Alwyn
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- A muerte.
- Saltos de turno cada 4 días.
- Exp correspondiente.
- El ganador puede hacer lo que quiera con el vencido.
- Isla neutra.
- Inicia Ushio.
TEQUILA WOLF ES UN PAÍS DEL EAST BLUE DONDE SE ESTÁ CONSTRUYENDO UN GRAN PUENTE. EL PUENTE HA ESTADO EN CONSTRUCCIÓN DURANTE LOS ÚLTIMOS 700 AÑOS.
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– Espero que este acá… – Susurró con cierta mueca de preocupación. ¿A quién buscaba? Al imbécil que había insultado, dañado e incitar al suicidio a su novia. Lo había buscado por cielo, mar y tierra y al fin había conseguido una pista fiable que lo había traído hasta Tequila Wolf. El puente eterno. ”Queda poco… Espero” – Había poca gente mirara donde mirara y eso era bueno. Nadie iba a resultar herido en alguna pelea. Aún recordaba el aura de aquel tipo y podía saber con certeza si estaba cerca o no. ¿Cómo lo había encontrado? Preguntando por aquí y por allá. Tenía suerte de tener una memoria increíble y unas habilidades de dibujo algo buenas… O lo suficientes para crear un buen retrato.
– Bien… Vamos. – Su mirada ahora era algo más seria de lo usual. Recordaba las palabras de Milena… ”No voy a dudar… No de nuevo…” – se dijo a si mismo mientras iba a recordando aquel día en que no tuvo la valentía para hacer lo que debió hacer. Hace noches enteras que se venía preguntando por qué había intervenido… Solo había ganado que la mujer que amaba se enfadara, se hiciera daño y casi se había matado. La idea de matar a alguien era algo que no le agradaba para nada, pero aquella persona había lastimado a la persona más importante en la vida de Ushio. Poco le importaba ir en contra de sus ideales, de su propia psicología…. No iba a permitir que nadie en este mundo lastimara a sus seres queridos y saliera impune. ”Técnicamente, eso me incluye a mi…” – Soltó un pequeño suspiro y sonrió de medio lado. Pronto esta pesadilla iba a acabar. Solo era cuestión de tiempo.
– Bien… Vamos. – Su mirada ahora era algo más seria de lo usual. Recordaba las palabras de Milena… ”No voy a dudar… No de nuevo…” – se dijo a si mismo mientras iba a recordando aquel día en que no tuvo la valentía para hacer lo que debió hacer. Hace noches enteras que se venía preguntando por qué había intervenido… Solo había ganado que la mujer que amaba se enfadara, se hiciera daño y casi se había matado. La idea de matar a alguien era algo que no le agradaba para nada, pero aquella persona había lastimado a la persona más importante en la vida de Ushio. Poco le importaba ir en contra de sus ideales, de su propia psicología…. No iba a permitir que nadie en este mundo lastimara a sus seres queridos y saliera impune. ”Técnicamente, eso me incluye a mi…” – Soltó un pequeño suspiro y sonrió de medio lado. Pronto esta pesadilla iba a acabar. Solo era cuestión de tiempo.
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-¡Maaadre! ¿Pero que altura habrá?- dije impresionado al asomarme al borde de aquel puente. -Ya no se hacen puentes así. Este es el ultimo y mira cuanto tarda en construirse, como para hacer otro de semejantes magnitudes. Los contribuyentes prefieren un buen barco al coche de San Fernando.-
Me aparte de la fría cornisa que helaba mis manos por momentos y eche a andar por la apenas transitada construcción para comenzar la tarea por la que vine. Como de costumbre, cuando me hallaba sin dinero, que empezaba a ser muy a menudo, pedia trabajo a mi buen amigo de la infancia, Daniel, el cual siempre tenia alguna chapuza mal pagada con la que darme de comer. Esta vez era encontrar a un tipo y llevarlo ante el jefe con la única ayuda de una mala descripción y un nombre, Marcelus. Es un nombre horrible, no me extraña que ande metido en problemas.
Caminaba como un turista, observando todo con gran incredulidad, en busca de algún lugar donde los trabajadores se pusieran a beber y descansar del oficio, pues solía ser en esos lugares donde se encontraba, sino al que buscabas, alguna pista de su paradero, y así fue. Encontré, entre dos grandes montones bien apilados de rocas, resguardados del frío, a un pequeño grupo de obreros.
-Buenos días señores.- les salude con un serio gesto -Estoy buscando a un hombre el cual debe vérselas con un amigo mío, ¿esta aquí el señor Marcelus?
-¿Quien pregunta por él?- me miro uno de aquellos hombres, con un aspecto lamentable y con una voz ronca que parecía que estuviera a punto de toser.
