Iliana Markov
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El carruaje avanza traqueteando por el milenario camino de piedra. La baronía de Markovia, pese a su importancia por ser el centro de poder de la familia reinante, es un lugar solitario y apartado del mundo, en la espesura de un bosque en lo más recóndito del condado de Veris. No te llevó demasiado llegar a Veris (ciudad que recibe el nombre de la familia noble que a su vez da su toponimia también a la región), en uno de los veloces trenes del reino. Sin embargo una vez allí no te esperaba más que un viejo carruaje de caballos con un anciano cochero. Las gentes del lugar, mostrando un temor reverencial (tal vez debido al emblema de los Markov, marcado en uno de los lados del vehículo). Una anciana actuó un poco más raro incluso, santiguándose al veros. Este tras preguntarte tu nombre, te ayudó a subir el equipaje demostrando una inusitada fuerza para su edad, y una vez subiste se puso en marcha sin un comentario. No ha resultado una gran compañía; de hecho es un tipo más bien silencioso. Os ha llevado un par de horas, pero hacia el atardecer llegáis a villa Markovia, una pintoresca aldea de no más de unos doscientos habitantes, a los pies de una colina donde se alza el gran castillo que desde tiempos inmemoriales ha servido de refugio a la familia Markov. Estáis aun aproximándoos a la aldea cuando (como es habitual en Hallstat) comienza a llover con fuerza.
- No parará - dijo el cochero - Más le vale lograr caerle en gracia a su Majestad, porque como os expulse y tenga que dormir al raso, pasará una mala noche. No me gustaría dormir fuera en esta época del año... las tormentas no serían mi única preocupación.
Su tono no augura nada bueno. Cruzáis la silenciosa villa. Todo el mundo parece haber desaparecido. ¿Será por la tormenta? No se ve un alma... es extraño, cuanto menos. Contraventanas cerradas, todas las puertas igual... ni siquiera se escucha (o se ve) animales de corral o perros callejeros. No debería ser extraño del todo, ¿no? Está cayendo un buen chaparrón. Por otro lado, hay algo raro en ese pueblo que no acabas de identificar. Termináis de cruzarlo y el carruaje comienza a ascender en torno al montículo, dirigiéndose al castillo. Poco a poco su efigie pasa de ser impresionante a amenazadora. Aquella fortificación no resultaba para nada esplendorosa... era un monumento a la guerra, a la austeridad militar. Las murallas eran totalmente lisas, impresionantemente altas y ennegrecidas por el paso del tiempo, y los huecos entre las almenaras eran mínimos, una concesión a otra era lejana en que las guerras se libraban con arcos y ballestas y no fusiles. Finalmente el coche de caballos se detiene frente al rastrillo, donde dos guardias con armaduras completas y alabardas aguardan refugiados bajo el arco. El cochero se limita a decir:
- Fin del trayecto. Volveré mañana... si es que decide marcharse, o sigue aquí.
Øda Nobunaga
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¿Al fin el día ha llegado? Aun no me lo puedo creer, realmente había pensado que mi carta sería ignorada y simplemente mi clan a estas alturas sería olvidado, al parecer estaba equivocado. Así que aquí estoy con mis mejores pintas, en esta ocasión se trataba de una vestimenta compuesta de un kimono masculino totalmente negro de los pies a la cabeza, dejando algo descubierto mi pecho, además de que ya no llevaba mi capa amarrada en mi cintura en esta ocasión, estaba colgando en mis hombros mostrando en cada costado el símbolo de mi clan, el loto dorado. Al escuchar las palabras del cochero no pude evitar sonreír más que complacido, el viaje ha sido un poco pesado para mí, pero aun así es momento de ponerme manos a la obra y comenzar con mí planteamiento de volver este país aún más poderoso.
- Muy agradecido estoy por tu compañía en el viaje - Le dije al cochero de manera tranquila y carismática - puede que seas una persona totalmente silenciosa, pero incluso el silencio es un arma que no todos en la vida pueden dominar, si algún día buscas otra clase de trabajo, recuerda esto mi amigo, el clan Oda siempre está dispuesto a recibir a quien sea-.
He revisado detenidamente si llevaba conmigo todas mis cosas, mi equipaje, que consistía de una sola maleta estaba bien, dentro se encontraba mi fiel rifle que nunca me ha fallado y dentro de mi kimono se encontraba mi pistola, uno nunca sabe cuándo puede necesitar defenderse o defender si venimos al caso de un ataque enemigo.
Con ya todo en orden me he dispuesto a bajar del carruaje con todo a la mano y colocarme justo en la entrada donde se encontraban el par de guardias,a mis ojos lucían totalmente disciplinados y listo para la batalla, dignos de Hallstat y eso me gustaba. Pero al cambiar mi mirada en dirección al castillo por un momento me imaginé que estaba en plena guerra, ya que este es la misma representación de la misma, me llena tanto de vida este lugar que casi logra hacerme llorar, lastimosamente no derramó una lágrima ante nada porque soy el rey demonio del sexto cielo y a este demonio, no le agrada mucho los climas lluviosos y menos en este ambiente tétrico donde no se ve ni un alma, pero qué más da, es hora de trabajar supongo.
- Saludos mis buenos soldados… Soy Oda Sakinoufu Nobugana, he venido como se me ha indicado-
- Muy agradecido estoy por tu compañía en el viaje - Le dije al cochero de manera tranquila y carismática - puede que seas una persona totalmente silenciosa, pero incluso el silencio es un arma que no todos en la vida pueden dominar, si algún día buscas otra clase de trabajo, recuerda esto mi amigo, el clan Oda siempre está dispuesto a recibir a quien sea-.
