Dexter Black
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- Reglas:
- Veamos... Nunca es fácil llevar un moderado de tanta gente, así que vamos a establecer una serie de reglas para que todos podamos divertirnos con esta pequeña historia. Lo primero, un par de aclaraciones:
- Avaros: Finalmente he visto que Avaros no es tan pequeña (2 kilómetros cuadrados no está mal), por lo que se ajusta a lo que entiendo desea vuestra banda: Un pequeño enclave que utilizar como base. Por ello, el moderado va a iniciar en ella con el afán de facilitar las cosas.
- Kedra: Dado que Kedra tiene mucho nivel y corréis el riesgo de que os robe protagonismo, esforzaos para que no lo haga.
- Nivel: No tiene sentido que haya muchos niveles altos en esta isla. No obstante, y para asegurar un moderado divertido, voy a tirar dados del 1 al 110 para cualquier NPC. Todas las tiradas serán enviadas nada más realizarse al Inquisidor de Roles (Zuko), por si en algún momento parece que os puteo con esa pescadera nivel 100 que os ha partido la cara con un lenguado.
Creo que son suficientes aclaraciones, así que... Vamos con mis normas particulares:- Saltos de turno: En principio posteo martes y sábados a los moderados que debo, pero soy muy despistado. Si queréis los lunes y viernes podéis darme un recordatorio de que os debo moderación. En principio no os voy a saltar a ninguno, pero si me incordiáis postearé a rajatabla saltando a quien haga falta. Al tercer salto consecutivo expulsión del moderado y, si estáis en situación de peligro podríais sufrir acciones cerradas.
- No contesto dudas sobre "Podría hacer tal cosa": No quiero saber lo que haréis. De base, podéis hacer cualquier cosa. Podéis hablar con cualquier NPC irrelevante, inventároslo y describir más allá de lo que yo haya hecho si así os parece, siempre y cuando tenga sentido y no os ponga en una situación ventajosa (por ejemplo, un cañón de 7 toneladas no estará casualmente apuntando a ese durísimo enemigo).
- Acciones cerradas: No podéis realizar como acción cerrada nada que tardéis en hacer más de un segundo. Y, lógicamente, no podéis realizar acciones cerradas a ningún NPC relevante.
- Nassor: Nassor tiene prohibido usar la palabra absurdo. Cada vez que lo haga a Syxel le ocurrirá una desgracia.
- Psicología: Cualquier ruptura de la psicología de vuestros personajes debe estar debidamente justificada.
- No jugáis contra mí: No os voy a poner ninguna pared, pero recordad que jugamos todos. Si jodéis mi trama yo jodo la vuestra (con joder me refiero a ir de forma consciente a estropear el moderado, no enfrentaros a x NPC o romper una puerta).
- Premios: Ahora sí, antes de iniciar quiero que todos hagáis un Spoiler de peticiones. Podéis solicitar cada uno hasta 3 cosas, y os voy a explicar (para técnicas) como podéis conseguirlas:
No os las daré yo. Cada 5 asaltos, si la situación lo justifica, podréis gastar vuestro turno en descubrir o despertar la técnica. Durante este asalto no podéis atacar ni moveros, pero sí ejecutar defensas. Si lo veo coherente, os daré una técnica de poder bajo (o alto, según lo bien que la desarrolléis) que podréis usar a lo largo del moderado. Esta técnica os la daré según lo que describáis, no según lo que ponga en los spoilers, por lo que igual no es la misma (intentaremos que cubra la misma utilidad que buscáis). Al final del moderado os pondré, bien descrito, qué habéis conseguido, y eso es lo máximo que podéis solicitar en la petición de rol. Nada de cambios de última hora.
Resúmenes: Voy a leerme todos, pero si hacéis un largo y enrevesado post con múltiples interacciones, hacedme un resumen para que no me olvide de nada. - Para finalizar: Abandonar el moderado es muy fácil. Si no lo pasáis bien o no podéis continuar, me mandáis un MP. Vosotros. No acepto intermediarios en esto, por lo que recordad estas normas.
- Avaros: Finalmente he visto que Avaros no es tan pequeña (2 kilómetros cuadrados no está mal), por lo que se ajusta a lo que entiendo desea vuestra banda: Un pequeño enclave que utilizar como base. Por ello, el moderado va a iniciar en ella con el afán de facilitar las cosas.
La luna llena resplandece sobre el mar calmado mientras desembarcáis en las costas de Avaros; parece que hasta las aguas duermen hoy, y todo está en un curioso silencio. A veces escucháis pasos lejanos y veis algunos faroles encendidos por aquí y por allí. No podéis evitar quedaros atontados por un instante observando la extraña belleza de la isla.
En los mapas parecía más pequeña, y su forma de media luna os envuelve con dos brazos rocosos llenos de ventanas y puentes. Avaros no es especialmente grande, pero está dividida en diez niveles verticales que parece hacen de ella un lugar ordenado y de espacio bien aprovechado. La arena es blanca allí donde la madera del puerto no la cubre, en la cima discernís algunos árboles y escucháis alguna que otra gaviota graznar mientras vuela alrededor de los barcos. No parece un mal lugar para tomar un descanso.
Sabéis bien que debido a su orografía Avaros no destaca por la agricultura ni la ganadería (de hecho, se cree que no tiene), pero es una gran sede comercial, como un enorme banco que ocupa todo el peñón, y desde el que la mitad de las mercancías lícitas del Paraíso se reparten. Esto ha llevado al Gobierno Mundial a vigilarla de vez en cuando y a mantener una buena relación con el peñón, aunque quién sabe. A ratos escucháis el trajín propio de los puertos, con barriles rodando aquí y allá, marineros silbando para comunicarse y algún que otro intendente revisando mercancías. El dinero nunca duerme, por lo visto.
Bien, bienvenidos a Avaros: Estáis en el arrabal 0, el más bajo de los 10 y donde probablemente estén las tabernas para gente de vuestra calaña. Si os acercáis un poco incluso notaréis cómo el ambiente se vicia por el alcohol, el tabaco y fluidos corporales, desde esputos hasta sangre, y se escuchan gritos de borrachos. Parece un sitio guay, ¿No?
