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-Sí, el líder ha decidido designarte un nuevo compañero- mencionó el agente del gobierno en uno de los despachos de Mariejoa.
El hombre lucía seguro de su trabajo. Su aspecto rechoncho y su pronunciada calva que había empezado como unas simples entradas no me dejaban lugar a dudas que estaba ante el supervisor. Alejado de ese aspecto bizarro y esa contraposición de elegancia en vestimenta y formas con su aspecto de hombre de retiro y buena gula, se encontraba uno de los hombres con actitud más tiránica de la Cipher Pol.
-Pensé que le había dejado claro al líder mi completa autonomía como agente- le comenté al supervisor.
Desvié la mirada para ver la cristalera que tenía a mi derecha, desde ella aún se podía ver la neblina de la ciudad en reconstrucción, la cual iba bastante avanzada, casi no había rastro de la guerra que había acontecido allí.
-Parece que te hace gracia la situación de la ciudad. El líder ha considerado que sus últimas actuaciones no han ido muy ligadas a los intereses del gobierno, sino mas orientadas a velar por los interés de este tal Akagami, un sujeto con un potencial extremadamente peligroso- comentó el supervisor lanzando una mirada fulminante- Tal vez debería hacerle una visita el agente 42- musitó dando una larga calada.
Sonriendo un poco, tratando de ocultar que aquel tipo me había calado por completo contesté sin perder los estribos, me recosté sobre el sofá de invitados del despacho y tras encenderme uno de mis pitillos rubios devolví la mirada al supervisor Shelby.
-En el informe estipulo que este no es buen momento para atraparlos a todos, están dispersos es mucho pedir esperar a la reunión que se producirá en un mes en el reino de Sakura. Ese será el momento ideal si sus marines hacen el trabajo correctamente-le increpé a la vez que señalaba con el dedo distintos párrafos del documento que estaba sobre la mesa.
El hombre sonrió un poco y se levantó de la silla sin mucha energía. Se cruzó las manos a la espalda y se puso a mirar la ciudad a través de la enorme cristalera. -Tu nuevo compañero será Yarmin Prince, un hombre encantador- dijo sacando el expediente del joven y poniéndolo sobre la mesa -Aunque esto seguramente sea algo de carácter temporal- dijo el hombre con tono sereno, el cual se giró y se puso a rebuscar algo en el cajo superior de su escritorio.
-¿A qué se refiere con lo de carácter temporal?- pregunté algo indignado y confuso dada la ambigüedad del tono del supervisor.
Este depositó un sobre con el sello de la marine encima de la mesa. El hombre se sentó y sonrió ampliamente. -Tengo aquí una petición de traslado al cuerpo de la marine, el sueldo es algo mayor pero como comprenderá perderá ciertos derechos- dijo el supervisor con cierta sorna.
-Yo no he solicitado ningún tipo de traslado- mencioné con el ceño fruncido, expresión ante la cual el marine comenzó a reírse a carcajada limpia. -No le estoy pidiendo su permiso, tan solo le aviso de que si su actitud no me parece la adecuada aceptaré esa recomendación del vicealmirante Andrew- dijo guardando toda la documentación en sus respectivos cajones.
En el despacho irrumpió un par de agentes acompañando a un sujeto de alto rango completamente desconocido para mí, ante lo cual el supervisor, casi miedoso me dijo:
-Ahora deja de estorbarme, tengo asuntos más importantes que lidiar contigo- dijo lanzándome un sobre amarillento con información de la siguiente misión que tendría.
~Cinco días más tarde, en algún lugar del West Blue~
Baristán, la ciudad basurero o la Mock Town del West Blue eran los mejores apodos de esa isla dedicada completamente a la actividad mercante, si querías algo o a alguien es muy probable que en aquella isla a base de pecios encontrar una forma de hacerte con ello. Sea como sea nunca se cocía algo legal en Baristán, de hecho, se habría convertido en una centralita bastante fiable para algunos de los brokers de poca monta que organizaban los negocios de los grandes poderes del Grand Line. Fuera como fuese mi misión consistía en reunirme allí con el agente Yarmín, la misión a grandes rasgos consistía en dar con un broker del bajo mundo y conseguir lo que diablos estuviera traficando, aunque esos detalles los tenía mi compañero.
La reunión había sido fijada a las 12 de la noche en la taberna el arpón errante, una taberna de carácter marinero, de cocinas de puchero y ruido, mucho ruido. Un lugar perfecto para tener una conversación discreta lejos de miradas y preguntas indiscretas. Me encontraba sentado en una de las mesas del fondo de la taberna, en una zona un poco más alta que el resto y por lo tanto más privada, aunque al estar separada de las esquinas no daba lugar a sospechas malintencionadas. Mirando de reojo la actividad de la taberna calculé a groso modo que habría una treintena de personas en la taberna, una veintena de ellos eran marineros, quince de ellos de dudosa moralidad, los otros cinco hombres eran el tabernero dos jóvenes y otras dos chicas de la misma edad, todos fueran de la misma familia ya que se trataba de un negocio familiar, tal como decía en los archivos de la agencia.
Sereno, di una ultima calada al cigarro apagándolo en el cenicero de la mesa. Tan solo faltaban tres minutos para la reunión. Tal como decía el informe vestía de incógnito, llevaba una gabardina de tonos ocres muy desgastada junto con unos pantalones marineros de un azul muy apagado. Debajo de la gabardina tenía un jersey de lana de color rojo acompañado con una bufanda de un tono anaranjado algo más chillón que la gabardina, por último lo más llamativo de la vestimenta sería el gorro de lana de color verde pistacho harapiento hasta el extremo de tener esa típica pelusa que origina las prendas de lana. A mis pies un, una bolsa de viaje con un traje intacto y mis dos pistolas así como una gran cantidad de dinero para poder realizar compras bilaterales si surgía la ocasión, hacía tiempo que deseaba encontrar un par de productos “exóticos”.
El hombre lucía seguro de su trabajo. Su aspecto rechoncho y su pronunciada calva que había empezado como unas simples entradas no me dejaban lugar a dudas que estaba ante el supervisor. Alejado de ese aspecto bizarro y esa contraposición de elegancia en vestimenta y formas con su aspecto de hombre de retiro y buena gula, se encontraba uno de los hombres con actitud más tiránica de la Cipher Pol.
-Pensé que le había dejado claro al líder mi completa autonomía como agente- le comenté al supervisor.
Desvié la mirada para ver la cristalera que tenía a mi derecha, desde ella aún se podía ver la neblina de la ciudad en reconstrucción, la cual iba bastante avanzada, casi no había rastro de la guerra que había acontecido allí.
