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Akuma no mi
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Un gran mar dorado lucia ante mí. Sentado desde lo alto del muro contemplaba el gran desierto, un paraje con el que antes solo podía soñar y ahora lo tenia prácticamente bajo mis pies. Y solo por él hice el viaje, había oído historias del desierto de Zábalam y por primera vez viajé a una isla sin más deseo que el pleno placer de contemplar algo. Ya atardecía y el sol se ocultaba entre las dunas, la noche estaba al llegar y con ella la hora de cenar por lo que bajé del muro y a paso tranquilo me encaminé hacía mi compañero. Una vez abajo hice un gesto a Faustino y con él a mi lado nos adentramos en la ciudad. Ya de noche y con las calles iluminadas vagamente con la luz que se escapaba de las casas y establecimientos, buscábamos un lugar donde comer y descansar, tarea difícil con el dinero que me quedaba tras el coste del viaje. Pero aun así, esperanzado saqué la bolsa con el dinero de mi chaqueta para contar mi fortuna, pero antes de desatar la cuerda un par de críos pasaron corriendo a mi lado y chocaron conmigo, al darme la vuelta para quejarme un tercer niño me quitó la bolsa de las manos y los tres escaparon como el viento.
Salí corriendo tras ellos muy enfurecido, Faustino no tardo en alcanzarme lo que aproveché para montar en él. Esta claro que un caballo es más veloz, pero esos ladrones conocían la ciudad y se metían por lugares por donde un caballo era más torpe. A punto de alcanzarlos giraron bruscamente por un callejón. Faustino no pudo predecir su movimiento a tiempo y pasó de largo, pero yo si que lo preví y justo a la altura del callejón salté de mi caballo y seguí tras ellos. El callejón acababa en un muro que dejaba como única salida la calle por donde entramos, sonreí pensando que ya los tenia pero pronto esa sonrisa se convirtió una vez más e una mueca de enfado al ver que se ayudaban entre ellos para escalar el muro. Cuando llegué ellos ya corrían por los tejados así que rápidamente salte e impulsándome con los pies en el muro me agarré de la cornisa y subí. Resulto sencillo dado que no era más alto que un piso.
La persecución continuó por los tejados, estos eran planos y se encontraban muy cercanos unos de otros lo que facilitaba la carrera. Tras tres edificios alcancé a los ladrones y un pequeño acelerón me bastó para coger a uno de esos ladronzuelos. Lo levante del suelo agarrándole por el cuello de su camiseta vieja y bastante sucia. Sus compañeros se detuvieron al ver que aprese a uno de ellos y me fije que tampoco tenían mejores pintas. No me gustaban los niños y menos aun que me robaran un dinero que tanto necesitaba, hace tiempo que la pobreza me seguía el paso. Pero vi a esos chavales en tal miseria que sorprendentemente me ablandé. Iba a soltarle cuando, a causa de mi despiste, los otros dos chavales se acercaron y uno me empujo mientras que el otro agarró al compañero que capturé. Perdí el equilibrio y caí del tejado. Supe que por la altura o moriría pero seria suficiente para hacerme mucho daño. Cerré los ojos preparado para el impacto, pero al caer note el suelo demasiado blando. Abrí los ojos y me encontré a Faustino que me empujaba con el morro, miré y vi que caí sobre un puesto de telas. Tuve una suerte de mil demonios.
-Maldita sea- dije a mi compañero mientras me levantaba -. Sera mejor que busquemos otra manera de descansar y comer algo.
Salí corriendo tras ellos muy enfurecido, Faustino no tardo en alcanzarme lo que aproveché para montar en él. Esta claro que un caballo es más veloz, pero esos ladrones conocían la ciudad y se metían por lugares por donde un caballo era más torpe. A punto de alcanzarlos giraron bruscamente por un callejón. Faustino no pudo predecir su movimiento a tiempo y pasó de largo, pero yo si que lo preví y justo a la altura del callejón salté de mi caballo y seguí tras ellos. El callejón acababa en un muro que dejaba como única salida la calle por donde entramos, sonreí pensando que ya los tenia pero pronto esa sonrisa se convirtió una vez más e una mueca de enfado al ver que se ayudaban entre ellos para escalar el muro. Cuando llegué ellos ya corrían por los tejados así que rápidamente salte e impulsándome con los pies en el muro me agarré de la cornisa y subí. Resulto sencillo dado que no era más alto que un piso.
