello. -Aunque quizás no sea la mejor de las ideas. -Sonreí de forma tensa. -Quien sabe lo que nos espera ahí dentro. En cualquier caso, me gustaría ir a explorar. ¿Crees que esa madera podrida soportará nuestro peso sin romperse?
Tanteé de nuevo los bisturíes. ¿De dónde había salido aquel barco? ¿Había alguien en su interior? ¿Me estaba haciendo a mí misma demasiadas preguntas para las que no tendría respuesta hasta que entrara en aquella maldita nave? Puede ser. Y lo de maldita le venía que ni pintado.
Até bien la correa de Capi en alguna parte que pareciera estable. No quería llevármelo por allí si no era seguro y tampoco quería cargar a Derek con un capibara enorme y pesado.
-Vamos -le increpé. -¡Seguro que hay algún tesoro!
Me debatía entre el miedo y la curiosidad, y parece obvio quién iba ganando la partida por el momento.
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Derek tendió la mano a Reira, mientras Rayo saltaba de su hombro para quedar en la segura cubierta del barco.
- Vamos a ver qué hay aquí dentro... -murmuró el chico, mientras saltaba hacia la cubierta del galeón de velas negras. El estómago se le hizo un nudo cuando despegó ambos pies del suelo, pero un par de segundos (y un impulso de reactores) después, ambos aterrizaron sin muchos contratiempos en la cubierta.
Pese a que la madera parecía extremadamente podrida por el agua y el paso del tiempo, no tenía pinta de que fuera a romperse bajo su peso. Al contrario, era extremadamente robusta, lo cual sorprendió al chico, que no se esperaba aquella solidez.
- Vaya... -el joven de ojos rojos alzó la mirada hacia lo más alto, buscando algún vigía. Pero como era de esperar de un barco que acababa de salir a la superficie desde los abismos oceánicos, no había tal persona. Derek se rascó la oreja izquierda, mientras pensaba en voz alta-. El lugar donde debe estar el tesoro del barco es la cabina del capitán, deberíamos ir a explorarla.
El chico se fue bajo el puente de popa, buscando una entrada al interior del barco. En efecto, unas puertas de madera oscura como el resto del navío, y con cristales descoloridos y agrietados le hicieron sonreír. De una patada, reventó la puerta, haciendo que varias gotitas de agua salada y piedrecillas de sal de roca cayesen al suelo. El interior estaba oscuro, y Derek juraría que acababa de oír algo viscoso arrastrarse hacia una esquina de la habitación. El gabinete del capitán era amplio y espacioso, y más adelante había un enorme ventanal, por el que en unas horas entraría la luz del día.
- Mmmm... esto tiene mala pinta -murmuró para sí, mientras exploraba el cuarto, barriéndolo con sus rayos X e infrarrojos-. No sé si encontraremos algo de valor aquí. Seguramente se haya estropeado... -el tono de desilusión del pirata era palpable. Derek se acercó a la mesa del capitán y trató de abrir los cajones: cerrados a cal y canto. Soltó un breve taco y dio un puñetazo con la mano izquierda para reventar los pomos. Luego metió la mano por el agujero y tiró hacia fuera-. A ver qué hay por aquí...
- Vamos a ver qué hay aquí dentro... -murmuró el chico, mientras saltaba hacia la cubierta del galeón de velas negras. El estómago se le hizo un nudo cuando despegó ambos pies del suelo, pero un par de segundos (y un impulso de reactores) después, ambos aterrizaron sin muchos contratiempos en la cubierta.
Pese a que la madera parecía extremadamente podrida por el agua y el paso del tiempo, no tenía pinta de que fuera a romperse bajo su peso. Al contrario, era extremadamente robusta, lo cual sorprendió al chico, que no se esperaba aquella solidez.
- Vaya... -el joven de ojos rojos alzó la mirada hacia lo más alto, buscando algún vigía. Pero como era de esperar de un barco que acababa de salir a la superficie desde los abismos oceánicos, no había tal persona. Derek se rascó la oreja izquierda, mientras pensaba en voz alta-. El lugar donde debe estar el tesoro del barco es la cabina del capitán, deberíamos ir a explorarla.
