Las noticias vuelan, quizás más rápido de lo que deberían. El mundo entero ya sabe, o al menos tiene una ligera idea de todo lo que aconteció en el mar del norte hace ya diez días exactos. De cómo un grupo de activistas revolucionarios intentaron destruir el mundo conocido, de cómo sus líderes fueron derrotados por una extraña coalición que aunaba entre sus filas no solo a grandes hombres de la marina y el gobierno mundial, sino también a infames piratas conocidos mundialmente y otros revolucionarios que no compartían las demenciales ideas radicales de sus, hasta entonces, compañeros de batalla.
Sin embargo, esas no han sido las únicas revelaciones de lo ocurrido esa fatídica noche repleta de extraños sucesos, sino que el humilde alcalde de Water 7, conocido como Dakuhebi no Kirtash por los conciudadanos, no era todo lo que aparentaba ser. Bajo la fachada de un político honrado resultó ser un criminal de los bajos fondos, cuyo verdadero nombre es Anders Thawne, que a su vez era un desertor de las filas del gobierno mundial, el cual, aprovechando su situación, declaró la guerra al gobierno mundial declarando la independencia de la ciudad del agua.
Aquel revuelo hizo que, en muy poco tiempo, desde Marineford y algunas islas vecinas, el gobierno enviara a una treintena de barcos unidos con gruesas cadenas de acero, impidiendo que nadie pudiera salir de ella. Al segundo día, la marina dio el comunicado de implantar un gobierno provisional, pero eso hizo que los secuaces del viejo alcalde salieran a la luz e intentaran restablecer su dominio. Durante los cuatro días siguientes hubo una encarnizada lucha entre los criminales y la marina, que terminó con grandes bajas para ambos bandos, incluyendo civiles inocentes, la cual cesó cuando un gran porcentaje de la población fueron a los distintos puertos pidiendo asilo fuera de la isla al gobierno mundial.
Ahora mismo, la isla está teniendo días tranquilos, nadie ha disparado un rifle, y se ha dividido en dos sectores: el gubernamental y el sublevado. El primero abarca, debido a la huida masiva de habitantes, los dos tercios orientales de la isla, mientras que los segundos, aún con los civiles simpatizantes aglomerados en ese lugar, ocupan el tercio más occidental. Se cree que las fuerzas del criminal se han reducido en un cuarenta por ciento, aunque algunos dicen que en mucho más, mientras que el gobierno sigue en sus intentos por recuperar la isla a toda costa.
La tensión se palpa en el ambiente y ninguno de los dos bandos parece querer ceder ni un ápice.
Sin embargo, esas no han sido las únicas revelaciones de lo ocurrido esa fatídica noche repleta de extraños sucesos, sino que el humilde alcalde de Water 7, conocido como Dakuhebi no Kirtash por los conciudadanos, no era todo lo que aparentaba ser. Bajo la fachada de un político honrado resultó ser un criminal de los bajos fondos, cuyo verdadero nombre es Anders Thawne, que a su vez era un desertor de las filas del gobierno mundial, el cual, aprovechando su situación, declaró la guerra al gobierno mundial declarando la independencia de la ciudad del agua.
Aquel revuelo hizo que, en muy poco tiempo, desde Marineford y algunas islas vecinas, el gobierno enviara a una treintena de barcos unidos con gruesas cadenas de acero, impidiendo que nadie pudiera salir de ella. Al segundo día, la marina dio el comunicado de implantar un gobierno provisional, pero eso hizo que los secuaces del viejo alcalde salieran a la luz e intentaran restablecer su dominio. Durante los cuatro días siguientes hubo una encarnizada lucha entre los criminales y la marina, que terminó con grandes bajas para ambos bandos, incluyendo civiles inocentes, la cual cesó cuando un gran porcentaje de la población fueron a los distintos puertos pidiendo asilo fuera de la isla al gobierno mundial.
Ahora mismo, la isla está teniendo días tranquilos, nadie ha disparado un rifle, y se ha dividido en dos sectores: el gubernamental y el sublevado. El primero abarca, debido a la huida masiva de habitantes, los dos tercios orientales de la isla, mientras que los segundos, aún con los civiles simpatizantes aglomerados en ese lugar, ocupan el tercio más occidental. Se cree que las fuerzas del criminal se han reducido en un cuarenta por ciento, aunque algunos dicen que en mucho más, mientras que el gobierno sigue en sus intentos por recuperar la isla a toda costa.
La tensión se palpa en el ambiente y ninguno de los dos bandos parece querer ceder ni un ápice.
- No esperaba tanta resistencia -admitió Al hablando al den den mushi-, pero ni de lejos es un problema con el que no podamos lidiar. Pero si en lugar de enfocarlo como una batalla campal, Hyoshi, me hubieses dejado llevarlo con más mano izquierda...
Las quejas del Almirante de la flota eran legítimas, pero también una soberana gilipollez. Desde el día uno Al había permanecido en la isla, pero pese a que el grueso de la flota a su disposición había acordonado el lugar en un tiempo récord su único jefe se había adjudicado la responsabilidad del operativo, convirtiéndolo en un asalto constante en lugar de dejar que la ciudad cayese con normalidad en una crispación mortal para los criminales que la habían mantenido secuestrada. Por culpa de Hyoshi había perdido hombres, buenos hombres, que habían dado su vida creyendo que era la única solución para que Water Seven volviese a ser un lugar próspero... Y aun así las culpas recaían sobre él. Pero se había acabado: Controlaban dos tercios de la isla y tenían, con sus más y con sus menos, a los capos de Thawne acorralados. Era cuestión de tiempo que tuviesen que huir y, más pronto que tarde, el maestro de las ratas se asomaría fuera de la madriguera.
- Está bien, señor. Procederemos de ese modo, si es lo que usía desea. Pero quiero hacer constar mi desencanto con la decisión.
Colgó el aparato y a punto estuvo de romperlo contra el suelo. ¿Por qué no llamar al Cipher Pol? Estaba seguro de que le estaban ocultando algo, pero se tragó el enfado y guardó la pequeña concha en el bolsillo. Con un suspiro desesperanzado salió de su oficina, y el sonido de sus pasos retumbó en toda la embarcación. Como cada mañana, a su paso se fueron cuadrando los reclutas y oficiales en un saludo tan anquilosado que tenía ganas de pegarles en la cara; no era tiempo de formalismos, debían lanzar cuanto antes la ofensiva final.
- Todos a cubierta, por favor.
No se detuvo demasiado en explicar los detalles, pero Jennifer sabía todo lo que cualquiera podría preguntar y tenía una respuesta adecuada; al fin y al cabo por algo era su secretaria: Le contaba secretos. Él debía en primer lugar llegar a tierra, cosa que hizo caminando en un sencillo carril de hielo, una vía que le permitía avanzar tranquilamente en lo que las tropas se preparaban para el asalto. Cuando él diese la señal toda la fuerza de la Marina entraría en Water Seven. Por el momento, tenía que encontrar a Thawne.
Las quejas del Almirante de la flota eran legítimas, pero también una soberana gilipollez. Desde el día uno Al había permanecido en la isla, pero pese a que el grueso de la flota a su disposición había acordonado el lugar en un tiempo récord su único jefe se había adjudicado la responsabilidad del operativo, convirtiéndolo en un asalto constante en lugar de dejar que la ciudad cayese con normalidad en una crispación mortal para los criminales que la habían mantenido secuestrada. Por culpa de Hyoshi había perdido hombres, buenos hombres, que habían dado su vida creyendo que era la única solución para que Water Seven volviese a ser un lugar próspero... Y aun así las culpas recaían sobre él. Pero se había acabado: Controlaban dos tercios de la isla y tenían, con sus más y con sus menos, a los capos de Thawne acorralados. Era cuestión de tiempo que tuviesen que huir y, más pronto que tarde, el maestro de las ratas se asomaría fuera de la madriguera.
- Está bien, señor. Procederemos de ese modo, si es lo que usía desea. Pero quiero hacer constar mi desencanto con la decisión.
Colgó el aparato y a punto estuvo de romperlo contra el suelo. ¿Por qué no llamar al Cipher Pol? Estaba seguro de que le estaban ocultando algo, pero se tragó el enfado y guardó la pequeña concha en el bolsillo. Con un suspiro desesperanzado salió de su oficina, y el sonido de sus pasos retumbó en toda la embarcación. Como cada mañana, a su paso se fueron cuadrando los reclutas y oficiales en un saludo tan anquilosado que tenía ganas de pegarles en la cara; no era tiempo de formalismos, debían lanzar cuanto antes la ofensiva final.
- Todos a cubierta, por favor.
No se detuvo demasiado en explicar los detalles, pero Jennifer sabía todo lo que cualquiera podría preguntar y tenía una respuesta adecuada; al fin y al cabo por algo era su secretaria: Le contaba secretos. Él debía en primer lugar llegar a tierra, cosa que hizo caminando en un sencillo carril de hielo, una vía que le permitía avanzar tranquilamente en lo que las tropas se preparaban para el asalto. Cuando él diese la señal toda la fuerza de la Marina entraría en Water Seven. Por el momento, tenía que encontrar a Thawne.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Al fin, tras un largo viaje, el antiguo agente regresaba a su ciudad. Se había asegurado, poco después de abandonar Gray Rock, de hacer llegar el dial de grabación que había activado instantes antes de su discurso a la prensa. En él se podían escuchar claramente sus palabras, así como las reacciones a estas, lo que incluía el arrebato de ira del Almirante Koneko en el que amenazaba con una Buster Call. Sabía que esas palabras no harían precisamente que la gente de a pie tuviese simpatía por el Gobierno Mundial. Al contrario, tal vez convenciera a más personas de apoyar su causa contra el dictatorial poder de este.
Durante el trayecto había hablado con Danny, su segundo al mando y líder de las fuerzas de defensa de la isla. Anticipando un ataque, su primera orden había sido destruir las vías del Umi Resha que llegaban a la isla. De ese modo cortaba un modo rápido y sencillo de enviar atacantes del Gobierno a tomar nuevamente la isla. Era consciente de que el poder militar de la Marina era abrumador y de que sus hombres estaban en clara desventaja, pero contaba con el orgullo de los Altos Cargos, que seguramente habrían tomado sus actos no solo como una traición sino como un insulto. A través de su hombre de mayor confianza fue recibiendo reportes de la situación según esta avanzaba. Treinta buques de guerra unidos por gruesas cadenas sitiaban la isla por mar, y en tierra la batalla se recrudecía. La población se había dividido entre quienes apoyaban a su hasta hacía escasos días alcalde y los partidarios del Gobierno Mundial.
El propio Almirante Koneko lideraba personalmente el asedio, pero estaba encontrando mayor resistencia de la esperada. Los hombres de Hebi no Kiba, comandados por Danny, Pol y los tres Supervisores, estaban cumpliendo con lo que su líder esperaba de ellos. Aunque tan solo dominaban la tercera parte de la isla estaban resistiendo, y de hecho habían logrado hacerlo el tiempo necesario. Él ya estaba allí para iniciar la reconquista.
Se acercó por el aire a Water Seven, por su lado oeste. Sabía que era allí donde sus hombres aguantaban los envites gubernamentales, por lo que podría llegar hasta ellos con mayor facilidad. Bajo sus pies, muchos metros más abajo, se podían ver varios de los buques de guerra que rodeaban la ciudad. Se movía a demasiada altura para ser detectado por ellos, por lo que no fue un problema pasar a través de ellos. Una vez estuvo en el interior del círculo que formaban descendió considerablemente hasta situarse a apenas unos cincuenta metros sobre el nivel del mar. Antes de aterrizar tenía previsto anunciar su llegada.
Mirando a los barcos, lanzó dos fuertes patadas en distintas direcciones. Sendas ondas cortantes emergieron con su movimiento, avanzando vertiginosamente hacia los navíos. Cada una de ellas tenía tamaño y poder suficientes para destruir unos cuantos de aquellos enormes vehículos, por lo que esperaba abrir un hueco considerable en el cordón militar. Acto seguido se dirigió a tierra.
En cuanto puso los pies sobre el jardín de su mansión, que ejercía como Cuartel General durante la batalla, divisó a sus oficiales. Todos ellos estaban vivos. No era de extrañar, puesto que Danny y Pol eran los más poderosos de entre sus hombres, y Miles era un experto tirador. Goodwin y Bennet, por su parte, seguramente ni se habrían acercado al campo de batalla. No eran hombres capacitados para luchar.
- Me alegro de veros con vida, chicos. Han debido ser unos días bastante duros. Esos cabrones del Gobierno han hecho exactamente lo que imaginábamos atacando la ciudad, y vosotros habéis resistido como esperaba de vosotros. Estoy orgulloso de vosotros. Pero esto no ha acabado. La batalla se prolongará, pues el Gobierno Mundial no dejará que le arrebatemos esta isla fácilmente. Debemos hacerles ver que nuestro poder es suficiente como para que no les convenga hacerlo.