He revisado detenidamente si llevaba conmigo todas mis cosas, mi equipaje, que consistía de una sola maleta estaba bien, dentro se encontraba mi fiel rifle que nunca me ha fallado y dentro de mi kimono se encontraba mi pistola, uno nunca sabe cuándo puede necesitar defenderse o defender si venimos al caso de un ataque enemigo.
Con ya todo en orden me he dispuesto a bajar del carruaje con todo a la mano y colocarme justo en la entrada donde se encontraban el par de guardias,a mis ojos lucían totalmente disciplinados y listo para la batalla, dignos de Hallstat y eso me gustaba. Pero al cambiar mi mirada en dirección al castillo por un momento me imaginé que estaba en plena guerra, ya que este es la misma representación de la misma, me llena tanto de vida este lugar que casi logra hacerme llorar, lastimosamente no derramó una lágrima ante nada porque soy el rey demonio del sexto cielo y a este demonio, no le agrada mucho los climas lluviosos y menos en este ambiente tétrico donde no se ve ni un alma, pero qué más da, es hora de trabajar supongo.
- Saludos mis buenos soldados… Soy Oda Sakinoufu Nobugana, he venido como se me ha indicado-
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Uno de los soldados esboza una media sonrisa y suelta una carcajada desdeñosa:
- Ah, ese.
El otro, que por sus insignias parece de mayor rango, le dirige una mirada de reproche. El soldado se amedrenta y decide comportarse, por su bien.
- Su Majestad os espera en el interior. Llamaré para que abran la puerta.
Se lleva la mano a su cinto y coge un cuerno de guerra, soplándolo con todas sus fuerzas. El sonido resuena por toda la zona, haciendo eco en las colinas cercanas. Tal llamada debe haberse oído lejos... menuda ostentosidad, ¿no? Por otro lado, armar tal escándalo por la llegada de alguien suele ser signo de estatus. Acto seguido el rastrillo comienza a levantarse, y una comitiva llega del interior. Son cinco hombres: dos de ellos criados con paraguas, mientras que los otros tres parecen emisarios o embajadores. Van vestidos con ropas tradicionales de nobles. Alcanzas a ver que todos van armados, incluso los criados, aunque no de manera muy abierta. Lo notas en el mango de daga que asoma de la bota de uno, en la pistola que atisbaste a ver por un instante bajo la chaqueta de otro... serán gente cauta, ¿o habrá otro motivo?
- Bienvenido sea, su Señoría. Su Majestad os aguarda. Por favor, acompañadme - dice el del centro, con una pronunciada reverencia y un tono extremadamente servicial. ¿Desde cuándo eres tan importante?
- Ah, ese.
El otro, que por sus insignias parece de mayor rango, le dirige una mirada de reproche. El soldado se amedrenta y decide comportarse, por su bien.
- Su Majestad os espera en el interior. Llamaré para que abran la puerta.
Se lleva la mano a su cinto y coge un cuerno de guerra, soplándolo con todas sus fuerzas. El sonido resuena por toda la zona, haciendo eco en las colinas cercanas. Tal llamada debe haberse oído lejos... menuda ostentosidad, ¿no? Por otro lado, armar tal escándalo por la llegada de alguien suele ser signo de estatus. Acto seguido el rastrillo comienza a levantarse, y una comitiva llega del interior. Son cinco hombres: dos de ellos criados con paraguas, mientras que los otros tres parecen emisarios o embajadores. Van vestidos con ropas tradicionales de nobles. Alcanzas a ver que todos van armados, incluso los criados, aunque no de manera muy abierta. Lo notas en el mango de daga que asoma de la bota de uno, en la pistola que atisbaste a ver por un instante bajo la chaqueta de otro... serán gente cauta, ¿o habrá otro motivo?
- Bienvenido sea, su Señoría. Su Majestad os aguarda. Por favor, acompañadme - dice el del centro, con una pronunciada reverencia y un tono extremadamente servicial. ¿Desde cuándo eres tan importante?
Øda Nobunaga
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¿Cuánto tiempo ha pasado desde que escuche mi último cuerno de guerra?, quizás unos 5 años, demonios esto como me trae recuerdos. Disfrute cada segundo de aquel maravilloso sonido que llegó a llenar mi alma mientras que su eco resonaba por las colinas. Sonreír era algo inevitable para mí. Pero algo me inquieta bastante ¿tanto escándalo solo para recibir al nuevo líder de la nonagésima generación? Sé que nuestra familia es de gran alcurnia además de ser maestros en el arte de la guerra pero ser recibido así es toda una sorpresa, joder supongo que padre realizó un buen trabajo mientras yo no estaba, era un Oda después de todo.
La entrada se ha abierto para mí, si mi único ojo no me engaña pude ver como todos ellos estaban armados aunque no de manera muy abierta, cinco para ser exactos, vestidos de manera tradicional, aunque en lo personal nunca me han gustado esas vestimentas ya que me resultan totalmente incómodas. Pero por qué llevar armas teniendo soldados quién puede protegeros en este lugar. ¿Cautelosos? quizás, pero yo en momentos como estos nunca bajaría mi guardia ante nada ni nadie.
- Por favor no hagas eso - dije de manera muy tranquila - no soy alguien que esté de acuerdo con las reverencias, la realeza es la única digna de una, después de todo en la guerra todo los que nos encontramos en el mismo bando somos hermanos.
