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Las olas rompen contra la solitaria costa, la arena, de grano grueso y grisáceo cruje con tus pasos. La visión de la isla es poco más que desalentadora, con un cielo nublado y un denso bosque de pinos delante tuyo. La única sensación que te comunica una vez te adentras es simple y absoluta soledad.
Tu camino te ha traído a este bosque, en busca de Mihasy, ya lo has dejado pasar durante mucho tiempo, es la hora de que le pares los pies. Curiosamente no se ha sabido nada de él desde hace tiempo, las últimas noticias que tuviste de él fue antes del suceso de Mariejoa, tras eso silencio... Algunos dicen que murió, otros que se dejó a sus gustos y vicios más oscuros, permaneciendo en las sombras desde entonces. Esta es la última isla en la cual se tiene constancia de su presencia y, la verdad, pega mucho con su leyenda.
Tu instinto te dice que llevas cerca de un par de horas caminando, pero tras las copas de los árboles y las nubes no puedes estar seguro al no tener el sol como referencia. Por fin, tras pasar unas rocas que flanquean lo más parecido a un sendero que has podido encontrar, puedes presenciar el valle de la isla. Una gran extensión de terreno cubierta por una niebla perpetua, una en la cual nadie se atreve a aventurarse.
En fin. ¿Qué haces? Esa niebla parece un buen lugar para esconderse, pero no tienes a nadie para discutirlo, estás tú y el silencio.
Tu camino te ha traído a este bosque, en busca de Mihasy, ya lo has dejado pasar durante mucho tiempo, es la hora de que le pares los pies. Curiosamente no se ha sabido nada de él desde hace tiempo, las últimas noticias que tuviste de él fue antes del suceso de Mariejoa, tras eso silencio... Algunos dicen que murió, otros que se dejó a sus gustos y vicios más oscuros, permaneciendo en las sombras desde entonces. Esta es la última isla en la cual se tiene constancia de su presencia y, la verdad, pega mucho con su leyenda.
Tu instinto te dice que llevas cerca de un par de horas caminando, pero tras las copas de los árboles y las nubes no puedes estar seguro al no tener el sol como referencia. Por fin, tras pasar unas rocas que flanquean lo más parecido a un sendero que has podido encontrar, puedes presenciar el valle de la isla. Una gran extensión de terreno cubierta por una niebla perpetua, una en la cual nadie se atreve a aventurarse.
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El sabor del atún Peludo que Al le había recomendado mientras le forjaba las espadas estaba delicioso. El punto de sal era perfecto, el aceite no se hacía pesado. La textura era algo indescriptible, llevaba un par de horas caminando y tenía que alimentarse bien. La energía era una parte importante de su dieta. Antes de ir se había alimentado de arroz con queso fundido. También había ido al baño, bebido agua, y descansado bastante. Unas diez horas durmió, por lo que estaba en condiciones perfectas para combatir. Demasiado tiempo se le había resistido ya el maldito yonkou y eso iba a terminarse. Eliminaría a aquella escoria de la humanidad y daría un punto y final a su tiranía. De hecho, pensaba enviarle a Al el cuerpo. Quizá como pequeña burla o como advertencia a la marina de que alguien estaba haciendo el trabajo que ellos deberían.
El equipo que Krauser llevaba para la ocasión era su preciosa coraza, sus guanteletes especiales, su espadón a la espalda, los machetes en su lado derecho de la cintura, la escopeta al lado izquierdo, la beretta 92 en la rodilla, la pistola de bengalas en una funda pegada a la espinilla izquierda, el hilo de piano en el bolsillo. Su lentilla también estaba lista en su ojo y su ilusión por aplastar a aquel canalla era enorme. Lo primero que hizo cuando vio toda aquella niebla fue fundirse con ella. Lo único que podía verse era un espadón volando y un machete pegado a unos centímetros más abajo. También una especie de mano que agarraba el arma. Era una forma rara de moverse, pero de aquella forma hacía menos ruido del necesario. Activó su haki de observación extendiéndolo todo lo posible y mantuvo una mirada seria.
- Bueno, colega. La caza va a empezar… Si te pillo te voy a dar hostias de dos en dos hasta que salgan impares. – Su tono fue incluso amenazante, aunque estaba solo por el momento.
El demonio continuó avanzando dejando la lata de atún vacía tirada en el suelo. Si alguien la veía, sería bonito que supieran que un amante del atún andaba por la zona. Debía quedarse con la isla de paso, sería un buen punto para tener de base en el Nuevo Mundo. Baltigo estaba bien, pero quería algo para él y la Quimera. Continuó avanzando tranquilamente mientras trataba de descubrir lo antes posible el aura de alguna persona. Con ese punto podría seguir con su caza personal.
El equipo que Krauser llevaba para la ocasión era su preciosa coraza, sus guanteletes especiales, su espadón a la espalda, los machetes en su lado derecho de la cintura, la escopeta al lado izquierdo, la beretta 92 en la rodilla, la pistola de bengalas en una funda pegada a la espinilla izquierda, el hilo de piano en el bolsillo. Su lentilla también estaba lista en su ojo y su ilusión por aplastar a aquel canalla era enorme. Lo primero que hizo cuando vio toda aquella niebla fue fundirse con ella. Lo único que podía verse era un espadón volando y un machete pegado a unos centímetros más abajo. También una especie de mano que agarraba el arma. Era una forma rara de moverse, pero de aquella forma hacía menos ruido del necesario. Activó su haki de observación extendiéndolo todo lo posible y mantuvo una mirada seria.
- Bueno, colega. La caza va a empezar… Si te pillo te voy a dar hostias de dos en dos hasta que salgan impares. – Su tono fue incluso amenazante, aunque estaba solo por el momento.
El demonio continuó avanzando dejando la lata de atún vacía tirada en el suelo. Si alguien la veía, sería bonito que supieran que un amante del atún andaba por la zona. Debía quedarse con la isla de paso, sería un buen punto para tener de base en el Nuevo Mundo. Baltigo estaba bien, pero quería algo para él y la Quimera. Continuó avanzando tranquilamente mientras trataba de descubrir lo antes posible el aura de alguna persona. Con ese punto podría seguir con su caza personal.
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Avanzas por la niebla... o entre ella... o a través de ella, tu sabes mejor que yo como te desplazas exactamente. Al principio piensas que vas distraído o que el atún te ha sentado mal, pero con tu mantra no notas nada, en absoluto. Dentro de esa niebla no hay nada consciente, o no parece haberlo. Avanzas sigilosamente entre los árboles y por fin divisas algo que no es una planta. Es el cuerpo de una especie de insecto, o una araña extraña, está descuartizado con tajos limpios. No es el único, a partir de ahí los cadáveres de monstruos se vuelven parte normal del paisaje, algunos más recientes, otros casi completamente descompuestos. Al principio sólo son de aspecto insectoide como arañas o mosquitos, pero luego adquieren un aspecto más "humano"
Avanzas en dirección a lo que parece el centro de la niebla, la parte más baja del valle. En medio de tu camino te encuentras una extraña colina, pero las colinas no tienen pinzas ni tentáculos que tu sepas. Es el cadáver de uno de los gigantescos habitantes de la isla, un depredador del cual se sabe bastante poco, y por lo que ves no crees que se vaya a saber mucho más de él. Su caparazón está plagado de profundos tajos, no sabes si fueron necesarios para matarlo o el autor de la masacre simplemente se ensañó con el cuerpo, lo único claro es que desprende un hedor nauseabundo.
Tras pasar esa inquietante escena tu mantra detecta algo. Una presencia muy leve, casi imperceptible. No sólo parece distante sino que también aletargada, sin dar ningún signo claro de tener una intención concreta. La presencia proviene del interior de una cueva y, sorpresa sorpresa, la entrada está regada por sangre (no se sabe si humana o no) y vísceras de algo o alguien. La roca está plagada de tajos por toda la amplitud del arco de entrada que abarca fácilmente sus 4 metros de altura. La vegetación ha reclamado la estructura hasta tal punto que no alcanzas a ver si esa cueva es natural o la ha creado e hombre, pero dentro hay luz, la luz de antorchas mortecinas que le dan a la estancia un tono rojo anaranjado.
Es un buen lugar para empezar a buscar ¿No crees?
Avanzas en dirección a lo que parece el centro de la niebla, la parte más baja del valle. En medio de tu camino te encuentras una extraña colina, pero las colinas no tienen pinzas ni tentáculos que tu sepas. Es el cadáver de uno de los gigantescos habitantes de la isla, un depredador del cual se sabe bastante poco, y por lo que ves no crees que se vaya a saber mucho más de él. Su caparazón está plagado de profundos tajos, no sabes si fueron necesarios para matarlo o el autor de la masacre simplemente se ensañó con el cuerpo, lo único claro es que desprende un hedor nauseabundo.
Tras pasar esa inquietante escena tu mantra detecta algo. Una presencia muy leve, casi imperceptible. No sólo parece distante sino que también aletargada, sin dar ningún signo claro de tener una intención concreta. La presencia proviene del interior de una cueva y, sorpresa sorpresa, la entrada está regada por sangre (no se sabe si humana o no) y vísceras de algo o alguien. La roca está plagada de tajos por toda la amplitud del arco de entrada que abarca fácilmente sus 4 metros de altura. La vegetación ha reclamado la estructura hasta tal punto que no alcanzas a ver si esa cueva es natural o la ha creado e hombre, pero dentro hay luz, la luz de antorchas mortecinas que le dan a la estancia un tono rojo anaranjado.
