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Lilith Blair
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Preguntas sin respuesta y acciones que vienen seguidas de las mismas. Respuestas a preguntas que no han sido realizadas, es curioso ¿verdad? absurdo incluso. Así es como Lilith había descubierto que además de sus prostíbulos en Arabasta había un antro donde vendían y compraban a chiquillas y a otros esclavos para hacer con ellos verdaderas atrocidades. Se preguntaba si era necesaria toda aquella barbarie, pero después recordaba el tipo de gente que había en el mundo y encontraba las respuestas a aquellas preguntas que no quería hacerse. Suspirando tomó entonces una decisión, se encargaría de acabar con aquel tugurio de mala muerte y "rescatar" de alguna forma a las personas que pudiera haber en el en aquel momento.
Mando a Leo a que preparara todo lo necesario para la operación, sus chicas y sus guardias debían estar preparados. Ella también iría aunque como acostumbraba se quedaría fuera, lo suficientemente lejos para que nadie pudiera reconocer su rostro o cualquier otra cosa parecida aunque algo dejarían por supuesto, la marca de la flor y la mariposa que siempre la acompañaba. Después de todo, esos desgraciados debían saber quien les había arruinado sus negocios turbios y se había quedado con ellos. Lilith estaba preparada y aquella noche mientras todo transcurría de forma normal, saldría junto a su precioso lobo y montaría en un coche completamente negro para acudir al lugar que pronto sería tomado por sus muchachos.
Desde fuera, veía como transcurrían los sucesos y una vez que todos estuvieron neutralizados por decirlo de algún modo la madame bajo del coche con ayuda de su guardaespaldas y líder de seguridad y entraría en el local donde ya había grabado en la pared su simbolo. Una sonrisa leve adorno sus labios y entonces miro a Leo — imagino que están en el sótano, ¿no? — Leo asintió y la acompaño hasta una puerta escondida que permitía bajar al piso de abajo donde tenían a la gente secuestrada y donde hacían las barbaridades que ya mencionamos anteriormente. Habitaciones horribles y sucias con ninguna medida sanitaria donde se imaginaba que abusaban de las chicas y los esclavos y los hacían trabajar.
Se sintió indignada y asqueada al ver todo aquello — llevadlos al local principal, por la puerta trasera escondida, encargaos de que coman y beban y ayudarles a que se aseen, después iré a hablar con ellos, recordad, tratarlos con delicadeza — sus muchachos asintieron y no tardaron mucho en hacer lo que ella había pedido llevándose a todos los presentes. — Mi señora, hemos encontrado una habitación separada, parece que mantienen allí a alguien un poco más especial aunque aún no hemos abierto, estamos buscando la llave — al escuchar aquellas palabras frunció un poco el ceño — encontrad la llave y abrir esa puerta, vamos a ver de quien se trata. — Tras sus palabras Leo fue a interrogar al "líder" de aquella banda y tras encontrar la llave ambos fueron hasta la puerta y abrieron encontrándose con un señor que estaba dando vueltas por la habitación con un libro entre las manos leyendo tranquilamente. Leo no tardo mucho en adoptar una pose de batalla para proteger a su señora mientras la mujer miraba con cierta curiosidad a aquel hombre — Y tú... ¿quien eres?... — esas fueron las únicas, simples, suaves y delicadas palabras que salieron de los labios de la mujer.
Mando a Leo a que preparara todo lo necesario para la operación, sus chicas y sus guardias debían estar preparados. Ella también iría aunque como acostumbraba se quedaría fuera, lo suficientemente lejos para que nadie pudiera reconocer su rostro o cualquier otra cosa parecida aunque algo dejarían por supuesto, la marca de la flor y la mariposa que siempre la acompañaba. Después de todo, esos desgraciados debían saber quien les había arruinado sus negocios turbios y se había quedado con ellos. Lilith estaba preparada y aquella noche mientras todo transcurría de forma normal, saldría junto a su precioso lobo y montaría en un coche completamente negro para acudir al lugar que pronto sería tomado por sus muchachos.
Desde fuera, veía como transcurrían los sucesos y una vez que todos estuvieron neutralizados por decirlo de algún modo la madame bajo del coche con ayuda de su guardaespaldas y líder de seguridad y entraría en el local donde ya había grabado en la pared su simbolo. Una sonrisa leve adorno sus labios y entonces miro a Leo — imagino que están en el sótano, ¿no? — Leo asintió y la acompaño hasta una puerta escondida que permitía bajar al piso de abajo donde tenían a la gente secuestrada y donde hacían las barbaridades que ya mencionamos anteriormente. Habitaciones horribles y sucias con ninguna medida sanitaria donde se imaginaba que abusaban de las chicas y los esclavos y los hacían trabajar.
Se sintió indignada y asqueada al ver todo aquello — llevadlos al local principal, por la puerta trasera escondida, encargaos de que coman y beban y ayudarles a que se aseen, después iré a hablar con ellos, recordad, tratarlos con delicadeza — sus muchachos asintieron y no tardaron mucho en hacer lo que ella había pedido llevándose a todos los presentes. — Mi señora, hemos encontrado una habitación separada, parece que mantienen allí a alguien un poco más especial aunque aún no hemos abierto, estamos buscando la llave — al escuchar aquellas palabras frunció un poco el ceño — encontrad la llave y abrir esa puerta, vamos a ver de quien se trata. — Tras sus palabras Leo fue a interrogar al "líder" de aquella banda y tras encontrar la llave ambos fueron hasta la puerta y abrieron encontrándose con un señor que estaba dando vueltas por la habitación con un libro entre las manos leyendo tranquilamente. Leo no tardo mucho en adoptar una pose de batalla para proteger a su señora mientras la mujer miraba con cierta curiosidad a aquel hombre — Y tú... ¿quien eres?... — esas fueron las únicas, simples, suaves y delicadas palabras que salieron de los labios de la mujer.
Eiji D. Fudo
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Eiji se encuentra andando por la sala. Lleva muchos años ahí encerrado, pero no le importa ya demasiado. Ha aprendido a dejar de pensar para matar el tiempo. A veces le permiten leer, como en esta ocasión, lo cual le parece aún más bueno que el coito. Salir de la monotonía de ser un preso le resulta extrañamente placentero, pero no de la forma que puede uno imaginar. Otras personas se volverían locas por conseguir algo de lectura, pero él actúa distinto. No mueve su rostro por ninguna emoción externa. Sólo le interesa escapar cuando tenga la mejor oportunidad, y empezar a reclutar a gente que conoce. Gente que está esperando en paralelo a él, esperando a su líder.
De forma increíble, no tiene ninguna marca por su cuerpo. Y su sala está impoluta, no como otras a las cuales ha ojeado más de una vez. Incluso sus captores lo temen, a él, y a su renombre. Y saben que quien toca un pelo a Eiji D. Fudo experimenta el peor de los miedos. Las torturas se quedan cortas ante lo que él puede hacer. Él destroza mentes, sin tocar ni un sólo pelo. Y cuando han intentado ponerle la mano encima más de una vez, la forma en la que ha mirado ha hecho que se lo piensen. Es una persona peligrosa, porque puede matarte con un solo dedo. Sabe donde golpear, con una precisión increíble. Y eso hace que la gente que tiene retenida a Eiji D. Fudo no lo haga por torturarle, si no por salvarse ellos mismos de su venganza.
Pero ya no hay salvación ninguna. Frunce el ceño mientras mira a la puerta; no es la hora acordada. Al mafioso no se le molesta cuando está en su hora de lectura, y los guardias saben bien cuál es. Cuando la luna está en el punto más alto, saben que él lee. Y a él se le respeta, o él te mira. Y esa mirada helada, sin sentimiento ninguno, te explica que no debes molestarle. Examina de arriba para abajo a alguien que se pone en guardia, y suelta una pequeña carcajada. Tiene detrás a alguien que parece ser su protegida, y la forma en la que se mueve o mira también indica que es una líder. Arquea la ceja ligeramente y pone su oreja. Le pregunta quién es y Eiji ni se inmuta. Ensaliva sus labios brevemente y pone una de sus manos en su cintura. Su pose indica de que no tiene miedo, de que está seguro. De que puede matar a su guardia utilizando únicamente la mano libre.
—Eiji D. Fudo. —Contesta, de forma seca. No parece un hombre de muchas palabras.
Desde que le arrebataron lo que una vez fue suyo, juró no hablar más de la cuenta. Pero algo le remueve por dentro. Siente una clase de esperanza en lo más profundo de su ser. Si esa mujer es quien le ha rescatado, no podrá hacer otra cosa que mostrarle gratitud. Se acerca lentamente e hinca una rodilla delante de ella, tragando su orgullo y agarrándola de la mano. Su movimiento es suave y fluido, y no presenta ninguna amenaza para ella. Acerca los labios lentamente hacia su mano y le dedica un largo beso.
—Le debo la vida, señorita. Si salimos de aquí, considéreme un poderoso aliado. —Dice, esta vez usando aún más las palabras. La garganta le duele al entonar; lleva meses sin soltar algo por su boca.
Y parece ser que tendrá que empezar a soltar cosas. Porque ahora debe proteger a esa mujer como ella le ha protegido de morir ahí encerrado; varios hombres se acercan, y él se pone en guardia al lado del moreno.
De forma increíble, no tiene ninguna marca por su cuerpo. Y su sala está impoluta, no como otras a las cuales ha ojeado más de una vez. Incluso sus captores lo temen, a él, y a su renombre. Y saben que quien toca un pelo a Eiji D. Fudo experimenta el peor de los miedos. Las torturas se quedan cortas ante lo que él puede hacer. Él destroza mentes, sin tocar ni un sólo pelo. Y cuando han intentado ponerle la mano encima más de una vez, la forma en la que ha mirado ha hecho que se lo piensen. Es una persona peligrosa, porque puede matarte con un solo dedo. Sabe donde golpear, con una precisión increíble. Y eso hace que la gente que tiene retenida a Eiji D. Fudo no lo haga por torturarle, si no por salvarse ellos mismos de su venganza.
Pero ya no hay salvación ninguna. Frunce el ceño mientras mira a la puerta; no es la hora acordada. Al mafioso no se le molesta cuando está en su hora de lectura, y los guardias saben bien cuál es. Cuando la luna está en el punto más alto, saben que él lee. Y a él se le respeta, o él te mira. Y esa mirada helada, sin sentimiento ninguno, te explica que no debes molestarle. Examina de arriba para abajo a alguien que se pone en guardia, y suelta una pequeña carcajada. Tiene detrás a alguien que parece ser su protegida, y la forma en la que se mueve o mira también indica que es una líder. Arquea la ceja ligeramente y pone su oreja. Le pregunta quién es y Eiji ni se inmuta. Ensaliva sus labios brevemente y pone una de sus manos en su cintura. Su pose indica de que no tiene miedo, de que está seguro. De que puede matar a su guardia utilizando únicamente la mano libre.
—Eiji D. Fudo. —Contesta, de forma seca. No parece un hombre de muchas palabras.
Desde que le arrebataron lo que una vez fue suyo, juró no hablar más de la cuenta. Pero algo le remueve por dentro. Siente una clase de esperanza en lo más profundo de su ser. Si esa mujer es quien le ha rescatado, no podrá hacer otra cosa que mostrarle gratitud. Se acerca lentamente e hinca una rodilla delante de ella, tragando su orgullo y agarrándola de la mano. Su movimiento es suave y fluido, y no presenta ninguna amenaza para ella. Acerca los labios lentamente hacia su mano y le dedica un largo beso.
—Le debo la vida, señorita. Si salimos de aquí, considéreme un poderoso aliado. —Dice, esta vez usando aún más las palabras. La garganta le duele al entonar; lleva meses sin soltar algo por su boca.
Y parece ser que tendrá que empezar a soltar cosas. Porque ahora debe proteger a esa mujer como ella le ha protegido de morir ahí encerrado; varios hombres se acercan, y él se pone en guardia al lado del moreno.
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Era realmente extraño aquello, ¿por que tendrían a un hombre encerrado en una habitación en esas condiciones? Parecía un secuestrado más, pero estaba bien vestido, aseado y además tenía libros para leer y al parecer no le habían tocado un solo pelo. Lilith estaba sorprendida y al mismo tiempo alerta, aquello solo podía significar dos cosas, que era una trampa o que aquel hombre era un verdadero peligro y los maleantes cutres de aquel tugurio no se habían atrevido a hacerle nada por miedo a futuras represalias. Suspirando vio como se acercaba y le hizo un gesto a Leo para que le permitiera hacerlo.
Cuando hinco la rodilla y la saludo de aquella forma besando su mano y dejando salir aquellas palabras de su boca la joven de cabellos violetas y ojos de amatista supo que no estaba mintiendo, pero aún no bajaría la guardia. Los hombres que se acercaron a ellos eran parte de su escolta que al ver a ese hombre acercarse fueron a ver que estaba ocurriendo. La madame miro a su guardaespaldas y no hizo falta más. Enseguida con gestos mando a sus hombres a investigar sobre aquel nombre, Eiji D.Fudo, por el momento no le sonaba de nada en absoluto pero estaba segura de que pronto encontraría respuestas a sus preguntas.
— Bien, en ese caso vendrás con nosotros, la noche aún no termina — hizo un gesto y todos los allí presentes comenzaron a recoger para marcharse. Su guardaespaldas acompaño al hombre trajeado junto a la muchacha hasta el coche de ella donde le permitieron subir aunque con estrictas medidas de seguridad — dígame, señor Fudo ¿como acabo allí metido? — los ojos de la mujer se clavaron entonces en él. Estaba claro que aunque era jovencita no tenía miedo y que se había enfrentado a peces bastante gordos y había salido victoriosa, al mismo tiempo acariciaba la cabeza de un enorme lobo negro que parecía salido del mismísimo averno y que había colocado su cabeza sobre el regazo de su ama y no le quitaba los ojos rojos de encima al hombre.
El coche arranco y puso rumbo al local principal donde sus hombres ya estarían cuidando de los nuevos rescatados. Nunca entendería el afán de la gente de someter y ejercer la violencia y la humillación sobre otros seres humanos. Es cierto que algunos lo merecían, no iba a negar aquello, pero en ocasiones eran verdaderas atrocidades las que eran cometidas contra aquellas personas. Esperaba que al menos alguno quisiera quedarse con ella, después de todo, le debían la vida y por su parte les ofrecía un trato mucho mejor. Pero eso quedaba en sus manos, Lilith nunca obligaba a nadie a quedarse, pero se había demostrado que muchos de los que decían irse, terminaban muertos o secuestrados nuevamente por otras organizaciones por no ser capaces de defenderse por su cuenta. El destino era cruel y peligroso, el mundo era terrible y la vida una perra que te enseña que debes aguantar y que debes aprender a base de golpes. Pero había otros caminos, uno de esos caminos era el que la madame ofrecía a esas pobres almas en desgracia. En su mano estaba aceptar ese camino o elegir otro diferente.
Cuando hinco la rodilla y la saludo de aquella forma besando su mano y dejando salir aquellas palabras de su boca la joven de cabellos violetas y ojos de amatista supo que no estaba mintiendo, pero aún no bajaría la guardia. Los hombres que se acercaron a ellos eran parte de su escolta que al ver a ese hombre acercarse fueron a ver que estaba ocurriendo. La madame miro a su guardaespaldas y no hizo falta más. Enseguida con gestos mando a sus hombres a investigar sobre aquel nombre, Eiji D.Fudo, por el momento no le sonaba de nada en absoluto pero estaba segura de que pronto encontraría respuestas a sus preguntas.
— Bien, en ese caso vendrás con nosotros, la noche aún no termina — hizo un gesto y todos los allí presentes comenzaron a recoger para marcharse. Su guardaespaldas acompaño al hombre trajeado junto a la muchacha hasta el coche de ella donde le permitieron subir aunque con estrictas medidas de seguridad — dígame, señor Fudo ¿como acabo allí metido? — los ojos de la mujer se clavaron entonces en él. Estaba claro que aunque era jovencita no tenía miedo y que se había enfrentado a peces bastante gordos y había salido victoriosa, al mismo tiempo acariciaba la cabeza de un enorme lobo negro que parecía salido del mismísimo averno y que había colocado su cabeza sobre el regazo de su ama y no le quitaba los ojos rojos de encima al hombre.
