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Aquel jodido infierno ya estaba resultando ser odioso. Taiga se había despedido de aquel chico llamado Carmelo y ahora había viajado hasta la ciudad del reino. Sus edificios parecían en mejor estado que los de el sitio de donde venía. Por el momento iba decidido a comer algo tras haber cobrado y de paso a coger algo de sombra pues entre que odiaba el calor y aquel era exagerado, no sabía qué hacer. Después de unos cuantos pasos más llegó a un sitio algo interesante. El local parecía llamarse El Saco. Curioso cuanto menos el nombre. El rubio ahora abrió la puerta despacio y pudo ver aquello.
Había un enorme ring de combate donde luchadores armados con guantes se daban golpes de forma violenta. El cazador no entendía nada de nada pero parecía haber un jugoso premio de comida gratis durante un día para dos personas si alguien vencía. Las normas eran claras y solo se podían usar los puños. Además de nada de golpes bajos. El luchador estuvo allí un rato hasta que solo quedó un hombre en pie. Un tipo de dos metros con barba morena y cuerpo musculoso. En ese momento el chico entró en aquel sitio y sonrió de lado. – Parece ser que queda otro luchador. – Dijo con una mirada tranquila para después colocarse los guantes azules.
Su rival tenía los rojos. Iba a venirle bien el premio para comer todo lo que quisiera. Lo que no sabía era con quién compartirlo pero por el momento se centró en ganar. El árbitro se puso en medio y bajó la mano tras pitar con su silbato para que el combate diese lugar. Los dos luchadores empezaron a intercambiar golpes sencillos y simples hasta que la mole de dos metros le dio un potente rodillazo a Taiga en el pecho. El rubio cayó al suelo dolorido y soltando un quejido pero no tardó en ponerse en pie de nuevo para continuar. Ahora que era su turno lanzó un par de golpes a su rival. Dos de ellos le dieron directos en la cara y eso le hizo retroceder. La gente aplaudía esperando a ver al ganador final.
Había un enorme ring de combate donde luchadores armados con guantes se daban golpes de forma violenta. El cazador no entendía nada de nada pero parecía haber un jugoso premio de comida gratis durante un día para dos personas si alguien vencía. Las normas eran claras y solo se podían usar los puños. Además de nada de golpes bajos. El luchador estuvo allí un rato hasta que solo quedó un hombre en pie. Un tipo de dos metros con barba morena y cuerpo musculoso. En ese momento el chico entró en aquel sitio y sonrió de lado. – Parece ser que queda otro luchador. – Dijo con una mirada tranquila para después colocarse los guantes azules.
Su rival tenía los rojos. Iba a venirle bien el premio para comer todo lo que quisiera. Lo que no sabía era con quién compartirlo pero por el momento se centró en ganar. El árbitro se puso en medio y bajó la mano tras pitar con su silbato para que el combate diese lugar. Los dos luchadores empezaron a intercambiar golpes sencillos y simples hasta que la mole de dos metros le dio un potente rodillazo a Taiga en el pecho. El rubio cayó al suelo dolorido y soltando un quejido pero no tardó en ponerse en pie de nuevo para continuar. Ahora que era su turno lanzó un par de golpes a su rival. Dos de ellos le dieron directos en la cara y eso le hizo retroceder. La gente aplaudía esperando a ver al ganador final.
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Eoghan se encontraba en pleno desierto tras desembarcar en Arabasta en busca de nuevas ideas para su cocina. Su pelaje hacía que el calor y el sol de la isla fuesen un suplicio y algo prácticamente insoportable para él, pero durante su entrenamiento en Wolf Island acostumbró su cuerpo a moverse con libertad incluso en situaciones desfavorables, aunque ciertamente se mueve de forma más lenta que de costumbre no es demasiado. Como siempre lleva ropa bastante elegante y en su cintura cuelgan dos estoques con los que suele pelear mientras que bajo su abrigo hay escondida una daga que habitualmente usa con su cola que ahora apenas se mueve para conservar energía.
Los pasos del felino iban dejando huellas en la arena que al cabo de unos segundos se tapaban por más arena. Ya casi no le quedaba agua por lo que o encontraba una ciudad u osais o acabaría muriendo deshidratado y por insolación. Tras mucho caminar finalmente encontró una entrada a una ciudad en la que seguramente encontraría algún lugar donde beber algo de agua y también comer algo. Sus ojos rebuscaban en todas las fachadas por algo que indicase que el edificio era una posada hasta que su olfato detectó el característico olor de una taberna y se guio por el mismo hasta la puerta de un local que al parecer se llamaba El Saco. El misterioso leopardo entró a aquél local y vio como un sujeto rubio y un grandullón peleaban, pero ignorando ese hecho se dirigió directamente a la barra y pidió atún para 20 personas y agua para un ejército.
