Jish
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Akuma no mi
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Te caes de tu cama con un grito estrangulado, enredada en sabanas empapadas de sudor. Tu codo impacta sobre la cubierta con un doloroso golpe. Sin embargo, el tremendo dolor hace que se disipe la sensación de vértigo y la visión borrosa que te causaba mareo y confusión.
Soñabas que el barco estaba en llamas y que erais asaltados por otra tripulación de corsarios. Por fortuna tan solo era un sueño, pero parecía tan real…
Gruñes y te golpeas la parte posterior de la cabeza contra la cubierta, hasta que el dolor libra tu mente del mareo, la resaca es real. Pasado un momento, abres los ojos, con los dientes desnudos en una mueca de sufrimiento. Es tarde, y un rayo de luz plateado de la luna entra por el ojo de buey que está situado sobre el improvisado lecho de tu camarote.
Estudias la pálida luz y te inunda una poderosa sensación de terror. Te levantas, te pones las botas, el cinturón con tus pistolas y subes a cubierta.
La noche es fría y ventosa, la cubierta del barco se encuentra en silencio, salvo por el restallar de las velas y el crujir del barco saqueado, que navega velozmente hacia el sur. Hacia estribor, puedes ver la silueta de una isla, se trata de Ireos, isla cuyo nombre ya has oído hablar durante todo el día. Recuerdas como Syxel se negó a amarrar el buque allí. Permaneces junto a la borda durante un tiempo bastante largo, mientras tus ojos tratan de penetrar la oscuridad del horizonte.
Finalmente renuncias y avanzas hacia el castillo de popa.
La cubierta superior de proa es mucho más grande que la de popa. Tiene cuatro cañones en lugar de dos, además de cuerdas enrolladas y rematadas por garfios de abordaje colocadas junto a la borda. Blackberry, uno de los piratas más veteranos de la tripulación, se encuentra allí, fumando una pipa de caña larga mientras supervisa ociosamente a los vigías de proa.
El marinero te lanza una mirada suspicaz, no se fía de tu rostro.
- ¿Vienes a hacer guardia con nosotros? – pregunta receloso.
Airok Bonny
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[...]Oscuridad, luces localizadas en focos de luz que luchan por hacerse paso entre la negrura absorbente del pasillo. Sé que avanzo porque las luces se mueven hacia mi, una roja, azul, verde, violeta, blanca, rosa, amarilla... Se apagan y como si todavía pudiera ser posible, aquella oscuridad se vuelve aún más negra avanzando hacia mi, encerrándome.
Una flecha de fuego se clava justo a mis pies y en cuestión de segundos todo está vuelto en llamas, hay gritos y sangre, la mitad de mi tripulación está herida, la otra desmembrada. Un grupo de seres con pinta de haber perdido la humanidad hace mucho, se enfrascaba con todos y cada uno de los reclutas que encontraban. De pronto, las miradas de aquellos gañanes se posan sobre mi, cada uno con una sonrisa más aterradora que su compañero... Corro hacia el camarote más cercano y cierro la puerta con fuerza. Al girarme, veo de nuevo la infinita oscuridad.
No puedo gritar. Me llevo las manos al cuello y noto otras que aprietan con fuerza. Trato de recorrer el brazo para deshacerme de mi oponente con un golpe pero no hay más que aire. Vuelvo mis manos al cuello y ahí noto las que me asfixian, calientes, reales, pero sin cuerpo. Me rindo, dejo caer mis brazos y con un último aliento mi cuerpo cae hacia el vacío.
Un terrible dolor en el codo me hace llevarme la otra mano para apretar la dolorida extremidad en un burdo intento de que deje de doler. Estoy en mi camarote, en el suelo al lado de mi cama, si es que podía llamarse así a aquello. Rápidamente examino la estancia y me incorporo un poco, no había nadie.
"Maldito Karma" Y me dispongo a levantarme cuando una maldita table se encuentra con mi frente. Un suspiro de ira que me recorrió el cuerpo duró lo justo para propinar un puñetazo a la primera cuaderna que vi. "Suficiente" Aquella definitivamente no iba a ser mi noche, ni mi día, no pensaba volverme a acostar. Apostar con chupitos no fue para nada buena idea, dejarme llevar por Syxel nunca me daba nada bueno... malditas celebraciones...
Comienzo a vestirme y prepararme como cada mañana a pesar de que la luna aún iluminara los mamparos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y el corazón se me aceleró un poco, no podía dejar de pensar en aquel sueño... aquellos rufianes eran los enemigos pero... ¿y si éramos nosotros? ¿Y si llegaría el momento en el que el resto de tripulaciones nos viesen de aquella manera? Habríamos de haber dejado de ser simples buscadores de libertad, para ser alimañas sin escrúpulos que solo persiguiesen el poder por el poder... Pero no, no éramos así. Yo no era así y, por supuesto, Syxel no era para nada así.
