Encuentro en el Erebus [Meneror y Nassor]

Hacía poco tiempo que habían constituido el Erebus como un punto neutral para piratas y hecho correr el mensaje entre diferentes bandas, enviando vivre cards de uno de los oficiales para que supieran cómo localizarlo. De momento había ido todo sin problemas y lentamente estaba empezando a organizarse. La Plaza de la Cerveza había sido la que más rápidamente había crecido (al fin y al cabo, allá donde había piratas, había alcohol). Para intentar ganar algo de financiación, su propia banda había levantado un establecimiento permanente donde se vendían diferentes alcoholes y comidas y se alquilaban habitaciones. Vamos, lo que venía siendo una posada. La habían bautizado como "El venado rojo", en una pequeña broma de Roger hacia Nassor.

El venado rojo estaba dividido en una zona de bar, un comedor y una sala común, además de las habitaciones del piso superior. En la sala tenían una mesa más grande en un altillo reservada para la tripulación. Además había un escenario donde un hombre tocaba la pianola y unas mujeres bailaban. En aquel momento Nassor no les prestaba atención. Miraba el aire bebiendo su taza de té de media tarde, perdido en sus pensamientos. No tenía muy claro cuál sería su siguiente paso; quería lograr que Jigoku no Kaizoku recuperase el prestigio que merecía. Pero la mayor parte de los oficiales habían desaparecido sin dejar rastro o se habían unido a otras bandas. Sólo quedaban a su lado Noah y Roger de la plantilla original, además de Taito, que se pasaba a menudo a echarles una mano.

Necesitaban aliados. Aliados y nuevos oficiales. Gente fuerte y confiable. Debía coger el Pandora e irse de nuevo al comienzo de Paraíso, recorrer una ruta y reclutar por el camino a compañeros nuevos que estuvieran interesados en ser sus aliados. Ahora mismo tenían a bastante gente, pero eran casi todo piratas normales, reclutas y grumetes a los que como mucho podía confiar para llevar sus barcos y manejar la artillería. Pero si quería continuar con el legado de Syxel y hacerle justicia, tenía que ser más ambicioso. Con dos oficiales superiores no iba a llegar a ningún lado; ni siquiera le daba para tener hombres de confianza en toda la flota a la vez. Taito, un hombre muy alto de pelo rubio intenso, se le acercó:

- Nassor, alguien quiere hablar contigo. Se hace llamar "sir Meneror."

El pelirrojo simplemente le dirigió una mirada, a lo que Taito añadió - No es un pirata. Es un hombre de negocios.

- Hazle pasar.

Podría llamar a aquel lugar el nuevo "Heaven" sino fuera porque toda la escoria de los mares estaba de visita por aquel lugar. Si bien era un punto de encuentro ,también era un punto sin filtro donde la morralla entraba sin ton ni son. Pero los negocios son los negocios y a mis pequeños oídos había llegado la noticia de que el propio Nassor estaba por allí, en una taberna llamada " El venado rojo". No desmerecía en absoluto el poder hablar con alguien con  320.000.000 por su cabeza y que fue "nombrado" "Supernova" hace dos años cuando lideró la flota pirata contra la Marina en Gray Rock y adoptó el nombre Shikanari Rojo. Una persona así quizás podría ayudarme con mis proyectos en la isla de Toussaint, la cual, quería que estuviera bajo mi dirección.


Entré en aquel establecimiento portando mi habitual puro en la boca mientras miraba con desdén a todo lo que se me presentaba por delante de mi línea de visión. Me acerqué a la zona del comedor para ver si podía comer algo decente, pues había llegado a aquel lugar hace horas y no me había parado a comer nada. No tardé mucho en tomar asiento y pedir un Chateau di Lyonnais y un chuletón poco hecho mientras leía el periódico que había sobre la mesa y pregunté al camarero por Nassor, el cual me redirigió a un tipo de pelo rubio intenso. Este dijo que iría a avisarlo, y poco después,  me hicieron pasar.

Cuando llegué frente a Nassor la primera impresión fue bastante buena por mi parte. Aquel tipo tenía estilo en la decoración y ,esperaba, que clase también.

