Hyuuga Z. Kurotabo
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Vuelta al mar, hacía tiempo que el joven científico no salía de un laboratorio. Los últimos años ha estado estudiando aplicaciones a sus implantes, a máquinas y herramientas cotidianas y bélicas. La verdad es que le sienta bien, a él y a su hermanita, Mei. La verdad es que está tan acostumbrado a ir con ella que no concibe la posibilidad de un viaje en solitario. De hecho, cuando intenta hacerlo, se aburre como una roca y no tarda en volver a recogerla. En ese momento se encontraba en el puerto de una isla en la que se detuvo el barco que se presentó a llevarles de viaje. La verdad es que hace tiempo que querían visitar nuevas islas, pero el trabajo de Hyuuga los retuvo un largo tiempo.
\ Bueno, hemos llegado hermanita, demos un paseo por la isla hasta que encontremos algo que hacer, aunque de primeras buscaría algún lugar en el que comer algo ¿no Mei-chan? / Dijo el joven Hyuuga a su joven hermana, una muchacha hermosa de ojos verdosos, la diferencia es que esos verdes ojos emanan cariño y compasión, no locura y autoridad como los de su padre. \ Sí nii-sama, vayamos a comer que tengo algo de hambre. / Respondió la joven con su tierna y dulce voz mientras observaba todo a su alrededor, la verdad es que pocas veces han visitado lugares como ese, lujos por todas partes, miraras a donde miraras verías ostentosos edificios llenos de colores y luces.
Les costó esfuerzo caminar por las abarrotadas calles de la ciudad, un mar de gente impedía el paso, entrando y saliendo de los casinos, donde el joven no quería entrar, al menos no antes de encontrar un buen lugar para comer tranquilamente con su hermana, sin que la gente se pusiera a pensar cosas equivocadas. Tras mucho caminar y evitar un grupo enorme de gente, lograron llegar a un local de apariencia agradable, donde entraron sin parar a pensar si habrían mesas libres.
\ Bueno, hemos llegado hermanita, demos un paseo por la isla hasta que encontremos algo que hacer, aunque de primeras buscaría algún lugar en el que comer algo ¿no Mei-chan? / Dijo el joven Hyuuga a su joven hermana, una muchacha hermosa de ojos verdosos, la diferencia es que esos verdes ojos emanan cariño y compasión, no locura y autoridad como los de su padre. \ Sí nii-sama, vayamos a comer que tengo algo de hambre. / Respondió la joven con su tierna y dulce voz mientras observaba todo a su alrededor, la verdad es que pocas veces han visitado lugares como ese, lujos por todas partes, miraras a donde miraras verías ostentosos edificios llenos de colores y luces.
Les costó esfuerzo caminar por las abarrotadas calles de la ciudad, un mar de gente impedía el paso, entrando y saliendo de los casinos, donde el joven no quería entrar, al menos no antes de encontrar un buen lugar para comer tranquilamente con su hermana, sin que la gente se pusiera a pensar cosas equivocadas. Tras mucho caminar y evitar un grupo enorme de gente, lograron llegar a un local de apariencia agradable, donde entraron sin parar a pensar si habrían mesas libres.
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Edificios gigantescos, tanta luz en la noche que parecía día y, en mi opinión, exceso de población. Todo aquello era tan contrario al lugar en donde me críe y a todo lo que conocía que me resultaba incomodo estar allí. Estaba claro que ese no era mi lugar, entonces, ¿qué hacía allí? La verdad es que tenía entendido que aquel lugar era el idóneo para perder o doblar tu fortuna, y por una vez en mucho tiempo tenía lo suficiente como para llamar a mi dinero fortuna. Puede que la mejor idea fuese guardar el dinero, pero ya que pasaba por la isla.
Paseaba a lomos de Fausto cuando tras un suspiro me desplomé en su lomo y me queje del hambre que tenía. Me miró asqueado, pero a él también le rugió el estomago y seguimos adelante.
-Adelante compañero, que hoy cenaremos como grandes hombres- dije entusiasmado cuando Faustino me miró-.Bueno, tú como un gran caballo.
Tras un rato de andanza por aquellas lujosas calles Fausto se detuvo, pero yo seguí tumbado en su lomo hambriento. Al ver que no me movía violentamente me tiro al suelo. maldiciendo todo aquello que se me pasaba por la cabeza me levanté airado con la intención de darle un puñetazo. Alcé la vista y toda mi irá desapareció al ver grandes letras de neón: RESTAURANTE. Di un salto para ponerme en pie y me quite el polvo, le hice un gesto a mi compañero para que me siguiera y entré al lugar.
