Yumiko Mei
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había por fin desembarcado en una de las islas del paraíso, con un dolor de cabeza enorme, no sabía si era por el cambio de clima o simplemente por haber pillado un resfriado. Con ciertas dificultades me dirigí por las calles en busca de algo que hacer. Por el camino pensé en la isla en la que me encontraba, con ciertas dificultades lo recordé, se trataba de Arabasta. El sol brillando con fuerte intensidad en el cielo lo demostraba, aunque en el puerto en el que me encontraba no había nada peculiar. Unos cuantos barcos de mercancías, dos barcos marines y muchas cajas subiendo y bajando de los mismos.
Una vez caminé unos doscientos metros di con una tienda de ropa, el cartel decía, Sastrería del desierto. Entré y la pequeña campana de la puerta sonó, el dueño, un hombre de unos cuarenta años vestía ropa muy estilizada, es decir una camiseta de color rosa, pantalones caídos y unas botas de cuero altas. Me dejó por un momento bastante extrañada, pero también me atendió al instante.
-Bienvenida señorita a la mejor sastrería del mundo. ¿Qué desea, unas botas, una camisa o el mejor vestido de boda?- Dijo el señor mientras gesticulaba con extravagancia
-Algo apropiado para viajar por el desierto, por favor.- Dije mientras sacaba el dinero.
-Esta tela será perfecta para usted, además, el color verde le pega a la perfección señorita, ¿no cree?- Dice el señor mientras me ofrece una tela de casi dos metros, la pliega de forma extraña mientras se la pone y le queda hermosa, desde mi punto de vista.
-Me la quedo, ¿pero podría ponérmela usted?- Respondí con una sonrisa. Segundos después el señor me puso la tela en forma de túnica, cubriendo todo el cuerpo, de forma que la arena no pudiese chocar contra el cuerpo directamente. Se sentía muy cómoda.
-Serán trescientos berries señorita, ...- Añadió el señor esperando mi nombre
-Yumiko. Aquí tiene.- Respondí mientras le daba el dinero.
-Yumiko, que bonito nombre, y exótico. Tenga cuidado en el desierto, hay muchos malvados.- Se despidió el dependiente, con una reverencia.
-Lo tendré, lo tendré- Dije mientras me iba.
Era hora de adentrarse en el desierto, según mis cálculos había alguien viviendo ahí con recompensa sobre su cabeza, no sabía si se trataba de un escorpión con dos patas o un criminal escondiéndose, pero era hora de averiguarlo. Comencé a caminar sin muchos problemas, y tras media hora adentrada en el desierto ya había comenzado a tener sed, bebí un poco de la cantimplora que me había traído y seguí caminando. Los rayos de sol eran muy intensos y cansaban la vista, pero si caminaba mirando al suelo no me vería tan afectada.
Tras otra hora de caminar, por fin di con algo, un grupo de personas estaban atacando un carruaje, en mitad del desierto. La primera pregunta que me surgió fue la razón del carruaje de ir por el desierto y no por un camino más seguro, pero eso era lo de menos. Lo que me intrigaba más, era la razón del ataque. Así que antes de pensarlo demasiado, tomé mi arco y disparé directo a los dos hombres que veía con armas delante del carruaje. Los dos fueron atravesados por las flechas y cayeron al suelo, no los maté, pues las flechas fueron a la espinilla.
Corrí hasta el carruaje y vi que el camello que lo dirigía se encontraba herido en la rodilla, estaba caído y no parecía capaz de moverse. Los dos hombres que se encontraban en el suelo estaban murmurando o susurrándose algo que no acababa de comprender, no tardaron mucho en levantarse e intentar dispararme. Gracias a mi haki de observación pude descubrir el movimiento de estos y les di con el arco imbuido en haki armadura justo en las costillas, a ambos. Entonces cayeron al suelo de nuevo y se callaron.
Mientras tanto, el camello seguía sufriendo, pero me interesaba saber si había alguna persona dentro del carruaje, no habrían atacado el carruaje por ninguna razón. Fue entonces que de dentro del carruaje se asomó una persona, un hombre de mediana edad con la ropa de la marina, lo que hacía ahí no me importaba en lo más mínimo, pero el hecho de que fuese con esos ropajes me despertaba cierto interés.
