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Akuma no mi
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Que sitio más perfecto para un revolucionario, un cuartel de la mismísima marina. La suerte del joven, era no tener recompensa por su cabeza y por ello no ser conocido aún por nadie que no fuera su superior. Se había desplazado hasta allí con el fin de dar una vuelta y de paso observar las actividades de los marines del Norte, la pereza de ir hacia allí había sido enorme, había viajado desde Baltigo. Por suerte unos pescadores le habían acercado y le dieron un plazo de tres horas para volver al barco o se irían sin él. Se hallaba en el muelle, sobre aquel barco el cual era muy pequeño y de un tono blanco. Los demás hombres comenzaban a preparar las mercancías pescadas, algunos marines se acercaban despacio al barco, el castaño se mantenía sonriente ante todo y muy calmado, no era alguien frío o engreído. De hecho era sociable y amable, un dato que últimamente escaseaba por todos lados.
Su pelo era alborotado hacia arriba, como si nunca se hubiese peinado en su vida, en la frente disponía de una venda blanca. Sus ojos eran azulados pálidos, vestía con una camiseta de manga larga negra y un chaleco color canela por encima. Este estaba abierto como siempre, el pantalón era del mismo tono y sus botas también, en la cintura podía verse una funda, ahí guardaba su Gin Kiba, una espada plateada que llevaba a todas partes con él. Le gustaba bastante el noble arte del combate con armas de filo, el viento ahora agotaba sus cabellos y le daba pereza tener que bajar hasta el muelle usando la tablilla o escaleras. Se colocó sobre la borda y con una media sonrisa algo inquietante saltó con fuerza, el usuario se disponía a caer en el mar. Parecía un acto suicidio ya que no podía nadar y se ahogaría, de hecho cerró los ojos y se relamió despacio, después lo abrió de golpe con una sonrisa amplía.
- ¡Fauna Fauna no…! ¡Águila!
Gritó con un grito salvaje mientras su cuerpo comenzaba a ascender de repente, como si se tratase del animal nombrado, comenzó a surcar el cielo volando. De repente se dirigió a tierra dónde de forma simple y elegante aterrizó en la arena bajo la mirada de varios marines reclutas que le miraban asombrados. Ahora se llevó la mano a la cabeza rascándose despacio en esta algo pensativo.
- ¿Qué demonios había venido a hacer yo aquí?
Su pelo era alborotado hacia arriba, como si nunca se hubiese peinado en su vida, en la frente disponía de una venda blanca. Sus ojos eran azulados pálidos, vestía con una camiseta de manga larga negra y un chaleco color canela por encima. Este estaba abierto como siempre, el pantalón era del mismo tono y sus botas también, en la cintura podía verse una funda, ahí guardaba su Gin Kiba, una espada plateada que llevaba a todas partes con él. Le gustaba bastante el noble arte del combate con armas de filo, el viento ahora agotaba sus cabellos y le daba pereza tener que bajar hasta el muelle usando la tablilla o escaleras. Se colocó sobre la borda y con una media sonrisa algo inquietante saltó con fuerza, el usuario se disponía a caer en el mar. Parecía un acto suicidio ya que no podía nadar y se ahogaría, de hecho cerró los ojos y se relamió despacio, después lo abrió de golpe con una sonrisa amplía.
- ¡Fauna Fauna no…! ¡Águila!
Gritó con un grito salvaje mientras su cuerpo comenzaba a ascender de repente, como si se tratase del animal nombrado, comenzó a surcar el cielo volando. De repente se dirigió a tierra dónde de forma simple y elegante aterrizó en la arena bajo la mirada de varios marines reclutas que le miraban asombrados. Ahora se llevó la mano a la cabeza rascándose despacio en esta algo pensativo.
- ¿Qué demonios había venido a hacer yo aquí?
Dante A. Benedetti
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Podría decirse que las festividades de navidad y año nuevo no eran algo que me importaran demasiado, es más... prefería beber alguna infusión alcohólica en un bar y disfrutar de la bella compañía de una cortesana de cinco estrellas, antes que compartir "bellos momentos" con una familia o gente que no conozco y que se denominan "amigos"; Me encontraba haciendo mis últimas rondas de esa tarde, sumamente aburrido. ¿Qué podía hacer yo en el cuartel de la Marina que no fuera andar mirando al mar en aquel puerto? Hasta que de pronto alguien hizo acto de presencia. Sus gritos ensordecedores eran más que molestos, dándome ganas de darle una patada en medio del pecho para tirarle de vuelta al mar.