El chico se fue bajo el puente de popa, buscando una entrada al interior del barco. En efecto, unas puertas de madera oscura como el resto del navío, y con cristales descoloridos y agrietados le hicieron sonreír. De una patada, reventó la puerta, haciendo que varias gotitas de agua salada y piedrecillas de sal de roca cayesen al suelo. El interior estaba oscuro, y Derek juraría que acababa de oír algo viscoso arrastrarse hacia una esquina de la habitación. El gabinete del capitán era amplio y espacioso, y más adelante había un enorme ventanal, por el que en unas horas entraría la luz del día.
- Mmmm... esto tiene mala pinta -murmuró para sí, mientras exploraba el cuarto, barriéndolo con sus rayos X e infrarrojos-. No sé si encontraremos algo de valor aquí. Seguramente se haya estropeado... -el tono de desilusión del pirata era palpable. Derek se acercó a la mesa del capitán y trató de abrir los cajones: cerrados a cal y canto. Soltó un breve taco y dio un puñetazo con la mano izquierda para reventar los pomos. Luego metió la mano por el agujero y tiró hacia fuera-. A ver qué hay por aquí...
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-Está bien, tú vete a la cabina y me reuniré contigo en un rato -le susurré, sin saber muy bien por qué lo hacía. -Yo iré a curiosear un poco por las bodegas.
No creía que fuera a encontrar nada demasiado interesante en ellas, porque al fin y al cabo Derek tenía razón en decir que el tesoro solí guardarlo el capitán. Lo primero que noté al dejar la cubierta, es que la vida marina parecía parte del propio barco. Allá donde posaba la vista, había algas, lapas y pequeños animalillos que probablemente deberían sumergirse pronto si querían seguir viviendo y que me provocaban escalofríos. Tanteé algunas de las paredes, intentando descubrir algo bajo toda aquella capa, pero no fui capaz de quitar nada. Estaba bien pegado. Lo siguiente era algo que en verdad ya había notado arriba. La madera tenía un aspecto podrido, pero era muy estable. Al menos era un respiro que aseguraba que no nos íbamos a caer al mar y ahogarnos.
Detrás de unas cajas de alimentos más que podridos y fétidos, alguien parecía haberse escondido. Hace muuuchos muchos años, claro, tantos que sólo quedaban sus huesos.
-Derek... -murmuré su nombre como si estuviera allí y pudiera comentarle el hallazgo del esqueleto, aún sabiendo que no era así. -Me pregunto si me dejaría llevarme esto al barco. Mi padr -me mordí el labio- en casa teníamos uno así que me sirvió de ayuda para estudiar medicina.
Me pregunté quién sería, cuál sería su nombre, su ocupación dentro de la tripulación... Eché otro vistazo alrededor, pero no había nada de gran interés y no pensaba abrir ningún barril y desmayarme con el fuerte olor de lo que hubiera dentro en descomposición. Estaba ya a punto de salir cuando oí un crujido detrás de mí, justo como el que yo misma provocaba bajo mis pies al caminar.
-¿Qué demon...?
Me giré cuando el esqueleto ya estaba lanzándose contra mí. ¿Qué podía hacer contra ese engendro? Grité el nombre de Derek para que viniera a echarme una mano mientras trataba de subir a cubierta sin que el esqueleto me atrapara.
No creía que fuera a encontrar nada demasiado interesante en ellas, porque al fin y al cabo Derek tenía razón en decir que el tesoro solí guardarlo el capitán. Lo primero que noté al dejar la cubierta, es que la vida marina parecía parte del propio barco. Allá donde posaba la vista, había algas, lapas y pequeños animalillos que probablemente deberían sumergirse pronto si querían seguir viviendo y que me provocaban escalofríos. Tanteé algunas de las paredes, intentando descubrir algo bajo toda aquella capa, pero no fui capaz de quitar nada. Estaba bien pegado. Lo siguiente era algo que en verdad ya había notado arriba. La madera tenía un aspecto podrido, pero era muy estable. Al menos era un respiro que aseguraba que no nos íbamos a caer al mar y ahogarnos.
Detrás de unas cajas de alimentos más que podridos y fétidos, alguien parecía haberse escondido. Hace muuuchos muchos años, claro, tantos que sólo quedaban sus huesos.
-Derek... -murmuré su nombre como si estuviera allí y pudiera comentarle el hallazgo del esqueleto, aún sabiendo que no era así. -Me pregunto si me dejaría llevarme esto al barco. Mi padr -me mordí el labio- en casa teníamos uno así que me sirvió de ayuda para estudiar medicina.
