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Vilya sûlceleb
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Acabas de llegar a la isla de Murynos, un páramo helado del que se cuentan muchas historias, muchas de ellas interesantes. Una de esas historias es la que te ha traído hasta aquí. Al parecer un gran gyojin, con varios objetos la mar de interesantes, vino hasta aquí para probar su valía cazando a una de las famosas criaturas de la isla, pero nunca regresó. De momento, nadie ha sido capaz de encontrarlo, a él o sus fabulosos objetos.
Cuando has bajado de la bodega en la que venias escondido, para que mentor, nadie te habría traído hasta aquí por ser un pez, ves el puerto, parece grande y muy ajetreado. Las aguas tienen hielo flotando en ellas y la gente está empezando a reparar en tu presencia, no es que pases desapercibido.
¿Cómo deseas empezar esta aventura? ¿Atacando a la gente? ¿Nadando por helado mar? ¿Buscando una taberna para información y pasando de la gente?
Cuando has bajado de la bodega en la que venias escondido, para que mentor, nadie te habría traído hasta aquí por ser un pez, ves el puerto, parece grande y muy ajetreado. Las aguas tienen hielo flotando en ellas y la gente está empezando a reparar en tu presencia, no es que pases desapercibido.
¿Cómo deseas empezar esta aventura? ¿Atacando a la gente? ¿Nadando por helado mar? ¿Buscando una taberna para información y pasando de la gente?
Luka Rooney
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El viaje había sido insoportable. Estaba rodeado de barriles, cajas y un olor a cerrado bastante pesado. Por no hablar de la humedad, la cual me daba una sensación de calor que empezaba a marearme.
Me senté tras otro paseo intentando estirar las piernas para después ojear a la que se estaba convirtiendo en mi mejor amiga. Mi mochila.
No había traído una gran cantidad de pertenencias, ya que venía con un único fin: Encontrar a Twin y corroborar su existencia y hazañas. Twin había sido una leyenda entre los Gyojins. Había salido al mundo real, fuera de nuestra zona de confort: La isla Gyoin. Y no sólo eso, había conseguido volver sano y salvo y con un gran renombre para partir de nuevo hacia otra nueva aventura, esta vez en solitario.
Poca gente conocía a Twin en persona, por lo que en la isla sus historias no eran muy bien recibidas. Incluso había gente que pensaba que se las inventaban para tener a alguien a quien idolatrar. No conocía a Twin, pero si algo tenía claro, es que de ser todo cierto, era bastante orgulloso. ¿Qué más da qué opine la gente? Si realmente había conseguido todo lo que las historias contaban de él, no tenía que demostrar nada. Puede que todo fuera mentira y huyera del resto de Gyojijns, avergonzado por ser descubierto.
“Tonterías” Pensé mientras acariciaba la suave lana del jersey de mi mochila.
Había traído dos jerséis, unos pantalones largos, un par de botellas de agua y otro par de panes de semilla, sumados a algunos calmantes y medicinas básicas. Aproveché la estancia en las bodegas para recoger un par de frutas de una estantería, aunque no tenían muy buena pinta, quién sabe si me podrían valer.
Oí la madera crujir y noté el barco parado, por lo que deduje que ya habíamos llegado. Todo lo que conocía de aquella isla era su nombre y que hacía frío. Intenté indagar algo de información días antes a mi partida, pero no logré conseguir ninguna.
Me puse los pantalones y uno de los jerséis y empecé a notar un exagerado calor, por lo que me dirigí hacia la puerta, no sin antes recoger la mochila de nuevo.
Salí a duras penas de aquella asquerosa bodega. Forcejé con la puerta en una cómica lucha hasta que esta cedió de manera brusca y me hizo caer hacia el suelo, notando cómo caía en algo de menor dureza que el suelo, aunque no del todo blanco. Cuando alcé la vista me quedé impresionado ante lo que estaba viendo. Aquellas vistas eran preciosas. El lugar más similar en el que había estado era Drum, y ni por asomo tenía parajes nevados tan bonitos.
Me acerqué hacia el mar mientras miraba a la gente del lugar. Gente alta, robusta y la mayoría con largas y cuidadas barbas. Todos parecían fornidos luchadores, aunque quizá estaban tan musculados debido a su trabajo en el puerto.
Cuando llegué al mar, observé cómo había trozos de hielo flotando en él y me pregunté cómo un lugar tan frío podía mantener un mar sin congelar. Palpé el agua y enseguida me di cuenta que no podría nadar mucho tiempo en esa agua.
“Quizá con el calentamiento adecuado pueda aguantar quince o veinte minutos nadando a una velocidad moderada”
Descarté la opción de nadar. Volví a ojear a la ciudad y esta vez me noté algo más vigilado que antes.
“Debo de pensar algo rápido, y no estaría de más cubrirme un poco”
Entonces me vino una idea. ¿Qué tal si iba al punto más alto de la isla? Allí vería todo mejor y, según la mayoría de cuentos de la infancia, había que ir a los puntos más altos a rescatar a las princesas y a luchar contra los malos. ¿Qué podría tener de malo?
“Puede que incluso en el camino se me ocurra algo mejor” Me llevé la mano al dedo índice para después alzarlo y negar con la cabeza. Empezábamos mal, con el viento en contra.
Usé el jersey restante para atármelo sobre la cabeza a modo de gorro para así conseguiría tapar algo mi rostro y proteger las orejas del frío a a par que me dirigía hacia aquel pico por el camino más corto; En línea recta.
Me senté tras otro paseo intentando estirar las piernas para después ojear a la que se estaba convirtiendo en mi mejor amiga. Mi mochila.
No había traído una gran cantidad de pertenencias, ya que venía con un único fin: Encontrar a Twin y corroborar su existencia y hazañas. Twin había sido una leyenda entre los Gyojins. Había salido al mundo real, fuera de nuestra zona de confort: La isla Gyoin. Y no sólo eso, había conseguido volver sano y salvo y con un gran renombre para partir de nuevo hacia otra nueva aventura, esta vez en solitario.
Poca gente conocía a Twin en persona, por lo que en la isla sus historias no eran muy bien recibidas. Incluso había gente que pensaba que se las inventaban para tener a alguien a quien idolatrar. No conocía a Twin, pero si algo tenía claro, es que de ser todo cierto, era bastante orgulloso. ¿Qué más da qué opine la gente? Si realmente había conseguido todo lo que las historias contaban de él, no tenía que demostrar nada. Puede que todo fuera mentira y huyera del resto de Gyojijns, avergonzado por ser descubierto.
“Tonterías” Pensé mientras acariciaba la suave lana del jersey de mi mochila.
Había traído dos jerséis, unos pantalones largos, un par de botellas de agua y otro par de panes de semilla, sumados a algunos calmantes y medicinas básicas. Aproveché la estancia en las bodegas para recoger un par de frutas de una estantería, aunque no tenían muy buena pinta, quién sabe si me podrían valer.
Oí la madera crujir y noté el barco parado, por lo que deduje que ya habíamos llegado. Todo lo que conocía de aquella isla era su nombre y que hacía frío. Intenté indagar algo de información días antes a mi partida, pero no logré conseguir ninguna.
Me puse los pantalones y uno de los jerséis y empecé a notar un exagerado calor, por lo que me dirigí hacia la puerta, no sin antes recoger la mochila de nuevo.
Salí a duras penas de aquella asquerosa bodega. Forcejé con la puerta en una cómica lucha hasta que esta cedió de manera brusca y me hizo caer hacia el suelo, notando cómo caía en algo de menor dureza que el suelo, aunque no del todo blanco. Cuando alcé la vista me quedé impresionado ante lo que estaba viendo. Aquellas vistas eran preciosas. El lugar más similar en el que había estado era Drum, y ni por asomo tenía parajes nevados tan bonitos.
Me acerqué hacia el mar mientras miraba a la gente del lugar. Gente alta, robusta y la mayoría con largas y cuidadas barbas. Todos parecían fornidos luchadores, aunque quizá estaban tan musculados debido a su trabajo en el puerto.
Cuando llegué al mar, observé cómo había trozos de hielo flotando en él y me pregunté cómo un lugar tan frío podía mantener un mar sin congelar. Palpé el agua y enseguida me di cuenta que no podría nadar mucho tiempo en esa agua.
“Quizá con el calentamiento adecuado pueda aguantar quince o veinte minutos nadando a una velocidad moderada”
Descarté la opción de nadar. Volví a ojear a la ciudad y esta vez me noté algo más vigilado que antes.
“Debo de pensar algo rápido, y no estaría de más cubrirme un poco”
Entonces me vino una idea. ¿Qué tal si iba al punto más alto de la isla? Allí vería todo mejor y, según la mayoría de cuentos de la infancia, había que ir a los puntos más altos a rescatar a las princesas y a luchar contra los malos. ¿Qué podría tener de malo?
“Puede que incluso en el camino se me ocurra algo mejor” Me llevé la mano al dedo índice para después alzarlo y negar con la cabeza. Empezábamos mal, con el viento en contra.
Usé el jersey restante para atármelo sobre la cabeza a modo de gorro para así conseguiría tapar algo mi rostro y proteger las orejas del frío a a par que me dirigía hacia aquel pico por el camino más corto; En línea recta.
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Tu ocultación más que eso es un faro. La gente no está acostumbrada a ver prendas atadas a la cabeza como si fueran gorros y te miran con más curiosidad aún. Por suerte, sales de la ciudad antes de que nadie te pare y empiece a hacer preguntas, sobre todo porque la puerta de la bodega quedó arrancada. Van a estar un par de días buscando al culpable y tu serias el primero de la lista. Las afueras son como lo imaginabas, cantidad de plantas muy bajitas y sin árboles, todo ello cubierto por un manto blanco.
El camino asciende despacio, es una colina no muy alta, pero de una ladera muy larga. Cuando llegas arriba te das cuenta de algo, va a ser complicado encontrar el punto más alto. Todo frente es parecido a la colina donde te encuentras, colinas varias con alturas similares. Lo único más bajo es la ciudad que queda a tu espalda y porque es de las pocas zonas donde no había acantilados. ¿Tu mejor opción? La colina al noreste parece un poco más alta y escarpada. Claro que al noroeste parece que la vegetación es algo más densa, aunque igual de baja.
Tu ropa de abrigo parece que funciona porque de momento no tienes frio, aunque puede que esa agua de la mochila no opine lo mismo que tú, quizás deberías protegerla un poco del frio. Dicho esto, que camino tomaras para seguir tu aventura por esta isla glacial. ¡Oh! Se me olvidaba, has escuchado algo de un rio según pasabas por la ciudad, lo mismo estaría bien encontrarlo.
El camino asciende despacio, es una colina no muy alta, pero de una ladera muy larga. Cuando llegas arriba te das cuenta de algo, va a ser complicado encontrar el punto más alto. Todo frente es parecido a la colina donde te encuentras, colinas varias con alturas similares. Lo único más bajo es la ciudad que queda a tu espalda y porque es de las pocas zonas donde no había acantilados. ¿Tu mejor opción? La colina al noreste parece un poco más alta y escarpada. Claro que al noroeste parece que la vegetación es algo más densa, aunque igual de baja.
Tu ropa de abrigo parece que funciona porque de momento no tienes frio, aunque puede que esa agua de la mochila no opine lo mismo que tú, quizás deberías protegerla un poco del frio. Dicho esto, que camino tomaras para seguir tu aventura por esta isla glacial. ¡Oh! Se me olvidaba, has escuchado algo de un rio según pasabas por la ciudad, lo mismo estaría bien encontrarlo.
Luka Rooney
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Salir de aquella ciudad no estaba siendo sencillo. Cada vez notaba las miradas de los transeúntes más fijadas en mí, pero proseguí el camino cada vez a paso más ligero. Después de todo, tenía que intentar que nadie me parase o se podría montar una buena… Probablemente el regalito de la puerta no les hubiese gustado mucho.
A las afueras de la ciudad todo era mucho más bonito. Primero, porque no había ningún humano cerca, después, porque aquél paraje blanco era único. La flora aparentemente era escasa, pues todas las plantas tendían a ser bastante bajas y, a ojo de un necio para las plantas, eran iguales.
Comencé el ascenso por la colina. Ésta no era excesivamente alta, pero la ladera parecía infinita. Reflexioné por el camino si estaba siendo buena idea ascender por aquél punto, incluso me pregunté si estaba a tiempo de descender. Pero la decisión ya estaba tomada, y sólo podía ir a más.
“Quién sabe… Puede que esté yendo en la dirección totalmente opuesta a donde debería ir. Pero eso significará nuevas aventuras”
Ya quedaba menos, estaba a punto de subir. Entonces, me dí cuenta de la eficacia del abrigo. No sentía mucho frío, sin embargo, cada vez que ascendía la temperatura iba bajando, por lo que no descartaba empezar a tiritar en un futuro.