Arrugué el ceño y solté un bufido agobiado mientras le miraba fijo a los ojos. — ¿Por qué gritas como subnormal? ... — le preguntaba mientras yacía cruzado de brazos, colgando a mi espalda la "Colmillo del Diablo", aquel hermoso mandoble de apariencia demoníaca que había heredado por mi familia, los Benedetti; me le quedé mirando aún, esperando paciencia una respuesta, mientras soltaba de vez en cuando alguna que otra risotada.
— ¿Sabes que estás en un Cuartel de la Marina, cierto? Y como tal, no puedo permitirte el paso más allá de donde estás parado... Esto no es un complejo turístico para que vayas y vengas cuándo quieras. — explicaba en un tono bastante tranquilo pero socarrón. Con una sonrisa de oreja a oreja ya que significaba que seguro me divertiría con aquel curioso y desubicado individuo. Los demás Marines que pasaban por nuestras cercanías se nos quedaban mirando más que extrañados, uno de ellos inclusive se detuvo y poniendo las manos a los lados de su boca me gritó. — ¡Oye, Dante! — pausó por unos segundos para que le mirara. Una vez lo hice, prosiguió hablando, aunque yo siempre teniendo cuidado de que el otro individuo de identidad desconocida por el momento no intentara hacer algo raro aprovechando mi distracción.
— ¿¡Quien es ese!? ¡Recuerda que no se permite gente no miembro de la Marina en el cuartel! — exclamó él, diciendo algo más que obvio. Solamente suspiré un poco y alcé una mano, dándole poca importancia a ello. ¿Para qué me repite algo que ya sabía? Era algo básico en el instructivo de un Marine a fin de cuentas; De todos modos, volteé mi mirar hacia el joven de cabellos alborotados nuevamente, enarcando una ceja y hablándole con curiosa tranquilidad, taciturno, aunque siempre con una leve sonrisa dibujada en mi rostro. — ¿Y bien... quien eres y qué haces aquí? Venga, suelta ya... que no tengo todo el día. — no le estaba tratando irrespetuosamente, pero un desconocido en las instalaciones de la Marina, vamos... no es algo que se vea todos los días.
Arrugué el ceño y solté un bufido agobiado mientras le miraba fijo a los ojos. — ¿Por qué gritas como subnormal? ... — le preguntaba mientras yacía cruzado de brazos, colgando a mi espalda la "Colmillo del Diablo", aquel hermoso mandoble de apariencia demoníaca que había heredado por mi familia, los Benedetti; me le quedé mirando aún, esperando paciencia una respuesta, mientras soltaba de vez en cuando alguna que otra risotada.
— ¿Sabes que estás en un Cuartel de la Marina, cierto? Y como tal, no puedo permitirte el paso más allá de donde estás parado... Esto no es un complejo turístico para que vayas y vengas cuándo quieras. — explicaba en un tono bastante tranquilo pero socarrón. Con una sonrisa de oreja a oreja ya que significaba que seguro me divertiría con aquel curioso y desubicado individuo. Los demás Marines que pasaban por nuestras cercanías se nos quedaban mirando más que extrañados, uno de ellos inclusive se detuvo y poniendo las manos a los lados de su boca me gritó. — ¡Oye, Dante! — pausó por unos segundos para que le mirara. Una vez lo hice, prosiguió hablando, aunque yo siempre teniendo cuidado de que el otro individuo de identidad desconocida por el momento no intentara hacer algo raro aprovechando mi distracción.
— ¿¡Quien es ese!? ¡Recuerda que no se permite gente no miembro de la Marina en el cuartel! — exclamó él, diciendo algo más que obvio. Solamente suspiré un poco y alcé una mano, dándole poca importancia a ello. ¿Para qué me repite algo que ya sabía? Era algo básico en el instructivo de un Marine a fin de cuentas; De todos modos, volteé mi mirar hacia el joven de cabellos alborotados nuevamente, enarcando una ceja y hablándole con curiosa tranquilidad, taciturno, aunque siempre con una leve sonrisa dibujada en mi rostro. — ¿Y bien... quien eres y qué haces aquí? Venga, suelta ya... que no tengo todo el día. — no le estaba tratando irrespetuosamente, pero un desconocido en las instalaciones de la Marina, vamos... no es algo que se vea todos los días.