El coche arranco y puso rumbo al local principal donde sus hombres ya estarían cuidando de los nuevos rescatados. Nunca entendería el afán de la gente de someter y ejercer la violencia y la humillación sobre otros seres humanos. Es cierto que algunos lo merecían, no iba a negar aquello, pero en ocasiones eran verdaderas atrocidades las que eran cometidas contra aquellas personas. Esperaba que al menos alguno quisiera quedarse con ella, después de todo, le debían la vida y por su parte les ofrecía un trato mucho mejor. Pero eso quedaba en sus manos, Lilith nunca obligaba a nadie a quedarse, pero se había demostrado que muchos de los que decían irse, terminaban muertos o secuestrados nuevamente por otras organizaciones por no ser capaces de defenderse por su cuenta. El destino era cruel y peligroso, el mundo era terrible y la vida una perra que te enseña que debes aguantar y que debes aprender a base de golpes. Pero había otros caminos, uno de esos caminos era el que la madame ofrecía a esas pobres almas en desgracia. En su mano estaba aceptar ese camino o elegir otro diferente.
Eiji D. Fudo
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Se siente extrañado. Quizás por la primera vez que ha tenido algún tipo de contacto humano, que no hayan sido unas manos pasadas por una bandeja. Frunce el ceño ligeramente y ve cómo todos siguen sus órdenes sin dudar. Se comunica con gestos y eso impresiona al japonés. Le hace su primera orden, la cual él no duda en acatar. Se pone firme y observa el pasillo; aquel lugar que tanto había ansiado pisar, estaba accesible. Podría echarse a llorar, pero él carecía de emociones. Aún perdido en sus pensamientos, tiene un oído escuchando a la madame: sus palabras son importantes, es la mujer que le ha salvado su vida. Ella le pregunta cómo ha acabado ahí metido, y él duda en cómo responder. Él está ahí por un millón de razones. Pero la principal, la gota que colmó el baso, reside en Arabasta. Al haberle jurado lealtad no duda en decir la verdad en ningún momento.
—Mi esposa me entregó a los brazos del sol. —Dice, con la misma expresión. Le cuesta formular frases largas por el dolor de garganta, pero aún así se sacrifica—. Los brazos del sol eran enemigos de los Fudo, y Akane-chan me traicionó el día de nuestra boda. —Explica, para tomar otra ligera pausa. Traga saliva para humedecer su garganta y sigue hablando—. Mi consejera está encerrada en una de estas salas. No sé si habéis revisado, mi señora, pero necesito encontrarla. Entonces podré seguirla a donde sea. Si ya ha liberado a la demás gente que estaba aquí encerrada, iré sin problema donde estén los demás.
Y no parece equivocarse, una vez más; aquella mujer es una líder, y hasta los animales obedecen su voluntad —el cual, este en particular, puede notarse que Eiji ni se inmuta. No puede sentir miedo de ninguna forma—. No se inmuta ante sus ojos, y eso sólo hace que Eiji D. Fudo la respete aún más. Poca gente conoce que resista su mirada férrea. La acompaña sin dudar y parecen montarse a un coche que toma rumbo hasta un local. Ahí espera reencontrarse con Yuki; hace varios años que no la ve, y la ironía es que siempre estuvo a su lado. Unos muros pueden separar más que mares, y aquello explicaba perfectamente la situación. Se acomoda en el asiento que le es designado y sólo espera llegar hasta donde le llevan.
Llegan al local y puede notarse una pequeña gota de sudor frío recorrer la cara del moreno. Mira fijamente el local en cuestión, y desea desde lo más profundo de su viejo corazón que Yuki esté ahí. Y se promete de que, si la encuentra, trabajará para la madame como él para saldar la deuda de la recompensa. Sus padres le enseñaron de que el honor y las deudas eran cosas que tenían un orden inquebrantable: el de saldar y proteger. Las deudas se saldan, el honor se protege. Y Eiji sabe que tiene que hacer las dos cosas.
—Cuando tenga un rato, mi señora, me gustaría también saber, si no es ningún tipo de ofensa, sobre usted. Puedo ver su patrón y proteger al débil está entre una de mis prioridades. —Dice con total sinceridad.
—Mi esposa me entregó a los brazos del sol. —Dice, con la misma expresión. Le cuesta formular frases largas por el dolor de garganta, pero aún así se sacrifica—. Los brazos del sol eran enemigos de los Fudo, y Akane-chan me traicionó el día de nuestra boda. —Explica, para tomar otra ligera pausa. Traga saliva para humedecer su garganta y sigue hablando—. Mi consejera está encerrada en una de estas salas. No sé si habéis revisado, mi señora, pero necesito encontrarla. Entonces podré seguirla a donde sea. Si ya ha liberado a la demás gente que estaba aquí encerrada, iré sin problema donde estén los demás.
Y no parece equivocarse, una vez más; aquella mujer es una líder, y hasta los animales obedecen su voluntad —el cual, este en particular, puede notarse que Eiji ni se inmuta. No puede sentir miedo de ninguna forma—. No se inmuta ante sus ojos, y eso sólo hace que Eiji D. Fudo la respete aún más. Poca gente conoce que resista su mirada férrea. La acompaña sin dudar y parecen montarse a un coche que toma rumbo hasta un local. Ahí espera reencontrarse con Yuki; hace varios años que no la ve, y la ironía es que siempre estuvo a su lado. Unos muros pueden separar más que mares, y aquello explicaba perfectamente la situación. Se acomoda en el asiento que le es designado y sólo espera llegar hasta donde le llevan.
[...]
Llegan al local y puede notarse una pequeña gota de sudor frío recorrer la cara del moreno. Mira fijamente el local en cuestión, y desea desde lo más profundo de su viejo corazón que Yuki esté ahí. Y se promete de que, si la encuentra, trabajará para la madame como él para saldar la deuda de la recompensa. Sus padres le enseñaron de que el honor y las deudas eran cosas que tenían un orden inquebrantable: el de saldar y proteger. Las deudas se saldan, el honor se protege. Y Eiji sabe que tiene que hacer las dos cosas.
—Cuando tenga un rato, mi señora, me gustaría también saber, si no es ningún tipo de ofensa, sobre usted. Puedo ver su patrón y proteger al débil está entre una de mis prioridades. —Dice con total sinceridad.
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Escuchaba la historia de aquel hombre con atención, después de todo lo había rescatado sin saber demasiado sobre él y era mejor conocer a las personas con las que compartías coche y no solamente eso, Lilith tenía la costumbre de acoger en sus brazos a las almas descarriadas que eran rescatadas por ella. Le miro y sintió cierta lastima por él al saber que había sido traicionado por la mujer a la que amaba. Pero por desgracia eso estaba a la orden del día, confiar en alguien era complicado en aquellos tiempos y más aún en el mundo en el que ellos se movían.
Mantenía a Allahid contento mientras le acariciaba la cabeza y lentamente le rascaba detrás de las orejas, pero el lobo no le quitaba los ojos de encima al hombre que estaba sentado frente a su señora al igual que Leo que estaba sentado a su lado. No se fiaban de él y con razón, era un extraño y aunque su señora estaba mas o menos tranquila en su presencia ellos preferían estar totalmente alerta por si las moscas. — Que desafortunado, lo lamento, debió ser un golpe emocional considerable — no tardaron demasiado en llegar al local principal de la madame, era un sitio bastante amplió y con una decoración elegante y refinada, todo preparado para destacar y para demostrar lujo y sofisticación.
— Si su ayudante se encontraba en una de las habitaciones de aquel lugar se encontrara aquí, le ayudare a buscarla — bajaron del coche y entraron por la puerta principal donde rápidamente fueron recibidos por los trabajadores de la mujer. La mujer junto al enorme lobo negro caminó hacía un lugar en especifico, tras abrir una puerta una enorme escalera descendente apareció ante ellos y la mujer comenzó a bajar. Una vez abajo había una enorme sala donde se encontraban todos los rescatados sentados, aseados y disfrutando de una buena comida para recuperar fuerzas y sentirse mejor. Al verla aparecer todos giraron la cara hacía la mujer y cerraron la boca, no sabían del todo bien quien era, pero habían oído hablar de ella.
— Sen bienvenidos, se que habéis pasado por un terrible calvario, pero ahora estáis a salvo. Podéis descansar y recuperar fuerzas, por mi parte os propongo trabajar para mi, podemos averiguar que es lo que se os da mejor y que queréis hacer, a cambio recibiréis protección cuidados y una vida digna, si por el contrario deseáis marcharos podéis hacerlo — se escucho un leve murmullo entre los allí presentes y la mujer no tardo en ver cierto temor en los ojos de algunos de los presentes. — No recibiréis ningún tipo de castigo o de represalia por nuestra cuenta si decidís marcharos, pero no esperéis tampoco que os protejamos una vez salgáis por esa puerta, podéis descansar un par de días, después tendréis que tomar una decisión — después de eso miro a Eiji y le indico con la mano que buscara a su chica mientras ella lo seguía para averiguar quien era.
Mantenía a Allahid contento mientras le acariciaba la cabeza y lentamente le rascaba detrás de las orejas, pero el lobo no le quitaba los ojos de encima al hombre que estaba sentado frente a su señora al igual que Leo que estaba sentado a su lado. No se fiaban de él y con razón, era un extraño y aunque su señora estaba mas o menos tranquila en su presencia ellos preferían estar totalmente alerta por si las moscas. — Que desafortunado, lo lamento, debió ser un golpe emocional considerable — no tardaron demasiado en llegar al local principal de la madame, era un sitio bastante amplió y con una decoración elegante y refinada, todo preparado para destacar y para demostrar lujo y sofisticación.
— Si su ayudante se encontraba en una de las habitaciones de aquel lugar se encontrara aquí, le ayudare a buscarla — bajaron del coche y entraron por la puerta principal donde rápidamente fueron recibidos por los trabajadores de la mujer. La mujer junto al enorme lobo negro caminó hacía un lugar en especifico, tras abrir una puerta una enorme escalera descendente apareció ante ellos y la mujer comenzó a bajar. Una vez abajo había una enorme sala donde se encontraban todos los rescatados sentados, aseados y disfrutando de una buena comida para recuperar fuerzas y sentirse mejor. Al verla aparecer todos giraron la cara hacía la mujer y cerraron la boca, no sabían del todo bien quien era, pero habían oído hablar de ella.
— Sen bienvenidos, se que habéis pasado por un terrible calvario, pero ahora estáis a salvo. Podéis descansar y recuperar fuerzas, por mi parte os propongo trabajar para mi, podemos averiguar que es lo que se os da mejor y que queréis hacer, a cambio recibiréis protección cuidados y una vida digna, si por el contrario deseáis marcharos podéis hacerlo — se escucho un leve murmullo entre los allí presentes y la mujer no tardo en ver cierto temor en los ojos de algunos de los presentes. — No recibiréis ningún tipo de castigo o de represalia por nuestra cuenta si decidís marcharos, pero no esperéis tampoco que os protejamos una vez salgáis por esa puerta, podéis descansar un par de días, después tendréis que tomar una decisión — después de eso miro a Eiji y le indico con la mano que buscara a su chica mientras ella lo seguía para averiguar quien era.
Eiji D. Fudo
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Tras hablar y bajar unas largas escaleras, Eiji ve a todos. Los débiles, salvados. Aseados. Alimentados. Eso le aviva algo en su interior que olvidó ya hace años. Mira a Lilith y sonríe. Esta acaba de explicarlo todo, a todos. Después le da una orden con la mano, que entiende en el momento que la ve. Le ha brindado la oportunidad de buscar, y no puede rechazarla. Se siente agradecido, más por haber rescatado a Yuki antes que a él. Él se merecía estar encerrado, Yuki no. Asiente con la cabeza con una mirada no tan rota y agarra todo el aire que puede. Si su secretaria se encontraba entre los residentes de aquella sala, sería lo mejor que le habría podido pasar.
—Gracias, mi señora. —Le dice mientras despega los pies del suelo y empieza a andar.
Busca con algo de desesperación. Incluso aunque sus movimientos sigan pareciendo normales, él está inquieto. Se le puede ver apartando a la gente con sutileza, y observando a cada lado que mira. Necesita ver a Yuki, y, tras un rato, la encuentra. Los brazos le tiemblan ligeramente y el sudor empieza a recorrer su rostro. Cruza la mirada con ella, la cual le está buscando igual. Los dos se reúnen en medio y se dedican un largo abrazo. Eiji puede sentir las manos apretando su espalda, pero no le molesta. Siente algo de dolor, pero lo soporta. La mujer fue encerrada por su culpa, y él lo sabe. Todos fueron traicionados por Akane, y espera encontrarlos poco a poco. Tras separarse los dos, sonríen al unísono. Llevaban diez años encerrados ahí, intentando saber el uno del otro.
—Fudo-sama... —Exclama, echándose a llorar—. No sé el tiempo que ha pasado desde la boda, pero ha sido demasiado...
Eiji ríe por lo bajo algo apenado.
—Diez años, treinta días, ocho horas. Ahora acompáñame, Yuki-chan. Le debes las gracias a alguien.
La mujer no duda, es más, se pone firme y limpia su rostro de lágrimas. No quiere verse débil ante la madame, ni tampoco ante Eiji. Avanzan entre la multitud y el moreno la presenta, haciendo ella una reverencia muy larga hacia Lilith.
—Gracias, señora. Le prometo que le serviré por toda la vida. Por salvar a mi señor y a mí.
—Gracias, mi señora. —Le dice mientras despega los pies del suelo y empieza a andar.
Busca con algo de desesperación. Incluso aunque sus movimientos sigan pareciendo normales, él está inquieto. Se le puede ver apartando a la gente con sutileza, y observando a cada lado que mira. Necesita ver a Yuki, y, tras un rato, la encuentra. Los brazos le tiemblan ligeramente y el sudor empieza a recorrer su rostro. Cruza la mirada con ella, la cual le está buscando igual. Los dos se reúnen en medio y se dedican un largo abrazo. Eiji puede sentir las manos apretando su espalda, pero no le molesta. Siente algo de dolor, pero lo soporta. La mujer fue encerrada por su culpa, y él lo sabe. Todos fueron traicionados por Akane, y espera encontrarlos poco a poco. Tras separarse los dos, sonríen al unísono. Llevaban diez años encerrados ahí, intentando saber el uno del otro.
—Fudo-sama... —Exclama, echándose a llorar—. No sé el tiempo que ha pasado desde la boda, pero ha sido demasiado...
Eiji ríe por lo bajo algo apenado.
—Diez años, treinta días, ocho horas. Ahora acompáñame, Yuki-chan. Le debes las gracias a alguien.
La mujer no duda, es más, se pone firme y limpia su rostro de lágrimas. No quiere verse débil ante la madame, ni tampoco ante Eiji. Avanzan entre la multitud y el moreno la presenta, haciendo ella una reverencia muy larga hacia Lilith.
—Gracias, señora. Le prometo que le serviré por toda la vida. Por salvar a mi señor y a mí.
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Le deja buscar, pero lo sigue con la mirada, puede notar que esta nervioso, ansioso, es normal, no sabe cuanto tiempo a estado encerrado pero sabe que en ocasiones llega un punto en que los días dejan de tener sentido y que la ansiedad de volver a ver a las personas que echas de menos o en este caso, que han sido leales a ti y que por ese mismo hecho están encerradas al igual que tú te carcome por dentro. Le deja moverse entre la gente y buscar sin ningún tipo de presión y entonces ve como una joven se acerca a él y se funden en un abrazo. Parece que encontró lo que buscaba, eso provoca que la mujer esboce una sonrisa ligeramente ladeada. Por un lado le parece enternecedor que se hayan encontrado, por otro lado, tendrá que investigar un poco sobre aquellas personas para tener base a la hora de trabajar con ellos.
Ve como ambos se acercan y como la chica al igual que el hombre allí presente antes le hace una reverencia y le promete lealtad y fidelidad, no esta segura de cuanto puede confiar en sus palabras, pero por el momento lo dejara pasar. Hasta que no tenga información de tallada sobre ellos no puede juzgar — es reconfortante comprobar que esta también en buena forma física querida, espero que esos hombres no le hicieran pasar por unas vivencias demasiado desafortunadas para una mujer — estaba claro que le estaba preguntando si había sido o no abusada por aquellos hombres y que si habían intentado prostituirla como a muchas de las chicas allí presentes. Lilith comprendía que el sentimiento generalizado en aquel momento era de temor, era lógico, habían pasado por una experiencia terrible, pero por su parte no quería hacerles daño, no quería obligarlos a nada, pero debían tomar una decisión en unos días.
