Yarmin Prince
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Así que… Un evento revolucionario. ¿Qué es? ¿Un concierto de los Still Stones?- preguntó Yarmin, sin prestar demasiada atención mientras resolvía su crucigrama. Gellert no lo molestaría a la hora del desayuno si no fuese algo importante, ¿Pero quién era él para decidir si Gellert consideraba o no importante eso?
-No exactamente. Al parecer la Marina está buscando un hombre dispuesto a ser Almirante. Ya sabes que dadas las altas tasas de mortandad de ese rango no hay muchos locos dispuestos a tomar el puesto. Ni siquiera el vicealmirante ése rarito que salta de ventana en ventana gritando que es la noche.
-¿Pero eso no era una obra de teatro para niños en un hospital?
-En cualquier caso, Yars, la Revolución también busca a alguien para asumir el cargo de Oficial General. Entre otras cosas, porque la Revolución tiene mucho tiempo libre. Últimamente la Agencia sólo va detrás de criminaluchos, y deja a los cabecillas en paz.
-Y quieres decirme que… ¿Te vas a infiltrar?
-Te voy a infiltrar.
Yarmin lo miró con una sonrisa, ligeramente emocionado. No era que le molestase. Es más, estaba convencido de que era bastante más discreto y menos conocido que El Cazador. Gellert era extraordinariamente influyente dentro de la Agencia, pero fuera de ella era famoso, lo que impedía una buena infiltración en casi cualquier caso.
-Está bien, yo me infiltro. ¿Cuál es el plan?- preguntó, volviendo a su pasatiempos. Oh, curioso. La última palabra del crucigrama era bufanda.
Se levantó de la mesa y terminó el café de un trago. Tenía una maleta preparada para volver a Arabasta y visitar a Percy, pero iba a tener que usarla en otro viaje más divertido. No era que le gustasen las infiltraciones, pero acabar con el nuevo mandamás sería tan fácil como esperar a que lo nombrasen y matarlo. Casi era un dicho y hecho, aunque de todas formas podía complicarse. Lo que de verdad le interesaba era quién iba a estar allí. Jin Surfer participaría, Gellert estaba convencido en un noventa y nueve por ciento, y para que él dijese aquello tenía que ser algo asegurado. Por tanto, a no ser que lo detectaran y no lo dejasen pasar se toparía con el Sepulturero Mayor antes de lo previsto.
-Lo más importante de este truco- dijo a los niños que se le habían acercado en el barco-. Es que no os separéis- ató alrededor de sus brazos entrelazados un pañuelo rojo-. Por mucho que lo intentéis, no seréis capaces de hacerlo. Probad, por favor. Y no se lo contéis a nadie.
Había sido un viaje interesante. Durante tres días los pequeños no habían podido separarse, y si sus cálculos eran correctos tardarían al menos una semana más en poder hacerlo. En cualquier caso no importaba, ya que la hipnosis había sido perfecta y los padres iban a ver y desear para alejar al uno del otro. Aunque no se topara con Jin, ver la estúpida agonía de los niños ya merecía la pena. Sólo le quedaba prepararse para la acción.
El pelo era demasiado llamativo. Un enorme afro de color rojo fuego y una barba larguísima arco iris. Los ojos iban protegidos por unas desproporcionadas gafas de sol verdes, y llevaba un traje rosa chicle. ¿De verdad era necesario vestirse así? Sabía que en Water 7 el único bar de ambiente de los puertos era el sitio donde habitualmente se reunía la Revolución, pero tampoco tenía por qué parecer un proxeneta de Momoiro.
De nuevo vestido como una persona normal empezó a caminar hacia el local, donde lo esperaba alguien que no esperaba encontrárselo. Qué curiosa paradoja, pero no tenía tiempo para entretenerse con juegos de palabras villanescos. Caminó por el puerto hasta que vio el rótulo de “Almendra”, donde todos los bucaneros homosexuales se reunían para la bacanal. Y los revolucionarios. Lo cierto era que la Revolución sí que sabía cómo montar fiestas.
Un rayo azul cruzó la habitación, y luego otro. Al instante, un tiroteo se desató, y cada pirata se llevó por delante a quien tenía por delante, hasta que era derribado. Rugía el trueno, y los disparos se contaban por centenas. Primero cayó un okama, luego un pirata, un revolucionario… ¿Qué cómo supo que era revolucionario? Olía mal.
