Batalla por el puesto: Jackson VS Kasai

De nuevo el jodido reino del calor. Kasai estaba más que harto de aquella maldita isla. Sin embargo, no podía hacer otra cosa más que ir. Había estado siguiendo la pista de uno de los yonkaikyos. Un tipo que según decían, no merecía estar dónde estaba. El rubio sin embargo podía usar aquel puesto para obtener información sobre Émile de parte del gobierno, o al menos intentarlo. Además de aquella forma también ganaría un poco más de fama de la que ya poseía, eso podía servirle para reclutar personas. Su primer objetivo era Baozar, sin embargo tenía otros planes para aquel pirata. Desde que había tomado aquel cargo, el criminal conocido como Habu había pasado a tener protección. Veía aquello una tontería, pero no iba a meterse en los asuntos del gobierno. Tenía sus propios problemas después de las “traiciones” de Misa, Yoko y Theo. Ahora debía reencontrarse cuanto antes con el resto de miembros de su gremio.

Debido al calor que hacía, no se había llevado la gabardina, quitando así la posibilidad de usar todos sus cargadores. Llevaba una camiseta ajustada de manga corta, unos pantalones largos y unas botas. También portaba sus gafas de Sol. En la cintura podían verse sus dos pistolas, en la rodilla, su revólver descansaba en una cartuchera. Dentro de su pistola derecha había nueve balas tóxicas, mientras que en la izquierda se hallaban las antitanque. Pretendía ir a lo bestia como de costumbre. En sus bolsillos poseía unos tres cargadores más, pero con balas normales. Tampoco iba a llevarse su arsenal para ir muy cargado. Con el poder de su fruta y de sus habilidades como tirador, le bastaba, o al menos eso pensaba.

No tardó en llegar a un pequeño oasis, dónde su mantra le advirtió de una presencia. Se escondió levemente entre unos matorrales y pudo ver a su presa. Estaba comiendo plátanos pegado a un árbol. Él se hallaba a unos siete metros a su izquierda. Sacó con cuidado sus dos pistolas y apuntó a la rodilla, por la zona de la rotula, con las antitanque y al hombro con las toxicas. Sin pensárselo mucho, imbuyó ambos proyectiles en haki armadura [Nvl3] y disparó contra él. Además la bala antitanque también la había imbuido en su energía explosiva, tratando de reventarle la pierna. El retroceso lo mandaría unos metros hacia atrás, pero debido a su buena fuerza y a lo acostumbrado que estaba al retroceso de sus armas, no sufrió muchos daños. Se colocó en pie, en cuanto pudo y salió de su escondite, apuntando a aquel sujeto con sus armas. – Jackson, entrégame tu puesto ahora o me obligarás a dejarte lisiado, más… – Cuando dijo eso, echó un vistazo a su entorno por si no estaba solo, aunque su mantra le indicaba que así era.

Una sonrisa ladeada se mostró en el rostro del tirador. Su enemigo al parecer también podía usar el haki de observación o algún otro método para localizar a personas. Encima le cuestionaba lo de las armas. Él tenía un cuerpo lleno de masa y él balas, cada uno podía defenderse con lo que tenía. De todas formas no iba a darle muchas vueltas al asunto. Ese capullo había levantado una especie de muro para defenderse de sus disparos. De modo que tal vez se trataba de un usuario de las frutas del diablo. Cosa que le interesó bastante. De todas formas debía finalizar cuanto antes con su presa. No se iba a dejar intimidar y simplemente apretó los mangos de sus armas, analizando la anatomía de aquella enorme cosa, buscando posibles puntos débiles.

En ese momento empezó a escuchar como pronunciaba unas extrañas palabras en un idioma que desconocía. Le dio bastante mala espina y por ello frunció el ceño, preparándose de nuevo y activando su Auge of Génesis, su cuerpo se recubrió de un aura blanca y además, él rubio pareció relajarse bastante, se imbuyó totalmente en haki armadura. Entonces un ruido llegó hasta el cazador, el cual no se giró, su mantra le advirtió a tiempo como para lanzarse sin pensárselo hacia un lado, haciendo gala de su velocidad. Parecía haber salido de allí, pero entonces pudo ver como su costado derecho sangraba, además de haber recibido una descarga que lo tiró al suelo, haciendo que soltara un enorme grito de dolor. La sangre empezó a emanar de su cuerpo y entonces fue cuando se puso en pie mientras gruñía. Ni siquiera había visto a aquella cosa ir por él, y encima ahora pudo ver el muro que había previsto. En un jodido cuarto de segundo apenas pudo hacer nada, de no ser por su técnica de velocidad, habría muerto allí mismo.

El cazador entrecerró los ojos, al mismo tiempo que trataba de controlar su respiración. Entonces una pequeña aura verde recorrió su herida, cerrándola un poco. [Micaiah] entonces trató de localizar a su adversario. Aquel tipo de antes ahora era una especie de monstruo, ahora entendía el por qué de la herida en su cuerpo. Se había logrado apartar de la mismísima muerte. En ese momento se le ocurrió otra idea para atacarle. Guardó ambas pistolas, sacando ahora su revólver. Empezó a acumular una especie de energía rojiza al final del cañón del arma. Entonces trató de desplazarse a una velocidad alarmante, justo al costado de aquella cosa. Entonces dispararía un tiró con aquella arma, usando la energía explosiva. Con su mano libre trataría de lanzarle una onda de luz sagrada al monstruo. – ¡Comprobemos tu maldad! – Le diese o no, trataría de alejarse un poco de aquella cosa.

