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Los niños perdidos  Empty Los niños perdidos {Jue 28 Sep 2017 - 23:36}

Estaba oscuro.  El vendaje le picaba, la herida le escocía y la cabeza le latía al ritmo de sus pasos cansados. Llevaban dos horas bajo tierra y a esas alturas todo lo que la mantenía en pie eran una firme determinación y las ganas de cruzarle la cara a aquel condenado capitán que había decidido enviarla allí.

Cinco días antes, el Capitán Hammock se presentó en el barco de su general requiriendo a la recluta Elya para enviarla a una pequeña isla al norte de su posición. La misión preveía ser fácil y corta. Todo lo que tenía que hacer era encontrar a un puñado de niños desaparecidos en una isla que, aparte de la ciudad y un bosque que podía recorrerse en una tarde, no tenía más que acantilados. Pan comido.

O eso parecía.

Llegó de buena mañana, en el barco de la marina. Se paseó por la ciudad tratando de buscar información, pero o nadie sabía nada o todos mentían como bellacos por un motivo que no conocía. No fue sino hasta pasado mediodía cuando una madre le confesó que efectivamente su hijo había desaparecido hacía ayer tres semanas. Confusa, Elya le había preguntado amablemente si conocía el motivo y si era posible que estuviera con más chicos del lugar.

-¡Oh, por supuesto que lo sé! Es esa tontería de la revolución… se fueron con los huérfanos, no podemos ni acercarnos.

No consiguió sacarle una palabra más. La mujer parecía de mal humor y tardó menos de dos minutos en darle con la puerta en la cara. Elya, como todo marine sensato, se fue a comer algo.  Buscó un buen local y pidió un enorme plato de raviolis. Mientras los devoraba, pensaba en lo que tenía que hacer, pero no fue hasta después del postre cuando se puso en marcha.

Tenía una lista de los niños desaparecidos, amablemente otorgada por el Capitán Hammock. Era consciente de que ya había preguntado a todos los padres de los infantes, pero quizás valiera la pena probar de nuevo. No le apetecía quedarse en esa isla perdida en mitad de la nada más de lo necesario. Y quizás fuera ese el motivo de que al llamar a la puerta de la primera madre de la lista le saludara con el arma en ristre. O quizás solo estaba especialmente susceptible. Nunca lo sabremos.  Sin embargo y por suerte, a la mujer le apeteció más hablar esta vez. Confesó que efectivamente su hijo se había escapado hacía dos semanas y que aunque le había visto de lejos un par de veces no había vuelto a casa ni planeaba hacerlo.

-¿Por qué mintió antes? ¿No le da vergüenza?

-¡Claro que no! Se fue por su propia voluntad, y merece un castigo. Ya se dará cuenta de su error, no merece que un perro del gobierno vaya tras sus pasos.

Nuevamente, otro portazo airado.  Harta de ese interrogatorio sin sentido, Elya se fue al bosque. Intentaría encontrar algo entre los árboles y si para cuando el sol hubiera caído no había encontrado nada, pasaría allí la noche. Desde luego le apetecía más que volver a la ciudad de desagradecidos a buscar una habitación.

Para su mala fortuna, las tres horas de caminata no dieron frutos. Frustrada y cansada de caminar, se tumbó al pie de un manzano. Se arropó con la manta que traía en su mochila y se dijo que mañana sería otro día. Que lo haría mejor. Que los encontraría. Sin embargo, no pasaron más de tres horas hasta que su esperanza se convirtió en realidad.

Estaba dormida y seguramente no habría despertado de no ser porque, aunque silenciosos, los niños perdidos seguían siendo muy torpes. Mientras se arremolinaban a su alrededor, tratando de no despertarla mientras cogían las frutas del manzano, uno empujó a otro, que se cayó sobre un tercero y entre todos terminaron cayendo sobre la marine. Elya despertó sobresaltada, agarrando su arma por instinto antes de darse cuenta de que estaba rodeada de niños.

-¿P-pero qué…?

Reaccionó rápido, más que los niños. Agarró al primero que pudo intentando así retener al resto, pero ante su sorpresa lo dejaron en la estacada. -Está claro que de tal palo tal astilla…-pensó para sus adentros. Sin embargo, intentando acabar cuanto antes para volver a dormir, le pidió al niño que le llevase a su escondite. Trató de negarlo todo y hasta de escapar, pero tras una buena ración de forcejeos y un par de palabras amenazadoras logró convencerle.

