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Navegar como si fuera un turista por el West Blue tenía la ventaja de no llamar la atención, pero también existían peligros: piratas, ladrones y falsos guías eran la oscura tríada de males al que me arriesgaba a enfrentar a diario, por no hablar de las gambas de dudosa frescura. Cuán grande fue mi sorpresa cuando nuestro navío zozobró a causa de una enorme columna que emergió sin previo aviso de las entrañas del mar.
Aunque no podía considerarse un naufragio, el buque se vio obligado a hacer una parada de emergencia, alertando a las autoridades para la inspección de la nueva “isla”. El rumor de los tesoros que escondía la inmensa estructura corrió como la pólvora en los encendidos corazones de los impetuosos jóvenes, deseosos por llevarse algo al bolsillo. Uno tras otro veía a aquellos botes acercarse a la gran estructura, acumulándose en un improvisado puerto alrededor de la misma.
Nadie había logrado salir de allí, ni un alma.
Por supuesto, mi espíritu también se veía agitado por los vientos de la aventura y la promesa del oro, pero mi mente me decía que no debía ir solo. Así que, cuando un grupo se introdujo en la blanca bruma que delimitaba el interior de la torre entró, sabía que debía unirme a ellos.
-Buenos días, caballeros- saludé con una sonrisa, dándome cuenta de que ya era demasiado tarde para volver atrás-. Me presento, soy Alphonse Capone, humilde músico y arquitecto.
Esperaría a que los demás se presentasen mientras mis ojos recorrían con analítico nerviosismo sus personas de una pasada y la sala con un par más de ellas. El suelo había sido acomodado con un césped vivo, alimentado por la calidez de una más que curiosa lámpara colgada de un alto techo en aquella sala hexagonal. Las puertas de cada pared, numeradas, permanecían cerradas, expectantes a nuestros movimientos. Un conjunto de cajas contenía un batiburrillo de provisiones, que esperaría que fueran repartidas equitativamente, no iba a ser yo quien cometiera la ofensa de lanzarme a por ellas en primera instancia; pero sí sería el primero que me acercara a inspeccionar más detalladamente la estancia.
Aunque no podía considerarse un naufragio, el buque se vio obligado a hacer una parada de emergencia, alertando a las autoridades para la inspección de la nueva “isla”. El rumor de los tesoros que escondía la inmensa estructura corrió como la pólvora en los encendidos corazones de los impetuosos jóvenes, deseosos por llevarse algo al bolsillo. Uno tras otro veía a aquellos botes acercarse a la gran estructura, acumulándose en un improvisado puerto alrededor de la misma.
Nadie había logrado salir de allí, ni un alma.
Por supuesto, mi espíritu también se veía agitado por los vientos de la aventura y la promesa del oro, pero mi mente me decía que no debía ir solo. Así que, cuando un grupo se introdujo en la blanca bruma que delimitaba el interior de la torre entró, sabía que debía unirme a ellos.
-Buenos días, caballeros- saludé con una sonrisa, dándome cuenta de que ya era demasiado tarde para volver atrás-. Me presento, soy Alphonse Capone, humilde músico y arquitecto.
Esperaría a que los demás se presentasen mientras mis ojos recorrían con analítico nerviosismo sus personas de una pasada y la sala con un par más de ellas. El suelo había sido acomodado con un césped vivo, alimentado por la calidez de una más que curiosa lámpara colgada de un alto techo en aquella sala hexagonal. Las puertas de cada pared, numeradas, permanecían cerradas, expectantes a nuestros movimientos. Un conjunto de cajas contenía un batiburrillo de provisiones, que esperaría que fueran repartidas equitativamente, no iba a ser yo quien cometiera la ofensa de lanzarme a por ellas en primera instancia; pero sí sería el primero que me acercara a inspeccionar más detalladamente la estancia.
- Notas:
- Notas: Mi maleta y otros objetos están guardados en mi interior, a excepción de la cartera con una cantidad decente, pero no abusiva, de berries y mis credenciales. También llevo un grueso bloc de dibujo y varios bolígrafos colgados de mi bolsillo de un elegante traje negro; zapatos y corbata a juego, por supuesto. Por desgracia aún no tengo reloj.
Notas para el moderador:
Profesiones- “Devastador” (Alternativo más cercano a esta clase)/ Músico, Bufón, Artista.
Como Artista-Arquitecto preferiría que mis marcas fueran más el estudiar la arquitectura, composición y materiales de la sala más que una X o algo así, pero llevo los bolígrafos por si me dices que no.
Resumen de acciones: Entrar, presentarme. Inspeccionar la estancia y la arquitectura (Marca de Artista).
Tobías Thorn
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- Qué mal rollo... - pensé al ver la descomunal torre que había aparecido en mitad del mar del West Blue.
No podía evitar que el recuerdo de la isla que apareció en circunstancias similares me asaltara a la cabeza. Aquella vez no es que sucediesen cosas buenas que digamos, por lo que todo el viaje hasta aquí un sentimiento perturbador me había acompañado. Además esta vez también iba acompañado con parte de los CW y parecía que siempre atraíamos problemas. Pensaba que el pelirrojo nos había hecho llamar ante la falta de interés de la marina y del CP, viendo en ella algo interesante que buscar. Múltiples rumores se habían extendido sobre ella, aunque al parecer quien entraba no volvía a salir. Que suerte... ¿Aunque si era así? ¿Quién contaba esas historias sobre lo que había en su interior? Bueno, en realidad daba ya igual, puesto que entramos por aquel enorme portón y este se había cerrado a nuestro paso mientras una risa inundó la sala. Lo que yo decía. Mal rollo. Aunque al parecer al único extraño que nos acompañaba poco parecía importarle y se presentó como si nada.
- Encantado Alphonse, soy Tobías - dije con tono amable como cortesía mientras observaba a mi alrededor.
Varias puertas se disponían ante nosotros en la peculiar sala. El suelo parecía natural mientras que las paredes parecían haber sido sometidas a un fino trabajo. Cierto es que el color no me gustaba, pero lo flipante que era la lámpara compensaba una cosa por otra. Si fuese una polilla viviría allí... Bueno, ya valía de tonterías, así que tras ver unas cajas con lo que parecían ser provisiones en varias dosis traté de centrarme en lo que veníamos a hacer.
-¿Creéis que esta será nuestra cesta de bienvenida? -pregunté de forma sarcástica mientras cogía el contenido de una ellas tras observarlo detenidamente. - Pues no seamos descorteses. Por cierto Kim, ¿cuál te gusta más? A mí me gusta el cuatro - dije decantándome por el símbolo que más me gustaba.
Tras mis palabras me acerqué a las bandas que decoraban la pared con gesto curioso mientras el capitán de la banda decidía que hacíamos. Conociéndole seguramente querría que fuésemos juntos, cosa que no me importaba, pero conociendo también al peliblanco quizás las cosas no se tornasen así. Ellos sabrán, yo mientras curioseo.
No podía evitar que el recuerdo de la isla que apareció en circunstancias similares me asaltara a la cabeza. Aquella vez no es que sucediesen cosas buenas que digamos, por lo que todo el viaje hasta aquí un sentimiento perturbador me había acompañado. Además esta vez también iba acompañado con parte de los CW y parecía que siempre atraíamos problemas. Pensaba que el pelirrojo nos había hecho llamar ante la falta de interés de la marina y del CP, viendo en ella algo interesante que buscar. Múltiples rumores se habían extendido sobre ella, aunque al parecer quien entraba no volvía a salir. Que suerte... ¿Aunque si era así? ¿Quién contaba esas historias sobre lo que había en su interior? Bueno, en realidad daba ya igual, puesto que entramos por aquel enorme portón y este se había cerrado a nuestro paso mientras una risa inundó la sala. Lo que yo decía. Mal rollo. Aunque al parecer al único extraño que nos acompañaba poco parecía importarle y se presentó como si nada.
- Encantado Alphonse, soy Tobías - dije con tono amable como cortesía mientras observaba a mi alrededor.
Varias puertas se disponían ante nosotros en la peculiar sala. El suelo parecía natural mientras que las paredes parecían haber sido sometidas a un fino trabajo. Cierto es que el color no me gustaba, pero lo flipante que era la lámpara compensaba una cosa por otra. Si fuese una polilla viviría allí... Bueno, ya valía de tonterías, así que tras ver unas cajas con lo que parecían ser provisiones en varias dosis traté de centrarme en lo que veníamos a hacer.
-¿Creéis que esta será nuestra cesta de bienvenida? -pregunté de forma sarcástica mientras cogía el contenido de una ellas tras observarlo detenidamente. - Pues no seamos descorteses. Por cierto Kim, ¿cuál te gusta más? A mí me gusta el cuatro - dije decantándome por el símbolo que más me gustaba.
