La ciudad más avanzada para avanzar (moderado 3 Natsu D. Daiki)

Tu viaje te ha llevado hasta Nueva Esperanza, una de las islas más avanzadas tecnológicamente del mar del este. En el puerto te registran como visitante, entregándote un carné que por lo que te dicen deberás llevar en todo momento encima para no ser echado de la isla. En el consta el nombre que des, tu foto y cuando lo has cogido has notado un ligero pinchazo, por lo que lo mismo también tiene almacenada información de tu sangre o te ha inoculado algo. Te miras la herida con detenimiento para terminar convencido que lo que ha pasado es lo de muestra de sangre.

En cuanto sales del puerto te asombra la cantidad de tiendas, espacios culturales y fabricas tiene la ciudad, pero lo más impresionante es que parece tener el aire más limpio que has visto en tu vida. Quizás aire tan puro no resulte bueno a largo plazo si se decide visitar islas con peores condiciones. Pero bueno, a lo que vamos, tienes libertad para visitar cualquier parte de la ciudad no restringida, distinguiéndose estas por tener un par de guardias con un lector de tarjetas en las entradas.

A lo lejos te llaman la atención dos cosas, un reclutador de la marina y uno de cazarrecompensas. A su lado hay un tipo firmando libros con lo que parece un guardaespaldas, que quizás también te pueda interesar. Si te acercas más lo reconocerás como un médico famosísimo firmando su último manual médico. El tipo a su lado debe ser uno de los guardianes del gobierno, parece un tipo duro, quizás más que los dos que reclutan cerca.

Una gota de sudor bajaba por la frente del chico. Natsu no estaba muy de acuerdo con el pinchazo en su dedo y miraba el corte de forma fría y seria. Si no le dio un puñetazo al tipo que se lo dio fue más bien para no buscarse líos o problemas mayores que no pudiera resolver. Chasqueó la lengua observando que en su foto había salido más serio de lo normal. Tampoco era un ogro, por lo que chasqueó la lengua y lo guardó en su bolsillo derecho, echando la cremallera para evitar que se cayese. Había dado su nombre completo “Natsu D. Daiki”, por lo que ahora sabían quién era en la isla y pensó que no habría problema. Tosió un poco y se colocó bien la mochila negra que llevaba a su espalda. Vestía con una camiseta azul marino y con unos pantalones largos del mismo tono. En sus pies uso calcetines oscuros y unas sandalias de madera bastante cómodas.

Aquella isla le parecía un sitio bastante curioso y no tardó mucho en ojear algunas cosas bastante molonas para su gusto personal. Lo que no le hizo gracia fue lo de que hubiese guardias con lectores de tarjetas. Eso sumado al pinchazo le hizo pensar en que estaba en un sitio bastante importante. Negó con la cabeza y empezó a respirar con calma. El aire puro era fantástico, de repente le dieron ganas de comer y todo, pero no había mucho dinero en sus bolsillos, tal vez para un bocadillo. Era injusto no saber nada de su pasado, pero tampoco pensaba pagarlo con la humanidad, ya iría averiguando cosas por su propio pie.

- Parece que hay diversión.

Miró el puesto donde la marina reclutaba gente y otro de unos cazadores, serían tal vez de la zona. El peliazul estuvo a punto de acercarse, pero entonces vio un tipo extraño firmando libros. Se acercó con algo de curiosidad para ver si lo reconocía y durante unos segundos tuvo algunos recuerdos un tanto raros. Eran visiones borrosas y sin sentido, pero ese tipo no era alguien cualquiera. Al ver los manuales médicos que firmaba lo entendió entonces. Era uno de los médicos con más prestigio. Clavó su mirada en el tipo que parecía protegerle, el cual parecía un hombre duro a fin de cuentas. Avanzó hacia él sin pensárselo y lo observó detenidamente. Tenía ambas manos fuera de los bolsillos, de esa forma vería que no era una amenaza. Tras unos instantes decidió avanzar hacia él sin pensárselo. Él no era de hablar con nadie, pero aquella persona le había llamado bastante la atención.

