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Escenario: Baterilla
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- Combate bélico
-
- Si vence Meneror: Ban se unirá a la Famiglia Contarini.
- Sin límite de tiempo.
Otro detalles: Es tarde por la noche. Esta despejado y hacer algo de frío.
Y parte...
Invitado ha efectuado 1 lanzada(s) de uno 1 :
- 2
1- Ban.
2- Meneror.
Meneíllos
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El mafioso abrió el cajón del hermoso escritorio de ébano, y sacó una caja alargada de este. La depositó frente a él y cerró el cajón, lamiéndose los labios para humedecerlos. Era un gran momento para disfrutar de un buen habano, aprovechando que no tenía ningún compromiso pendiente. Retiró la tapa y examinó los puros, dedicando unos minutos a elegir el mejor, fijándose en su color y tocándolos para sentir su consistencia. Había uno que le parecía particularmente prometedor... ¿lo sería? El mafioso sonrió para sí, cogiéndolo y acercándolo a su nariz para olisquearlo. Parecía que había elegido bien. Lo apoyó en la mesa, dejando el borde asomando y cogió el cortapuros con su única mano. Con precisión casi quirúrgica, cortó el extremo del mismo, tras lo que lo cogió de nuevo. Se lo llevó a la boca y sacó el zippo, encendiendo el puro al fin. Dio una calada mientras dejaba el mechero en la mesa, y comenzó a juguetear con el humo en su boca. Sin embargo... le faltaba algo. Cogió una campanilla en su escritorio y la hizo sonar.
- Servidme una copa de tinto si tenéis a bien, Carlo. El de crianza que trajimos de Skyros - dijo a su mayordomo cuando entró.
Este le hizo una reverencia y se retiró. Poco después estaba disfrutando de la combinación de sabores del humo del puro y del excelente tinto del norte. Se acomodó en su sillón, y comenzó a hacer anillos de humo con el puro. Hacía mucho tiempo que no hacía ningún movimiento... había echado al hijo de Karl dándole largas y prometiéndole ayudarle llegado el momento. El chico tenía potencial, pero él no iba a servir a nadie. Ayudó a su padre en su momento, pero el tal Émile no tenía ni una décima parte del garbo, poderío y carisma del antiguo Almirante. Sin embargo le habían llegado preocupantes noticias de que el pirata había conquistado el Nuevo Mundo, proclamándose Yonkou. ¿Habría hecho bien negándose a unirse a su flota? Ahora bien podría haber represalias.
- Lo hecho, hecho está. Il Bianco no es sirviente de un diablito del tres al cuarto - dijo para sí.
- Servidme una copa de tinto si tenéis a bien, Carlo. El de crianza que trajimos de Skyros - dijo a su mayordomo cuando entró.
Este le hizo una reverencia y se retiró. Poco después estaba disfrutando de la combinación de sabores del humo del puro y del excelente tinto del norte. Se acomodó en su sillón, y comenzó a hacer anillos de humo con el puro. Hacía mucho tiempo que no hacía ningún movimiento... había echado al hijo de Karl dándole largas y prometiéndole ayudarle llegado el momento. El chico tenía potencial, pero él no iba a servir a nadie. Ayudó a su padre en su momento, pero el tal Émile no tenía ni una décima parte del garbo, poderío y carisma del antiguo Almirante. Sin embargo le habían llegado preocupantes noticias de que el pirata había conquistado el Nuevo Mundo, proclamándose Yonkou. ¿Habría hecho bien negándose a unirse a su flota? Ahora bien podría haber represalias.
- Lo hecho, hecho está. Il Bianco no es sirviente de un diablito del tres al cuarto - dijo para sí.
Ban Midou IV
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De nuevo en aquella isla del Sur. Recordaba haber estado en una misión como agente del gobierno, aunque eso no salió del todo bien. Aquel día mientras perseguía a unos delincuentes, pudo ver lo que parecía ser una especie de bar que le llamó la atención. Cuando el mafioso se quedaba con la duda, decidía investigar de la mejor forma posible. Tal vez podía tomarse algo en aquel sitio y de paso poder saber qué clase de clientes había en dicho local. El chico era uno de los tres supervivientes de los Taketo y por ello debía de continuar con sus labores pese a la muerte de su familia. El chico entró por la puerta con toda la calma del mundo y lo primero que hizo fue dirigirse a la barra de forma tranquila. Una vez estuvo sentado en ella, llamó al camarero alzando su mano con calma.
- Ponme el refresco de limón más ácido que tengas, pero que lleve un par de hielos. No me gustan las bebidas calientes.
Una vez dijo aquello, cerró los ojos despacio. Iba vestido con una camisa blanca de manga larga, unos pantalones negros y unos zapatos del mismo tono. En su espalda portaba una vaina de un tamaño considerable y en cada lado de la cintura llevaba otra. Sus tres espadas siempre iban con él. Portaba sus preciosas gafas de Sol de color morado también. En cuanto aquel tipo le puso su vaso junto a una tapa de carne en salsa, el chico soltó un pequeño suspiro. Masticó la comida con calma mientras trataba de pensar en qué paso dar a continuación. Con un precio de cien millones por su cabeza, era muy difícil andar por las calles a plena luz del día. Por eso solía salir poco cuando el Sol iluminaba las islas.
- Parece que esta carne está en unas condiciones sobresalientes. Llevaba tiempo sin comer como era debido. Mis felicitaciones al cocinero.
Dijo entonces en un tono alto, abriendo los ojos y clavando su mirada en la del camarero. A continuación le dio un sorbo a su bebida, sintiendo aquella deliciosa acidez. Disfrutaba bastante a la hora de comer y eso se notaba a simple vista.
- Ponme el refresco de limón más ácido que tengas, pero que lleve un par de hielos. No me gustan las bebidas calientes.
Una vez dijo aquello, cerró los ojos despacio. Iba vestido con una camisa blanca de manga larga, unos pantalones negros y unos zapatos del mismo tono. En su espalda portaba una vaina de un tamaño considerable y en cada lado de la cintura llevaba otra. Sus tres espadas siempre iban con él. Portaba sus preciosas gafas de Sol de color morado también. En cuanto aquel tipo le puso su vaso junto a una tapa de carne en salsa, el chico soltó un pequeño suspiro. Masticó la comida con calma mientras trataba de pensar en qué paso dar a continuación. Con un precio de cien millones por su cabeza, era muy difícil andar por las calles a plena luz del día. Por eso solía salir poco cuando el Sol iluminaba las islas.
- Parece que esta carne está en unas condiciones sobresalientes. Llevaba tiempo sin comer como era debido. Mis felicitaciones al cocinero.
Dijo entonces en un tono alto, abriendo los ojos y clavando su mirada en la del camarero. A continuación le dio un sorbo a su bebida, sintiendo aquella deliciosa acidez. Disfrutaba bastante a la hora de comer y eso se notaba a simple vista.
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Meneror expulsó un anillo de humo de puro, para luego crear una serpiente negra de gas con su akuma, y la hizo recorrer los anillos que había creado, siguiendo su movimiento con el dedo. Mientras hacía eso, distraído, la puerta se abrió de repente. El mafioso dirigió una única mirada al imprudente que había tenido la descortesía de abrir de esa manera, suficiente para que el hombre palideciera y le hiciera una reverencia. Era otro de sus hombres, un marinero raso. Ni siquiera era oficial, menuda desfachatez entrar así en el despacho de su jefe a la hora del puro. El mafioso no mostró enfado, pero el humo negro que comenzó a brotar de sus hombros denotaba peligro.
- Os pido disculpas, don. Traigo urgentes noticias que creo le interesarán.
Il Bianco arqueó una ceja, interesado. Más le valía a aquel chiquillo no equivocarse, o acababa de ganarse convertirse en un ejemplo para el resto de la tripulación.
- Pardiez muchacho, al grano. ¿De qué se trata?
El tembloroso pirata se acercó y puso un cartel en el escritorio. Este mostraba a un hombre joven, de cabellos largos, oscuros y desordenados. "Wanted. Dead or alive. Ban Midou, 100.000.000 de berries." Le sonaba aquel nombre... alzó la mirada de nuevo hacia el marino, que se apresuró a explicarse:
- El señor Midou se halla ahora mismo en el local, señor.
- Comprendo... buenas noticias para vos, señor...
- Calloway, capitán.