Tras mis palabras me acerqué a las bandas que decoraban la pared con gesto curioso mientras el capitán de la banda decidía que hacíamos. Conociéndole seguramente querría que fuésemos juntos, cosa que no me importaba, pero conociendo también al peliblanco quizás las cosas no se tornasen así. Ellos sabrán, yo mientras curioseo.
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No me preocupaba de manera alguna la maquiavélica risa al entrar en la “atracción”. ¿Cómo si no iba a forjarse la tensión para que el grupo de héroes pudiera sobrepasarla? Estaba claro que aquella torre era algún tipo de prueba, quizás forjada por una mente enferma con demasiado poder y habilidad para estar cuerda.
El señor Tobías se acercó a una de las cajas, tomando lo que confiaba fuera una equitativa parte de su contenido. Alguien que se presenta alegremente y con educación no debía de ser malvado, y si lo era… bueno, sería un cortés villano. ¿A qué persona no le encantan los modales del maligno doctor de turno que intenta hacerle la vida imposible al protagonista? Pues eso.
Habiéndose roto el formalismo con la confianza, me acerqué a las provisiones para tomar mi parte. Hice un gesto con la cabeza a los demás presente, quizá todavía demasiado aturdidos como para presentarse. Luego, en mi libreta, tomé referencia de los patrones de cada puerta, descubriendo ciertos… defectos en el original diseño.
-No es por ser quisquilloso, Tobías, pero creo que existe cierta imperfección en el número cuatro. A primera vista todos parecen tener cierto patrón simétrico, mas, si os fijáis bien- dije ilustrando con los dibujos en mi cuaderno- hay ciertos puntos de disonancia en los diseños número cuatro y seis. Para ser exactos, uno de los triángulos del cuarto patrón se encuentra ligeramente desplazado, y, en el sexto, no todas las incisiones están apuntando perfectamente al centro. Esto lo digo a ojo de buen cubero, también diría que una de los laterales del quinto está tocando el triángulo de la derecha pero no su reflejo- achiné los ojos, intentando ver mejor-, no sabría decirlo con exactitud- me encogí de hombros- . Claro que tampoco puedes pedirle una precisión milimétrica a un objeto decorativo, ¿pero y si las marcas significaran algo? Voto por el tercero, pero me uniré a la mayoría… En esta situación lo peor que podríamos hacer sería separarnos.
El señor Tobías se acercó a una de las cajas, tomando lo que confiaba fuera una equitativa parte de su contenido. Alguien que se presenta alegremente y con educación no debía de ser malvado, y si lo era… bueno, sería un cortés villano. ¿A qué persona no le encantan los modales del maligno doctor de turno que intenta hacerle la vida imposible al protagonista? Pues eso.
Habiéndose roto el formalismo con la confianza, me acerqué a las provisiones para tomar mi parte. Hice un gesto con la cabeza a los demás presente, quizá todavía demasiado aturdidos como para presentarse. Luego, en mi libreta, tomé referencia de los patrones de cada puerta, descubriendo ciertos… defectos en el original diseño.
-No es por ser quisquilloso, Tobías, pero creo que existe cierta imperfección en el número cuatro. A primera vista todos parecen tener cierto patrón simétrico, mas, si os fijáis bien- dije ilustrando con los dibujos en mi cuaderno- hay ciertos puntos de disonancia en los diseños número cuatro y seis. Para ser exactos, uno de los triángulos del cuarto patrón se encuentra ligeramente desplazado, y, en el sexto, no todas las incisiones están apuntando perfectamente al centro. Esto lo digo a ojo de buen cubero, también diría que una de los laterales del quinto está tocando el triángulo de la derecha pero no su reflejo- achiné los ojos, intentando ver mejor-, no sabría decirlo con exactitud- me encogí de hombros- . Claro que tampoco puedes pedirle una precisión milimétrica a un objeto decorativo, ¿pero y si las marcas significaran algo? Voto por el tercero, pero me uniré a la mayoría… En esta situación lo peor que podríamos hacer sería separarnos.
Tobías Thorn
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- ¿Ya estamos otra vez? - pensé al ver la reacción de mis nakamas.
No era la primera vez que actuaban así. Aún recuerdo cuando pasó en aquella maldita isla de Síderos. Nos quedamos tan atrasados que cuando quisimos llegar a la zona de conflicto ya había terminado todo. Tanta frustración y penurias para nada...
- Bueno, en realidad sí que saqué algo importante de allí - proseguí con la cabeza sumida en mis recuerdos mientras tocaba el colgante azabache que llevaba al cuello.
Por unos instantes casi caigo en el mismo estado de aletargamiento que ellos mientras estaba sumergido en mis pensamientos, pero por suerte el tal Alphonse hizo un comentario sobre los símbolos que captó mi atención. Me acerqué a ellos para comprobar que lo que decía era cierto... Si no elijo algo mal hecho no soy yo.
- Parece que tienes razón, aunque seguramente sea solo eso. Un mal diseño u algo así... Aunque siendo sinceros por la puerta que pasemos me da igual. Simplemente me gusta el cuatro - dije encogiéndome de hombros. - Esa que tú dices parece un ventilador - fue mi comentario sobre la puerta número tres.
Era verdad que me daba igual una que otra, solo tenía curiosidad por saber que había tras ellas y ya está.
- Oye vosotros dos. ¿Ya sabéis por donde queréis ir o qué? - pregunté a mis nakamas intentando llamar nuevamente su atención. No quería dejarlos solos, pero si seguían así me iría a explorar solo. No iba a morirme aquí de curiosidad y aburrimiento por seguir sin hacer nada.
No era la primera vez que actuaban así. Aún recuerdo cuando pasó en aquella maldita isla de Síderos. Nos quedamos tan atrasados que cuando quisimos llegar a la zona de conflicto ya había terminado todo. Tanta frustración y penurias para nada...
- Bueno, en realidad sí que saqué algo importante de allí - proseguí con la cabeza sumida en mis recuerdos mientras tocaba el colgante azabache que llevaba al cuello.
Por unos instantes casi caigo en el mismo estado de aletargamiento que ellos mientras estaba sumergido en mis pensamientos, pero por suerte el tal Alphonse hizo un comentario sobre los símbolos que captó mi atención. Me acerqué a ellos para comprobar que lo que decía era cierto... Si no elijo algo mal hecho no soy yo.
- Parece que tienes razón, aunque seguramente sea solo eso. Un mal diseño u algo así... Aunque siendo sinceros por la puerta que pasemos me da igual. Simplemente me gusta el cuatro - dije encogiéndome de hombros. - Esa que tú dices parece un ventilador - fue mi comentario sobre la puerta número tres.
Era verdad que me daba igual una que otra, solo tenía curiosidad por saber que había tras ellas y ya está.
- Oye vosotros dos. ¿Ya sabéis por donde queréis ir o qué? - pregunté a mis nakamas intentando llamar nuevamente su atención. No quería dejarlos solos, pero si seguían así me iría a explorar solo. No iba a morirme aquí de curiosidad y aburrimiento por seguir sin hacer nada.
Nocturne93
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Nuevas y extrañas circunstancias hacían que no parase de darle vueltas a todo. Todo lo que hay dentro de esa habitación no da más que pensar, desde la bruma que recorre el lugar hasta el hecho de que haya césped y esa maquiavélica risa. Todo se parece demasiado a aquello que ocurrió antes de Síderos, la supuesta isla fantasma que no resultó ser más que una trampa para atraer a medio mundo a un conflicto interno de una guerra. No podía evitar ver una similitud increíble, pero en esta ocasión no me iban a coger desprevenido.
-Oye vosotros dos. ¿Ya sabéis por donde queréis ir o qué?
-... ¿Eh?
Me giré hacia la voz, maldita sea, de nuevo me había quedado absorto en mis pensamientos y ni siquiera me había dado cuenta de que me habían estado hablando. Además, ¿quién diablos es ese tipo? Qué frustración, ahora quedaría fatal si simplemente le preguntaba quién era, por lo visto se habían presentado y mantenían una conversación tranquila, de modo que.
-Perdona, soy Kimura Hayate. Un placer.
Le tendí la mano para estrechársela y me quedé mirando hacia las puertas y sus símbolos. Al parecer habrá algo distinto vayamos por donde vayamos, por lo que me quedé mirando e inspeccionando todos los símbolos. Todos parecían haber sido hechos por alguien que no tuviera mucha idea de lo que estaba haciendo. pero algo me llamó la atención. De entre todos ellos, los símbolos que parecían estar mejor hechos eran los correspondientes a las puertas tres y seis. Entre ellos había mejor simetría, mientras que el resto parecía hecho por cualquier otra persona distinta que no se preocupase lo más mínimo. Tal vez eso fuese algún tipo de señal.