Syxel
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Las botas se enterraron ligeramente en la blanca arena, tras el pequeño salto para bajar del bote. Sacudiéndome levemente el abrigo, avancé unos pasos por la pequeña playa mientras a mi espalda Balagus terminaba de arrastrar la barcaza tierra adentro, para asegurarla y evitar que la marea nos dejase sin transporte. Tras debatirlo, habíamos decidido echar el ancla a cierta distancia de la costa, manteniendo el Pandora lejos de la línea de fuego de los cañones de la isla. Si seguíamos el plan todo debía desarrollarse sin problemas, pero preferí no dejar nada al azar.
Así pues, tras varias semanas visitando posibles objetivos habíamos llegado a Avaros. De entre todas las islas que habíamos considerado, esta era con diferencia la opción más llamativa. Debido principalmente a que, pese a su pequeño tamaño, resultaba ser uno de los principales enclaves comerciales del Grand Line. Un hecho que la hacía encajar perfectamente con lo que buscábamos. Nassor, Balagus, Kedra y Brynn fueron los elegidos para acompañarme en esta visita tan especial, por lo que el grupo presentaba una buena mezcla de sutileza, ingenio y, especialmente, fuerza bruta. Aunque tenía ya claro que a mi vuelta me tocaría escuchar a una indignada Nailah reclamándome no haberla traído con nosotros.
Cuando finalmente abandonamos la playa y nos adentramos en el propio puerto, la madera que formaba el suelo del mismo crujió bajo nuestros pies, en especial bajo los de nuestro gigantesco contramaestre. A nuestro alrededor un sinfín de gentes de todo tipo iban y venían de un lado a otro, formando tal ajetreo que nuestra presencia podría pasar relativamente desapercibida.
- Muchachos, ya sabéis lo que toca - capté su atención, sin dejar de pasear la vista por los muchos locales y callejones que se encontraban frente a nosotros.
- Iré a ver de qué puedo enterarme. - El pelirrojo fue el primero en responder, dando un paso al frente.
- Recuerda - le indiqué antes de que pudiese alejarse - cualquier información que podamos reunir será útil. Y sobre todo me interesa saber quién dirige este lugar. - Hice una breve pausa, dirigiendo la mirada a Brynn. - Acompáñale. Y si podéis, estaría bien que consiguieseis algunos mapas de este lugar. - Tras darles las indicaciones pertinentes, y mientras ambos se alejaban de nuestra posición, me dirigí a los otros dos. - Supongo que habrá que ser fiel a las costumbres. - Finalicé, encogiéndome de hombros con una sonrisa de satisfacción, para a continuación encaminarme hacia la taberna más grande que encontrásemos en nuestro camino.
Así pues, tras varias semanas visitando posibles objetivos habíamos llegado a Avaros. De entre todas las islas que habíamos considerado, esta era con diferencia la opción más llamativa. Debido principalmente a que, pese a su pequeño tamaño, resultaba ser uno de los principales enclaves comerciales del Grand Line. Un hecho que la hacía encajar perfectamente con lo que buscábamos. Nassor, Balagus, Kedra y Brynn fueron los elegidos para acompañarme en esta visita tan especial, por lo que el grupo presentaba una buena mezcla de sutileza, ingenio y, especialmente, fuerza bruta. Aunque tenía ya claro que a mi vuelta me tocaría escuchar a una indignada Nailah reclamándome no haberla traído con nosotros.
Cuando finalmente abandonamos la playa y nos adentramos en el propio puerto, la madera que formaba el suelo del mismo crujió bajo nuestros pies, en especial bajo los de nuestro gigantesco contramaestre. A nuestro alrededor un sinfín de gentes de todo tipo iban y venían de un lado a otro, formando tal ajetreo que nuestra presencia podría pasar relativamente desapercibida.
- Muchachos, ya sabéis lo que toca - capté su atención, sin dejar de pasear la vista por los muchos locales y callejones que se encontraban frente a nosotros.
- Iré a ver de qué puedo enterarme. - El pelirrojo fue el primero en responder, dando un paso al frente.
- Recuerda - le indiqué antes de que pudiese alejarse - cualquier información que podamos reunir será útil. Y sobre todo me interesa saber quién dirige este lugar. - Hice una breve pausa, dirigiendo la mirada a Brynn. - Acompáñale. Y si podéis, estaría bien que consiguieseis algunos mapas de este lugar. - Tras darles las indicaciones pertinentes, y mientras ambos se alejaban de nuestra posición, me dirigí a los otros dos. - Supongo que habrá que ser fiel a las costumbres. - Finalicé, encogiéndome de hombros con una sonrisa de satisfacción, para a continuación encaminarme hacia la taberna más grande que encontrásemos en nuestro camino.
- Peticiones:
- Líder nato: Syxel es visto por cualquiera como un dirigente al que seguir, confiando plenamente en su criterio y decisión. La gente tiende a aceptar con naturalidad sus órdenes e inspira afecto y lealtad en quienes no tengan una mala predisposición hacia él. Aquellos que le sigan a la batalla, verán sus fuerzas y capacidades ligeramente incrementadas (+5 niveles para usuarios, +10 niveles para npc’s), así como su valor y convicción enardecidos.
Orador: Aun cuando no escoja las mejores palabras, tiene un don innato para expresarlas de la manera correcta. Sus palabras logran siempre transmitir lo que este desea, dentro de las limitaciones del lenguaje. Ha conseguido tener una elocuencia digna del mejor demagogo, siendo capaz de convencer de algo a cualquier persona. Además de poder avivar el sentimiento de las masas.
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La nueva vida del pirata comenzaba. Kedra estuvo todo el camino del bote con los ojos cerrados y concentrado en lo suyo. Había dejado a su hijo en el barco claramente, pues no iba a dejarlo meterse en líos. Entrar en batalla con él podía ser un poco temprano. Hasta que no lo hubiese entrado un poco más y hubiesen pasado más años no lo haría. La Pesadilla analizó a aquellas personas una por una. El primero fue el pelirrojo, Nassor. Era el portador del arma que le había creado y le vería usarla con gusto llegado el momento. El resto por el momento no parecían ser mala gente, pero había uno en especial al que Kedra no había quitado el ojo de encima, Balagus. Su mero tamaño y cara de mala leche le hicieron pensarse dos veces mirarle fijamente. Si estaba con Syxel no debía de ser un mal hombre. “Hombre”.
