Ban Midou IV
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Ban había recibido la misión de infiltrarse en el gobierno por parte de su padre, Emishi. Siempre se la había dado bien aquello de jugar a los espías pero realmente aquello era mucho más difícil que sus infantiles juegos. Tan solo tenía que ir ascendiendo y hallando información sobre las mafias rivales a la suya. No era algo muy difícil de hacer y estaba seguro que podía completarlo en poco tiempo, de modo que con toda la emoción de su ser, se aventuró en el mundo del gobierno. Iba a ser peligroso cuanto menos pero no tenía malas intenciones y de paso ayudaría a pillar criminales. Vamos que a fin de cuentas estaba allí por orden de unos mafiosos pero contribuía con los ideales de los agentes. Por suerte a él no le habían pillado matando y por ello no tenía precio por su cabeza.
El primer destino al que le habían mandado, había sido la isla dónde los reclutas empezaban sus caminos como marines. Era un simple iniciado pese al talento que tenía y su objetivo era detener una pequeña cantidad de revolucionarios. Los habían enviado a espiar a la marina y por lo entendido no eran muy fuertes salvo unos cuantos casos. Entonces la misión de Ban era la de neutralizarlos y encerrarlos. No sabía si iba a tener más compañeros pero por el momento estaba totalmente solo. Se hallaba en un pequeño navío que se acercaba a la costa a un ritmo bastante lento. Se lo habían dejado en cuenta y debía devolverlo entero, más valía no hacerle nada a aquella preciosidad. Si empezaba su trabajo cargándose los vehículos no iba a llegar muy lejos.
Se hallaba en la cubierta, vistiendo con una camisa blanca de manga larga y unos pantalones negros. Portaba unos zapatos elegantes y unas gafas de Sol, las cuáles eran de un color morado intenso. En su cintura podían verse dos fundas mientras que en la espalda llevaba otra. El espadachín siempre solía llevar sus preciosidades consigo para de aquella forma poder combatir con cualquier enemigo. Una vez aquel barco estuvo amarrado en el puerto, el castaño bajó con toda la calma del mundo. Sus cabellos como siempre estaban muy alborotados pues no iba con él aquello de peinarse. Se quedó mirando a los lados buscando un sitio desde dónde poder vigilar sin levantar sospecha alguna. Lo que sí hizo fue sacar un cigarro de su bolsillo y llevárselo a la boca, sacando después su mechero para encenderlo. Aquello si estaba bueno.
El primer destino al que le habían mandado, había sido la isla dónde los reclutas empezaban sus caminos como marines. Era un simple iniciado pese al talento que tenía y su objetivo era detener una pequeña cantidad de revolucionarios. Los habían enviado a espiar a la marina y por lo entendido no eran muy fuertes salvo unos cuantos casos. Entonces la misión de Ban era la de neutralizarlos y encerrarlos. No sabía si iba a tener más compañeros pero por el momento estaba totalmente solo. Se hallaba en un pequeño navío que se acercaba a la costa a un ritmo bastante lento. Se lo habían dejado en cuenta y debía devolverlo entero, más valía no hacerle nada a aquella preciosidad. Si empezaba su trabajo cargándose los vehículos no iba a llegar muy lejos.
Se hallaba en la cubierta, vistiendo con una camisa blanca de manga larga y unos pantalones negros. Portaba unos zapatos elegantes y unas gafas de Sol, las cuáles eran de un color morado intenso. En su cintura podían verse dos fundas mientras que en la espalda llevaba otra. El espadachín siempre solía llevar sus preciosidades consigo para de aquella forma poder combatir con cualquier enemigo. Una vez aquel barco estuvo amarrado en el puerto, el castaño bajó con toda la calma del mundo. Sus cabellos como siempre estaban muy alborotados pues no iba con él aquello de peinarse. Se quedó mirando a los lados buscando un sitio desde dónde poder vigilar sin levantar sospecha alguna. Lo que sí hizo fue sacar un cigarro de su bolsillo y llevárselo a la boca, sacando después su mechero para encenderlo. Aquello si estaba bueno.
Tobías Thorn
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Me encontraba en Shellstown, la ciudad de las conchas, la llamaban así por la forma que tiene a vista de pájaro, aquí se encuentra una base de la marina donde comienza el entrenamiento de los reclutas nuevos tras enrolarse. Me encontraba allí por trabajo, mis superiores me habían asignado una misión de reconocimiento, nos habían llegado varios informes de nuestros espías de que algunos revolucionarios intentarían infiltrarse en la marina desde los escalones más bajos, haciéndose pasar por soldados rasos e ir ascendiendo, algo bastante arriesgado por meterse en la boca del lobo.
Llevaba allí sólo unas horas y me había istalado en una taberna hogareña del círculo exterior, tengo disposición a un camastro en la base, pero me gusta más la cocina casera que la bazofia del cuartel. Mis jefes me dijeron que iba a tener un compañero un tal Ban, pero que éste no sabía que yo lo iba a ser suyo, esto me había extrañado pero mis jefes sus razones tendrían, después de dejar algunas pertenencias en la habitación y de darle de comer a mi cuervo me dispuse a ir al muelle a esperar a mi compañero.
El día estaba espléndido, el sol se encontraba en lo más alto y ninguna nube ensombrecía el paisaje, ví que llegaba una embarcación que era propiedad de la agencia y me acerqué a esperar al otro agente, según le habían dicho era un tipo competente aunque no le habían dado más datos de él.
Tras desembarcar lo primero que me sorprendió era el aire de superioridad que emanaba y que tenía la típica pinta de guaperas de taberna aunque iba bien armado y tenía un buen físico, no esperé más tiempo, me acerqué y dije:
-Buenas Ban, soy el agente Tobías, vamos a ser compañeros en esta misión, aquí tienes los informes.
Llevaba allí sólo unas horas y me había istalado en una taberna hogareña del círculo exterior, tengo disposición a un camastro en la base, pero me gusta más la cocina casera que la bazofia del cuartel. Mis jefes me dijeron que iba a tener un compañero un tal Ban, pero que éste no sabía que yo lo iba a ser suyo, esto me había extrañado pero mis jefes sus razones tendrían, después de dejar algunas pertenencias en la habitación y de darle de comer a mi cuervo me dispuse a ir al muelle a esperar a mi compañero.
El día estaba espléndido, el sol se encontraba en lo más alto y ninguna nube ensombrecía el paisaje, ví que llegaba una embarcación que era propiedad de la agencia y me acerqué a esperar al otro agente, según le habían dicho era un tipo competente aunque no le habían dado más datos de él.
Tras desembarcar lo primero que me sorprendió era el aire de superioridad que emanaba y que tenía la típica pinta de guaperas de taberna aunque iba bien armado y tenía un buen físico, no esperé más tiempo, me acerqué y dije:
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Ban continuaba allí de pie, mirando a todos los lados posibles por si veía algo sospechoso o cualquier cosa con la que entretenerse mientras tanto. Pegó una enorme calada a su cigarro para después expulsar todo el humo de golpe por la boca. No sabía cuánto tiempo iba a tener que esperar pero el estaban dando ganas de comerse un buen filete con patatas fritas. La comida era una de las pocas cosas que aquel espadachín amaba sobre todas las cosas. Un buen refresco también podía ser de agradecer pero si empezaba su primera misión de aquella forma no iba a avanzar mucho. Debía escalar en la jerarquía de la mejor forma posible para acabar en poco tiempo sobre el grado ocho. Su comportamiento también debía de ser ejemplar y ciertamente aquello iba bastante con él pues nunca se metía con nadie si no había un motivo de peso para ello.
Entonces pudo ver a una persona de cabellos oscuros acercarse a él. Se quedó callado unos momentos hasta que vio que se frenó frente a él. Muchas posibilidades se le venían a la mente. Desde un marine de alto rango que iba avisarle hasta un posible revolucionario que le había descubierto. No optó por ninguna y pensó que sería una persona que le habría confundido, simplemente se quedó quieto con ambas manos en los bolsillos. De repente escuchó sus palabras y entonces alzó la ceja derecha. Entonces ¿Agente? Al parecer ese chico iba a ser su compañero y además le estaba ofreciendo los informes. No le habían avisado sobre que iba a ir con otra persona pero le parecía bien pues aquel joven se veía buena persona y quizás divertido.