Una vez lista salgo a cubierta adaptando mi movimiento de caminar al meneo del barco debido al oleaje. El frío viento de la noche me sentaba de lujo en aquel momento. Observo detenidamente la imagen, era un buen barco, aunque ahora mismo necesitaba bastantes arreglos debido a nuestra lucha para conseguirlo, pero a mi parecer estaba muy bien. Camino hacia estribor y veo la silueta de una isla.
"Nunca había visto a Syxel tan insistente con un tema." Pensé en voz alta. Syxel no había parado un segundo de repetir que no parásemos en Ireos, la que suponía que era la isla que tenía en frente. No había dicho el por qué, pero estaba claro que su preocupación era real.
Sumida en mis pensamientos, trataba de imaginar qué cosas tan horribles podrían haber en aquella isla como para que incluso él les temiese tanto. Cuando quise darme cuenta, me encontraba absorta mirando hacia el horizonte, como si esperase que de pronto pudiese ver aquella misteriosa isla perfectamente.
Por el camino hacia la cubierta superior, quitaba los pocos garfios que salían fácil, en algún momento habría que adecentar aquel navío.
Al llegar, Blackberry estaba allí, como siempre con su pipa a favor del viento, lo que hacía que todo él no oliese a nada más que a humo y tabaco. Y a veces a cerveza.
-- ¿Vienes a hacer guardia con nosotros? -– Me pregunta con cierto tono de sospecha.
-- ¿Algún problema?-- Pese al tiempo que llevaba en nuestra tripulación, seguía sin soportar que me tratasen con tanto resquemor.
Tras un par de minutos en silencio, me atreví a preguntar en un tono un tanto más cordial.
-- ¿Conoces algo sobre Ireos? -- Hice una pausa, y al ver que no recibí respuesta inmediata seguí hablando -- Tengo entendido que mucho antes de navegar con nosotros ya recorrías los mares.-- El hombre soltó una pequeña carcajada de orgullo mientras asintió con su cabeza. De tantos años con Syxel y Jish, ya iba pillando un poco lo de hablar con gente, así que seguí. -- Creí que conocía prácticamente todas las líneas comerciales de los alrededores y cercanos al GL, y nunca había oído ese nombre. ¿Por qué una isla que se encuentra a sólo dos días de una ruta comercial, no tiene ningún tipo de transacción? -- Callé de nuevo y esta vez no dije nada más.
Sabía que existía una isla a poco más de medio día de camino, por lo que no me era de especial urgencia atracar, mucho menos por la insistencia de Syxel, pero todo aquello sólo avivaba mi curiosidad por aquel lugar.
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Parece que tu estrategia da resultado, la expresión del marinero se relaja y, tras darle una última calada a la pipa, te dirige la palabra.
- Ireos… – dice BlackBerry, asintiendo con la cabeza – Si, la conozco. Es un lugar terrorífico, si la mitad de las historias que cuentan de ese lugar son ciertas – notas como su expresión se oscurece.
El marinero fija la mirada en la lejana isla, como si tratará de ver atreves de ella. Cuando se vuelve hacia a ti y comprueba que aún no te has largado vuelve a darle otra calada a la pipa y continua con la respuesta.
- Esta maldita – te dice sencillamente – Hace miles de años estuvo habitada por humanos, pero estos en algún momento se volvieron locos y se devoraron los unos a los otros. Algunos historiadores y aventureros han tratado de saquear los tesoros de la isla, pero todos acabaron muertos o majaretas – puntualiza girando su dedo índice sobre su sien – Sin embargo, todos los relatos coinciden en un mismo punto… Una torre cuadrada, ancha y baja, que se alza sobre un montón de ruinas, en el corazón de la isla. Tal vez un templo o una ciudadela de los señores de la ciudad. Los inclinados flancos están adornados por miles y miles de cráneos y por supuesto un tesoro. Ni todas las leyendas del North Blue combinadas pueden compararse a las riquezas que se encuentran en su interior.
Te percatas en seguida de que no eres la única que estaba escuchando las palabras del veterano marino. Al menos ocho grumetes parecen hipnotizados con la promesa de riquezas, entre ellos puedes ver a Johnny, el primer tipo que lograste enrolar en la tripulación en el Archipiélago de los Ahogados.
Te mira, al igual que el resto de corsarios, se muere de ganas por poner un pie en la isla y formar parte de la leyenda de Ireos. Pero, por respeto no te hace la petición.