Uno de sus hombres se acerco y le entrego un resumen de la cantidad de gente que habían rescatado — así que veinte mujeres y ocho hombres jóvenes, supongo que todos ellos para lo mismo, de todos modos cuando se vayan recuperando estos días podéis irles haciendo algunas preguntas para comprender mejor el estado en el que se encuentran — escribió un par de cosas en la hoja y después la firmo para que sus hombres se pusieran manos a la obra. Miró entonces a Eiji y a su acompañante de nuevo y luego a Leo — creo que podemos prepararles unas habitaciones un poco más cómodas a nuestros invitados, tienen muchas cosas que contarme después de todo, pero por hoy pueden descansar, mañana tendremos una reunión temprano, con el desayuno ¿tal vez? — normalmente a la mujer le gustaba hablar de negocios delante de una buena comida o al menos de una taza de té, pero tenía cierta curiosidad sobre ellos así que el desayuno era un buen momento para aprovechar.
Ve como ambos se acercan y como la chica al igual que el hombre allí presente antes le hace una reverencia y le promete lealtad y fidelidad, no esta segura de cuanto puede confiar en sus palabras, pero por el momento lo dejara pasar. Hasta que no tenga información de tallada sobre ellos no puede juzgar — es reconfortante comprobar que esta también en buena forma física querida, espero que esos hombres no le hicieran pasar por unas vivencias demasiado desafortunadas para una mujer — estaba claro que le estaba preguntando si había sido o no abusada por aquellos hombres y que si habían intentado prostituirla como a muchas de las chicas allí presentes. Lilith comprendía que el sentimiento generalizado en aquel momento era de temor, era lógico, habían pasado por una experiencia terrible, pero por su parte no quería hacerles daño, no quería obligarlos a nada, pero debían tomar una decisión en unos días.
Uno de sus hombres se acerco y le entrego un resumen de la cantidad de gente que habían rescatado — así que veinte mujeres y ocho hombres jóvenes, supongo que todos ellos para lo mismo, de todos modos cuando se vayan recuperando estos días podéis irles haciendo algunas preguntas para comprender mejor el estado en el que se encuentran — escribió un par de cosas en la hoja y después la firmo para que sus hombres se pusieran manos a la obra. Miró entonces a Eiji y a su acompañante de nuevo y luego a Leo — creo que podemos prepararles unas habitaciones un poco más cómodas a nuestros invitados, tienen muchas cosas que contarme después de todo, pero por hoy pueden descansar, mañana tendremos una reunión temprano, con el desayuno ¿tal vez? — normalmente a la mujer le gustaba hablar de negocios delante de una buena comida o al menos de una taza de té, pero tenía cierta curiosidad sobre ellos así que el desayuno era un buen momento para aprovechar.
Eiji D. Fudo
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Los dos escuchan a la madame sin siquiera parpadear. Se ven totalmente serios y apoyan la causa con el simple hecho de mostrar atención. La generosidad de la mujer excede unos límites increíbles: les deja incluso descansar antes que trabajar. Ellos no están acostumbrados a ese tipo de trato, pero saben que es una persona sincera y una mujer hecha y derecha. Les propone quedar al día siguiente, en el desayuno, y los dos asienten con la cabeza y una sonrisa.
—Por supuesto, nuestra señora —Exclama, hincando una rodilla en el suelo y bajando la cabeza a su subordinada para que haga lo mismo—. A la hora del desayuno estaremos listos para hablar, antes si lo necesita. Mil gracias.
Tanto Eiji como Yuki se dirigen hacia la habitación designada: parece de un estándar mucho más alto de lo que una persona normal se puede permitir. El moreno se sienta y la chica se apoya en su pecho, suspirando aliviada. Estos años habían pasado por mucho, pero por fin tienen un lugar en el que descansar. Por lo menos por una noche. Eiji se levanta y se quita el chaleco de forma digna, dejándolo bien doblado encima de una mesa. Sustrae el reloj de su muñeca y lo coloca al lado de la otra prenda, repitiendo la misma acción con cada pieza de ropa. Yuki parece hacer lo mismo en otra mesa, sin vergüenza ninguna. Se conocen desde pequeños y la vergüenza desapareció hace muchos años. Se acuestan cada uno en cada cama y Eiji mira al techo.
—Yuki-chan, mañana hablaré con Blair-sama. Los degenerados que nos tenían captivos tienen algún que otro local más de ese estilo y tenemos que pararlos —Comenta arqueando una pequeña sonrisa—. Con un buen arco o una pistola me encargaré de vengar a cada uno de nuestros hermanos.
La mujer sonríe también ya que anhela lo mismo que él: la venganza.
—Por supuesto, Fudo-sama. Mañana le contaremos todo a Blair-sama y veremos qué podemos hacer. Buenas noches, mi señor.
—Buenas noches, Yuki-chan.
La noche pasa rápido y el día sale, iluminando poco a poco la habitación y despertándolos al unísono. Se levantan, se lavan sus partes en el lavabo y se acicalan lo mejor que pueden. Después se visten, ayudándose el uno al otro y se dirigen donde su señora les ha ordenado. Entran al lugar en el que quedaron y esperan a la señora, totalmente firmes y agarrando la mano el uno del otro. Han sido como hermanos toda la vida, cómplices de cada crimen que han cometido el clan. No tienen ni una gota de pasión entre ellos, más bien un amor fraternal que roza lo imposible. Cruzan miradas y sonríen, sabiendo que han amanecido juntos después de seis años.
—Por supuesto, nuestra señora —Exclama, hincando una rodilla en el suelo y bajando la cabeza a su subordinada para que haga lo mismo—. A la hora del desayuno estaremos listos para hablar, antes si lo necesita. Mil gracias.
Tanto Eiji como Yuki se dirigen hacia la habitación designada: parece de un estándar mucho más alto de lo que una persona normal se puede permitir. El moreno se sienta y la chica se apoya en su pecho, suspirando aliviada. Estos años habían pasado por mucho, pero por fin tienen un lugar en el que descansar. Por lo menos por una noche. Eiji se levanta y se quita el chaleco de forma digna, dejándolo bien doblado encima de una mesa. Sustrae el reloj de su muñeca y lo coloca al lado de la otra prenda, repitiendo la misma acción con cada pieza de ropa. Yuki parece hacer lo mismo en otra mesa, sin vergüenza ninguna. Se conocen desde pequeños y la vergüenza desapareció hace muchos años. Se acuestan cada uno en cada cama y Eiji mira al techo.
—Yuki-chan, mañana hablaré con Blair-sama. Los degenerados que nos tenían captivos tienen algún que otro local más de ese estilo y tenemos que pararlos —Comenta arqueando una pequeña sonrisa—. Con un buen arco o una pistola me encargaré de vengar a cada uno de nuestros hermanos.
La mujer sonríe también ya que anhela lo mismo que él: la venganza.
—Por supuesto, Fudo-sama. Mañana le contaremos todo a Blair-sama y veremos qué podemos hacer. Buenas noches, mi señor.
—Buenas noches, Yuki-chan.
La noche pasa rápido y el día sale, iluminando poco a poco la habitación y despertándolos al unísono. Se levantan, se lavan sus partes en el lavabo y se acicalan lo mejor que pueden. Después se visten, ayudándose el uno al otro y se dirigen donde su señora les ha ordenado. Entran al lugar en el que quedaron y esperan a la señora, totalmente firmes y agarrando la mano el uno del otro. Han sido como hermanos toda la vida, cómplices de cada crimen que han cometido el clan. No tienen ni una gota de pasión entre ellos, más bien un amor fraternal que roza lo imposible. Cruzan miradas y sonríen, sabiendo que han amanecido juntos después de seis años.
Lilith Blair
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El resto de la noche transcurrió sin mayor contratiempo, sus muchachos siguieron trabajando, del mismo modo continuaron atendiendo a todos los que lo necesitaban y por su parte el resto de la noche la paso en el despacho arreglando algún que otro asunto que tenía pendiente. Leo permanecía a su lado vigilando por las cámaras de seguridad que todo fuera bien y ordenando al resto del cuerpo de seguridad si era necesario para mantener la paz y la seguridad en su local. Parecía que había hecho unos aliados bastante poderosos, al menos era lo que pensaba teniendo en cuenta que si habían estado secuestrados y no se habían atrevido a hacerle nada a ninguno de los dos era por un motivo de peso.
Busco información sobre el señor Eiji Fudo y lo que encontró la hizo sonreír de medio lado, definitivamente aquel hombre era una gran adquisición para sus propósitos. Parecía que era alguien recto dentro de la podredumbre del bajo mundo y eso era algo que la madame apreciaba, después de todo, puede que hiciera trampas con las joyas de sus chicas, puede que falsificara obras de arte y algún que otro negocio turbio, pero siempre por el bien de sus chicas y por su protección. Todos aquellos que estaban bajo su mano sabían que una vez que Lilith te protege, puedes estar tranquilo y a salvo, nada ni nadie podrá volver a hacerte daño y si alguien o algo consigue hacerlo, la señora se encargara de hacerlo desaparecer del mapa para siempre.
De madrugada, sobre las seis fue a descansar, aunque sabía que no iba a dormir demasiado aquel día, tampoco le importaba demasiado. Sobre las diez de la mañana la avisan de que sus nuevos socios ya están listos y la están esperando en la habitación designada para tomar el desayuno. Lilith se levanta y se arregla perfectamente para la ocasión, después de todo, su imagen es algo muy importante para ella y es algo que no descuida jamás. Le dice a sus chicos que vayan preparando el desayuno para los tres y entonces una vez esta lista entra en la habitación donde Eiji y la joven Yuki la esperan, aunque ella entra por otra puerta acompañada de Allahid, aquel hermoso lobo que no se separa de ella por nada del mundo.
— Por favor, tomad asiento, en breves traerán el desayuno — les ofrece asiento mientras ella se sienta en una silla justo frente a ellos. Por su parte el lobo se sienta al lado de su señora, con sus cuatro metros queda por encima de la mesa bastante visible. Sus ojos rojos se centran en esta ocasión en la joven que acompaña al hombre que conoció anoche en el coche, parece que esta bastante serio y la fría y depredadora mirada roja del lobo se clava en la joven como dos dagas de acero al rojo vivo. Lilith lo mira de reojo y sonríe antes de acariciarle entre las orejas — Allahid, no es momento de asustar a nuestra invitada...por ahora... — el lobo relaja un poco la expresión mientras suenan dos golpes en la puerta y entonces entran con el desayuno que sirven inmediatamente en la mesa y después los dejan solos, aunque no del todo, después de todo Leo no se separa de su señora.
— Bien, contadme primeramente ¿quienes sois, a que os dedicabais y como una sola mujer pudo poneros a todos en jaque? aunque entiendo que por amor se hacen grandes...locuras digamos...pero por favor, comed, no tengáis reparo — se sirvió un poco de té en una taza y tras echar dos terrones se acomodó en la silla mientras movía la cucharilla de un lado a otro removiendo el té para que el azúcar se fuera disolviendo, una vez tuviera lista su taza comenzaría a comer.
Busco información sobre el señor Eiji Fudo y lo que encontró la hizo sonreír de medio lado, definitivamente aquel hombre era una gran adquisición para sus propósitos. Parecía que era alguien recto dentro de la podredumbre del bajo mundo y eso era algo que la madame apreciaba, después de todo, puede que hiciera trampas con las joyas de sus chicas, puede que falsificara obras de arte y algún que otro negocio turbio, pero siempre por el bien de sus chicas y por su protección. Todos aquellos que estaban bajo su mano sabían que una vez que Lilith te protege, puedes estar tranquilo y a salvo, nada ni nadie podrá volver a hacerte daño y si alguien o algo consigue hacerlo, la señora se encargara de hacerlo desaparecer del mapa para siempre.
De madrugada, sobre las seis fue a descansar, aunque sabía que no iba a dormir demasiado aquel día, tampoco le importaba demasiado. Sobre las diez de la mañana la avisan de que sus nuevos socios ya están listos y la están esperando en la habitación designada para tomar el desayuno. Lilith se levanta y se arregla perfectamente para la ocasión, después de todo, su imagen es algo muy importante para ella y es algo que no descuida jamás. Le dice a sus chicos que vayan preparando el desayuno para los tres y entonces una vez esta lista entra en la habitación donde Eiji y la joven Yuki la esperan, aunque ella entra por otra puerta acompañada de Allahid, aquel hermoso lobo que no se separa de ella por nada del mundo.
— Por favor, tomad asiento, en breves traerán el desayuno — les ofrece asiento mientras ella se sienta en una silla justo frente a ellos. Por su parte el lobo se sienta al lado de su señora, con sus cuatro metros queda por encima de la mesa bastante visible. Sus ojos rojos se centran en esta ocasión en la joven que acompaña al hombre que conoció anoche en el coche, parece que esta bastante serio y la fría y depredadora mirada roja del lobo se clava en la joven como dos dagas de acero al rojo vivo. Lilith lo mira de reojo y sonríe antes de acariciarle entre las orejas — Allahid, no es momento de asustar a nuestra invitada...por ahora... — el lobo relaja un poco la expresión mientras suenan dos golpes en la puerta y entonces entran con el desayuno que sirven inmediatamente en la mesa y después los dejan solos, aunque no del todo, después de todo Leo no se separa de su señora.
— Bien, contadme primeramente ¿quienes sois, a que os dedicabais y como una sola mujer pudo poneros a todos en jaque? aunque entiendo que por amor se hacen grandes...locuras digamos...pero por favor, comed, no tengáis reparo — se sirvió un poco de té en una taza y tras echar dos terrones se acomodó en la silla mientras movía la cucharilla de un lado a otro removiendo el té para que el azúcar se fuera disolviendo, una vez tuviera lista su taza comenzaría a comer.
Eiji D. Fudo
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Tras esperar y recibir a la madame con una reverencia firme, se sientan pidiendo antes permiso al unísono. Degustan con respeto y una pulcritud enorme el desayuno que le ofrece la mujer; quizás Yuki algo tensa, al tener los ojos de Allahid encima. Pero cuando su señor le mira, sabe que puede confiar en el animal. Parece tan noble justo como su dueña, y solo anhela protegerla, como ellos dos. Tras acabar y escuchar la petición de Lilith, Eiji se coloca en el reposabrazos del sillón y le dedica una pequeña mirada a su compañera.
—Si me lo permite, Blair-sama, hablaré por mi señor. No es un hombre de muchas palabras —dice con un tono serio y calmado tras recibir un pequeño gesto de su jefe, dándole permiso para hablar—. Akane-sama era la heredera principal del clan de los brazos del sol. Tuvo que elegir entre su clan, o el amor hacia mi señor, y eligió a su familia e imperio. Estoy muy segura de que sigue amando a mi señor, pero en nuestra cultura, el clan va antes que la vida.
—Aún amándola más que mi ser, ansío la venganza —remarca Eiji, con una expresión totalmente fría. Soñó seis años con la venganza, y la venganza es superior al amor dentro del clan de los Fudo.
—El clan Fudo fue uno de los mayores de Wano, siendo de los que administraban en su día los mejores equinos de los siete mares. Fudo-sama era el heredero directo, el primogénito varón de seis hermanos. Fue entrenado con dureza, volviéndose uno de los mayores arqueros que jamás haya pisado Wano.
Se puede ver que bajo aquel acero azul del que forma su mirada, su ceño se frunce un poco.
—Llevo mucho sin tocar un arma. Me he debilitado mucho. —Remarca apretando los puños.
—Bueno, mi señor, verás que te pones en forma muy rápido —le anima, tocando su espalda en señal de confianza—. Bueno, a lo que iba. Nosotros nos dedicábamos a algo que usted, Blair-sama, parece hacer también. Solíamos liberar animales y llevarlos a sus verdaderos hábitats o darles un hogar. Todo nuestro capital, a parte de lo relacionado con lo equino, es gracias a la extorsión y protección. Básicamente éramos como una especie de... Cómo se dice en su idioma... Mafia, sí. Pero una con valores. Aceptábamos pagos para proteger al débil, básicamente. Era la política de mi señor: dale cobijo a un débil, y el débil te servirá para toda la vida.