Tobías era un nombre bastante curioso pero entonces se puso a ojear aquellos datos tan similares a los suyos. En ese momento pudo ver algo que desconocía, la forma de espionaje de aquellos capullos iba a ser infiltrarse en la marina. En aquel caso iba a ser bastante difícil averiguar cuáles eran enemigos. Se quedó mirando al chico y le ofreció la mano con toda la calma del mundo. – Parece que me conoces. Es un placer trabajar contigo entonces, compañero. – Le diese la mano o no, simplemente se llevaría los dedos al mentón para pensar un poco en la situación. Si aquellos tipos iban a infiltrarse debían de tener un conocimiento de combate básico. Los reclutas no tenían tan fuerza por lo que simplemente debería realizar el plan que había pensado. – Ahora mismo hay un grupo de reclutas llegando. – Dijo mientras señalaba con el dedo un barco que se acercaba, tenía el símbolo de la marina en sus velas. – Digamos que somos marines de grado sargento y que queremos comprobar sus habilidades en un combate. En ese momento los más poderosos serán interrogados de forma disimulada, tal vez la líe entonces. – Dicho aquello comenzó a caminar hacia el navío esperando a que su compañero le siguiese o le dijese algo.
Entonces pudo ver a una persona de cabellos oscuros acercarse a él. Se quedó callado unos momentos hasta que vio que se frenó frente a él. Muchas posibilidades se le venían a la mente. Desde un marine de alto rango que iba avisarle hasta un posible revolucionario que le había descubierto. No optó por ninguna y pensó que sería una persona que le habría confundido, simplemente se quedó quieto con ambas manos en los bolsillos. De repente escuchó sus palabras y entonces alzó la ceja derecha. Entonces ¿Agente? Al parecer ese chico iba a ser su compañero y además le estaba ofreciendo los informes. No le habían avisado sobre que iba a ir con otra persona pero le parecía bien pues aquel joven se veía buena persona y quizás divertido.
Tobías era un nombre bastante curioso pero entonces se puso a ojear aquellos datos tan similares a los suyos. En ese momento pudo ver algo que desconocía, la forma de espionaje de aquellos capullos iba a ser infiltrarse en la marina. En aquel caso iba a ser bastante difícil averiguar cuáles eran enemigos. Se quedó mirando al chico y le ofreció la mano con toda la calma del mundo. – Parece que me conoces. Es un placer trabajar contigo entonces, compañero. – Le diese la mano o no, simplemente se llevaría los dedos al mentón para pensar un poco en la situación. Si aquellos tipos iban a infiltrarse debían de tener un conocimiento de combate básico. Los reclutas no tenían tan fuerza por lo que simplemente debería realizar el plan que había pensado. – Ahora mismo hay un grupo de reclutas llegando. – Dijo mientras señalaba con el dedo un barco que se acercaba, tenía el símbolo de la marina en sus velas. – Digamos que somos marines de grado sargento y que queremos comprobar sus habilidades en un combate. En ese momento los más poderosos serán interrogados de forma disimulada, tal vez la líe entonces. – Dicho aquello comenzó a caminar hacia el navío esperando a que su compañero le siguiese o le dijese algo.
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Ban parecía una persona extrovertida, si bien al principio se había quedado sorprendido de verme rápidamente se le pasó y de forma jovial me tendió la mano mientras me saludaba, le estreché la mano pero pareció no darse cuenta de ello, pues se agarraba el mentón con pinta de ausente.
-Ahora mismo hay un grupo de reclutas llegando, digamos que somos marines de grado sargento y que queremos comprobar sus habilidades en un combate. En ese momento los más poderosos serán interrogados de forma disimulada, tal vez la líe entonces-dijo como si tal cosa y se fue al encuentro de los recién llegados. No es que me pareciese mal plan pero yo hubiese sido más indirecto, tenía iniciativa y eso me gustaba además me estaba dando la oportunidad de ver sus habilidades, llevaba tres espadas y nunca había visto a nadie blandiéndolas a la vez y mi curiosidad me llevó a segir con el plan.
-Me parece fantástico pero como ha sido plan tuyo te dejo llevar la voz cantante además digamos que mi tipo de combate no es tan "vistoso" que mostrar.-dije. Lo mío era más acechar, yo no era de florituras de combate, estaba entrándome para asesino y no creía que los nuevos reclutas viesen muy honorables mis métodos y sobre todo quería ver capaz de que era su compañero.
-Asique aquí seré como tu segundo y no perderé detalle de ninguno de ellos mientras los pones a prueba, tampoco los machaques mucho, no queremos que dejen de servir antes de alistarse-dije sonriéndole a mi compañero.
-Ahora mismo hay un grupo de reclutas llegando, digamos que somos marines de grado sargento y que queremos comprobar sus habilidades en un combate. En ese momento los más poderosos serán interrogados de forma disimulada, tal vez la líe entonces-dijo como si tal cosa y se fue al encuentro de los recién llegados. No es que me pareciese mal plan pero yo hubiese sido más indirecto, tenía iniciativa y eso me gustaba además me estaba dando la oportunidad de ver sus habilidades, llevaba tres espadas y nunca había visto a nadie blandiéndolas a la vez y mi curiosidad me llevó a segir con el plan.
-Me parece fantástico pero como ha sido plan tuyo te dejo llevar la voz cantante además digamos que mi tipo de combate no es tan "vistoso" que mostrar.-dije. Lo mío era más acechar, yo no era de florituras de combate, estaba entrándome para asesino y no creía que los nuevos reclutas viesen muy honorables mis métodos y sobre todo quería ver capaz de que era su compañero.
-Asique aquí seré como tu segundo y no perderé detalle de ninguno de ellos mientras los pones a prueba, tampoco los machaques mucho, no queremos que dejen de servir antes de alistarse-dije sonriéndole a mi compañero.
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Aquel chico había aceptado la propuesta de Ban para hacerse pasar por hombres de la marina. También dijo que le iba a dejar a él ser la voz cantante y nombró que su estilo no era tan vistoso. Aquello hizo que el castaño empezara a preguntarse cosas para sí mismo. – “ ¿Qué tipo de combate tendrá esta persona?” – Ahora sentía bastante curiosidad por verle luchar. No le gustaba ser el único que mostrase su habilidad, pero siempre podía ocultar las principales. Por ejemplo, podía usar su capacidad con una de sus tres armas pero no utilizar más de una ni tampoco activar sus técnicas especiales. Por supuesto el mostrar su fruta estaba totalmente descartado. La capacidad de convertirse en magma era el mayor de sus secretos y prefería mantenerlo en secreto hasta que fuese necesario usarlo.
Empezó a caminar tranquilamente hasta el puerto con su compañero. En ese momento el barco llegó y un grupo bastante grande empezó a acercarse a ellos de forma lenta y mirando a varios sitios. – Ya están llegando, es el momento de jugar. – Dijo ahora mientras le daba otra calada a su precioso cigarro y expulsaba el humo. En ese momento se puso en medio cortando el paso a todos los nuevos, los cuáles lo miraban confusos al no saber de quién se trataba. – Soy el sargento Yami Lucci. Mi compañero es el cabo Manolo. Antes de que paséis quiero haceros una pequeña prueba, así que cada uno me atacará una sola vez. Los cinco mejores tendrán un ascenso a cabo nada más llegar. – Si decía aquellos los revolucionarios querrían llegar lo más alto posible rápidamente y por ello podían atacarle con ganas. Ya había sembrado y ahora tan solo faltaba recoger.
