Zaheera Mana-Grousse
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La fama de aquel lugar era gigantesca, no solo por su peculiar geología sino por su historia aguerrida y valiente de enfrentar al Gobierno Mundial, la potencia más grande de toda la historia del mundo. Y no solo habían conservado su independencia sino que el mensaje que habían enviado al resto del mundo se oía aún en la actualidad.
Sin embargo no era esa la razón para que Zaheera estuviera en aquella isla. Desde pequeña había leído en los libros de su padre sobre la curiosa geografía de la isla, moldeada pacientemente durante siglos por los fuegos internos de una montaña impresionante que se alzaba contra el cielo. Sus playas fantásticas se extendían ante sus ojos, salpicadas por rocas escarpadas. Atrás, el relieve montañoso dominaba el paisaje como un gran muro inhóspito y majestuoso. A lo lejos podía observar el vuelo de las gigantescas aves Roc, que a esa hora del día iniciaban sus jornadas de cacería.
Habí ido a aquella isla por una sencilla razón. Quería dibujarla, desde el primer momento en que supo de su existencia quiso ver con sus propios ojos la suavidad de sus planicies y la dureza de su escarpada formación geológica. Dibujar era de las cosas que más la motivaban a viajar y aquella isla era un reto que la vida le imponía, un reto al tamaño de sus aspiraciones.
Tenía puesto su parche y un sombrero de ala larga para protegerse del sol. La gente del lugar la miraban con el ceño fruncido y caras adustas mientras ella sacaba e instalaba un gran caballete para dibujar. Aunque la vigilaban constantemente nadie osó interrumpirla, ni preguntarle nada. Aquellas personas eran mas esquivas de lo que a Zaheera le gustaba y su mirada constante la ponían algo incomoda. Sin embargo continuó con su tarea hasta que tuvo todo listo para empezar a dibujar.
Sin embargo no era esa la razón para que Zaheera estuviera en aquella isla. Desde pequeña había leído en los libros de su padre sobre la curiosa geografía de la isla, moldeada pacientemente durante siglos por los fuegos internos de una montaña impresionante que se alzaba contra el cielo. Sus playas fantásticas se extendían ante sus ojos, salpicadas por rocas escarpadas. Atrás, el relieve montañoso dominaba el paisaje como un gran muro inhóspito y majestuoso. A lo lejos podía observar el vuelo de las gigantescas aves Roc, que a esa hora del día iniciaban sus jornadas de cacería.
Habí ido a aquella isla por una sencilla razón. Quería dibujarla, desde el primer momento en que supo de su existencia quiso ver con sus propios ojos la suavidad de sus planicies y la dureza de su escarpada formación geológica. Dibujar era de las cosas que más la motivaban a viajar y aquella isla era un reto que la vida le imponía, un reto al tamaño de sus aspiraciones.
Tenía puesto su parche y un sombrero de ala larga para protegerse del sol. La gente del lugar la miraban con el ceño fruncido y caras adustas mientras ella sacaba e instalaba un gran caballete para dibujar. Aunque la vigilaban constantemente nadie osó interrumpirla, ni preguntarle nada. Aquellas personas eran mas esquivas de lo que a Zaheera le gustaba y su mirada constante la ponían algo incomoda. Sin embargo continuó con su tarea hasta que tuvo todo listo para empezar a dibujar.
Scarlet D. Aura
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Desde que leyó acerca de esa isla había querido visitarla. Surgida hacía millones de años de un volcán, de alguna forma no se había erosionado, si no que seguía tan enorme, alta e imponente como fue en la antigüedad. Por lo que había podido averiguar, suponía que era probablemente uno de los paisajes más hermosos e increíbles que podría ver en su vida, pues la entrada de la isla era una extensa llanura compuesta por amplias costas y fértiles campos, atravesados en algunos puntos por cuatro ríos bastante anchos. A medida que te adentrabas en la isla, descubrías un terreno más salvaje y escarpado, hasta llegar al centro de la isla, una estructura natural formada enteramente por metal, que se decía que era una maravilla geológica.