- [i]Señor Calloway... acabáis vos de quedar nombrado mi mensajero... informad al señor Midou de que está invitado a pasar a mi despacho. Decidle que tendré a bien ofrecerle un buen ágape y un puro si me concede el placer de una reunión.
- Os pido disculpas, don. Traigo urgentes noticias que creo le interesarán.
Il Bianco arqueó una ceja, interesado. Más le valía a aquel chiquillo no equivocarse, o acababa de ganarse convertirse en un ejemplo para el resto de la tripulación.
- Pardiez muchacho, al grano. ¿De qué se trata?
El tembloroso pirata se acercó y puso un cartel en el escritorio. Este mostraba a un hombre joven, de cabellos largos, oscuros y desordenados. "Wanted. Dead or alive. Ban Midou, 100.000.000 de berries." Le sonaba aquel nombre... alzó la mirada de nuevo hacia el marino, que se apresuró a explicarse:
- El señor Midou se halla ahora mismo en el local, señor.
- Comprendo... buenas noticias para vos, señor...
- Calloway, capitán.
- [i]Señor Calloway... acabáis vos de quedar nombrado mi mensajero... informad al señor Midou de que está invitado a pasar a mi despacho. Decidle que tendré a bien ofrecerle un buen ágape y un puro si me concede el placer de una reunión.
Ban Midou IV
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El chico continuaba comiendo de aquella deliciosa carne, al mismo tiempo que bebía de la bebida que le habían puesto los del bar. El camarero se estaba portando como un auténtico caballero, y eso había hecho sentirse cómodo al mafioso. Tomó de nuevo otro trozo de carne y después de unos momentos lo tragó con toda la calma del mundo. Simplemente estaba maravilloso. A lo mejor debía pasar por aquel sitio algunas veces más. Sentía una sensación bastante cómoda.
En ese momento, pudo escuchar unos pasos que hacían un ruido considerable. Un tipo se estaba acercando a él a toda prisa y con una expresión un tanto intranquila. Seguramente venía de cagar o algo parecido, por lo que el príncipe serpiente pasó del tema y continuó a lo suyo. Dio un enorme trago a su bebida y entonces se estiró un poco. Debía de encontrar algo divertido que hacer. En ese momento, el tipo del váter se paró frente a él, diciéndole que su jefe quería una reunión con él. Además le había invitado a un ágape y a un puro. No sabía qué demonios era lo primero, pero no iba a rechazar lo segundo.
- Oh, vaya servicio bueno. Voy ahora mismo, pero me gustaría encargar unos cuantos platos de esta carne para llevar. Espero que pueda ocuparse.
Una vez dijo aquello, empezó a caminar hacia la sala de dónde había salido aquel tipo. Su expresión era bastante tranquila y lo primero que hizo fue meter la mano en su bolsillo. No estaba su mechero y quería encender el puro con él. “Puto pollo basura, espero que le metan dos bates de béisbol en el culo.” Pensó con un ligero enfado. Entonces abrió la puerta con toda la calma del mundo y una vez entró a la habitación cerró. Clavó sus ojos en aquel hombre de cabellera albina y lo primero que hizo fue sonreír de lado.
- Gracias por la invitación, señor del puro. No todos los días uno recibe un trato tan amable y menos después de tener un alto precio por su cabeza. Por cierto ¿Le gusta la carne en salsa?
En ese momento, pudo escuchar unos pasos que hacían un ruido considerable. Un tipo se estaba acercando a él a toda prisa y con una expresión un tanto intranquila. Seguramente venía de cagar o algo parecido, por lo que el príncipe serpiente pasó del tema y continuó a lo suyo. Dio un enorme trago a su bebida y entonces se estiró un poco. Debía de encontrar algo divertido que hacer. En ese momento, el tipo del váter se paró frente a él, diciéndole que su jefe quería una reunión con él. Además le había invitado a un ágape y a un puro. No sabía qué demonios era lo primero, pero no iba a rechazar lo segundo.
- Oh, vaya servicio bueno. Voy ahora mismo, pero me gustaría encargar unos cuantos platos de esta carne para llevar. Espero que pueda ocuparse.
Una vez dijo aquello, empezó a caminar hacia la sala de dónde había salido aquel tipo. Su expresión era bastante tranquila y lo primero que hizo fue meter la mano en su bolsillo. No estaba su mechero y quería encender el puro con él. “Puto pollo basura, espero que le metan dos bates de béisbol en el culo.” Pensó con un ligero enfado. Entonces abrió la puerta con toda la calma del mundo y una vez entró a la habitación cerró. Clavó sus ojos en aquel hombre de cabellera albina y lo primero que hizo fue sonreír de lado.
- Gracias por la invitación, señor del puro. No todos los días uno recibe un trato tan amable y menos después de tener un alto precio por su cabeza. Por cierto ¿Le gusta la carne en salsa?
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Mientras su invitado no entraba, Il Bianco se levantó de su sillón y se acercó a la estantería que había tras su escritorio. Cogió un pesado archivador negro y lo depositó en su escritorio, abriéndolo y comenzando a pasar rápidamente documentos. Finalmente encontró lo que buscaba: la familia Taketo. Una palabra en letras rojas cruzaba la ficha: "eliminados." Ban Midou... al parecer era el hijo del antiguo jefe, y único superviviente conocido a la masacre de la familia por parte de la Marina. Podría ser un diamante en bruto que explotar como parte de su banda, si lo convencía. ¿Qué tendría mejor que hacer el chiquillo después de todo, ahora que su familia había desaparecido? No había nada entre sus datos de que hubiese decidido entregar su lealtad a nadie... y aunque solía estar bien informado, nada le decía que no fuese así. Pero una buena oferta de trabajo y un fajo de billetes siempre contribuían a incentivar la buena voluntad de cualquier hombre. Entonces la puerta volvió a abrirse sin aviso previo, lo que molestó de sobremanera al mafioso. Sin dejarlo traslucir, cerró el archivador, y levantó la vista. Arqueó ligeramente una ceja al ver la actitud desenfadada y maleducada del chico, y conteniendo su ira dijo con educación:
- Sed bienvenido a aqueste mi humilde local, señor Midou. Sepa vuesa merced que mi nombre es don Meneror Il Bianco, capo de la Famiglia Contarini. Ahora mismo hayádevos en mis tierras... y como dicta las normas de la cortesía, como anfitrión, os invito a mi mesa - señaló un asiento frente a su escritorio, y se sentó en su sillón - Por favor, poneos cómodo, y no dudéis en tomar uno de mis habanos. Aquí tenéis también mi mechero y mi cortapuros, si necesitáis uno. Y en respuesta a vuestra peculiar pregunta, todo manjar es recibido con buenos ojos por mi parte.
Meneror tomó otra copa y sirvió una generosa cantidad de vino en ella, poniéndola frente a su invitado. Luego bebió él mismo un trago de la suya, y siguió disfrutando de su puro. Exhaló una columna de humo lentamente, disfrutando de la sensación, para luego dirigirse a Ban.
- Seré breve para no entreteneros, señor Midou. Os quiero en mi Famiglia. Conozco vuestra historia, y la de vuestra familia... y yo mejor que nadie comprendo lo que es buscar justo castigo a aquellos que nos agravian... ¿no deseáis acaso venganza para vuestro padre? - entrecruzó los dedos - Estoy dispuesto a ser bastante generoso... un hombre de mi posición sabe con quién le conviene llevarse bien. Y creedme, si os unís a mi... saldréis ganando. Mi fama y poder en los bajos fondos es tal que el propio Yonkou Lion D. Émile intentó ganarse mi lealtad.
- Sed bienvenido a aqueste mi humilde local, señor Midou. Sepa vuesa merced que mi nombre es don Meneror Il Bianco, capo de la Famiglia Contarini. Ahora mismo hayádevos en mis tierras... y como dicta las normas de la cortesía, como anfitrión, os invito a mi mesa - señaló un asiento frente a su escritorio, y se sentó en su sillón - Por favor, poneos cómodo, y no dudéis en tomar uno de mis habanos. Aquí tenéis también mi mechero y mi cortapuros, si necesitáis uno. Y en respuesta a vuestra peculiar pregunta, todo manjar es recibido con buenos ojos por mi parte.