De repente sin pleno aviso uno de aquellos tipos se lanzó contra él con una espada larga, dispuesto a cortarle la cabeza de un solo tajo. Ese capullo tenía un valor impresionante para haber tratado de hacer eso. No iba a lograrlo pues el castaño sacó su katana a una velocidad bastante rápida y la interpuso en la trayectoria del corte enemigo. Azazel chocó contra aquella espada de calidad media y la paró con satisfacción, en ese momento el agente miró a los ojos aquella persona. – Me gustas, ahora pasa por al lado del cabo Manolo y te hará un pequeño examen psicológico ¡Siguiente! – Dijo para de aquel modo acabar mucho antes y que otro tipo le atacase. Mientras tanto el moreno iba a tener que interrogar a los que él considerara oportuno y aquel hombre era uno. No entendía como había podido tratar de matarle siendo un simple recluta, demasiado sospechoso para ser cierto. Había que asegurarse bien de aquellas cosas.
Empezó a caminar tranquilamente hasta el puerto con su compañero. En ese momento el barco llegó y un grupo bastante grande empezó a acercarse a ellos de forma lenta y mirando a varios sitios. – Ya están llegando, es el momento de jugar. – Dijo ahora mientras le daba otra calada a su precioso cigarro y expulsaba el humo. En ese momento se puso en medio cortando el paso a todos los nuevos, los cuáles lo miraban confusos al no saber de quién se trataba. – Soy el sargento Yami Lucci. Mi compañero es el cabo Manolo. Antes de que paséis quiero haceros una pequeña prueba, así que cada uno me atacará una sola vez. Los cinco mejores tendrán un ascenso a cabo nada más llegar. – Si decía aquellos los revolucionarios querrían llegar lo más alto posible rápidamente y por ello podían atacarle con ganas. Ya había sembrado y ahora tan solo faltaba recoger.
De repente sin pleno aviso uno de aquellos tipos se lanzó contra él con una espada larga, dispuesto a cortarle la cabeza de un solo tajo. Ese capullo tenía un valor impresionante para haber tratado de hacer eso. No iba a lograrlo pues el castaño sacó su katana a una velocidad bastante rápida y la interpuso en la trayectoria del corte enemigo. Azazel chocó contra aquella espada de calidad media y la paró con satisfacción, en ese momento el agente miró a los ojos aquella persona. – Me gustas, ahora pasa por al lado del cabo Manolo y te hará un pequeño examen psicológico ¡Siguiente! – Dijo para de aquel modo acabar mucho antes y que otro tipo le atacase. Mientras tanto el moreno iba a tener que interrogar a los que él considerara oportuno y aquel hombre era uno. No entendía como había podido tratar de matarle siendo un simple recluta, demasiado sospechoso para ser cierto. Había que asegurarse bien de aquellas cosas.
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Parecía que había incitado la curiosidad de mi compañero al no querer luchar pero si queríamos interrogar luego a alguno de ellos mejor que pensasen que uno de nosotros es de un rango inferior y así poder acercarme más a ellos, además quería ver como de bien usaba sus espadas Ban.
Los nuevos reclutas acababan de desembarcar y parecían exhaustos y desorientados, al vernos acercarnos se sorprendieron y aún más cuando Ban les cortó el paso y dijo:-Soy el sargento Yami Lucci. Mi compañero es el cabo Manolo. Antes de que paséis quiero haceros una pequeña prueba, así que cada uno me atacará una sola vez. Los cinco mejores tendrán un ascenso a cabo nada más llegar.No era mala idea pensé, mínimo así veríamos si alguno sabía luchar y que armas usaban, en todo esto pensaba cuando un tipo me sacó de mi reflexión.
Se había lanzado con espada en mano y dirijía un golpe mortal a Ban, me hizo dudar en etrometerme pero Ban desenfundó rápidamente una de sus espadas parando el tajo, me fijé en que era una preciosa katana con mango azulado, el primer sospechoso me dije, como se ha atrevido intentar matar a su superior sin más. Ban le dijo: Me gustas, ahora pasa por al lado del cabo Manolo y te hará un pequeño examen psicológico ¡Siguiente! . Yo esto lo entendí como una señal más hacia mí que hacia él y cuando el supuesto futuro marine vino hacia mí me presenté:Bienvenido, soy el cabo Manolo-dije alargando la mano,cuando me la estrechó noté que era fuerte y tenía y que estaba encallada,eso me indicaba que no era nuevo con las armas o en los trabajos manuales asique proseguí diciéndole -¿Cómo se llama recluta y qué le trae a unirse a nosotros?-pregunté en un tono cordial.
-Eh... Vengo del West Blue, de un lugar pacífico en una isla menor, me llamo Karl¿Y cómo es eso de ser cabo tan rápido?-dijo poniendo demasiado interés en esto último, me parecía demasiado interés y además me resultaba extraño que alguien que había crecido en un lugar tan tranquilo estuviese tan preparado. Mientras conversaba con él Ban ya había tumbado a tres reclutas más pero los estaba dejando aparte, yo seguí hablando con el supuesto Karl. -Es algo relativamente sencillo ascender así, yo promocioné así -le mentí -Además yo te veo futuro, luego segiremos charlando más a fondo pero das buenas sensaciones.-terminé diciéndole, con eso ya parecía más relajado y mantenía una sonrisa socarrona, -Ya veremos lo que te dura -pensé.
-Ahora sigamos observando nuestro sargento,¿Y vosotros que habéis venido juntos, quién más recomendarías?Que se ve que eres un hombre curtido en combate.
Por un segundo pareció dudar pero dijo -Flint, ese pelirrojo que está a punto de luchar con el sargento, e tenido alguna incursión con él. -dijo parecía arrepentido de decir eso último pero hice como que no lo había escuchado y le respondí -Tiene buena pinta, a ver si le gusta al jefe.
Los nuevos reclutas acababan de desembarcar y parecían exhaustos y desorientados, al vernos acercarnos se sorprendieron y aún más cuando Ban les cortó el paso y dijo:-Soy el sargento Yami Lucci. Mi compañero es el cabo Manolo. Antes de que paséis quiero haceros una pequeña prueba, así que cada uno me atacará una sola vez. Los cinco mejores tendrán un ascenso a cabo nada más llegar.No era mala idea pensé, mínimo así veríamos si alguno sabía luchar y que armas usaban, en todo esto pensaba cuando un tipo me sacó de mi reflexión.
Se había lanzado con espada en mano y dirijía un golpe mortal a Ban, me hizo dudar en etrometerme pero Ban desenfundó rápidamente una de sus espadas parando el tajo, me fijé en que era una preciosa katana con mango azulado, el primer sospechoso me dije, como se ha atrevido intentar matar a su superior sin más. Ban le dijo: Me gustas, ahora pasa por al lado del cabo Manolo y te hará un pequeño examen psicológico ¡Siguiente! . Yo esto lo entendí como una señal más hacia mí que hacia él y cuando el supuesto futuro marine vino hacia mí me presenté:Bienvenido, soy el cabo Manolo-dije alargando la mano,cuando me la estrechó noté que era fuerte y tenía y que estaba encallada,eso me indicaba que no era nuevo con las armas o en los trabajos manuales asique proseguí diciéndole -¿Cómo se llama recluta y qué le trae a unirse a nosotros?-pregunté en un tono cordial.
-Eh... Vengo del West Blue, de un lugar pacífico en una isla menor, me llamo Karl¿Y cómo es eso de ser cabo tan rápido?-dijo poniendo demasiado interés en esto último, me parecía demasiado interés y además me resultaba extraño que alguien que había crecido en un lugar tan tranquilo estuviese tan preparado. Mientras conversaba con él Ban ya había tumbado a tres reclutas más pero los estaba dejando aparte, yo seguí hablando con el supuesto Karl. -Es algo relativamente sencillo ascender así, yo promocioné así -le mentí -Además yo te veo futuro, luego segiremos charlando más a fondo pero das buenas sensaciones.-terminé diciéndole, con eso ya parecía más relajado y mantenía una sonrisa socarrona, -Ya veremos lo que te dura -pensé.
-Ahora sigamos observando nuestro sargento,¿Y vosotros que habéis venido juntos, quién más recomendarías?Que se ve que eres un hombre curtido en combate.
Por un segundo pareció dudar pero dijo -Flint, ese pelirrojo que está a punto de luchar con el sargento, e tenido alguna incursión con él. -dijo parecía arrepentido de decir eso último pero hice como que no lo había escuchado y le respondí -Tiene buena pinta, a ver si le gusta al jefe.