-Gracias por noquear a esos maleantes, me has salvado la vida. Llevo viajando por el desierto casi dos días y no he conseguido alcanzar el siguiente poblado.- Dice el hombre con voz rasgada, como si no hubiese bebido en días. Su piel también demostraba síntomas de sequedad.
-Beba un poco de agua, no parece haber bebido en días.- Dije mientras le ofrecía la cantimplora medio llena. La cogió y se la bebió de golpe, entera, hasta la última gota.- Espero que haya sido de su agrado, ahora salga y ayúdeme a curar a su camello, si es que quiere salir de este desierto.- Añadí mientras miraba a los dos cuerpos de los piratas. Uno de ellos tenía una cantimplora, la cogí y vi que estaba casi llena, eso estaba muy bien.
-Muchas gracias por el agua, de no ser por ti habría muerto aquí. Esos hombres son criminales del desierto, dos millones por cada uno.- Comentó mientras bajaba del carruaje, parecía un poco anciano.
Me acerqué al camello y comprobé su pata, se trataba de una herida abierta. Tomé unas hierbas curativas y las froté sobre la herida de este, no tardó más de dos minutos y la herida cicatrizó. Tras eso, le puse una venda, esperaba que fuese suficiente para todo el camino. Finalmente le di un poco de agua para que bebiese, parecía más reseco que el hombre que tenía al lado. Aún sabiendo que los camellos pueden sobrevivir semanas sin consumir nada de agua este camello sobrevivió casi tres semanas, por su apariencia. Aunque no era ninguna especialista en animales, mi estudio sobre plantas y bioingeniería me enseñó muchos de estos síntomas. El hombre ayudó a la hora de poner la venda y mantener la cabeza del animal arriba para que bebiese tranquilamente.
El camino de vuelta fue más rápido, pero no sin problemas, pues a mitad de camino fuimos asaltados por unos seis hombres armados, algunos tenían pistolas y otros espadas. Desde el carruaje era un poco difícil apuntar, así que salté del mismo y disparé a dos de ellos, que cargaban directos con las espadas en alto hacia el camello. Uno de los pistoleros disparó a la pierna ya herida del animal, este cayó al suelo gritando de dolor. En ese momento pensé que eso era horrible, me enfadé tanto porque atacaron al animal que mi arco y flechas se tornaron de color rojo fuego. Disparé tres de estas flechas, atravesando al pistolero, una al hombro otra a la rodilla y una en el corazón. Consiguió esquivar las dos primeras y la tercera le rozó el hombro.
Este parecía ser más fuerte que los demás, pues los espadachines yacían en el suelo medio muertos. Por otro lado, el marine que estaba acompañando luchaba contra dos de los cuatro hombres que quedaban. Parecía bastante fuerte, pues su arma estaba imbuida en haki de armadura y podía con los dos hombres. Mientras tanto, el pistolero y el hombre que quedaban dispararon a la vez en mi dirección, eso era muy sucio, pues uno de ellos se encontraba detrás mía y el otro delante. Sin saber si me daría tiempo a esquivar ambas balas, salté lo más alto que pude, casi cuatro metros en el aire. Sabía que eso me haría vulnerable a los disparos, pero desde ahí tenía mejor ángulo para disparar a ambos.
Tomé una de mis Hollow-Point Arrow y con suma rapidez cargué una bala de poder. Usé mi energía para alcanzar el segundo nivel de esta, por otro lado también me concentré en aumentar la rapidez de esta, haciendo uso de mi técnica de flechas a máxima velocidad, diez veces la velocidad normal. No tardé mucho en tensar la cuerda y soltarla, al momento de soltarla un aura de color rojizo imbuida en otra de color azul cubrían la flecha negra que volaba en dirección al pistolero mata camellos. El hombre no tuvo tiempo para reaccionar y acabó con un agujero enorme en el pecho, del tamaño de una manzana. Pensé que se merecía eso por comportarse de una forma tan sucia.
Una vez caí al suelo, el otro hombre al ver como estaba su compañero salió huyendo como si no hubiese un mañana. No lo paré, no era mi intención pero el marine no tardó mucho en hablar y hacerse notar.