Me pregunté quién sería, cuál sería su nombre, su ocupación dentro de la tripulación... Eché otro vistazo alrededor, pero no había nada de gran interés y no pensaba abrir ningún barril y desmayarme con el fuerte olor de lo que hubiera dentro en descomposición. Estaba ya a punto de salir cuando oí un crujido detrás de mí, justo como el que yo misma provocaba bajo mis pies al caminar.
-¿Qué demon...?
Me giré cuando el esqueleto ya estaba lanzándose contra mí. ¿Qué podía hacer contra ese engendro? Grité el nombre de Derek para que viniera a echarme una mano mientras trataba de subir a cubierta sin que el esqueleto me atrapara.
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Derek observó el interior de los cajones. Había una serie de pequeñas caracolas blancas y relucientes, todas elas desperdigadas sin ton ni son por el interior del cajón. El chico también vio una especie de pasta espesa que antaño debieron ser documentos de algún tipo, pero que el agua marina había deshecho. Todo tenía un fuerte olor marinado, a salitre y podrido. El chico se fijó entonces en el suelo bajo sus pies. Una chaqueta retorcida y arrugada, y un sombrero con los restos estropeados de lo que antaño debía haber sido una pluma colorida de algún tipo de ave.
El chico se agachó para recoger el sombrero, cuando un movimiento furtivo en el límite del campo de visión lo alertó. El chico se giró con rapidez, y vio ante él un diminuto cangrejo que correteaba por el suelo del camarote. El pequeño animal se coló por un agujerito de la pared, desapareciendo de su vista... pero no de sus visores. El animal seguía allí dentro, debía tener un pequeño refugio. El chico empezó a mirar alrededor, y observó bajo él un movimiento a través del suelo: Reira se había agachado al lado de algo. ¿Qué habría encontrado? El chico se quedó mirando cómo su compañera se daba media vuelta y entonces lo que fuera que fuera aquella cosa se movió.
El grito de la chica hizo que reaccionase como normalmente hacía: de forma impulsiva y nada premeditada. Levantó el pie y activó los propulsores de la rodilla para dar un fuerte pisotón potenciado que partió las tablas de madera del suelo. Por desgracia, el agujero no era lo bastante grande, y su pie parecía haberse quedado atascado. Gruñendo, invirtió los propulsores y tiró, sacando la pierna con algunas astillas clavadas en ella. Ignorándolo, empezó a correr hacia cubierta buscando la entrada a la bodega: una trampilla abierta en medio de la misma. Sin pensarlo, entró de un salto, justo a tiempo de ver a la joven de pelo morado salir corriendo. El chico cayó con todo el peso de su cuerpo sobre el cuerpo reanimado, partiendo unos cuantos huesos y dispersándolos por el interior de la sala. El golpe que se llevó en el trasero al aterrizar sobre éste le hizo apretar los dientes.
El chico se agachó para recoger el sombrero, cuando un movimiento furtivo en el límite del campo de visión lo alertó. El chico se giró con rapidez, y vio ante él un diminuto cangrejo que correteaba por el suelo del camarote. El pequeño animal se coló por un agujerito de la pared, desapareciendo de su vista... pero no de sus visores. El animal seguía allí dentro, debía tener un pequeño refugio. El chico empezó a mirar alrededor, y observó bajo él un movimiento a través del suelo: Reira se había agachado al lado de algo. ¿Qué habría encontrado? El chico se quedó mirando cómo su compañera se daba media vuelta y entonces lo que fuera que fuera aquella cosa se movió.
El grito de la chica hizo que reaccionase como normalmente hacía: de forma impulsiva y nada premeditada. Levantó el pie y activó los propulsores de la rodilla para dar un fuerte pisotón potenciado que partió las tablas de madera del suelo. Por desgracia, el agujero no era lo bastante grande, y su pie parecía haberse quedado atascado. Gruñendo, invirtió los propulsores y tiró, sacando la pierna con algunas astillas clavadas en ella. Ignorándolo, empezó a correr hacia cubierta buscando la entrada a la bodega: una trampilla abierta en medio de la misma. Sin pensarlo, entró de un salto, justo a tiempo de ver a la joven de pelo morado salir corriendo. El chico cayó con todo el peso de su cuerpo sobre el cuerpo reanimado, partiendo unos cuantos huesos y dispersándolos por el interior de la sala. El golpe que se llevó en el trasero al aterrizar sobre éste le hizo apretar los dientes.
