Empieza Abel.
Abel T. Nightroad
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Tras un tortuoso combate contra un hombre claramente demente, el joven recluta vuelve a tener un tiempo de descanso, esta vez se fijará en su rival y dará lo mejor de sí, pero tratando de reducir a su contrincante antes de que el tiempo se agote. La verdad es que su desempeño deja mucho que desear en estos enfrentamientos, pero eso se acaba, no jugará más a las casitas, causará el dolor necesario, las heridas necesarias para que el combate acabe con Abel como vencedor.
En esta ocasión el terreno cambia, es una arena de cemento, similar a un cuadrilátero de boxeo, solo que es abierto. Una plataforma de cemento de las mismas dimensiones que la sala en la que luchaba anteriormente. Ahora hay una norma extra, el que pise el suelo fuera de la zona creada en cemento pierde.
~ Interesante... Kiitsu, quédate por los alrededores, sobre la plataforma. ~ Dice Abel a su amigo que porta una guadaña de gran tamaño.
Luego se dirige al centro del cuadrilátero donde esperará a su contrincante, al cual saludaría cordialmente, pero por si acaso, espera en guardia, ha viajado demasiado y conoce la baja moral de la humanidad, al menos de muchos de ellos.
En esta ocasión el terreno cambia, es una arena de cemento, similar a un cuadrilátero de boxeo, solo que es abierto. Una plataforma de cemento de las mismas dimensiones que la sala en la que luchaba anteriormente. Ahora hay una norma extra, el que pise el suelo fuera de la zona creada en cemento pierde.
~ Interesante... Kiitsu, quédate por los alrededores, sobre la plataforma. ~ Dice Abel a su amigo que porta una guadaña de gran tamaño.
Luego se dirige al centro del cuadrilátero donde esperará a su contrincante, al cual saludaría cordialmente, pero por si acaso, espera en guardia, ha viajado demasiado y conoce la baja moral de la humanidad, al menos de muchos de ellos.
Elya Edelweiss
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No estaba de buen humor. No le había ido bien en su último combate, para nada. ¿A qué había venido el quedarse parada de repente? Había tenido suerte de que su rival quisiera jugar limpio. No volvería a suceder.
-Una limonada, por favor.
Tenía que serenarse. Comenzó a beberla a sorbitos, meditabunda, cuando reparó en todo el sonido y ajetreo que había afuera. Se giró en la banqueta, mirando de reojo a la puerta del bar. ¿Estaban creando otro escenario? Le preguntó al camarero.
-Efectivamente, señorita. Alguien en el torneo es tan poderoso que ha hecho peligrar toda la estructura, así que han decidido que lo mejor era cargársela y volver a empezar. Aunque creo que esta vez se mantendrán en lo simple.
Menudo gasto de recursos. La joven marine meneó la cabeza en disgusto mientras seguía bebiendo poco a poco su limonada. Su siguiente contrincante se llamaba Abel. Tampoco había oído hablar de él, pero eso no era una novedad. No conocía a muchos reclutas. ¿Debería cambiar eso? A veces... pero ahora no era el momento de distraerse con esas tonterías. Respiró hondo, se terminó la limonada de un trago y para cuando el vaso tocó la barra en sus ojos volvía a haber solo determinación. Tiró unas monedas al camarero y salió por la puerta musitando un pequeño ''Gracias''.
Arqueó una ceja al ver el nuevo emplazamiento. Unas pequeñas plataformas de cemento al aire libre, para que tuvieran un campo delineado sobre el que luchar. Nada más. Tan cutre como impresionante había sido la torre. ¿Quién demonios estaba al cargo? Pero la parte buena era que las normas eran más claras: El primero en poner un pie fuera del cemento había perdido. Elya avanzó entre las plataformas un tanto distraída, buscando la que le correspondía. Al encontrarla, evaluó a su rival antes de subirse.
Era un joven alto, de pelo azul y expresión tranquila pero alerta. Vestía una armadura roja y portaba dos katanas a la cintura. Parecía ser un oponente digno. Acercándose a él de frente, le saludó con una pequeña inclinación de cabeza según era su costumbre. Pero lo más destacable era el animal que caminaba por la plataforma, claramente venía con el chico. No conocía muchos animales que fueran armados a diario. Menos con una enorme guadaña. Eso sería problemático.
-Mi nombre es Elya Edelweiss. Hoy seré tu contrincante.
Esperaría a que se presentara o respondiera, antes de ponerse en guardia. Pensó un par de segundos, manteniendo la cabeza fría. Había atacado la primera en el primer combate; no había dado en el blanco, pero ciertamente había aprendido algo. En el segundo había iniciado también y era consciente de cómo había terminado. ¿Valía la pena arriesgarse una tercera vez? Miró al animal de reojo; no estaba segura de cómo podía atacar algo así, ni si atacarían a la vez intentando cercarla. Avanzó un par de pasos, con su lanza colocada en diagonal delante de sí misma, protegiéndose. No quería estar justo en el borde, eso lo sabía.
- Si no es una molestia, me gustaría concederte el primer ataque. Siéntete libre de proceder como prefieras.
-Una limonada, por favor.
Tenía que serenarse. Comenzó a beberla a sorbitos, meditabunda, cuando reparó en todo el sonido y ajetreo que había afuera. Se giró en la banqueta, mirando de reojo a la puerta del bar. ¿Estaban creando otro escenario? Le preguntó al camarero.
-Efectivamente, señorita. Alguien en el torneo es tan poderoso que ha hecho peligrar toda la estructura, así que han decidido que lo mejor era cargársela y volver a empezar. Aunque creo que esta vez se mantendrán en lo simple.