La persecución continuó por los tejados, estos eran planos y se encontraban muy cercanos unos de otros lo que facilitaba la carrera. Tras tres edificios alcancé a los ladrones y un pequeño acelerón me bastó para coger a uno de esos ladronzuelos. Lo levante del suelo agarrándole por el cuello de su camiseta vieja y bastante sucia. Sus compañeros se detuvieron al ver que aprese a uno de ellos y me fije que tampoco tenían mejores pintas. No me gustaban los niños y menos aun que me robaran un dinero que tanto necesitaba, hace tiempo que la pobreza me seguía el paso. Pero vi a esos chavales en tal miseria que sorprendentemente me ablandé. Iba a soltarle cuando, a causa de mi despiste, los otros dos chavales se acercaron y uno me empujo mientras que el otro agarró al compañero que capturé. Perdí el equilibrio y caí del tejado. Supe que por la altura o moriría pero seria suficiente para hacerme mucho daño. Cerré los ojos preparado para el impacto, pero al caer note el suelo demasiado blando. Abrí los ojos y me encontré a Faustino que me empujaba con el morro, miré y vi que caí sobre un puesto de telas. Tuve una suerte de mil demonios.
-Maldita sea- dije a mi compañero mientras me levantaba -. Sera mejor que busquemos otra manera de descansar y comer algo.
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Me encontraba sentado en un pequeño tejado de la ciudad mirando cómo se extendía la misma en todas las direcciones, pudiendo ver claramente la forma que tomaba la ciudad. Estaba en una isla afiliada a la revolución, un lugar donde podía descansar y relajarme de todo lo que implica ser miembro de la revolución y olvidarme de los marines, o al menos eso se suponía. Mis ojos color miel brillan con los últimos rayos del sol que se está ocultando. Mientras mis oídos escuchaban todo lo que ocurría en la ciudad debido a un beneficio pasivo de mi akuma y podía saber si había algún conflicto o cualquier cosa. Era un anochecer tranquilo y pacífico, pero lamentablemente debía marchar pues si esperaba demasiado acabaría sin nada que poder llevarme a la boca para cenar.
Me levanté tranquilamente y seguí por los tejados por un tiempo, pues me encontraba en uno excesivamente alto como para bajarme. Saltaba por los tejados con extrema facilidad pues se encontraban muy cercanos unos de otros, y aprovechaba para ir bajando paulatinamente la altura de los edificios hasta llegar a uno lo suficientemente bajo como para poder saltar a la calle sin riesgo de dañarme. No tardé demasiado en encontrar un edificio con la altura deseada, por lo que de un salto bajé como si nada y comencé a caminar mientras me ponía una capucha de mi capa, la cual es de una tonalidad marrón clara.
Empecé a caminar por la ciudad tranquilamente buscando un lugar donde comer, y de mientras iba cogiendo alguna que otra cartera para poder pagarme un plato caliente y una habitación para dormir. En el tramo de calle que recorrí hasta la primera posada conseguí el suficiente dinero para una buena cena y una habitación cómoda donde dormir, incluso para pasar dos días sin salir de la posada. En el camino me escuché como alguien se quejaba de tener que buscar una forma de descansar y comer algo. Aparté parte del dinero en una pequeña bolsa y, cuando vi quien era el que decía eso le arrojé la bolsa a su lado y seguí caminando como si no estuviera involucrado con ello.
Me levanté tranquilamente y seguí por los tejados por un tiempo, pues me encontraba en uno excesivamente alto como para bajarme. Saltaba por los tejados con extrema facilidad pues se encontraban muy cercanos unos de otros, y aprovechaba para ir bajando paulatinamente la altura de los edificios hasta llegar a uno lo suficientemente bajo como para poder saltar a la calle sin riesgo de dañarme. No tardé demasiado en encontrar un edificio con la altura deseada, por lo que de un salto bajé como si nada y comencé a caminar mientras me ponía una capucha de mi capa, la cual es de una tonalidad marrón clara.