Los pasos del felino iban dejando huellas en la arena que al cabo de unos segundos se tapaban por más arena. Ya casi no le quedaba agua por lo que o encontraba una ciudad u osais o acabaría muriendo deshidratado y por insolación. Tras mucho caminar finalmente encontró una entrada a una ciudad en la que seguramente encontraría algún lugar donde beber algo de agua y también comer algo. Sus ojos rebuscaban en todas las fachadas por algo que indicase que el edificio era una posada hasta que su olfato detectó el característico olor de una taberna y se guio por el mismo hasta la puerta de un local que al parecer se llamaba El Saco. El misterioso leopardo entró a aquél local y vio como un sujeto rubio y un grandullón peleaban, pero ignorando ese hecho se dirigió directamente a la barra y pidió atún para 20 personas y agua para un ejército.
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El combate se desarrollaba de forme bestial. Los golpes del rubio chocaban contra los de aquel enorme luchador. La fuerza bruta pertenecía a su oponente pero la velocidad y la agilidad eran suyas. Pegó un buen salto tratando de impactar su pierna derecha en la cabeza de aquella mole y así lo hizo. De la boca de aquel tipo comenzó a salir la sangre. Ahora mosqueado miró a Taiga con furia y se lanzó a por él entre gritos. Un puñetazo en el pecho hizo caer al cazador de espaldas mientras soltaba un enorme quejido de dolor. El pecho le dolía a horrores y ahora le costaba levantarse. Al parecer estaba a punto de perder cuando aquel tipo corrió tratando de rematarlo de una patada en la cabeza.
En ese momento el luchador rodó esquivándolo y le pegó un potente golpe en la rótula. El enemigo ahora clavó la pierna en el suelo y a continuación el rubio de un codazo en la cabeza lo dejó inconsciente en el suelo mientras ahora jadeaba agotado. El típico sonido de la campana sonó dándole la victoria al momento. No quedaban más contendientes y aquel hombre había logrado alzarse con la victoria. El árbitro se acercó al cansado hombre y le dijo que si no tenía con quién compartir el premio el resto del día no iban a darla nada. Aquello no lo ponía en el cartel pero el pobre no había peleado por nada.
Debido al potente golpe recibido empezó a ver distorsionado hasta que divisó la figura de una especie de felino. Se acercó a él despacio junto a los guardias y en un acto desesperación le señaló a él de forma calmada. – Este hombre de aquí es mi compañero. Comparto con él el premio de comer todo lo deseado durante un día. – Dicho aquello el árbitro se quedó mirando al leopardo un poco confuso pero después de unos segundos asintió. Le dijo al camarero que el animal y el rubio tenían barra libre y que no les cobrara. Una vez se fue, Redfield se acercó despacio a aquel hombre y le habló. – Espero que no te moleste, socio. Me has pillado en mal estado y no sabía qué hacer. – Dicho aquello se sentó al lado sangrando un poco por la ceja debido a la pelea, parecía estar agotado.
En ese momento el luchador rodó esquivándolo y le pegó un potente golpe en la rótula. El enemigo ahora clavó la pierna en el suelo y a continuación el rubio de un codazo en la cabeza lo dejó inconsciente en el suelo mientras ahora jadeaba agotado. El típico sonido de la campana sonó dándole la victoria al momento. No quedaban más contendientes y aquel hombre había logrado alzarse con la victoria. El árbitro se acercó al cansado hombre y le dijo que si no tenía con quién compartir el premio el resto del día no iban a darla nada. Aquello no lo ponía en el cartel pero el pobre no había peleado por nada.
Debido al potente golpe recibido empezó a ver distorsionado hasta que divisó la figura de una especie de felino. Se acercó a él despacio junto a los guardias y en un acto desesperación le señaló a él de forma calmada. – Este hombre de aquí es mi compañero. Comparto con él el premio de comer todo lo deseado durante un día. – Dicho aquello el árbitro se quedó mirando al leopardo un poco confuso pero después de unos segundos asintió. Le dijo al camarero que el animal y el rubio tenían barra libre y que no les cobrara. Una vez se fue, Redfield se acercó despacio a aquel hombre y le habló. – Espero que no te moleste, socio. Me has pillado en mal estado y no sabía qué hacer. – Dicho aquello se sentó al lado sangrando un poco por la ceja debido a la pelea, parecía estar agotado.
