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Akuma no mi
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El sol brilla con fuerza, apenas hay nubes en el cielo. El barco en el que vas rompe las olas con fuerza, impulsado a toda velocidad por el viento. Unos cuantos delfines los siguen mientras ya eres capaz de divisar la isla. El día es, simplemente, hermoso… Y lo sería más si no fuera por un pequeño detalle, tienes una misión que cumplir. A veces los jefazos son muy aburridos y mandan misiones aburridas. ¿Cuál es la tuya? Capturar a un tipo de diez millones de recompensa. Su nombre es Tyron y en tu mano llevas su wanted. Sabes algunas cosas de la isla y es tú decisión por dónde deberían ir. Considerando que eres el rango más alto… Sí, estás al mando. Te acompaña un pequeño grupo de reclutas, muy pequeño… Solo cinco.
Notas que tardarás un buen rato en llegar todavía. Así que tienes tiempo más que suficiente para dormir, hacer el vago o planear algo… Como veas. Sabes que la isla se divide en dos partes. El norte y el sur, ambas completamente diferente. ¿Dónde se escondería un pirata? Tienes la vaga información de que puede estar en la parte más civilizada, pero tampoco es tan seguro. ¿Quién no te dice que puede estar en el sur? Estar con unos bárbaros puede ser hasta la mejor idea. Puedes dejar todo al destino y ver donde te guía el instinto. O ser más sensata y pensar algo. ¿Qué harás, joven cabo? ¿Jugarás al destino? Si deseas, incluso puedes mandar al carajo la misión e irte. Tienes el control de la situación.
Notas que tardarás un buen rato en llegar todavía. Así que tienes tiempo más que suficiente para dormir, hacer el vago o planear algo… Como veas. Sabes que la isla se divide en dos partes. El norte y el sur, ambas completamente diferente. ¿Dónde se escondería un pirata? Tienes la vaga información de que puede estar en la parte más civilizada, pero tampoco es tan seguro. ¿Quién no te dice que puede estar en el sur? Estar con unos bárbaros puede ser hasta la mejor idea. Puedes dejar todo al destino y ver donde te guía el instinto. O ser más sensata y pensar algo. ¿Qué harás, joven cabo? ¿Jugarás al destino? Si deseas, incluso puedes mandar al carajo la misión e irte. Tienes el control de la situación.
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Me encontraba en un barco de la Marine rumbo a una isla del North Blue llamada English Garden, famosa por sus partes norte y sur que se diferenciaban en gran medida. Yo estaba en mi camarote, sentada en una cama un tanto incómoda para mi gusto, mientras mantenía un cartel de Wanted y le echaba un buen vistazo. *- Como me gustarían unas buenas vacaciones en la isla adónde me dirijo... una pena que el deber es lo primero ante todo, el capitán ha sido muy claro en cuanto al asunto de que este criminal debe ser llevado ante la justicia ante cualquier medio y... no me gustaría hacerle cabrear*- pensé mientras leía el nombre y la recompensa de aquel pirata ( 10 millones, una cifra un tanto llamativa para alguien como yo). Se llamaba Tyron, era un hombre de aspecto tétrico cuyos ojos, carentes de brillo, me daban la sensación de que era un hombre que no tenía nada que perder. Era buscado por haber cometido varios delitos graves como el asesinato de varios civiles, extorsión a cargos municipales, saqueos a caravanas en los caminos, etc... Me levanté de la cama y me dirigí hacia la ventana para ver el mar mientras pensaba cual iba a ser mi próximo movimiento, ya que, esta vez, tenía que hacer de líder porque me asignaron un pequeño grupo de 5 reclutas para que acompañasen en mi misión y debía ir con cuidado para que no les pasase nada malo por mi culpa.
Caminé de un lado a otro de la habitación, comiéndome la cabeza mientras le echaba un vistazo al mapa de la isla. - Veamos... si fuera un pirata, ¿dónde me escondería? ¿En el sur, camuflado entre gente civilizada? ¿ O en el norte, disfrazado como miembro de las tribus de aquella salvaje zona? Ya que no podía decidirme adónde iría primero porque ambas zonas podían ser las correctas para empezar a buscar, decidí dejarlo a manos del azar. Cogí un berrie y decidí echarlo a cara o cruz, cruz para el sur, cara para el norte. Lancé la moneda al aire para después poner mi mano y que esta cayese en ella. - Vamos a ver que ha salido... Al parecer ha salido cruz, lo que significa que vamos para el sur- dije mientras observaba el berrie. Ya con la zona que íbamos a explorar en busca de pistas decidida, me puse mi preciada armadura blanca y envainé mi espadón plateado para disponerme a convocar a los reclutas que me iban a acompañar en busca del truhán. Salí a cubierta y grité: - ¡Reclutas Samuel, Jonan, Jackson, Teresa y Esmeralda en posición!-. Para cuando quise darme cuenta, cinco jóvenes reclutas aparecieron rápidamente enfrente mía mientras se ponían firmes y realizaban el saludo militar esperando mis órdenes. *- Tres hombres y dos mujeres me acompañarán en esta misión, ¿eh?-* me crucé de brazos mientras les echaba un buen ojo a cada uno. Me presenté hacia ellos como la cabo Ciaran Ehre , les comenté que yo sería su superior en esta odisea y les juré que, mientras estuviesen bajo mis órdenes, cuidaría de ellos como si fuesen mis propios hijos. Después de las presentaciones entre ellos y yo y decirles que íbamos a cazar a un peligroso furtivo de la justicia, llegamos a tierra y desembarcamos en el muelle de la parte sur de la isla. - No os separéis de mí, quizás esta zona tenga pinta de ser más civilizada y segura, pero el mal acecha en cualquier esquina, listo para atacar a los sirvientes de la luz- Empezamos a caminar entre las trascurridas calles de TowerBridge, estas estaban llenas de grandes y hermosos edificios de otra época y la gente estaba vestida con elegantes y variadas vestimentas. - Si al acabar la misión tenemos tiempo, dejaré que vengáis a comprar algún souvenir que llevaros como recuerdo- sonreí a los reclutas. Estaba bastante indecisa de cuál iba a ser el primer sitio al que iba a ir para empezar la búsqueda, así que decidí preguntar a un hombre con traje negro que pasaba por allí donde estaba el ayuntamiento. Este de buena gana me lo indicó, le agradecí y les indiqué a mis subordinados que me siguieran a través de las calles hasta nuestro punto de destino. Tenía pensado ir al ayuntamiento a preguntar si podía ver los registros de los ciudadanos y visitantes, para comprobar si había algo sospechoso.
Caminé de un lado a otro de la habitación, comiéndome la cabeza mientras le echaba un vistazo al mapa de la isla. - Veamos... si fuera un pirata, ¿dónde me escondería? ¿En el sur, camuflado entre gente civilizada? ¿ O en el norte, disfrazado como miembro de las tribus de aquella salvaje zona? Ya que no podía decidirme adónde iría primero porque ambas zonas podían ser las correctas para empezar a buscar, decidí dejarlo a manos del azar. Cogí un berrie y decidí echarlo a cara o cruz, cruz para el sur, cara para el norte. Lancé la moneda al aire para después poner mi mano y que esta cayese en ella. - Vamos a ver que ha salido... Al parecer ha salido cruz, lo que significa que vamos para el sur- dije mientras observaba el berrie. Ya con la zona que íbamos a explorar en busca de pistas decidida, me puse mi preciada armadura blanca y envainé mi espadón plateado para disponerme a convocar a los reclutas que me iban a acompañar en busca del truhán. Salí a cubierta y grité: - ¡Reclutas Samuel, Jonan, Jackson, Teresa y Esmeralda en posición!-. Para cuando quise darme cuenta, cinco jóvenes reclutas aparecieron rápidamente enfrente mía mientras se ponían firmes y realizaban el saludo militar esperando mis órdenes. *- Tres hombres y dos mujeres me acompañarán en esta misión, ¿eh?-* me crucé de brazos mientras les echaba un buen ojo a cada uno. Me presenté hacia ellos como la cabo Ciaran Ehre , les comenté que yo sería su superior en esta odisea y les juré que, mientras estuviesen bajo mis órdenes, cuidaría de ellos como si fuesen mis propios hijos. Después de las presentaciones entre ellos y yo y decirles que íbamos a cazar a un peligroso furtivo de la justicia, llegamos a tierra y desembarcamos en el muelle de la parte sur de la isla. - No os separéis de mí, quizás esta zona tenga pinta de ser más civilizada y segura, pero el mal acecha en cualquier esquina, listo para atacar a los sirvientes de la luz- Empezamos a caminar entre las trascurridas calles de TowerBridge, estas estaban llenas de grandes y hermosos edificios de otra época y la gente estaba vestida con elegantes y variadas vestimentas. - Si al acabar la misión tenemos tiempo, dejaré que vengáis a comprar algún souvenir que llevaros como recuerdo- sonreí a los reclutas. Estaba bastante indecisa de cuál iba a ser el primer sitio al que iba a ir para empezar la búsqueda, así que decidí preguntar a un hombre con traje negro que pasaba por allí donde estaba el ayuntamiento. Este de buena gana me lo indicó, le agradecí y les indiqué a mis subordinados que me siguieran a través de las calles hasta nuestro punto de destino. Tenía pensado ir al ayuntamiento a preguntar si podía ver los registros de los ciudadanos y visitantes, para comprobar si había algo sospechoso.
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En tu camino al ayuntamiento te das cuenta de dos cosas. La primera y casi irrelevante, poco a poco se va nublando y el sol se va escondiendo entre algunas nubes. Lo segundo y más relevante, al ritmo de tu caminar, muchas de las personas los miran con cierta… ¿Desconfianza? ¿Odio? ¿Un poco de ambos, quizá? Detectas más miradas, pero no puedes dilucidar mucho de los sentimientos de los habitantes. Te da la ligera impresión de que, si dices o haces algo sospechoso, ellos no lo van a pensar dos veces en atacarlos. Quitando todo eso, ves algunos puestos de varias cosas: comida, algunas estatuas blancas de animales varios, frutas, verduras, ropa… Ya sabes, lo típico que ves en aquellos lugares.
Dejando atrás la zona del mercado, no tardas más de la cuenta en llegar al ayuntamiento. Está en el centro de la plaza y puedes notar que hay un bosque a unos cuantos metros más allá. Aún puedes escuchar el bullicio y la música que proviene del mercado, pero comparado a como era antes, es bastante más agradable, al menos, ahora puedes conversar sin tener que gritar. Si miras a tu izquierda, verás un pequeño callejón sin mucha relevancia. Espera, ¿no viste una especie de sombra de alguien o algo corriendo por ahí atrás? Bah, cosas mías. Por lo demás, una vez subas las escaleras te recibirá una joven señorita en la puerta. Te mira con unos ojos amables y ves que porta un elegante vestido negro. Su pelo es negro como la noche y sedoso. Sus ojos son de un hermoso azul claro. En sus manos lleva una carpeta de un tono oscuro.
– ¿En qué les puedo ayudar?
Su tono de voz es calmado, pero… ¿No sientes que alguien te observa? Es tu decisión. ¿Entras al ayuntamiento? ¿Seguirás a esa extraña sombra? Bien pudo haber sido un animal. De todos modos, no puedes quitarte de encima el hecho de que alguien te observa. Bien podrías usar a tus reclutas para investigar y tu poder, si es que la señora te deja, hablar con el alcalde. La vida de un marine es complicada, ¿no? Por cierto, aun con su tono amable y una expresión bastante calmada, te da la sensación de que no te será tan fácil convencerla de qué te deje entrar.
Dejando atrás la zona del mercado, no tardas más de la cuenta en llegar al ayuntamiento. Está en el centro de la plaza y puedes notar que hay un bosque a unos cuantos metros más allá. Aún puedes escuchar el bullicio y la música que proviene del mercado, pero comparado a como era antes, es bastante más agradable, al menos, ahora puedes conversar sin tener que gritar. Si miras a tu izquierda, verás un pequeño callejón sin mucha relevancia. Espera, ¿no viste una especie de sombra de alguien o algo corriendo por ahí atrás? Bah, cosas mías. Por lo demás, una vez subas las escaleras te recibirá una joven señorita en la puerta. Te mira con unos ojos amables y ves que porta un elegante vestido negro. Su pelo es negro como la noche y sedoso. Sus ojos son de un hermoso azul claro. En sus manos lleva una carpeta de un tono oscuro.
– ¿En qué les puedo ayudar?