Empecé a caminar por la ciudad tranquilamente buscando un lugar donde comer, y de mientras iba cogiendo alguna que otra cartera para poder pagarme un plato caliente y una habitación para dormir. En el tramo de calle que recorrí hasta la primera posada conseguí el suficiente dinero para una buena cena y una habitación cómoda donde dormir, incluso para pasar dos días sin salir de la posada. En el camino me escuché como alguien se quejaba de tener que buscar una forma de descansar y comer algo. Aparté parte del dinero en una pequeña bolsa y, cuando vi quien era el que decía eso le arrojé la bolsa a su lado y seguí caminando como si no estuviera involucrado con ello.
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Quien hubiera visto a Faustino en aquel momento pensaría que tenia una cara rara pero yo ya conocía su gesto de burla, y es que desde que me levante tras aquella caída no dejó de reírse, no hasta que le recordé que el dinero que perdí también serbia para alimentarle a él. Ambos seguimos calle arriba con la cabeza hacia abajo, empecé a darle vueltas y pensar en aquellos críos. Cuando era más joven leí una serie de libros de unos jóvenes ladrones callejeros y me preguntaba si los niños que perseguí eran parte de un pequeño gremio al igual que los de la novela, un grupo de pillos de las calles que robaban por vivir y pertenecían a un mundo por debajo de esta ciudad. Pronto alejé la idea y todo lo relacionado con lo sucedido, me cabreaba haberme quedado en cero una vez más y cada vez era más habitual. Tenía que pensar en una forma de ganar dinero, buscar un trabajo o cualquier cosa que evitara morirme de hambre.
El hambre que tenía ya era tal que empecé a pensar en comer incluso de la basura o cualquier restos, esto me deprimía enormemente y más que tristeza sentía ira, ¿cómo había llegado hasta ese punto? Ya no era un trotamundos en busca de conocimiento, me convertí en vagabundo.
-Ya podrías pensar en algo para que podamos comer. Que también tienes que alimentarte maldito.- mi compañero cuadrúpedo me miró apenado y agachó la vista de nuevo -Solo bromeaba, encontraremos algo como siempre.- me disculpé pensando que le había herido los sentimientos. Al menos él no se había dejado robar.
En ese instante algo me golpeo el pecho y cayó al suelo. Para mi sorpresa lo que recogí fue una bolsa con monedas, pero lo que había pasado era imposible. Alce la mirada y vi a un hombre que acababa de pasar junto a mi y seguía calle arriba. Aceleré el ritmo llamando su atención hasta que me puse a su lado.
-Se le ha caído esto señ...- no terminé la frase al ver que se trataba de un crío, más o menos de mi altura y con una expresión muy joven. No digo que yo fuera todo un hombre, pero si estaba claro que le sacaba unos años. Hasta el momento que me quedé a medias me dirigí a él con un tono algo severo, la bolsa me golpeó el pecho, sabía que no se le había caído
El hambre que tenía ya era tal que empecé a pensar en comer incluso de la basura o cualquier restos, esto me deprimía enormemente y más que tristeza sentía ira, ¿cómo había llegado hasta ese punto? Ya no era un trotamundos en busca de conocimiento, me convertí en vagabundo.
-Ya podrías pensar en algo para que podamos comer. Que también tienes que alimentarte maldito.- mi compañero cuadrúpedo me miró apenado y agachó la vista de nuevo -Solo bromeaba, encontraremos algo como siempre.- me disculpé pensando que le había herido los sentimientos. Al menos él no se había dejado robar.
En ese instante algo me golpeo el pecho y cayó al suelo. Para mi sorpresa lo que recogí fue una bolsa con monedas, pero lo que había pasado era imposible. Alce la mirada y vi a un hombre que acababa de pasar junto a mi y seguía calle arriba. Aceleré el ritmo llamando su atención hasta que me puse a su lado.