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Estaba comiendo tranquilamente ignorando las miradas curiosas de los presentes, el combate o la cara de mala leche del tabernero que creía que el joven felino no iba a poder pagar todo lo que había pedido, algo que era cierto pero el dueño no podía saberlo. Eoghan devoraba los atunes como si fuesen uvas, con una rapidez tremenda, intercalando un grupo de atunes con un gran trago de agua ya que cuando bebe su comportamiento es muy poco previsible. Los gritos de los combatientes y de los espectadores son completamente ignorados mientras que el olfato del felino empieza a percibir la preparación de un nuevo plato en la cocina, el cual se trata de un sencillo macarrón a la carbonara.
De pronto Frang nota unos pasos a su espalda y escucha la conversación donde el rubio que estaba peleando hasta hace poco dice que compartirá la comida con él, que el leopardo era su compañero. El pirata siguió comiendo tranquilo mientras el rubio le dice algo que no le interesa al felino que simplemente traga y dice Con tal de no tener que pagarte o devolverte el favor no me importa. Si luego intentas cobrarme te aviso que no será fácil ni tampoco lo haré. Tras esas palabras el gato siguió comiendo mientras sus oídos notaban un gran alboroto en la calle.
De pronto Frang nota unos pasos a su espalda y escucha la conversación donde el rubio que estaba peleando hasta hace poco dice que compartirá la comida con él, que el leopardo era su compañero. El pirata siguió comiendo tranquilo mientras el rubio le dice algo que no le interesa al felino que simplemente traga y dice Con tal de no tener que pagarte o devolverte el favor no me importa. Si luego intentas cobrarme te aviso que no será fácil ni tampoco lo haré. Tras esas palabras el gato siguió comiendo mientras sus oídos notaban un gran alboroto en la calle.
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Aquel gato no parecía muy amable pero al rubio le valía. Soltó ahora una sonrisa amistosa para después reírse un poco. Realmente estaba reventado y no podía evitar sentirse feliz por haber ganado aquel combate. – No voy a pedirte dinero ni ningún favor. Al contrario. Gracias a ti he podido conseguir el premio. – Dicho aquello miró al camarero que parecía algo mosqueado. Tal vez esperaba cobrar mucho dinero por lo pedido por el felino. Sin embargo ahora iba a comer gratis y él también. De modo que le pidió un plato de cualquier cosa deliciosa y un refresco de naranja con gas y cubitos. En aquella isla calurosa lo mejor eran las cosas frías.
A continuación el luchador cogió una servilleta blanca y la pasó por la herida de su ceja. Se limpió la sangre totalmente para después echarla en un cenicero. Después devolvió la mirada hacia el gato que se estaba hartando de comer atún. Seguro que sabía delicioso pero temía ofenderle si le preguntaba. No todos los días un tipo veía a seres así. Una cosa eran los mininos de la calle pero aquel tipo era como una persona. Sin pensárselo le dedicó una sonrisa de nuevo para después estirar su mano hacia él de forma amistosa. – Me llamo Taiga. Es un placer. – Tras decir aquello se quedó mirándole con calma esperando a que este le diese la mano o no.
En la calle parecía estar armándose algo de jaleo pero el rubio desconocía el motivo de aquello. Por fin le trajeron su comida y desvió la mirada para ver que era. Le habían traído unas pechugas de pollo con salsa barbacoa y algunas patatas. Además a un lado del plato también había arroz. Una cara de felicidad nunca vista surgió de él pues por fin iba a comer algo decente en aquella jodida isla en la que llevaba atrapado todo el día. Por la noche ya tenía planeado dirigirse al casino de Rainbase.
A continuación el luchador cogió una servilleta blanca y la pasó por la herida de su ceja. Se limpió la sangre totalmente para después echarla en un cenicero. Después devolvió la mirada hacia el gato que se estaba hartando de comer atún. Seguro que sabía delicioso pero temía ofenderle si le preguntaba. No todos los días un tipo veía a seres así. Una cosa eran los mininos de la calle pero aquel tipo era como una persona. Sin pensárselo le dedicó una sonrisa de nuevo para después estirar su mano hacia él de forma amistosa. – Me llamo Taiga. Es un placer. – Tras decir aquello se quedó mirándole con calma esperando a que este le diese la mano o no.