Menudo gasto de recursos. La joven marine meneó la cabeza en disgusto mientras seguía bebiendo poco a poco su limonada. Su siguiente contrincante se llamaba Abel. Tampoco había oído hablar de él, pero eso no era una novedad. No conocía a muchos reclutas. ¿Debería cambiar eso? A veces... pero ahora no era el momento de distraerse con esas tonterías. Respiró hondo, se terminó la limonada de un trago y para cuando el vaso tocó la barra en sus ojos volvía a haber solo determinación. Tiró unas monedas al camarero y salió por la puerta musitando un pequeño ''Gracias''.
Arqueó una ceja al ver el nuevo emplazamiento. Unas pequeñas plataformas de cemento al aire libre, para que tuvieran un campo delineado sobre el que luchar. Nada más. Tan cutre como impresionante había sido la torre. ¿Quién demonios estaba al cargo? Pero la parte buena era que las normas eran más claras: El primero en poner un pie fuera del cemento había perdido. Elya avanzó entre las plataformas un tanto distraída, buscando la que le correspondía. Al encontrarla, evaluó a su rival antes de subirse.
Era un joven alto, de pelo azul y expresión tranquila pero alerta. Vestía una armadura roja y portaba dos katanas a la cintura. Parecía ser un oponente digno. Acercándose a él de frente, le saludó con una pequeña inclinación de cabeza según era su costumbre. Pero lo más destacable era el animal que caminaba por la plataforma, claramente venía con el chico. No conocía muchos animales que fueran armados a diario. Menos con una enorme guadaña. Eso sería problemático.
-Mi nombre es Elya Edelweiss. Hoy seré tu contrincante.
Esperaría a que se presentara o respondiera, antes de ponerse en guardia. Pensó un par de segundos, manteniendo la cabeza fría. Había atacado la primera en el primer combate; no había dado en el blanco, pero ciertamente había aprendido algo. En el segundo había iniciado también y era consciente de cómo había terminado. ¿Valía la pena arriesgarse una tercera vez? Miró al animal de reojo; no estaba segura de cómo podía atacar algo así, ni si atacarían a la vez intentando cercarla. Avanzó un par de pasos, con su lanza colocada en diagonal delante de sí misma, protegiéndose. No quería estar justo en el borde, eso lo sabía.
- Si no es una molestia, me gustaría concederte el primer ataque. Siéntete libre de proceder como prefieras.
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Tras un rato de espera su siguiente contrincante hace aparición, una mujer morena de pelo blanco, un contraste realmente hermoso, pero se mueve como si no quisiera llamar la atención, cosa difícil con su belleza. La muchacha se dirige hacia el centro del escenario, casi hacía parecer aquello una obra teatral más que un combate. Elya, así se llama la joven que se enfrentará al joven Abel en esta ocasión.
Según puede entender el joven marine le cede el primer movimiento, al arecer llevar la iniciativa no le ha ido muy bien a la chica, pero a Nightroad todo lo contrario, ser el segundo en emprender ofensiva no le ha beneficiado en nada, sino más bien le costó serias heridas en su primer combate.
~ Yo soy Abel, espero que el combate sea honorable y que gane el mejor. ~ Responde Abel viendo como la chica adopta una posición defensiva. Al parecer es una luchadora de media larga distancia, patente en la lanza que porta con ella.
Como ella tan amablemente le cedió el primer ataque Abel no va a desaprovechar su oportunidad. Emprende carrera mientras desenvaina rápidamente sus katanas, enviando con ello una onda sonora directa a los oídos de Elya, con la intención de desorientarla y desestabilizarla al dañar el oído interno. Luego de llegar a distancia de combate lanzaría un combo de tres cortes con cada espada, tratando de seccionar músculos y ligamentos, para impedir una buena movilidad, y a su vez Kiitsu ataca desde otro flanco a las zonas de hombros y caderas.
Según puede entender el joven marine le cede el primer movimiento, al arecer llevar la iniciativa no le ha ido muy bien a la chica, pero a Nightroad todo lo contrario, ser el segundo en emprender ofensiva no le ha beneficiado en nada, sino más bien le costó serias heridas en su primer combate.
~ Yo soy Abel, espero que el combate sea honorable y que gane el mejor. ~ Responde Abel viendo como la chica adopta una posición defensiva. Al parecer es una luchadora de media larga distancia, patente en la lanza que porta con ella.
Como ella tan amablemente le cedió el primer ataque Abel no va a desaprovechar su oportunidad. Emprende carrera mientras desenvaina rápidamente sus katanas, enviando con ello una onda sonora directa a los oídos de Elya, con la intención de desorientarla y desestabilizarla al dañar el oído interno. Luego de llegar a distancia de combate lanzaría un combo de tres cortes con cada espada, tratando de seccionar músculos y ligamentos, para impedir una buena movilidad, y a su vez Kiitsu ataca desde otro flanco a las zonas de hombros y caderas.
- Cosas usadas:
- Griddo della Cascata: Consiste en enfundar la espada (notōjutsu) con una velocidad sobrehumana. El roce de la espada al entrar a la funda a tal velocidad genera una onda ultrasónica. Causa un daño tremendo en los tímpanos, por esta razón les hacer perder el equilibrio y la coordinación, pero no afecta a quien lo usa pues este puede dirigir la dirección de la onda.
Elya Edelweiss
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Elya asintió levemente con la cabeza a sus palabras, pero no dijo nada más. Vio los ojos de él recorrer su lanza, como evaluando su estilo de combate. Pero sabía bien que eso era algo que era más conveniente experimentar en lugar de especular. La gente a menudo sorprende y si bien es necesario partir de los pocos datos que un vistazo puede darte nunca es buena idea confiar demasiado en ellos. Esperar lo inesperado es la mejor manera de mantener la cabeza fría en el combate.