-Fijaos bien. De entre todas las figuras, la del número tres y seis son las que parecen mejor hechas, como si el resto las hubiera hecho otra persona. Aparte de eso guardan mejor simetría que el resto de ellas. Pero si os dais cuenta, el número seis es completamente diferente, ya no por la simetría, sino por la forma de las figuras en cuestión. Si os dais cuenta todos son pequeños triángulos, cuyo número identifica el número de la puerta, pero en la sexta puerta no son triángulos. Parece que si, pero con esa hendidura en la base del triángulo, ya lo convierte en una figura completamente diferente al resto. Si tuviera que decantarme por una puerta sería por esa, sin lugar a dudas.
Miré a mis camaradas, entonces me fijé que Tobías había cogido algo, pude ver entonces, tirados en el suelo, una especie de cajas, había dos abiertas, una de Tobías y otra de esa persona misteriosa, la cual si se había presentado lamentaba mucho no haber escuchado su nombre. Me acerqué y abrí una de las cajas, parecía que lo que había eran provisiones para varios días. Lo que quiera que haya aquí, no parece que vaya a tener la intención de dejarnos salir con facilidad, y parece ser que es una especie de laberinto.
-Indistintamente por donde vayamos, deberíamos asegurarnos de ir juntos, y sobretodo de marcar nuestro recorrido. Si mis sospechas son correctas, esto debe ser algún tipo de laberinto, lo peor que podríamos hacer sería separarnos, no sabemos qué puede haber al otro lado de cada puerta. Permanecer juntos es nuestra mejor opción de continuar adelante, por lo menos mientras desconozcamos lo que hay aquí dentro.
-Oye vosotros dos. ¿Ya sabéis por donde queréis ir o qué?
-... ¿Eh?
Me giré hacia la voz, maldita sea, de nuevo me había quedado absorto en mis pensamientos y ni siquiera me había dado cuenta de que me habían estado hablando. Además, ¿quién diablos es ese tipo? Qué frustración, ahora quedaría fatal si simplemente le preguntaba quién era, por lo visto se habían presentado y mantenían una conversación tranquila, de modo que.
-Perdona, soy Kimura Hayate. Un placer.
Le tendí la mano para estrechársela y me quedé mirando hacia las puertas y sus símbolos. Al parecer habrá algo distinto vayamos por donde vayamos, por lo que me quedé mirando e inspeccionando todos los símbolos. Todos parecían haber sido hechos por alguien que no tuviera mucha idea de lo que estaba haciendo. pero algo me llamó la atención. De entre todos ellos, los símbolos que parecían estar mejor hechos eran los correspondientes a las puertas tres y seis. Entre ellos había mejor simetría, mientras que el resto parecía hecho por cualquier otra persona distinta que no se preocupase lo más mínimo. Tal vez eso fuese algún tipo de señal.
-Fijaos bien. De entre todas las figuras, la del número tres y seis son las que parecen mejor hechas, como si el resto las hubiera hecho otra persona. Aparte de eso guardan mejor simetría que el resto de ellas. Pero si os dais cuenta, el número seis es completamente diferente, ya no por la simetría, sino por la forma de las figuras en cuestión. Si os dais cuenta todos son pequeños triángulos, cuyo número identifica el número de la puerta, pero en la sexta puerta no son triángulos. Parece que si, pero con esa hendidura en la base del triángulo, ya lo convierte en una figura completamente diferente al resto. Si tuviera que decantarme por una puerta sería por esa, sin lugar a dudas.
Miré a mis camaradas, entonces me fijé que Tobías había cogido algo, pude ver entonces, tirados en el suelo, una especie de cajas, había dos abiertas, una de Tobías y otra de esa persona misteriosa, la cual si se había presentado lamentaba mucho no haber escuchado su nombre. Me acerqué y abrí una de las cajas, parecía que lo que había eran provisiones para varios días. Lo que quiera que haya aquí, no parece que vaya a tener la intención de dejarnos salir con facilidad, y parece ser que es una especie de laberinto.
-Indistintamente por donde vayamos, deberíamos asegurarnos de ir juntos, y sobretodo de marcar nuestro recorrido. Si mis sospechas son correctas, esto debe ser algún tipo de laberinto, lo peor que podríamos hacer sería separarnos, no sabemos qué puede haber al otro lado de cada puerta. Permanecer juntos es nuestra mejor opción de continuar adelante, por lo menos mientras desconozcamos lo que hay aquí dentro.
Kasan
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Kimura me había pedido ayuda para investigar un extraño suceso en el West Blue, una gigantesca torre se alzaba en medio del mar. Un lugar lleno de misterio que tanto la marina como el Gobierno querían investigar bien a fondo. Una vez dentro del lugar fuimos a parar a una sala hexagonal con puertas dobles en cada una de las paredes. Di una vuelta sobre mi mismo observando las seis puertas, cada una tenía un símbolo distinto, parecían estar numeradas pero había algo distinto en una de ellas. Kimura también había llegado a mi misma conclusión comenzando a explicar al resto su teoría, razón no le faltaba al marine, seguramente ese fuese el camino correcto a seguir aunque habían seis puertas, perfectamente podía ser una pista falsa.
Allí estábamos mi compañero y amigo del CP Tobías, el líder de Crimson Wolves y un hombre de aspecto peculiar del cual desconocía absolutamente cualquier dato sobre él. Se presentó como Alphonse Capone, un músico y arquitecto. Quizás pudiese comentar algo más sobre la estructura del lugar pero vamos, la idea de esto es avanzar. Luego de escuchar las argumentaciones de los allí presentes, ninguno parecía dar un primer paso aunque la teoría de Kim hubiese sido muy persuasora. -Bueno, por ahora todos queremos avanzar en grupo ¿No? Y la mejor idea parece ser ir por la puerta seis. ¿Nos ponemos en marcha?- Comprendía que era un lugar totalmente desconocido, pero quedarnos en esa habitación mucho más era una perdida de tiempo.
Me acerqué a una de las cajas que habían por el suelo para recoger lo que parecía una mochila bastante espaciosa con provisiones, diría que suficientes para pasar cinco días, de todos modos la comida no sería problema, siempre podía cocinar cualquier criatura de las que apareciesen. Cargué la mochila a la espalda mientras me aseguraba de que había cogido todo del barco. Toqué mi bolsillo para comprobar que había cogido la baraja de cartas especiales y luego miré mi dedo para ver que llevaba puesto el anillo que albergaba mi armadura. Hechas las comprobaciones, me acerqué hasta la puerta que nos había parecido convencer. -Atravesemos entonces la puerta.-Dije esperando a que movieran el culo de una buen vez.
Allí estábamos mi compañero y amigo del CP Tobías, el líder de Crimson Wolves y un hombre de aspecto peculiar del cual desconocía absolutamente cualquier dato sobre él. Se presentó como Alphonse Capone, un músico y arquitecto. Quizás pudiese comentar algo más sobre la estructura del lugar pero vamos, la idea de esto es avanzar. Luego de escuchar las argumentaciones de los allí presentes, ninguno parecía dar un primer paso aunque la teoría de Kim hubiese sido muy persuasora. -Bueno, por ahora todos queremos avanzar en grupo ¿No? Y la mejor idea parece ser ir por la puerta seis. ¿Nos ponemos en marcha?- Comprendía que era un lugar totalmente desconocido, pero quedarnos en esa habitación mucho más era una perdida de tiempo.
Me acerqué a una de las cajas que habían por el suelo para recoger lo que parecía una mochila bastante espaciosa con provisiones, diría que suficientes para pasar cinco días, de todos modos la comida no sería problema, siempre podía cocinar cualquier criatura de las que apareciesen. Cargué la mochila a la espalda mientras me aseguraba de que había cogido todo del barco. Toqué mi bolsillo para comprobar que había cogido la baraja de cartas especiales y luego miré mi dedo para ver que llevaba puesto el anillo que albergaba mi armadura. Hechas las comprobaciones, me acerqué hasta la puerta que nos había parecido convencer. -Atravesemos entonces la puerta.-Dije esperando a que movieran el culo de una buen vez.
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Estreché la mano que el señor Hayate me ofrecía. Tras el firme apretón, mirándole a los ojos, agregué un cordial pero simple “Es un placer”. Si tan sólo todos aquellos caballeros hubieran sido tan educados como él, pero no contaba con esa suerte, más bien tenía la desgracia de que uno de ellos no se presentara.
Me acerqué a la puerta número seis para estampar un garabato a su lado derecho, apoyando la democracia, la optativa de gobierno más útil por ahora. Encaré al resto de muchachos con una sonrisa en el rostro y una suave voz de barítono.