En la calle parecía estar armándose algo de jaleo pero el rubio desconocía el motivo de aquello. Por fin le trajeron su comida y desvió la mirada para ver que era. Le habían traído unas pechugas de pollo con salsa barbacoa y algunas patatas. Además a un lado del plato también había arroz. Una cara de felicidad nunca vista surgió de él pues por fin iba a comer algo decente en aquella jodida isla en la que llevaba atrapado todo el día. Por la noche ya tenía planeado dirigirse al casino de Rainbase.
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El rubio que se acercó al joven Eoghan le dijo que no pediría ningún favor a cambio ni dinero, simplemente había servido para que él ganara el premio y pudiese comer lo que fuese sin tener que pagar ni un centavo. La mirada del gato se centró en el camarero que parecía querer pegarle o cobrarle igualmente la comida ya que al parecer el felino le había causado una mala impresión o el camarero despreciaba a cualquiera que no fuese humano. El felino siguió ignorando lo que le rodeaba salvo un par de cosas que vio desde el espejo y que le llamaron la atención, un hacha y una guadaña que parecían ser superiores a unas simples armas normales y corrientes. La cola del gato se agitaba tranquilamente mientras él seguía comiendo atún antes de pedir al camarero 10 kilos de carne asada, 10 platos de arroz y una lasaña acompañados de cola.
El camarero miró al felino con desagrado y, por lo que Eoghan percibió con el olfato al cabo de un tiempo, el cocinero empezaba a preparar lo que pidió el pirata. El camarero al cabo de un rato trajo todo lo que pidió mientras el rubio se presentaba como Taiga extendiendo la mano. Eoghan, como persona educada que es, estrechó su mano y dijo Yo soy Eoghan Fran, encantado. Tras eso siguió comiendo mientras no perdía de vista a los sujetos de las armas que pretendía robar.
El camarero miró al felino con desagrado y, por lo que Eoghan percibió con el olfato al cabo de un tiempo, el cocinero empezaba a preparar lo que pidió el pirata. El camarero al cabo de un rato trajo todo lo que pidió mientras el rubio se presentaba como Taiga extendiendo la mano. Eoghan, como persona educada que es, estrechó su mano y dijo Yo soy Eoghan Fran, encantado. Tras eso siguió comiendo mientras no perdía de vista a los sujetos de las armas que pretendía robar.
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Cuando el felino le estrechó la mano no pudo evitar sonreír de forma amable. En parte estaba agradecido con aquel animal que parecía estar en su mundo. Se había presentado por un nombre que sonaba de algo al cazador pero que en ese momento no le dio importancia. Pudo fijarse en las miradas que el camarero le lanzaba al felino y estás no parecían muy agradables, aquel hombre debía de ser racista o algo. Por el momento el luchador no haría nada pero si notaba algún tipo de comentario ofensivo hacia aquel ser peludo, seguramente se metería de por medio.
Por ahora cogió su tenedor con tranquilidad y pinchó un trozo de pechuga. Con la otra mano usó el tenedor para cortar el pedazo en dos para seguidamente llevarse la primera parte a la boca. Masticó despacio notando la salsa en su boca. Aquella cosa estaba deliciosa y después de llevar tanto tiempo sin comer bien, mucho más. Después probó las patatas y finalmente el arroz. Todo estaba buenísimo y no sabía cómo podían existir cosas tan deliciosas en aquel planeta de locos. Soltó un suspiro mientras bebía de su refresco gaseoso de naranja para finalmente estirar los brazos hacia arriba.
Un extraño ruido llegó a sus oídos ahora. Se giró despacio y pudo ver a dos hombres con dos armas impresionantes. Un guardia entró por la puerta con una espada en mano. Parecía ser un chico joven de mediana estatura. Trotó hasta el tipo de la guadaña indicando que había herido de muerte a un anciano y trató de detenerlo. Sin embargo aquel capullo de un tajo lo hirió en el pecho de forma grave. El del hacha se rió y ambos comenzaron a rodear al guardia. El primero era calvo y de ojos azules mientras que el segundo poseía el cabello largo y morado. Sus orbes violetas y una cicatriz en la frente.