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Tres hombres más pasaron frente a la katana del castaño y todos parecían ser bastante torpes. Aquello era justo lo que Ban reconocía como novatos de verdad y los dejaba pasar mientras les dedicaba una sonrisa amable. Mientras que él continuaba probándolos parecía que su compañero se dedicaba bien a hablar con ellos después. Estaban haciendo un buen equipo y en ese momento entendió que la misión iba a ser bastante fácil. De hecho no se creía que aquellos capullos fuesen de verdad a matar y tuvo la idea perfecta. Iba a morir para de aquella forma ver las reacciones. Iba a tener que mostrar su poder pero el plan era demasiado perfecto para ser verdad. Mostró una sonrisa siniestra y le hizo un gesto al siguiente para que pasara a combatir. Era un tipo pelirrojo algo extraño y con mirada de pocos amigos a decir verdad.
De repente aquel tipo sacó una guadaña y a una velocidad impresionante se desplazó detrás de Ban. Ese capullo no era un novato ni de coña, de hecho había dejado una estela amarillenta, como si se tratase de una técnica de energía. Entonces aquel capullo lanzó un poderoso tajo con la idea de decapitar al espadachín. Lo hizo y el cuerpo del sargento cayó al suelo como si nada. Todos quedaron impresionados y se llevaron las manos a la boca o a la cabeza. El pelirrojo pareció sentir incluso una sensación de superioridad y empezó a reír un poco. Se había producido un asesinato y la mayoría de las personas sacaban sus armas mirando a aquel hombre. Salvo el primero de todos y unos cuantos más, que simplemente silbaban o se miraban riendo entre ellos. De modo que la cosa ya estaba más que clara y ya se sabía quiénes eran los capullos que iban a intentar infiltrarse.
En ese momento un líquido naranja con burbujas empezó a unir la cabeza del espadachín con su cuerpo. Se colocó en pie haciendo que algunas gotas de magma cubrieran su pecho y sus brazos. Una sonrisa se formó en su boca al ser un usuario del tipo logia y además de una de las más poderosas. Sin pensárselo estiró la mano y tomó a su espada bastarda, lanzando un tajo al pelirrojo y haciéndole una herida seria en el pecho. – Señor de la guadaña y caballeros revolucionarios escondidos. Acaban de ser pillados… – De repente de entre los reclutas salieron unos doce hombres preparados para el combate. Ban miró a su compañero para ver si estaba listo y después comenzó aquella batalla en el puerto. Era el momento de ver si vencían los jodidos rebeldes o los dos agentes del Cipher Pol.
De repente aquel tipo sacó una guadaña y a una velocidad impresionante se desplazó detrás de Ban. Ese capullo no era un novato ni de coña, de hecho había dejado una estela amarillenta, como si se tratase de una técnica de energía. Entonces aquel capullo lanzó un poderoso tajo con la idea de decapitar al espadachín. Lo hizo y el cuerpo del sargento cayó al suelo como si nada. Todos quedaron impresionados y se llevaron las manos a la boca o a la cabeza. El pelirrojo pareció sentir incluso una sensación de superioridad y empezó a reír un poco. Se había producido un asesinato y la mayoría de las personas sacaban sus armas mirando a aquel hombre. Salvo el primero de todos y unos cuantos más, que simplemente silbaban o se miraban riendo entre ellos. De modo que la cosa ya estaba más que clara y ya se sabía quiénes eran los capullos que iban a intentar infiltrarse.
En ese momento un líquido naranja con burbujas empezó a unir la cabeza del espadachín con su cuerpo. Se colocó en pie haciendo que algunas gotas de magma cubrieran su pecho y sus brazos. Una sonrisa se formó en su boca al ser un usuario del tipo logia y además de una de las más poderosas. Sin pensárselo estiró la mano y tomó a su espada bastarda, lanzando un tajo al pelirrojo y haciéndole una herida seria en el pecho. – Señor de la guadaña y caballeros revolucionarios escondidos. Acaban de ser pillados… – De repente de entre los reclutas salieron unos doce hombres preparados para el combate. Ban miró a su compañero para ver si estaba listo y después comenzó aquella batalla en el puerto. Era el momento de ver si vencían los jodidos rebeldes o los dos agentes del Cipher Pol.
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Segía observando a Ban atentamente me pareció rápido, ágil y bastante buen espadachín aunque no dejaba de estar luchando con principiantes pero aún así me estaba sorprendiendo gratamente, ya había desechado a varios reclutas que no sabían ni sujetar el arma bien y entre eso y las conversaciones con los reclutas me empezaba a distraer pero por fin le tocaba al pelirrojo amigo del supuesto Karl además este tenía una actitud ansiosa, no se cortaba en alegrarse cuando estos se acercaban peligrosamente a Ban y se desilusionaba cuando los vencía, no decía nada pero su actitud para cualquiera que se fijase era obvia y ahora que le tocaba estaba muy sonriente asique me concentré en lo que estaba por ver, me daba mala espina.
El pelirrojo estaba sonriendo, parecía muy confiado se su capacidad tenía una actitud desafiante, entonces Ban le hizo la señal para que avanzase y el muy cabrón sin previo aviso avanzó muy deprisa, empuñaba una gran guadaña pero había algo extraño en sus movimientos le precedían como unas estelas amarillas. -Este sí que no es un novato, eso parecía una técnica de canalización y ni siquiera yo había aprendido a realizar una. -pensé mientras segía viendo avanzar al pelirrojo hasta ponerse detrás de Ban, este no contraatacaba y eso que ya había observado que también era rápido pero el colorado había desencanedano un ataque en horizontal capaz de decapitar a cualquier hombre y eso fue lo que pasó.
El tiempo parecía haberse detenido y ví como la cabeza de mí recién compañero se despegaba de sus hombros, el pelirrojo mostraba una mueca de superioridad en el rostro, se permitió el lujo de reirse incluso mientras el supuesto Karl estaba celebrándolo abiertamente incluso algún recluta más lo vitoreaban. -¡Me cago en la puta! Ya sabemos quienes son revolucionaros,nos hemos confiado demasiado y Ban lo a pagado pero los mataré si es necesario, no puedo permitir que esta muerte sea en vano,¡Joder Ban!-pensaba a toda velocidad y me dispuse a actuar, era el momento y ya sólo miraban al pelirrojo y mi descabezado amigo, me situé a espaldas del supuesto Karl y cuando me disponía a activar el mecanismo que hacía salir mi daga y apuñalar en la nuca al primero de estos bastardos un brillo rojizo intenso me distrajo, no podía creer lo que estaba viendo.
Fue la primera vez que ví a un usuario de una de las frutas del diablo y ese poder me abrumó, acababa de empezar a emanar un corro rojizo del cuello de mi compañero y lo más extraño es que no era sangre y además parecía dirijirse al cuerpo de su dueño y de repente se emsamblaron y ahí estaba Ban de pie y con cabeza. -Será bastardo, estas cosas se avisan. -pensé para mí, casi había comenzado una sangría de la que no sabía como terminaría, podrían haberme matado y el detonante había sido ver a mi compañero decapitado pero este estaba vivo y con una actitud desafiante mientras por los brazos le caían gotas de algo muy caliente, por el humo que hechaba el suelo cuando estas gotas hacían contacto con él y sin más desenvainó una de sus espadas y lanzó una estocada hacia el pelirrojo que este estaba aun más sorprendido que yo y ni siquiera intentó esquivarlo, el tajo le dió en todo el pecho haciéndole un gran corte y entonces Ban dijo - Señor de la guadaña y caballeros revolucionarios escondidos. Acaban de ser pillados… hubo un gran revuelo entre todos, no sabían como actuar y no me extrañaba acababan de ver a un hombre pegándosele la cabeza al cuerpo y rajar al cabrón que lo había decapitado, sólo el supuesto Karl se movió, parecía querer desenfundar su espada pero estaba nervioso y dudaba si avanzar, no se había percatado de que yo estaba allí y le iba a enseñar a no descuidar su espalda asique desenfundé mi arma y con un movimiento horizontal le corté la corva y este gritó mientras caía al suelo retorcido de dolor, ahora todos me miraban a mí asique sonreí y me dirijí a mi intetrsante compañero.