-Parece que te hace gracia la situación de la ciudad. El líder ha considerado que sus últimas actuaciones no han ido muy ligadas a los intereses del gobierno, sino mas orientadas a velar por los interés de este tal Akagami, un sujeto con un potencial extremadamente peligroso- comentó el supervisor lanzando una mirada fulminante- Tal vez debería hacerle una visita el agente 42- musitó dando una larga calada.
Sonriendo un poco, tratando de ocultar que aquel tipo me había calado por completo contesté sin perder los estribos, me recosté sobre el sofá de invitados del despacho y tras encenderme uno de mis pitillos rubios devolví la mirada al supervisor Shelby.
-En el informe estipulo que este no es buen momento para atraparlos a todos, están dispersos es mucho pedir esperar a la reunión que se producirá en un mes en el reino de Sakura. Ese será el momento ideal si sus marines hacen el trabajo correctamente-le increpé a la vez que señalaba con el dedo distintos párrafos del documento que estaba sobre la mesa.
El hombre sonrió un poco y se levantó de la silla sin mucha energía. Se cruzó las manos a la espalda y se puso a mirar la ciudad a través de la enorme cristalera. -Tu nuevo compañero será Yarmin Prince, un hombre encantador- dijo sacando el expediente del joven y poniéndolo sobre la mesa -Aunque esto seguramente sea algo de carácter temporal- dijo el hombre con tono sereno, el cual se giró y se puso a rebuscar algo en el cajo superior de su escritorio.
-¿A qué se refiere con lo de carácter temporal?- pregunté algo indignado y confuso dada la ambigüedad del tono del supervisor.
Este depositó un sobre con el sello de la marine encima de la mesa. El hombre se sentó y sonrió ampliamente. -Tengo aquí una petición de traslado al cuerpo de la marine, el sueldo es algo mayor pero como comprenderá perderá ciertos derechos- dijo el supervisor con cierta sorna.
-Yo no he solicitado ningún tipo de traslado- mencioné con el ceño fruncido, expresión ante la cual el marine comenzó a reírse a carcajada limpia. -No le estoy pidiendo su permiso, tan solo le aviso de que si su actitud no me parece la adecuada aceptaré esa recomendación del vicealmirante Andrew- dijo guardando toda la documentación en sus respectivos cajones.
En el despacho irrumpió un par de agentes acompañando a un sujeto de alto rango completamente desconocido para mí, ante lo cual el supervisor, casi miedoso me dijo:
-Ahora deja de estorbarme, tengo asuntos más importantes que lidiar contigo- dijo lanzándome un sobre amarillento con información de la siguiente misión que tendría.
~Cinco días más tarde, en algún lugar del West Blue~
Baristán, la ciudad basurero o la Mock Town del West Blue eran los mejores apodos de esa isla dedicada completamente a la actividad mercante, si querías algo o a alguien es muy probable que en aquella isla a base de pecios encontrar una forma de hacerte con ello. Sea como sea nunca se cocía algo legal en Baristán, de hecho, se habría convertido en una centralita bastante fiable para algunos de los brokers de poca monta que organizaban los negocios de los grandes poderes del Grand Line. Fuera como fuese mi misión consistía en reunirme allí con el agente Yarmín, la misión a grandes rasgos consistía en dar con un broker del bajo mundo y conseguir lo que diablos estuviera traficando, aunque esos detalles los tenía mi compañero.
La reunión había sido fijada a las 12 de la noche en la taberna el arpón errante, una taberna de carácter marinero, de cocinas de puchero y ruido, mucho ruido. Un lugar perfecto para tener una conversación discreta lejos de miradas y preguntas indiscretas. Me encontraba sentado en una de las mesas del fondo de la taberna, en una zona un poco más alta que el resto y por lo tanto más privada, aunque al estar separada de las esquinas no daba lugar a sospechas malintencionadas. Mirando de reojo la actividad de la taberna calculé a groso modo que habría una treintena de personas en la taberna, una veintena de ellos eran marineros, quince de ellos de dudosa moralidad, los otros cinco hombres eran el tabernero dos jóvenes y otras dos chicas de la misma edad, todos fueran de la misma familia ya que se trataba de un negocio familiar, tal como decía en los archivos de la agencia.
Sereno, di una ultima calada al cigarro apagándolo en el cenicero de la mesa. Tan solo faltaban tres minutos para la reunión. Tal como decía el informe vestía de incógnito, llevaba una gabardina de tonos ocres muy desgastada junto con unos pantalones marineros de un azul muy apagado. Debajo de la gabardina tenía un jersey de lana de color rojo acompañado con una bufanda de un tono anaranjado algo más chillón que la gabardina, por último lo más llamativo de la vestimenta sería el gorro de lana de color verde pistacho harapiento hasta el extremo de tener esa típica pelusa que origina las prendas de lana. A mis pies un, una bolsa de viaje con un traje intacto y mis dos pistolas así como una gran cantidad de dinero para poder realizar compras bilaterales si surgía la ocasión, hacía tiempo que deseaba encontrar un par de productos “exóticos”.
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[Disculpe. ¿Es privado? Porque de no serlo me gustaría saber si es posible rolear o no.]
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-Así que Fried Lanxerot...- mascullé mientras comía el último trozo de mi ensaimada. Era una de las pocas cosas que había podido conseguir en esta isla del demonio en días, y se me hizo demasiado corto el tiempo en compañía de este delicioso bollo. Por suerte, y tras casi una maldita semana en este lugar esperando su llegada, había conseguido que me dieran un poco de información y productos de pastelería-. Me encantará hacer tratos contigo, Fried Lanxerot.
Me levanté de un sillón raído color musgo, e ignorando las bandejas vacías que había en mi escritorio, me dispuse a salir por la puerta. Sin embargo, algo se me olvidaba. ¿Qué podía ser? Comprobé no tener los labios manchados, y me limpié la comisura derecha mientras empujaba hacia el fondo de mi bolsillo un vial de cristal reforzado. Miré mi dedo, y la mancha roja en mi cara se tradujo en un más rosáceo color sobre mi pulgar, indetectable más aún si me pongo los guantes. ¡Sabía que olvidaba algo! Me puse los guantes, y un sonido molesto me recordó que había dejado la fiesta a medias.
-Lo siento, pero has llegado a esta isla en el momento adecuado- le sonreí. Lo peor que podía hacer por él era dejarlo vivir ahora que era más puzzle que persona, y con un disparo que sonó más de lo que me esperaba su cabeza explotó-. Siempre se me olvida que estas balas tienen demasiado calibre...