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Krauser volvió a la forma humana solo para aterrizar en el suelo y mirar con curiosidad aquellos seres. Parecían insectos de tamaño anormal y todos estaban hechos pedazos. Los cortes se notaban hechos por el hombre, demasiado limpios. Podían ser de una katana, una daga, una espada o cualquier arma de filo con un dueño lo bastante hábil para usarla. Algo olía demasiado sospechoso y teniendo en cuenta a quien buscaba, todo estaba siendo perfecto. Lejos de quedarse a mirar, continuó avanzando despacio con la mirada al frente y el ceño fruncido. No es que fuera gran amante de los insectos, pero aquello parecía algo más de disfrute que de supervivencia. No iba a dejar que ese payaso continuase liándola por ahí de la forma que le diese la gana.
- Me cago en…
Fueron sus palabras al ver aquel pedazo de monstruo allí tirado con tantos tajos. Era una escena macabra y no tardó en chasquear su lengua. Lo siguiente que notó fue una presencia algo débil. Si era algún herido, su deber era ayudarlo cuanto antes. Empezó a correr por el sitio con la mirada en el frente. En poco tiempo llegó a la entrada de una cueva. La sangre en la entrada le hizo ladear un poco la cabeza. Aquello podía ser algo terrible o algo hermoso, pero esperaba que fuese lo primero. No quería haber viajado allí para nada. Acarició con la mano y se impregnó la mano de sangre. La necesitaría más tarde seguramente.
No se había llevado a ningún miembro de la Quimera, pues sabía que ninguno estaba al nivel de Mihasy. Tal vez Dranser podía hacerle frente, pero el resto era imposible. Aquello era algo que tenía que hacer él solo. Entró en la cueva y tomó una de las antorchas. Una vez lo hizo empezó a avanzar con una expresión seria. Continuaba pensando que aquello estaba siendo muy raro. Incluso había sentido algo de pena del enorme monstruo con tentáculos. Últimamente estaba demasiado blando, pero no lo suficiente para echarle los dientes abajo a aquel maldito emperador de la piratería.
- Vamos…
Miraba alrededor de vez en cuando y continuaba siguiendo aquella aura. Tenía que llegar cuanto antes a su dueño y esperaba que fuera su objetivo. Aunque era demasiado baja y pensaba que no sería posible. Igualmente, si era un ciudadano y podía obtener algo de información no iba a quejarse.
- Y por cosas como estas debería quedarme en Baltigo o Síderos… Seguro que Arthur está comiéndose un bocadillo de paté de gato, o Lauret unos pipas de girasol…
- Me cago en…
Fueron sus palabras al ver aquel pedazo de monstruo allí tirado con tantos tajos. Era una escena macabra y no tardó en chasquear su lengua. Lo siguiente que notó fue una presencia algo débil. Si era algún herido, su deber era ayudarlo cuanto antes. Empezó a correr por el sitio con la mirada en el frente. En poco tiempo llegó a la entrada de una cueva. La sangre en la entrada le hizo ladear un poco la cabeza. Aquello podía ser algo terrible o algo hermoso, pero esperaba que fuese lo primero. No quería haber viajado allí para nada. Acarició con la mano y se impregnó la mano de sangre. La necesitaría más tarde seguramente.
No se había llevado a ningún miembro de la Quimera, pues sabía que ninguno estaba al nivel de Mihasy. Tal vez Dranser podía hacerle frente, pero el resto era imposible. Aquello era algo que tenía que hacer él solo. Entró en la cueva y tomó una de las antorchas. Una vez lo hizo empezó a avanzar con una expresión seria. Continuaba pensando que aquello estaba siendo muy raro. Incluso había sentido algo de pena del enorme monstruo con tentáculos. Últimamente estaba demasiado blando, pero no lo suficiente para echarle los dientes abajo a aquel maldito emperador de la piratería.
- Vamos…
Miraba alrededor de vez en cuando y continuaba siguiendo aquella aura. Tenía que llegar cuanto antes a su dueño y esperaba que fuera su objetivo. Aunque era demasiado baja y pensaba que no sería posible. Igualmente, si era un ciudadano y podía obtener algo de información no iba a quejarse.
- Y por cosas como estas debería quedarme en Baltigo o Síderos… Seguro que Arthur está comiéndose un bocadillo de paté de gato, o Lauret unos pipas de girasol…
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El pasillo se prolonga durante unas decenas de metros. Tras eso se abre a una gran galería de quince metros de alto con dos filas de pilares de casi dos metros de grosor. La decoración de las paredes es casi inexistente, aunque todavía se pueden distinguir algunos grabados y motivos lineales en la vieja piedra. La luz a duras penas llega al techo pero puedes distinguir las raíces de las plantas de las superficie que han emergido de la bóveda, algunas incluso aferrándose a los pilares para llegar al suelo. A pesar de los rastros que has visto no huele mucho a sangre, más bien a humedad. Por los lados de la galería, entre pilares puedes ver accesos a otras estancias y pasillos, algunas tapadas por escombros, pero ninguna parece tener luz en el interior, excepto una al fondo.
Si te asomas, al otro lado podrás ver una sala algo más pequeña, iluminada por antorchas de luz más rojiza si cabe. A diferencia de la otra esta posee los pilares incrustados en los muros, es de planta rectangular y acaba en una tarima de piedra que se eleva del suelo por a penas tres escalones. Sobre esta tarima vagamente iluminada por velas se encuentra un sencillo trono de piedra, en el cual descansa una figura humana, sus codos están apoyados en los reposa-brazos con las manos entrelazadas delante de la cara, está cabizbajo y, por lo que notas con tu mantra en una especie de letargo. Su cabello es largo y sus ropas están raídas y sucias por lo que, desde la entrada y con la poca luz que hay no te da para reconocerlo.
El suelo de la sala está en peor estado que la galería anterior, las losas de granito están rotas y hay algunos escombros del techo. Las raíces que emergen del techo parecen descender por las paredes para hundirse en el pavimento. Cuando tus ojos se acostumbran a la iluminación te das cuenta de un detalle. El suelo está plagado de cuerpos de hombres. No parecen haber muerto hace poco, algunos, de hecho son esqueletos. Sus ropas están prácticamente podridas por la humedad, sin dejar ningún rastro ni signo que delate quienes son a primera vista.
Esta es la escena que te encuentras dentro ¿Qué harás? La persona del trono parece viva según tu mantra pero ¿Será a quien buscas?
Si te asomas, al otro lado podrás ver una sala algo más pequeña, iluminada por antorchas de luz más rojiza si cabe. A diferencia de la otra esta posee los pilares incrustados en los muros, es de planta rectangular y acaba en una tarima de piedra que se eleva del suelo por a penas tres escalones. Sobre esta tarima vagamente iluminada por velas se encuentra un sencillo trono de piedra, en el cual descansa una figura humana, sus codos están apoyados en los reposa-brazos con las manos entrelazadas delante de la cara, está cabizbajo y, por lo que notas con tu mantra en una especie de letargo. Su cabello es largo y sus ropas están raídas y sucias por lo que, desde la entrada y con la poca luz que hay no te da para reconocerlo.
El suelo de la sala está en peor estado que la galería anterior, las losas de granito están rotas y hay algunos escombros del techo. Las raíces que emergen del techo parecen descender por las paredes para hundirse en el pavimento. Cuando tus ojos se acostumbran a la iluminación te das cuenta de un detalle. El suelo está plagado de cuerpos de hombres. No parecen haber muerto hace poco, algunos, de hecho son esqueletos. Sus ropas están prácticamente podridas por la humedad, sin dejar ningún rastro ni signo que delate quienes son a primera vista.
Esta es la escena que te encuentras dentro ¿Qué harás? La persona del trono parece viva según tu mantra pero ¿Será a quien buscas?
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A medida que el demonio iba avanzando observaba todo a su alrededor. La cueva parecía ser bastante vieja y los distintos muros, raíces y paredes lo indicaban. El asesino tenía conocimientos sobre arqueología, en el tema de las trampas sobre todo. Por lo que avanzaba despacio y echándole un ojo a todo. Se alegraba enormemente de haber ido solo. Si ocurría un derrumbamiento o algo por el estilo tendría que usar su poder de logia para librarse. El resto de sus hombres habrían sido aplastados. Tal vez Osu habría podido hacer algo, pero no iba a arriesgar su vida nunca. Él estaría ahora tirado en algún sitio comiendo patatas fritas. Putos miembros de la Quimera, vivían como reyes y eso era un hecho.
El demonio entró finalmente a una enorme galería llena de columnas y lo primero en lo que se fijó fue en el trono. Su mantra se centró en aquella persona y pudo ver vida en su interior. No recordaba muy bien el aura del asesino, pero algo le decía que no era él. Avanzó despacio pisando con cuidado le granito del suelo y algunos escombros y finalmente se plantó frente al tipo del trono. El ex marine entonces soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos se mantuvo callado. Echó un vistazo a los cuerpos de la zona y negó un poco. Muchos esqueletos había en aquella zona. Igualmente, era el momento de la verdad, por lo que iría con todo desde el primer momento.
- Mi nombre es Krauser K. Redfield. Soy Oficial de las fuerzas revolucionarias. He venido a esta cueva buscando a un sujeto con cara de loco y una espada. Responde al hombre de Mihasy, emperador de la piratería. Puedo notar vida en usted ¿Puede oírme? ¿Sabe algo que pueda ayudarme? – Le miró tras unos momentos.
Sabía que toda aquella información le daría igual a aquella persona, pero Krauser le gustaba dejar claro a quién se enfrentaban sus oponentes. Si ese tipo era peligroso tendría el aviso dado. Esperaba poder recaudar algo de información sobre su objetivo. El mero hecho de que hubiese cuerpos de insectos gigantes y ahora aquel tipo… Tal vez no tenía nada que ver. Igualmente, se mantuvo alerta en todo momento con el mantra bien distribuido por la zona. Notó un ligero escalofrío, pero no le hizo caso.
- No me esperaba una isla tan… Fantasmagórica. Igualmente, ¿qué son todos estos cuerpos? Este sitio parece una maldita pesadilla. – Mencionó con un tono de voz calmado.