Su tono de voz es calmado, pero… ¿No sientes que alguien te observa? Es tu decisión. ¿Entras al ayuntamiento? ¿Seguirás a esa extraña sombra? Bien pudo haber sido un animal. De todos modos, no puedes quitarte de encima el hecho de que alguien te observa. Bien podrías usar a tus reclutas para investigar y tu poder, si es que la señora te deja, hablar con el alcalde. La vida de un marine es complicada, ¿no? Por cierto, aun con su tono amable y una expresión bastante calmada, te da la sensación de que no te será tan fácil convencerla de qué te deje entrar.
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Un ligero aroma a bollería y a fruta fresca entró por mis fosas nasales, dándome un poco de hambre ante tal suculento olor. La cálida luz del Sol fue disminuyendo debido a que un par de nubes escondían al rey celeste, no me gustaban demasiado los días nublados ya que me daban una especie de... ¿ mal rollo? ¿Una sensación de inseguridad? No sabría decirlo con exactitud pero supongo que eso no importaba mucho en ese momento. A medida que íbamos transitando por la calle del mercado, uno de los reclutas llamado Samuel se me acercó y me susurró que algunas personas nos estaban mirando de una forma muy extraña y que le estaba dando escalofríos. - Ni se os ocurra hacer algo que pueda provocarles y tampoco os quedéis observándoles durante un período largo de tiempo. Hay algo que no me gusta nada... - dije mientras miraba de reojo a la gente de la calle. Incluso los niños que estaban jugando nos dedicaban miradas como si fuéramos piratas sanguinarios o algo por el estilo. Los soldados se pegaban a mí, cosa que hacían bien. Ya que aquella gente tenía pinta de que nos iban a atacar en cualquier momento y sólo estaban esperando el momento en que alguno de nosotros hiciera algo grave como excusa. Intenté fijarme en otra cosa para no darle demasiadas vueltas a aquello, observé una gran estatua situada en medio de una fuente que había cerca, parecía bastante antigua... yo le daría como unos 400 años más o menos.
Por fin dejamos aquella zona de malas miradas para llegar finalmente al ayuntamiento. - Maldición, que paz- estiré los brazos en señal de que me encontraba a gusto y no estaba sujeta a aquella extraña situación. Mis subordinados me dieron la razón argumentando que aquella gente estaba actuando de una forma un tanto misteriosa, a lo mejor podría ser que no estaban acostumbrados a los extranjeros porque más de uno dió problemas en el pasado. Antes de subir unas escaleras que nos conducirían hasta la puerta principal del edificio, la recluta Esmeralda gritó de repente muy asustada. - ¡¿Que pasó, que viste?! le pregunté muy sorprendida ante su grito. - Me pareció ver a alguien en aquel callejón...- señaló una estrecha callejuela que estaba a un par de pasos a nuestra izquierda. Miré rápidamente hacia donde estaba gesticulando y me pareció ver a una silueta correr para esconderse. *- Serán imaginaciones mías o alguien nos está siguiendo?*- pensé mientras le decía a la muchacha que sólo se lo había imaginado. Después de aquel percance, subimos las escaleras y , al parecer, una mujer con un hermoso y atrayente pelo de color negro como la noche y de ojos zafiros cristalinos aguardaba nuestra llegada mientras portaba un dossier debajo de su brazo. - ¿ Puedo ayudarles en algo?- dijo con un tono de amabilidad a la vez que nos dedicaba a mí y a los muchachos una sonrisa cordial. - Buenas tardes señorita, soy la cabo Ciaran Ehre de la Marine y estos son mis soldados- hice una reverencia a modo de saludo y les indiqué a los demás que hicieran lo mismo. - Estamos de misión en esta isla y me preguntaba , si fuera tan amable, de permitirme ver el registro civil para poder obtener información clave sobre el sujeto que ando buscando, por favor.- Le dije con un tono bastante educado, tanto que me sorprendí a mi misma. La mujer se me quedó mirando momentáneamente para luego mirar a los reclutas, parece que nos estaba juzgando por nuestro aspecto a algo así. - Está bien, les permitiré echar un ojo al registro pero me temo que sus soldados se deberán quedar esperando aquí; no nos fíamos de los extraños me temo.- dijo finalmente agachando la cabeza. - Sigame pues, si hace el favor- abrió la puerta y me la sujetó esperando que entrara. - Denme un momento por favor- me dirigí hacia mis soldados y les susurré: - Si ocurre algo malo mientras no estoy, pegad un grito e huid, no me fío de esta gente además de que noto que nos están observando- cuando terminé de darles órdenes, entré dentro del ayuntamiento siguiendo a la joven dama hasta el registro.
Por fin dejamos aquella zona de malas miradas para llegar finalmente al ayuntamiento. - Maldición, que paz- estiré los brazos en señal de que me encontraba a gusto y no estaba sujeta a aquella extraña situación. Mis subordinados me dieron la razón argumentando que aquella gente estaba actuando de una forma un tanto misteriosa, a lo mejor podría ser que no estaban acostumbrados a los extranjeros porque más de uno dió problemas en el pasado. Antes de subir unas escaleras que nos conducirían hasta la puerta principal del edificio, la recluta Esmeralda gritó de repente muy asustada. - ¡¿Que pasó, que viste?! le pregunté muy sorprendida ante su grito. - Me pareció ver a alguien en aquel callejón...- señaló una estrecha callejuela que estaba a un par de pasos a nuestra izquierda. Miré rápidamente hacia donde estaba gesticulando y me pareció ver a una silueta correr para esconderse. *- Serán imaginaciones mías o alguien nos está siguiendo?*- pensé mientras le decía a la muchacha que sólo se lo había imaginado. Después de aquel percance, subimos las escaleras y , al parecer, una mujer con un hermoso y atrayente pelo de color negro como la noche y de ojos zafiros cristalinos aguardaba nuestra llegada mientras portaba un dossier debajo de su brazo. - ¿ Puedo ayudarles en algo?- dijo con un tono de amabilidad a la vez que nos dedicaba a mí y a los muchachos una sonrisa cordial. - Buenas tardes señorita, soy la cabo Ciaran Ehre de la Marine y estos son mis soldados- hice una reverencia a modo de saludo y les indiqué a los demás que hicieran lo mismo. - Estamos de misión en esta isla y me preguntaba , si fuera tan amable, de permitirme ver el registro civil para poder obtener información clave sobre el sujeto que ando buscando, por favor.- Le dije con un tono bastante educado, tanto que me sorprendí a mi misma. La mujer se me quedó mirando momentáneamente para luego mirar a los reclutas, parece que nos estaba juzgando por nuestro aspecto a algo así. - Está bien, les permitiré echar un ojo al registro pero me temo que sus soldados se deberán quedar esperando aquí; no nos fíamos de los extraños me temo.- dijo finalmente agachando la cabeza. - Sigame pues, si hace el favor- abrió la puerta y me la sujetó esperando que entrara. - Denme un momento por favor- me dirigí hacia mis soldados y les susurré: - Si ocurre algo malo mientras no estoy, pegad un grito e huid, no me fío de esta gente además de que noto que nos están observando- cuando terminé de darles órdenes, entré dentro del ayuntamiento siguiendo a la joven dama hasta el registro.
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La mujer duda unos instantes. ¿Habrá alguna razón? Puede que sí o puede que no, pero, por alguna extraña razón, todos desconfían de la marina. ¿Malas experiencias en el pasado? Quizá sea por permitir que un Shichibukai campara a sus anchas e hiciera y deshiciera a destajo. A saber, en lo que piensa la gente de hoy en día. Puede ser que la marina ya no causa tanta confianza y ellos prefieren vivir bajo sus propias leyes. Tantas hipótesis, tantas ideas, pero, lamentablemente, no tienes manera de probar nada. Queda entre tú y tus pensamientos de noche… Si es que decides darle mayor importancia a este asunto. Aunque, de todos modos, puede ser interesante ver como piensas en alguna solución. El caso, la mujer y tú entran.
El ayuntamiento, por dentro, parece un laberinto. Doblan, vuelven a doblar, suben y bajan escaleras. ¿Acaso ella estará jugando contigo? Nah, muy tonto lo que digo. Finalmente, luego de un camino eterno y donde casi sientes que puedes reemplazar tus clases de pilates con tanto ejercicio y vueltas, la señora te hace una señal para que te detengas. Toca la puerta de madera antigua y entra. Sale a los pocos segundos y empieza a caminar. ¿Qué habrá hecho en esa oficina? Puedes leer que era la del alcalde, quizá puedas hablar con él más rato. El caso, te guía a otra sala y te abre la puerta. Puedes ver algunas estanterías llenas de informes. ¿En serio piensas leerte todo eso? La amable secretaria, camina un par de pasos y te pasa una carpeta con unas cuantas hojas. Es lo que buscas, si te lo preguntas.
– La espero afuera. – Te dice antes de salir. A tu lado ves un pequeño escritorio que tiene una lámpara. Una vez te decides a leer, no ves nada raro. Esta todo tan bien que a nadie le saltarían dudas, pero… Si te fijas con atención notarás una cosa: Las últimas páginas parecen haber sido cambiadas por otras. ¿Acaso el alcalde o alguien del ayuntamiento están metidos en esto? Puede que sean políticos corruptos, menuda novedad, en todo caso o que estén amenazados por los piratas. Cualquiera de las opciones parece ser válida, pero solo una persona tiene las respuestas: El alcalde. ¿Irás a conversar con él? ¿Te irás e investigarás por tu cuenta? ¿Quién te asegura que no haya un grupo de piratas en el ayuntamiento? Pero, sobre todo, ¿quién te afirma que hiciste bien en dejar a tus hombres solos? Las decisiones, cabo Ciaran, cuestan caro si tomas la equivocada. ¿Qué harás?
Nota del moderador: No puedes manejar al alcalde, si es que decides ir a conversar con él.
El ayuntamiento, por dentro, parece un laberinto. Doblan, vuelven a doblar, suben y bajan escaleras. ¿Acaso ella estará jugando contigo? Nah, muy tonto lo que digo. Finalmente, luego de un camino eterno y donde casi sientes que puedes reemplazar tus clases de pilates con tanto ejercicio y vueltas, la señora te hace una señal para que te detengas. Toca la puerta de madera antigua y entra. Sale a los pocos segundos y empieza a caminar. ¿Qué habrá hecho en esa oficina? Puedes leer que era la del alcalde, quizá puedas hablar con él más rato. El caso, te guía a otra sala y te abre la puerta. Puedes ver algunas estanterías llenas de informes. ¿En serio piensas leerte todo eso? La amable secretaria, camina un par de pasos y te pasa una carpeta con unas cuantas hojas. Es lo que buscas, si te lo preguntas.
– La espero afuera. – Te dice antes de salir. A tu lado ves un pequeño escritorio que tiene una lámpara. Una vez te decides a leer, no ves nada raro. Esta todo tan bien que a nadie le saltarían dudas, pero… Si te fijas con atención notarás una cosa: Las últimas páginas parecen haber sido cambiadas por otras. ¿Acaso el alcalde o alguien del ayuntamiento están metidos en esto? Puede que sean políticos corruptos, menuda novedad, en todo caso o que estén amenazados por los piratas. Cualquiera de las opciones parece ser válida, pero solo una persona tiene las respuestas: El alcalde. ¿Irás a conversar con él? ¿Te irás e investigarás por tu cuenta? ¿Quién te asegura que no haya un grupo de piratas en el ayuntamiento? Pero, sobre todo, ¿quién te afirma que hiciste bien en dejar a tus hombres solos? Las decisiones, cabo Ciaran, cuestan caro si tomas la equivocada. ¿Qué harás?
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Empecé a seguir a aquella mujer de vestido negro a través del recinto, las paredes estaban repletas de cuadros antiguos hasta donde alcanzaba la vista, también habían grandes lamparas doradas alumbrando los largos pasillos del ayuntamiento dándoles un toque un poco tétrico. Retratos de antiguos alcaldes, fotos viejas de la ciudad, tratados, fotos de los anteriores equipos de gobierno... muchas cosas estaban colgadas en las paredes e intenté fijarme en alguna cosa que consiguiera aclararme el motivo de que los marines no fuéramos bienvenidos en ese lugar. La mujer me llevó por varios pasillos y salas para luego ir bajando y subiendo escaleras, ¿acaso me está vacilando? *-No me gusta que la gente me haga perder el tiempo para este tipo de cosas-* pensé mientras apretaba un poco el puño en señal de desagrado. Parecía que me estaba dando un recorrido completo por todo el ayuntamiento un gran número de veces, repitiendo el mismo proceso una y otra vez. Cuando ya me disponía a abrir la boca para llamarle la atención a la joven dama de negro, esta hizo una seña con la mano para que me detuviese, a lo cual me paré y permanecí inmóvil. La mujer tocó un par de veces la puerta de madera que había delante para acabar entrando. Me fijé en la placa que había a un lado de la puerta, ponía "despacho del alcalde". La damisela volvió a salir portando una pequeña llave y me hizo un gesto con la cabeza para que la siguiese a la habitación contigua a la del alcalde. *-Quizás venga más tarde a charlar un poco con el señor alcalde... pero antes debo ver esos documentos sin más demora-* miré una ultima vez a la puerta para después entrar en la otra sala.