-Saludos Sr. Nassor, le agradezco que haya aceptado verme, ha sido un viaje largo y me las temía el no ser recibido por vos- dije acercándome a él pero manteniendo una distancia de "respeto". - Espero no haberle importunado con mi llegada.

Me quedé mirándole mientras mantenía el puro en la boca y mi garfio oculto tras mi abrigo negro. Sabía que no tenía nada que hacer contra él, así que de buenas a primeras lo mejor era ser cordial.

Meneror resultó ser un hombre alto, fuerte de cuerpo y ancho de hombros. Era de mediana edad y se notaba que no era un hombre de negocios cualquiera; bastaba un vistazo a la cicatriz de su cara para saber que tenía experiencia en combate. Si no fuese por su ropa cara y elegante podría haber pasado perfectamente por capitán pirata. Incluso podría parecerlo si se pusiera alguna concesión a la piratería como un sombrero clásico de capitán, o una ropa más cómoda para un marinero que el pesado abrigo de piel que llevaba. Cuando le saludó, arrugó muy ligeramente el entrecejo. No le molestaba del todo que la gente se saltara el protocolo, había cosas más importantes en la vida, pero era evidente que él era una persona de la clase que le daban importancia. Además de que tenía que marcar un poco la posición de cada uno. La gente tenía que saber con quién estaban tratando, debía asegurarse si quería que el nombre de Jigoku no Kaizoku fuese respetado de nuevo.

- Capitán Nassor - le corrigió, severo pero sin acritud - Por favor, tome asiento, sir Meneror. Taito, pásate por la barra y diles que un camarero se pase a tomar nota.

El rubio le miró por un momento, pero no desobedeció la orden a pesar de no ser de la tripulación, sino un aliado. Sabía que Nassor normalmente no las daba sin un buen motivo y que tenía en cuenta ese detalle. Tenían que dar la apariencia correcta. El pelirrojo entrecruzó sus dedos y observó al hombre con atención. No había oído hablar de él antes, aunque era indudablemente una persona adinerada. ¿Por qué acudiría a él? ¿Querría montar un negocio en el barco? Era lo que había pensado inicialmente, pero una persona con su aura... no creía que fuese por lo que estaba ahí. Algo le decía que ese hombre no se contentaría con algo tan nimio. Además, decía haber venido de muy lejos para hablar con él.

- Supongo que un hombre como usted viene con una oferta. Estaré dispuesto a oírle y meditarla siempre que sea digna de mi tiempo.

A su lado se escuchó un gruñido y de entre las sombras de la habitación salió un imponente guepardo tan grande como un oso. Era Kilah, su amiga y mascota. Se acercó al pelirrojo con un ronroneo grave y profundo, y frotó su cabeza contra el brazo de este. Nassor apoyó la mano en la cabeza del animal y le rascó detrás de las orejas sin apartar los ojos de su visitante. La mirada del capitán era penetrante y escrutadora, y su rostro totalmente impasible. En ese momento llegó una camarera joven, rubia. A pesar de que se sentía evidentemente intimidada por el animal, se comportó de manera adecuada y controló su miedo, hablando con voz clara y tratando de ignorar a la guepardo.

- ¿Qué puedo servirles?

- Té negro, earl grey. Solo.

Sin duda alguna aquel hombre cortaba el bacalao de una manera la mar de curiosa. Era indudable su autoridad en aquel lugar y que no se andaba con chiquitas a la hora de dar órdenes. Obedeciendo su orden de una manera voluntaria tomé asiento frente a él sin quitarle la vista de encima. Cogí el habano de mi boca y di una pequeña calada al aire antes de pronunciar palabra alguna sin darle demasiada importancia a su "puntilla" de decirme que era capitán.

-Si no fuera digna bien podéis haceros la idea de que no estaría por estos lares...capitán. He venido de lejos con un proyecto que necesita tanto "patrocinadores" como suministros, navíos y porqué no decirlo...sobornos. Tengo en mente una pequeña empresa que me gustaría compartir con vos. ¿Conocéis la isla de Toussaint? Una roca ahora abandonada por el tiempo y la maleza...conocido lugar de paso de bandidos y maleantes que no hacen más que emborracharse y mear en las viejas ruinas del lugar.

