Reencuentro y aventuras

Todo comenzó de forma espontanea, pero esa es la mejor forma de que las cosas sucedan. Hacía poco tiempo que la felina música de los Blue Rose regresase a casa, después de dos largos años de viaje. Muchas cosas parecían haber cambiado en ella, pero seguramente lo mismo había sucedido con sus compañeros. Aunque aún no había alcanzando a reencontrarse con la mayoría de estos. Al parecer, ella no era la única que había decidido emprender el vuelo en ese tiempo. Es por ello que cuando el pequeño aparato que llevaba siempre en su mochila comenzó a sonar, una emoción como no había sentido en años la inundo.

Mura se encontraba encerrada en la pequeña biblioteca del “Media Luna”, una embarcación con la que se topó durante su viaje, en la que había estado pasando gran parte de su tiempo últimamente. Iba ahí casi a diario para seleccionar libros que llevarse a su cuarto, en el palacio del Ojo y acababa por pasarse horas leyendo cuando ojeaba alguno que le resultaba interesante. De hecho, en aquel instante estaba leyendo uno. Se trataba de una novela de aventuras. En un mundo en que no existían las frutas del demonio y la mayor preocupación que tenía la gente era que tiempo haría mañana. Le resultó un tanto aburrido, motivo por el que tardase apenas un segundo en cerrarlo de golpe, antes de contestar al Den Den Mushi, frotándose los ojos. Por muy buena vista que tuviese, tal vez no debiera leer con tan poca luz.

Sus orejas se alzaron al escuchar la voz de Dexter al otro lado del cacharro. Sus palabras fueron breves. Sonaba como si se encontrara irritado, al hablar. Por lo visto, no le habían invitado a cierta reunión de piratas. ¿Acaso los piratas hacían ese tipo de cosas? En ese caso, ¿por qué no lo invitarían? Tal vez sus poderes les abrumaran. Akane se encogió de hombros. Aquellas preguntas no le interesaban, pero la idea del Yonkou de entrar sin haber sido invitado, le resultó sorprendentemente divertida. La Akane de dos años atrás no hubiera accedido a esto, pero la actual era distinta. Además, las voces de sus compañeros al contestar también la animaron. En especial la de Aka, que no dejaba de quejarse. Ya que se trataba de una llamada a todos los miembros de la banda, era normal que lo escuchara. Solo una pregunta salió de sus labios, sin embargo, mientras esbozaba una amplia sonrisa. — ¿Dónde tenemos que reunirnos? —

Tardó escasos segundos en levantase de su asiento y salir corriendo a la cubierta. Había colgado el DDM una vez confirmó que ella se apuntaba a colarse en aquella fiesta de piratas, o lo que fuese, y ahora se disponía a llamar a Sumire para avisarla de que le dejara preparado su paraguas. Ya llevaba sus dagas consigo, como siempre, y no consideró necesitar mucho más por el momento. También se llevaría consigo a Eagle, ya que imaginaba que podría serle útil para obtener información en el campo de batalla. Sumire se debería quedar en aquella ocasión con Nala y Owl en casa. La molestia ante esto se hizo notoria para la pelirroja por el tono de voz de la contraria al confirmar a regañadientes que tendría todo preparado. Para animarla, Mura le prometió ir con ella a algún lugar cuando regresasen y le aseguró que si no la llevaba con ella era porque no quería que se aburriese, aunque aburrirse seguramente fuese lo último que hicieran.

Mura irrumpió en el palacio en que se hospedaban tras poco más de cuarto de hora, abriendo las puertas de par en par mientras calmaba su ritmo cardiaco. Se quedó unos segundos en el umbral para recuperar el aliento, mientras observaba el corredor que se abría ante ella, dibujando una mueca. Adoraba a su nueva familia, que era como veía en ese momento a los Blue, pero no podía evitar sentir repulsión al tipo de vida acomodada que suponía el estar en la tripulación de Dexter. Cosa que puede sonar estúpida para cualquiera que se haga llamar pirata. Sin embargo, la chica gato era de gustos más sencillos. Una pequeña pero acogedora cabaña, buena comida… Ese era el tipo de hábitat que prefería la chica. De hecho se planteó pedirle a Dexter que la dejase tener su propia vivienda a parte de sus aposentos en el palacio. Y se replanteaba esto cada vez que pasaba por la puerta. Sin embargo, hoy no sería el día.

Incorporándose de nuevo, Akane se dirigió a sus aposentos, con la cabeza en alto y a paso firme. Se cruzó con un par de sirvientes que hicieron una leve reverencia a su paso, y se comportó con ellos como le había enseñado Keima. Una vez en su cuarto, se tiro en su enorme cama y suspiró. —Odio este tipo de vida…— Se quejó, hablando de su “casa”.

—Tampoco es que puedas cambiarlo. — Contestó Sumire con tono amable y tranquilo, ante el puchero de Mura, antes de dejar sobre la cama ropa para la chica y su sombrilla.

—Gracias… Lo sé…— Contestó la felina antes de comenzar a desvestirse, para poder ponerse su ropa de combate, esta consistía en una camiseta de estilo oriental, de color blanco y sin mangas, con un obi azul atado a la cintura y unas mallas del mismo azul. Mura se vistió de forma rápida, ciñéndose bien el obi antes de ocultar sus dagas en él y se agarró el cabello en una cola de caballo. Se colgó a la espalda el paraguas/sombrilla y, a regañadientes, se calzó también. Cuando consideró que estaba lista, silbó, llamando así a Eagle (sus mascotas estaban entrenadas para responder cada una a un silbido distinto). El ave apareció graznando y se apoyó en el hombro derecho de Akane, el cual estaba protegido con una hombrera de cuero negra. La mano de la joven acarició la cabeza de la majestuosa ave, antes de dirigirse a la cabeza de Sumire. Mura le dio un beso en la frente a la dragona, a modo de despedida y salió por la puerta, para ir a encontrarse con el resto. No sabía cómo acabaría aquello, pero sin duda sería una gran aventura… y también sería un reencuentro.