-Se le ha caído esto señ...- no terminé la frase al ver que se trataba de un crío, más o menos de mi altura y con una expresión muy joven. No digo que yo fuera todo un hombre, pero si estaba claro que le sacaba unos años. Hasta el momento que me quedé a medias me dirigí a él con un tono algo severo, la bolsa me golpeó el pecho, sabía que no se le había caído
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Tras dejarle unas monedas a ese pobre desgraciado seguí caminando tranquilamente, sin dejar de prestar atención a las personas que me rodean pues en una ciudad con mucha gente no es raro que aparezcan carteristas. No quería gratitud por parte del sujeto al que ayudé ni reconocimiento, simplemente no quería ignorar a los necesitados como lo hacen la mayoría de los nobles, altos cargos y gente de éxito en general. En mi mente por el momento solo se encuentra el encontrar una posada tranquila donde descansar y pasar desapercibido tranquilamente hasta que me llegara una misión o se me acabara el dinero.
De normal entraría en cualquier lado transformado en zorro y me quedaría a dormir gratis, pero ya que había podido reunir dinero aprovecharía para poder tener una comida en condiciones en lugar de rebuscar por algo de comer a escondidas. De pronto noté un olor que no paraba de acercarse, algo que al principio no me molestaba, pero al ver que no se alejaba o detenía empezó a molestarme y hacerme desconfiar. De pronto escuché una voz empezando a hablare antes de parar a mitad de frase, algo que me hizo girar y ver que se trataba del sujeto al que había ayudado antes. Suspiré ligeramente y dije
>> ¿Se le ofrece algo? <<
No me detuve para hablarle ni tampoco le mantuve la mirada mucho rato, simplemente seguí caminando y ya él sería quien trataría de contestar o simplemente se iría por su camino.
De normal entraría en cualquier lado transformado en zorro y me quedaría a dormir gratis, pero ya que había podido reunir dinero aprovecharía para poder tener una comida en condiciones en lugar de rebuscar por algo de comer a escondidas. De pronto noté un olor que no paraba de acercarse, algo que al principio no me molestaba, pero al ver que no se alejaba o detenía empezó a molestarme y hacerme desconfiar. De pronto escuché una voz empezando a hablare antes de parar a mitad de frase, algo que me hizo girar y ver que se trataba del sujeto al que había ayudado antes. Suspiré ligeramente y dije
>> ¿Se le ofrece algo? <<
No me detuve para hablarle ni tampoco le mantuve la mirada mucho rato, simplemente seguí caminando y ya él sería quien trataría de contestar o simplemente se iría por su camino.
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Una pregunta corta y siguió caminando como si la cosa no fuese con él. El choque de su edad se me había pasado y antes de que se alejara más di un par de pasos largos y le cogí del hombro
-Gracias, pero no necesito limosna de nadie- dije con dureza y poniendo la bolsa en su pecho. Esperaría a que la cogiese sino, soltaría y me marcharía calle arriba no muy contento.
Técnicamente me encuentro en estas condiciones por mis propios deseos. Dejé la buena vida atrás y me lancé a la aventura aun conociendo las consecuencias. Por esa decisión propia es por lo que no puedo aceptar depender de la limosna de nadie. Me enseñaron a ganarse las cosas y se que es extraño decirlo cuando llevo unos días pésimos. Esta situación me hizo pensar en que debía trabajar en algo, debía buscarme la vida de alguna manera. Mi objetivo en este viaje es ver la vida fuera de mi isla, hacer algo de verdad y no morirme en un callejón oscuro
-Gracias, pero no necesito limosna de nadie- dije con dureza y poniendo la bolsa en su pecho. Esperaría a que la cogiese sino, soltaría y me marcharía calle arriba no muy contento.
