Xuban27
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Drakon estaba dormido en su pequeño bote, soñando con aventuras como siempre. Soñaba que era el capitán de una gran banda pirata que luchaba contra malvados piratas . Cuando se despertó, supo que todo aquello era un sueño y sintió un poco de pena por no ser cierto lo que soñó.
Miró a su alrededor por si veía algo interesante y vio cuatro cosas que destacaban: un barco pequeño que seguramente era un pesquero, otro barco mucho más grande que el otro, una isla a unos quince km de donde estaba él y algo que brillaba debajo de su barco, en el fondo del mar. Al principio Drakon pensó ir a toda costa a esa isla, pero luego le entraron ganas de saber qué era aquello que brillaba bajo sus pies.
Hacía mucho calor, así que sin quitarse la ropa, cogió su espada y saltó del bote en busca de esa cosa luminiscente. Allí abajo no se veía casi nada, o diciéndolo mejor, Drakon no se molestó mucho en mirar lo que había; él solo se fijaba en llegar al fondo, para ver qué era esa cosa. No le costó mucho llegar hasta el fondo y tampoco coger aquello, ya que era una moneda de oro. Cogió la moneda y mientras estaba subiendo a la superficie la metió en el bolsillo, pero entonces, miró a su derecha y vio algo alucinante: ¡ un barco hundido! No podía aguantar más sin respirar así que subió a la superficie.
Contento por la moneda y emocionado por el barco, empezó a bucear otra vez hasta llegar al barco naufragado. Nadó cerca del barco con la ilusión de encontrar algo. Después de bucear alrededor del barco, encontró dos cofres: uno era pequeño y hecho de un material duro y pesado. El otro era más grande pero de madera y pesaba más, obviamente porque lo que estaba dentro era más pesado. El hombre era muy fuerte pero aun así no podía coger los dos cofres a la vez, así que cogió el de madera y lo llevó a su bote. Una vez dejado el cofre, aún emocionado, se sumergió en el agua por tercera vez, a por el otro cofre. Estaba cansado y esta vez le costó llevar el cofre hasta su bote, pero sus ganas de saber lo que había dentro eran más grandes que el cansancio, pudiendo así llevar el segundo cofre a su pequeño bote.
Se tumbó un rato en el bote para recuperar el aliento y justo cuando pensaba ver lo que había dentro de esos antiguos cofres se le ocurrió ir al barco hundido por última vez, para ver si había quedado algún tesoro escondido. Saltó del bote y buceó rápidamente para estar más tiempo mirando si había alguna otra fortuna en aquel barco. Esta vez aguantó mucho sin respirar, pero por desgracia, no encontró nada. Cuando llegó a la superficie, su pequeño bote con los dos cofres que ni siquiera había abierto, ya no estaba allí.
Nuestro protagonista, despistado con el barco y los cofres, no se había fijado en el gran barco que había visto anteriormente, y desgraciadamente, este le había robado su bote, seguramente por los cofres. Drakon no era malo nadando pero no podría alcanzar al gran barco. Parecía que el barco iba rumbo a la isla que estaba a 15 km de él. No conseguiría llegar a la isla nadando. Entonces se acordó del barco pesquero y cuando vio que estaba cerca de él, empezó a gritar muy alto:
- ¡Por favor, ayúdame, me he quedado tirado en medio del mar!
Cuando Drakon vio que el barco pesquero se acercaba, se sintió un poco más relajado. El pescador no tardó mucho en llegar hasta él y le ayudó a subir al barco. El pescador se llamaba Mocu y tenía unos cincuenta años. Era humilde y tranquilo y vestía una gorra negra, como los marineros. Drakon le contó todo lo ocurrido, y le preguntó si podría llevarle hasta la isla hacia la que señalaba.
- Estás de suerte. Yo vivo en esa isla que se llama Deso. Además, no podría dejarte aquí tirado. - le contestó Mocu mientras sonreía.
Drakon le dio las gracias al pescador y los dos juntos, se dirigieron a Deso. El Mientras llegaban a la isla, Mocu le habló un poco sobre él. Le dijo que vivía solo con su hija de ocho años, Sofía, porque su mujer murió hace un año por una enfermedad. También le habló sobre su pueblo: no era demasiado grande, pero sí rico. Era un pueblo muy turístico, sobre todo por su gastronomía.
Llegaron al puerto y dejaron el pesquero junto a los resto de los barcos . Todas las embarcaciones parecían ser de pesca excepto dos: uno era el gran barco que le robó el bote a Drakon y el otro era un poco más pequeño, pero el doble de grande que un pesquero. Mocu le dijo a Drakon que el segundo barco más grande era el barco de su padre, que se dedicaba a buscar tesoros por el mar. Su padre murió hacía unos años, así que ahora era suyo aunque no lo utilizaba, ya que era demasiado grande para usarlo sólo para pescar.
Drakon se despidió de Mocu, dándole otra vez las gracias por llevarle hasta allí. Se hacía de noche y Drakon tenía que recuperar todas sus cosas. Se dirigió hacia el gran barco, al que tardó muy poco en llegar. Eran alrededor de las once de la noche y como no se veía gente en el barco supuso que estarían dentro, durmiendo.
El espadachín subió al gran barco de un salto, silenciosamente, para no despertar a los dueños. Entró al primer camarote que vio, para ver si se encontraban allí sus pertenencias. Se encontró con un hombre que estaba durmiendo. En la mesilla que había a su lado vio una pistola y Drakon se asustó un poco, pero tenía que acostumbrarse ya que ahora era un pirata. Al lado de la mesilla pudo ver un cofre de madera y lo cogió, pensando que era el suyo. Lo hizo muy en silencio, así que no despertó al hombre dormido.
Salió de ese camarote y entró a otro, el más cercano que encontró. Allí también había una cama, pero no parecía haber nadie. Ese camarote estaba lleno de tesoros. Estaba claro que la gente del barco eran piratas. En una esquina estaban las cosas de Drakon: su mochila con todas sus ropas y dos cofres. Eso debería suponer que el cofre que cogió en el otro camarote no era suyo, pero no le dio tiempo de dejarlo; ¡alguien le disparó!
No veía a nadie, pero le estaban disparando. No le dañaron, porque llevaba puesta una armadura metálica debajo de la ropa, pero aún así tenía que salir de ahí, podrían darle en la cara. Como no podía quedarse otra vez con las manos vacías, cogió rápidamente sus cosas y olvidándose de dejar el cofre que no era suyo, salió del camarote y echó a correr. Dejaron de dispararle cuando salió del barco, pero él siguió corriendo por si acaso. Esos piratas no tenían buen carácter, pero al fin y al cabo debieron de creer que les estaban robando.
Drakon había recuperado todas sus cosas, menos el bote. Ahora no tenía a donde ir. Su bote estaba atado al gran barco de los piratas y sería muy peligroso volver atrás. De repente un hombre y una niña se le acercaron.
- ¿Eres tú ,Drakon? ¡ Qué casualidad ! ¿Qué estás haciendo aquí? - dijo el hombre con cara alegre.
- Hola Mocu. He recuperado mis cosas, pero no mi bote y no tengo a donde ir. ¿ Qué haces tú aquí, a estas horas de la noche? - le respondió Drakon.
- Ya veo. Yo estaba de paseo con Sofía. Por el día, yo trabajo y ella va a la escuela, así que aprovechamos la noche para estar juntos. Si quieres, puedes venir a dormir con mi hija y conmigo. - le dijo el pescador generosamente.
- Muchas gracias, te pagaré a cambio. - dijo Drakon, mostrándose muy agradecido.
- Claro que no, hombre. Venga vamos a casa, te prepararé algo de comer.- dijo Mocu, terminando la conversación.
Pronto llegaron a la casa de Mocu. La casa era pequeña pero confortable. Había un comedor, un baño y dos cuartos. Los tres se sentaron en la mesa y comieron un pez fresco que pescó y preparó el pescador. Para el gusto de los tres, estaba más que delicioso. Después de cenar, se fueron a dormir. Antes de que la esposa de Mocu muriera, Sofía dormía en su cuarto, pero ahora duerme con su padre, dejando libre un cuarto. Por eso, Drakon durmió en el cuarto de Sofía, pero antes de eso, no pudo resistirse a abrir los cofres. Tenía tres cofres, pero sólo quería abrir los suyos, porque sabía que si abría el cofre de los piratas del gran barco, luego no querría devolverlo. Primero intentó abrir el cofre de madera y le costó un poco pero lo consiguió. El cofre estaba lleno de monedas de oro. Muy emocionado por el contenido del primer cofre, intentó abrir el cofre metálico, que era más pequeño que el otro, pero a pesar de que hizo varios intentos no consiguió abrirlo.
A la mañana siguiente, después de desayunar, Drakon quiso pagar al pescador, pero este no le dejó. El espadachín cogió todas sus cosas, incluido los tres cofres y salió de casa junto con Mocu y su hija. Se despidieron otra vez y Mocu fue a acompañar a Sofía a la escuela, mientras Drakon se dirigía a su bote, que estaba atado al gran barco.
Llegó al frente del barco y tampoco esta vez vio a nadie. Su pequeño bote seguía ahí. justo cuando tenía que saltar al agua para subir al bote, escuchó el grito de una chica pidiendo ayuda. Los gritos eran continuos y cada vez más altos.
Mientras tanto, en la entrada del banco de Deso, había diez hombres con una pistola cada uno. Uno de los hombres tenía agarrada a una niña y la apuntaba con la pistola.
- ¡Papá ayúdame, por favor ! - Decía la niña, Sofía, mientras lloraba.