Camine lentamente con mi maleta en mano. Pero al monumento que estaba al lado del soldado que parecía de menor rango me detuve en seco. Gire mi mirada, mirándole directamente a los ojos, sonreí de manera muy amable coloque mi mano sobre su hombro para acomodar su armadura, estaba a mi vista un poco inclinada (mal puesta) pero al terminar de hacerlo mantuve mi mano sobre de él, tenía unas cuantas palabras que decirle.
- Hijo… he estado en más guerras de las que puedes contar, incluso en una de ellas perdí esto que está cubierto por este parche, algo que he aprendido en ella es como hacer pólvora de la nada, solo necesitas 3 elementos bases - al llegar a este punto, quite mi mano de su hombro muy lentamente para hacer un número uno con mi dedo índice frente a sus ojos - número uno: Carbón, el elemento principal y la base de la receta - acto seguido, hice un dos con mis dedos índice y medio - número dos: azufre, es lo que suelo usar como puente para la unión de los componentes, aunque se tiene que trabajar con cuidado o la misma explotara en plena preparación… y los más importante - como es de suponer, marque un número tres usando mis dedos anular, índice y medio - número tres: cadáveres de humanos, se cava un hoyo cuyo tamaño dependerá de las cantidad de cadáveres que usarás, para luego tirar los cadáveres ahí, luego le colocas un montón de excremento hasta llegar al punto de que los cadáveres naden en él y al mezclarlo todo tenemos pólvora hecha con humanos, ¿ no suena maravilloso? Muy útil en la guerra, así le damos una utilidades a los cadáveres de nuestros enemigos.
Al terminar mi explicación, introduje mi mano en mi kimono para tomar mi pistola de bolsillo y colocarla justo sobre la cien de aquel soldado, se me notaba bastante cabreado y de muy mal humor.
- La próxima vez que te rías de mí, me asegurare de que tengas una linda reencarnación siendo mi pólvora.
al terminar de dar mi aclaración a aquel soldado guardé mi pistola dentro de mi vestimenta para proseguir mi caminata en dirección a las cinco personas que me llevarían a la audiencia que tendríamos con su majestad: Iliana Markov.
- Lamento que hayan tenido que ver ese lado de mí, creo que algunos soldados tienen que aprender a respetar a sus mayores - dije de manera muy amable, me encontraba tranquilo una vez mas.
La entrada se ha abierto para mí, si mi único ojo no me engaña pude ver como todos ellos estaban armados aunque no de manera muy abierta, cinco para ser exactos, vestidos de manera tradicional, aunque en lo personal nunca me han gustado esas vestimentas ya que me resultan totalmente incómodas. Pero por qué llevar armas teniendo soldados quién puede protegeros en este lugar. ¿Cautelosos? quizás, pero yo en momentos como estos nunca bajaría mi guardia ante nada ni nadie.
- Por favor no hagas eso - dije de manera muy tranquila - no soy alguien que esté de acuerdo con las reverencias, la realeza es la única digna de una, después de todo en la guerra todo los que nos encontramos en el mismo bando somos hermanos.
Camine lentamente con mi maleta en mano. Pero al monumento que estaba al lado del soldado que parecía de menor rango me detuve en seco. Gire mi mirada, mirándole directamente a los ojos, sonreí de manera muy amable coloque mi mano sobre su hombro para acomodar su armadura, estaba a mi vista un poco inclinada (mal puesta) pero al terminar de hacerlo mantuve mi mano sobre de él, tenía unas cuantas palabras que decirle.
- Hijo… he estado en más guerras de las que puedes contar, incluso en una de ellas perdí esto que está cubierto por este parche, algo que he aprendido en ella es como hacer pólvora de la nada, solo necesitas 3 elementos bases - al llegar a este punto, quite mi mano de su hombro muy lentamente para hacer un número uno con mi dedo índice frente a sus ojos - número uno: Carbón, el elemento principal y la base de la receta - acto seguido, hice un dos con mis dedos índice y medio - número dos: azufre, es lo que suelo usar como puente para la unión de los componentes, aunque se tiene que trabajar con cuidado o la misma explotara en plena preparación… y los más importante - como es de suponer, marque un número tres usando mis dedos anular, índice y medio - número tres: cadáveres de humanos, se cava un hoyo cuyo tamaño dependerá de las cantidad de cadáveres que usarás, para luego tirar los cadáveres ahí, luego le colocas un montón de excremento hasta llegar al punto de que los cadáveres naden en él y al mezclarlo todo tenemos pólvora hecha con humanos, ¿ no suena maravilloso? Muy útil en la guerra, así le damos una utilidades a los cadáveres de nuestros enemigos.
Al terminar mi explicación, introduje mi mano en mi kimono para tomar mi pistola de bolsillo y colocarla justo sobre la cien de aquel soldado, se me notaba bastante cabreado y de muy mal humor.
- La próxima vez que te rías de mí, me asegurare de que tengas una linda reencarnación siendo mi pólvora.
al terminar de dar mi aclaración a aquel soldado guardé mi pistola dentro de mi vestimenta para proseguir mi caminata en dirección a las cinco personas que me llevarían a la audiencia que tendríamos con su majestad: Iliana Markov.
- Lamento que hayan tenido que ver ese lado de mí, creo que algunos soldados tienen que aprender a respetar a sus mayores - dije de manera muy amable, me encontraba tranquilo una vez mas.
