Los nobles merecen morir [Pasado][Privado][Maximilian - Difter]

El hombre que estaba frente a mí estaba bastante ansioso y nervioso. Apenas había podido servir la tasa de té que me ofreció cuando me invitó a pasar a su casa sin que al final se le cayera al suelo. Sus manos temblaban, sudaba bastante desde la frente al cuello, su piel estaba pálida y su cuerpo temblaba. Apenas y levantaba la cabeza para mirar por momentos pero mantenía su vista casi siempre en el suelo. Yo, sentado frente a él en sofá bastante suave y cómodo que se hallaba en su sala, me encontraba tranquilo pensando en lo que podía decirme. Dejé la tasa de té en la pequeña mesa que nos separaba y coloqué mis manos en mis rodillas. Aspiré un poco de aire y luego de un momento de silencio me atreví a hablar.

-Entonces señor...Lorenz, exactamente cuál es su problema

El hombre levantó la mirada y unas gotas de lágrimas corrían por sus mejillas.

-Se la llevaron – dijo con la voz entrecortada – se llevaron a mi pequeña flor

El hombre se detuvo por un momento y rompió en llanto. Su corazón no lo aguantaba, alguien había apartado de su lado a una persona querida y él no había podido hacer para evitarlo.

-Cuando lo encontré en la taberna, usted no parecía el hombre que ahora se muestra ante mí. Dígame porqué hace que casi lo maten.

-Mi hija era lo más importante para mí...sin ella la vida ya no tiene sentido

Luego de unos minutos más comprendí todo por lo que estaba pasando. Casi una hora antes de que estuviera sentado frente a él, lo encontré bebiendo de una manera tan descontrolada en una de las tantas tabernas de la capital de Hallast. El encargado amenazó con llamar a la guardia de la ciudad sino se calmaba ya qué estaba haciendo mucho escándalo. Yo lo vi y apacigüé al encargado. Saqué al señor Lorenz de la taberna y lo acompañe a su casa. Antes de salir pregunté donde vivía a lo que uno de los hombres que estaba otra mesa me indicó de manera sencilla como llegar a su hogar. Cuando mis ideas terminaron de acomodarse miré al señor Lorenz nuevamente y este se había quedado dormido en el sillón que estaba frente al mío.

Iba a salir pero vi algo extraño antes de llegar a la puerta. Una hoja de papel estaba tirada en el suelo. La cogí y leí algo que le dio aún más sentido a todo lo que estaba sucediendo.

“Gracias por aceptar nuestras condiciones Señor Lorenz, le enviaremos la carta de invitación a la boda de su hija con el gran duque Eliot Garner comandante en jefe de la guardia de su majestad”

Arrugué la carta con fuerza y el deje en la pequeña mesa donde había estado hablando con Lorenz. Fui a la cocina y busqué alguna que otra cosa para comer. Tenía que esperar a que se despertara para poder hablar de la situación en la que me metería.

Me encontraba en una de las tantas tabernas de Hallstat cuando un hombre borracho comenzó a dar gritos, golpear la mesa, insultar a la gente etc. Es normal que siempre hubiera alguien así en las tabernas. Cuando estaban llamándole la atención al hombre una persona de pelo negro largo con una coleta se acercó al hombre y al cabo de un tiempo parecieron irse del local.
''Que sospechoso...'' pensé cuando lo vi así que dejé el dinero de mi refresco encima de la mesa y me fui siguiéndoles.

Al cabo de un rato caminando entraron en una casa los dos y yo me intenté asomar por alguna de las ventanas, aunque solo veía la parte de arriba de sus cabezas. ''Parece que están bien, será conocidos'' y tras ese pensamiento me fuí.