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El revolucionario estaba pensando en que poder hacer cuando de repente se dio cuenta de que alguien le estaba hablando, se trataba de un hombre alto de pelo blanco. Le había dicho que porqué gritaba, cosa que en ese momento no sabía bien que responder. La verdad es que no estaba acostumbrado a hablar con marines, ese tío encima parecía frío como el hielo y además peligroso. Ese tipo le dijo que le iba a permitir dar un paso más de donde estaba, ya que no podía dejar pasar a nadie que no fuera de la marina, el chico miró al suelo viendo donde tenía los pies y después pegó un paso hacia atrás. Un suspiro salió de su boca al mismo tiempo que planeaba inventar una excusa o algo así. Pero de repente una voz distinta se escuchó, era otro tipo que llamó al primero por su nombre “Dante”.
Aquello le iba a dar a Dranser un tiempo precioso para de ese modo poder pensar una buena excusa. Pero la conversación entre los dos fue bastante corta y apenas tuvo tiempo de pensar nada de nada, de modo que agachó la cabeza para hablar, pero en ese momento un sonido de agua levantándose llegó a los oídos de aquel chico. Se giró despacio y en ese momento vio como del agua surgía un enorme monstruo marino, parecía ser una inmensa serpiente de grandes proporciones. Su color era blanco, el tono de sus ojos rojizo y tenía aletas afiladas por toda la espalda, sus rugidos eran asombrosos y sus dientes imponían pavor. El revolucionario se quedó algo impresionado, pero en ese momento se le ocurrió una idea tonta y un poco loca. Se giró mirando al tipo de pelo blanco y puso un acento muy extraño y raro.
- ¡Esa cosa! ¡Venía a informar como un buen ciudadano! Resulta que soy Médium y en una de mis predicciones pude ver que una bestia atacaba el cuartel. Por eso venía a informar señor.
Vaya excusa mala que se había inventado, tal vez no colaba pero parecía tener sentido gracias a la bestia que había surgido del agua. El barco pesquero que le había traído, comenzó a moverse a otro lado a toda velocidad. El chico ahora suspiró, no le gustaba luchar con animales y de hecho uno de sus sueños era llegar a domar a un rey marino, pero no estaba listo. Se relamió despacio y se cruzó despacio de brazos mientras se giraba de forma calmada y miraba al peliblanco, para después hablarle en un tono alto y fingiendo estar nervioso, aunque ya estaba muy calmado.
- ¡Hay que hacer algo caballero! Jejejeje…
Aquello le iba a dar a Dranser un tiempo precioso para de ese modo poder pensar una buena excusa. Pero la conversación entre los dos fue bastante corta y apenas tuvo tiempo de pensar nada de nada, de modo que agachó la cabeza para hablar, pero en ese momento un sonido de agua levantándose llegó a los oídos de aquel chico. Se giró despacio y en ese momento vio como del agua surgía un enorme monstruo marino, parecía ser una inmensa serpiente de grandes proporciones. Su color era blanco, el tono de sus ojos rojizo y tenía aletas afiladas por toda la espalda, sus rugidos eran asombrosos y sus dientes imponían pavor. El revolucionario se quedó algo impresionado, pero en ese momento se le ocurrió una idea tonta y un poco loca. Se giró mirando al tipo de pelo blanco y puso un acento muy extraño y raro.
- ¡Esa cosa! ¡Venía a informar como un buen ciudadano! Resulta que soy Médium y en una de mis predicciones pude ver que una bestia atacaba el cuartel. Por eso venía a informar señor.
Vaya excusa mala que se había inventado, tal vez no colaba pero parecía tener sentido gracias a la bestia que había surgido del agua. El barco pesquero que le había traído, comenzó a moverse a otro lado a toda velocidad. El chico ahora suspiró, no le gustaba luchar con animales y de hecho uno de sus sueños era llegar a domar a un rey marino, pero no estaba listo. Se relamió despacio y se cruzó despacio de brazos mientras se giraba de forma calmada y miraba al peliblanco, para después hablarle en un tono alto y fingiendo estar nervioso, aunque ya estaba muy calmado.