Syxel está durmiendo la mona como el que más. Sabes que tienes los hombres, los botes y el tiempo necesario para echar un rápido vistazo a la isla sin que nadie se percate de vuestra ausencia ¿Qué haces? ¿Aceptas el ruego mudo de tus muchachos y te lanzas a la aventura?
- Ireos… – dice BlackBerry, asintiendo con la cabeza – Si, la conozco. Es un lugar terrorífico, si la mitad de las historias que cuentan de ese lugar son ciertas – notas como su expresión se oscurece.
El marinero fija la mirada en la lejana isla, como si tratará de ver atreves de ella. Cuando se vuelve hacia a ti y comprueba que aún no te has largado vuelve a darle otra calada a la pipa y continua con la respuesta.
- Esta maldita – te dice sencillamente – Hace miles de años estuvo habitada por humanos, pero estos en algún momento se volvieron locos y se devoraron los unos a los otros. Algunos historiadores y aventureros han tratado de saquear los tesoros de la isla, pero todos acabaron muertos o majaretas – puntualiza girando su dedo índice sobre su sien – Sin embargo, todos los relatos coinciden en un mismo punto… Una torre cuadrada, ancha y baja, que se alza sobre un montón de ruinas, en el corazón de la isla. Tal vez un templo o una ciudadela de los señores de la ciudad. Los inclinados flancos están adornados por miles y miles de cráneos y por supuesto un tesoro. Ni todas las leyendas del North Blue combinadas pueden compararse a las riquezas que se encuentran en su interior.
Te percatas en seguida de que no eres la única que estaba escuchando las palabras del veterano marino. Al menos ocho grumetes parecen hipnotizados con la promesa de riquezas, entre ellos puedes ver a Johnny, el primer tipo que lograste enrolar en la tripulación en el Archipiélago de los Ahogados.
Te mira, al igual que el resto de corsarios, se muere de ganas por poner un pie en la isla y formar parte de la leyenda de Ireos. Pero, por respeto no te hace la petición.
Syxel está durmiendo la mona como el que más. Sabes que tienes los hombres, los botes y el tiempo necesario para echar un rápido vistazo a la isla sin que nadie se percate de vuestra ausencia ¿Qué haces? ¿Aceptas el ruego mudo de tus muchachos y te lanzas a la aventura?
- notita de moderador top:
- Tienes margen para meter diálogos con cualquiera de los tripulantes, darles nombres si quieres y tal. Mi función es únicamente la de sherpa troll. Se fiel a tu personaje, da igual que te niegues y quieras ser fiel a Syxel... Todos los caminos llevan a Roma (?)
Airok Bonny
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Escucho atentamente las palabras de aquel viejo navegante, cuando siento los curiosos ojos de los demás presentes clavados en mi. Me molesta un poco y ensombrezco mi gento.
-- Ni se os ocurra. El que lo haya pensado si quiera que se olvide si quiere seguir en esta tripulación -- Escucho algún que otro suspiro a mi espalda. Cómo me molestaba aquello -- Ahí hay un bote, el que quiera que se vaya--
Me dirigí de nuevo a Blackberry en un tono un poco más bajo
-- Atraca en el siguiente puerto -- y comencé a caminar para irme
-- ¿Para?-- El viejo había terminado de soltar el humo para preguntarme
-- Tengo que hacer unas cosas, ¿a ti qué más te da? obedece y punto --
Di una vuelta rápida por la cubierta del buque. Las amarras estaban bien aseguradas, las velas bien tendidas, los cabos recogidos, la cubierta fregada... cualquiera diría que aquello era hogar de unos piratas desalmados. Quizás no serían tan bestias como en el sueño después de todo. La mayoría de ellos eran amables, muchos bastante simpáticos y graciosos. La mayoría tenían su carácter, pero como todos, al fin y al cabo, en cuanto a malas caras yo era la que menos debería de quejarse. ¿Puede ser que tantos años en la mar me hayan ablandado un poco? Lo había pasado bastante mal antes de conocer a Syxel, y aún a día de hoy sigo confiando fielmente en que todas las personas de este mundo actúan en su propio beneficio, pero puede que no todos lo hiciesen siempre de la peor manera, y puede que, a pesar de tampoco creer en lo que se le llama "familia" aquello podría ser lo más parecido a una que tuviera ahora mismo. Syxel lo era sin duda, quizás el resto de la tripulación también.
Volví a mi camarote y rebusqué en mis cajones un juego de dados viejo que tenía y tres vasos de madera.
Hacía tiempo que no me tomaba un rato libre para apostar. Siempre me había considerado muy buena descubriendo las mentiras de otros, y en las apuestas siempre sale lo peor de las personas. Es la única manera que sabía para conocer a los demás y así poder confiar un poco en ellos cuando fuese el momento necesario.