Fue rápido. Su contrincante se lanzó a la carrera mientras desenvainaba dos katanas a toda velocidad. Un sonido horrible le llenó los oídos, haciendo que se desequilibrara. Resistió el impulso de llevarse las manos a la cabeza o cerrar los ojos, apretando los dientes. Dolía, pero estaba claro que era una estrategia utilizada a posta. No caería. Sabía qué hacían esa clase de ataques; en el momento en el que intentara moverse daría con la cara en el suelo debido a su tímpano confuso. Pero si no se movía podría evitar la caída. Sabía que los efectos no durarían para siempre. Solo tenía que esperar el momento justo. Dolía, pero no cerró los ojos. Sintió que se mareaba un poco, pero su contrincante estaba llegando. Tenía que actuar.
Rápidamente activó las Lágrimas de Freya con un pensamiento, a la vez que endurecía su arma. No pudo esquivar los primeros cortes, pero el filo de las katanas no llegó a tocar la piel de la joven. El sonido de acero contra acero retumbó en el lugar y la joven se mantuvo a salvo. De momento. Sus oídos comenzaban a aclararse, pero no lo suficiente. Todavía tenía los dientes apretados, resistiendo el dolor. Por el lateral vio una sombra oscura abalanzarse sobre ella y se echó hacia un lado más por acto reflejo que por tener la intención. Todavía desorientada, no calculó bien y terminó agachada en el suelo. Sin terminar de situarse, alzó la lanza justo a tiempo para rechazar con ella al animal que se le había abalanzado encima. Lo miró a los ojos e hizo fuerza para empujarlo lejos o por lo menos para quitárselo de encima.
Trastabillando, se incorporó como pudo mientras cogía aire. Plantó los pies todo lo firmemente que pudo en el suelo y se giró hacia Abel musitando:
-Soledad, ven a mi.
El colgante en su cuello se iluminó para cegar a su oponente mientras el viento acudía a sus pies en ráfagas cortantes. Utilizó el remolino en cuanto se formó, sin elevarse más de lo necesario, para acelerar hacia el chico y tratar de clavarle la lanza en la cara interior del brazo izquierdo. Tenía la esperanza de que el remolino a sus pies disuadiera al animal de atacarla entre tanto, pero una vez le atacara lo disolvería, hubiera o no acertado. De ser el caso la sacaría y volvería a ponerse en guardia. Si no acertaba, giraría la lanza para parar un posible ataque con la zona central. No iba a dejarse ganar tan fácilmente.
Fue rápido. Su contrincante se lanzó a la carrera mientras desenvainaba dos katanas a toda velocidad. Un sonido horrible le llenó los oídos, haciendo que se desequilibrara. Resistió el impulso de llevarse las manos a la cabeza o cerrar los ojos, apretando los dientes. Dolía, pero estaba claro que era una estrategia utilizada a posta. No caería. Sabía qué hacían esa clase de ataques; en el momento en el que intentara moverse daría con la cara en el suelo debido a su tímpano confuso. Pero si no se movía podría evitar la caída. Sabía que los efectos no durarían para siempre. Solo tenía que esperar el momento justo. Dolía, pero no cerró los ojos. Sintió que se mareaba un poco, pero su contrincante estaba llegando. Tenía que actuar.
Rápidamente activó las Lágrimas de Freya con un pensamiento, a la vez que endurecía su arma. No pudo esquivar los primeros cortes, pero el filo de las katanas no llegó a tocar la piel de la joven. El sonido de acero contra acero retumbó en el lugar y la joven se mantuvo a salvo. De momento. Sus oídos comenzaban a aclararse, pero no lo suficiente. Todavía tenía los dientes apretados, resistiendo el dolor. Por el lateral vio una sombra oscura abalanzarse sobre ella y se echó hacia un lado más por acto reflejo que por tener la intención. Todavía desorientada, no calculó bien y terminó agachada en el suelo. Sin terminar de situarse, alzó la lanza justo a tiempo para rechazar con ella al animal que se le había abalanzado encima. Lo miró a los ojos e hizo fuerza para empujarlo lejos o por lo menos para quitárselo de encima.
Trastabillando, se incorporó como pudo mientras cogía aire. Plantó los pies todo lo firmemente que pudo en el suelo y se giró hacia Abel musitando:
-Soledad, ven a mi.
El colgante en su cuello se iluminó para cegar a su oponente mientras el viento acudía a sus pies en ráfagas cortantes. Utilizó el remolino en cuanto se formó, sin elevarse más de lo necesario, para acelerar hacia el chico y tratar de clavarle la lanza en la cara interior del brazo izquierdo. Tenía la esperanza de que el remolino a sus pies disuadiera al animal de atacarla entre tanto, pero una vez le atacara lo disolvería, hubiera o no acertado. De ser el caso la sacaría y volvería a ponerse en guardia. Si no acertaba, giraría la lanza para parar un posible ataque con la zona central. No iba a dejarse ganar tan fácilmente.
- Cositas::
- Ámbito obtenido por pertenecer a la raza ''Humana''.
-Pasivo: Su arma se recubre con un brillo acerado que emite una pequeña luz.
-Activo: Puede endurecer toda su arma hasta equipararla al mejor de los aceros, sin que esto modifique su peso.