Meneror tomó otra copa y sirvió una generosa cantidad de vino en ella, poniéndola frente a su invitado. Luego bebió él mismo un trago de la suya, y siguió disfrutando de su puro. Exhaló una columna de humo lentamente, disfrutando de la sensación, para luego dirigirse a Ban.
- Seré breve para no entreteneros, señor Midou. Os quiero en mi Famiglia. Conozco vuestra historia, y la de vuestra familia... y yo mejor que nadie comprendo lo que es buscar justo castigo a aquellos que nos agravian... ¿no deseáis acaso venganza para vuestro padre? - entrecruzó los dedos - Estoy dispuesto a ser bastante generoso... un hombre de mi posición sabe con quién le conviene llevarse bien. Y creedme, si os unís a mi... saldréis ganando. Mi fama y poder en los bajos fondos es tal que el propio Yonkou Lion D. Émile intentó ganarse mi lealtad.
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Ban no tardó mucho en sentarse, dirigiendo una mirada tranquila hacia aquel hombre que parecía estar disfrutando de su puro. Al parecer, se había dirigido a él de una forma más educada de lo que pensaba. Al final no iba a hacer falta mostrar su faceta de idiota comilón y empezar a tratar con el mismo trato a aquel hombre. Se hallaban entre mafiosos y Midou sabía de sobra que las tonterías sobraban en los despachos. Su primer propósito ya estaba cumplido y ese era el de comprobar si aquel tenía paciencia. No había sabido que era un mafioso hasta hacía poco, pero ahora lo sabía. Sus azulados ojos azules ahora tomaron un aspecto más serio, entrecerrándose un poco. Su boca pasó de estar mostrando una sonrisa a tener un gesto un poco serio. No podía creer que encontrase a otro de los suyos en un local como aquel. Se relamió un poco, tratando de terminar con el sabor de la carne.
- Gracias por su trato.
Dijo de forma un poco más seria. Se notaba que Ban se hacía muchísimo el tonto, por no decir que se pasaba el día de esa forma. Sin embargo, su verdadera personalidad salía a la luz cuando hablaba de cosas serias como las mafias. Eran su vida y por ello quería mostrarse tal y como era cuando estaba en pleno acto de negocios. Tomó uno de aquellos puros con tranquilidad, para después hacerle un pequeño corte en la punta. A continuación lo puso en su boca y usó el mechero que le había ofrecido aquel hombre para encenderlo. Dio una calada considerable, mirando después a los ojos de su anfitrión. Llevó la mano derecha a sus gafas de Sol y se las ajustó un poco. Debía de admitir que estaba bastante impresionado. No era la primera vez que acudía a aquel tipo de reuniones y por ello pensaba mostrar su experiencia.
- Ahora me desvelaré, don Meneror. He comprobado que tenéis paciencia con los idiotas y eso le honra. Soy el príncipe serpiente y como tal, sé perfectamente cómo debo comportarme.
- Spoiler:
Mencionó entonces en un tono bastante serio. Sus azulados ojos se clavaron entonces en los del otro hombre. El chico dio una calada más, echando después el humo suavemente. Las palabras que dijo aquel hombre sobre su padre le hicieron apretar su puño derecho. Vengarse era precisamente lo que deseaba. Cerró los ojos calmándose entonces, sabía bastante bien guardar la rabia en aquellas situaciones. No podía evitar pensar en la tragedia que sucedió. A continuación, miró de nuevo a aquel tipo. La verdad es que su oferta parecía bastante tentadora, pero antes debía dejarle claras algunas cosas. Los objetivos de Ban iban más allá de lo que cualquier mafia podía lograr. Esperaba que al menos ese tipo tuviese el poder necesario para cumplir con todo. Tan solo con mencionar a uno de los cuatro emperadores pirata, Midou mostró una sonrisa tranquila.
- La fama es algo que me lleva interesando desde niño, pero tras lo ocurrido con mi familia, me importa poco. Quiero vengar a mi padre, como bien habéis dicho. Los culpables fueron tres entidades. La marina, el gobierno, y los Bolts.
Pronunció el último nombre con algo de asco. Esos cabrones eran la principal causa por la que Ban había tenido la pelea con Kleiton y por ello los marines dieron con su base. El chico entonces tomó un trago de aquel vino, mirando después a aquel hombre.
- Los Bolts son una mafia del Oeste que causó mucho dolor a los míos. Mi objetivo es derrotarlos, pero no dispongo de nada. Duermo donde puedo, como con el dinero que me queda, y apenas puedo entrenar. Ahora mi pregunta final ¿Usted puede ayudarme a levantar a los Taketo de las cenizas? Si lo hiciera, estaría claro que estaríamos afiliados a su familia ante todo. Mientras tanto, estaré a su servicio los años que sean necesarios ¿Pero puede cumplir eso?
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Meneror sopesó sus opciones con cuidado. Si bien era enemigo de la Marina, un enfrentamiento directo con ella no era lo que buscaba. Ya bastante había llamado la atención en Mariejoa, y antes de eso capturando navíos marines, los mismos que ahora conformaban su flota. Poseía suficientes hombres entre sus cincos barcos como para tener una fuerza de choque considerable... pero carecía de grandes luchadores. Y extenderse al West Blue podía ser beneficioso para sus negocios. Si centraba su oferta hacia Midou en derrotar a los Bolts podía ganárselo como aliado, y al mismo tiempo lograr esa expansión de su imperio. De momento su negocio se limitada mayormente al contrabando de armas, mayormente del alijo robado al Gobierno. Sin embargo el negocio iba de capa caída desde que la mayor parte de este fuera adquirido por el monarca Markov durante su guerra por el trono, y desde entonces llevaban sobreviviendo de saqueos menores y lo que les restaba de aquella pequeña y mermante fortuna. Era hora de renovar su negocio en el South Blue, y luego expandirse al otro mar.
- Veo que sois un hombre sagaz - dijo, con una carcajada pesada y siniestra - Bien... me gustan los hombres como vos. Estaré dispuesto a daros vuestra venganza contra los Bolts... pero algo debe quedar claro. Aquí mi palabra es ley, yo soy el jefe. Si digo salto, saltaréis. Si te ordeno matar, matarás. Si os digo que beséis el suelo a mis pies, voto a bríos que lo haréis. A cambio, tendréis vuestra venganza y la oportunidad de reformar vuestra familia... como subordinados de los Contarini, claro está.
Vació el resto de su copa y volvió a llevarse el puro a la boca, disfrutando del contraste de sabores. Con una sonrisa, continuó:
- Sabed que poseo una flota de cinco navíos de guerra. Mi cometido actual es expandir mis negocios y encontrar luchadores capaces, pues témome que mis hombres son buenos marineros, pero mediocres con las armas. Ayudadme, expandamos el poder de la Famiglia, y el peso de la justicia caerá sobre vuestros enemigos, señor Midou.
- Veo que sois un hombre sagaz - dijo, con una carcajada pesada y siniestra - Bien... me gustan los hombres como vos. Estaré dispuesto a daros vuestra venganza contra los Bolts... pero algo debe quedar claro. Aquí mi palabra es ley, yo soy el jefe. Si digo salto, saltaréis. Si te ordeno matar, matarás. Si os digo que beséis el suelo a mis pies, voto a bríos que lo haréis. A cambio, tendréis vuestra venganza y la oportunidad de reformar vuestra familia... como subordinados de los Contarini, claro está.
Vació el resto de su copa y volvió a llevarse el puro a la boca, disfrutando del contraste de sabores. Con una sonrisa, continuó:
- Sabed que poseo una flota de cinco navíos de guerra. Mi cometido actual es expandir mis negocios y encontrar luchadores capaces, pues témome que mis hombres son buenos marineros, pero mediocres con las armas. Ayudadme, expandamos el poder de la Famiglia, y el peso de la justicia caerá sobre vuestros enemigos, señor Midou.
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El chico entrecerró los ojos despacio. Escuchó aquella carcajada siniestra por parte de aquel mafioso y después escuchó sus palabras. Al principio aquel hombre le parecía un negociante bastante bueno y lo habría sido sino hubiese dicho un par de cosas. Midou era todo un soldado, pues siempre realizaba cualquier misión con éxito y no le importaba tener que matar. Sin embargo, él siempre había estado de buen rollo con su familia, y todos se respetaban y querían bastante. Que ese hombre quisiera sus servicios le parecía perfecto, pero había unas cosas que no iba a tolerar de ninguna forma. Tenía una forma de ver las cosas un poco distinta de los demás y no iba a dudar en dejarlas claras. Era un tipo muy directo.