Una vez había ascendido, conseguí divisar un panorama un tanto pintoresco. Había muchas colinas, y todas de alturas bastante similares. Pude divisar dos colinas que me llamaron especialmente la atención. La primera, al noreste, la segunda, al noroeste. Mientras que la primera parecía ligeramente más alta, aunque quizá era un efecto óptico, la segunda tenía visiblemente más vegetación. Pensé durante un momento a cuál acceder, pero, de repente, recordé una de las conversaciones según salía de la ciudad.
“¿Oíste lo de Steve? Se fue a pescar al río de la colina. Por lo visto es la época perfecta para conseguir las carpas doradas... Es uno de los pescados más exclusivos, pero no sé… Yo nunca iría allí, entre el frío y el peligro de estar tan alejado de la ciudad...”
Entonces pensé dónde podría estar el río. Por una parte, la vegetación me indicaba que tenía que haber agua líquida, sin embargo, aquella flora tan pequeña parecía no ser muy normal. Quizá pudiese sustraer el agua del hielo o la nieve de alguna manera.
“Mi intuición me ha fallado muchas veces, pero me siento en la obligación moral de seguir siguiéndola”
Lo había decidido, me dirigiría hacia la colina del noroeste. Probablemente el camino no fuese fácil, así que saqué el agua de la mochila para darle un trago. Cuál fue mi sorpresa al ver que estaba granizada.
“Vaya… Tendré que guardarla en otro sitio”
Metí la botella en un hueco del improvisado gorro, sin que llegase a tocar mi piel y continué el ascenso. La nieve cada vez era algo más densa, y el camino se hacía un poco más complicado. Incluso tropecé un par de veces durante el ascenso. En una de las caídas conseguí rescatar un broche con forma de águila del suelo. Intenté ver algo en él, alguna inicial marcada o algún nombre, pero entre el viento y la nieve que se levantaba, me fue imposible, por lo que me lo metí en el bolsillo y procedí a continuar, esperando poder entrar en alguna cueva o algún refugio y observar con más detenimiento el broche.
A las afueras de la ciudad todo era mucho más bonito. Primero, porque no había ningún humano cerca, después, porque aquél paraje blanco era único. La flora aparentemente era escasa, pues todas las plantas tendían a ser bastante bajas y, a ojo de un necio para las plantas, eran iguales.
Comencé el ascenso por la colina. Ésta no era excesivamente alta, pero la ladera parecía infinita. Reflexioné por el camino si estaba siendo buena idea ascender por aquél punto, incluso me pregunté si estaba a tiempo de descender. Pero la decisión ya estaba tomada, y sólo podía ir a más.
“Quién sabe… Puede que esté yendo en la dirección totalmente opuesta a donde debería ir. Pero eso significará nuevas aventuras”
Ya quedaba menos, estaba a punto de subir. Entonces, me dí cuenta de la eficacia del abrigo. No sentía mucho frío, sin embargo, cada vez que ascendía la temperatura iba bajando, por lo que no descartaba empezar a tiritar en un futuro.
Una vez había ascendido, conseguí divisar un panorama un tanto pintoresco. Había muchas colinas, y todas de alturas bastante similares. Pude divisar dos colinas que me llamaron especialmente la atención. La primera, al noreste, la segunda, al noroeste. Mientras que la primera parecía ligeramente más alta, aunque quizá era un efecto óptico, la segunda tenía visiblemente más vegetación. Pensé durante un momento a cuál acceder, pero, de repente, recordé una de las conversaciones según salía de la ciudad.
“¿Oíste lo de Steve? Se fue a pescar al río de la colina. Por lo visto es la época perfecta para conseguir las carpas doradas... Es uno de los pescados más exclusivos, pero no sé… Yo nunca iría allí, entre el frío y el peligro de estar tan alejado de la ciudad...”
Entonces pensé dónde podría estar el río. Por una parte, la vegetación me indicaba que tenía que haber agua líquida, sin embargo, aquella flora tan pequeña parecía no ser muy normal. Quizá pudiese sustraer el agua del hielo o la nieve de alguna manera.
“Mi intuición me ha fallado muchas veces, pero me siento en la obligación moral de seguir siguiéndola”
Lo había decidido, me dirigiría hacia la colina del noroeste. Probablemente el camino no fuese fácil, así que saqué el agua de la mochila para darle un trago. Cuál fue mi sorpresa al ver que estaba granizada.
“Vaya… Tendré que guardarla en otro sitio”
Metí la botella en un hueco del improvisado gorro, sin que llegase a tocar mi piel y continué el ascenso. La nieve cada vez era algo más densa, y el camino se hacía un poco más complicado. Incluso tropecé un par de veces durante el ascenso. En una de las caídas conseguí rescatar un broche con forma de águila del suelo. Intenté ver algo en él, alguna inicial marcada o algún nombre, pero entre el viento y la nieve que se levantaba, me fue imposible, por lo que me lo metí en el bolsillo y procedí a continuar, esperando poder entrar en alguna cueva o algún refugio y observar con más detenimiento el broche.
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Cambias el rumbo dirigiéndote al noroeste, la vegetación va aumentando cada vez y por desgracia la dificultad para caminar. Entre tantas plantas diferentes del mismo tamaño es complicado saber con cual te has enganchado o cual te a producido esos pequeños raspones en la pierna. Aunque hay algo interesante, no te duelen y apenas sangran. Yo no les daría mucha importancia, al menos de momento. Tus conocimientos o te llegan para saber cuáles son, quitando el típico espino que está mezclado con el resto.
Al llegar a la parte de arriba ras mucho esfuerzo y tiempo ves el rio a los pies de la misma, unos mil quinientos metros de distancia, más o menos. Lo que más te impacta es ver tanta agua corriendo totalmente liquida en un paraje tan helado como ese. En las orillas la vegetación es algo más alta, pero no demasiado y además puedes ver saltar algún pez dentro del rio. Un poco al sur, hacia la desembocadura puedes ver un hombre de pies frente al rio con lo que parece una caña, ¿Será el hombre del que oíste hablar? Puede que te de información útil, o que salga corriendo por miedo, tú decides si ir, o que hacer desde aquí arriba. Por cierto, el agua si la tocas está fresca, pero no tanto como cabría esperar en lugar así.
Al llegar a la parte de arriba ras mucho esfuerzo y tiempo ves el rio a los pies de la misma, unos mil quinientos metros de distancia, más o menos. Lo que más te impacta es ver tanta agua corriendo totalmente liquida en un paraje tan helado como ese. En las orillas la vegetación es algo más alta, pero no demasiado y además puedes ver saltar algún pez dentro del rio. Un poco al sur, hacia la desembocadura puedes ver un hombre de pies frente al rio con lo que parece una caña, ¿Será el hombre del que oíste hablar? Puede que te de información útil, o que salga corriendo por miedo, tú decides si ir, o que hacer desde aquí arriba. Por cierto, el agua si la tocas está fresca, pero no tanto como cabría esperar en lugar así.
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La vegetación cada vez era más abundante y, a su vez, me dificultaba más el paso. Empecé a notar ligeras rozaduras en las piernas, aunque deduje que no serían las únicas hasta que llegase al final… Por lo que proseguí sin darle demasiada importancia al asunto.
Notaba cada vez algo más de frío, aunque para ser sinceros, me imaginaba que lo pasaría peor en una isla tan gélida. Avancé durante media hora, quizá cuarenta y cinco minutos, sin demasiada diversión por el camino. Lo único que podía divisar era nieve, algún trozo de hielo que evitaba para no resbalar, y una sospechosa abundante vegetación que me prometí estudiar una vez saliese de aquella isla. Al fin y al cabo, el conocimiento no ocupa lugar, y una flora que sea capaz de aguantar el frío de manera tan eficaz, sería digna de estudio.
Al fin, tanto caminar empezaba a dar sus frutos. A lo lejos, podía divisar el ansiado río. Llevaba ya un rato escuchando un sonido que era lo más similar al transcurso del río que podía recordar, sin embargo, había decidido no poner demasiadas esperanzas en encontrarlo, pues el chasco sería mayor.
“Parece que al final no me equivoqué”
Resoplé aliviado. Parecía que al fin y al cabo todo había salido relativamente bien de momento. Me acerqué al río, notando como la vegetación iba aumentando, tanto en tamaño como en cantidad, aunque no en un porcentaje demasiado notorio. Una vez estaba frente al río, me situé de cuclillas y toqué el agua con la mano derecha, notando su fría temperatura, aunque no tanto como me esperaba en un principio. Me situé de rodillas para beber del río y notar aquella fresca agua en mi cara.
“La naturaleza… Ojalá no nos la estuviésemos cargando. Me encantaría vivir aquí en un futuro. De echo, puede que incluso acabe aquí… La vida es muy caprichosa”
Me levanté y ojeé hacia todos lados, intentando ver algo que me pudiese ayudar, cual fue mi sorpresa al ver a un humano sentado y pescando tan tranquilo.
En un principio, pensé evitarlo y salir en dirección al otro lado. Pero, ¿Por qué? Aquél humano estaba sólo, y puede que pudiese darme alguna pista. Todo indicaba a que la conversación que había oído era sobre él. Quizá, si le ofrecía mi ayuda, pudiera brindarme él la suya. Después de todo, me sería mucho más fácil atrapar un pez a mí que a él con su estúpida caña.
Intenté pisar firme y a un ritmo lento, intentando que el humano no me viese, ya que era más que probable que, de hacerlo, saliese corriendo en la dirección opuesta a mí.
Poco a poco, me iba a cercando más y más. El hombre había mirado un par de veces hacia atrás de soslayo, sin profundizar mucho, por lo que creía que me había visto.
“Ya está, utilizaré el broche para romper el hielo” Pensé a la par que me llevaba la mano al bolsillo para encubrir mi puño en el propio broche.
Cuando estaba a escasos diez metros de él, empecé a intentar llamar su atención.
- Perdone.- Espeté con un tono prudencial, incluso tímido. - Me preguntaba si este broche es suyo. - Continué mostrando el broche a aquella persona. - Lo he encontrado un par de kilómetros más abajo. - Aproveché para señalar dónde había sido y aprovechar que ya tenía su atención para soltarle lo que realmente me interesaba. Ya me respondería, si quería, al final a todo. - Y, de paso, me gustaría preguntarle si me puede ayudar. Estoy buscando a un amigo… Supongo que no habrá visto muchos Gyojins, como yo. Pero en caso de haberlos visto, ¿Me puede decir hacia donde se dirigían o dónde están?
Notaba cada vez algo más de frío, aunque para ser sinceros, me imaginaba que lo pasaría peor en una isla tan gélida. Avancé durante media hora, quizá cuarenta y cinco minutos, sin demasiada diversión por el camino. Lo único que podía divisar era nieve, algún trozo de hielo que evitaba para no resbalar, y una sospechosa abundante vegetación que me prometí estudiar una vez saliese de aquella isla. Al fin y al cabo, el conocimiento no ocupa lugar, y una flora que sea capaz de aguantar el frío de manera tan eficaz, sería digna de estudio.
Al fin, tanto caminar empezaba a dar sus frutos. A lo lejos, podía divisar el ansiado río. Llevaba ya un rato escuchando un sonido que era lo más similar al transcurso del río que podía recordar, sin embargo, había decidido no poner demasiadas esperanzas en encontrarlo, pues el chasco sería mayor.
“Parece que al final no me equivoqué”
Resoplé aliviado. Parecía que al fin y al cabo todo había salido relativamente bien de momento. Me acerqué al río, notando como la vegetación iba aumentando, tanto en tamaño como en cantidad, aunque no en un porcentaje demasiado notorio. Una vez estaba frente al río, me situé de cuclillas y toqué el agua con la mano derecha, notando su fría temperatura, aunque no tanto como me esperaba en un principio. Me situé de rodillas para beber del río y notar aquella fresca agua en mi cara.
“La naturaleza… Ojalá no nos la estuviésemos cargando. Me encantaría vivir aquí en un futuro. De echo, puede que incluso acabe aquí… La vida es muy caprichosa”
Me levanté y ojeé hacia todos lados, intentando ver algo que me pudiese ayudar, cual fue mi sorpresa al ver a un humano sentado y pescando tan tranquilo.
En un principio, pensé evitarlo y salir en dirección al otro lado. Pero, ¿Por qué? Aquél humano estaba sólo, y puede que pudiese darme alguna pista. Todo indicaba a que la conversación que había oído era sobre él. Quizá, si le ofrecía mi ayuda, pudiera brindarme él la suya. Después de todo, me sería mucho más fácil atrapar un pez a mí que a él con su estúpida caña.
Intenté pisar firme y a un ritmo lento, intentando que el humano no me viese, ya que era más que probable que, de hacerlo, saliese corriendo en la dirección opuesta a mí.
Poco a poco, me iba a cercando más y más. El hombre había mirado un par de veces hacia atrás de soslayo, sin profundizar mucho, por lo que creía que me había visto.
“Ya está, utilizaré el broche para romper el hielo” Pensé a la par que me llevaba la mano al bolsillo para encubrir mi puño en el propio broche.