Nombre del objeto: Lágrimas de Freya
Descripción del objeto: Son dos pequeños pendientes de broche en forma de lágrima. Están cubiertos de pequeños diamantes excepto en el centro, donde va engarzada una preciosa aguamarina.
Habilidades especiales o destacables: [Poder Alto, objeto épico] Los pendientes en si son indestructibles. Cubren a la persona que se los pone con una capa de energía de dureza y resistencia similares al acero de buena calidad. Esta ''armadura'' es ligera como una pluma y lo único que denota que está ahí es un pequeño brillo blanco nacarado en la silueta de su usuario. Es ignífuga y no impide acciones tales como comer o beber. Puede activarse y desactivarse a placer solo con pensarlo. Con tres roturas se desactiva y pasan 5 post hasta poder activarla de nuevo.Su origen es un misterio. --A no ser que tu katana corte acero, y en tu ficha no encontré lo contrario, no lo ''rompe'' por lo que lo interpreté como tal. Si debo modificar algo avísame por MP, por favor.
Soledad: El tornado que me aísla: Cuando activa esta técnica, el cristal brilla con una luz blanca, capaz de cegar a cualquiera a tres pies de distancia menos a su portadora. A su alrededor se forma poco a poco (Medio post de carga) un tornado de energía (F1) que la levanta dos metros en el aire y es capaz de destruir cosas a su paso. Ella es inmune al estar en el ‘’ojo’’, y puede controlarlo gracias al colgante. Le otorga un x3 a velocidad mientras esté activo y puede durar máximo 3 post. Puede utilizarlo una vez por rol y es completamente silencioso ya se esté moviendo o destrozando algo o a alguien. - En este caso no termino de cargarlo del todo, me cubre hasta las rodillas y poco más, lo ''apago'' tras atacarte.
Y por favor, si en el próximo post puedes explicar mejor tus ataques sería un alivio. No sé a dónde me lanzas los combos con las katanas, ni si el animal me ataca con las fauces (Que eso interpreté, vaya), las garras o la guadaña que lleva.
Abel T. Nightroad
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Los ataques combinados de Abel y su mascota acaban en un fracaso rotundo, algo protege a la joven de los cortes del marine y su amigo Kiitsu. Algo realmente asombroso, pues solamente se puede ver una especie de brillo alrededor de la joven, nada que pudiera definirse como una armadura o un escudo, pero en este loco mundo, donde las habilidades de sus habitantes son de por si fuera de lo común todo es posible.
Tras la defensa la muchacha libera un brillo que de por sí causa una molestia en la mirada del joven, una ceguera temporal que le complica la situación. Por suerte, su entrenamiento en el arte de luchar siguiendo todos sus sentidos le permite montar guardia, además, Kiitsu interviene, por lo que entre el golpe de la guadaña del animal, y la defensa cerrada de Abel, que crea un escudo de cortes con ambas espadas a gran velocidad, los ataques de la joven acaban en un vano intento de dañarlo, siendo el primero desviado por la guadaña de Kiitsu y detenido por el escudo de espadas, el segundo golpe es detenido por el escudo de Abel.
~ Esta joven es realmente capaz, va a ser un enfrentamiento curioso y duro... ~ Piensa Abel mientras recupera poco a poco su visión.
Ahora le toca emprender ofensiva nuevamente. Aprovecha la cercanía de la chica para emprender una ofensiva de doble estrategia. Activa su ámbito Spadda Freeda envolviendo sus espadas en un aura celeste, la cual emana un frío molesto para aquellos que sufren su corte. Con suerte esto lograría dañar lo que fuera que la recubre. Para detener una espada de acero tiene que ser acero como mínimo, y todos los metales sufren variación de tamaño con el frío.
Los golpes de Abel, van dirigidos hacia los tendones de la rodilla con la espada derecha y a la cadera con la izquierda. Cortes rápidos y estocadas. Mientras tanto la guadaña de Kiitsu buscaría el hombro derecho de Elya para cortarla desde el mismo hasta la cintura izquierda, buscando la incapacitación, no la muerte de su rival.
Tras la defensa la muchacha libera un brillo que de por sí causa una molestia en la mirada del joven, una ceguera temporal que le complica la situación. Por suerte, su entrenamiento en el arte de luchar siguiendo todos sus sentidos le permite montar guardia, además, Kiitsu interviene, por lo que entre el golpe de la guadaña del animal, y la defensa cerrada de Abel, que crea un escudo de cortes con ambas espadas a gran velocidad, los ataques de la joven acaban en un vano intento de dañarlo, siendo el primero desviado por la guadaña de Kiitsu y detenido por el escudo de espadas, el segundo golpe es detenido por el escudo de Abel.
~ Esta joven es realmente capaz, va a ser un enfrentamiento curioso y duro... ~ Piensa Abel mientras recupera poco a poco su visión.
Ahora le toca emprender ofensiva nuevamente. Aprovecha la cercanía de la chica para emprender una ofensiva de doble estrategia. Activa su ámbito Spadda Freeda envolviendo sus espadas en un aura celeste, la cual emana un frío molesto para aquellos que sufren su corte. Con suerte esto lograría dañar lo que fuera que la recubre. Para detener una espada de acero tiene que ser acero como mínimo, y todos los metales sufren variación de tamaño con el frío.
Los golpes de Abel, van dirigidos hacia los tendones de la rodilla con la espada derecha y a la cadera con la izquierda. Cortes rápidos y estocadas. Mientras tanto la guadaña de Kiitsu buscaría el hombro derecho de Elya para cortarla desde el mismo hasta la cintura izquierda, buscando la incapacitación, no la muerte de su rival.
- Cosas Usadas:
- Spadda Freeda: Pasivo: Sus espadas se envuelven en un aura azul celeste que emana frío.