-Perdone caballero.- me miró el portero extrañado-. No se admiten animales.
-¿Cómo? Pero si come más que cualquiera de tus clientes, es dinero fácil.
-Pero... Aquí no hay comida de caballos
-Tranquilo, este come lo que sea.
La conversación continuó un rato más. El portero se forzaba a ser paciente ante mi intranquilo temperamento, pero no dejaba de insistir que era imposible entrar con el caballo, pero finalmente con un por favor y algo de dinero nos dejó entrar.
-Me debes 50 :berris2: maldito.- le reproche a Fausto
Al fin entramos en el restaurante. Una sala enorme con infinidad de mesas redondas vestidas con blancos manteles y llenas de gente. Al final del todo un enorme escenario donde una gran orquesta daba vida al lugar. Los camareros iban y venían de las cocinas a las mesas y sin chocarse, como si hubieran ensayado una coreografía. Era excesivamente increíble y grande.
-Vayamos a la barra.
Paseaba a lomos de Fausto cuando tras un suspiro me desplomé en su lomo y me queje del hambre que tenía. Me miró asqueado, pero a él también le rugió el estomago y seguimos adelante.
-Adelante compañero, que hoy cenaremos como grandes hombres- dije entusiasmado cuando Faustino me miró-.Bueno, tú como un gran caballo.
Tras un rato de andanza por aquellas lujosas calles Fausto se detuvo, pero yo seguí tumbado en su lomo hambriento. Al ver que no me movía violentamente me tiro al suelo. maldiciendo todo aquello que se me pasaba por la cabeza me levanté airado con la intención de darle un puñetazo. Alcé la vista y toda mi irá desapareció al ver grandes letras de neón: RESTAURANTE. Di un salto para ponerme en pie y me quite el polvo, le hice un gesto a mi compañero para que me siguiera y entré al lugar.
-Perdone caballero.- me miró el portero extrañado-. No se admiten animales.
-¿Cómo? Pero si come más que cualquiera de tus clientes, es dinero fácil.
-Pero... Aquí no hay comida de caballos
-Tranquilo, este come lo que sea.
La conversación continuó un rato más. El portero se forzaba a ser paciente ante mi intranquilo temperamento, pero no dejaba de insistir que era imposible entrar con el caballo, pero finalmente con un por favor y algo de dinero nos dejó entrar.
-Me debes 50 :berris2: maldito.- le reproche a Fausto
Al fin entramos en el restaurante. Una sala enorme con infinidad de mesas redondas vestidas con blancos manteles y llenas de gente. Al final del todo un enorme escenario donde una gran orquesta daba vida al lugar. Los camareros iban y venían de las cocinas a las mesas y sin chocarse, como si hubieran ensayado una coreografía. Era excesivamente increíble y grande.
-Vayamos a la barra.
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Cuando al fin encuentran una mesa libre los jóvenes son tachados de basura por un hombre, seguramente de alta cuna, que los ve pasar. Lo más probable es que la causa de dicha idea surja de los brazos del joven Hyuuga, que llaman demasiado la atención, y para alguien de alta posición, la cual tiene centenares de criados y guardias, le parece una aberración tener un brazo extraño, y si son los dos, todavía más. Pero Kurotabo apenas presta atención a esa clase de comentarios, desde la infancia sufre acoso por parte de su padre y compañeros, por ello no les da demasiada importancia. Pero sí que no tolera que metan a Mei en el mismo saco, ella es una joven dulce y amable, que no se merece ser tratada como basura. - No te preocupes Mei-chan, no dejes que esos comentarios influyan en ti, los que se dedican a hacerlos carecen de importancia para nosotros. - Dice Hyuuga al ver el rostro de su hermana, la tristeza y la frustración estaban a punto de controlar su expresión, y eso es algo que el joven científico jamás permitirá.
Sin importarle demasiado lo que pensaran los demás se sienta en la mesa junto a su hermana, la verdad es que mientras ella sea feliz poco le importa lo que digan. - La verdad es que quien más sufre debe de ser esa pobre niña, además de ser una de las niñas más toscas y carentes de elegancia que conozco tiene que aguantar que ese idiota la exhiba por ahí... - Se escucha en un momento en que las conversaciones habían bajado su volumen. Ante tales palabras Mei no aguanta y esconde su cabeza entre sus brazos, recostándose sobre la mesa. El emisor de tal frase se trata de un chico joven, aproximadamente de la edad de Hyuuga, sentado en una mesa con cubiertos de buena calidad y rodeado por un grupo de chicas.