- Si dais un paso más, dispararé a la niña. - dijo el hombre que apuntaba a Sofía, cuando escuchó que la niña pedía ayuda.
Frente a esos hombres, había unos cinco agentes de policía que habían ido a atrapar a los atracadores, pero no podían hacer nada, ya que los ladrones dispararían al rehén. Mocu, el padre de la niña, también estaba allí, llorando por no poder hacer nada. Lo mejor que podía hacer la gente que estaba allí, era esperar a que los ladrones terminaran de robar el banco.
En esa escena de tragedia, de repente alguien hizo un salto rapidísimo y le quitó el rehén de las manos al hombre que la tenía agarrada.
- No me importa quién eres, pero devuélveme el rehén o te mataré. - dijo el hombre armado al hombre que le quitó la niña de las manos, mientras lo apuntaba con la pistola.
- Pues no me importa que no te importe quién soy, soy Drakon Lúckmacon. Si tú y tus amigos soltáis las armas, no habrá ningún herido. - dijo nuestro protagonista, con un tono heroico, desenvainando la espada.
Drakon hizo otro largo salto y llevó la niña con su padre y a Mocu no le dio tiempo ni de reaccionar, pero lloró aún más que antes, esta vez por la emoción de sentirse otra vez junto a su querida hija.
Una vez dejada la niña con su padre, volvió al frente de los atracadores del banco. Los ladrones formaron un círculo alrededor del espadachín y todos a la vez, le dispararon. Drakon hizo un giro rápido con la espada y pudo parar nueve de las diez balas. Después de disparar al espadachín, convencidos de que lo habían matado, los hombres armados se giraron y apuntaron a los policías. Parecía que todo estaba perdido, pero no. Antes de que les diera tiempo de disparar, cayeron al suelo, heridos. Drakon los cortó por la espalda. Todos creían que Drakon murió, sin embargo, nadie sabía que llevaba un traje metálico. Veremos pocas veces a Drakon atacando por la espalda, pero en un momento como ese, si no lo hacía, más que una persona moriría, así que no dudó en hacerlo.
Toda la gente que estaba allí agradeció a Drakon lo que hizo y los policías se disculparon por no haber podido hacer nada. Todo había salido bien, o eso pensaban. Drakon había vencido a esos diez hombres, pero todavía faltaban los que se suponía que tenían que robar el dinero del banco. Entonces, un ladrón salió del banco y este parecía estar muy relajado. Este ladrón tenía el pelo rubio y ojos marrones. Vestía una camiseta negra y pantalones cortos, que también eran negros. También llevaba playeras, que parecían ser muy ligeras, para moverse de manera más ágil.
- Pero bueno... ¡ si es el hombre que el otro día entró a robarnos! ¡el mismo que ha vencido a mis hombres!. - dijo el atracador, muy relajado.
Drakon se dio cuenta entonces de que los ladrones eran los piratas del gran barco. Se fijó en los piratas que había vencido y uno era el mismo que anoche estaba durmiendo. Si la persona que salió del banco sabía que él fue quien entró en su barco, eso significaba que era el que le había disparado, ya que fue el único que lo vio. Lo más raro fue que Drakon no pudo ver al hombre que le disparó la noche anterior. ¿ Podría ser que aquel hombre fuera invisible? En cualquier caso, debía tener cuidado con ese hombre.
- Yo sólo quería recuperar las cosas que me robasteis, pero me confundí y cogí un cofre vuestro. Si quieres te devuelvo el cofre, pero a cambio tú y tus hombres deberéis dejar la isla. - le dijo Drakon al pirata.
- Puedo ser muy peligroso y creo que lo sabes. Podría acabar con toda la gente que se encuentra en esta zona en sólo un instante, pero no lo haré si aceptas mi trato: una pelea entre tú y yo. Si ganas, mis hombres y yo nos iremos de la isla, pero si gano yo, nos llevaremos todo el dinero del banco y nos darás tus dos cofres, además del nuestro. - dijo el pirata, con un acento un tanto malvado.
- El dinero del banco no es mío, pero ninguna persona preferiría morir en vez de dar dinero, así que acepto el trato.- dijo Drakon, al ver que no tenía otra oportunidad.
- Haces bien en aceptar el trato. El combate será pasado mañana, donde tú quieras.-dijo el adversario del espadachín.
- No me importa mucho el lugar, pero me gustaría que fuera dentro del bosque. Tú ve al bosque y ya te encontraré. -le dijo Drakon, pensando que dentro del bosque no podrían dañar a ningún civil.
- Me parece bien. Cuando llegue al bosque te haré una señal. Mis hombres y yo tenemos que irnos. - dijo el pirata, terminando la conversación.
Al espadachín no le pareció bien que su adversario llevara a sus hombres, pero no le dijo nada, porque si decía algo la gente que estaba allí estaría en riesgo. Cuando todos los ladrones se fueron, la gente empezó a dar las gracias a Drakon otra vez. Los agentes que estaban allí le dijeron que si quería, podrían dejarle sus armas, pero Drakon les dijo que lo único que necesitaba para vencer al pirata malvado, era entrenar sin perder ni un sólo segundo.
- Estaba ayudando a Sofía al colegio y de repente, desapareció. Supongo que los atracadores la secuestrarían sin darme cuenta. No sé cómo pagarte por esto, espadachín. Has salvado a mi hija - esta vez era el pescador quien estaba agradecido.
- Pues hay algo que me gustaría pedirte, Mocu. ¿ Podría dejar mis cosas en tu casa mientras estoy entrenando ? - preguntó nuestro protagonista al pescador.
- Claro que sí, hombre. ¿ Pero dónde entrenarás ? - le preguntó Mocu.
- ¿Qué mejor lugar para entrenar que el bosque? -contestó el espadachín con mucha seguridad.
- He visto que eres muy fuerte, pero aún así ten mucho cuidado en el bosque. Dicen que hay un tipo de ave que es tan rápido y tan fuerte como el viento. - le dijo el pescador, con cara seria.
- Pues mucho mejor para mí. Así podré entrenarme mejor. -dijo Drakon finalizando la conversación.
Drakon cogió sus cosas, que había dejado al lado del banco y las llevó a casa de Mocu. El espadachín le dijo al pescador, que ya se habían convertido en su amigo, que volvería a por sus cosas cuando ganara al ladrón.
- Buena suerte con el entrenamiento, Drakon. - Esta vez era Sofía quien hablaba con su salvador.
Después de despedirse otra vez de Mocu y su hija, Drakon se dirigió al bosque, a entrenar.
Tuvo que cruzar el pueblo para llegar al bosque. Ya era hora de comer y quería cazar alguna bestia para poder así, entrenar y conseguir algo de comer a la vez. En el bosque había todo tipo de árboles: algunos eran gigantes, otros, pequeños pero con un montón de ramas... También había un montón de setas de diferentes colores y aunque algunas tenían una pinta deliciosa, era muy peligroso arriesgarse a comérselas.
Se adentró en el bosque hasta llegar a un lago. Allí se sentó a descansar un poco y a pensar cómo podía encontrar algo de comer. Se quedó un rato mirando al lago y se le ocurrió la idea de pescar algo, pero justo entonces, el agua empezó a moverse, cada vez más y más, hasta que un cocodrilo gigante salió del agua de un gran salto. Al parecer, Drakon no era el único que tenía hambre. La bestia se quedó mirando fijamente a su presa. ¿Pero, quién era realmente la presa ?
Drakon hizo un salto a la espalda del monstruo, pero antes de que le diera tiempo de herir al cocodrilo, este lo golpeó con un fuerte coletazo. Drakon salió volando y cayó al lago. El golpe que le dio el cocodrilo le dolió mucho, pero ahora tenía que salir del agua lo más rápido posible, o se convertiría en comida del gran reptil. Empezó a nadar rápidamente, pero escuchaba el sonido de aquella bestia moviendo el agua y como es normal, mucho más rápido que él.
El espadachín logró llegar hasta la orilla del lago, donde ya podía ponerse de pié. Miró detrás suyo y vio las grandes mandíbulas que pretendían devorarle. Allí ya el cocodrilo no podía nadar, pues era muy grande y no tenía espacio suficiente. El espadachín empezó a correr para llegar a tierra, pero el reptil lo golpeó con otro coletazo tirándolo a su espalda. Dado que chocó contra la dura piel del cocodrilo, se quedó muy dolorido y más débil. Aún así no dejaría que el monstruo lo devorara, así que saltó a la parte superior de su boca. La bestia intentó tirarlo al agua dando coletazos, pero Drakon los esquivó. Cuando el reptil se paró un momento a descansar, el espadachín aprovechó el momento para clavar la espada en la parte superior de boca. Aunque la piel del cocodrilo era durísima, más dura era la espada de Drakon, ya que estaba hecha de colmillo de Dragón, aunque él no lo supiera. La espada atravesó la boca del monstruo y allí quedó claro quién era presa de quién, pues el cocodrilo se quedó quieto, muerto. El espadachín sentía pena por haber matado al cocodrilo, pero al fin y al cabo, debía hacerlo para poder comérselo.
Se bajó del cocodrilo gigante de un salto y fue en busca de leña para poder hacer fuego. Fue muy fácil lo de la leña, lo único que tuvo que hacer fue cortar algunas ramas con su espada. Lo de hacer fuego le costó más. Tardó una hora en obtener humo frotando dos palos y dentro de otra hora, el humo se convirtió en fuego. Puso el fuego en el centro del círculo de ramas que hizo y pronto todas las ramas cogieron fuego.
Cortó una parte del cocodrilo que había cazado y lo llevó hasta el lugar en el que estaba el fuego, que era muy cerca del lago y lo preparó para comérselo. No estaba muy bueno, pero tampoco estaba malo; por lo menos para Drakon.