Sus hombres asintieron. En los ojos de los cinco brillaba la decisión, y se podía ver en ellos sin dificultad la confianza que tenían en su líder. Este continuó hablando:
- Según los informes el mismo Almirante Koneko que amenazó con enviar aquí una Buster Call comanda las tropas de asalto. La estrategia a seguir es clara. Acudiré a su encuentro y me enfrentaré a él en combate singular. Si la Marina ve que soy capaz de derrotar a su más poderoso guerrero se lo planteará dos veces antes de enviar a alguien más, y además sin su comandante las tropas restantes no tardarán en ser derrotadas por nuestras fuerzas. Y no solo eso. Si demostramos nuestro poder de forma tan clara es probable que muchas de las personas en todo el mundo que guardan en su interior el deseo de vivir en un mundo mejor que el que el Gobierno Mundial quiere imponernos sientan la llama de la esperanza en sus corazones y acudan a unirse a nuestra lucha al ver que de verdad es posible lograrlo.
Terminado su discurso, Dakuhebi avanzó hacia el frente. Llevaba el rostro al descubierto, pues ya no era necesario portar una máscara. Nunca lo había sido realmente gracias a su poder, pero le gustaba. De hecho, no descartaba volver a usarla en un futuro. Una vez llegase a la zona limítrofe entre los territorios controlados por las diferentes facciones se dejaría ver con claridad. Si el Almirante no era un cobarde, acudiría a su encuentro.
Durante el trayecto había hablado con Danny, su segundo al mando y líder de las fuerzas de defensa de la isla. Anticipando un ataque, su primera orden había sido destruir las vías del Umi Resha que llegaban a la isla. De ese modo cortaba un modo rápido y sencillo de enviar atacantes del Gobierno a tomar nuevamente la isla. Era consciente de que el poder militar de la Marina era abrumador y de que sus hombres estaban en clara desventaja, pero contaba con el orgullo de los Altos Cargos, que seguramente habrían tomado sus actos no solo como una traición sino como un insulto. A través de su hombre de mayor confianza fue recibiendo reportes de la situación según esta avanzaba. Treinta buques de guerra unidos por gruesas cadenas sitiaban la isla por mar, y en tierra la batalla se recrudecía. La población se había dividido entre quienes apoyaban a su hasta hacía escasos días alcalde y los partidarios del Gobierno Mundial.
El propio Almirante Koneko lideraba personalmente el asedio, pero estaba encontrando mayor resistencia de la esperada. Los hombres de Hebi no Kiba, comandados por Danny, Pol y los tres Supervisores, estaban cumpliendo con lo que su líder esperaba de ellos. Aunque tan solo dominaban la tercera parte de la isla estaban resistiendo, y de hecho habían logrado hacerlo el tiempo necesario. Él ya estaba allí para iniciar la reconquista.
Se acercó por el aire a Water Seven, por su lado oeste. Sabía que era allí donde sus hombres aguantaban los envites gubernamentales, por lo que podría llegar hasta ellos con mayor facilidad. Bajo sus pies, muchos metros más abajo, se podían ver varios de los buques de guerra que rodeaban la ciudad. Se movía a demasiada altura para ser detectado por ellos, por lo que no fue un problema pasar a través de ellos. Una vez estuvo en el interior del círculo que formaban descendió considerablemente hasta situarse a apenas unos cincuenta metros sobre el nivel del mar. Antes de aterrizar tenía previsto anunciar su llegada.
Mirando a los barcos, lanzó dos fuertes patadas en distintas direcciones. Sendas ondas cortantes emergieron con su movimiento, avanzando vertiginosamente hacia los navíos. Cada una de ellas tenía tamaño y poder suficientes para destruir unos cuantos de aquellos enormes vehículos, por lo que esperaba abrir un hueco considerable en el cordón militar. Acto seguido se dirigió a tierra.
En cuanto puso los pies sobre el jardín de su mansión, que ejercía como Cuartel General durante la batalla, divisó a sus oficiales. Todos ellos estaban vivos. No era de extrañar, puesto que Danny y Pol eran los más poderosos de entre sus hombres, y Miles era un experto tirador. Goodwin y Bennet, por su parte, seguramente ni se habrían acercado al campo de batalla. No eran hombres capacitados para luchar.
- Me alegro de veros con vida, chicos. Han debido ser unos días bastante duros. Esos cabrones del Gobierno han hecho exactamente lo que imaginábamos atacando la ciudad, y vosotros habéis resistido como esperaba de vosotros. Estoy orgulloso de vosotros. Pero esto no ha acabado. La batalla se prolongará, pues el Gobierno Mundial no dejará que le arrebatemos esta isla fácilmente. Debemos hacerles ver que nuestro poder es suficiente como para que no les convenga hacerlo.
Sus hombres asintieron. En los ojos de los cinco brillaba la decisión, y se podía ver en ellos sin dificultad la confianza que tenían en su líder. Este continuó hablando:
- Según los informes el mismo Almirante Koneko que amenazó con enviar aquí una Buster Call comanda las tropas de asalto. La estrategia a seguir es clara. Acudiré a su encuentro y me enfrentaré a él en combate singular. Si la Marina ve que soy capaz de derrotar a su más poderoso guerrero se lo planteará dos veces antes de enviar a alguien más, y además sin su comandante las tropas restantes no tardarán en ser derrotadas por nuestras fuerzas. Y no solo eso. Si demostramos nuestro poder de forma tan clara es probable que muchas de las personas en todo el mundo que guardan en su interior el deseo de vivir en un mundo mejor que el que el Gobierno Mundial quiere imponernos sientan la llama de la esperanza en sus corazones y acudan a unirse a nuestra lucha al ver que de verdad es posible lograrlo.
Terminado su discurso, Dakuhebi avanzó hacia el frente. Llevaba el rostro al descubierto, pues ya no era necesario portar una máscara. Nunca lo había sido realmente gracias a su poder, pero le gustaba. De hecho, no descartaba volver a usarla en un futuro. Una vez llegase a la zona limítrofe entre los territorios controlados por las diferentes facciones se dejaría ver con claridad. Si el Almirante no era un cobarde, acudiría a su encuentro.
- Cosas usadas:
- - Rankyaku (Mejora Definitiva): Thawne se ha esforzado tanto en mejorar esta técnica que ahora los Rankyakus que lanza mellan los materiales más duros, y cortan todo lo demás. Estas ondas son tan veloces como balas, y tan poderosas que una sola podrían cortar a la mitad una flota de barcos al completo. Por otro lado son sólidas, pudiendo confrontar una espada. Además, puede imbuirlas en Haki y aplicar en ellas su veneno.
Mientras caminaba hacia la costa un relámpago surcó su mente. Miró hacia arriba por puro instinto, y pudo ver a una persona que ya conocía haciendo lo que al parecer mejor se le daba: Liarla. Se había posicionado a una distancia segura de él, en exacta posición vertical, a la distancia que debía pensar lo volvía un objetivo inalcanzable para él, y con la sorna de aquellos que desprecian la justicia elevó sus piernas alegremente para generar en sus patadas dos ondas cortantes de dimensiones colosales que, de no estar él ahí, probablemente habrían hecho estragos en el cordón que tanto tiempo había costado hacer operativo. Pero estaba ahí, y había que ser muy osado o muy estúpido -o ambas cosas- para atacar el Diamante en bruto.
Tan pronto como había visto en la lejanía moverse las piernas de Thawne su violín ya estaba dispuesto, y con una nota diez masas de hielo en suspensión flotaron a velocidad vertiginosa hasta convertirse en cascanueces al encuentro de ese ataque. Cinco espadas cortaron cada onda, cuyos vástagos salpicaron y destruyeron cada uno de los diez cascanueces, pero el peligro había sido evitado a menos de un segundo para el desastre. De hecho, si tuviera que calcular tardaría un poco, pero estaba seguro de que si Thawne no hubiese entrado oportunamente en el rango de su Haki habría asesinado a al menos treinta personas sin contar heridos. Pero el ego del delincuente jugaba en su contra, y era un arma que Al iba a explotar con tanta violencia como cuando años atrás se había enfrentado a Legim. Y en esa ocasión las fuerzas no eran, ni de lejos, tan dispares.
- Retrasad el cordón a tres millas -susurró a un den den mushi mientras guardaba el instrumento sin prisa-. Se cancela el plan de Hyoshi, tomo yo el mando bajo toda la responsabilidad.
Tan solo dio tres órdenes más a la flota, que se puso en marcha de inmediato. A su espalda los barcos tenían viento a favor, pero él se había topado con la indeseable presencia de Thawne demasiado pronto y, desde luego, aquello complicaba las cosas. No solo porque fuese un sociópata con un ego desmesurado, sino porque mientras él no podía permitirse bajas civiles el ex-agente contaba con una importante parte de la población como rehén. Aun si no estaba allí, iban a luchar entre calles y casas, propiedades que en la medida de lo posible debía evitar dañar o lo pagaría gente sin culpa una vez pudiesen recuperar sus hogares... Si es que podían, claro. Pero existía una forma de salvaguardar todas las propiedades de la gente: Por mucho que le desagradase, debía intentar negociar con él.
El tercio oeste era, en principio, una de las zonas más bonitas de Water Seven, pero con la lucha y el abandono parecía poco más que una ciudad fantasma: Los pocos habitantes que quedaban apenas sí se atrevían a salir a la calle por miedo al fuego cruzado, y cuando lo hacían era para saquear las viviendas abandonadas de sus vecinos; había basura en la calle hasta un nivel muy anihigiénico y en general el aspecto era desolador. Afortunadamente -o menos desgraciadamente, mejor dicho- parecía que lo más desangelado era el pasillo de trincheras y tras los improvisados muros hechos con sacos de harina poco a poco se iba notando un ambiente más vivo, aunque ni de lejos el que uno esperaría encontrarse en el centro económico del Paraíso. Los días de parón en la isla empezaban a notarse, e incluso tras la reparación in extremis de las vías hundidas en el territorio que controlaban, las rutas comerciales estaban vendidas si Water Seven se convertía en el final de ruta. Habían tenido que trazar, con todos los problemas de seguridad que podía originar eso, una ruta comercial alternativa que llegaba hasta Marineford pasando por Ennies Lobby. La decisión por lo menos había sido concienzuda: Retrasar con controles la mercancía era mejor que arriesgarse a saqueos de los hombres de Thawne o a la piratería, reforzada siempre en los tiempos convulsos. De hecho, si se sumaba a la traición de Thawne la casi total dedicación de los ingenieros de la Marina a desmantelar las tres agujas aún en pie estaban ante el caldo de cultivo perfecto para una puñalada en el corazón. En cualquier caso lo único que podia hacer era internarse en la boca del lobo.
No costó mucho, con un poco de concentración, seguir la estela de Thawne hasta la que sin duda era la mansión más ostentosa del lugar o, por lo menos, la que se notaba en un estado mucho más cuidado. Un par de tipos intentaron detenerle pero pies y manos acabaron en una trampa helada -podían dar gracias de que se hubiese molestado en calentar el hielo hasta los diz grados bajo cero-. Iban a acabar con las extremidades dormidas, pero al menos estaban a salvo de la hipotermia mientras no intentasen alguna tontería. Al, por su parte, dedicó cierto tiempo a generar bajo sus pies una finísima capa de hielo a su alrededor, convirtiendo la calle en una pista de patinaje y escarchando las flores cercanas. Frente a él hizo ascender lo que tras unos segundos fue una mesa, del mismo modo que creó dos sillones de elegante apariencia y tan cómodos como sentarse en un asiento de hielo... Bueno, eran asientos de hielo, al fin y al cabo.
Con porte noble se sentó el primero y simplemente esperó. En el hipotético caso de que Thawne no lo hubiese detectado se llevaría una sorpresa al salir.
Tan pronto como había visto en la lejanía moverse las piernas de Thawne su violín ya estaba dispuesto, y con una nota diez masas de hielo en suspensión flotaron a velocidad vertiginosa hasta convertirse en cascanueces al encuentro de ese ataque. Cinco espadas cortaron cada onda, cuyos vástagos salpicaron y destruyeron cada uno de los diez cascanueces, pero el peligro había sido evitado a menos de un segundo para el desastre. De hecho, si tuviera que calcular tardaría un poco, pero estaba seguro de que si Thawne no hubiese entrado oportunamente en el rango de su Haki habría asesinado a al menos treinta personas sin contar heridos. Pero el ego del delincuente jugaba en su contra, y era un arma que Al iba a explotar con tanta violencia como cuando años atrás se había enfrentado a Legim. Y en esa ocasión las fuerzas no eran, ni de lejos, tan dispares.
- Retrasad el cordón a tres millas -susurró a un den den mushi mientras guardaba el instrumento sin prisa-. Se cancela el plan de Hyoshi, tomo yo el mando bajo toda la responsabilidad.