Cuando estuvieron en la arena se quedó mirando el lugar. Parecía ser un buen sitio, de hecho, bastante pintoresco. Cuando el pelirrojo y el otro hombre abandonaron el grupo se dio cuenta de que quedó solo con el capitán y el enorme Balagus, al cual miró con calma. El plan era una taberna, el tópico de todo buen pirata. El camarero sabría más cosas de aquel sitio que las ancianas cotillas y ya era mucho decir.
Kedra vestía con una sudadera negra, la cual tenía las mangas blancas. Llevaba el pecho al descubierto, dejando ver su tatuaje en forma de media luna y su torso. Unos pantalones blancos y unas botas de acero, blancas también. Debido a los gruesos calcetines que portaba no se hacía daño al caminar. Sus siniestros ojos miraron hacia el frente y entonces fue cuando activó su haki de observación. Siempre era bueno tener la situación controlada. A medida que iban avanzando introdujo ambas manos en los bolsillos y miró fijamente a Syxel con una sonrisa siniestra.
- Esta vez quizás comparta un poco de pollo contigo.
Se refirió al día en el que se encontraron, en el que el avaricioso cadejo pensaba que aquel tipo quería robarle la comida. Fue en ese momento cuando se quedó mirando a Balagus fijamente. Realmente imponía, pero a Kedra eso le daba igual. Mostró una sonrisa de confianza y le dirigió la palabra como el que hablaba con un conocido de toda la vida.
- Compañero ¿Cuáles son tus armas favoritas? – Preguntó interesado, por si podía hacerle algunas que le gustasen.
El deber de Kedra como guardián era el de hacer fuertes a todos bajo todos los métodos posibles y si debía usar sus dotes de herrero para ello lo haría. Esperando una respuesta continuó avanzando junto al capitán de forma tranquila.
Cuando estuvieron en la arena se quedó mirando el lugar. Parecía ser un buen sitio, de hecho, bastante pintoresco. Cuando el pelirrojo y el otro hombre abandonaron el grupo se dio cuenta de que quedó solo con el capitán y el enorme Balagus, al cual miró con calma. El plan era una taberna, el tópico de todo buen pirata. El camarero sabría más cosas de aquel sitio que las ancianas cotillas y ya era mucho decir.
Kedra vestía con una sudadera negra, la cual tenía las mangas blancas. Llevaba el pecho al descubierto, dejando ver su tatuaje en forma de media luna y su torso. Unos pantalones blancos y unas botas de acero, blancas también. Debido a los gruesos calcetines que portaba no se hacía daño al caminar. Sus siniestros ojos miraron hacia el frente y entonces fue cuando activó su haki de observación. Siempre era bueno tener la situación controlada. A medida que iban avanzando introdujo ambas manos en los bolsillos y miró fijamente a Syxel con una sonrisa siniestra.
- Esta vez quizás comparta un poco de pollo contigo.
Se refirió al día en el que se encontraron, en el que el avaricioso cadejo pensaba que aquel tipo quería robarle la comida. Fue en ese momento cuando se quedó mirando a Balagus fijamente. Realmente imponía, pero a Kedra eso le daba igual. Mostró una sonrisa de confianza y le dirigió la palabra como el que hablaba con un conocido de toda la vida.
- Compañero ¿Cuáles son tus armas favoritas? – Preguntó interesado, por si podía hacerle algunas que le gustasen.
El deber de Kedra como guardián era el de hacer fuertes a todos bajo todos los métodos posibles y si debía usar sus dotes de herrero para ello lo haría. Esperando una respuesta continuó avanzando junto al capitán de forma tranquila.
- Peticiones:
- - Haki Del Rey Despertado [Viva el optimismo (?)]
Gran Dragón: Kedra por el mismo método de creación de sus perros oscuros ha logrado llegar a crear un dragón hecho de oscuridad. La bestia mide seis metros de altura y dieciocho de ala a ala. Su cola es larga y terminada en una cuchilla afilada. Puede mantenerlo dos post creado y una vez es destruido o pasa el tiempo no podrá hasta que pasen otros cuatro. El ser tiene un 30% del nivel de Kedra y puede volar perfectamente. Su dureza es de 8 en escala moh y tiene la tenacidad del acero. El cadejo lo usa como escudo o para que el ser ataque con su afilada cola o garras. Al ser Kedra su creador le obedece.
Impacto Visual: Kedra ha llegado al punto de incluso formar barreras de choque con la mirada. La técnica consiste en cerrar los ojos un momento y abrirlos con toda la fuerza posible. El efecto es un muro de energía de choque capaz de parar lo mismo que Kedra podría con su fuerza física en ese momento. De esta forma evita parar fuego con las manos por ejemplo. Puede ejecutarla una vez cada dos post (No incluido en el que la realiza)
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Me había mantenido durante bastante tiempo absorto en mis pensamientos apoyado sobre la barandilla de cubierta de nuestro barco mientras las calmadas olas se golpeaban con suma suavidad. Entonces, alguien divisó nuestro próximo objetivo, la rica tierra de Avaros. Y no rica por el dinero que tuviese, sino por el que movía más bien.
Tras tomar la decisión de dejar el barco lejos de la línea de fuego de la isla, nos acercamos hacia ésta en una barcaza. Todos caímos con especial cuidado salvo Balagus, el cual al caer casi nos tira al resto, aunque afortunadamente no tuvimos ninguna baja. Me mantuve en silencio a la par que una ligera brisa golpeaba mis cabellos y palpaba la empuñadura del machete y la del revolver. Olía a arena húmeda, momento que sin duda me gustaba como a ninguno.
Tras saltar de la madera sobre la fina gravilla, me agaché y cogí con la mano derecha un montón de tierra, la cual olí para después lanzar de nuevo lentamente, mientras esperaba que el resto de mis compañeros viniese.Habíamos venido a concursar el capitán Syxel, un malhumorado gigantón llamado Balagus, el enigmático Kedra, un sorprendente Nassor y un servidor.