-Nadie en particular solo un simple... digámosle chofer. Le llevare de aquí a donde debe estar y sin cobrar la carrera.-
Se hizo el silencio tras aquello, lo siguiente fue que uno de esos hombres cogió una botella e inesperadamente me la lanzó a la cara y salió corriendo, "Ya he encontrado al señor Marcelus". Tras esquivar la botella salí corriendo tras él con la máxima velocidad que me permitía aquel tiempo y mi antideportiva vestimenta. El maldito Marcelus corría demasiado y cada vez lo veía más distante. Finalmente me detuve tras gritarle algún insulto que otro. Acabé agotado y apoyado sobre mis rodillas. Cuando recuperé el aliento levante la cabeza y aun cansado comencé a andar, de nuevo en su busca. Cabizbajo por el cansancio apenas veía por donde andaba por lo que no tarde en chocarme con alguien, a pesar de la escasa población, alce la vista para ver con quien me había topado. Alto, pelo corto y oscuro, trajeado y armado con una katana...
-¿Nos conocemos?
Me aparte de la fría cornisa que helaba mis manos por momentos y eche a andar por la apenas transitada construcción para comenzar la tarea por la que vine. Como de costumbre, cuando me hallaba sin dinero, que empezaba a ser muy a menudo, pedia trabajo a mi buen amigo de la infancia, Daniel, el cual siempre tenia alguna chapuza mal pagada con la que darme de comer. Esta vez era encontrar a un tipo y llevarlo ante el jefe con la única ayuda de una mala descripción y un nombre, Marcelus. Es un nombre horrible, no me extraña que ande metido en problemas.
Caminaba como un turista, observando todo con gran incredulidad, en busca de algún lugar donde los trabajadores se pusieran a beber y descansar del oficio, pues solía ser en esos lugares donde se encontraba, sino al que buscabas, alguna pista de su paradero, y así fue. Encontré, entre dos grandes montones bien apilados de rocas, resguardados del frío, a un pequeño grupo de obreros.
-Buenos días señores.- les salude con un serio gesto -Estoy buscando a un hombre el cual debe vérselas con un amigo mío, ¿esta aquí el señor Marcelus?
-¿Quien pregunta por él?- me miro uno de aquellos hombres, con un aspecto lamentable y con una voz ronca que parecía que estuviera a punto de toser.
-Nadie en particular solo un simple... digámosle chofer. Le llevare de aquí a donde debe estar y sin cobrar la carrera.-
Se hizo el silencio tras aquello, lo siguiente fue que uno de esos hombres cogió una botella e inesperadamente me la lanzó a la cara y salió corriendo, "Ya he encontrado al señor Marcelus". Tras esquivar la botella salí corriendo tras él con la máxima velocidad que me permitía aquel tiempo y mi antideportiva vestimenta. El maldito Marcelus corría demasiado y cada vez lo veía más distante. Finalmente me detuve tras gritarle algún insulto que otro. Acabé agotado y apoyado sobre mis rodillas. Cuando recuperé el aliento levante la cabeza y aun cansado comencé a andar, de nuevo en su busca. Cabizbajo por el cansancio apenas veía por donde andaba por lo que no tarde en chocarme con alguien, a pesar de la escasa población, alce la vista para ver con quien me había topado. Alto, pelo corto y oscuro, trajeado y armado con una katana...
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Ushio soltó un ligero suspiro mientras iba caminando. Absorto en sus pensamientos fue que empezó a recordar todo lo que había vivido hasta este momento. Su extraña relación con Milena, cómo había comenzado todo y cómo ambos fueron cambiando con el paso del tiempo. Su extraña vida de pirata y de cómo estaba en la estúpida cruzada de salvar una isla que ni siquiera lo debería recordar. Su amistad con Taiga y las ganas que tenía de volver a verlo. La dulzura de Hinori y la fuerza de Dranser. La extraña confianza que tenía con Dexter y el resto de su banda. No lo negaba, había tenido buenos momentos. Extrañaba, quizás, el hecho de poder conversasr tendidas horas con Melissa. Aquella pelirroja que lo había entrenado hace unos años atrás. Suspiró de forma calmada y casi choca con alguien. ”No es momento para recordar eso…”
– Oh… – una sonrisa de medio lado se formó en su rostro. El destino estaba jugando a favor. La persona que había buscado había aparecido ante él. – Sí. Pero eso ahora no importa… Descansa en paz. – Se separó unos cuantos metros de él y sacó su espada blanca, con una debería bastar y sobrar para acabar con él. Activó su mantra y notó su débil presencia. ”No se ha hecho más fuerte… Perfecto.” – iba a ser un combate corto… Si es que se podía llamar combate. ”No dudes… Un solo ataque y todo acabara.” – tuvo que respirar hondo un par de veces para poder calmarse. Notó que la mano que portaba su espada estaba temblando. ¿Dudas? Claro. No le agradaba acabar con la vida de alguien, pero… Soltó otro suspiro y su mirada ahora mostraba pura decisión.