Cuando estaba a escasos diez metros de él, empecé a intentar llamar su atención.
- Perdone.- Espeté con un tono prudencial, incluso tímido. - Me preguntaba si este broche es suyo. - Continué mostrando el broche a aquella persona. - Lo he encontrado un par de kilómetros más abajo. - Aproveché para señalar dónde había sido y aprovechar que ya tenía su atención para soltarle lo que realmente me interesaba. Ya me respondería, si quería, al final a todo. - Y, de paso, me gustaría preguntarle si me puede ayudar. Estoy buscando a un amigo… Supongo que no habrá visto muchos Gyojins, como yo. Pero en caso de haberlos visto, ¿Me puede decir hacia donde se dirigían o dónde están?
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El hombre no huye en absoluto, de hecho, parece que en un principio ni te ha oído. Cuando sigues hablando termina levantándose la visera mostrando unos profundos ojos verdes. Te mira de arriba abajo y luego al broche, para finalmente volver a centrarse en su caña de pescar. Mientras tu impaciencia y asombro aumentan el sigue callado hasta que termina hablando con una voz profunda y autoritaria.
-Esa baratija no es mía, más te vale buscar a su dueño en la ciudad, no son muchos lo que se acercan hasta aquí y no deberías tener problemas en encontrarlo. En cuanto a tu amigo, no, hace ya bastantes años que no se ven a los de tu especie por aquí. La gente del pueblo te puede informar mejor, no bajo demasiado por allí. Ahora si me disculpas estoy tratando de relajarme y pescar algo en este maldito rio.
Parece que quiere dar la conversación por cerrada, pero lo que más te sorprende es que no ha mostrado ni miedo ni nada por estilo, además parece conocer bien a tu especie. ¿Puede que en esta isla no seáis tan mal bienvenidos? En cualquier caso, que vas a hacer, trataras de volver a hablar con él, te iras de vuelta al pueblo, buscaras por tu cuenta o que será.
-Esa baratija no es mía, más te vale buscar a su dueño en la ciudad, no son muchos lo que se acercan hasta aquí y no deberías tener problemas en encontrarlo. En cuanto a tu amigo, no, hace ya bastantes años que no se ven a los de tu especie por aquí. La gente del pueblo te puede informar mejor, no bajo demasiado por allí. Ahora si me disculpas estoy tratando de relajarme y pescar algo en este maldito rio.
Parece que quiere dar la conversación por cerrada, pero lo que más te sorprende es que no ha mostrado ni miedo ni nada por estilo, además parece conocer bien a tu especie. ¿Puede que en esta isla no seáis tan mal bienvenidos? En cualquier caso, que vas a hacer, trataras de volver a hablar con él, te iras de vuelta al pueblo, buscaras por tu cuenta o que será.
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No podía salir de mi asombro al ver la tranquilidad con la que aquél hombre se tomaba el asunto. Parecía tan centrado en la pesca que no salía de su ensimismamiento.
Adoptando una pose defensiva, me seguía acercando al ser humano con la firme intención de darle un par de golpes en la espalda. ¿Sería sordo?
No hizo falta, éste se giró con una cara impasible y bastante serena al verme. Parecía que no le sorprendía ver a un Gyojin, pese a que sus palabras indicasen lo contrario. Despreció el broche a la par que me invitó un par de veces a ir a la ciudad de nuevo, donde según él, tendrían alguna respuesta a mis preguntas. ¿Por qué tanto interés? Aún recordaba las miradas de la gente del pueblo. Aunque a decir verdad, puede que ni si quiera viesen que era un Gyoin, seguro que andaban más centrados en aquél adefesio a modo de gorro/tapacaras que me había puesto.
“Empezamos bien… Aunque podía haber sido peor. Podía haberme intentado agredir...” Pensé intentando no perder la fé en esta aventura que había decidido tomar. Al fin y al cabo, las cosas no estaban saliendo demasiado bien.
Permanecí impasible, intentando imitar el temperamento del hombre, aunque no era mi fuerte. Además, no se me daban demasiado bien las emociones y sensaciones humanas, pero tenía un presentimiento con aquel hombre. Me ocultaba algo. O quizá era la isla quien me lo ocultaba.
- La isla es demasiado aburrida. Y tengo la sensación de que estás ocultándome algo.- Finalicé sentándome al lado del hombre, junto a la orilla del agua, situando los pies sobre la templada agua del río a la par que bostezaba y miraba como un par de peces huían debido al ruido producido al introducir los pies. - Ups, perdón por eso. - Extendí los brazos en señal de disculpa.
“Claro, ¡los peces! Puede que si consigo una de esas carpas este hombre me devuelva el favor… Aunque no parece ese tipo de hombre, la verdad”
- ¿Sabes? Me he pasado la vida ocultando mi rostro. Intentando ocultar lo que realmente soy por miedo a las represalias que puedan tomar. También, he de decirte, que he luchado contra opresores a su vez. Pero pocas veces un humano había tenido una expresión tan natural como la tuya. Eso me dice que has tenido contacto con los Gyojin anteriormente, y al permanecer tan impasible… Supongo que fue una buena experiencia.
“O quizá mala, y por eso me está intentando largar tan rápidamente. Pero no hay explicación para esa tranquilidad con la que se toma las cosas”
Dejé unos segundos esperando una respuesta, aunque quizá no la hubiera. Aquel hombre era tan extraño como impredecible. Miré al cielo pensando si aquello que tenía en mente era la mejor solución. La comparación era sencilla, ya que solo tenía esa idea. Por muy mala que fuera, sería la mejor que tenía.
- Te propongo un trato. Me das la información que me estás ocultando a cambio de que te consiga lo que estás intentando pescar.
“Ahora es cuando, tras esperar otra media hora, me dice que está pescando por diversión y me desmonta del todo”.
- O… Puede que pueda ayudarte en cualquier otra cosa. Lo que sea.
No tardé maś de un par de segundos en arrepentirme de aquella última frase. ‘Lo que sea’. Le estaba dando al desconocido un abanico de posibilidades infinito. Aunque, obviamente, podría negarme.
Me incorporé y miré fijamente al humano, esperando una respuesta final, que sabe Dios si llegaría. Y, sobre todo, sabe Dios cuándo llegaría.
Adoptando una pose defensiva, me seguía acercando al ser humano con la firme intención de darle un par de golpes en la espalda. ¿Sería sordo?
No hizo falta, éste se giró con una cara impasible y bastante serena al verme. Parecía que no le sorprendía ver a un Gyojin, pese a que sus palabras indicasen lo contrario. Despreció el broche a la par que me invitó un par de veces a ir a la ciudad de nuevo, donde según él, tendrían alguna respuesta a mis preguntas. ¿Por qué tanto interés? Aún recordaba las miradas de la gente del pueblo. Aunque a decir verdad, puede que ni si quiera viesen que era un Gyoin, seguro que andaban más centrados en aquél adefesio a modo de gorro/tapacaras que me había puesto.
“Empezamos bien… Aunque podía haber sido peor. Podía haberme intentado agredir...” Pensé intentando no perder la fé en esta aventura que había decidido tomar. Al fin y al cabo, las cosas no estaban saliendo demasiado bien.
Permanecí impasible, intentando imitar el temperamento del hombre, aunque no era mi fuerte. Además, no se me daban demasiado bien las emociones y sensaciones humanas, pero tenía un presentimiento con aquel hombre. Me ocultaba algo. O quizá era la isla quien me lo ocultaba.
- La isla es demasiado aburrida. Y tengo la sensación de que estás ocultándome algo.- Finalicé sentándome al lado del hombre, junto a la orilla del agua, situando los pies sobre la templada agua del río a la par que bostezaba y miraba como un par de peces huían debido al ruido producido al introducir los pies. - Ups, perdón por eso. - Extendí los brazos en señal de disculpa.
“Claro, ¡los peces! Puede que si consigo una de esas carpas este hombre me devuelva el favor… Aunque no parece ese tipo de hombre, la verdad”
- ¿Sabes? Me he pasado la vida ocultando mi rostro. Intentando ocultar lo que realmente soy por miedo a las represalias que puedan tomar. También, he de decirte, que he luchado contra opresores a su vez. Pero pocas veces un humano había tenido una expresión tan natural como la tuya. Eso me dice que has tenido contacto con los Gyojin anteriormente, y al permanecer tan impasible… Supongo que fue una buena experiencia.
“O quizá mala, y por eso me está intentando largar tan rápidamente. Pero no hay explicación para esa tranquilidad con la que se toma las cosas”
Dejé unos segundos esperando una respuesta, aunque quizá no la hubiera. Aquel hombre era tan extraño como impredecible. Miré al cielo pensando si aquello que tenía en mente era la mejor solución. La comparación era sencilla, ya que solo tenía esa idea. Por muy mala que fuera, sería la mejor que tenía.
- Te propongo un trato. Me das la información que me estás ocultando a cambio de que te consiga lo que estás intentando pescar.
“Ahora es cuando, tras esperar otra media hora, me dice que está pescando por diversión y me desmonta del todo”.
- O… Puede que pueda ayudarte en cualquier otra cosa. Lo que sea.
No tardé maś de un par de segundos en arrepentirme de aquella última frase. ‘Lo que sea’. Le estaba dando al desconocido un abanico de posibilidades infinito. Aunque, obviamente, podría negarme.
Me incorporé y miré fijamente al humano, esperando una respuesta final, que sabe Dios si llegaría. Y, sobre todo, sabe Dios cuándo llegaría.
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Al hombre le tiembla un poco la caña cuando metes los pies y huyen los peces, parece que está conteniendo la rabia y la ira, aunque las grietas del utensilio dicen que no aguantara mucho más. mientras sigue hablando el hombre tira la caña a un lado, sacando otra de una mochila tras su asiento. Si te fijas bien hay varias de ellas ya allí tiradas. Mientras la prepara, y antes de que sigas hablando te contesta.
-No todas han sido buenas, pero no le tengo miedo a una raza que se esconde y se teme a si misma. Y menos cuando he derrotado a muchos de ellos. Y me da igual lo que pienses, lárgate de aquí y deja de espantar a los peces, o tendré que echarte yo mismo.
Tus siguientes propuestas de trato no lo hacen no inmutarse, parece que es firme en su decisión, parece un hombre bastante irascible, y si ha ganado a más de tu especie es que ha luchado en alguna guerra, ha sido esclavista o a repelido algún ataque a la isla, en cualquier caso, deberías cuidar lo que haces y dices, solo por si acaso y eso. También se puede estar marcando el farol de su vida, pero parece arriesgado.
-Vamos, lárgate al pueblo y deja de espantar a los peces. -Te dice señalando con el brazo.
-No todas han sido buenas, pero no le tengo miedo a una raza que se esconde y se teme a si misma. Y menos cuando he derrotado a muchos de ellos. Y me da igual lo que pienses, lárgate de aquí y deja de espantar a los peces, o tendré que echarte yo mismo.
Tus siguientes propuestas de trato no lo hacen no inmutarse, parece que es firme en su decisión, parece un hombre bastante irascible, y si ha ganado a más de tu especie es que ha luchado en alguna guerra, ha sido esclavista o a repelido algún ataque a la isla, en cualquier caso, deberías cuidar lo que haces y dices, solo por si acaso y eso. También se puede estar marcando el farol de su vida, pero parece arriesgado.
-Vamos, lárgate al pueblo y deja de espantar a los peces. -Te dice señalando con el brazo.
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La respuesta de aquél hombre no hizo esperarse. Primero, un gesto de rabia al introducir los pies en el agua, y después un gesto de desesperación al ver que la caña parecía estar en las últimas. Aunque pronto le puso solución, fue a coger una de otras tantas que tenía en la mochila y empezó de nuevo a pescar.
Al mirar al suelo vi algo de lo que no me había fijado antes, había más cañas por los suelos, como si fueran de una calidad tan mala que se rompen a los pocos usos.
“Una raza que se teme a sí misma…” Suspiré ante tal afirmación y, por un momento, intenté contenerme. Pero ante la insistencia del humano en que me fuese, decidí echarle un pulso. No me iba a marchar, lo tenía bastante claro. Aquél hombre tenía que responderme a muchas preguntas, y poco a poco, pese a su insistencia en que me fuese, parecía soltar algo más de información. Puede que en media hora más…
- Así que has derrotado a algún que otro Gyojin, ¿eh? Debes ser fuerte, entonces. – Espeté con una fingida sonrisa. – Para un Gyojin no es ningún logro vencer a un humano. – Le lancé una fría mirada mientras cortaba la sonrisa de raíz. – No sé por qué has luchado contra Gyojins, ni me interesa, pero necesito la información que te pedí. No me importa si tengo que mancharme las manos de sangre, lo conseguiré.
Finalicé la amenaza sin retirar la vista de sus ojos. Aquél hombre no parecía muy fuerte, pero las apariencias a veces engañan, y no iba a caer en un error tan básico como pensar que aquél hombre era débil.