Cuando terminó de comer se fue otra vez a entrenar. Esta vez entrenó escalando árboles, para tener todavía más fuerza en los brazos y así poder hacer cortes más fuertes con la espada. Pero lo que realmente Drakon quería conseguir no era más fuerza, si no el poder del que una vez le habló su maestro, el haki. Su maestro le enseñó que había tres tipos de haki, pero él sólo dominaba dos: el haki de observación y el haki de armadura. Dominando el primero de éstos, puedes llegar a ser capaz de sentir a las personas sin verlas. Con el segundo, eres capaz de crear una especie de armadura invisible que sirve para defenderse de ataques, o hacer que tus ataques sean más fuertes. Drakon sabía que su adversario, el que suponía que era el jefe de los piratas que atracaron el banco, era muy fuerte y estaba casi seguro de que tenía el poder de convertirse en invisible. Si Drakon conseguía dominar por lo menos el haki de observación, podría saber dónde estaba su adversario sin verlo y así vencerle mucho más fácilmente. Además de eso, al espadachín también le gustaría dominar el haki de armadura, pero para eso no podía perder ni un segundo del entrenamiento.
Drakon no tenía ni idea de cómo conseguir dominar esos poderes, pero cuando subió a la punta de un árbol, vio algo volando rápidamente, de modo que casi no se podía ni ver. Entonces, Drakon se acordó del ave que le mencionó Mocu; el ave que era tan rápida y tan fuerte como el viento. Sin lugar a dudas, el ave que estaba viendo Drakon era la misma del que le habló el pescador. Luchar contra ese pájaro sería el entrenamiento perfecto.
Drakon, queriendo atraer el pájaro, silbó desde la copa del árbol, pero el ave no le escuchó. Con la misma idea, Drakon hizo otro silbido, pero mucho más fuerte que el anterior, de modo que esta vez el ave le escuchó.
Cuando el ave vio a Drakon, se acercó rápidamente hasta el árbol donde estaba el hombre y dio un aletazo contra el aire y así creó una ráfaga de viento con la cual tiró al espadachín del árbol. Por suerte, Drakon era muy ágil y dando una pirueta en el aire, logró caer de pie.
Drakon sabía que aquel ave sería fuerte, pero no tanto como para crear una ráfaga de viento de un solo aletazo. Además si no cayera de pie, un golpe desde tanta altura podría causar heridas graves.
De repente, otra ráfaga de viento le vino desde detrás, pero esta vez no pudo hacer nada y chocó contra un árbol. Miró detrás suyo y allí estaba el pájaro. Era del color del fuego. No era gigante como el cocodrilo que cazó, pero si un poco grande para ser un ave. Lo que ese pájaro tenía grande, eran sus alas.
El hombre sentía dolor, pero era su entrenamiento y para poder dominar el haki de armadura, golpes como ese le vendrían bien. Desenvainó su espada y saltó hacia el pájaro, pero este creó otra ráfaga y tiró al espadachín contra otro árbol, de modo que recibió otro fuerte golpe. Drakon, no queriendo rendirse, saltó otra vez para atacar al pájaro, pero esta vez tampoco pudo llegar hasta él, ya que otra ráfaga lo tiró hasta chocar contra otro árbol. Como el hombre no era rival para el pájaro , el ave dejó ahí a Drakon y fue otra vez a volar por el cielo. El pirata quería seguir luchando, pero él también sabía que en ese estado no podría ni hacerle un rasguño al pájaro. Después de estar un rato tumbado en el suelo, recuperándose, se dirigió al lago. Con entrenar tanto, ya se había hecho tarde, así que cortó y preparó otra pieza del cocodrilo cazado en el fuego. Cuando terminó de cenar, se tumbó cerca del fuego y durmió para descansar y así recargar fuerzas para el día siguiente.
A la mañana siguiente, se despertó y comió otra vez cocodrilo, pero antes tuvo que hacer otra vez fuego, ya que el del día anterior se había apagado durante la noche. Esta vez le costó menos tiempo que la vez anterior. Después de desayunar fue en busca del pájaro con el que había luchado el día anterior y no le costó mucho encontrarlo. Lo hizo como la víspera: subió hasta la copa de un árbol alto y dio un gran silbido. El ave voló hasta él y Drakon empezó a bajar rápidamente del árbol, para que el pájaro no lo tirara de una ráfaga. Cuando bajó del árbol el pájaro ya estaba frente a sí.
El ave creó una ráfaga intentando hacer que Drakon chocara contra un árbol, pero el espadachín logró esquivarlo de un salto. Aunque esquivara esa ráfaga, el pájaro era rapidísimo y en un instante apareció detrás de su rival. A Drakon no le dio tiempo de verlo y el ave, aprovechándose de aquello, creó una segunda ráfaga con la que tiró a Drakon contra un árbol. Tenía que pensar en algo porque si seguía así, acabaría como la vez anterior.
El pájaro estaba frente a él, pero si le atacaba el ave le atacaría con otra ráfaga. Si hubiera algún modo de que no le afectase tanto... Entonces recordó de que el haki de armadura servía para defenderse. Cerró los ojos y intentó sacar la fuerza de su espíritu, para crear una especie de armadura invisible. Sabía que en cualquier momento el pájaro le atacaría con otra ráfaga, pero esquivarla sería en vano, así que siguió con los ojos cerrados. Notaba que cada vez estaba más cerca de lograrlo, pero entonces escuchó el sonido de la ráfaga que produjo el ave y sin darse cuenta, abrió los ojos. No podía soportar otro golpe como el anterior, así que concentró todas sus fuerzas en su espíritu y de algún modo, ¡consiguió dominar el haki de armadura!. No parecía ser real, pero logró convertir la fuerza de su espíritu en fuerza física. La ráfaga le empujó un poco hacia atrás, pero nada más.
Drakon, muy seguro de su nueva fuerza, dio un salto rápido con la intención de atacar al pájaro y consiguió cortarle una sola pluma, ya que el ave seguía siendo tan rápida como el viento. Aún dominando el haki de armadura, el espadachín no podía vencer al pájaro; éste permaneció volando rápidamente de un lado a otro, de modo que Drakon no conseguía seguirlo con la vista. Si supiese dónde estaba le habría atacado, pero no podía verlo. Acababa de dominar el haki de armadura y ahora necesitaba dominar el de observación. Tal como hizo para dominar el otro haki, cerró los ojos y se concentró para poder sentir al pájaro . Por el sonido que hacía el ave, sabía que estaba cada vez más cerca, pero no sabía dónde. Si no conseguía verlo, un golpe sorpresa de ese pájaro peligroso podría ser muy doloroso. Después de unos segundos con los ojos cerrados, Drakon llegó a tal punto de concentración que podía sentir la presencia del pájaro. El ave estaba justo detrás de él para atacarle, pero a Drakon le dio tiempo de esquivar su ataque y contraatacó con un rápido golpe con su espada envainada. El golpe no fue muy fuerte, pero lo hizo a propósito, sólo quería saber que podía vencer al pájaro, pero no matarlo. Si lo hubiera querido habría cortado al pájaro en dos con ese ataque. Después del ataque el ave regresó al cielo, ya que se había dado cuenta de que el hombre que ayer no era rival para él, ahora le era invencible.
Con el enfrentamiento con el pájaro ya se hizo hora de comer, así que Drakon fue al lugar donde estaba el fuego y comió otro pedazo del cocodrilo. Ya había dominado los dos hakis y ese era el objetivo del entrenamiento, así que ahora era tiempo de divertirse un poco. Se quitó la ropa y se metió en el lago (con la espada, por si acaso) para nadar un poco. El agua estaba fría, pero hacía calor así que venía muy bien para refrescarse. Además, con su nuevo poder, podía sentir la presencia de los peces que había a su alrededor y eso le agradaba mucho, ya que se sentía mucho más seguro. Estuvo toda la tarde bañándose en el lago y luego volvió a cenar cocodrilo, del cual ya estaba un poco harto. Se acostó pronto, porque sabía que el día siguiente iba a ser un día muy largo.
¡Pum!. Ese fue el sonido del tiro que despertó a Drakon.
- ¿Un tiro a estas horas? - murmuró Drakon cuando el tiro lo despertó.
Entonces recordó que era el día del combate contra el atracador del banco y probablemente fue él quien disparó, como señal. Al parecer, se había quedado dormido y ahora no tenía tiempo ni para desayunar, porque tendría que hacer otra vez fuego, ya que se había apagado, pero a decir verdad no tenía ganas de comer otra vez cocodrilo. Se escuchó otro tiro y Drakon se dirigió a la zona de donde provenía. Drakon pudo encontrar fácilmente a su rival, ya que durante todo el camino el pirata ladrón estuvo disparando con su pistola. Cuando Drakon llegó frente a su adversario, este comenzó a hablar:
- Por fin has llegado, no me gusta que me hagan esperar. Te advierto que no tendré piedad contigo, así que vete preparándote. No sé si lo sabes, pero soy Joe, el capitán de los piratas Money Pirates, con 10 millones de recompensa por mi cabeza, por varios robos. No dejaré que alguien como tú se salga con la suya. - dijo el capitán de los atracadores de bancos, con tono muy malvado.
- Lo mismo digo. ¿ Empezamos ? - le dijo Drakon siendo muy breve.
- Claro que sí. Intentaré no matarte, pero si lo hago, dime dónde están tus cofres. - dijo Joe, mostrándose mucho más malvado que antes.
- Me temo que eso no hará falta. - dijo el espadachín mientras se quitaba el traje fino de metal que llevaba bajo la ropa, para moverse más rápido y así poder acabar la batalla lo antes posible.