El demonio entró finalmente a una enorme galería llena de columnas y lo primero en lo que se fijó fue en el trono. Su mantra se centró en aquella persona y pudo ver vida en su interior. No recordaba muy bien el aura del asesino, pero algo le decía que no era él. Avanzó despacio pisando con cuidado le granito del suelo y algunos escombros y finalmente se plantó frente al tipo del trono. El ex marine entonces soltó un pequeño suspiro y después de unos momentos se mantuvo callado. Echó un vistazo a los cuerpos de la zona y negó un poco. Muchos esqueletos había en aquella zona. Igualmente, era el momento de la verdad, por lo que iría con todo desde el primer momento.
- Mi nombre es Krauser K. Redfield. Soy Oficial de las fuerzas revolucionarias. He venido a esta cueva buscando a un sujeto con cara de loco y una espada. Responde al hombre de Mihasy, emperador de la piratería. Puedo notar vida en usted ¿Puede oírme? ¿Sabe algo que pueda ayudarme? – Le miró tras unos momentos.
Sabía que toda aquella información le daría igual a aquella persona, pero Krauser le gustaba dejar claro a quién se enfrentaban sus oponentes. Si ese tipo era peligroso tendría el aviso dado. Esperaba poder recaudar algo de información sobre su objetivo. El mero hecho de que hubiese cuerpos de insectos gigantes y ahora aquel tipo… Tal vez no tenía nada que ver. Igualmente, se mantuvo alerta en todo momento con el mantra bien distribuido por la zona. Notó un ligero escalofrío, pero no le hizo caso.
- No me esperaba una isla tan… Fantasmagórica. Igualmente, ¿qué son todos estos cuerpos? Este sitio parece una maldita pesadilla. – Mencionó con un tono de voz calmado.
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- Pesadilla ¿eh?... Si alguien como tú usa ese término para referirse a este lugar significa que estoy haciendo bien mi trabajo.
¿De donde ha venido esa voz? No parece salir del hombre que tienes delante. Viene del techo, del suelo, de las paredes, de todas partes y de ninguna, casi como si estuviese en tu cabeza. Notas un escalofrío en todo el cuerpo y tu mantra nota otra presencia, enorme, sobrecogedora, primigenia y... maligna, pero no sabes de donde viene, al igual que la voz está por todas partes.
De pronto te da la impresión de que la sala se ha vuelto más siniestra si cabe, la luz rojiza que ilumina los muros hace parecer que están manchados con sangre fresca y un hedor a muerte te provoca náuseas que están a punto de hacerte vomitar. Hay algo en esa sala, algo que no es normal.
- Mihasy... si. Conozco muy bien a ese hombre. Tantos años juntos, tantas experiencias vividas, cada vez que mataba ambos sentíamos el éxtasis de segar una vida. Pero con cada muerte yo me acercaba mas y mas, poco a poco y sin que se diera cuenta. Antes de que quisiera pensar en ello no sabía ni por qué lo hacía, entregado a sus vicios fui arrancando pedacitos de su alma. ¿Sabes la delicia que es ver la cara de alguien que lo ha tenido todo darse cuenta de que ya no tiene el control? La exquisita expresión de desesperación de un emperador convertido en prisionero de su cuerpo. - La voz parece deleitarse con cada palabra que cuenta antes de hacer una pausa. - Pero no todos los miembros de su tripulación eran descerebrados. Mientras estaba ocupado con una de las matanzas más divertidas que jamás he llevado a cabo tomaron todos y cada uno de los barcos, dejándome en esta isla. Así que con el tiempo me fui quedando sin cosas que matar y... aquí estoy. ¿Buscas a Mihasy? Aquí lo tienes, bueno, lo que queda de él.
Detrás de ti escuchas como varios cuerpos son desplazados, casi al instante una espada vuela a escasos centímetros de tu cabeza para clavarse en el pecho del hombre del trono. El impacto hace que separe las manos y levante la cabeza. Está bastante desmejorado pero no hay duda, es Mihasy, pero su cara tiene un aspecto decrépito con una sonrisa demente que llega a ser antinatural, los ojos como dos lagos negros sin vida y su pelo blanquecino, como el de un anciano. Pero incluso tras eso, sigue con vida, sigue aletargado y no parece que su presencia se debilite.
- Sabes, este cuerpo se está debilitando, ya no es lo que era. - Dice la voz con la boca de Mihasy - Has traído un barco ¿no? Te propongo un trato. Empuña la espada, se mi nuevo portador y obtendrás un poder sin igual, sólo pido que me saques de aquí y que me alimentes... no pido mucho, un par de vidas al mes, no me importa de quienes ni porqué, sólo que vivas el momento en el que los mates. - Sus palabras resuenan en tu cabeza, cada sílaba se mete en lo más profundo de tu ser, no te está hablando a tí, está hablando a tu alma. -Empúñame Krauser, y te daré el poder para hacer realidad tus deseos.
¿De donde ha venido esa voz? No parece salir del hombre que tienes delante. Viene del techo, del suelo, de las paredes, de todas partes y de ninguna, casi como si estuviese en tu cabeza. Notas un escalofrío en todo el cuerpo y tu mantra nota otra presencia, enorme, sobrecogedora, primigenia y... maligna, pero no sabes de donde viene, al igual que la voz está por todas partes.
De pronto te da la impresión de que la sala se ha vuelto más siniestra si cabe, la luz rojiza que ilumina los muros hace parecer que están manchados con sangre fresca y un hedor a muerte te provoca náuseas que están a punto de hacerte vomitar. Hay algo en esa sala, algo que no es normal.
- Mihasy... si. Conozco muy bien a ese hombre. Tantos años juntos, tantas experiencias vividas, cada vez que mataba ambos sentíamos el éxtasis de segar una vida. Pero con cada muerte yo me acercaba mas y mas, poco a poco y sin que se diera cuenta. Antes de que quisiera pensar en ello no sabía ni por qué lo hacía, entregado a sus vicios fui arrancando pedacitos de su alma. ¿Sabes la delicia que es ver la cara de alguien que lo ha tenido todo darse cuenta de que ya no tiene el control? La exquisita expresión de desesperación de un emperador convertido en prisionero de su cuerpo. - La voz parece deleitarse con cada palabra que cuenta antes de hacer una pausa. - Pero no todos los miembros de su tripulación eran descerebrados. Mientras estaba ocupado con una de las matanzas más divertidas que jamás he llevado a cabo tomaron todos y cada uno de los barcos, dejándome en esta isla. Así que con el tiempo me fui quedando sin cosas que matar y... aquí estoy. ¿Buscas a Mihasy? Aquí lo tienes, bueno, lo que queda de él.
Detrás de ti escuchas como varios cuerpos son desplazados, casi al instante una espada vuela a escasos centímetros de tu cabeza para clavarse en el pecho del hombre del trono. El impacto hace que separe las manos y levante la cabeza. Está bastante desmejorado pero no hay duda, es Mihasy, pero su cara tiene un aspecto decrépito con una sonrisa demente que llega a ser antinatural, los ojos como dos lagos negros sin vida y su pelo blanquecino, como el de un anciano. Pero incluso tras eso, sigue con vida, sigue aletargado y no parece que su presencia se debilite.
- Sabes, este cuerpo se está debilitando, ya no es lo que era. - Dice la voz con la boca de Mihasy - Has traído un barco ¿no? Te propongo un trato. Empuña la espada, se mi nuevo portador y obtendrás un poder sin igual, sólo pido que me saques de aquí y que me alimentes... no pido mucho, un par de vidas al mes, no me importa de quienes ni porqué, sólo que vivas el momento en el que los mates. - Sus palabras resuenan en tu cabeza, cada sílaba se mete en lo más profundo de tu ser, no te está hablando a tí, está hablando a tu alma. -Empúñame Krauser, y te daré el poder para hacer realidad tus deseos.
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El asesino llevó su mano izquierda a la boca (la no manchada de sangre) y contuvo las ganas de echar allí mismo el atún. Menos mal, con las vendas habría sido algo desagradable. Notó aquella presencia por todos lados y le recordó al propio poder de su niebla. Un ligero temblor recorrió totalmente su cuerpo y eso le hizo fruncir el ceño. No podía estar asustado de algo así, pero la escena era inquietante. Sus ojos estaban clavados en la persona que tenía delante de aquel trono. No podía evitar sentirse incómodo. Era como si hubiese entrado al mismísimo infierno. Tal vez no volvía a salir vivo de aquel sitio, pero para ello había dejado claras instrucciones a Dranser. Su ceño se frunció de nuevo y esta vez sintió más escalofríos en su espalda ¿Qué cojones era aquel sitio?
Krauser escuchó las palabras dichas por aquella persona y se puso más alerta que nunca. Ya había escuchado leyendas del puto asesino que estaba hecho y que un demonio se quedaba corto a su lado. Casualmente, él tenía un apodo similar. Ambos diablos estaban el uno frente al otro, aunque por mucho que le jodiera admitirlo, Redfield no era un demonio malo. Apretó ambos puños y continuó mirándole. De modo que… Aquello iba mucho más allá de las frutas del diablo. Notó la espada pasar a nada de su cabeza y eso le hizo tragar saliva. Al ver el filo atravesado en el pecho del emperador pirata sintió una incómoda sensación en su corazón. Si estaba hablando con un demonio, no habría forma de matarlo. Dio un paso hacia atrás y tomó todo el aire que pudo.
- T-tú…
El demonio clavó una rodilla en el suelo y empezó a sentir un ligero dolor de cabeza. Las palabras de aquel diablo resonaban una y otra vez en su cabeza. Tomar su espada, matar para él y obtener un poder infinito. Cumplir sus sueños era un buen pago, pero… ¿A qué precio? Pondría en peligro a todos los suyos, incluida su mujer. Se levantó de nuevo y jadeó con fuerza. Entonces clavó sus pardos ojos en los negros de aquel demonio que se hallaba sentado frente a él.