Tan solo dio tres órdenes más a la flota, que se puso en marcha de inmediato. A su espalda los barcos tenían viento a favor, pero él se había topado con la indeseable presencia de Thawne demasiado pronto y, desde luego, aquello complicaba las cosas. No solo porque fuese un sociópata con un ego desmesurado, sino porque mientras él no podía permitirse bajas civiles el ex-agente contaba con una importante parte de la población como rehén. Aun si no estaba allí, iban a luchar entre calles y casas, propiedades que en la medida de lo posible debía evitar dañar o lo pagaría gente sin culpa una vez pudiesen recuperar sus hogares... Si es que podían, claro. Pero existía una forma de salvaguardar todas las propiedades de la gente: Por mucho que le desagradase, debía intentar negociar con él.
El tercio oeste era, en principio, una de las zonas más bonitas de Water Seven, pero con la lucha y el abandono parecía poco más que una ciudad fantasma: Los pocos habitantes que quedaban apenas sí se atrevían a salir a la calle por miedo al fuego cruzado, y cuando lo hacían era para saquear las viviendas abandonadas de sus vecinos; había basura en la calle hasta un nivel muy anihigiénico y en general el aspecto era desolador. Afortunadamente -o menos desgraciadamente, mejor dicho- parecía que lo más desangelado era el pasillo de trincheras y tras los improvisados muros hechos con sacos de harina poco a poco se iba notando un ambiente más vivo, aunque ni de lejos el que uno esperaría encontrarse en el centro económico del Paraíso. Los días de parón en la isla empezaban a notarse, e incluso tras la reparación in extremis de las vías hundidas en el territorio que controlaban, las rutas comerciales estaban vendidas si Water Seven se convertía en el final de ruta. Habían tenido que trazar, con todos los problemas de seguridad que podía originar eso, una ruta comercial alternativa que llegaba hasta Marineford pasando por Ennies Lobby. La decisión por lo menos había sido concienzuda: Retrasar con controles la mercancía era mejor que arriesgarse a saqueos de los hombres de Thawne o a la piratería, reforzada siempre en los tiempos convulsos. De hecho, si se sumaba a la traición de Thawne la casi total dedicación de los ingenieros de la Marina a desmantelar las tres agujas aún en pie estaban ante el caldo de cultivo perfecto para una puñalada en el corazón. En cualquier caso lo único que podia hacer era internarse en la boca del lobo.
No costó mucho, con un poco de concentración, seguir la estela de Thawne hasta la que sin duda era la mansión más ostentosa del lugar o, por lo menos, la que se notaba en un estado mucho más cuidado. Un par de tipos intentaron detenerle pero pies y manos acabaron en una trampa helada -podían dar gracias de que se hubiese molestado en calentar el hielo hasta los diz grados bajo cero-. Iban a acabar con las extremidades dormidas, pero al menos estaban a salvo de la hipotermia mientras no intentasen alguna tontería. Al, por su parte, dedicó cierto tiempo a generar bajo sus pies una finísima capa de hielo a su alrededor, convirtiendo la calle en una pista de patinaje y escarchando las flores cercanas. Frente a él hizo ascender lo que tras unos segundos fue una mesa, del mismo modo que creó dos sillones de elegante apariencia y tan cómodos como sentarse en un asiento de hielo... Bueno, eran asientos de hielo, al fin y al cabo.
Con porte noble se sentó el primero y simplemente esperó. En el hipotético caso de que Thawne no lo hubiese detectado se llevaría una sorpresa al salir.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Durante la escasa décima de segundo en que sus Rankyakus tardaron en cruzar la distancia que le separaba de los barcos más cercanos dio la sensación de que algo había tratado de ponerse en su camino, o de impedir su avance. Fuera lo que fuese, no fue capaz de detener las devastadoras ondas cortantes.
Ya en tierra, haciendo gala de su sempiterna precaución como buen espía experimentado que era, el calvo activó su mantra. No se trataba de mera paranoia. La verdad era que si algo había tratado de parar sus ondas cortantes significaba que alguien le había visto ejecutarlas. Y se trataba de alguien capaz de reaccionar con extrema celeridad a los movimientos de otros teniendo en cuenta que todo había durado apenas un parpadeo. Si ese alguien decidía seguirle... bueno, sin duda le detectaría.
No tardó mucho en percibir una poderosa presencia que no le era desconocida. Antes de llegar a la mansión ya se había dado cuenta de que quien andaba tras sus pasos no era otro que el Almirante Mitoko en persona. El mismo que había comenzado a decir bravuconadas e idioteces en una clara muestra de falta de autocontrol cuando declaró públicamente la independencia de la ciudad. Mientras se mantuviera a distancia y no acabase con ninguno de sus hombres no había problema, le dejaría creer que no se había percatado de su presencia.
Más tarde, en el momento de abandonar su domicilio y Cuartel General, era consciente de dónde le esperaba el marine. No tenía la menor intención de qué pretendía entrando en territorio enemigo él solo, tomando además tan pocas precauciones a la hora de ocultar su presencia, pero se imaginaba que no tardaría en averiguarlo. Caminando sobre el hielo como si este no estuviese allí, se dirigiría hacia la posición del Almirante. Se quedaría de pie frente a él y, mirándole fijamente le diría:
- Almirante Koneko. No puedo decir que me alegre de verle después de sus viles amenazas en La Gran Aguja y de que sus hombres estén causando tanto sufrimiento a los inocentes que habitan esta hasta hace escasos días pacífica ciudad. Cosa que, por cierto, se consiguió gracias a la eficacia de mi organización a la hora de mantener sus calles limpias de armas y drogas. Pero eso es otra historia. Espero que no pensara que podía seguir a un espía tan experto y pasar inadvertido, ¿verdad?
Hizo una pequeña pausa, intensificando la mirada que sus penetrantes ojos dirigían hacia los del militar mientras sus labios dibujaban una sonrisa de suficiencia.
- Por cierto, discúlpeme por no tomar asiento. No se lo tome a mal, pero prefiero no tener tanto mis piernas como mi espalda en contacto con un material que bien podría utilizar para tenderme una trampa. Y ahora, pasemos a lo realmente importante. ¿Qué busca, Almirante? ¿Qué pretende viniendo en solitario al territorio controlado por mis hombres? Cuénteme, soy todo oídos.
Ya en tierra, haciendo gala de su sempiterna precaución como buen espía experimentado que era, el calvo activó su mantra. No se trataba de mera paranoia. La verdad era que si algo había tratado de parar sus ondas cortantes significaba que alguien le había visto ejecutarlas. Y se trataba de alguien capaz de reaccionar con extrema celeridad a los movimientos de otros teniendo en cuenta que todo había durado apenas un parpadeo. Si ese alguien decidía seguirle... bueno, sin duda le detectaría.
No tardó mucho en percibir una poderosa presencia que no le era desconocida. Antes de llegar a la mansión ya se había dado cuenta de que quien andaba tras sus pasos no era otro que el Almirante Mitoko en persona. El mismo que había comenzado a decir bravuconadas e idioteces en una clara muestra de falta de autocontrol cuando declaró públicamente la independencia de la ciudad. Mientras se mantuviera a distancia y no acabase con ninguno de sus hombres no había problema, le dejaría creer que no se había percatado de su presencia.
***
Más tarde, en el momento de abandonar su domicilio y Cuartel General, era consciente de dónde le esperaba el marine. No tenía la menor intención de qué pretendía entrando en territorio enemigo él solo, tomando además tan pocas precauciones a la hora de ocultar su presencia, pero se imaginaba que no tardaría en averiguarlo. Caminando sobre el hielo como si este no estuviese allí, se dirigiría hacia la posición del Almirante. Se quedaría de pie frente a él y, mirándole fijamente le diría:
- Almirante Koneko. No puedo decir que me alegre de verle después de sus viles amenazas en La Gran Aguja y de que sus hombres estén causando tanto sufrimiento a los inocentes que habitan esta hasta hace escasos días pacífica ciudad. Cosa que, por cierto, se consiguió gracias a la eficacia de mi organización a la hora de mantener sus calles limpias de armas y drogas. Pero eso es otra historia. Espero que no pensara que podía seguir a un espía tan experto y pasar inadvertido, ¿verdad?
Hizo una pequeña pausa, intensificando la mirada que sus penetrantes ojos dirigían hacia los del militar mientras sus labios dibujaban una sonrisa de suficiencia.
- Por cierto, discúlpeme por no tomar asiento. No se lo tome a mal, pero prefiero no tener tanto mis piernas como mi espalda en contacto con un material que bien podría utilizar para tenderme una trampa. Y ahora, pasemos a lo realmente importante. ¿Qué busca, Almirante? ¿Qué pretende viniendo en solitario al territorio controlado por mis hombres? Cuénteme, soy todo oídos.
- Y modesto -puntualizó, levantando el dedo-. Sobre todo, modesto.
Contemplando su dedo pasó el tiempo mientras la extraña mirada del calvo trataba de penetrar en él, manteniéndola fija hasta que Thawne lo interpeló directamente y, casi sorprendido, dejó que sus ojos vagasen hasta toparse con los suyos. ¿Qué podía esperar como respuesta? ¿De verdad esperaba que confirmase lo que ambos sabían? ¿Que si él hubiese querido la panda de perdedores que se escondían en esa mansión serían historia hacía semanas? Tal vez estaba provocándole, aun sabiendo que la causa de aquel sufrimiento era la fútil resistencia de una banda criminal al peso de la ley cuando su líder se desenmascaraba finalmente. A lo mejor esperaba que le recordase que la fuerza Marine habría podido arrasar la isla y repoblarla, pero en su lugar se estaba dando asilo y sustento a los civiles usando fuerza letal solo con los verdaderos culpables de aquella refriega... Pero en la cabeza del ex-agente, cegado por el ansia de poder y por ello, en cierto modo, un descerebrado simplón, aquello no habría computado. Y ese día estaba allí para intentar minimizar los riesgos, no podía apretar el gatillo del peligroso cañón que era en ese momento Thawne.
- La verdad es que mido más de dos metros y llevo camisa roja, hasta un niño de cinco años podría darse cuenta de que venía. De hecho, ellos no parecen espías tan expertos. -Señaló a los chicos congelados. Les habría pedido que saludaran, pero tenían las manos congeladas-. Pero desde luego tiene mérito darse cuenta de mi presencia sin mirar hacia mí, como si tuvieses un sexto sentido.
Tras aquello se recostó en el asiento. Para otra persona el hielo sería obviamente incómodo, pero ante él el hielo era manejable como un cojín, y se moldeó para acomodarse a su espalda mientras observaba, impertérrito, el rostro de su rival. Tras el aspecto en ocasiones inocentón de Al y sus tranquilas y despreocupadas palabras se escondía una lengua viperina que le había hecho ganar más de una batalla de gallos; como buen músico de jazz la improvisación era su vida, y como actor el discurso formaba parte de su código genético. Aunque tras decir aquello se preguntó hasta qué punto ayudaría a la negociación burlarse de su interlocutor, pero como mínimo lo desestabilizaría.
- Pero no hablemos de sus innatas e incomparables habilidades, Agen... Ciu... Señ... La verdad es que no sé con qué título dirigirme a usted, pero permítame tutearle. Al fin y al cabo, cierta confianza es necesaria en una negociación, ¿no crees? - apoyó ambos codos sobre la mesa, ignorando que Thawne podría haber entrado a su casa a por una silla si tanto miedo tenía de enfriarse el culo. Pero le dejó mantener la ventaja psicológica de la altura; estaba bien que tuviese algo en qué sostenerse-. Te voy a decir lo que haremos. Tú y tus hombres hacéis las maletas, mis hombres y yo os garantizamos salvoconducto al Nuevo Mundo y así dejamos esta isla en paz los dos. Es más, ignoraré el hecho de que te has lucrado con la "seguridad" que tu organización ilícita ha logrado para dejar que te lleves maletines cargados y cargados de dinero. Así podrás comprarle una isla a un pirata y crear tu reino de demagogia allí.
Definitivamente, estaba llevando la negociación con no demasiado tino.
Contemplando su dedo pasó el tiempo mientras la extraña mirada del calvo trataba de penetrar en él, manteniéndola fija hasta que Thawne lo interpeló directamente y, casi sorprendido, dejó que sus ojos vagasen hasta toparse con los suyos. ¿Qué podía esperar como respuesta? ¿De verdad esperaba que confirmase lo que ambos sabían? ¿Que si él hubiese querido la panda de perdedores que se escondían en esa mansión serían historia hacía semanas? Tal vez estaba provocándole, aun sabiendo que la causa de aquel sufrimiento era la fútil resistencia de una banda criminal al peso de la ley cuando su líder se desenmascaraba finalmente. A lo mejor esperaba que le recordase que la fuerza Marine habría podido arrasar la isla y repoblarla, pero en su lugar se estaba dando asilo y sustento a los civiles usando fuerza letal solo con los verdaderos culpables de aquella refriega... Pero en la cabeza del ex-agente, cegado por el ansia de poder y por ello, en cierto modo, un descerebrado simplón, aquello no habría computado. Y ese día estaba allí para intentar minimizar los riesgos, no podía apretar el gatillo del peligroso cañón que era en ese momento Thawne.
