A veces la justicia se debe de imponer por uno mismo [Pasado - Max & Osuka]

Me encontraba caminando libremente por la ciudad, cuyo aspecto era bastante normal y acogedor; sin duda un buen lugar en donde poder descansar. No pude evitar pensar en la gran vejes que tenia aquella villa, según la información que había recolectado aquel lugar debería de tener casi 200 años. Esa emoción y ganas de querer saber sobre el pasado, ruinas, tesoros; o cosas similares que despiertan mi hambre de aventura era algo que no podía saciar con facilidad. Por decirlo de algún modo, me era casi imposible tener un día en donde  no intentaba descubrir  alguna civilización perdida, un tesoro olvidado, o como mínimo algún libro antiguo con mucho valor histórico. Pocos eran los días en los que podía descansar y disfrutar de la mañana como también del anochecer de forma normal…pero… ¿aquella palabra entraría en mi vocabulario?

Llevaba conmigo a Kuroten, un lobo macho de pelaje blanco, ojos celestes que, junto con una cicatriz en su hocico, demuestra mucha impotencia y seguridad. Aunque tenga esa apariencia es muy cariñoso, se lleva bien con cualquiera al menos que lo haya lastimado o en el peor de los casos haberle robado su comida, si lo has echo será mejor que corras. Lo que más llame la atención de este animal, después de la cicatriz, sea muy probablemente ese pelaje de color negro que parece un “tatuaje” el cual rodea su ojo izquierdo. No tuve más remedio que llevarlo conmigo a la villa, pues lo había despertado de su siesta cuando amarraba mi pequeña barca en el muelle, cuando en realidad tenía pensado dejarlo descansar. Aquel animal de cuatro patas caminaba a mi lado como si nada, movía la cola feliz y sin ninguna preocupación, se notaba en su mirada que tenía tanta energía que pronto podría empezar a correr por todas partes.

-Si me obligas a tener que atraparte…te ira muy mal. (Murmure de mirando de reojo al can, sabía que él me entendía, al mismo tiempo que sabía que lo tomaría como una broma)

A simple vista parecía un animal difícil de controlar y también terriblemente inmaduro como impaciente; pero la verdad es que era totalmente respetuoso, juguetón e inteligente. Habíamos pasado tanto tiempo juntos que no le era un problema seguir mis órdenes, como quedarse quieto, escaparse o hasta incluso que vuelva al pequeño barco que en la mayoría de los casos se encontraba en un muelle o puerto. “No me dejaran entrar a ningún lugar con él” pensé suspirando mientras intentaba aclarar mis ideas, el estar siendo acompañado por el animal no era del todo beneficioso. Al pensar en las posibilidades limitadas intente buscar algún lugar al aire libre, contemplar aquel cielo despejado no era tan malo después de todo. Tarde unos cuantos minutos, pero por suerte y obra del destino encontré un pequeño parque muy bien decorado, sin mencionar que se encontraba cerca de varios mercados y cafeterías de buena calidad.

Estuve casi por sentarme en una pequeña banca cuando de repente logre escuchar un disturbio muy cerca de donde estaba, podía ver también como algunas personas se acercaban a algún lugar en donde parecía que algo estaba llamando mucho la atención. Me pregunte que podría ser aquello que molestaba a las personas, aunque sabia que si me quedaba sentado sin moverme no lo averiguaría.

Desembarque con el barco que viajaba en el puerto de Orange. Aunque la isla sea propiedad del Gobierno mundial, no tuve otra opción. Los imbéciles de mis compañeros, se emborracharon la noche anterior en el barco para celebrar la victoria que tuvimos al pelearnos con un barco marine que encontramos en alta mar. No se les ocurrió mejor idea que arrasar con la despensa y no dejar ni una aceituna. Al enterarse el teniente, le echó una bronca monumental y les obligó a limpiar el barco e ir a comprar nuevas provisiones. Tuve la suerte de haber sido yo el que manejo el timón durante toda la noche y conseguí una coartada perfecta para librarme del marron.

Debido a que tuve libertad ese día, decidí pasearme un poco por el pueblo. Principalmente salí del barco para encontrar un sitio donde dormir, ya que pase toda la noche en vela y en el barco seguro que no me dejarían. Aunque era una ciudad bastante tranquila se armaba mucho ruido de las personas hablando y los vendedores mostrando la mercancía que tenían.

- Uf… que escandalosa es la gente por aquí, leches… - dije mientras bostezaba a causa del cansancio - A ver, piensa. ¿En una ciudad donde sería una zona tranquila? A lo mejor hay algún parque o plaza que se monte menos ruido…

Pregunte un ciudadano si había un lugar como yo quería en la ciudad y curiosamente se encontraba a cinco minutos andando desde donde estaba.
Al llegar pude fijarme que estaba cuidado con mucho cariño y estaba rodeado de restaurantes

" Perfecto para una comida post-siesta " pensé mientras buscaba sitio donde sentarme.

Para mi mala suerte, todos los bancos estaban ocupados por abueletes y niños, ya pensaba que me iba a tocar dormir en el suelo cuando vi que los caminos del parque estaban hechos de piedra. Mire hacia ambos lados por si nadie vigilaba y pose mi mano sobre el suelo.
Utilice los poderes de mi reciente akuma para moldear algo de la piedra de los caminos y lo convertí en un pequeño banco de piedra lo suficientemente grande para descansar con comodidad. Aunque obtuve ese poder recientemente le cogí realmente la practica y ya sabía hacer un par de trucos bastantes buenos.

Me acomode al banco y me puse a descansar, pero a los diez minutos, se empezó a oír lo que parecía ser una pelea o algo parecido. Aunque lo único que quería ese momento era dormir, me pudo la curiosidad y fui a investigar, no fuera a pasar algo peligroso para los ciudadanos.