- ¿Me tomas por un asesino? Yo no soy como tu actual dueño. Mihasy se dejó corromper por tus… ¿promesas? Mis sueños hace tiempo que murieron. No te negaré que no he matado, pero no he disfrutado haciéndolo y no creo que eso pase. – Avanzó hacia él un par de pasos.
El demonio de la niebla se mantuvo firme mirándole fijamente a los ojos. La tensión se palpaba en el ambiente. Sentía miedo, pero también mucha pena por la persona que tenía delante. Ese no era el pirata que él había perseguido y conocido.
- Mihasy, perdóname. No he podido darte un combate digno, parece ser que he llegado tarde. Sin embargo, puedo hacer algo por ti. – Susurró apretando su puño derecho.
El oficial desenvainó ambos machetes, quedando con uno en cada mano. Apuntó directamente con ellos hacia aquel hombre de cabellos blancos que había delante de sus ojos y frunció el ceño. Era como si todo lo que le importase ahora estuviese a su espalda. Sentía la necesidad de hacer lo que iba a proponerle.
- Enfréntate a mí, demonio. Si te derroto, liberarás el cuerpo de Mihasy. No puedo evitar pensar que de no ser por ti, él no sería el loco que ha demostrado ser. Tu espada se quedará en estas ruinas y yo me convertiré en el protector de la isla. Si tú me derrotas, mi alma es tuya. – En cuando dijo aquello mostró una mirada fría. – Ahora ponte en pie…
Era muy probable que fallase y tuviese que destruir el cuerpo del pirata, pero al menos podría intentarlo. Tenía buen arsenal para combatirle y tratar de sacarlo por las malas.
- Vamos…
Krauser escuchó las palabras dichas por aquella persona y se puso más alerta que nunca. Ya había escuchado leyendas del puto asesino que estaba hecho y que un demonio se quedaba corto a su lado. Casualmente, él tenía un apodo similar. Ambos diablos estaban el uno frente al otro, aunque por mucho que le jodiera admitirlo, Redfield no era un demonio malo. Apretó ambos puños y continuó mirándole. De modo que… Aquello iba mucho más allá de las frutas del diablo. Notó la espada pasar a nada de su cabeza y eso le hizo tragar saliva. Al ver el filo atravesado en el pecho del emperador pirata sintió una incómoda sensación en su corazón. Si estaba hablando con un demonio, no habría forma de matarlo. Dio un paso hacia atrás y tomó todo el aire que pudo.
- T-tú…
El demonio clavó una rodilla en el suelo y empezó a sentir un ligero dolor de cabeza. Las palabras de aquel diablo resonaban una y otra vez en su cabeza. Tomar su espada, matar para él y obtener un poder infinito. Cumplir sus sueños era un buen pago, pero… ¿A qué precio? Pondría en peligro a todos los suyos, incluida su mujer. Se levantó de nuevo y jadeó con fuerza. Entonces clavó sus pardos ojos en los negros de aquel demonio que se hallaba sentado frente a él.
- ¿Me tomas por un asesino? Yo no soy como tu actual dueño. Mihasy se dejó corromper por tus… ¿promesas? Mis sueños hace tiempo que murieron. No te negaré que no he matado, pero no he disfrutado haciéndolo y no creo que eso pase. – Avanzó hacia él un par de pasos.
El demonio de la niebla se mantuvo firme mirándole fijamente a los ojos. La tensión se palpaba en el ambiente. Sentía miedo, pero también mucha pena por la persona que tenía delante. Ese no era el pirata que él había perseguido y conocido.
- Mihasy, perdóname. No he podido darte un combate digno, parece ser que he llegado tarde. Sin embargo, puedo hacer algo por ti. – Susurró apretando su puño derecho.
El oficial desenvainó ambos machetes, quedando con uno en cada mano. Apuntó directamente con ellos hacia aquel hombre de cabellos blancos que había delante de sus ojos y frunció el ceño. Era como si todo lo que le importase ahora estuviese a su espalda. Sentía la necesidad de hacer lo que iba a proponerle.
- Enfréntate a mí, demonio. Si te derroto, liberarás el cuerpo de Mihasy. No puedo evitar pensar que de no ser por ti, él no sería el loco que ha demostrado ser. Tu espada se quedará en estas ruinas y yo me convertiré en el protector de la isla. Si tú me derrotas, mi alma es tuya. – En cuando dijo aquello mostró una mirada fría. – Ahora ponte en pie…
Era muy probable que fallase y tuviese que destruir el cuerpo del pirata, pero al menos podría intentarlo. Tenía buen arsenal para combatirle y tratar de sacarlo por las malas.
- Vamos…
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- Bueno... Supongo que tenía que intentarlo. No te preocupes, una vez tu cuerpo sea mio me aseguraré de que olvides todas estas patrañas que te limitan. - Dijo el demonio llevando la mano derecha a la empuñadura de la espada.
Cuando su mano agarró el mango un manto negro se extendió por su cuerpo, la carne famélica se hinchó hasta recuperar el aspecto musculoso que en su día tuvo, los ojos pasaron a tener un brillo rojizo a la vez que un miasma negro emergía del trono cubriendo toda la estancia en cuestión de segundos. La presencia del demonio es sobrecogedora, incluso dirías que hace temblar el suelo y las paredes... ¿O eres tú el que tiembla? No estás seguro.
Estás en guardia en frente de él ¿Lo estás? Antes de darte cuenta ya no está en el trono. Tu mantra a penas nota su presencia a través del denso miasma negro que emite, pero quizás te de una pista de donde se encuentra. Crees que encima de tí, pero su presencia es como si hiciera eco en varios sitios más como el suelo, y a tu espalda. Tras lo que acabas de ver ¿Te fiarías de tus sentidos?
Este combate va a poner a prueba algo más que tu fuerza.
Cuando su mano agarró el mango un manto negro se extendió por su cuerpo, la carne famélica se hinchó hasta recuperar el aspecto musculoso que en su día tuvo, los ojos pasaron a tener un brillo rojizo a la vez que un miasma negro emergía del trono cubriendo toda la estancia en cuestión de segundos. La presencia del demonio es sobrecogedora, incluso dirías que hace temblar el suelo y las paredes... ¿O eres tú el que tiembla? No estás seguro.
Estás en guardia en frente de él ¿Lo estás? Antes de darte cuenta ya no está en el trono. Tu mantra a penas nota su presencia a través del denso miasma negro que emite, pero quizás te de una pista de donde se encuentra. Crees que encima de tí, pero su presencia es como si hiciera eco en varios sitios más como el suelo, y a tu espalda. Tras lo que acabas de ver ¿Te fiarías de tus sentidos?
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Krauser frunció el ceño ante las palabras de aquel demonio. Si lograba dominar su cuerpo y romper su mente estaba perdido, él y todos sus seres queridos. Una sonrisa amarga se formó en su rostro. Si veía que estaba a punto de perder, seguiría los pasos de Karl y se autoinmolaría en una explosión cortante. Continuó mirándole con más enfado que otra cosa. Esperaba a que se levantase para comenzar su primer ataque. Ya estaba analizando el terreno y las posibilidades de usar su elemento, y eran muchas. Su haki estaba centrado en su objetivo en todo momento. Miraba sus manos esperando cualquier ofensiva inesperada por parte del emperador. Un oficial como él contra un yonkou, muchos le llamarían loco, pero Krauser era una persona que arriesgaba todo siempre. Sabía bien a lo que se enfrentaba cuando buscó al demonio en aquella isla.
En cuando lo vio cambiar a su aspecto original empuñó con más fuerza ambos machetes y se colocó en una postura similar a la de un oso tratando de ser amenazante. Ambas armas apuntando hacia arriba y dejando todo su torso a merced de su enemigo. La guardia del halcón trataba en eso. Los trucos de Dranser servían en algunas ocasiones. El más veloz ganaría y apostaba por sus reflejos. Al ver aquella neblina negra expandirse por la sala sintió un escalofrío. Era como si su propio elemento le estuviese retando. Frunció de nuevo el ceño, pero esta vez de forma más notoria. El suelo temblaba, su cuerpo mismo se tambaleaba. Tenía su apodo de demonio bien merecido, pero no era el único de la estancia. Fue en ese momento cuando lo notó sobre él.
- Maldición…
Lanzó un corte hacia arriba, pero no dio a nada. Empezó a sentirlo por todos lados y eso le hizo dar varios pasos hacia atrás. Esa habilidad… ¡Era su propio poder! ¿Acaso podía copiar técnicas de las akuma no mi? Krauser sabía que aquello era una locura. Él mismo se había metido en aquel lío, pero fue entonces cuando decidió jugar al mismo juego.
- Destruiré mi cuerpo en miles de pedazos antes de que lo tomes. He pasado toda mi vida viviendo en la niebla, veamos quien tiene más paciencia, Mihasy-chan… ¡Técnica oculta del banco de niebla! – Gritó abriendo los ojos más de la cuenta.
Su propia niebla surgió de su cuerpo extendiéndose en todas partes. Incluso podía a unos trescientos metros a la redonda, por lo que cubriría todo el sitio. El color de dicha niebla pasó a ser rojo como la sangre. Eso era debido a la habilidad especial del rebelde. Su apellido significaba campo rojo y lo explayó al máximo. Era el momento de usa su niebla más poderosa hasta la fecha. “Niebla perfecta” Pensó al mismo tiempo que activaba todos sus habilidades especiales. Invisible ante térmicos, inmune al mantra, pues su presencia estaría en todos lados al igual que hizo él. Activó la pesadez para que el cuerpo de su oponente le pesara y por supuesto, anuló los olores en la niebla. Con todo aquello, el rebelde imbuyó su cuerpo en haki de armadura perfecto y endurecido. Su armamento le cubría entero salvo la cara. Empezó a moverse de forma sigilosa por el lugar y atento a todo.