Me até el cinturón al pantalón y estiré la camisa negra, para quitar de ella las arrugas que había producido debido a mis movimientos. Sin duda, mis ropajes eran cómodos, y además, llevaba la capa en la mochila, además de algún vivere. Seguro que se daba la ocasión para sacarla. Había sido siempre mi utensilio más característico, y seguro que aquella vez lo usaba también.
Mientras caminábamos por la arena no dijimos ni una palabra, pero una vez entramos en la ciudad, podíamos oír al gentío del pueblo vociferando y una gran cantidad de gente yendo de un lado a otro, lo cual quizá nos ayudase a pasar algo inadvertidos. Lo mejor de aquella ciudad eran los callejones. Mi especialidad. Años y años huyendo por ellos me habían hecho tener una orientación especial entre esos especiales atajos, algunos te ayudaban a acortar el tiempo, otros a perderte, pero de cualquier manera, eran unos firmes aliados para mí. Y entonces, el capitán habló. No le miré en ningún momento, hasta que pronunció mi nombre. Estaba inmerso en los lugares de aquél lugar, intentando memorizar cada rincón, a sabienda de que sería útil hacerlo.
- Así que mi pareja de baile eres tú -comenté al pelirrojo a la par que me dirigía hacia uno de los callejones, esperando que éste me siguiera-. A mí lo que se me da bien es espiar a la gente, escuchar cosas desde la distancia, así obtengo yo la información. Si quieres, podemos buscar un mapa de algún mercader mientras intentamos obtener algo de información. O quizá podemos acercarnos allí -comenté a la par que señalaba a una zona con una gran masa de gentío-. Quizá se cueza algo interesante.
Tras tomar la decisión de dejar el barco lejos de la línea de fuego de la isla, nos acercamos hacia ésta en una barcaza. Todos caímos con especial cuidado salvo Balagus, el cual al caer casi nos tira al resto, aunque afortunadamente no tuvimos ninguna baja. Me mantuve en silencio a la par que una ligera brisa golpeaba mis cabellos y palpaba la empuñadura del machete y la del revolver. Olía a arena húmeda, momento que sin duda me gustaba como a ninguno.
Tras saltar de la madera sobre la fina gravilla, me agaché y cogí con la mano derecha un montón de tierra, la cual olí para después lanzar de nuevo lentamente, mientras esperaba que el resto de mis compañeros viniese.Habíamos venido a concursar el capitán Syxel, un malhumorado gigantón llamado Balagus, el enigmático Kedra, un sorprendente Nassor y un servidor.
Me até el cinturón al pantalón y estiré la camisa negra, para quitar de ella las arrugas que había producido debido a mis movimientos. Sin duda, mis ropajes eran cómodos, y además, llevaba la capa en la mochila, además de algún vivere. Seguro que se daba la ocasión para sacarla. Había sido siempre mi utensilio más característico, y seguro que aquella vez lo usaba también.
Mientras caminábamos por la arena no dijimos ni una palabra, pero una vez entramos en la ciudad, podíamos oír al gentío del pueblo vociferando y una gran cantidad de gente yendo de un lado a otro, lo cual quizá nos ayudase a pasar algo inadvertidos. Lo mejor de aquella ciudad eran los callejones. Mi especialidad. Años y años huyendo por ellos me habían hecho tener una orientación especial entre esos especiales atajos, algunos te ayudaban a acortar el tiempo, otros a perderte, pero de cualquier manera, eran unos firmes aliados para mí. Y entonces, el capitán habló. No le miré en ningún momento, hasta que pronunció mi nombre. Estaba inmerso en los lugares de aquél lugar, intentando memorizar cada rincón, a sabienda de que sería útil hacerlo.
- Así que mi pareja de baile eres tú -comenté al pelirrojo a la par que me dirigía hacia uno de los callejones, esperando que éste me siguiera-. A mí lo que se me da bien es espiar a la gente, escuchar cosas desde la distancia, así obtengo yo la información. Si quieres, podemos buscar un mapa de algún mercader mientras intentamos obtener algo de información. O quizá podemos acercarnos allí -comenté a la par que señalaba a una zona con una gran masa de gentío-. Quizá se cueza algo interesante.
- Peticiones:
Todo suyo, señor Dexter.
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Absurdo. No había mejor palabra para definir aquel plan que absurdo. Cinco hombres sin más ayuda que sus armas, una barcaza que a duras penas había soportado el peso del enorme contramaestre y el valor que pudieran demostrar. No era una isla muy grande, eso era cierto, pero no creía que una isla con una afluencia de comercio tan grande no estuviese bien protegida. Para colmo apenas tenían información básica como quién gobernaba la isla, qué opinaban sus gentes del mandato u otros datos necesarios. Pero para eso estaba él, para asegurarse de que los alocados planes de su capitán llegasen a buen puerto, nunca mejor dicho, y bien se encargó de recordarle lo muy poco que le gustaba aquella insensatez con la mirada. No le replico, por supuesto. Sabía bien que una vez el capitán tomaba una decisión y daba una orden, su deber como subcapitán era acatarla y procurar que todo saliese correctamente. Y qué demonios, era el chalado de Syxel, aquello acabaría saliendo bien de una u otra manera.
La persona que les acompañaba era un hombre algo siniestro, Kedra la Pesadilla. Tenía entendido que era miembro de la tripulación del Yonkou Lion D. Émile, pero por algún motivo se había unido a ellos. Aún no se fiaba de él, pero dado que había sido el que forjó su nueva arma tras romperse su espada cuando entraron en Grand Line tampoco había dicho nada en contra su presencia. Y si Syxel se fiaba de él, estaba dispuesto a aceptarlo y darle un voto de confianza. Además, qué narices, viajaban con asesinos, ladrones, bárbaros y hasta una osa con muy mala baba. Al final la Pesadilla bien podía resultar ser más manso de lo que las historias contaban, y por lo de pronto estaba actuando de una manera bastante amigable. De hecho estaba comentándole algo a Balagus sobre armas mientras todos bajaban de la barcaza. El pelirrojo se levantó, se ajustó la capa y bajó de un salto seguido por Kilah. La guepardo se alejó de la marea cuando esta le rozó una pata y bufó, molesta. Nassor le acarició la cabeza para calmarla y observó con gesto serio a Syxel, esperando a sus órdenes. Al verle caminar hacia el puerto, se limitó a seguirle en silencio, con la mano izquierda apoyada sobre el mango del Filo.