Después de que nuestro protagonista dijera eso, Joe se convirtió invisible mientras sonreía.
- Por cierto, se me ha olvidado decirte que soy el poseedor de la "suke suke no mi", la fruta del diablo que permite al usuario convertirse en invisible. - dijo el pirata mientras se reía.
Drakon se quedó callado, pero no por estar sorprendido, si no porque estaba sintiendo la presencia de su objetivo con el poder del haki. Pudo sentir que su oponente estaba detrás de él. Desenvainó su espada y de repente escuchó el sonido del tiro que su adversario le disparó. Se había quitado el traje metálico y ahora, si una bala le diera, sería muy posible que perdiera el combate, o la vida. Con un salto hacia atrás, Drakon esquivó el disparo. Se puso frente a su adversario, al que no veía pero podía sentir; le vinieron de frente otras cinco balas, que paró con su dura espada. Antes de que a Joe le diera tiempo de atacar otra vez, el espadachín contraatacó con un gran salto hacia su objetivo y le asestó un corte que provocó que cayera al suelo.
- A mí, se me ha olvidado decirte que sabía lo de tu invisibilidad. - dijo Drakon, al ver que el corto combate había acabado. El adversario de Drakon estaba inconsciente, pero se recuperaría después de unas tres o cuatro horas; por si acaso Drakon sacó las balas de su pistola.
El espadachín se puso otra vez el traje de metal y cogió a Joe en brazos, con intención de llevarlo hasta su barco pirata.
Drakon no tardó mucho en llegar al pueblo y una vez allí, recibió una gran bienvenida.
- ¡Mirad, es Drakon! ¡ Lleva al ladrón del banco en brazos ! ¡Le ha ganado! - dijo Mocu, que estaba junto a otras personas del pueblo.
Drakon se acercó hasta la gente. Le invitaron a una gran comida, como muestra de agradecimiento de parte del pueblo. El espadachín aceptó la invitación encantado, ya que estaba sin desayunar, sin embargo dijo que antes debía de llevar al atracador del banco a su barco. Algunas personas se ofrecieron para encargarse del pirata inconsciente. Drakon, muy agradecido, dejó al hombre con una de las personas que se ofrecieron para ello.
Después, todos juntos se dirigieron hacia el restaurante donde iban a comer. Cuando llegaron vieron una gran mesa con un montón de platos, estaba claro que esa era la mesa donde debían sentarse. Para empezar, comieron un tipo de pez espada, que era el pescado más apreciado de esa zona del East Blue; esto se notaba ya que a todos los que comieron el pez espada les salió una sonrisa por lo delicioso que estaba. Mientras comían, llegó la persona que se encargó de Joe y él también se sentó para comer.
- ¿Habéis dejado al pirata en su barco? - preguntó Drakon a la persona que acababa de sentarse.
- Al final hemos pensado que llamar a los marines para que se encargaran de él sería lo mejor, y eso hemos hecho. Además les hemos dicho que le has vencido tú, Drakon Lúckmacon. - le respondió el hombre.
- ¿ Cómo? Yo también soy un pirata, me arrestarán. Agradezco mucho la comida, todo ha estado delicioso, pero ahora tengo que irme, antes de que lleguen los marines. ¿Mocu, me ayudas a tu casa para coger mis cosas? - dijo Drakon, muy deprisa.
- Claro. Venga, vamos. - le respondió el pescador.
- Lo siento muchísimo, de verdad. - dijo el que se encargó de Joe sintiéndose mal por lo que había hecho.
- Tranquilo, no pasa nada. Gracias a todos por lo que habéis hecho por mí. - dijo Drakon sonriendo.
Después de esa corta despedida, Mocu y Drakon se dirigieron a la casa del pescador, para coger las cosas de Drakon. No corrieron, sin embargo anduvieron a un ritmo muy rápido para que al espadachín le diera tiempo de irse antes de que vinieran los marines para encarcelar al atracador de bancos.
- Oye Drakon, mientras estabas entrenando he arreglado un poco el barco que mi padre usaba para buscar tesoros y he pensado que como no tienes un barco decente te lo voy a regalar a ti, como agradecimiento por todo lo que has hecho por mí y por el pueblo. - le dijo el pescador a Drakon, mientras iban hacia su casa.
- De verdad, Mocu, eres el amigo más generoso que he conocido jamás. No sé si debo aceptarlo. - contestó el espadachín con muchas dudas.
- Mira Drakon, tú salvaste a mi hija y eso sí que es ser un buen amigo. Tú mereces ese barco y más. Además, si sigues navegando con ese pequeño bote, algún monstruo marino se te comerá algún día. Te obligo a aceptar el barco. - dijo el generoso amigo de Drakon.
- ¡ Jajaja! Si dices eso, tendré que aceptarlo, pues. - dijo el espadachín, riéndose.
- Claro que sí, amigo. - Terminó la conversación, Mocu.
Llegaron a la casa del pescador y Mocu ayudó a Drakon a recoger sus cosas, que pesaban un montón. Salieron de la casa y se dirigieron al puerto, al lugar donde estaba el nuevo barco de Drakon. Mocu le mostró un poco el barco y pusieron todas las cosas del espadachín en un cuarto. El barco era bastante grande, en total constaba de ocho camarotes. Estaba hecho de madera, pero estaba muy bien construido y parecía ser bastante resistente.
-Bueno Drakon, ha llegado la hora de que nos despidamos. A Sofía le encantaría decirte adiós, pero está en la escuela, ya sabes. Disfruta de tu gran viaje, amigo. Estoy seguro de que te convertirás en uno de los piratas más fuertes del mundo.
- Mocu, te juro que este barco navegará por todos los mares que existan. Gracias por todo. - dijo Drakon, un poco emocionado.
Drakon subió el ancla y levantó las velas. Poco a poco el barco empezó a moverse. Hasta que el barco salió del puerto Mocu y Drakon estuvieron despidiendose, diciéndose adiós con la mano, y los dos estaban emocionados por la amistad tan fuerte que se formó en esos pocos días.
Drakon sentía pena por dejar en el puerto su bote, atado al gran barco, ya que lo había construido con su maestro. Pero, a decir verdad, no llegaría muy lejos navegando con un bote tan pequeño.
Una vez que el barco se alejó de Deso, nuestro protagonista se relajó un poco. Ya no necesitaba huir de los marines, pues éstos irían directamente a por Joe. Hablando del pirata ladrón, recordó que todavía seguía con su cofre, pero ya no podía devolvérselo, ya que pronto estaría en la cárcel. Abrió el cofre de Joe y estaba lleno de dinero. No sabía qué valor tendría el dinero, pero sabía de que se trataba de un número de muchas cifras. Estaba muy contento de tener un montón de dinero, contando con el dinero de su cofre y con el cofre de los Money Pirates.
Como no tenía nada que hacer, intentó abrir el otro cofre que encontró en el fondo del mar, pero esta vez tampoco lo consiguió. Cuando estaba a punto de rendirse, notó que el metal estaba un poco oxidado y esa sería la razón por la que no conseguía abrirlo. Cogió su espada y asestó unos fuertes golpes al cofre, para ver si podía ablandar el metal. Después intentó abrirlo otra vez y con mucha fuerza lo consiguió. Dentro había una especie de fruta circular que parecía ser una manzana, pero de color azul. Al principio se quedó un poco frustrado, pero luego pensó que podría tratarse de una fruta del diablo, de las cuales su maestro tanto le habló. No tenía muy buena pinta, pero no había terminado de comer y todavía tenía hambre. Muy emocionado por los poderes que ésta podría darle si se tratase de una fruta del diablo, dio un bocado a la manzana azul. Drakon no lo espera, pero sabía como una manzana normal, y como no sintió nada especial al masticarla, al final se la comió entera.
Tras haberse comido la manzana se sentó a esperar otra aventura, sin saber lo mucho que esa manzana le serviría en su largo y fantástico viaje.
Miró a su alrededor por si veía algo interesante y vio cuatro cosas que destacaban: un barco pequeño que seguramente era un pesquero, otro barco mucho más grande que el otro, una isla a unos quince km de donde estaba él y algo que brillaba debajo de su barco, en el fondo del mar. Al principio Drakon pensó ir a toda costa a esa isla, pero luego le entraron ganas de saber qué era aquello que brillaba bajo sus pies.
Hacía mucho calor, así que sin quitarse la ropa, cogió su espada y saltó del bote en busca de esa cosa luminiscente. Allí abajo no se veía casi nada, o diciéndolo mejor, Drakon no se molestó mucho en mirar lo que había; él solo se fijaba en llegar al fondo, para ver qué era esa cosa. No le costó mucho llegar hasta el fondo y tampoco coger aquello, ya que era una moneda de oro. Cogió la moneda y mientras estaba subiendo a la superficie la metió en el bolsillo, pero entonces, miró a su derecha y vio algo alucinante: ¡ un barco hundido! No podía aguantar más sin respirar así que subió a la superficie.
Contento por la moneda y emocionado por el barco, empezó a bucear otra vez hasta llegar al barco naufragado. Nadó cerca del barco con la ilusión de encontrar algo. Después de bucear alrededor del barco, encontró dos cofres: uno era pequeño y hecho de un material duro y pesado. El otro era más grande pero de madera y pesaba más, obviamente porque lo que estaba dentro era más pesado. El hombre era muy fuerte pero aun así no podía coger los dos cofres a la vez, así que cogió el de madera y lo llevó a su bote. Una vez dejado el cofre, aún emocionado, se sumergió en el agua por tercera vez, a por el otro cofre. Estaba cansado y esta vez le costó llevar el cofre hasta su bote, pero sus ganas de saber lo que había dentro eran más grandes que el cansancio, pudiendo así llevar el segundo cofre a su pequeño bote.