La curiosidad era tal que hasta me parecía un pecado, descansar un poco y disfrutar del aire libre era lo que quiera…pero como siempre mi generosa alma no lo permitiría. Al principio empecé a caminar tranquilamente hacia aquella dirección en donde se escuchaban los ruidos extraños, no había puro pues no estaba seguro de lo que estaba ocurriendo y no empezaría a correr solamente porque hubo una pelea de borrachos. Lentamente al acercarme más pude notar como la gente se apilaba viendo algo que, por obvias razone, no me dejaban presenciar. Al llegar escuche algunos gritos típicos de furia, en ese momento muchas cosas pasaron por mi mente, desde maleantes hasta marines corruptos…o también un padre un tanto estricto, aunque eso ultimo no llamaría tanto la atención.

Intentaba acercarme más pasando a través de todo el público, en ese momento estaba celoso de Kureten pues el can podía pasar por debajo de las piernas de las personas tan fácilmente que me daba gracia. No sabía que eran tantas almas las que se encontraban viendo lo que estaba ocurriendo, sin mencionar que algunos eran bastante grandes y difíciles de correr del camino, por lo que pensé que estaba ocurriendo algo más “importante” de lo que parecía ser. Me apure un poco hasta llegar a la primera fila de espectadores, fue entonces que pude ver la frustrante escena. Una mujer adulta tirada en el suelo con sangre, una niña pequeña sostenida por un hombre con aspecto horrible que tenía una espada manchada de un obvio liquido rojo y por ultimo varios hombres que parecían ser los “seguidores” del que sostenía a la muchachita por el cabello.

-Exijo que nos den todo el oro que tengáis, o esta pobre niña sufrirá las consecuencias- La voz del sujeto era ronca, si no fuera por lo que estaba pretendiendo hacer me reiría. “Típico” pensé, lastimar a los más indefensos para conseguir que todos hagan lo que ellos quieran era algo lamentable, aunque muy astuto. El hombre que sostenía a la pequeña, el cual tenía una extraña cicatriz en la cara, pretendía cortarle la garganta a la niña si las personas no hacían lo que él ordenaba. Ya tenía experiencia con los bandidos y gente como él, sabía que aunque toda ciudad hiciera caso de todas formas mataría a todas las personas que vea necesario… ¿Por qué? Por simple capricho. -¿Y bien?¿Acaso les importa una mierda la vida de este angelito? Estoy seguro que pueden ver esas lagrimas adorables caer por su rostro- Cada palabra suya alimentaba mis ganas de degollarlo y hacerle beber un poco de su propia medicina.

Intente caminar un poco rodeando al bastardo, debía de acercarme más para poder tomarlo con mayor sorpresa pues si me llegaba ver intentando hacerme el héroe muy posiblemente lastime a la pequeña. Los guardias tardarían demasiado, por lo que debía de hacer algo por mí mismo y así lo hice. Fui corriendo hasta él en su costado derecho donde se encontraba el brazo que sostenía la espada, en un movimiento rápido desenfunde la katana y corte de forma horizontal la mano del infeliz hasta su antebrazo, dejando así una herida superficial grave. Después del ataque el hombre soltó la espada y a la niña pequeña la cual se fue corriendo hasta lo que parecía ser el cuerpo de su madre…que se encontraba en el suelo. -¡Quién demonios eres!- Grito furioso el pobre abusador de menores. Sin embargo no le conteste, solamente lo mire fijamente con una seriedad terrible, aguantándome las ganas de saltar y rebanarle el cuello.

Fui a paso calmado hasta que entre los gritos se escuchó a una niña gritando y llorando, entonces corri lo más rápido que pude. Si había niños en medio de esa pelea, podría pasar la peor de las desgracias. Llegue a la una gran multitud donde parecía que originaba el escándalo, por los gritos que se formaban y como supuse, no era una simple pelea.

Me abrí paso entre la multitud, aunque tuve dificultad debido a la cantidad de gente acumulada, cuando llegue vi la escena que había montada; parecían una panda de matones que tenían a una niña como rehén y que habían herido de gravedad a una mujer que intuí que seguramente era la madre de la chiquilla. No parecía muerta, pero si no recibía tratamiento médico rápido no iba a tardar mucho en estarlo. Uno de esos cabrones, que parecía el líder, sostenía a la niña con un brazo mientras que en otro portaba un sable empapado en sangre de la pobre mujer. Con voz ronca, el bandido exigió todo el dinero que llevásemos o acabaría con la vida de la chiquilla.

Ahora mismo toda la gente teníamos las manos atadas, un paso en falso y la criatura no tardaría en unirse a su madre. Estaba pensando en alguna estrategia para poder liberar a la pobre niña de los brazos de aquel hijo de puta, cuando entre la multitud apareció un hombre a una gran velocidad. Era un chaval con un par de años más joven que yo, con un pelo oscuro como la noche que acababan en unas puntas rojizas, vestído con chaqueta y pantalones negros, le iba acompañando un gran lobo blanco con cicatrices que le daban una aspecto intimidante. Desenvaino una de las katanas que tenía y le provocó un corte al hombre por sorpresa en el brazo haciéndole una grave herida, que hizo que soltara su arma y a la niña, que fue directa a su madre que yacía en el suelo.

Aunque varios de sus hombres se asustaron por ese ataque repentino a su jefe, dos de ellos sacaron pistolas de sus pantalones, dispuestos a disparar por la espalda a aquel espadachín. Había salvado a la niña de una muerte segura, y por ello, es motivo suficiente como para ayudar a ese desconocido. Cargue el puño y lo golpe contra el suelo de piedra.

- Ishi ishi no … Hashira! - grité mientras mi puño entraba contacto con el suelo

Del boquete que había provocado salieron dos grietas que salieron disparadas hacia los pies de los dos bandidos con pistolas. Cuando se detuvieron debajo de estos, salieron a gran velocidad un pilar de piedra para cada uno de forma cilíndrica que crecieron hasta dos metros y que por el trayecto les golpeó en el mentón, como si se tratase de un gancho alto, dejándoles en el suelo inconscientes.