En fin. Salí de la habitación tras limpiarme un poco. Con el barullo de la taberna parecen no haberse dado cuenta del tiro, o tal vez es algo tan habitual en este local que se lo toman como sonido de ambiente. En cualquier caso, la hora de reunión es en tres minutos. Paso a paso me iba acercando, y quedaba menos tiempo; dos minutos, luego uno, y finalmente a los trece segundos para llegar tarde ahí estaba el que debía ser mi compañero. A pesar de que iba de incógnito, sus dos metros y pico de altura eran difíciles de ocultar. Yo, por supuesto, llevaba mi ropa habitual, de chaqueta y corbata negras sobre una camisa blanca, con pantalones y zapatos a juego con el abrigo y un toque de color en los gemelos, de color dorado y si alguien se fijaba bien, con un rubí rojo como la sangre en el centro de cada uno.
-Supongo que tú eres mi contacto- comenté con una sonrisa-. ¿Tienes los datos de la entrega?
Yo ya conocía los datos. De hecho, tras una semana tenía hasta un par de personas convencidas de que soy un Semidiós, casi con la certeza de que entrarán en la cábala si cumplen con mis designios divinos... Pero es tan divertido dejar que los demás crean estar sobre el tablero... Y bueno, bastante menos llamativo. Prefiero no destacar demasiado por el momento. Lanxerot, ¿Eres jugador o pieza? Estoy deseando averiguarlo.
Me levanté de un sillón raído color musgo, e ignorando las bandejas vacías que había en mi escritorio, me dispuse a salir por la puerta. Sin embargo, algo se me olvidaba. ¿Qué podía ser? Comprobé no tener los labios manchados, y me limpié la comisura derecha mientras empujaba hacia el fondo de mi bolsillo un vial de cristal reforzado. Miré mi dedo, y la mancha roja en mi cara se tradujo en un más rosáceo color sobre mi pulgar, indetectable más aún si me pongo los guantes. ¡Sabía que olvidaba algo! Me puse los guantes, y un sonido molesto me recordó que había dejado la fiesta a medias.
-Lo siento, pero has llegado a esta isla en el momento adecuado- le sonreí. Lo peor que podía hacer por él era dejarlo vivir ahora que era más puzzle que persona, y con un disparo que sonó más de lo que me esperaba su cabeza explotó-. Siempre se me olvida que estas balas tienen demasiado calibre...
En fin. Salí de la habitación tras limpiarme un poco. Con el barullo de la taberna parecen no haberse dado cuenta del tiro, o tal vez es algo tan habitual en este local que se lo toman como sonido de ambiente. En cualquier caso, la hora de reunión es en tres minutos. Paso a paso me iba acercando, y quedaba menos tiempo; dos minutos, luego uno, y finalmente a los trece segundos para llegar tarde ahí estaba el que debía ser mi compañero. A pesar de que iba de incógnito, sus dos metros y pico de altura eran difíciles de ocultar. Yo, por supuesto, llevaba mi ropa habitual, de chaqueta y corbata negras sobre una camisa blanca, con pantalones y zapatos a juego con el abrigo y un toque de color en los gemelos, de color dorado y si alguien se fijaba bien, con un rubí rojo como la sangre en el centro de cada uno.
-Supongo que tú eres mi contacto- comenté con una sonrisa-. ¿Tienes los datos de la entrega?
Yo ya conocía los datos. De hecho, tras una semana tenía hasta un par de personas convencidas de que soy un Semidiós, casi con la certeza de que entrarán en la cábala si cumplen con mis designios divinos... Pero es tan divertido dejar que los demás crean estar sobre el tablero... Y bueno, bastante menos llamativo. Prefiero no destacar demasiado por el momento. Lanxerot, ¿Eres jugador o pieza? Estoy deseando averiguarlo.
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La espera se me estaba haciendo eterna, al parecer el agente me estaba dando a probar un poco de mi propia medicina, las agujas de mi reloj de bolsillo se movían lentamente, burlonas, acentuando más aún la sensación de eternidad. Dios, tan cruel podría resultar el hecho de esperar algo.
Un minuto, restaban dos, encendí otro cigarro y extremadamente más relajado, los segundos y minutos comenzaron a fluir con normalidad, otra vez. Así que era eso, vicio. Hacía tiempo que no satisfacía mis más oscuros y pecaminosos vicios, y el tabaco, aunque mitigaba mis necesidades, no las satisfacía por completo. Pero no, no debía dejar que los vicios me manejaran a mí, eso sería vulgar y muy poco virtuoso por mi parte.
Y hablando de virtuosismo, había odio las virtudes de mi compañero el cual me lo habían enmarcado como una persona encantadora capaz de camelarse a cualquiera. El caso es que aquel “Don de gentes” tan extraordinario había despertado en mi respeto y cierta preocupación, no deseaba caer en alguno de sus juegos mentales, yo no había nacido para una vida de servidumbre sino para gobernarlos, gobernarlos a todos.
Finalmente, el acompañante llegó, el joven era atractivo tremendamente atractivo, de hecho, le recordaba a mí mismo hacia tan solo unos años, aunque claro ya por entonces tenía un pelo más bonito. Naturalmente me consideraba más maduro y probablemente más atractivo, en los ojos rojizos del chico podía ver la misma ambición que yo sufría, el aparentemente joven perfecto estaba seguro que por dentro lo carcomía la codicia de unos pocos caprichos. Estaba seguro de que el joven era un retrato de su ser, lo sabía porque él mismo había sido así, aunque después de todo no era perfecto, desafortunadamente.
-Algo sé, lo suficiente, pero supongo que tú sabrás algo más ¿O me equivocó? Mi querido Yarmin- dije en un tono que no desprendía sorna alguna, aunque pudiera parecerlo.
Sabía que el bróker era Justin Idol, un chico de una veintena de años que comenzó como una estrella del canto, que para mi gusto, tan solo servía como un producto que vender a los niños, ya que no era una buena época para vender figuritas de héroes de la marina, por el hecho de que era una época más de traidores, y nadie deseaba tener una figurita de un traidor, como mucho solamente serviría para un altar revolucionario aunque consideraba que la mayoría de revolucionarios eran ateos. La ausencia de héroes siempre propiciaba la aparición de figuras, alguien o algo que suplieran esa falta de modelo a seguir y así es como surgían los ídolos, los falsos dioses y las estrellas que en el fondo no tenían ninguna cualidad extraordinaria o mediocre que resaltar. Fuera como fuera, el joven comenzó a recorrer senderos que no le correspondían y los vicios comenzaron a asfixiarle y tan pronto como nació la estrella murió desapareciendo para sus desconsolados fans de la faz de la tierra, aun así, el chico parecía tener estrella ya que consiguió asentarse como jefe de una mafia local, algo admirable para alguien con tan poco virtuosismo. Evidentemente quería cotejar la información del agente con la mía par así discernir la verdad e incluso si me dejaba algún resquicio las intenciones del joven.