Técnicas usadas:

El pistolero pudo ver como su tiro había funcionado, haciéndole al enorme ser, una buena quemadura en el pecho junto a una herida fea. Su expresión resultaba ser seria en todo momento y no pensaba rendirse. Por nada era el líder de Hikari no gadian, o al menos lo que quedaba de ella. En ese momento a su mente llegaron las imágenes de Thairos, Murphy, Nostariel y Tyrion. Cargaba con las ilusiones de sus compañeros a sus espaldas y no iba a estropearlo todo. Aquel jodido monstruo debía ser derrotado a cualquier precio. Kasai no se iba a andar con chiquitas y decidió ponerle punto y final al asunto. Tenía un método para hacerlo o mínimo para intentarlo.

De repente aquel capullo empezó a volar y a pronunciar una especie de palabras de nuevo. – De eso nada, no pienso dejarte hacerlo. – El cabello del cazador empezó a crecer de forma un poco exagerada, terminando al final en una melena larga. Seis alas surgieron de su espalda y una especie de casco se formó en su rostro. Igualmente podía ver. En su forma completa, sus poderes aumentaban de una forma impresionante. En ese momento pudo ver la bola que estaba formándose en la boca de su rival. Guardó su revólver y sacó de nuevo las dos pistolas. Empezó a cargarlas con su red storm y salió disparado hacia su oponente. De repente pudo predecir las intenciones de aquel tipo y a lo único que le dio tiempo fue a rodearse totalmente de cuatro de sus alas, mientras que las otras dos las usaba para volar.

Una sensación ardiente comenzó a recorrerle y por ello soltó un enorme quejido. Cuando se dio cuenta de que estaba ardiendo, se lanzó hacia la arena a toda velocidad y comenzó a rodar por ella. Dos de sus alas se habían quemado bastante y él había recibido quemaduras por la zona de los hombros y las piernas. De hecho hasta algunos mechones de su melena habían sufrido los efectos de las llamas. El dolor era intenso y no pudo evitar fruncir el ceño. Cuando vio el radio del fuego, no pudo evitar mosquearse de forma exagerada. – ¡Qué todo el mundo se aleje de aquí! ¡Id al agua del oasis! – Dijo en voz alta para después apretar los puños. Sin pleno aviso, se desplazó a una velocidad endiablada a por aquel tipo, trató de ponerse frente a él. – ¡No te atrevas a atacar a los inocentes! ¡Hijo de puta! – [Mirada Divina] El cazador fulminó a aquel tipo con la mirada, tratando de hacerle sentir todo lo incómodo posible.

En ese momento sintió el escozor de las quemaduras en todo su cuerpo. Estaba volando con cuatro de las alas, debido a que las otras estaban en un estado pésimo. Sin piedad alguna le disparó con la red storm y apuntando a la cabeza con la bala toxica y al pecho con la antitanque. No se iba a andar con chiquitas y por ello los tiros iban imbuidos en haki. – Tú me has obligado a esto… – [Manual Prisa] No se lo pensó y entonces alzó las manos. Diez shuriken dorados se formaron y se dirigieron hacia el toro a toda velocidad y desde distintos angulos. Cuando estuviesen a punto de llegar, el serafín los haría detonar, haciendo que de estos saliera fuego del edén. Cada explosión dejaría un pequeño destello de luz y abarcaría tres metros a la redonda. Debido a la cantidad de shuriken, pretendía derrotarle así y con su mirada divina aterrorizarle. – ¡El poder de la luz te ordena que te rindas ante la justicia! – Se le notaba cabreado y dolorido.

El pistolero pudo ver como aquel cobarde se alejaba a una velocidad considerable. Fácilmente podía ir por él y derrotarle. Su velocidad era suficiente para alcanzarle, pero ahora le preocupaba otra cosa. Las personas que podían haberse visto afectadas por las llamas del monstruo. El rubio entonces bajó de los cielos, con su forma completa todavía activada, para dedicar una sonrisa a las personas. – Todo aquel que esté herido, que se acerque. – Lo importante allí era la gente, no un puesto que tenía un cobarde. Si se acercaban, entrecerraría los ojos, haciendo que de sus manos surgiera una luz blanca. – Si ese pirata prefiere huir y encima provocar daño a las personas, ya no lo respeto como oponente. – No tardó mucho en apuntar a la gente que se acercase con aquella luz llamada, Misericordia. Trataría de curarles las heridas y subirles los ánimos. Le llevaría un poco de tiempo. Tenía su haki activado para notar si se acercaba el monstruo, pues miraba a la dirección en la que había huido. – No entiendo como el gobierno puede tener a gente como él. Si perseguirlo en lugar de ayudaros significa ser un Yonkaykio, que le jodan al puesto. – Diría a los ciudadanos para después continuar con su tarea.