-Han elegido la puerta número séis, señoras y señores. ¿Qué encontrarán tras ella? Quizás sea oro, joyas o la promesa de un amor verdadero, lo comprobaremos en unos instantes. Pero antes… conozcamos un poco mejor a nuestros concursantes- usé el rotulador cerrado como improvisado micrófono, andando hacia mis nuevos compañeros para presentarles con un movimiento de mi brazo-. En primer lugar tenemos a Tobías, amante del número cuatro. En segundo lugar, a un gran caballero que da nombre y apellidos, Kimura Hayate. Y, hablando de caballeros… soy Alphonse, presentador y obligado concursante de “La torre de…- ¿Cómo la llamo? Ah, ya sé- ¡La condenación!- diría en un grito susurrado, imitando el clamor de un público entregado que colaboraba en la emoción de la escena. Sonreiría, saludando a las paredes con amables gestos y movimientos de mano-. Vaya, me informan… -añadiría como si me susurraran al oído-, me informan de que tenemos un cuarto concursante. ¿Dónde, dónde estará?- otearía el falso horizonte antes de señalarle y colocarme a su lado con un paso impaciente, acercándole el micrófono, no sin antes darle un par de toquecitos al negro tapón-. ¿Tiene nombre?
A las cosas que tenía que recurrir uno para aguantarse el lanzarle una mirada de desprecio y un comentario seco en el que le hubiera exigido a aquel chico sin educación que se presentara. Quizás podría haber optado por otra… estrategia, pero es que soy un showman.
Una vez solucionado ese pequeño detalle me guardaría el bolígrafo añadiendo un simple “Mucho gusto” más serio de lo que debía para luego atravesar la sexta puerta conjunto al peculiar grupo.
El patrón de la sala se repitió con tanta exactitud que dudé por un instante que había atravesado el mágico umbral. La sensación no duró mucho: un hombre, un extraño juglar sin mandolina se hallaba de pie en su centro. Sin duda era otra estancia.
Se presentó, quizás demasiado escuetamente, y con una normalidad apabullante para la extraña situación en la que nos encontrábamos, como A.P Nado. ¿Qué clase de hombre renunciaba a su nombre y primer apellido? ¿Y qué clase de padres hacían que sus siglas y último apellido dejaran ese triste legado? Parecía feliz, aunque quizás nunca se había dado cuenta de la peculiar palabra que formaba su nombre. Era un comerciante, un pionero mercader que no dejaría pasar la oportunidad de hacer fortuna. Se jactaba de que podía proporcionarnos cosas interesantes que comprar y, lo más importante, información sobre la torre.
-Encantado de conocerle, señor Nado, mi nombre es Alphonse Capone- le dediqué una pequeña reverencia-. ¿Ha dicho laberinto?-es la palabra que él usó-. ¿Podría explicarse un poco? ¿Y podría repetir eso del… grupo? Es bastante extraño que alguien relegue de la compañía… sobretodo en una situación donde uno procura no separarse de la seguridad que da formar parte de una comunidad.
Me acerqué a la puerta número seis para estampar un garabato a su lado derecho, apoyando la democracia, la optativa de gobierno más útil por ahora. Encaré al resto de muchachos con una sonrisa en el rostro y una suave voz de barítono.
-Han elegido la puerta número séis, señoras y señores. ¿Qué encontrarán tras ella? Quizás sea oro, joyas o la promesa de un amor verdadero, lo comprobaremos en unos instantes. Pero antes… conozcamos un poco mejor a nuestros concursantes- usé el rotulador cerrado como improvisado micrófono, andando hacia mis nuevos compañeros para presentarles con un movimiento de mi brazo-. En primer lugar tenemos a Tobías, amante del número cuatro. En segundo lugar, a un gran caballero que da nombre y apellidos, Kimura Hayate. Y, hablando de caballeros… soy Alphonse, presentador y obligado concursante de “La torre de…- ¿Cómo la llamo? Ah, ya sé- ¡La condenación!- diría en un grito susurrado, imitando el clamor de un público entregado que colaboraba en la emoción de la escena. Sonreiría, saludando a las paredes con amables gestos y movimientos de mano-. Vaya, me informan… -añadiría como si me susurraran al oído-, me informan de que tenemos un cuarto concursante. ¿Dónde, dónde estará?- otearía el falso horizonte antes de señalarle y colocarme a su lado con un paso impaciente, acercándole el micrófono, no sin antes darle un par de toquecitos al negro tapón-. ¿Tiene nombre?
A las cosas que tenía que recurrir uno para aguantarse el lanzarle una mirada de desprecio y un comentario seco en el que le hubiera exigido a aquel chico sin educación que se presentara. Quizás podría haber optado por otra… estrategia, pero es que soy un showman.
Una vez solucionado ese pequeño detalle me guardaría el bolígrafo añadiendo un simple “Mucho gusto” más serio de lo que debía para luego atravesar la sexta puerta conjunto al peculiar grupo.
El patrón de la sala se repitió con tanta exactitud que dudé por un instante que había atravesado el mágico umbral. La sensación no duró mucho: un hombre, un extraño juglar sin mandolina se hallaba de pie en su centro. Sin duda era otra estancia.
Se presentó, quizás demasiado escuetamente, y con una normalidad apabullante para la extraña situación en la que nos encontrábamos, como A.P Nado. ¿Qué clase de hombre renunciaba a su nombre y primer apellido? ¿Y qué clase de padres hacían que sus siglas y último apellido dejaran ese triste legado? Parecía feliz, aunque quizás nunca se había dado cuenta de la peculiar palabra que formaba su nombre. Era un comerciante, un pionero mercader que no dejaría pasar la oportunidad de hacer fortuna. Se jactaba de que podía proporcionarnos cosas interesantes que comprar y, lo más importante, información sobre la torre.
-Encantado de conocerle, señor Nado, mi nombre es Alphonse Capone- le dediqué una pequeña reverencia-. ¿Ha dicho laberinto?-es la palabra que él usó-. ¿Podría explicarse un poco? ¿Y podría repetir eso del… grupo? Es bastante extraño que alguien relegue de la compañía… sobretodo en una situación donde uno procura no separarse de la seguridad que da formar parte de una comunidad.
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Por fin el pelirrojo y el agente reaccionaron. Kasan dejó florecer su carácter independiente, mientras que Kimura se presentó como es debido y se aunó al tema de los símbolos. Parecía que tenía sus propias críticas sobre los dibujos. Hablaba de similitudes, vértices y cosas así. Yo por mi parte comenzaba a desesperarme y para colmo el tal Alphonse se puso a hacer el idiota. No sé exactamente que pretendía hacer, pero todo me pareció una pérdida de tiempo. El peliblanco podría tomarse a malas sus comentarios... Y por experiencia sabía que puede ser un hueso duro de roer. No sabía como acabaría eso, pero por fin avanzamos por la puerta número seis y centré mi atención en la sala. Ya era hora.
Tenía curiosidad por averiguar que nos deparaba cualquiera de ellas... Aunque una vez que entramos me desilusioné un poco. La sala era exactamente igual a la anterior, en ella se encontraba un peculiar personaje que no tardó en presentarse y en dar una pequeña explicación de que hacía allí. Al parecer era una especie de mercader que llevaba tiempo vagando por la torre. Se había separado de su grupo buscando la salida y parecía que tenía ganas de hablar con alguien. Me pareció curioso que no se mostrase muy apenado por su soledad. Yo si perdiese a mis nakamas en un lugar como este me hartaría de buscarles sin descanso, pero él estaba ahí como si nada. A Alphonse también le tendría que parecer raro aquello, puesto que se me adelantó y preguntó sobre el tema. Dejaría que el tipo contestase primero al pelinegro para no avasallarle, pero teníamos que aprovechar e informarnos todo lo posible sobre este lugar.
- Encantado señor Nado. Yo soy Tobías - me presenté de forma amigable. - ¿Qué nos podrías contar sobre el tema de los símbolos? Acabamos de atravesar una sala exactamente igual a esta y todos muestran algunas similitudes.
Tenía curiosidad por averiguar que nos deparaba cualquiera de ellas... Aunque una vez que entramos me desilusioné un poco. La sala era exactamente igual a la anterior, en ella se encontraba un peculiar personaje que no tardó en presentarse y en dar una pequeña explicación de que hacía allí. Al parecer era una especie de mercader que llevaba tiempo vagando por la torre. Se había separado de su grupo buscando la salida y parecía que tenía ganas de hablar con alguien. Me pareció curioso que no se mostrase muy apenado por su soledad. Yo si perdiese a mis nakamas en un lugar como este me hartaría de buscarles sin descanso, pero él estaba ahí como si nada. A Alphonse también le tendría que parecer raro aquello, puesto que se me adelantó y preguntó sobre el tema. Dejaría que el tipo contestase primero al pelinegro para no avasallarle, pero teníamos que aprovechar e informarnos todo lo posible sobre este lugar.
