Un descanso truncado hace amigos a cualquiera [Tenebrex - Jack F. Yoi]

Edward llevaba ya unas semanas deseando darse un descanso en condiciones, alejado del mundanal ruido. Cuando tuvo la más mínima oportunidad, cogió su submarino y se fue a una isla de la que había oído hablar por muchos. Una isla independiente y conocida como "Vacacional", pero no porque tuviera una playa, sino porque prácticamente la isla entera era un complejo dedicado al relax.

Edward pretendía meterse en la piscina nada más llegar (en la de los niños, para que no le cubriera), y luego se echaría a tomar el sol en alguna tumbona. Lógicamente, puesto que venía a descansar, dejaría casi todo su equipo, tanto ofensivo como defensivo, en la habitación, llevándose solo una pulsera, el brazalete y el anillo, más por no perder el tiempo que porque los fuera a necesitar.

El demonio dorado, tras hacer su pago en la recepción y dejar las cosas en la habitación, bajó las escaleras canturreando, sin estar muy pendiente de los que subían y bajaban.

Una vez abajo, y estando en la piscina, estiró los brazos. -Buaaaah... Realmente necesitaba esto... Me trae recuerdos de cuando estuvimos en aquellas termas toda la Quimera. Krauser... -Sus ojos se pusieron algo llorosos. Verdaderamente añoraba a su líder. No es que Osu no lo estuviera haciendo bien, ni siquiera era reciente, ya había pasado algún tiempo, pero el ex almirante había sido prácticamente un padre para el joven de ojos dorados, acogiéndolo a la vez con cariño y dureza, enseñándole a combatir pero también a formar parte de un equipo. Su repentina pérdida es una herida que no había cicatrizado aún, y todavía le quedaba lo suyo. La Quimera había sufrido un duro golpe, que casi los había separado por completo. Ahora comenzaba una nueva era para ellos. Osu como líder, Ed como segundo al mando, algunos de los miembros anteriores (aunque su actividad se había visto bastante reducida) y quizás... Sí, probablemente. Quizás era el momento de buscar algún nuevo recluta para el equipo.

Mientras meditaba en eso, un estruendo acalló a los hasta entonces distraídos clientes. Girando la cabeza, miró hacia la causa del sonido- ¿Qué demonios...?

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