- don Meneror, no tengo problema con matar. No tengo problema en realizar cualquier misión que usted mande, y por supuesto, no tengo problema en hablarle con respeto. Pero debe usted saber una cosa…
De repente, unas pequeñas gotas de magma comenzaron a surgir de la frente del muchacho, resbalando por sus mejillas y llegando a la barbilla. De allí caían a su cuello y se perdían por el interior de su camisa, además, una especie de humo negro surgió de su cuerpo. Parecía haberse puesto un poco hostil, pero no era así. Tan solo quería mostrar seriedad en aquel asunto, fuese de la forma que fuese.
- No soy un esclavo. No voy a saltar, ni voy a besarle los pies a nadie. No me malinterprete, si fallo en una misión, aceptaré cualquier castigo que me imponga, incluidos los que acabo de nombrar. Sin embargo, no realizaré ningún acto humillante por dar mi opinión, tirar sin querer una taza de café al suelo, o por mera diversión suya. Ante todo soy el príncipe de los Taketo y tengo un orgullo que mantener.
Una vez dijo aquello, soltó otra calada, al mismo tiempo que mostraba una sonrisa ladeada. Se notaba que era bastante serio en cuanto a aquel tema. Una cosa era servir a un líder y otra muy distinta dejarse humillar.
- don Meneror, no tengo problema con matar. No tengo problema en realizar cualquier misión que usted mande, y por supuesto, no tengo problema en hablarle con respeto. Pero debe usted saber una cosa…
De repente, unas pequeñas gotas de magma comenzaron a surgir de la frente del muchacho, resbalando por sus mejillas y llegando a la barbilla. De allí caían a su cuello y se perdían por el interior de su camisa, además, una especie de humo negro surgió de su cuerpo. Parecía haberse puesto un poco hostil, pero no era así. Tan solo quería mostrar seriedad en aquel asunto, fuese de la forma que fuese.
- No soy un esclavo. No voy a saltar, ni voy a besarle los pies a nadie. No me malinterprete, si fallo en una misión, aceptaré cualquier castigo que me imponga, incluidos los que acabo de nombrar. Sin embargo, no realizaré ningún acto humillante por dar mi opinión, tirar sin querer una taza de café al suelo, o por mera diversión suya. Ante todo soy el príncipe de los Taketo y tengo un orgullo que mantener.
Una vez dijo aquello, soltó otra calada, al mismo tiempo que mostraba una sonrisa ladeada. Se notaba que era bastante serio en cuanto a aquel tema. Una cosa era servir a un líder y otra muy distinta dejarse humillar.
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Meneror podría haber dejado pasar aquella altanería... si no fuese por la actitud general. ¿Qué era aquello que goteaba por su cuerpo? Así que un usuario de akuma. Fuera lo que fuera, parecía caliente. ¿Magma? ¿Podía ser que aquel fuese el usuario de la Magu Magu no mi? El mafioso reaccionó a la provocación activando su propia fruta. Hilillos del oscuro humo de su Pyro Pyro no mi comenzaron a brotar de su cuerpo, al tiempo que una vena se marcaba en la frente del capo.
- A Dios pongo por testigo que jamás toleré ni toleraré insolencias, señor Midou.
El mafioso se levantó, alto como era, y le dirigió una fría y dura mirada al joven.
- ¿Queréis respeto? Ganároslo. Nadie por muy hijo de un muerto bien avenido en vida recibirá mi trato de igual a igual sin demostrar su valía. No recibió ese trato el capitán Émile y no lo recibiréis vos. Ahora, si sois hombre, salgamos afuera y batámonos en duelo. Demostradme que realmente os merecéis dicho trato.
Los ojos del líder mafioso ahora chispeaban cargados de ira. Había agarrado el bastón con cabeza de águila de plata que reposaba junto a su escritorio, y tan sólo esperaba a una palabra del joven para salir del local con él y prepararse para enfrentarlo como correspondía. En cuanto aceptara, saldrían fuera y se colocaría a unos metros de él en la calle. La brisa nocturna acarició su rostro mientras desenvainaba su arma, el estoque que ocultaba en el falso bastón. Colocándose en guardia, mientras una negra humareda comenzaba a aparecer en torno a él cubriendo un área de dos metros de radio, dijo al mafioso:
- Cuando queráis, señor Midou. Demostradme que vuestras bravuconadas no son palabras vacías.
- A Dios pongo por testigo que jamás toleré ni toleraré insolencias, señor Midou.
El mafioso se levantó, alto como era, y le dirigió una fría y dura mirada al joven.
- ¿Queréis respeto? Ganároslo. Nadie por muy hijo de un muerto bien avenido en vida recibirá mi trato de igual a igual sin demostrar su valía. No recibió ese trato el capitán Émile y no lo recibiréis vos. Ahora, si sois hombre, salgamos afuera y batámonos en duelo. Demostradme que realmente os merecéis dicho trato.
Los ojos del líder mafioso ahora chispeaban cargados de ira. Había agarrado el bastón con cabeza de águila de plata que reposaba junto a su escritorio, y tan sólo esperaba a una palabra del joven para salir del local con él y prepararse para enfrentarlo como correspondía. En cuanto aceptara, saldrían fuera y se colocaría a unos metros de él en la calle. La brisa nocturna acarició su rostro mientras desenvainaba su arma, el estoque que ocultaba en el falso bastón. Colocándose en guardia, mientras una negra humareda comenzaba a aparecer en torno a él cubriendo un área de dos metros de radio, dijo al mafioso:
- Cuando queráis, señor Midou. Demostradme que vuestras bravuconadas no son palabras vacías.
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El joven mafioso no pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra. De modo que ese hombre se negaba a cumplir sus pequeños requisitos… En ese caso iba a tener que enseñarle lo que era la humildad a base de espadazos. La proposición de batirse en duelo iba a ser bastante interesante, por lo que se colocó en pie y después de unos segundos asintió con la cabeza. Si ese hombre quería un combate contra él, lo iba a tener. No se dejaría derrotar por aquel mafioso de ninguna forma.
Lo que lo dejó impresionado fue aquel humo negro que salió de su cuerpo ¿Una fruta de imitar? Esperaba que tampoco pudiese manejar lava, o de lo contrario iba a tener un encuentro realmente ardiente. Frunció el ceño y entonces salió al exterior con aquel hombre, dispuesto a darle el combate que pedía. Sus armas estaban ansiosas por ser usadas de nuevo, y no dudaría en usar sus trucos más sucios para ellos. En el tema de la espada era un espadachín con honor, pero en el uso de poderes, era un poco cabrón.
Una vez estuvieron fuera, el chico escuchó las palabras de Meneror, invitándole a comenzar por lo que se veía. Ban desenfundó entonces a Azazel y Hudoku, agarrándolas con fuerza y preparándose para aquel combate. Si estaba imitando su propio poder, significaba que también podía convertirse en lava, aunque a lo mejor se estaba equivocando.
- En ese caso, preparaos para la derrota. Me ganaré ese derecho, y si pierdo, os contentaré con vuestras propias normas.
Una vez dijo aquello, trotó de forma lenta hacia Meneror, para de repente activar el soru. Su objetivo era pasar por su lado a toda la velocidad posible y colocarse a su espalda. Una vez lo hiciera, lanzaría un corte con su espada de kairouseki directo a su pierna derecha, mientras que con la otra trataría de cortarle en la zona de las costillas. No iba a utilizar su haki por el momento y no lo haría si no fuese necesario. Antes quería comprobar que poder tenía y si su espada de kairouseki le pillaba por sorpresa.
Lo que lo dejó impresionado fue aquel humo negro que salió de su cuerpo ¿Una fruta de imitar? Esperaba que tampoco pudiese manejar lava, o de lo contrario iba a tener un encuentro realmente ardiente. Frunció el ceño y entonces salió al exterior con aquel hombre, dispuesto a darle el combate que pedía. Sus armas estaban ansiosas por ser usadas de nuevo, y no dudaría en usar sus trucos más sucios para ellos. En el tema de la espada era un espadachín con honor, pero en el uso de poderes, era un poco cabrón.
