31. En la guarida de Ella-Laraña

Apenas os habéis acercado lo suficiente como para tener una civilizada conversación cuando escucháis un chasqueo, y de pronto un hilo de espesa seda pegajosa sale del interior de la cueva, pegándose al tobillo de Spanner. De pronto una fuerza impresionante empieza a tirar de la soga pegajosa, tratando de arrastrar al chico hacia la cueva, donde sigue sonando el chasquido con cada vez más intensidad. Una cabeza arácnida aparece en la entrada de la gruta, mirando con sus enormes ojos negros y sus quelíceros moviéndose. Parece hambrienta, y parece que ese apetito voraz le da fuerza.

Unas presencias comenzaron a acercarse al chico, y el mafioso no tardó mucho en detectarlas. Mostró una sonrisa calmada y giró su rostro para ver de quién se trataban. Esperaba que fuesen seres salvajes u otros tipos que pudiesen ayudarle. Se fijó en que parecían ser más lo segundo, y por ello mostró una sonrisa calmada. Escuchó a uno de ellos preguntarle acerca del interior de la cueva. Trató de analizarlos con su haki de observación, y el resultado fue positivo. Ambos parecían fuertes, aunque más el tipo que parecía un jodido pájaro. Ban entonces soltó un leve suspiro y negó un poco con la cabeza.

- Me temo que no es así. Acabo de llegar a este sitio en busca del famoso tesoro ¿Queréis una preciosa alianza?

Nada más decir aquello, un hilo cogió al moreno del pie. El mafioso estuvo a punto de cortar la cuerda, pero en ese momento el otro tipo se hizo intangible, como si fuese un puto fantasma. Los ojos de Midou se abrieron bastante, pues no se esperaba eso de ninguna de las formas. Contempló la cabeza de aquel temible ser, y no hizo otra cosa que fruncir el ceño. Escupió a un lado, y después chasqueó la lengua de forma severa. Su mirada estaba fija en aquel ser con ojos negros como la noche. No tardó mucho en tratar de comunicarse con aquellos tipos que estaban ahora con él.

- Soy Ban Midou, y os digo que es el momento de eliminar a esta cosa.

Nada más decir aquello, sacó su espada bastarda, Cladón. La empuñó con ambas manos, y la hoja tomó un tono negro metálico. Entonces activó el soru, desplazándose a toda velocidad hacia aquel ser. Su objetivo sería lanzarle un tajo imbuido en haki (Nivel 2) a la cabeza, y de esa forma eliminarla. Le diese o no, trataría de retroceder usando el soru de nuevo, y colocándose junto a los dos hombres.

Dato Off: Ban posee un X4 de fuerza pasivo.

La araña recibe ambos golpes y se estremece ligeramente. Un sonido siseante, de carne quemándose, se puede escuchar, y el animal empieza a chasquear los quelíceros con mucha más intensidad. Del interior de la cueva salen un montón de pequeñas arañas, del tamaño de un melón, que corretean hacia vosotros a toda velocidad, creando una alfombra de patas largas y peludas. Mientras tanto, la madre empieza a disparar una serie de bolas de seda pegajosa. Dispara un total de ocho, tratando de daros. Cuando una de las esferas toque una superficie, explotará, expandiendo la seda de tela de araña en un radio de medio metro a su alrededor, por lo que si os da, es posible que os inmovilice bastante, ya que pese a elástica, es muy resistente una vez se endurece al contacto con el aire.

La situación era favorable para el trío masculino. No solo se habían aliado, también estaban causándole daño a aquella enorme cosa con patas. Sospechó que ese bicho debía de ser resistente por no caer a la primera con el tajo a la cabeza, por lo que pensó en aumentar la temperatura, un buen chiste. Se relamió despacio, y comenzó a concentrarse mientras observaba a su objetivo. Era jodida araña debía pagar lo más caro posible su osadía, fuese de la forma que fuese. Entonces se le ocurrió la idea de achicharrarla con vida hasta que se hicieran un pequeño objeto maloliente.

Aquella cabrona entonces llamó a los capullos de sus hijos para que le robaran el cobre a Ban. No, en verdad venían a comérselos. El castaño entonces recibió un bolazo en el pecho por distraerse, sintiéndose atrapado por una masa de tela. Fue entonces cuando se impresionó al ver el poder de fuego del tal Zane. No tardó en hacerse intangible, y derretir también aquella cosa, tal y como hizo el otro hombre.

- ¡Técnica del dúo ardiente! ¡Araña a la brasa!

Gritó empezando a emanar pequeño chorros de lava por sus pies. Usó el soru para pasar sobre las arañas tras el hombre pájaro, y de paso quemar a las supervivientes. Por último estiraría ambos puños hacia la araña grande, tratando de soltar una buena cantidad de magma ardiendo sobre ella, y terminar con su vida.