—Dale cobijo a un débil, y dejará de ser flébil. —Rima con una sonrisa.
Yuki pone una cara de decepción algo disimulada; el mayor defecto de su amo, es que ante la felicidad, empieza a rimar.
—Gracias, Yuki. Las manos del sol tienen uno o dos locales de esos más en Arabasta. Blair-sama, si usted lo acepta, podemos desalojarlos. Pero tienen una seguridad mucho más fuerte que el que nos encontrábamos —dice mirando directamente a los ojos de Lilith—. Yo gustoso le daré mi sangre a cambio de que pueda seguir ejerciendo su trabajo.
—Si me lo permite, Blair-sama, hablaré por mi señor. No es un hombre de muchas palabras —dice con un tono serio y calmado tras recibir un pequeño gesto de su jefe, dándole permiso para hablar—. Akane-sama era la heredera principal del clan de los brazos del sol. Tuvo que elegir entre su clan, o el amor hacia mi señor, y eligió a su familia e imperio. Estoy muy segura de que sigue amando a mi señor, pero en nuestra cultura, el clan va antes que la vida.
—Aún amándola más que mi ser, ansío la venganza —remarca Eiji, con una expresión totalmente fría. Soñó seis años con la venganza, y la venganza es superior al amor dentro del clan de los Fudo.
—El clan Fudo fue uno de los mayores de Wano, siendo de los que administraban en su día los mejores equinos de los siete mares. Fudo-sama era el heredero directo, el primogénito varón de seis hermanos. Fue entrenado con dureza, volviéndose uno de los mayores arqueros que jamás haya pisado Wano.
Se puede ver que bajo aquel acero azul del que forma su mirada, su ceño se frunce un poco.
—Llevo mucho sin tocar un arma. Me he debilitado mucho. —Remarca apretando los puños.
—Bueno, mi señor, verás que te pones en forma muy rápido —le anima, tocando su espalda en señal de confianza—. Bueno, a lo que iba. Nosotros nos dedicábamos a algo que usted, Blair-sama, parece hacer también. Solíamos liberar animales y llevarlos a sus verdaderos hábitats o darles un hogar. Todo nuestro capital, a parte de lo relacionado con lo equino, es gracias a la extorsión y protección. Básicamente éramos como una especie de... Cómo se dice en su idioma... Mafia, sí. Pero una con valores. Aceptábamos pagos para proteger al débil, básicamente. Era la política de mi señor: dale cobijo a un débil, y el débil te servirá para toda la vida.
—Dale cobijo a un débil, y dejará de ser flébil. —Rima con una sonrisa.
Yuki pone una cara de decepción algo disimulada; el mayor defecto de su amo, es que ante la felicidad, empieza a rimar.
—Gracias, Yuki. Las manos del sol tienen uno o dos locales de esos más en Arabasta. Blair-sama, si usted lo acepta, podemos desalojarlos. Pero tienen una seguridad mucho más fuerte que el que nos encontrábamos —dice mirando directamente a los ojos de Lilith—. Yo gustoso le daré mi sangre a cambio de que pueda seguir ejerciendo su trabajo.
Lilith Blair
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Una historia de amor y traición, manchada por las ambiciones de terceros, en cierta forma le resultaba familiar, una historia que se podría haber repetido en su familia pero de otra forma. Prestó especial atención a las palabras de la mujer mientras poco a poco se servía un pan tostado para posteriormente untarlo de mantequilla y mermelada para degustarlo sin mucha prisa. Disfrutaba desayunando tranquilamente, era uno de los pocos momentos tranquilos que tenía e incluso ni siquiera ese, después de todo de vez en cuando aparecían sus chicos con un montón de papeles y reportes que debía revisar. En ocasiones todo aquello era demasiado abrumador, pero siempre lograba quitarselo todo de encima con una facilidad pasmosa.
— Venganza, es comprensible que la deseen y que la busquen, no tengo problema en ayudaros con vuestra venganza personal, después de todo parece que será beneficioso para mi también, pero hay que saber jugar bien las cartas que tenemos y el punto a favor con el que contamos — una sonrisa ligeramente sádica asomo en sus labios cuando dijo aquello. Sonrisa que se vio rápidamente sustituida por su casi constante rostro inexpresivo. Miro a Eiji y después miro a Yuki, pensó por un momento cual sería el movimiento que podrían llevar a cabo para que aquel avispero comenzara a removerse entre miedo y nerviosismo.
—Dígame querido Eiji, ¿posee usted un símbolo distintivo? — podrían enviar una carta, una carta totalmente simple pero con un mensaje que los dejaría a todos lo suficientemente nerviosos como para remover los cimientos de su imperio. — Me habéis dicho que los brazos del sol son una especie de imperio y debo decir que disfruto enormemente destruyendo las ambiciones de aquellos que se meten en mi camino y ellos se han atrevido a entrar en mi territorio sin permiso, creo que es hora de darles una pequeña lección — hizo un gesto y Leo tardó menos de un minuto en moverse por la habitación y traerle a su señora papel, pluma y tinta, además de un sobre. Espero a que Eiji le dijera si tenía o no un símbolo que le representara a él y a su clan, aunque mejor dicho algo que le representara a él dentro de su clan, al heredero de clan Fudo.
En el momento en que le dijo que el símbolo del clan era un dragón y un tigre sonrió levemente. Era bastante interesante, había leído sobre las costumbres de algunas otras islas y Wano siempre había llamado su atención por la amplitud de cultura que poseían. Escribió un mensaje rápido y simple "Soy libre" era lo único que había escrito en la hoja de papel justo en medio y alrededor de este dibujo un tigre y un dragón entrelazados. Tras eso le mostró el papel a sus nuevos aliados, seco la tinta y lo doblo delicadamente hasta meterlo en el sobre. Ese sobre fue cuidadosamente cerrado y sellado con en simbolo de la madame, aquella flor engarzada en filigranas de oro y acompañada siempre de una mariposa.
— ¿Creéis que entenderán el mensaje? — una sonrisa con un ligero toque de maldad apareció en sus labios en el momento en que uno de los chicos de Leo aparecía en la habitación y la madame el entregaba el sobre. — ¿Recuerdas a los muchachos de ayer? hazles llegar este sobre a uno de sus locales, el mas cercano — el chico asintió y se marcho sin decir una sola palabra. El juego había dado comienzo y estaba segura de que no se quedarían quietos, dentro de poco tendrían mucho movimiento por aquel lugar y estaba segura de que iba a disfrutarlo mucho, no había nada que le gustara más que una partida de ajedrez en la que las fichas están perfectamente dispuestas y tiene cierta ventaja.
— Venganza, es comprensible que la deseen y que la busquen, no tengo problema en ayudaros con vuestra venganza personal, después de todo parece que será beneficioso para mi también, pero hay que saber jugar bien las cartas que tenemos y el punto a favor con el que contamos — una sonrisa ligeramente sádica asomo en sus labios cuando dijo aquello. Sonrisa que se vio rápidamente sustituida por su casi constante rostro inexpresivo. Miro a Eiji y después miro a Yuki, pensó por un momento cual sería el movimiento que podrían llevar a cabo para que aquel avispero comenzara a removerse entre miedo y nerviosismo.
—Dígame querido Eiji, ¿posee usted un símbolo distintivo? — podrían enviar una carta, una carta totalmente simple pero con un mensaje que los dejaría a todos lo suficientemente nerviosos como para remover los cimientos de su imperio. — Me habéis dicho que los brazos del sol son una especie de imperio y debo decir que disfruto enormemente destruyendo las ambiciones de aquellos que se meten en mi camino y ellos se han atrevido a entrar en mi territorio sin permiso, creo que es hora de darles una pequeña lección — hizo un gesto y Leo tardó menos de un minuto en moverse por la habitación y traerle a su señora papel, pluma y tinta, además de un sobre. Espero a que Eiji le dijera si tenía o no un símbolo que le representara a él y a su clan, aunque mejor dicho algo que le representara a él dentro de su clan, al heredero de clan Fudo.
En el momento en que le dijo que el símbolo del clan era un dragón y un tigre sonrió levemente. Era bastante interesante, había leído sobre las costumbres de algunas otras islas y Wano siempre había llamado su atención por la amplitud de cultura que poseían. Escribió un mensaje rápido y simple "Soy libre" era lo único que había escrito en la hoja de papel justo en medio y alrededor de este dibujo un tigre y un dragón entrelazados. Tras eso le mostró el papel a sus nuevos aliados, seco la tinta y lo doblo delicadamente hasta meterlo en el sobre. Ese sobre fue cuidadosamente cerrado y sellado con en simbolo de la madame, aquella flor engarzada en filigranas de oro y acompañada siempre de una mariposa.
— ¿Creéis que entenderán el mensaje? — una sonrisa con un ligero toque de maldad apareció en sus labios en el momento en que uno de los chicos de Leo aparecía en la habitación y la madame el entregaba el sobre. — ¿Recuerdas a los muchachos de ayer? hazles llegar este sobre a uno de sus locales, el mas cercano — el chico asintió y se marcho sin decir una sola palabra. El juego había dado comienzo y estaba segura de que no se quedarían quietos, dentro de poco tendrían mucho movimiento por aquel lugar y estaba segura de que iba a disfrutarlo mucho, no había nada que le gustara más que una partida de ajedrez en la que las fichas están perfectamente dispuestas y tiene cierta ventaja.
Eiji D. Fudo
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Los dos vuelven a prestar total atención a su señora, mostrándose totalmente serios mientras escuchan. Les comenta la idea de enviar algo característico del clan Fudo, a lo cual, Yuki, saca de su escote una chapa de oro. Esta chapa tiene tallado el logo exacto del clan, el cual Lilith parece dibujar de forma perfecta. Tanto él como Eiji se impresionan, este último mostrando una pequeña sonrisa casi indescriptible. Pero sabe que algo se esconde dentro de esa mujer, y detrás de toda su honestidad y bondad hacia el débil se encierra un deseo más ardiente. No es la primera vez que conoce a una persona así, pero tiene una diferencia clara. Su línea está marcada y, muy seguramente, no afecte a su juicio. Hasta ahora todos con los que se había encontrado y habían sonreído de esa forma, habían acabado dementes. Pero algo en su corazón y su juicio le decía que esa mujer tenía una voluntad absoluta.
—Este es nuestro dibujo de clan, Blair-sama —explica Yuki mientras observa todo lo que hace Lilith.
No tarda demasiado en venir un mensajero, el cual lleva el mensaje. Eiji sonríe brevemente y, conociendo a Akane, sabe que la guerra se cierne ante ellos. Pero esta vez no tendría un ejército esperando en las puertas de su boda. Le iban a atacar sin que ella pudiera prepararse, y el mayor defecto de la mujer era que no sabía jugar una partida de ajedrez larga. Sus ideas a corto plazo eran buenas, rozando la genialidad: pero si unía su mente con la de la madame, podrían matar a la reina antes de que moviese a sus peones.
—Gracias por todo, Blair-sama. —Le dice Eiji, hincando otra vez rodilla tras levantarse del sofá—. Ahora solo falta esperar. Es una gran idea.
Vuelve a sentarse y se ajusta la corbata, después se lleva las manos a los codos y se remanga. Va a sudar con este trabajo, más de lo que ha podido sudar en toda su vida.
—Señorita A-akane —musita el mensajero casi temblando—. El clan de los Fudo... Con el mensaje de "Soy libre"... Y el símbolo de la carta, con el logo de la madame...
Una mujer con un kimono que le llega hasta los pies mira por la ventana mientras agita una copa de vino. La aprieta hasta el punto de partirla y varias entidades parecen salir del suelo. Tienen un aspecto fantasmagórico, y el hombre que hay delante cae al suelo tras cruzarse con uno de los fantasmas. Empieza a pegarse cabezazos contra el suelo, mientras grita sobre lo inútil que ha sido. Su cabeza acaba esparcida por el suelo, pudiendo distinguirse algún que otro seso. Un charco de sangre empieza a abarcar todo el suelo, hasta el punto de cubrir un cuarto de la sala de rojo.
—Que alguien limpie eso —dice la fémina, aún mirando por la ventana—. Lilith-chan nos ha declarado la guerra. Desplegaré los fantasmas para que nos comuniquen cada uno de sus movimientos. —Se apoya ligeramente contra el cristal, recordando su amado—. No quería tener que matarte, pero tendrá que ser así, Eiji-kun.
Tras pasar un largo rato, en el que conversan y se conocen más profundamente, otro mensajero llega con los brazos en sangre. Parece muy preocupado, de hecho, quizás bastante depresivo.
—Akane le ha declarado la guerra, madame. Ha matado a uno de mis compañeros, y me ha dado esto para que se lo envíe de vuelta.
Levanta un saco del cual gotea sangre, en el que lo abre y lo enseña con algo de furor. Se puede ver la cabeza desfigurada del hombre la cual, al verla, Eiji ni siquiera arquea una ceja. Lo mira como un peón que no ha sobrevivido, pero sabe que Lilith tiene mil más que usar. Se levanta del sillón y mira fíjamente a la madame. Es hora de que la reina mueva a sus caballos, torres y alfiles.
—Blair-sama, a sus órdenes. Quiero encargarme personalmente de ella. —Dice con el mismo rostro frío de siempre.
Yuki también se levanta, poniéndose firme e intentando aguantar una arcada por haber ojeado sin querer el saco.
—A mí también me tiene a su disposición, Blair-sama. —Exclama—. Conozco a Akane-chan, y si debilitamos sus bases, se centrará en reforzar sus defensas principales. Ahí es donde podremos atacarla sin problema.
—Este es nuestro dibujo de clan, Blair-sama —explica Yuki mientras observa todo lo que hace Lilith.
No tarda demasiado en venir un mensajero, el cual lleva el mensaje. Eiji sonríe brevemente y, conociendo a Akane, sabe que la guerra se cierne ante ellos. Pero esta vez no tendría un ejército esperando en las puertas de su boda. Le iban a atacar sin que ella pudiera prepararse, y el mayor defecto de la mujer era que no sabía jugar una partida de ajedrez larga. Sus ideas a corto plazo eran buenas, rozando la genialidad: pero si unía su mente con la de la madame, podrían matar a la reina antes de que moviese a sus peones.
—Gracias por todo, Blair-sama. —Le dice Eiji, hincando otra vez rodilla tras levantarse del sofá—. Ahora solo falta esperar. Es una gran idea.
Vuelve a sentarse y se ajusta la corbata, después se lleva las manos a los codos y se remanga. Va a sudar con este trabajo, más de lo que ha podido sudar en toda su vida.
[En algún otro lugar...]
—Señorita A-akane —musita el mensajero casi temblando—. El clan de los Fudo... Con el mensaje de "Soy libre"... Y el símbolo de la carta, con el logo de la madame...
Una mujer con un kimono que le llega hasta los pies mira por la ventana mientras agita una copa de vino. La aprieta hasta el punto de partirla y varias entidades parecen salir del suelo. Tienen un aspecto fantasmagórico, y el hombre que hay delante cae al suelo tras cruzarse con uno de los fantasmas. Empieza a pegarse cabezazos contra el suelo, mientras grita sobre lo inútil que ha sido. Su cabeza acaba esparcida por el suelo, pudiendo distinguirse algún que otro seso. Un charco de sangre empieza a abarcar todo el suelo, hasta el punto de cubrir un cuarto de la sala de rojo.
—Que alguien limpie eso —dice la fémina, aún mirando por la ventana—. Lilith-chan nos ha declarado la guerra. Desplegaré los fantasmas para que nos comuniquen cada uno de sus movimientos. —Se apoya ligeramente contra el cristal, recordando su amado—. No quería tener que matarte, pero tendrá que ser así, Eiji-kun.
[Volviendo con la preciosa madame y el gran Eiji...]
Tras pasar un largo rato, en el que conversan y se conocen más profundamente, otro mensajero llega con los brazos en sangre. Parece muy preocupado, de hecho, quizás bastante depresivo.