- “Vamos hijo de puta… Me conozco este libro de memoria, solo debes abrir una de las páginas y te pillaré” – Pensó para sí mientras avanzaba muy despacio sin hacer ruido. Su sigilo y su arte del asesinato eran sus mejores armas.
Krauser activó entonces su lentilla para obtener visión térmica y así poder ver a su oponente.
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Tu ataque preventivo ha surtido efecto, te has fiado de tu instinto y te ha salido bien, pero te da la sensación de que, de igual manera el resultado podría haber sido desastroso. De todas formas te das cuenta de que no ha copiado tu técnica, no se ha deshecho en la niebla, lo puedes ver, moviéndose de un lado a otro, intentando evitar ser un blanco fácil, esto sumado a los ecos de su presencia hace que sea bastante difícil seguirlo con mantra. Deduces por sus movimientos de que no está seguro de donde estás, pero tampoco hace fácil la tarea de atacarle, su guardia es casi perfecta.
Da algunos tajos al azar, algunos lejos, otro peligrosamente cerca, haciéndote dudar por un momento si deberías dar la cara para defenderte. De pronto se detiene en seco. Un silencio sobrenatural se adueña de la sala. La neblina negra se vuelve más densa, bajando hasta formar una capa que te llega hasta las rodillas (o lo haría si estuvieses en el suelo). Empuña la espada con las dos manos y la eleva por encima de su cabeza, de pronto unas llamas de un rojo oscuro, casi mortecino, empiezan a envolver su arma. La neblina poco a poco se va arremolinando a su alrededor, alimentando esas llamas sobrenaturales. Con tu mantra sigues sin notar su presencia con exactitud, a pesar de que está parado en medio de la sala, lo que si notas es algo raro en esas llamas. Vacío. No hay absolutamente nada en esas llamas, no es por el hecho de no ser un ser consciente, es que tu mantra nota el vacío en ellas, una nada absoluta.
- Eres bueno escondiéndote, pero hay maneras de tratar con ese tipo de estrategias. - Su voz resuena en la sala mientras las llamas forman un pilar del color de las ascuas moribundas que llega hasta el techo.
A parte de eso no parece hacer nada, ¿Acaso te subestima? O puede que planee algo, o que sea una trampa. Pueden ocurrir muchas cosas, pero quedarse quieto mirando no parece una buena opción.
Da algunos tajos al azar, algunos lejos, otro peligrosamente cerca, haciéndote dudar por un momento si deberías dar la cara para defenderte. De pronto se detiene en seco. Un silencio sobrenatural se adueña de la sala. La neblina negra se vuelve más densa, bajando hasta formar una capa que te llega hasta las rodillas (o lo haría si estuvieses en el suelo). Empuña la espada con las dos manos y la eleva por encima de su cabeza, de pronto unas llamas de un rojo oscuro, casi mortecino, empiezan a envolver su arma. La neblina poco a poco se va arremolinando a su alrededor, alimentando esas llamas sobrenaturales. Con tu mantra sigues sin notar su presencia con exactitud, a pesar de que está parado en medio de la sala, lo que si notas es algo raro en esas llamas. Vacío. No hay absolutamente nada en esas llamas, no es por el hecho de no ser un ser consciente, es que tu mantra nota el vacío en ellas, una nada absoluta.
- Eres bueno escondiéndote, pero hay maneras de tratar con ese tipo de estrategias. - Su voz resuena en la sala mientras las llamas forman un pilar del color de las ascuas moribundas que llega hasta el techo.
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Objetivo localizado. Los ojos de Krauser se centraron en su objetivo. Cerró el derecho para no tener dos visiones al mismo tiempo y marearse. El color naranja de su calor corporal era inconfundible. Escondido en la niebla pudo verle lanzar varios tajos al aire. Algunos pasaron bastante cerca, pero sus reflejos le hacían reaccionar con bastante facilidad a aquel tipo de cosas. El hecho de ser un asesino de su categoría le permitía realizar movimientos bruscos sin realizar ningún tipo de ruido. Las ganas de atacarle aumentaban, pero no dejaba ningún punto muerto, justo lo que se esperaba de alguien como Mihasy. Parecía ser una maldita bestia desbocada, pero si jugaban a ese tipo de juegos, realizaría sus técnicas más cabronas. Dudaba poder salvar el cuerpo del pirata, pero no pasaría nada si lograba cortarle alguna que otra extremidad.
Escuchó sus palabras y lo vio quedarse en el centro de aquel sitio. El ex marine ocultó sus machetes en las fundas y se mantuvo alerta. Pudo ver aquel color oscuro con su lentilla y no tardó en alzar una ceja. Su mantra le indicaba un vacío infernal en aquella cosa. No pensaba permitir que aquellas llamas le tocasen bajo ningún concepto. A saber lo que ocurría, capaces eran de no apagarse o algo similar. Lo vio alzar su arma y decir aquella frase que le hizo fruncir el ceño. Si planeaba un ataque en área debía cortarlo como fuese. Tenía la ventaja de que él no podía verle. Fue en ese momento cuando se le ocurrió el plan perfecto. Su mente de estratega empezó a funcionar. Se vio obligado a convertir sus piernas en niebla y a elevarse un poco debido a maldita niebla negra. Fue entonces cuando estiró el brazo derecho hacia arriba.
Estiró la mano hacia arriba y formó un shuriken de energía del tamaño de una mesa mediana. Tenía cuatro puntas y era de color blanco. Empezó a realizar un incómodo sonido metálico entonces. En cuanto estuvo formado lo lanzó hacia su objetivo con fuerza. Nada más hacer eso salió disparado hacia un lado convertido en niebla de cintura hacia abajo. Cuando la estrella ninja estuviera a escasos centímetros de su objetivo cerraría el puño y las puntas se extenderían tres metros, iba envuelto en haki. Todo aquello era una distracción. En cuanto el emperador bloquease o evadiese la estrella ninja, Krauser saldría en silencio disparado hacia él. Desenvainó su enorme espadón y sin piedad alguna trató de cortarle ambas piernas de un solo y violento corte envuelto en haki. Le diese o no, seguiría su trayectoria en línea recta y volvería a perderse en la niebla.
Confiaba en que la calidad legendaria de su arma, sumada al filo de kairouseki puro fuera suficiente para partirle la espada si lo bloqueaba o dejarlo sin piernas. Debido a la extensión del arma confiaba en lograrlo. El rostro del rebelde estaba bastante serio y se notaba que así iba a ser durante toda la batalla. Si había logrado que todo saliese bien, habría quedado a unos cinco metros del espadachín, con su enorme espadón en la mano derecha y mirándole en silencio totalmente con la lentilla. Confiaba también en que su niebla pesada le hubiese hecho más lento para que no pudiese moverse cómodamente. Las estrategias de Krauser eran muy buenas, se notaba que las planeaba durante horas. Aquella en cuestión se le había ocurrido sobre la marcha, por lo que quiso comprobar si había funcionado.
Escuchó sus palabras y lo vio quedarse en el centro de aquel sitio. El ex marine ocultó sus machetes en las fundas y se mantuvo alerta. Pudo ver aquel color oscuro con su lentilla y no tardó en alzar una ceja. Su mantra le indicaba un vacío infernal en aquella cosa. No pensaba permitir que aquellas llamas le tocasen bajo ningún concepto. A saber lo que ocurría, capaces eran de no apagarse o algo similar. Lo vio alzar su arma y decir aquella frase que le hizo fruncir el ceño. Si planeaba un ataque en área debía cortarlo como fuese. Tenía la ventaja de que él no podía verle. Fue en ese momento cuando se le ocurrió el plan perfecto. Su mente de estratega empezó a funcionar. Se vio obligado a convertir sus piernas en niebla y a elevarse un poco debido a maldita niebla negra. Fue entonces cuando estiró el brazo derecho hacia arriba.
Estiró la mano hacia arriba y formó un shuriken de energía del tamaño de una mesa mediana. Tenía cuatro puntas y era de color blanco. Empezó a realizar un incómodo sonido metálico entonces. En cuanto estuvo formado lo lanzó hacia su objetivo con fuerza. Nada más hacer eso salió disparado hacia un lado convertido en niebla de cintura hacia abajo. Cuando la estrella ninja estuviera a escasos centímetros de su objetivo cerraría el puño y las puntas se extenderían tres metros, iba envuelto en haki. Todo aquello era una distracción. En cuanto el emperador bloquease o evadiese la estrella ninja, Krauser saldría en silencio disparado hacia él. Desenvainó su enorme espadón y sin piedad alguna trató de cortarle ambas piernas de un solo y violento corte envuelto en haki. Le diese o no, seguiría su trayectoria en línea recta y volvería a perderse en la niebla.
Confiaba en que la calidad legendaria de su arma, sumada al filo de kairouseki puro fuera suficiente para partirle la espada si lo bloqueaba o dejarlo sin piernas. Debido a la extensión del arma confiaba en lograrlo. El rostro del rebelde estaba bastante serio y se notaba que así iba a ser durante toda la batalla. Si había logrado que todo saliese bien, habría quedado a unos cinco metros del espadachín, con su enorme espadón en la mano derecha y mirándole en silencio totalmente con la lentilla. Confiaba también en que su niebla pesada le hubiese hecho más lento para que no pudiese moverse cómodamente. Las estrategias de Krauser eran muy buenas, se notaba que las planeaba durante horas. Aquella en cuestión se le había ocurrido sobre la marcha, por lo que quiso comprobar si había funcionado.
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En el momento que te pones en marcha Mihasy lanza su ataque, bañándolo todo en ese fuego mortecino a una velocidad pasmosa. Las puntas del shuriken se expanden envueltas en haki, separando las llamas a su paso. Pero hay algo raro, las llamas devoran el shuriken, o mejor dicho, devoran el haki junto al shuriken, anulándose entre ellos. Con tu mantra dejas de notar todo lo que tocan, como si consumieran la vida y la esencia de todo lo que entrase en contacto con ellas.