Activo: Sus cortes crean escarcha en la zona afectada. La escarcha es acumulativa.
Cascata Tempestosa: Un movimiento rápido, llegando a una velocidad de 25m/s con sus katanas(las que pueda emplear en el momento) que repele la gran mayoría de los ataques que llegan. Detiene 75/80% del daño siempre que no superen la fuerza de Abel en un ángulo de 120º frente a Abel.
Los golpes son estocadas y cortes diagonales en los tendones. Si tienes cualquier duda o algo no te queda claro no dudes en enviar mp preguntando.
Elya Edelweiss
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Fue rápido. Incluso con los ojos cerrados debido al brillo de su colgante tuvo impecables reflejos. Levantó un muro de cortes que su arma no pudo traspasar. La peliblanca, cejando en su empeño, deshizo el pequeño tornado a sus pies y dio un par de pasos atrás para volver a situarse. No iba a ser un combate fácil.
Volvió a alzar su arma en pose de guardia, atenta. La mascota del chico era frustrante, preocupación doble por tener que cubrir dos frentes a la vez. Y encima esa armadura... no podía atacar por encima de la cintura. Tenía que descartar esa zona si o si, pues la combinación de golpes del chico dejaba inviable un ataque directo. Y no podía confiar en que sufriera un despiste. Sin embargo, si se decantaba por atacar a la cabeza tendría que hallar una forma de apartar sus armas el tiempo suficiente como para hacer contacto. De nuevo, inútil. Por lo menos de momento. En cuanto a atacar a los pies, prefería esperar. Todavía no tenía muy claro cómo podía... se puso seria. Él volvía a por ella. Y a diferencia de la joven, no estaba solo.
Vio como sus armas se recubrían de una especie de brillo celeste instantes antes de que se le abalanzara. Nuevamente, ambas katanas frenaron antes de tocar la piel de Elya. Sin embargo en el aire, a pocos centímetros de esta, se formó una ligera capa de escarcha allí por donde el filo había pasado. Elya frunció el ceño, mientras giraba su arma para rechazar al animal con la piedra en la parte inferior. Trató de darle en el estómago para apartarlo y desgraciadamente vio clara su estrategia. La guadaña había dado en el blanco, pero por suerte tampoco logró atravesar la barrera que la cubría. Mentalmente dio gracias a los dioses que pudieran existir por haber conseguido semejante objeto de artesanía.
Flexionó la rodilla más de lo debido y sintió como la escarcha comenzaba a resquebrajarse devolviéndole su movilidad. La de la cadera no le preocupaba tanto. La rigidez ayudaba en parte a mantener su postura y sabía que terminaría por caer. Pero era una habilidad curiosa; no debía dar nada por sentado con ese chico. Y puesto que a él no podía atacarlo...
Los tres cortes fueron certeros, uno tras otro, con impecable puntería. Giró la lanza sobre si misma y mientras trataba de mantener alejado al chico con un extremo intentó rasgar las patas delanteras y el hombro izquierdo del animal, esquivando la guadaña que portaba. Esperaba que funcionase y poder centrarse en combatir a su verdadero oponente.
Sin embargo, hizo nota mental de asegurarse de que el animal se recuperaba al terminar la pelea. No pretendía matarlo, solo dejarle aparte por el momento.
Volvió a alzar su arma en pose de guardia, atenta. La mascota del chico era frustrante, preocupación doble por tener que cubrir dos frentes a la vez. Y encima esa armadura... no podía atacar por encima de la cintura. Tenía que descartar esa zona si o si, pues la combinación de golpes del chico dejaba inviable un ataque directo. Y no podía confiar en que sufriera un despiste. Sin embargo, si se decantaba por atacar a la cabeza tendría que hallar una forma de apartar sus armas el tiempo suficiente como para hacer contacto. De nuevo, inútil. Por lo menos de momento. En cuanto a atacar a los pies, prefería esperar. Todavía no tenía muy claro cómo podía... se puso seria. Él volvía a por ella. Y a diferencia de la joven, no estaba solo.
Vio como sus armas se recubrían de una especie de brillo celeste instantes antes de que se le abalanzara. Nuevamente, ambas katanas frenaron antes de tocar la piel de Elya. Sin embargo en el aire, a pocos centímetros de esta, se formó una ligera capa de escarcha allí por donde el filo había pasado. Elya frunció el ceño, mientras giraba su arma para rechazar al animal con la piedra en la parte inferior. Trató de darle en el estómago para apartarlo y desgraciadamente vio clara su estrategia. La guadaña había dado en el blanco, pero por suerte tampoco logró atravesar la barrera que la cubría. Mentalmente dio gracias a los dioses que pudieran existir por haber conseguido semejante objeto de artesanía.
Flexionó la rodilla más de lo debido y sintió como la escarcha comenzaba a resquebrajarse devolviéndole su movilidad. La de la cadera no le preocupaba tanto. La rigidez ayudaba en parte a mantener su postura y sabía que terminaría por caer. Pero era una habilidad curiosa; no debía dar nada por sentado con ese chico. Y puesto que a él no podía atacarlo...
Los tres cortes fueron certeros, uno tras otro, con impecable puntería. Giró la lanza sobre si misma y mientras trataba de mantener alejado al chico con un extremo intentó rasgar las patas delanteras y el hombro izquierdo del animal, esquivando la guadaña que portaba. Esperaba que funcionase y poder centrarse en combatir a su verdadero oponente.
Sin embargo, hizo nota mental de asegurarse de que el animal se recuperaba al terminar la pelea. No pretendía matarlo, solo dejarle aparte por el momento.