Me gire  y me dirigi hacia la gente que habia detras contemplando la pelea;

- ¡¿A que esperais?! Iros y recoged a las señoritas, nosotros nos encargamos!

Los ciudadanos aun un poco sorprendidos por lo que acababa de pasar, recogieron a la niña y se llevaron a rastras a la mujer para alejarlas lo máximo posible de la pelea.
Cuando ya parecía que sabían alejado lo suficiente, tanto al espadachín como a mí nos habían rodearon varios hombres armados. Me puse de espaldas a aquel chico de negro para mantener los dos lados vigilados.

- Perdona si té he robado un poco de diversión, pero por culpa de estos capullos no he podido echarme una siesta y tengo ganas de castigarlos - gire un poco la cabeza y le sonreí - Puedes llamarme Oz. Ahora puedo tener el placer de conocer tu nombre?

El hombre que había lastimado hace no más de unos cuantos segundos volvió a tomar su espada, su mirada era despiadada, con furia y sin temor a quitar una vida humana. Mi enojo por los actos de aquel sujeto fue tal que no me percate que unos hombres que lo acompañaban habían sacado sus pistolas, cometí un error, no creía ser capaz de lograr evadir las balas que estaban a punto de ser disparadas hacia mí. Intente posicionarme para darles una onda cortante con la esperanza de poder vitar que aprieten el gatillo, y sin darme cuenta si quiera, el suelo se había agrietado y deformado dejando inconscientes a los pistoleros. Sucedió muy rápido, sinceramente no me esperaba aquello para nada, hasta incluso juraría haber escuchado y visto a una persona en particular entrando a la “pelea”.

“¡Akuma no mi!” pensé al ver a un sujeto con pintas extrañas que parecía estar intentando ayudarme, vaya suerte tuve esa tarde. No veías a un usuario enfrente de ti ayudándote todos los días, me había parecido demasiada coincidencia aunque tuve que fiarme de momento, después de todo no tenía una apariencia malvada. Me dio cierta gracia lo primero que dijo, la verdad era que me gustaría darles un merecido a todos por mí mismo, pero tampoco tenía ganas de quitarle es privilegio a la persona que salvo mi vida. Suspire un poco poniéndome en posición sosteniendo mi katana con ambas manos, separando un poco las piernas y flexionarlas levemente.

-No hay descuido, golpéalos lo más fuerte que puedas. (Musite con una sonrisa mientras miraba fijamente al que parecía ser el líder) –Max… es un placer Oz, sería muy bueno si me dejas al grandote con la cicatriz en el rostro. (Dije mirándolo de reojo, insinuando que quería batallar contra el capitán pega niños)

No intentaba ser chulo, no tenía nada personal contra aquel sujeto, simplemente sentía mucha furia hacia él en especifico. Había odio de unos bandidos que circulaban mucho por aquella zona, aunque nunca pensé que me toparía con ellos, la suerte no les acompañaba para nada. Aquellas personas no eran amateurs, pero tampoco había que fliparse demasiado, un espadachín con habilidades como las mías y un usuario de Akuma no mi sería suficiente para derrotarlos o así pensaba yo. Sin más rodeos fui corriendo hasta el enemigo principal chocando espada contra espada, yo le superaba en velocidad pero el contrario tenía más fuerza muscular. Me movía a los lados con rapidez con la esperanza de confundirlo o que perdiese el equilibrio pues no parecía el de los que hacían volteretas en el aria, su campo de ataque era corto.

Atacaba, esquivaba y volvía a atacar. A veces me escabullía entre los demás hombres que nos habían rodeado, provocando que se cayeran por cortes o patadas y también que el grandote los termine matando por error. La furia consumía la mente de aquel sujeto, podía notarse a kilómetros, sus venas se veían perfectamente; rugía como un animal desesperado y escupía envés de hablar. Entre esto y lo otro el maldito logro darme un leve corte en la mejilla izquierda, aquello me había molestado bastante, una de las razones era esa gran boca sucia que tenía el bastardo. –¡Mira, mira! El chulito ahora no es tan grandioso ¿verdad?- No paraba de escupir al abrir esa bocaza, no tenia idea lo que estaba diciendo y yo me aseguraría de hacerle entender. Rápidamente me puse en posición y de forma horizontal corte el aire con mucha fuerza, provocando de esta manera lanza una onda cortante en llamas…y es que si, estaba acumulando el calor suficiente en la hoja hasta poder completar aquel ataque.

-¡Cutting Fire Attack! (Grite lanzando la onda en la dirección del bastardo con la cicatriz)

El hombre no espero el ataque, en un intento desesperado se cubrió con su espada y su mano desnuda. Al finalizar la onda el pobre había sufrido quemaduras leves en ambas manos, aunque la derecha fue la que sufrió más pues ahí es donde se encontraba la herida que le había hecho hace no más de unos minutos.

El chaval de pintas oscuras decía llamarse Max, si no recordaba mal lo había visto en algún cartel de Wanted y su recompensa no era precisamente poca. Pero los piratas me daban un poco igual y si tenía que juzgar a chaval diría que parecía buen tio, aun teniendo esas pintas. Total, yo al paso que iba tambien acabaria con recompensa, y no por ello soy mala gente.

Lo único que me pidió es que le dejara al grandullón al que le había rajado antes el brazo y que al resto les diera una buena paliza.

- De acuerdo. Tu encargate del gordinflas, yo voy a aplastar unas cuantas hormigas - dije mientras crujía los nudillos y miraba a los hombres que les iba a dar una lección.

Mientras el chocaba espadas con el secuestra-niños, que se había recuperado de la herida que tenia del brazo, yo cargue contra los bandidos. Aunque no eran una fuerza militar profesional precisamente, daban bastante guerra. Varios de ellos se abalanzaron hacia mi como perros rabiosos, equipados sus espadas dispuestos a trincharme como un pavo. Aunque me superaban en número, tenían menos fuerza y agilidad que yo, lo que fue fácil esquivar los ataques y golpearlos para dejarlos fuera de combate.

