[Privado] Encuentro en el Hielo (Pasado con NGC)

Otra de esas islas que tan solo vienen de “paso”, aquella era la descripción perfecta para el lugar donde me encontraba. Aunque familiar también sería un buen adjetivo, la verdad es que aquel sitio me recordaba de una forma enorme al lugar donde me había criado, todo lleno de hielo y nieve. Lo único que sobraba era la gente, no sé si era por la costumbre o porque cada vez me soportaba menos a la gente, pero con cada día que pasaba, disfrutaba menos de la compañía de los demás y más de la soledad. Supongo que nunca tuve don de gentes…

Era por la mañana, a pesar de eso, el sol no brillaba con fuerza ni nada por el estilo, el cielo estaba lleno de nubes y había una fuerte y constante ventisca la cual impedía a cualquier humano normal, ver más allá de sus propios pies. Yo me encontraba en uno de los picos de la montaña. Sentado en la nieve con una gran olla al fuego delante de mí, estaba haciéndome un buen guisado de carne con lo que pude cazar. Una gran columna de humo salía del interior del recipiente metálico, la cual podía verse a varios metros a pesar del tiempo. Yo iba vestido como de costumbre, a pesar de encontrarme en aquel clima. Con una camisa de tirantes ancha blanca, unos pantalones largos y también anchos, de color negro; mis protectores marrones en los brazos y unas botas también marrones en los pies, además de la bandana verde en la cabeza, la faja también verde en la cintura, sujetando mis tres espadas (aunque en aquellos instantes se encontraban en el suelo) y mi collar verde de tres piedras.  

A mí lado, tenía una gran jarra de cerveza la cual debía de estar casi por la mitad, ya llevaba un buen tiempo esperando a que la comida estuviera lista y necesitaba algo con lo que entretenerme y que mejor que el alcohol, pensé.

De repente, alguien apareció frente a mis narices, aquello simplemente me molestaba, supongo que mi cara calmada no lo aparentaba, pero me gustaba disfrutar de mi soledad y aquel capullo la había roto. Por tengo que admitirlo otra parte tenía cierta curiosidad, aquel cima y precisamente aquel lugar excesivamente elevado, no era un lugar donde la gente normal fuese, quien sabe, quizás sería alguien fuerte con el que poder luchar, en aquel momento la sangre empezó a herbirme, supongo que mente y cuerpo están mucho más unidos de lo que podemos imaginar. De repente pude verlo, venía sonriendo tenía pitar de ser fuerte, sí desde luego más que la media. Pero lo que realmente quería averiguar: ¿Era lo suficientemente fuerte como para que mereciera la pena luchar contra él? Eso era algo por lo que me moría de ganas por averiguar. Tras unos segundos, sacó un cigarrillo y se lo encendió delante de mí, la verdad es que yo detestaba bastante el olor del tabaco, cuando era pequeño y vivía con mi maestro, Radagast, la casa siempre olía a tabaco, menos un par de veces que hubo un olor más… alegre. Ese olor me gustaba más, me gustaría saber de que sería...

Me saludó y preguntó por la cerveza que había en mi jarra, yo simplemente me lo quedé mirando, expectante, esperando que algo interesante saliera de su boca. De repente, sacó un barril de cerveza, se sirvió su propia copa y se sentó junto a la hoguera. Al ver el gran recipiente de madera, me acordé de que aún me quedaba cerveza, así que me acabé todo lo que me quedaba de un trago, me giré, saqué una botella de madera del interior de la mochila de tela que tenía a mis espaldas y llené la jarra. Seguidamente dejé la botella a mi lado, envuelta en nieve resguardada de todo el calor del fuego. Di otro trago, esta vez más moderado y dejé la cerveza al lado de la botella de madera, seguidamente continué mirando al extraño, que estaba ahora ofreciéndome algo de tabaco. Simplemente me negué. -No fumo- Dije mientras bebía de nuevo. Deje la jarra en el anterior sitio y le dije algo mientras miraba fijamente al fuego, con la mirada pérdida entre las llamas. -Dime, ¿Que atrae a alguien como tú por un lugar como este? – Aparté la mirada del fuego y lo miré fijamente a los ojos. – No tienes pinta de ser de por aquí. – Terminé diciendo mientras seguía con la mirada clavada en sus ojos.