- Será mejor que retires lo que acabas de decir, o tendremos ciertos asuntos que resolver. - Dice el joven mirando al chico con sus profundos ojos castaños. Cualquiera que haya visto esa mirada se arrepintió de lo que hizo casi al instante, pues la presencia y complexión del joven Hyuuga asusta de por si.
- ¿Y si no lo hago? Tengo dinero suficiente como para pagar a todo el local por burlarse de tu hermana y pegarte. Mi padre es el dueño de la mitad de estos locales, y ni las fuerzas del orden me molestan. - Dice el joven con voz altanera mientras dos de los gorilas se levantan con claros indicios de amenaza a Hyuuga.
- Bueno, por lo que dices tu padre es un mafioso, y por lo tanto no me causará problemas con las fuerzas del orden darte una lección de modales. Y dudo que nadie pegue a alguien que puede tumbar a los dos gorilas que acaban de amenazarme con su actitud. - Dice Kurotabo lanzando un haz de energía con su puño derecho al matón de la derecha, que cae inconsciente debido a la electricidad y al golpe de la caída.
Sin importarle demasiado lo que pensaran los demás se sienta en la mesa junto a su hermana, la verdad es que mientras ella sea feliz poco le importa lo que digan. - La verdad es que quien más sufre debe de ser esa pobre niña, además de ser una de las niñas más toscas y carentes de elegancia que conozco tiene que aguantar que ese idiota la exhiba por ahí... - Se escucha en un momento en que las conversaciones habían bajado su volumen. Ante tales palabras Mei no aguanta y esconde su cabeza entre sus brazos, recostándose sobre la mesa. El emisor de tal frase se trata de un chico joven, aproximadamente de la edad de Hyuuga, sentado en una mesa con cubiertos de buena calidad y rodeado por un grupo de chicas.
- Será mejor que retires lo que acabas de decir, o tendremos ciertos asuntos que resolver. - Dice el joven mirando al chico con sus profundos ojos castaños. Cualquiera que haya visto esa mirada se arrepintió de lo que hizo casi al instante, pues la presencia y complexión del joven Hyuuga asusta de por si.
- ¿Y si no lo hago? Tengo dinero suficiente como para pagar a todo el local por burlarse de tu hermana y pegarte. Mi padre es el dueño de la mitad de estos locales, y ni las fuerzas del orden me molestan. - Dice el joven con voz altanera mientras dos de los gorilas se levantan con claros indicios de amenaza a Hyuuga.
- Bueno, por lo que dices tu padre es un mafioso, y por lo tanto no me causará problemas con las fuerzas del orden darte una lección de modales. Y dudo que nadie pegue a alguien que puede tumbar a los dos gorilas que acaban de amenazarme con su actitud. - Dice Kurotabo lanzando un haz de energía con su puño derecho al matón de la derecha, que cae inconsciente debido a la electricidad y al golpe de la caída.
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Nos abrimos paso hasta llegar a la barra donde pedí algo de beber para mí y mi acompañante, lo suyo en cuenco por supuesto. Amablemente le agradecí al camarero que no pusiera pegas por el caballo y su manía de los cuencos. Faustino me miró y le comprendí perfectamente, me encontraba alegre y amable, actitudes poco comunes en mí. Era la música, Jazz creo, esa marcha, la voz del cantante, me ponían de buen humor. Moviendo la cabeza al ritmo de la música y dándole otro sorbo a mi copa me di la vuelta para fijarme un poco más donde me encontraba. Gente hablando, otros riendo, la gran mayoría bien vestidos y con pinta de importante. Al menos ese era el aspecto general.
Le di otro sorbo a la copa y regañe a Fausto por haberse bebido la suya tan rápido. "A partir de ahora solo agua" le dije ante su molesta mirada. Giré la cabeza pasando de él y casualmente me fije en un hombre que resaltaba por su tamaño y más aun por su particular brazo. El joven tenia cara de pocos amigos y parecía hablar con otro que estaba sentado en una mesa llena de jovencitas, a este ultimo si que se le veía más contento. La mirada del grandullón de brazo extraño se veía cada vez más oscura por lo que predije que no mantenía una buena relación con el putero. No me había fijado que a la conversación se unieron dos grandes matones que se dirigían al grandullón hasta que este alzó su enorme brazo hacía uno de estos. Del brazo salio una luz que se disparó hacía uno de los matones y lo abatió como si nada haciéndole caer inconsciente contra una mesa cercana. Las chicas que rodeaban al putero y los clientes cercanos se levantaron asustados. La música cesó y el putero mando relajar a todos y alzaba las manos en señal de calma.