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En el momento en que sacas la pistola, apenas has levantado el brazo y la punta de la alabarda del otro soldado ya está apoyada en tu cuello. No te ha dado tiempo ni a apuntar a la cabeza del tipo. ¿Realmente quieres continuar? El guerrero parece disciplinado, pero dispuesto a rajarte la garganta si te muestras violento. Con el ceño fruncido, te dice:
- Señoría, le ruego que disculpe a mi subordinado por su rudeza, pero si no guarda el arma me veré obligado a usar la fuerza.
Si no haces ninguna locura más con los soldados, estos simplemente te dejan pasar. A tu espalda baja el rastrillo, dejándote en el interior del castillo. El patio es un lugar austero y pequeño, un espacio de apenas ocho metros entre las murallas y el edificio principal. Los hombres que han salido a recibirte te guían a la puerta, mientras uno de los criados te cubre con un paraguas.
- Oh, no se disculpe Señoría. Nos encargaremos de que ese hombre sea encerrado en las mazmorras una semana y se le quite su ración de cerveza durante un mes - dice nuevamente el del centro, que parece el líder del grupo - Por aquí, por favor.
Al entrar en el castillo, ves que el interior contrasta con la apariencia externa. Mientras que desde fuera el castillo resultaba amenazante y poco acogedor, en el interior es esplendoroso y magnificente. Estás en un amplio vestíbulo, lleno de estatuas a los lados de diferentes miembros ilustres de la familia Markov. Entre otras alcanzas a distinguir una particularmente reciente, la de Derian. En el centro de la estancia hay un enorme pedestal sobre el que se alza una estatua de mármol más grande y magnífica que las otras. Esta muestra a un hombre con una armadura de cuerpo completo, con una larga melena lisa y facciones duras, una corona y alzando una espada hacia el cielo. Te percatas de que la espada es igual a la que llevan todas las otras estatuas.
- Por aquí, su Señoría - dice el emisario.
Te hace un gesto señalando una puerta en el lado derecho de la estancia, pasando por detrás de una estatua de un rey sonriente vestido de forma estrafalaria. En la placa que hay bajo la estatua pone "Daron I". El hombre te abre la puerta, mostrando una sala de aspecto agradable. Está enmoquetada y lujosas alfombras cubren el suelo, mientras que en las paredes hay tapices con escenas épicas de la historia de Hallstat. Hay una chimenea encendida, y una mesa con pastas, dulces y aperitivos varios, una tetera, una cafetera y una botella vino tinto, además de cubertería y vajillas de buena calidad. Te fijas en que pese a lo lujoso de todo, no hay cubiertos de plata. Un mayordomo espera en la estancia, preguntándose en el momento en que entras:
- Su Majestad llegará pronto. Mientras tanto, ¿qué tomará el señor? ¿Puedo recomendarle los canapés de caviar de rey marino? Para beber tenemos un delicioso tinto del South Blue, té verde, negro y blanco de Wano y café recién molido, de grano importado desde Nakamura.
- Señoría, le ruego que disculpe a mi subordinado por su rudeza, pero si no guarda el arma me veré obligado a usar la fuerza.
Si no haces ninguna locura más con los soldados, estos simplemente te dejan pasar. A tu espalda baja el rastrillo, dejándote en el interior del castillo. El patio es un lugar austero y pequeño, un espacio de apenas ocho metros entre las murallas y el edificio principal. Los hombres que han salido a recibirte te guían a la puerta, mientras uno de los criados te cubre con un paraguas.
- Oh, no se disculpe Señoría. Nos encargaremos de que ese hombre sea encerrado en las mazmorras una semana y se le quite su ración de cerveza durante un mes - dice nuevamente el del centro, que parece el líder del grupo - Por aquí, por favor.
Al entrar en el castillo, ves que el interior contrasta con la apariencia externa. Mientras que desde fuera el castillo resultaba amenazante y poco acogedor, en el interior es esplendoroso y magnificente. Estás en un amplio vestíbulo, lleno de estatuas a los lados de diferentes miembros ilustres de la familia Markov. Entre otras alcanzas a distinguir una particularmente reciente, la de Derian. En el centro de la estancia hay un enorme pedestal sobre el que se alza una estatua de mármol más grande y magnífica que las otras. Esta muestra a un hombre con una armadura de cuerpo completo, con una larga melena lisa y facciones duras, una corona y alzando una espada hacia el cielo. Te percatas de que la espada es igual a la que llevan todas las otras estatuas.
- Por aquí, su Señoría - dice el emisario.
Te hace un gesto señalando una puerta en el lado derecho de la estancia, pasando por detrás de una estatua de un rey sonriente vestido de forma estrafalaria. En la placa que hay bajo la estatua pone "Daron I". El hombre te abre la puerta, mostrando una sala de aspecto agradable. Está enmoquetada y lujosas alfombras cubren el suelo, mientras que en las paredes hay tapices con escenas épicas de la historia de Hallstat. Hay una chimenea encendida, y una mesa con pastas, dulces y aperitivos varios, una tetera, una cafetera y una botella vino tinto, además de cubertería y vajillas de buena calidad. Te fijas en que pese a lo lujoso de todo, no hay cubiertos de plata. Un mayordomo espera en la estancia, preguntándose en el momento en que entras:
- Su Majestad llegará pronto. Mientras tanto, ¿qué tomará el señor? ¿Puedo recomendarle los canapés de caviar de rey marino? Para beber tenemos un delicioso tinto del South Blue, té verde, negro y blanco de Wano y café recién molido, de grano importado desde Nakamura.