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Justo cuando ya había logrado subir por la escala tenía que venir el capi y... casi arrastrarme de vuelta adentro, cayendo a mi lado. ¿No podía mirar por dónde iba? Por el ruido que había hecho, debía haberse dado un buen golpe. Aish, no sé qué pasaba en aquel maldito navío, pero lo mejor sería que cogiéramos lo que pudiéramos y nos largáramos de allí. Todo parecía estar endemoniado. Es que no encontraba una palabra mejor que esa para definirlo, en serio.
-Derek, ¿estás bien? -le grité a medias desde arriba, porque tampoco es que estuviéramos muy lejos el uno del otro. -No era necesario que entraras a lo bestia... -increpé, aunque mi voz sonaba más preocupada que furiosa. Después lo pensé mejor y añadí algo: -Lo siento, culpa mía por llamarte a gritos -no podía tener más razón en ese momento, mi egoísmo me perdía.
Decidí bajar de nuevo y ayudar a Derek a levantarse. Me agaché a su lado mientras el esqueleto todavía se movía, pero tenía bastantes huesos rotos y dudaba que pudiera perseguirnos, aunque sí que trató de alcanzarnos con los brazos, o bueno, lo que quedaba de ellos. Le pegué una patada para apartarlo un poco, aunque parecía empeñado en llegar hasta nosotros. Ni siquiera podía entender cómo era que el esqueleto seguía "vivo", pero sin duda nada tenía que ver con medicina o ciencia en general.
-Estúpido bicho... -dije mirándolo con un poquito de asco. -Vamos -dije tirando del capitán. -Será mejor que nos vayamos pronto -dije con tono preocupado. -¿Has encontrado algo interesante? Podríamos ir a ver alguna habitación más y después volver a nuestro barco.
Empezaba a dudar que hubiera algo allí de valor. ¿Por qué tenía que meternos a todos en líos cantando una estúpida canción que ni siquiera recordaba haber aprendido? Porque es que no había otra explicación razonable para la salida a flote de un barco antiguo del fondo del mar y en aparente buen estado.
-Derek, ¿estás bien? -le grité a medias desde arriba, porque tampoco es que estuviéramos muy lejos el uno del otro. -No era necesario que entraras a lo bestia... -increpé, aunque mi voz sonaba más preocupada que furiosa. Después lo pensé mejor y añadí algo: -Lo siento, culpa mía por llamarte a gritos -no podía tener más razón en ese momento, mi egoísmo me perdía.
Decidí bajar de nuevo y ayudar a Derek a levantarse. Me agaché a su lado mientras el esqueleto todavía se movía, pero tenía bastantes huesos rotos y dudaba que pudiera perseguirnos, aunque sí que trató de alcanzarnos con los brazos, o bueno, lo que quedaba de ellos. Le pegué una patada para apartarlo un poco, aunque parecía empeñado en llegar hasta nosotros. Ni siquiera podía entender cómo era que el esqueleto seguía "vivo", pero sin duda nada tenía que ver con medicina o ciencia en general.
-Estúpido bicho... -dije mirándolo con un poquito de asco. -Vamos -dije tirando del capitán. -Será mejor que nos vayamos pronto -dije con tono preocupado. -¿Has encontrado algo interesante? Podríamos ir a ver alguna habitación más y después volver a nuestro barco.
Empezaba a dudar que hubiera algo allí de valor. ¿Por qué tenía que meternos a todos en líos cantando una estúpida canción que ni siquiera recordaba haber aprendido? Porque es que no había otra explicación razonable para la salida a flote de un barco antiguo del fondo del mar y en aparente buen estado.
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Derek se levantó a duras penas. Pese a que estaba blindado, el peso de todo su cuerpo había aplastado su culo con fuerza, y ahora le molestaba. Alzó la mano, quitándole importancia al asunto, y cuando Reira le preguntó por lo que había encontrado, negó con la cabeza.
- Nada interesante, además de este esqueleto... -señaló el cráneo de hueso, que parecía estar maldiciendo de forma muda, rechinando los dientes. El pirata suspiró, mientras buscaba algún otro lugar por el que ir. Empezó a recorrer la bodega de carga, de un lado a otro, hasta que encontró una pequeña puerta de madera oscura, llena de un sinfín de vida marina, al igual que el resto de la nave. Empujó de golpe la hoja de madera y con cierta dificultad, logró abrirla. El agua había hinchado la puerta, haciendo que arrastrase y levantara un desagradable chirrido al abrirse.