Tu estás en una zona segura creada por tu ataque, una "burbuja" en medio del caos, pero a través de la cortina de llamas dejas de notar la presencia de tu enemigo. Lanzas el tajo con la espada para notar como una fuerza considerable choca contra ella, desviándola. Cuando los restos de las llamas comienzan a extinguirse, al pasar al lado de donde crees que se encuentra Mihasy, notas un destello metálico que te roza, tus reflejos te han salvado. Acabas a unos metros de él, las llamas siguen algo activas a tus espaldas, en el suelo y algunas partes de las paredes, tienes un corte en la mejilla derecha, no es muy profundo ni notas nada raro en él. Ahora sólo queda tu niebla, el miasma oscuro parece haber sido consumido por su ataque o, si te fijas bien, comprobarás que hay llamas allá donde está esa neblina negra. Otra cosa curiosa es que esas llamas no emiten calor, en medio del ataque de antes no notaste que variase la temperatura en absoluto.
Tu enemigo se encuentra delante de ti, dándote la espalda. Tiene la espada demoníaca al lado de las piernas, envuelta en esas extrañas llamas, y una katana en la otra mano con algo de sangre en ella. Se da la vuelta lentamente y te mira con sus ojos negros.
- No te contengas Redfield, ¿Acaso intentas salvar su vida? ¿Piensas que merece la pena salvarlo? Yo no hice que cometiera esas atrocidades, sólo le di los medios para que las llevase a cabo. Su corazón estaba podrido y eso me facilitó el trabajo... Si aun así quieres intentar salvarlo eres más necio de lo que pensaba. - Dicho esto estira el brazo con el que empuña el espadón, apuntándote con él, tras eso cambia el agarre de la katana para que el filo apunte abajo y sitúa el brazo por encima del brazo del espadón quedando en una extraña guardia.
Una vez toma la pose la neblina se concentra encima de su cabeza, formando un arco. Tras eso la neblina se concentra aún más formando seis pequeñas orbes que prenden en llamas, cubriendo de hombro a hombro. Después de prepararse se lanza hacia ti de un salto, a una velocidad algo mayor que la que calcularías que debería de tener en la niebla, pero no parece nada que no puedas controlar. Gira su torso en el vuelo para dar un gran tajo con el espadón envuelto en llamas justo cuando caiga, con la katana no parece hacer nada, de momento.
Tu estás en una zona segura creada por tu ataque, una "burbuja" en medio del caos, pero a través de la cortina de llamas dejas de notar la presencia de tu enemigo. Lanzas el tajo con la espada para notar como una fuerza considerable choca contra ella, desviándola. Cuando los restos de las llamas comienzan a extinguirse, al pasar al lado de donde crees que se encuentra Mihasy, notas un destello metálico que te roza, tus reflejos te han salvado. Acabas a unos metros de él, las llamas siguen algo activas a tus espaldas, en el suelo y algunas partes de las paredes, tienes un corte en la mejilla derecha, no es muy profundo ni notas nada raro en él. Ahora sólo queda tu niebla, el miasma oscuro parece haber sido consumido por su ataque o, si te fijas bien, comprobarás que hay llamas allá donde está esa neblina negra. Otra cosa curiosa es que esas llamas no emiten calor, en medio del ataque de antes no notaste que variase la temperatura en absoluto.
Tu enemigo se encuentra delante de ti, dándote la espalda. Tiene la espada demoníaca al lado de las piernas, envuelta en esas extrañas llamas, y una katana en la otra mano con algo de sangre en ella. Se da la vuelta lentamente y te mira con sus ojos negros.
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Una vez toma la pose la neblina se concentra encima de su cabeza, formando un arco. Tras eso la neblina se concentra aún más formando seis pequeñas orbes que prenden en llamas, cubriendo de hombro a hombro. Después de prepararse se lanza hacia ti de un salto, a una velocidad algo mayor que la que calcularías que debería de tener en la niebla, pero no parece nada que no puedas controlar. Gira su torso en el vuelo para dar un gran tajo con el espadón envuelto en llamas justo cuando caiga, con la katana no parece hacer nada, de momento.
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El demonio jadeaba despacio mientras analizaba todo lo que había pasado frente a su lentilla térmica. Aquellas llamas no solo habían podido enfrentar a su ataque de energía envuelto en haki, se lo habían comido. Era como ese puto fuego devorase toda esencia de vida a su paso. El poder de un ser demoníaco era algo extremo por lo que veía. Aquello hacía las cosas mucho más complicadas para el oficial de la rebelión. Se pasó la mano por la frente limpiándose el sudor y después de eso clavó una rodilla en el suelo. Ahora comprendía el posible error que había cometido. Se había metido en una batalla contra un ser de otro mundo. Incluso dudaba que un emperador pirata pudiese rivalizar con aquella cosa. Una sonrisa algo amarga se formó en su rostro. No le quedaba otra, debía matar a Mihasy si quería salir vivo de aquel sitio. Era una verdadera lástima y no iba a hacerle mucha gracia hacerlo.
Las cartas estaban echadas sobre la mesa y no le quedaba otra alternativa que enfrentarlo con todo su poder asesino al máximo. El objetivo principal era que aquellas llamas no tocasen su carne en ningún momento. A saber lo que ocurría. De hecho, gracias a sus reflejos y su buena evasión pudo evitar llevarse un ataque del pirata. Notó algo de sangre resbalar por su mejilla, pero no fue algo que le llamase la atención. Miraba con desconfianza las llamas oscuras que se hallaban en los restos del antiguo miasma. Se apartaría de aquel sitio para no tener líos con aquel elemento tan peligroso. Escuchó sus palabras y pudo ver la nueva posición, la cual la recordaba a una mantis religiosa a juzgar por la postura de la katana. La otra arma parecía más enfocada a atacarle a él.
- Parece que no me queda otra que terminar con ambos. Siempre tuve el deseo de que Mihasy se redimiera de sus pecados y pudiera ser alguien bueno… Supongo que hay cosas que realmente son imposibles… ¡Como que yo me rinda ante ti! – Exclamó frunciendo el ceño.
Observó los orbes formarse con su lentilla y eso provocó que alzase una ceja. Su haki mantra entonces le avisó de las intenciones hostiles de su enemigo. Cuando él saltó hacia él supo que fue el momento perfecto. Esperó al último momento e interpuso su espadón en la trayectoria del ataque. Colocó la mano libre en la zona ancha de la espada para aguantar más el impacto. Al recibirlo salió disparado hacia atrás. Cayó contra el suelo de forma algo brusca y rodó por este unos cuantos metros. Cuando estaba a punto de llegar a las llamas se deshizo en su elemento y se formó a unos cuantos metros más alejado. Se colocó en pie jadeando un poco y con algo de sangre goteando su codo izquierdo. Se había llevado un buen golpe. Aquella batalla iba a ser bastante lenta debido al estilo de combate de ambos. El demonio de la niebla entonces entrecerró su ojo.
- Puedes saber mi posición en la niebla, admirable. Siempre me he preguntado cómo sería el infierno. Creo que estaré encantado de regresarte a él, incluso si debo acompañarte para que no te pierdas…
El asesino entonces guardó su espadón y sacó de nuevo sus dos machetes. Salió corriendo de forma normal hacia él. Una vez estuvo frente a su objetivo lanzó tres rápidos cortes con cada machete. En el momento de los impactos la niebla se separó del rebelde mediante una de sus técnicas. De esa forma no estaría en contacto con la humedad para lo que planeaba. Con su machete derecho, el cual estaba hecho de kairouseki, atacó al cuello, mano derecha y estómago de su rival. Con el otro, el cual era eléctrico, trató de cortarle el ojo izquierdo, la nariz y el cuello en último lugar. Su velocidad con sus armas era increíble. El haki armadura estaba presente en ellas en todo momento. Le diera o no, el asesino se alejó un poco del demonio y se mantuvo serio mientras clavaba su mirada en él.
- ¿Cuál es tu nombre, demonio? Me gustaría saber con quién estoy teniendo mi danza final. – Dijo en un tono serio mientras colocaba ambos machetes en equis y esperaba la ofensiva de su oponente, tratando siempre de mantener su mantra en él.
Las cartas estaban echadas sobre la mesa y no le quedaba otra alternativa que enfrentarlo con todo su poder asesino al máximo. El objetivo principal era que aquellas llamas no tocasen su carne en ningún momento. A saber lo que ocurría. De hecho, gracias a sus reflejos y su buena evasión pudo evitar llevarse un ataque del pirata. Notó algo de sangre resbalar por su mejilla, pero no fue algo que le llamase la atención. Miraba con desconfianza las llamas oscuras que se hallaban en los restos del antiguo miasma. Se apartaría de aquel sitio para no tener líos con aquel elemento tan peligroso. Escuchó sus palabras y pudo ver la nueva posición, la cual la recordaba a una mantis religiosa a juzgar por la postura de la katana. La otra arma parecía más enfocada a atacarle a él.
- Parece que no me queda otra que terminar con ambos. Siempre tuve el deseo de que Mihasy se redimiera de sus pecados y pudiera ser alguien bueno… Supongo que hay cosas que realmente son imposibles… ¡Como que yo me rinda ante ti! – Exclamó frunciendo el ceño.
Observó los orbes formarse con su lentilla y eso provocó que alzase una ceja. Su haki mantra entonces le avisó de las intenciones hostiles de su enemigo. Cuando él saltó hacia él supo que fue el momento perfecto. Esperó al último momento e interpuso su espadón en la trayectoria del ataque. Colocó la mano libre en la zona ancha de la espada para aguantar más el impacto. Al recibirlo salió disparado hacia atrás. Cayó contra el suelo de forma algo brusca y rodó por este unos cuantos metros. Cuando estaba a punto de llegar a las llamas se deshizo en su elemento y se formó a unos cuantos metros más alejado. Se colocó en pie jadeando un poco y con algo de sangre goteando su codo izquierdo. Se había llevado un buen golpe. Aquella batalla iba a ser bastante lenta debido al estilo de combate de ambos. El demonio de la niebla entonces entrecerró su ojo.