- La verdad es que mido más de dos metros y llevo camisa roja, hasta un niño de cinco años podría darse cuenta de que venía. De hecho, ellos no parecen espías tan expertos. -Señaló a los chicos congelados. Les habría pedido que saludaran, pero tenían las manos congeladas-. Pero desde luego tiene mérito darse cuenta de mi presencia sin mirar hacia mí, como si tuvieses un sexto sentido.
Tras aquello se recostó en el asiento. Para otra persona el hielo sería obviamente incómodo, pero ante él el hielo era manejable como un cojín, y se moldeó para acomodarse a su espalda mientras observaba, impertérrito, el rostro de su rival. Tras el aspecto en ocasiones inocentón de Al y sus tranquilas y despreocupadas palabras se escondía una lengua viperina que le había hecho ganar más de una batalla de gallos; como buen músico de jazz la improvisación era su vida, y como actor el discurso formaba parte de su código genético. Aunque tras decir aquello se preguntó hasta qué punto ayudaría a la negociación burlarse de su interlocutor, pero como mínimo lo desestabilizaría.
- Pero no hablemos de sus innatas e incomparables habilidades, Agen... Ciu... Señ... La verdad es que no sé con qué título dirigirme a usted, pero permítame tutearle. Al fin y al cabo, cierta confianza es necesaria en una negociación, ¿no crees? - apoyó ambos codos sobre la mesa, ignorando que Thawne podría haber entrado a su casa a por una silla si tanto miedo tenía de enfriarse el culo. Pero le dejó mantener la ventaja psicológica de la altura; estaba bien que tuviese algo en qué sostenerse-. Te voy a decir lo que haremos. Tú y tus hombres hacéis las maletas, mis hombres y yo os garantizamos salvoconducto al Nuevo Mundo y así dejamos esta isla en paz los dos. Es más, ignoraré el hecho de que te has lucrado con la "seguridad" que tu organización ilícita ha logrado para dejar que te lleves maletines cargados y cargados de dinero. Así podrás comprarle una isla a un pirata y crear tu reino de demagogia allí.
Definitivamente, estaba llevando la negociación con no demasiado tino.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ironía... si el Almirante creía que de esa manera podía provocarle y hacerle entrar en su juego de forma que perdiese la perspectiva no iba a lograrlo. Y tampoco lo conseguiría dejando las formalidades a un lado y pasando directamente a tutearle. Por lo tanto decidió ignorar sus palabras y, de la misma forma que el marine había intentado hacer, utilizar las suyas para llevar a su interlocutor donde quería tenerle. Pero había una sutil diferencia... él era un maestro en dichas artes. Además, su prouesta era a todas luces inaceptable. Así que, manteniendo una expresión facil firme, serena e imperturbable, se dirigió nuevamente a él:
- Lo siento, Almirante, pero debo rechazar su proposición. Se equivoca si piensa que he hecho esto solo movido por ansias de poder y riquezas. Lo que realmente me motiva es ver a cuantos más inocentes mejor vivir en libertad, sin el peso que impone el yugo del Gobierno Mundial, una institución levantada sobre la esclavitud y la corrupción que se aprovecha de millones de inocentes para que unos pocos vivan a cuerpo de rey. No obstante no esperaba otra cosa por su parte. Es muy propio del Gobierno intentar conseguir lo que busca mediante chantajes y sobornos. Y créame, sé muy bien de lo que hablo. Durante los años que pasé a su servicio fui viendo múltiples detalles que no me gustaban. Al principio los ignoraba, convencido como usted está de que la alternativa era aún peor sin duda alguna. Pero poco a poco mi mente fue abriéndose, como espero la suya haga también en un futuro.
El antiguo agente avanzó un par de pasos, acercándose lentamente a su interlocutor. Su mirada inquisitiva seguía clavada en los ojos del rubio oficial. Continuó hablando con tono calmado pero firme:
- ¿No está cansado de tener que trabajar tan duro para que unos pocos nobles gordos y egoístas puedan vivir a cuerpo de rey a su costa? Imagine la cantidad de horas de sueño o placentero descanso que ha perdido por defender los intereses de personas para las que su vida es tan insignificante como las de los esclavos que se ocupan de todo lo que necesitan. Cuánto esfuerzo y sacrificio desperdiciados en servir a quienes no los valoran en absoluto. Y esto... esto os supondría un esfuerzo mucho mayor que nada que hayáis hecho hasta ahora. Piense que, para empezar, tendría que vencerme en combate. Si, ha vencido a gente muy poderosa, lo sé. Pero no cometa el error de creer que yo no lo soy. Pero eso solo sería el principio. Imagine las montañas de papeleo, burocracia, el trabajo y los recursos necesarios para reconstruir la ciudad... Y solo estoy enumerando algunos ejemplos. Por otro lado, si usted y todos sus hombres abandonan la isla Water Seven será un lugar menos del que preocuparse. Sus gentes vivirán en paz, y la isla prosperará bajo el nuevo orden sin que usted tenga que mover un dedo para ello. Suena mucho mejor que deslomarse para que unos déspotas egocéntricos recuperen lo que hasta hace poco era suyo, ¿no cree?
- Lo siento, Almirante, pero debo rechazar su proposición. Se equivoca si piensa que he hecho esto solo movido por ansias de poder y riquezas. Lo que realmente me motiva es ver a cuantos más inocentes mejor vivir en libertad, sin el peso que impone el yugo del Gobierno Mundial, una institución levantada sobre la esclavitud y la corrupción que se aprovecha de millones de inocentes para que unos pocos vivan a cuerpo de rey. No obstante no esperaba otra cosa por su parte. Es muy propio del Gobierno intentar conseguir lo que busca mediante chantajes y sobornos. Y créame, sé muy bien de lo que hablo. Durante los años que pasé a su servicio fui viendo múltiples detalles que no me gustaban. Al principio los ignoraba, convencido como usted está de que la alternativa era aún peor sin duda alguna. Pero poco a poco mi mente fue abriéndose, como espero la suya haga también en un futuro.
El antiguo agente avanzó un par de pasos, acercándose lentamente a su interlocutor. Su mirada inquisitiva seguía clavada en los ojos del rubio oficial. Continuó hablando con tono calmado pero firme:
- ¿No está cansado de tener que trabajar tan duro para que unos pocos nobles gordos y egoístas puedan vivir a cuerpo de rey a su costa? Imagine la cantidad de horas de sueño o placentero descanso que ha perdido por defender los intereses de personas para las que su vida es tan insignificante como las de los esclavos que se ocupan de todo lo que necesitan. Cuánto esfuerzo y sacrificio desperdiciados en servir a quienes no los valoran en absoluto. Y esto... esto os supondría un esfuerzo mucho mayor que nada que hayáis hecho hasta ahora. Piense que, para empezar, tendría que vencerme en combate. Si, ha vencido a gente muy poderosa, lo sé. Pero no cometa el error de creer que yo no lo soy. Pero eso solo sería el principio. Imagine las montañas de papeleo, burocracia, el trabajo y los recursos necesarios para reconstruir la ciudad... Y solo estoy enumerando algunos ejemplos. Por otro lado, si usted y todos sus hombres abandonan la isla Water Seven será un lugar menos del que preocuparse. Sus gentes vivirán en paz, y la isla prosperará bajo el nuevo orden sin que usted tenga que mover un dedo para ello. Suena mucho mejor que deslomarse para que unos déspotas egocéntricos recuperen lo que hasta hace poco era suyo, ¿no cree?
- Cosas usadas:
- - Labia (Habilidad): Habiendo leído tanto en su vida, tiene un amplísimo vocabulario, lo que unido a su inteligencia le permite ser un gran orador, encontrando siempre las palabras adecuadas y facilitándole convencer o manipular a los demás. Tiene una gran capacidad para improvisar, ocurriéndosele nuevos argumentos prácticamente de la nada de forma que siempre parezca que lo que dice tiene sentido y es cierto. Además su voz grave y tranquila y su forma de hablar, pausada y clara, le sirven para transmitir calma y confianza a los demás. Su aspecto atractivo y su vestimenta elegante también ayudan en eso.
- Psicólogo Rango 12: Sabe que sigue mejorando. Con solo observar a una persona durante unos pocos minutos sería capaz de deducir sus más profundos miedos y debilidades. Además, escoge centrarse en el estudio de un nuevo problema psicológico o una característica en concreto. Una vez detectada en un objetivo, puede trabajar en ella durante cinco asaltos para multiplicar su efecto exponencialmente o eliminarlo. Un estudio más concienzudo reduciría el tiempo necesario en un asalto cada vez.
- Estudio en Perseverancia (estudiado 3 veces, luego necesita 2 asaltos): Primer asalto de incidir en ese tema para hacer desparecer la perseverancia y las ganas de trabajar de Al aprovechando su torpeza "Vagancia" (puede deducirla tras tan poco tiempo por su nivel de Psicólogo).
- Nota para Al:
- De cara a futuros posts recuerdo esta técnica de Thawne para evitar sorpresas indeseadas:
- Aura Demoníaca: Los Rákshasa son demonios conocidos por atormentar a los humanos, y el Aura de Thawne así lo expresará. Por ello, cualquiera que use Haki de Observación contra él sentirá una poderosa presencia demoníaca. Del mismo modo, todo aquel esté 10 niveles por encima de Thawne o menos tendrá tanto miedo de esta presencia que quedará paralizado un turno la primera vez que centre el Mantra en él en cada rol. Cada 20 niveles hacia abajo se añadirá otro turno de parálisis (es decir, 2 turnos si 10 niveles por debajo, 3 si 30, 4 si 50…).
- La verdad es que tienes razón -respondió, encogiéndose de hombros-. El Gobierno Mundial no aprecia a aquellos que trabajan para él y está construido sobre unas bases de saqueo y latrocinio. ¿Ahora debería marcharme y dar por sentado que alguien no menos ególatra que ellos y sin duda igual de voluble va a hacer un buen trabajo? Puedo reconocer muchas cosas, y asumir cuando me equivoco. Por ejemplo, amenazarte con un bombardeo a gran escala estuvo mal. No fue un buen día para mí, en cualquier caso. El Apocalipsis y esas cosas, que estresan. -Evitó añadir "Arthur Borracho" entre "esas cosas"-. Pero partamos del mínimo denominador común, por un instante solamente: Los dos queremos lo mejor para el mundo, ¿no? -Trazó un círculo con ambas manos, generando una imponente esfera de hielo con un relieve bastante aproximado-. Porque entiendo que esa lealtad no se la guardas solo a Water Seven, sino que quieres lo mejor para todos los habitantes del mundo.
Ignoró aquella bobada del trabajo. Tenía un oficinista sublime, y gracias a la reciente incorporación de Galhard a la brigada disponía de un ayudante más para el tándem Arthur-Leyren que hasta ahora había demostrado ser capaz de llevar cualquier trabajo burocrático con la mayor de las diligencias. Enfrentarse a él sí que le daba algo más de reparo, pero más por la dificultad de no destruir la ciudad al completo que por la lucha en sí; al fin y al cabo, estaba bastante claro que ninguno de los dos había gastado energía en la Aguja, y seguramente, si utilizase su haki de observación notaría que ambos eran una nube de testosterona. En cualquier caso dejó aparecer un pilar para su maqueta y la dejó encima. Esta comenzó a girar.
- Mira, Thawne, la visión simplista bajo la que intentas que se mueva esta conversación es la que lleva a un enfrentamiento seguro -sus palabras iban en un tono pausado, muy relajadamente dejando que su lenguaje corporal hablase de forma tranquilizadora-. Tal como tú lo planteas hay tres escenarios posibles: Te encierro para lo que queda de vida -"o te disfrazo de chacha como a Legim"-, me matas o me voy de aquí sin que peleemos. Si te encierro tendré que ocuparme de tu organización, encerrar a todo el mundo y ocuparme de tanto papeleo que hasta a ti, que seguro que eres mucho más dado a la burocracia que yo, te superaría; es una opción que me atrae, la verdad, porque encerrarte implica un nuevo piso en la torre Al de Dressrosa, un pequeño empujoncito para el Deucalión... Pero no me satisface, porque no nos haría felices a ambos. Si me matas no sé lo que sucederá, pero estoy seguro de que la ciudad pagará por ti y, en previsión de que Water seven sea irrecuperable seguramente sea reducida a cenizas y sustituida por un pequeño asentamiento militar para regular el tráfico naval y centralizar los trenes; poca cosa más. Y si me voy me echarán de la Marina y perderás al único hombre del Gobierno, probablemente, dispuesto a negociar contigo. ¿Quieres mejorar el mundo? Asegúrate de que nadie nos oiga hablar a partir de ahora, y tira lejos de aquí cualquier dispositivo que pueda grabar sonido o imagen.