- Vaya... ¿qué será este lugar? -se preguntó en voz alta, mientras entraba en la sala. Era pequeña, oscura y húmeda, y le recordaba a una especie de enfermería abandonada. Había un par de camas y un esqueleto colgado de un móvil. Su primera reacción fue acercarse hasta los huesos y colocarse en postura de guardia. No se fiaba ni un pelo de que aquella cosa no fuera a moverse de un momento a otro.
- Nada interesante, además de este esqueleto... -señaló el cráneo de hueso, que parecía estar maldiciendo de forma muda, rechinando los dientes. El pirata suspiró, mientras buscaba algún otro lugar por el que ir. Empezó a recorrer la bodega de carga, de un lado a otro, hasta que encontró una pequeña puerta de madera oscura, llena de un sinfín de vida marina, al igual que el resto de la nave. Empujó de golpe la hoja de madera y con cierta dificultad, logró abrirla. El agua había hinchado la puerta, haciendo que arrastrase y levantara un desagradable chirrido al abrirse.
- Vaya... ¿qué será este lugar? -se preguntó en voz alta, mientras entraba en la sala. Era pequeña, oscura y húmeda, y le recordaba a una especie de enfermería abandonada. Había un par de camas y un esqueleto colgado de un móvil. Su primera reacción fue acercarse hasta los huesos y colocarse en postura de guardia. No se fiaba ni un pelo de que aquella cosa no fuera a moverse de un momento a otro.
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Como siempre, Der hizo ver que no era nada grave y se levantó como si nada, aunque tenía pinta de que le había dolido, por lo menos un poquito. Resoplé. A lo mejor lo que le había dolido era el orgullo y no su culo metálico. Que paciencia había que tener. Si alguna vez admitía estar mal, tendría que correr bien lejos porque significaría que todo estaba mal.
Entramos en otra sala, seguramente una antigua enfermería improvisada para tratar a la tripulación en caso de necesidad. Al lado de la puerta había una mesa llena de utensilios de medicina, pero nada llamó especialmente mi atención, ya que solía llevar conmigo lo estrictamente necesario. Había cosas en las que mejor utilidad y no apariencia, sobre todo cuando había vidas en juego. Mientras, el capi amenazaba a otro esqueleto que se había encontrado por allí, pero que esta vez parecía haber servido de ayuda al médico que hubiera ocupado esa habitación, y no como enemigo nuestro. Menos mal.
-Parece que no se va a mover -susurré, temerosa de que decidiera hacerlo de pronto. -Este sí puedo llevármelo al barco, ¿a que sí? -le dije a Derek, señalando el esqueleto. -Se llamará Huesitos, claramente. Hasta podemos vestirlo con algo de tu ropa.
Me acerqué a una especie de escritorio y me senté en la silla que había tras él, a mis anchas, como si estuviera en mi casa. "Veamos, veamos..." Revolví los cajones en busca de algo de valor, pero no había más que papeles y más papeles, que quizás hubieran sido interesantes para otra persona, pero que no parecían tratar de medicina, así que a mí no me decían nada. Lo único que llamó mi atención, fue un cajón cerrado con llave. Con una llave que no estaba por allí, y quién sabe dónde se habría perdido. Cogí un bisturí para forzarlo a abrirse. Dentro había una pequeña bolsa de suave terciopelo negro, y dentro... "Perfecto. Más bisturíes." Eran seis. Me desilusioné un poco, aunque no eran como los míos, sino un poco más oscuros. No podía ser óxido, ya que lo lógico era hacerlos con algún material antioxidable o se estropearían muy rápido, y más en un barco.
-Mira, Derek -dije, alzando uno en su dirección por si quería verlo. -Parecen de obsidiana. Pero aparte de esto no hay nada más de valor.
Había oído algo sobre que cortaban más y más fácilmente, y que los cortes que se hacían con ellos se curaban en menos tiempo.
Entramos en otra sala, seguramente una antigua enfermería improvisada para tratar a la tripulación en caso de necesidad. Al lado de la puerta había una mesa llena de utensilios de medicina, pero nada llamó especialmente mi atención, ya que solía llevar conmigo lo estrictamente necesario. Había cosas en las que mejor utilidad y no apariencia, sobre todo cuando había vidas en juego. Mientras, el capi amenazaba a otro esqueleto que se había encontrado por allí, pero que esta vez parecía haber servido de ayuda al médico que hubiera ocupado esa habitación, y no como enemigo nuestro. Menos mal.