Exhalé un poco de humo nuevamente antes de continuar con el discurso.

-Pretendo tomar la isla y establecer un pequeño emporio donde piratas de todos los lugares puedan "comerciar" beber y divertirse ajenos a las miradas del Gobierno Mundia, un pequeño "Heaven" podría decirse. Pero tal tarea requiere de recursos, hombres...y dineros. Y creo que vos sois la persona que puede ayudarme a tal empresa.

Tras decir aquello sin quitar vista a Nassor respondí al camarero.

-Wisky, reserva a poder ser...

Cogí el habano entre los dedos de mi mano mientras daba el toque final al discurso.

-Y estoy seguro de que os preguntaréis el porqué ibais vos a querer participar en tal cosa teniendo lo que ya tenéis...bueno, digamos que si los negocios se hacen sin " agitar la colmena" mejor para todos ¿no?. Quizás os venga bien un puerto "franco" menor que pueda abasteceros a coste cero de lo que necesitéis para vuestras futuras empresas. No sé si me entendéis...vos me ayudáis a mi y yo os ayudo a vos.

La oferta sonaba bien, pero a la vez era demasiado... ambigua. Le ofrecía ayudarle a participar en la creación de un puerto franco donde podrían reabastecerse de víveres y municiones. Además sería un lugar donde los piratas podrían reunirse a beber y descansar, al estilo de la famosa Mock Town. Pero no especificaba cuál era la ayuda que tenía pensado que aportaba. No daba muchos datos. Era evidente que debía estar guardándolos para cuando supiese que contaba con su ayuda, pero no iba a meterse en una empresa sin saber más. Además, ¿aquello no era exactamente lo que estaban haciendo en el Erebus? Entrelazó los dedos y lo miró con seriedad.

- Y, ¿no ha pensado en que un puerto así le haría competencia al Erebus?

Le sostuvo la mirada, evaluando su reacción. No pensaba realmente que fuera el caso, pero quería medir el talante de Meneror. Conocer su forma de pensar y de reaccionar a aquella clase de respuestas le permitiría establecer hasta qué punto era viable establecer una relación de negocios con ese hombre. Al fin y al cabo, no quería tener que ver con un hombre poco razonable o colérico. En cualquier caso, tras medir su reacción a continuación continuaría su disertación:

- Seamos claros, sir Meneror. La oferta puede sonar tentadora, pero aún no sé qué espera de mí y mis hombres en esta tarea. ¿Fuerza humana? ¿Protección? Dudo que sea dinero. Puedo decir por su aspecto que es usted un hombre de fortuna.

Imaginaba que probablemente esperaba hacer uso de su flota para transportar las herramientas y mano de obra necesaria para la construcción del puerto, así como de su gente para protegerlo hasta que estuviese terminado y para que luego extendieran la palabra. Sin embargo no había llegado hasta donde estaba haciendo suposiciones. Prefería trabajar con hechos y sabiendo en lo que se metía. Y hablando de eso, aún tenía que dejar claro un punto. Aunque estaba dispuesto a ser muy flexible en los términos del trato y negociar, a pesar de que evidentemente procuraría sacar beneficio para los suyos, había un asunto en el que no pensaba ceder:

- De todos modos, tengo una única condición innegociable. Si la considera inapropiada o fuera de lugar, puede levantarse e irse. Si está de acuerdo en respetarla, negociaremos como hombres y podremos llegar a un trato - le sostuvo la mirada unos segundos antes de continuar, pasando a hablarle tuteándolo y en un tono menos calmado que antes, más serio - No habrá compraventa de esclavos en la isla. Ni se tolerará la esclavitud. En Toussaint sólo habrá hombres libres, y todo el que entre en la isla será considerado como tal. Esa es mi condición innegociable para convertirte en señor de la isla. Si la respetas, gozarás de la protección de mi gente.