Pude ver que el gordaco había podido rozar a Max haciéndole un pequeño corte en la mejilla y actuaba como si fuera el puto amo. “Por favor hazlo callar de una vez ” pensé mentalmente deseando que el espadachín le cerrase la boca.
Max respondió al ataque con un increíble corte que quemó el aire y al entrar contacto con el bandido le chamusco ambos brazos. Me sorprendió bastante ese movimiento, nunca había visto una espada pegarse fuego a su voluntat. Me distraje pensando como lo había hecho, cuando unos de los bandidos me disparó, dandome en el hombro. Tuve la suerte de que mi hombrera se había llevado parte del impacto y solo me ocasionó una herida leve la cual me sangraba un poco, aunque la bala se había adentrado un poco en el brazo, podía moverlo perfectamente aunque me daba un pequeño dolor. Al ver que ese movimiento había funcionado, todos los hombre que llevaban armas de fuego las sacaron dispuestos a acribillarme.
- Conque esas tenemos... - dije observando como sacaban sus armas de bolsillos y chaquetas - No quería llegar a esto, pero me habéis tocado mucho los cojones. - plante mis dos manos al suelo dispuesto a hacer la mejor habilidad de mi Akuma.
- Ishi Ishi... Goremu Mode!

De mis manos empezó el proceso de absorción de la piedra del suelo de las calles. Cuando los bandidos, asustados, empezaron a dispararme, la primera capa de capa que cubría mi cuerpo me protegió de los impactos, fue como si le pegaran tiros a una pared. Pasaron unos segundos hasta que llegue al máximo que podía y forme la Goremu Mode que media como mucho medio metro más que yo, la cual me permitía crear un golem de piedra y controlarlo desde dentro. Lo unico malo esque era la primera vez que la creaba en mitad de una pelea y no sabia cuanto tiempo la podría mantener. Solo espere que el suficiente como para que el espadachín pudiera acabar con la vida de ese cabron.

Mi ataque había surtido efecto, el bastardo no se esperaba tal respuesta de mí y vaya que me gusto verlo con ese rostro de dolor. El daño que le había dado con la espada se veía muy chamuscado, aunque sinceramente era lo que se merecía… y aun faltaba lo mejor. No dejaba de ver atentamente al sujeto que gemía de dolor, sin dudas se veía enojado pero parecía estar algo “diferente”. Hubo algo que pude notar después de la onda de fuego que había lanzado, y es que muchos de los hombres que nos habían rodeado no se atrevían a acercarse a mí. “Probablemente se sorprendieron y les asusta que lo haga contra ellos. En pocas palabras, eran cobardes y listos” era lo que pensaba mientras sostenía con más firmeza mi katana.

Rápidamente y sin dejar que el grandulón responda, me abalance hacia el cortando su pecho en forma vertical, rasgando piel y ropa. No espere ni cinco segundos para volver a remeter contra el bastardo, provocándole la misma herida en el pecho aunque un poco más a la izquierda. Aquellas heridas hicieron que el hombre se caiga al suelo apoyándose con las manos y pies, se veía tan adolorido que con solo patearlo sería suficiente para que terminase de caer al duro terreno. Lo más difícil de aquella situación era contener mis ganas de escupirle en la cara, pero más que innecesario seria asqueroso y por lo tanto no lo haría. También era fácil ver los rostros de estupefacción y de temor de los seguidores de aquel hombre, era evidente que nunca se habían enfrentado a alguien más fuerte que su propio jefe.

Pude notar que la mayoría de la porquería estaba entretenida con el misterioso usuario que había aparecido, vaya sorpresa me dio al ver lo que parecía ser uno de esos golems de piedra que había leído en libros alguna vez. “Ya veo” pensé mientras lo veía atentamente, al parecer tenía alguna habilidad para controlar o favorecerse de la “piedra” del entorno, y en el suelo había mucha. No pude distraerme por mucho tiempo pues logre escuchar al bocazas gritar con furia, ya me estaba cansando y era hora de acabar con todo aquello de una vez por todas. –¡No puedes vencerme! Nadie…puede- El hombre suspiraba, parecía cansado, como si le faltara el aire; aunque eso era un efecto secundario normal de haber perdido una pelea. Me acerque a él lentamente mientras me mantenía al margen de los costados, dudaba que los seguidores del bastardo fueran a atacarme pero había que asegurarse. -¿Enserio crees que eres mejor? Nosotros tenemos tesoros, mujeres, fundimos el miedo en muchas islas; ¿y tú? Un don nadie que seguramente a perdido a todo ser querido por… -

-Te has pasado… (Dije después de efectuar un último ataque para acabar con su patética vida)

Con un movimiento rápido y sin remordimiento corte la garganta del hombre, haciéndolo callar de una vez por todas; aquella conversación se estaba volviendo muy personal y eso no me gustaba. Me había empapado con un poco de sangre mientras mantenía mi rostro de furia total, poco a poco me iba tranquilizando, hasta poder pensar con tranquilidad y recordar al sujeto que me estaba ayudando. Al principio no parecía tener problemas, después de todo con aquel poder no sería fácil de derrotar, así que pensé que no tendría ningún retraso con acabar a la basura. No me preocupe y solo me limite a derrotar a cualquiera que intente atacarle por la espalda o algo parecido, aunque a simple vista esa cosa no daba la impresión de tener un punto débil.

- JA JA JA! AHORA SI QUE SOIS VERDADERAS HORMIGAS! – dije mientras reía por las caras de miedo de esas escorias al ver en lo que me había transformado.