- Amigo ¿Eres guardaespaldas? Me ha dado curiosidad verte ahí tan serio mientras el doctor firma esos manuales. – Tras decir aquello trató de cruzar miradas con él. – Espero tampoco molestarte, no me gusta dar por culo si no me lo dan a mí. – Terminó de decir mostrando una sonrisa algo sádica y un tono sarcástico.

El hombre te mira de arriba abajo y luego a la multitud. Parece que está evaluando a la gente en busca de posibles problemas, que parece no encontrar puesto que te vuelve a mirar para responderte.

-Algo así, pertenezco al cuerpo de guardianes, nos encargamos de proteger a los científicos del gobierno como el doctor. No somos muy conocidos, pero supongo que en parte es por qué hacemos bien nuestro trabajo. – Tras otro vistazo te comenta. – No somos demasiados, y nuestro entrenamiento y trabajo son duros, pero bien pagados. La entrada requiere de un chequeo de antecedentes, ganas de trabajar y ser constante. Tu pareces un chico fuerte, si te interesa ve al Edificio Vegapunk de la plaza Prag, diles que te envía Uniaka.

Puede que si le preguntas algo te responda, peor mientras te ha hablado, mientras le preguntas seguirá atento a la gente a la gente que llega hasta el médico. Estás de espaldas a la gente por lo que nos sabes que pasa, pero Uniaka se ha puesto algo más rígido y serio. ¿Esperaras a ver qué pasa? ¿Iras a la plaza o veras otras cosas antes?

Al final el tipo del traje no parecía ser un borde ni nada parecido. Un guardián de los científicos del gobierno y además le dijo de ir a un edificio si estaba interesado por el negocio. Nunca se había parado a pensar en aquel tipo de cosas de los chupa experimentos, pero como apenas se acordaba no podía hacer nada. Se mantuvo serio mirando en todo momento a aquella persona que tenía delante. Tal vez alistarse en aquel sitio era lo que esperaba esa persona, pero Natsu no tenía muy claro eso. Era un matón y no se veía ayudando a las personas de repente. Tampoco es que descartase nada, pero en mitad de sus pensamientos pudo ver al tipo de en frente mostrar una expresión rara. Daiko entonces se miró un poco por si era algo relacionado con él. Estaba equivocado por lo que se veía, o eso creía al menos.

- ¿Ocurre algo? – Preguntó con un tono bastante serio.

El peliazul notaba cuando una persona estaba fuera de sí por algún tipo de suceso y con aquella persona parecía ser eso precisamente. Avanzó hasta aquel tipo y se colocó a su lado, después se giró y miró hacia la gente que iba a ver al médico. Era gracioso que se matasen por él, pues las personas normalmente se ponían así por los artistas o los luchadores famosos. Justo entonces cerró los ojos con fuerza y pudo ver en su mente la imagen de una aguja de color morado, la cual entraba en su cuello y después todo se apagaba de nuevo. Negó con la cabeza y gruñó un poco después de que eso sucediese. Su maldito pasado, el cual era un misterio continuaba acosándole. Por suerte se aseguró de no tener precio por su cabeza ni nada similar. Era una de las grandes ventajas que agradecía de verdad, y de las pocas.

- Me quedaré un momento a ver lo que sucede. – Susurró para sí unos segundos al mismo tiempo que entrecerraba los ojos y trataba de mirar en varias direcciones.

Deseaba saber cuál era el motivo por el que aquel hombre había cambiado el tono de su semblante así de repente. Esperaba que hubiese algún superior para echarle la bronca o cualquier cosa de esas que los empleados temían por muy fuertes que fuesen. Sería gracioso que un señor de bigote y cascarrabias le echase la bronca a alguien de la talla del guardián. Por el momento se mantuvo expectante con altas expectativas. Si la cosa era aburrida no pensaba dudar en largarse para ver lo que ocurría en otro sitio. Le había echado el ojo al puesto de marines y cazarecompensas para visitarlos después de aquello.