Esperó pacientemente sin bajar la mirada de los ojos de Thawne, escrutando su rostro con la severidad de quien cree llevar la razón. Si Thawne accedía a las peticiones que había hecho, volvería a hablar:
- Siempre he creído que el deber de la Marina era defender a los ciudadanos del Gobierno Mundial, y en esa línea se han movido siempre mis acciones. La verdad es que nunca he buscado ser el salvador de nada ni nadie, ni una espada con la que acorralar a nadie. Yo hoy no estoy aquí por esta isla, sino por lo que esta isla representa. Water Seven es el centro neurálgico de una vastísima red de comunicación, sí, pero los dos sabemos que se puede encumbrar una nueva isla como tal. Una sin Aqua Laguna, más estable y con menos necesidad de inversión. -Se levantó del asiento y caminó hasta ponerse frente al calvo. Apoyó sus muslos contra la mesa y dejó los brazos cruzados delante del pecho-. La razón para defender Water Seven es que si dejo que se vaya hoy, mañana otro señor de la guerra con probablemente intenciones menos honorables que las tuyas, suponiendo que pueda confiar en ti, se alzará para exigir como suyo otro territorio. Y otro, y otro, y otro más. Y entonces lo que tú intentas hacer habrá sido el causante de demasiado sufrimiento. Pero si lo enfocas de otro modo...
¿De verdad iba a proponer aquello? Tenía que estar volviéndose loco. Pero por otro lado podía dar pie a que todos obtuviesen lo que querían.
- Quédate los bajos fondos de esta ciudad. Toma otra apariencia, y controla otra vez este lugar. Pero no utilices criminales esta vez, gánate a la Revolución. Crea una red por todo el mundo, y si cuando seas suficientemente fuerte como para escalar hasta Mary Geoise y reclamar la Ciudad Sagrada has demostrado merecerlo, te garantizo que ningún marine se interpondrá en tu camino. Es el mejor trato que puedo ofrecerte. -Hizo una pausa-. Y por ofrecértelo podrían ejecutarme. Plantéatelo seriamente.
Ignoró aquella bobada del trabajo. Tenía un oficinista sublime, y gracias a la reciente incorporación de Galhard a la brigada disponía de un ayudante más para el tándem Arthur-Leyren que hasta ahora había demostrado ser capaz de llevar cualquier trabajo burocrático con la mayor de las diligencias. Enfrentarse a él sí que le daba algo más de reparo, pero más por la dificultad de no destruir la ciudad al completo que por la lucha en sí; al fin y al cabo, estaba bastante claro que ninguno de los dos había gastado energía en la Aguja, y seguramente, si utilizase su haki de observación notaría que ambos eran una nube de testosterona. En cualquier caso dejó aparecer un pilar para su maqueta y la dejó encima. Esta comenzó a girar.
- Mira, Thawne, la visión simplista bajo la que intentas que se mueva esta conversación es la que lleva a un enfrentamiento seguro -sus palabras iban en un tono pausado, muy relajadamente dejando que su lenguaje corporal hablase de forma tranquilizadora-. Tal como tú lo planteas hay tres escenarios posibles: Te encierro para lo que queda de vida -"o te disfrazo de chacha como a Legim"-, me matas o me voy de aquí sin que peleemos. Si te encierro tendré que ocuparme de tu organización, encerrar a todo el mundo y ocuparme de tanto papeleo que hasta a ti, que seguro que eres mucho más dado a la burocracia que yo, te superaría; es una opción que me atrae, la verdad, porque encerrarte implica un nuevo piso en la torre Al de Dressrosa, un pequeño empujoncito para el Deucalión... Pero no me satisface, porque no nos haría felices a ambos. Si me matas no sé lo que sucederá, pero estoy seguro de que la ciudad pagará por ti y, en previsión de que Water seven sea irrecuperable seguramente sea reducida a cenizas y sustituida por un pequeño asentamiento militar para regular el tráfico naval y centralizar los trenes; poca cosa más. Y si me voy me echarán de la Marina y perderás al único hombre del Gobierno, probablemente, dispuesto a negociar contigo. ¿Quieres mejorar el mundo? Asegúrate de que nadie nos oiga hablar a partir de ahora, y tira lejos de aquí cualquier dispositivo que pueda grabar sonido o imagen.
Esperó pacientemente sin bajar la mirada de los ojos de Thawne, escrutando su rostro con la severidad de quien cree llevar la razón. Si Thawne accedía a las peticiones que había hecho, volvería a hablar:
- Siempre he creído que el deber de la Marina era defender a los ciudadanos del Gobierno Mundial, y en esa línea se han movido siempre mis acciones. La verdad es que nunca he buscado ser el salvador de nada ni nadie, ni una espada con la que acorralar a nadie. Yo hoy no estoy aquí por esta isla, sino por lo que esta isla representa. Water Seven es el centro neurálgico de una vastísima red de comunicación, sí, pero los dos sabemos que se puede encumbrar una nueva isla como tal. Una sin Aqua Laguna, más estable y con menos necesidad de inversión. -Se levantó del asiento y caminó hasta ponerse frente al calvo. Apoyó sus muslos contra la mesa y dejó los brazos cruzados delante del pecho-. La razón para defender Water Seven es que si dejo que se vaya hoy, mañana otro señor de la guerra con probablemente intenciones menos honorables que las tuyas, suponiendo que pueda confiar en ti, se alzará para exigir como suyo otro territorio. Y otro, y otro, y otro más. Y entonces lo que tú intentas hacer habrá sido el causante de demasiado sufrimiento. Pero si lo enfocas de otro modo...
¿De verdad iba a proponer aquello? Tenía que estar volviéndose loco. Pero por otro lado podía dar pie a que todos obtuviesen lo que querían.
- Quédate los bajos fondos de esta ciudad. Toma otra apariencia, y controla otra vez este lugar. Pero no utilices criminales esta vez, gánate a la Revolución. Crea una red por todo el mundo, y si cuando seas suficientemente fuerte como para escalar hasta Mary Geoise y reclamar la Ciudad Sagrada has demostrado merecerlo, te garantizo que ningún marine se interpondrá en tu camino. Es el mejor trato que puedo ofrecerte. -Hizo una pausa-. Y por ofrecértelo podrían ejecutarme. Plantéatelo seriamente.
- Cosis:
- Sintonía en visión (10): Los usuarios con sintonía en visión desarrollan una calma innata, siendo totalmente imperturbables. Su calma no puede ser rota por medios normales, sólo acudiendo a sus mayores miedos o traumas, o mediante poderes extraordinarios.
Voluntad del Guerrero III: Los caminos que Al ha tomado le han hecho desarrollar una forma especial de Haki del rey. Pasivamente puede utilizar esta forma de Haki para arengar a sus aliados, haciendo que contra efectos de miedo (y mismo otros Hakis del Rey) sean más resistentes (contarán como tres niveles más de Haki). Activamente puede liberar su Haki del rey a través de su espada, lanzando una onda cortante a 100 metros por segundo que aplica a todos los objetivos golpeados su Haki como si se fijase en ellos únicamente.
Sentidos definitivos III: Cuando Al contempla una presencia la ve tal cual es, además de detectar naturalmente su alineamiento y su mayor miedo. Activamente, Al puede usar con normalidad su Haki de observación para sustituir o mejorar sus sentidos.
Miedos: Al padece la fobia más peligrosa que podría sufrir un ser humano, sentido común. Aunque pocas veces lo demuestre, tiene miedo a las espadas, pistolas, cuchillos, machetes, la gente más grande que él, la gente excesivamente cercana en altura a sus genitales, a los perros rabiosos, a los animales enormes, a las frutas del diablo, al mar y a la combustión espontánea. Eso por no hablar del pánico que siente cuando una motosierra encendida se acerca con un movimiento rectilíneo uniformemente acelerado a su cara.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras escuchar las palabras de Thawne, la firmeza y radicalidad del Almirante fueron desapareciendo. En su lugar el antiguo agente pudo descubrir en el militar unas ideas y convicciones infinitamente más nobles que la obediencia ciega a sus superiores y que, a decir verdad, convenían mucho más a sus intereses. Si lo que decía era cierto, y sus habilidades juzgando a la gente le decían que así era, estaba hablando con una persona que realmente se preocupaba por la gente de a pie. Incluso, para sorpresa del calvo, llegó a realizar ciertas afirmaciones que, de haber sido escuchadas por un miembro más radical del Gobierno Mundial, podrían perfectamente haber sido catalogadas de traición.
Decidió entonces hacer una concesión en pos de facilitar las negociaciones ahora que, por primera vez, veía al Almirante dispuesto a aceptar unas condiciones beneficiosas para ambos. Extendió un vínculo telepático hacia la mente del rubio, y a través de él le dirigió las siguientes palabras:
- Si no deseas que nadie pueda escuchar o grabar nuestra conversación este es el canal más seguro. No te preocupes, se trata únicamente de un medio de comunicación, a través de esta conexión no pretendo husmear en tus pensamientos. Y te aseguro que nadie aparte de nosotros dos podrá conocer un solo detalle de lo que por aquí digamos salvo que uno de nosotros se lo cuente.
Miró entonces al oficial, tratando de transmitirle con sus ojos que podía fiarse de lo que le decía. Y así era, estaba ofreciendo una tregua y un canal de comunicación inexpugnable para que el marine pudiese hablar sin miedo alguno a ser descubierto diciendo algo que no debía. Si este aceptaba a utilizar aquel canal de comunicación, el calvo proseguiría:
- A decir verdad hasta hace escasos momentos yo pensaba que solo existían las dos primeras posibilidades. Y tienes razón, por uno u otro motivo ambos acabarían generándote importantes inconvenientes, ya sea por la muerte o por el enorme trabajo que supondría. Pero ahora que veo que tú también te preocupas genuinamente por las personas a quienes debes defender y no eres un simple perro del Gobierno que obedece ciegamente podría llegar a plantearme otra salida.
Tienes parte de razón en lo que dices. Tal vez mi triunfo espolearía a otros más ambiciosos y con motivos mucho menos nobles a intentar lo mismo, causando un gran daño a muchos inocentes. Esa posibilidad es preocupante, eso es cierto. Por otro lado, sabes tan bien como yo que el Gobierno Mundial no velará jamás por el bienestar de las gentes de esta ciudad ni de ninguna otra salvo Marie Geoise. Y has acertado en una cosa. Water Seven no es mi meta, sino tan solo el comienzo de mi plan. El objetivo, como bien has deducido, es la Ciudad Sagrada y la eliminación definitiva de un sistema injusto y despótico. Y estoy dispuesto a negociar y ceder en ciertos aspectos si eso me ayuda a avanzar en ese sentido. Tu oferta de que, cuando llegue el momento, te asegurarías de que la Marina no interviniese es bien recibida. Eso dejaría como único escollo al Cipher Pol, cuerpo del que procedo y cuyo funcionamiento conozco muy bien.
Sin embargo, hay detalles de tu oferta que no me convencen. Por un lado, no utlizaré nunca a la Revolución para alcanzar mis metas. No confío en ellos más que en el Gobierno Mundial, pues al final no son sino la otra cara de la misma moneda. Además, he segado tantas vidas entre sus filas que dudo que jamás quisiesen tener nada que ver conmigo, incluso aunque nuestros objetivos coincidan en algunos puntos. No, prefiero seguir valiéndome de mi propio ejército de hombres fieles únicamente a mí. En ellos es en los únicos en quienes puedo confiar.
Lo siguiente, aunque continuase dominando el Bajo Mundo de la ciudad eso no es suficiente para garantizar la seguridad y prosperidad de los habitantes de Water Seven. Preferiría seguir teniendo el suficiente poder dentro de la isla para asegurarme de primera mano que así sea. Es sencillo, lo único que tendrías que hacer sería nombrar gobernador de Water Seven a cierto noble influyente. La ciudad se mantendría como parte del Gobierno Mundial, claro está, pero conmigo al frente asumiendo otra identidad secreta podría paliar sus injustas políticas mientras voy dando pasos hacia mi objetivo final desde el Nuevo Mundo. Teniendo en cuenta la oferta que me has hecho, una por la que podrías ser ejecutado por traición, puedo asumir que confías en que realmente actúo movido por los ideales que proclamo. Y por ello creo que esta oferta no te parecerá ni mucho menos descabellada.
Si aceptas estas dos condiciones mis hombres y yo aceptaremos el salvoconducto hasta el Nuevo Mundo y esos maletines de dinero a los que te referías, que vendrían bien para ayudar a la financiación del plan. Y yo me comprometo a seguir medrando en el Bajo Mundo de ese lado del mar, estableciendo una red de influencias fiable hasta reunir el poder suficiente para tomar la Ciudad Sagrada. En ese momento recibirás una visita mía anunciando que la hora habrá llegado. Es, en mi opinión, no solo la alternativa que menos trabajo y esfuerzo te supone, sino también la más provechosa para los ciudadanos de Water Seven y del resto del mundo. ¿Qué piensas, Almirante? ¿Confías lo suficiente en la nobleza de mis motivos para aceptar lo que te propongo?