Nada más entrar, pude notar la increíble cantidad de polvo que había en la habitación, me hizo estornudar y la mujer me indicó que tuviera cuidado con no llenar nada de suciedad. Todo el lugar estaba lleno de estanterías con varios libros, mi guía fue a uno de las estanterías y me trajo un documento en el que ponía con letras negras y casi borradas por el paso del tiempo " Registro". La supuesta secretaria del alcalde me dijo que me esperaría fuera hasta que acabase de satisfacer mi curiosidad, después de esto, me senté en una silla próxima y me puse a ojear en busca de lo que estaba buscando. Pasados unos minutos de lectura, pude ver que todo estaba en orden... o eso quería creer porque descubrí que las últimas hojas eran falsas. - Tenemos a un topo que está ayudando al criminal, ¿eh? -murmuré mientras observaba la puerta. Tenía pinta de que la secretaria o el alcalde, quizás ambos, estuviesen ayudando al alcalde. ¿Pero y si toda la ciudad estuviese metida en el ajo? ¡Eso significaría que mis subordinados estarían en peligro! Me levanté sobresaltada nada más en pensar en esa posibilidad, había sido algo bastante necio el dejarlos fuera en un lugar donde parece que no te puedes fiar ni de tu sombra. Rauda como el viento, me dispuse a regresar con mis soldados ya que tenía una mala sensación. Abrí la puerta y la mujer me estaba esperando con los brazos cruzados. -Acérquese un momento, por favor- dijo mientras me indicaba con su mano que me aproximara. - Doy por hecho que se ha dado cuenta de la pequeña falsificación del registro... el alcalde está comprado por el criminal que busca. Pero al menos yo aún conservo mi dignidad y me preocupo por la seguridad del pueblo, esta noche reúnase conmigo debajo del puente. Le explicaré todo lo acontecido desde la llegada de ese criminal y... también le contaré el motivo por el cual la gente desconfía de los extranjeros- me susurró para que nadie la escuchase.
Asentí con la cabeza, poco segura acerca de sus intenciones ya que podría tenderme una emboscada. De todos modos, me apresuré a salir a fuera mientras la mujer me mostraba una sonrisa y se despedía con la mano. - La salida es abajo a la izquierda y todo recto- dijo. Después de perderme un poco entre los pasillos, conseguí llegar a la puerta de salida. Abrí la puerta precipitadamente con miedo de que a mis reclutas les hubiera pasado algo, para mi alivio no les había pasado nada, ya que estaban sentados en las escaleras mientras conversaban. El recluta Samuel me vió y les dijo a los demás que se levantaran rápidamente porque había vuelto del registro. Formaron y la recluta Esmeralda preguntó: - ¿Órdenes señora?- preguntó mientras los demás también aguardaban mi siguiente orden. Con un suspiro y rascándome la cabeza les expliqué que íbamos a pasar la noche en una posada y que teníamos que acudir a un encuentro a medianoche. - Vamos a descansar y a comer algo, yo invito- dije sonriendo mientras los demás reclutas me empezaban a seguir y a soltar frases de alegría ante el hecho de que les iba a invitar a algo. Algo me decía que esa noche iba a ser muy larga.
Nada más entrar, pude notar la increíble cantidad de polvo que había en la habitación, me hizo estornudar y la mujer me indicó que tuviera cuidado con no llenar nada de suciedad. Todo el lugar estaba lleno de estanterías con varios libros, mi guía fue a uno de las estanterías y me trajo un documento en el que ponía con letras negras y casi borradas por el paso del tiempo " Registro". La supuesta secretaria del alcalde me dijo que me esperaría fuera hasta que acabase de satisfacer mi curiosidad, después de esto, me senté en una silla próxima y me puse a ojear en busca de lo que estaba buscando. Pasados unos minutos de lectura, pude ver que todo estaba en orden... o eso quería creer porque descubrí que las últimas hojas eran falsas. - Tenemos a un topo que está ayudando al criminal, ¿eh? -murmuré mientras observaba la puerta. Tenía pinta de que la secretaria o el alcalde, quizás ambos, estuviesen ayudando al alcalde. ¿Pero y si toda la ciudad estuviese metida en el ajo? ¡Eso significaría que mis subordinados estarían en peligro! Me levanté sobresaltada nada más en pensar en esa posibilidad, había sido algo bastante necio el dejarlos fuera en un lugar donde parece que no te puedes fiar ni de tu sombra. Rauda como el viento, me dispuse a regresar con mis soldados ya que tenía una mala sensación. Abrí la puerta y la mujer me estaba esperando con los brazos cruzados. -Acérquese un momento, por favor- dijo mientras me indicaba con su mano que me aproximara. - Doy por hecho que se ha dado cuenta de la pequeña falsificación del registro... el alcalde está comprado por el criminal que busca. Pero al menos yo aún conservo mi dignidad y me preocupo por la seguridad del pueblo, esta noche reúnase conmigo debajo del puente. Le explicaré todo lo acontecido desde la llegada de ese criminal y... también le contaré el motivo por el cual la gente desconfía de los extranjeros- me susurró para que nadie la escuchase.
Asentí con la cabeza, poco segura acerca de sus intenciones ya que podría tenderme una emboscada. De todos modos, me apresuré a salir a fuera mientras la mujer me mostraba una sonrisa y se despedía con la mano. - La salida es abajo a la izquierda y todo recto- dijo. Después de perderme un poco entre los pasillos, conseguí llegar a la puerta de salida. Abrí la puerta precipitadamente con miedo de que a mis reclutas les hubiera pasado algo, para mi alivio no les había pasado nada, ya que estaban sentados en las escaleras mientras conversaban. El recluta Samuel me vió y les dijo a los demás que se levantaran rápidamente porque había vuelto del registro. Formaron y la recluta Esmeralda preguntó: - ¿Órdenes señora?- preguntó mientras los demás también aguardaban mi siguiente orden. Con un suspiro y rascándome la cabeza les expliqué que íbamos a pasar la noche en una posada y que teníamos que acudir a un encuentro a medianoche. - Vamos a descansar y a comer algo, yo invito- dije sonriendo mientras los demás reclutas me empezaban a seguir y a soltar frases de alegría ante el hecho de que les iba a invitar a algo. Algo me decía que esa noche iba a ser muy larga.
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¿Estás totalmente segura que no quieres encarar al alcalde? Más aun, ¿estás totalmente segura que puedes confiar en las palabras de la secretaria? Como dije, las decisiones son difíciles. Lo que te dijo aquella persona, te sigue dando vueltas en la cabeza. Logras salir del ayuntamiento, por la poca luminosidad, sabes que no va a tardar en anochecer. Notaste como tus compañeros se relajan y vuelves a sentir aquella extraña sensación de que nadie te quita un ojo de encima. No es para nada raro, quizá… Acabas de descubrir que el alcalde está siendo comprado por piratas. Hicieron de esa isla su base y nadie se dio cuenta. ¿Dónde se podrían esconder? Mejor pregunta, ¿por qué hicieron de ésta su escondite? Te dejo pensando un rato.
Llegas a un pequeño hostal, bastante alejado del ayuntamiento. Si te lo preguntas, no, ni siquiera tan lejos de la ciudad sientes paz. Ni tú ni ninguno de tus compañeros. ¿Acaso podrán dormir? ¿Acaso podrán relajarse? La señora te mira y, por primera vez en toda la isla, no sientes algo hostil u oscuro en sus ojos. Te saluda con la mano, pagas y te da las llaves de tu habitación: la 520. Todos entran, quizá una buena ducha con agua caliente te ayude a despejar tus dudas y aclarar tus ideas o armar una estrategia. ¿Quién es tu verdadero enemigo? ¿A quién le puedes echar las culpas? Son buenas preguntas y creo que has visto lo suficiente como para armar un juicio. ¿Te arriesgarás a hacerlo? Recuerda que no solo tu vida está en juego. Las metas, las esperanzas, aspiraciones y sueños de tus compañeros cargan sobre tus hombres. Todo lo que hagas, decidas e inclusive lo que piensas, debe ser con cuidado. Puedes pasar la noche o bien, confiar en lo que te dijo la secretaria o, si deseas, pedir refuerzos.
– ¿Sonaste convincente, Haru? – Dice el alcalde.
– Sí, capitán. Esos marines los tenemos en la palma de nuestras manos. Se nota la falta de experiencia de ellos. Será pan comido. – Le responde la secretaria a un hombre de pelo rojo, alto y musculoso. Sonríe de forma tranquila y mira por la ventana.
– Despliega a nuestros hombres en donde se están quedando y algunos cuantos en el bosque. Avísame por el Den Den Mushi. – Sus ojos rojos como la sangre miran el horizonte.
Nota del moderador: La última parte no la puedes saber. Por otro lado, tampoco puedes manejar a los piratas y decir si aparecen o no. Eso lo decidiré yo de acuerdo a lo que hagas.
Llegas a un pequeño hostal, bastante alejado del ayuntamiento. Si te lo preguntas, no, ni siquiera tan lejos de la ciudad sientes paz. Ni tú ni ninguno de tus compañeros. ¿Acaso podrán dormir? ¿Acaso podrán relajarse? La señora te mira y, por primera vez en toda la isla, no sientes algo hostil u oscuro en sus ojos. Te saluda con la mano, pagas y te da las llaves de tu habitación: la 520. Todos entran, quizá una buena ducha con agua caliente te ayude a despejar tus dudas y aclarar tus ideas o armar una estrategia. ¿Quién es tu verdadero enemigo? ¿A quién le puedes echar las culpas? Son buenas preguntas y creo que has visto lo suficiente como para armar un juicio. ¿Te arriesgarás a hacerlo? Recuerda que no solo tu vida está en juego. Las metas, las esperanzas, aspiraciones y sueños de tus compañeros cargan sobre tus hombres. Todo lo que hagas, decidas e inclusive lo que piensas, debe ser con cuidado. Puedes pasar la noche o bien, confiar en lo que te dijo la secretaria o, si deseas, pedir refuerzos.
En el ayuntamiento
– ¿Sonaste convincente, Haru? – Dice el alcalde.
– Sí, capitán. Esos marines los tenemos en la palma de nuestras manos. Se nota la falta de experiencia de ellos. Será pan comido. – Le responde la secretaria a un hombre de pelo rojo, alto y musculoso. Sonríe de forma tranquila y mira por la ventana.
– Despliega a nuestros hombres en donde se están quedando y algunos cuantos en el bosque. Avísame por el Den Den Mushi. – Sus ojos rojos como la sangre miran el horizonte.
Nota del moderador: La última parte no la puedes saber. Por otro lado, tampoco puedes manejar a los piratas y decir si aparecen o no. Eso lo decidiré yo de acuerdo a lo que hagas.
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Las palabras de aquella mujer de negro me dejaron pensando durante un inmenso rato,¿ será una enemiga o acaso dijo la verdad y quiere que la ayude a expulsar a los piratas? De todos modos, decidí no ir a hablar con el alcalde ya que , nada más ver que las últimas páginas del registro estaban falsificadas, temí que los seguidores del criminal les hiciesen algo a mis soldados mientras yo estaba dentro del edificio buscando pruebas. A la caída del ocaso, los reclutas y yo llegamos a un pequeño hostal situado en el otro lado de la ciudad, casi pegado a la costa. Era un edificio bastante antiguo, seguramente tendría como unos 50 años o más. Entramos al interior y una mujer de avanzada edad nos recibió, era la encargada de la posada.
- Buenas tardes jóvenes, ¿puedo ayudaros en algo? - dijo la anciana mientras relucía una cálida sonrisa. - Saludos a usted también, amable señora. Me preguntaba si podría darnos alguna habitación en este establecimiento que usted ostenta, preferiblemente, una habitación con 6 camas- me aventuré a decir. La señora , con la misma sonrisa que antes, deslizó su arrugada mano por debajo de una mesa y extrajo una llave. Mientras la señora se disponía a darme la llave de la habitación, me pareció ver que esa mujer no guardaba ningún rencor o algún oscuro sentimiento hacia los extranjeros, como los otros ciudadanos. Cuando me entregó la llave, no me aguanté las ganas y le pregunté el motivo por el cual la gente se comportaba tan extraño. - Oh eso. Verás, la gente de por aquí actúa de esa manera debido a un caso de corrupción de la Marina. Hace 20 años, un malvado pirata y su tripulación se asentaron en estas tierras, arrasándolo todo, adueñándose de todas nuestras riquezas y secuestrando a nuestras mujeres para realizar actos perversos. El anterior alcalde reportó nuestro problema a la Marina... pero sólo obtuvimos silencio. De no ser por un misterioso héroe que pasaba por la zona, la ciudad habría sido borrada del mapa. He ahí porque la mayoría de los ciudadanos aún guardan tal rencor hacia cualquiera que porte las vestimentas de la Marina. En mi caso no es así, opino que no todos los marines son malos- dijo la mujer acabando de contar la historia.