Lo último que hubieran pensado que se enfrentarían en esta tranquila isla, lo tenían delante dispuesto a patearles el culo.  Realmente me estaba entreteniendo a pesar de lo pesados que eran. Me sentía como un niño que jugaba a ser un superheroe y derrotaba a los villanos protagonizados por los muñecos de acción que tuviera. Aunque los hombres seguían disparando, rezando para que hicieran algo a ese cuerpo de piedra, otros decidieron seguir su vieja estrategia e ir a golpearme con sus espadas. La estrategia no les funciono bien ya que las armas rebotaban e incluso alguno se le partía, después, un golpe con el brazo o una patada y los mandaba a volar.

Oí de nuevo a ese capullo farfullar, pero se encontraba en el suelo a punto de ser atravesado por la katana de Max. No escuche bien lo que le dijo el gordinflas al espadachín, pero no le tuvo que sentar bien ya que le rebano el cuello rápidamente. Nunca se me ha hecho la idea de matar a una persona, pero realmente, alguien que es capaz de tener de rehén a una niña pequeña, se lo merecía.

Al ver que había terminado su parte, me fue ayudar con esos mierdas para acabar más rápido. Me gire hacia los bandidos para decirles la que les iba a caer encima;

- Decidme qué preferís, un puñetazo del tamaño de una casa o un corte en la garganta por parte del mi colega? - les dije con sonrisa malévola, para conseguir intimidarlos.

Algunos de los bandidos, seguramente los más cobardes, salieron corriendo como pollos sin cabeza al ver la muerte del lider y los otros, estaban aún firmes pero les temblaban las piernas. Debíamos terminar de una vez, esta forma me costaba mucho mantenerla, incluso cuando la practicaba fuera de los combates, y por cada segundo que pasaba me pesaba más el cuerpo, por suerte ahora el espadachín me ayudaria con los despojos que quedaban y no tendría que esforzarme mucho mas.

El pedazo de piedra llamado Oz actuaba de forma feroz, como si sus contrincantes fueran verdaderos insectos… y no culparía a los pobres tener miedo. La presencia del gigante atemorizaba a casi todos los presentes, al fin y al cabo no era poca cosa, se notaba que un golpe de aquella cosa dolería bastante. La cantidad de personas que se atrevían a pelear, que eran poquísimos, venían con tanto miedo que parecían niños con las armas de sus padres. Fueron relativamente fáciles de derrotar, por obvias razones la mayoría iba a por mí que a por el enorme de piedra, aunque no me molestaba para nada. Sinceramente no podía decir que aquella batalla era digna de mi presencia, pero como no era un chulo de la vida no hubo razón para decirlo en voz alta.

No abría la boca, en aquella ocasión no me moleste siquiera en hablar, pues no lo necesitaba para intimarles o derrotarles. El haber acabado con el jefe de todos esos patéticos bandidos era un acto suficiente como para acobardarlos, o ponerlos furiosos hasta el punto de que no logren pensar con claridad. Luego de poco tiempo, al terminar con la mayoría y que los demás escaparan, fui directo hasta uno de todos los derrotados que parecía estar aun consiente. –Nunca pensé que llegaríamos a ser derrotados tan fácilmente, fuimos aniquilados como moscas- La voz del sujeto era lenta, y aunque perteneciese al mismo grupo que aquel bastardo, no escupía al hablar. –Aunque…creo que lo merecíamos, nunca hicimos algo honorable, siempre haciendo infelices a los demás… Cortarle la garganta al jefe es algo que una cantidad de personas querrían hacer…- El hombre tosía y entrecortaba sus palabras, parecía estar perdonándose a sí mismo por todos los actos que había hecho.

-Los bandidos sois famosos por robar tanto como los piratas…háblame de eso. (La palabra “tesoro” que había salido de la boca del hombre muerto por mi mano me atrapo)

Con el bastardo muerto el dinero ya no sería utilizado, así que pensé en tomarlo “prestado” pues me aseguraría de emplearlo de mejor manera. -¿Buscando robar al hombre que asesinaste? Es gracioso… Los tesoros del jefe, el cual se hacía llamar Yubad, se encuentran en el barco… tranquilo, no hay casi nadie abordo- De un momento a otro empezó a toser un poco de sangre, a lo que me miro fijamente mientras yo enfundaba lentamente mi katana. –El barco se encuentra en un lugar alejado del puerto, al este…- Después de varios minutos forzando su garganta, por fin cedió ante las heridas y ceso de respirar. Era típico ver que en su lecho de muerte las personas se arrepentían de las cosas que habían hecho en vida. Suspire mientras me estiraba un poco, aquel tesoro se veía cada vez más jugoso; pues aunque ellos eran nada más que patanes, el dinero que podía juntar un bandido era bastante decente.

“Oz”, aquel hombre con la habilidad de una akuma no mi, el cual me había ayudado en aquella situación…casi lo olvidaba. Esperaba que robarle al desgraciado bocazas sea algo que le agrade al sujeto, ya que por agradecimiento le ofrecería la mitad de todo lo que encontremos que tenga valor. Aunque hablando de forma sincera, me gustaba más el hecho de trabajar juntos; si es que a eso se le puede llamar “trabajo”.

-Ya lo has oído, si tu también quieres robarle al mal parido este para dormir tranquilo…entonces con gusto lo compartiré contigo. (Con una sonrisa le propuse robar el dinero que tanto se estaba desperdiciando en aquel barco)

Parece que la pelea ha terminado. Muchos de esos hombres yacían en el suelo inconscientes, mientra los que aún se mantenían en pie, corrían lo más rápido que podían para huir. Cuando perdí de vista al último que se iba, me tumbe en el suelo, provocando un temblor debido al tamaño y peso de esta forma. Mientras la roca se iba fundiendo y volviendo al suelo, dejando mostrar de nuevo mi rostro, me fije en como habíamos convertido esa calle en un pequeño campo de batalla. “A lo mejor me he pasado, siempre me emociono mas de la cuenta” pensé mientras descansaba un poco de haber estado con esa forma tanto rato, estaba seguro que mañana tendría unas agujetas de mil demonios.