- Encantado señor Nado. Yo soy Tobías - me presenté de forma amigable. - ¿Qué nos podrías contar sobre el tema de los símbolos? Acabamos de atravesar una sala exactamente igual a esta y todos muestran algunas similitudes.
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Aquel estrafalario juglar-comerciante tan sólo aportó dos datos interesantes. El primero, que las estancias seguían un patrón arquitectónico, aunque lo que encontráramos en ellas, como la prueba del acertijo, no. El segundo, que las pruebas del laberinto entrañaban peligros ocultos, como el separar a los miembros de un grupo. La cosa se puso interesante, más interesante de lo que ya era.
Lo primero era continuar marcando las salas para intentar desentrañar el misterio de aquellos símbolos. Organicé una tabla en mi cuaderno, apuntando qué puerta cruzábamos, a dónde íbamos a parar y dejando una columna más para datos importantes, no fuera a ser que me quedara sin espacio. Quizás más adelante, cuando tuviésemos datos suficientes, alguien podría ver el secreto que escondían. En el momento en el que supiésemos cómo había sido construida, sabríamos el camino a seguir.
¿A dónde llevaría el camino que aún no nos había sido revelado? ¿Era esto sólo una maquiavélica estructura que devoraba a los pobres incautos en su interior para torturarlos? ¿Habría realmente un tesoro al final o sólo salvaríamos nuestras vidas? ¿Cuántas personas habrían perdido ya la vida en la torre? Había muchas preguntas que teníamos que contestar para las que, por ahora, no teníamos respuesta alguna.
-Lo tendremos, señor Nado. Le invitaría a que nos acompañara, pero esa es una decisión que no puedo tomar solo. Pero le prometo que si salimos de aquí y hallamos el patrón oculto, recorreré el camino de vuelta para sacar a todos los que hayamos encontrado- le prometí, mirándole a los ojos.
Contemplé los símbolos de nuevo, distanciándome del grupo mientras daba suave toquecitos en mi bloc con el rotulador. Dado que aparecíamos directamente en la sala sin ningún tipo de puerta detrás, mecanismo que bien podría haber tachado de mágico, no había forma alguna de saber el camino inverso una vez pasásemos a la siguiente habitación. A partir de ese momento tendría que numerar las marcas de las puertas con un subíndice, comenzando con la siguiente por el 1 y teniendo en cuenta que la original no tenía ninguno.
-Yo voto por atravesar la sexta de nuevo, así podríamos dilucidar si el mismo número lleva a la misma prueba o ausencia de- me volví hacia ellos, dedicándole una mirada al trovador-. Señor Nado, ¿recuerda por casualidad qué puertas atravesaron y qué encontraron tras ellas?- pregunté, a pesar de que no podríamos confiar en la absoluta veracidad de sus recuerdos.
Una vez todo estuviese dispuesto, atravesaríamos el umbral escogido.
Lo primero era continuar marcando las salas para intentar desentrañar el misterio de aquellos símbolos. Organicé una tabla en mi cuaderno, apuntando qué puerta cruzábamos, a dónde íbamos a parar y dejando una columna más para datos importantes, no fuera a ser que me quedara sin espacio. Quizás más adelante, cuando tuviésemos datos suficientes, alguien podría ver el secreto que escondían. En el momento en el que supiésemos cómo había sido construida, sabríamos el camino a seguir.
¿A dónde llevaría el camino que aún no nos había sido revelado? ¿Era esto sólo una maquiavélica estructura que devoraba a los pobres incautos en su interior para torturarlos? ¿Habría realmente un tesoro al final o sólo salvaríamos nuestras vidas? ¿Cuántas personas habrían perdido ya la vida en la torre? Había muchas preguntas que teníamos que contestar para las que, por ahora, no teníamos respuesta alguna.
-Lo tendremos, señor Nado. Le invitaría a que nos acompañara, pero esa es una decisión que no puedo tomar solo. Pero le prometo que si salimos de aquí y hallamos el patrón oculto, recorreré el camino de vuelta para sacar a todos los que hayamos encontrado- le prometí, mirándole a los ojos.
Contemplé los símbolos de nuevo, distanciándome del grupo mientras daba suave toquecitos en mi bloc con el rotulador. Dado que aparecíamos directamente en la sala sin ningún tipo de puerta detrás, mecanismo que bien podría haber tachado de mágico, no había forma alguna de saber el camino inverso una vez pasásemos a la siguiente habitación. A partir de ese momento tendría que numerar las marcas de las puertas con un subíndice, comenzando con la siguiente por el 1 y teniendo en cuenta que la original no tenía ninguno.
-Yo voto por atravesar la sexta de nuevo, así podríamos dilucidar si el mismo número lleva a la misma prueba o ausencia de- me volví hacia ellos, dedicándole una mirada al trovador-. Señor Nado, ¿recuerda por casualidad qué puertas atravesaron y qué encontraron tras ellas?- pregunté, a pesar de que no podríamos confiar en la absoluta veracidad de sus recuerdos.
Una vez todo estuviese dispuesto, atravesaríamos el umbral escogido.
- Cuaderno Tabulado:
Puerta Sala Extra 0 Amarilla --- 6 Amarilla Señor Nado
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Al parecer la información que poseía el señor Nado no era mucha. Solo hizo alusión a que todas las salas eran iguales, cosa que me hizo arrugar el ceño cuando pensé sobre ello, pero tampoco quería enemistarme tan pronto con la única persona que ya había estado merodeando por aquí. Puede que no nos contase más porque no se fiaba de nosotros, aunque al parecer Alphonse quería granjearse su favor con el discurso que soltó. Hablaba de querer liberar a todos los que se encontrasen en la misma posición que Nado, algo loable, pero nada seguro de poder conseguir. Primero teníamos que encontrar dicha salida y dudaba que fuese tan sencillo volver sobre nuestros pasos, ya que si eso fuese así de fácil podríamos volver a la entrada... Y no era así.
- Yo por mi parte señor Nado sí que le invito a acompañarnos. Alphonse no tiene problema y dudo que el resto de mis nakamas lo tenga. Tiene pinta de que si queremos salir de aquí tendremos que llegar hasta al final y no me gustaría que alguien que nos ha ayudado se quedase aquí para siempre - dije haciendo más formal la invitación.
Nos podía venir bien su conocimiento de la torre más adelante, al igual que si nos encontrábamos con algún acertijo prueba que ya hubiese pasado.
- Y sobre el tema de cruzar la puerta número seis de nuevo estoy de acuerdo. Mejor que sigamos así hasta que algo nos lo impida.
Si Kimura o Noa tenían algún reparo con lo que habíamos dicho que se pronunciasen. Comenzaba a preocuparme la falta de reacción de mis compañeros, por lo que me dirigí hacia el peliblanco y comencé a darle toquecitos en el brazo para llamar su atención antes de cruzar el nuevo umbral. Puede que si lo molestase lo suficiente reaccionaría.
- Yo por mi parte señor Nado sí que le invito a acompañarnos. Alphonse no tiene problema y dudo que el resto de mis nakamas lo tenga. Tiene pinta de que si queremos salir de aquí tendremos que llegar hasta al final y no me gustaría que alguien que nos ha ayudado se quedase aquí para siempre - dije haciendo más formal la invitación.
Nos podía venir bien su conocimiento de la torre más adelante, al igual que si nos encontrábamos con algún acertijo prueba que ya hubiese pasado.
- Y sobre el tema de cruzar la puerta número seis de nuevo estoy de acuerdo. Mejor que sigamos así hasta que algo nos lo impida.
Si Kimura o Noa tenían algún reparo con lo que habíamos dicho que se pronunciasen. Comenzaba a preocuparme la falta de reacción de mis compañeros, por lo que me dirigí hacia el peliblanco y comencé a darle toquecitos en el brazo para llamar su atención antes de cruzar el nuevo umbral. Puede que si lo molestase lo suficiente reaccionaría.
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Atravesé el umbral con mis compañeros despidiéndonos del amable señor Nado que, incomprensiblemente, había preferido quedarse solo. Había algo en él que no me daba buena espina, un “jenesequois” que me recorría la espalda susurrando unas malas intenciones de las que no tenía prueba alguna. Sospeché incluso que aquel hombre era el responsable del laberinto, de las propias pruebas que él mismo había mencionado y aún no habíamos tenido el placer de enfrentar y, en sí, de todo el sufrimiento que había traído a las familias de los aventureros perdidos.