Técnicamente me encuentro en estas condiciones por mis propios deseos. Dejé la buena vida atrás y me lancé a la aventura aun conociendo las consecuencias. Por esa decisión propia es por lo que no puedo aceptar depender de la limosna de nadie. Me enseñaron a ganarse las cosas y se que es extraño decirlo cuando llevo unos días pésimos. Esta situación me hizo pensar en que debía trabajar en algo, debía buscarme la vida de alguna manera. Mi objetivo en este viaje es ver la vida fuera de mi isla, hacer algo de verdad y no morirme en un callejón oscuro
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Al parecer al sujeto no le agradó el hecho de que le echara una mano, creyendo que era simple limosna, puesto que me siguió y me detuvo para así confirmármelo. Suspiré y me detuve para mirar detenidamente al sujeto que parecía confundir las cosas. Al hacerlo vi a un sujeto si no era de mi edad tampoco era mucho mayor, pero eso no era relevante, sino que parecía ir acompañado de un caballo, algo poco común, pero nada extraordinario. Miré fijamente al sujeto y le dije
>>Parece que estás confundiendo las cosas. Simplemente arrojé lo que me sobraba a un callejón sin mirar pues no me gusta llevar mucho dinero encima. Si te ha caído encima no es cosa mía. Además, ese estúpido orgullo te matará algún día.<<
Mi mirada era más seria de lo normal ya que no había nada que me molestara más que el hecho de que una persona se negara a ser ayudada por orgullo o tonterías similares. Ahora no me movería hasta ver que el sujeto comprendía la situación y antes de callarme le dije
>>Y no pienso aceptar el dinero de vuelta.<<
>>Parece que estás confundiendo las cosas. Simplemente arrojé lo que me sobraba a un callejón sin mirar pues no me gusta llevar mucho dinero encima. Si te ha caído encima no es cosa mía. Además, ese estúpido orgullo te matará algún día.<<
Mi mirada era más seria de lo normal ya que no había nada que me molestara más que el hecho de que una persona se negara a ser ayudada por orgullo o tonterías similares. Ahora no me movería hasta ver que el sujeto comprendía la situación y antes de callarme le dije
>>Y no pienso aceptar el dinero de vuelta.<<
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El chico le dio la vuelta a la situación, simple suerte fue lo que arrojó la bolsa a mis manos, o eso me dio a entender. Habló de mir orgullo, el cual podría matarme según él y sin duda dejo claro que no deseaba el dinero.
-No eres el primero que me lo dice, mis hermanos me advertían de ello, pero no consiento faltas de respeto ni menosprecio. Al parecer lo tuyo no fue pena sino casualidad, pero desde mi punto de vista es limosna y no la quiero.- miré a un lado y al otro y vi a alguien que pasaba cerca. -la suerte le sonríe caballero, tome esta bolsa de dinero y cene caliente por los dos.- o pretendía hacer una buena acción, ni mucho menos, tan solo deshacerme de ese dinero que ninguno queríamos.
-Ahora ambos hemos hecho una buena acción.- comente con una ligera sonrisa -Si he de ganar dinero no será mas que por merito propio o trabajo. Así que si no tiene un trabajo- sonreí de nuevo -será mejor que me marche.-
Eso hice me di media vuelta y calle arriba junto a Faustino. Podría haber parecido lo contrario dada mi actitud, pero he de confesar que aquel chaval me agradó por su comportamiento afable. No ande muchos metros cuando frente a mi apareció un hombre seguido de tres marines que se dirigían en dirección contraria a la que yo iba
-Aquel tipo señores- dijo el hombre a los marines. Miré y señalaba al joven afable. -El me robó, ¡estoy seguro!
-No eres el primero que me lo dice, mis hermanos me advertían de ello, pero no consiento faltas de respeto ni menosprecio. Al parecer lo tuyo no fue pena sino casualidad, pero desde mi punto de vista es limosna y no la quiero.- miré a un lado y al otro y vi a alguien que pasaba cerca. -la suerte le sonríe caballero, tome esta bolsa de dinero y cene caliente por los dos.- o pretendía hacer una buena acción, ni mucho menos, tan solo deshacerme de ese dinero que ninguno queríamos.
-Ahora ambos hemos hecho una buena acción.- comente con una ligera sonrisa -Si he de ganar dinero no será mas que por merito propio o trabajo. Así que si no tiene un trabajo- sonreí de nuevo -será mejor que me marche.-
Eso hice me di media vuelta y calle arriba junto a Faustino. Podría haber parecido lo contrario dada mi actitud, pero he de confesar que aquel chaval me agradó por su comportamiento afable. No ande muchos metros cuando frente a mi apareció un hombre seguido de tres marines que se dirigían en dirección contraria a la que yo iba
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