Cuando me levanté del suelo me dirigí donde se encontraba el espadachín. Estaba interrogando a uno de los hombres de aquel mafioso que le había cortado el cuello antes Max. Parecía que tenían un tesoro en lugar al este del puert. Más que una confesión, parecía una disculpa antes de fallecer, en el fondo me daban un poco de pena. Muchas personas hacen fechorías por muchas razones: hambre, familia, miedo… Si tuviera que hacer una lista de todas las personas que han hecho algo malo por miedo no acabaría hoy.

- Nunca es mal momento para decir perdón, ojala tu próxima vida sea mejor, descansa en paz - dije mientras me acercaba al cuerpo de ese hombre cuando dejó de respirar y le pase mi mano para cerrarle los ojos.

Me diriji hacia Max, parecía tener un trato para mi; ir al barco de el la banda del gordinflas y llevarnos el dinero que habían robado durante todo este tiempo. Parecía una buena inversión a cambio de estar peleando contra tanto bandido.

- Me parece un buen plan, no vamos a dejar que se eche a perder el dinero ahora que no tiene dueño, no crees? - le dije riendo mientras asentía con la cabeza para confirmarle que le ayudariá a llevarse el dinero del barco.

Me fui andando hacia la ubicación del barco hasta que me salto una duda, pensando en aquel hombre que se había pedido perdón en su lecho de muerte;

- Oye Max… Si no te importa que te pregunte, tu crees que la gente merece una segunda oportunidad? Que si ese tio de antes hubiera sobrevivido, hubiera intentado ser mejor persona?

No se porque le hice esa pregunta, simplemente quería saber si era el único con esa mentalidad.

El pobre hombre murió desangrado, no pudo resistir más y se dejo llevar por las temibles manos de la muerte, sinceramente no era nada reconfortante ver una escena como esa pero al final te acostumbras. No podía decir que el rumbo que estaba tomando el mundo era bueno, ni tampoco que nuestra era estaba cerca a lo que las personas llaman “paz”, pero no era un pecado tener algo de fe. “Aunque con eso no se puede ganar todas las batallas” pensé mientras suspiraba viendo el cielo entrecerrando los ojos. Más tarde pude escuchar la respuesta positiva de Oz a mi invitación de robo, la verdad es que me puse bastante contento, no quería pasar el día robando de forma solitaria. Entonces, cuando estábamos partiendo hacia el este de la isla, me acorde de Kuroten; el cual se encontraba escondido en una esquina de un comercio cercano.

-¡Vamos, ya puedes salir! (Le grite al can mientras le daba señas para que nos siguiese)

El animal era lo suficiente mente inteligente como para entenderme, por lo que después de unos segundos de haberle gritado este fui corriendo hasta nosotros, acompañándonos hasta nuestro nuevo objetivo. Caminamos tranquilamente, después de todo no teníamos alguna razón para apurarnos, al menos no en ese momento. Mientras seguíamos nuestro camino y llegábamos al límite de la ciudad, empezaba a pensar en algún tipo de plan para cometer el robo. No podía saber si en el barco de los bandidos habría resistencia o si fueron lo bastante estúpidos como para abandonarlo a su suerte, también era posible que los que huyeron del combate volvieran a su nave y se estuvieran preparando para escapar o contraatacar. De repente salí de mis pensamientos al escuchar a Oz lanzarme una pregunta, la cual me pareció bastante difícil, así que tarde de lo lindo en responder.

-Depende… Tendría que tener la voluntad suficiente para cambiar, algo que muchos no tienen. Aquel pobre hombre parecía ser leal a sus palabras, se podía ver en sus ojos la determinación, aunque no estoy seguro si llegaría a cambiar tanto. (Dije mientras seguíamos caminando hacia el este)

Pude notar como salíamos de los límites del pueblo, llegando a lugares menos habitados, al mismo tiempo que podíamos ver algunas casas revueltas; y varias personas lastimadas. Era muy evidente que aquel lugar había sido visitado por los bandidos que habíamos derrotado, sin dudas estábamos en el camino correcto. Lo estaba pensando desde hace rato, pero por fin lo decidí, no me arriesgaría a perder el potencial botín que mantenían resguardado en aquel barco o dejarles preparar una venganza por lo de su jefe. Así que sin pensarlo dos veces ordene a Kuroten que hiciera aquello que tanto le gustaba, aumentar su tamaño a una sorprendente altura de 2,60 metros, al terminar su “transformación” me subí a su lomo rápidamente. Se podía notar como el gran lobo tenia ansias de correr y saltar, pero antes de ordenarle que haga cualquier movimiento vi a Oz con una sonrisa, haciendo señas para que suba.

-Si quieres ir a pie no te juzgare. (Mencione con una pequeña risa mientras acariciaba al can)

Max se tomó su tiempo para responder y a decir verdad, me esperaba algo más frío por parte del espadachín pero supongo que no hay que juzgar a un libro por su portada. Con un grito y gestos, llamó al lobo que había visto al principio de la pelea. Realmente no me había acordado de aquel animal en toda la pelea. Supongo que Max no quería que se metiese en esa pelea, ya que no le hubiese gustado perder a su mascota por una bala perdida.

Fuimos caminando por las afueras del pueblo donde podíamos ver el destrozos que habían montado los bandidos por esa zona; casas con las puertas forzadas, tiendas con vitrinas rotas gente con heridas y golpes, e incluso manchas de sangre en las paredes a la altura de la cabeza. Lo que habían hecho esos hombres eran imperdonable, por suerte cuando asaltáramos el barco y base de esos mal nacidos todo habrá terminado.

Por sorpresa, el lobo aumento de tamaño con el permiso de su dueño y alcanzó casi tres metros. Se trataría de una Akuma o venia así de fabrica?. El espadachín se subió al lomo de aquel animal y me ofreció a subir para llegar antes. Si lo bandidos que huyeron habían avisado a los demás, teníamos que ir lo más rápido posible para pillarlos por sorpresa y no pudieran montar una defensa.