Se tumbó un rato en el bote para recuperar el aliento y justo cuando pensaba ver lo que había dentro de esos antiguos cofres se le ocurrió ir al barco hundido por última vez, para ver si había quedado algún tesoro escondido. Saltó del bote y buceó rápidamente para estar más tiempo mirando si había alguna otra fortuna en aquel barco. Esta vez aguantó mucho sin respirar, pero por desgracia, no encontró nada. Cuando llegó a la superficie, su pequeño bote con los dos cofres que ni siquiera había abierto, ya no estaba allí.
Nuestro protagonista, despistado con el barco y los cofres, no se había fijado en el gran barco que había visto anteriormente, y desgraciadamente, este le había robado su bote, seguramente por los cofres. Drakon no era malo nadando pero no podría alcanzar al gran barco. Parecía que el barco iba rumbo a la isla que estaba a 15 km de él. No conseguiría llegar a la isla nadando. Entonces se acordó del barco pesquero y cuando vio que estaba cerca de él, empezó a gritar muy alto:
- ¡Por favor, ayúdame, me he quedado tirado en medio del mar!
Cuando Drakon vio que el barco pesquero se acercaba, se sintió un poco más relajado. El pescador no tardó mucho en llegar hasta él y le ayudó a subir al barco. El pescador se llamaba Mocu y tenía unos cincuenta años. Era humilde y tranquilo y vestía una gorra negra, como los marineros. Drakon le contó todo lo ocurrido, y le preguntó si podría llevarle hasta la isla hacia la que señalaba.
- Estás de suerte. Yo vivo en esa isla que se llama Deso. Además, no podría dejarte aquí tirado. - le contestó Mocu mientras sonreía.
Drakon le dio las gracias al pescador y los dos juntos, se dirigieron a Deso. El Mientras llegaban a la isla, Mocu le habló un poco sobre él. Le dijo que vivía solo con su hija de ocho años, Sofía, porque su mujer murió hace un año por una enfermedad. También le habló sobre su pueblo: no era demasiado grande, pero sí rico. Era un pueblo muy turístico, sobre todo por su gastronomía.
Llegaron al puerto y dejaron el pesquero junto a los resto de los barcos . Todas las embarcaciones parecían ser de pesca excepto dos: uno era el gran barco que le robó el bote a Drakon y el otro era un poco más pequeño, pero el doble de grande que un pesquero. Mocu le dijo a Drakon que el segundo barco más grande era el barco de su padre, que se dedicaba a buscar tesoros por el mar. Su padre murió hacía unos años, así que ahora era suyo aunque no lo utilizaba, ya que era demasiado grande para usarlo sólo para pescar.
Drakon se despidió de Mocu, dándole otra vez las gracias por llevarle hasta allí. Se hacía de noche y Drakon tenía que recuperar todas sus cosas. Se dirigió hacia el gran barco, al que tardó muy poco en llegar. Eran alrededor de las once de la noche y como no se veía gente en el barco supuso que estarían dentro, durmiendo.
El espadachín subió al gran barco de un salto, silenciosamente, para no despertar a los dueños. Entró al primer camarote que vio, para ver si se encontraban allí sus pertenencias. Se encontró con un hombre que estaba durmiendo. En la mesilla que había a su lado vio una pistola y Drakon se asustó un poco, pero tenía que acostumbrarse ya que ahora era un pirata. Al lado de la mesilla pudo ver un cofre de madera y lo cogió, pensando que era el suyo. Lo hizo muy en silencio, así que no despertó al hombre dormido.
Salió de ese camarote y entró a otro, el más cercano que encontró. Allí también había una cama, pero no parecía haber nadie. Ese camarote estaba lleno de tesoros. Estaba claro que la gente del barco eran piratas. En una esquina estaban las cosas de Drakon: su mochila con todas sus ropas y dos cofres. Eso debería suponer que el cofre que cogió en el otro camarote no era suyo, pero no le dio tiempo de dejarlo; ¡alguien le disparó!
No veía a nadie, pero le estaban disparando. No le dañaron, porque llevaba puesta una armadura metálica debajo de la ropa, pero aún así tenía que salir de ahí, podrían darle en la cara. Como no podía quedarse otra vez con las manos vacías, cogió rápidamente sus cosas y olvidándose de dejar el cofre que no era suyo, salió del camarote y echó a correr. Dejaron de dispararle cuando salió del barco, pero él siguió corriendo por si acaso. Esos piratas no tenían buen carácter, pero al fin y al cabo debieron de creer que les estaban robando.
Drakon había recuperado todas sus cosas, menos el bote. Ahora no tenía a donde ir. Su bote estaba atado al gran barco de los piratas y sería muy peligroso volver atrás. De repente un hombre y una niña se le acercaron.
- ¿Eres tú ,Drakon? ¡ Qué casualidad ! ¿Qué estás haciendo aquí? - dijo el hombre con cara alegre.
- Hola Mocu. He recuperado mis cosas, pero no mi bote y no tengo a donde ir. ¿ Qué haces tú aquí, a estas horas de la noche? - le respondió Drakon.
- Ya veo. Yo estaba de paseo con Sofía. Por el día, yo trabajo y ella va a la escuela, así que aprovechamos la noche para estar juntos. Si quieres, puedes venir a dormir con mi hija y conmigo. - le dijo el pescador generosamente.
- Muchas gracias, te pagaré a cambio. - dijo Drakon, mostrándose muy agradecido.
- Claro que no, hombre. Venga vamos a casa, te prepararé algo de comer.- dijo Mocu, terminando la conversación.
Pronto llegaron a la casa de Mocu. La casa era pequeña pero confortable. Había un comedor, un baño y dos cuartos. Los tres se sentaron en la mesa y comieron un pez fresco que pescó y preparó el pescador. Para el gusto de los tres, estaba más que delicioso. Después de cenar, se fueron a dormir. Antes de que la esposa de Mocu muriera, Sofía dormía en su cuarto, pero ahora duerme con su padre, dejando libre un cuarto. Por eso, Drakon durmió en el cuarto de Sofía, pero antes de eso, no pudo resistirse a abrir los cofres. Tenía tres cofres, pero sólo quería abrir los suyos, porque sabía que si abría el cofre de los piratas del gran barco, luego no querría devolverlo. Primero intentó abrir el cofre de madera y le costó un poco pero lo consiguió. El cofre estaba lleno de monedas de oro. Muy emocionado por el contenido del primer cofre, intentó abrir el cofre metálico, que era más pequeño que el otro, pero a pesar de que hizo varios intentos no consiguió abrirlo.
A la mañana siguiente, después de desayunar, Drakon quiso pagar al pescador, pero este no le dejó. El espadachín cogió todas sus cosas, incluido los tres cofres y salió de casa junto con Mocu y su hija. Se despidieron otra vez y Mocu fue a acompañar a Sofía a la escuela, mientras Drakon se dirigía a su bote, que estaba atado al gran barco.
Llegó al frente del barco y tampoco esta vez vio a nadie. Su pequeño bote seguía ahí. justo cuando tenía que saltar al agua para subir al bote, escuchó el grito de una chica pidiendo ayuda. Los gritos eran continuos y cada vez más altos.
Mientras tanto, en la entrada del banco de Deso, había diez hombres con una pistola cada uno. Uno de los hombres tenía agarrada a una niña y la apuntaba con la pistola.
- ¡Papá ayúdame, por favor ! - Decía la niña, Sofía, mientras lloraba.
- Si dais un paso más, dispararé a la niña. - dijo el hombre que apuntaba a Sofía, cuando escuchó que la niña pedía ayuda.
Frente a esos hombres, había unos cinco agentes de policía que habían ido a atrapar a los atracadores, pero no podían hacer nada, ya que los ladrones dispararían al rehén. Mocu, el padre de la niña, también estaba allí, llorando por no poder hacer nada. Lo mejor que podía hacer la gente que estaba allí, era esperar a que los ladrones terminaran de robar el banco.
En esa escena de tragedia, de repente alguien hizo un salto rapidísimo y le quitó el rehén de las manos al hombre que la tenía agarrada.
- No me importa quién eres, pero devuélveme el rehén o te mataré. - dijo el hombre armado al hombre que le quitó la niña de las manos, mientras lo apuntaba con la pistola.
- Pues no me importa que no te importe quién soy, soy Drakon Lúckmacon. Si tú y tus amigos soltáis las armas, no habrá ningún herido. - dijo nuestro protagonista, con un tono heroico, desenvainando la espada.
Drakon hizo otro largo salto y llevó la niña con su padre y a Mocu no le dio tiempo ni de reaccionar, pero lloró aún más que antes, esta vez por la emoción de sentirse otra vez junto a su querida hija.
Una vez dejada la niña con su padre, volvió al frente de los atracadores del banco. Los ladrones formaron un círculo alrededor del espadachín y todos a la vez, le dispararon. Drakon hizo un giro rápido con la espada y pudo parar nueve de las diez balas. Después de disparar al espadachín, convencidos de que lo habían matado, los hombres armados se giraron y apuntaron a los policías. Parecía que todo estaba perdido, pero no. Antes de que les diera tiempo de disparar, cayeron al suelo, heridos. Drakon los cortó por la espalda. Todos creían que Drakon murió, sin embargo, nadie sabía que llevaba un traje metálico. Veremos pocas veces a Drakon atacando por la espalda, pero en un momento como ese, si no lo hacía, más que una persona moriría, así que no dudó en hacerlo.