Un minuto, restaban dos, encendí otro cigarro y extremadamente más relajado, los segundos y minutos comenzaron a fluir con normalidad, otra vez. Así que era eso, vicio. Hacía tiempo que no satisfacía mis más oscuros y pecaminosos vicios, y el tabaco, aunque mitigaba mis necesidades, no las satisfacía por completo. Pero no, no debía dejar que los vicios me manejaran a mí, eso sería vulgar y muy poco virtuoso por mi parte.
Y hablando de virtuosismo, había odio las virtudes de mi compañero el cual me lo habían enmarcado como una persona encantadora capaz de camelarse a cualquiera. El caso es que aquel “Don de gentes” tan extraordinario había despertado en mi respeto y cierta preocupación, no deseaba caer en alguno de sus juegos mentales, yo no había nacido para una vida de servidumbre sino para gobernarlos, gobernarlos a todos.
Finalmente, el acompañante llegó, el joven era atractivo tremendamente atractivo, de hecho, le recordaba a mí mismo hacia tan solo unos años, aunque claro ya por entonces tenía un pelo más bonito. Naturalmente me consideraba más maduro y probablemente más atractivo, en los ojos rojizos del chico podía ver la misma ambición que yo sufría, el aparentemente joven perfecto estaba seguro que por dentro lo carcomía la codicia de unos pocos caprichos. Estaba seguro de que el joven era un retrato de su ser, lo sabía porque él mismo había sido así, aunque después de todo no era perfecto, desafortunadamente.
-Algo sé, lo suficiente, pero supongo que tú sabrás algo más ¿O me equivocó? Mi querido Yarmin- dije en un tono que no desprendía sorna alguna, aunque pudiera parecerlo.
Sabía que el bróker era Justin Idol, un chico de una veintena de años que comenzó como una estrella del canto, que para mi gusto, tan solo servía como un producto que vender a los niños, ya que no era una buena época para vender figuritas de héroes de la marina, por el hecho de que era una época más de traidores, y nadie deseaba tener una figurita de un traidor, como mucho solamente serviría para un altar revolucionario aunque consideraba que la mayoría de revolucionarios eran ateos. La ausencia de héroes siempre propiciaba la aparición de figuras, alguien o algo que suplieran esa falta de modelo a seguir y así es como surgían los ídolos, los falsos dioses y las estrellas que en el fondo no tenían ninguna cualidad extraordinaria o mediocre que resaltar. Fuera como fuera, el joven comenzó a recorrer senderos que no le correspondían y los vicios comenzaron a asfixiarle y tan pronto como nació la estrella murió desapareciendo para sus desconsolados fans de la faz de la tierra, aun así, el chico parecía tener estrella ya que consiguió asentarse como jefe de una mafia local, algo admirable para alguien con tan poco virtuosismo. Evidentemente quería cotejar la información del agente con la mía par así discernir la verdad e incluso si me dejaba algún resquicio las intenciones del joven.
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Querido Yarmin es una expresión tan acertada, Lanxerot... No sabes cuánto me vas a querer cuando terminemos esta misión, y tal vez yo me encariñe un poco contigo. Sin embargo, que no me quieras decir nada sólo me hace dar peso a la primera sensación que me transmitió tu ropa. Eres un maleante sin más; no compartes tu información con un compañero, sólo con la intención de saber más que él, o igualarlo. Vives esto como si la batalla fuera contra mí, y no te culpo: Soy tu enemigo. Sin embargo, por el momento deberíamos ser aliados. Me voy a hacer el tonto, mi querido Lanx. Disfrútalo.
-Pues...- titubeé, sacando una hoja algo arrugada de un bolsillo interno al abrigo. Estaba escrita con sutil caligrafía, aunque algo corrida por la humedad. Sin embargo, me resultó fácil descifrar mis apuntes-. Además de lo que decía el dossier, tengo esto. Creo que he aprovechado la semana bastante bien.
Le tendí la primera página de los apuntes, donde se ubicaba su dirección, gustos, hábitos y relaciones más importantes. Era destacable que tenía una seria adicción a las almendras garrapiñadas y una alergia a las puertas, según dicen mis informantes. Al parecer confundió tres veces en el mismo día la palabra "tire" con "empuje", y siguió tratando de avanzar con su consecuente coscorrón. A decir verdad, en la primera hoja de mis notas estaban generalidades que no hacían sino detallar un poco más lo que venía en mis informes, y por ende, los de Lanxerot. Pero eran detalles importantes, como sus horarios corregidos. Por algún motivo el Gobierno no los mantuvo con tanta precisión, y nadie se dio cuenta de que nuestro objetivo desaparecía tres horas al día para visitar una sauna... Particular. Aunque el desglose de sus actividades y los soplos importantes estaban en la hoja que aún sostenía en mis manos.
-Hay una única cosa interesante...- comenté mientras revisaba por enésima vez mis apuntes-. Traficante de órganos.
No había que ser muy inteligente para darse cuenta de que una sauna era el lugar perfecto para encontrar víctimas, sedarlas sin que nadie se diese cuenta y... Bueno, el negocio de los órganos está muy mal visto, y los viajeros que pasan por esta isla saben a lo que se exponen. Además, ¿Quién echará en falta a un pirata solitario? ¿Y a un mindundi? Hay mucho rico que necesita órganos nuevos para revivir sus vicios y matarlos de nuevo. La única cuestión es, ¿Cuánto me costaría hacerme yo con ese negocio una vez Idol haya desaparecido?
-Creo que nuestro trabajo es fácil, y en cuestión de diecisiete minutos estará en el lugar. Caminando llegar lleva dieciséis, si no hay ningún contratiempo. Y el tiempo corre.
Tras eso, y guardándome la segunda hoja, me levanté y me dispuse a marchar. Si mi compañero tardaba más de cinco segundos en levantarse, me iría sin él. Tengo que dar imagen de profesionalidad, por favor.
-Pues...- titubeé, sacando una hoja algo arrugada de un bolsillo interno al abrigo. Estaba escrita con sutil caligrafía, aunque algo corrida por la humedad. Sin embargo, me resultó fácil descifrar mis apuntes-. Además de lo que decía el dossier, tengo esto. Creo que he aprovechado la semana bastante bien.