-¿Entonces algo más que contarme?¿O podemos arrestar a estos cabrones?. -comenté socarronamente.
El pelirrojo estaba sonriendo, parecía muy confiado se su capacidad tenía una actitud desafiante, entonces Ban le hizo la señal para que avanzase y el muy cabrón sin previo aviso avanzó muy deprisa, empuñaba una gran guadaña pero había algo extraño en sus movimientos le precedían como unas estelas amarillas. -Este sí que no es un novato, eso parecía una técnica de canalización y ni siquiera yo había aprendido a realizar una. -pensé mientras segía viendo avanzar al pelirrojo hasta ponerse detrás de Ban, este no contraatacaba y eso que ya había observado que también era rápido pero el colorado había desencanedano un ataque en horizontal capaz de decapitar a cualquier hombre y eso fue lo que pasó.
El tiempo parecía haberse detenido y ví como la cabeza de mí recién compañero se despegaba de sus hombros, el pelirrojo mostraba una mueca de superioridad en el rostro, se permitió el lujo de reirse incluso mientras el supuesto Karl estaba celebrándolo abiertamente incluso algún recluta más lo vitoreaban. -¡Me cago en la puta! Ya sabemos quienes son revolucionaros,nos hemos confiado demasiado y Ban lo a pagado pero los mataré si es necesario, no puedo permitir que esta muerte sea en vano,¡Joder Ban!-pensaba a toda velocidad y me dispuse a actuar, era el momento y ya sólo miraban al pelirrojo y mi descabezado amigo, me situé a espaldas del supuesto Karl y cuando me disponía a activar el mecanismo que hacía salir mi daga y apuñalar en la nuca al primero de estos bastardos un brillo rojizo intenso me distrajo, no podía creer lo que estaba viendo.
Fue la primera vez que ví a un usuario de una de las frutas del diablo y ese poder me abrumó, acababa de empezar a emanar un corro rojizo del cuello de mi compañero y lo más extraño es que no era sangre y además parecía dirijirse al cuerpo de su dueño y de repente se emsamblaron y ahí estaba Ban de pie y con cabeza. -Será bastardo, estas cosas se avisan. -pensé para mí, casi había comenzado una sangría de la que no sabía como terminaría, podrían haberme matado y el detonante había sido ver a mi compañero decapitado pero este estaba vivo y con una actitud desafiante mientras por los brazos le caían gotas de algo muy caliente, por el humo que hechaba el suelo cuando estas gotas hacían contacto con él y sin más desenvainó una de sus espadas y lanzó una estocada hacia el pelirrojo que este estaba aun más sorprendido que yo y ni siquiera intentó esquivarlo, el tajo le dió en todo el pecho haciéndole un gran corte y entonces Ban dijo - Señor de la guadaña y caballeros revolucionarios escondidos. Acaban de ser pillados… hubo un gran revuelo entre todos, no sabían como actuar y no me extrañaba acababan de ver a un hombre pegándosele la cabeza al cuerpo y rajar al cabrón que lo había decapitado, sólo el supuesto Karl se movió, parecía querer desenfundar su espada pero estaba nervioso y dudaba si avanzar, no se había percatado de que yo estaba allí y le iba a enseñar a no descuidar su espalda asique desenfundé mi arma y con un movimiento horizontal le corté la corva y este gritó mientras caía al suelo retorcido de dolor, ahora todos me miraban a mí asique sonreí y me dirijí a mi intetrsante compañero.
-¿Entonces algo más que contarme?¿O podemos arrestar a estos cabrones?. -comenté socarronamente.
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Ban escuchó las palabras de aquel chico y no pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra. Siempre era bueno esconder los ases hasta el último momento y aquella situación lo requería más que nada. Ahora se fijó en el chico, que también había atacado al otro capullo. No pudo evitar sonreírle de lado para después contestarle. – No hay nada más por el momento, arrestémoslos. – Dijo entonces mientras sacaba la lengua y colocaba a Cladón en posición de ataque. Uno de aquellos tipos se lanzó por él a una velocidad considerable. Pudo bloquear con efectividad para después girar sobre sí mismo y de un poderoso tajo tirarlo al suelo. La sangre empezó a salir del cuerpo de aquel desgraciado, que ahora se debatía entre la vida y la muerte.
El castaño pasó de él, comenzando un combate contra otro espadachín de la rebelión. El capullo era un hombre de dos metros, de cabellos verdosos y con una espada enorme. Con un movimiento violentó le cortó la cabeza al agente, pero ésta se regeneró como si no hubiese pasado nada. Después le colocó la mano en la cabeza e hizo surgir magma de ella, haciéndole sentir una sensación tremendamente dolorosa. El tipo empezó a gritar de dolor y entonces el mafioso de un corte lo eliminó. – Sois demasiado débiles para mí. – Mencionó al mismo tiempo que guardaba su espada bastarda y desenfundaba a Azazel. Con la katana comenzó a lanzar cortes rápidos que resultaban ser muy efectivos. Los reclutas mientras tanto corrían al cuartel lo antes posible para despejar la pista de combate. Eran listos pues así no iban a ser dañados y además podían avisar a más aliados.
No eran muy necesarios pues los dos tipos del CP se las iban a arreglar bastante bien, al menos el mafioso. – ¡Son como insectos! – Gritó el príncipe serpiente al mismo tiempo que se imbuía en una fina capa de magma y de dos cortes ejecutaba a otro tipo de ellos. El líquido ardiente bajaba por la piel del espadachín sin hacerle nada. Era como si fuese totalmente inmune y así era. Se trataba de un poder grandioso que muy pocos podían obtener. A saber a qué temperatura estaba aquella cosa pero a más de mil grados seguro. Las esperanzas de los pocos revolucionarios que quedaban se iban al traste sin remedio. Ban disfrutaba corte tras corte y no pensaba detenerse hasta que no quedase ninguno con vida. Solía ser muy profesional con su trabajo.
El castaño pasó de él, comenzando un combate contra otro espadachín de la rebelión. El capullo era un hombre de dos metros, de cabellos verdosos y con una espada enorme. Con un movimiento violentó le cortó la cabeza al agente, pero ésta se regeneró como si no hubiese pasado nada. Después le colocó la mano en la cabeza e hizo surgir magma de ella, haciéndole sentir una sensación tremendamente dolorosa. El tipo empezó a gritar de dolor y entonces el mafioso de un corte lo eliminó. – Sois demasiado débiles para mí. – Mencionó al mismo tiempo que guardaba su espada bastarda y desenfundaba a Azazel. Con la katana comenzó a lanzar cortes rápidos que resultaban ser muy efectivos. Los reclutas mientras tanto corrían al cuartel lo antes posible para despejar la pista de combate. Eran listos pues así no iban a ser dañados y además podían avisar a más aliados.
No eran muy necesarios pues los dos tipos del CP se las iban a arreglar bastante bien, al menos el mafioso. – ¡Son como insectos! – Gritó el príncipe serpiente al mismo tiempo que se imbuía en una fina capa de magma y de dos cortes ejecutaba a otro tipo de ellos. El líquido ardiente bajaba por la piel del espadachín sin hacerle nada. Era como si fuese totalmente inmune y así era. Se trataba de un poder grandioso que muy pocos podían obtener. A saber a qué temperatura estaba aquella cosa pero a más de mil grados seguro. Las esperanzas de los pocos revolucionarios que quedaban se iban al traste sin remedio. Ban disfrutaba corte tras corte y no pensaba detenerse hasta que no quedase ninguno con vida. Solía ser muy profesional con su trabajo.
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Ban puso una sonrisa siniestra mientras me contesbaba que por el momento era todo, no me podía imaginar como un tipo que se convierte en lava todavía tiene algo más que mostrar. Mis pensamientos fueron interrumpidos por un chico alto y delgado, sonreía maliciosamente mientras desenfudaba un florete y me apuntaba con él.