Parecía que la fama de aquel tipo estaba totalmente justificada, y eso no me agradaba en absoluto. Este tipo no era un timorato cualquiera al que pudiera enseñárselo tan fácilmente con propuestas de oro y fortuna. Bien era cierto que Toussaint una vez estuviera en la cúspide de su desarrollo  podría competir con Erebus de una manera "indirecta", sin embargo no era tal mi objetivo. Exhalé un poco de humo por la boca hacia el techo antes de responderle.

-Bien hacéis en dudar y exponer que mi isla sería de modo alguno una "amenaza" para Erebus, sin embargo no está en mi afán que así sea. ¿Acaso iba a dar la espalda a quién ha hecho posible mi crecimiento? Soy un hombre de negocios...no un necio. Profesad lealtad y yo haré lo mismo con vos.

No pretendía que le mensaje calase de golpe, ni pretendía meterle mi empresa por los ojos a aquel hombre. Su mirada era penetrante...y por una vez en mi vida comencé a notar que estaba ante un igual, no en poder, pero si en astucia.

-¿Dinero? Para nada Señor, pues solo necesito mano de obra que bien podría pagar yo mismo, pero creo que podríais "prestarme" dicha mano de obra con ciertos beneficios por mi parte para vos. Estoy seguro que vos apreciaréis más mi dinero si lo gasto en compraros suministros a vos que comrpándolos yo a otro proveedor ¿no?. Os lo pongo más fácil, mi empresa es legal a todas luces. Acudí a vos porque podéis garantizarme lo que llamaríamos, no sé...una protección de principiante. Yo a cambio os daría asilo y mantendría un comercio fluido entre Erebus y Toussaint sin levantar sospechas que pudieran atraer "miradas gubernamentales" innecesarias.Estoy seguro que a pesar de tener todo lo que tenéis, apreciáis la calma y tranquilidad de una transacción que no se vea enturbiada por terceros ¿no?.

A pesar de mi discurso Nassor impuso una de sus condiciones inegociables que era la prohibición de esclavos. Ciertamente era un negocio muy rentable para gente de poco "char" y yo por el momento me consideraba un caballero, por lo que no habría problema alguno en aceptar esa nimiedad. Así que con una leve sonrisa mientras mantenía el puro en la mano le respondí:

-Capitán, en el paraíso que pretendo crear solo hay hombres libres. Un lugar donde el código de caballería se impondrá al igual que las buenas acciones. Soy un caballero ante todo, y quien ose hacer en mi isla prácticas de tal calibre, será ejecutado o desterrado...tenedlo presente. Ni un solo esclavo entrará en mi isla. ¿Que decís?

-

Nassor se frotó la barbilla. En general parecía que era un negocio en el que podrían entrar. Sin embargo era evidente que estaba ante un hombre calculador y cuidadoso; tenía que ser muy cuidadoso si no quería acabar metido de lleno en la boca del lobo. Echó de menos a Syxel. De estar allí el pirata es probable que se hubiese decidido fácilmente, tal vez incluso confiado con mayor facilidad en aquel hombre. Pero precisamente por eso él y Syxel habían hecho buen equipo. Su capitán era una persona confiada pero contaba con el don de la palabra, mientras que él era desconfiado y astuto, pero nunca había sido muy dado a relacionarse con otros. Así que ahí donde Syxel habría aceptado a la primera contaría con su consejo. Pero además, aún cuando el viejo pirata los arrastraba a una aventura alocada y con amplios riesgos, el pelirrojo siempre había contado con la confianza de que estarían juntos para luchar espalda contra espalda contra cualquier riesgo que pudiera venirles encima. En cambio, ahora, estaba solo.

- Veo que tiene un plan ya en mente. Sin embargo, espero que entienda que mis hombres no son albañiles. Usted mismo tendrá que contratar gente para hacer las obras correspondientes e instalaciones en la isla. Durante las operaciones, mi gente les protegerá y colaborará trayendo suministros con nuestra flota.