En un abrir y cerrar de ojos el hombre desaparece de tu lado para aparecer frente a un hombre de mediana edad que viste con una gabardina. Lo tiene sujeto por la muñeca, dejando al descubierto un vial con un líquido azul metálico en su interior. Poco después aparecen dos marines que se llevan al individuo junto al vial, seguramente para interrogarlo y averiguar que es el líquido azul. Uniaka vuelve a su sitio, volviendo a parecer más relajado, casi tanto como cuando lo viste por primera vez. Puedes tratar de preguntarle alguna cosa más, hacer cola para hablar con el anciano médico que parece bastante animado charlando con sus admiradores a pesar del susto o puedes irte de ahí ya.

Entre tú y los puestos de reclutamiento de bandas de cazadores y el de marines hay unos cuantos metros. Si decides ir a verlos pasaras por delante de varios callejones. En los mismos hay gente que hasta tú notas que lo más seguro es que no sean trigo limpio. No parece que en ese momento estén haciendo nada ilegal, pero lo mismo les caes bien y te deciden poner a prueba, o también pueden intentar matarte, quién sabe con gente de ese tipo. Por lo que sabes pueden ser mafiosos, piratas o revolucionarios, aunque también simples chorizos. Lo más extraño que has oído en el barco es acerca de gremios de asesinos, pero sería raro verlos a plena luz ¿no?

Un hombre con un tubo químico seguramente. Tampoco lo vio una amenaza muy grave, salvo que estuviese loco y formase una bomba allí mismo. Había sido arrestado de todas formas, por lo que no se preocupó mucho. Soltó un pequeño suspiro y vio a los marines llevárselo. Ahora se le pasaban varios pensamientos por la cabeza, como que deseasen interrogarle, torturarle, darle un par de guantazos o cualquier otra cosa de ese estilo. Entrecerró los ojos despacio y después de eso esperó unos segundos. La gente continuaba hablando con aquel tipo al que llamaban gran médico. Se rascó un poco la cabeza y pensó en lo siguiente que hacer. Se empezaba a aburrir y estaba a nada de echar a andar en busca de otra cosa. De hecho, eso mismo hizo sin esperar más, abandonar el nido del tipo grande y dirigirse a otro sitio. El médico no era tan interesante para él.

De camino a los puestos miró en uno de los callejones de la zona y pudo ver un grupo de personas que no parecían ser buen trigo. Claro, muchos tíos en un callejón nunca estaba bien visto, pero con tanta seguridad por la zona sería un poco tonto por parte de ellos que hicieran algo raro. Apartó la mirada de aquel sitio y miró al frente. Se lo pensó un poco y decidió pasar del asunto. Finalmente pasó hasta el puesto de cazadores, pero también lo ignoró. Si le interesaba el tema de la caza sería solo. Entonces el de la marina mucho peor, pero no pudo evitar frenarse en seco. Miró fijamente a la persona que estuviese allí y cerró los ojos unos momentos. La marina, un sitio que ayudaba a la gente y cobraba por ello. La supuesta justicia junto al gobierno mundial. Él era un matón y no era posible que encajase allí.

- Esto es complicado…

Negó pensando en volver con la gente del callejón. Ellos quizás eran su verdadero sitio en el mundo, pero entonces volvió a mirar el puesto marine. Le estaba llamando bastante la curiosidad por alguna razón que desconocía. Justo entonces recordó algo, una imagen borrosa de cadenas, más agujas y mucho calor. Negó con la cabeza y frunció un poco el ceño. Cualquiera que le viera podría pasar que estaba loco o algo. Tosió un poco y después de eso miró fijamente hacia el puesto. Se acercó un poco y ladeó la ceja al mismo tiempo que hablaba con un tono bastante calmado.

- De modo que… Este es un puesto de reclutamiento. He visto uno de cazadores también, pero… ¿No hay alguno de personal del gobierno? – Preguntó sonriendo de forma sádica.

La verdad, tenía bastante curiosidad por saber si había, pues estaban allí reunidos todos menos ellos. Había oído hablar de los tipos raros de traje, pero tal vez eran una leyenda y no existían semejantes personas. Se mantuvo calmado y miró a la persona encargada del puesto directamente a los ojos.