Una vez estuvieron fuera, el chico escuchó las palabras de Meneror, invitándole a comenzar por lo que se veía. Ban desenfundó entonces a Azazel y Hudoku, agarrándolas con fuerza y preparándose para aquel combate. Si estaba imitando su propio poder, significaba que también podía convertirse en lava, aunque a lo mejor se estaba equivocando.
- En ese caso, preparaos para la derrota. Me ganaré ese derecho, y si pierdo, os contentaré con vuestras propias normas.
Una vez dijo aquello, trotó de forma lenta hacia Meneror, para de repente activar el soru. Su objetivo era pasar por su lado a toda la velocidad posible y colocarse a su espalda. Una vez lo hiciera, lanzaría un corte con su espada de kairouseki directo a su pierna derecha, mientras que con la otra trataría de cortarle en la zona de las costillas. No iba a utilizar su haki por el momento y no lo haría si no fuese necesario. Antes quería comprobar que poder tenía y si su espada de kairouseki le pillaba por sorpresa.
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Al ver a su rival avanzar hacia él, Il Bianco sonrió. Iba directo a su trampa. Una vez entrara en su zona de gas, comenzaría a quemarse... y aunque como sospechaba poseyera la Magu Magu, el gas tóxico entraría en sus pulmones y le haría pasar un mal rato. De repente el hombre aceleró brutalmente con sus espadas desenvainadas, y se dirigió a él a velocidad de vértigo. Había visto antes hacer eso a un agente del CP al que había matado... ¡soru! Frunciendo el ceño, activó su intangibilidad y aguardó el golpe, dispuesto a verle fracasar y demostrarle quién mandaba. Sin embargo, en lugar de pasar a través de su humo, las armas cortaron su cuerpo y de repente notó una debilidad muy desagradable.
- Kairoseki... - murmuró, apretando los dientes - Sea pues. ¡Mano di un Gigante!
Elevándose tres metros en el aire al convertirse en una nube de gas negro, extendió su brazo y lo convirtió en uno enorme de humo pseudo-sólido empleando su Flaming Wrath. Entonces dirigió su brazo de humo a Ban, intentando agarrar todo su cuerpo con su mano gigantesca. Una vez ahí comenzaría a liberar enormes cantidades de gas para abrumarlo y ahogarlo, al tiempo que apretaría con fuerza para hacerle daño. Gruñó, mientras su traje comenzaba a empaparse de sangre por las dos profundas y dolorosas heridas. El mafioso era fuerte, y muy hábil. Sin embargo, no todo era fuerza. Aun tenía mucho que demostrar.
- No sois el único con trucos bajo la manga, señor Midou. No lograréis impresionarme por un cacho de metal raro y un truco de feria del Gobierno para asustar a los necios.
En todo caso, había sido temerario confiar en sus poderes de logia. Debía ganar el combate rápido, o estaría en aprietos. Podía suplir su pierna lisiada volando, pero no la pérdida de sangre y de movilidad.
- Kairoseki... - murmuró, apretando los dientes - Sea pues. ¡Mano di un Gigante!
Elevándose tres metros en el aire al convertirse en una nube de gas negro, extendió su brazo y lo convirtió en uno enorme de humo pseudo-sólido empleando su Flaming Wrath. Entonces dirigió su brazo de humo a Ban, intentando agarrar todo su cuerpo con su mano gigantesca. Una vez ahí comenzaría a liberar enormes cantidades de gas para abrumarlo y ahogarlo, al tiempo que apretaría con fuerza para hacerle daño. Gruñó, mientras su traje comenzaba a empaparse de sangre por las dos profundas y dolorosas heridas. El mafioso era fuerte, y muy hábil. Sin embargo, no todo era fuerza. Aun tenía mucho que demostrar.
- No sois el único con trucos bajo la manga, señor Midou. No lograréis impresionarme por un cacho de metal raro y un truco de feria del Gobierno para asustar a los necios.
En todo caso, había sido temerario confiar en sus poderes de logia. Debía ganar el combate rápido, o estaría en aprietos. Podía suplir su pierna lisiada volando, pero no la pérdida de sangre y de movilidad.
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Al parecer el corte del joven mafioso había funcionado, y ahora debía de continuar el combate, pero en ese momento sintió unas arcadas impresionantes. Empezó a toser de forma un poco exagerada, y además le estaba empezando a costar respirar. Ese jodido humo negro parecía ser algo malo para él pese a su poder. Trató entonces de contener la respiración lo mejor posible, guardando sus armas en las fundas, y mirando hacia varias direcciones. Debía de salir de ahí de alguna forma, y sus gafas de Sol al menos le servían un poco. Trató de salir corriendo, pero de repente notó la presencia de su adversario subir hacia los cielos. Miró un momento, y entonces aquella mano trató de atraparlo.
El chico trató de moverse de nuevo con el soru, pero la capacidad de reacción no fue tan buena como esperaba, y sintió que aquella mano lo agarró por la cintura. Pudo quedar entre los dedos, y empezó a sentir una presión incómoda que le hacía bastante dolor. Tenía que hacer algo cuanto antes. Su plazo de aguante de respiración se estaba terminando. Sin pensárselo pasó a la forma intangible, deshaciéndose en un charco de lava que cayó al suelo. Nada más hacerlo salió disparado con el soru a unos diez metros de allí. Tomó todo al aire que pudo y volvió a toser de forma violenta. Sus gafas estaban sucias, y eso le hizo fruncir el ceño. Se las quitó, guardándolas en un bolsillo.
- Joder, casi me parte en dos…
Susurró al mismo tiempo que tocaba su estómago con la mano derecha. Ese tipo tenía una mala leche impresionante. Ahora era su turno. Salió corriendo hacia él mediante el soru, y cuando estuvo a una distancia considerable, tomó una bocanada de aire, aguatando la respiración. Saltó con fuerza hacia él, y usando el geppou se impulsó hacia él. Llevó ambas manos a Hudoku, y entonces la desenvainó con fuerza, tratando de cortarle por la altura de la cintura con mala leche. Le diese o no, trataría de alejarse lo máximo posible de él mediante el geppou. Su corte generaría una potente aura morada.
El chico trató de moverse de nuevo con el soru, pero la capacidad de reacción no fue tan buena como esperaba, y sintió que aquella mano lo agarró por la cintura. Pudo quedar entre los dedos, y empezó a sentir una presión incómoda que le hacía bastante dolor. Tenía que hacer algo cuanto antes. Su plazo de aguante de respiración se estaba terminando. Sin pensárselo pasó a la forma intangible, deshaciéndose en un charco de lava que cayó al suelo. Nada más hacerlo salió disparado con el soru a unos diez metros de allí. Tomó todo al aire que pudo y volvió a toser de forma violenta. Sus gafas estaban sucias, y eso le hizo fruncir el ceño. Se las quitó, guardándolas en un bolsillo.
- Joder, casi me parte en dos…
Susurró al mismo tiempo que tocaba su estómago con la mano derecha. Ese tipo tenía una mala leche impresionante. Ahora era su turno. Salió corriendo hacia él mediante el soru, y cuando estuvo a una distancia considerable, tomó una bocanada de aire, aguatando la respiración. Saltó con fuerza hacia él, y usando el geppou se impulsó hacia él. Llevó ambas manos a Hudoku, y entonces la desenvainó con fuerza, tratando de cortarle por la altura de la cintura con mala leche. Le diese o no, trataría de alejarse lo máximo posible de él mediante el geppou. Su corte generaría una potente aura morada.
- Datos:
- Ryukai: Ban una vez cada dos post, puede usar esta habilidad. Durante un solo corte, el cual debe de ser desenvainando su arma, su fuerza aumenta un 200%. Puede hacerlo con cualquier espada. Durante dicho corte, libera una terrible aura morada que le rodea con fuerza.
Por el x4 de pasiva = x12 de fuerza durante el corte.
Arma usada: Hudoku.
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Efectivamente... la Magu Magu no mi. Bueno, si evitaba aquella molesta espada de kairoseki tenía la ventaja en aquel combate. Su rival no podía quemarle debido a la naturaleza de su propia akuma, mientras que él podía ahogarlo y cegarlo. Ahora todo dependería de su sagacidad y destreza. Su cuerpo se desdibujó en medio del gas, y desactivó el poder del brazo gigante, convirtiéndolo en una mera estela de humo. Entonces vigiló a su rival, el cual volvió a emplear el soru y saltó hacia él aprovechando la carrerilla. El mafioso sonrió, y dejando humo tras de sí para que no se notase el cambio, se internó en medio de la nube que componía el ataque de antes. Así pues, el corte del joven dio al aire, en la nube de gas que estaba donde antes Meneror. El mafioso asomó repentinamente desde la izquierda del espadachín, con una sonrisa torva:
- Os felicito por vuestra habilidad, pero no os bastará para vencerme.