- Ya veo... en nombre de aquellos bastardos que no cumplieron con su deber, pido disculpas - dije inclinándome hacia delante e indicando a los reclutas que hicieran lo mismo. La mujer, un poco sorprendida, nos dijo que nos incorporásemos ya que no hacía falta que fuéramos nosotros los que pidiéramos disculpas por el error de otros. Acabada la conversación, me despedí de la anciana y junto a los soldados marché a la habitación 520. Nada más entrar, el agradable olor a leña quemada de la chimenea que había en la habitación calmó un poco mis nervios por el encuentro de esa noche. Los reclutas que me acompañaban se repartieron sus respectivas camas, yo me dirigí hacia la ventana y empecé a pensar sobre las opciones que tenía. "-Podría arriesgarme a ir la reunión con los reclutas, cayendo en una posible trampa en la cual los soldados a mi cargo morirían por mi culpa. También podría ir yo sola, sin embargo, dejaría a los reclutas vulnerables a algún posible ataque a la posada-" pensé mientras me quedaba sin ideas. "- La única opción que me queda es llamar por refuerzos, no puedo fiarme de nadie en esta isla y encima si hay un pirata rondando por aquí, ¿quién me dice que no tendrá a sus subalternos rondando por ahí?- miré a la Luna a través del cristal. Aquella mujer del ayuntamiento podría estar diciéndome la verdad, en ese caso le pediría perdón por desconfiar de ella pero la vida de mis hombres era más importante.
Con un paso firme, me volteé y les dije a los reclutas que usaran el Den Den Mushi para llamar por refuerzos, los soldados que quedaban en el barco que estaba en el puerto y algunos refuerzos del cuartel del North Blue. Estos últimos tardarían en llegar pero al menos podrían tapar las posibles rutas de escape en caso de que los criminales decidan escapar, en caso de que llegaran a tiempo. - Diles a los muchachos del puerto que vayan hacia el punto de encuentro antes de medianoche y que se mantengan escondidos y a la espera por si la banda del maleante que andamos buscando decide atacar. En cuanto a vosotros, descansad un rato que dentro de unas horas vamos a salir- al terminar de dar las órdenes dejé escapar un suspiro a la vez que rezaba para que todo saliera bien.
- Buenas tardes jóvenes, ¿puedo ayudaros en algo? - dijo la anciana mientras relucía una cálida sonrisa. - Saludos a usted también, amable señora. Me preguntaba si podría darnos alguna habitación en este establecimiento que usted ostenta, preferiblemente, una habitación con 6 camas- me aventuré a decir. La señora , con la misma sonrisa que antes, deslizó su arrugada mano por debajo de una mesa y extrajo una llave. Mientras la señora se disponía a darme la llave de la habitación, me pareció ver que esa mujer no guardaba ningún rencor o algún oscuro sentimiento hacia los extranjeros, como los otros ciudadanos. Cuando me entregó la llave, no me aguanté las ganas y le pregunté el motivo por el cual la gente se comportaba tan extraño. - Oh eso. Verás, la gente de por aquí actúa de esa manera debido a un caso de corrupción de la Marina. Hace 20 años, un malvado pirata y su tripulación se asentaron en estas tierras, arrasándolo todo, adueñándose de todas nuestras riquezas y secuestrando a nuestras mujeres para realizar actos perversos. El anterior alcalde reportó nuestro problema a la Marina... pero sólo obtuvimos silencio. De no ser por un misterioso héroe que pasaba por la zona, la ciudad habría sido borrada del mapa. He ahí porque la mayoría de los ciudadanos aún guardan tal rencor hacia cualquiera que porte las vestimentas de la Marina. En mi caso no es así, opino que no todos los marines son malos- dijo la mujer acabando de contar la historia.
- Ya veo... en nombre de aquellos bastardos que no cumplieron con su deber, pido disculpas - dije inclinándome hacia delante e indicando a los reclutas que hicieran lo mismo. La mujer, un poco sorprendida, nos dijo que nos incorporásemos ya que no hacía falta que fuéramos nosotros los que pidiéramos disculpas por el error de otros. Acabada la conversación, me despedí de la anciana y junto a los soldados marché a la habitación 520. Nada más entrar, el agradable olor a leña quemada de la chimenea que había en la habitación calmó un poco mis nervios por el encuentro de esa noche. Los reclutas que me acompañaban se repartieron sus respectivas camas, yo me dirigí hacia la ventana y empecé a pensar sobre las opciones que tenía. "-Podría arriesgarme a ir la reunión con los reclutas, cayendo en una posible trampa en la cual los soldados a mi cargo morirían por mi culpa. También podría ir yo sola, sin embargo, dejaría a los reclutas vulnerables a algún posible ataque a la posada-" pensé mientras me quedaba sin ideas. "- La única opción que me queda es llamar por refuerzos, no puedo fiarme de nadie en esta isla y encima si hay un pirata rondando por aquí, ¿quién me dice que no tendrá a sus subalternos rondando por ahí?- miré a la Luna a través del cristal. Aquella mujer del ayuntamiento podría estar diciéndome la verdad, en ese caso le pediría perdón por desconfiar de ella pero la vida de mis hombres era más importante.
Con un paso firme, me volteé y les dije a los reclutas que usaran el Den Den Mushi para llamar por refuerzos, los soldados que quedaban en el barco que estaba en el puerto y algunos refuerzos del cuartel del North Blue. Estos últimos tardarían en llegar pero al menos podrían tapar las posibles rutas de escape en caso de que los criminales decidan escapar, en caso de que llegaran a tiempo. - Diles a los muchachos del puerto que vayan hacia el punto de encuentro antes de medianoche y que se mantengan escondidos y a la espera por si la banda del maleante que andamos buscando decide atacar. En cuanto a vosotros, descansad un rato que dentro de unas horas vamos a salir- al terminar de dar las órdenes dejé escapar un suspiro a la vez que rezaba para que todo saliera bien.
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– Entendido. Estaremos en el bosque en unos diez minutos. – Te responden del otro lado y sientes, por primera vez, un poco de alivio y un poco más de seguridad. Por el resto, tus hombres logran dormir un poco y, lentamente, el silencio se va haciendo dueño del hostal. Tú sigues pensando en todo lo que ha sido tu extraño día. ¿Qué es verdad y qué mentira? ¿Quién es el honesto y quién es el mentiroso y manipulador? Las palabras de la señora del hostal te hacen dudar un poco, ¿será que la Marina es igual de corrupta que otras organizaciones? Sea como sea, por unos instantes, te cuestionas si elegiste el bando correcto.
Uno de los tuyos se levanta y te mira con cierto… ¿Temor? ¿Inseguridad, tal vez? Se acerca a ti a la ventana y se queda callado. Lo observas y notas que tiene un color de pelo interesante, es naranja claro. Sus ojos son de color azul y su tez es blanca. Su fornido y marcado pecho que esta al descubierto, muestra una cicatriz en diagonal desde el pectoral izquierdo hasta la cadera. Era Jonan y ves que porta un estoque en el lado derecho de su cintura. Poco sabes de él, con suerte que se unió hace poco a la marina; eso te da a entender que esa cicatriz la obtuvo en su pasado. Suelta un largo y tendido suspiro y, finalmente, luego de coger algo de coraje hace el primer contacto visual.
– Cabo… ¿Qué es la justicia? – te pregunta con ciertas dudas. – Mejor dicho, ¿para qué sirve el poder y qué uso debería darle? – su tono es tranquilo, pero te das cuenta que solo es un crío y que le falta demasiada experiencia. – Esta isla solo ha estado jugando con nosotros y ni siquiera sabemos quién es nuestro enemigo. ¿Cómo luchamos ante alguien que no se ha mostrado? – Finaliza mientras apoya su mano en el estoque.
Sus preguntas son… Directas. Quizá sea casualidad, pero a lo largo del día, de manera inconsciente, te has ido haciendo esas preguntas. Sabes que no existe una respuesta correcta, pero también entiendes que si das alguna “incorrecta” es él quien tendrá dudas y vacilará en el futuro. ¿Qué le dirás? Los otros siguen durmiendo, pero sientes que lo que digas ahora repercutirá en los otros. Aunque bueno, esa conversación quizá deba esperar… De un momento a otro, desde tu ventana, ves que varios hombres rodean el hostal y bloquean la única salida. Suerte que la luz está apagada, o si no sería muy sencillo para ellos atacar la habitación. Es hora de luchar, por el honor, la justicia, el bien, etc, etc. Ya sabes, los ideales de la Marina y todo eso está en juego. Pequeño dato, todos están armados desde pistolas, escopetas, espadas y los más “valientes” van con sus manos desnudas. Los cuentas y notas que son, al menos, 20. Quizá uno de ellos te diga dónde está su capitán.
Nota del moderador: Puedes hacerle acciones cerradas al grupo. Si decides dejar a uno para interrogarlo, no puedes poner que es lo que te responde.
Uno de los tuyos se levanta y te mira con cierto… ¿Temor? ¿Inseguridad, tal vez? Se acerca a ti a la ventana y se queda callado. Lo observas y notas que tiene un color de pelo interesante, es naranja claro. Sus ojos son de color azul y su tez es blanca. Su fornido y marcado pecho que esta al descubierto, muestra una cicatriz en diagonal desde el pectoral izquierdo hasta la cadera. Era Jonan y ves que porta un estoque en el lado derecho de su cintura. Poco sabes de él, con suerte que se unió hace poco a la marina; eso te da a entender que esa cicatriz la obtuvo en su pasado. Suelta un largo y tendido suspiro y, finalmente, luego de coger algo de coraje hace el primer contacto visual.
– Cabo… ¿Qué es la justicia? – te pregunta con ciertas dudas. – Mejor dicho, ¿para qué sirve el poder y qué uso debería darle? – su tono es tranquilo, pero te das cuenta que solo es un crío y que le falta demasiada experiencia. – Esta isla solo ha estado jugando con nosotros y ni siquiera sabemos quién es nuestro enemigo. ¿Cómo luchamos ante alguien que no se ha mostrado? – Finaliza mientras apoya su mano en el estoque.
Sus preguntas son… Directas. Quizá sea casualidad, pero a lo largo del día, de manera inconsciente, te has ido haciendo esas preguntas. Sabes que no existe una respuesta correcta, pero también entiendes que si das alguna “incorrecta” es él quien tendrá dudas y vacilará en el futuro. ¿Qué le dirás? Los otros siguen durmiendo, pero sientes que lo que digas ahora repercutirá en los otros. Aunque bueno, esa conversación quizá deba esperar… De un momento a otro, desde tu ventana, ves que varios hombres rodean el hostal y bloquean la única salida. Suerte que la luz está apagada, o si no sería muy sencillo para ellos atacar la habitación. Es hora de luchar, por el honor, la justicia, el bien, etc, etc. Ya sabes, los ideales de la Marina y todo eso está en juego. Pequeño dato, todos están armados desde pistolas, escopetas, espadas y los más “valientes” van con sus manos desnudas. Los cuentas y notas que son, al menos, 20. Quizá uno de ellos te diga dónde está su capitán.
Nota del moderador: Puedes hacerle acciones cerradas al grupo. Si decides dejar a uno para interrogarlo, no puedes poner que es lo que te responde.
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Re: ¿Quieres ascender? Vamos a jugar... [Rol moderado nivel 2][Pyros Silver] {Lun 6 Mar 2017 - 1:41}
Colgué el Den Den Mushi después de que los refuerzos confirmaran su llegada al punto de destino en unos diez minutos, lo cual alivió un poco la carga que llevaba encima. Me encontraba junto a la ventana, contemplando la Luna y disfrutando de la calma antes de la tempestad, mis soldados estaban descansando un poco después de tantas emociones en un día tan duro. Me asomé por la ventana y me sumergí en mis pensamientos, ¿ me estaría mintiendo la joven secretaria?. No podía estar nada segura ya que parecía que todos los habitantes de la isla estaban en el ajo y con razón según lo que me dijo la anciana de antes. *- No sería la primera vez que la Marina está metida en un caso de corrupción... si ese es el caso, no me soprende que la gente nos mire mal y no nos dirija la palabra-* pensé mientras la luz lunar iluminaba mi pálido rostro.