Me subí velozmente y me acomode al lomo de aquel lobo gigante;
- En mi isla nos montamos en escarabajos del mismo tamaño y no suelen pasar todo el tiempo en tierra los cabrones. Un perrete como montura va a ser un paseo - le dije bromeando mientras me sujetaba las crines del pelo del animal para no caerme pero sin hacerle daño.

A veces me gustaba ver las reacciones de las personas al ver la cierta “transformación” o “mutación” que tenía Kuroten, era divertido presenciar sus caras o sus actos una vez completado el aumento de tamaño del can. Aun así me sorprendió con la facilidad que acepto el cambio aquel hombre, aunque hoy en día en este mundo pocas cosas pueden llegar a sorprenderte de verdad. Me agrado el hecho de que le haya tomado tan poco tiempo asimilar la situación, pues sinceramente teníamos prisa en llegar a nuestro objetivo y poder robarles a los bandidos. Una vez que subió al lomo del lobo y pude confirmar que se sostenía bien para no caer, le di la orden al animal para que; con toda velocidad, fuera hacia el este.

-¡Lo siento por las turbulencias, a este desgraciado le gusta mucho saltar! (Intente decirle a Oz a la par que empezaba a reírme)

Íbamos a bastante velocidad, el can era muy bueno esquivando o saltando obstáculos, sin perder en ningún momento el poder de sus patas. De forma evidente parecía tener más experiencia en montar al lobo pues era mi mascota y no desperdiciaría tal diversión, con lo que a mí me gusta la velocidad. Tanta diversión estaba teniendo que casi no me di cuenta a la lejanía un barco mediano el cual no parecía ser uno muy bien cuidado, solo habían varias personas vigilando en el exterior. Hice que Kuroten se detuviera bruscamente apretándole fuerte el cabello del cuello del animal, no le llegaba a doler pero sí que lo sentía y era bastante inteligente para saber lo que estaba tratando de decirle. Luego de darle unas palmaditas en la cabeza y ordenarle que se agachara, pegando su pansa en el suelo, me baje del animal con sumo cuidado.

-Estoy seguro que ese es el barco que buscamos, esos tipos visten igual que los bandidos que derrotamos. (Le mencione a Oz mientras empezaba a acercarme despacio, con la manos en mi katana, lista para ser utilizada)

Los tíos tenían ropas ralamente sucias, esperaba que al menos supieran utilizar el jabón pero al parecer me equivoque, el olor se percibía hasta mi localización y ni hablar del pobre lobo. La seguridad era pésima, solo habían dos personas que impedían la entrada al barco, las cuales con bastante facilidad logre derrotar golpeándoles de forma rápida sus cuellos. Espere a mi compañero antes de entrar como un idiota a quemarropa, primero había que tener un plan de contingencia, pues no podíamos saber que nos esperaría ahí dentro.

“Que le gusta saltar al animal, la madre que le parió” pensaba mientras intentaba no soltarme del pelaje de aquel can. He montado en bichos de toda clase pero ese lobo tenía una velocidad y agilidad sorprendente, esquivaba todo obstáculo que se pusiera en nuestro trayecto sin perder el equilibrio.
No tardamos mucho en llegar al barco de aquellos bandidos. El navío tenía, para decirlo delicadamente, “mierda como para parar un tren” y los que estaban dentro tampoco tenían aspecto de haber visto una ducha en la vida. Cuando la bestia se detuvo, posó su tripa al suelo para que el pirata y yo bajamos suavemente hasta el suelo.

Mientras intentaba recuperarse del mareo que me tenia por significante viaje, el espadachín dejó inconscientes a los guardias de la entrada de aquel barco de tamaño decente. Nos adentramos en el navío pero la cubierta se encontraba vacía, ya creia que no habria mas bronca para nosotros, hasta que oí un pequeño barullo en el el camarote superior del barco.

Me acerque a la puerta de aquel camarote y eche un vistazo a través de un pequeño agujero provocado por el mal estado del barco. Se veían a varios tipos, uno de ellos con un brazo sangrando el cual hacía presión para no perder más de ese líquido carmesí. Por el aspecto de cómo hablaban parecía que estaban teniendo una buena discusión;

- Y ahora que vamos hacer? Sin Yubad estamos muy jodidos!
- Tenemos que largarnos de aquí, antes de que esos hijos de puta vengan a matarnos!
- Pero qué pasará con los demás? - dijo el hombre ensangrentado preocupado por sus otros compañeros
- Si has sido el único que ha vuelto! Que les den a los demás!

Parecía que se estaban pensando en irse de la isla, tuvimos suerte de contar con el chucho sonico o no los hubiéramos pillado a tiempo. Me dirigí a Max para contarle mi estrategia;
- Son cinco tíos, uno de ellos de los que han huido antes, ve por detrás y entra por la vidriera que tienen, yo los distraigo

Cuando le mande aquello, me puse frente a la puerta y con tranquilidad hable hacia esta para llamar la atención de aquellos vándalos;
- Toc, toc…!
Uno de los bandidos se acercó miedoso con arma en mano hacia la puerta para mirar por el ventanal de esta;
- Qui… Quien es?
- La puerta! - grite mientras habria de una patada a la puerta y estampandose a aquel hombre en la cara y dejándolo fuera de combate
Al ver a su amigo en el suelo los hombres sacaron la primera arma que tuvieran a mano y me apuntaron con estas.Por mi parte solo levante las manos en plan "manos de jazz";
- Es el! El pelo zanahoria que se convirtió en un monstruo! -dijo aterrorizado el superviviente de la anterior pelea
- Llámame monstruo si quieres, pero podrías haberte ahorrado lo de la zanahoria…
- Callate! Donde esta el otro cabron?!
- Más cerca de lo que crees… - dije mientras esperaba que Max acabará con esos tíos desde detrás

Aquel hombre parecía no estar del todo bien con tantos saltos que daba el lobo, ya empezaba a temer que fuera a vomitar; aunque lo dudaba pues Oz tenía cara de ser algo rudo. Como lo esperaba el animal había llegado rápidamente y luego de haber despejado el camino para entrar al barco de los bandidos, ambos entramos a este con la intención de tomar un pequeño prestamos a los pobres inútiles de esos maleantes. Fuimos hacia donde se escuchaban voces que parecían salir del interior del navío, según mi compañero habían cinco de ellos; uno era de los que consiguieron escapar del conflicto anterior. Simplemente asentí ante la “estrategia” que tenia para mi, así que sin rechistar me dirigí hasta la retaguardia del camarote y espere al lado de una abertura bastante grande para que yo pudiera meterme cuando Oz hiciera su movimiento.