El ‘’escondite’’ secreto estaba al pie de un pino, a una media hora andando de donde se encontraban. Mientras caminaban, Elya logró sonsacarle toda la historia. Como había sospechado, toda la misión no era más que una pérdida de tiempo. En la ciudad había cuatro niños huérfanos que se habían dedicado a convencer al resto de que se fueran a vivir con ellos al bosque. La revolución no era más que un mote para el hecho de que habían logrado deshacerse de sus padres. -Tampoco puedo culparlos. Nadie querría estar cerca de señoras así.- Sin embargo, cuando llegaron a la entrada ‘’secreta’’, las cosas cambiaron.

Los niños habían utilizado los túneles de una vieja mina abandonada recientemente para esconderse. Comiendo fruta y robando algunas cosas de la ciudad habían logrado subsistir esas semanas. Elya y el niño caminaban por los túneles en silencio, mientras la marine examinaba las paredes y hacía esas conclusiones. Solo pensar de hacer un informe de tanta tontería la frustraba, pero sabía que sería necesario. Y de repente, en una de las curvas, encontró lo que venía buscando. Les habían oído llegar, estaba claro. El niño que la había guiado salió corriendo, pero no hizo nada para pararle. Le preocupaban más las dos docenas de críos que le apuntaban con ballestas y cuchillos. Se puso en guardia, preocupada.

-No pretendo herir a nadie. Venid conmigo y no…

-AAAAAAH!!!

Uno de los niños no parecía tener intención de esperar. Salió corriendo de entre el resto y se lanzó contra ella daga en ristre. Tras analizar la situación, Elya soltó el arma y abrazó al niño cuando él llegó a ella. Notó el filo hundiéndose en su carne y apretó los dientes, pero no dijo nada. No le dejó moverse y el niño al sentir la sangre comenzó a temblar entre sus brazos. Elya levantó la cabeza y miró al grupito. La mayoría tenían el miedo pintado en la cara y parecían abrazar las armas más por tener algo a lo que aferrarse que por tener la intención de utilizarlas.

-¿Alguien más planea rebelarse? Bien. Traedme unas vendas y coged vuestras cosas. Tenéis dos horas.

Casi todos obedecieron al instante, excepto tres de los niños. Había acertado, el valiente o suicida era parte de los huérfanos.  Con cuidado, le dejó apartarse. Ella misma se arrancó la daga de la cadera, con un pequeño quejido. Bufó, frustrada. Eso no había sido para nada necesario. Miró a los cuatro disidentes, verdaderamente enfadada.

-Vais a acompañarme todos al hospital. El resto tienen que volver con sus madres, pero vosotros y yo nos largamos de esta isla. Está claro que no es una buena influencia para nadie.  Vacunas, comida y barco para todos.

Maldijo para sus adentros y se sentó en un lado del túnel. En breves llegó otro niño con las vendas y tras arreglar como pudo el estropicio en su herida, cerró los ojos. Ya la avisarían cuando terminaran.

Y ahora, por fin, estaban llegando. Salieron al bosque y emprendieron uno a uno la caminata hacia la ciudad. Muchos iban cabizbajos, un par incluso lloraban. Pero eso no era problema de la marine. Lo cierto era que no le gustaban mucho los niños. La incomodaban. Poco a poco, todos se fueron desviando hacia sus casas. Ese día habría muchos gritos en la isla.

Ella, por su parte, llevó a los cuatro huerfanitos hasta el hospital. Mientras los guiaban hacia la consulta, una voz se coló por entre los pasillos:
- Soy la espada en la oscuridad, el escudo que protege los reinos de los hombres. Soy la Justicia. Soy Scarfguy.

Por curiosidad, se asomó por la puerta. Le sonaba esa voz, pero en el lugar solo había otro puñado de niños y un telón en negro. Sin duda debía de haberse equivocado; no había manera de que ese hombre fuera Al Naion.

Dos días después le llegó la carta. En cuanto se recuperase debía presentarse en el punto allí descrito urgentemente. Una especie de prueba iba a llevarse a cabo y el Capitán Hammock la había designado personalmente para ella. Frunció el ceño de nuevo, pero suspiró y se lo comunicó a su general.

No iba a dejar que la pusiesen en ridículo.
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Los niños perdidos  Empty Re: Los niños perdidos {Dom 1 Oct 2017 - 18:47}

Cuando recorrías los túneles junto a los niños jurarías haber visto una pequeña hada revoloteando, con un gracioso tintineo, pero quizás solo lo hayas imaginado porque aún ibas medio dormida. Como sea, recuerda limpiar la herida para que no se te infecte y... ah, si, pasas a la siguiente fase.

Adorable:
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