En ese momento llegó la camarera y les sirvió el whisky y el té. Nassor aprovechó y la miró directamente - Llama a DuLac. Que traiga papel, tinta y pluma - Al poco apareció por ahí un hombre fornido, con barba ligeramente canosa y gafas redondas. A una orden de Nassor se sentó y empezó a redactar un contrato. En general especificaba lo que ya habían hablado: Jigoku no Kaizoku colaboraría en la construcción del puerto, llevaría suministros y proporcionaría protección activamente. Tras la construcción, tomaría el puerto bajo su protección y si alguien lo amenazaba acudirían. Meneror, por su parte, una vez concluido el puerto se aseguraría de que la banda siempre contase con un refugio allí y recibiese provisiones y equipamiento para sus barcos cuando pasasen: pólvora, balas de cañón, brea, tela, cabos... Además fomentaría el comercio entre Toussaint y el Erebus mediante el envío trimestral de un navío con productos de comercio. Pero además, Nassor añadió un par de cláusulas.

- Durante la construcción, usted pagará una tercera parte de la comida de mi gente presente en la isla. Además si en algún momento rompe alguna de las cláusulas del contrato, deberá pagarnos cuarenta millones de berries, y nosotros seremos libres de darlo por concluido. Si todo está correcto, podemos pasar a la firma.

Las palabras de Nassor no pudieron ser más acertadas. Parecía que la cosa iba a salir bien y que no tendríamos problema alguno de entendimiento entre ambas parte, y eso me tranquilizaba. Parecía también que las facilidades superaban a los inconvenientes que él me pudiera dar. Exhalé un poco de humo por la boca antes de responder:

-Yo mismo costearé el precio de los obreros y me encargaré de las obras pertienentes siempre y cuando puedan trabajar tranquilos y seguros. Si vos decís garantizar su protección, lo asumiré como una verdad.

No tardaron en hacerse aquellas palabras permanentes sobre un papel y tinta a través de uno de los hombres de Nassor. Me dispuse a leer lo que se había redactado, agarrando con mi mano el papel y dejando mostrar mi garfio dorado sobre la mesa.

-Acepto estas condiciones- dije cogiendo asintiendo con la cabeza para disponerme a firmar, pero parándome en el acto al escuchar la última cláusula.

-Siempre que colaboren con las tareas, ninguna vianda o bebida les ha de faltar, pero debo discrepar en un asunto. De romperse alguna cláusula,y los dioses no lo quieran, pagaré 30 millones y no más. Y esta cláusula es aplicable a vos también. Como debe entender, la inversión y gastos es algo que me hace detenerme en el valor de cada moneda que gasto y que asumo yo a cambio de una simple protección. Si estamos de acuerdo con mi contrapunto...firmemos.

Se fijó en el imponente garfio dorado, que hasta ahora había estado oculto en el interior de su ropa. ¿Hombre de negocios? Tenía más pinta de pirata que él mismo. Estaba claro que aquel hombre era ducho en combate. Ahora que veía ese garfio en conjunto con sus cicatrices y su físico musculoso y corpulento le quedaba muy claro. No es que eso fuese a ser un problema para sus negocios, pero convendría tenerlo muy en cuenta. Cuando escuchó su contraoferta, entrecerró los ojos y permaneció en silencio durante unos segundos, pensando. Treinta millones seguía siendo dinero, y dado que ellos no pensaban incumplir, no tenía problemas en aceptar.

- De acuerdo - dijo, haciendo gesto afirmativo a DuLac para que añadiera la condición - Firmemos.

Firmó con su nombre completo con un trazo elegante, añadiendo bajo este su apodo de batalla: el Shikanari Rojo. Le había gustado ese nombre, y lo portaba con orgullo y honor. Tras eso le pasó el contrato de vuelta a Meneror y le tendió la pluma. Cogió su té y empezó a beberlo mientras este comprobaba que todo estaba en orden y firmaba. Un pequeño detalle del contrato era que estaba expuesto de manera que las partes fuesen "Jigoku no Kaizoku" y "Meneror". De esa manera aunque el capitán variase (si por ejemplo él moría o si Syxel retornaba), su sucesor podría seguir aprovechando el contrato. DuLac terminó entonces la segunda copia del contrato y se la tendió al capitán.

- Firmad también aquí. Así cada uno tendrá una copia. Como comprobará pone exactamente lo mismo, palabra por palabra - dijo Nassor tras firmar también en la copia.