El hedor a alcohol, los gritos de los borrachos y las luces que se filtraban entre la suciedad de las ventanas de la tabernas creaban un espectáculo sensorial que gritaba por todos lados a puerto. Sólo faltaban las prostitutas y no le cabía duda de que debía haber alguna por ahí. Y eso lo llevaba a lo más estúpido de todo ese plan: ¡¿por qué iban en plena noche?! Le iba a hacer falta un puto café si iba a querer soportar aquella absurda situación. Lo primero iba a ser hacer una exploración preliminar, ¿problema? La hora que era. Así que tocaba improvisar. Probablemente Syxel se metería en la primera taberna que encontrase, así que él podía aprovechar para ir reuniendo información en otros lados. Así que en cuanto Syxel, habló, dio un paso adelante y dijo:
- Iré a ver de qué puedo enterarme.
Escuchó las palabras del capitán en silencio, sin dejar traslucir su desagrado por el hecho de que no pudiera ir solo. Estaba acostumbrado a trabajar así, y tan solo esperaba que el nuevo fuese del tipo discreto y silencioso y no un charlatán como Jish o ruidoso. Lo siguió al callejón con Kilah a su lado. La miró por unos instantes, pensativo, y entonces le hizo un gesto a Brynn para que le esperara, acercándose de nuevo a Syxel.
- Cuidad de Kilah por mí. A menos que queramos ir llamando la atención, no creo que llevar con nosotros a un guepardo de casi metro y medio de altura sea lo mejor - se giró hacia la felina y se agachó - Quédate con ellos. No comas nada que no te de el capitán y sé buena chica, y a la vuelta te daré un delicioso pescado - le dijo en tono cariñoso, acariciándole el lomo.
Se dirigió de nuevo al callejón, echándose la capucha. En cuanto llegó junto al novato se acarició la barbilla y frunció el ceño, meditando sus palabras.
- Dudo que sea lo mejor. No sé si habrá alguna tienda abierta a estas horas, si la encontramos pues preguntemos por el mapa. Si no es el caso o cuando acabemos, yo diría de subir. Deberíamos encontrar el cuartel de la guardia, si lo hay, para echarles un vistazo a los defensores. Eso y encontrar el edificio de gobierno de la isla.
La persona que les acompañaba era un hombre algo siniestro, Kedra la Pesadilla. Tenía entendido que era miembro de la tripulación del Yonkou Lion D. Émile, pero por algún motivo se había unido a ellos. Aún no se fiaba de él, pero dado que había sido el que forjó su nueva arma tras romperse su espada cuando entraron en Grand Line tampoco había dicho nada en contra su presencia. Y si Syxel se fiaba de él, estaba dispuesto a aceptarlo y darle un voto de confianza. Además, qué narices, viajaban con asesinos, ladrones, bárbaros y hasta una osa con muy mala baba. Al final la Pesadilla bien podía resultar ser más manso de lo que las historias contaban, y por lo de pronto estaba actuando de una manera bastante amigable. De hecho estaba comentándole algo a Balagus sobre armas mientras todos bajaban de la barcaza. El pelirrojo se levantó, se ajustó la capa y bajó de un salto seguido por Kilah. La guepardo se alejó de la marea cuando esta le rozó una pata y bufó, molesta. Nassor le acarició la cabeza para calmarla y observó con gesto serio a Syxel, esperando a sus órdenes. Al verle caminar hacia el puerto, se limitó a seguirle en silencio, con la mano izquierda apoyada sobre el mango del Filo.
El hedor a alcohol, los gritos de los borrachos y las luces que se filtraban entre la suciedad de las ventanas de la tabernas creaban un espectáculo sensorial que gritaba por todos lados a puerto. Sólo faltaban las prostitutas y no le cabía duda de que debía haber alguna por ahí. Y eso lo llevaba a lo más estúpido de todo ese plan: ¡¿por qué iban en plena noche?! Le iba a hacer falta un puto café si iba a querer soportar aquella absurda situación. Lo primero iba a ser hacer una exploración preliminar, ¿problema? La hora que era. Así que tocaba improvisar. Probablemente Syxel se metería en la primera taberna que encontrase, así que él podía aprovechar para ir reuniendo información en otros lados. Así que en cuanto Syxel, habló, dio un paso adelante y dijo:
- Iré a ver de qué puedo enterarme.
Escuchó las palabras del capitán en silencio, sin dejar traslucir su desagrado por el hecho de que no pudiera ir solo. Estaba acostumbrado a trabajar así, y tan solo esperaba que el nuevo fuese del tipo discreto y silencioso y no un charlatán como Jish o ruidoso. Lo siguió al callejón con Kilah a su lado. La miró por unos instantes, pensativo, y entonces le hizo un gesto a Brynn para que le esperara, acercándose de nuevo a Syxel.
- Cuidad de Kilah por mí. A menos que queramos ir llamando la atención, no creo que llevar con nosotros a un guepardo de casi metro y medio de altura sea lo mejor - se giró hacia la felina y se agachó - Quédate con ellos. No comas nada que no te de el capitán y sé buena chica, y a la vuelta te daré un delicioso pescado - le dijo en tono cariñoso, acariciándole el lomo.
Se dirigió de nuevo al callejón, echándose la capucha. En cuanto llegó junto al novato se acarició la barbilla y frunció el ceño, meditando sus palabras.
- Dudo que sea lo mejor. No sé si habrá alguna tienda abierta a estas horas, si la encontramos pues preguntemos por el mapa. Si no es el caso o cuando acabemos, yo diría de subir. Deberíamos encontrar el cuartel de la guardia, si lo hay, para echarles un vistazo a los defensores. Eso y encontrar el edificio de gobierno de la isla.
- peticiones:
- - Haki de observación
- Una armadura (rollo coraza o similar, nada muy pesado) con zoan de halcón o águila.
Balagus
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Si no tuviera una dignidad que mantener, o si a mi buen capitán le importara en algo mis más arraigados temores y traumas del pasado, o si en algún momento yo decidiera que mis problemas personales eran más importantes que la misión, entonces me negaría en redondo a subir al puñetero bote que nos transportó a tierra.