-Parece que no se va a mover -susurré, temerosa de que decidiera hacerlo de pronto. -Este sí puedo llevármelo al barco, ¿a que sí? -le dije a Derek, señalando el esqueleto. -Se llamará Huesitos, claramente. Hasta podemos vestirlo con algo de tu ropa.
Me acerqué a una especie de escritorio y me senté en la silla que había tras él, a mis anchas, como si estuviera en mi casa. "Veamos, veamos..." Revolví los cajones en busca de algo de valor, pero no había más que papeles y más papeles, que quizás hubieran sido interesantes para otra persona, pero que no parecían tratar de medicina, así que a mí no me decían nada. Lo único que llamó mi atención, fue un cajón cerrado con llave. Con una llave que no estaba por allí, y quién sabe dónde se habría perdido. Cogí un bisturí para forzarlo a abrirse. Dentro había una pequeña bolsa de suave terciopelo negro, y dentro... "Perfecto. Más bisturíes." Eran seis. Me desilusioné un poco, aunque no eran como los míos, sino un poco más oscuros. No podía ser óxido, ya que lo lógico era hacerlos con algún material antioxidable o se estropearían muy rápido, y más en un barco.
-Mira, Derek -dije, alzando uno en su dirección por si quería verlo. -Parecen de obsidiana. Pero aparte de esto no hay nada más de valor.
Había oído algo sobre que cortaban más y más fácilmente, y que los cortes que se hacían con ellos se curaban en menos tiempo.
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Derek observó con desagrado el esqueleto colgante. No parecía estar "vivo". Al menos, parecía estar del todo muerto. El chico relajó la postura un poco y dijo:
- Supongo que podemos llevarlo, pero vamos a acabar llenando el barco de mierda. Tenemos que conseguir uno más grande. El que tenemos ahora está pensado para viajes cortos y va siendo hora de darle una buena jubilación. -el chico se frotó las manos, mientras se acercaba a ver lo que hacía Reira, que parecía haber encontrado algo de interés en un cajón cerrado. Cuando lo logró abrir y encontró la bolsa con bisturís de obsidiana, el chico la miró-. ¿Obsidiana? Vaya... que raro, ¿no?
En ese momento, algo ocurrió. El barco empezó a temblar, y un ruido de madera partiéndose, junto con un aullido parecido al de un vendaval enfurecido empezó a ahogar los demás sonidos. El rugido atronador de una enorme corriente de agua lo invadió todo, y de pronto los pies de los chicos estaban cubiertos de agua. ¿El barco se estaba hundiendo? El agua empezó a subir a gran velocidad. Derek agarró el esqueleto del móvil y tiró del soporte con fuerza, intentando separarlo de la pared. Una tromba de agua entró en la sala por la puerta, y el barco empezó a inclinarse hacia la proa, colocándose cuesta arriba para ellos y empezando a acumularse el agua en la estancia.
- ¡Joder! ¡¿Qué pasa?! -trató de hacerse oír el chico mientras agarraba con una mano el esqueleto y extendía la otra hacia Reira.
- Supongo que podemos llevarlo, pero vamos a acabar llenando el barco de mierda. Tenemos que conseguir uno más grande. El que tenemos ahora está pensado para viajes cortos y va siendo hora de darle una buena jubilación. -el chico se frotó las manos, mientras se acercaba a ver lo que hacía Reira, que parecía haber encontrado algo de interés en un cajón cerrado. Cuando lo logró abrir y encontró la bolsa con bisturís de obsidiana, el chico la miró-. ¿Obsidiana? Vaya... que raro, ¿no?
En ese momento, algo ocurrió. El barco empezó a temblar, y un ruido de madera partiéndose, junto con un aullido parecido al de un vendaval enfurecido empezó a ahogar los demás sonidos. El rugido atronador de una enorme corriente de agua lo invadió todo, y de pronto los pies de los chicos estaban cubiertos de agua. ¿El barco se estaba hundiendo? El agua empezó a subir a gran velocidad. Derek agarró el esqueleto del móvil y tiró del soporte con fuerza, intentando separarlo de la pared. Una tromba de agua entró en la sala por la puerta, y el barco empezó a inclinarse hacia la proa, colocándose cuesta arriba para ellos y empezando a acumularse el agua en la estancia.