Por ahora cogió su tenedor con tranquilidad y pinchó un trozo de pechuga. Con la otra mano usó el tenedor para cortar el pedazo en dos para seguidamente llevarse la primera parte a la boca. Masticó despacio notando la salsa en su boca. Aquella cosa estaba deliciosa y después de llevar tanto tiempo sin comer bien, mucho más. Después probó las patatas y finalmente el arroz. Todo estaba buenísimo y no sabía cómo podían existir cosas tan deliciosas en aquel planeta de locos. Soltó un suspiro mientras bebía de su refresco gaseoso de naranja para finalmente estirar los brazos hacia arriba.
Un extraño ruido llegó a sus oídos ahora. Se giró despacio y pudo ver a dos hombres con dos armas impresionantes. Un guardia entró por la puerta con una espada en mano. Parecía ser un chico joven de mediana estatura. Trotó hasta el tipo de la guadaña indicando que había herido de muerte a un anciano y trató de detenerlo. Sin embargo aquel capullo de un tajo lo hirió en el pecho de forma grave. El del hacha se rió y ambos comenzaron a rodear al guardia. El primero era calvo y de ojos azules mientras que el segundo poseía el cabello largo y morado. Sus orbes violetas y una cicatriz en la frente.
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Cuando la comida del gato había llegado éste se puso a comer tranquilamente como si no pasase nada con ese ruido que claramente acabaría en problemas para todos los que estaban en la taberna. Una persona normal se alteraría pero Eoghan se tomaba aquello con filosofía y enfrentaba los problemas de uno en uno al igual que el rubio que al parecer se puso a comer y beber como si no hubiese comido en meses. La nariz del felino notó un aroma nuevo en el ambiente, un aroma que notó en la herida del rubio antes pero proveniente del exterior del local, como si alguien hubiese sido herido allí. Los movimientos del leopardo con los cubiertos eran impresionantemente refinados y cuidados, no dejaba caer nada del tenedor y el cuchillo quedaba en una posición perfecta mientras no era usado, una herencia de su crianza en una casa de lujo.
Los ojos de White Fang se centraron en la puerta en el momento en el que sus oídos escucharon como se abría y entraba un joven guardia con una espada en mano tratando de apresar al dueño de la guadaña que había visto Eoghan anteriormente. Eso sería problemático ya que robar la guadaña del cuartel sería complicado por lo que tenía que actuar. Antes de poder moverse Eoghan vio como el de la guadaña hirió de gravedad al guardia y como el otro rodeaba al guardia junto al primero. Eoghan depositó los cubiertos en su plato mientras con la mirada decía al dueño que luego volvería a comer mientras se dirigía a la puerta para abrirla y silbar tras llevar dos dedos a su boca. Con el llamado a Kyran hecho volvió al interior de la taberna y mientras desenvainaba ambas rapiers se movió de un salto bastante ágil hasta posicionarse a la espalda del sujeto con una larga melena morada diciendo
Más vale que dejéis las armas en el suelo y os marchéis, no quiero pelear aquí y ahora.
Los ojos de White Fang se centraron en la puerta en el momento en el que sus oídos escucharon como se abría y entraba un joven guardia con una espada en mano tratando de apresar al dueño de la guadaña que había visto Eoghan anteriormente. Eso sería problemático ya que robar la guadaña del cuartel sería complicado por lo que tenía que actuar. Antes de poder moverse Eoghan vio como el de la guadaña hirió de gravedad al guardia y como el otro rodeaba al guardia junto al primero. Eoghan depositó los cubiertos en su plato mientras con la mirada decía al dueño que luego volvería a comer mientras se dirigía a la puerta para abrirla y silbar tras llevar dos dedos a su boca. Con el llamado a Kyran hecho volvió al interior de la taberna y mientras desenvainaba ambas rapiers se movió de un salto bastante ágil hasta posicionarse a la espalda del sujeto con una larga melena morada diciendo
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Taiga permanecía comiendo tranquilamente mientras la situación volvía a ponerse algo tensa. Sus ojos estaban entrecerrados y no parecía estar muy calmado. La verdad es que lo que hizo el gato ahora le hizo sonreír de lado. No lo del silbido pero si su advertencia a aquel capullo. De hecho ahora soltó una pequeña risa mientras observaba la situación con toda la calma del mundo. El compañero del tipo de la melena empezó a meter la mano en el bolsillo de forma disimulada mientras fruncía el ceño. Se notaba que estaba planeando hacer algo malo a la legua. Todo estaba saliéndose de sus casillas.