Del brazo izquierdo de Il Bianco salió un torrente de gas directo a la cara de Ban, intentando cegarle con el humo tóxico y hacerle respirar más. Ningún usuario de logia era totalmente inmune además, así que cabía la probabilidad de que lo pillase desprevenido y lograse alcanzar su cuerpo material. Así pues, lanzó una rápida estocada a su costado, con intención de retirar rápidamente el estoque para que no se estropease en el magma en caso de que hubiese activado su invulnerabilidad.
- Un duro rival...
Murmuró, mientras se alejaba volando velozmente, en forma de flujo. Se situó a unos cinco metros de su posición original y dos por encima, sobre el bar. Mantuvo su mirada sobre el chico, vigilándolo y esperando su siguiente movimiento. Al mismo tiempo, empezó a enviar gas hacia la calle para obligar a su rival a seguir respirándolo. Sería su carta de triunfo, su gran ventaja frente a todo logia.
- Os felicito por vuestra habilidad, pero no os bastará para vencerme.
Del brazo izquierdo de Il Bianco salió un torrente de gas directo a la cara de Ban, intentando cegarle con el humo tóxico y hacerle respirar más. Ningún usuario de logia era totalmente inmune además, así que cabía la probabilidad de que lo pillase desprevenido y lograse alcanzar su cuerpo material. Así pues, lanzó una rápida estocada a su costado, con intención de retirar rápidamente el estoque para que no se estropease en el magma en caso de que hubiese activado su invulnerabilidad.
- Un duro rival...
Murmuró, mientras se alejaba volando velozmente, en forma de flujo. Se situó a unos cinco metros de su posición original y dos por encima, sobre el bar. Mantuvo su mirada sobre el chico, vigilándolo y esperando su siguiente movimiento. Al mismo tiempo, empezó a enviar gas hacia la calle para obligar a su rival a seguir respirándolo. Sería su carta de triunfo, su gran ventaja frente a todo logia.
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- “Corte ejecutado”
Pensó el mafioso cuando realizó aquel tajo con toda su potencia. Quedó impresionado al ver que no había cortado la carne de aquel tipo. Pese a su tamaño, parecía ser un tipo bastante ágil. Ban cerró los ojos al internarse en la cortina de humo, aguantando de nuevo la respiración. Ahora debía salir de allí de alguna forma. De repente, su haki de observación le alertó de una presencia a su lado. El chico no pudo evitar activar su poder como acto reflejo, notando su costado ser atravesado y deshecho en magma. Estaba seguro de que su oponente no disponía de haki de armadura, pues de lo contrario ese ataque le habría dolido. Notó demasiada presión de aquel humo en la cabeza y no tuvo más remedio que usar el geppou para subir lo más alto posible, dejando atrás el humo.
Entonces empezó a toser de forma violenta, haciendo el amago e incluso vomitar, dejando escapar un poco de saliva que fue directa hacia las calles. En cuanto abrió los ojos sintió un dolor inmenso, lo que le obligó a cerrarlos de nuevo. Ban usó su habilidad para continuar moviéndose por todos lados con su geppou, hasta que chocó con algo que le hizo caer sobre el tejado de un enorme edificio. Quedó de rodillas sobre las tejas, tosiendo un poco más fuerte y tratando de controlar su respiración. Cuando intentó abrir los ojos volvió a sentir aquel inmenso dolor y eso le hizo soltar un grito debido a aquella sensación tan dolorosa.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaah!
El joven pegó la frente a las tejas y frunció el ceño. No sabía bien qué hacer ahora contra aquel tipo. Era el momento de ejecutar todas sus cartas al mismo tiempo y aprovechar los cortes que su oponente tenía. Tendría que apresurar su desangre, si es que no lo había parado de alguna forma. Midou se puso en pie de forma torpe, activando su haki de observación para de esa forma saber la presencia de Meneror. Tenía una pequeña ventaja, y era que ambos estaban en el aire. No podía distinguir qué presencia era su rival, pues detectaba las del bar, pero no había nadie más en la calle luchando. Por ese motivo podría saber la posición de su oponente todo el tiempo aunque no le viese. Ban entonces agachó la cabeza, apretando los puños y gritando de rabia. Un aura blanca se formó alrededor de su cuerpo, para después formarse otra de color morado. Con sus técnicas sobre la mesa, era el momento de darlo todo.
- Veo que no poseéis esto, señor Meneror.
Ban entonces estiró su mano izquierda hacia arriba, donde se hallaba su katana Azazel. Su mano tomó entonces un color oscuro metálico junto a su espada. Después de dicho acto, un pequeño humo negro empezó a salir de su extremidad. Midou volvió a toser de forma violenta, para después escupir de nuevo a un lado. Sentía demasiado dolor en sus ojos como parar abrirlos por mucho que lo intentase.
- ¡Os mostraré el verdadero poder del príncipe serpiente!
Gritó con rabia para después tomar una inmensa bocanada de aire y salir disparado hacia aquel hombre con el geppou. Su presencia era lo único que tenía para guiarse. En su mano derecha portaba a Hudoku, mientras que en la izquierda llevaba a Azazel con el haki armadura concentrado en ella. El chico trataría de acercarse todo lo posible a la presencia, y una vez cerca moverse a un lado con el kami-e por si había intentado algo contra él. En ese momento lanzaría tres tajos a toda velocidad con su katana de la mano izquierda sin ver a donde iban sus cortes. Le diese o no, trataría de subir de nuevo hacia arriba con el geppou. “No hemos terminado” [Manual Prisa] Pensó al mismo tiempo que se lanzaba de nuevo a por su oponente, tratando de lanzarle un tajo violento descendente con Hudoku, tratando de usar toda su fuerza en ese golpe. Le diese o no, trataría de alejarse lo más rápido posible con aquella técnica aérea del CP.
Pensó el mafioso cuando realizó aquel tajo con toda su potencia. Quedó impresionado al ver que no había cortado la carne de aquel tipo. Pese a su tamaño, parecía ser un tipo bastante ágil. Ban cerró los ojos al internarse en la cortina de humo, aguantando de nuevo la respiración. Ahora debía salir de allí de alguna forma. De repente, su haki de observación le alertó de una presencia a su lado. El chico no pudo evitar activar su poder como acto reflejo, notando su costado ser atravesado y deshecho en magma. Estaba seguro de que su oponente no disponía de haki de armadura, pues de lo contrario ese ataque le habría dolido. Notó demasiada presión de aquel humo en la cabeza y no tuvo más remedio que usar el geppou para subir lo más alto posible, dejando atrás el humo.
Entonces empezó a toser de forma violenta, haciendo el amago e incluso vomitar, dejando escapar un poco de saliva que fue directa hacia las calles. En cuanto abrió los ojos sintió un dolor inmenso, lo que le obligó a cerrarlos de nuevo. Ban usó su habilidad para continuar moviéndose por todos lados con su geppou, hasta que chocó con algo que le hizo caer sobre el tejado de un enorme edificio. Quedó de rodillas sobre las tejas, tosiendo un poco más fuerte y tratando de controlar su respiración. Cuando intentó abrir los ojos volvió a sentir aquel inmenso dolor y eso le hizo soltar un grito debido a aquella sensación tan dolorosa.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaah!
El joven pegó la frente a las tejas y frunció el ceño. No sabía bien qué hacer ahora contra aquel tipo. Era el momento de ejecutar todas sus cartas al mismo tiempo y aprovechar los cortes que su oponente tenía. Tendría que apresurar su desangre, si es que no lo había parado de alguna forma. Midou se puso en pie de forma torpe, activando su haki de observación para de esa forma saber la presencia de Meneror. Tenía una pequeña ventaja, y era que ambos estaban en el aire. No podía distinguir qué presencia era su rival, pues detectaba las del bar, pero no había nadie más en la calle luchando. Por ese motivo podría saber la posición de su oponente todo el tiempo aunque no le viese. Ban entonces agachó la cabeza, apretando los puños y gritando de rabia. Un aura blanca se formó alrededor de su cuerpo, para después formarse otra de color morado. Con sus técnicas sobre la mesa, era el momento de darlo todo.