Le tendí la primera página de los apuntes, donde se ubicaba su dirección, gustos, hábitos y relaciones más importantes. Era destacable que tenía una seria adicción a las almendras garrapiñadas y una alergia a las puertas, según dicen mis informantes. Al parecer confundió tres veces en el mismo día la palabra "tire" con "empuje", y siguió tratando de avanzar con su consecuente coscorrón. A decir verdad, en la primera hoja de mis notas estaban generalidades que no hacían sino detallar un poco más lo que venía en mis informes, y por ende, los de Lanxerot. Pero eran detalles importantes, como sus horarios corregidos. Por algún motivo el Gobierno no los mantuvo con tanta precisión, y nadie se dio cuenta de que nuestro objetivo desaparecía tres horas al día para visitar una sauna... Particular. Aunque el desglose de sus actividades y los soplos importantes estaban en la hoja que aún sostenía en mis manos.
-Hay una única cosa interesante...- comenté mientras revisaba por enésima vez mis apuntes-. Traficante de órganos.
No había que ser muy inteligente para darse cuenta de que una sauna era el lugar perfecto para encontrar víctimas, sedarlas sin que nadie se diese cuenta y... Bueno, el negocio de los órganos está muy mal visto, y los viajeros que pasan por esta isla saben a lo que se exponen. Además, ¿Quién echará en falta a un pirata solitario? ¿Y a un mindundi? Hay mucho rico que necesita órganos nuevos para revivir sus vicios y matarlos de nuevo. La única cuestión es, ¿Cuánto me costaría hacerme yo con ese negocio una vez Idol haya desaparecido?
-Creo que nuestro trabajo es fácil, y en cuestión de diecisiete minutos estará en el lugar. Caminando llegar lleva dieciséis, si no hay ningún contratiempo. Y el tiempo corre.
Tras eso, y guardándome la segunda hoja, me levanté y me dispuse a marchar. Si mi compañero tardaba más de cinco segundos en levantarse, me iría sin él. Tengo que dar imagen de profesionalidad, por favor.
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El joven respondió educadamente, a simple vista él parecería un chico frágil que no ha roto un plato en su vida. Eres un gran actor Yarmin, pero no hay nadie perfecto ni interpretación perfecta, créeme, si hubiera una posibilidad yo ya lo sería.
Me concentré en analizar los documentos mientras escuchaba atentamente cada una de las indicaciones del compañero, ciertamente concordaba en la gran mayoría con mi información, me sorprendió el hecho que hubiera sido capaz de corregir sus horarios. La información concordaba con la que había recibido del lugarteniente de Idol, todo el mundo tenía un precio yo era experto en saber cuál era el de cada uno si disponía de suficiente tiempo. Una pena que Yarmin no estuviera en el catálogo, sino sabría sacar el jugo de aquella joya. El caso es que me llevaría un buen pellizco por librarme de Idol así como evitar que el gobierno volviera a meter las narices en los mercados de Baristan, aunque eso me daba igual no tenía el más mínimo interés en ello, ya había recibido el dinero de todas formas.
-Oh, vaya, que terrible hecho…- dije en un tono de total indiferencia cuando mi compañero mencionó lo del tráfico de órganos.
Continúe escuchando atentamente al compañero analizándolo de reojo, discretamente claro está. Sacando las conclusiones más lógicas, Idol usaría la sauna a modo de tapadero y cebo tanto para clientes como para sus recursos “humanos”. Aun así, no podía comprender aquella estúpida necesidad de las personas enfermas que se aferraban a vivir, tal vez fuera el hecho de ser una persona sana y saludable, el haber sido criado y poseer sangre de alta cuna o el hecho de haber tenido una vida moderada o quizá el hecho de poseer el poder una criatura tan poco ordinaria como el fénix. Fuera como fuese lo único que deseaba era acabar el trabajo y largarme lo antes posible de allí, y a ser posible, con un suvenir.
Asentí a lo que me dijo, apagué el cigarro y acto seguido me encendí uno nuevo, ofreciéndole uno a mi compañero de juegos.
-Le sigo pues, me adaptaré a su forma de trabajar así que no se preocupe- le dije dándole rienda libre, para que manejará la misión como quisiera, después de todo aquel joven me recordaba viejos tiempos, ya que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Los juegos psicológicos no habían hecho nada más que empezar, dos jugadores un tablero, 32 piezas. Yo siempre había sido de los jugadores que esperaban pacientemente su oportunidad, siempre buscando un fallo del rival para entonces tomarlo y arrebatale el control de la situación, nadie era perfecto y todos comentarán errores por ende solo me limitaba a no fallar. ¿Yarmin tú de qué grupo eres, de los que esperan o de los que generan ocasiones?
Me concentré en analizar los documentos mientras escuchaba atentamente cada una de las indicaciones del compañero, ciertamente concordaba en la gran mayoría con mi información, me sorprendió el hecho que hubiera sido capaz de corregir sus horarios. La información concordaba con la que había recibido del lugarteniente de Idol, todo el mundo tenía un precio yo era experto en saber cuál era el de cada uno si disponía de suficiente tiempo. Una pena que Yarmin no estuviera en el catálogo, sino sabría sacar el jugo de aquella joya. El caso es que me llevaría un buen pellizco por librarme de Idol así como evitar que el gobierno volviera a meter las narices en los mercados de Baristan, aunque eso me daba igual no tenía el más mínimo interés en ello, ya había recibido el dinero de todas formas.
-Oh, vaya, que terrible hecho…- dije en un tono de total indiferencia cuando mi compañero mencionó lo del tráfico de órganos.
Continúe escuchando atentamente al compañero analizándolo de reojo, discretamente claro está. Sacando las conclusiones más lógicas, Idol usaría la sauna a modo de tapadero y cebo tanto para clientes como para sus recursos “humanos”. Aun así, no podía comprender aquella estúpida necesidad de las personas enfermas que se aferraban a vivir, tal vez fuera el hecho de ser una persona sana y saludable, el haber sido criado y poseer sangre de alta cuna o el hecho de haber tenido una vida moderada o quizá el hecho de poseer el poder una criatura tan poco ordinaria como el fénix. Fuera como fuese lo único que deseaba era acabar el trabajo y largarme lo antes posible de allí, y a ser posible, con un suvenir.
Asentí a lo que me dijo, apagué el cigarro y acto seguido me encendí uno nuevo, ofreciéndole uno a mi compañero de juegos.
-Le sigo pues, me adaptaré a su forma de trabajar así que no se preocupe- le dije dándole rienda libre, para que manejará la misión como quisiera, después de todo aquel joven me recordaba viejos tiempos, ya que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Los juegos psicológicos no habían hecho nada más que empezar, dos jugadores un tablero, 32 piezas. Yo siempre había sido de los jugadores que esperaban pacientemente su oportunidad, siempre buscando un fallo del rival para entonces tomarlo y arrebatale el control de la situación, nadie era perfecto y todos comentarán errores por ende solo me limitaba a no fallar. ¿Yarmin tú de qué grupo eres, de los que esperan o de los que generan ocasiones?