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He guardado mi arma, se ha disculpado por la mala educación de su aprendiz después de todo. Mientras avanzaba sentí como la entrada se cerraba a mis espaldas y me encontraba en el patio de la fortaleza. Pequeño y bastante sencillo la verdad, aunque era algo que no era una sorpresa para mí, después de todo lo que ves a simple vista no es lo que realmente parece, y no tarde mucho en darme cuenta de ello.
Dentro de lugar todo cambio ante mí, era todo un paraíso ante mí, de gran clase y elegancia. En el vestíbulo pude observar lo que parecía ser las estatuas de los diferentes miembros de la familia real, entre ella pude distinguir una, la de Derian. Pero si mi ojo no me engaña… ¿Parece reciente? Pero si la actual reina de Hallstat es Iliana, si tendría que existir una estatua reciente de alguien tendrá que ser la de ella, esto no cuadra en mi mente para nada, algo no anda bien aquí. Mientras más avanzaba no paraba de buscar una respuesta a mi pregunta otra estatua relevante llamó mi atención una vez más, una estatua de un hombre de armadura completa con una melena tan lisa que una mujer podría envidiarle, pero… ¿esa espada no la he visto antes ya? Voltee mi mirada una vez más hacia atrás para darme cuenta que era la misma espada una y otra vez. Entonces si mis cálculos son correctos esa estatua es de… ¿estás aquí no es así?
Cuando se me señaló donde sería mi lugar de espera, que se encontraba junto a una estatua de lo que para mí era de interpretar, un rey tenebroso de sonrisa que asustaría a cualquier niño, ¿Daron primero? Ese nombre no se me hace familiar, Después de todo El clan Oda comenzó a servir a Hallstat a partir del reinado de Derian y solo hasta este punto.
Al entrar a lo que yo considero la “sala de espera” que a simple vista parece un lugar agradable y lujoso. El sonido de la fogata era muy relajante, a parte los aperitivos no lucían nada mal. Pero mi instinto de guerra se había activo al momento que note que algo no andaba bien, y creo saber cual es la respuesta.
- Muchas gracias - dije esbozando una sonrisa carismática, estaba muy agradecido con la servidumbre, era muy parecida a la de mi hogar, pero estas usaban más que nada palabras orientales al dirigirse a los invitados - pero me gustaría poder esperar a su majestad en soledad, me gustaría poder ordenar mis pensamientos mientras ella llega a este lugar, verá usted que para mí esta audiencia es muy importante, han pasado ya aproximadamente unos dos años de la muerte de mi clan, y fue hasta no hace mucho que he regresado para revivirlo y poder servir a la familia Markov una vez más pero… son tantas cosas en que pensar en tan poco tiempo que me gustaría hacerlo en soledad.
Esperando que el hombre acudiera a mi petición, me dispuse a sentarme en el suelo, justo en el centro de la habitación, cruzado de piernas he cerrado mi ojo y mi expresión facial se ha notado mucho más seria. Si mi instinto y todo lo que he visto estaba correcto, he de decir unas palabras muy claras en este momento.
- Sé que estás aquí… poderosa monarca - dije para luego juntar sus manos para luego inclinar su cabeza para realizar una reverencia - posiblemente me has estado observando desde que llegué al castillo… no incluso antes mucho antes. Algo en mi lo dice, y sé que estás aquí justo ahora… ¿cómo lo sé? Bueno… durante los años la guerra te enseña a desarrollar muchas cosas, y una e ella es instinto… eso usted más que nada debería saberlo más que nada… he venido con un solo propósito a este país, y es poder servir a la Markov una vez más… aunque, si usted me cree indigno de tal privilegio, por mi comportamiento mostrado con anterioridad... pero verá usted... referirse a mi como "ese" ha hecho que mi persona entre en furia, no por mi... sino por mi familia que ha fallecido sirviendo a este país, A la familia y clan Oda, que juró servir con sus vidas por haber brindado un hogar a aquellos que fueron rechazados por el mundo solo por ser maestros en el arte de la guerra, pero se que a sido un comportamiento erróneo de mi parte y... si no me cree digno de servir, puedo acabar yo mismo con mi vida aquí en este momento... Iliana-sama
Nobunaga se mantuvo firme sin mover un musculo mientras esperaba pacientemente que algo ocurriera, el siempre creia en su instinto, y estaba mas que seguro que recibiría una respuesta.
Dentro de lugar todo cambio ante mí, era todo un paraíso ante mí, de gran clase y elegancia. En el vestíbulo pude observar lo que parecía ser las estatuas de los diferentes miembros de la familia real, entre ella pude distinguir una, la de Derian. Pero si mi ojo no me engaña… ¿Parece reciente? Pero si la actual reina de Hallstat es Iliana, si tendría que existir una estatua reciente de alguien tendrá que ser la de ella, esto no cuadra en mi mente para nada, algo no anda bien aquí. Mientras más avanzaba no paraba de buscar una respuesta a mi pregunta otra estatua relevante llamó mi atención una vez más, una estatua de un hombre de armadura completa con una melena tan lisa que una mujer podría envidiarle, pero… ¿esa espada no la he visto antes ya? Voltee mi mirada una vez más hacia atrás para darme cuenta que era la misma espada una y otra vez. Entonces si mis cálculos son correctos esa estatua es de… ¿estás aquí no es así?