Justo cuando el calvo iba a sacar una pistola sintió un potente golpe en la mejilla que lo tiró al suelo de espaldas. Redfield se había ocupado de impactar sus nudillos en el rostro de aquel capullo con una mirada seria. No iba a permitir que disparasen al leopardo a traición y mucho menos delante de sus ojos. El tipo cayó al suelo tirando el hacha a un lado mientras quedaba con los ojos en blanco debido a la potencia del puñetazo. El rubio ahora se sopló un poco en la mano para después empezar a caminar rumbo al guardia herido.
Sin importarle nada más lo tomó y lo tumbó en la barra de la taberna. El cazador le indicó que no se moviera y le pidió al camarero algo de alcohol y algunos vendajes para tratarlo. Decidió dejar al tipo de la melena en manos del gato pues sabía que seguramente tendría buenas habilidades. En caso de que no fuera así, lo ayudaría. Empezó a desinfectar la herida de aquel pobre guardia que gritaba de dolor al sentir el líquido en aquella zona cortada. El rubio casi estaba acabando pues como médico no podía permitirse el lujo de dejar a nadie morir ni sufrir heridas en su cuerpo.
Justo cuando el calvo iba a sacar una pistola sintió un potente golpe en la mejilla que lo tiró al suelo de espaldas. Redfield se había ocupado de impactar sus nudillos en el rostro de aquel capullo con una mirada seria. No iba a permitir que disparasen al leopardo a traición y mucho menos delante de sus ojos. El tipo cayó al suelo tirando el hacha a un lado mientras quedaba con los ojos en blanco debido a la potencia del puñetazo. El rubio ahora se sopló un poco en la mano para después empezar a caminar rumbo al guardia herido.
Sin importarle nada más lo tomó y lo tumbó en la barra de la taberna. El cazador le indicó que no se moviera y le pidió al camarero algo de alcohol y algunos vendajes para tratarlo. Decidió dejar al tipo de la melena en manos del gato pues sabía que seguramente tendría buenas habilidades. En caso de que no fuera así, lo ayudaría. Empezó a desinfectar la herida de aquel pobre guardia que gritaba de dolor al sentir el líquido en aquella zona cortada. El rubio casi estaba acabando pues como médico no podía permitirse el lujo de dejar a nadie morir ni sufrir heridas en su cuerpo.
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El gato estaba ahora tras la espalda del melenudo esperando una respuesta a la oferta que hizo al criminal mientras su compañero parecía rebuscar algo en el bolsillo por lo que veía por el costado del ojo. De pronto se escuchó un golpe seco y el sonido de alguien cayendo al suelo de espaldas. En ese momento Eoghan miró a donde estaba el calvo y vio el rubio de antes que al parecer le había propinado un buen golpe al mismo por intentar disparar por la espalda al felino. El rubio cogió el guardia herido y lo llevó a la barra donde empezó a tratarlo, seguramente porque era un médico incapaz de dejar a alguien herido sin intentar curarle.
En el momento en el que el gato se giró para ver al rubio llevar al guardia para tratarlo el melenudo alzó su arma y trató de atacar al felino por la espalda, momento en el que la puerta se abrió de par en par y un gorila entró corriendo y se interpuso en el golpe recibiéndolo de lleno. Tras eso el gorila simplemente lanzó un puñetazo al estómago del criminal mandándolo a volar hasta caer sobre una mesa rompiéndola. Ahora ambos criminales estaban tumbados y sus armas desprotegidas por lo que Eoghan le dijo a Kyran que las cogiese y las cargase, serían un excelente regalo de agradecimiento para su amigo Rowan.
En el momento en el que el gato se giró para ver al rubio llevar al guardia para tratarlo el melenudo alzó su arma y trató de atacar al felino por la espalda, momento en el que la puerta se abrió de par en par y un gorila entró corriendo y se interpuso en el golpe recibiéndolo de lleno. Tras eso el gorila simplemente lanzó un puñetazo al estómago del criminal mandándolo a volar hasta caer sobre una mesa rompiéndola. Ahora ambos criminales estaban tumbados y sus armas desprotegidas por lo que Eoghan le dijo a Kyran que las cogiese y las cargase, serían un excelente regalo de agradecimiento para su amigo Rowan.