-¡Qué continué la música!- gritó a los músicos -Este muchacho se ha propuesto destrozarme la noche. ¡Sacarlo de aquí!- No se si fue por su cara o por el tono que usaba, pero aquel tío no me terminaba de agradar.
Bajo sus ordenes unos cuantos clientes trajeados se levantaron de sus asientos armados con pistolas. Me recordó a un libro que leí sobre crimen organizado, pero aquel putero me resultaba muy joven para ser un jefe, quizás su hijo. El elegante grupo rodeó al grandullón mientras el local se iba vaciando viendo que se avecinaban y la música seguía sonando. Y yo que pensaba que lo más emocionante de las grandes ciudades era su moderno urbanismo tan innecesario. Y me senté en la barra.
-Ey tú- oí una voz a mis espaldas -. Deberías marcharte de aquí- me giré y vi al camarero agachado tras la barra.
-Nah... Prefiero ver quien destroza a quien: el grandullón mágico o los mafiosos.-
Al girarme de nuevo hacía el espectáculo me fijé en que entre todos se hallaba una joven, parecía una niña asustada. Eso no podía ser. Me levanté de la barra y antes de que empezara el jaleo me interpuse.
-Señores- interrumpí educadamente -No me interesa vuestra disputa, pero pediría amablemente alejar a la joven de la pelea.
-Perdona, ¿qué?- preguntó extrañado y gesticulando muy exageradamente -Parece que el samurai quiere salvar a su princesa.- y todos rieron -Ahora son dos-
-¡Cállate! Cada palabra que dices hace que me duela más la cabeza. Solo vengo a llevarme a una joven que no tiene nada que ver con vuestras idioteces.- me acerqué a la joven que parecía estar mal -¿te encuentras bien?
Le di otro sorbo a la copa y regañe a Fausto por haberse bebido la suya tan rápido. "A partir de ahora solo agua" le dije ante su molesta mirada. Giré la cabeza pasando de él y casualmente me fije en un hombre que resaltaba por su tamaño y más aun por su particular brazo. El joven tenia cara de pocos amigos y parecía hablar con otro que estaba sentado en una mesa llena de jovencitas, a este ultimo si que se le veía más contento. La mirada del grandullón de brazo extraño se veía cada vez más oscura por lo que predije que no mantenía una buena relación con el putero. No me había fijado que a la conversación se unieron dos grandes matones que se dirigían al grandullón hasta que este alzó su enorme brazo hacía uno de estos. Del brazo salio una luz que se disparó hacía uno de los matones y lo abatió como si nada haciéndole caer inconsciente contra una mesa cercana. Las chicas que rodeaban al putero y los clientes cercanos se levantaron asustados. La música cesó y el putero mando relajar a todos y alzaba las manos en señal de calma.
-¡Qué continué la música!- gritó a los músicos -Este muchacho se ha propuesto destrozarme la noche. ¡Sacarlo de aquí!- No se si fue por su cara o por el tono que usaba, pero aquel tío no me terminaba de agradar.
Bajo sus ordenes unos cuantos clientes trajeados se levantaron de sus asientos armados con pistolas. Me recordó a un libro que leí sobre crimen organizado, pero aquel putero me resultaba muy joven para ser un jefe, quizás su hijo. El elegante grupo rodeó al grandullón mientras el local se iba vaciando viendo que se avecinaban y la música seguía sonando. Y yo que pensaba que lo más emocionante de las grandes ciudades era su moderno urbanismo tan innecesario. Y me senté en la barra.
-Ey tú- oí una voz a mis espaldas -. Deberías marcharte de aquí- me giré y vi al camarero agachado tras la barra.
-Nah... Prefiero ver quien destroza a quien: el grandullón mágico o los mafiosos.-
Al girarme de nuevo hacía el espectáculo me fijé en que entre todos se hallaba una joven, parecía una niña asustada. Eso no podía ser. Me levanté de la barra y antes de que empezara el jaleo me interpuse.
-Señores- interrumpí educadamente -No me interesa vuestra disputa, pero pediría amablemente alejar a la joven de la pelea.
-Perdona, ¿qué?- preguntó extrañado y gesticulando muy exageradamente -Parece que el samurai quiere salvar a su princesa.- y todos rieron -Ahora son dos-
-¡Cállate! Cada palabra que dices hace que me duela más la cabeza. Solo vengo a llevarme a una joven que no tiene nada que ver con vuestras idioteces.- me acerqué a la joven que parecía estar mal -¿te encuentras bien?