Y para eso era para lo que había ido hasta allí, para explorar toda la isla y llegar hasta esa imponente formación metálica del centro. Cuando llegó a la isla, Aura no daba crédito a lo que veían sus ojos. Los libros no hacían mérito a la belleza que se alzaba ante ella. Una extensa playa de arena limpia y algo oscura le daba la bienvenida, para guiarla directamente a uno de los pueblos costeros de la zona.
Los habitantes no parecían muy acogedores precisamente, lo cual la aburría un poco, pues prefería los pueblos con vida por las calles. Llegó hasta las afueras del pueblo y encontró una chica de espaldas a ella. Era bastante alta, y tenía un largo cabello negro y ondulado. Parecía estar frente a un caballete dibujando algo. Aura se aproximó a ella y asomó un poco la cabeza por encima del hombro de la chica, y vio una preciosa representación del paisaje que había ante ellas.
-Dibujas muy bien. ¿Eres pintora o algo por el estilo?-le dijo, maravillada por el hermoso dibujo que estaba haciendo la desconocida.
Y para eso era para lo que había ido hasta allí, para explorar toda la isla y llegar hasta esa imponente formación metálica del centro. Cuando llegó a la isla, Aura no daba crédito a lo que veían sus ojos. Los libros no hacían mérito a la belleza que se alzaba ante ella. Una extensa playa de arena limpia y algo oscura le daba la bienvenida, para guiarla directamente a uno de los pueblos costeros de la zona.
Los habitantes no parecían muy acogedores precisamente, lo cual la aburría un poco, pues prefería los pueblos con vida por las calles. Llegó hasta las afueras del pueblo y encontró una chica de espaldas a ella. Era bastante alta, y tenía un largo cabello negro y ondulado. Parecía estar frente a un caballete dibujando algo. Aura se aproximó a ella y asomó un poco la cabeza por encima del hombro de la chica, y vio una preciosa representación del paisaje que había ante ellas.
-Dibujas muy bien. ¿Eres pintora o algo por el estilo?-le dijo, maravillada por el hermoso dibujo que estaba haciendo la desconocida.
Zaheera Mana-Grousse
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Zaheera no estaba del todo conforme con su pintura. Algo no le cuadraba totalmente pero no llegaba a descubrirlo. ¿Tal vez unos cuantos trazos de mas en aquel árbol? ¿Le faltaba profundidad a aquella nube? ¿Estaba la sombra del gran muro acorde con las fuentes de luz? ¿Le hacía falta textura a las rocas? ¿debía pintar otra ave Roc? Le encantaba pintar, pero no sabía cuando detenerse y odiaba esa sensación. Puso sus manos en su cadera y con la boca sosteniendo el pincel retrocedió un paso intentando descifrar lo que le molestaba del cuadro cuando de repente una voz habló a su espalda.
Acostumbrada como estaba al comportamiento de los nativos, que no se acercaban ni preguntaban nada, que la súbita interrupción no solo la sorprendió sino que la asustó tanto que dio un pequeño salto, con estremecimiento incluido, tan repentino que estuvo punto de escupir el pincel contra el cuadro.
Le costó unos segundos recomponerse de la sorpresa, pero se giró y encaró a la culpable del susto. Era una chica muy alta, extranjera como ella a juzgar por sus rasgos y vestimenta, de cabello rojo y abundante como llamaradas. Una cicatriz se extendía sobre su ojo izquierdo, lo que combinado con sus dientes afilados le daban una apariencia bastante agresiva y peligrosa. Iba muy ligera de vetimenta y lucía un cuerpo muy bonito. Zaheera recuperó el aliento poco apoco. - Casi me matas de un susto. - dijo, luego miró en dirección a la pintura. - Me gusta pintar, no he tomado clases ni nada... así que técnicamente no soy pintora, es más bien un pasatiempo... ¿En serio te gusta? - preguntó mirando el cuadro sin poder quitarse de encima la sensación de no haber terminado.
Acostumbrada como estaba al comportamiento de los nativos, que no se acercaban ni preguntaban nada, que la súbita interrupción no solo la sorprendió sino que la asustó tanto que dio un pequeño salto, con estremecimiento incluido, tan repentino que estuvo punto de escupir el pincel contra el cuadro.