- Veo que no poseéis esto, señor Meneror.
Ban entonces estiró su mano izquierda hacia arriba, donde se hallaba su katana Azazel. Su mano tomó entonces un color oscuro metálico junto a su espada. Después de dicho acto, un pequeño humo negro empezó a salir de su extremidad. Midou volvió a toser de forma violenta, para después escupir de nuevo a un lado. Sentía demasiado dolor en sus ojos como parar abrirlos por mucho que lo intentase.
- ¡Os mostraré el verdadero poder del príncipe serpiente!
Gritó con rabia para después tomar una inmensa bocanada de aire y salir disparado hacia aquel hombre con el geppou. Su presencia era lo único que tenía para guiarse. En su mano derecha portaba a Hudoku, mientras que en la izquierda llevaba a Azazel con el haki armadura concentrado en ella. El chico trataría de acercarse todo lo posible a la presencia, y una vez cerca moverse a un lado con el kami-e por si había intentado algo contra él. En ese momento lanzaría tres tajos a toda velocidad con su katana de la mano izquierda sin ver a donde iban sus cortes. Le diese o no, trataría de subir de nuevo hacia arriba con el geppou. “No hemos terminado” [Manual Prisa] Pensó al mismo tiempo que se lanzaba de nuevo a por su oponente, tratando de lanzarle un tajo violento descendente con Hudoku, tratando de usar toda su fuerza en ese golpe. Le diese o no, trataría de alejarse lo más rápido posible con aquella técnica aérea del CP.
- Datos:
- Fuerza Pasiva X4
Ryukuro: Ban imbuye sus brazos y armas en un aura morada que aumenta la fuerza de corte y la propia del usuario en un 100% dándole así mejor capacidad destructiva. Puede mantenerlo dos post y necesita tres de descanso para volver a usarlo
Haki Armadura Nivel Desarrollado: El desarrollo de este Haki permite llegar al endurecimiento, que crea una armadura negra alrededor de una parte del cuerpo o arma, permitiendo duplicar el poder de los impactos realizados. Además, ningún impacto le hará daño si el agresor no tiene tanta fuerza como cinco veces la resistencia del usuario, o utilice un Haki de Armadura igual o mejor. Puede mantenerlo activo diez asaltos. Puede utilizar endurecimiento durante un asalto. [Usado en Azazel]
Kobura Geijutsu: [Ámbito Agilidad]: El usuario se imbuye en un aura blanca que hace que pueda aumentar su agilidad a un nivel superior. Su mente y su cuerpo quedan relajados moviéndose de forma simple pero veloz y efectiva. Dura dos post y una vez termina debe esperar dos más para volver a activarla. El aumento de agilidad es de un 100%.[Manual Canalización]
Segundo ataque realizado con Hudoku.
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Increíble. A pesar de estar cegado podía seguirle la pista. Y ese aura no parecía indicar nada bueno. ¿Sería muestra de que poseía el legendario haki de observación? Sabía que el haki era más que historias debido al poderoso Almirante Quimera Karl, al que había visto emplearlo de primera mano. Incluso había intentado entrenarlo para despertarlo, sin éxito... de momento. Parecía que iba a tener que cambiar de estrategia y jugar al tanteo, aprovechando su muy superior velocidad y maniobrabilidad aérea, y subyugarlo por puro desgaste. Lo observó mientras esbozaba una sonrisa torva y siniestra, con un plan en mente. Aquel chico era muy poderoso y hábil, pero carecía de su experiencia y sentido de la táctica. En el aire Ban no tendría ninguna oportunidad siempre que mantuviera la distancias, su geppou era demasiado lento. Mientras se aproximaba, comenzó a decir ampliando su sonrisa.
- ¿Habéis oído hablar del pulpo, señor Midou?
En cuanto lo tuvo a unos dos o tres metros, comenzó a expulsar por todo su cuerpo una densa nube de gas, apartándose de la trayectoria de Ban retrocediendo hacia atrás y arriba en forma logia. De aquella manera pretendía dejar al mafioso en medio del gas, ahogándose aún más, y si le seguía... oh, lo había hecho. El muy cabrón era insistente, pero seguía faltándole velocidad. Habiendo previsto que lo siguiese, simplemente no deceleró y siguió ascendiendo, dejándolo atrás e impidiéndole tocarle. Mientras lo hacía, comenzó a expulsar más nubes de gas por el camino, tratando de impedirle respirar. Entonces el joven comenzó a alejarse con su geppou... parecía que al menos tenía luces.
- El pulpo al verse amenazado ciega a su rival con una nube de tinta... pero a diferencia de un animal, yo no me limitaré a usar una táctica así para huir.
Comenzó a reírse siniestramente, mientras el humo se arremolinaba a su alrededor, formando ocho enormes brazos que surgían de su espalda. Se aproximó a él extendiéndolos y tratando de agarrar a Ban. Si lo lograba, lo inmovilizaría con los ocho y formaría una densa nube de gas sólido conectada a él por los tentáculos, manteniéndolo atrapado en su interior y generando más humo para reconstruirla si intentaba cortarla. Así lo mantendría retenido, ahogándose en el gas tóxico. Si no sobrevivía a eso... es que no era digno de estar a su lado. Lo más probable es que cayese inconsciente, en cuyo caso Meneror habría ganado el combate y a un nuevo subordinado.
- Tomba Vulcanica - susurró, cerrando su puño al tiempo que los brazos se abalanzaban sobre Ban.
- ¿Habéis oído hablar del pulpo, señor Midou?
En cuanto lo tuvo a unos dos o tres metros, comenzó a expulsar por todo su cuerpo una densa nube de gas, apartándose de la trayectoria de Ban retrocediendo hacia atrás y arriba en forma logia. De aquella manera pretendía dejar al mafioso en medio del gas, ahogándose aún más, y si le seguía... oh, lo había hecho. El muy cabrón era insistente, pero seguía faltándole velocidad. Habiendo previsto que lo siguiese, simplemente no deceleró y siguió ascendiendo, dejándolo atrás e impidiéndole tocarle. Mientras lo hacía, comenzó a expulsar más nubes de gas por el camino, tratando de impedirle respirar. Entonces el joven comenzó a alejarse con su geppou... parecía que al menos tenía luces.
- El pulpo al verse amenazado ciega a su rival con una nube de tinta... pero a diferencia de un animal, yo no me limitaré a usar una táctica así para huir.
Comenzó a reírse siniestramente, mientras el humo se arremolinaba a su alrededor, formando ocho enormes brazos que surgían de su espalda. Se aproximó a él extendiéndolos y tratando de agarrar a Ban. Si lo lograba, lo inmovilizaría con los ocho y formaría una densa nube de gas sólido conectada a él por los tentáculos, manteniéndolo atrapado en su interior y generando más humo para reconstruirla si intentaba cortarla. Así lo mantendría retenido, ahogándose en el gas tóxico. Si no sobrevivía a eso... es que no era digno de estar a su lado. Lo más probable es que cayese inconsciente, en cuyo caso Meneror habría ganado el combate y a un nuevo subordinado.
- Tomba Vulcanica - susurró, cerrando su puño al tiempo que los brazos se abalanzaban sobre Ban.
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El mafioso continuaba persiguiendo el rastro de su oponente con el haki de observación, pero el no poder ver nada le estaba jodiendo demasiado. Trató de abrir los ojos como pudo, los cuales tenían un color rojizo y entonces se topó contra otra jodida nube de gas oscuro. El chico se alejó rápidamente soltando el mayor de los quejidos al sentir el escozor en sus orbes. Debía admitir que Meneror podía ser muy bueno en los combates de ese tipo, pero también era el mayor de los cobardes. Ban le había perdido un setenta por cierto del respeto por lo menos. Él esperaba un duelo de espada contra estoque, pero aquel tipo continuaba huyendo de él. En corta distancia estaba seguro de poner derrotarle con facilidad. Soltó un enorme quejido y quedó tirado en el tejado de una casa, respirando como podía y escupiendo al suelo.