Silver, como siempre, se había mostrado parco en explicaciones, aunque yo tampoco es que necesitara muchas. Si alguna vez debía dudar de mi jefe, dejaría que fueran sus actos, y no sus palabras, las que me enfrentaran a él. Los demás no necesitaron más que unas cuantas palabras bonitas dichas en el orden y el momento adecuados para convencerse.
El breve trayecto desde el navío hasta la playa no pudo haber sido bueno para mi tensión en ningún aspecto, pero al menos el tacto del pelo de Misha, que nadaba a nuestro lado y nos ayudaba empujando como buenamente podía, me ofrecía un mínimo apoyo moral.
Cuando alcanzamos una profundidad suficiente como para que yo pudiera hacer pie y me cubriera hasta el pecho, reuní valor y aire para bajar al agua y empujar, junto a mi fiel compañera, el trecho que quedaba hasta la arena.
Alcé la vista hacia la isla frente a nosotros mientras Silver y los demás abandonaban la embarcación. Avaros figuraba como nuestro siguiente objetivo a estudiar, y para bien o para mal, mi instinto sentía algo cuando la miraba. Sacudí la cabeza, librándome de sentimentalismos, y terminé de asegurar con cabos nuestro transporte en una zona lo más retirada y oscura posible.
Con un par de zancadas alcancé al grupo, que ya me había sacado ventaja. Con un par de palmadas en el lomo le agradecí a la osa su ayuda y la recompensé con un buen trozo de carne seca, ahora mojada tras el viajecillo, que no obstante devoró con avidez.
Al poco rato, tuve que bajar la mirada hacia nuestro integrante más reciente y, según lo que se me había dicho, el más poderoso de nuestro grupo. Kedra tenía una reputación apabullante, y no podía evitar sentir cierta mezcla de respeto, desconfianza y temor al mirar a aquel tipo.
- Bueno, si no es difícil de adivinar si has estado un poco atento. -Le respondí, señalando a las hachas de mi espalda.- Pero me las arreglo también con mi arco, mis lanzas, o cualquier cosa que pueda lanzar. Pero si te digo la verdad, nada sienta como usar tus propios puños en la refriega.
La trivial conversación pudo haber seguido, pero Silver quiso detenernos y separarnos para continuar con el plan: al parecer, Nassor y Brynn se marcharían a recopilar información y Silver, Kedra y yo continuaríamos con nuestro camino.
Con seria gravedad, asentí a la petición de nuestro subcapitán de cuidar a su animal mientras recorríamos caminos diferentes. Él sabía, o debía de saber ya, mi respeto y cercanía con las bestias, y yo no había olvidado la amistad que unía al pelirrojo y a su guepardo.
Caminando cerca de ambas criaturas, seguí a mi capitán en la búsqueda de una taberna lo suficientemente grande y lujosa, mientras nos movíamos entre la multitud sin parecer sino otro grupo de viajeros más. O al menos, eso pareció por la ausencia de problemas o miradas indiscretas. Sin embargo, había un pensamiento que no había conseguido eludir en mi cabeza.
"Estúpido Silver... Siempre pensando en emborracharse otra vez."
Silver, como siempre, se había mostrado parco en explicaciones, aunque yo tampoco es que necesitara muchas. Si alguna vez debía dudar de mi jefe, dejaría que fueran sus actos, y no sus palabras, las que me enfrentaran a él. Los demás no necesitaron más que unas cuantas palabras bonitas dichas en el orden y el momento adecuados para convencerse.
El breve trayecto desde el navío hasta la playa no pudo haber sido bueno para mi tensión en ningún aspecto, pero al menos el tacto del pelo de Misha, que nadaba a nuestro lado y nos ayudaba empujando como buenamente podía, me ofrecía un mínimo apoyo moral.
Cuando alcanzamos una profundidad suficiente como para que yo pudiera hacer pie y me cubriera hasta el pecho, reuní valor y aire para bajar al agua y empujar, junto a mi fiel compañera, el trecho que quedaba hasta la arena.
Alcé la vista hacia la isla frente a nosotros mientras Silver y los demás abandonaban la embarcación. Avaros figuraba como nuestro siguiente objetivo a estudiar, y para bien o para mal, mi instinto sentía algo cuando la miraba. Sacudí la cabeza, librándome de sentimentalismos, y terminé de asegurar con cabos nuestro transporte en una zona lo más retirada y oscura posible.
Con un par de zancadas alcancé al grupo, que ya me había sacado ventaja. Con un par de palmadas en el lomo le agradecí a la osa su ayuda y la recompensé con un buen trozo de carne seca, ahora mojada tras el viajecillo, que no obstante devoró con avidez.
Al poco rato, tuve que bajar la mirada hacia nuestro integrante más reciente y, según lo que se me había dicho, el más poderoso de nuestro grupo. Kedra tenía una reputación apabullante, y no podía evitar sentir cierta mezcla de respeto, desconfianza y temor al mirar a aquel tipo.
- Bueno, si no es difícil de adivinar si has estado un poco atento. -Le respondí, señalando a las hachas de mi espalda.- Pero me las arreglo también con mi arco, mis lanzas, o cualquier cosa que pueda lanzar. Pero si te digo la verdad, nada sienta como usar tus propios puños en la refriega.
La trivial conversación pudo haber seguido, pero Silver quiso detenernos y separarnos para continuar con el plan: al parecer, Nassor y Brynn se marcharían a recopilar información y Silver, Kedra y yo continuaríamos con nuestro camino.
Con seria gravedad, asentí a la petición de nuestro subcapitán de cuidar a su animal mientras recorríamos caminos diferentes. Él sabía, o debía de saber ya, mi respeto y cercanía con las bestias, y yo no había olvidado la amistad que unía al pelirrojo y a su guepardo.
Caminando cerca de ambas criaturas, seguí a mi capitán en la búsqueda de una taberna lo suficientemente grande y lujosa, mientras nos movíamos entre la multitud sin parecer sino otro grupo de viajeros más. O al menos, eso pareció por la ausencia de problemas o miradas indiscretas. Sin embargo, había un pensamiento que no había conseguido eludir en mi cabeza.