– Este el adiós… – Sin dudarlo lanzó dos ondas cortantes a su rival. Ambas iban dirigidas al pecho y la idea era que formaran una equis en este. Además, si por un milagro lograba esquivarlas, seguiría sus movimientos para tratar de cortarle la misma zona. Sus ataques iban con la suficiente fuerza como para ser letales o, al menos, lo suficientemente dañinos como para que muriera a los pocos segundos. Funcionara o no, se quedaría quieto esperando ver el resultado de su ataque. Dada su fuerza y su experiencia, dudaba que aquel sujeto pudiera esquivarlo. Pero… Todo era posible. ”Solo muere rápido…” – pensó mientras se quedaba viendo a su rival.
– Oh… – una sonrisa de medio lado se formó en su rostro. El destino estaba jugando a favor. La persona que había buscado había aparecido ante él. – Sí. Pero eso ahora no importa… Descansa en paz. – Se separó unos cuantos metros de él y sacó su espada blanca, con una debería bastar y sobrar para acabar con él. Activó su mantra y notó su débil presencia. ”No se ha hecho más fuerte… Perfecto.” – iba a ser un combate corto… Si es que se podía llamar combate. ”No dudes… Un solo ataque y todo acabara.” – tuvo que respirar hondo un par de veces para poder calmarse. Notó que la mano que portaba su espada estaba temblando. ¿Dudas? Claro. No le agradaba acabar con la vida de alguien, pero… Soltó otro suspiro y su mirada ahora mostraba pura decisión.
– Este el adiós… – Sin dudarlo lanzó dos ondas cortantes a su rival. Ambas iban dirigidas al pecho y la idea era que formaran una equis en este. Además, si por un milagro lograba esquivarlas, seguiría sus movimientos para tratar de cortarle la misma zona. Sus ataques iban con la suficiente fuerza como para ser letales o, al menos, lo suficientemente dañinos como para que muriera a los pocos segundos. Funcionara o no, se quedaría quieto esperando ver el resultado de su ataque. Dada su fuerza y su experiencia, dudaba que aquel sujeto pudiera esquivarlo. Pero… Todo era posible. ”Solo muere rápido…” – pensó mientras se quedaba viendo a su rival.
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– Sí. Pero eso ahora no importa… Descansa en paz. – dijo el joven trajeado muy calmado.
-Espera, ya te recuerdo. Me salvaste y luego buscabas mi... muerte.- al recordar eso me eché hacia atrás sabedor de que no debía juntarme mucho a aquel tipo. Un paso tras otro cuidadoso mientras el desenvaino su arma y yo, temeroso por mi vida, descubrí mis dos pistolas, "Cuerpo a cuerpo no haré nada, esta claro, debo alejarme" Pensé sabiendo que se avecinaba un combate.
Al ver como aquel que deseaba mi muerte levantaba su guadaña recordé que la distancia no le impedía atacar (aquella vez en el bar) por lo que decidí hacer lo más lógico e inteligente que se me ocurrió: correr. Por un momento, en medio de mi huida, decidí echar la vista atrás, y así contemple como dos hondas que formaban una cruz se dirigían hacia mi dándome motivos para correr aun más deprisa. Las pistolas en las manos, los cachivaches en los bolsillos y la bolsa de guitarra en la espalda donde portaba mi nueva arma no me eran favorables para la huida por lo que tenia que esquivarlo como sea. A punto de ser alcanzado por aquella cruz que tenia mi nombre vi frente mía a uno de los tipos de antes y, dado mi amor por las personas y en especial por aquellos hombre, no lo dude. Me abalancé sobre aquel imbécil y lo mas rápido que pude lo puse entre mi y mi muerte, dada la rapidez con la que pude actuar y el giro tan brusco tropecé y caí de espaldas con aquel tipo sujeto aun al frente. Antes de tocar el suelo, aquellos cortes atravesaron a mi escudo humano arrebatándole la vida e impactaron en mi, aunque a con una menor fuerza.
Aparte de mi el cadáver costosamente, pues aunque el impacto no había sido mortal si fue bien certero. Tenia la camiseta rota y una profunda X en el pecho que sangraba sin para. Intente recomponerme y levantarme pero el mínimo movimiento provocaba en mi un dolor insufrible y para completar la gracia, toser sangre no era para nada favorable ni agradable. Extrañamente y muy en contra de lo que me imaginé cuando llegará este momento acepte lo que sucedía, había llegado mi hora y aun así no me entristecía, simplemente sentía una gran rabia por dentro que me dolía más que aquella herida, tantos proyectos en mente que no construí y tantos lugares que no visité.