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Aquella contienda se está haciendo realmente intensa. Ninguno de los peladores es capaz de herir al otro. Uno posee una armadura aparentemente impenetrable, otro tiene reflejos y velocidad suficientes como para detener la mayor parte de las ofensivas, por el momento ninguna de las estrategias de ninguno de los dos tiene un éxito real, solo fracasos y frustraciones por parte de ambos, al menos de Abel.
Ahora la morena decide cambiar su estrategia, ataca directamente a Kiitsu, un error terrible, es lo único que Abel jamás toleraría. Aprovecha su portentosa velocidad, además de que no les separaba demasiada distancia, y desvía el ataque de la dama con sus espadas, mientras Kiitsu se escabulle entre las piernas de ambos combatientes.
~ Te recuerdo que es a mí a quien has de derrotar, y no permitiré que hagas un solo rasguño a mi amigo. ~ Dice Abel con un tono frío, con un toque serio que es realmente temible. Su expresión ahora es seria, casi cruel.
~ Tsu, préstame tu valía, préstame tu fuerza... ~ Susurra mientras se concentra y tras él aparece el mismo Tsu, un ser de gran tamaño, alas y patas de cuervo y cara de zorro. Las partes referentes al cuervo son negras, todo lo demás es blanco. Es hora de atacar con fuerza y fiereza.
Aprovechando su posición con un giro golpea la zona de la cadera, luego otro golpe a la rodilla, y combina otros tres golpes más, intercalando la cadera con escarcha y otras zonas del cuerpo. Cierto es que puede que no atraviese esa armadura, pero el impacto estaría causando daños por la simple vibración sobre articulaciones y músculos. Cualquiera con conocimiento médico se daría cuenta del daño acumulativo por los impactos. Además, el frío amplía los efectos de los impactos en articulaciones. De seguir así, y salvo capacidades fuera de lo común, esa chica empezaría a tener problemas de movilidad allá donde la espada impactara. Al igual que el golpe del mango de esa lanza en la armadura de Abel le causa dolor en su zona de impacto, el antebrazo izquierdo, pero su conocimiento de medicina le facilita contrarestar ese dolor con un leve masaje que se da tras apartarse un par de pasos. Volviendo a ponerse en guardia.
Ahora la morena decide cambiar su estrategia, ataca directamente a Kiitsu, un error terrible, es lo único que Abel jamás toleraría. Aprovecha su portentosa velocidad, además de que no les separaba demasiada distancia, y desvía el ataque de la dama con sus espadas, mientras Kiitsu se escabulle entre las piernas de ambos combatientes.
~ Te recuerdo que es a mí a quien has de derrotar, y no permitiré que hagas un solo rasguño a mi amigo. ~ Dice Abel con un tono frío, con un toque serio que es realmente temible. Su expresión ahora es seria, casi cruel.
~ Tsu, préstame tu valía, préstame tu fuerza... ~ Susurra mientras se concentra y tras él aparece el mismo Tsu, un ser de gran tamaño, alas y patas de cuervo y cara de zorro. Las partes referentes al cuervo son negras, todo lo demás es blanco. Es hora de atacar con fuerza y fiereza.
Aprovechando su posición con un giro golpea la zona de la cadera, luego otro golpe a la rodilla, y combina otros tres golpes más, intercalando la cadera con escarcha y otras zonas del cuerpo. Cierto es que puede que no atraviese esa armadura, pero el impacto estaría causando daños por la simple vibración sobre articulaciones y músculos. Cualquiera con conocimiento médico se daría cuenta del daño acumulativo por los impactos. Además, el frío amplía los efectos de los impactos en articulaciones. De seguir así, y salvo capacidades fuera de lo común, esa chica empezaría a tener problemas de movilidad allá donde la espada impactara. Al igual que el golpe del mango de esa lanza en la armadura de Abel le causa dolor en su zona de impacto, el antebrazo izquierdo, pero su conocimiento de medicina le facilita contrarestar ese dolor con un leve masaje que se da tras apartarse un par de pasos. Volviendo a ponerse en guardia.
- Cosas:
- Tsu: Manifestación del guardián y protector de los guerreros. Tras el joven espadachín se manifiesta el espíritu de Tsu, una criatura similar a un zorro enorme, con cara de zorro y alas de cuervo.
- Apariencia:
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En otras circunstancias habría mirado al chiquillo que tenía delante con desprecio, pero todavía recordaba lo que le había sucedido en su anterior combate. Dejarse llevar por los sentimientos en mitad de una batalla era absurdo, pero él los portaba como una bandera escritos a fuego en toda la cara. Estaba claro que había tocado una fibra sensible al tratar de dañar al animal. Rápido como el rayo volvió a desviar el ataque de la joven con sus espadas, mientras que ella tan solo alcanzó a ver la cola del bicho escabulléndose entre ellos.
-Si le haces combatir, atente a las consecuencias. Mientras me ataque, le trataré como un igual. Es lo que merece.
Le miró a los ojos mientras hablaba, igual o más seria que él. ¿Creía que esto era un juego? ¿Que podía entrometer a quien quisiera, animal o persona y exigir un trato superior solo por... por qué? ¿Por cariño? ¿Porque no era humano? Esas no eran las reglas. Era una amenaza e iba a defenderse de ella como tal. Sus grandiosos sentimientos y su amenaza no le inspiraban más que condescendencia. Aún tenía mucho que aprender si creía que las cosas funcionaban así porque él lo quisiera.
