-Presente-Privado- Misteriosa invitación (Dexter/Mika)

Eran las cuatro menos cuarto de la tarde y todo estaba dispuesto para la merienda al aire libre de Mihaela, salvó que su invitado aún no había llegado. Bueno,  no debía faltar mucho para su llegada, si es que aquella tarjeta había llegado con éxito a sus manos y había logrado descifrarla, claro. Aunque no era algo especialmente complicado. A simple vista era una tarjeta normal y corriente con el fondo negro y lunares de distintos tonos de violeta. Sin embargo, por el reverso, si se palpaba un poco se podía notar una irregularidad. Parecía una tontería y de hecho lo era, pero no mucha gente pensaría en un mensaje oculto. Al pasar una barra de carbón, la punta de un lápiz, cualquier pigmento, se descubrían las coordenadas de una isla que en teoría no existe, junto a una frase: "Te invito a tomar el té".

-Ya hemos terminado los preparativos, Mihaela-sama.- Dijo Wilhermina, al tiempo que hacía una leve inclinación de cabeza, señalando con la mano en dirección a la mesa con pastas, pasteles, cubiertos, una bonita vajilla de porcelana rosada...Todo perfectamente colocado...oh, y la sombrilla, no olvidemos la sombrilla que dispusieron para proteger la piel de la joven científica, de los rayos uva. Mika había elegido posiblemente el único claro de toda la isla para no tener que preocuparse por los insectos y el resto de fauna que habitaban sus "bosques", poniendo en peligro así su piel. A ella le daba igual, pero Wilhermina insistió.

-Os agradezco la ayuda.- Dijo la chica con una alegre sonrisa en sus labios. -Pero ya no hace falta que os quedéis. Sabéis que no me gustan los curiosos a la hora de realizar negocios.- Tras decir esto todas regresaron al laboratorio sin protestar y la chica se sentó en una de las mesas, esperando a su invitado, Dexter Black. Era gracioso, pues tuvo noticias de que este hombre había matado a su hermano...Aunque, ¿qué tenía que ver eso con la ciencia, ser un verdadero humano o la ansia de conocimiento? Esperaba que  Derian no se lo echara en cara...-Pero los muertos no pueden echar nada en cara, al fin y al cabo no son nada.- Dijo para sí misma antes de dar un sorbo a su taza de té.

-Así que hay un mensaje oculto en esa nota- había dicho Dexter hacía un par de días, hablando para sí mismo mientras paseaba por la Joya. Realmente había sido una sorpresa que alguien tomara tantas precauciones para comunicarse con él, y cuanto menos sospechoso. ¿Por qué alguien iba a tener tanto cuidado? Tal vez, debía reconocer, fuera alguien que no deseaba ser visto con un pirata, pero si algún miembro del gobierno requería su presencia de forma pacífica... Tal vez no fuera trigo limpio.

Y, con todo, ahí estaba. Llevaba puestos unos pantalones enormes, y los pechos de aquella mujer cualquiera que exhibía en un cuerpo de otra iban cubiertos por una camiseta elástica que dejaba ver todo lo que cualquier persona con decoro no debería dejar que se viese, pero presentarse a torso descubierto como Dexter estaba feo, por lo que aquella ropa era perfecta para cuando el Yonkou tomase su forma verdadera. Iba en un barco alquilado en una isla cercana a las coordenadas, a solas y sin perder el tiempo. Era realmente difícil mantener el rumbo, pero cuando estuvo en Alta Mar ya pudo volver a su forma y manejar el barco a gusto sin mayor complicación, más por facilidad por alcanzar todo con las manos sin saltar que por otra cosa, y finalmente llegó al lugar.