Pero de mis pensamientos, un sonido me sacó de ellos. Me dí la vuelta para ver que era, uno de los soldados se había levantado, quizás no tenía sueño o estaría preocupado por lo que pusiera pasar esa noche. Se dirigió lentamente hacia mi posición con una cara un tanto seria, era el soldado Jonan y parecía tener algo que decirme. - ¿ Los nervios han matado tus ganas de dormir, soldado Jonan? - pregunté con un ligero tono de broma para calmar sus ánimos. Poco sabía acerca de los hombres y mujeres que me acompañaban en esta misión, aparte de que sus vidas estaban en mis manos.
Después de soltar un suspiro, el joven pelinaranja me pregunta que es la justicia. Extraña pregunta para esa situación pero no me quedaba otra que responderle lo mejor posible para compartir con él mi visión de mi propia justicia. - Verás joven recluta...- me quedo mirando el cielo nocturno meditando en lo que iba a decir. - Como bien sabrás, hay varios tipos de justicia y cada persona sigue la que más le atrae, yo sigo también la mía ropa. Se llama "justicia verdadera" y me fue impartida por mi padre adoptivo en mi isla natal. No puedo decirte lo que es en sí la justicia, ya que como ya he dicho, cada persona sigue la suya propia pero puedo explicarte cual es la mía. Básicamente consiste en proteger a los inocentes aunque cueste la vida propia y detener a los malvados sin tener que matarlos... si es posible. Debes usar el poder que la justicia te da como tu corazón te dicte, ya que eso nace aquí - Señalé mi pecho indicándole que eso sale del corazón.
Por un momento, mi rostro se tornó más pálido de lo normal y unas gotas de sudor cayeron por mi cara... era una mezcla de miedo y sorpresa. Desde la ventana pude ver como unos cuantos hombres armados se acercaban al hostal, seguramente se trataban de los secuaces del pirata que andábamos buscando en la isla. Sin pensarlo dos veces, un grito salió de mi boca a la vez que me dirigía hacia la puerta. - ¡Rápido, todos arriba! ¡ Nos están atacando, hay que asumir posiciones defensivas en las escaleras!- grité mientras los reclutas que estaban durmiendo se levantaban rápidamente para cumplir las órdenes.
Salimos corriendo al pasillo y asumimos posiciones en lo alto de las escaleras, un lugar bastante apropiado para defenderse de un ataque en el que se podía ver el rellano donde los extraños hombres pasarían. - Utilizad los rifles y en cuanto veáis a alguno disparad, no podemos dejar que ellos ataquen primero - dije a la vez que desenfundaba mi arma lista para bajar si la situación lo requería.
Cuando todos estaban listos para disparar con sus rifles, unos cuantos hombres del grupo empezaron a llegar. Al grito de fuego, cinco disparos dieron de lleno en los objetivos, haciendo que los enemigos cayesen al suelo de forma violenta. - ¡Rápido recargad antes de que vengan más!- dije mientras el olor a pólvora aún hacía acto de presencia por la sala. En seguida vinieron más de los atacantes y esta vez portaban armas de fuego a la vez que un rostro de ira se mostraba en sus rostros por la caída de sus compañeros de antes. Empezaron a disparar mientras mis soldados aún estaban recargando y les grité que se tirasen al suelo. Una sucesión de balas viajó a través del aire en dirección hacia nosotros, sin embargo, conseguimos agacharnos justo a tiempo para evitar daños menores.
-¿Estáis todos bien? ¿No hay ningún heri...? - Antes de que pudiese acabar la frase, me fijo que una de las chicas se sujeta el brazo, cubierto de sangre, debido a que recibió un balazo en el hombro. El resto de sus compañeros estaban a su alrededor mientras se preocupaban por su bienestar. En ese entonces, pude sentir como un torrente de ira iba invadiendo cada parte de mi cuerpo, era como si un mar de llamas se expandiera por cada célula, no pude controlar la ira y odio que estaba sintiendo.
Me levanté con mi mirada fija en los enemigos que habían abajo, recargando sus armas para volver a disparar de nuevo mientras más de sus amigos se unían al combate. - Cuidad su herida... yo voy a intentar bajar el número de enemigos - dije realmente furiosa mientras los soldados se me quedaron mirando con un notorio miedo ante mi enfado. Con mi arma en mano, bajé saltando por la barandilla y empecé a correr hacia los tiradores que ya casi estaban listos para atacar. Calculando la distancia que había entre ellos y yo a ojo, me dispuse a lanzar una onda cortante con mi espada, más que nada para evitar que me acribillasen a tiros.
Usando mis dos manos, propine un tajo al aire, lo que provocó que una onda de corte fuese liberada y que recorriera la distancia entre los enemigos y yo. Antes de que abriesen fuego logré mi propósito, conseguí cortarles antes de que apretasen el gatillo. Pero no podía detenerme... no, aun no. Ya que otro grupo más entró a la estancia. La diferencia era que portaban armas blancas y alguno iba con las manos desnudas, lo cual agradecía, ya que se me daba mejor lidiar con ese tipo de armas.
Pasados unos instantes, todos los enemigos estaban ya en el suelo, algunos inconscientes y otros soltando débiles gemidos de dolor mientras sangraban. A continuación caí de rodillas ya que en el combate resulté un poco dañada y me encontraba exhausta por no haber dejado de pelear. Tenía un par de cortes en los hombros y en las piernas, pero no era nada serio, con un poco de tratamiento y descanso debería bastar para sanarme. Uno de los bellacos intentaba escapar arrastrándose por lo que tuve que hacer un esfuerzo y levantarme para evitarlo, le agarré de la pierna y le pregunté con una mirada seria y vacía donde se encontraba su líder. - Mejor que empieces a cantar o me obligarás a hacer cosas que no quiero hacer... por ejemplo, romperte un hueso - sujeté con fuerza su fémur mientras me miraba aterrado y al borde del llanto.
Pero de mis pensamientos, un sonido me sacó de ellos. Me dí la vuelta para ver que era, uno de los soldados se había levantado, quizás no tenía sueño o estaría preocupado por lo que pusiera pasar esa noche. Se dirigió lentamente hacia mi posición con una cara un tanto seria, era el soldado Jonan y parecía tener algo que decirme. - ¿ Los nervios han matado tus ganas de dormir, soldado Jonan? - pregunté con un ligero tono de broma para calmar sus ánimos. Poco sabía acerca de los hombres y mujeres que me acompañaban en esta misión, aparte de que sus vidas estaban en mis manos.
Después de soltar un suspiro, el joven pelinaranja me pregunta que es la justicia. Extraña pregunta para esa situación pero no me quedaba otra que responderle lo mejor posible para compartir con él mi visión de mi propia justicia. - Verás joven recluta...- me quedo mirando el cielo nocturno meditando en lo que iba a decir. - Como bien sabrás, hay varios tipos de justicia y cada persona sigue la que más le atrae, yo sigo también la mía ropa. Se llama "justicia verdadera" y me fue impartida por mi padre adoptivo en mi isla natal. No puedo decirte lo que es en sí la justicia, ya que como ya he dicho, cada persona sigue la suya propia pero puedo explicarte cual es la mía. Básicamente consiste en proteger a los inocentes aunque cueste la vida propia y detener a los malvados sin tener que matarlos... si es posible. Debes usar el poder que la justicia te da como tu corazón te dicte, ya que eso nace aquí - Señalé mi pecho indicándole que eso sale del corazón.
Por un momento, mi rostro se tornó más pálido de lo normal y unas gotas de sudor cayeron por mi cara... era una mezcla de miedo y sorpresa. Desde la ventana pude ver como unos cuantos hombres armados se acercaban al hostal, seguramente se trataban de los secuaces del pirata que andábamos buscando en la isla. Sin pensarlo dos veces, un grito salió de mi boca a la vez que me dirigía hacia la puerta. - ¡Rápido, todos arriba! ¡ Nos están atacando, hay que asumir posiciones defensivas en las escaleras!- grité mientras los reclutas que estaban durmiendo se levantaban rápidamente para cumplir las órdenes.
Salimos corriendo al pasillo y asumimos posiciones en lo alto de las escaleras, un lugar bastante apropiado para defenderse de un ataque en el que se podía ver el rellano donde los extraños hombres pasarían. - Utilizad los rifles y en cuanto veáis a alguno disparad, no podemos dejar que ellos ataquen primero - dije a la vez que desenfundaba mi arma lista para bajar si la situación lo requería.
Cuando todos estaban listos para disparar con sus rifles, unos cuantos hombres del grupo empezaron a llegar. Al grito de fuego, cinco disparos dieron de lleno en los objetivos, haciendo que los enemigos cayesen al suelo de forma violenta. - ¡Rápido recargad antes de que vengan más!- dije mientras el olor a pólvora aún hacía acto de presencia por la sala. En seguida vinieron más de los atacantes y esta vez portaban armas de fuego a la vez que un rostro de ira se mostraba en sus rostros por la caída de sus compañeros de antes. Empezaron a disparar mientras mis soldados aún estaban recargando y les grité que se tirasen al suelo. Una sucesión de balas viajó a través del aire en dirección hacia nosotros, sin embargo, conseguimos agacharnos justo a tiempo para evitar daños menores.
-¿Estáis todos bien? ¿No hay ningún heri...? - Antes de que pudiese acabar la frase, me fijo que una de las chicas se sujeta el brazo, cubierto de sangre, debido a que recibió un balazo en el hombro. El resto de sus compañeros estaban a su alrededor mientras se preocupaban por su bienestar. En ese entonces, pude sentir como un torrente de ira iba invadiendo cada parte de mi cuerpo, era como si un mar de llamas se expandiera por cada célula, no pude controlar la ira y odio que estaba sintiendo.
Me levanté con mi mirada fija en los enemigos que habían abajo, recargando sus armas para volver a disparar de nuevo mientras más de sus amigos se unían al combate. - Cuidad su herida... yo voy a intentar bajar el número de enemigos - dije realmente furiosa mientras los soldados se me quedaron mirando con un notorio miedo ante mi enfado. Con mi arma en mano, bajé saltando por la barandilla y empecé a correr hacia los tiradores que ya casi estaban listos para atacar. Calculando la distancia que había entre ellos y yo a ojo, me dispuse a lanzar una onda cortante con mi espada, más que nada para evitar que me acribillasen a tiros.
Usando mis dos manos, propine un tajo al aire, lo que provocó que una onda de corte fuese liberada y que recorriera la distancia entre los enemigos y yo. Antes de que abriesen fuego logré mi propósito, conseguí cortarles antes de que apretasen el gatillo. Pero no podía detenerme... no, aun no. Ya que otro grupo más entró a la estancia. La diferencia era que portaban armas blancas y alguno iba con las manos desnudas, lo cual agradecía, ya que se me daba mejor lidiar con ese tipo de armas.
Pasados unos instantes, todos los enemigos estaban ya en el suelo, algunos inconscientes y otros soltando débiles gemidos de dolor mientras sangraban. A continuación caí de rodillas ya que en el combate resulté un poco dañada y me encontraba exhausta por no haber dejado de pelear. Tenía un par de cortes en los hombros y en las piernas, pero no era nada serio, con un poco de tratamiento y descanso debería bastar para sanarme. Uno de los bellacos intentaba escapar arrastrándose por lo que tuve que hacer un esfuerzo y levantarme para evitarlo, le agarré de la pierna y le pregunté con una mirada seria y vacía donde se encontraba su líder. - Mejor que empieces a cantar o me obligarás a hacer cosas que no quiero hacer... por ejemplo, romperte un hueso - sujeté con fuerza su fémur mientras me miraba aterrado y al borde del llanto.
- Cosas usadas:
- Manual Excalibur
- Off Rol:
- Como ya se me ha concedido el ascenso a sargento, me preguntaba si podría modificar las peticiones para pedir el ascenso a oficial técnico.
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Tus palabras logran calmarlo y sientes que dijiste lo correcto. Aunque los dos sabemos que eran preguntas difíciles, pero, al menos, lograste manejar bien la situación. El recluta te mira y siente con confianza. Sientes como es que el ambiente se relajaba y que la autoestima de todos aumenta y quizá esa fue la clave para triunfar en la batalla.
La pelea fue intensa, pero todos están bien. Al menos, ninguno está herido de gravedad. Tu grupo no tarda en unirse a ti y poco a poco van rodeando al pirata que dejaste consciente para hablar. Trata, de forma inútil, zafarse de tu agarre. Uno de tus compañeros, saca su espada y la pone en el cuello de él. Tiembla y mira a todos lados, masculla con la boca y luego sonríe con frialdad. Su mirada cambia y ahora es más valiente, casi decidido. ¿Qué le pasa?