Toda la gente que estaba allí agradeció a Drakon lo que hizo y los policías se disculparon por no haber podido hacer nada. Todo había salido bien, o eso pensaban. Drakon había vencido a esos diez hombres, pero todavía faltaban los que se suponía que tenían que robar el dinero del banco. Entonces, un ladrón salió del banco y este parecía estar muy relajado. Este ladrón tenía el pelo rubio y ojos marrones. Vestía una camiseta negra y pantalones cortos, que también eran negros. También llevaba playeras, que parecían ser muy ligeras, para moverse de manera más ágil.
- Pero bueno... ¡ si es el hombre que el otro día entró a robarnos! ¡el mismo que ha vencido a mis hombres!. - dijo el atracador, muy relajado.
Drakon se dio cuenta entonces de que los ladrones eran los piratas del gran barco. Se fijó en los piratas que había vencido y uno era el mismo que anoche estaba durmiendo. Si la persona que salió del banco sabía que él fue quien entró en su barco, eso significaba que era el que le había disparado, ya que fue el único que lo vio. Lo más raro fue que Drakon no pudo ver al hombre que le disparó la noche anterior. ¿ Podría ser que aquel hombre fuera invisible? En cualquier caso, debía tener cuidado con ese hombre.
- Yo sólo quería recuperar las cosas que me robasteis, pero me confundí y cogí un cofre vuestro. Si quieres te devuelvo el cofre, pero a cambio tú y tus hombres deberéis dejar la isla. - le dijo Drakon al pirata.
- Puedo ser muy peligroso y creo que lo sabes. Podría acabar con toda la gente que se encuentra en esta zona en sólo un instante, pero no lo haré si aceptas mi trato: una pelea entre tú y yo. Si ganas, mis hombres y yo nos iremos de la isla, pero si gano yo, nos llevaremos todo el dinero del banco y nos darás tus dos cofres, además del nuestro. - dijo el pirata, con un acento un tanto malvado.
- El dinero del banco no es mío, pero ninguna persona preferiría morir en vez de dar dinero, así que acepto el trato.- dijo Drakon, al ver que no tenía otra oportunidad.
- Haces bien en aceptar el trato. El combate será pasado mañana, donde tú quieras.-dijo el adversario del espadachín.
- No me importa mucho el lugar, pero me gustaría que fuera dentro del bosque. Tú ve al bosque y ya te encontraré. -le dijo Drakon, pensando que dentro del bosque no podrían dañar a ningún civil.
- Me parece bien. Cuando llegue al bosque te haré una señal. Mis hombres y yo tenemos que irnos. - dijo el pirata, terminando la conversación.
Al espadachín no le pareció bien que su adversario llevara a sus hombres, pero no le dijo nada, porque si decía algo la gente que estaba allí estaría en riesgo. Cuando todos los ladrones se fueron, la gente empezó a dar las gracias a Drakon otra vez. Los agentes que estaban allí le dijeron que si quería, podrían dejarle sus armas, pero Drakon les dijo que lo único que necesitaba para vencer al pirata malvado, era entrenar sin perder ni un sólo segundo.
- Estaba ayudando a Sofía al colegio y de repente, desapareció. Supongo que los atracadores la secuestrarían sin darme cuenta. No sé cómo pagarte por esto, espadachín. Has salvado a mi hija - esta vez era el pescador quien estaba agradecido.
- Pues hay algo que me gustaría pedirte, Mocu. ¿ Podría dejar mis cosas en tu casa mientras estoy entrenando ? - preguntó nuestro protagonista al pescador.
- Claro que sí, hombre. ¿ Pero dónde entrenarás ? - le preguntó Mocu.
- ¿Qué mejor lugar para entrenar que el bosque? -contestó el espadachín con mucha seguridad.
- He visto que eres muy fuerte, pero aún así ten mucho cuidado en el bosque. Dicen que hay un tipo de ave que es tan rápido y tan fuerte como el viento. - le dijo el pescador, con cara seria.
- Pues mucho mejor para mí. Así podré entrenarme mejor. -dijo Drakon finalizando la conversación.
Drakon cogió sus cosas, que había dejado al lado del banco y las llevó a casa de Mocu. El espadachín le dijo al pescador, que ya se habían convertido en su amigo, que volvería a por sus cosas cuando ganara al ladrón.
- Buena suerte con el entrenamiento, Drakon. - Esta vez era Sofía quien hablaba con su salvador.
Después de despedirse otra vez de Mocu y su hija, Drakon se dirigió al bosque, a entrenar.
Tuvo que cruzar el pueblo para llegar al bosque. Ya era hora de comer y quería cazar alguna bestia para poder así, entrenar y conseguir algo de comer a la vez. En el bosque había todo tipo de árboles: algunos eran gigantes, otros, pequeños pero con un montón de ramas... También había un montón de setas de diferentes colores y aunque algunas tenían una pinta deliciosa, era muy peligroso arriesgarse a comérselas.
Se adentró en el bosque hasta llegar a un lago. Allí se sentó a descansar un poco y a pensar cómo podía encontrar algo de comer. Se quedó un rato mirando al lago y se le ocurrió la idea de pescar algo, pero justo entonces, el agua empezó a moverse, cada vez más y más, hasta que un cocodrilo gigante salió del agua de un gran salto. Al parecer, Drakon no era el único que tenía hambre. La bestia se quedó mirando fijamente a su presa. ¿Pero, quién era realmente la presa ?
Drakon hizo un salto a la espalda del monstruo, pero antes de que le diera tiempo de herir al cocodrilo, este lo golpeó con un fuerte coletazo. Drakon salió volando y cayó al lago. El golpe que le dio el cocodrilo le dolió mucho, pero ahora tenía que salir del agua lo más rápido posible, o se convertiría en comida del gran reptil. Empezó a nadar rápidamente, pero escuchaba el sonido de aquella bestia moviendo el agua y como es normal, mucho más rápido que él.
El espadachín logró llegar hasta la orilla del lago, donde ya podía ponerse de pié. Miró detrás suyo y vio las grandes mandíbulas que pretendían devorarle. Allí ya el cocodrilo no podía nadar, pues era muy grande y no tenía espacio suficiente. El espadachín empezó a correr para llegar a tierra, pero el reptil lo golpeó con otro coletazo tirándolo a su espalda. Dado que chocó contra la dura piel del cocodrilo, se quedó muy dolorido y más débil. Aún así no dejaría que el monstruo lo devorara, así que saltó a la parte superior de su boca. La bestia intentó tirarlo al agua dando coletazos, pero Drakon los esquivó. Cuando el reptil se paró un momento a descansar, el espadachín aprovechó el momento para clavar la espada en la parte superior de boca. Aunque la piel del cocodrilo era durísima, más dura era la espada de Drakon, ya que estaba hecha de colmillo de Dragón, aunque él no lo supiera. La espada atravesó la boca del monstruo y allí quedó claro quién era presa de quién, pues el cocodrilo se quedó quieto, muerto. El espadachín sentía pena por haber matado al cocodrilo, pero al fin y al cabo, debía hacerlo para poder comérselo.
Se bajó del cocodrilo gigante de un salto y fue en busca de leña para poder hacer fuego. Fue muy fácil lo de la leña, lo único que tuvo que hacer fue cortar algunas ramas con su espada. Lo de hacer fuego le costó más. Tardó una hora en obtener humo frotando dos palos y dentro de otra hora, el humo se convirtió en fuego. Puso el fuego en el centro del círculo de ramas que hizo y pronto todas las ramas cogieron fuego.
Cortó una parte del cocodrilo que había cazado y lo llevó hasta el lugar en el que estaba el fuego, que era muy cerca del lago y lo preparó para comérselo. No estaba muy bueno, pero tampoco estaba malo; por lo menos para Drakon.
Cuando terminó de comer se fue otra vez a entrenar. Esta vez entrenó escalando árboles, para tener todavía más fuerza en los brazos y así poder hacer cortes más fuertes con la espada. Pero lo que realmente Drakon quería conseguir no era más fuerza, si no el poder del que una vez le habló su maestro, el haki. Su maestro le enseñó que había tres tipos de haki, pero él sólo dominaba dos: el haki de observación y el haki de armadura. Dominando el primero de éstos, puedes llegar a ser capaz de sentir a las personas sin verlas. Con el segundo, eres capaz de crear una especie de armadura invisible que sirve para defenderse de ataques, o hacer que tus ataques sean más fuertes. Drakon sabía que su adversario, el que suponía que era el jefe de los piratas que atracaron el banco, era muy fuerte y estaba casi seguro de que tenía el poder de convertirse en invisible. Si Drakon conseguía dominar por lo menos el haki de observación, podría saber dónde estaba su adversario sin verlo y así vencerle mucho más fácilmente. Además de eso, al espadachín también le gustaría dominar el haki de armadura, pero para eso no podía perder ni un segundo del entrenamiento.
Drakon no tenía ni idea de cómo conseguir dominar esos poderes, pero cuando subió a la punta de un árbol, vio algo volando rápidamente, de modo que casi no se podía ni ver. Entonces, Drakon se acordó del ave que le mencionó Mocu; el ave que era tan rápida y tan fuerte como el viento. Sin lugar a dudas, el ave que estaba viendo Drakon era la misma del que le habló el pescador. Luchar contra ese pájaro sería el entrenamiento perfecto.
Drakon, queriendo atraer el pájaro, silbó desde la copa del árbol, pero el ave no le escuchó. Con la misma idea, Drakon hizo otro silbido, pero mucho más fuerte que el anterior, de modo que esta vez el ave le escuchó.