- ¡Joder! ¡¿Qué pasa?! -trató de hacerse oír el chico mientras agarraba con una mano el esqueleto y extendía la otra hacia Reira.
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Parecía que mi idea del esqueleto no le hacía mucha gracia a Derek, pero estaba dispuesto a aceptarlo en su tripulación después de todo. Y pensar que yo bromeaba... a medias. A veces me sentía afortunada de estar allí con él y el resto de la tripu, aunque a ellas no las veía demasiado. Sí, por tonterías como aquella. ¿Alguien podía imaginarse una situación más rara?
-Bueno... siempre podemos llevarnos este barco si hay que jubilar el nuestro -bromeé, sin tomarme nada de eso en serio. -O llamarlo en caso de necesidad. ¿Funcionará eso? La verdad es que está en bastante mejor estado del que aparenta. -Miré mejor los bisturíes. -Y sí, la obsidiana es poco común. Pero mola. Me los llevaré conmigo también, podrían servirme de ayuda si tengo que operar a alguien. -Le saqué la lengua. -Aunque seguro que seguiré sin poder cortar tu metal.
Para cuando metí la bolsita de terciopelo en la mochila, el barco se estremecía, y por alguna razón me recordaba a algo vivo, un ser al que lo dominaban los escalofríos. Una maldición, una tortura, tanto para el barco como para nosotros si no huíamos. Los aullidos del viento y los rugidos de las olas eran los mismos que cuando el navío había salido a flote, pero lo que hacía ahora era hundirse y con nosotros dentro. Una tromba de agua entró de repente, conviertiendo la habitación en una trampa mortal para casi cualquiera, pero todavía más para dos usuarios si no nos dábamos prisa.
-No, no, no... ¡Agua no! -grité. -Tenemos que salir de aquí rápido o nos ahogaremos. -Tomé su mano, esperando que me salvara en un momento complicado, como casi siempre hacía. -¡Deja el esqueleto! -exclamé, preocupada por lo que se nos venía encima, e intentando hacerme oír por encima del ruido del agua. -¡Sólo será un lastre si intentas llevártelo!
-Bueno... siempre podemos llevarnos este barco si hay que jubilar el nuestro -bromeé, sin tomarme nada de eso en serio. -O llamarlo en caso de necesidad. ¿Funcionará eso? La verdad es que está en bastante mejor estado del que aparenta. -Miré mejor los bisturíes. -Y sí, la obsidiana es poco común. Pero mola. Me los llevaré conmigo también, podrían servirme de ayuda si tengo que operar a alguien. -Le saqué la lengua. -Aunque seguro que seguiré sin poder cortar tu metal.
Para cuando metí la bolsita de terciopelo en la mochila, el barco se estremecía, y por alguna razón me recordaba a algo vivo, un ser al que lo dominaban los escalofríos. Una maldición, una tortura, tanto para el barco como para nosotros si no huíamos. Los aullidos del viento y los rugidos de las olas eran los mismos que cuando el navío había salido a flote, pero lo que hacía ahora era hundirse y con nosotros dentro. Una tromba de agua entró de repente, conviertiendo la habitación en una trampa mortal para casi cualquiera, pero todavía más para dos usuarios si no nos dábamos prisa.
-No, no, no... ¡Agua no! -grité. -Tenemos que salir de aquí rápido o nos ahogaremos. -Tomé su mano, esperando que me salvara en un momento complicado, como casi siempre hacía. -¡Deja el esqueleto! -exclamé, preocupada por lo que se nos venía encima, e intentando hacerme oír por encima del ruido del agua. -¡Sólo será un lastre si intentas llevártelo!
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Derek aferró la mano de Reira por la muñeca y tiró con fuerza de ella. El agua casi les llegaba hasta las rodillas, y empezaba a sentir cómo las fuerzas lo abandonaban. El chico alzó la mirada hacia el techo y tiró el esqueleto colgante a un lado. Empezó a mover el brazo libre, cogiendo impulso, y dándole vueltas como un molinete.
- ¡Puño dragón! -gritó, mientras lanzaba una onda con forma de cabeza de dragón rugiendo hacia el techo de la sala.
Un crujido indicó que la madera había resistido a duras penas el impacto. Derek gruñó, mientras sus ojos se volvían rojos como la sangre. Flexionó ligeramente las piernas y miró el nivel del agua subiendo más y más.