Lo que sí tenía que admitir era que el chico era una caja de sorpresas. Desvió los ojos lo justo para ver con claridad al ser apareciendo detrás de él. Cara de zorro, alas de cuervo. No sabía lo que era, pero sí que hacía daño. De eso estaba segura.
Esta vez respondió a sus golpes. Manejando su arma por el centro la fue girando para rechazar los embites de las katanas. Retrocedió un par de pasos durante el intercambio, sacrificando su posición a cambio de mantener un perfecto equilibrio. No logró repelerlos todos y pese a que su ''armadura'' todavía no había cedido sabía que iba a terminar con varios moratones cuando acabara el combate. Por no hablar de algo más serio, pero de momento no podía pararse a comprobar los daños. Ignoró las punzadas y la escarcha formándose. No le rozaba la piel y confiaba en que se desprendería en cuanto volviera a moverse para algo más que defenderse.
El se apartó un par de pasos y ante la sorpresa de la muchacha, comenzó a darse un pequeño masaje en la zona del antebrazo. No dudó, aprovechó la ocasión. Por cada paso que él retrocedió ella le siguió, sin dejarle alejarse demasiado. Interpuso la lanza entre ambas espadas, como si fuera a atacarle al pecho. Pero solo pretendía trabarlas, sabía que él volvería a bloquearla. De tener éxito, se inclinaría hacia atrás cargando su peso en el pie izquierdo y en la lanza que aún sostenía apoyada contra sus espadas y elevaría la otra pierna para asestarle una soberana patada en la barbilla desde el lado.
Sus movimientos eran algo más rígidos que de costumbre debido a la escarcha, pero nada que le impidiera realizar esa maniobra. Al fin y al cabo la había practicado cientos de veces y si algo, la rigidez desacostumbrada en la rodilla ayudó a que tuviera más peso en el que apoyarse.
-Lo lamento, pero no tengo intención de perder este combate.
-Si le haces combatir, atente a las consecuencias. Mientras me ataque, le trataré como un igual. Es lo que merece.
Le miró a los ojos mientras hablaba, igual o más seria que él. ¿Creía que esto era un juego? ¿Que podía entrometer a quien quisiera, animal o persona y exigir un trato superior solo por... por qué? ¿Por cariño? ¿Porque no era humano? Esas no eran las reglas. Era una amenaza e iba a defenderse de ella como tal. Sus grandiosos sentimientos y su amenaza no le inspiraban más que condescendencia. Aún tenía mucho que aprender si creía que las cosas funcionaban así porque él lo quisiera.
Lo que sí tenía que admitir era que el chico era una caja de sorpresas. Desvió los ojos lo justo para ver con claridad al ser apareciendo detrás de él. Cara de zorro, alas de cuervo. No sabía lo que era, pero sí que hacía daño. De eso estaba segura.
Esta vez respondió a sus golpes. Manejando su arma por el centro la fue girando para rechazar los embites de las katanas. Retrocedió un par de pasos durante el intercambio, sacrificando su posición a cambio de mantener un perfecto equilibrio. No logró repelerlos todos y pese a que su ''armadura'' todavía no había cedido sabía que iba a terminar con varios moratones cuando acabara el combate. Por no hablar de algo más serio, pero de momento no podía pararse a comprobar los daños. Ignoró las punzadas y la escarcha formándose. No le rozaba la piel y confiaba en que se desprendería en cuanto volviera a moverse para algo más que defenderse.
El se apartó un par de pasos y ante la sorpresa de la muchacha, comenzó a darse un pequeño masaje en la zona del antebrazo. No dudó, aprovechó la ocasión. Por cada paso que él retrocedió ella le siguió, sin dejarle alejarse demasiado. Interpuso la lanza entre ambas espadas, como si fuera a atacarle al pecho. Pero solo pretendía trabarlas, sabía que él volvería a bloquearla. De tener éxito, se inclinaría hacia atrás cargando su peso en el pie izquierdo y en la lanza que aún sostenía apoyada contra sus espadas y elevaría la otra pierna para asestarle una soberana patada en la barbilla desde el lado.
Sus movimientos eran algo más rígidos que de costumbre debido a la escarcha, pero nada que le impidiera realizar esa maniobra. Al fin y al cabo la había practicado cientos de veces y si algo, la rigidez desacostumbrada en la rodilla ayudó a que tuviera más peso en el que apoyarse.
-Lo lamento, pero no tengo intención de perder este combate.
Abel T. Nightroad
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La chica parecía no entender las motivaciones de Abel en cuanto al trato de su amigo, no es que no crea que ella actúe bien, de hecho ella hace su papel, defendiéndose de los ataques del animal y tratando de quitarse una fuente de peligro, pero Abel adora a los animales, y no permitirá que dañen a un animal, más si es su amigo, si puede evitarlo.
La joven morena logra evitar los envites en su gran mayoría, es una dura contrincante, un combate intenso y realmente interesante para el espadachín, quien nunca había enfrentado a alguien con un estilo similar al de la morena, algo que hace que tenga que poner atención a todo lo que hiciera la joven para poder reaccionar a tiempo, por suerte sus reflejos y agilidad le permiten reaccionar correctamente.
~ Dado que soy yo quien lo hace combatir, yo decido como reaccionar a su peligro. ~ Responde Nightroad con un tono frío mientras empuja sus espadas hacia arriba para evitar ser cortado por la lanza de la peliblanca.