Cuando el ave vio a Drakon, se acercó rápidamente hasta el árbol donde estaba el hombre y dio un aletazo contra el aire y así creó una ráfaga de viento con la cual tiró al espadachín del árbol. Por suerte, Drakon era muy ágil y dando una pirueta en el aire, logró caer de pie.
Drakon sabía que aquel ave sería fuerte, pero no tanto como para crear una ráfaga de viento de un solo aletazo. Además si no cayera de pie, un golpe desde tanta altura podría causar heridas graves.
De repente, otra ráfaga de viento le vino desde detrás, pero esta vez no pudo hacer nada y chocó contra un árbol. Miró detrás suyo y allí estaba el pájaro. Era del color del fuego. No era gigante como el cocodrilo que cazó, pero si un poco grande para ser un ave. Lo que ese pájaro tenía grande, eran sus alas.
El hombre sentía dolor, pero era su entrenamiento y para poder dominar el haki de armadura, golpes como ese le vendrían bien. Desenvainó su espada y saltó hacia el pájaro, pero este creó otra ráfaga y tiró al espadachín contra otro árbol, de modo que recibió otro fuerte golpe. Drakon, no queriendo rendirse, saltó otra vez para atacar al pájaro, pero esta vez tampoco pudo llegar hasta él, ya que otra ráfaga lo tiró hasta chocar contra otro árbol. Como el hombre no era rival para el pájaro , el ave dejó ahí a Drakon y fue otra vez a volar por el cielo. El pirata quería seguir luchando, pero él también sabía que en ese estado no podría ni hacerle un rasguño al pájaro. Después de estar un rato tumbado en el suelo, recuperándose, se dirigió al lago. Con entrenar tanto, ya se había hecho tarde, así que cortó y preparó otra pieza del cocodrilo cazado en el fuego. Cuando terminó de cenar, se tumbó cerca del fuego y durmió para descansar y así recargar fuerzas para el día siguiente.
A la mañana siguiente, se despertó y comió otra vez cocodrilo, pero antes tuvo que hacer otra vez fuego, ya que el del día anterior se había apagado durante la noche. Esta vez le costó menos tiempo que la vez anterior. Después de desayunar fue en busca del pájaro con el que había luchado el día anterior y no le costó mucho encontrarlo. Lo hizo como la víspera: subió hasta la copa de un árbol alto y dio un gran silbido. El ave voló hasta él y Drakon empezó a bajar rápidamente del árbol, para que el pájaro no lo tirara de una ráfaga. Cuando bajó del árbol el pájaro ya estaba frente a sí.
El ave creó una ráfaga intentando hacer que Drakon chocara contra un árbol, pero el espadachín logró esquivarlo de un salto. Aunque esquivara esa ráfaga, el pájaro era rapidísimo y en un instante apareció detrás de su rival. A Drakon no le dio tiempo de verlo y el ave, aprovechándose de aquello, creó una segunda ráfaga con la que tiró a Drakon contra un árbol. Tenía que pensar en algo porque si seguía así, acabaría como la vez anterior.
El pájaro estaba frente a él, pero si le atacaba el ave le atacaría con otra ráfaga. Si hubiera algún modo de que no le afectase tanto... Entonces recordó de que el haki de armadura servía para defenderse. Cerró los ojos y intentó sacar la fuerza de su espíritu, para crear una especie de armadura invisible. Sabía que en cualquier momento el pájaro le atacaría con otra ráfaga, pero esquivarla sería en vano, así que siguió con los ojos cerrados. Notaba que cada vez estaba más cerca de lograrlo, pero entonces escuchó el sonido de la ráfaga que produjo el ave y sin darse cuenta, abrió los ojos. No podía soportar otro golpe como el anterior, así que concentró todas sus fuerzas en su espíritu y de algún modo, ¡consiguió dominar el haki de armadura!. No parecía ser real, pero logró convertir la fuerza de su espíritu en fuerza física. La ráfaga le empujó un poco hacia atrás, pero nada más.
Drakon, muy seguro de su nueva fuerza, dio un salto rápido con la intención de atacar al pájaro y consiguió cortarle una sola pluma, ya que el ave seguía siendo tan rápida como el viento. Aún dominando el haki de armadura, el espadachín no podía vencer al pájaro; éste permaneció volando rápidamente de un lado a otro, de modo que Drakon no conseguía seguirlo con la vista. Si supiese dónde estaba le habría atacado, pero no podía verlo. Acababa de dominar el haki de armadura y ahora necesitaba dominar el de observación. Tal como hizo para dominar el otro haki, cerró los ojos y se concentró para poder sentir al pájaro . Por el sonido que hacía el ave, sabía que estaba cada vez más cerca, pero no sabía dónde. Si no conseguía verlo, un golpe sorpresa de ese pájaro peligroso podría ser muy doloroso. Después de unos segundos con los ojos cerrados, Drakon llegó a tal punto de concentración que podía sentir la presencia del pájaro. El ave estaba justo detrás de él para atacarle, pero a Drakon le dio tiempo de esquivar su ataque y contraatacó con un rápido golpe con su espada envainada. El golpe no fue muy fuerte, pero lo hizo a propósito, sólo quería saber que podía vencer al pájaro, pero no matarlo. Si lo hubiera querido habría cortado al pájaro en dos con ese ataque. Después del ataque el ave regresó al cielo, ya que se había dado cuenta de que el hombre que ayer no era rival para él, ahora le era invencible.
Con el enfrentamiento con el pájaro ya se hizo hora de comer, así que Drakon fue al lugar donde estaba el fuego y comió otro pedazo del cocodrilo. Ya había dominado los dos hakis y ese era el objetivo del entrenamiento, así que ahora era tiempo de divertirse un poco. Se quitó la ropa y se metió en el lago (con la espada, por si acaso) para nadar un poco. El agua estaba fría, pero hacía calor así que venía muy bien para refrescarse. Además, con su nuevo poder, podía sentir la presencia de los peces que había a su alrededor y eso le agradaba mucho, ya que se sentía mucho más seguro. Estuvo toda la tarde bañándose en el lago y luego volvió a cenar cocodrilo, del cual ya estaba un poco harto. Se acostó pronto, porque sabía que el día siguiente iba a ser un día muy largo.
¡Pum!. Ese fue el sonido del tiro que despertó a Drakon.
- ¿Un tiro a estas horas? - murmuró Drakon cuando el tiro lo despertó.
Entonces recordó que era el día del combate contra el atracador del banco y probablemente fue él quien disparó, como señal. Al parecer, se había quedado dormido y ahora no tenía tiempo ni para desayunar, porque tendría que hacer otra vez fuego, ya que se había apagado, pero a decir verdad no tenía ganas de comer otra vez cocodrilo. Se escuchó otro tiro y Drakon se dirigió a la zona de donde provenía. Drakon pudo encontrar fácilmente a su rival, ya que durante todo el camino el pirata ladrón estuvo disparando con su pistola. Cuando Drakon llegó frente a su adversario, este comenzó a hablar:
- Por fin has llegado, no me gusta que me hagan esperar. Te advierto que no tendré piedad contigo, así que vete preparándote. No sé si lo sabes, pero soy Joe, el capitán de los piratas Money Pirates, con 10 millones de recompensa por mi cabeza, por varios robos. No dejaré que alguien como tú se salga con la suya. - dijo el capitán de los atracadores de bancos, con tono muy malvado.
- Lo mismo digo. ¿ Empezamos ? - le dijo Drakon siendo muy breve.
- Claro que sí. Intentaré no matarte, pero si lo hago, dime dónde están tus cofres. - dijo Joe, mostrándose mucho más malvado que antes.
- Me temo que eso no hará falta. - dijo el espadachín mientras se quitaba el traje fino de metal que llevaba bajo la ropa, para moverse más rápido y así poder acabar la batalla lo antes posible.
Después de que nuestro protagonista dijera eso, Joe se convirtió invisible mientras sonreía.
- Por cierto, se me ha olvidado decirte que soy el poseedor de la "suke suke no mi", la fruta del diablo que permite al usuario convertirse en invisible. - dijo el pirata mientras se reía.
Drakon se quedó callado, pero no por estar sorprendido, si no porque estaba sintiendo la presencia de su objetivo con el poder del haki. Pudo sentir que su oponente estaba detrás de él. Desenvainó su espada y de repente escuchó el sonido del tiro que su adversario le disparó. Se había quitado el traje metálico y ahora, si una bala le diera, sería muy posible que perdiera el combate, o la vida. Con un salto hacia atrás, Drakon esquivó el disparo. Se puso frente a su adversario, al que no veía pero podía sentir; le vinieron de frente otras cinco balas, que paró con su dura espada. Antes de que a Joe le diera tiempo de atacar otra vez, el espadachín contraatacó con un gran salto hacia su objetivo y le asestó un corte que provocó que cayera al suelo.
- A mí, se me ha olvidado decirte que sabía lo de tu invisibilidad. - dijo Drakon, al ver que el corto combate había acabado. El adversario de Drakon estaba inconsciente, pero se recuperaría después de unas tres o cuatro horas; por si acaso Drakon sacó las balas de su pistola.
El espadachín se puso otra vez el traje de metal y cogió a Joe en brazos, con intención de llevarlo hasta su barco pirata.
Drakon no tardó mucho en llegar al pueblo y una vez allí, recibió una gran bienvenida.
- ¡Mirad, es Drakon! ¡ Lleva al ladrón del banco en brazos ! ¡Le ha ganado! - dijo Mocu, que estaba junto a otras personas del pueblo.
Drakon se acercó hasta la gente. Le invitaron a una gran comida, como muestra de agradecimiento de parte del pueblo. El espadachín aceptó la invitación encantado, ya que estaba sin desayunar, sin embargo dijo que antes debía de llevar al atracador del banco a su barco. Algunas personas se ofrecieron para encargarse del pirata inconsciente. Drakon, muy agradecido, dejó al hombre con una de las personas que se ofrecieron para ello.