Cuando se me señaló donde sería mi lugar de espera, que se encontraba junto a una estatua de lo que para mí era de interpretar, un rey tenebroso de sonrisa que asustaría a cualquier niño, ¿Daron primero? Ese nombre no se me hace familiar, Después de todo El clan Oda comenzó a servir a Hallstat a partir del reinado de Derian y solo hasta este punto.
Al entrar a lo que yo considero la “sala de espera” que a simple vista parece un lugar agradable y lujoso. El sonido de la fogata era muy relajante, a parte los aperitivos no lucían nada mal. Pero mi instinto de guerra se había activo al momento que note que algo no andaba bien, y creo saber cual es la respuesta.
- Muchas gracias - dije esbozando una sonrisa carismática, estaba muy agradecido con la servidumbre, era muy parecida a la de mi hogar, pero estas usaban más que nada palabras orientales al dirigirse a los invitados - pero me gustaría poder esperar a su majestad en soledad, me gustaría poder ordenar mis pensamientos mientras ella llega a este lugar, verá usted que para mí esta audiencia es muy importante, han pasado ya aproximadamente unos dos años de la muerte de mi clan, y fue hasta no hace mucho que he regresado para revivirlo y poder servir a la familia Markov una vez más pero… son tantas cosas en que pensar en tan poco tiempo que me gustaría hacerlo en soledad.
Esperando que el hombre acudiera a mi petición, me dispuse a sentarme en el suelo, justo en el centro de la habitación, cruzado de piernas he cerrado mi ojo y mi expresión facial se ha notado mucho más seria. Si mi instinto y todo lo que he visto estaba correcto, he de decir unas palabras muy claras en este momento.
- Sé que estás aquí… poderosa monarca - dije para luego juntar sus manos para luego inclinar su cabeza para realizar una reverencia - posiblemente me has estado observando desde que llegué al castillo… no incluso antes mucho antes. Algo en mi lo dice, y sé que estás aquí justo ahora… ¿cómo lo sé? Bueno… durante los años la guerra te enseña a desarrollar muchas cosas, y una e ella es instinto… eso usted más que nada debería saberlo más que nada… he venido con un solo propósito a este país, y es poder servir a la Markov una vez más… aunque, si usted me cree indigno de tal privilegio, por mi comportamiento mostrado con anterioridad... pero verá usted... referirse a mi como "ese" ha hecho que mi persona entre en furia, no por mi... sino por mi familia que ha fallecido sirviendo a este país, A la familia y clan Oda, que juró servir con sus vidas por haber brindado un hogar a aquellos que fueron rechazados por el mundo solo por ser maestros en el arte de la guerra, pero se que a sido un comportamiento erróneo de mi parte y... si no me cree digno de servir, puedo acabar yo mismo con mi vida aquí en este momento... Iliana-sama
Nobunaga se mantuvo firme sin mover un musculo mientras esperaba pacientemente que algo ocurriera, el siempre creia en su instinto, y estaba mas que seguro que recibiría una respuesta.
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- Iliana no está aquí, viejo - dice una voz suave y fría a tus espaldas - ¿De verdad piensas que hubiese sido tan incauta de venir a un encuentro con alguien que podría ser un asesino de Gelvin, un terrorista de la facción rebelde... o un lunático?
Si te giras, verás a un hombre alto bastante joven, de piel pálida y cabello castaño, corto. Tiene los ojos azules, y va vestido con una camisa blanca con chorrera negra. Te dirige una sonrisa burlona y pasa a tu lado, para sentarse en uno de los sillones. Se sirve una copa de tinto y te mira, sonriendo con superioridad.
- Si tanto quieres suicidarte, adelante. Pero no lo hagas aquí, no queremos que manches la alfombra. Ahora, si has venido a hablar deja de delirar y siéntate. Me gusta ir al grano, así que empieza a hablar rápido. ¿Quién eres realmente, quién te envía y qué querías decirle a Ili? - frunce el ceño, con un ligero tono de irritación - Y rechazar la comida de la reina es un gran insulto, señor Oda.
El tipo da un largo trago a la copa de vino y comienza a agitarla, observando el contenido. ¿Qué harás?
Si te giras, verás a un hombre alto bastante joven, de piel pálida y cabello castaño, corto. Tiene los ojos azules, y va vestido con una camisa blanca con chorrera negra. Te dirige una sonrisa burlona y pasa a tu lado, para sentarse en uno de los sillones. Se sirve una copa de tinto y te mira, sonriendo con superioridad.
- Si tanto quieres suicidarte, adelante. Pero no lo hagas aquí, no queremos que manches la alfombra. Ahora, si has venido a hablar deja de delirar y siéntate. Me gusta ir al grano, así que empieza a hablar rápido. ¿Quién eres realmente, quién te envía y qué querías decirle a Ili? - frunce el ceño, con un ligero tono de irritación - Y rechazar la comida de la reina es un gran insulto, señor Oda.
El tipo da un largo trago a la copa de vino y comienza a agitarla, observando el contenido. ¿Qué harás?
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-Oooh… un arte muy fino el de tu parte joven - dije mientras mi mirada se postró en la figura de aquel envidio de cabello castaño que se encontraba al frente de mí, era obvio para mí que la diferencia entre nuestra habilidades era más que obvia, y no me daría tiempo a hacer nada, era el momento de usar mis palabras con cautela - En las costumbres de nuestro clan, es indigno comer la comida que no está destinada a nosotros, esta comida pertenece a Iliana-sama y solo si ella misma me diera la orden de comerla… yo la aceptaría.
me mantuve en mi misma posición, sin siquiera decir nada por unos momentos… estaba totalmente seguro que lo más probable era lo que papá y yo siempre pensamos, si fallamos… simplemente estamos muertos.