Él mismo se sumó a la fiesta, aunque trató de disfrutar cada instante de aquello. El dolor, la sangre, el olor a vísceras derramadas… La gente sufría sin intentar buscar una salida a ese tormento, tan sólo disparaban y morían, disparaban y morían. Él, mientras tanto, saltó detrás de la barra y empezó a prepararse una copa. Aquel espectáculo era hermoso.
Cuando todo terminó, Yarmin examinó los cadáveres. Si veía un reloj bonito, “melopido”. Si veía un moribundo, “melopido”. Pero cuando vio la carta que llevaba un hombre atada al pecho, oculta bajo tres capas de ropa y protegida de las inclemencias del tiempo mediante hechizos ancestrales que ahuyentaban al desodorante, eso sí que so pidió. Lo abrió con dedos inquietos, rezando para que fuese la invitación que estaba buscando. No había nada mejor tras una masacre que ir planeando la siguiente.
Tuvo cuidado de salir por la puerta trasera mientras iba leyendo las bonitas palabras que líderes revolucionarios dedicaban a gente menos limpia que él. ¿Por qué él no había recibido una? No es que lo quisiera, pero seguramente nadie en la revolución se había esforzado tanto en hundir el Cipher Pol como él. Lo cual demostraba una gran falta de planificación y altura de miras, aunque no podía culparlos. Ellos no estaban dentro de la agencia, no podían controlarla tan bien, y además no luchaban por un motivo noble. Ellos querían cambiar el gobierno. Él, en cambio, ansiaba destruirlo. Y asentar otro, pero con él a la cabeza. ¿Qué cuál era la diferencia? Él, obviamente.
Sacó el den den mushi y avisó a Gellert. Sólo le quedaba acercarse a la isla indicada en el papel y ya podría ser conocido como Revolucionario. En cualquier caso, su amigo tenía que hacer papeleo, pues no iba a presentar identidad secreta. Lo cual, a fin de cuentas, si el Gobierno no estaba al tanto, podría ser problemático. Pero lo tenía todo en orden. Sólo necesitaba limpiar sus zapatos.
-No exactamente. Al parecer la Marina está buscando un hombre dispuesto a ser Almirante. Ya sabes que dadas las altas tasas de mortandad de ese rango no hay muchos locos dispuestos a tomar el puesto. Ni siquiera el vicealmirante ése rarito que salta de ventana en ventana gritando que es la noche.
-¿Pero eso no era una obra de teatro para niños en un hospital?
-En cualquier caso, Yars, la Revolución también busca a alguien para asumir el cargo de Oficial General. Entre otras cosas, porque la Revolución tiene mucho tiempo libre. Últimamente la Agencia sólo va detrás de criminaluchos, y deja a los cabecillas en paz.
-Y quieres decirme que… ¿Te vas a infiltrar?
-Te voy a infiltrar.
Yarmin lo miró con una sonrisa, ligeramente emocionado. No era que le molestase. Es más, estaba convencido de que era bastante más discreto y menos conocido que El Cazador. Gellert era extraordinariamente influyente dentro de la Agencia, pero fuera de ella era famoso, lo que impedía una buena infiltración en casi cualquier caso.
-Está bien, yo me infiltro. ¿Cuál es el plan?- preguntó, volviendo a su pasatiempos. Oh, curioso. La última palabra del crucigrama era bufanda.
Se levantó de la mesa y terminó el café de un trago. Tenía una maleta preparada para volver a Arabasta y visitar a Percy, pero iba a tener que usarla en otro viaje más divertido. No era que le gustasen las infiltraciones, pero acabar con el nuevo mandamás sería tan fácil como esperar a que lo nombrasen y matarlo. Casi era un dicho y hecho, aunque de todas formas podía complicarse. Lo que de verdad le interesaba era quién iba a estar allí. Jin Surfer participaría, Gellert estaba convencido en un noventa y nueve por ciento, y para que él dijese aquello tenía que ser algo asegurado. Por tanto, a no ser que lo detectaran y no lo dejasen pasar se toparía con el Sepulturero Mayor antes de lo previsto.
-Lo más importante de este truco- dijo a los niños que se le habían acercado en el barco-. Es que no os separéis- ató alrededor de sus brazos entrelazados un pañuelo rojo-. Por mucho que lo intentéis, no seréis capaces de hacerlo. Probad, por favor. Y no se lo contéis a nadie.