La nueva sala era del mismo color y forma que las anteriores, sin nada que la distinguiera de sus hermanas salvo su contenido. El cofre en el centro de la sala esperaba a que unos osados aventureros se hiciesen con su contenido. Sin vigilancia, guardián o advertencia, todo parecía ser demasiado bueno.
-No sé vosotros, pero a mí esto me apesta a trampa- comenté sin apartar los ojos del sospechoso baúl-. ¿Será la típica prueba de “te pudo la avaricia”? No sería la primera vez que alguien se viese condenado por querer más oro de la cuenta, mira Midas… La verdad es que es un tema bastante cliché- dije, esperando alguna decisión de mis compañeros-. Además, estaría el tema de quién carga el baúl, como repartiríamos su contenido, si es que hay algo, etcétera etcétera.
Anduve por la estancia alejado del premio sin atreverme a darle la espalda para inspeccionar una vez más la arquitectura. Pude comprobar que no había distinción alguna de las demás, ni siquiera un gramo de roca fuera de su sitio. La verdad es que admiraba al constructor de este monumento a la aventura y el misticismo. "Si tan sólo pudiera llegar a la lámpara del techo para poder verla con más detalle", me lamenté, deseaba mejorar todo lo posible en mi oficio.
-Y mientras decidimos qué vamos a hacer con la caja, sugiero que esta vez sea la última vez que tomemos el sexto camino. Si contamos como que la sala donde estaba el Sr. Nado antes estaba vacía, es probable que nos encontremos un cofre o algún tipo de reclamo similar cada tercera repetición de un número. O no, porque esto no es un juego de mesa sino un edificio con sus dimensiones limitadas… y un concurso que batiría las audiencias de ser televisado- terminé susurrando. Probablemente daría bastante dinero algún reality de ese estilo-. ¿¡Qué harán nuestros concursantes ahora!?- exclamé para un público invisible cual presentador al micrófono.
La nueva sala era del mismo color y forma que las anteriores, sin nada que la distinguiera de sus hermanas salvo su contenido. El cofre en el centro de la sala esperaba a que unos osados aventureros se hiciesen con su contenido. Sin vigilancia, guardián o advertencia, todo parecía ser demasiado bueno.
-No sé vosotros, pero a mí esto me apesta a trampa- comenté sin apartar los ojos del sospechoso baúl-. ¿Será la típica prueba de “te pudo la avaricia”? No sería la primera vez que alguien se viese condenado por querer más oro de la cuenta, mira Midas… La verdad es que es un tema bastante cliché- dije, esperando alguna decisión de mis compañeros-. Además, estaría el tema de quién carga el baúl, como repartiríamos su contenido, si es que hay algo, etcétera etcétera.
Anduve por la estancia alejado del premio sin atreverme a darle la espalda para inspeccionar una vez más la arquitectura. Pude comprobar que no había distinción alguna de las demás, ni siquiera un gramo de roca fuera de su sitio. La verdad es que admiraba al constructor de este monumento a la aventura y el misticismo. "Si tan sólo pudiera llegar a la lámpara del techo para poder verla con más detalle", me lamenté, deseaba mejorar todo lo posible en mi oficio.
-Y mientras decidimos qué vamos a hacer con la caja, sugiero que esta vez sea la última vez que tomemos el sexto camino. Si contamos como que la sala donde estaba el Sr. Nado antes estaba vacía, es probable que nos encontremos un cofre o algún tipo de reclamo similar cada tercera repetición de un número. O no, porque esto no es un juego de mesa sino un edificio con sus dimensiones limitadas… y un concurso que batiría las audiencias de ser televisado- terminé susurrando. Probablemente daría bastante dinero algún reality de ese estilo-. ¿¡Qué harán nuestros concursantes ahora!?- exclamé para un público invisible cual presentador al micrófono.
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Me molestó bastante que el peliblanco pasase de mí culo, más aún que el señor Nado desestimase nuestra petición de compañía... Aunque tampoco tanto como que Kimura siguiese sin decir una sola palabra y caminase como un zombi Al fin y al cabo si había venido a este lugar del demonio era porque me lo había pedido él. Estaba tan molesto que no me percaté del enorme cofre que había en mitad de la sala nueva hasta que Alphonse lo mencionó. Me tragué mi enfurruñamiento y comencé a prestar atención de nuevo justo en el momento que el pelinegro hizo alarde de nuevo de sus ansias de llamar la atención.
- Estoy de acuerdo contigo. No estoy interesado en el dinero. Vinimos aquí por otro motivo - o al menos eso creía. - Así que no me interesa arriesgarme por codicia... Sin embargo estoy en desacuerdo con el tema de las puertas. Creo que deberíamos seguir cruzando la misma puerta mientras siga mostrando esta ausencia de peligrosidad, ya que como tú dices esto es un edificio. La cuestión es seguir avanzando con el menor riesgo posible, así que según mi opinión no deberíamos cambiar a no ser que demos muestra de estar andando en círculos - expuse con tranquilidad.
Me dirigía todo el rato al azabache. Me había cansado de intentar llamar la atención de la pareja de mudos. Había decidido en una especie de rabieta infantil que no los hablaría hasta que reaccionasen por ellos mismos. La molestia por verme arrastrado y ahora ignorado seguía ahí, por lo que si querían decir algo ya lo harían, así que solo me quedaba intentar hablarlo con Alphonse.
- Pero si estamos de acuerdo al menos en pasar esta vez. Hagámoslo. No nos interesa nada de aquí y creo que podremos decidir mejor una vez pasemos - dije con clara determinación a seguir.
- Estoy de acuerdo contigo. No estoy interesado en el dinero. Vinimos aquí por otro motivo - o al menos eso creía. - Así que no me interesa arriesgarme por codicia... Sin embargo estoy en desacuerdo con el tema de las puertas. Creo que deberíamos seguir cruzando la misma puerta mientras siga mostrando esta ausencia de peligrosidad, ya que como tú dices esto es un edificio. La cuestión es seguir avanzando con el menor riesgo posible, así que según mi opinión no deberíamos cambiar a no ser que demos muestra de estar andando en círculos - expuse con tranquilidad.
Me dirigía todo el rato al azabache. Me había cansado de intentar llamar la atención de la pareja de mudos. Había decidido en una especie de rabieta infantil que no los hablaría hasta que reaccionasen por ellos mismos. La molestia por verme arrastrado y ahora ignorado seguía ahí, por lo que si querían decir algo ya lo harían, así que solo me quedaba intentar hablarlo con Alphonse.
- Pero si estamos de acuerdo al menos en pasar esta vez. Hagámoslo. No nos interesa nada de aquí y creo que podremos decidir mejor una vez pasemos - dije con clara determinación a seguir.
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La verdad, que aquellos dos no se pronunciasen me ponía los pelos de punta. Hacía ya bastante rato que no hablaban, simplemente andaban con el grupo como si una fuerza mayor les arrastrara a hacerlo. Me pregunté si había alguna razón por la que no se dignaran a hablarnos, ni a contribuir en lo más mínimo a la aventura.
Suspiré, encogiéndome de hombros para aceptar la responsabilidad de dar el voto desempatador del dúo, cedería, pero sabía Dios que si tenía razón, soltaría un comentario al respecto.
-Como quiera, señor Tobías…-dije, moviendo mi mano como una hormigonera para ver si podía indicarle con el largo seseo y el gesto que me proporcionara su apellido para llamarle señor.
Realicé la marca correspondiente con su numeral indicador y anoté la decisión antes de que pasaramos nuevamente por el sexto umbral
Suspiré, encogiéndome de hombros para aceptar la responsabilidad de dar el voto desempatador del dúo, cedería, pero sabía Dios que si tenía razón, soltaría un comentario al respecto.
-Como quiera, señor Tobías…-dije, moviendo mi mano como una hormigonera para ver si podía indicarle con el largo seseo y el gesto que me proporcionara su apellido para llamarle señor.
Realicé la marca correspondiente con su numeral indicador y anoté la decisión antes de que pasaramos nuevamente por el sexto umbral
- Tabla cuaderno:
Puerta Sala Extra 0 Amarilla --- 6 Amarilla Señor Nado 6 Amarilla Cofre sospechoso
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- Ahora tendré que aguantarlo... - pensé con pesar cuando nos encontramos con otra sala idéntica a la anterior que tenía su cofre y todo.
En parte sí que esperaba que fuese igual a la anterior, pero esperaba que solo lo fuese en lo referente a la estructura y no en la prueba. ¿Eso significaba que habíamos fallado la prueba al no llevarnos nada? ¿Pasaría lo mismo si atravesábamos otra vez una de las puertas sin coger nada o sería otra prueba distinta a pesar de su evidente similitud?