Le costó unos segundos recomponerse de la sorpresa, pero se giró y encaró a la culpable del susto. Era una chica muy alta, extranjera como ella a juzgar por sus rasgos y vestimenta, de cabello rojo y abundante como llamaradas. Una cicatriz se extendía sobre su ojo izquierdo, lo que combinado con sus dientes afilados le daban una apariencia bastante agresiva y peligrosa. Iba muy ligera de vetimenta y lucía un cuerpo muy bonito. Zaheera recuperó el aliento poco apoco. - Casi me matas de un susto. - dijo, luego miró en dirección a la pintura. - Me gusta pintar, no he tomado clases ni nada... así que técnicamente no soy pintora, es más bien un pasatiempo... ¿En serio te gusta? - preguntó mirando el cuadro sin poder quitarse de encima la sensación de no haber terminado.
Simo Baker
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Hacía un par de horas que el joven había llegado a aquella isla guiado por los rumores del doctor más ilustre de la última isla que había visitado. Aquella isla era muy famosa por sus doctores y medicinas, por lo que a pesar de provenir de un hombre muy anciano aquellas palabras deberían ser ciertas. El señor le había dicho que en el interior de aquella isla, aunque bastante ocultas, se encontraban unas de las mejores hiervas medicinales que existían, y que si se las llevaba y le contaba las aventuras que había vivido en la isla, le prepararía suministros de muy alta calidad completamente gratis. Lo que pasó a continuación es más que obvio, el joven emocionado por la promesa de una aventura y sabiendo que tendría una buena recompensa, se organizó para poder realizar aquella expedición lo antes posibles.
Surgieron un par de improvistos que le llevaron a posponer su viaje por un tiempo, pero al fin podía explorar libremente aquella isla. Comenzó por el puerto, donde tras pagar las ligeras tasas para dejar amarrado y vigilado su barco, pudo echar un vistazo a lo que ofrecía el comercio de la ciudad. No le interesaba nada, pero al menos pudo analizar más o menos lo que le ofrecería la isla: carne de animales primitivos y objetos metálicos de bastante calidad. También pudo ver que los habitantes de la isla no eran de carácter abierto, ya que en su busca de rumores notó que la gente a la que se acercaba le miraba mal y disminuía el volumen de la conversación.
Cuando fue a pasear por el resto de la ciudad se encontró un panorama parecido, gente poco amigable y una innumerable cantidad de forjas y fabricas que trabajaban en grandes proyectos. No le gustaba nada aquello, asique decidió no perder el tiempo y dirigirse directamente a buscar aquellas exóticas plantas de las que el anciano le había hablado. Sabía que no sería fácil, había supuesto por lo que había visto en el puerto que los animales de aquella isla serían un peligro, y a pesar de haber anotado en una libreta todas las indicaciones para poder buscar y distinguir su preciado tesoro, la isla era muy grande y no tenía la certeza de que las fuese a hallar.
Ahora se encontraba andando por el camino que salía de la ciudad, atónito ante la imponente belleza de la isla. Le habían hablado bastante a cerca de lo impresionante que era el relieve de aquella isla, pero eran solo palabras que no podían compararse con la realidad. Estaba tan hipnotizado por aquel paisaje que casi no se da cuenta de aquellas dos chicas que había paradas a un lado del camino. Eran bastante guapas y una de ellas parecía bastante fuerte, por lo dudó si acercarse a hablar con ellas, pero no le vendría mal algo de información y ellas parecían ser más simpáticas que la gente de la ciudad. Al final tomó la decisión salió del camino y se dispuso a hablar a las bellas jóvenes:-“Buenas tardes señoritas. Disculpad que os moleste, pero acabo de llegar a la isla y…”-. Paró de hablar de golpe, una de ellas estaba pintando una auténtica obra de arte. Es cierto que nunca había tenido la oportunidad de conocer a ningún artista, ni de aprender nada acerca del arte, pero en el momento vio aquel cuadro no dudó de que aquella chica debía ser una profesional. Sintió que no podía dejar pasar la oportunidad de aprender un poco, asique decidió posponer su búsqueda y detenerse a hablar un rato con aquella muchacha:-“¡Wow! Nunca en mi vida había visto nada igual, ¿eres una artista famosa o algo así?"-.