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Éste es de los míos. Un hijo de puta sin remedio, por su respuesta ante mi declaración. ¿En serio un hombre que, lejos de sólo asesinar mutila y vende restos humanos sólo merece ser marcado como "terrible" en ese vulgar tono de indiferencia? Si de verdad el Gobierno Mundial había sido tan estúpido... Había rumores al respecto, pero no esperaba que fuese cierto. Parece ser que mi conducta nunca lejos de la legalidad y mi carácter afable me han hecho ser visto como un niño bueno a ojos del Cipher Pol, y siempre me dijeron que terminarían por usarme de correctivo. ¿Estaba ante esa situación? En mi fuero interno quería reír, pero al mismo tiempo si él pensaba igual y de verdad era una manzana podrida tendría tantas intenciones de hacerse con el negocio como yo; lo mejor sería tenerlo como aliado, al menos de momento.
-Es horrible- sentencié con voz queda, como respondiendo a su displicencia en un tono preocupado-. No podemos permitir que esto continúe así.
Mis pasos se encaminaban al lugar, y aunque era sencillo que me siguiera, decidí tomar la ruta más larga. Por el momento, si tenía que luchar con él, prefería apoyarme en que yo sí que conocía el terreno, mientras para él se trataba de un mundo inexplorado y temible. Giro a la derecha, recto, el barco partido en treinta grados, bajando escalerillas... Un verdadero laberinto de callejuelas en madera que estaba seguro podía ser complejo para mi nuevo amigo, y mientras tanto le iba dando charla intrascendental. A mí no es que me convenza mucho, pero siempre sirvió para conocer a la clase de gente con la que trato.
-Lo cierto es que yo soy agente auxiliar- decía, retomando el hilo de sus palabras hacía un rato-. La iniciativa no es lo mío, sino el apoyo en labores diplomáticas. No tengo muy claro por qué he venido hasta aquí, sólo me dijeron que mi presencia era necesaria- no mentía, al fin y al cabo. Convencí a Fudge para darme más responsabilidades, aunque no esperaba que me mandase tan lejos. Si descubría a Claire... Me dejaría sin margen de maniobra. Pero bueno, de momento tenía a mi lado a Lanxerot, el compañero ideal-, aunque tal vez fuera para orientarme por este lugar tan extraño. Por cierto, ya hemos llegado.
Ante nosotros el único edificio de piedra de la isla. Cantaba poco y tal.
-Es horrible- sentencié con voz queda, como respondiendo a su displicencia en un tono preocupado-. No podemos permitir que esto continúe así.
Mis pasos se encaminaban al lugar, y aunque era sencillo que me siguiera, decidí tomar la ruta más larga. Por el momento, si tenía que luchar con él, prefería apoyarme en que yo sí que conocía el terreno, mientras para él se trataba de un mundo inexplorado y temible. Giro a la derecha, recto, el barco partido en treinta grados, bajando escalerillas... Un verdadero laberinto de callejuelas en madera que estaba seguro podía ser complejo para mi nuevo amigo, y mientras tanto le iba dando charla intrascendental. A mí no es que me convenza mucho, pero siempre sirvió para conocer a la clase de gente con la que trato.
-Lo cierto es que yo soy agente auxiliar- decía, retomando el hilo de sus palabras hacía un rato-. La iniciativa no es lo mío, sino el apoyo en labores diplomáticas. No tengo muy claro por qué he venido hasta aquí, sólo me dijeron que mi presencia era necesaria- no mentía, al fin y al cabo. Convencí a Fudge para darme más responsabilidades, aunque no esperaba que me mandase tan lejos. Si descubría a Claire... Me dejaría sin margen de maniobra. Pero bueno, de momento tenía a mi lado a Lanxerot, el compañero ideal-, aunque tal vez fuera para orientarme por este lugar tan extraño. Por cierto, ya hemos llegado.
Ante nosotros el único edificio de piedra de la isla. Cantaba poco y tal.
Adam
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Akuma no mi
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El chico me fue guiando tal como me había explicado antes, por momentos me daba la sensación de que caminábamos en círculos, ya que fuimos a la derecha y luego dos veces a la izquierda, corrigiendo la desviación, aunque seguramente fueran imaginaciones mías después de todo aquella ciudad era una escombrera de pecios. De todas formas, daba igual, si por algún casual no sabía situarme bastaba con alzar el vuelo, literalmente.
El encantador joven continuó hablando sentenciando lo horrible que era Idol, sin hacerle mucho caso continué con mi camino, asintiendo al comentario. Finalmente me comunicó que era agente auxiliar, el mismo cargo que ostentaba yo actualmente. Así que nadie era el jefe de nadie. Finalmente, tras un largo trasiego de callejuelas llegamos al destino.
-Ya veo- dije poniendo una mirada sería, depositando la bolsa de vieja en el suelo y sacando lo que eran un sobre de color marrón con un sinfín de documentos dentro y volviendo a echarme la bolsa al hombro -Tomaré las riendas, con su permiso- respondí de forma.
Sin dirigir palabra a mi compañero me dirigí a la puerta con la esperanza de que me siguiera, un segurata trajeado me cortó el paso mirándome de malas formas. Sin mediar palabra le extendí la carta la cual abrió, no importaba mucho si sabía leer o no, lo importante eran los dos billetes de 5000 que había en el interior, junto con las dos entradas VIP que me había proporcionado el gobierno.
El matón se hizo a un lado permitiéndonos pasar. Afortunadamente la sauna no se regía por un código de etiqueta, imaginaba porque así un mayor número de víctimas caerían y dudaba seriamente que algún aristócrata con dos dedos de frente se fuera a dar un baño en lugar tan estrambótico. El edificio de piedra intentaba emular lo que sería una villa romana de finales del imperio, suelo y paredes de mármoles adornados con escayola blanca de materiales baratos pero agradables a la vista, numerosas fuentes refrescaban el interior tapices de tonos rojizos y placas doradas mostraban las distintas localizaciones de resort. Los visitantes se movían de un lado para otro con sus equipajes y ropas veraniegas de forma increíblemente informal y hortera, incluso con aquellas pintas tenía más sentido de la moda que ellos, después de todo era un escritor bohemio.
-Acompáñeme por favor, he de compartir cierta información que no aparece en los informes- le dije con formal y cordial.