Estaba anocheciendo ya pero yo seguía sin sueño y sin encontrar una posada para dormir, por lo que decidí pasear un rato mas. Cuando me quise dar cuenta estaba cerca de las afueras de Hallstat, rodeado por un páramo gigantesco, rodeado de árboles y montañas por doquier. El ruido del aire era lo único que me acompañaba, o eso creía. Detrás de unos arbustos, en un claro de aquel sitio, dos figuras adultas hablaban entre si aunque no llegaba a escuchar toda la conversación, como mucho ''dinero'' y ''boda'', parecía una conversación normal pero si era tan normal... ¿Por que hablar tan retirados del resto del mundo? Comenzaron a irse los dos e intenté seguirlos por el bosque, haciendo el menor ruido posible.

Medía noche y el señor Lorenz comenzaba a despertarse. Se tomó la cabeza con la mano derecha y obviamente que notó que sus lamparas estaban encendidas y que había una persona delante de él. Su rostro de asombro al encontrarme sentado frente a él me pareció bastante gracioso y sonreí mientras mordía un trozo de galleta.

-¿Como te sientes?

-Me duele la cabeza pero ya estoy mejor

-Entonces, ultimemos los detalles de lo que haré

El señor Lorenz parecía confundido, así que le explique todo lo que había sucedido desde que lo encontré en la taberna. Parecía más confundido ahora ya qué aún no entendía como yo siendo un pirata lo ayudaría a recuperar a su hija. Lo que le respondí cuando preguntó sobre ello fue algo bastante simple.

-Por que tengo ganas de ayudarlo y punto

El señor Lorenz no se quedó muy satisfecho con esa respuesta pero calmó las preguntas que estaba haciendo sobre mí. Se enfocó en contarme todo acerca de lo que había sucedido. El señor Lorenz era un prestamista. Un hombre de recursos y de posición acomodada dentro de Hallast gracias a su habilidad para manejar el dinero. Esto le había permitido abrir un negocio de prestamos para toda Hallast y sus ciudades. Cada noble había pedido prestamos en su debido momento y Lorenz había aprovechado esto para hacerse con una posición comoda dentro de la sociedad. Su hija Leonor era una joven de 19 años que había sido tomada a la fuerza por los hombres del comandate de la guardia real para tener la prisionera hasta el día de su matrimonio forzado. El señor Lorenz se había negado a cederle la mano al comandante debido a que sabía muy bien como era ese tipo de hombres, solo intentaba hacerse con la fortuna de su familia. La guardía real disponia de al menos 300 soldados bien entrenados con armaduras de acero y afiladas espadas de hoja larga. Su comandante era un hombre que antes había sido capitán de los marines y que por un pequeño problema fue expulsado del gobierno. Gracias a sus habilidades de combate ascendio rapidamente al puesto de comandante general y la mano derecha del rey. Aquello no iba a ser facil pero tenía un as bajo la manga.

-Señor Lorenz necesitó que me diga cuando sera la fecha de la boda, ¿Lo sabe?

-Si, dijo que sería a finales de mes

-Eso es... – hice una pausa y luego pensé mejor las cosas – en tres días

-Sí

-Bien, lo que necesitó ahora es que me preste algo de dinero para poder hacer algunas averiguaciones y planear algo para sacar a su hija de aquel infierno

-Esta bien

Debía ir avanzando con algo, ya qué lo más probable es que mis compañeros llegaran pronto.

Las sombras caían a través del bosque, el aire aullaba entre las hojas de los arboles pero aquellos hombres permanecían en total silencio y así siguieron hasta volver al centro de Hallstat en el que, camuflado con la multitud, pude ver como los hombres entraban en una especie de castillo.''Verdaderamente sospechoso la verdad... Pero supongo que son asuntos reales, mientras no afecten a ningún hombre de a pie no debería pasar nada''. Pregunté un poco a la gente sobre que era ese lugar y mis sospechas se confirmaron, el castillo donde vive el rey de Hallstat y su mano derecha, el comandante de guerra cuyo nombre no logré conseguir porque parecían bastante incómodos al hablar del tema así que paraba.

Aún con la intriga en mente, continué andando sin saber donde ir, y cuando me quise dar cuenta, estaba caminando cerca de la casa hasta la que había seguido a los hombre así que me di la vuelta y me dispuse a irme.