Sinceramente, no esperaba que aquél hombre tan fácilmente irritable se liase a golpes conmigo, sólo pretendía, a través de aquella amenaza, rascarle más información.
Probablemente fuese el último intento de sonsacar al humano. Si me volvía a dar largas, me marcharía. Pero no podía irme de allí sin antes intentar obtener más información.
Una brisa empezó a golpearme y el tiempo parecía paralizarse. Una mirada podía decir mucho, pero en aquél momento no decía nada. Era ira contra ira.
“No pierdas el control, Rooney. No puedes pelear contra el humano, es contra lo que estás luchando. Si el humano se pone agresivo, huye. No te puedes volver a manchar las manos de sangre” Intenté repetirme esta última frase continuamente con el único fin de mantener la compostura.
Al mirar al suelo vi algo de lo que no me había fijado antes, había más cañas por los suelos, como si fueran de una calidad tan mala que se rompen a los pocos usos.
“Una raza que se teme a sí misma…” Suspiré ante tal afirmación y, por un momento, intenté contenerme. Pero ante la insistencia del humano en que me fuese, decidí echarle un pulso. No me iba a marchar, lo tenía bastante claro. Aquél hombre tenía que responderme a muchas preguntas, y poco a poco, pese a su insistencia en que me fuese, parecía soltar algo más de información. Puede que en media hora más…
- Así que has derrotado a algún que otro Gyojin, ¿eh? Debes ser fuerte, entonces. – Espeté con una fingida sonrisa. – Para un Gyojin no es ningún logro vencer a un humano. – Le lancé una fría mirada mientras cortaba la sonrisa de raíz. – No sé por qué has luchado contra Gyojins, ni me interesa, pero necesito la información que te pedí. No me importa si tengo que mancharme las manos de sangre, lo conseguiré.
Finalicé la amenaza sin retirar la vista de sus ojos. Aquél hombre no parecía muy fuerte, pero las apariencias a veces engañan, y no iba a caer en un error tan básico como pensar que aquél hombre era débil.
Sinceramente, no esperaba que aquél hombre tan fácilmente irritable se liase a golpes conmigo, sólo pretendía, a través de aquella amenaza, rascarle más información.
Probablemente fuese el último intento de sonsacar al humano. Si me volvía a dar largas, me marcharía. Pero no podía irme de allí sin antes intentar obtener más información.
Una brisa empezó a golpearme y el tiempo parecía paralizarse. Una mirada podía decir mucho, pero en aquél momento no decía nada. Era ira contra ira.
“No pierdas el control, Rooney. No puedes pelear contra el humano, es contra lo que estás luchando. Si el humano se pone agresivo, huye. No te puedes volver a manchar las manos de sangre” Intenté repetirme esta última frase continuamente con el único fin de mantener la compostura.
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Ante tu amenaza el hombre se levanta despacio mientras mantiene tu mirada. Cuando está totalmente de pies da un salto hacia atrás bastante rápido, poniéndose en actitud defensiva. Parece que usa algún tipo de karate, por su posición no sabrías decir de cual se trata. No deberías fiarte, su velocidad por lo que has visto parece ser bastante elevada.
-Si insistes, no tengo problemas en darte una buena tunda por irrespetuoso, provocarme y espantar a los peces. Vamos, ataca pececito.
Tienes el desafío servido, es hora de decidir que hacer.
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Me sorprendí al ver cómo aquel hombre por fín parecía hacerme caso y no me ignoraraba. Parecía que estaba dispuesto a darme aquello que quería, aunque no dejaba de resultarme extraño.
Mantuvo la mirada hasta el final, algo que me resultó quizá amenazante. Quizá irrespetuoso, pero sobre todo, intimidatorio. No se dejó achantar, lo cual me decía cada vez más que ese hombre ocultaba algo.
Justo cuando se incorporó, dio un sorprendente salto hacia atrás que me pilló de imprevisto, obligándome a dar un paso hacia atrás. Le miré algo dubitativo, intentando descifrar qué había querido hacer.
Su posición aparentemente era defensiva, aunque me costó bastante distinguirla debido a la rareza de ésta. Seguramente el hombre sabía luchar, y usaba algún tipo de técnica que desconocía, pero no había hecho un viaje tan largo para luchar con un pobre humano del cual sólo quería cierta información…
Me llamó “pececito”, lo cual resultaba bastante racista. Es como si yo a él, por ser humano, le llamase “perrito”. Me hacía pensar que algún Gyojin se había entrometido en su vida, y por eso denotaba esa especie de “odio” hacia la raza. No podía culparlo, pero era mi deber indagar. Y, de ser posible, intentar que cambiase esa forma de pensar hacia nuestra raza. El mundo se merece algo mejor que una pelea entre razas… Debemos dejar de lado nuestros odios para centrarnos en lo que realmente merece la pena, en la vida en sí.
Avancé un par de pasos y comencé a hablar. Mi intención era firme, evitar al máximo una pelea, aunque viendo la figura del humano, parecía a priori bastante complicado. Por mi mente se pasaron muchas reacciones, la gran mayoría pacifistas, aunque alguna que otra no lo era tanto. Quizá era un mecanismo de defensa, aunque quién sabe si realmente podía defenderme de aquél tipo.
- Sólo quiero información, no he venido aquí a pelear ni a incomodarte. Me disculpo por la interrupción y el espantar a sus peces. Yo mismo puedo pescarle unos cuantos si lo desea. Mi única intención era encontrar al Gyojin que vine buscando y por el que le pregunté, y sé que usted sabe algo que no me está contando. - Volví a dar un par de pasos más, estando ya a una distancia peligrosa. No paraba de ojear al hombre, pero sabía que si intentaba algo, probablemente fuese más ágil que yo. Era un riesgo que estaba dispuesto a tomar. - No pienso atacarle. Si usted lo desea, ataque. Me limitaré a defenderme, pero no le provocaré daño alguno. No podemos seguir promoviendo el odio. Tenemos que frenar esta espiral de violencia entre razas.
“Si es necesario huiré por este río, pero tengo que ser fiel a mis principios… No derrarmaré ni una gota de sangre de este hombre aquí”
Esperaba una respuesta amigable, pero tenía en cuenta que debido a la reacción de aquel tipo, era más que probable que lanzara una ofensiva contra mí, sólo esperaba poder controlarla y que ninguno de los dos saliésemos heridos.
En ese momento, no importaban nada las historias de proezas del Gyojin, el orgullo de mi raza o cualquier otra historia. Lo único importante era hacer entrar en razón a aquél humano. Remover su odio e intentar hacerle ver que los humanos y los Gyojins no son tan diferentes y, mucho menos, deben pelear hasta la muerte.
Ninguna raza es excluyente de otra.
Mantuvo la mirada hasta el final, algo que me resultó quizá amenazante. Quizá irrespetuoso, pero sobre todo, intimidatorio. No se dejó achantar, lo cual me decía cada vez más que ese hombre ocultaba algo.
Justo cuando se incorporó, dio un sorprendente salto hacia atrás que me pilló de imprevisto, obligándome a dar un paso hacia atrás. Le miré algo dubitativo, intentando descifrar qué había querido hacer.
Su posición aparentemente era defensiva, aunque me costó bastante distinguirla debido a la rareza de ésta. Seguramente el hombre sabía luchar, y usaba algún tipo de técnica que desconocía, pero no había hecho un viaje tan largo para luchar con un pobre humano del cual sólo quería cierta información…
Me llamó “pececito”, lo cual resultaba bastante racista. Es como si yo a él, por ser humano, le llamase “perrito”. Me hacía pensar que algún Gyojin se había entrometido en su vida, y por eso denotaba esa especie de “odio” hacia la raza. No podía culparlo, pero era mi deber indagar. Y, de ser posible, intentar que cambiase esa forma de pensar hacia nuestra raza. El mundo se merece algo mejor que una pelea entre razas… Debemos dejar de lado nuestros odios para centrarnos en lo que realmente merece la pena, en la vida en sí.
Avancé un par de pasos y comencé a hablar. Mi intención era firme, evitar al máximo una pelea, aunque viendo la figura del humano, parecía a priori bastante complicado. Por mi mente se pasaron muchas reacciones, la gran mayoría pacifistas, aunque alguna que otra no lo era tanto. Quizá era un mecanismo de defensa, aunque quién sabe si realmente podía defenderme de aquél tipo.
- Sólo quiero información, no he venido aquí a pelear ni a incomodarte. Me disculpo por la interrupción y el espantar a sus peces. Yo mismo puedo pescarle unos cuantos si lo desea. Mi única intención era encontrar al Gyojin que vine buscando y por el que le pregunté, y sé que usted sabe algo que no me está contando. - Volví a dar un par de pasos más, estando ya a una distancia peligrosa. No paraba de ojear al hombre, pero sabía que si intentaba algo, probablemente fuese más ágil que yo. Era un riesgo que estaba dispuesto a tomar. - No pienso atacarle. Si usted lo desea, ataque. Me limitaré a defenderme, pero no le provocaré daño alguno. No podemos seguir promoviendo el odio. Tenemos que frenar esta espiral de violencia entre razas.
“Si es necesario huiré por este río, pero tengo que ser fiel a mis principios… No derrarmaré ni una gota de sangre de este hombre aquí”
Esperaba una respuesta amigable, pero tenía en cuenta que debido a la reacción de aquel tipo, era más que probable que lanzara una ofensiva contra mí, sólo esperaba poder controlarla y que ninguno de los dos saliésemos heridos.
En ese momento, no importaban nada las historias de proezas del Gyojin, el orgullo de mi raza o cualquier otra historia. Lo único importante era hacer entrar en razón a aquél humano. Remover su odio e intentar hacerle ver que los humanos y los Gyojins no son tan diferentes y, mucho menos, deben pelear hasta la muerte.
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El hombre se ríe, parece que algo de todo lo que has dicho le ha parecido graciosos, aunque no baja la guardia. Te mira fijamente unos minutos más antes de bajar los brazos y señalar de nuevo a la ciudad.
-Ya te he dicho que no sé nada de un gyojin por aquí, ve a la ciudad y pregunta. Por cierto, esto no es odio a tu raza, aquí nadie os odia, puede que tu percepción este nublada por tus prejuicios hacia los demás. Ahora largo, si te quedas aquí te daré la tunda que te dije anteriormente.
Parece que el hombre no miente, está sereno y su voz es autoritaria. Este es el momento en el que decides si creerle o no, y como actuar a partir de este momento puede marcar tu éxito o fracaso a la hora de encontrar lo que buscas. La dirección de la ciudad ya la sabes, pues te la está señalando, también puedes intentar ir por el rio o dar media vuelta y remontarlo por tierra.
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Parece que el hombre no miente, está sereno y su voz es autoritaria. Este es el momento en el que decides si creerle o no, y como actuar a partir de este momento puede marcar tu éxito o fracaso a la hora de encontrar lo que buscas. La dirección de la ciudad ya la sabes, pues te la está señalando, también puedes intentar ir por el rio o dar media vuelta y remontarlo por tierra.
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La tensión se podía palpar en el ambiente. La mirada fría de aquél hombre se correspondía con la primera que lanzó minutos atrás. Le mantenía la mirada a pesar de lo que me costaba. Durante momentos pensé que se abalanzaría sobre mí, y ahí no sabría como reaccionar. Por instinto básico me defendería, pero no deseaba hacerle ningún daño. No me gustaría estar en esa situación...
Hasta que de repente, el tipo empezó a reírse y bajó sus brazos, quizá en señal de su negativa a pelear. Señaló a mi espalda, donde se encontraba la ciudad, y me volvió a decir que no sabía nada, esta vez con un tono más sereno y calmado, algo que, tras analizarlo unos segundos, dí por veraz. Tras ello negó su odio a los humanos, algo que realmente no acepté del mismo modo.
Había habido un halo de ira en sus palabras anteriormente, por lo que era más complicado intuir si ahora decía la verdad o no. De todos modos, aquello ya no importaba. Parecía que tras tantos intentos, el tipo decía la verdad.
- Lo siento.- Espeté a la par que bajaba mis brazos también, aunque sin bajar del todo la guardia. Al fin y al cabo aquel tipo era un extraño aún. - Pensé que sabías algo más, no te voy a mentir, parece que ocultas algo... No iré a la ciudad, la gente me miraba raro allí y, para qué mentirte, prefiero evitar preguntas incómodas. Proseguiré mi búsqueda por otro lado.
“Tampoco te voy a contar mis intenciones. Sigo sin fiarme de tí”
Me acerqué al río y bebí de su agua, para después lavarme la cara y sentir aquella cálida agua, que pese a no estar caliente, daba sensación de calor al estar a más alta temperatura que la ambiente.