- Puedes saber mi posición en la niebla, admirable. Siempre me he preguntado cómo sería el infierno. Creo que estaré encantado de regresarte a él, incluso si debo acompañarte para que no te pierdas…
El asesino entonces guardó su espadón y sacó de nuevo sus dos machetes. Salió corriendo de forma normal hacia él. Una vez estuvo frente a su objetivo lanzó tres rápidos cortes con cada machete. En el momento de los impactos la niebla se separó del rebelde mediante una de sus técnicas. De esa forma no estaría en contacto con la humedad para lo que planeaba. Con su machete derecho, el cual estaba hecho de kairouseki, atacó al cuello, mano derecha y estómago de su rival. Con el otro, el cual era eléctrico, trató de cortarle el ojo izquierdo, la nariz y el cuello en último lugar. Su velocidad con sus armas era increíble. El haki armadura estaba presente en ellas en todo momento. Le diera o no, el asesino se alejó un poco del demonio y se mantuvo serio mientras clavaba su mirada en él.
- ¿Cuál es tu nombre, demonio? Me gustaría saber con quién estoy teniendo mi danza final. – Dijo en un tono serio mientras colocaba ambos machetes en equis y esperaba la ofensiva de su oponente, tratando siempre de mantener su mantra en él.
Te lanzas a por el demonio machetes en mano, al principio no parece ocurrir gran cosa, pero en cuanto te acercas las esferas que había formado antes salen disparadas en tu dirección. Tus reflejos te permiten esquivar un par de ellas, pero te ves obligado a pararlas con los tres primeros tajos del machete de Kairo. Cuando llegas a su lado lanzas los tajos con el eléctrico y en ese momento te das cuenta de la función de la Katana. La había dejado como arma secundaria para contraatacar de forma automática, bloqueando los de los tajos a la vez que lanza un par de ellos uno apuntando al brazo derecho y otro al pecho. El tercer tajo le da generando un importante corte en la garganta.
- Mi nombre es Shura, y no hay infierno demonio de la niebla, el mayor infierno está en este mundo, o lo habrá cuando acabe mi cometido y tu... tu me ayudarás.
En sus siguientes palabras se puede notar como la sangre gorgotea por su garganta, una herida que dejaría fuera de combate a una persona normal ni si quiera ha hecho que se tambalee. Pero es una hemorragia importante, por muy sobrenaturales que sean sus poderes la pérdida de sangre le hará mella tarde o temprano.
Alza el brazo y golpea con el espadón en el suelo liberando una pequeña cortina de llamas y saliendo disparado hacia atrás, separándose unos cuantos metros. Tras eso vuelve a la carga, esta vez salta hacia tí girando en el aire con el espadón, generando un pequeño torbellino de llamas. Por ahora no parece que esté volviendo a preparar otro de sus trucos y con esa técnica la katana no parece tan en guardia como antes.
- Mi nombre es Shura, y no hay infierno demonio de la niebla, el mayor infierno está en este mundo, o lo habrá cuando acabe mi cometido y tu... tu me ayudarás.
En sus siguientes palabras se puede notar como la sangre gorgotea por su garganta, una herida que dejaría fuera de combate a una persona normal ni si quiera ha hecho que se tambalee. Pero es una hemorragia importante, por muy sobrenaturales que sean sus poderes la pérdida de sangre le hará mella tarde o temprano.
Alza el brazo y golpea con el espadón en el suelo liberando una pequeña cortina de llamas y saliendo disparado hacia atrás, separándose unos cuantos metros. Tras eso vuelve a la carga, esta vez salta hacia tí girando en el aire con el espadón, generando un pequeño torbellino de llamas. Por ahora no parece que esté volviendo a preparar otro de sus trucos y con esa técnica la katana no parece tan en guardia como antes.
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El demonio de la niebla continuaba mirando a su oponente de forma seria. Su lentilla térmica se había desactivado y la niebla anulada, continuaría luchando sin ella de momento. Ahora sabía el nombre del demonio y por ello, las palabras con las que dirigirse a él. Fue una suerte poder destruir algunas de las bolas, pero la cosa había sido cara. El corte que había recibido en el pecho le dolía bastante. Algo de sangre manaba de sus pectorales. La coraza había sido cortada, pero regenerada al momento debido a su capacidad de indestructibilidad. Su brazo también había recibido un corte, pero menos importante debido a un rápido movimiento de evasión. Las gotas caían el suelo y eso hizo a Krauser soltar un leve suspiro. Le escocía muchísimo. La sensación ardiente de una herida era horrible. Por suerte, no era algo grave para morir desangrado, pero debería tratarle rápidamente si quería seguir luchando en buenas condiciones.
- Estoy de acuerdo en una cosa, Shura. El infierno está en la tierra. Este sitio es la peor de las basuras, pero quedamos personas que tratamos de hacerlo un lugar mejor. Te he dicho que te brindaré mi ayuda, pero eso será si logras matarme primero. Ahora, déjame mostrarte mi propio infierno…
Justo entonces el demonio separó ambos cuerpo por una cortina de llamas que hizo a Krauser retroceder. Miró a su rival y pudo ver sus intenciones. Corrió hacia él y en el momento del choque interpuso sus machetes en la trayectoria del corte. Algunas llamas impactaron en su coraza y en las manos, las cuales estaban protegidas por los guanteletes especiales. La fuerza lo hizo salir disparado hacia un lado y cayó al suelo, por el cual rodó un poco. Frunció el ceño tirado en el piso y mirando a su rival ¡Su puto cuello estaba cortado! Su tajo había sido rápido y lo había logrado, pero ese cabrón continuaba en pie. Iba a tener que cortarlo en trozos por lo que veía. No había otra forma de vencerle entonces. Mantuvo sus machetes firmes y se centró en su oponente ignorando el dolor de su pecho y de su brazo derecho.
- Demon Restaureh. – Susurró al mismo tiempo que un aura recorría sus heridas sanándolas un poco [Manual Micaiah].
Ahora que se sentía un poco mejor, el demonio de la niebla dio un paso al frente. Formó algo de energía en su mano y tras acariciar su propio hombro formó en él una especie de águila pequeña hecha de energía [Kuchiyose]. Miró fijamente al demonio que tenía delante y mantuvo una mirada seria. Guardó los machetes en las fundas y empezó a correr hacia él. El águila salió disparada hacia los ojos de aquel tipo con la intención de molestarlo. Justo entonces el revolucionario desenfundaría su enorme espadón y trataría de partir en dos a su oponente con un tajo ascendente, buscado empezar por la entrepierna y terminar por la frente. Le diese o no, debido a su velocidad continuaría avanzando, hasta colocar el pie en una pared y tras impulsarse convertir su parte inferior en niebla [Manual Prisa]. Una vez estuviera cerca formaría niebla en su brazo derecho, formando un enorme puño de su elemento, estando endurecido y envuelto en haki. Trató de estamparlo con toda su fuerza en la boca de su rival y de esa forma lanzarlo. En su otra mano tenía el machete de kairouseki para tratar de bloquear posibles ataques de la katana. Hubiese logrado su plan o no, el demonio volvió a la normalidad y se le quedó mirando de cerca.
- No tienes ni idea de la inmensa cantidad de esperanzas que llevo a la espalda, Shura. Puedes ser un demonio, pero te voy a demostrar que incluso un humano puede hacerte temblar. – Mencionó clavando sus fríos ojos en los suyos.
- Estoy de acuerdo en una cosa, Shura. El infierno está en la tierra. Este sitio es la peor de las basuras, pero quedamos personas que tratamos de hacerlo un lugar mejor. Te he dicho que te brindaré mi ayuda, pero eso será si logras matarme primero. Ahora, déjame mostrarte mi propio infierno…
Justo entonces el demonio separó ambos cuerpo por una cortina de llamas que hizo a Krauser retroceder. Miró a su rival y pudo ver sus intenciones. Corrió hacia él y en el momento del choque interpuso sus machetes en la trayectoria del corte. Algunas llamas impactaron en su coraza y en las manos, las cuales estaban protegidas por los guanteletes especiales. La fuerza lo hizo salir disparado hacia un lado y cayó al suelo, por el cual rodó un poco. Frunció el ceño tirado en el piso y mirando a su rival ¡Su puto cuello estaba cortado! Su tajo había sido rápido y lo había logrado, pero ese cabrón continuaba en pie. Iba a tener que cortarlo en trozos por lo que veía. No había otra forma de vencerle entonces. Mantuvo sus machetes firmes y se centró en su oponente ignorando el dolor de su pecho y de su brazo derecho.
- Demon Restaureh. – Susurró al mismo tiempo que un aura recorría sus heridas sanándolas un poco [Manual Micaiah].
Ahora que se sentía un poco mejor, el demonio de la niebla dio un paso al frente. Formó algo de energía en su mano y tras acariciar su propio hombro formó en él una especie de águila pequeña hecha de energía [Kuchiyose]. Miró fijamente al demonio que tenía delante y mantuvo una mirada seria. Guardó los machetes en las fundas y empezó a correr hacia él. El águila salió disparada hacia los ojos de aquel tipo con la intención de molestarlo. Justo entonces el revolucionario desenfundaría su enorme espadón y trataría de partir en dos a su oponente con un tajo ascendente, buscado empezar por la entrepierna y terminar por la frente. Le diese o no, debido a su velocidad continuaría avanzando, hasta colocar el pie en una pared y tras impulsarse convertir su parte inferior en niebla [Manual Prisa]. Una vez estuviera cerca formaría niebla en su brazo derecho, formando un enorme puño de su elemento, estando endurecido y envuelto en haki. Trató de estamparlo con toda su fuerza en la boca de su rival y de esa forma lanzarlo. En su otra mano tenía el machete de kairouseki para tratar de bloquear posibles ataques de la katana. Hubiese logrado su plan o no, el demonio volvió a la normalidad y se le quedó mirando de cerca.