La pierna derecha de la joven impacta sobre el mango de una de las katanas cuando Abel gira el torso evitando así la patada en su barbilla, eso normalmente haría que soltaran la espada, pero al impactar hacia Abel este recupera el control de la misma, y aprovecha el giro para golpear con la katana a la joven desde el flanco izquierdo de la joven, que estaría fuera de guardia al hacer un giro y recibiría el golpe en su cuello por la altura del giro, a la par, Kiitsu lanza un corte desde el otro lado, a una altura media, un ataque combinado que podría dificultar su esquiva o bloqueo, mientras una serpiente negra lanza un veloz ataque a la joven, directo a su cara, aunque no logre morderla, la asustaría lo suficiente como para que pierda la concentración.
~ Me parece correcto, yo tampoco pretendo perder. ~
La joven morena logra evitar los envites en su gran mayoría, es una dura contrincante, un combate intenso y realmente interesante para el espadachín, quien nunca había enfrentado a alguien con un estilo similar al de la morena, algo que hace que tenga que poner atención a todo lo que hiciera la joven para poder reaccionar a tiempo, por suerte sus reflejos y agilidad le permiten reaccionar correctamente.
~ Dado que soy yo quien lo hace combatir, yo decido como reaccionar a su peligro. ~ Responde Nightroad con un tono frío mientras empuja sus espadas hacia arriba para evitar ser cortado por la lanza de la peliblanca.
La pierna derecha de la joven impacta sobre el mango de una de las katanas cuando Abel gira el torso evitando así la patada en su barbilla, eso normalmente haría que soltaran la espada, pero al impactar hacia Abel este recupera el control de la misma, y aprovecha el giro para golpear con la katana a la joven desde el flanco izquierdo de la joven, que estaría fuera de guardia al hacer un giro y recibiría el golpe en su cuello por la altura del giro, a la par, Kiitsu lanza un corte desde el otro lado, a una altura media, un ataque combinado que podría dificultar su esquiva o bloqueo, mientras una serpiente negra lanza un veloz ataque a la joven, directo a su cara, aunque no logre morderla, la asustaría lo suficiente como para que pierda la concentración.
~ Me parece correcto, yo tampoco pretendo perder. ~
- Cosas:
- Brazalete de Morpheo: Un brazalete que parece una máscara.
El herrero que forjó este brazalete le introdujo la Dendroaspis Dendroaspis no mi: Modelo polylepis. Lo que le da al brazalete la capacidad de generar la forma híbrida y completa de la serpiente mamba negra, así como, de generar su potente veneno y lanzarlo desde su forma de brazalete (Nunca lo lanza de forma que dañe al usuario por un sistema de seguridad.) Esta serpiente alcanza la velocidad de 20km/h, y por ende el veneno sale a esa velocidad, así como ambas formas Híbrida y completa. La serpiente mide 4,5 metros de longitud.
Elya Edelweiss
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La pierna de Elya no impactó donde debería. Volvió a escuchar el sonido de metal contra metal y antes siquiera de notar el golpe en la pierna ya la estaba flexionando para retraerla, más por instinto que por verdaderos reflejos. Su lanza quedó libre de las dos katanas y vio el brillo de las armas acercarse a ella desde la izquierda. No tenía tiempo de interceptarlo o defenderse desde ese lado. Sin esperar a que su pierna rozara el suelo se lanzó hacia el lado contrario rodando por el suelo para esquivarlo. Mantuvo el brazo con su lanza extendido en todo momento para no tropezar con ella. Comenzaba a sentir pinchazos en varios puntos y mañana sería afortunada si las agujetas la dejaban salir de la cama, pero eso no era motivo para parar.
No se incorporó del todo, se mantuvo agazapada y en cuanto alzó la vista del suelo vio a la serpiente. A centímetros de ella, con la boca o más bien las fauces, abiertas de par en par. Por un segundo casi le pareció verse reflejada en ese par de pupilas verticales, aunque más adelante juraría estar segura de que había sido su imaginación. Gracias a haberse alejado para esquivar el golpe, el animal no llegó a morderla si no solo a acercarse a su cara. De un salto, Elya volvió a plantarse firme sobre sus dos pies, lanza en mano y en guardia constante. Le dirigió una dura mirada a Abel, sin dejar de echarle un ojo a la serpiente.
- Antes o después alguien hará daño a tus animales. Quizás alguien más fuerte que yo, quizás más débil debido a un despiste. En ambos casos será tu culpa; no los expongas a un peligro que no estás dispuesto a asumir. Reaccionar con ira y alejarlos del combate es una mera hipocresía. No los metas para empezar y todos seréis más felices.
Dicho esto y sin más miramientos, giró la lanza y trató de clavarla en el cuerpo de la serpiente.
No se incorporó del todo, se mantuvo agazapada y en cuanto alzó la vista del suelo vio a la serpiente. A centímetros de ella, con la boca o más bien las fauces, abiertas de par en par. Por un segundo casi le pareció verse reflejada en ese par de pupilas verticales, aunque más adelante juraría estar segura de que había sido su imaginación. Gracias a haberse alejado para esquivar el golpe, el animal no llegó a morderla si no solo a acercarse a su cara. De un salto, Elya volvió a plantarse firme sobre sus dos pies, lanza en mano y en guardia constante. Le dirigió una dura mirada a Abel, sin dejar de echarle un ojo a la serpiente.
- Antes o después alguien hará daño a tus animales. Quizás alguien más fuerte que yo, quizás más débil debido a un despiste. En ambos casos será tu culpa; no los expongas a un peligro que no estás dispuesto a asumir. Reaccionar con ira y alejarlos del combate es una mera hipocresía. No los metas para empezar y todos seréis más felices.
Dicho esto y sin más miramientos, giró la lanza y trató de clavarla en el cuerpo de la serpiente.
- Cosas:
- Pido disculpas nuevamente por haber tardado tanto y te agradezco la paciencia.
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