– Nunca te lo diré. – Dice, poco antes de morderse la lengua. Menuda voluntad… La sangre sale de su boca y sus ojos se van poniendo blancos igual que su rostro. Adiós a tu única pista. ¿Qué harás ahora? El resto ya está inconsciente y puedes asumir que tampoco te dirán nada; su lealtad es férrea y eso es algo que… Hay que destacar. No muchos harían lo que él hizo, pero ahora no tienes nada. ¿Qué se supone que harás?
El grupo se separa y algunos van calmando a los inquilinos algo nerviosos y les explican la situación. Por cierto, ¿no te cansas de elevarlo? Deberías elaborar algún nuevo plan. Aunque recuerda las palabras de la secretaria… ¿Irás al bosque? Es el único lugar donde crees que podrían estar o sino, al menos, tendrás más información con ella, ¿no? Buscar a ciegas no es que sea la mejor idea del mundo y creo que ambos preferimos tener alago sólido y lo único que tienes, es esa reunión con la secretaria. Aún estás a tiempo, aún no es medianoche. ¿Qué harás? El grupo se vuelve a agrupar y todos saben algo claro… La batalla final se acerca.
La pelea fue intensa, pero todos están bien. Al menos, ninguno está herido de gravedad. Tu grupo no tarda en unirse a ti y poco a poco van rodeando al pirata que dejaste consciente para hablar. Trata, de forma inútil, zafarse de tu agarre. Uno de tus compañeros, saca su espada y la pone en el cuello de él. Tiembla y mira a todos lados, masculla con la boca y luego sonríe con frialdad. Su mirada cambia y ahora es más valiente, casi decidido. ¿Qué le pasa?
– Nunca te lo diré. – Dice, poco antes de morderse la lengua. Menuda voluntad… La sangre sale de su boca y sus ojos se van poniendo blancos igual que su rostro. Adiós a tu única pista. ¿Qué harás ahora? El resto ya está inconsciente y puedes asumir que tampoco te dirán nada; su lealtad es férrea y eso es algo que… Hay que destacar. No muchos harían lo que él hizo, pero ahora no tienes nada. ¿Qué se supone que harás?
El grupo se separa y algunos van calmando a los inquilinos algo nerviosos y les explican la situación. Por cierto, ¿no te cansas de elevarlo? Deberías elaborar algún nuevo plan. Aunque recuerda las palabras de la secretaria… ¿Irás al bosque? Es el único lugar donde crees que podrían estar o sino, al menos, tendrás más información con ella, ¿no? Buscar a ciegas no es que sea la mejor idea del mundo y creo que ambos preferimos tener alago sólido y lo único que tienes, es esa reunión con la secretaria. Aún estás a tiempo, aún no es medianoche. ¿Qué harás? El grupo se vuelve a agrupar y todos saben algo claro… La batalla final se acerca.
- Nota:
- Si cumples con los requisitos, puedes usar este moderado para subir.
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Re: ¿Quieres ascender? Vamos a jugar... [Rol moderado nivel 2][Pyros Silver] {Lun 3 Abr 2017 - 0:44}
Mi mano estaba bien sujeta a la pierna de aquel bastardo, intentó liberarse pero su acción resultó en vano. El resto de mis subordinados se fueron acercando poco a poco, el recluta Jonan estaba sujetando por el hombro a la joven Esmeralda, que había resultado herida durante el tiroteo anterior. Con un notorio paso airado, el soldado Jackson desenvainó una de sus dos espadas que llevaba siempre consigo, apretando con ella el cuello del criminal al que estaba sujetando.
- La cabo Ciaran te ha ordenado que le respondas, maldita basura - dijo el soldado con una cara de pocos amigos mientras sujetaba con fuerza su espada, amenazando con acabar con la vida de aquel sujeto que podría contarnos algo interesante sobre su banda o , lo más importante, su capitán. El cuerpo de nuestro prisionero de guerra empezó a temblar de forma violenta... estaba bastante asustado ante la situación en la que se encontraba, y empezó a mirarnos a cada uno de nosotros como una rata atemorizada a un gato. En un instante, su mirada antes llena de miedo, ahora había cambiado por una más de desafío mientras una mueca burlona se dibujaba en su sangrante rostro.
El hombre, con unas últimas chispas de vida en sus ojos, se mordió la lengua hasta que echó su último suspiro. Maldije a mi suerte, pues se me había escapado de entre las manos una pista bastante importante, y parecía que el resto de sus compañeros habían perdido la consciencia entre pequeños chascos de sangre, ocasionados por sus propias heridas. Solté la pierna del ahora cadáver mientras me sentaba en el suelo con la mirada gacha. - No me gusta ensuciarme las manos con muertes innecesarias...- musité sin poder sentir lástima por el hombre que acababa de morir, era escoria, pero había demostrado una gran lealtad a su jefe y eso lo respetaba sin ninguna duda.
Acabada la pelea, ordené a los reclutas que fuesen a tranquilizar a los pocos residentes que quedaban en el hostal. Estarían bastante atemorizados y confundidos por lo acontecido en este lugar, fijé mi vista en la soldado Esmeralda que se estaba sujetando el hombro en el que había recibido un disparo antes, ahora lo tenía vendado pero por eso no me impidió que fuese a preguntarle como estaba, era mi subordinada y yo me preocupo de los míos. -¿ Qué tal andas con ese hombro? ¿Crees poder seguir con la misión? - pregunté mientras me acercaba con una sonrisa y un poco resentida con mis heridas. - Estaré bien cabo, pero me preocupa más su estado, ha sido dañada en varias partes del cuerpo - señaló las heridas que tenía a la vez que sus ojos verdes me miraban con un tono de preocupación.
Después de asegurarme de que todos estaban bien y de que los residentes se habían calmado y habían desalojado el recinto, me planteé cual sería el paso a seguir. Según un reloj que colgaba de una pared próxima, eran las 11 y media de la noche, lo cual me recordó que había avisado a los soldados del barco y a unos refuerzos de la base para que prestaran su ayuda en este cometido. Se aproximaba la medianoche y , de alguna forma, podía sentir el miedo y el temor a lo que podría pasar de mis reclutas, les sonreí de una forma maternal y les dí , uno a uno, un cálido abrazo a la vez que les susurraba que todo saldría bien. Con paso raudo a la vez que un gran número de ciudadanos se aproximaron para ver que sucedía en aquel hostal, marchamos al bosque para enfrentar a la posible emboscada que nos aguardaba. Con los refuerzos del buque que ya deberían estar allí tomando posiciones o , en un ligero desprovisto llegando, la batalla final estaba cada vez más cerca.
- La cabo Ciaran te ha ordenado que le respondas, maldita basura - dijo el soldado con una cara de pocos amigos mientras sujetaba con fuerza su espada, amenazando con acabar con la vida de aquel sujeto que podría contarnos algo interesante sobre su banda o , lo más importante, su capitán. El cuerpo de nuestro prisionero de guerra empezó a temblar de forma violenta... estaba bastante asustado ante la situación en la que se encontraba, y empezó a mirarnos a cada uno de nosotros como una rata atemorizada a un gato. En un instante, su mirada antes llena de miedo, ahora había cambiado por una más de desafío mientras una mueca burlona se dibujaba en su sangrante rostro.
El hombre, con unas últimas chispas de vida en sus ojos, se mordió la lengua hasta que echó su último suspiro. Maldije a mi suerte, pues se me había escapado de entre las manos una pista bastante importante, y parecía que el resto de sus compañeros habían perdido la consciencia entre pequeños chascos de sangre, ocasionados por sus propias heridas. Solté la pierna del ahora cadáver mientras me sentaba en el suelo con la mirada gacha. - No me gusta ensuciarme las manos con muertes innecesarias...- musité sin poder sentir lástima por el hombre que acababa de morir, era escoria, pero había demostrado una gran lealtad a su jefe y eso lo respetaba sin ninguna duda.
Acabada la pelea, ordené a los reclutas que fuesen a tranquilizar a los pocos residentes que quedaban en el hostal. Estarían bastante atemorizados y confundidos por lo acontecido en este lugar, fijé mi vista en la soldado Esmeralda que se estaba sujetando el hombro en el que había recibido un disparo antes, ahora lo tenía vendado pero por eso no me impidió que fuese a preguntarle como estaba, era mi subordinada y yo me preocupo de los míos. -¿ Qué tal andas con ese hombro? ¿Crees poder seguir con la misión? - pregunté mientras me acercaba con una sonrisa y un poco resentida con mis heridas. - Estaré bien cabo, pero me preocupa más su estado, ha sido dañada en varias partes del cuerpo - señaló las heridas que tenía a la vez que sus ojos verdes me miraban con un tono de preocupación.
Después de asegurarme de que todos estaban bien y de que los residentes se habían calmado y habían desalojado el recinto, me planteé cual sería el paso a seguir. Según un reloj que colgaba de una pared próxima, eran las 11 y media de la noche, lo cual me recordó que había avisado a los soldados del barco y a unos refuerzos de la base para que prestaran su ayuda en este cometido. Se aproximaba la medianoche y , de alguna forma, podía sentir el miedo y el temor a lo que podría pasar de mis reclutas, les sonreí de una forma maternal y les dí , uno a uno, un cálido abrazo a la vez que les susurraba que todo saldría bien. Con paso raudo a la vez que un gran número de ciudadanos se aproximaron para ver que sucedía en aquel hostal, marchamos al bosque para enfrentar a la posible emboscada que nos aguardaba. Con los refuerzos del buque que ya deberían estar allí tomando posiciones o , en un ligero desprovisto llegando, la batalla final estaba cada vez más cerca.
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El camino hacia el bosque es… Extrañamente, tranquilo. Nadie habla, nadie se expresa, solo miran hacía el frente. La tensión se siente en el aire, pero todos tus hombres están calmados. La luna llena ilumina su camino y empieza a hacer un poco de frío. Poco a poco, un par de ideas se van asomando a tu cabeza y el resumen del día se hace claro. Poco a poco, todo va teniendo sentido… O una parte. Siguen habiendo dudas, pero ya vas entiendo todo. Los piratas que atacaron el hostal donde se quedaron, sabían su ubicación. Eso quiere decir dos cosas: O hay espías en cada casa o bien… El lugar no era tan seguro como creían. En fin, no hay mucho que pensar, sabes que en el lugar donde van estarán todas las respuestas.
En el camino al bosque te encuentras con tus refuerzos, que puntualidad y que sincronización. Es un batallón grande y todos te miran con respeto. Sin decir nada, se unen al resto y unos pocos se quedan atendiendo a los heridos. Algunos te miran, pero deciden que es mejor que sigas en cabeza del grupo y que te necesitan para lo que sea que vaya a pasar. ¿Tienes alguna orden en especial para ellos? ¿Quieres descansar y que ellos se encarguen de todo? Imagino que no… Pero bueno, es tú decisión y no se puede hacer nada ante ello. Si decides seguir adelante, te internarás en el bosque. Es… Bastante callado y apenas se escuchan sus pasos y algunos ruidos de animales. Es la calma antes de la tormenta y todos van preparados para la lucha.
Llegan a un claro y en este logras a ver dos personas bajo la luz de la luna llena. Un hombre y la secretaria que te atendió en la tarde. Hay algo diferente en ella… Ya no parece tan amigable como antes. Te mira de forma despectiva y el hombre a su lado parece bastante seguro de si mismo y, por supuesto, de ella.
– Vaya… Trajiste a tus amigos. ¿Es que no confías en mí? – te dice ella con una sonrisa cínica y una mirada fría. – De no ser por ti… Todos nuestros planes hubiera sido un éxito, pero bueno, los mataremos a todos y fin del problema. – Hace un ligero silbido y de entre los bosques, alimentados por las sombras de la noche, van saliendo piratas. Un gran grupo de unos cincuenta… Son muchos. Es hora de pelear, ¿no? Las preguntas pueden venir luego, primero… Hay que sobrevivir.
En el camino al bosque te encuentras con tus refuerzos, que puntualidad y que sincronización. Es un batallón grande y todos te miran con respeto. Sin decir nada, se unen al resto y unos pocos se quedan atendiendo a los heridos. Algunos te miran, pero deciden que es mejor que sigas en cabeza del grupo y que te necesitan para lo que sea que vaya a pasar. ¿Tienes alguna orden en especial para ellos? ¿Quieres descansar y que ellos se encarguen de todo? Imagino que no… Pero bueno, es tú decisión y no se puede hacer nada ante ello. Si decides seguir adelante, te internarás en el bosque. Es… Bastante callado y apenas se escuchan sus pasos y algunos ruidos de animales. Es la calma antes de la tormenta y todos van preparados para la lucha.