Como se suele decir, los rumores vuelan en las calles y mas si encuentras un grupo de ancianas charlando sobre cotilleos y una de ellas dijo

-¿Sabeis que? He oído que la mano derecha del rey va a obligar a una chica muy guapa, la hija del prestamista Lorenz a casarse con el ¿sabéis? Siendo un prestamista con un renombre tan grande para que la realeza se fije en su hija debe de estar forrado jujuju. Eso ya me preocupó mas y cada vez comprendía mas y mas cosas sobre lo que ocurría en el castillo pero... ¿Quien era yo para evitar esa boda en contra de la voluntad de alguien? No tenía el poder ni los medios de evitarlo, al menos solo no... Me enfadé un poco, pero nada del otro mundo.

Seguí caminando con el ánimo mas apagado, me coloqué el gorro de mi chaqueta azul y escondí mis manos en los bolsillos. Unos metros mas lejos me senté en un banco e intenté calmarme un poco, aunque el sentimiento de impotencia me podía.

Tres días para planear algo y poder rescatar a una chica que no conocía. No iba a tener ninguna recompensa pero al menos evitaría que alguien se arruiné la vida. Seguí caminando, concentrado en mis pensamientos cuando sin darme cuenta me senté en un banco, al lado de una persona. Parecía ser un muchacho de menor edad que yo. Amanecía y no había dormido nada. Los primeros rayos de sol aparecían y poco a poco observaba como los ciudadanos salían de sus casas. Saqué un paquete de galleta y lo abrí para no tener el estómago vacío.

-¿Quieres una? – le dije al chico mientras miraba como algunas personas sacaban pequeños carritos de madera de sus casas.

Imaginé que esos carritos servían para vender alguna cosa o algo y pronto el mercado estaría abarrotado de los productos más variados de la ciudad.

-No es mi intención ofenderte ofreciéndote solo galletas pero es lo único que tengo para ofrecerle a alguien que no ha dormido como yo – dije sonriéndole

Un hombre con coleta se sentó a mi lado, estaba amaneciendo así que supongo que el hombre no durmió, igual que yo. El sol poco a poco iba desperezandose y con el al resto de personas del lugar.

El hombre me ofreció unas galletas, las cuales acepté de buena gana.

-Muchas gracias señor, es muy amable. Le devolví la sonrisa.

-Mi nombre es Difter, ¿y usted? Pregunté, tratando de comenzar una pequeña charla trivial mientras pensaba en la conversación de los hombres.

Escuché al chico hablarme. No parecía alguien peligroso así que también me presenté.

-Soy Max, mucho gusto – dije mientras miraba en dirección a la entrada principal de la ciudad -. Espero que este día sea provechoso

A lo lejos vi acercándose una patrulla de soldados. Pasaron delante de nosotros dos con semblantes autoritarios.

-Vaya, si supieran que su comandante obligará a una chica a casarse con él, me preguntó qué pensarían.

Un matrimonio a la fuerza debía ser algo que se castigara. No quise seguir pensando en ello, ya que solo sería indignarme más y debía mantenerme calmado para pensar bien las cosas. Una vieja mujer salio de su casa y empezó a limpiar las flores que estaban en los maseteros que hallaban a ambos lados de su puerta. Recordé algo que me dijo mi madre antes de irme. “Las mujeres son como las flores, vivirán si se les trata bien”.

El hombre se presentó como Max, parecía alguien bastante simpático la verdad. Poco después unos militares pasaron delante nuestra y dijo algo de que su general iba obligar a una chica a casarse con el, así que de repente se me vino a la cabeza la conversación en las afueras de la ciudad.

-¿Sabes? He escuchado algo sobre una boda a las afueras de la ciudad y de una vieja que cuchicheaba sobre eso, me parece bastante mal que obligaran a eso, toda la nobleza es igual, hacen lo que quieren por ser superiores y eso me enfada mucho, incluso sería capaz de intentar anular la boda solo para fastidiarlos.