- ¡Patada con salto alta! -gritó el chico, mientras saltaba, ayudado por los impulsores, y daba una vuelta en el aire, golpeando con la pierna en el lugar donde había impactado con la onda, que ahora estaba ardiendo ligeramente.
El techo cedió, y un agujero al exterior dejó entrar un aire gélido. El pirata aterrizó de rodillas en el suelo, dejando que el agua le llegase casi hasta la altura del esternón. Se levantó con dificultad, empapado y miró a Reira:
- ¡Vámonos! ¡No quiero morir hoy! -dijo, mientras sus impulsores se encendían de nuevo, listos para sacarlos del barco por la vía de escape que había improvisado.
- ¡Puño dragón! -gritó, mientras lanzaba una onda con forma de cabeza de dragón rugiendo hacia el techo de la sala.
Un crujido indicó que la madera había resistido a duras penas el impacto. Derek gruñó, mientras sus ojos se volvían rojos como la sangre. Flexionó ligeramente las piernas y miró el nivel del agua subiendo más y más.
- ¡Patada con salto alta! -gritó el chico, mientras saltaba, ayudado por los impulsores, y daba una vuelta en el aire, golpeando con la pierna en el lugar donde había impactado con la onda, que ahora estaba ardiendo ligeramente.
El techo cedió, y un agujero al exterior dejó entrar un aire gélido. El pirata aterrizó de rodillas en el suelo, dejando que el agua le llegase casi hasta la altura del esternón. Se levantó con dificultad, empapado y miró a Reira:
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Las fuerzas flaquearon, pero Derek siguió tirando y consiguió sacarnos a cubierta, rompiendo parte del barco con su habitual brutalidad y dejanto a Huesitos en el proceso. Jo, sabía que lo mejor era no llevarlo con nosotros, pero me daba pena. Me hubiera hecho compañía cuando me sintiera sola y tuviera que estudiar medicina. ¿Había sido todo aquello real o era una desagradable pesadilla de la que me despertaría de un momento a otro?
Desde el aire pudimos ver cómo se hundía el barco, haciendo que el mar burbujeara por un momento como si estuviera hirviendo, y por último, dejando casi lisa la superficie del agua. ¿Volveríamos a ver aquel navío que parecía maldito y el esqueleto que moraba en él? Ni siquiera conocíamos su nombre, ni la forma de llamarlo a flote, aunque creía saber cómo hacerlo. La pregunta en verdad era por qué era capaz de hacer que una leyenda olvidada reviviera. Me lo saqué de la cabeza en cuanto mis pies tocaron la cubierta de nuestro propio barco.
-Derek, ¿estás bien o necesitas alguna cura? -pregunté de forma rutinaria, como siempre que corríamos alguna aventura extraña en la que pudiera haberse hecho daño. Después bostecé. De todos modos no esperaba que necesitara mi ayuda, o que admitiera necesitarla.
Fui a desatar a Capi, que por una vez no lo había destrozado todo, sin esperar la respuesta, y le di un largo abrazo. Después busqué ropa con la que cambiarme. Al final estaba empapada y congelada y sólo tenía ganas de irme a la cama. En mi mochila seguían los bisturíes, de los cuales no me acordé hasta bastante más tarde.
Desde el aire pudimos ver cómo se hundía el barco, haciendo que el mar burbujeara por un momento como si estuviera hirviendo, y por último, dejando casi lisa la superficie del agua. ¿Volveríamos a ver aquel navío que parecía maldito y el esqueleto que moraba en él? Ni siquiera conocíamos su nombre, ni la forma de llamarlo a flote, aunque creía saber cómo hacerlo. La pregunta en verdad era por qué era capaz de hacer que una leyenda olvidada reviviera. Me lo saqué de la cabeza en cuanto mis pies tocaron la cubierta de nuestro propio barco.
-Derek, ¿estás bien o necesitas alguna cura? -pregunté de forma rutinaria, como siempre que corríamos alguna aventura extraña en la que pudiera haberse hecho daño. Después bostecé. De todos modos no esperaba que necesitara mi ayuda, o que admitiera necesitarla.
Fui a desatar a Capi, que por una vez no lo había destrozado todo, sin esperar la respuesta, y le di un largo abrazo. Después busqué ropa con la que cambiarme. Al final estaba empapada y congelada y sólo tenía ganas de irme a la cama. En mi mochila seguían los bisturíes, de los cuales no me acordé hasta bastante más tarde.
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