- ¡Hay que hacer algo caballero! Jejejeje…
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— ¡Esa cosa! ¡Venía a informar como un buen ciudadano! Resulta que soy Médium y en una de mis predicciones pude ver que una bestia atacaba el cuartel. Por eso venía a informar señor. — dijo el muchacho. Yo le miré imitando una expresión interesada en lo dicho. Abrí los ojos de par en par y me llevé una mano a la frente, renegando un poco con la cabeza como haciéndole creer de que había caído en su gran mentira. ¿Un Médium, que una bestia atacaría el cuartel? A decir verdad era algo poco creíble, simplemente por lo fantasioso del relato. Si bien hablaba con buen léxico y eso le daba algún que otro punto a favor, la manera en la que aprovechó mi fugaz distracción por culpa del otro Marine era suficiente razón como para desconfiar de él. Aparte, nunca antes había visto que un Médium cooperara con la Marina, mucho menos si puede sacar provecho de esto con una gran suma de dinero, prefiriendo trabajar con los Piratas que gustan de utilizar más esos servicios que la misma organización justiciera que los encarcela; Aclaré un poco mi garganta previamente a decir lo que le iba a soltar. — Claro, es cierto... eres ese Médium que estábamos esperando, por favor, pasa... pasa, acompáñame. — me hacía el amable para luego si se acercaba lo suficiente, agarrarle del cuello de la camisa y alzarlo un poco, sin ahorcarlo u ahogarlo, solamente sostenerlo de allí.
— ¿Me has visto la cara de tonto o qué, mocoso? Ni que hubiera nacido ayer, es increíble que creas que la Marina no avisaría de algo así por los megáfonos. — bufaba arrugando el ceño, para luego darle un pequeño empujón que le dejó al borde del puerto, casi tirándolo al mar a decir verdad. Acomodé mis prendas que consistían de un traje elegante negro con líneas delgadas de color khaki, y luego ajusté un poco más el nudo de la corbata roja que llevaba puesta, haciendo una mueca de disgusto. — Qué cansino, niño... si quieres pasear por el cuartel, deberías haber traído a alguien de confianza. ¿O acaso crees que esto es un parque de diversiones? — enarcaba una ceja mientras le miraba fijamente, manteniendo mi mandoble apoyado en uno de mis hombros en lo que lo sostenía con mi mano diestra. Solté un resoplido por mi nariz a modo de risa. Obvio, el tema aún era que no había visto a aquella enorme serpiente marina que se había levantado de la mar, mirándonos fijamente. Una serpiente blanca y de escalas enormes a decir verdad, ¿qué hacía un monstruo marino en uno de los Blues? Seguro se habrá desviado de su curso usual del Calm Belt; Reí no nervioso, sino entretenido y agarré de un antebrazo al muchacho, jalándolo hacia las zonas internas del cuartel, dando un pequeño brinco hacia atrás, denotando que parecía querer atacar.
Marines que pasaban por ahí parecían estar preparando armas. Había una especie de fila de cañones cargados allí prontos para ser disparados, por lo que sonriendo con cierta malicia, palmeé uno de los hombros del chico, buscando una manera adecuada de engañarle para que me 'ayudara'. — Eh, tú... distrae al monstruo, yo haré algo para que se vaya. — le decía aprovechando la moción, corriendo hacia un lado esperando que la distracción que causara aquel chico de pelos alborotados fuese lo suficientemente convincente para que aquella criatura no se enfocara en mi. Así sin más me acerqué a uno de los cañones, notando que podía cambiar el objetivo para el que apuntaban, moviéndolo apuntando a la cabeza de la serpiente, luego con un rápido tajo de mi Mandoble raspé el metal del cañón, creando una chispa lo suficientemente potente como para prender la mecha y así disparar al instante. *¡BOOM!* resonó por todo el cuartel, una nube de humo grisácea salió de la boquilla del cañón, saliendo expedida inmediatamente aquella bala, la cual impactó en uno de los ojos de dicha serpiente. Esta se retorció de dolor, y se metió bajo el agua nuevamente, no sin antes dar un potente coletazo que mojó a todo aquel que estuviera cerca de sus alrededores. Vaya tarde movida, ¿a que sí? ...