Desfilé por los pasillos esperando que mi compañero me acompañará hasta el bar, argumentando que le pasaría la segunda parte de la operación, allí tras pedir una tónica y lo que deseará el compañero le pasaría la segunda parte del informe donde se explicaba de forma exhaustiva como la propia organización iba a desangrarse al igual como uno de sus pacientes. Los tres lugartenientes de Idol tramaban a sus espaldas, tratando de matar al jefe a la vez que mataban a los otros dos, estando la organización en un equilibrio de poder muy delicado. En la carpeta se dejaba claro al miembro que teníamos que matar Yarmin y yo respectivamente, Tamararo y Koroko.
-Lamentó no habértelo comunicado antes, pero tenía órdenes de no compartir información hasta este momento, ya que antes debía ponerte a evaluación siendo informal- dije juzgándolo con la mirada -Pero he de admitir que estas comprometido con la causa- le informé de forma sería, sin engañarle ya que así me había sido comunicado -Últimamente hay bastante corrupción en el cuerpo ¿Sabes? El caso preocupa mucho al gobierno ya que los anteriores agentes se unieron a la organización- dije preocupado -Supongo que a ti te habrán dicho lo mismo y tendrás informes sin comunicar, necesito saber tu evaluación para continuar con la operación o en caso negativo abortarla, aunque créame oportunidades como esta no surgen a menudo- le sugerí dando un sorbo a la tónica.
Me preguntaba sí sabría lo de la poza fría, el puerto secreto que había bajo nuestros pies, el único punto interesante que había sacado de todo aquello. Mientras él no se interpusiera en mis asuntos me daba igual lo que hiciera él, todo mientras la operación fuera declarada como un éxito y en caso de que decidiera abortar lo haría por mi cuenta.
El encantador joven continuó hablando sentenciando lo horrible que era Idol, sin hacerle mucho caso continué con mi camino, asintiendo al comentario. Finalmente me comunicó que era agente auxiliar, el mismo cargo que ostentaba yo actualmente. Así que nadie era el jefe de nadie. Finalmente, tras un largo trasiego de callejuelas llegamos al destino.
-Ya veo- dije poniendo una mirada sería, depositando la bolsa de vieja en el suelo y sacando lo que eran un sobre de color marrón con un sinfín de documentos dentro y volviendo a echarme la bolsa al hombro -Tomaré las riendas, con su permiso- respondí de forma.
Sin dirigir palabra a mi compañero me dirigí a la puerta con la esperanza de que me siguiera, un segurata trajeado me cortó el paso mirándome de malas formas. Sin mediar palabra le extendí la carta la cual abrió, no importaba mucho si sabía leer o no, lo importante eran los dos billetes de 5000 que había en el interior, junto con las dos entradas VIP que me había proporcionado el gobierno.
El matón se hizo a un lado permitiéndonos pasar. Afortunadamente la sauna no se regía por un código de etiqueta, imaginaba porque así un mayor número de víctimas caerían y dudaba seriamente que algún aristócrata con dos dedos de frente se fuera a dar un baño en lugar tan estrambótico. El edificio de piedra intentaba emular lo que sería una villa romana de finales del imperio, suelo y paredes de mármoles adornados con escayola blanca de materiales baratos pero agradables a la vista, numerosas fuentes refrescaban el interior tapices de tonos rojizos y placas doradas mostraban las distintas localizaciones de resort. Los visitantes se movían de un lado para otro con sus equipajes y ropas veraniegas de forma increíblemente informal y hortera, incluso con aquellas pintas tenía más sentido de la moda que ellos, después de todo era un escritor bohemio.
-Acompáñeme por favor, he de compartir cierta información que no aparece en los informes- le dije con formal y cordial.
Desfilé por los pasillos esperando que mi compañero me acompañará hasta el bar, argumentando que le pasaría la segunda parte de la operación, allí tras pedir una tónica y lo que deseará el compañero le pasaría la segunda parte del informe donde se explicaba de forma exhaustiva como la propia organización iba a desangrarse al igual como uno de sus pacientes. Los tres lugartenientes de Idol tramaban a sus espaldas, tratando de matar al jefe a la vez que mataban a los otros dos, estando la organización en un equilibrio de poder muy delicado. En la carpeta se dejaba claro al miembro que teníamos que matar Yarmin y yo respectivamente, Tamararo y Koroko.
-Lamentó no habértelo comunicado antes, pero tenía órdenes de no compartir información hasta este momento, ya que antes debía ponerte a evaluación siendo informal- dije juzgándolo con la mirada -Pero he de admitir que estas comprometido con la causa- le informé de forma sería, sin engañarle ya que así me había sido comunicado -Últimamente hay bastante corrupción en el cuerpo ¿Sabes? El caso preocupa mucho al gobierno ya que los anteriores agentes se unieron a la organización- dije preocupado -Supongo que a ti te habrán dicho lo mismo y tendrás informes sin comunicar, necesito saber tu evaluación para continuar con la operación o en caso negativo abortarla, aunque créame oportunidades como esta no surgen a menudo- le sugerí dando un sorbo a la tónica.
Me preguntaba sí sabría lo de la poza fría, el puerto secreto que había bajo nuestros pies, el único punto interesante que había sacado de todo aquello. Mientras él no se interpusiera en mis asuntos me daba igual lo que hiciera él, todo mientras la operación fuera declarada como un éxito y en caso de que decidiera abortar lo haría por mi cuenta.
Yarmin Prince
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Seguí a Lanxerot por el interior del edificio. Construido en piedra a imitación de una terma antigua, estaba hecha de mármoles pulidos y pequeños ladrillos de adobe encastrados, sellados con mortero. Seguramente en el interior fuesen de hormigón o incluso estuvieran huecos, pero cada columna pasaba perfectamente por genuina... Tal vez incluso lo fuera. No sería la primera vez que se asaltaban ruinas para quedarse restos bonitos y decorar interiores, aunque me escamaba que en esta isla lo hubiesen hecho, habría sido un desperdicio.
Los pasillos eran rectos y amplios, luminosos y agradables. Si de verdad había tráfico, la tapadera era impecable, aunque eso era lo que realmente más me llamaba la atención. Todo era tan limpio, tan pulcro... Incluso el bar al que Lanxerot me llevó, en el interior del local, estaba invadido de lujo por todas partes. Bronces y dorados, metal sobre mármol, bellos tapices y un Bloody Mary que llegó sin ser pedido. ¿Me había leído el pensamiento el camarero o simplemente era casualidad? Dejé que la casualidad por una vez me guiase y acepté la bebida, aunque no pensaba dar un solo trago. Me habían investigado.