- estoy cómodo en el suelo, después de todo soy de sangre oriental - al parecer mis cálculos estaban errados y ella no se encontraba en este lugar y además me encuentro delante de una persona directa - si le gusta ir al grano pues, seré lo más directo posible… Oda Sakinoufu Nobunaga líder de la Nonagésima generación del clan Oda… venía más que nada a persuadir a su majestad de la alianza con el Gobierno mundial era errónea, pero eso cambió hasta que a mi casa ha llegado algo que no ha sido del todo de mi agrado… y lo he traído conmigo - en mi maleta que se encontraba justo a mi lado la abrí con rapidez y firmeza, dentro de ella pude ver mi rifle que estaba esperando listo por ser usado, pero no era el a quien buscaba, en uno de los bolsillos de la misma introduje mi mano para sacar lo que parecería ser una foto, al sacarla la voltee mostrando lo que estaba en ella, era una lo que parecía ser una especie almacén que se encontraba en el bosque, pero este estaba totalmente destruido.
- esta foto llegó a mí un día antes de que la invitación a este lugar fuera llegada, el almacén de nuestro clan donde nuestra familia resguardo nuestro arsenal de armas municiones y metales para forjar armas, fue totalmente destruido… y mis sirvientes informan que ha sido por la mano de aquellos que tratan de poner la vida de su majestad en riesgo, mi padre, mientras estaba con vida, me dijo que este sería un regalo para el futuro sucesor de Derian-sama y yo debía entregarlo a ese sucesor … es una lástima… todo ese armamento listo para 500 soldados… que desperdicio, este se supone que sería un regalo de mi parte para su majestad la reina. así que verá usted joven, ahora tenemos un enemigo en común, porque estoy mas que seguro que fueron los rebeldes quien destruyeron mi almacén... y con mis armas nadie se mete, y menos si son un presente para la reina
me mantuve en mi misma posición, sin siquiera decir nada por unos momentos… estaba totalmente seguro que lo más probable era lo que papá y yo siempre pensamos, si fallamos… simplemente estamos muertos.
- estoy cómodo en el suelo, después de todo soy de sangre oriental - al parecer mis cálculos estaban errados y ella no se encontraba en este lugar y además me encuentro delante de una persona directa - si le gusta ir al grano pues, seré lo más directo posible… Oda Sakinoufu Nobunaga líder de la Nonagésima generación del clan Oda… venía más que nada a persuadir a su majestad de la alianza con el Gobierno mundial era errónea, pero eso cambió hasta que a mi casa ha llegado algo que no ha sido del todo de mi agrado… y lo he traído conmigo - en mi maleta que se encontraba justo a mi lado la abrí con rapidez y firmeza, dentro de ella pude ver mi rifle que estaba esperando listo por ser usado, pero no era el a quien buscaba, en uno de los bolsillos de la misma introduje mi mano para sacar lo que parecería ser una foto, al sacarla la voltee mostrando lo que estaba en ella, era una lo que parecía ser una especie almacén que se encontraba en el bosque, pero este estaba totalmente destruido.
- esta foto llegó a mí un día antes de que la invitación a este lugar fuera llegada, el almacén de nuestro clan donde nuestra familia resguardo nuestro arsenal de armas municiones y metales para forjar armas, fue totalmente destruido… y mis sirvientes informan que ha sido por la mano de aquellos que tratan de poner la vida de su majestad en riesgo, mi padre, mientras estaba con vida, me dijo que este sería un regalo para el futuro sucesor de Derian-sama y yo debía entregarlo a ese sucesor … es una lástima… todo ese armamento listo para 500 soldados… que desperdicio, este se supone que sería un regalo de mi parte para su majestad la reina. así que verá usted joven, ahora tenemos un enemigo en común, porque estoy mas que seguro que fueron los rebeldes quien destruyeron mi almacén... y con mis armas nadie se mete, y menos si son un presente para la reina
Iliana Markov
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Akuma no mi
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El hombre suspiró, dejó la copa en la mesa y comenzó a masajearse las sienes, evidentemente estresado.
- Te lo explicaré lentamente para que tu pequeña cabeza de bárbaro pueda comprenderlo: esta no es comida dirigida a la reina. Es una cortesía por parte de la reina para ti, y al rechazarla insultas su hospitalidad.
Con un gruñido de exasperación, el hombre se acomoda en el sillón y comienza a observarte, con los ojos entrecerrados y acariciándose el mentón mientras te escucha.
- O sea, que han destruido lo único que tenías para ofrecerle a la reina - se levantó y comenzó a pasearse por la habitación, irritado - Vienes aquí, amenazas a mis guardias, rechazas nuestra comida y además vienes con las manos vacías. Ni siquiera sabes claramente quién ha sido el que destruyó ese arsenal, sólo especulas que han sido los rebeldes y que por ello tenemos un "enemigo común." Sinceramente, no se si nos tomas por idiotas o si eres imbécil.
El joven se acerca a la ventana y comienza a mirar la lluvia caer, con el ceño fruncido.
- Tienes una última oportunidad. Y esta vez no te vayas por las ramas, y dime qué es lo que pretendes sacar de esta reunión. Escúpelo todo. Te lo advierto... no soy un hombre al que convenga enfadar, así que obedece.