“Si lo que este tipo dice es verdad y no sabe nada del Gyojin… No me quedan muchas opciones. Entenderé que si está, estará bien. Y bien es sabido que si un Gyojin realiza un retiro y puede asentarse cerca del agua… lo hará. Creo que todo pasa por seguir este río y ver qué me encuentro”
Ya había conseguido aclarar algo mis ideas. Por lo que me introduje lentamente en el agua echando una última mirada a aquél tipo.
- De nuevo, siento todo lo que pasó. ¡Y no te creas que no me he quedado con ganas de saber quién hubiera ganado! - Espeté esto último en un tono algo más jocoso, para restar importancia al asunto. La verdad es que quizá me había pasado de pesado con aquél tipo. Pero algo me decía que sabía más de lo que quería decir. Y no sé por qué, esa sensación no se había ido del todo.
Comencé a nadar a una velocidad moderada con la firme intención de buscar cualquier cosa que valiese como pista para encontrar al Gyojin. Quizá una cabaña, otro humano con más ganas de hablar, o puede que hasta lo viese en un golpe de fortuna.
De cualquier manera, todo pasaba por el río, y era algo que no me disgustaba. Pero quién sabe, a estas alturas empezaba a plantearme si el viaje había sido una buena idea. Si debía seguir o abandonarlo. Pero todo ello tendría que esperar al menos un rato más. La curiosidad se paseaba por mis venas en forma de adrenalina. ¿Y si me encontraba una bestia? ¿Podría probar mi valor?
Hasta que de repente, el tipo empezó a reírse y bajó sus brazos, quizá en señal de su negativa a pelear. Señaló a mi espalda, donde se encontraba la ciudad, y me volvió a decir que no sabía nada, esta vez con un tono más sereno y calmado, algo que, tras analizarlo unos segundos, dí por veraz. Tras ello negó su odio a los humanos, algo que realmente no acepté del mismo modo.
Había habido un halo de ira en sus palabras anteriormente, por lo que era más complicado intuir si ahora decía la verdad o no. De todos modos, aquello ya no importaba. Parecía que tras tantos intentos, el tipo decía la verdad.
- Lo siento.- Espeté a la par que bajaba mis brazos también, aunque sin bajar del todo la guardia. Al fin y al cabo aquel tipo era un extraño aún. - Pensé que sabías algo más, no te voy a mentir, parece que ocultas algo... No iré a la ciudad, la gente me miraba raro allí y, para qué mentirte, prefiero evitar preguntas incómodas. Proseguiré mi búsqueda por otro lado.
“Tampoco te voy a contar mis intenciones. Sigo sin fiarme de tí”
Me acerqué al río y bebí de su agua, para después lavarme la cara y sentir aquella cálida agua, que pese a no estar caliente, daba sensación de calor al estar a más alta temperatura que la ambiente.
“Si lo que este tipo dice es verdad y no sabe nada del Gyojin… No me quedan muchas opciones. Entenderé que si está, estará bien. Y bien es sabido que si un Gyojin realiza un retiro y puede asentarse cerca del agua… lo hará. Creo que todo pasa por seguir este río y ver qué me encuentro”
Ya había conseguido aclarar algo mis ideas. Por lo que me introduje lentamente en el agua echando una última mirada a aquél tipo.
- De nuevo, siento todo lo que pasó. ¡Y no te creas que no me he quedado con ganas de saber quién hubiera ganado! - Espeté esto último en un tono algo más jocoso, para restar importancia al asunto. La verdad es que quizá me había pasado de pesado con aquél tipo. Pero algo me decía que sabía más de lo que quería decir. Y no sé por qué, esa sensación no se había ido del todo.
Comencé a nadar a una velocidad moderada con la firme intención de buscar cualquier cosa que valiese como pista para encontrar al Gyojin. Quizá una cabaña, otro humano con más ganas de hablar, o puede que hasta lo viese en un golpe de fortuna.
De cualquier manera, todo pasaba por el río, y era algo que no me disgustaba. Pero quién sabe, a estas alturas empezaba a plantearme si el viaje había sido una buena idea. Si debía seguir o abandonarlo. Pero todo ello tendría que esperar al menos un rato más. La curiosidad se paseaba por mis venas en forma de adrenalina. ¿Y si me encontraba una bestia? ¿Podría probar mi valor?
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El hombre acepta lo que dices a regañadientes, mientras tú te sigues disculpando él se sienta de nuevo en su sitio y recoge la caña del suelo. Parece que no va a discutir más contigo, yate ha dicho todo lo que necesitabas saber de él y la información acerca del tema que preguntas. Si no le haces caso, el no insistirá. Cuando te lanzas al agua te vuelve a mirar con odio, parece que no podrá tranquilo hoy. Cuanto más avanzas por el rio más frio te parece, aunque puede ser que siempre hubiera estado así de frio y al aclimatarte empezaras a notarlo. Otra cosa que seguro no te ayuda es salir mojado del agua, con las temperaturas exteriores lo más seguro es que terminaras convirtiéndote en un polo de gyojin antes de media hora.
Con lo anterior en mente, el paisaje alrededor del rio es igual, algunas subidas y bajadas de las colinas, la vegetación monótona, todo igual. Aunque al final, tras tres cuartos de hora nadando, si no te paras antes, llegas a un recodo con algo nuevo, una playita de piedras algo más gordas y tres árboles a lo largo de la misma. Puedes pararte a investiga, o seguir rio arriba, tú veras que haces con tu vida.
Con lo anterior en mente, el paisaje alrededor del rio es igual, algunas subidas y bajadas de las colinas, la vegetación monótona, todo igual. Aunque al final, tras tres cuartos de hora nadando, si no te paras antes, llegas a un recodo con algo nuevo, una playita de piedras algo más gordas y tres árboles a lo largo de la misma. Puedes pararte a investiga, o seguir rio arriba, tú veras que haces con tu vida.
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Al viejo pareció no sentarle muy bien que le volviese a espantar los peces, aunque esta vez sin querer. Su última mirada resumió perfectamente nuestra estancia juntos. Odio y después indiferencia.
“Bah, tiene toda la vida para pescar cuatro peces de mierda” Pensé a la par que seguía nadando.
La sensación inicial del agua más caliente fue cambiando conforme iba pasando el tiempo. Ésta cada vez parecía más y más fría, aunque al estar moviéndome todo el rato, supuse que no me quedaría congelado allí mismo.
El paisaje era bastante monótono, de vez en cuando me encontraba con algún árbol algo menos frecuente, pero por lo demás, el paisaje no dejaba de ser aburrido.
Proseguí mi camino sin saber muy bien qué sería de mí. Por momentos pensé que ese maldito río me llevaría al fín del mundo. O a la parte opuesta y congelada de lo que sería un infierno.
De repente, a lo lejos pude divisar algo diferente, una especie de playa helada con lo que parecían ser piedras enormes. Decidí que era el momento de hacer una pausa e indagar sobre el asunto. ¿Qué me depararía aquella zona?
Al salir, pude notar una brisa que congelaba mis huesos. No literalmente, pero casi… Decidí entonces ponerme el jersey de la cabeza como una capa más. Al fin y al cabo, si tenía cubierto el cuerpo, éste estaría más cálido y mi temperatura estaría más adecuada al clima en ese momento.
Pese a ello, aún tenía frío. Me acerqué hacia las piedras y me percaté de algo bastante extraño. Tres árboles bordeaban la playa. Era la primera vez que veía algo así, árboles tan cerca de la playa y con semejante altura. Me acerqué a tocarlos y pude observar como el primero de ellos era un cocotero. Lo balancee un par de veces y un par de cocos cayeron, afortunadamente no muy cerca de mí.
“Qué curioso. No tenía la imagen de un árbol con cocos con un clima tan gélido. ¿Cómo es posible?”
Cogí uno de los cocos y empecé a darle contra el árbol hasta que conseguí partir un trozo. Tras ello comencé a beberlo. Estaba bastante frío, algo normal. De hecho, al caer, la corteza se había cubierto de nieve.
El segundo preferí guardarlo en la mochila. Quién sabe si me haría falta en un futuro.
La playa no parecía tener nada más. No había casas, ni rastro de gente… Mi gozo en un pozo. Cuando ya parecía que no vería nada en aquella playa, tropecé cerca de los árboles, cayendo al suelo. Éste, afortunadamente estaba “blandito”. Al agacharme a mirar con qué había tropezado, pude ver un trozo de rama levantada y lo que parecía ser un cuaderno justo debajo.
Lo cogí y empecé a ojearlo, parecía mi idioma. ¿Qué pondría? Fuera lo que fuese que pusiera, tendría que leerlo lo más rápido posible. Cuanto más tiempo quieto estuviera, más fácil sería que me quedase congelado.
“Bah, tiene toda la vida para pescar cuatro peces de mierda” Pensé a la par que seguía nadando.
La sensación inicial del agua más caliente fue cambiando conforme iba pasando el tiempo. Ésta cada vez parecía más y más fría, aunque al estar moviéndome todo el rato, supuse que no me quedaría congelado allí mismo.
El paisaje era bastante monótono, de vez en cuando me encontraba con algún árbol algo menos frecuente, pero por lo demás, el paisaje no dejaba de ser aburrido.
Proseguí mi camino sin saber muy bien qué sería de mí. Por momentos pensé que ese maldito río me llevaría al fín del mundo. O a la parte opuesta y congelada de lo que sería un infierno.
De repente, a lo lejos pude divisar algo diferente, una especie de playa helada con lo que parecían ser piedras enormes. Decidí que era el momento de hacer una pausa e indagar sobre el asunto. ¿Qué me depararía aquella zona?
Al salir, pude notar una brisa que congelaba mis huesos. No literalmente, pero casi… Decidí entonces ponerme el jersey de la cabeza como una capa más. Al fin y al cabo, si tenía cubierto el cuerpo, éste estaría más cálido y mi temperatura estaría más adecuada al clima en ese momento.
Pese a ello, aún tenía frío. Me acerqué hacia las piedras y me percaté de algo bastante extraño. Tres árboles bordeaban la playa. Era la primera vez que veía algo así, árboles tan cerca de la playa y con semejante altura. Me acerqué a tocarlos y pude observar como el primero de ellos era un cocotero. Lo balancee un par de veces y un par de cocos cayeron, afortunadamente no muy cerca de mí.
“Qué curioso. No tenía la imagen de un árbol con cocos con un clima tan gélido. ¿Cómo es posible?”
Cogí uno de los cocos y empecé a darle contra el árbol hasta que conseguí partir un trozo. Tras ello comencé a beberlo. Estaba bastante frío, algo normal. De hecho, al caer, la corteza se había cubierto de nieve.
El segundo preferí guardarlo en la mochila. Quién sabe si me haría falta en un futuro.
La playa no parecía tener nada más. No había casas, ni rastro de gente… Mi gozo en un pozo. Cuando ya parecía que no vería nada en aquella playa, tropecé cerca de los árboles, cayendo al suelo. Éste, afortunadamente estaba “blandito”. Al agacharme a mirar con qué había tropezado, pude ver un trozo de rama levantada y lo que parecía ser un cuaderno justo debajo.
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El cuaderno es en realidad un diario. Perteneció al gyojin que vienes a busca, aunque por como esta, debe llevar ahí varios años ya. Por lo que lees en las páginas los viajes por la isla le costaron varios disgustos. Aunque también triunfos y batallas épicas contra lo que parecen ser lobos por la descripción. Según lo que puedes leer en la última hoja escrita, este fue el lugar de descanso que usó antes de dirigirse al interior de la isla, pero la hoja no está acabada, parece como si hubiera tenido que dejar de escribir de repente y no lo hubiera retomado. El haber encontrado el diario bajo la raíz también puede indicarte que lo perdió o no pudo regresar a por él.
De cualquier forma, cada vez sientes más frio y la prenda que te pusiste encima de las anteriores empieza a estar húmeda. Vas a tener que solucionar eso si quieres seguir adelante. Aunque ahora sabes que algo más paso aquí, aunque fuera hace mucho tiempo. Puede que lo atacaran las criaturas que describe en el diario, de ser así lo mismo él o sus restos están alguna guarida cercana. ¿Cuáles serán tus siguientes movimientos?
De cualquier forma, cada vez sientes más frio y la prenda que te pusiste encima de las anteriores empieza a estar húmeda. Vas a tener que solucionar eso si quieres seguir adelante. Aunque ahora sabes que algo más paso aquí, aunque fuera hace mucho tiempo. Puede que lo atacaran las criaturas que describe en el diario, de ser así lo mismo él o sus restos están alguna guarida cercana. ¿Cuáles serán tus siguientes movimientos?
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Algo ansioso por ver qué me depara el libro que he encontrado, intento resguardarme del viento. Para ello me cercioro de dónde viene, notando como la brisa corre desde el sureste, por lo que me cubro con uno de los tres árboles para empezar a leer lo que terminó siendo una especie de diario del principal motivo de mi viaje: El Gyojin.
En él estaban escritos las inverosímiles historias que había vivido desde su llegada. Aunque no decía nada del motivo por el cual decidió llegar hasta allí, comentaba cómo había sobrevivido al frío, así como a las criaturas que lo habían atacado.