-Lo cierto es que a mí no me informaron de nada así- respondí, atónito. En realidad no me habían dicho nada, así que o mi compañero mentía o Fudge me había dado información incompleta. Enfrentarnos a agentes del Cipher Pol podía cambiarlo todo, haciendo más difícil la neutralización y ya, de desarticular la trama, mejor ni hablar-. Pero, ¿Lo mejor no sería propiciar la traición y acabar con los vivos?- terminé diciendo-. Vaya, que cuando terminen se sentirán seguros y no estarán alerta. Tal vez incluso heridos.
¿Acababa de proponer a un agente ir por la vía ilegal? Sí, acababa de hacerlo. Pero no importaba, si Fried estaba de acuerdo no tendría problema, y si lo tuviese lo que iba a hacer en ese mismo instante cambiaría las cosas al momento. Total, ¿Qué es lo peor que podría pasar?
-Sígueme el juego- dije, levantándome mientras sacaba el arma-. ¡Quiero ver a Justin Idol!- disparé al techo-. ¡Ahora!
La gente corría, entre confusa y despavorida, mirando a cada lado intentando evitar ser el primero en morir, aunque ellos estaban a salvo. En general, no pretendía hacer daño a nadie. No todavía, por lo menos. Tan sólo esperé a que los gorilas llegasen.
Los pasillos eran rectos y amplios, luminosos y agradables. Si de verdad había tráfico, la tapadera era impecable, aunque eso era lo que realmente más me llamaba la atención. Todo era tan limpio, tan pulcro... Incluso el bar al que Lanxerot me llevó, en el interior del local, estaba invadido de lujo por todas partes. Bronces y dorados, metal sobre mármol, bellos tapices y un Bloody Mary que llegó sin ser pedido. ¿Me había leído el pensamiento el camarero o simplemente era casualidad? Dejé que la casualidad por una vez me guiase y acepté la bebida, aunque no pensaba dar un solo trago. Me habían investigado.
-Lo cierto es que a mí no me informaron de nada así- respondí, atónito. En realidad no me habían dicho nada, así que o mi compañero mentía o Fudge me había dado información incompleta. Enfrentarnos a agentes del Cipher Pol podía cambiarlo todo, haciendo más difícil la neutralización y ya, de desarticular la trama, mejor ni hablar-. Pero, ¿Lo mejor no sería propiciar la traición y acabar con los vivos?- terminé diciendo-. Vaya, que cuando terminen se sentirán seguros y no estarán alerta. Tal vez incluso heridos.
¿Acababa de proponer a un agente ir por la vía ilegal? Sí, acababa de hacerlo. Pero no importaba, si Fried estaba de acuerdo no tendría problema, y si lo tuviese lo que iba a hacer en ese mismo instante cambiaría las cosas al momento. Total, ¿Qué es lo peor que podría pasar?
-Sígueme el juego- dije, levantándome mientras sacaba el arma-. ¡Quiero ver a Justin Idol!- disparé al techo-. ¡Ahora!
La gente corría, entre confusa y despavorida, mirando a cada lado intentando evitar ser el primero en morir, aunque ellos estaban a salvo. En general, no pretendía hacer daño a nadie. No todavía, por lo menos. Tan sólo esperé a que los gorilas llegasen.
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Mi compañero Yarmin pareció sorprendido por mis declaraciones. Proponiéndome finalmente propiciar la traición, evidentemente eso era lo que quería la Cipher Pol. Si nos encargábamos de los otros dos Eufrates, el lugarteniente que faltaba se enzarzaría con Idol, ya sin temor a sufrir represarías. Justo cuando iba a darle una explicación razonada el jovencito sacó su arma disparando al techo - ¿Acaso se le ha nublado el juicio? - pensé realizando una mueca y una expresión de incredibilidad y furia con los ojos. Tras un segundo fugaz, caí en lo que realmente deseaba, probablemente su intención era matar a Idol y que los otros tres se matarán entre ellos, rematando al último. Aun así, la experiencia me decía que cortar la cabeza a la serpiente generalmente no solucionaba el problema, aquellas organizaciones eran una hidra perfecta, no tardaba en salir una cabeza que suplía la anterior cúpula y a la gente que recurría esos negocios le daban igual los nombres a los que pagaban, lo único importante era el producto.
Una vez más calmado, tal vez resignado por a ver si arrastrado por la repentina decisión del joven un nuevo pensamiento inundo mi cabeza, por lo que comenté algo al compañero andándome con pies de plomo:
-De acuerdo, pero desarticular una organización por la cabeza es la peor forma de debilitar una organización criminal- musité a Yarmin para que tan solo él pudiera oírme -No desearás ser un mandamás en los bajos mundos, Yarmin – pensé tratando de razonar cuando era más joven, mientras miraba al joven de forma indiferente a través de las gafas.
Mientras la gente huía despavorida del lugar, armando gran escándalo y ruido observe que el camarero había servido un Bloody Mary al joven, que yo recordará no había pedido nada, el meró hecho de aceptarlo me dio entender o bien que le gustaba o bien que no quería ser descortés. Me decanté por la primera opción, ya que la gente como él o yo nunca nos privábamos de rechazar algo, más aún cuando fuera de mala educación. Aunque siempre podría equivocarme, era humano ¿no?
Lanxerot esperó pacientemente escuchar el plan del rubio caprichoso o la seguridad del lugar, lo primero que ocurriera. No tardaron mucho en llegar dos gorilas al lugar donde se encontraban, los musculosos culturistas nos invitaron amablemente a acompañarlos al parecer la petición de mi compañero había sido concedida.
Una vez más calmado, tal vez resignado por a ver si arrastrado por la repentina decisión del joven un nuevo pensamiento inundo mi cabeza, por lo que comenté algo al compañero andándome con pies de plomo:
-De acuerdo, pero desarticular una organización por la cabeza es la peor forma de debilitar una organización criminal- musité a Yarmin para que tan solo él pudiera oírme -No desearás ser un mandamás en los bajos mundos, Yarmin – pensé tratando de razonar cuando era más joven, mientras miraba al joven de forma indiferente a través de las gafas.
Mientras la gente huía despavorida del lugar, armando gran escándalo y ruido observe que el camarero había servido un Bloody Mary al joven, que yo recordará no había pedido nada, el meró hecho de aceptarlo me dio entender o bien que le gustaba o bien que no quería ser descortés. Me decanté por la primera opción, ya que la gente como él o yo nunca nos privábamos de rechazar algo, más aún cuando fuera de mala educación. Aunque siempre podría equivocarme, era humano ¿no?
Lanxerot esperó pacientemente escuchar el plan del rubio caprichoso o la seguridad del lugar, lo primero que ocurriera. No tardaron mucho en llegar dos gorilas al lugar donde se encontraban, los musculosos culturistas nos invitaron amablemente a acompañarlos al parecer la petición de mi compañero había sido concedida.
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