-¡Captúralo!- Gritó este
Haciéndole caso, tomé una flecha de energía y le disparé directo a la rodilla, desestabilizándolo. Este cayó rodando por la arena hasta quedarse quieto en el suelo agonizando de dolor. El disparo era mucho menor que el de su compañero, no estaba segura el porqué de su tan fuerte sufrimiento. Quizás estaba fingiendo, pensé.
El marine consiguió terminar terminar con los dos piratas de un tajo. Después de hacer eso se giró y me miró con una sonrisa. Entonces noté como uno de ellos se estaba levantando, tomé una flecha y la disparé justo por encima de su hombro. Atravesó la cabeza del criminal que se estaba levantando y este cayó al suelo, sin levantarse de nuevo. El marine miró a su espalda y de vuelta a mí y me sonrió de nuevo, esta vez con una risilla.
-Jajaja, si que tienes vista señorita. Y mucha puntería. Gracias por la ayuda, no se si podría haberlo hecho si ti.- Dijo el hombre sonriendo, de forma sincera, al menos eso suponía viendo su aura.
-De nada, no le iba a dejar ir solo por el desierto, ya llevaba días deambulando solo.- Respondí con una sonrisa sincera también.
-Con todo este jaleo y aún no me he presentado. Mi nombre es George Ruffton, comodoro de la marina.- Cambió a un tono serio mientras lo decía.
-Yumiko Mei, cazadora de recompensas. Aunque últimamente estoy cazando más personas sin recompensa que criminales buscados, tendré que mirármelo.- Ironicé mientras nos volvíamos caminando hacia el puerto.
Unos cuantos cientos de metros más adelante alcanzamos por fin el poblado del que había salido, y con ello el puerto. El hombre después de despedirse se subió a uno de los barcos de la marina y se fue, no antes sin decirme algo.
-Recordaré tu nombre.- Dijo mientras se iba.
Una vez caminé unos doscientos metros di con una tienda de ropa, el cartel decía, Sastrería del desierto. Entré y la pequeña campana de la puerta sonó, el dueño, un hombre de unos cuarenta años vestía ropa muy estilizada, es decir una camiseta de color rosa, pantalones caídos y unas botas de cuero altas. Me dejó por un momento bastante extrañada, pero también me atendió al instante.
-Bienvenida señorita a la mejor sastrería del mundo. ¿Qué desea, unas botas, una camisa o el mejor vestido de boda?- Dijo el señor mientras gesticulaba con extravagancia
-Algo apropiado para viajar por el desierto, por favor.- Dije mientras sacaba el dinero.
-Esta tela será perfecta para usted, además, el color verde le pega a la perfección señorita, ¿no cree?- Dice el señor mientras me ofrece una tela de casi dos metros, la pliega de forma extraña mientras se la pone y le queda hermosa, desde mi punto de vista.
-Me la quedo, ¿pero podría ponérmela usted?- Respondí con una sonrisa. Segundos después el señor me puso la tela en forma de túnica, cubriendo todo el cuerpo, de forma que la arena no pudiese chocar contra el cuerpo directamente. Se sentía muy cómoda.
-Serán trescientos berries señorita, ...- Añadió el señor esperando mi nombre
-Yumiko. Aquí tiene.- Respondí mientras le daba el dinero.
-Yumiko, que bonito nombre, y exótico. Tenga cuidado en el desierto, hay muchos malvados.- Se despidió el dependiente, con una reverencia.
-Lo tendré, lo tendré- Dije mientras me iba.
Era hora de adentrarse en el desierto, según mis cálculos había alguien viviendo ahí con recompensa sobre su cabeza, no sabía si se trataba de un escorpión con dos patas o un criminal escondiéndose, pero era hora de averiguarlo. Comencé a caminar sin muchos problemas, y tras media hora adentrada en el desierto ya había comenzado a tener sed, bebí un poco de la cantimplora que me había traído y seguí caminando. Los rayos de sol eran muy intensos y cansaban la vista, pero si caminaba mirando al suelo no me vería tan afectada.