Apenas podía hablar y notaba que necesitaba agua para poder continuar la batalla. Al menos daría un último esfuerzo y se levantó como pudo. Su cuerpo temblaba un poco e hizo un amago de vomitar, pero no podía ceder ante su rival. Entonces notó una lidera presión contra su cuerpo por varias zonas, pero al momento estalló en una explosión de magma, formándose después al lado y saltando con el geppou. Sin saber donde aterrizó, que lo más normal sería un tejado, el mafioso soltó un gritó de furia y se lanzó de nuevo contra Meneror. Chocó contra algo sólido que le hacía sentirse mal y encima el puto humo estaba por todos lados, por lo que empezó a toser de nuevo. Entonces gritó de rabia al sentirse en esa situación.
Su Haoshoku salió en forma de una terrible aura que hizo algunas tejas desquebrajarse, además, la gente de la base del mafioso más débil quedaría inconsciente. El castaño aumentó el poder haciendo temblar un poco las tejas de alrededor, pero había aspirado demasiado humo. Sus dos técnicas especiales se apagaron, dejándolo sin sus dos auras especiales. El espadachín entonces clavó una rodilla en el suelo y acto seguido se quedó así, de rodillas. Miraba al cielo con los ojos cerrados por el dolor y finalmente soltó su espada a un lado. No podía continuar combatiendo y estaba consciente por pura fuerza de voluntad.
- No hemos terminado, Meneror…
Dijo con un tono de voz más grave de lo normal y jadeando de forma rápida. Trató de tomar su espada de nuevo, pero lo único que logró fue que su frente impactase contra las tejas ya agrietadas. Su cuerpo entero temblaba y escupió algo de saliva al suelo. Necesitaba agua claramente. Sus piernas goteaban magma que iba contra el tejado. Pese a estar derrotado no quería admitirlo y por ello intentó ponerse en pie, quedando de pie y mirando al peliblanco con el ceño fruncido o al menos donde debía estar, pues no veía nada. De nuevo cayó de rodillas y no tardó en sentirse bastante impotente al no poder continuar con la pelea. Iba a tener que servir a ese hombre como si fuese su mero juguete y eso le iba a doler en el orgullo. Pero era lo que tocaba tras perder, aunque hubiese sido de forma rastrera y sucia.
- L-lucha conmigo… – Pudo decir antes de apretar el puño derecho y contener un grito de rabia. En el cual aspiró algo más de humo y finalmente cayó al suelo, estando medio inconsciente ya.
Apenas podía hablar y notaba que necesitaba agua para poder continuar la batalla. Al menos daría un último esfuerzo y se levantó como pudo. Su cuerpo temblaba un poco e hizo un amago de vomitar, pero no podía ceder ante su rival. Entonces notó una lidera presión contra su cuerpo por varias zonas, pero al momento estalló en una explosión de magma, formándose después al lado y saltando con el geppou. Sin saber donde aterrizó, que lo más normal sería un tejado, el mafioso soltó un gritó de furia y se lanzó de nuevo contra Meneror. Chocó contra algo sólido que le hacía sentirse mal y encima el puto humo estaba por todos lados, por lo que empezó a toser de nuevo. Entonces gritó de rabia al sentirse en esa situación.
Su Haoshoku salió en forma de una terrible aura que hizo algunas tejas desquebrajarse, además, la gente de la base del mafioso más débil quedaría inconsciente. El castaño aumentó el poder haciendo temblar un poco las tejas de alrededor, pero había aspirado demasiado humo. Sus dos técnicas especiales se apagaron, dejándolo sin sus dos auras especiales. El espadachín entonces clavó una rodilla en el suelo y acto seguido se quedó así, de rodillas. Miraba al cielo con los ojos cerrados por el dolor y finalmente soltó su espada a un lado. No podía continuar combatiendo y estaba consciente por pura fuerza de voluntad.
- No hemos terminado, Meneror…
Dijo con un tono de voz más grave de lo normal y jadeando de forma rápida. Trató de tomar su espada de nuevo, pero lo único que logró fue que su frente impactase contra las tejas ya agrietadas. Su cuerpo entero temblaba y escupió algo de saliva al suelo. Necesitaba agua claramente. Sus piernas goteaban magma que iba contra el tejado. Pese a estar derrotado no quería admitirlo y por ello intentó ponerse en pie, quedando de pie y mirando al peliblanco con el ceño fruncido o al menos donde debía estar, pues no veía nada. De nuevo cayó de rodillas y no tardó en sentirse bastante impotente al no poder continuar con la pelea. Iba a tener que servir a ese hombre como si fuese su mero juguete y eso le iba a doler en el orgullo. Pero era lo que tocaba tras perder, aunque hubiese sido de forma rastrera y sucia.
- L-lucha conmigo… – Pudo decir antes de apretar el puño derecho y contener un grito de rabia. En el cual aspiró algo más de humo y finalmente cayó al suelo, estando medio inconsciente ya.
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Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de Meneror. Ya estaba... había ganado. Podía escuchar las toses y gritos de Ban, cada vez más débiles. No le apetecía matarlo y cargarse a alguien tan hábil y útil, pero tampoco iba a soltarlo aún. Tenía que enseñarle quién mandaba allí y si eso implicaba dejarlo al borde de la muerte lo haría sin vacilar. Mantuvo la cárcel, atento a los sonido de su interior. Confiando ya en su victoria, se acercó al tejado sobre el que estaba esta y se sentó en el borde, sacando otro habano y preparándolo. Una vez dio la primera calada, esta le supo particularmente bien, mejor que si hubiese empezado a fumar en otro momento. "Sabe a victoria" pensó, echando el humo mientras su sonrisa se ampliaba.
- Suficiente - dijo, chasqueando los dedos.
La jaula comenzó a deshacerse en jirones negros que se elevaron en el aire, junto con los brazos que la unían al pirata. El cuerpo inerte del derrotado mafioso quedó revelado, yaciente sobre el tejado del edificio. Meneror apenas le dirigió una mirada de soslayo, para luego seguir disfrutando de su tabaco. Con aquello podrían comenzar sus nuevos planes... había oído hablar de cosas que estaban ocurriendo lejos, en Síderos. Pronto la guerra civil, estancada desde hacía años, se reactivaría. Estaba echándole un ojo a la situación, atento por si podía sacar tajada de aquello apoyando a algún bando o pirateando por la zona para enriquecerse con los despojos de la guerra.
- Este combate se ha acabado. No soy tan necio como para matar a un subordinado tan valioso por puro orgullo. Pero si quieres morir... no me vacilará la mano. Así que vigila tus palabras, chico.
Midou tenía un carácter demasiado fuerte. Unido a su increíble habilidad y poder, sería un arma de doble filo. Corría el riesgo de que un día se le rebelara y llegado el momento dudaba que el mismo truco para vencerlo funcionara una segunda vez. Necesitaba armarse, aumentar su poder y entrenar su habilidad con su akuma. Si llegaba el momento y tenía que enfrentarse de nuevo a aquel hombre, debería estar a la altura para ser capaz de subyugarlo de nuevo... o de matarlo.
- Suficiente - dijo, chasqueando los dedos.
La jaula comenzó a deshacerse en jirones negros que se elevaron en el aire, junto con los brazos que la unían al pirata. El cuerpo inerte del derrotado mafioso quedó revelado, yaciente sobre el tejado del edificio. Meneror apenas le dirigió una mirada de soslayo, para luego seguir disfrutando de su tabaco. Con aquello podrían comenzar sus nuevos planes... había oído hablar de cosas que estaban ocurriendo lejos, en Síderos. Pronto la guerra civil, estancada desde hacía años, se reactivaría. Estaba echándole un ojo a la situación, atento por si podía sacar tajada de aquello apoyando a algún bando o pirateando por la zona para enriquecerse con los despojos de la guerra.
- Este combate se ha acabado. No soy tan necio como para matar a un subordinado tan valioso por puro orgullo. Pero si quieres morir... no me vacilará la mano. Así que vigila tus palabras, chico.
Midou tenía un carácter demasiado fuerte. Unido a su increíble habilidad y poder, sería un arma de doble filo. Corría el riesgo de que un día se le rebelara y llegado el momento dudaba que el mismo truco para vencerlo funcionara una segunda vez. Necesitaba armarse, aumentar su poder y entrenar su habilidad con su akuma. Si llegaba el momento y tenía que enfrentarse de nuevo a aquel hombre, debería estar a la altura para ser capaz de subyugarlo de nuevo... o de matarlo.
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