Le extrañó descubrir una isla que no salía en los mapas. La verdad es que esperaba ver un barco o algún tipo de plataforma flotante, pero alguien había conseguido ocultar aquella masa de tierra de los ojos más curiosos... ¿Cómo demonios lo habría hecho? Las dudas y las cuestiones se arremolinaban en torno a la loca cabeza mientras avanzaba por la costa hacia el interior, tratando de fijarse en todo lo que pudiera tratar de atacarlo. Por primera vez en mucho tiempo, se concentró en su haki de observación para detectar las presencias cercanas. Si era una trampa pensaba estar prevenido.

Finalmente encontró lo que creyó estar buscando. Su reloj marcaba las cuatro menos catorce, aunque siempre lo llevaba adelantado un minuto; llegaba a tiempo. Ante sus ojos un parasol de tela opaca, aunque de colores muy vivos y, bajo ella, la prístina piel blanca e impoluta de una joven de no más de veinte años, acompañada por el reflejo azulado de unos ojos rosas, aunque bien podía ser una ilusión óptica a causa del reflejo de sus cabellos, color platino con las puntas de un bello celeste. ¿Quién era esa mujer?

-Buenas tardes- dijo, acercándose al lugar donde reposaba la figura. Los pantalones enormes ahora eran un vaquero ajustado en su cuerpo masculino, y la camiseta era negra y sobria, en realidad. Tal vez algo informal, aunque ¿Quién podría culparlo por ello?

Junto a la mujer, una mesa de té y un par de sillas. Había pastas y una pequeña jarra de cristal bastante delicado, acompañado de vajillas de porcelana rosada, todo sobre un mantel de costura fina. Cualquiera diría que no era un entorno hostil, y la ausencia de presencias peligrosas le hizo relajar el tono algo más, dedicándole una sonrisa a la mujer.

-Dexter Black- dijo, manteniendo sus ojos fijos en los de ella-. ¿Y el gusto tiene nombre?

Mihaela tomó un sorbo y dejó la taza de té sobre su correspondiente plato, y este a su vez sobre el mantel, con delicadeza. Como toda una dama, o como una científica que sabe que un movimiento brusco puede causar cualquier reacción y estropear un experimento...o peor, pero ese no era el caso. Solo estaba tomando té, al fin y al cabo. -Sí, hoy es una bonita y soleada tarde.- Afirmó la chica con tono suave, antes de levantarse de la silla para ir a saludar a su invitado. Al incorporarse y salir de la sombra que estaba protegiendo su pálida piel del sol,  las facciones ensombrecidas de su rostro, salieron a la luz. Era una chica joven. Seguramente, cualquiera pensaría que apenas rozaba la madurez, aunque ya había pasado la veintena hacia unos años. Sus ojos eran claros, de color azul pálido con toques rosados que parecían dibujar flores en estos y resaltaban aún más con sus negras pestañas. Estás contrastaban un poco con toda ella, por lo claros que eran su piel y su cabello, de un tono rubio, casi albino, y con las puntas azuladas. Su apariencia era cuanto menos peculiar. Seguramente su Invitado se sorprendió notoriamente al ver que su anfitriona parecía más una niña que una adulta.

-Me alegra que haya decidido aceptar mi invitación. Puede llamarme Mika.- Dijo la chica con una sonrisa en su rostro, al tiempo que le tendía la mano. -Espero que su viaje no haya sido muy tedioso...¿Le gustaría tomar asiento?- Continuó diciendo la científica, señalando con la mano libre y la mirada, la mesa preparada para ellos dos. -Supongo que quiere saber por qué le he invitado a tomar el té, al igual que cosas relacionadas con la ubicación de la isla, pero no se preocupe, daré respuestas a sus preguntas en breve.- Añadió antes de volver hacia su asiento. No quería apresurar las cosas. Sí todo salía bien, aquel hombre  formaría parte de su grupo de investigación. Aquello podía venir bien a ambas partes, siempre que el Yonkou accediese y sino...Bueno, sería como si nunca se hubieran visto, al menos para el.

-Y bien, señor Black. ¿Le gusta la ciencia?-