— ¿Me has visto la cara de tonto o qué, mocoso? Ni que hubiera nacido ayer, es increíble que creas que la Marina no avisaría de algo así por los megáfonos. — bufaba arrugando el ceño, para luego darle un pequeño empujón que le dejó al borde del puerto, casi tirándolo al mar a decir verdad. Acomodé mis prendas que consistían de un traje elegante negro con líneas delgadas de color khaki, y luego ajusté un poco más el nudo de la corbata roja que llevaba puesta, haciendo una mueca de disgusto. — Qué cansino, niño... si quieres pasear por el cuartel, deberías haber traído a alguien de confianza. ¿O acaso crees que esto es un parque de diversiones? — enarcaba una ceja mientras le miraba fijamente, manteniendo mi mandoble apoyado en uno de mis hombros en lo que lo sostenía con mi mano diestra. Solté un resoplido por mi nariz a modo de risa. Obvio, el tema aún era que no había visto a aquella enorme serpiente marina que se había levantado de la mar, mirándonos fijamente. Una serpiente blanca y de escalas enormes a decir verdad, ¿qué hacía un monstruo marino en uno de los Blues? Seguro se habrá desviado de su curso usual del Calm Belt; Reí no nervioso, sino entretenido y agarré de un antebrazo al muchacho, jalándolo hacia las zonas internas del cuartel, dando un pequeño brinco hacia atrás, denotando que parecía querer atacar.
Marines que pasaban por ahí parecían estar preparando armas. Había una especie de fila de cañones cargados allí prontos para ser disparados, por lo que sonriendo con cierta malicia, palmeé uno de los hombros del chico, buscando una manera adecuada de engañarle para que me 'ayudara'. — Eh, tú... distrae al monstruo, yo haré algo para que se vaya. — le decía aprovechando la moción, corriendo hacia un lado esperando que la distracción que causara aquel chico de pelos alborotados fuese lo suficientemente convincente para que aquella criatura no se enfocara en mi. Así sin más me acerqué a uno de los cañones, notando que podía cambiar el objetivo para el que apuntaban, moviéndolo apuntando a la cabeza de la serpiente, luego con un rápido tajo de mi Mandoble raspé el metal del cañón, creando una chispa lo suficientemente potente como para prender la mecha y así disparar al instante. *¡BOOM!* resonó por todo el cuartel, una nube de humo grisácea salió de la boquilla del cañón, saliendo expedida inmediatamente aquella bala, la cual impactó en uno de los ojos de dicha serpiente. Esta se retorció de dolor, y se metió bajo el agua nuevamente, no sin antes dar un potente coletazo que mojó a todo aquel que estuviera cerca de sus alrededores. Vaya tarde movida, ¿a que sí? ...
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Ese tío parecía el mismísimo almirante de la flota, tenía mucha mala leche y eso se le notaba. Parecía haberse escapado de las típicas películas de terror, el guardia nocturno que va de violento y acaba siendo inocente cuando todos piensan que es el antagonista. La verdad es que era bastante alto y musculoso y eso daba el pego perfecto de marine bestia, sin embargo la paciencia del castaño tenía un límite y ese hombre estaba sobrepasándola. Al principio de forma tranquila le dijo que era bienvenido y que pasará, eso había sido demasiado fácil para ser verdad, pero el chico sonrió amablemente. Lo que vino después no le gustó mucho, ese hombre lo tomó del cuello de la camiseta, le hablaba en un tono algo incomodo y parecía enfadado. El chico en ese momento cambió su mirada amable a una algo más seria y llevó su mano a la funda de su Gin Kiba, después realizó un movimiento rápido con su arma, cortando el cuello de su propia camiseta para así librarse. Pero ese hombre le pegó de repente un empujón dejándole al borde de caer al agua, no le importó mucho debido a que si hubiese caído, habría echado a volar antes de tocar el transparente líquido.