—Akane le ha declarado la guerra, madame. Ha matado a uno de mis compañeros, y me ha dado esto para que se lo envíe de vuelta.
Levanta un saco del cual gotea sangre, en el que lo abre y lo enseña con algo de furor. Se puede ver la cabeza desfigurada del hombre la cual, al verla, Eiji ni siquiera arquea una ceja. Lo mira como un peón que no ha sobrevivido, pero sabe que Lilith tiene mil más que usar. Se levanta del sillón y mira fíjamente a la madame. Es hora de que la reina mueva a sus caballos, torres y alfiles.
—Blair-sama, a sus órdenes. Quiero encargarme personalmente de ella. —Dice con el mismo rostro frío de siempre.
Yuki también se levanta, poniéndose firme e intentando aguantar una arcada por haber ojeado sin querer el saco.
—A mí también me tiene a su disposición, Blair-sama. —Exclama—. Conozco a Akane-chan, y si debilitamos sus bases, se centrará en reforzar sus defensas principales. Ahí es donde podremos atacarla sin problema.
Lilith Blair
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Espero tranquilamente mientras desayunaban a que su mensajero hiciera su trabajo. Para él no fue demasiado complicado el ir hacía uno de los locales de aquella mujer y dejar el mensaje sin ser detectado, además de eso se quedaría a esperar para ver que era lo que sucedía exactamente una vez recibieran el mensaje. El chico pudo ver como aquella carta llegaba a manos de la señora que parecía bastante molesta cuando recibió aquella carta. Tuvo que taparse la boca para no chillar cuando vio aparecer una especie de fantasma y atravesar al hombre que le había llevado la carta. Pero aún se asustó más al ver como el hombre comenzaba a golpearse la cabeza contra el suelo hasta destrozarla por completo.
Después vio como mandaba limpiar y meter todo en un saco y ordenaba a uno de sus hombres llevar el cuerpo hasta la madame y le dio una nota para que se la entregara a Lilith. El hombre totalmente aterrorizado por lo que había presenciado y además bastante afectado salió del local para ir en busca del local de quien llevaba los prostibulos de la zona y el mensajero de la mariposa corrió hasta el local para avisar a seguridad de que vigilaran quien entraba y que además chequearan bien a ese hombre antes de dejarlo entrar por detrás. Una vez que se aseguran de que no hay nada peligroso con él le permiten entrar, después de todo debe entregar un mensaje ¿no? Por su parte el mensajero había entrado e informado a su señora de todo cuanto había visto.
En ese momento Lilith con la compañía de Eiji y Yuki recibió al mensajero de aquellos que se hacían llamar los brazos del sol. Le entrego aquel saco mostrando al compañero que la mujer había hecho asesinar de aquella forma tan curiosa y además recibió el mensaje que le había escrito su señora. "La próxima será vuestra cabeza" Ese era el mensaje que había escrito y la madame no pudo hacer otra cosa más que reír — que poco estilo tiene la señorita Akane ¿no? demasiado criptico e innecesario, asesinar a uno de sus propios hombres solo para mandarnos un mensaje ridículo — sin embargo se notaba en su mirada que estaba molesta, una mujer que no respetaba a sus hombres y que los dominaba a base de terror y de poderes extraños no merecía ser la cabeza de un clan y mucho menos la dueña de la vida de nadie. Ahora mismo tenía más claro que antes que quería destruirla.
— Dime Eiji, ¿tu querida Akane consumió una Akuma no mi mientras estaba contigo? — aquellos poderes demoníacos no podían ser fruto de nada que no fueran esas semillas del diablo. Espero una respuesta, el pobre mensajero se había ido momentos antes de que ella realizara aquella pregunta totalmente asustado y deseando que su señora no hiciera con él lo mismo que había hecho con su compañero. — Esta noche, destruiremos otro de sus locales, haremos que pierda hombres y que además pierda ingresos, eso comenzara a desequilibrar la balanza a nuestro favor y hará que se repliegue como una rata asustada en su madriguera y entonces, será momento de incendiar su madriguera cuando ya no tenga escapatoria, si deseáis podéis ir con mis hombres, pero intentad que no os maten, os necesito vivos a ambos — aquel era el plan que la madame había preparado y León no tardó en dar las ordenes necesarias para que sus chicos se fueran preparando, era momento de empezar con aquella partida de ajedrez.
Después vio como mandaba limpiar y meter todo en un saco y ordenaba a uno de sus hombres llevar el cuerpo hasta la madame y le dio una nota para que se la entregara a Lilith. El hombre totalmente aterrorizado por lo que había presenciado y además bastante afectado salió del local para ir en busca del local de quien llevaba los prostibulos de la zona y el mensajero de la mariposa corrió hasta el local para avisar a seguridad de que vigilaran quien entraba y que además chequearan bien a ese hombre antes de dejarlo entrar por detrás. Una vez que se aseguran de que no hay nada peligroso con él le permiten entrar, después de todo debe entregar un mensaje ¿no? Por su parte el mensajero había entrado e informado a su señora de todo cuanto había visto.
En ese momento Lilith con la compañía de Eiji y Yuki recibió al mensajero de aquellos que se hacían llamar los brazos del sol. Le entrego aquel saco mostrando al compañero que la mujer había hecho asesinar de aquella forma tan curiosa y además recibió el mensaje que le había escrito su señora. "La próxima será vuestra cabeza" Ese era el mensaje que había escrito y la madame no pudo hacer otra cosa más que reír — que poco estilo tiene la señorita Akane ¿no? demasiado criptico e innecesario, asesinar a uno de sus propios hombres solo para mandarnos un mensaje ridículo — sin embargo se notaba en su mirada que estaba molesta, una mujer que no respetaba a sus hombres y que los dominaba a base de terror y de poderes extraños no merecía ser la cabeza de un clan y mucho menos la dueña de la vida de nadie. Ahora mismo tenía más claro que antes que quería destruirla.
— Dime Eiji, ¿tu querida Akane consumió una Akuma no mi mientras estaba contigo? — aquellos poderes demoníacos no podían ser fruto de nada que no fueran esas semillas del diablo. Espero una respuesta, el pobre mensajero se había ido momentos antes de que ella realizara aquella pregunta totalmente asustado y deseando que su señora no hiciera con él lo mismo que había hecho con su compañero. — Esta noche, destruiremos otro de sus locales, haremos que pierda hombres y que además pierda ingresos, eso comenzara a desequilibrar la balanza a nuestro favor y hará que se repliegue como una rata asustada en su madriguera y entonces, será momento de incendiar su madriguera cuando ya no tenga escapatoria, si deseáis podéis ir con mis hombres, pero intentad que no os maten, os necesito vivos a ambos — aquel era el plan que la madame había preparado y León no tardó en dar las ordenes necesarias para que sus chicos se fueran preparando, era momento de empezar con aquella partida de ajedrez.
Eiji D. Fudo
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La señorita Blair no parece tomarse bien que su propio mensajero haya sido asesinado, pero es algo normal. Él tampoco tiene simpatía por los modos de Akane: no parece la misma persona que una vez fue. Sacrificar peones, a pesar de que fuesen prescindibles, no era el código ético de sus clanes. Ni siquiera el de la mujer. Suspira pesadamente y se cruza de brazos, escuchando a la señora y llevándose la mano al mentón. No recuerda haber visto a la mujer comer algo parecido a una fruta del diablo, y menos que la hubiese utilizado alguna vez en el pasado. Pero no tiene miedo. Él siente respeto por la situación, pero sabe que tiene una poderosa mujer a su lado. Se levanta otra vez y posa firme, llevándose la mano al pecho y mirando fijamente a Lilith a los ojos. Sabe que tiene que ser honesto con ella, y no duda en serlo.
—No. En el pasado no usó ninguna fruta del diablo —dice, con un tono serio—. Y sí, me parece bien. Con una buena pistola o mi arco puedo valerme. Seguiremos su plan, Blair-sama.
—Le seguiremos donde haga falta —exclama Yuki, intentando no mezclar sus sentimientos con el momento.
Los preparativos empiezan, y se notan que los hombres de Lilith están bien organizados. Parecen estar coordinados hasta el punto de tardar media hora en preparar todo. Le ceden una pistola con silenciador que, por lo que se ve, es totalmente común, pero no le importa en absoluto. No necesita un arma mejor para dar en la cabeza a un desdichado que sigue a una jefa que sacrifica peones. Se reúne fuera con su subordinada, los dos pueden verse ligeramente tensos. La mujer que le acompaña no es una persona que pelee, pero tiene sus propias habilidades. Tiene un ojo de halcón como el suyo, y siempre se había especializado en apoyar sus tácticas. Eiji D. Fudo era un hombre con una capacidad de liderazgo increíble, pero delante de la madame sabe que no tiene voto. Pero sí sabe que su voz será escuchada.
—Espero que todo esto salga bien, Fudo-sama —dice algo preocupada Yuki.
—Por supuesto que saldrá bien. Tranquila —le contesta con un tono suave.
Ahí esperan a que la mujer salga y puedan dirigirse hacia la base de Akane. Conociéndola bien, seguramente haya repartido sus tropas por cada una de estas. Será un reto, pero no será imposible. En el clan de los Fudo la palabra imposible está prohibida. Y eso tanto Eiji como Yuki lo saben. Con una líder como Lilith podrán superar cualquier obstáculo.
—No. En el pasado no usó ninguna fruta del diablo —dice, con un tono serio—. Y sí, me parece bien. Con una buena pistola o mi arco puedo valerme. Seguiremos su plan, Blair-sama.
—Le seguiremos donde haga falta —exclama Yuki, intentando no mezclar sus sentimientos con el momento.
Los preparativos empiezan, y se notan que los hombres de Lilith están bien organizados. Parecen estar coordinados hasta el punto de tardar media hora en preparar todo. Le ceden una pistola con silenciador que, por lo que se ve, es totalmente común, pero no le importa en absoluto. No necesita un arma mejor para dar en la cabeza a un desdichado que sigue a una jefa que sacrifica peones. Se reúne fuera con su subordinada, los dos pueden verse ligeramente tensos. La mujer que le acompaña no es una persona que pelee, pero tiene sus propias habilidades. Tiene un ojo de halcón como el suyo, y siempre se había especializado en apoyar sus tácticas. Eiji D. Fudo era un hombre con una capacidad de liderazgo increíble, pero delante de la madame sabe que no tiene voto. Pero sí sabe que su voz será escuchada.
—Espero que todo esto salga bien, Fudo-sama —dice algo preocupada Yuki.
—Por supuesto que saldrá bien. Tranquila —le contesta con un tono suave.
Ahí esperan a que la mujer salga y puedan dirigirse hacia la base de Akane. Conociéndola bien, seguramente haya repartido sus tropas por cada una de estas. Será un reto, pero no será imposible. En el clan de los Fudo la palabra imposible está prohibida. Y eso tanto Eiji como Yuki lo saben. Con una líder como Lilith podrán superar cualquier obstáculo.
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No tardaron nada en estar preparados, sus chicos trabajan rápido y por suerte no perdían el tiempo cuando recibían una orden directa de su madame. Cuando recibió la confirmación de León de que todo estaba preparado y listo para dar comienzo a su estrategia se preparo ella misma poniéndose una vestimenta más adecuada y menos ostentosa para estar más cómoda a la hora de moverse. Allaidh su precioso lobo viajaría con ella como siempre hacía y tanto Eiji como Yuki viajarían en su coche, si querían después podrían entrar con Leo al local para hacer de las suyas y jugar un poco con los hombres de aquella horrible mujer. Lilith nunca podría perdonarle a esa mujer que asesinara a sus propios hombres por que no tuviera el valor suficiente para afrontar sus errores y meteduras de pata.
— Adelante, es hora de empezar el juego, acabad con ellos y tened cuidado, recordad lo que nos dijo Killian, los fantasmas de esa mujer son peligrosos — tras dar la orden los hombres de la madame bajaron de los coches, Leo iba con ellos y espero a que Yuki y Eiji decidieran que iban a hacer. Por su parte se quedaría en el coche esperando ver que era lo que sucedía, Leo le iba transmitiendo todo de la forma más silenciosa posible hasta que todo dio comienzo. Comenzó a escuchar los disparos y los gritos, Leo entonces le transmitía todo sin temor a ser escuchado así que Lilith podía enterarse mucho mejor de todo lo que estaba ocurriendo, aquella noche también era una prueba para sus nuevos socios, después de todo, debía ver si realmente estaban de su parte y eran capaces de atacar a los que habían sido sus camaradas tiempo atrás.
La noche pintaba prometedora, teniendo en cuenta que bueno, en alguna ocasión le habían comentado y había leído que los poderes de las Akuma no Mi no podían cubrir un rango excesivamente amplio y había elegido ese local para atacar la primera noche por que era el más alejado a la "base" de aquella mujer. En un momento dado se le indico que todo había acabado, que habían tomado el local y que los hombres de Akane y aquellos desdichados que se veían forzados a servir en aquel lugar estaban listos para ser trasladados. Lilith dio la orden para que realizaran aquel movimiento y que fueran todos nuevamente al local central de la madame para después ir a ver a aquellos hombres y comenzar el interrogatorio además de ver quienes se quedarían con ella y quienes preferían marcharse, después de todo siempre daba la misma opción.
— Y dime querido, ¿que tal lo han hecho los nuevos? — espero un informe completo de Leo sobre sus nuevos socios mientras este volvía al coche para ayudarla a bajar y llevarla al interior del local para revisarlo bien. Una vez que estuviera segura de que no había nadie más dentro, dejarían la típica señal de la flor y la mariposa para que todo el mundo supiera que ese local era suyo ahora y ya mandaría a alguien a reformarlo completamente para montar uno de sus negocios. Sinceramente, era absurdo en ocasiones las acciones de ciertas personas y en esta ocasión, Akane no tenía ni idea de lo que se le estaba viniendo encima. — Bien, volvamos al local y comencemos los interrogatorios, Akane no tardara mucho en averiguar que hemos destruido otro de sus antros — por que eso no tenía otro nombre más que antro, era una autentica guarrería sin ningún glamour o cuidado.
— Adelante, es hora de empezar el juego, acabad con ellos y tened cuidado, recordad lo que nos dijo Killian, los fantasmas de esa mujer son peligrosos — tras dar la orden los hombres de la madame bajaron de los coches, Leo iba con ellos y espero a que Yuki y Eiji decidieran que iban a hacer. Por su parte se quedaría en el coche esperando ver que era lo que sucedía, Leo le iba transmitiendo todo de la forma más silenciosa posible hasta que todo dio comienzo. Comenzó a escuchar los disparos y los gritos, Leo entonces le transmitía todo sin temor a ser escuchado así que Lilith podía enterarse mucho mejor de todo lo que estaba ocurriendo, aquella noche también era una prueba para sus nuevos socios, después de todo, debía ver si realmente estaban de su parte y eran capaces de atacar a los que habían sido sus camaradas tiempo atrás.
La noche pintaba prometedora, teniendo en cuenta que bueno, en alguna ocasión le habían comentado y había leído que los poderes de las Akuma no Mi no podían cubrir un rango excesivamente amplio y había elegido ese local para atacar la primera noche por que era el más alejado a la "base" de aquella mujer. En un momento dado se le indico que todo había acabado, que habían tomado el local y que los hombres de Akane y aquellos desdichados que se veían forzados a servir en aquel lugar estaban listos para ser trasladados. Lilith dio la orden para que realizaran aquel movimiento y que fueran todos nuevamente al local central de la madame para después ir a ver a aquellos hombres y comenzar el interrogatorio además de ver quienes se quedarían con ella y quienes preferían marcharse, después de todo siempre daba la misma opción.
— Y dime querido, ¿que tal lo han hecho los nuevos? — espero un informe completo de Leo sobre sus nuevos socios mientras este volvía al coche para ayudarla a bajar y llevarla al interior del local para revisarlo bien. Una vez que estuviera segura de que no había nadie más dentro, dejarían la típica señal de la flor y la mariposa para que todo el mundo supiera que ese local era suyo ahora y ya mandaría a alguien a reformarlo completamente para montar uno de sus negocios. Sinceramente, era absurdo en ocasiones las acciones de ciertas personas y en esta ocasión, Akane no tenía ni idea de lo que se le estaba viniendo encima. — Bien, volvamos al local y comencemos los interrogatorios, Akane no tardara mucho en averiguar que hemos destruido otro de sus antros — por que eso no tenía otro nombre más que antro, era una autentica guarrería sin ningún glamour o cuidado.