Llegan a un claro y en este logras a ver dos personas bajo la luz de la luna llena. Un hombre y la secretaria que te atendió en la tarde. Hay algo diferente en ella… Ya no parece tan amigable como antes. Te mira de forma despectiva y el hombre a su lado parece bastante seguro de si mismo y, por supuesto, de ella.
– Vaya… Trajiste a tus amigos. ¿Es que no confías en mí? – te dice ella con una sonrisa cínica y una mirada fría. – De no ser por ti… Todos nuestros planes hubiera sido un éxito, pero bueno, los mataremos a todos y fin del problema. – Hace un ligero silbido y de entre los bosques, alimentados por las sombras de la noche, van saliendo piratas. Un gran grupo de unos cincuenta… Son muchos. Es hora de pelear, ¿no? Las preguntas pueden venir luego, primero… Hay que sobrevivir.
- Nota:
- Son cincuenta, así que durará un poco. Tú puedes decidir sus movimientos. Salvo de la secretaria y del hombre que los acompaña. Tú pelotón son 40 hombres.
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- No os separéis de mí, no sabemos cuantos de los refuerzos de los hombres de antes están acechando entre las sombras - dije mientras los cincos reclutas y yo seguíamos internándonos cada vez más y más en la negra espesura. No aguantaba el silencio tétrico que había alrededor, sólo el canto de alguna cigarra y el sonido del viento meciendo las hojas rompía a momentos aquella atmósfera. Ya empezaba a expulsar vaho debido a que la temperatura había descendido un par de grados, el suficiente como para que los demás empezaran a castañetear los dientes, yo estaba acostumbrada al frío debido a que soy originaria de Hallstat y allí los climas fríos podían matarte en cuestión de horas si no cuidabas tu calor corporal. "- Me pregunto de donde serán los muchachos, quizás podría preguntarles de donde eran para así distraerles del frío.
Justo cuando me disponía a abrir la boca para preguntar al recluta Jonan, un buen número de pisadas se aproximaba a nosotros a paso lento, pero avanzaban. - Deteneos, ¿quién va? - pregunté a la oscuridad con la mano en la empuñadura de mi arma, lista para entrar en combate si fuese necesario. - Somos los refuerzos que solicitó por DM, ¿es usted la cabo Ciaran Ehre? - dijo una voz joven, encendiendo una linterna para que fuese identificada su físico. Resultaba que aquellas personas eran los refuerzos, 35 soldados marines contando a los cinco que me acompañaban la cantidad ascendía a 40, que permanecían en el barco del muelle y que, anteriormente, había requerido de su presencia en este lugar para prevenir que el enemigo realizara una emboscada con sus fuerzas restantes.
Cruzamos algunas palabras y finalmente volvimos a avanzar otra vez, esta vez los cinco soldados que habían permanecido de mi lado desde que llegamos a esta isla donde la gente actuaba extraño hacia los marines parecían un poco más calmados debido a las nuevas incorporaciones para la que , esperaba, que fuese la batalla final para acabar con la corrupción que mancillaba esta ciudad. Desde luego no iba a permitir que esta parte de la isla fuese controlada por más tiempo por gente de esa calaña, criminales sin honor ni respeto hacia los débiles, ese tipo de gente me daba repugnancia y me enervaba la sangre. Era por este tipo de cosas que me había alistado a la Marina, para liberar países, ciudades e islas del control de la maldad o de la corrupción.
Antes de que llegásemos al lugar donde debería estar esperando la secretaria, ordené a los soldados que me aportasen fuego de apoyo, no quería que entraran en combate cuerpo a cuerpo si no era del todo necesario, para evitar que dañasen a los soldados a mi cargo, estaba dispuesta a atacar de frente y a intentar noquear a cuantos pudiera. Haría que los cinco reclutas que me seguían viniesen a la luz conmigo y el resto se escondiera en la maleza, listos para cuando ordenara disparar. Las heridas de antes me seguían doliendo pero tenía que aguantarme si quería salvar a la mayoría de mi gente. Pasada una arboleda nos adentramos en el claro del bosque, la luz de la Luna llena se reflejaba en un pequeño lago que había ahí cual espejo y una silueta de una mujer y de un hombre se encontraban al lado, de cara a nosotros.
La luz lunar iluminó la cara de la mujer, se trataba de la extraña secretaria de esta mañana que ahora portaba una mirada y una postura diferentes a la última vez que la vi , además de un hombre desconocido. Se dirigió hacia mí con una sonrisa fría como el hielo, al parecer mis sospechas eran correctas, ella estaba metida en el ajo y quería tenderme una emboscada para eliminarme. Se colocó los dedos en los labios y con un silvido, un gran grupo de hombres salieron de entre los arbustos. - Oh tranquila, podrá hacer planes desde un bonito calabozo en Impel Down. Odio a las personas malvadas como ustedes, por eso me alisté en la Marina - dije a la vez que desenvainaba la espada y hacía una seña a los hombres que estaban ocultos para que preparasen los rifles.
La mujer ordenó a sus secuaces que avanzaran mientras se me quedaba mirando con superioridad, realmente me daban ganas de golpearla pero no era el momento de perder la calma, tenía que luchar y guiar a los soldados bajo mi mando hacia la victoria y eso pensaba hacer. Cuando los enemigos se lanzaronn hacia mí y los cinco reclutas que, en ese momento, miraban sin temor al enemigo, alcé mi brazo y grité con todas mis fuerzas: -¡Fuego a discreción!-
El estruendo provocado por los disparos de mis compañeros resonó por todo el bosque, las balas volaron a toda velocidad y se estrellaron sin piedad en los cuerpos de la mayoría de los bandidos, cayendo un gran número de ellos al suelo mientras el resto se quedaban perplejos ante la situación. No me agradaba este tipo de situaciones, pero ellos no me dejaron más alternativas que coger la vía violenta.
Aprovechando que el enemigo había bajado la guardia, avancé hacia delante sujetando el espadón con fuerza con la idea de acabar con el resto de los enemigos antes de que reaccionasen.
Empecé a repartir tajos a diestro y siniestro, intentando no matarlos en el acto, no quería ensuciar mis manos con tanta sangre innecesaria. En un descuido, uno de los malos se puso detrás mía con un sable en alto listo para cortarme, pero justo en ese instante el recluta Jonan apareció para salvarme dándole una patada al rival. Cuando me quise dar cuenta, los otros cuatro estaban a mi lado apoyándome en mi lucha. - Gracias por la ayuda pero no quiero que os dañen - dije sonriendo débilmente . No quería que sufriesen, pero al parecer no iban a cumplir mis órdenes.
Agachando la cabeza, me resigné a la decisión de mis compañeros y reclutas y juntos avanzamos sin temor entre las líneas enemigas, gritando con fiereza. Los hombres del bando contrario, al ver que un gran número de los suyos habían caído, empezaron a correr de vuelta a donde habían salido. - ¡¿ Adonde creéis que vais malditos cobardes ?! ¡ No os pagamos para que huyáis con el rabo entre las piernas! - exclamó con una notoria furia la secretaria. Con los subalternos derrotados, sólo quedaban en pie aquella mujer que seguía gritando a los hombres en fuga y aquel hombre... que me miraba fijamente con una sonrisa de oreja a oreja que me dió muy mala espina.
Justo cuando me disponía a abrir la boca para preguntar al recluta Jonan, un buen número de pisadas se aproximaba a nosotros a paso lento, pero avanzaban. - Deteneos, ¿quién va? - pregunté a la oscuridad con la mano en la empuñadura de mi arma, lista para entrar en combate si fuese necesario. - Somos los refuerzos que solicitó por DM, ¿es usted la cabo Ciaran Ehre? - dijo una voz joven, encendiendo una linterna para que fuese identificada su físico. Resultaba que aquellas personas eran los refuerzos, 35 soldados marines contando a los cinco que me acompañaban la cantidad ascendía a 40, que permanecían en el barco del muelle y que, anteriormente, había requerido de su presencia en este lugar para prevenir que el enemigo realizara una emboscada con sus fuerzas restantes.
Cruzamos algunas palabras y finalmente volvimos a avanzar otra vez, esta vez los cinco soldados que habían permanecido de mi lado desde que llegamos a esta isla donde la gente actuaba extraño hacia los marines parecían un poco más calmados debido a las nuevas incorporaciones para la que , esperaba, que fuese la batalla final para acabar con la corrupción que mancillaba esta ciudad. Desde luego no iba a permitir que esta parte de la isla fuese controlada por más tiempo por gente de esa calaña, criminales sin honor ni respeto hacia los débiles, ese tipo de gente me daba repugnancia y me enervaba la sangre. Era por este tipo de cosas que me había alistado a la Marina, para liberar países, ciudades e islas del control de la maldad o de la corrupción.
Antes de que llegásemos al lugar donde debería estar esperando la secretaria, ordené a los soldados que me aportasen fuego de apoyo, no quería que entraran en combate cuerpo a cuerpo si no era del todo necesario, para evitar que dañasen a los soldados a mi cargo, estaba dispuesta a atacar de frente y a intentar noquear a cuantos pudiera. Haría que los cinco reclutas que me seguían viniesen a la luz conmigo y el resto se escondiera en la maleza, listos para cuando ordenara disparar. Las heridas de antes me seguían doliendo pero tenía que aguantarme si quería salvar a la mayoría de mi gente. Pasada una arboleda nos adentramos en el claro del bosque, la luz de la Luna llena se reflejaba en un pequeño lago que había ahí cual espejo y una silueta de una mujer y de un hombre se encontraban al lado, de cara a nosotros.
La luz lunar iluminó la cara de la mujer, se trataba de la extraña secretaria de esta mañana que ahora portaba una mirada y una postura diferentes a la última vez que la vi , además de un hombre desconocido. Se dirigió hacia mí con una sonrisa fría como el hielo, al parecer mis sospechas eran correctas, ella estaba metida en el ajo y quería tenderme una emboscada para eliminarme. Se colocó los dedos en los labios y con un silvido, un gran grupo de hombres salieron de entre los arbustos. - Oh tranquila, podrá hacer planes desde un bonito calabozo en Impel Down. Odio a las personas malvadas como ustedes, por eso me alisté en la Marina - dije a la vez que desenvainaba la espada y hacía una seña a los hombres que estaban ocultos para que preparasen los rifles.
La mujer ordenó a sus secuaces que avanzaran mientras se me quedaba mirando con superioridad, realmente me daban ganas de golpearla pero no era el momento de perder la calma, tenía que luchar y guiar a los soldados bajo mi mando hacia la victoria y eso pensaba hacer. Cuando los enemigos se lanzaronn hacia mí y los cinco reclutas que, en ese momento, miraban sin temor al enemigo, alcé mi brazo y grité con todas mis fuerzas: -¡Fuego a discreción!-
El estruendo provocado por los disparos de mis compañeros resonó por todo el bosque, las balas volaron a toda velocidad y se estrellaron sin piedad en los cuerpos de la mayoría de los bandidos, cayendo un gran número de ellos al suelo mientras el resto se quedaban perplejos ante la situación. No me agradaba este tipo de situaciones, pero ellos no me dejaron más alternativas que coger la vía violenta.
Aprovechando que el enemigo había bajado la guardia, avancé hacia delante sujetando el espadón con fuerza con la idea de acabar con el resto de los enemigos antes de que reaccionasen.
Empecé a repartir tajos a diestro y siniestro, intentando no matarlos en el acto, no quería ensuciar mis manos con tanta sangre innecesaria. En un descuido, uno de los malos se puso detrás mía con un sable en alto listo para cortarme, pero justo en ese instante el recluta Jonan apareció para salvarme dándole una patada al rival. Cuando me quise dar cuenta, los otros cuatro estaban a mi lado apoyándome en mi lucha. - Gracias por la ayuda pero no quiero que os dañen - dije sonriendo débilmente . No quería que sufriesen, pero al parecer no iban a cumplir mis órdenes.
Agachando la cabeza, me resigné a la decisión de mis compañeros y reclutas y juntos avanzamos sin temor entre las líneas enemigas, gritando con fiereza. Los hombres del bando contrario, al ver que un gran número de los suyos habían caído, empezaron a correr de vuelta a donde habían salido. - ¡¿ Adonde creéis que vais malditos cobardes ?! ¡ No os pagamos para que huyáis con el rabo entre las piernas! - exclamó con una notoria furia la secretaria. Con los subalternos derrotados, sólo quedaban en pie aquella mujer que seguía gritando a los hombres en fuga y aquel hombre... que me miraba fijamente con una sonrisa de oreja a oreja que me dió muy mala espina.