Subí de nuevo y me planté en medio de la cubierta. metí los dados dentro de uno de los vasos y, tapando la boca con la mano, los hice sonar para llamar la atención de los presentes.
-- ¿Quién se atreve? -- Dije en alto desafiante.
Sabía que me habían entendido, pero les costó si quiera ofrecerse. Llegados a ese punto, no tenía claro si aquello era respeto o un cierto temor. De todos, el rubio Johny era el que más tiempo llevaba con nosotros después del viejo Blackberry, por lo que tenían un poco más de soltura en su trato directo conmigo. Se acercó un tanto chulesco una vez me vio sentarme en el suelo y tirar los dados delante de mi.
-- Juego con esto todos los días novata -- Dijo bastante confiado, pero de pronto cambió su actitud al encontrarse con mi mirada de asombro ante su comentario.
-- Ya veremos -- Mi fuerte definitivamente no era hablar, y aquel comentario fue lo máximo que se me ocurrió decir para dar a entender que sí quería buscar ese tipo de juego cómplice... Pero sinceramente, como alguno se pasase de la ralla la íbamos a tener.
-- Falta uno -- Dije en alto levantando uno de los vasos
Entonces se acercaron los demás colocándose al rededor. Morty fue el primero en llegar por lo que le ofrecí el vaso sin darle muchas opciones de negarse. Llevaba dos años con nosotros, quizás algo más, pero hasta ese momento no había tenido interacción directa con él. Intentando hacer algo de amistad, le dí tres dados.
-- Hay nueve dados, ya sabéis como va, venga -- Syxel siempre me decía que, aunque fuese algo muy básico, siempre había que dar una pequeña introducción a las cosas para que los demás sintiesen más empatía con uno, y eso había hecho. De echo, me sentía bastante lúcida con aquel momento tan amigable y de compañerismo que estaba creando yo solita "Estoy que lo parto".
Agité los dados dentro del vaso y lo giré apoyándolo con fuerza sobre el suelo. Antes de ver el contenido del vaso, tiré sobre la mesa dos monedas de oro que tenía encima. levanté el vaso con cautela para ver los dados que tenía asegurándome de que ninguno más de aquellos tramposos viese mi jugada, y con decisión dicté.
-- Tres cuatros -- Había empezado el juego.
De pronto, había perdido el sentido del tiempo y me sorprendí a mi misma pasando un rato agradable con un puñado de piratas indisciplinados y malhablados, pero por un momento no me importó.
Me levanté al fin y dejé que el resto siguiera jugando, no sin antes recoger mi botín. Una vez apoyada en el mamparo, observaba a aquellos hombres gritando y riendo unos de otros. Resultaba incluso simpático y desde mi posición, podía verse claramente quien no soportaba perder y quien no sabía encajar una victoria.
Jish
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Te relajas durante unos minutos y vaya, resulta que esos marineros de baja estofa no son tan despreciables como tu creías. Ves como los tripulantes apuestan entre ellos por ver cuál de los marineros es el mentiroso más creíble. Todos, incluso el siempre conservador BlackBerry, se estudian como a una extraña clase de insecto. Ahora mismo todos están más interesados en contar las escasas monedas que les quedan y en que más pueden apostar una vez se les acaben, puedes ver en sus ojos que antes o después va a liarse una buena tangana.
El mar está en calma y, ahora que la pesadilla es tan solo un recuerdo apenas nítido, casi te dan ganas de volverte a la cama. Todo parecer ir bien hasta que Johny da la voz de alarma. Una extraña bruma o niebla se alza en el horizonte, pero nada que justificara el grito del joven grumete. Sin embargo, al cabo de los minutos podéis divisar entre la niebla una isla. A sabiendas de que en esa latitud no se conoce ninguna isla grande, en seguida te das cuenta de que se trata de Ireos ¿cómo es posible? ¿No la habíais dejado ya atrás? Parece que alguien de la tripulación se está tomando demasiadas molestias para que toméis tierra allí, quizás merezca la pena investigar quién es el traidor…
El mar está en calma y, ahora que la pesadilla es tan solo un recuerdo apenas nítido, casi te dan ganas de volverte a la cama. Todo parecer ir bien hasta que Johny da la voz de alarma. Una extraña bruma o niebla se alza en el horizonte, pero nada que justificara el grito del joven grumete. Sin embargo, al cabo de los minutos podéis divisar entre la niebla una isla. A sabiendas de que en esa latitud no se conoce ninguna isla grande, en seguida te das cuenta de que se trata de Ireos ¿cómo es posible? ¿No la habíais dejado ya atrás? Parece que alguien de la tripulación se está tomando demasiadas molestias para que toméis tierra allí, quizás merezca la pena investigar quién es el traidor…
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