Parecía que el trato había sido cerrado con tinta al final. Había dado  el primer paso hacia la toma de Toussaint, y dentro de poco me haría falta la protección de aquel hombre. Todavía no tenía los caudales necesarios para mi empresa, al menos no todos los necesarios para completar la obra. Al menos había quedado satisfecho con el intercambio que ahora habíamos firmado...pero ahora ¿que tocaba?. Quizás el señor Nassor tuviera algo que decirme, de no ser así podríamos dar el negocio por zanjado, al fin y al cabo los negocios breves y directos son mejor que la palabrería más inútil.

Dando un último vistazo a la "copia" asentí al igual que antes y firmé sobre el papel. Tras hacerlo entregué la pluma al compañero de Nassor y cogí la  copia arrastrándola por la mesa con la punta del garfio, mientras que retomaba el habano con la mano.

-Sin lugar a dudas esto nos beneficiará a ambos señor Nassor. Os prometo que no os arrepentiréis de tal trato y que tendréis noticias de mi pronto, a no ser claro está, que deseéis hablar de algo conmigo. Como hombre de negocios estoy un tanto..."solicitado", e imagino que vos también ¿no?

Había quedado sumamente complacido y ahora el único problema que me venía a la cabeza era la financiación "irregular" que tenía pensado hacer para construir los edificios básicos en Toussaint. Quizás un negocio de compra venta de armas, drogas, alcohol o cualquiera otra minucia me permitiría sacar dinero rápido para tal propósito.

Asintió con la cabeza ante la pregunta de Meneror. Tenía más cosas que hacer, y con aquello podían dar por concluida la reunión. Ya habían dejado claras las condiciones y firmado el contrato. Todo lo que quedaba por delante era esperar a que aquel hombre les diese la señal para acudir a la isla.

- Estaremos esperando. DuLac le entregará nuestro número de Den Den Mushi. Y por favor, consiga un eternal pose de la isla y envíenoslo en cuanto le sea posible. Buenas tardes, sir Meneror.

Con la despedida dio por concluida la conversación y volvió a centrar su atención en la taza de té. DuLac se acercó a Meneror y le tendió el papel con el número. Por su parte, Nassor se puso a acariciar distraídamente la cabeza de Kilah, mientras pensaba en sus asuntos. Esperaba sacar buenos beneficios de aquel local... iban a necesitar dinero para afrontar una posible ruptura de aquel pacto, aunque aún tenía algunas reservas que Syxel había dejado. De todos modos dado que no pretendía romper las condiciones del contrato, no esperaba que tuviesen que pagar la cláusula de ruptura... salvo que Meneror jugase sucio. Pero en ese caso simplemente no pagarían. Al fin y al cabo, eran piratas. ¿Qué iba a hacer? ¿Llamar a la Marina?

Alea iacta est. Podría decirse que todo había salido a pedir de boca y que las cosas por fin iban a acabar bien para mi. Podría alzar una isla fuerte y poderosa en unos años si todo salía tal y como estaba previsto. Un paraíso que incluso competiría con la propia Dressrosa. A pesar de todo no me fiaba de las buenas intenciones de Nassor, al fin y al cabo todos somos hombres de negocios...y algunos tenemos que dejarlo claro cada cierto tiempo.

Asentí al comentario de Nassor mientras me levantaba de mi silla sin quitarme el habano de la mano ¿era infinito aquello? Por supuesto.

-Bien, me encargaré de hacer los preparativos convenientes- dije mientras atendía a Dulac que me entregaba una nota con un número den den den mushi y la guardaba en mi pechera - Me encargaré de enviároslo por uno de mis hombres en cuanto tenga la ocasión. Buenas tardes para vos también, capitán.

Tras decir aquello volví sobre mis talones y me fui alejando del lugar hasta salir del recinto. Una vez fuera del local, uno de mis hombres que estaba esperando apoyado contra una de las columnas del local se dirigió a mi.

-¿Ha aceptado jefe?.

Me quedé mirándole con una leve sonrisa.

- Es un hombre fuerte del que debemos cuidarnos, pero si ha aceptado...de forma sumamente fácil- dije manteniendo la sonrisa antes de irme con aquel hombre calle abajo.