La verdad es que se arriesgo bastante a entrar por la puerta delantera de una forma tan descuidada, pero también debía admitir que fue una buena distracción. Logre meterme por aquella vidriera que tenían de forma lenta y sin provocar ruido alguno para poder tener el factor sorpresa. Rápidamente en el momento en que los hombres se empezaron a poner más histéricos y asustados me abalance con mi katana desenfundada, golpeándoles los cuellos con el lado “sin filo” de la espada; ya había matado a muchos ese día como para seguir haciéndolo. Al final, después de verificar que no había nadie más, me dispuse a buscar cosas valiosas o algún tesoro. Aproveche para aconsejar Oz que tuviera cuidado, no podíamos bajar la guardia aun, podrían haber más enemigos que estén acercándose al barco con intención de escapar.

Desde la cubierta ordene a Kuroten que se ocultase y que si alguien se acerca al barco haga uno de esos famosos aullidos suyos para avisarnos, aunque con cuidado de que no lo lleguen a lastimar. Después sin tener ninguna preocupación por el lobo que podía cuidarse solo, me adentre hasta la única planta baja que tenia aquella porquería de navío; viendo que la mayoría no era más que basura. Minutos después de mucha desilusión encontré lo que parecía ser un cofre, oculto de bajo de muchas mantas y algunos costales con papas o manzanas. Me reí al verlo pues tenía como “candado” una vara de metal que podía sacarse fácilmente, y al hacerlo pude abrirlo viendo en el interior algunas joyas, monedas de oro; piedras valiosas. Tome una de las bolsas de por ahí vaciándola y poder meter todo el dinero, que me sorprendió pues al final solo eran pobres bandidos los que lo consiguieron.

Supuse que Oz estaba haciendo su parte en el resto del barco, así que fui hasta donde se encontraba Kuroten que era un gran arbusto a las afueras del barco. El labor para mí ya había terminado, tan solo esperaría a mi compañero para poder, de esa forma, dividir el dinero entre ambos.

-Si quieres puedo llevarte de paso hasta un lugar que quieras de la isla, aunque me temo que eso será lo último que haga antes de irme de la isla. (Intente decirle a Oz, esperando que lograse escucharme)

Y era verdad, no podía quedarme más en aquella isla, habían cosas importantes que hacer y muy poco tiempo para completarlas. Sin embargo me gusto la compañía de aquel buen hombre y esperaba ansiosamente que alguna vez lo vuelva a encontrar.

El espadachín se acercó sigilosamente sin que se dieran cuenta aquellos bandidos y se dispuso a dejar fuera de combate a esos capullos. Con unos movimientos rápidos y con el borde no afilado de su espada, todos cayeron al suelo.
- Buenas noches dormilones… - dije con una sonrisa burlona mientras acababan inconscientes en el suelo. Max volvió a envainar a su katana y me miraba con la típica cara de “eso a sido bastante arriesgado” que me hacían siempre - No me mires con esa cara, nunca he podido hacer la escena de “la puerta” y decidí aprovechar - le dije bromeando, mientras le daba el mensaje con la mirada de qué hacer tonterías como estas eran mi dia a dia.

Zanjado ese tema, nos dividimos para buscar aquel tesoro entre la inmundicia que había. Nada más el espadachín se adentro en el piso inferior del barco empezó a sonar un “bereb bereb” de mi bolsillo. Era un pequeño Den Den Mushi que llevaba en el bolsillo, este me lo había dado el teniente antes de desembarcar en la isla para no perder el contacto. Descolgué y me puse hablar a través de aquel caracol.

- Oz? Por donde andas? Ya nos hemos cogido suficiente comida para llegar a la base, pero esto se está llenando de marines. Parece que están buscando a un par de tíos que se han cargado a un grupo entero de bandidos. No habrás tenido nada que ver?
- Que dice jefe? Si yo me estaba tomando la siesta - le conté una pequeña mentirijilla, no hubiera sido buena idea decir que un recluta se a puesto a armar barullo en mitad de una ciudad del Gobierno - Si ya habeis desembarcado, recogerme en un pequeño barco mugroso que hay al este del pueblo.
- Pero qué diantres haces tan lejos?
- Nada, que he encontrado a… un amigo

Pasaron diez minutos cuando Max apareció con dos bolsas con riquezas varias, una para cada uno supongo, yo por mi parte no pude encontrar mucha cosa de valor. Dispuesto a irse, me ofreció llevarme a algún sitio.

- No hace falta - le dije mientras señalaba con el dedo el barco que vendría a recogerme. Cuando subí a este no se si se dio cuenta de que era revolucionario, pero quise decírselo antes de despedirme - Con la tonteria solo te he dicho mi nombre de pila, déjame presentarme formalmente, soy Osuka Sumisu, soldado de la revolución - le conté sonriendo y haciendo de forma burlona el gesto de los marines que tenían al saludar - Ha sido un placer conocerte Max, si algun dia quieres unirte a la Armada Revolucionaria di que vienes de mi parte, seguro que te trataran bien

Y con estos últimos gestos me despedi de Max, de su perrete y de la isla de Orange. Esperando a que algun dia, nuestros caminos se cruzasen de nuevo

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