Kaito Kazuki
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era de noche, la luz era casi un milagro en aquellas calles silenciosas. El joven cazador se encontraba caminando por callejuelas de una gran ciudad, lugar en el que solían ocurrir ataques a pobres viandantes, que los guardias de la ciudad se negaban a investigar. Al parecer no apreciaban la vida de los que allí vivían. Las quejas comenzaban a crear rumores sobre demonios que vivían en las calles, otros acusaban a criminales de tres al cuarto que no se atreven a ir a la aventura y se dedican a molestar y robar a los pobres que no tienen como evitar esos callejones llenos de rincones oscuros. Junto al espadachín se ven dos animales, una serpiente blanca enroscada en una calabaza sobre una tortuga negra. El joven lleva una especie de bastón, lo que a muchos les daría la impresión de un hombre de capacidades reducidas. El chico se detiene un momento para llevar su único brazo al interior de sus ropajes, para sacar una copa que llena con un líquido que hay en la calabaza, se trata de un exquisito sake de la isla natal del cazador. |~ Cariño, no deberías andar por aquí, es peligroso. ¿Otra vez bebiendo? ~| Parece decir la voz de su esposa a su espalda. Kaito se paraliza. Eso no puede ser cierto, había dejado a Mei en la casa. Sin respirar se da la vuelta para encontrarse con un callejón oscuro. |~ Menos mal, prefiero que haya sido una alucinación por la preocupación… ~| Piensa el peliblanco mientras guarda la copa entre las ropas nuevamente.
- ¡Socorro! – Se escucha cerca de la ubicación del joven espadachín, quien no duda en correr hacia el origen del sonido. Su velocidad es asombrosa, por lo que no tarda mucho en llegar. La escena con la que se encuentra le produce horror, un grupo de tres hombres persiguiendo a un joven. La situación es delicada, los persecutores llevan espadas de buena calidad, mientras que el joven solo dispone de una barra de hierro para defenderse. Normalmente el cazador no juzga la capacidad de combate por el arma o el aspecto, pero la herida en la pierna del muchacho deja patente que tres enemigos son demasiados para ese muchacho, que parece no tener mucho más de diecisiete años y no parece tener forma de salir vivo de esa situación. Es en ese momento cuando Kaito se acuerda de lo que había oído al llegar a la ciudad, que aquellas calles eran peligrosas por los ataques.
|~ Vamos señores, peleen con alguien que pueda defenderse. ~| Dice Kaito apareciendo repentinamente delante de los tres hombres. Tras la sorpresa inicial los hombres se colocan en posición de ataque. Menuda manía, nadie sabe interpretar la fuerza decentemente en aquellos lares.
- Mejor quítate de en medio chico, no queremos hacerte daño. - Dice el mayor de los tres, y aparentemente, el líder. Una sonrisa se esboza en el rostro de Kazuki mientras apoya el bastón en la calabaza sobre la tortuga y desenvaina una de sus katanas sin guardia, Nanakirimaru.
- ¿Qué podrá hacernos un manco y cojo como este? Matémosle. – Dice el más joven e impulsivo, lanzándose a cortar al cazador con su espada. Pero falla, una finta y un corte del espadachín acaba con ese muchacho en el suelo, sangrando como si no fuera más que un pedazo de carne. Los otros dos se quedan quietos un segundo, y tras un grito de desesperación, frustración e ira, se lanzan a por el cazador sin contenerse. Una estrategia realmente interesante, pero, sin controlar tu ira no puedes hacer más que quedarte expuesto a una contra bien elaborada.
Tras un par de choques de espadas uno de ellos cae de rodillas, escupiendo sangre, con un corte en el pecho. |~ Mejor vete, tus amigos no eligieron bien, se más inteligente. Nadie te tachará de cobarde por huir, sino por atacar en mayoría numérica a un chico desarmado. ~| Dice Kaito bajando la katana.
- No debiste bajar la guardia… - Dice mientras se lanza a cortar a Kazuki, que desaparece para aparecer junto al chico herido. Dejando al otro sin ambos brazos de un corte rápido y tan perfecto que apenas fue visible.
|~ Que pena que no sepan leer movimientos… En fin, ¿te encuentras bien chico? ~| Pregunta Kaito al joven mientras revisa sus heridas. Son heridas de profundidad media, nada graves, pero sí que necesitan atención médica para evitar una situación más peligrosa, como una infección.
- Gracias, de no ser por ti no sé qué me habría pasado. – Responde el chico mientras trata de levantarse. Es evidente que aún no puede caminar por su cuenta, y menos arriesgarse a ser atacado nuevamente, por lo que Kaito decide acompañarle, no se fía de que no le vuelvan a molestar, y menos cuando noten la ausencia de los que acabaron sin vida en el enfrentamiento con el cazador.
- ¡Hijo! ¿Qué te ha pasado? – Pregunta un hombre al ver llegar al chico cojeando apoyado en Kaito, que está apoyado en su bastón mientras el chico se apoya en su hombro izquierdo.
- Me atacaron, de no ser por este chico ahora mismo estaría muerto… - Responde el joven al señor, seguramente el padre. El hombre se apresura a ayudar a su hijo a sentarse en un sillón cerca de la entrada del lugar, al tiempo que invita a Kaito a pasar con un gesto con la mano.