Eiji D. Fudo
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- Aclaración para el moderador:
- Lo siento por el cambio de narrativa. La verdad es que no roleo agusto con ese estilo, así que he decidido que sea una tercera persona en pasado de toda la vida.
Soltó un largo suspiro y tras prepararse para la guerra, entró hacia el edificio por la puerta trasera. No dejó que Yuki viniese con él, ya que no quería volver a perderla, ni mucho menos que llegasen a herirla. También le alivió en cierta parte que Lilith tomase un rol más pasivo y se quedase esperando en el coche, ya que así podría encargarse primordialmente de ir solo e ir sacando del medio a quien lo mereciese. Cuando entró empezó a concentrarse para intentar escuchar cualquier paso, ya que al estar en lo que parecía ser un rellano, no podía permitirse ser visto. Echó todo el aire posible y asumió una postura más correcta, elevando el peso de sus piernas y empezando a tirar de abdomen para que no sonasen sus pasos. Revisó la cámara de la pistola y el tambor, mirando finalmente si el seguro estaba quitado y el cargador lleno. Al estar todo correcto con valor se dirigió hacia arriba. Haría un barrido en picado para poder encontrar primero quien estaba dirigiendo las cámaras.
Conforme subía las escaleras, escuchó unos pasos que iban hacia él. Así que se agachó, hincando la rodilla en el escalón y esperó como una sombra aprovechándose de un vacío de luz en una de las esquinas del rellano. Agarró todo el aire posible y elevó la pistola, mirando por la mira de hierro y calculando el tiro. Apretó el gatillo y en cuestión de una décima de segundo sonó un estruendo, que era la víctima cayendo por las escaleras. Se acercó hacia el cadáver y lo arrastró con algo de dificultad, colocándolo en el mismo punto en el que se había escondido y empezando a rebuscar por sus bolsillos. Agarró otra pistola que colocó en su cinturón y una tarjeta de seguridad de la cual desconocía qué podía abrir, pero que guardó igualmente en el bolsillo de su pantalón. Después le sustrajo la chaqueta y agarró un chaleco antibalas que se colocó en cuestión de segundos por encima de la camisa. Volvió a colocarse el chaleco y frunció el ceño, escuchando más pasos.
Volvió a calcular el tiro y provocó otra baja entre las filas de Akane, sonriendo brevemente por lo fácil que estaba siendo. Aprovechó para subir lentamente las escaleras y llegar hasta el segundo piso, donde habían dos puertas. Una era de metal blindado y tenía un aparato para introducir la tarjeta y la otra era de madera de abedul, la cual tenía una cerradura. Rumió por un momento y decidió colocar su oreja en la blindada, esperando escuchar algo. Podía distinguir en el fondo un tecleo intenso, así que si tenía la suficientemente suerte, apuntaría hacia el centro de la sala y rápidamente le volaría los sesos. Pasó la tarjeta por el lector y, tras sonar un pequeño estruendo, aprovechó para empujar la puerta y recalcular la posición de su brazo para absorber el impacto del retroceso y disparar dos veces. Pero falló. No había nadie ahí dentro y acabó siendo empujado hacia la barandilla de las escaleras con un placaje, soltando la pistola. El tipo que había intentado asesinar empezó a propinarle golpes en la cara, soltando uno y otro sin parar. Eiji no era una persona especialmente resistente, por lo que tras recibir un par de fuertes golpes en la mandíbula y el ojo izquierdo, tuvo que atacar a las partes bajas del hombre con una patada, apoyando su tren superior en la barandilla para impulsarse brevemente y poder usar las dos piernas para tal hazaña.
Cuando cayó al suelo, fue corriendo hacia la pistola pero no pudo llegar ya que el hombre volvía a estar de pie en cuestión de segundos. Le agarró de la espalda y lo elevó en el aire, lanzándolo contra la pared y haciendo que el moreno rebotase, deslizándose hacia el suelo y maldeciendo de siete formas distintas en japonés lo terco que era su enemigo. No quería hacerlo, pero tenía que usar la pistola que había substraído antes, sacándola con un ágil movimiento y disparando a la cabeza del hombre, el cual estaba haciendo lo mismo. Los dos dispararon a la vez, y gracias a la dama fortuna, el criminal salió airoso con un tiro en el pecho que paró el chaleco. El otro cayó fulminado al suelo, habiendo muerto instantáneamente ya que Eiji le había colocado una bala en la sien.
El problema real es que recibió una ráfaga de tres tiros en el pecho, haciéndole escupir y gritar de dolor. El sonido del arma sin silenciador y la pelea que había mantenido había provocado que dos más entrasen, haciendo que disparasen a matar sin siquiera mirar el resultado. Fueron a volver a apuntarle, esta vez corrigiendo su postura y elevando el arma apuntando a su cabeza, pero algo increíble pasó. Notó que podía escuchar las voces que provenían de ellos, percibiendo el mundo de una forma distinta a lo que era. Siempre había sido hábil escuchando en general, pero aquello le causó tener una pequeña premonición de un cuarto de segundo donde veía cómo recibía las dos balas. Acabó de agacharse del todo y, ayudándose del pie, arrastró su arma hacia su lado, elevando cada una de las pistolas y reventando dos frentes. Lamentablemente recibió otro tiro, esta vez en el hombro. Se arrastró brevemente, con algo de dificultades y se colocó la mano en el hombro.
Empezó a bajar por la escalera tambaleándose hasta llegar hacia abajo. Leo se había encargado con casi la misma soltura que él de varios hombres más, pero tuvo la suerte de no haber tenido que lidiar con el tío de las cámaras. Salieron hacia fuera y cuando llegó a la altura del coche Eiji se rectificó, poniendo una pequeña mueca de dolor y haciendo una reverencia que le rompió por dentro al contraer el pecho para adoptar la postura. Escuchó a la mujer y soltó una pequeña sonrisa.
—No, no tardará mucho. Gracias, Blair-sama —exclamó mientras le besaba la mano.
—¡Pero mira esa sangre y heridas! Ven para aquí y te trato, Fudo-sama.
Yuki le abrió la puerta y entró hacia dentro, donde se sacó el chaleco de tela, kévlar y camisa sin ningún pudor. Tenía el pecho lleno de hematomas y una herida de bala limpia en el hombro. La mujer empezó a tratarle como pudo con un botiquín que habían traído previamente, suponiendo en el peor de los casos que algo así pasase. Colocó la cabeza en el respaldo de su asiento y se dejó curar, poniendo pequeñas muecas de dolor al desinfectante de la herida, seguido a la costura que le unió el agujero. Después le pasó una pomada con propiedades analgésicas y descontracturantes. Soltó un largo suspiro y esperó a llegar al local de Lilith.
Lilith Blair
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Las heridas que presentaba Eiji al volver al coche no le hicieron demasiada gracia a la madame. No quería perder a su nuevo socio tan rápido, entendía que fuera un hombre ambicioso y que este tema le tocara hondo y quisiera hacerlo rápido, pero había que tener un poco mas de precaución. Dejo que Yuki su asistente le curase aunque esa chiquilla también necesitaría unas clases de enfermería si quería hacer ese trabajo de forma correcta, después de todo, ni si quiera se había asegurado de que la bala no siguiera dentro y si la bala había salido por el otro lado, debería haberse cerciorado de que no había daños internos provocados por la misma. Lilith suspiro de forma pesada mientras miraba a Eiji y escuchaba las explicaciones de León.
— Querida, ¿has revisado que no quedase ninguna bala dentro de su cuerpo? por que si han atravesado de lado a lado posiblemente debamos asegurarnos de que no hay daño interno por el paso de la misma por su cuerpo — tras decir aquello dio dos golpes en la pantalla que dividía la zona trasera del coche con la delantera para que el conductor acelerase. Cuanto antes estuvieran en su propio local antes podría asegurarse de que Eiji se encontraba en perfectas condiciones y antes podría regañarle por las imprudencias que había cometido. Se notaba en los ojos de la mujer que por un lado estaba satisfecha por el trabajo realizado pero que por otro lado estaba totalmente disgustada y molesta por lo ocurrido.
Miro a Eiji con unos ojos fríos como el hielo pero capaces de quemar como la llama mas viva — hablaremos seriamente cuando volvamos, esto no puede volver a repetirse — tras decir aquello simplemente se acomodo en el coche, un grupo de limpieza y demás se encargaría de que ese local quedara completamente listo para que montaran allí uno de sus locales. No sabía si haría un prostíbulo u otra cosa en la que había estado trabajando hace unos días. Después de todo, la madame se movía entre el mundo de lo legal y lo ilegal y en ocasiones era necesario montar algo un poco mas limpio para lavar el dinero de lo mas turbio.
Una vez llegaron al local principal de Lilith bajaron del coche y sin que ella dijera nada fueron directamente hacía una habitación donde tenía todo el equipamiento necesario para tratar las heridas de Eiji. Después de todo, la mujer estaba preparada por si alguno de sus chicos terminaba herido en este tipo de operaciones. Le indico que se sentara en la camilla y entonces tras lavarse las manos le obligo a sentarse y comenzó a tocarle la zona del pecho donde habían impactado las balas, evidentemente tenía que doler y además le revisó la espalda para buscar orificios de salida. Tal y como había previsto, no habían salido y seguramente estaban aún dentro de su cuerpo. — Voy a tener que sacarte las balas y espero por tu bien que esta sea la ultima vez que apareces delante de mi en un estado tan lamentable por no tener un poco más de cuidado — se preparo entonces para realizar la operación abriendo un poco mas las heridas para sacar las balas con unas pinzas y después volver a cerrar los orificios de entrada.
Una vez tuviera eso cubierto desinfectaría la zona y le daría unos medicamentos para el dolor y para evitar infecciones — no puedes ponerte en riesgo de esa manera, ahora eres uno de los míos Eiji D. Fudo, no se como haríais las cosas vosotros, pero ahora estáis conmigo y no permitiré que acabes muerto por ir solo — miro a Yuki y le indico que se quedara junto a él cuidándolo un poco hasta que se sintiera mejor. Una vez no estuviera tan dolorido podrían ir a su cuarto a descansar, por su parte tenía que ir a hablar con los esclavos rescatados igual que había hecho con el grupo anterior y después comenzar con los interrogatorios. Descubriría rápidamente donde estaba Akane y lo que tenía pensado hacer y entonces prepararía todo para hundirla y acabar con ella.
— Querida, ¿has revisado que no quedase ninguna bala dentro de su cuerpo? por que si han atravesado de lado a lado posiblemente debamos asegurarnos de que no hay daño interno por el paso de la misma por su cuerpo — tras decir aquello dio dos golpes en la pantalla que dividía la zona trasera del coche con la delantera para que el conductor acelerase. Cuanto antes estuvieran en su propio local antes podría asegurarse de que Eiji se encontraba en perfectas condiciones y antes podría regañarle por las imprudencias que había cometido. Se notaba en los ojos de la mujer que por un lado estaba satisfecha por el trabajo realizado pero que por otro lado estaba totalmente disgustada y molesta por lo ocurrido.
Miro a Eiji con unos ojos fríos como el hielo pero capaces de quemar como la llama mas viva — hablaremos seriamente cuando volvamos, esto no puede volver a repetirse — tras decir aquello simplemente se acomodo en el coche, un grupo de limpieza y demás se encargaría de que ese local quedara completamente listo para que montaran allí uno de sus locales. No sabía si haría un prostíbulo u otra cosa en la que había estado trabajando hace unos días. Después de todo, la madame se movía entre el mundo de lo legal y lo ilegal y en ocasiones era necesario montar algo un poco mas limpio para lavar el dinero de lo mas turbio.
Una vez llegaron al local principal de Lilith bajaron del coche y sin que ella dijera nada fueron directamente hacía una habitación donde tenía todo el equipamiento necesario para tratar las heridas de Eiji. Después de todo, la mujer estaba preparada por si alguno de sus chicos terminaba herido en este tipo de operaciones. Le indico que se sentara en la camilla y entonces tras lavarse las manos le obligo a sentarse y comenzó a tocarle la zona del pecho donde habían impactado las balas, evidentemente tenía que doler y además le revisó la espalda para buscar orificios de salida. Tal y como había previsto, no habían salido y seguramente estaban aún dentro de su cuerpo. — Voy a tener que sacarte las balas y espero por tu bien que esta sea la ultima vez que apareces delante de mi en un estado tan lamentable por no tener un poco más de cuidado — se preparo entonces para realizar la operación abriendo un poco mas las heridas para sacar las balas con unas pinzas y después volver a cerrar los orificios de entrada.
Una vez tuviera eso cubierto desinfectaría la zona y le daría unos medicamentos para el dolor y para evitar infecciones — no puedes ponerte en riesgo de esa manera, ahora eres uno de los míos Eiji D. Fudo, no se como haríais las cosas vosotros, pero ahora estáis conmigo y no permitiré que acabes muerto por ir solo — miro a Yuki y le indico que se quedara junto a él cuidándolo un poco hasta que se sintiera mejor. Una vez no estuviera tan dolorido podrían ir a su cuarto a descansar, por su parte tenía que ir a hablar con los esclavos rescatados igual que había hecho con el grupo anterior y después comenzar con los interrogatorios. Descubriría rápidamente donde estaba Akane y lo que tenía pensado hacer y entonces prepararía todo para hundirla y acabar con ella.
Eiji D. Fudo
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fuerza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Lilith no necesitó decir demasiado para que tanto Eiji como Yuki bajasen la cabeza y asintiesen con respeto. En cierta parte tenía razón, y la pobre mujer que trató de atender a su amo no pudo hacer absolutamente nada. Entre unas cosas y otras se vio entrando en una sala de operaciones. O por lo menos eso le parecía, ya que habían utensilios de todo tipo, armarios con medecinas y potingues varios... Incluso escalpelos, guantes, batas... ¿Lilith era cirujana? O por lo menos aquello podía pensar si se deslizaba por toda la sala sin dificultad ninguna. Parecía saber dónde estaba cada cosa y sobretodo tener muchos conocimientos sobre el tema. Por lo menos Yuki podría usar aquello para aprender de ella y ser una mejor médico. Se dejó atender, respaldándose completamente en la camilla y escuchando a la madame.
—No me he buscado esto. Estaba facilitándole el trabajo a su subordinado eliminando el tipo de las cámaras y pasaron imprevistos —le acabó contestando sin decir mucho más—. Pero intentaré que no vuelva a pasar, se lo prometo.
Una vez lo trataron y se tomó los analgésicos que le correspondían, recordó brevemente qué pasó en el pasillo donde casi lo matan. Podía haber visto brevemente en el futuro y sabía que en Wano muchísima gente tenía también esa capacidad. Quizás al haber estado en un momento tan desesperado se había manifestado de esa forma y sabía que podía entrenarlo. Estaba muy seguro, al menos. El problema es que intentaba una y otra vez volver a oír las cosas de aquella forma tan peculiar y no logró nada. A lo mejor debería estar en una situación crítica para entender cómo poder desarrollarlo. Yuki buscó y se acercó a Lilith, mirándola brevemente. La mujer estaba tan tranquila como siempre, calmando todo lo que tenía a su alrededor. A pesar de haber muerto recientemente uno de sus hombres, los otros no parecían demasiado alterados y aquello demostraba su capacidad de liderazgo. Que no pudiesen sentir miedo ante la odisea que se estaban enfrentando era un acto digno de elogio. O por lo menos así se sentía la mujer.
—Blair-sama, espero no molestarla. Quiero agradecerle lo que me ha enseñado: la próxima vez estaré más atenta. Si quiere acompañarme a ver cómo está mi señor se lo agradeceré encantada.
Eiji se encontraba con la pistola de antes entre las manos. Apuntaba por la mira de hierro e iba alternando movimientos de arriba para abajo imitando desenfundar y clicando al gatillo con el seguro puesto. No podía mover la palanca pero por lo menos entrenaba la memoria muscular. Estaba desgastado y estaba seguro de que con movimientos así podría mejorar su destreza con el arma y su precisión en general.