No pensaba hacercarme a él, su arma tenía más alcance y todavía no sabía lo hábil que era con ella asique me dispuse a intentar que se precipitase.
-!Eh!¡Maldito bastardo!¿Qué vas a hacerme cosquillas con ese mondadientes que llevas?Terminarás agonizando como el cabrón de tu colega. -dije mientras le daba una patada al tipo que estaba gritando en el suelo.
Mi provocación surtió efecto, lo supe nada más ver la cara que puso el tipo, parecía bastante molestó y se lanzó hacia mí florete en mano, esperé a que estuviese a unos cinco metros y le lancé dos demis cuchillos hacia el torso, el tipo fue ágil y hizo un giro para esquivarlos, pero era lo que yo esperaba y antes de que se voltease del todo me abalancé clavándole mi daga en el abdomen, el tipo abrió muchos los ojos sorprendido pero antes de que intentase nada extraño retorcí mi arma aún dentro de su cuerpo y la extraí mientras retrocedía en busca de otro contricante.
La espera duró poco y un grito salvaje hizo darme la vuelta a tiempo para ver como un tipo con el cabello azul arremetía contra mí con un mazo, el golpe fue duro un contundente, interpuse el brazo para que éste fuese el que se llevase la peor parte y gritando de dolor caí al suelo, el dolor era horrible, no podía mover el brazo pero no tenía tiempo de fijarme en la gravedad del golpe, el peliazul se disponía a acabar conmigo con un gran golpe descendente, saqué fuerzas de un lugar que desconocía que tenía y me giré sobre mí mismo sufriendo un gran dolor en mi brazo. Había esquivado el golpe y el arma del peliazul había sido incrustada en el suelo y estaba intentando sacarla, podía ver el esfuerzo que estaba empleando en su tarea, lo tenía cerca pero estaba muy dolorido y algo cansado, sólo tenía una oportunidad yno podía fallar, asique hice una acopio de esfuerzo y me acuclillé y con el brazo que tenía móvil empuñé uno de mis cuchillos y con un golpe ascendente se lo clavé en la zona de la papada, el tipo se hechó mano al cuchillo extrayéndolo aunque así sólo consiguió que un chorro de sangre saliera de él, el tipo se desplomó inconsciente, seguramente desangrado, y me dejé caer unos segundos, no sabía si quedaba alguno más y el dolor insufrible en el brazo me nublaba la vista, sólo esperaba que si quedaba alguno, mi compañero acabaría con ellos, yo no estaba seguro de poder seguir mucho más...
No pensaba hacercarme a él, su arma tenía más alcance y todavía no sabía lo hábil que era con ella asique me dispuse a intentar que se precipitase.
-!Eh!¡Maldito bastardo!¿Qué vas a hacerme cosquillas con ese mondadientes que llevas?Terminarás agonizando como el cabrón de tu colega. -dije mientras le daba una patada al tipo que estaba gritando en el suelo.
Mi provocación surtió efecto, lo supe nada más ver la cara que puso el tipo, parecía bastante molestó y se lanzó hacia mí florete en mano, esperé a que estuviese a unos cinco metros y le lancé dos demis cuchillos hacia el torso, el tipo fue ágil y hizo un giro para esquivarlos, pero era lo que yo esperaba y antes de que se voltease del todo me abalancé clavándole mi daga en el abdomen, el tipo abrió muchos los ojos sorprendido pero antes de que intentase nada extraño retorcí mi arma aún dentro de su cuerpo y la extraí mientras retrocedía en busca de otro contricante.
La espera duró poco y un grito salvaje hizo darme la vuelta a tiempo para ver como un tipo con el cabello azul arremetía contra mí con un mazo, el golpe fue duro un contundente, interpuse el brazo para que éste fuese el que se llevase la peor parte y gritando de dolor caí al suelo, el dolor era horrible, no podía mover el brazo pero no tenía tiempo de fijarme en la gravedad del golpe, el peliazul se disponía a acabar conmigo con un gran golpe descendente, saqué fuerzas de un lugar que desconocía que tenía y me giré sobre mí mismo sufriendo un gran dolor en mi brazo. Había esquivado el golpe y el arma del peliazul había sido incrustada en el suelo y estaba intentando sacarla, podía ver el esfuerzo que estaba empleando en su tarea, lo tenía cerca pero estaba muy dolorido y algo cansado, sólo tenía una oportunidad yno podía fallar, asique hice una acopio de esfuerzo y me acuclillé y con el brazo que tenía móvil empuñé uno de mis cuchillos y con un golpe ascendente se lo clavé en la zona de la papada, el tipo se hechó mano al cuchillo extrayéndolo aunque así sólo consiguió que un chorro de sangre saliera de él, el tipo se desplomó inconsciente, seguramente desangrado, y me dejé caer unos segundos, no sabía si quedaba alguno más y el dolor insufrible en el brazo me nublaba la vista, sólo esperaba que si quedaba alguno, mi compañero acabaría con ellos, yo no estaba seguro de poder seguir mucho más...
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La hoja de Azazel cortó a otro de aquellos idiotas, el cual cayó al suelo mientras se quejaba. Apenas quedaban enemigos a los cuáles derrotar. Los rebeldes iban cayendo como moscas ante las poderosas estocadas del castaño. También se dio cuenta, de que el moreno exterminaba a bastantes de ellos. Eran un dúo bastante bueno y no había problema alguno en combatir juntos. En ese momento el espadachín pudo ver como un idiota, usaba un mazo para herir al chico. Los ojos de Ban se entrecerraron y no tardó en fruncir el ceño. No iba a permitir que atacaran al chico sin su permiso. Bastante habían liado ya en la isla como para encima llevarse una vida por delante. No se lo creían ni ellos. La muerte de aquel idiota estaba próxima y por ello el príncipe caminó hasta él.
Un nuevo espadachín se metió en medio. Un hombre de cabellos naranjas y ojos dorados. Parecía mostrar una sonrisa siniestra. – No vas a ayudar a nadie. – El mafioso alzó una ceja al ver lo que estaba pasando. Ese capullo se le estaba poniendo tonto y a él nadie le vacilaba de aquella forma. De repente lanzó un cañonazo de lava que salió de su boca. El tipo comenzó a gritar tras caer al suelo, toda aquella sustancia invadía su rostro. Entonces el castaño hundió su espada en el cuello de aquel imbécil. La muerte le llegó en pocos momentos, el mafioso sabía muy bien dónde debía de atravesar para matar lo más rápido posible. Era un experto en su campo.
En ese momento se acercó hasta su compañero. Al parecer tenía el brazo un poco jodido, Midou chasqueó la lengua y terminó de rematar al otro idiota. Después se colocó de rodillas junto al moreno y se arrancó la camisa despacio. – No te preocupes, soy médico. – Dijo entonces el CP para después tratar de vendarle el brazo con fuerza. Pudo ver también como varios marines más experimentados se acercaban a ellos. – Ya vienen los refuerzos, la victoria es toda nuestra. – Le mencionó mientras mostraba una sonrisa calmada.
Un nuevo espadachín se metió en medio. Un hombre de cabellos naranjas y ojos dorados. Parecía mostrar una sonrisa siniestra. – No vas a ayudar a nadie. – El mafioso alzó una ceja al ver lo que estaba pasando. Ese capullo se le estaba poniendo tonto y a él nadie le vacilaba de aquella forma. De repente lanzó un cañonazo de lava que salió de su boca. El tipo comenzó a gritar tras caer al suelo, toda aquella sustancia invadía su rostro. Entonces el castaño hundió su espada en el cuello de aquel imbécil. La muerte le llegó en pocos momentos, el mafioso sabía muy bien dónde debía de atravesar para matar lo más rápido posible. Era un experto en su campo.
En ese momento se acercó hasta su compañero. Al parecer tenía el brazo un poco jodido, Midou chasqueó la lengua y terminó de rematar al otro idiota. Después se colocó de rodillas junto al moreno y se arrancó la camisa despacio. – No te preocupes, soy médico. – Dijo entonces el CP para después tratar de vendarle el brazo con fuerza. Pudo ver también como varios marines más experimentados se acercaban a ellos. – Ya vienen los refuerzos, la victoria es toda nuestra. – Le mencionó mientras mostraba una sonrisa calmada.