Su respuesta fue un simple “me he perdido”.  Una de dos, o era alguien que realmente se había perdido o me estaba ocultando algo y mi intuición me decía que era más bien la segunda, había algo en su mirada que no me acababa de gustar, que no me acababa de inspirar confianza. Después de su aclaración, me preguntó lo mismo a mí. – Solo estoy de paso.- Le dije antes de darle otro gran trago a la jarra de cerveza que se encontraba a mi lado.  

Después de aquel momento ligeramente tenso, él propuso algo,  un juego de beber para ser más concretos. El juego era simple, habían dos dados, cada uno tenía su turno para lanzar, si salía un número par era yo el que bebía y tenía que contar algo sobre mí, si por el contrario, era impar, sería aquel muchacho el que tendría que beber y “confesar.” Fue él el que empezó tirando y bebiendo, pues salió un 3. Tras explicar algo sobre él, o más bien contar una adivinanza, me tocó a mí. La verdad es que en circunstancias normales ya habría enviado a ese hombre de vuelta a casa, pero la verdad es que me estaba comenzando a aburrir y además, beber siempre es bueno. Cogí el dado y tiré, un seis. Agarré con fuerza la cerveza y me la terminé de un trago. Ahora me tocaba contar algo sobre mí. – Mi nombre es Ragnar y soy pirata.- Tras decir aquello sonreí, el confesar que era un pirta podría hacer el juego mucho más divertido, quien sabe quién era aquel tipo, un marine, un cp, un cazarecompensas… todo podía ser y cada una de las opciones era más divertida que la anterior.

De nuevo cogí la botella de madera llena de cerveza y llené la jarra, aquello pintaba para largo y con suerte, terminaría de la forma que tanto deseaba, con mis tres espadas fuera de su funda.

Ahora era el turno de su rival, el cual tenía que volver a beber. Al principio parecía que no sabía muy bien que iba a decir, pero segundos más tarde comenzó a hablar, y lo que dijo resulto de lo más decepcionante. Al parecer formaba parte de la “revolución” y la verdad es que yo no quería enfrentarme contra un revolucionario, en cierto modo estaba de acuerdo con su forma de pensar, incluso hubo un tiempo que pensé en alistarme entre sus filas, pero aquello me desviaría de mis principales objetivos, así que prefería que me llamaran pirata por tener precio a mi cabeza y poder alcanzar mis metas a pertenecer a la armada revolucionario y dejar mis sueños de lado. El único motivo por el que pelearía contra un revolucionario es que él tuviera una fuerza abrumadora, en una ocasión como esa mi instinto animal se abalanzaría contra el hombre en cuestión, pero aquel no era el caso, su fuerza no era lo suficientemente grande como para llamar mi atención hasta ese punto.

De golpe, todas mis ganas de pelea se esfumaron, al igual que el tenso ambiente que se había formado en el aire a causa de mis anteriores intenciones. Mis ojos se relajaron y mi mirada se apaciguo, ahora me encontraba mirando al hombre fijamente, de forma despreocupada, al mismo tiempo que lanzaba el dado para ver que era mi turnos de beber. Que no tuviera intenciones de blandir mis espadas no quería decir que no tuviera ganas de parar de beber. Le di un largo trago a la jarra, me sequé la boca con el brazo y le respondí. – Crecí en una isla del North Blue, junto a mi maestro, el cual me enseñó el arte de la espada, aunque supongo que ya te has dado cuenta de que eso no son abrecartas. - Le dije mientras señalaba mis tres katanas con la mirada al mismo tiempo que una pequeña sonrisa se creaba en mi rostro.