- No tienes ni idea de la inmensa cantidad de esperanzas que llevo a la espalda, Shura. Puedes ser un demonio, pero te voy a demostrar que incluso un humano puede hacerte temblar. – Mencionó clavando sus fríos ojos en los suyos.
- Cosas Usadas:
- Manual micaiah, kuchiyose y prisa.
Haki armadura perfecto, mantra centrado en él.
Kiri Punch: Krauser puede acumular niebla alrededor de su brazo, en ese momento se forma un puño de un metro de altura y cincuenta centímetros de ancho. Está totalmente hecho de su elemento. Cuando golpea con él, lo hace con el doble de fuerza de la que disponga en ese momento. Endurece el puño de niebla, haciendo que tome la dureza y la tenacidad del hierro.
El espadón legendario.
Gareth Silverwing
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Te lanzas a por Shura tras haber bloqueado su ataque. Este parece querer hacer algo pero trastabilla a la hora de esquivar sin dejarle más opción que bloquear. Interpone su enorme espada al tajo de la tuya haciendo que choque metal contra metal inundando todo de chispas. La fuerza del golpe hace que su espada caiga y se clave en el suelo.
Tras eso regresas al ataque y él, todavía aturdido por el primer golpe a penas puede reaccionar, aunque le quedan los reflejos suficientes para clavar su katana en tu brazo antes de que le des el golpe en la cara, marcándote con un gran tajo que lo atraviesa. Notas como la carne se desgarra y el metal roza el hueso justo en el momento en el cual sale despedido hacia atrás.
Su cuerpo, despojado de sus armas vuela en el aire hasta encontrar el espadón clavado en el suelo, impactando contra su hoja y cortándolo desde el hombro hasta el riñón del otro lado, partiéndolo en dos.
Tras eso calma y silencio. Parece estar muerto, no se escucha nada, pero esa sensación inquietante que lo envuelve todo no ha desaparecido. De pronto una risa resuena en tu cabeza.
- Supongo que este cuerpo no daba para más. - Escuchas la voz de Shura haciendo eco en tu mente. - Has ganado demonio de la niebla, por ahora. Pero no te preocupes... puedo esperar. Algún día algún insensato sediento de poder vendrá aquí, algún día mi voz será oída, y algún día volveré a tener un cuerpo. No me importa que selles este sitio, tengo todo el tiempo del mundo. No como tú.
Tras pronunciar esas palabras notas como su presencia se desvanece. Pero algo no va bien. De pronto el cadáver de Mihasy, el cual ha recuperado la forma humana, comienza a arder con esas llamas cenicientas. La espada y los cuerpos se prenden en llamas las cuales rápidamente se propagan por toda la sala consumiéndolo todo.
- Este es mi regalo de despedida Krauser.
No parece buena idea quedarse, aquí ya no queda nada de valor, salvo la katana que tienes clavada en el brazo.
Tras eso regresas al ataque y él, todavía aturdido por el primer golpe a penas puede reaccionar, aunque le quedan los reflejos suficientes para clavar su katana en tu brazo antes de que le des el golpe en la cara, marcándote con un gran tajo que lo atraviesa. Notas como la carne se desgarra y el metal roza el hueso justo en el momento en el cual sale despedido hacia atrás.
Su cuerpo, despojado de sus armas vuela en el aire hasta encontrar el espadón clavado en el suelo, impactando contra su hoja y cortándolo desde el hombro hasta el riñón del otro lado, partiéndolo en dos.
Tras eso calma y silencio. Parece estar muerto, no se escucha nada, pero esa sensación inquietante que lo envuelve todo no ha desaparecido. De pronto una risa resuena en tu cabeza.
- Supongo que este cuerpo no daba para más. - Escuchas la voz de Shura haciendo eco en tu mente. - Has ganado demonio de la niebla, por ahora. Pero no te preocupes... puedo esperar. Algún día algún insensato sediento de poder vendrá aquí, algún día mi voz será oída, y algún día volveré a tener un cuerpo. No me importa que selles este sitio, tengo todo el tiempo del mundo. No como tú.
Tras pronunciar esas palabras notas como su presencia se desvanece. Pero algo no va bien. De pronto el cadáver de Mihasy, el cual ha recuperado la forma humana, comienza a arder con esas llamas cenicientas. La espada y los cuerpos se prenden en llamas las cuales rápidamente se propagan por toda la sala consumiéndolo todo.
- Este es mi regalo de despedida Krauser.
No parece buena idea quedarse, aquí ya no queda nada de valor, salvo la katana que tienes clavada en el brazo.
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Krauser mantuvo su rodilla derecha clavada en el suelo. Su ojo derecho estaba cerrado y el izquierdo abierto de par en par. Respiraba de forma agitada y se notaba bastante dolorido. Anuló el poder de su niebla y tosió un poco. La sangre manaba de su brazo derecho debido a que aquella katana había atravesado su carne. El dolor fue tan intenso que estuvo a punto de vomitar. Hizo un esfuerzo enorme para no hacerlo. Sabía que quitársela sería mucho peor, por lo que primero iría hasta un lugar seguro en el que poder intervenir. Si se la quitaba allí mismo empezaría a sangrar y si debía seguir luchando tendría problemas. Tosió de nuevo sintiendo aquella voz en su mente. Miró el cuerpo partido en dos de Mihasy y chasqueó la lengua debido a la impotencia, pues quiso salvarlo. Las llamas empezaron a consumirlo y la sala empezó a arder también de una forma bestial.
- Cuando yo ya no esté será problema de otros. Pero, mientras yo esté vivo, no vas a salir de este sitio, amigo. – Terminó de decir colocándose en pie. – A partir de ahora, este sitio será prioridad de los Redfield.
Dicho aquello dio la espalda al cadáver y empezó a caminar hacia el exterior. Cuando Krauser tuviese un hijo, su deber sería cuidar la isla y su nieto lo mismo. Se ocuparía de formar una generación de guerreros que cuidase aquel sitio como un lugar prohibido. Dejó la espada maligna allí ardiendo y ni siquiera miró hacia atrás. Una vez estuvo fuera de aquel sitio alzó su mano izquierda y empezó a acumular energía en ella. En pocos segundos se formó un shuriken gigantesco del tamaño de una casa. Tuvo que extender la mano hacia arriba para no decapitarse. Cuando estuvo listo lo lanzó contra la entrada y cerró el puño. De esa forma, todo quedaría sepultado por las rocas. Lo lograse o no, se daría la vuelta y frunciría el ceño. Empezó a caminar alejándose y después de eso miró rumbo hacia donde había ido. Tenía que llegar al barco cuanto antes para quitarse la espada y de paso curarse un poco.
- Y ahora a volver a casa… Pero, antes me queda una cosa por hacer. – Susurró para sí mismo mientras le echaba un ojo a la katana clavada en su brazo.
No solo pensaba quedarse con aquella isla, también establecería una base revolucionaria en ella. Además de eso, la limpiaría de seres venenosos. El plato fuerte de todo, ya tenía sitio donde enviar aquella maldita katana. Unos imbéciles iban a recibir la humillación de sus vidas. Krauser avanzó con la mirada seria y a paso rápido. El reinado de otro de los yonkous había terminado y especialmente uno de los cabrones. Ya solo quedaba Émile para que la cosa fuera bien, aunque con este último deseaba hablar más bien. Dexter era una buena persona, por lo que estaba bastante satisfecho con el resultado que había quedado ahora en los mares.
- Cuando yo ya no esté será problema de otros. Pero, mientras yo esté vivo, no vas a salir de este sitio, amigo. – Terminó de decir colocándose en pie. – A partir de ahora, este sitio será prioridad de los Redfield.
Dicho aquello dio la espalda al cadáver y empezó a caminar hacia el exterior. Cuando Krauser tuviese un hijo, su deber sería cuidar la isla y su nieto lo mismo. Se ocuparía de formar una generación de guerreros que cuidase aquel sitio como un lugar prohibido. Dejó la espada maligna allí ardiendo y ni siquiera miró hacia atrás. Una vez estuvo fuera de aquel sitio alzó su mano izquierda y empezó a acumular energía en ella. En pocos segundos se formó un shuriken gigantesco del tamaño de una casa. Tuvo que extender la mano hacia arriba para no decapitarse. Cuando estuvo listo lo lanzó contra la entrada y cerró el puño. De esa forma, todo quedaría sepultado por las rocas. Lo lograse o no, se daría la vuelta y frunciría el ceño. Empezó a caminar alejándose y después de eso miró rumbo hacia donde había ido. Tenía que llegar al barco cuanto antes para quitarse la espada y de paso curarse un poco.
- Y ahora a volver a casa… Pero, antes me queda una cosa por hacer. – Susurró para sí mismo mientras le echaba un ojo a la katana clavada en su brazo.
No solo pensaba quedarse con aquella isla, también establecería una base revolucionaria en ella. Además de eso, la limpiaría de seres venenosos. El plato fuerte de todo, ya tenía sitio donde enviar aquella maldita katana. Unos imbéciles iban a recibir la humillación de sus vidas. Krauser avanzó con la mirada seria y a paso rápido. El reinado de otro de los yonkous había terminado y especialmente uno de los cabrones. Ya solo quedaba Émile para que la cosa fuera bien, aunque con este último deseaba hablar más bien. Dexter era una buena persona, por lo que estaba bastante satisfecho con el resultado que había quedado ahora en los mares.
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