- Antes de que digas alguna mierda estilo a te lo dije... Ya veo que tenías razón - dije haciendo caso omiso a la risa maléfica. Seguro que había altavoces escondidos en algún lugar. -¿Crees que se debe a que hemos fallado la prueba anterior?
Tras el interrogante esperé unos segundos a que el pelinegro contestase y que realizase su típico show mientras yo me fijaba en los detalles de la sala.
- Sin duda parece idéntica a la interior. ¿Crees que podremos marcarlas para identificarlas? - dije mientras generaba una bola de sirope del tamaño de un puño y la lanzaba al techo para dejar un manchurrón marrón. -Sé que estás en contra de ello... Pero tampoco podemos estar seguros de que no hayamos avanzado, así que te hago una proposición. Si cruzamos una vez más por la puerta seis y nos encontramos de nuevo con este cofre y con esa mancha. Te dejo elegir la siguiente sin objeción alguna. Sé que parece lo más aburrido, pero aquí lo importante es avanzar - dije dirigiéndome exclusivamente a Alphonse intentando convencerlo. Si Kim y Noa querían algo, que se pronunciasen de una maldita vez.
No las tenía todas conmigo puesto que parecía que me había equivocado ya una vez, pero quizás el hecho de no verse separado del grupo conseguía convencerlo más que mis palabras, ya que estaba dispuesto a comprobar si avanzábamos y tampoco íbamos a perder mucho con comprobarlo.
En parte sí que esperaba que fuese igual a la anterior, pero esperaba que solo lo fuese en lo referente a la estructura y no en la prueba. ¿Eso significaba que habíamos fallado la prueba al no llevarnos nada? ¿Pasaría lo mismo si atravesábamos otra vez una de las puertas sin coger nada o sería otra prueba distinta a pesar de su evidente similitud?
- Antes de que digas alguna mierda estilo a te lo dije... Ya veo que tenías razón - dije haciendo caso omiso a la risa maléfica. Seguro que había altavoces escondidos en algún lugar. -¿Crees que se debe a que hemos fallado la prueba anterior?
Tras el interrogante esperé unos segundos a que el pelinegro contestase y que realizase su típico show mientras yo me fijaba en los detalles de la sala.
- Sin duda parece idéntica a la interior. ¿Crees que podremos marcarlas para identificarlas? - dije mientras generaba una bola de sirope del tamaño de un puño y la lanzaba al techo para dejar un manchurrón marrón. -Sé que estás en contra de ello... Pero tampoco podemos estar seguros de que no hayamos avanzado, así que te hago una proposición. Si cruzamos una vez más por la puerta seis y nos encontramos de nuevo con este cofre y con esa mancha. Te dejo elegir la siguiente sin objeción alguna. Sé que parece lo más aburrido, pero aquí lo importante es avanzar - dije dirigiéndome exclusivamente a Alphonse intentando convencerlo. Si Kim y Noa querían algo, que se pronunciasen de una maldita vez.
No las tenía todas conmigo puesto que parecía que me había equivocado ya una vez, pero quizás el hecho de no verse separado del grupo conseguía convencerlo más que mis palabras, ya que estaba dispuesto a comprobar si avanzábamos y tampoco íbamos a perder mucho con comprobarlo.
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El narrador fallaba al intentar meternos miedo, sus palabras sólo indicaban que estábamos cada vez más cerca de la salida. ¿Para qué si no vas a querer amedrentar a tus jugadores?
Mientras miraba lentamente a Tobías con una pequeña sonrisa de satisfacción, él mismo admitió su error, un poco más maleducadamente de lo esperado, pero como no se le podía pedir peras al olmo, tampoco podía pedirle educación a alguien frustrado. Una pena que el caballeresco Kimura tan sólo nos siguiese como si hubiera sufrido una apoplejía.
-Probablemente, se ve que tenemos que abrir el cofre. ¿La cuestión es, será el mismo cofre?- Y podía responder fácilmente a la pregunta, tan sólo tenía que buscar mi marca anterior y cotejarla con mis datos.
Entonces, mientras estaba acercándome al marco de la sexta puerta para buscar mi anterior señal, a aquel joven muchacho se le ocurrió una buena idea, tan buena que yo ya la había tenido antes.
-Supongo, de hecho lo he ido…- dije, dándome la vuelta para ver como lanzaba un proyectil marrón y pegajoso que impactaba contra el techo para quedarse allí, manchándolo. Confuso, y bastante asqueado, miré a mi compañero con una ceja alzada para preguntarle-. ¿Qué demonios es eso?- Esperaba sinceramente que fuera una akuma no mi, y más sinceramente esperaba que aquello que estaba en el techo no fuera una mierda-. Tengo rotuladores, y ya he ido marcando las habitaciones con subíndice y todo para ver qué ruta vamos tomando- aclaré, tranquilamente, encogiéndome de hombros para que no hubiese ni ápice de soberbia ni pedantería en mi aclaración.
Continué hacia el umbral para comprobar que allí seguía mi garabato, determinando que estábamos en la misma sala que la anterior. Añadí una repetición a la seña, con el siguiente numeral, para indicar que dábamos el siguiente paso, y pasé a escribir su correspondiente entrada en el cuaderno.
-Estamos en la misma sala, así que no vamos a poder salir de aquí hasta que veamos que hay en el cofre. Y afirmo que tan sólo los que levanten su mano se lleven la parte correspondiente- bromeé, intentando que los compañeros que arrastrábamos volvieran a la vida. Levanté mi brazo-. Y me pido no abrirlo- dije poniendo voz infantil-. Luego no tengo problemas porque sigamos por la sexta una vez más a ver qué tal. Si me toca elegir después… crucemos la primera si volvemos aquí- Aunque me detendría para hacer una tercera marca y una tercera entrada en el cuaderno.
Mientras miraba lentamente a Tobías con una pequeña sonrisa de satisfacción, él mismo admitió su error, un poco más maleducadamente de lo esperado, pero como no se le podía pedir peras al olmo, tampoco podía pedirle educación a alguien frustrado. Una pena que el caballeresco Kimura tan sólo nos siguiese como si hubiera sufrido una apoplejía.
-Probablemente, se ve que tenemos que abrir el cofre. ¿La cuestión es, será el mismo cofre?- Y podía responder fácilmente a la pregunta, tan sólo tenía que buscar mi marca anterior y cotejarla con mis datos.
Entonces, mientras estaba acercándome al marco de la sexta puerta para buscar mi anterior señal, a aquel joven muchacho se le ocurrió una buena idea, tan buena que yo ya la había tenido antes.
-Supongo, de hecho lo he ido…- dije, dándome la vuelta para ver como lanzaba un proyectil marrón y pegajoso que impactaba contra el techo para quedarse allí, manchándolo. Confuso, y bastante asqueado, miré a mi compañero con una ceja alzada para preguntarle-. ¿Qué demonios es eso?- Esperaba sinceramente que fuera una akuma no mi, y más sinceramente esperaba que aquello que estaba en el techo no fuera una mierda-. Tengo rotuladores, y ya he ido marcando las habitaciones con subíndice y todo para ver qué ruta vamos tomando- aclaré, tranquilamente, encogiéndome de hombros para que no hubiese ni ápice de soberbia ni pedantería en mi aclaración.
Continué hacia el umbral para comprobar que allí seguía mi garabato, determinando que estábamos en la misma sala que la anterior. Añadí una repetición a la seña, con el siguiente numeral, para indicar que dábamos el siguiente paso, y pasé a escribir su correspondiente entrada en el cuaderno.
-Estamos en la misma sala, así que no vamos a poder salir de aquí hasta que veamos que hay en el cofre. Y afirmo que tan sólo los que levanten su mano se lleven la parte correspondiente- bromeé, intentando que los compañeros que arrastrábamos volvieran a la vida. Levanté mi brazo-. Y me pido no abrirlo- dije poniendo voz infantil-. Luego no tengo problemas porque sigamos por la sexta una vez más a ver qué tal. Si me toca elegir después… crucemos la primera si volvemos aquí- Aunque me detendría para hacer una tercera marca y una tercera entrada en el cuaderno.
- Tabla cuaderno:
Puerta Sala Extra 0 Amarilla --- 6 Amarilla Señor Nado 6 Amarilla Baúl sospechoso 6 La misma amarilla anterior El mismo baúl sospechoso
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La verdad es que no me había fijado en la marca que Alphonse me había señalado. Al parecer mientras yo había estado intentando que mis nakamas reaccionaran, él había estado haciendo algo constructivo. Como no paraba de dar la nota lo había estado ignorando la gran mayor parte del tiempo, solo lo había estado escuchando y de milagro... Pero como esta vez había demostrado ser más útil que mi dos compañeros que seguían como pasmarotes. Comencé a prestarle más atención.