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Es un gran avance y un gran logro que hayas espantado a todo el resto, pero bien sabes que esto ni siquiera ha terminado. Notas, por tu experiencia, que esos dos están en ligas diferentes. Sobre todo, aquel hombre que no te había apartado la mirada. Quedan un par de piratas, pero sabes que no van a interferir. La secretaria no tarda en sacar una espada grande, un poco más que ella, mientras que el hombre que, podría decirse, es el capitán de toda esa banda. La mujer no tarda en empezar a caminar a paso tranquilo. Con un movimiento excelente, hermoso, desvía una bala de uno de tus francotiradores. Sigue caminando, sin pausa, pero sin prisa. Una sonrisa arrogante se forma en su rostro y sus ojos brillan con la luna.
– Te demostraré la gran diferencia que hay entre nosotros, marine de mierda – Jonan fue el primero en ir por ella, pero fue vencido de un solo golpe… Su sangre salpica en una hermosa diagonal y su cuerpo cae. – Uno por uno irán cayendo como moscas – un recluta del pelotón nuevo, enfurecido por lo que vio, corre hacia ella e intenta partirla en dos con su espada… Pero, el resultado es abrumador… Su cuerpo cae cortado en dos, igual que su espada. – Siente la frustración de no poder hacer nada para evitar que tus soldados mueran. – Dice, mientras que con un suave movimiento, limpia la sangre de su espada y con su lengua, lame la que tiene en su rostro.
Se detiene a mitad de camino. A unos pocos metros de ustedes. De solo dos rápidos movimientos, lanza cuatro ondas de corte. Una hacia ti y el resto hacia tus compañeros. Mientras tanto, el hombre no se queda atrás y notas como es que, usando solo su fuerza bruta, lanza una poderosa onda de choque ante uno de los grupos de tus francotiradores. Árboles, piedras y, claro, humanos salen volando. ¿Qué harás? ¿Podrás vencerlos? ¿Tienes miedo?
– Te demostraré la gran diferencia que hay entre nosotros, marine de mierda – Jonan fue el primero en ir por ella, pero fue vencido de un solo golpe… Su sangre salpica en una hermosa diagonal y su cuerpo cae. – Uno por uno irán cayendo como moscas – un recluta del pelotón nuevo, enfurecido por lo que vio, corre hacia ella e intenta partirla en dos con su espada… Pero, el resultado es abrumador… Su cuerpo cae cortado en dos, igual que su espada. – Siente la frustración de no poder hacer nada para evitar que tus soldados mueran. – Dice, mientras que con un suave movimiento, limpia la sangre de su espada y con su lengua, lame la que tiene en su rostro.
Se detiene a mitad de camino. A unos pocos metros de ustedes. De solo dos rápidos movimientos, lanza cuatro ondas de corte. Una hacia ti y el resto hacia tus compañeros. Mientras tanto, el hombre no se queda atrás y notas como es que, usando solo su fuerza bruta, lanza una poderosa onda de choque ante uno de los grupos de tus francotiradores. Árboles, piedras y, claro, humanos salen volando. ¿Qué harás? ¿Podrás vencerlos? ¿Tienes miedo?
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La parte más dura de la batalla estaba por acontecer. Habían algunos subalternos en el suelo, otros ya habían escapado adentrándose entre la maleza del bosque huyendo por sus vidas. Pero aquellos dos... la secretaria y el hombre eran muy fuertes, con solo echarles un vistazo el instinto me decía que me rindiera ya que eran muy peligrosos. Con un suave gesto, la mujer desenfundó una espada un poco más grande que su cuerpo y comenzó a venir hacia nuestra dirección, pero lo hacía sin prisa alguna como si ya tuviese en mente que la pelea estaba ganada desde el momento en que sacó su arma. "No me gusta..." pensé a la vez que una horrible sensación invadía mi cuerpo.
De repente, uno de los francotiradores que estaban apostados en el bosque disparó una ráfaga que se dirigía rumbo a la cabeza de aquella mujer... sin embargo la desvío con su espada sin ninguna clase de problema. Eso solo hizo que mi instinto de peligro resonara más y más por todo mi ser. No pude articular ninguna palabra, era como si se me quedasen atrapadas en la garganta sin poder salir afuera. ¿Qué era este sentimiento? Hacía mucho tiempo que no lo experimentaba, tanto que ya casi había olvidado como se sentía. De la boca de la mujer espadachín salieron unas palabras tanto amenazantes como arrogantes. El recluta Jonan salió corriendo hacia ella con la intención de derrotarla, pero yo no podía decirle nada ya que las palabras se me quedaban trabadas. Todo cuanto pude hacer fue estirar mi mano, no quería que luchara con ella, era muy peligrosa para alguien del nivel de mi subordinado.
Un delgado torrente de sangre salió del cuerpo de Jonan para luego caer precipitadamente al suelo. Los reclutas que estaban a mi lado soltaron gritos por la caída de su compañero. - Basta...- alcancé a poder decir con un rostro de terror. Otro de los soldados, en busca de venganza, sale corriendo con su espada en mano hacia la asesina... pero fue en vano. Su cuerpo fue cortado como si de mantequilla se tratase. - ¡He dicho que ya basta! - grité con desesperación mientras me llevaba a las manos a la cabeza. La mujer limpia su espada de la sangre de mis compañeros a la vez que con su lengua se quita un rastro de sangre de su cruel rostro.
La enemiga reanudó su marcha sangrienta, pero mi consciencia se había desvanecido. Un torrente de ira,terror y desesperación por el ver a mis compañeros ser masacrados uno a uno como si fueran basura recorrió cada célula de mi cuerpo. "- Imperdonable, imperdonable, imperdonable, imperdonable...- repetía sin cesar por lo bajo. Me había rendido a mis más sentimientos negativos. La espadachina se detuvo y lanzó cuatro ondas cortantes hacia mí y mis acompañantes sin ningún reparo. No estaba dispuesta a dejar que matara al resto, así que cogí con fuerza mi espadón y lo agité al aire mandando una onda de corte con la intención de neutralizar el ataque del enemigo. Pero claro, acabé siendo lastimada por la onda que vino hacia mí que me propinó un profundo corte en el hombro izquierdo. Al menos quería salvarles de morir en aquellas circunstancias.
Oí como una corriente de aire proveniente del hombre atravesó la instancia e hizo que un grupo de los francotiradores salieran volando. No quería mancharme más las manos con sangre inocente... Podía sentir como todo mi cuerpo estaba lleno de su sangre y podía escuchar sus voces lamentándose en lo más profundo de mi cabeza, estaba siendo torturada psicológicamente debido a aquella masacre. - ¡Todo aquel que pueda correr, escapad y llevaos a los heridos! - Ordené en voz alta. Si no podía salvarlos a todos al menos quería poder salvar a tantos como me fuera posible. Mis ojos azules se centraron con furia en los de aquella mujer y aquel hombre. - Si tenéis alguna clase de honor, dejad que se vayan. Yo soy la principal y más peligrosa amenaza entre ellos, luchad contra mí en este instante - dije mientras un rastro de sangre caía de mi hombro malherido.
De repente, uno de los francotiradores que estaban apostados en el bosque disparó una ráfaga que se dirigía rumbo a la cabeza de aquella mujer... sin embargo la desvío con su espada sin ninguna clase de problema. Eso solo hizo que mi instinto de peligro resonara más y más por todo mi ser. No pude articular ninguna palabra, era como si se me quedasen atrapadas en la garganta sin poder salir afuera. ¿Qué era este sentimiento? Hacía mucho tiempo que no lo experimentaba, tanto que ya casi había olvidado como se sentía. De la boca de la mujer espadachín salieron unas palabras tanto amenazantes como arrogantes. El recluta Jonan salió corriendo hacia ella con la intención de derrotarla, pero yo no podía decirle nada ya que las palabras se me quedaban trabadas. Todo cuanto pude hacer fue estirar mi mano, no quería que luchara con ella, era muy peligrosa para alguien del nivel de mi subordinado.
Un delgado torrente de sangre salió del cuerpo de Jonan para luego caer precipitadamente al suelo. Los reclutas que estaban a mi lado soltaron gritos por la caída de su compañero. - Basta...- alcancé a poder decir con un rostro de terror. Otro de los soldados, en busca de venganza, sale corriendo con su espada en mano hacia la asesina... pero fue en vano. Su cuerpo fue cortado como si de mantequilla se tratase. - ¡He dicho que ya basta! - grité con desesperación mientras me llevaba a las manos a la cabeza. La mujer limpia su espada de la sangre de mis compañeros a la vez que con su lengua se quita un rastro de sangre de su cruel rostro.
La enemiga reanudó su marcha sangrienta, pero mi consciencia se había desvanecido. Un torrente de ira,terror y desesperación por el ver a mis compañeros ser masacrados uno a uno como si fueran basura recorrió cada célula de mi cuerpo. "- Imperdonable, imperdonable, imperdonable, imperdonable...- repetía sin cesar por lo bajo. Me había rendido a mis más sentimientos negativos. La espadachina se detuvo y lanzó cuatro ondas cortantes hacia mí y mis acompañantes sin ningún reparo. No estaba dispuesta a dejar que matara al resto, así que cogí con fuerza mi espadón y lo agité al aire mandando una onda de corte con la intención de neutralizar el ataque del enemigo. Pero claro, acabé siendo lastimada por la onda que vino hacia mí que me propinó un profundo corte en el hombro izquierdo. Al menos quería salvarles de morir en aquellas circunstancias.
Oí como una corriente de aire proveniente del hombre atravesó la instancia e hizo que un grupo de los francotiradores salieran volando. No quería mancharme más las manos con sangre inocente... Podía sentir como todo mi cuerpo estaba lleno de su sangre y podía escuchar sus voces lamentándose en lo más profundo de mi cabeza, estaba siendo torturada psicológicamente debido a aquella masacre. - ¡Todo aquel que pueda correr, escapad y llevaos a los heridos! - Ordené en voz alta. Si no podía salvarlos a todos al menos quería poder salvar a tantos como me fuera posible. Mis ojos azules se centraron con furia en los de aquella mujer y aquel hombre. - Si tenéis alguna clase de honor, dejad que se vayan. Yo soy la principal y más peligrosa amenaza entre ellos, luchad contra mí en este instante - dije mientras un rastro de sangre caía de mi hombro malherido.
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Tus hombres comienzan a huir, puedes ver que esa despiadada mujer tan solo se cruza de brazos y observa la situación, parece divertirle todo aquello. El otro tipo se para al lado de ella, la luz de la luna desvela su rostro, y reconoces el rostro del cartel de recompensa que tenías esta mañana entre las manos. Ese es tu objetivo, y ahora estás en una desventaj...
-No dejaremos que luche sola, cabo. -La voz de tu compañera, la recluta Esmeralda, suena por detrás de tí, al girarte ves que tus cuatro compañeros que están todo el día contigo, no han querido abandonarte, aún heridos permanecen a tu lado- Cumpliremos sus órdenes, pero no la dejaremos sola.
Bueno, las tornas parecen cambiar, ahora soy cinco contra dos, una pena que parezca que esos dos fácilmente pueden con vosotros dos. La mujer se está riendo mientras os mira.
-Qué conmovedor. Los pequeños se quedan a morir con mamá.
Se nota a la legua que te está intentando provocar. Estás en una situación crítica, tienes a cuatro subordinados a tu servicio y dos rivales delante de tí. De los cuales la tipa que se ha cargado con tanta facilidad a tus hombres parece ser la más débil. ¿Cómo piensas actuar? No parece que se vayan a quedar quietos todo el rato mirándoos.
-No dejaremos que luche sola, cabo. -La voz de tu compañera, la recluta Esmeralda, suena por detrás de tí, al girarte ves que tus cuatro compañeros que están todo el día contigo, no han querido abandonarte, aún heridos permanecen a tu lado- Cumpliremos sus órdenes, pero no la dejaremos sola.
Bueno, las tornas parecen cambiar, ahora soy cinco contra dos, una pena que parezca que esos dos fácilmente pueden con vosotros dos. La mujer se está riendo mientras os mira.
-Qué conmovedor. Los pequeños se quedan a morir con mamá.
Se nota a la legua que te está intentando provocar. Estás en una situación crítica, tienes a cuatro subordinados a tu servicio y dos rivales delante de tí. De los cuales la tipa que se ha cargado con tanta facilidad a tus hombres parece ser la más débil. ¿Cómo piensas actuar? No parece que se vayan a quedar quietos todo el rato mirándoos.
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