Decidió entonces hacer una concesión en pos de facilitar las negociaciones ahora que, por primera vez, veía al Almirante dispuesto a aceptar unas condiciones beneficiosas para ambos. Extendió un vínculo telepático hacia la mente del rubio, y a través de él le dirigió las siguientes palabras:
- Si no deseas que nadie pueda escuchar o grabar nuestra conversación este es el canal más seguro. No te preocupes, se trata únicamente de un medio de comunicación, a través de esta conexión no pretendo husmear en tus pensamientos. Y te aseguro que nadie aparte de nosotros dos podrá conocer un solo detalle de lo que por aquí digamos salvo que uno de nosotros se lo cuente.
Miró entonces al oficial, tratando de transmitirle con sus ojos que podía fiarse de lo que le decía. Y así era, estaba ofreciendo una tregua y un canal de comunicación inexpugnable para que el marine pudiese hablar sin miedo alguno a ser descubierto diciendo algo que no debía. Si este aceptaba a utilizar aquel canal de comunicación, el calvo proseguiría:
- A decir verdad hasta hace escasos momentos yo pensaba que solo existían las dos primeras posibilidades. Y tienes razón, por uno u otro motivo ambos acabarían generándote importantes inconvenientes, ya sea por la muerte o por el enorme trabajo que supondría. Pero ahora que veo que tú también te preocupas genuinamente por las personas a quienes debes defender y no eres un simple perro del Gobierno que obedece ciegamente podría llegar a plantearme otra salida.
Tienes parte de razón en lo que dices. Tal vez mi triunfo espolearía a otros más ambiciosos y con motivos mucho menos nobles a intentar lo mismo, causando un gran daño a muchos inocentes. Esa posibilidad es preocupante, eso es cierto. Por otro lado, sabes tan bien como yo que el Gobierno Mundial no velará jamás por el bienestar de las gentes de esta ciudad ni de ninguna otra salvo Marie Geoise. Y has acertado en una cosa. Water Seven no es mi meta, sino tan solo el comienzo de mi plan. El objetivo, como bien has deducido, es la Ciudad Sagrada y la eliminación definitiva de un sistema injusto y despótico. Y estoy dispuesto a negociar y ceder en ciertos aspectos si eso me ayuda a avanzar en ese sentido. Tu oferta de que, cuando llegue el momento, te asegurarías de que la Marina no interviniese es bien recibida. Eso dejaría como único escollo al Cipher Pol, cuerpo del que procedo y cuyo funcionamiento conozco muy bien.
Sin embargo, hay detalles de tu oferta que no me convencen. Por un lado, no utlizaré nunca a la Revolución para alcanzar mis metas. No confío en ellos más que en el Gobierno Mundial, pues al final no son sino la otra cara de la misma moneda. Además, he segado tantas vidas entre sus filas que dudo que jamás quisiesen tener nada que ver conmigo, incluso aunque nuestros objetivos coincidan en algunos puntos. No, prefiero seguir valiéndome de mi propio ejército de hombres fieles únicamente a mí. En ellos es en los únicos en quienes puedo confiar.
Lo siguiente, aunque continuase dominando el Bajo Mundo de la ciudad eso no es suficiente para garantizar la seguridad y prosperidad de los habitantes de Water Seven. Preferiría seguir teniendo el suficiente poder dentro de la isla para asegurarme de primera mano que así sea. Es sencillo, lo único que tendrías que hacer sería nombrar gobernador de Water Seven a cierto noble influyente. La ciudad se mantendría como parte del Gobierno Mundial, claro está, pero conmigo al frente asumiendo otra identidad secreta podría paliar sus injustas políticas mientras voy dando pasos hacia mi objetivo final desde el Nuevo Mundo. Teniendo en cuenta la oferta que me has hecho, una por la que podrías ser ejecutado por traición, puedo asumir que confías en que realmente actúo movido por los ideales que proclamo. Y por ello creo que esta oferta no te parecerá ni mucho menos descabellada.
Si aceptas estas dos condiciones mis hombres y yo aceptaremos el salvoconducto hasta el Nuevo Mundo y esos maletines de dinero a los que te referías, que vendrían bien para ayudar a la financiación del plan. Y yo me comprometo a seguir medrando en el Bajo Mundo de ese lado del mar, estableciendo una red de influencias fiable hasta reunir el poder suficiente para tomar la Ciudad Sagrada. En ese momento recibirás una visita mía anunciando que la hora habrá llegado. Es, en mi opinión, no solo la alternativa que menos trabajo y esfuerzo te supone, sino también la más provechosa para los ciudadanos de Water Seven y del resto del mundo. ¿Qué piensas, Almirante? ¿Confías lo suficiente en la nobleza de mis motivos para aceptar lo que te propongo?
- No, no confío en ti -corrigió una vez Thawne terminó su propuesta-. Pero nunca me equivoco dos veces.
Dejó que su amenaza se diluyese en un amargo silencio. No se sentía cómodo tan solo pensando lo que debía decir, y un sinnúmero de frases estúpidas y chistes verdes llegaban a su cabeza sabiendo que el criminal podía escuchar todo lo que pasase ahí dentro, ¿lo cual implicaba que todos sus pensamientos superficiales le llegaban? Esperaba que no pudiese hacerlo sin, por lo menos, un barrido exhaustivo. Bien pensado, dejar que otra persona husmeara en sus pensamientos no era tan buena idea después de todo.
- La Marina no tiene derecho a influir en los gobiernos civiles -señaló-. Y los gobiernos provisionales, como este, tienen que dar paso a la normalización en un tiempo no superior a seis meses. Aunque pudiera señalar a un civil sin convocar las elecciones pertinentes, este tendría la obligación de convocarlas inmediatamente.
Trató de cerrar su mente concentrándose en lo que veía, dejando que el discurso fluyese directamente desde su inconsciente hasta el aire enmascarado tras las orquídeas que veía a lo lejos y el cristal translúcido de las ventanas. Quería hablar, quería que sus palabras retumbasen en el aire aunque aquello supusiese un mayor riesgo.
- ¿Pero tú escuchas cuando te hablo? -preguntó, irguiéndose por completo. La diferencia de altura era cruelmente notoria a aquella distancia, si bien de hombro a hombro los dos medían lo mismo. Los entrenamientos del Cipher Pol eran atroces y sus resultados extraordinarios, casi a la altura de los que Arthur había impuesto desde su nombramiento como oficial disciplinario. En cualquier caso, en casi cualquier situación, Thawne semejaba más amenazante. Pero eso a él no le intimidaba-. Me da igual si confías o no confías en la Revolución, me da igual lo que quieras, me dan igual tus necesidades. Lo único que me importa es mantener todo esto bajo control con los mínimos daños posibles; no olvides que eres un criminal que de momento usa a una ciudad como rehén, has pretendido arruinar mi imagen y en toda tu carrera no te has movido por otra cosa que no sean tus ambiciones personales. Aquí las condiciones las pongo yo, porque el que más puede perder no eres tú.
Descruzó los brazos, llevándolos a las caderas. Acarició el pomo de la espada y la funda del violín. No era la primera vez que coqueteaba con criminales, sus armas lo sabían bien, pero hasta el momento nunca había supuesto una confrontación tan directa con los ideales que siempre había tratado de defender. La Revolución, acertada en mayor o menor medida, había luchado siempre por sus ideales. Al no odiaba a la Revolución, la respetaba como lo que era, una herramienta para llegar a un mundo mejor. También la Marina lo era, aunque su control recayese en última instancia sobre un centenar de endógamos, ¿pero los Bajos Fondos? Thawne quería un ejército de mercenarios que solo le sirviesen a él; por mucho que enmascarase sus acciones al final del día deseaba ser él quien acabase sentado en el trono de Mary Geoise... Confiar en él era una estratagema tan arriesgada que casi podía escuchar a Arthur gritar "estúpido" desde su posición.
- Se te escoltará hasta el Nuevo Mundo, donde oficialmente comenzará tu busca y captura -sentenció-. Los Bajos Fondos de Water Seven serán desmantelados, y el control militar se ejercerá durante seis meses hasta manejar totalmente la situación, momento en el que se convocarán elecciones libres y democráticas para ostentar la alcaldía. No quiero saber si vuelves para presentarte, no quiero escuchar hablar de ti ni saber que se extienden tus hilos en el Bajo Mundo al otro lado del Red Line. No te lucrarás con drogas, ni traficando con armas para desestabilizar puntos calientes, ni Dios me libre comerciando con esclavos. -Acortó aún más la distancia entre ellos-. Si me entero de que comercias con esclavos te sacaré el corazón. Puedes tener tu pequeño ejército personal si te hace sentir más seguro, pero se ha acabado el crimen para ti mientras quieras tener la oportunidad de llevar a cabo tu plan. Porque si te separas por un momento del rumbo que dices tener, si cruzas la línea tan delicada que estás bordeando, si me entero de que vuelves a poner tu ego por encima de las vidas de los demás... -A su espalda la mesa estalló en millones de pedazos; no así la silla-. Pero nos vamos a llevar, bien, ¿verdad?
Una sonrisa maliciosa asomó a sus labios por un instante, y se sentó con la hoja desenvainada.
- La negociación termina aquí; tienes cinco minutos para decidirte.
Dejó que su amenaza se diluyese en un amargo silencio. No se sentía cómodo tan solo pensando lo que debía decir, y un sinnúmero de frases estúpidas y chistes verdes llegaban a su cabeza sabiendo que el criminal podía escuchar todo lo que pasase ahí dentro, ¿lo cual implicaba que todos sus pensamientos superficiales le llegaban? Esperaba que no pudiese hacerlo sin, por lo menos, un barrido exhaustivo. Bien pensado, dejar que otra persona husmeara en sus pensamientos no era tan buena idea después de todo.
- La Marina no tiene derecho a influir en los gobiernos civiles -señaló-. Y los gobiernos provisionales, como este, tienen que dar paso a la normalización en un tiempo no superior a seis meses. Aunque pudiera señalar a un civil sin convocar las elecciones pertinentes, este tendría la obligación de convocarlas inmediatamente.
Trató de cerrar su mente concentrándose en lo que veía, dejando que el discurso fluyese directamente desde su inconsciente hasta el aire enmascarado tras las orquídeas que veía a lo lejos y el cristal translúcido de las ventanas. Quería hablar, quería que sus palabras retumbasen en el aire aunque aquello supusiese un mayor riesgo.
- ¿Pero tú escuchas cuando te hablo? -preguntó, irguiéndose por completo. La diferencia de altura era cruelmente notoria a aquella distancia, si bien de hombro a hombro los dos medían lo mismo. Los entrenamientos del Cipher Pol eran atroces y sus resultados extraordinarios, casi a la altura de los que Arthur había impuesto desde su nombramiento como oficial disciplinario. En cualquier caso, en casi cualquier situación, Thawne semejaba más amenazante. Pero eso a él no le intimidaba-. Me da igual si confías o no confías en la Revolución, me da igual lo que quieras, me dan igual tus necesidades. Lo único que me importa es mantener todo esto bajo control con los mínimos daños posibles; no olvides que eres un criminal que de momento usa a una ciudad como rehén, has pretendido arruinar mi imagen y en toda tu carrera no te has movido por otra cosa que no sean tus ambiciones personales. Aquí las condiciones las pongo yo, porque el que más puede perder no eres tú.
Descruzó los brazos, llevándolos a las caderas. Acarició el pomo de la espada y la funda del violín. No era la primera vez que coqueteaba con criminales, sus armas lo sabían bien, pero hasta el momento nunca había supuesto una confrontación tan directa con los ideales que siempre había tratado de defender. La Revolución, acertada en mayor o menor medida, había luchado siempre por sus ideales. Al no odiaba a la Revolución, la respetaba como lo que era, una herramienta para llegar a un mundo mejor. También la Marina lo era, aunque su control recayese en última instancia sobre un centenar de endógamos, ¿pero los Bajos Fondos? Thawne quería un ejército de mercenarios que solo le sirviesen a él; por mucho que enmascarase sus acciones al final del día deseaba ser él quien acabase sentado en el trono de Mary Geoise... Confiar en él era una estratagema tan arriesgada que casi podía escuchar a Arthur gritar "estúpido" desde su posición.
- Se te escoltará hasta el Nuevo Mundo, donde oficialmente comenzará tu busca y captura -sentenció-. Los Bajos Fondos de Water Seven serán desmantelados, y el control militar se ejercerá durante seis meses hasta manejar totalmente la situación, momento en el que se convocarán elecciones libres y democráticas para ostentar la alcaldía. No quiero saber si vuelves para presentarte, no quiero escuchar hablar de ti ni saber que se extienden tus hilos en el Bajo Mundo al otro lado del Red Line. No te lucrarás con drogas, ni traficando con armas para desestabilizar puntos calientes, ni Dios me libre comerciando con esclavos. -Acortó aún más la distancia entre ellos-. Si me entero de que comercias con esclavos te sacaré el corazón. Puedes tener tu pequeño ejército personal si te hace sentir más seguro, pero se ha acabado el crimen para ti mientras quieras tener la oportunidad de llevar a cabo tu plan. Porque si te separas por un momento del rumbo que dices tener, si cruzas la línea tan delicada que estás bordeando, si me entero de que vuelves a poner tu ego por encima de las vidas de los demás... -A su espalda la mesa estalló en millones de pedazos; no así la silla-. Pero nos vamos a llevar, bien, ¿verdad?