Tras otra hora de caminar, por fin di con algo, un grupo de personas estaban atacando un carruaje, en mitad del desierto. La primera pregunta que me surgió fue la razón del carruaje de ir por el desierto y no por un camino más seguro, pero eso era lo de menos. Lo que me intrigaba más, era la razón del ataque. Así que antes de pensarlo demasiado, tomé mi arco y disparé directo a los dos hombres que veía con armas delante del carruaje. Los dos fueron atravesados por las flechas y cayeron al suelo, no los maté, pues las flechas fueron a la espinilla.
Corrí hasta el carruaje y vi que el camello que lo dirigía se encontraba herido en la rodilla, estaba caído y no parecía capaz de moverse. Los dos hombres que se encontraban en el suelo estaban murmurando o susurrándose algo que no acababa de comprender, no tardaron mucho en levantarse e intentar dispararme. Gracias a mi haki de observación pude descubrir el movimiento de estos y les di con el arco imbuido en haki armadura justo en las costillas, a ambos. Entonces cayeron al suelo de nuevo y se callaron.
Mientras tanto, el camello seguía sufriendo, pero me interesaba saber si había alguna persona dentro del carruaje, no habrían atacado el carruaje por ninguna razón. Fue entonces que de dentro del carruaje se asomó una persona, un hombre de mediana edad con la ropa de la marina, lo que hacía ahí no me importaba en lo más mínimo, pero el hecho de que fuese con esos ropajes me despertaba cierto interés.
-Gracias por noquear a esos maleantes, me has salvado la vida. Llevo viajando por el desierto casi dos días y no he conseguido alcanzar el siguiente poblado.- Dice el hombre con voz rasgada, como si no hubiese bebido en días. Su piel también demostraba síntomas de sequedad.
-Beba un poco de agua, no parece haber bebido en días.- Dije mientras le ofrecía la cantimplora medio llena. La cogió y se la bebió de golpe, entera, hasta la última gota.- Espero que haya sido de su agrado, ahora salga y ayúdeme a curar a su camello, si es que quiere salir de este desierto.- Añadí mientras miraba a los dos cuerpos de los piratas. Uno de ellos tenía una cantimplora, la cogí y vi que estaba casi llena, eso estaba muy bien.
-Muchas gracias por el agua, de no ser por ti habría muerto aquí. Esos hombres son criminales del desierto, dos millones por cada uno.- Comentó mientras bajaba del carruaje, parecía un poco anciano.
Me acerqué al camello y comprobé su pata, se trataba de una herida abierta. Tomé unas hierbas curativas y las froté sobre la herida de este, no tardó más de dos minutos y la herida cicatrizó. Tras eso, le puse una venda, esperaba que fuese suficiente para todo el camino. Finalmente le di un poco de agua para que bebiese, parecía más reseco que el hombre que tenía al lado. Aún sabiendo que los camellos pueden sobrevivir semanas sin consumir nada de agua este camello sobrevivió casi tres semanas, por su apariencia. Aunque no era ninguna especialista en animales, mi estudio sobre plantas y bioingeniería me enseñó muchos de estos síntomas. El hombre ayudó a la hora de poner la venda y mantener la cabeza del animal arriba para que bebiese tranquilamente.
El camino de vuelta fue más rápido, pero no sin problemas, pues a mitad de camino fuimos asaltados por unos seis hombres armados, algunos tenían pistolas y otros espadas. Desde el carruaje era un poco difícil apuntar, así que salté del mismo y disparé a dos de ellos, que cargaban directos con las espadas en alto hacia el camello. Uno de los pistoleros disparó a la pierna ya herida del animal, este cayó al suelo gritando de dolor. En ese momento pensé que eso era horrible, me enfadé tanto porque atacaron al animal que mi arco y flechas se tornaron de color rojo fuego. Disparé tres de estas flechas, atravesando al pistolero, una al hombro otra a la rodilla y una en el corazón. Consiguió esquivar las dos primeras y la tercera le rozó el hombro.