- Te lo explicaré lentamente para que tu pequeña cabeza de bárbaro pueda comprenderlo: esta no es comida dirigida a la reina. Es una cortesía por parte de la reina para ti, y al rechazarla insultas su hospitalidad.
Con un gruñido de exasperación, el hombre se acomoda en el sillón y comienza a observarte, con los ojos entrecerrados y acariciándose el mentón mientras te escucha.
- O sea, que han destruido lo único que tenías para ofrecerle a la reina - se levantó y comenzó a pasearse por la habitación, irritado - Vienes aquí, amenazas a mis guardias, rechazas nuestra comida y además vienes con las manos vacías. Ni siquiera sabes claramente quién ha sido el que destruyó ese arsenal, sólo especulas que han sido los rebeldes y que por ello tenemos un "enemigo común." Sinceramente, no se si nos tomas por idiotas o si eres imbécil.
El joven se acerca a la ventana y comienza a mirar la lluvia caer, con el ceño fruncido.
- Tienes una última oportunidad. Y esta vez no te vayas por las ramas, y dime qué es lo que pretendes sacar de esta reunión. Escúpelo todo. Te lo advierto... no soy un hombre al que convenga enfadar, así que obedece.
Øda Nobunaga
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- ¿que pretendo sacar de esta reunión? Poder servir a Markov una vez más, pero sin nada que entregar por el momento tan solo podría ofrecer lo siguiente… permítame salir de viaje una vez más dejando mi fortuna como garantía para ello… pretendo salir en un corto viaje para abastecer mis fuerza y recuperar el arsenal perdido para su majestad la reina… si el clan Oda a de servir… no puedo permitirme ser una fuerza que avergüence a su majestad la reina.
Nobunana es estos momentos era lo único que podía ofrecer era eso, su vasta fortuna como garantía que volvería y no abandonaría el país que lo vio crecer, el solo quería servir a quien dio oportunidad a su clan de poder servir.
- luchar por este país es todo lo que me queda … solo pido tiempo… y le demostrare un estratega… puede cumplir sus palabras.
Dicho eso Nobunaga colocó sus manos en el suelo haciendo una reverencia japonesa, esperando la respuesta de aquel joven fuese cual fuese.
- Por favor...
Nobunana es estos momentos era lo único que podía ofrecer era eso, su vasta fortuna como garantía que volvería y no abandonaría el país que lo vio crecer, el solo quería servir a quien dio oportunidad a su clan de poder servir.
- luchar por este país es todo lo que me queda … solo pido tiempo… y le demostrare un estratega… puede cumplir sus palabras.
Dicho eso Nobunaga colocó sus manos en el suelo haciendo una reverencia japonesa, esperando la respuesta de aquel joven fuese cual fuese.
- Por favor...
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Tras dar un suspiro de frustración, el hombre se acerca al sillón, toma la copa de vino, la rellena hasta los bordes y la vacía de un trago.
- Me estás diciendo que has hecho todo esto sólo para venir a decirnos que cuando tengas de nuevo una fortuna nos ayudarás...
Con una mueca de cansancio, coge una campanilla y empieza a hacerla sonar con fuerza, tras lo cual empieza a decir:
- Mira, no se qué tienes en la cabeza, pero o eres un genio chiflado, un imbécil o sólo un demente. Con esa fantasiosa carta pensamos que eras un asesino y estábamos preparando ya tu encarcelamiento e interrogatorio, pero visto lo visto no será necesario. Lárgate de mi vista escoria, y no vuelvas a aparecer por aquí con las manos vacías. Y ni se te ocurra volver a molestar a la reina por nimiedades.
En ese momento vuelve a entrar el mayordomo, que le hace una reverencia al hombre.
- Sacad a ese viejo de mi vista. Echadlo del castillo.
- A sus órdenes, mi lord - el mayordomo se gira hacia ti - Por favor señor, acompañadme.
- Me estás diciendo que has hecho todo esto sólo para venir a decirnos que cuando tengas de nuevo una fortuna nos ayudarás...
Con una mueca de cansancio, coge una campanilla y empieza a hacerla sonar con fuerza, tras lo cual empieza a decir:
- Mira, no se qué tienes en la cabeza, pero o eres un genio chiflado, un imbécil o sólo un demente. Con esa fantasiosa carta pensamos que eras un asesino y estábamos preparando ya tu encarcelamiento e interrogatorio, pero visto lo visto no será necesario. Lárgate de mi vista escoria, y no vuelvas a aparecer por aquí con las manos vacías. Y ni se te ocurra volver a molestar a la reina por nimiedades.
En ese momento vuelve a entrar el mayordomo, que le hace una reverencia al hombre.
- Sacad a ese viejo de mi vista. Echadlo del castillo.
- A sus órdenes, mi lord - el mayordomo se gira hacia ti - Por favor señor, acompañadme.
Øda Nobunaga
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Nobunaga se levantó del suelo recogiendo sus pertenencias de lo más tranquilo posible, dio un gran suspiro y se dispuso seguir a aquel mayordomo, sin mucho que decir la verdad ¿satisfecho con el resultado? Para nada, pero aun así habría salido airoso de ese embate, aunque se fue con una duda que se pregunta si algún día podrá aclarar, el nombre de aquel joven que interceptó mi carta a su majestad.
Iliana Markov
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Te han expulsado del castillo, y posiblemente te tocará buscar refugio en la aldea o el bosque, pero has sobrevivido para ver otro día, ¿no? No es algo de lo que todos los que visitan el castillo de Markovia puedan jactarse.
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