—No me he buscado esto. Estaba facilitándole el trabajo a su subordinado eliminando el tipo de las cámaras y pasaron imprevistos —le acabó contestando sin decir mucho más—. Pero intentaré que no vuelva a pasar, se lo prometo.
Una vez lo trataron y se tomó los analgésicos que le correspondían, recordó brevemente qué pasó en el pasillo donde casi lo matan. Podía haber visto brevemente en el futuro y sabía que en Wano muchísima gente tenía también esa capacidad. Quizás al haber estado en un momento tan desesperado se había manifestado de esa forma y sabía que podía entrenarlo. Estaba muy seguro, al menos. El problema es que intentaba una y otra vez volver a oír las cosas de aquella forma tan peculiar y no logró nada. A lo mejor debería estar en una situación crítica para entender cómo poder desarrollarlo. Yuki buscó y se acercó a Lilith, mirándola brevemente. La mujer estaba tan tranquila como siempre, calmando todo lo que tenía a su alrededor. A pesar de haber muerto recientemente uno de sus hombres, los otros no parecían demasiado alterados y aquello demostraba su capacidad de liderazgo. Que no pudiesen sentir miedo ante la odisea que se estaban enfrentando era un acto digno de elogio. O por lo menos así se sentía la mujer.
—Blair-sama, espero no molestarla. Quiero agradecerle lo que me ha enseñado: la próxima vez estaré más atenta. Si quiere acompañarme a ver cómo está mi señor se lo agradeceré encantada.
Eiji se encontraba con la pistola de antes entre las manos. Apuntaba por la mira de hierro e iba alternando movimientos de arriba para abajo imitando desenfundar y clicando al gatillo con el seguro puesto. No podía mover la palanca pero por lo menos entrenaba la memoria muscular. Estaba desgastado y estaba seguro de que con movimientos así podría mejorar su destreza con el arma y su precisión en general.
Lilith Blair
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No le gustaba en absoluto aquella situación, no le gustaba que sus hombres se pusieran en riesgo sin necesidad. Comprendía que en ocasiones sufrían heridas, que no había forma de esquivarlo todo y que seguramente en algún momento podría morir alguno, pero eso no significaba que le hiciera gracia la idea. Mucho menos cuando se trataba de alguien que acababa de llegar a sus filas. Eiji debía comprender que ahora era parte de algo mucho mas grande y que no podía dejarse herir de esa forma tan sencilla. No había sido un solo tiro, habían sido tres y por que al parecer el tirador tenía bastante mala puntería, de lo contrario era posible que no lo hubiese contado.
Mando a Leo a terminar con los interrogatorios, la verdad es que en aquel momento no estaba de humor para continuar con aquello, pero tenían orden de avisarle si alguno de los sujetos se resistía demasiado. No había nadie mejor que la propia madame para infundir el suficiente terror a alguien como para hacerlo hablar. Un gruñido la hizo bajar un poco la cabeza para encontrarse con Allaidh que froto su cabeza contra la pierna de su señora. Aquel animalillo siempre sabía en que momento acercarse a Lilith para hacerla sentir mejor. Llevo su mano a la cabeza del lobo para depositar sobre la misma un par de caricias leves y suaves antes de escuchar la voz de Yuki y preguntarse mentalmente si debía hacerles el favor o simplemente ignorarlos por el resto de la noche.
No podía negar que estaba molesta con el hombre, pero entendía que sus ansias de venganza y de que todo fuera bien habían podido con él. En ocasiones uno tenía que tener mesura y no acelerar las cosas. Saco de uno de sus bolsillos el Kiseru que siempre llevaba encima y lo llevo hasta sus labios, necesitaba fumar un poco para relajar la tensión en su cuerpo o terminaría por hacer algo de lo que seguramente se arrepentiría y eso no era algo que pudiera permitirse, ella no. Termino por ceder y asentir a la petición de la mujer para ir a la habitación donde se hospedaban dentro del local de la madame. Quería ver como estaba Eiji y de paso revisar sus heridas, esperaba que estuvieran bien y que el traslado hasta la habitación no hubiera hecho mella en ellas.
Al llegar y ver a Eiji con la pistola frunció el ceño y dejo salir el humo con aroma floral de sus labios — deberías dejar de jugar con eso mientras estas convaleciente, necesitas descansar si quieres seguir en esta lucha hasta el final — se notaba que la mujer no estaba del todo contenta por como habían salido las cosas aquella noche. Esperaba por el bien de todos que no volviera a repetirse y que de ahora en adelante las cosas fueran mejor, quería que tuviera mas cuidado, igual que Leo y el resto de sus hombres ya que todos ellos eran piezas importantes de su tablero y no le gustaba tener que buscarles un remplazo, era demasiado engorroso.
Mando a Leo a terminar con los interrogatorios, la verdad es que en aquel momento no estaba de humor para continuar con aquello, pero tenían orden de avisarle si alguno de los sujetos se resistía demasiado. No había nadie mejor que la propia madame para infundir el suficiente terror a alguien como para hacerlo hablar. Un gruñido la hizo bajar un poco la cabeza para encontrarse con Allaidh que froto su cabeza contra la pierna de su señora. Aquel animalillo siempre sabía en que momento acercarse a Lilith para hacerla sentir mejor. Llevo su mano a la cabeza del lobo para depositar sobre la misma un par de caricias leves y suaves antes de escuchar la voz de Yuki y preguntarse mentalmente si debía hacerles el favor o simplemente ignorarlos por el resto de la noche.
No podía negar que estaba molesta con el hombre, pero entendía que sus ansias de venganza y de que todo fuera bien habían podido con él. En ocasiones uno tenía que tener mesura y no acelerar las cosas. Saco de uno de sus bolsillos el Kiseru que siempre llevaba encima y lo llevo hasta sus labios, necesitaba fumar un poco para relajar la tensión en su cuerpo o terminaría por hacer algo de lo que seguramente se arrepentiría y eso no era algo que pudiera permitirse, ella no. Termino por ceder y asentir a la petición de la mujer para ir a la habitación donde se hospedaban dentro del local de la madame. Quería ver como estaba Eiji y de paso revisar sus heridas, esperaba que estuvieran bien y que el traslado hasta la habitación no hubiera hecho mella en ellas.
Al llegar y ver a Eiji con la pistola frunció el ceño y dejo salir el humo con aroma floral de sus labios — deberías dejar de jugar con eso mientras estas convaleciente, necesitas descansar si quieres seguir en esta lucha hasta el final — se notaba que la mujer no estaba del todo contenta por como habían salido las cosas aquella noche. Esperaba por el bien de todos que no volviera a repetirse y que de ahora en adelante las cosas fueran mejor, quería que tuviera mas cuidado, igual que Leo y el resto de sus hombres ya que todos ellos eran piezas importantes de su tablero y no le gustaba tener que buscarles un remplazo, era demasiado engorroso.
Eiji D. Fudo
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Seguía jugando con sus dedos, aprovechando los movimientos para enfundar y desenfundar en su cartuchera imaginaria. Se sentía bien haciéndolo y podía recuperar poco a poco su memoria muscular. Suspiró aliviado y siguió con la misma postura, hasta que entraron Lilith y Yuki. Bajó la cabeza brevemente y se sintió ligeramente decepcionado con él mismo. Había prometido descansar, pero necesitaba recuperar todo lo que había perdido en estos largos años. Por lo que se limitó a escucharla y negar con la cabeza brevemente. Sí, llegaría hasta el final. Pero ni uno ni dos ni tres tiros le pararían. Bajó el arma y la colocó en la mesilla de al lado.
—Blair-sama, descansaré cuando esté muerto —le contestó con una mirada firme—. Vayamos a por Akane-chan, por favor.
Se levantó de la cama con algo de dificultades y soltó un largo suspiro, elevándose de brazos y permitiendo que Yuki le cambiase. Una vez estuvo otra vez con su ropa normal, se acercó a Lilith e hincó rodilla, ofreciendo besarle la mano. Era una mujer de lo más bella y generosa. Además de que tenía un gran poder: la voz. No sabía si era capaz peleando, pero tampoco necesitaba comprobarlo. Con sus hombres y mujeres podía llegar hasta lo más bajo del otro mundo. El de los criminales. Y una vez hubiesen eliminado a Akane, se limitaría a ayudarla para saldar la deuda de haber sido rescatado.
—Blair-sama, nos aseguraremos de que ganemos esto. Se lo prometo —le explicó Yuki mientras cerraba el puño.
Ahora solo necesitaban hacer los últimos preparativos para atacar a Akane. Ya llevaban unos días realizándolos, pero estaba seguro de que podían hacerlos mejor. La base de su enemigo seguramente era más difícil que el local en el que había despertado el mantra, por lo que tenía que tener cuidado. O a lo mejor no podría salir vivo de ahí. Ahora la mujer poseía una fruta del diablo, por lo que era de lo más probable que aquello estuviese destinado al fracaso. Pero creía en ella. Conforme más miraba a Lilith, más sentía que estaba seguro a su lado.
—Blair-sama, descansaré cuando esté muerto —le contestó con una mirada firme—. Vayamos a por Akane-chan, por favor.
Se levantó de la cama con algo de dificultades y soltó un largo suspiro, elevándose de brazos y permitiendo que Yuki le cambiase. Una vez estuvo otra vez con su ropa normal, se acercó a Lilith e hincó rodilla, ofreciendo besarle la mano. Era una mujer de lo más bella y generosa. Además de que tenía un gran poder: la voz. No sabía si era capaz peleando, pero tampoco necesitaba comprobarlo. Con sus hombres y mujeres podía llegar hasta lo más bajo del otro mundo. El de los criminales. Y una vez hubiesen eliminado a Akane, se limitaría a ayudarla para saldar la deuda de haber sido rescatado.
—Blair-sama, nos aseguraremos de que ganemos esto. Se lo prometo —le explicó Yuki mientras cerraba el puño.
Ahora solo necesitaban hacer los últimos preparativos para atacar a Akane. Ya llevaban unos días realizándolos, pero estaba seguro de que podían hacerlos mejor. La base de su enemigo seguramente era más difícil que el local en el que había despertado el mantra, por lo que tenía que tener cuidado. O a lo mejor no podría salir vivo de ahí. Ahora la mujer poseía una fruta del diablo, por lo que era de lo más probable que aquello estuviese destinado al fracaso. Pero creía en ella. Conforme más miraba a Lilith, más sentía que estaba seguro a su lado.
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Lilith frunció el ceño nuevamente al escuchar sus palabras, definitivamente aquel hombre tenía la cabeza de piedra. Era demasiado impulsivo y aunque podía comprender sus motivos y sus deseos, no podían ir como locos hacía un desafió que podía acabar con sus deseos e ideales. La madame no era una mujer que se diera el lujo de perder, no podía permitirse perder de vista sus metas y mucho menos por que un hombre no supiera estarse quieto por un momento. Le miro con un rostro severo y aunque permitió que le besara la mano se notaba que no estaba conforme con aquello que salía de su boca.
— Escuchame bien, vas a descansar lo que queda de noche, necesitamos planear bien el siguiente golpe. Puede que los locales de Akane no fueran un problema, pero vamos a atacar su base principal, su fortaleza y dudo mucho que sea tan sencillo como hasta ahora — sobretodo por que la mujer estaría preparada. Tendría a la mayoría de sus hombres allí y ella misma estaría lista para combatir de ser necesario. Lilith esperaba una partida de lo más compleja una vez llegaran allí y seguramente no podría andarse con remilgos. Le tocaría luchar con todo cuanto tenía y por mucho que León y sus chicos estuvieran bien entrenados ellos contaban con la ventaja del escenario. Conocían mejor que ellos el lugar donde iban a luchar y estaba segura de que aquella mujer usaría eso en su contra.
Por ese motivo, la joven madame tenía que pensar bien cual sería su estrategía. Debía conseguir sacarlos a todos de sus escondrijos para luego atacar de la mejor forma posible. Por un momento se quedo pensativa y después miro a Yuki, sus ojos fueron a parar al hombre que aún se encontraba semi arrodillado ante ella — vosotros la conocéis mejor que yo, debéis saber como suele actuar, ¿suele ser de las que dejan a los demás luchar por ella? — si era así, debían dejarla sin visibilidad. Seguramente se escondería en un despacho rodeada de cámaras para observar lo que ocurría y de paso ordenar a sus hombres. Debían dejarla "ciega", eso la obligaría a salir de su ratonera y entonces podrían atraparla y acabar con ella de la forma más rápida posible.
Igualmente debían tener cuidado con esos poderes que tenía, no conocian bien lo que podía hacer su akuma no mi y con esos trucos siempre era mejor tener precaución. — Esta bien, haremos lo siguiente, esta noche descansaremos todos, mañana buscaremos la toma de corriente de su local, cortaremos su suministro electrico y empezara el show, debemos dejar a Akane ciega, será la mejor oportunidad que tengamos — sabía que esa mujer era demasiado cobarde como para ir contra ellos de frente y que usaría trampas y artimañas. Por su parte dejaría a sus hombres descansar y usaría el resto de la noche para preparar bien la estrategía y armarlos bien, después de todo, algunos de sus contactos poseían un material bastante bueno y le debían un par de favores. Debían estar listos para la batalla que les esperaba, sería dura, en más de un sentido.
— Escuchame bien, vas a descansar lo que queda de noche, necesitamos planear bien el siguiente golpe. Puede que los locales de Akane no fueran un problema, pero vamos a atacar su base principal, su fortaleza y dudo mucho que sea tan sencillo como hasta ahora — sobretodo por que la mujer estaría preparada. Tendría a la mayoría de sus hombres allí y ella misma estaría lista para combatir de ser necesario. Lilith esperaba una partida de lo más compleja una vez llegaran allí y seguramente no podría andarse con remilgos. Le tocaría luchar con todo cuanto tenía y por mucho que León y sus chicos estuvieran bien entrenados ellos contaban con la ventaja del escenario. Conocían mejor que ellos el lugar donde iban a luchar y estaba segura de que aquella mujer usaría eso en su contra.
Por ese motivo, la joven madame tenía que pensar bien cual sería su estrategía. Debía conseguir sacarlos a todos de sus escondrijos para luego atacar de la mejor forma posible. Por un momento se quedo pensativa y después miro a Yuki, sus ojos fueron a parar al hombre que aún se encontraba semi arrodillado ante ella — vosotros la conocéis mejor que yo, debéis saber como suele actuar, ¿suele ser de las que dejan a los demás luchar por ella? — si era así, debían dejarla sin visibilidad. Seguramente se escondería en un despacho rodeada de cámaras para observar lo que ocurría y de paso ordenar a sus hombres. Debían dejarla "ciega", eso la obligaría a salir de su ratonera y entonces podrían atraparla y acabar con ella de la forma más rápida posible.
Igualmente debían tener cuidado con esos poderes que tenía, no conocian bien lo que podía hacer su akuma no mi y con esos trucos siempre era mejor tener precaución. — Esta bien, haremos lo siguiente, esta noche descansaremos todos, mañana buscaremos la toma de corriente de su local, cortaremos su suministro electrico y empezara el show, debemos dejar a Akane ciega, será la mejor oportunidad que tengamos — sabía que esa mujer era demasiado cobarde como para ir contra ellos de frente y que usaría trampas y artimañas. Por su parte dejaría a sus hombres descansar y usaría el resto de la noche para preparar bien la estrategía y armarlos bien, después de todo, algunos de sus contactos poseían un material bastante bueno y le debían un par de favores. Debían estar listos para la batalla que les esperaba, sería dura, en más de un sentido.
Eiji D. Fudo
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Escuchó todo lo que tuvo que decir Lilith. La verdad es que se preocupaba a su manera y aquello tanto Eiji como Yuki lo valoraban. También entendían que en esa operación arriesgaban sus vidas, por lo que lo más inteligente sería simplemente tener cuidado y actuar de forma rápida y certera. Rumiaron por un momento la respuesta y Yuki fue a responder por Eiji, pero le puso un dedo en la boca y contestó él, a pesar de que no quisiera hablar.
—Por supuesto que no será sencillo, pero somos impecables —exclamó—. Akane no se ensucia las manos. Así que me parece una buena estrategia, Blair-sama.