Surgieron un par de improvistos que le llevaron a posponer su viaje por un tiempo, pero al fin podía explorar libremente aquella isla. Comenzó por el puerto, donde tras pagar las ligeras tasas para dejar amarrado y vigilado su barco, pudo echar un vistazo a lo que ofrecía el comercio de la ciudad. No le interesaba nada, pero al menos pudo analizar más o menos lo que le ofrecería la isla: carne de animales primitivos y objetos metálicos de bastante calidad. También pudo ver que los habitantes de la isla no eran de carácter abierto, ya que en su busca de rumores notó que la gente a la que se acercaba le miraba mal y disminuía el volumen de la conversación.
Cuando fue a pasear por el resto de la ciudad se encontró un panorama parecido, gente poco amigable y una innumerable cantidad de forjas y fabricas que trabajaban en grandes proyectos. No le gustaba nada aquello, asique decidió no perder el tiempo y dirigirse directamente a buscar aquellas exóticas plantas de las que el anciano le había hablado. Sabía que no sería fácil, había supuesto por lo que había visto en el puerto que los animales de aquella isla serían un peligro, y a pesar de haber anotado en una libreta todas las indicaciones para poder buscar y distinguir su preciado tesoro, la isla era muy grande y no tenía la certeza de que las fuese a hallar.
Ahora se encontraba andando por el camino que salía de la ciudad, atónito ante la imponente belleza de la isla. Le habían hablado bastante a cerca de lo impresionante que era el relieve de aquella isla, pero eran solo palabras que no podían compararse con la realidad. Estaba tan hipnotizado por aquel paisaje que casi no se da cuenta de aquellas dos chicas que había paradas a un lado del camino. Eran bastante guapas y una de ellas parecía bastante fuerte, por lo dudó si acercarse a hablar con ellas, pero no le vendría mal algo de información y ellas parecían ser más simpáticas que la gente de la ciudad. Al final tomó la decisión salió del camino y se dispuso a hablar a las bellas jóvenes:-“Buenas tardes señoritas. Disculpad que os moleste, pero acabo de llegar a la isla y…”-. Paró de hablar de golpe, una de ellas estaba pintando una auténtica obra de arte. Es cierto que nunca había tenido la oportunidad de conocer a ningún artista, ni de aprender nada acerca del arte, pero en el momento vio aquel cuadro no dudó de que aquella chica debía ser una profesional. Sintió que no podía dejar pasar la oportunidad de aprender un poco, asique decidió posponer su búsqueda y detenerse a hablar un rato con aquella muchacha:-“¡Wow! Nunca en mi vida había visto nada igual, ¿eres una artista famosa o algo así?"-.
Corinna Athenais
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Hacía ya un par de semanas que me encontraba en la isla, no llevaba el uniforme pues era una misión especial, al ser Mianna ahora un enemigo del gobierno. Tenía que detectar las defensas de la isla y las ciudades, saber si la población apoyaba a su rey o estaba con el gobierno y en caso de poder sabotear sus armas defensivas de larga distancia como cañones, catapultas y balistas. La verdad es que era algo complicado, sobre todo porque la gente de la isla era poco abierta y no confiaba en extranjeros y la presencia de los militares era bastante destacable. Me había presentado voluntaria para la misión, ya que al ser nueva en la marina nadie me conocería ni pensaría que me mandarían a mí a una misión así.
Mientras caminaba, buscando algo destacable para apuntar en el informe, me encontré con varias personas, que sin dudad no eran de la isla, alrededor de otra que estaba pintando. Hypolita pareció alegrarse de encontrarse con alguien que no fuera de la isla, o quizás le había olido algo que llevaran encima, conociendo lo glotona que era no podía descartar lo último. Aun así decidí acercarme y ver que hacían. La chica que pintaba lo hacía bastante bien debía admitirlo.
-Buenas a todos, es impresionante su cuadro, me sorprende que no haya más gente mirándola pintar, ¿Acaso no eres de la isla?