Mencionaba que estaba siendo todo un reto. Se vanagloriaba de haber vencido a una especie de lobo en un intenso combate en el que había salido herido. También decía haber perdido la sensibilidad en algunos de los dedos, así como haber sufrido diversas quemaduras por el hielo.
Todo aquello me hizo pensar si realmente iba bien preparado. Empezaba a sentir cada vez maś frío y no podía abrigarme de ninguna manera por el momento. Mi objetivo ahora era más sobrevivir que encontrar al Gyojin. Si pudiera cazar algo… quizá pudiera usar su piel para protegerme.
Proseguí leyendo por curiosidad cómo aquél Gyojin había sobrevivido. Capté todos los detalles que daba sobre las bestias con las que había luchado, en algunas ocasiones, mencionaba sus puntos débiles o cómo había detectado cómo vencerlas. Supuse que si me encontraba alguna, tendría una gran ventaja teniendo ese conocimiento.
Curiosamente, en el diario no había fecha alguna, pero debido a su estado, quizá tuviera ya años. Además, daba la sensación de estar incompleto y haberse dejado así por alguna extraña circunstancia debido a que la última página estaba a medias.
Sonreí al notar cómo mi cuerpo tiritaba, eso quería decir que aún seguía vivo. Era el mecanismo que tenía el cuerpo para mantenerse caliente, pero también quería decir que si dejaba de tiritar, empezaría a congelarme.
Pensé en coger alguna que otra rama y usar las hojas como una capa más, pero pronto me di cuenta que era una tontería. Todo pasaba por encontrar una cueva pronto e intentar hacer un fuego.
Pensé entonces en recolectar ramas, las cuales partiéndose en varios trozos, acabarían valiéndome para hacer una fogata cuando encontrase una cueva o algún refugio en el que el viento no fuese un problema. Al final, aquellos árboles iban a ser un regalo.
Empecé a golpear uno de los tres árboles, cayendo varios cocos al suelo. Aún seguía preguntándome como un árbol de clima cálido se encontraba en aquella zona. Aunque claro, quizá no eran cocos y era algo similar, pero de zonas más frías.
Tras cuatro o cinco embestidas, me dí cuenta que el árbol no iba a ceder. Recolecté tres cocos más y empecé a trepar por el árbol, consiguiendo partir dos ramas que cayeron al suelo. Al bajar del árbol, empecé a partir las ramas en trozos más pequeños, llenando la mochila entre los cocos y las ramas.
“Bueno, al menos llevo provisión”
Cogí un par de piedras por el camino y me dispuse a ir hacia una montaña, o cualquier lugar que me pudiese servir de cortavientos donde descansar y volver a calentarme.
Lo más importante ahora era calentar la ropa y mi cuerpo, tras ello podría seguir continuando un rato más. Además, no tenía que preocuparme por la comida, pues tenía en mi disposición tres cocos, uno que había cogido antes y los dos últimos. Quizá me diese para un par de días.
Proseguí mi camino adentrándome más aún en la isla, viendo en el horizonte lo que parecía ser una especie de cueva, aunque debido a la dificultad del clima no podía distinguirlo demasiado bien. ¿Sería realmente una cueva o simplemente una piedra de un tamaño gigante?
En él estaban escritos las inverosímiles historias que había vivido desde su llegada. Aunque no decía nada del motivo por el cual decidió llegar hasta allí, comentaba cómo había sobrevivido al frío, así como a las criaturas que lo habían atacado.
Mencionaba que estaba siendo todo un reto. Se vanagloriaba de haber vencido a una especie de lobo en un intenso combate en el que había salido herido. También decía haber perdido la sensibilidad en algunos de los dedos, así como haber sufrido diversas quemaduras por el hielo.
Todo aquello me hizo pensar si realmente iba bien preparado. Empezaba a sentir cada vez maś frío y no podía abrigarme de ninguna manera por el momento. Mi objetivo ahora era más sobrevivir que encontrar al Gyojin. Si pudiera cazar algo… quizá pudiera usar su piel para protegerme.
Proseguí leyendo por curiosidad cómo aquél Gyojin había sobrevivido. Capté todos los detalles que daba sobre las bestias con las que había luchado, en algunas ocasiones, mencionaba sus puntos débiles o cómo había detectado cómo vencerlas. Supuse que si me encontraba alguna, tendría una gran ventaja teniendo ese conocimiento.
Curiosamente, en el diario no había fecha alguna, pero debido a su estado, quizá tuviera ya años. Además, daba la sensación de estar incompleto y haberse dejado así por alguna extraña circunstancia debido a que la última página estaba a medias.
Sonreí al notar cómo mi cuerpo tiritaba, eso quería decir que aún seguía vivo. Era el mecanismo que tenía el cuerpo para mantenerse caliente, pero también quería decir que si dejaba de tiritar, empezaría a congelarme.
Pensé en coger alguna que otra rama y usar las hojas como una capa más, pero pronto me di cuenta que era una tontería. Todo pasaba por encontrar una cueva pronto e intentar hacer un fuego.
Pensé entonces en recolectar ramas, las cuales partiéndose en varios trozos, acabarían valiéndome para hacer una fogata cuando encontrase una cueva o algún refugio en el que el viento no fuese un problema. Al final, aquellos árboles iban a ser un regalo.
Empecé a golpear uno de los tres árboles, cayendo varios cocos al suelo. Aún seguía preguntándome como un árbol de clima cálido se encontraba en aquella zona. Aunque claro, quizá no eran cocos y era algo similar, pero de zonas más frías.
Tras cuatro o cinco embestidas, me dí cuenta que el árbol no iba a ceder. Recolecté tres cocos más y empecé a trepar por el árbol, consiguiendo partir dos ramas que cayeron al suelo. Al bajar del árbol, empecé a partir las ramas en trozos más pequeños, llenando la mochila entre los cocos y las ramas.
“Bueno, al menos llevo provisión”
Cogí un par de piedras por el camino y me dispuse a ir hacia una montaña, o cualquier lugar que me pudiese servir de cortavientos donde descansar y volver a calentarme.
Lo más importante ahora era calentar la ropa y mi cuerpo, tras ello podría seguir continuando un rato más. Además, no tenía que preocuparme por la comida, pues tenía en mi disposición tres cocos, uno que había cogido antes y los dos últimos. Quizá me diese para un par de días.
Proseguí mi camino adentrándome más aún en la isla, viendo en el horizonte lo que parecía ser una especie de cueva, aunque debido a la dificultad del clima no podía distinguirlo demasiado bien. ¿Sería realmente una cueva o simplemente una piedra de un tamaño gigante?
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Poco aprendes de los puntos débiles, en el diario vienen descritas las luchas, pero no se para a contar esas cosas. Los cazadores son famosos por guardar bien sus secretos, y las debilidades de criaturas extrañas sería uno de esos secretos. Lo que si viene son algunos de su hábitos de caza y lugares en los que los ha visto, pero no pone nada de sus guaridas, ya que no logró encontrar ninguna.
El frío que sientes cada vez es más intenso. En las manos comienzas a sentir un hormigueo extraño que no augura nada bueno. El camino es igual que el que seguiste para llegar al río. Muchas plantas bajas y con espinas, aunque parece que esta vez no te has dañado con ellas. Al final llega a lo que parecía una cueva, que de hecho lo es. No tiene demasiada profundidad y parece haber sido excavada por alguien por las marcas de las paredes. Yo me pondría rápidamente con el fuego, antes de que las manos dejen de responderte, por cierto, cuidado con los tembleques por el frío. A, se me olvidaba, la cueva parece no haber tenido inquilinos en mucho tiempo, lo que no implica que no los puedas tener un futuro cercano.
El frío que sientes cada vez es más intenso. En las manos comienzas a sentir un hormigueo extraño que no augura nada bueno. El camino es igual que el que seguiste para llegar al río. Muchas plantas bajas y con espinas, aunque parece que esta vez no te has dañado con ellas. Al final llega a lo que parecía una cueva, que de hecho lo es. No tiene demasiada profundidad y parece haber sido excavada por alguien por las marcas de las paredes. Yo me pondría rápidamente con el fuego, antes de que las manos dejen de responderte, por cierto, cuidado con los tembleques por el frío. A, se me olvidaba, la cueva parece no haber tenido inquilinos en mucho tiempo, lo que no implica que no los puedas tener un futuro cercano.
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Las manos empezaban a darme ligeros y no tan ligeros pinchazos, síntoma de que cada vez las tenía más sensibles al frío, seguro que si seguía mucho tiempo más así, se terminaban congelando.
Aquello que parecía una montaña, empezaba a divisarse cada vez más nítido conforme me iba acercando. Y cada vez tenía mayor pinta de cueva.
El camino tenía multitud de plantas como las primeras, aunque esta vez iba con más cuidado. La experiencia es un grado, solían decirme de pequeño, y vaya si lo era.
Mis pisadas eran ligeras y cuidadosas, algo que no acostumbraba a hacer en muchas ocasiones, pero la primera vez me sirvió de escarmiento.
Durante el camino no dejaba de mover las manos para evitar que se me congelasen, aunque cada vez me costaba más moverlas. En ese momento estaba tan asustado que no era capaz de pensar claramente. ¿Acaso moriría allí como, aparentemente, lo había hecho aquél Gyojin? ¿Puede que el viejo de la pesca me estuviese intentando decir que me alejara de aquella zona?
Nada parecía estar claro. Cada paso que daba no sabía si me estaba acercando a una muerte segura o a mi salvación. Pero no tenía maś opción, ya que retroceder ahora y volver al pueblo sería casi con total seguridad cavar mi propia tumba. El frío cada vez era más notorio, o quizá era que a mi cuerpo le costaba cada vez más adaptarse a él. No sabía con exactitud a la distancia que estaba del pueblo, pero si algo estaba claro, es que no aguantaría más de diez o quince minutos moviéndome por allí. Notaba todas las extremidades heladas, casi congeladas. A penas podía moverme con rapidez, y no notaba las yemas de los dedos. Sin duda, estaba llegando al límite que aquél frío me brindaba.
Afortunadamente para mí, lo que parecía la cueva realmente era una cueva. A priori no muy profunda. Sería el lugar perfecto para resguardarme del viento, la nieve y poder crear un fuego donde pasar como mínimo la noche. Con suerte, puede que incluso pudiese descansar, aunque quién sabe qué habría en la cueva. ¿Alguna de las bestias que el Gyojin mencionaba? Todo era posible, pero no tenía otra opción que entrar si quería seguir con vida. Al menos, esperaba con todo mi optimismo que, de haber algo, me diese una noche de tregua para poder actuar con seguridad.
Al llegar a la cueva suspiré, aliviado. Allí la temperatura era ligeramente más alta, o quizá la misma, pero la sensación era mejor. Al no golpearme el viento, no sentía tanto frío ni tenía tanta dificultad para moverme.
“Esto ya es otra cosa”- Pensé colocando la mochila en el suelo y tanteando un poco las rocas de alrededor.
Tras inspeccionar durante un rato, conseguí ver un rincón lo suficientemente amplio como para albergar mi cuerpo y una hoguera a la vez. Éste estaba cubierto por un par de piedras, lo cual hacía que lo resguardase un poco más, algo que sinceramente, me venía de perlas.
“Será perfecto aquí. A ver si me acuerdo cómo se hacía esto...”
Coloqué las piedras pequeñas formando un círculo que delimitaba dónde debería ir la fogata, en caso de conseguir prenderla, claro.
Tras ello, deposité un par de ramas y luego un tarugo más grande en el centro. El trabajo fácil ya estaba hecho.
En ese momento pensé en todas las hogueras que había prendido cuando era pequeño. Sólo las primeras fueron con piedras, el resto siempre había algún encendedor y eso lo hacía mucho más sencillo. Quizá tras tantos años no me acordase de cómo se hacía… pero confiaba en haber adquirido la habilidad necesaria para que me permitiese prender la hoguera antes de morir de frío.
Los primeros golpes entre ambas piedras fueron un fracaso total. Ni siquiera saltó alguna chispa. Probablemente, con los siguientes choques mis manos empezaron a recobrar sensibilidad, y era algo que se empezaba a notar.
No llevaba la cuenta de los golpes que llevaba ya cuando de repente, un chasquido me hizo recuperar la ilusión. Las chipas empezaron a saltar. Continué golpeando las piedras con más entusiasmo aún, llegando a conseguir prender las ramas, que empezaron a consumirse a su vez hasta llegar al tronco del centro, el cual empezó a emanar un calor que me supo a gloria. Coloqué las manos cerca del tarugo y me acerqué todo lo que pude. Aquello era el paraíso. Pocas veces me había sentido tan bien.