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El cazador continuó curando a aquella persona hasta que por fin logró sanarla del todo. Se limpió el sudor sonriendo y el guardia se lo agradeció. En ese momento el luchador escuchó unos pasos acercarse a una velocidad impresionante. No sabía que podían ser hasta que finalmente pudo ver a un enorme gorila aparecer. Una pequeña sensación de miedo rodeó al rubio que ahora alzó los puños dispuesto a defenderse de aquella enorme bestia. Sin embargo quedó impresionado cuando vio que era mascota o amigo del gato. Sonrió de lado y ahora se sentó observando cómo cogía las armas de aquellos capullos que habían acabado en mal estado por listos.
Taiga miró que su plato todavía seguía allí y por ello tomó el tenedor empezando a comer de nuevo de forma voraz. La comida entraba en su boca, era masticada y finalmente iba derecha a su estómago. En ese momento el guardia le miró con una sonrisa. – Gracias de nuevo, chico. Por cierto el tío calvo vale veinte millones. Es un maldito bandido que ha matado un par de personas. – El luchador dejó de comer mirando a los ojos a aquel hombre. Tenía la boca llena y por tanto las mejillas infladas pero aquello le daba igual. Una sonrisa se formó en su rostro de forma exagerada. Tragó los alimentos a toda prisa y corrió hacia el tipo sin pelo como alma que llevaba el diablo.
Lo agarró colocándoselo en el hombro viendo que estaba inconsciente por su golpe anterior y una mirada maligna surgió de su cara. – Socio yo me voy a cobrar el precio de esta capullo. Espero volver a verte. – Dijo mostrando una sonrisa amplia pensando en los diez millones que iba a obtener por parte del puesto marine más avanzado. Seguramente habría uno cerca pero antes de irse quería saber si el leopardo iba a decirle algo más o simplemente de despedían.
Taiga miró que su plato todavía seguía allí y por ello tomó el tenedor empezando a comer de nuevo de forma voraz. La comida entraba en su boca, era masticada y finalmente iba derecha a su estómago. En ese momento el guardia le miró con una sonrisa. – Gracias de nuevo, chico. Por cierto el tío calvo vale veinte millones. Es un maldito bandido que ha matado un par de personas. – El luchador dejó de comer mirando a los ojos a aquel hombre. Tenía la boca llena y por tanto las mejillas infladas pero aquello le daba igual. Una sonrisa se formó en su rostro de forma exagerada. Tragó los alimentos a toda prisa y corrió hacia el tipo sin pelo como alma que llevaba el diablo.
Lo agarró colocándoselo en el hombro viendo que estaba inconsciente por su golpe anterior y una mirada maligna surgió de su cara. – Socio yo me voy a cobrar el precio de esta capullo. Espero volver a verte. – Dijo mostrando una sonrisa amplia pensando en los diez millones que iba a obtener por parte del puesto marine más avanzado. Seguramente habría uno cerca pero antes de irse quería saber si el leopardo iba a decirle algo más o simplemente de despedían.
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Había acabado fácilmente con ese canalla mientras que el rubio había logrado curar exitosamente al guardia, el cual le agradeció a su joven salvador informándole de que el calvo poseía una recompensa de 20 millones por su cabeza. Mientras Kyran se dedicaba a recoger las armas de los sujetos, el felino volvió a la barra y se sentó a seguir comiendo como si no hubiese pasado nada en aquella taberna a la vez que pedía decenas de platos de ensalada, estos para Kyran. Los ojos de Eoghan ya no encontraron nada interesante en la posada y la comida de allí no entusiasmaba su alma de cocinero.
El rubio al escuchar la recompensa que tenía el bandido que había matado a varias personas se levantó de pronto y se dirigió al cuerpo inconsciente del calvo, el cual cargó a su hombro como si no pesara nada mientras decía que se iba a cobrar su recompensa y que esperaba verme de nuevo. El felino acabó la comida que pidió al igual que Kyran acabó con la ensalada y se levantó dirigiéndose a la puerta mientras decía
- Lo mismo digo. Espero que la próxima vez podamos tener un combate amistoso para poner a prueba nuestras fuerzas.
Tras esas palabras salió del local y continuó buscando algún lugar cuya técnica culinaria valiese la pena.
El rubio al escuchar la recompensa que tenía el bandido que había matado a varias personas se levantó de pronto y se dirigió al cuerpo inconsciente del calvo, el cual cargó a su hombro como si no pesara nada mientras decía que se iba a cobrar su recompensa y que esperaba verme de nuevo. El felino acabó la comida que pidió al igual que Kyran acabó con la ensalada y se levantó dirigiéndose a la puerta mientras decía
- Lo mismo digo. Espero que la próxima vez podamos tener un combate amistoso para poner a prueba nuestras fuerzas.