Una sonrisa maliciosa asomó a sus labios por un instante, y se sentó con la hoja desenvainada.
- La negociación termina aquí; tienes cinco minutos para decidirte.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El marine no solo se negó a aceptar sus términos, sino que hizo gala de una enorme falta de respeto hacia su persona y de una necesidad de llevar el protagonismo y aparentar que era quien llevaba la voz cantante que hizo que Thawne se preguntase si estaría acomplejado por algo. Finalmente lanzó un ultimátum que no solo no se movía lo más mínimo con respecto a su anterior oferta, sino que intentaba hacer gala de una supuesta superioridad moral al poner condiciones que ya de por sí eran sobreentendibles que el antiguo agente encontró realmente sobreactuada.
- Almirante, lamento decirle que no ha entendido, o no ha querido entender, nada de lo que le he dicho. Más aún, ha malinterpretado varios puntos de mi disertación. Además permítame comentarle que ese énfasis en elevar el tono de voz y exhibir su altura como si eso de algún modo le colocase moralmente por encima de mí dice muy poco acerca de su capacidad negociadora y de su talante. Se lo ruego, hágase un favor a sí mismo y retome esta conversación con la educación que se presupone a un hombres de su posición.
En ese momento el calvo hizo una pequeña pausa. El objetivo de sus palabras no era ni mucho menos enrabietar más al ya de por sí excesivamente crispado oficial, sino por el contrario hacerle ver que esa no era la manera de llevar las cosas. Fijó sus ojos, de aspecto ligeramente felino, en él y continuó:
- Estoy de acuerdo en el punto de que se me escolte al Nuevo Mundo, y en el de eliminar mi influencia de los bajos fondos de esta ciudad. Esos dos puntos entraban dentro de mi oferta. Ni qué decir tiene que las amenazas al respecto del comercio de armas, drogas y esclavos no eran en absoluto necesarias, además de que resulta presuntuoso pensar que podría arrancarme el corazón fácilmente. Precisamente si algo ha caracterizado a mi organización desde que yo asumí el mando ha sido el completo rechazo a contribuir a estas tres peligrosas industrias. No solo eso, sino que hemos logrado que los bajos fondos de Water Seven sean, desde hace ya más de un año, un lugar completamente libre de dichos negocios. Lo que, permítame decirlo, ha hecho de la ciudad un lugar mucho más seguro para sus habitantes. Pero claro, los criminales siempre somos los malos. Creo sinceramente que usted, Almirante, ve el mundo desde un prisma demasiado pequeño, lo que le impide darse cuenta de que hay otras formas de hacer las cosas que son diferentes a la suya pero que no por ello son necesariamente erróneas. Incluso puede que en ciertos aspectos sean mejores.
Sabía perfectamente que el Almirante no era ni mucho menos un necio y que, aunque en parte tener que negociar con quien él consideraba un criminal sin escrúpulos estaba acabando con su paciencia aquellos gritos y su fanfarronería eran hasta cierto punto fingidos. Si, había intentado hacer ver a quien estuviera alrededor que estaba por encima de forma bastante burda, pero también se trataba seguramente de un intento de provocarle y ver si su orgullo resultaba herido, impidiéndole pensar con claridad. Qué poco le conocía. Si bien era cierto que poseía un orgullo inmenso, no lo era menos que su capacidad para controlar al milímetro sus reacciones y actuar de la forma precisa en pos de un objetivo mayor eran aún más grandes. Y en aquellos momentos su objetivo final, la erradicación definitiva de los tenryuubitos, dependía en gran parte del desenlace de aquella negociación. Por lo que no pensaba caer en las trampas del militar.
- Como es lógico, Almirante, si deseo llevar a cabo finalmente el plan que usted antes ha sugerido, para ello tendré primero que aumentar mi influencia y extender mis redes en el Nuevo Mundo, y no es descartable que, teniendo en cuenta mi fama en estos momentos, usted escuche sobre ello. Lo que sí puedo hacer es prometerle, como muestra de buena voluntad, que los países y emplazamientos pertenecientes al Gobierno Mundial quedarán fuera de ellas en todo momento. Respetaré los límites en ese sentido, pues nada me empuja a causar mal alguno a las buenas gentes del Nuevo Mundo, igual que nada me empuja a hacerlo con las de este lado del Grand Line. Como ya le he dicho las armas, las drogas y los esclavos han estado siempre fuera de la ecuación para mí, desde el primer momento en que entré en contacto con el Bajo Mundo. Pero espero que no vea con malos ojos que usurpe territorios o negocios de otros señores del crimen, o incluso que acabe con alguno de ellos. Por el contrario, imagino que eso incluso sería provechoso para sus intereses. Acepto también que Water Seven quede temporalmente bajo control militar, así como no comunicárselo en el hipotético caso de que yo mismo o algún conocido se presentase a unas eventuales elecciones a la alcaldía. Cosa que no tendría por qué suceder, ya que si mis esfuerzos pasan a estar centrados en medrar en el Nuevo Mundo hasta conseguir el poder suficiente para llevar a cabo mi plan probablemente no dispondría del tiempo necesario para dirigir una ciudad como esta. Eso sí, debo decirle que he invertido de mi propio bolsillo mucho dinero en esta ciudad, incluyendo en el entrenamiento de hombres que la defendieran. Me gustaría llevarme esos hombres conmigo, además de los miembros de mi organización, pues han probado sobradamente ser leales a quien les formó en el arte del combate. Con estas condiciones estoy dispuesto a abandonar la ciudad junto a mis hombres y dejar que quede bajo control militar hasta que la Marina lo considere necesario. ¿Le parece razonable mi proposición, Almirante? Yo diría que es una muestra de mi buena fé y de que verdaderamente, en contra de la opinión que usted tiene de mí, me importan las buenas gentes de Water Seven.
El antiguo agente permaneció inmutable, mirando fijamente al oficial, en una postura aparentemente relajada pero preparado para reaccionar ante cualquier eventualidad. Al fin y al cabo, por muy razonable que fuese su proposición, el Almirante no dejaba de ser un soldado, y un soldado pocas veces es capaz de ver más allá de su deber.
- Almirante, lamento decirle que no ha entendido, o no ha querido entender, nada de lo que le he dicho. Más aún, ha malinterpretado varios puntos de mi disertación. Además permítame comentarle que ese énfasis en elevar el tono de voz y exhibir su altura como si eso de algún modo le colocase moralmente por encima de mí dice muy poco acerca de su capacidad negociadora y de su talante. Se lo ruego, hágase un favor a sí mismo y retome esta conversación con la educación que se presupone a un hombres de su posición.
En ese momento el calvo hizo una pequeña pausa. El objetivo de sus palabras no era ni mucho menos enrabietar más al ya de por sí excesivamente crispado oficial, sino por el contrario hacerle ver que esa no era la manera de llevar las cosas. Fijó sus ojos, de aspecto ligeramente felino, en él y continuó:
- Estoy de acuerdo en el punto de que se me escolte al Nuevo Mundo, y en el de eliminar mi influencia de los bajos fondos de esta ciudad. Esos dos puntos entraban dentro de mi oferta. Ni qué decir tiene que las amenazas al respecto del comercio de armas, drogas y esclavos no eran en absoluto necesarias, además de que resulta presuntuoso pensar que podría arrancarme el corazón fácilmente. Precisamente si algo ha caracterizado a mi organización desde que yo asumí el mando ha sido el completo rechazo a contribuir a estas tres peligrosas industrias. No solo eso, sino que hemos logrado que los bajos fondos de Water Seven sean, desde hace ya más de un año, un lugar completamente libre de dichos negocios. Lo que, permítame decirlo, ha hecho de la ciudad un lugar mucho más seguro para sus habitantes. Pero claro, los criminales siempre somos los malos. Creo sinceramente que usted, Almirante, ve el mundo desde un prisma demasiado pequeño, lo que le impide darse cuenta de que hay otras formas de hacer las cosas que son diferentes a la suya pero que no por ello son necesariamente erróneas. Incluso puede que en ciertos aspectos sean mejores.
Sabía perfectamente que el Almirante no era ni mucho menos un necio y que, aunque en parte tener que negociar con quien él consideraba un criminal sin escrúpulos estaba acabando con su paciencia aquellos gritos y su fanfarronería eran hasta cierto punto fingidos. Si, había intentado hacer ver a quien estuviera alrededor que estaba por encima de forma bastante burda, pero también se trataba seguramente de un intento de provocarle y ver si su orgullo resultaba herido, impidiéndole pensar con claridad. Qué poco le conocía. Si bien era cierto que poseía un orgullo inmenso, no lo era menos que su capacidad para controlar al milímetro sus reacciones y actuar de la forma precisa en pos de un objetivo mayor eran aún más grandes. Y en aquellos momentos su objetivo final, la erradicación definitiva de los tenryuubitos, dependía en gran parte del desenlace de aquella negociación. Por lo que no pensaba caer en las trampas del militar.
- Como es lógico, Almirante, si deseo llevar a cabo finalmente el plan que usted antes ha sugerido, para ello tendré primero que aumentar mi influencia y extender mis redes en el Nuevo Mundo, y no es descartable que, teniendo en cuenta mi fama en estos momentos, usted escuche sobre ello. Lo que sí puedo hacer es prometerle, como muestra de buena voluntad, que los países y emplazamientos pertenecientes al Gobierno Mundial quedarán fuera de ellas en todo momento. Respetaré los límites en ese sentido, pues nada me empuja a causar mal alguno a las buenas gentes del Nuevo Mundo, igual que nada me empuja a hacerlo con las de este lado del Grand Line. Como ya le he dicho las armas, las drogas y los esclavos han estado siempre fuera de la ecuación para mí, desde el primer momento en que entré en contacto con el Bajo Mundo. Pero espero que no vea con malos ojos que usurpe territorios o negocios de otros señores del crimen, o incluso que acabe con alguno de ellos. Por el contrario, imagino que eso incluso sería provechoso para sus intereses. Acepto también que Water Seven quede temporalmente bajo control militar, así como no comunicárselo en el hipotético caso de que yo mismo o algún conocido se presentase a unas eventuales elecciones a la alcaldía. Cosa que no tendría por qué suceder, ya que si mis esfuerzos pasan a estar centrados en medrar en el Nuevo Mundo hasta conseguir el poder suficiente para llevar a cabo mi plan probablemente no dispondría del tiempo necesario para dirigir una ciudad como esta. Eso sí, debo decirle que he invertido de mi propio bolsillo mucho dinero en esta ciudad, incluyendo en el entrenamiento de hombres que la defendieran. Me gustaría llevarme esos hombres conmigo, además de los miembros de mi organización, pues han probado sobradamente ser leales a quien les formó en el arte del combate. Con estas condiciones estoy dispuesto a abandonar la ciudad junto a mis hombres y dejar que quede bajo control militar hasta que la Marina lo considere necesario. ¿Le parece razonable mi proposición, Almirante? Yo diría que es una muestra de mi buena fé y de que verdaderamente, en contra de la opinión que usted tiene de mí, me importan las buenas gentes de Water Seven.
El antiguo agente permaneció inmutable, mirando fijamente al oficial, en una postura aparentemente relajada pero preparado para reaccionar ante cualquier eventualidad. Al fin y al cabo, por muy razonable que fuese su proposición, el Almirante no dejaba de ser un soldado, y un soldado pocas veces es capaz de ver más allá de su deber.
- ¿A cuánta gente has matado? -preguntó, apoyando ambas manos en la empuñadura de Fuego-. ¿A cuánta gente puedes decir que has salvado con ello? Debe ayudarte a dormir por las noches decirte a ti mismo que todo lo que has hecho es por el bien mayor: Usas criminales en tus filas por el bien mayor, asesinas a cientos de revolucionarios por el bien mayor... No te confundas, que seas un enano no me hace superior a ti; que seas un asesino egomaníaco y megalómano sí.
Reflexionó seriamente acerca de sus siguientes palabras antes de pronunciarlas. El pomo de su espada resultaba frío al rozarlo con la frente; era un alivio en cierto modo, porque cada vez más todo iba caldeándose sin remedio. Había hecho una oferta al criminal, una mucho mayor a la que podría soñar sus pocos superiores entendieran, y Thawne había tratado de estirarla hasta una posición totalmente favorable, la de hacer como si nada hubiese pasado y además utilizarlo como salvoconducto. Daba igual lo que quisiera hacer ver, ambos sabían que el más inteligente de los dos no era Al, pero aquello no lo convertía en estúpido: Por más palabras que utilizase, no iba a conseguir encerrarlo en un laberinto dialéctico.