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La adrenalina del combate se desvanecía de mi cuerpo y el dolor de mi brazo era abrumador pero no podía distraerme, cualquier bastardo revolucionario me podía atacar, hice un último esfuerzo pero no pude levantarme, según intenté levantarme volví a caer al lado del peliazul, parecía que la cuchillada le había alcanzado la artería puesto que yacía rodeado de un charco de sangre.
Por un momentó me tensé, vi a una figura acercarse con un paso decido en mi dirección, al principio casi no lo reconozco, era mi compañero que se encontraba ileso portando su espada, al pasar por el lado del peliazul dándole una estocada por si no estaba muerto y con premura se arrodilló a mi lado arrancándose la camisa y haciendo una especie de vendaje mientras comentaba que era médico.
-Al parecer si que podía sorprenderme una vez más.-pensé mientras este me decía con un tono calmado que no me preocupase, que ya llegaban los refuerzos. Alcé la vista en busca de los refuerzos, allí estaban, venían por la playa un grupo de marines bien pertrechados y acompañados por alguno de los aspirantes a reclutas, los revolucionarios que quedaban en pie intentaron salir corriendo en distintas direcciones mientras eran perseguidos por la mayoría de los recién llegados. Un marine con vestimientas de oficial se acercó a nosotros seguido de uno de los chicos anteriores.
-Buen trabajo marines, ya me dijo el recluta lo que pasó con estos bribones.-dijo el marine con tono de voz bastante grave, era un hombre fornido con un prominente bigote que parecía desafiar constante a la gravedad. Ya me había incorporado antes de que llegasen los marines y respondí con un tono lo más neutro posible.-Muchas gracias amigo, pero no somos marines. El hombre pareció sorprenserse tal esa afirmación. -Somo agentes del CP, y hemos venido a capturar estos miembros de la revolución. Al marine no pareció hacerle gracia que fuésemos CP, parecía molesto por algo. -¿Entonces me podéis contestar que ha pasado aquí?Porque este muchachote dijo que un sargento y su segundo necesitan ayuda, nada de CP-dijo señalando al joven que le acompañaba mientras lo último lo dijo con un deje que no me gustó, no me apetecía seguir escuchando al marine pues su voz me daba dolor de cabeza y sólo me intetesaba curarme el brazo como dios manda, aunque este siguió con su monólogo.[color:5318=003399]-Además dos de esos perros que habéis matado tienen recompensa y esperaba que se quedase en la guarnición. Ese de ahí vale 6.000.000 y aquel que tiene una guadaña al lado 8.000.000.-decía mientras señalaba al peliazul y al primero que había matado Ban, al parecer si que me interesó lo que tenía que decir aquel marine, incluso el dolor del brazo había mitigado un poco. -Lo siento mucho amigo, pero este trabajo es nuestro, mi compañero le dará las explicaciones pertinentes.-dije dándole los informes de la agencia algo arrugados y ensangrentados. -Y ahora si no es molestia, voy a buscar un médico. -dije mientras me alejaba en dirección a la ciudad, ya me seguiría Ban de que acabase de explicarse con el marine.
Por un momentó me tensé, vi a una figura acercarse con un paso decido en mi dirección, al principio casi no lo reconozco, era mi compañero que se encontraba ileso portando su espada, al pasar por el lado del peliazul dándole una estocada por si no estaba muerto y con premura se arrodilló a mi lado arrancándose la camisa y haciendo una especie de vendaje mientras comentaba que era médico.
-Al parecer si que podía sorprenderme una vez más.-pensé mientras este me decía con un tono calmado que no me preocupase, que ya llegaban los refuerzos. Alcé la vista en busca de los refuerzos, allí estaban, venían por la playa un grupo de marines bien pertrechados y acompañados por alguno de los aspirantes a reclutas, los revolucionarios que quedaban en pie intentaron salir corriendo en distintas direcciones mientras eran perseguidos por la mayoría de los recién llegados. Un marine con vestimientas de oficial se acercó a nosotros seguido de uno de los chicos anteriores.
-Buen trabajo marines, ya me dijo el recluta lo que pasó con estos bribones.-dijo el marine con tono de voz bastante grave, era un hombre fornido con un prominente bigote que parecía desafiar constante a la gravedad. Ya me había incorporado antes de que llegasen los marines y respondí con un tono lo más neutro posible.-Muchas gracias amigo, pero no somos marines. El hombre pareció sorprenserse tal esa afirmación. -Somo agentes del CP, y hemos venido a capturar estos miembros de la revolución. Al marine no pareció hacerle gracia que fuésemos CP, parecía molesto por algo. -¿Entonces me podéis contestar que ha pasado aquí?Porque este muchachote dijo que un sargento y su segundo necesitan ayuda, nada de CP-dijo señalando al joven que le acompañaba mientras lo último lo dijo con un deje que no me gustó, no me apetecía seguir escuchando al marine pues su voz me daba dolor de cabeza y sólo me intetesaba curarme el brazo como dios manda, aunque este siguió con su monólogo.[color:5318=003399]-Además dos de esos perros que habéis matado tienen recompensa y esperaba que se quedase en la guarnición. Ese de ahí vale 6.000.000 y aquel que tiene una guadaña al lado 8.000.000.-decía mientras señalaba al peliazul y al primero que había matado Ban, al parecer si que me interesó lo que tenía que decir aquel marine, incluso el dolor del brazo había mitigado un poco. -Lo siento mucho amigo, pero este trabajo es nuestro, mi compañero le dará las explicaciones pertinentes.-dije dándole los informes de la agencia algo arrugados y ensangrentados. -Y ahora si no es molestia, voy a buscar un médico. -dije mientras me alejaba en dirección a la ciudad, ya me seguiría Ban de que acabase de explicarse con el marine.
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Todo parecía estar bastante calmado a decir verdad y eso siempre era bueno. El chico parecía estar un poco mejor, cosa que alegraba bastante al espadachín. Por suerte el moreno no había fallecido ni se había llevado un daño muy grave. Los revolucionarios solían ser un poco brutos con sus métodos, de todas formas era lo normal. Eran bandos enfrentados a muerte y sin posibilidad de alianza. La rebelión y el CP estaban destinados a matarse entre ellos. El mafioso sin embargo no estaba de parte de nadie. Él simplemente iba a su bola, fingiendo estar en el grupo de los “buenos”. Emishi se había lucido al mandarle allí, no le hacía mucha gracia. Al menos recibía un buen entrenamiento que podía aprovechar a su favor. Era una ventaja que debía aprovechar a cualquier precio. Era su forma de ver la situación en la que estaba metido. Mientras tanto cumpliría como su deber de Cipher Pol. Podía ser un infiltrado, pero le molaba hacer bien las cosas.
En ese momento uno de los marines de mayor rango apareció y comenzó a hablar con el moreno. Los azulados ojos de Ban se clavaron en aquel tipo. Al parecer no era muy simpático con ellos, todo por qué el chico había desvelado que eran agentes. No debía de haber dicho aquel dato, ahora daba lo mismo. Justo entonces dijo que aquellos capullos tenían un precio interesante por sus cabezas. El dinero por el momento le daba lo mismo, se lo daría a Tobias de ser necesario. El joven asesino se fue diciendo que él ya le daría los datos necesarios. En ese momento el marine se fijó en el chico, el cual sacó un cigarrillo de su bolsillo y se lo llevó a la boca. – Esos tíos iban a infiltrarse aquí, nuestro deber era impedirlo. – Dijo simplemente mientras encendía el pitillo. Le dio una enorme calada para después expulsar el humo de forma calmada. A continuación entrecerró los ojos mientras el superior leía el informe que le había dado el moreno.
