¿Revolucionarios aquí? Gracias pero no... [Moderado nivel 3 - Nostariel]

Mi primera misión dentro del Cipher Pol y me mandan a un reino del que ni había oído hablar a parar los inicios del establecimiento de revolucionarios. En realidad, esta era la primera vez que hacía una misión yo sola, por lo que estaba algo nerviosa. Aún no sabía cómo Kasai había acabado en el gobierno y la había conseguido arrastrar a ella también. Durante el trayecto en barco tuve mucho tiempo para pensar sobre este tema, además de imaginar diferentes formas por las que el arcángel había acabo así. De cualquier forma, ahora tenía un sueldo asegurado además de las recompensas por entregar criminales, aunque con un tanto por ciento reducido comparando con cuando era cazadora.

Tras el desembarco, tengo que coger un transporte hacía la ciudad más grande de la isla. Nunca había entendido las tácticas revolucionarias, seguramente hubiera sido mejor establecerse primero en los pequeños pueblos y luego extender los tentáculos hacía la capital. Aunque no sería yo quién les dieran que lo hacían mal y así me ponían las cosas más fáciles. Tras unas cuatro horas de traqueteo por el estado del camino y la poca estabilidad de la carreta llegó a Novigrado. La ciudad es inmensa y la cantidad de calles que posee podría dejar impresionado a cualquiera, ahora comprendía por qué habían empezado directamente por allí. Voy a tener que buscar una aguja en un pajar, con razón habían mandado a la novata allí, para que empezara a coger soltura con un encargo complicado.

Lo primero era buscar un lugar de descanso, establecer mi base y a partir de ahí comenzar a recabar información. Una ciudad así debía tener multitud de tabernas, mercados, centros de belleza, y tiendas de las que recabar ingentes cantidades de datos, aunque en su mayoría fueran inútiles. Encontré una taberna llamada “El rey lobo”, estaba cerca del borde de la ciudad, lo que me ayudaría a ir y volver del centro sin sospechas, al ser una viajera novata y haber alquilado la taberna más lejana. Una vez establecida en la habitación hice un fantasma espía y lo dejé en ella mientras yo salía al mercado a ver que encontraba. No me fiaba nada de esas tabernas, además, así sabría antes de tiempo si me espiaban o alguien trataba de asesinarme en la habitación.

Cuanto más me adentro en la ciudad más alegre y viva se puede ver a la gente, cosa comprensible si tenemos en cuenta que cuanto más céntrico se vive más poder económico se tiene. Esta gente parece vivir en una utopía de bienestar ajena a que todo en sus vidas puede pasar de ese estado a uno de destrucción y perdida en cuestión de días o meses. La revolución cambiaria las cosas en esa ciudad y no para mejor de todos los ciudadanos, sino para mejor de los que los apoyaran, el resto seguramente pasarían a ser ciudadanos de segunda y vivir en los suburbios. Pero para eso estaba yo allí, para evitar que sus vidas cambiaran drásticamente.

El paseo fue largo, tardé bastante más de lo que tenía previsto en llegar hasta lo que me pareció que era el mercado principal. Mi orientación dentro del laberinto que formaba esa urbe no era tan buena como quisiera, pero debía acostumbrarme a sitios así. El mercado en el que me encontraba ahora sería suficiente para empezar, fuera o no el más grande o céntrico de la ciudad. Recorrería los puestos del mismo atenta a chismes, curiosidades y demás cosas que pudieran resultarme de interés. Sería una tarea ardua, y seguramente me llevaría bastante tiempo, por lo que llevado un rato pararía a tomar un tentempié en alguno de los puestos.

Trataría de ir también por algunos lugares diferentes al mercado, como por ejemplo peluquerías o salones de belleza. Seguramente de lo que me enterara en el mercado me podría acabar enterando en estos sitios. Emplearía todo el día en estas tareas, hasta que oscureciera y los puestos del mercado cerraran y las peluquerías y centros de belleza no dejaran a más clientas. Entonces ya vería que hacer con la información reunida o que hacer sin la misma.

Saco algo de información útil de los chismes que cuentan las señoras, en especial algo relacionado con el hijo de una de las amigas. Al parecer el chaval se junta con malas compañías, algo que una ciudad tan feliz y risueña es algo bastante remarcable. Además de eso, me entero de que el gobernador dará un discurso en un par de días, lo que puede brindarme una grata oportunidad. Me sentaba bien recobrar los paseos, como hacía en el bosque de mi isla natal antes de salir de ella. Claro, que, mi visión del mundo ahora había cambiado mucho desde aquellos días.

El fantasma de la taberna aporta nuevos datos interesantes al día. Algo se cuece en la taberna, que se ha llenado en cuestión de minutos de un gran griterío. Sería algo imprudente hacer aparecer a mi creación allí en medio, pero los trofeos de caza son excelentes para observar sin que nadie se percate de nada. Parece que gente con bastantes malas pintas se ha reunido allí. De momento lo más prudente es observar desde la cabeza del alce. Que una mujer, y más una extranjera apareciera por allí seguramente haría que no se contaran muchas cosas que pudieran llegar a ser útiles. Además, era mucho más fácil que el fantasma se ocultara en caso de problemas, como se callera la cabeza, que lo hiciera yo en caso de que comenzara una pelea. No quería mostrar tan pronto mis capacidades de combate, y tampoco quería llamar la atención, y sería difícil relacionar a mi compañera conmigo.

Por mi parte, buscaría al hijo de la Puri. Un poco de tonteo, un baile o dos con unas copas y el niño acabaría cantando que hacían sus amigotes y él para tener mala fama. Esperaba que algunas de las chismosas me diera la información necesaria para dar con él, como todo el mundo sabe “a las chicas jóvenes nos gustan los malotes”.