Mientras caminaba, buscando algo destacable para apuntar en el informe, me encontré con varias personas, que sin dudad no eran de la isla, alrededor de otra que estaba pintando. Hypolita pareció alegrarse de encontrarse con alguien que no fuera de la isla, o quizás le había olido algo que llevaran encima, conociendo lo glotona que era no podía descartar lo último. Aun así decidí acercarme y ver que hacían. La chica que pintaba lo hacía bastante bien debía admitirlo.
-Buenas a todos, es impresionante su cuadro, me sorprende que no haya más gente mirándola pintar, ¿Acaso no eres de la isla?
Scarlet D. Aura
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La chica debía estar concentrada en la pintura, pues cuando escuchó a Aura pegó un salto hacia atrás, y le pareció como si hubiese estado a punto de soltar el pincel que llevaba en la boca. Cuando se recuperó del susto, la chica se dio la vuelta y Aura pudo ver un hermoso rostro moreno en el que resaltaban los ojos: uno de ellos de un profundo ámbar, y el otro, cubierto por un parche.
Por algún motivo no parecía muy conforme con su dibujo, cosa que ella no entendía, pues era uno de los cuadros más bonitos y realistas que había visto en su vida.
-Bueno, no se mucho sobre arte, así que no puedo entrar en detalles profundos, por lo que tú probablemente verás o echarás de menos cosas en ese dibujo que a mi ni se me pasan por la cabeza, pero personalmente me parece un cuadro increíble.
Al momento de soltar esas palabras, se les unieron otras dos personas. Primero llegó un chico algo más bajo que ella, castaño y con rastros de barba en la cara, con unos grandes ojos verdes, que parecían tener algunas vetas marrones alrededor del iris; y tras él llegó una chica de pelo negro muy alta, de casi dos metros y muy musculosa. Cuando vieron el cuadro de la otra chica, ambos parecieron estar de acuerdo con Aura, pues lo primero que hicieron fue alabar su pintura.
-¿Ves?- le dijo Aura sonriente a la chica morena -Tu cuadro es una pasada. Por cierto, soy Aura. Bueno chicos, ¿qué habéis venido a hacer a la isla, si se puede preguntar? Yo quiero explorarla, dicen que el centro de la isla es impresionante, y que es muy difícil llegar, así que quiero ver si los rumores son ciertos.
Por algún motivo no parecía muy conforme con su dibujo, cosa que ella no entendía, pues era uno de los cuadros más bonitos y realistas que había visto en su vida.
-Bueno, no se mucho sobre arte, así que no puedo entrar en detalles profundos, por lo que tú probablemente verás o echarás de menos cosas en ese dibujo que a mi ni se me pasan por la cabeza, pero personalmente me parece un cuadro increíble.
Al momento de soltar esas palabras, se les unieron otras dos personas. Primero llegó un chico algo más bajo que ella, castaño y con rastros de barba en la cara, con unos grandes ojos verdes, que parecían tener algunas vetas marrones alrededor del iris; y tras él llegó una chica de pelo negro muy alta, de casi dos metros y muy musculosa. Cuando vieron el cuadro de la otra chica, ambos parecieron estar de acuerdo con Aura, pues lo primero que hicieron fue alabar su pintura.
-¿Ves?- le dijo Aura sonriente a la chica morena -Tu cuadro es una pasada. Por cierto, soy Aura. Bueno chicos, ¿qué habéis venido a hacer a la isla, si se puede preguntar? Yo quiero explorarla, dicen que el centro de la isla es impresionante, y que es muy difícil llegar, así que quiero ver si los rumores son ciertos.
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La joven artista estaba intentando mejorar su perfecta obra, por lo que no presto demasiada atención a Raghersir. Sin embargo, la otra chica, la cual estaba intentando animarle, se giró hacia el joven y se presentó. El chico quedo atrapado por el tono rojo de su pelo y su voz. Estaba como hechizado, pero llegó a entender las siguientes palabras de la muchacha. Le había preguntado qué habían venido a hacer a la isla. Un momento, ¿plural?, ¿había alguien más?