Después, todos juntos se dirigieron hacia el restaurante donde iban a comer. Cuando llegaron vieron una gran mesa con un montón de platos, estaba claro que esa era la mesa donde debían sentarse. Para empezar, comieron un tipo de pez espada, que era el pescado más apreciado de esa zona del East Blue; esto se notaba ya que a todos los que comieron el pez espada les salió una sonrisa por lo delicioso que estaba. Mientras comían, llegó la persona que se encargó de Joe y él también se sentó para comer.
- ¿Habéis dejado al pirata en su barco? - preguntó Drakon a la persona que acababa de sentarse.
- Al final hemos pensado que llamar a los marines para que se encargaran de él sería lo mejor, y eso hemos hecho. Además les hemos dicho que le has vencido tú, Drakon Lúckmacon. - le respondió el hombre.
- ¿ Cómo? Yo también soy un pirata, me arrestarán. Agradezco mucho la comida, todo ha estado delicioso, pero ahora tengo que irme, antes de que lleguen los marines. ¿Mocu, me ayudas a tu casa para coger mis cosas? - dijo Drakon, muy deprisa.
- Claro. Venga, vamos. - le respondió el pescador.
- Lo siento muchísimo, de verdad. - dijo el que se encargó de Joe sintiéndose mal por lo que había hecho.
- Tranquilo, no pasa nada. Gracias a todos por lo que habéis hecho por mí. - dijo Drakon sonriendo.
Después de esa corta despedida, Mocu y Drakon se dirigieron a la casa del pescador, para coger las cosas de Drakon. No corrieron, sin embargo anduvieron a un ritmo muy rápido para que al espadachín le diera tiempo de irse antes de que vinieran los marines para encarcelar al atracador de bancos.
- Oye Drakon, mientras estabas entrenando he arreglado un poco el barco que mi padre usaba para buscar tesoros y he pensado que como no tienes un barco decente te lo voy a regalar a ti, como agradecimiento por todo lo que has hecho por mí y por el pueblo. - le dijo el pescador a Drakon, mientras iban hacia su casa.
- De verdad, Mocu, eres el amigo más generoso que he conocido jamás. No sé si debo aceptarlo. - contestó el espadachín con muchas dudas.
- Mira Drakon, tú salvaste a mi hija y eso sí que es ser un buen amigo. Tú mereces ese barco y más. Además, si sigues navegando con ese pequeño bote, algún monstruo marino se te comerá algún día. Te obligo a aceptar el barco. - dijo el generoso amigo de Drakon.
- ¡ Jajaja! Si dices eso, tendré que aceptarlo, pues. - dijo el espadachín, riéndose.
- Claro que sí, amigo. - Terminó la conversación, Mocu.
Llegaron a la casa del pescador y Mocu ayudó a Drakon a recoger sus cosas, que pesaban un montón. Salieron de la casa y se dirigieron al puerto, al lugar donde estaba el nuevo barco de Drakon. Mocu le mostró un poco el barco y pusieron todas las cosas del espadachín en un cuarto. El barco era bastante grande, en total constaba de ocho camarotes. Estaba hecho de madera, pero estaba muy bien construido y parecía ser bastante resistente.
-Bueno Drakon, ha llegado la hora de que nos despidamos. A Sofía le encantaría decirte adiós, pero está en la escuela, ya sabes. Disfruta de tu gran viaje, amigo. Estoy seguro de que te convertirás en uno de los piratas más fuertes del mundo.
- Mocu, te juro que este barco navegará por todos los mares que existan. Gracias por todo. - dijo Drakon, un poco emocionado.
Drakon subió el ancla y levantó las velas. Poco a poco el barco empezó a moverse. Hasta que el barco salió del puerto Mocu y Drakon estuvieron despidiendose, diciéndose adiós con la mano, y los dos estaban emocionados por la amistad tan fuerte que se formó en esos pocos días.
Drakon sentía pena por dejar en el puerto su bote, atado al gran barco, ya que lo había construido con su maestro. Pero, a decir verdad, no llegaría muy lejos navegando con un bote tan pequeño.
Una vez que el barco se alejó de Deso, nuestro protagonista se relajó un poco. Ya no necesitaba huir de los marines, pues éstos irían directamente a por Joe. Hablando del pirata ladrón, recordó que todavía seguía con su cofre, pero ya no podía devolvérselo, ya que pronto estaría en la cárcel. Abrió el cofre de Joe y estaba lleno de dinero. No sabía qué valor tendría el dinero, pero sabía de que se trataba de un número de muchas cifras. Estaba muy contento de tener un montón de dinero, contando con el dinero de su cofre y con el cofre de los Money Pirates.
Como no tenía nada que hacer, intentó abrir el otro cofre que encontró en el fondo del mar, pero esta vez tampoco lo consiguió. Cuando estaba a punto de rendirse, notó que el metal estaba un poco oxidado y esa sería la razón por la que no conseguía abrirlo. Cogió su espada y asestó unos fuertes golpes al cofre, para ver si podía ablandar el metal. Después intentó abrirlo otra vez y con mucha fuerza lo consiguió. Dentro había una especie de fruta circular que parecía ser una manzana, pero de color azul. Al principio se quedó un poco frustrado, pero luego pensó que podría tratarse de una fruta del diablo, de las cuales su maestro tanto le habló. No tenía muy buena pinta, pero no había terminado de comer y todavía tenía hambre. Muy emocionado por los poderes que ésta podría darle si se tratase de una fruta del diablo, dio un bocado a la manzana azul. Drakon no lo espera, pero sabía como una manzana normal, y como no sintió nada especial al masticarla, al final se la comió entera.
Tras haberse comido la manzana se sentó a esperar otra aventura, sin saber lo mucho que esa manzana le serviría en su largo y fantástico viaje.
FIN
- Peticiones:
- Haki de observación: despertado.
- Haki de armadura: despertado.
- Cinco millones de berries por el cofre que contiene monedas de oro y otros diez millones por el cofre que era de los Money Pirates. ( 15.000.000 de berries en total)
- Paramecia épica de Jet.
- Sintonía Natural con la akuma conseguida.
- Perder el bote pequeño que tenía y conseguir el nuevo barco que le regala Mocu, de Equipo Infrecuente ( gran calidad, poder bajo ).
- Experiencia.
- Recompensa por su cabeza, por vencer a los Money Pirates. La cantidad de la recompensa lo dejo en las manos del moderador.
Alwyn
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La verdad, no sé por dónde empezar con este diario.
Veamos, faltas de ortografía tienes en casi todos los párrafos. Te faltan millones de comas, te sobran espacios entre signos de interrogación y exclamación (¡Esto se escribe así! ¡ No así ! ) justo antes del pero va una coma dentro de las frases, antes de un punto no se pone espacio el aún, cuando va junto a así no lleva tilde. Está plagado de repeticiones y otros fallos menores.
En cuanto a la historia, es como si fueras de mucho mayor nivel al que eres, ya que siendo uno paras balas que no lo haría sino un duelista de alto nivel, o saltas quitándole gente de las manos a otros, ahora que menciono esto, tu historia está anegada de incoherencias. ¿Qué pintan ahí los policías si una vez que no tienen a la niña no hacen nada, es más, dejan que te rodeen y disparen sin moverse? En los entrenamientos le ganas nadando a un cocodrilo después de decir que es más rápido y además iría frente a ti. Tu agilidad, que no tiene entrenada, ni por talentos es tan asombrosa como para librarte de una caída de varios metros sin daños, ni que tuvieras nivel alto chico. En resumen, historia incoherente, con muchas deficiencias en ese sentido y con mucho power rol, cosa que está prohibida por las normas. Incluso usas una akuma ocupada por un user para el pirata, esto solo hubiera sido posible si la historia pasara antes de que el user la consiguiera, cosa que no es.
Por todo esto, te mereces un suspenso. Puedes pedir una segunda corrección o editar tu diario para intentar corregir todos los fallos. Si editas cualquier cosa de las pedidas costará medio punto más.
Veamos, faltas de ortografía tienes en casi todos los párrafos. Te faltan millones de comas, te sobran espacios entre signos de interrogación y exclamación (¡Esto se escribe así! ¡ No así ! ) justo antes del pero va una coma dentro de las frases, antes de un punto no se pone espacio el aún, cuando va junto a así no lleva tilde. Está plagado de repeticiones y otros fallos menores.
En cuanto a la historia, es como si fueras de mucho mayor nivel al que eres, ya que siendo uno paras balas que no lo haría sino un duelista de alto nivel, o saltas quitándole gente de las manos a otros, ahora que menciono esto, tu historia está anegada de incoherencias. ¿Qué pintan ahí los policías si una vez que no tienen a la niña no hacen nada, es más, dejan que te rodeen y disparen sin moverse? En los entrenamientos le ganas nadando a un cocodrilo después de decir que es más rápido y además iría frente a ti. Tu agilidad, que no tiene entrenada, ni por talentos es tan asombrosa como para librarte de una caída de varios metros sin daños, ni que tuvieras nivel alto chico. En resumen, historia incoherente, con muchas deficiencias en ese sentido y con mucho power rol, cosa que está prohibida por las normas. Incluso usas una akuma ocupada por un user para el pirata, esto solo hubiera sido posible si la historia pasara antes de que el user la consiguiera, cosa que no es.
Por todo esto, te mereces un suspenso. Puedes pedir una segunda corrección o editar tu diario para intentar corregir todos los fallos. Si editas cualquier cosa de las pedidas costará medio punto más.
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