Mi cara por un momento expresó una rabia enorme, aunque poco a poco se fue transformando en tristeza.

-Sabes... Bodas como estas deberían prohibirse si uno de los dos no está de acuerdo, y menos si con una ''mano de la justicia'' como un general... Dije con un tono un tanto tristón y empático. La idea de que alguien hiciera algo así me asqueaba pero... ¿que podía hacerle yo?

Escuché lo que dijo el muchacho. Estaba en claro que algo podría hacer pero no sabía si incluir a alguien tan joven en algo que podría ser muy peligroso. Luego de un momento de estar pensando decidí proponerle a Difter que me ayudara a sacar a la hija de Lorenz. Me puse en pie luego de terminar las galletas y le dije al chico:

-¿Estás seguro de que te gustaría hacer algo respecto a eso? – Pregunté – Bueno si tu respuesta es sí deberías acompañarme al muelle, estoy esperando a unos amigos. Seguro que también les gustara la idea que acabas de proponer.

No quería que sintiera que había estado planeando algo pero sí que se diera cuenta que al igual que yo estaba dispuesto a ayudar a la chica. La gente comenzó a salir de sus casas. Limpiaban las ventanas con agua y jabón, colocaban adornos hechos de papel en sus casas y colocaban rosas en sus puertas. La catedral estaba del otro lado de la ciudad y estaba casi seguro que los novios darían una vuelta por la ciudad antes de llegar a la catedral y ser bendecidos por el Rey. Empencé a caminar hacía el muelle. Mis compañeros ya deberían haber llegado y no podía esperar más para comentarles la gran diversión que nos esperaba.

Miré al hombre algo incrédulo por unos instantes tras su proposición, pero tras pensarlo un segundo afirmé,

-Si ,estoy seguro, llevame con esos... ''amigos'' tuyos. Dije con una mirada bastante serie.

No podía permitir que se llevara al cabo un acto en contra de la libertad de esa manera, nadie debería verse obligado a casarse nunca pero sin embargo esta chica se iba a ver forzada a ello, apenas podía imaginarme como se sentía la chica... Poco después de eso me levanté y le dije.

-Bueno, guíame por favor, dije con un rostro algo más alegre.

El muchacho estuvo dispuesto a ser parte de mi plan para rescatar a la chica de las garras del comandante de la guardia real. Parecía que toda la gente estaba bastante animada y los soldados tenían mucho más trabajo de lo habitual. Habían aumentado las patrullas en todas las calles. Estaba seguro que el comandante no quería ver arruinada su boda por la presencia de algunos grupos de revoltosos o algún suceso inesperado. Fue entonces cuando los vi llegando por la avenida principal. Mis tres compañeros caminaban en dirección contraria a la que avanzábamos Difter y yo. Nos encontramos en medio de la avenida.

-Maximilian – dijo Owen -. Te perdiste de una gran fiesta.

Owen me dio un golpe en la espalda que casi me derriba.

-Mmm, nice. No fue la gran cosa, al menos las chicas estaba bien – dijo Ryuto pasándose la punta del dedo por los labios.

-Me hablarán de los detalles más tarde, ahora hay algo que debemos hacer. En primer lugar, les presentó a Difter.

Todos saludaron al muchacho al mismo tiempo.

-Difter, ellos son mis compañeros. Ariana es nuestra tiradora, Owen tiene unos puñetazos que le destrozarían los dientes a Gyojin y el peli purpura es Ryuto – hice una pausa y continúe: - Bien, las presentaciones se acabaron, la situación va así. A una chica que será obligada a casarse con el comandante de la  guardia. Nosotros, como siempre, le arruinaremos la fiesta al cretino y rescataremos a la chica.

Mis compañeros me miraron y sonrieron. Era hora de actuar.

-Nos encontraremos en la plaza antes del mediodía. Compren lo necesario para hacer esto.

Se marcharon en dirección al mercado.

-Y bien, ¿Qué piensas? – pregunté a Difter mirándolo.

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