Entonces comencé a fijarme en la pared de la cueva, la cual tenía una especie de pinturas que Dios sabe cuando se habían pintado. Profundicé en la zona de los animales, que parecía imperar en el resto del paisaje. Había humanos, pero estaban bastante alejados, por lo que pensé que sería lo que ahora es el poblado. Había una especie de muro, o quizá simplemente una separación, entre el poblado y los animales. Tras unos minutos pensé que podía ser el río por el que había venido en una parte del viaje. También ví una especie de casa con una X dibujada, y lo que parecía ser una enorme bestia. ¿Puede que fuese el Gyojin?
Saqué el diario de la mochila e intenté leer algo acerca de aquel dibujo. ¿Sería aquél Gyojin una especie de Dios de la isla? ¿Puede que simplemente viviese allí junto a los animales? Quizá nada tenía que ver con mis ideas lo que allí estaba viendo, pero estaba cada vez más interesado en la historia de la isla. Puede que después de todo, el viaje fuese una grata experiencia.
“O puede que no” Pensé tras escuchar un extraño sonido que parecía proceder del interior de la cueva.
Aquello que parecía una montaña, empezaba a divisarse cada vez más nítido conforme me iba acercando. Y cada vez tenía mayor pinta de cueva.
El camino tenía multitud de plantas como las primeras, aunque esta vez iba con más cuidado. La experiencia es un grado, solían decirme de pequeño, y vaya si lo era.
Mis pisadas eran ligeras y cuidadosas, algo que no acostumbraba a hacer en muchas ocasiones, pero la primera vez me sirvió de escarmiento.
Durante el camino no dejaba de mover las manos para evitar que se me congelasen, aunque cada vez me costaba más moverlas. En ese momento estaba tan asustado que no era capaz de pensar claramente. ¿Acaso moriría allí como, aparentemente, lo había hecho aquél Gyojin? ¿Puede que el viejo de la pesca me estuviese intentando decir que me alejara de aquella zona?
Nada parecía estar claro. Cada paso que daba no sabía si me estaba acercando a una muerte segura o a mi salvación. Pero no tenía maś opción, ya que retroceder ahora y volver al pueblo sería casi con total seguridad cavar mi propia tumba. El frío cada vez era más notorio, o quizá era que a mi cuerpo le costaba cada vez más adaptarse a él. No sabía con exactitud a la distancia que estaba del pueblo, pero si algo estaba claro, es que no aguantaría más de diez o quince minutos moviéndome por allí. Notaba todas las extremidades heladas, casi congeladas. A penas podía moverme con rapidez, y no notaba las yemas de los dedos. Sin duda, estaba llegando al límite que aquél frío me brindaba.
Afortunadamente para mí, lo que parecía la cueva realmente era una cueva. A priori no muy profunda. Sería el lugar perfecto para resguardarme del viento, la nieve y poder crear un fuego donde pasar como mínimo la noche. Con suerte, puede que incluso pudiese descansar, aunque quién sabe qué habría en la cueva. ¿Alguna de las bestias que el Gyojin mencionaba? Todo era posible, pero no tenía otra opción que entrar si quería seguir con vida. Al menos, esperaba con todo mi optimismo que, de haber algo, me diese una noche de tregua para poder actuar con seguridad.
Al llegar a la cueva suspiré, aliviado. Allí la temperatura era ligeramente más alta, o quizá la misma, pero la sensación era mejor. Al no golpearme el viento, no sentía tanto frío ni tenía tanta dificultad para moverme.
“Esto ya es otra cosa”- Pensé colocando la mochila en el suelo y tanteando un poco las rocas de alrededor.
Tras inspeccionar durante un rato, conseguí ver un rincón lo suficientemente amplio como para albergar mi cuerpo y una hoguera a la vez. Éste estaba cubierto por un par de piedras, lo cual hacía que lo resguardase un poco más, algo que sinceramente, me venía de perlas.
“Será perfecto aquí. A ver si me acuerdo cómo se hacía esto...”
Coloqué las piedras pequeñas formando un círculo que delimitaba dónde debería ir la fogata, en caso de conseguir prenderla, claro.
Tras ello, deposité un par de ramas y luego un tarugo más grande en el centro. El trabajo fácil ya estaba hecho.
En ese momento pensé en todas las hogueras que había prendido cuando era pequeño. Sólo las primeras fueron con piedras, el resto siempre había algún encendedor y eso lo hacía mucho más sencillo. Quizá tras tantos años no me acordase de cómo se hacía… pero confiaba en haber adquirido la habilidad necesaria para que me permitiese prender la hoguera antes de morir de frío.
Los primeros golpes entre ambas piedras fueron un fracaso total. Ni siquiera saltó alguna chispa. Probablemente, con los siguientes choques mis manos empezaron a recobrar sensibilidad, y era algo que se empezaba a notar.
No llevaba la cuenta de los golpes que llevaba ya cuando de repente, un chasquido me hizo recuperar la ilusión. Las chipas empezaron a saltar. Continué golpeando las piedras con más entusiasmo aún, llegando a conseguir prender las ramas, que empezaron a consumirse a su vez hasta llegar al tronco del centro, el cual empezó a emanar un calor que me supo a gloria. Coloqué las manos cerca del tarugo y me acerqué todo lo que pude. Aquello era el paraíso. Pocas veces me había sentido tan bien.
Entonces comencé a fijarme en la pared de la cueva, la cual tenía una especie de pinturas que Dios sabe cuando se habían pintado. Profundicé en la zona de los animales, que parecía imperar en el resto del paisaje. Había humanos, pero estaban bastante alejados, por lo que pensé que sería lo que ahora es el poblado. Había una especie de muro, o quizá simplemente una separación, entre el poblado y los animales. Tras unos minutos pensé que podía ser el río por el que había venido en una parte del viaje. También ví una especie de casa con una X dibujada, y lo que parecía ser una enorme bestia. ¿Puede que fuese el Gyojin?
Saqué el diario de la mochila e intenté leer algo acerca de aquel dibujo. ¿Sería aquél Gyojin una especie de Dios de la isla? ¿Puede que simplemente viviese allí junto a los animales? Quizá nada tenía que ver con mis ideas lo que allí estaba viendo, pero estaba cada vez más interesado en la historia de la isla. Puede que después de todo, el viaje fuese una grata experiencia.
“O puede que no” Pensé tras escuchar un extraño sonido que parecía proceder del interior de la cueva.
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Has conseguido hacer el fuego justo a tiempo, un poco más con tanto frío y habrías perdido algún dedo. De todas formas, no estás en calor tan rápido como deberías con ese fuego al lado, puede que algo te lo esté impidiendo. Cuando tocas los pantalones notas bastante humedad, pero no es solo agua, cuando miras tus manos las ves rojas. Parece que si que te habías arañado las piernas al venir desde el rio, pero con ese frío no lo habías notado aún. Quizás debieras tratarlas un poco ¿no crees?
Por otro lado, no aparecen referencias a una cueva como esta en el diario. Si la hizo el gyojin fue tras perder el diario o la omitió por algún motivo. Los ruidos del fondo de la caverna, que están iluminados por la lumbre no paran, pero no ves nada en toda la cueva. Si hubiera sido más profunda o tuviera varios caminos hubiera sido algo preocupante, pero en esta situación no demasiado, o sí. Puede que, si vas a descansar aquí o incluso dormir un poco, tendrías que preparar alguna trampa, o buscar algo que te avisara de personales o animales cerca. También puedes hacer como valientes y dormir sin avisos, confiando en tu suerte. Por cierto, el viento fuera aúlla de lo lindo, se debe estar montando una buena ventisca. ¿A qué dedicaras el tiempo?
Por otro lado, no aparecen referencias a una cueva como esta en el diario. Si la hizo el gyojin fue tras perder el diario o la omitió por algún motivo. Los ruidos del fondo de la caverna, que están iluminados por la lumbre no paran, pero no ves nada en toda la cueva. Si hubiera sido más profunda o tuviera varios caminos hubiera sido algo preocupante, pero en esta situación no demasiado, o sí. Puede que, si vas a descansar aquí o incluso dormir un poco, tendrías que preparar alguna trampa, o buscar algo que te avisara de personales o animales cerca. También puedes hacer como valientes y dormir sin avisos, confiando en tu suerte. Por cierto, el viento fuera aúlla de lo lindo, se debe estar montando una buena ventisca. ¿A qué dedicaras el tiempo?
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El fuego parecía haberme hecho mucho efecto al principio, quizá por el brusco cambio de temperatura, pero pronto me dí cuenta que era un espejismo. Después del impacto del principio, no me calentaba tan rápido. Me notaba bastante húmedo, algo que quizá afectaba a que no estuviera totalmente cómodo con la ropa.
De repente, noté mis manos ensangrentadas y rápidamente me empecé a explorar, ¿de dónde venía esa sangre?
Por la parte superior no parecía haber nada más que algún rasguño por los brazos, algo que claramente me indica que la sangre debe provenir de otro lado, los rasguños de los brazos no eran tan grandes como para dejarme la mano ensangrentada. Entonces, veo que tengo los pantalones con manchas de sangre.
“Mierda, me debí haber dañado con esas plantas… Quizá debido al frío no me percaté.”
Al quitarme los pantalones pude observar los rasguños. No tenían mala pinta, pero debía de tratármelos lo antes posible si no quería que se infectasen o fuesen a más. Afortunadamente, era el momento perfecto, estaba quieto en aquella cueva, con una fogata al lado y tenía material médico básico en la mochila.
Saqué desinfectantes y vendas y procedí a limpiar los rasguños. Sentí un ligero escalofrío, no sabía muy bien si debido al frío o al desinfectante en sí. Algo bueno en aquel momento era que no sentía totalmente las piernas, por lo que el dolor al desinfectar era más leve que en condiciones normales.
Pronto me dí cuenta que la herida se cerraría más difícilmente debido al frío, aunque esperaba no tener que estar mucho más tiempo en aquella isla.
Una vez curado, me puse los pantalones y pensé qué hacer. Aquella cueva no parecía aparecer en lo que había leído del libro, aunque también parecía lógico que hubiese sido el siguiente paso del Gyojin que estaba buscando, todo ello teniendo en cuenta la cercanía en la que encontré el diario.
“Esto es una aventura. Dado mi oficio de carpintero, podría montar cualquier tipo de trampa pequeña para detectar si alguien venía, ya fuera humano o animal. El tema es que si hago eso, me quedaré sin madera para seguir con la fogata. Puede que incluso no sea suficiente” Pensé a la par que miraba los pocos tarugos que quedaban en la mochila. Ahora mismo, junto a los cocos, eran mis bienes maś preciados. Alimentos y algo que me proporcionara la calor suficiente para sobrevivir un día más. Y así hasta que pudiese salir de aquella isla.
Dormir del tirón sería imposible, maś con aquellos terroríficos ruidos, además de ser algo tan valiente como insensato. Por lo tanto, lo más viable era echar un ojo a la cueva. Intentar saber de dónde venían esos ruidos y saber si la cueva era realmente segura.
La única inversión que tenía que hacer era gastar parte de uno de los tarugos. Le puse un paño en la parte de arriba y lo rocié de alcohol. Como si de una antorcha se tratase, marché hacia delante con la mochila en mi espalda y en busca de aquello que tantos ruidos provocaba.
De repente, un grupo de murciélagos emitieron ruidos y salieron disparados a mi alrededor. Me quedé petrificado durante un par de segundos sin cambiar siquiera el gesto de mi rostro.
“Creo que esta cueva no va a traer nada bueno”
Proseguí el camino deteniéndome cuando oía los ruidos, intentando ir en esa dirección, pero la cueva hacía eco y era difícil detectarlo, por lo que quién sabe si encontraría el origen o acabaría en la otra punta. Tras un par de minutos indagando llegué a una esquina, donde escuché el sonido más fuerte que ninguno y lo sentí pegado a mí. Sólo tenía que girar la esquina y observar que había allí.
Tragué fuerte saliva y procedí a caminar lentamente hasta llegar a la esquina, asomándome con cierto miedo.
¿Qué habría allí? Y, lo más importante, ¿Me dejaría dormir al menos una noche tranquilamente?
De repente, noté mis manos ensangrentadas y rápidamente me empecé a explorar, ¿de dónde venía esa sangre?
Por la parte superior no parecía haber nada más que algún rasguño por los brazos, algo que claramente me indica que la sangre debe provenir de otro lado, los rasguños de los brazos no eran tan grandes como para dejarme la mano ensangrentada. Entonces, veo que tengo los pantalones con manchas de sangre.
“Mierda, me debí haber dañado con esas plantas… Quizá debido al frío no me percaté.”
Al quitarme los pantalones pude observar los rasguños. No tenían mala pinta, pero debía de tratármelos lo antes posible si no quería que se infectasen o fuesen a más. Afortunadamente, era el momento perfecto, estaba quieto en aquella cueva, con una fogata al lado y tenía material médico básico en la mochila.
Saqué desinfectantes y vendas y procedí a limpiar los rasguños. Sentí un ligero escalofrío, no sabía muy bien si debido al frío o al desinfectante en sí. Algo bueno en aquel momento era que no sentía totalmente las piernas, por lo que el dolor al desinfectar era más leve que en condiciones normales.