- Gracias por salvar a mi hijo, le envié a por una invitación que según me dijeron tenía que llegarme… - Dice el hombre, pero su hijo lo interrumpe para darle una carta que saca de su bolsillo. - Toma, yo ahora he de cuidar a mi hijo, y a los que me invitaron a eso les avisaré de que envío a alguien en mi lugar, el salvador de mi hijo no puede ser mala gente, y dudo que quiera hacer daño a los nuestros como otros… - Añade, pero no termina la frase, seguramente temeroso de meter la pata. Tras recibir el sobre el joven Kazuki se despide educadamente y se marcha a retomar su camino.
- ¡Socorro! – Se escucha cerca de la ubicación del joven espadachín, quien no duda en correr hacia el origen del sonido. Su velocidad es asombrosa, por lo que no tarda mucho en llegar. La escena con la que se encuentra le produce horror, un grupo de tres hombres persiguiendo a un joven. La situación es delicada, los persecutores llevan espadas de buena calidad, mientras que el joven solo dispone de una barra de hierro para defenderse. Normalmente el cazador no juzga la capacidad de combate por el arma o el aspecto, pero la herida en la pierna del muchacho deja patente que tres enemigos son demasiados para ese muchacho, que parece no tener mucho más de diecisiete años y no parece tener forma de salir vivo de esa situación. Es en ese momento cuando Kaito se acuerda de lo que había oído al llegar a la ciudad, que aquellas calles eran peligrosas por los ataques.
|~ Vamos señores, peleen con alguien que pueda defenderse. ~| Dice Kaito apareciendo repentinamente delante de los tres hombres. Tras la sorpresa inicial los hombres se colocan en posición de ataque. Menuda manía, nadie sabe interpretar la fuerza decentemente en aquellos lares.
- Mejor quítate de en medio chico, no queremos hacerte daño. - Dice el mayor de los tres, y aparentemente, el líder. Una sonrisa se esboza en el rostro de Kazuki mientras apoya el bastón en la calabaza sobre la tortuga y desenvaina una de sus katanas sin guardia, Nanakirimaru.
- ¿Qué podrá hacernos un manco y cojo como este? Matémosle. – Dice el más joven e impulsivo, lanzándose a cortar al cazador con su espada. Pero falla, una finta y un corte del espadachín acaba con ese muchacho en el suelo, sangrando como si no fuera más que un pedazo de carne. Los otros dos se quedan quietos un segundo, y tras un grito de desesperación, frustración e ira, se lanzan a por el cazador sin contenerse. Una estrategia realmente interesante, pero, sin controlar tu ira no puedes hacer más que quedarte expuesto a una contra bien elaborada.
Tras un par de choques de espadas uno de ellos cae de rodillas, escupiendo sangre, con un corte en el pecho. |~ Mejor vete, tus amigos no eligieron bien, se más inteligente. Nadie te tachará de cobarde por huir, sino por atacar en mayoría numérica a un chico desarmado. ~| Dice Kaito bajando la katana.
- No debiste bajar la guardia… - Dice mientras se lanza a cortar a Kazuki, que desaparece para aparecer junto al chico herido. Dejando al otro sin ambos brazos de un corte rápido y tan perfecto que apenas fue visible.
|~ Que pena que no sepan leer movimientos… En fin, ¿te encuentras bien chico? ~| Pregunta Kaito al joven mientras revisa sus heridas. Son heridas de profundidad media, nada graves, pero sí que necesitan atención médica para evitar una situación más peligrosa, como una infección.
- Gracias, de no ser por ti no sé qué me habría pasado. – Responde el chico mientras trata de levantarse. Es evidente que aún no puede caminar por su cuenta, y menos arriesgarse a ser atacado nuevamente, por lo que Kaito decide acompañarle, no se fía de que no le vuelvan a molestar, y menos cuando noten la ausencia de los que acabaron sin vida en el enfrentamiento con el cazador.
- ¡Hijo! ¿Qué te ha pasado? – Pregunta un hombre al ver llegar al chico cojeando apoyado en Kaito, que está apoyado en su bastón mientras el chico se apoya en su hombro izquierdo.
- Me atacaron, de no ser por este chico ahora mismo estaría muerto… - Responde el joven al señor, seguramente el padre. El hombre se apresura a ayudar a su hijo a sentarse en un sillón cerca de la entrada del lugar, al tiempo que invita a Kaito a pasar con un gesto con la mano.
- Gracias por salvar a mi hijo, le envié a por una invitación que según me dijeron tenía que llegarme… - Dice el hombre, pero su hijo lo interrumpe para darle una carta que saca de su bolsillo. - Toma, yo ahora he de cuidar a mi hijo, y a los que me invitaron a eso les avisaré de que envío a alguien en mi lugar, el salvador de mi hijo no puede ser mala gente, y dudo que quiera hacer daño a los nuestros como otros… - Añade, pero no termina la frase, seguramente temeroso de meter la pata. Tras recibir el sobre el joven Kazuki se despide educadamente y se marcha a retomar su camino.
Abby
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una historia decente y normalucha, con sus excesos de comas y sus cansinas pausas. No tengo mucho más qué decir. Bienvenido a la siguiente fase~
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