No tardó mucho en soltar un suspiro y mirarle de forma un poco seria. – Muy bien, en ese caso vuestros jefes estarán orgullosos, me temo que yo no. – Ban entonces le dio la espalda y cerró los ojos. Una pequeña venita se marcó en su frente debido a lo borde que era aquel tipo. Apretó un poco el puño y después contestó con un tono arrogante. – No es tú felicidad lo que me importa precisamente. – Los ojos de aquel hombre se abrieron como platos al escucharle. Le dio la vuelta y le miró con cierta rabia, le había tuteado con toda la confianza del mundo. El castaño entonces se dio la vuelta, le observó con seriedad y simplemente pasó de él, empezando a caminar hacia el moreno. Dejó allí los cuerpos, no le importaban lo más mínimo, la misión ya estaba hecha. Ahora tan solo debía asegurarse de que su compañero estaba bien. – Me retiro, pasen buena tarde. – Mencionó el chico de lava, mirando al resto de reclutas que estaban allí. Ellos no tenían culpa de tener un líder imbécil.
Caminó con toda la calma del mundo y no tardó mucho en alcanzar a su compañero. Al parecer iba buscando algo, eso al menos pensaba el espadachín. – Debe de haber una clínica cercana ¿Me necesitas para algo o prefieres ir solo? – Preguntó entonces el príncipe serpiente. En cuanto le contestase, se iría o se quedaría con él. Todo dependía de la respuesta del moreno, a él le daba lo mismo. Total, no tenía nada más que hacer aquel día.
En ese momento uno de los marines de mayor rango apareció y comenzó a hablar con el moreno. Los azulados ojos de Ban se clavaron en aquel tipo. Al parecer no era muy simpático con ellos, todo por qué el chico había desvelado que eran agentes. No debía de haber dicho aquel dato, ahora daba lo mismo. Justo entonces dijo que aquellos capullos tenían un precio interesante por sus cabezas. El dinero por el momento le daba lo mismo, se lo daría a Tobias de ser necesario. El joven asesino se fue diciendo que él ya le daría los datos necesarios. En ese momento el marine se fijó en el chico, el cual sacó un cigarrillo de su bolsillo y se lo llevó a la boca. – Esos tíos iban a infiltrarse aquí, nuestro deber era impedirlo. – Dijo simplemente mientras encendía el pitillo. Le dio una enorme calada para después expulsar el humo de forma calmada. A continuación entrecerró los ojos mientras el superior leía el informe que le había dado el moreno.
No tardó mucho en soltar un suspiro y mirarle de forma un poco seria. – Muy bien, en ese caso vuestros jefes estarán orgullosos, me temo que yo no. – Ban entonces le dio la espalda y cerró los ojos. Una pequeña venita se marcó en su frente debido a lo borde que era aquel tipo. Apretó un poco el puño y después contestó con un tono arrogante. – No es tú felicidad lo que me importa precisamente. – Los ojos de aquel hombre se abrieron como platos al escucharle. Le dio la vuelta y le miró con cierta rabia, le había tuteado con toda la confianza del mundo. El castaño entonces se dio la vuelta, le observó con seriedad y simplemente pasó de él, empezando a caminar hacia el moreno. Dejó allí los cuerpos, no le importaban lo más mínimo, la misión ya estaba hecha. Ahora tan solo debía asegurarse de que su compañero estaba bien. – Me retiro, pasen buena tarde. – Mencionó el chico de lava, mirando al resto de reclutas que estaban allí. Ellos no tenían culpa de tener un líder imbécil.
Caminó con toda la calma del mundo y no tardó mucho en alcanzar a su compañero. Al parecer iba buscando algo, eso al menos pensaba el espadachín. – Debe de haber una clínica cercana ¿Me necesitas para algo o prefieres ir solo? – Preguntó entonces el príncipe serpiente. En cuanto le contestase, se iría o se quedaría con él. Todo dependía de la respuesta del moreno, a él le daba lo mismo. Total, no tenía nada más que hacer aquel día.
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La playa había quedado en calma tras la tempestad del combate, yacían varios cuerpos de los revolucionarios tirados por ahí sin que nadie tuviese intención de recoger los cuerpos, por lo menos ninguno de los nuevos reclutas había salido herido, excepto yo, porque mi compañero había salido de aquello sin ningún rasguño.
Sabía que los marines se habían enfadado al saber que somos de la agencia, porque entre el CP y la marina siempre ha habido un enfrentamiento y no quería que nadie pensase que esos vagos habían hecho el trabajo duro, cuando casi me dejo un brazo en el intento, además ha sido el único placer del día.
Ban se acercó a mí preguntándome si quería que me acompañase a una clínica, pero prefería ir adelantando.
- Gracias amigo pero no -dije haciendo un esfuerzo por sonreír puesto que aún el brazo me dolía. - Mejor ve tú a por nuestra recompensa, mientras yo voy a curarme. Ya bastante has hecho con tu ayuda compañero, sino es por tí... - no fui capaz de terminar la frase, no soy muy bueno tratando con las personas y menos para agradecer, casi nadie había sido bueno conmigo con anterioridad. - Mejor nos vemos en donde me hospedo. -dije con un tono amistoso mientras le daba la dirección a mi compañero.
La visita al médico fue rápida, me entablilló el brazo hasta la altura del hombro y me dijo que tuviese cuidado con él, que el hueso no se había llegado a romper pero que sí tenía una fractura, no me quedaría secuelas o por lo menos eso dijo. Tras varias indicaciones más sobre analgésicos y reposo me dejó marchar con la promesa de que me iría a descansar, y eso hice.
Me encontré con mi compañero en la taberna, estaba fumándose uno de sus pitillos mientras esperaba con dos bolsas en la barra, me acerqué a él, pidiéndole al camarero un refresco y nos repartimos la recompensa, era lo más justo. Tras un par de refrescos y unas risas nos despedimos con la promesa de que la siguiente vez que nos viésemos yo sería más fuerte y que quizás fuese yo el que lo ayudase a él, y con esta promesa y un brindis me fui a mi habitación a acostar, dolorido pero con la bolsa más llena. Tras saludar a mi pequeño cuervo y darle las buenas noches me tumbé con la intención de dormir por lo menos tres días, además, el médico me mandó a reposar. Con ese último pensamiento en la cabeza y con la sensación de un trabajo buen hecho me quedé dormido a pierna suelta.
Sabía que los marines se habían enfadado al saber que somos de la agencia, porque entre el CP y la marina siempre ha habido un enfrentamiento y no quería que nadie pensase que esos vagos habían hecho el trabajo duro, cuando casi me dejo un brazo en el intento, además ha sido el único placer del día.
Ban se acercó a mí preguntándome si quería que me acompañase a una clínica, pero prefería ir adelantando.
- Gracias amigo pero no -dije haciendo un esfuerzo por sonreír puesto que aún el brazo me dolía. - Mejor ve tú a por nuestra recompensa, mientras yo voy a curarme. Ya bastante has hecho con tu ayuda compañero, sino es por tí... - no fui capaz de terminar la frase, no soy muy bueno tratando con las personas y menos para agradecer, casi nadie había sido bueno conmigo con anterioridad. - Mejor nos vemos en donde me hospedo. -dije con un tono amistoso mientras le daba la dirección a mi compañero.
La visita al médico fue rápida, me entablilló el brazo hasta la altura del hombro y me dijo que tuviese cuidado con él, que el hueso no se había llegado a romper pero que sí tenía una fractura, no me quedaría secuelas o por lo menos eso dijo. Tras varias indicaciones más sobre analgésicos y reposo me dejó marchar con la promesa de que me iría a descansar, y eso hice.
Me encontré con mi compañero en la taberna, estaba fumándose uno de sus pitillos mientras esperaba con dos bolsas en la barra, me acerqué a él, pidiéndole al camarero un refresco y nos repartimos la recompensa, era lo más justo. Tras un par de refrescos y unas risas nos despedimos con la promesa de que la siguiente vez que nos viésemos yo sería más fuerte y que quizás fuese yo el que lo ayudase a él, y con esta promesa y un brindis me fui a mi habitación a acostar, dolorido pero con la bolsa más llena. Tras saludar a mi pequeño cuervo y darle las buenas noches me tumbé con la intención de dormir por lo menos tres días, además, el médico me mandó a reposar. Con ese último pensamiento en la cabeza y con la sensación de un trabajo buen hecho me quedé dormido a pierna suelta.
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