Este parecía ser más fuerte que los demás, pues los espadachines yacían en el suelo medio muertos. Por otro lado, el marine que estaba acompañando luchaba contra dos de los cuatro hombres que quedaban. Parecía bastante fuerte, pues su arma estaba imbuida en haki de armadura y podía con los dos hombres. Mientras tanto, el pistolero y el hombre que quedaban dispararon a la vez en mi dirección, eso era muy sucio, pues uno de ellos se encontraba detrás mía y el otro delante. Sin saber si me daría tiempo a esquivar ambas balas, salté lo más alto que pude, casi cuatro metros en el aire. Sabía que eso me haría vulnerable a los disparos, pero desde ahí tenía mejor ángulo para disparar a ambos.
Tomé una de mis Hollow-Point Arrow y con suma rapidez cargué una bala de poder. Usé mi energía para alcanzar el segundo nivel de esta, por otro lado también me concentré en aumentar la rapidez de esta, haciendo uso de mi técnica de flechas a máxima velocidad, diez veces la velocidad normal. No tardé mucho en tensar la cuerda y soltarla, al momento de soltarla un aura de color rojizo imbuida en otra de color azul cubrían la flecha negra que volaba en dirección al pistolero mata camellos. El hombre no tuvo tiempo para reaccionar y acabó con un agujero enorme en el pecho, del tamaño de una manzana. Pensé que se merecía eso por comportarse de una forma tan sucia.
Una vez caí al suelo, el otro hombre al ver como estaba su compañero salió huyendo como si no hubiese un mañana. No lo paré, no era mi intención pero el marine no tardó mucho en hablar y hacerse notar.
-¡Captúralo!- Gritó este
Haciéndole caso, tomé una flecha de energía y le disparé directo a la rodilla, desestabilizándolo. Este cayó rodando por la arena hasta quedarse quieto en el suelo agonizando de dolor. El disparo era mucho menor que el de su compañero, no estaba segura el porqué de su tan fuerte sufrimiento. Quizás estaba fingiendo, pensé.
El marine consiguió terminar terminar con los dos piratas de un tajo. Después de hacer eso se giró y me miró con una sonrisa. Entonces noté como uno de ellos se estaba levantando, tomé una flecha y la disparé justo por encima de su hombro. Atravesó la cabeza del criminal que se estaba levantando y este cayó al suelo, sin levantarse de nuevo. El marine miró a su espalda y de vuelta a mí y me sonrió de nuevo, esta vez con una risilla.
-Jajaja, si que tienes vista señorita. Y mucha puntería. Gracias por la ayuda, no se si podría haberlo hecho si ti.- Dijo el hombre sonriendo, de forma sincera, al menos eso suponía viendo su aura.
-De nada, no le iba a dejar ir solo por el desierto, ya llevaba días deambulando solo.- Respondí con una sonrisa sincera también.
-Con todo este jaleo y aún no me he presentado. Mi nombre es George Ruffton, comodoro de la marina.- Cambió a un tono serio mientras lo decía.
-Yumiko Mei, cazadora de recompensas. Aunque últimamente estoy cazando más personas sin recompensa que criminales buscados, tendré que mirármelo.- Ironicé mientras nos volvíamos caminando hacia el puerto.
Unos cuantos cientos de metros más adelante alcanzamos por fin el poblado del que había salido, y con ello el puerto. El hombre después de despedirse se subió a uno de los barcos de la marina y se fue, no antes sin decirme algo.
-Recordaré tu nombre.- Dijo mientras se iba.
- Aclaración:
- Se que me he pasado en 200 palabras del máximo, pero juro que no se como disminuir el tamaño, lo siento mucho. Si es por esto que no se aprueba, que se me avise si es posible.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Buenas tardes y bienhallada. Hoy me toca a mi corregirte, así que vamos a ello. Veo un uso bastante deplorable de las comas; las hay en demasiada cantidad y a veces incluso sustituyen a los puntos. Cambios de tiempo aquí y allá que tampoco tienen mucho sentido.
Sin embargo, no es suficiente para impedirte la entrada. Dos días después de estos acontecimientos te llega una carta invitándote al evento de la Marina. Bienvenida a la segunda fase.
Sin embargo, no es suficiente para impedirte la entrada. Dos días después de estos acontecimientos te llega una carta invitándote al evento de la Marina. Bienvenida a la segunda fase.
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