Con mi ultimo esfuerzo me quite las gafas de la cabeza como símbolo de haber finalizado y las tire sin mirar hacia atrás. Una sombra se posó sobre mi y levanto la espada, con un rápido gesto corto mi pecho de lado a lado arrebatándome así la vida. Sin saber porque decidí sonreí y cerrar los ojos dando así mi ultimo suspiro.
-Espera, ya te recuerdo. Me salvaste y luego buscabas mi... muerte.- al recordar eso me eché hacia atrás sabedor de que no debía juntarme mucho a aquel tipo. Un paso tras otro cuidadoso mientras el desenvaino su arma y yo, temeroso por mi vida, descubrí mis dos pistolas, "Cuerpo a cuerpo no haré nada, esta claro, debo alejarme" Pensé sabiendo que se avecinaba un combate.
Al ver como aquel que deseaba mi muerte levantaba su guadaña recordé que la distancia no le impedía atacar (aquella vez en el bar) por lo que decidí hacer lo más lógico e inteligente que se me ocurrió: correr. Por un momento, en medio de mi huida, decidí echar la vista atrás, y así contemple como dos hondas que formaban una cruz se dirigían hacia mi dándome motivos para correr aun más deprisa. Las pistolas en las manos, los cachivaches en los bolsillos y la bolsa de guitarra en la espalda donde portaba mi nueva arma no me eran favorables para la huida por lo que tenia que esquivarlo como sea. A punto de ser alcanzado por aquella cruz que tenia mi nombre vi frente mía a uno de los tipos de antes y, dado mi amor por las personas y en especial por aquellos hombre, no lo dude. Me abalancé sobre aquel imbécil y lo mas rápido que pude lo puse entre mi y mi muerte, dada la rapidez con la que pude actuar y el giro tan brusco tropecé y caí de espaldas con aquel tipo sujeto aun al frente. Antes de tocar el suelo, aquellos cortes atravesaron a mi escudo humano arrebatándole la vida e impactaron en mi, aunque a con una menor fuerza.
Aparte de mi el cadáver costosamente, pues aunque el impacto no había sido mortal si fue bien certero. Tenia la camiseta rota y una profunda X en el pecho que sangraba sin para. Intente recomponerme y levantarme pero el mínimo movimiento provocaba en mi un dolor insufrible y para completar la gracia, toser sangre no era para nada favorable ni agradable. Extrañamente y muy en contra de lo que me imaginé cuando llegará este momento acepte lo que sucedía, había llegado mi hora y aun así no me entristecía, simplemente sentía una gran rabia por dentro que me dolía más que aquella herida, tantos proyectos en mente que no construí y tantos lugares que no visité.
Con mi ultimo esfuerzo me quite las gafas de la cabeza como símbolo de haber finalizado y las tire sin mirar hacia atrás. Una sombra se posó sobre mi y levanto la espada, con un rápido gesto corto mi pecho de lado a lado arrebatándome así la vida. Sin saber porque decidí sonreí y cerrar los ojos dando así mi ultimo suspiro.
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Ushio suspiró… Había acabado. La presencia de aquel sujeto desaparecía lentamente. Guardó su espada y notó que había otro hombre tirado en el suelo. Su “rival” lo había usado como escudo… ¿Era necesario? No, pero entre la desesperación y las ganas de vivir, pudo más el instinto de sobrevivir. ”Es el fin…” – pensó mientras se dejaba caer en el suelo. Sus ojos divagaron unos minutos y su cabeza daba vueltas, finalmente, terminó por vomitar. Era lo necesario… Se tenía que convencer a si mismo que era por un bien mayor… Se levantó, algo tambaleante, y agarró el cuerpo del joven pistolero. Era hora de irse de ese lugar.
– Lo siento… – Susurró. Notó que la sangre manchaba sus ropas, pero nada le importó. No tardó mucho en llegar a su barco y poner rumbo. Era hora de buscar a Milena, suerte que tenía una vivre card a su favor para hacerlo. Dejó el cuerpo sin vida del pistolero a un lado del barco y se puso a navegar. Ya todo había acabado.
– Lo siento… – Susurró. Notó que la sangre manchaba sus ropas, pero nada le importó. No tardó mucho en llegar a su barco y poner rumbo. Era hora de buscar a Milena, suerte que tenía una vivre card a su favor para hacerlo. Dejó el cuerpo sin vida del pistolero a un lado del barco y se puso a navegar. Ya todo había acabado.
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