"Estúpido Silver... Siempre pensando en emborracharse otra vez."
- Peticiones:
- Avatar de la Caza:
- Balagus concentra todo el poder espiritual propio y de sus ancestros en su cuerpo y toma la apariencia de una criatura depredadora, ganando atributos físicos y cualidades propias de ese animal, así como creando un aura a su alrededor que cambia parcialmente su apariencia. Dura hasta cinco turnos, pero requiere tres inactivo para volver a ser usado y no utilizar el mismo avatar dos veces seguidas.
- Avatar del Oso:
- Llamando a la fuerza y el vigor del oso, Balagus crece y convierte sus manos en poderosas garras y engrosa su piel notablemente. Su cabello y vello facial crecen considerablemente y también adquiere una gran mata de pelo en brazos y piernas. Sus colmillos, dientes y garras se endurecen hasta niveles superiores al acero, y obtiene multiplicadores x3 a fuerza y resistencia.
- Golpe del Oso:
- Balagus puede cargar sus ataques con fuerza arrolladora para derribar y aturdir a sus rivales. Su mayor fuerza , y la contundencia ganada en sus brazos, le permiten aturdir al rival a menos que su resistencia duplique la fuerza del golpe.
- Carga Salvaje:
- Balagus puede lanzarse a la ofensiva sobre brazos y piernas para alcanzar antes a su objetivo y derribarlo con mayor facilidad. Una vez iniciada la carga, sólo podrá ser parada si la víctima dobla en resistencia la fuerza de Balagus o tiene más fuerza física que él.
- Piel gruesa:
- Balagus resiste el dolor de los golpes casi sin inmutarse y es mucho más difícil provocarle heridas profundas o sangrientas.
- Avatar del Tigre:
- Llamando a los infatigables espíritus de los tigres, Balagus adapta sus brazos, piernas y espalda para poder moverse indistintamente sobre cuatro o dos patas y aumentando su fuerza y su agilidad en un x3 cada una. Sus colmillos, especialmente los superiores, crecen notablemente, sus manos y pies adquieren largas garras afiladas y, en caso de llevar su acostumbrada piel de lobo sobre los hombros, esta cambiará para parecerse a la de un tigre. Tanto dientes como garras adquieren una dureza y tenacidad superiores a los del acero.
- Agazapado:
- Balagus puede esconderse con mayor facilidad en la maleza al usar esta forma, abalanzándose sobre su enemigo en fracciones de segundo desde posiciones que, bajo otras circunstancias, le habrían delatado.
- Asalto Implacable:
- Instintivamente, Balagus atacará a los puntos débiles de su adversario, como el cuello o los tendones.
- Presencia de la Bestia:
- Balagus puede controlar sus instintos salvajes y asesinos en forma de un aura terrible e intimidante. Todos los que tengan 30 niveles o más menos que él serán incapaces de atacarle por miedo, y los que estén entre 30 niveles menos y su propio nivel atacarán con reticencia y vacilación.
Dexter Black
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Así, los cinco piratas desembarcaron en Avaros. Y sin que nadie pudiera disuadirlos pusieron en marcha su plan...
- Syxel, Balagus y Kedra:
- Syxel, en tu camino hacia la taberna pisas una mierda. No parece de perro, sino más bien humana. Y no particularmente sana, por el olor que desprende una vez destapas ese tarro de las esencias.
Formáis una curiosa comitiva: Un hombre, un semigigante, una enorme osa y un guepardo de dimensiones grotescas, además de la Pesadilla. Según vais avanzando parece que el mundo se detiene a vuestro alrededor, y algunos marineros os miran con cierto respeto... Hasta que a Syxel se le estampa un periódico en la cara, abierto de par en par. En él, con bastante buena caligrafía, pone ABSURDO sobre una página en la que se habla de los peligros de la vida en el mar.
La gente comienza a reírse y a vomitar, e incluso los que no lo vieron van escuchándolo según llegan. Sois un poco el hazmerreír del puerto, por lo que tal vez deseéis subir al siguiente arrabal a ver si ahí os dais hecho respetar. Por otro lado, podríais enseñar a esa gente lo que es el respeto, y pagar con sus carteras vuestra cuenta de hoy. Si no... Pues hay una infinidad de tabernas en las cercanías, y ninguna parece un club de caballeros. De hecho, sólo una tiene cartel sin faltas de ortografía.
- Nacho y Brian:
- Vais buscando una tienda abierta en mitad de la noche. Tal vez esperabais un 24H con máquina expendedora de mapas y cartografías varias barra paninni maker, pero lo más parecido a eso es un pequeño puesto de aduanas que está en constante trajín. Probablemente ahí haya mapas, dinero, información... Todo lo que buscáis. Sin embargo, el riesgo tal vez sea demasiado alto y no queráis correrlo. Si es así, tal vez queráis ocultaros entre las sombras e ir directos al segundo piso.
En este, podéis verlo desde la playa, el suelo corresponde con el techo del piso inmediatamente inferior. Sus calles parecen de madera y la vida mucho menos ajetreada que en el resto. Hay apenas un par de fachadas que sobresalen, y una está tallada en la piedra. Sea lo que sea ahí podría haber algo interesante, o... No sé. Podríais sacar información de algún marinero borracho. Por opciones no será.
Balagus
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La mala suerte pareció ser la primera en recibir a Syxel en nuestra particular búsqueda por las calles. Ella, y la jocosidad de los lugareños al observar a alguien sufrir tantas desgracias tan denigrantes y en tan pocos segundos.
El pitorreo que se había desencadenado a nuestra costa no me agradó lo más mínimo. Agachándome sobre Misha, la ordené que asustara un poco a los espectadores sin hacerles daño y que me trajera a uno de los que se reían, el que ella decidiera, y sin matarlo también.
Dejando que mi osa enorme soltara unos cuantos bramidos contra la multitud y pusiera sus fauces a pocos centímetros de sus caras, yo mismo me permití sacar una de mis hachas y dejarla bien visible en mi mano.
- Igual, sólo igual, deberías limpiarte un poco ese nuevo compañero de tu bota. -Susurré a mi capitán, mientras advertía la repentina desaparición de Kendra. "¿Le habrá abochornado este espectáculo? No lo hubiera pensado de él.".