Ese hombre violento es que no se daba cuenta de nada, la jodida serpiente blanca había salido de verdad, había que estar ciego para no verla, pero después de unos momentos al parecer, la observó por fin. Las palabras del peliblanco continuaban, pero esta vez le pidió ayuda, diciéndole que distrajera a esa cosa, otro cualquiera se habría reído de aquello. Dranser era demasiado bueno, o quizás muy tonto y por eso accedió a ayudarle. El joven miró a la enorme bestia y de repente empezó a realizar el ataque más poderoso del planeta y el más eficaz sin duda alguna, tirarle arena. Era incapaz de dañar animales y eso incluía reyes marinos, ni siquiera llegaba a darle, pero eso y unos cuantos silbidos provocaron que el animal lo mirara gruñendo. De repente el sonido de un cañón disparando llegó hacia los oídos de aquel castaño. Acto seguido se fijó en que aquel marine con pinta de guardia severo de seguridad, había pegado en el ojo de la serpiente, no pudo evitar mirar a otro lado algo molesto, pero no había otro remedio, después la bestia se sumergió, sin dar más problemas.
- Joder, no me gusta que ataquen a los animales de esa forma tan violenta. Pero bueno, supongo que no había otro remedio más que hacerlo.
Tras aquellas palabras en voz baja, volvió a mirar hacia donde estaba aquel peliblanco, esta vez estaría más alerta pues la verdad es que no se fiaba mucho. Se fijó en el cuello de su camiseta, rajado a causa de su espada, se le veía algo el pecho, no se avergonzaba, tenía un buen cuerpo. No tan bestia como ese tipo pero si definido y fibroso, ahora suspiró mientras se llevaba la mano derecha a la cabeza y se rascaba un poco. De todas formas contaba con la ventaja de no valer dinero, tal vez ese hombre era más amable después de que viera que le había ayudado, lo que no sabía, era si estaría molesto o no, por la acción del chico de librarse. Había sido un acto reflejo, un mal hábito para cuando le cogían por sorpresa o algo por el estilo. Ahora esperó en aquella posición mientras acariciaba con mucho cuidado el mango de su arma, ahora estaba en un estado alerta, temía que le pegaran un tiro o algo así, de todas formas no había hecho nada malo según su parecer. Pero pronto le conocerían, el revolucionario tenía sus planes en contra del gobierno, pero por el momento se escondía en el anonimato.
Ese hombre violento es que no se daba cuenta de nada, la jodida serpiente blanca había salido de verdad, había que estar ciego para no verla, pero después de unos momentos al parecer, la observó por fin. Las palabras del peliblanco continuaban, pero esta vez le pidió ayuda, diciéndole que distrajera a esa cosa, otro cualquiera se habría reído de aquello. Dranser era demasiado bueno, o quizás muy tonto y por eso accedió a ayudarle. El joven miró a la enorme bestia y de repente empezó a realizar el ataque más poderoso del planeta y el más eficaz sin duda alguna, tirarle arena. Era incapaz de dañar animales y eso incluía reyes marinos, ni siquiera llegaba a darle, pero eso y unos cuantos silbidos provocaron que el animal lo mirara gruñendo. De repente el sonido de un cañón disparando llegó hacia los oídos de aquel castaño. Acto seguido se fijó en que aquel marine con pinta de guardia severo de seguridad, había pegado en el ojo de la serpiente, no pudo evitar mirar a otro lado algo molesto, pero no había otro remedio, después la bestia se sumergió, sin dar más problemas.
- Joder, no me gusta que ataquen a los animales de esa forma tan violenta. Pero bueno, supongo que no había otro remedio más que hacerlo.
Tras aquellas palabras en voz baja, volvió a mirar hacia donde estaba aquel peliblanco, esta vez estaría más alerta pues la verdad es que no se fiaba mucho. Se fijó en el cuello de su camiseta, rajado a causa de su espada, se le veía algo el pecho, no se avergonzaba, tenía un buen cuerpo. No tan bestia como ese tipo pero si definido y fibroso, ahora suspiró mientras se llevaba la mano derecha a la cabeza y se rascaba un poco. De todas formas contaba con la ventaja de no valer dinero, tal vez ese hombre era más amable después de que viera que le había ayudado, lo que no sabía, era si estaría molesto o no, por la acción del chico de librarse. Había sido un acto reflejo, un mal hábito para cuando le cogían por sorpresa o algo por el estilo. Ahora esperó en aquella posición mientras acariciaba con mucho cuidado el mango de su arma, ahora estaba en un estado alerta, temía que le pegaran un tiro o algo así, de todas formas no había hecho nada malo según su parecer. Pero pronto le conocerían, el revolucionario tenía sus planes en contra del gobierno, pero por el momento se escondía en el anonimato.
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