Había sido un viaje interesante. Durante tres días los pequeños no habían podido separarse, y si sus cálculos eran correctos tardarían al menos una semana más en poder hacerlo. En cualquier caso no importaba, ya que la hipnosis había sido perfecta y los padres iban a ver y desear para alejar al uno del otro. Aunque no se topara con Jin, ver la estúpida agonía de los niños ya merecía la pena. Sólo le quedaba prepararse para la acción.
El pelo era demasiado llamativo. Un enorme afro de color rojo fuego y una barba larguísima arco iris. Los ojos iban protegidos por unas desproporcionadas gafas de sol verdes, y llevaba un traje rosa chicle. ¿De verdad era necesario vestirse así? Sabía que en Water 7 el único bar de ambiente de los puertos era el sitio donde habitualmente se reunía la Revolución, pero tampoco tenía por qué parecer un proxeneta de Momoiro.
De nuevo vestido como una persona normal empezó a caminar hacia el local, donde lo esperaba alguien que no esperaba encontrárselo. Qué curiosa paradoja, pero no tenía tiempo para entretenerse con juegos de palabras villanescos. Caminó por el puerto hasta que vio el rótulo de “Almendra”, donde todos los bucaneros homosexuales se reunían para la bacanal. Y los revolucionarios. Lo cierto era que la Revolución sí que sabía cómo montar fiestas.
Un rayo azul cruzó la habitación, y luego otro. Al instante, un tiroteo se desató, y cada pirata se llevó por delante a quien tenía por delante, hasta que era derribado. Rugía el trueno, y los disparos se contaban por centenas. Primero cayó un okama, luego un pirata, un revolucionario… ¿Qué cómo supo que era revolucionario? Olía mal.
Él mismo se sumó a la fiesta, aunque trató de disfrutar cada instante de aquello. El dolor, la sangre, el olor a vísceras derramadas… La gente sufría sin intentar buscar una salida a ese tormento, tan sólo disparaban y morían, disparaban y morían. Él, mientras tanto, saltó detrás de la barra y empezó a prepararse una copa. Aquel espectáculo era hermoso.
Cuando todo terminó, Yarmin examinó los cadáveres. Si veía un reloj bonito, “melopido”. Si veía un moribundo, “melopido”. Pero cuando vio la carta que llevaba un hombre atada al pecho, oculta bajo tres capas de ropa y protegida de las inclemencias del tiempo mediante hechizos ancestrales que ahuyentaban al desodorante, eso sí que so pidió. Lo abrió con dedos inquietos, rezando para que fuese la invitación que estaba buscando. No había nada mejor tras una masacre que ir planeando la siguiente.
Tuvo cuidado de salir por la puerta trasera mientras iba leyendo las bonitas palabras que líderes revolucionarios dedicaban a gente menos limpia que él. ¿Por qué él no había recibido una? No es que lo quisiera, pero seguramente nadie en la revolución se había esforzado tanto en hundir el Cipher Pol como él. Lo cual demostraba una gran falta de planificación y altura de miras, aunque no podía culparlos. Ellos no estaban dentro de la agencia, no podían controlarla tan bien, y además no luchaban por un motivo noble. Ellos querían cambiar el gobierno. Él, en cambio, ansiaba destruirlo. Y asentar otro, pero con él a la cabeza. ¿Qué cuál era la diferencia? Él, obviamente.
Sacó el den den mushi y avisó a Gellert. Sólo le quedaba acercarse a la isla indicada en el papel y ya podría ser conocido como Revolucionario. En cualquier caso, su amigo tenía que hacer papeleo, pues no iba a presentar identidad secreta. Lo cual, a fin de cuentas, si el Gobierno no estaba al tanto, podría ser problemático. Pero lo tenía todo en orden. Sólo necesitaba limpiar sus zapatos.
Gareth Silverwing
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Buenos Arthurs hoy diare tu moderado.
Bueno, no es la forma mas limpia de infiltrarse pero es una forma. Recuerda los riesgos de ser descubierto, y que pude que no te libres sólo pidiendo las cosas "por favor".
En fin, pasas a la siguiente fase, disfruta.
Bueno, no es la forma mas limpia de infiltrarse pero es una forma. Recuerda los riesgos de ser descubierto, y que pude que no te libres sólo pidiendo las cosas "por favor".
En fin, pasas a la siguiente fase, disfruta.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.