Más dispuestos, proseguimos con la búsqueda de una taberna decente, pues ninguna de las que encontramos nos agradó en realidad. Avanzamos más en la ciudad, esperando encontrar mejores locales que en el extrarradio, hasta que, por fin, Syxel señaló una que le pareció bien y que, por suerte, parecía tener una puerta lo suficientemente grande.
Apretándome un poco, logré pasar por el umbral de la taberna. Aguardé un poco, estudiando el local y las posibilidades de que albergara problemas, y dejé espacio para que entrara mi capitán y nuestros animales con nosotros.
El pitorreo que se había desencadenado a nuestra costa no me agradó lo más mínimo. Agachándome sobre Misha, la ordené que asustara un poco a los espectadores sin hacerles daño y que me trajera a uno de los que se reían, el que ella decidiera, y sin matarlo también.
Dejando que mi osa enorme soltara unos cuantos bramidos contra la multitud y pusiera sus fauces a pocos centímetros de sus caras, yo mismo me permití sacar una de mis hachas y dejarla bien visible en mi mano.
- Igual, sólo igual, deberías limpiarte un poco ese nuevo compañero de tu bota. -Susurré a mi capitán, mientras advertía la repentina desaparición de Kendra. "¿Le habrá abochornado este espectáculo? No lo hubiera pensado de él.".
Más dispuestos, proseguimos con la búsqueda de una taberna decente, pues ninguna de las que encontramos nos agradó en realidad. Avanzamos más en la ciudad, esperando encontrar mejores locales que en el extrarradio, hasta que, por fin, Syxel señaló una que le pareció bien y que, por suerte, parecía tener una puerta lo suficientemente grande.
Apretándome un poco, logré pasar por el umbral de la taberna. Aguardé un poco, estudiando el local y las posibilidades de que albergara problemas, y dejé espacio para que entrara mi capitán y nuestros animales con nosotros.
Syxel
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Varios
Deteniéndome momentáneamente utilicé el dichoso periódico que había salido de la nada para limpiarme la bota, al tiempo que miraba de reojo a la jocosa multitud que se había reunido para divertirse a costa de mi inesperada mala suerte. Y aunque pocas cosas me habrían gustado tanto en ese momento como borrarles la sonrisa y saltarles los dientes a todos ellos, me limité a esbozar una mueca de desagrado mientras Balagus y Misha se encargaban de ahuyentar a esos pobres imbéciles.
Al cabo de unos minutos retomamos la marcha y continuamos recorriendo las calles, si es que se las podía llamar así, de aquel lugar. A medida que avanzábamos continué analizando cada detalle del lugar, quedándome cada vez más claro que el incidente que había sufrido no era más que una de las tantas pruebas del deplorable estado en el que se encontraba, al menos, esa parte de la isla. Todo eso no hizo sino confirmar algunos pensamientos que ya llevaban un rato rondando por mi cabeza. Algo que empezaba a inquietar a Balagus, como me hizo saber la mirada que me dirigió justo antes de que le instase a detenerse.
- Este sitio valdrá - sentencié, señalando la entrada de la que parecía ser la taberna menos lamentable de todas las que habíamos visto.
Mi camarada fue el primero en entrar, aunque no sin alguna dificultad y ocupando la totalidad de la puerta. A continuación, se situó a un lado, franqueándome el paso al interior. Al pasar junto a él le di una breve orden mental, que este transmitió a las leales bestias que nos acompañaban para que esperasen en el exterior. Llegados a este punto ya había descartado por completo la opción de pasar desapercibidos, pero tampoco había necesidad desatar aún más revuelo entrando con los animales.
Una vez dentro ojeé cada rincón del local con detenimiento y tomé aire, algo de lo que enseguida me arrepentí. El hedor era casi peor en el interior de la taberna que en las calles que nos habían conducido hasta la misma, y el ambiente estaba tan cargado que me vi obligado a contener las ganas de prenderle fuego al lugar y buscar otro sitio en el que saciar mi sed. Sin embargo, fui capaz de borrar esa idea de mi mente y adentrarme en busca de una mesa lo suficientemente grande para mi compañero y yo.
- ¡Una jarra de cerveza para mí! - alcé la voz llamando la atención de la primera camarera que vi una vez que nos habíamos sentado - ¡Y un barril para el grandullón!
Al cabo de unos minutos retomamos la marcha y continuamos recorriendo las calles, si es que se las podía llamar así, de aquel lugar. A medida que avanzábamos continué analizando cada detalle del lugar, quedándome cada vez más claro que el incidente que había sufrido no era más que una de las tantas pruebas del deplorable estado en el que se encontraba, al menos, esa parte de la isla. Todo eso no hizo sino confirmar algunos pensamientos que ya llevaban un rato rondando por mi cabeza. Algo que empezaba a inquietar a Balagus, como me hizo saber la mirada que me dirigió justo antes de que le instase a detenerse.
- Este sitio valdrá - sentencié, señalando la entrada de la que parecía ser la taberna menos lamentable de todas las que habíamos visto.
Mi camarada fue el primero en entrar, aunque no sin alguna dificultad y ocupando la totalidad de la puerta. A continuación, se situó a un lado, franqueándome el paso al interior. Al pasar junto a él le di una breve orden mental, que este transmitió a las leales bestias que nos acompañaban para que esperasen en el exterior. Llegados a este punto ya había descartado por completo la opción de pasar desapercibidos, pero tampoco había necesidad desatar aún más revuelo entrando con los animales.
Una vez dentro ojeé cada rincón del local con detenimiento y tomé aire, algo de lo que enseguida me arrepentí. El hedor era casi peor en el interior de la taberna que en las calles que nos habían conducido hasta la misma, y el ambiente estaba tan cargado que me vi obligado a contener las ganas de prenderle fuego al lugar y buscar otro sitio en el que saciar mi sed. Sin embargo, fui capaz de borrar esa idea de mi mente y adentrarme en busca de una mesa lo suficientemente grande para mi compañero y yo.
- ¡Una jarra de cerveza para mí! - alcé la voz llamando la atención de la primera camarera que vi una vez que nos habíamos sentado - ¡Y un barril para el grandullón!
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