- Veo que tienes razón. No fijé en tu marca - dije a modo de disculpa por mi despiste. -Eso que he lanzado solo es sirope y sobre el tema de quien abre el cofre... Creo que tengo una idea.
Tras mis palabras volví a generar más sirope y comencé a darle forma hasta conseguir algo que se parecía a un brazo. Era algo más rudimentario. Sus proporciones no eran correctas y solo tenía cuatro dedos, pero tampoco es que tuviese que ser perfecto para lo que iba a hacer. Una vez formado usé mi ámbito de akuma para endurecerlo y darle la solidez que le faltaba a mi elemento. Una vez todo eso hecho, hice que mi creación se dispusiese a abrir el cofre. Si no era suficiente crearía una cuantas más para no darme por vencido rápidamente y tiraría con todas mis ganas. Tenía otras ideas en mente si esta inicial no daba frutos. Podría intentar pegarla al techo y luego dejarla caer u algo así, incluso podía intentar cortarla con uno de mis Rankyakus, pero esperaba no tener que reventarla.
- Veo que tienes razón. No fijé en tu marca - dije a modo de disculpa por mi despiste. -Eso que he lanzado solo es sirope y sobre el tema de quien abre el cofre... Creo que tengo una idea.
Tras mis palabras volví a generar más sirope y comencé a darle forma hasta conseguir algo que se parecía a un brazo. Era algo más rudimentario. Sus proporciones no eran correctas y solo tenía cuatro dedos, pero tampoco es que tuviese que ser perfecto para lo que iba a hacer. Una vez formado usé mi ámbito de akuma para endurecerlo y darle la solidez que le faltaba a mi elemento. Una vez todo eso hecho, hice que mi creación se dispusiese a abrir el cofre. Si no era suficiente crearía una cuantas más para no darme por vencido rápidamente y tiraría con todas mis ganas. Tenía otras ideas en mente si esta inicial no daba frutos. Podría intentar pegarla al techo y luego dejarla caer u algo así, incluso podía intentar cortarla con uno de mis Rankyakus, pero esperaba no tener que reventarla.
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- ¡Esto es desesperante! - espeté malhumorado por volvernos a encontrar en el mismo lugar.
Estaba malhumorado y no iba a esperar a que el azabache dijiese una de sus tonterías. Me acerqué al cofre de las narices y lo abrí sin pensármelo dos veces. Si el malvado arquitecto quería que vaciásemos aquella mierda, así sería. Cohí el cofre e intenté voltearlo para que se desparramase todo en su interior. Había una cantidad considerable de oro en su interior, lo suficiente quizás para que un agente estresado y cansado pueda retirarse, pero no pensaba cargar con ni una moneda del demonio.
-Ya hemos vaciado el cofre. Espero que esto sea lo necesario para cruzar... Por que si no, solo se me ocurre que el fallo esté en la puerta. Puede que la muy maldita sea la que nos traiga aquí una y otra vez, así que encamínate hacia la qie quieras cruzar que yo paso de elegir más - terminé mientras cruzaba los brazos en un gesto de negativa. Y para colmo, los estúpidos esto seguían sin decir nada. -Al final los mato
Estaba malhumorado y no iba a esperar a que el azabache dijiese una de sus tonterías. Me acerqué al cofre de las narices y lo abrí sin pensármelo dos veces. Si el malvado arquitecto quería que vaciásemos aquella mierda, así sería. Cohí el cofre e intenté voltearlo para que se desparramase todo en su interior. Había una cantidad considerable de oro en su interior, lo suficiente quizás para que un agente estresado y cansado pueda retirarse, pero no pensaba cargar con ni una moneda del demonio.
-Ya hemos vaciado el cofre. Espero que esto sea lo necesario para cruzar... Por que si no, solo se me ocurre que el fallo esté en la puerta. Puede que la muy maldita sea la que nos traiga aquí una y otra vez, así que encamínate hacia la qie quieras cruzar que yo paso de elegir más - terminé mientras cruzaba los brazos en un gesto de negativa. Y para colmo, los estúpidos esto seguían sin decir nada. -Al final los mato
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Akuma no mi
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Conque sirope… desde luego, con la cantidad de akumas que tenía que haber en este mundo el que te tocara el perfecto acompañante para unas tortitas era algo irrisorio. Claro que ese poder escondía un potencial oculto: el montar una cadena de embotellado para llevar tu sabor a todo un blue. También planteaba muchas preguntas como si se consideraría canibalismo y si uno podría nutrirse del propio sirope que generaba. ¿Era logia o paramecia? Jamás había visto una logia en acción y tenía un macabro interés por saber cuánto podría deformarse aquel hombre bajo la presión adecuada.
-Interesante, muy interesante- dije asintiendo levemente-. ¿Se trata de una paramecia o también existen logias de elementos tan… artificiales? Yo creía que se limitaban a los elementos clásicos como el fuego, el aire, el rayo… ya sabe- añadí, admirando cómo manipulaba el material creado para abrir el baúl.
¡Oro, diamantes, rubíes, zafiros, esmeraldas, citrinos, joyas! Aquel cofre trampa contenía un gran tesoro, un tesoro que sería todo nuestro dado el continuo silencio de nuestros acompañantes.
-Vamos a cruzar la sexta una vez más y si sigue esto aquí lo cogemos- me limité a decir, atravesando el umbral de nuevo para anotar en mi cuaderno y en la nueva pared.
Volvimos a encontrarnos en la misma escena, y el señor Tobias Thorn perdió los papeles de mala manera. Suspiré, cansado. Me acerqué a la fortuna desparramada y la fui introduciendo de nuevo en el cofre, recogiendo cada una de las joyas y monedas que había para dar el siguiente paso: patear aquella fortuna a mi interior para hacerla desaparecer al completo.
-Bueno, será mejor que sigamos por la primera- dije tan tranquilamente, como si mi habilidad fuera lo más natural del mundo-. ¿Oh, eso? No es el único que tiene trucos bajo la manga…
-Interesante, muy interesante- dije asintiendo levemente-. ¿Se trata de una paramecia o también existen logias de elementos tan… artificiales? Yo creía que se limitaban a los elementos clásicos como el fuego, el aire, el rayo… ya sabe- añadí, admirando cómo manipulaba el material creado para abrir el baúl.
¡Oro, diamantes, rubíes, zafiros, esmeraldas, citrinos, joyas! Aquel cofre trampa contenía un gran tesoro, un tesoro que sería todo nuestro dado el continuo silencio de nuestros acompañantes.
-Vamos a cruzar la sexta una vez más y si sigue esto aquí lo cogemos- me limité a decir, atravesando el umbral de nuevo para anotar en mi cuaderno y en la nueva pared.
Volvimos a encontrarnos en la misma escena, y el señor Tobias Thorn perdió los papeles de mala manera. Suspiré, cansado. Me acerqué a la fortuna desparramada y la fui introduciendo de nuevo en el cofre, recogiendo cada una de las joyas y monedas que había para dar el siguiente paso: patear aquella fortuna a mi interior para hacerla desaparecer al completo.
-Bueno, será mejor que sigamos por la primera- dije tan tranquilamente, como si mi habilidad fuera lo más natural del mundo-. ¿Oh, eso? No es el único que tiene trucos bajo la manga…
- Tabla cuaderno:
[/tr]Puerta Sala Extra 0 Amarilla --- 6 Amarilla Señor Nado 6 Amarilla Baúl sospechoso 6 Amarilla Baúl sospechoso (Dinero) 6 Amarilla Baúl sospechoso (Dinero) 1
- BOTÍN:
- Cofre con fortuna (pero nada de tabaco)
- Cosas usadas Bienvenido/ Fuera de casa:
- Pu/técnica de Akuma. Bienvenido./Fuera de mi casa.:
Alphonse es capaz de introducir objetos en su interior tocándolos y abriendo una puerta consecuentemente (realmente la puerta se abre antes y al avanzar la mano, pecho o lo que sea lo absorbe). Es capaz de hacer lo mismo con las personas, si es capaz, claro está, de impactar el ataque. Los objetos y personas son lanzados sin mucho cuidado, por lo que no está indicado para objetos frágiles, porque pueden romperse. Las personas se dan de bruces contra el suelo del usuario al entrar. Alternativamente también te permite echar a la gente y cosas, pero pasa lo mismo del brusco lanzamiento. (Para poder agarrarlos antes de que se rompan se deben tener reflejos). Obviamente echar a alguien no deseado, dadas las particularidsades de la fruta, es mucho más fácil.
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Características
fuerza
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Velocidad
Agilidad
Destreza
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Akuma no mi
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