Hyuuga Z. Kurotabo
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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El sonido del matón cayendo asustó a las jovencitas que salieron por patas de la mesa, la música se detuvo de pronto y el ambiente se volvió tenso, al menos, para los que no eran Hyuuga, que ya tenía la tensión puesta debido a la actitud chulesca del niñato que pretendía hacerse valer como un matón, cuando no era más que una sucia rata escondida tras varios matones que hacían de sus niñeras. Varios asientos suenan al ser arrastrados, todos tras las ordenes del niñito rico para que siga la música y echen a Hyuuga del lugar, tarea complicada y peligrosa para los que se hagan los valientes de intentar echarlo a la fuerza.
Una voz habla sobre una joven, seguramente sobre Mei, un hombre trata con ella mientras Kurotabo ve como varios de los clientes, seguramente esbirros del padre del crío, lo rodean con armas de fuego. Menudos valientes, en mayoría numérica y armados, aunque de poco les serviría.
- Algo molesta por los comentarios de ese niño rico, pero mi hermano se va a hacer cargo de ellos. - Responde Mei con voz quebrada, haciendo que la sangre de Hyuuga hierva aún más, y que el castigo a imponer por el joven sea aun más doloroso que si no hubiera escuchado eso.
- Realmente me basto yo para acabar con todos vosotros. Disculpe seño, ¿podría cuidar a mi hermanita en lo que termino aquí? Estos hombres necesitan aprender a no insultar a las personas indiscriminadamente, quizás acaben pagando caro su ofensa. - Dice el joven Kurotabo al chico de aspecto extraño que hablaba con Mei.
Pero por si acaso activa su ODDE, lo que hace que todo lo que hagan esos imbéciles sea más lento a su vista, por lo que podrá reaccionar mejor. Su prioridad sería proteger a su hermana, luego sería darle una lección al crío para que aprenda que por mucho dinero que tenga habrá gente que le pare los pies.
Unos pocos de esos hombres empiezan a disparar, Hyuuga desplega el escudo de su brazo derecho, protegiendo a Mei y a sí mismo de los disparos. Esos hombres comienzan a estrechar el círculo, una estrategia eficaz contra cualquiera que no tenga las capacidades de tumbar a gente con la facilidad que Kurotabo tumbó al matón de la mesa. Mientras sigue cubriendo su cuerpo y su hermana con el escudo libera una onda eléctrica a los que están en un arco de 130º delante de él, dicha descarga tiene una potencia de 150V, siendo trasmitida más fácilmente por el metal de las armas, causando entumencimiento y quemaduras, en las manos y daños severos en el sistema nervioso de los alcanzados debido al paso de tal corriente por su sistema nervioso.
Una voz habla sobre una joven, seguramente sobre Mei, un hombre trata con ella mientras Kurotabo ve como varios de los clientes, seguramente esbirros del padre del crío, lo rodean con armas de fuego. Menudos valientes, en mayoría numérica y armados, aunque de poco les serviría.
- Algo molesta por los comentarios de ese niño rico, pero mi hermano se va a hacer cargo de ellos. - Responde Mei con voz quebrada, haciendo que la sangre de Hyuuga hierva aún más, y que el castigo a imponer por el joven sea aun más doloroso que si no hubiera escuchado eso.
- Realmente me basto yo para acabar con todos vosotros. Disculpe seño, ¿podría cuidar a mi hermanita en lo que termino aquí? Estos hombres necesitan aprender a no insultar a las personas indiscriminadamente, quizás acaben pagando caro su ofensa. - Dice el joven Kurotabo al chico de aspecto extraño que hablaba con Mei.
Pero por si acaso activa su ODDE, lo que hace que todo lo que hagan esos imbéciles sea más lento a su vista, por lo que podrá reaccionar mejor. Su prioridad sería proteger a su hermana, luego sería darle una lección al crío para que aprenda que por mucho dinero que tenga habrá gente que le pare los pies.
Unos pocos de esos hombres empiezan a disparar, Hyuuga desplega el escudo de su brazo derecho, protegiendo a Mei y a sí mismo de los disparos. Esos hombres comienzan a estrechar el círculo, una estrategia eficaz contra cualquiera que no tenga las capacidades de tumbar a gente con la facilidad que Kurotabo tumbó al matón de la mesa. Mientras sigue cubriendo su cuerpo y su hermana con el escudo libera una onda eléctrica a los que están en un arco de 130º delante de él, dicha descarga tiene una potencia de 150V, siendo trasmitida más fácilmente por el metal de las armas, causando entumencimiento y quemaduras, en las manos y daños severos en el sistema nervioso de los alcanzados debido al paso de tal corriente por su sistema nervioso.
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