Fue en ese momento cuando se giró y la vio. Corinna estaba unos pasos detrás de él. Se preguntaba que hacía ella en esa isla tan lejana del lugar donde se habían conocido. En fin, lo único que tenía que hacer era ver que contestaba a la chica. Y claro también debería contestar él. Confiaba en Corinna, pero las otras dos muchachas podían no ser lo que parecían asique decidió ocultar un poco la verdad. El tener que mentir hizo que los nervios que le producía el tener que hablar con una mujer se disipasen casi por completo.
Comenzó saludando amablemente a su conocida: -“Buenas tardes. Ha pasado mucho tiempo desde aquel día en Karakura. ¿Qué tal te ha ido?”-. Entonces se giró hacia las bellas muchachas y se dispuso a contestar a su pregunta: -“En cuanto a tu pregunta. Mi nombre es Raghersir, y soy un comerciante poco común. Me gusta vender cosas de calidad, por lo que voy explorando el mundo en busca de cosas rentables. Y eso es lo que hago aquí, venía a ver si hay algo que merezca la pena en esta isla.”-. Estaba hablando mucho y las chicas le miraban, comenzó a ponerse nervioso otra vez. Sonrió y decidió esperar a ver si alguna de sus interlocutoras seguía la conversación.
Fue en ese momento cuando se giró y la vio. Corinna estaba unos pasos detrás de él. Se preguntaba que hacía ella en esa isla tan lejana del lugar donde se habían conocido. En fin, lo único que tenía que hacer era ver que contestaba a la chica. Y claro también debería contestar él. Confiaba en Corinna, pero las otras dos muchachas podían no ser lo que parecían asique decidió ocultar un poco la verdad. El tener que mentir hizo que los nervios que le producía el tener que hablar con una mujer se disipasen casi por completo.
Comenzó saludando amablemente a su conocida: -“Buenas tardes. Ha pasado mucho tiempo desde aquel día en Karakura. ¿Qué tal te ha ido?”-. Entonces se giró hacia las bellas muchachas y se dispuso a contestar a su pregunta: -“En cuanto a tu pregunta. Mi nombre es Raghersir, y soy un comerciante poco común. Me gusta vender cosas de calidad, por lo que voy explorando el mundo en busca de cosas rentables. Y eso es lo que hago aquí, venía a ver si hay algo que merezca la pena en esta isla.”-. Estaba hablando mucho y las chicas le miraban, comenzó a ponerse nervioso otra vez. Sonrió y decidió esperar a ver si alguna de sus interlocutoras seguía la conversación.
- Spoiler:
- Hola, una duda. No puedo usar el portátil y voy a postear desde el móvil para no retrasar el rol. ¿Tenéis algún problema si luego edito el mensaje para corregir los errores surgidoa por la dificultad de escribir en el movil y añadir color a los diálogos?
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El comerciante volvía a ponerse nervioso, ya le había pasado otra vez cuando la conoció a ella, al igual que su amigo el samurái sordo. De momento, me centraría en lo que las jóvenes tenían que contar, y lo que dijo una de ellas me pareció de bastante interés, pues explorar el centro me daría una buena perspectiva del resto de la isla y de lo que contenía. Aunque implicar a civiles hacia que tuviera que mantener una tapadera y no revelar que era de la marina.
-Claro, yo te acompañaré a explorar la isla, he venido hasta aquí para ello. Aunque si pudiéramos pasar antes por la ciudad, necesito coger provisiones y algunas cosas más. Raghesir, ¿Nos acompañaras a explorar la isla?
Mientras esperaba una respuesta me fije en que la pintora de nuevo, sin duda era buena pintando, pero se había quedado muy callada desde nuestra llegada. ¿La estaríamos molestando y por eso no hablaba? ¿Sería muda como el samurái de karakura?
-Claro, yo te acompañaré a explorar la isla, he venido hasta aquí para ello. Aunque si pudiéramos pasar antes por la ciudad, necesito coger provisiones y algunas cosas más. Raghesir, ¿Nos acompañaras a explorar la isla?
Mientras esperaba una respuesta me fije en que la pintora de nuevo, sin duda era buena pintando, pero se había quedado muy callada desde nuestra llegada. ¿La estaríamos molestando y por eso no hablaba? ¿Sería muda como el samurái de karakura?
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