Tras esas palabras salió del local y continuó buscando algún lugar cuya técnica culinaria valiese la pena.
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El rubio asintió a las palabras del gato y tras una sonrisa salió de allí. No entendía por qué todos los espadachines querían luchar con él. Empezaba a pensar que aquello era acoso o algo así pero por el momento le dio lo mismo y decidió apresurarse. El día había estado bien y el combate contra aquel mastodonte del ring le dejó totalmente satisfecho. Pese al duro golpe que se tuvo que llevar ya finalizando. Pese a tenerle un asco impresionante a aquella isla, poco a poco estaba ganando bastante dinero en ella. Todo había comenzado en el oasis junto a aquel chico llamado Carmelo pero ahora estaba dirigiéndose hacia dónde debía estar el puesto más cercano posible.
Por fin tras unos minutos llegó hasta un pequeño establecimiento lleno de marines. Entregó el cuerpo dejándolo sobre una mesa y jadeando un poco por el cansancio de haber llevado a aquel hombre. Después mostró su licencia de cazador para que ellos pudieran verla y darle el dinero correspondiente. – Vaya te corresponde un cuarenta por ciento en este caso. – Dijo el que parecía tener más rango para después sacar una bolsa y de esta varios billetes. Los contó con calma y después se los tendió al rubio dándole las gracias por la contribución. Éste los cogió satisfecho.
Se echó un poco hacia atrás y le dedicó una sonrisa a aquel marine. Parecía ser un tipo grande de bigote portentoso y ojos verdosos. Además en su espalda portaba una guadaña bastante impresionante. – Muchas gracias. Seguiré cazando maleantes. – Dijo de forma amable para después girarse y mirar en la pared unos cuantos carteles. – Hostias… – Dijo de repente mientras una gota de sudor le caía por la cabeza. El gato estaba allí puesto y además llegaba a los cincuenta millones. Igualmente le caía bien por lo que pasó de aquella foto y se fue riendo rumbo a Rainbase.
Por fin tras unos minutos llegó hasta un pequeño establecimiento lleno de marines. Entregó el cuerpo dejándolo sobre una mesa y jadeando un poco por el cansancio de haber llevado a aquel hombre. Después mostró su licencia de cazador para que ellos pudieran verla y darle el dinero correspondiente. – Vaya te corresponde un cuarenta por ciento en este caso. – Dijo el que parecía tener más rango para después sacar una bolsa y de esta varios billetes. Los contó con calma y después se los tendió al rubio dándole las gracias por la contribución. Éste los cogió satisfecho.
Se echó un poco hacia atrás y le dedicó una sonrisa a aquel marine. Parecía ser un tipo grande de bigote portentoso y ojos verdosos. Además en su espalda portaba una guadaña bastante impresionante. – Muchas gracias. Seguiré cazando maleantes. – Dijo de forma amable para después girarse y mirar en la pared unos cuantos carteles. – Hostias… – Dijo de repente mientras una gota de sudor le caía por la cabeza. El gato estaba allí puesto y además llegaba a los cincuenta millones. Igualmente le caía bien por lo que pasó de aquella foto y se fue riendo rumbo a Rainbase.
Ryusen Higure
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Agilidad
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Akuma no mi
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El fiel amigo de Eoghan, Kyran, caminaba tras el felino con ambas armas mientras el gato paseaba tranquilo por las calles de la ciudad pese a ser un criminal buscado y haber coincidido con un cazador de recompensa y un guardia, por lo pronto caminaría tranquilamente pero cuando empiecen a perseguirlo para detenerlo o matarlo ya se defendería con todo lo que tiene. Sus ojos agudizados se fijan en todas las esquinas mientras su olfato y su oído están atentos para percibir cualquier cosa que pueda venir desde un lugar inesperado mientras se dirige a la entrada de la ciudad, donde pretendía conseguir algún medio para salir de la isla y reencontrarse con su amigo Rowan. El gorila de seguro tenía protestas por tener que cargar las pesadas armas pero como había perdido en combate contra el felino y le procesaba una lealtad firme no protestaba de su labor.
Ambos caminaron tranquilos sin preocuparse más por como montar en la nave que los sacaría de allí sin que los pillarar para no pagar o para no ser detenidos por negarse a pagar.
Ambos caminaron tranquilos sin preocuparse más por como montar en la nave que los sacaría de allí sin que los pillarar para no pagar o para no ser detenidos por negarse a pagar.
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