- En ningún momento he sugerido ningún plan -se desdijo. Thawne tenía la mala costumbre de iniciar grabaciones en el momento menos oportuno y ya se la había jugado una vez; dos eran demasiadas-. Me importa poco lo que hayas invertido en esta ciudad, igual que a ti te importaba nada la vida de todos los soldados a los que has pretendido matar a sangre fría delante de mis narices. Es dinero sucio, obtenido de manera ilícita, y como tal no debería consentir que te lo llevases. -Hizo una pausa, mirándolo a los ojos todo el tiempo. No podía leer su mente, pero tenía vagas ideas sobre su personalidad solo con verlo; no podía predecir su comportamiento, pero podía predecir una pauta en sus acciones-. Pero eso nos lleva a otra problemática mayor: Estamos hablando de personas; y aunque las trates como objetos, haciéndome pensar que a tu corazón le sobran ya latidos, no son una moneda de cambio. Pero soy un hombre razonable, por lo que tras un estudio psiquiátrico y comprobar que no hayan sido sujetos de un lavado de cerebro, los que quieran seguirte serán libres de hacerlo. Y no te molestes en hablarme de lealtad o en lo difícil que sería sacarte el corazón, porque no me interesa; solo quiero que te vayas de aquí haciendo el menor ruido posible. -"O en una bolsa"-. De todos modos, recapitulemos y concretemos: Podrás recoger el efectivo que tengas en la isla y se abrirá camino hasta el Archipiélago Sabaody, donde nadie te perseguirá mientras no entres en los manglares controlados por el Gobierno Mundial. Cómo atravesar la Red Line es cosa totalmente tuya. Podrás llevarte a tus subordinados directos si ellos desean acompañarte, pero los soldados rasos de tu organización deben pasar antes un estudio psiquiátrico. Si desean ir contigo serán libres, y si no serán encerrados para cumplir sus penas correspondientes en el supuesto de que su mente no haya sido alterada. Una vez asentado en el Nuevo Mundo no quiero saber nada de ti, igual que no quiero ahora tus lecciones de moralidad alternativa. Si me entero de que tus negocios ilícitos incluyen drogas, armas o esclavos yo mismo iré a por ti, y aunque tenga que esforzarme los siete minutos que necesito para ocuparme de ti créeme que lo haré. Te encontraré aunque te disfraces, y ahórrate las bravatas porque no quiero escucharlas. Haz lo que quieras con tu nueva vida, y si todavía piensas que eres un pobre incomprendido recuerda que solo eres un Kurotora más bajito, calvo, con mucho más ego y un plan desperdiciado por treinta segundos de gloria. Tienes una hora para recoger tus cosas.
Se levantó del asiento y envainó la espada. Probablemente no tuviera que utilizarla, aunque cabía la posibilidad de que THawne se envalentonase en un último momento. Al fin y al cabo, nunca se podía saber qué acciones elegiría un animal herido. Por su parte dio la vuelta y volvió por donde había llegado: su trabajo ahí había concluido.
Reflexionó seriamente acerca de sus siguientes palabras antes de pronunciarlas. El pomo de su espada resultaba frío al rozarlo con la frente; era un alivio en cierto modo, porque cada vez más todo iba caldeándose sin remedio. Había hecho una oferta al criminal, una mucho mayor a la que podría soñar sus pocos superiores entendieran, y Thawne había tratado de estirarla hasta una posición totalmente favorable, la de hacer como si nada hubiese pasado y además utilizarlo como salvoconducto. Daba igual lo que quisiera hacer ver, ambos sabían que el más inteligente de los dos no era Al, pero aquello no lo convertía en estúpido: Por más palabras que utilizase, no iba a conseguir encerrarlo en un laberinto dialéctico.
- En ningún momento he sugerido ningún plan -se desdijo. Thawne tenía la mala costumbre de iniciar grabaciones en el momento menos oportuno y ya se la había jugado una vez; dos eran demasiadas-. Me importa poco lo que hayas invertido en esta ciudad, igual que a ti te importaba nada la vida de todos los soldados a los que has pretendido matar a sangre fría delante de mis narices. Es dinero sucio, obtenido de manera ilícita, y como tal no debería consentir que te lo llevases. -Hizo una pausa, mirándolo a los ojos todo el tiempo. No podía leer su mente, pero tenía vagas ideas sobre su personalidad solo con verlo; no podía predecir su comportamiento, pero podía predecir una pauta en sus acciones-. Pero eso nos lleva a otra problemática mayor: Estamos hablando de personas; y aunque las trates como objetos, haciéndome pensar que a tu corazón le sobran ya latidos, no son una moneda de cambio. Pero soy un hombre razonable, por lo que tras un estudio psiquiátrico y comprobar que no hayan sido sujetos de un lavado de cerebro, los que quieran seguirte serán libres de hacerlo. Y no te molestes en hablarme de lealtad o en lo difícil que sería sacarte el corazón, porque no me interesa; solo quiero que te vayas de aquí haciendo el menor ruido posible. -"O en una bolsa"-. De todos modos, recapitulemos y concretemos: Podrás recoger el efectivo que tengas en la isla y se abrirá camino hasta el Archipiélago Sabaody, donde nadie te perseguirá mientras no entres en los manglares controlados por el Gobierno Mundial. Cómo atravesar la Red Line es cosa totalmente tuya. Podrás llevarte a tus subordinados directos si ellos desean acompañarte, pero los soldados rasos de tu organización deben pasar antes un estudio psiquiátrico. Si desean ir contigo serán libres, y si no serán encerrados para cumplir sus penas correspondientes en el supuesto de que su mente no haya sido alterada. Una vez asentado en el Nuevo Mundo no quiero saber nada de ti, igual que no quiero ahora tus lecciones de moralidad alternativa. Si me entero de que tus negocios ilícitos incluyen drogas, armas o esclavos yo mismo iré a por ti, y aunque tenga que esforzarme los siete minutos que necesito para ocuparme de ti créeme que lo haré. Te encontraré aunque te disfraces, y ahórrate las bravatas porque no quiero escucharlas. Haz lo que quieras con tu nueva vida, y si todavía piensas que eres un pobre incomprendido recuerda que solo eres un Kurotora más bajito, calvo, con mucho más ego y un plan desperdiciado por treinta segundos de gloria. Tienes una hora para recoger tus cosas.
Se levantó del asiento y envainó la espada. Probablemente no tuviera que utilizarla, aunque cabía la posibilidad de que THawne se envalentonase en un último momento. Al fin y al cabo, nunca se podía saber qué acciones elegiría un animal herido. Por su parte dio la vuelta y volvió por donde había llegado: su trabajo ahí había concluido.
AEG93
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pese a continuar hablando de forma petulante e irritante probablemente a propósito para intentar sacarle de quicio, las palabras del Almirante fueron en aquella ocasión sensatas, o al menos en su mayoría. Negando haber insinuado nada anteriormente, probablemente ante la duda de que el antiguo agente estuviese de nuevo grabando la conversación, aceptó las condiciones solicitadas por el calvo con la imposición de una pequeña cláusula: que sus hombres, a excepción de sus oficiales, fuesen sometidos a un examen psiquiátrico. Seguramente el Almirante sospechara que tal vez hubiese influido en sus mentes mediante los poderes de su akuma, cosa que se encontraba más lejos imposible de la realidad. Además, realizar un examen psicológico a los trescientos hombres que componían originalmente Hebi no Kiba más los cuatrocientos soldados que habían entrenado en la ciudad era una tarea larga, ardua y seguramente costosa. Sus subordinados odiarían tener que someterse a ello, pero si era lo único que el Gobierno Mundial, representado por el Almirante Koneko, exigía... debía aceptar, por el bien de sus planes futuros:
- De acuerdo, Almirante. Si están dispuestos a gastar la cantidad de tiempo, esfuerzo y recursos que exige realizar un examen psiquiátrico a setecientas personas y eso es lo único que nos separa de alcanzar un acuerdo y que las pobres gentes de Water Seven puedan continuar con su vida en paz no seré yo quien me oponga. Eso sí, le advierto que a mis hombres seguramente no les haga demasiada gracia. No tema, comprobará que ninguno de ellos ha sido manipulado por mí, si eso es lo que le preocupa. Todos y cada uno de mis subordinados me siguen porque creen en mí como un líder capaz de ayudarles a conseguir una vida mejor, no porque haya jugado con sus mentes.
Miró una vez más al militar, que se había dado la vuelta y ya se alejaba, dando por sentado que la negociación había concluido satisfactoriamente para ambas partes. Finalmente, usando su vínculo telepático para que solo él pudiese escucharle, le dirigió unas últimas palabras:
- Pese a sus constantes, e inútiles, intentos por ponerme nervioso y herir mi orgullo he de reconocer que ha sido agradable parlamentar con alguien que no es un radical de la justicia absoluta ni un creyente ciego de la propaganda del Gobierno Mundial. Sé que no es fácil ver que alguien considerado un criminal puede tener unos objetivos loables, y mucho menos arriesgarse a fallar en dicha creencia, pero permítame decirle que hoy ha obrado bien, Almirante. Las buenas gentes de la ciudad podrán volver a vivir en paz y el mundo está un paso más cerca de alcanzar la libertad. Un saludo, y espero sinceramente que le vaya bien. Tendrá noticias mías en el futuro.
Y dicho esto el antiguo agente también se alejó del lugar de reunión, dirigiéndose nuevamente hacia su mansión. Debía explicar a sus hombres las condiciones acordadas y ordenar el alto el fuego. Tendría también que hacerles ver que si el Gobierno se empeñaba deberían pasar ese examen psicológico, cosa que no sería sencilla. Pero bueno, al fin y al cabo la negociación había sido un éxito y, aunque perdiese el control de Water Seven, conservaría todo lo demás y tendría vía libre para dirigirse al Nuevo Mundo habiendo ganado, posiblemente, un poderoso aliado. Nunca le ayudaría directamente, claro, pero si podía fiarse de su palabra (y su intuición de psicólogo experto le decía que así era) el Almirante no se opondría a él cuando llegase el momento de la verdad y procuraría que sus hombres tampoco lo hiciesen. Y eso era mucho más valioso para él, y para el destino del mundo, que la posesión de una ciudad.
- De acuerdo, Almirante. Si están dispuestos a gastar la cantidad de tiempo, esfuerzo y recursos que exige realizar un examen psiquiátrico a setecientas personas y eso es lo único que nos separa de alcanzar un acuerdo y que las pobres gentes de Water Seven puedan continuar con su vida en paz no seré yo quien me oponga. Eso sí, le advierto que a mis hombres seguramente no les haga demasiada gracia. No tema, comprobará que ninguno de ellos ha sido manipulado por mí, si eso es lo que le preocupa. Todos y cada uno de mis subordinados me siguen porque creen en mí como un líder capaz de ayudarles a conseguir una vida mejor, no porque haya jugado con sus mentes.
Miró una vez más al militar, que se había dado la vuelta y ya se alejaba, dando por sentado que la negociación había concluido satisfactoriamente para ambas partes. Finalmente, usando su vínculo telepático para que solo él pudiese escucharle, le dirigió unas últimas palabras:
- Pese a sus constantes, e inútiles, intentos por ponerme nervioso y herir mi orgullo he de reconocer que ha sido agradable parlamentar con alguien que no es un radical de la justicia absoluta ni un creyente ciego de la propaganda del Gobierno Mundial. Sé que no es fácil ver que alguien considerado un criminal puede tener unos objetivos loables, y mucho menos arriesgarse a fallar en dicha creencia, pero permítame decirle que hoy ha obrado bien, Almirante. Las buenas gentes de la ciudad podrán volver a vivir en paz y el mundo está un paso más cerca de alcanzar la libertad. Un saludo, y espero sinceramente que le vaya bien. Tendrá noticias mías en el futuro.
Y dicho esto el antiguo agente también se alejó del lugar de reunión, dirigiéndose nuevamente hacia su mansión. Debía explicar a sus hombres las condiciones acordadas y ordenar el alto el fuego. Tendría también que hacerles ver que si el Gobierno se empeñaba deberían pasar ese examen psicológico, cosa que no sería sencilla. Pero bueno, al fin y al cabo la negociación había sido un éxito y, aunque perdiese el control de Water Seven, conservaría todo lo demás y tendría vía libre para dirigirse al Nuevo Mundo habiendo ganado, posiblemente, un poderoso aliado. Nunca le ayudaría directamente, claro, pero si podía fiarse de su palabra (y su intuición de psicólogo experto le decía que así era) el Almirante no se opondría a él cuando llegase el momento de la verdad y procuraría que sus hombres tampoco lo hiciesen. Y eso era mucho más valioso para él, y para el destino del mundo, que la posesión de una ciudad.
- Cosillas:
- Mis hombres son, sin contar a mis cinco oficiales: 300 NPC morralla de Hebi no Kiba más 200 asesinos de nivel 50 y 200 espadachines de nivel 50 entrenados en Water Seven. Además en la ciudad poseo 112 millones de berries (14 millones de beneficios mensuales desde abril a noviembre, ambos inclusive, por los edificios construidos), más los 60 millones por los beneficios de Hebi no Kiba de septiembre, octubre y noviembre que aún me faltan por cobrar.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.