Pronto me dí cuenta que la herida se cerraría más difícilmente debido al frío, aunque esperaba no tener que estar mucho más tiempo en aquella isla.
Una vez curado, me puse los pantalones y pensé qué hacer. Aquella cueva no parecía aparecer en lo que había leído del libro, aunque también parecía lógico que hubiese sido el siguiente paso del Gyojin que estaba buscando, todo ello teniendo en cuenta la cercanía en la que encontré el diario.
“Esto es una aventura. Dado mi oficio de carpintero, podría montar cualquier tipo de trampa pequeña para detectar si alguien venía, ya fuera humano o animal. El tema es que si hago eso, me quedaré sin madera para seguir con la fogata. Puede que incluso no sea suficiente” Pensé a la par que miraba los pocos tarugos que quedaban en la mochila. Ahora mismo, junto a los cocos, eran mis bienes maś preciados. Alimentos y algo que me proporcionara la calor suficiente para sobrevivir un día más. Y así hasta que pudiese salir de aquella isla.
Dormir del tirón sería imposible, maś con aquellos terroríficos ruidos, además de ser algo tan valiente como insensato. Por lo tanto, lo más viable era echar un ojo a la cueva. Intentar saber de dónde venían esos ruidos y saber si la cueva era realmente segura.
La única inversión que tenía que hacer era gastar parte de uno de los tarugos. Le puse un paño en la parte de arriba y lo rocié de alcohol. Como si de una antorcha se tratase, marché hacia delante con la mochila en mi espalda y en busca de aquello que tantos ruidos provocaba.
De repente, un grupo de murciélagos emitieron ruidos y salieron disparados a mi alrededor. Me quedé petrificado durante un par de segundos sin cambiar siquiera el gesto de mi rostro.
“Creo que esta cueva no va a traer nada bueno”
Proseguí el camino deteniéndome cuando oía los ruidos, intentando ir en esa dirección, pero la cueva hacía eco y era difícil detectarlo, por lo que quién sabe si encontraría el origen o acabaría en la otra punta. Tras un par de minutos indagando llegué a una esquina, donde escuché el sonido más fuerte que ninguno y lo sentí pegado a mí. Sólo tenía que girar la esquina y observar que había allí.
Tragué fuerte saliva y procedí a caminar lentamente hasta llegar a la esquina, asomándome con cierto miedo.
¿Qué habría allí? Y, lo más importante, ¿Me dejaría dormir al menos una noche tranquilamente?
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Nada, la cueva es demasiado pequeña para esconder secretos. Puede que el frío te esté afectando más de lo que creías, y eso no es bueno. Tras el susto de ese pequeño recoveco, que seguramente produjera los sonidos por las ráfagas de aire provenientes de la ventisca exterior, te giras para ver nuevo el fuego allí, a unos pocos metros de ti. Vas a tener que soportar el los ruidos mientras en la cueva. Al alejarte del fuego vuelves a sentir el frío, sobre todo cuando partes de ropa mojada tocan la piel tras un rato sin hacerlo. Puede que sea buena idea quitarte lo mojado un rato para que se seque, sobre todo tras estornudar mientras pensabas en eso.
Ahora que ya sabes que la cueva está vacía deberías centrarte en lo importante y en vigilar la única entrada. La tormenta del exterior parece estar en su punto álgido, por lo que puede durar aún un buen rato. No será fácil para nadie moverse por la misma, por lo que si tienes un visitante supones que será durillo. Por lo pronto los que más deberían preocuparte son esos lobos que describen en el diario y los osos. Si tienes suerte aparecerá algún Angry Pumba perdido y tendría una buena cena. Al cabo de una hora tras tu visita a la esquina de los sonidos escuchas un proveniente de la entrada de la cueva. Si te asomas, veras a un Angry Pumba allí plantado. Por lo que leíste siempre iban en manadas, pero este se debe haber perdido durante la tormenta.
Ahora que ya sabes que la cueva está vacía deberías centrarte en lo importante y en vigilar la única entrada. La tormenta del exterior parece estar en su punto álgido, por lo que puede durar aún un buen rato. No será fácil para nadie moverse por la misma, por lo que si tienes un visitante supones que será durillo. Por lo pronto los que más deberían preocuparte son esos lobos que describen en el diario y los osos. Si tienes suerte aparecerá algún Angry Pumba perdido y tendría una buena cena. Al cabo de una hora tras tu visita a la esquina de los sonidos escuchas un proveniente de la entrada de la cueva. Si te asomas, veras a un Angry Pumba allí plantado. Por lo que leíste siempre iban en manadas, pero este se debe haber perdido durante la tormenta.
- Angry Pumba:
- Angry Pumba: es sin ninguna duda el habitante más pacífico y numeroso de "Ice Hole". Su elevada capacidad reproductiva hace que sea capaz de satisfacer la demanda de alimento de Grizzgies y Muryne (cuando son capaces de atraparlo, claro). Tienen un sentido de la manada similar al de los Muryne, por lo que el único modo de dar caza a uno es aislarlo del resto. A pesar de su naturaleza tranquila, nada puede detenerlos cuando embisten en manada o defienden a uno de los suyos.
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La tensión se podía palpar en el ambiente. Estaba nervioso, ¿Qué habría allí?
Empecé a deslizar el pié derecho lentamente hacia el lado donde venían los sonidos, hasta que por fín, me armé con el valor de saltar hacia allí.
“Pero qué...”
Sorprendentemente, allí no había nada. El sonido dejó de emitirse y empecé a pensar si realmente me estaba volviendo loco. Miré hacia atrás, esperando que el fuego siguiese y no hubiera sido otra ilusión y, en efecto, el fuego estaba en el mismo sitio donde al principio conseguí prenderlo.
Me senté y empecé quitarme la ropa, poniéndola cerca del fuego y escurriéndola, esperando que se secase pronto. Pese a la cercanía con el fuego, sin ropa sentía un frío que se me empezaría a quedar dentro de tal manera que me dolían hasta los huesos.
La vivencia en la isla estaba siendo un tanto complicada… Aquél clima era mucho más severo de lo que hubiera imaginado.
Mientras la ropa se secaba decidí ponerme a leer de nuevo el diario del Gyojin explorador, justo en la parte en la que detallaba algunas de sus peleas con ciertos animales y qué partes aprovechaba de ellos, haciendo hincapié en esto último.
“Tengo hambre ahora que leo esto. Pero lo mejor sería la piel del animal, podría abrigarme más… Quién sabe si incluso pasaría calor” Pensé intentando imaginarme un escenario donde primase la calor. Un desierto, con un mojito en la mano y a lomos de un camello. Decían que eso funcionaba, pero nada maś lejos de la realidad. Seguía teniendo el mismo frío y cada vez me notaba más y más débil.
Volví a ponerme la ropa y me pregunté si debía dormir o salir de aquella cueva, aunque teniendo en cuenta que cada vez la tormenta era más agresiva,me decidí por lo segundo. Empecé a dar pequeñas cabezadas, siempre alerta, por lo que el sueño no es que alimentase mucho… Tras media hora intentando dormir, un nuevo ruido me alertó.
“Ya está bien Rooney, esto son gilipolleces. Tu cabeza está desvariando, deja de oir cosas en todos lados ya, por favor”
Pero, aún teniendo achinada la vista por el intento de dormir, pude divisar una sombra entrando en la cueva. Me incorporé lentamente para divisar aquella especie de jabalí que venía hacia mí, a paso firme.
“Puede que no me haya visto. Tiene una piel increíble… Me sentaría genial, además de abrigarme, claro”
Algunos animales tenían como costumbre acudir al fuego e incluso se quedaban atónitos ante él. Quizá lo vanagloriaban o algo así, de cualquier modo, sería algo que me vendría genial.
Esperé desde una distancia prudencial hasta que el animal estaba lo suficientemente cerca del fuego y de mí para abalanzarme sobre él con la firme intención de agarrar su cabeza y empezar a golpearle con uno de los tarugos de madera que estaban preparados para echar en el fuego. Con suerte, conseguiría dejarlo KO pronto, aunque si el animal se revolvía, tampoco estaba para muchos trotes, quien sabe si podría acabar con él.
“He leído en algún manual de supervivencia que se recomienda abrir al animal e introducirse entre sus entrañas para aguardar el frío. Quizá sea la mejor solución para recuperarme de este maldito frío” Pensé a la par que intentaba darle los golpes al animal.
Empecé a deslizar el pié derecho lentamente hacia el lado donde venían los sonidos, hasta que por fín, me armé con el valor de saltar hacia allí.
“Pero qué...”
Sorprendentemente, allí no había nada. El sonido dejó de emitirse y empecé a pensar si realmente me estaba volviendo loco. Miré hacia atrás, esperando que el fuego siguiese y no hubiera sido otra ilusión y, en efecto, el fuego estaba en el mismo sitio donde al principio conseguí prenderlo.
Me senté y empecé quitarme la ropa, poniéndola cerca del fuego y escurriéndola, esperando que se secase pronto. Pese a la cercanía con el fuego, sin ropa sentía un frío que se me empezaría a quedar dentro de tal manera que me dolían hasta los huesos.
La vivencia en la isla estaba siendo un tanto complicada… Aquél clima era mucho más severo de lo que hubiera imaginado.
Mientras la ropa se secaba decidí ponerme a leer de nuevo el diario del Gyojin explorador, justo en la parte en la que detallaba algunas de sus peleas con ciertos animales y qué partes aprovechaba de ellos, haciendo hincapié en esto último.
“Tengo hambre ahora que leo esto. Pero lo mejor sería la piel del animal, podría abrigarme más… Quién sabe si incluso pasaría calor” Pensé intentando imaginarme un escenario donde primase la calor. Un desierto, con un mojito en la mano y a lomos de un camello. Decían que eso funcionaba, pero nada maś lejos de la realidad. Seguía teniendo el mismo frío y cada vez me notaba más y más débil.
Volví a ponerme la ropa y me pregunté si debía dormir o salir de aquella cueva, aunque teniendo en cuenta que cada vez la tormenta era más agresiva,me decidí por lo segundo. Empecé a dar pequeñas cabezadas, siempre alerta, por lo que el sueño no es que alimentase mucho… Tras media hora intentando dormir, un nuevo ruido me alertó.
“Ya está bien Rooney, esto son gilipolleces. Tu cabeza está desvariando, deja de oir cosas en todos lados ya, por favor”
Pero, aún teniendo achinada la vista por el intento de dormir, pude divisar una sombra entrando en la cueva. Me incorporé lentamente para divisar aquella especie de jabalí que venía hacia mí, a paso firme.
“Puede que no me haya visto. Tiene una piel increíble… Me sentaría genial, además de abrigarme, claro”
Algunos animales tenían como costumbre acudir al fuego e incluso se quedaban atónitos ante él. Quizá lo vanagloriaban o algo así, de cualquier modo, sería algo que me vendría genial.
Esperé desde una distancia prudencial hasta que el animal estaba lo suficientemente cerca del fuego y de mí para abalanzarme sobre él con la firme intención de agarrar su cabeza y empezar a golpearle con uno de los tarugos de madera que estaban preparados para echar en el fuego. Con suerte, conseguiría dejarlo KO pronto, aunque si el animal se revolvía, tampoco estaba para muchos trotes, quien sabe si podría acabar con él.
“He leído en algún manual de supervivencia que se recomienda abrir al animal e introducirse entre sus entrañas para aguardar el frío. Quizá sea la mejor solución para recuperarme de este maldito frío” Pensé a la par que intentaba darle los golpes al animal.
Vilya sûlceleb
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El animal se acerca al fuego tranquilamente, pareciendo estar hipnotizado por el mismo. Se da cuenta tarde de tus intenciones y consigues caer encima del mismo, pero no se va a dar por vencido. Se comienza a revolver desde el suelo, consiguiendo incorporarse justo tras tu primer golpe. Te hace caer a un lado, pero el Angry Pumba parece algo desorientado. Va ser una lucha interesante, tu palo contra sus colmillos, espero que tengas algún plan para derrotarlo, porque ahora va ser una lucha a muerte entre ambos.
Visto de cerca te das cuenta de que tiene como un metro de altura y metro y medio o dos de largo. Sus colmillos delanteros llegan hasta los veinte centímetros y su pelaje negro por lo que has notado es fuerte. A juzgar por el pequeño forcejo puede que tenga algo más de fuerza que tú. Reacciona rápido porque parece que se prepara para cargarte con intención de ensartarte.
Visto de cerca te das cuenta de que tiene como un metro de altura y metro y medio o dos de largo. Sus colmillos delanteros llegan hasta los veinte centímetros y su pelaje negro por lo que has notado es fuerte. A juzgar por el pequeño forcejo puede que tenga algo más de fuerza que tú. Reacciona rápido porque parece que se prepara para cargarte con intención de ensartarte.
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Akuma no mi
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