Soltó un largo suspiro tras hablar tanto y una vez Lilith salió de la sala para ir a sus aposentos comenzó a caminar agarrado de la mano de Yuki. La unión fraternal que tenían les daba fuerza y necesitaban toda la posible para superar aquel reto. Se dirigieron a la habitación en la que ya habían dormido y se tiraron en la cama. La noche era lo suficientemente larga como para hablar durante un rato, cosa la cual hicieron. Lamentablemente la conversación acabó más en anécdotas que habían vivido que los años encerrados. Les habían mantenido de tal forma que no podían contar nada interesante en aquel tiempo. Pero tanto él como ella sabían que algo se cocía y Eiji había despertado el haki de observación. Se acurrucaron juntos y la noche pasó.
Una vez se levantaron y se preocuparon de asearse y prepararse, se dirigieron a llenar con algo sus estómagos y reunirse con Lilith. Una vez hicieron todo el proceso vieron que los preparativos parecían ir viento en popa, por lo que tendrían que dirigirse en coche hacia la base principal de Akane. El problema es que ella muy seguramente ya conocía sobre los movimientos que estaban haciendo, por lo que tenían que tener la máxima precaución posible.
—Cortaremos la luz, Blair-sama —comentó en voz alta mientras dedicaba una vaga sonrisa a la madame—. Después nos dirigiremos al interior y le daremos el golpe final a esa zorra.
Eiji asintió con la cabeza lentamente mientras miraba la recámara de su arma. Realmente estaban jugándose la vida por esto, pero no podían pedir más. Tenían que hacerlo sí o sí o Akane se saldría con la suya. Y ya lo había hecho demasiados años. Fruta del diablo o no era una mortal, y una bala o flecha en la cabeza de una persona era igual de letal.
—Por supuesto que no será sencillo, pero somos impecables —exclamó—. Akane no se ensucia las manos. Así que me parece una buena estrategia, Blair-sama.
Soltó un largo suspiro tras hablar tanto y una vez Lilith salió de la sala para ir a sus aposentos comenzó a caminar agarrado de la mano de Yuki. La unión fraternal que tenían les daba fuerza y necesitaban toda la posible para superar aquel reto. Se dirigieron a la habitación en la que ya habían dormido y se tiraron en la cama. La noche era lo suficientemente larga como para hablar durante un rato, cosa la cual hicieron. Lamentablemente la conversación acabó más en anécdotas que habían vivido que los años encerrados. Les habían mantenido de tal forma que no podían contar nada interesante en aquel tiempo. Pero tanto él como ella sabían que algo se cocía y Eiji había despertado el haki de observación. Se acurrucaron juntos y la noche pasó.
Una vez se levantaron y se preocuparon de asearse y prepararse, se dirigieron a llenar con algo sus estómagos y reunirse con Lilith. Una vez hicieron todo el proceso vieron que los preparativos parecían ir viento en popa, por lo que tendrían que dirigirse en coche hacia la base principal de Akane. El problema es que ella muy seguramente ya conocía sobre los movimientos que estaban haciendo, por lo que tenían que tener la máxima precaución posible.
—Cortaremos la luz, Blair-sama —comentó en voz alta mientras dedicaba una vaga sonrisa a la madame—. Después nos dirigiremos al interior y le daremos el golpe final a esa zorra.
Eiji asintió con la cabeza lentamente mientras miraba la recámara de su arma. Realmente estaban jugándose la vida por esto, pero no podían pedir más. Tenían que hacerlo sí o sí o Akane se saldría con la suya. Y ya lo había hecho demasiados años. Fruta del diablo o no era una mortal, y una bala o flecha en la cabeza de una persona era igual de letal.
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Ver el modo de actuar de aquella mujer le repugnaba, ¿como podía ofrecer la cabeza de sus hombres de aquella manera? ¿Cómo podía dejar que maltratasen y humillaran de esas formas a las mujeres que trabajaban con ella? Aquella mujer no merecía seguir viviendo, pero Lilith estaba segura de que había más como ella, que no sería la única que trataba así a su gente y descubrirlo le había hecho replantearse muchas cosas. No podía quedarse solamente en Arabasta, no podía permitir que el resto de mujeres y hombres que vivían de aquel mundo se vieran forzados a una vida turbia sin una pizca de dignidad.
Esta historia había echo que Lilith abriera los ojos a un nuevo mundo de posibilidades, debía hacerse con los negocios de Arabasta y después continuar con el resto del paraíso. No podía quedarse solamente allí, no, debía seguir conquistaría el bajo mundo de la prostitución y se convertiría en su emperatriz, en la reina de aquel mundo turbio y lleno de depravación. Un gesto fue suficiente para que corataran la luz de aquel ultimo local que les quedaba por tomar. Debían actuar rápido y asegurarse de pillarolos por sorpresa o al menos conseguir las menores bajas posibles. No quería que sus hombres sufieran pero tampoco quería realizar una masacre con los trabajadores de aquel lugar.
León entró dirigiendo a sus hombres contra los guardias de Akane, esperaba que Yuki y Eiji fueran tras él y no hicieran demasiadas tonterías. Por su parte, Lilith se quedo fuera y saco el télefono para llamar al despacho de Akane — nos veremos pronto querida, estoy deseando ver como la luz en tus ojos se apaga — tras decir aquello colgó, sin permitir que la mujer pudiera o no responder, le era indifernte lo que quisiera o no quisiera decir. Se quedo allí, frente a la puerta principal con el lobo al lado y con el látigo en la cintura, estaba preparada por si tenía que entrar a luchar en algún momento, pero esperaba no tener que hacerlo. No obstante, algunos de los guardias de Akane se habían quedado rezagados, ocultos en los laterales del local para ir contra ella cuando sus hombres entrasen.
Una sonrisa apareció en los labios de la mujer y miro al lobo mientras los hombres se acercaban y ella se remangaba el vestido — Allaidh es hora de comer — el animal no necesito nada más para lanzarse contra aquellos desgraciados y clavar sus colmillos en su piel desgarrando y destrozando sus cuerpos con una fácilidad abismal teniendo en cuenta las dimensiones con las que contaba. Ella libero su látigo de las ataduras que lo apresaban y con movimientos precisos y relajados de su mano derecha golpeaba a aquellos hombres al mismo tiempo que con la mano izquierda lanzaba algún que otro cuchillo directamente a sus preciosas cabecitas. Aquella noche tendría que mancharse las manos, no por gusto, es una necesidad.
Esta historia había echo que Lilith abriera los ojos a un nuevo mundo de posibilidades, debía hacerse con los negocios de Arabasta y después continuar con el resto del paraíso. No podía quedarse solamente allí, no, debía seguir conquistaría el bajo mundo de la prostitución y se convertiría en su emperatriz, en la reina de aquel mundo turbio y lleno de depravación. Un gesto fue suficiente para que corataran la luz de aquel ultimo local que les quedaba por tomar. Debían actuar rápido y asegurarse de pillarolos por sorpresa o al menos conseguir las menores bajas posibles. No quería que sus hombres sufieran pero tampoco quería realizar una masacre con los trabajadores de aquel lugar.
León entró dirigiendo a sus hombres contra los guardias de Akane, esperaba que Yuki y Eiji fueran tras él y no hicieran demasiadas tonterías. Por su parte, Lilith se quedo fuera y saco el télefono para llamar al despacho de Akane — nos veremos pronto querida, estoy deseando ver como la luz en tus ojos se apaga — tras decir aquello colgó, sin permitir que la mujer pudiera o no responder, le era indifernte lo que quisiera o no quisiera decir. Se quedo allí, frente a la puerta principal con el lobo al lado y con el látigo en la cintura, estaba preparada por si tenía que entrar a luchar en algún momento, pero esperaba no tener que hacerlo. No obstante, algunos de los guardias de Akane se habían quedado rezagados, ocultos en los laterales del local para ir contra ella cuando sus hombres entrasen.
Una sonrisa apareció en los labios de la mujer y miro al lobo mientras los hombres se acercaban y ella se remangaba el vestido — Allaidh es hora de comer — el animal no necesito nada más para lanzarse contra aquellos desgraciados y clavar sus colmillos en su piel desgarrando y destrozando sus cuerpos con una fácilidad abismal teniendo en cuenta las dimensiones con las que contaba. Ella libero su látigo de las ataduras que lo apresaban y con movimientos precisos y relajados de su mano derecha golpeaba a aquellos hombres al mismo tiempo que con la mano izquierda lanzaba algún que otro cuchillo directamente a sus preciosas cabecitas. Aquella noche tendría que mancharse las manos, no por gusto, es una necesidad.
Eiji D. Fudo
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Las luces se cortaron, perdiendo toda la iluminación del interior del edificio. Estaban en una noche densa y profunda, por lo que encendió una linterna y se dirigió hacia dentro por la parte trasera, dejando a Yuki con la madame. El local estaba lleno de gente y Lilith ya había hecho su primer movimiento con Allaidh, pero lo importante era colarse por atrás y ser lo más sigiloso posible. Llevaba la pistola perfectamente colocada encima de la linterna, manteniendo una postura en la que le facilitaba el apuntar. Escuchó unos pasos a lo lejos y apagó el aparato, aguantando la respiración y notando cada movimiento que realizaban. La gente estaba también alerta, ya que parecían tener precaución en sus pasos, casi intentando ser sigilosos. Pero no lo eran como él. Calculó el tiro por el sonido de los pasos y atravesó dos frentes, sonando dos golpes secos después. Dejó salir el aire y se llevó la mano al pecho. Se sentía nervioso.
Avanzó con cuidado, usando todo lo que había aprendido para ser lo más sigiloso posible. Era muy difícil, pero recordar la postura, la forma en la que colocar sus pies y, lo más importante, ser un fantasma. Así es como le llamaban, Eiji D. Fudo, el fantasma. Por lo que tenía que tomar aquello más que una incursión... como un entrenamiento para ser más sigiloso. Parecía algo estúpido, pero tenía que intentarlo. Dejó fluir el peso de su cuerpo para acomodar una mejor postura y se centró aún más en escuchar. Hasta que tuvo que agacharse brevemente: habían varios fantasmas merodeando la zona. Por lo menos es como podía verlos: formas extrañas que atravesaban las paredes. Seguramente aquel sería el poder de Akane, por lo que no debía subestimarlo. No entendía demasiado de frutas del diablo ya que había tenido una vida relativamente tranquila en Wano, pero sabía que el respeto estaba presente.
Avanzó un poco siendo lo más sigiloso posible y alcanzó a escuchar una conversación. Empezaban a encender linternas y luces, tanto velas como candelabros. Todo lo que iban pillando. Chasqueó la lengua y se pegó a la pared.
—Tenemos que tener cuidado con Akane... Está que trina. Nos ha ordenado disparar a matar, aunque sean compañeros. Pero que no dudemos en agretar el gatillo, vaya.
Otra voz sonó, más aguda.
—Sí, la verdad es que yo no estoy interesada. Le pueden dar por culo a esa mujer, la verdad. No es una persona por la que...
Empezó a escuchar cómo se retorcía en el suelo, llorando y llorando de un momento para otro. Frunció el ceño y agarró el mango de la pistola con fuerza, saliendo hacia fuera mientras apuntaba y viendo cómo los dos estaban en el suelo arrastrándose y un fantasma se iba de ahí.
—¡Dios santo, soy una inútil! ¡Dame el arma, me voy a matar! —Gritó mientras sollozaba.
—No, me voy a matar yo. He fallado en mi vida...
Eiji volvió a esconderse y deseó que los demás estuvieran bien.
Avanzó con cuidado, usando todo lo que había aprendido para ser lo más sigiloso posible. Era muy difícil, pero recordar la postura, la forma en la que colocar sus pies y, lo más importante, ser un fantasma. Así es como le llamaban, Eiji D. Fudo, el fantasma. Por lo que tenía que tomar aquello más que una incursión... como un entrenamiento para ser más sigiloso. Parecía algo estúpido, pero tenía que intentarlo. Dejó fluir el peso de su cuerpo para acomodar una mejor postura y se centró aún más en escuchar. Hasta que tuvo que agacharse brevemente: habían varios fantasmas merodeando la zona. Por lo menos es como podía verlos: formas extrañas que atravesaban las paredes. Seguramente aquel sería el poder de Akane, por lo que no debía subestimarlo. No entendía demasiado de frutas del diablo ya que había tenido una vida relativamente tranquila en Wano, pero sabía que el respeto estaba presente.
Avanzó un poco siendo lo más sigiloso posible y alcanzó a escuchar una conversación. Empezaban a encender linternas y luces, tanto velas como candelabros. Todo lo que iban pillando. Chasqueó la lengua y se pegó a la pared.
—Tenemos que tener cuidado con Akane... Está que trina. Nos ha ordenado disparar a matar, aunque sean compañeros. Pero que no dudemos en agretar el gatillo, vaya.
Otra voz sonó, más aguda.
—Sí, la verdad es que yo no estoy interesada. Le pueden dar por culo a esa mujer, la verdad. No es una persona por la que...
Empezó a escuchar cómo se retorcía en el suelo, llorando y llorando de un momento para otro. Frunció el ceño y agarró el mango de la pistola con fuerza, saliendo hacia fuera mientras apuntaba y viendo cómo los dos estaban en el suelo arrastrándose y un fantasma se iba de ahí.
—¡Dios santo, soy una inútil! ¡Dame el arma, me voy a matar! —Gritó mientras sollozaba.
—No, me voy a matar yo. He fallado en mi vida...
Eiji volvió a esconderse y deseó que los demás estuvieran bien.
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Lilith era una persona que evitaba a toda costa tener que asesinar a alguien con sus propias manos. No le gustaba cargar con demasiados cadáveres en la espalda aunque teniendo en cuenta los que ya tenía uno más o uno menos no sería una gran diferencia. Esa noche sabía que tendría que enfrentarse a muchos demonios y no hablaba precisamente de los hombres de Akane. Ella misma debía luchar contra la auto impuesta moral, si la podemos llamar así, que había elegido tomar y por la que se guiaba desde hacía mucho tiempo. Aquella noche, se convertiría en un ante y después en la vida de la mujer. Pues aunque siempre había tenido una gran ambición, nunca había pensado realmente en llegar a algo tan grande como emperatriz del bajo mundo.
Fueron las acciones de aquella mujer las que le hicieron ver que aquel mal, era necesario. Que debía seguir escalando y debía encargarse de que ninguna otra alimaña pudiera poner en riesgo sus negocios o a sus chicas. Sus movimientos eran totalmente precisos, no perdía un solo movimiento golpeando al aire, no había avisos, esto era morir o que te matasen y no estaba dispuesta a perder la vida en una tontería como aquella. Aún tenía muchas cosas que hacer y no permitiría que su nueva meta terminase tan deprisa y sin haber podido disfrutar de ella. Un nuevo movimiento de su muñeca derecha hicieron que el látigo de cadenas se enredase en el cuello de un hombre que estaba a punto de atacar a Yuki. Tiró con fuerza y le partió el cuello, el suelo no tardo en teñirse de rojo y la noche, anteriormente silenciosa dejo paso a los gritos de dolor de aquellos hombres.
Esperaba que en el interior del edificio sus chicos estuvieran haciendo un buen trabajo y que Eiji estuviera teniendo cuidado. León era alguien realmente hábil y eso la madame lo sabía, aún así no podía evitar preocuparse por ellos. En el interior del edificio el guardaespaldas de la mujer de violáceos cabellos avanzaba junto a sus hombres abriendo hueco gracias a sus hilos y al duro entrenamiento al que se había sometido con ellos. Abrían hueco para que Eiji pudiera pasar y fuera en busca de Akane, después de todo, era una redencilla personal y aunque fuera beneficioso para su señora, aquel juego se estaba llevando acabo para que el hombre se hiciera con su venganza personal.
— Es hora de ver, de que madera estas hecho — fue un leve susurro de la mujer una vez terminó con los hombres del exterior del local mientras dirigía su mirada al edificio y sonreía de forma ladina. El juego había llegado a su punto más critico y era hora de dejar que sus piezas avanzaran y demostrasen de lo que eran capaces. Ella había dispuesto el tablero para ganar y no estaría satisfecha con ningún otro resultado. En este juego, no se puede esperar otra cosa que no sea la victoria absoluta, no había empates solo vencedores y vencidos y ella nunca perdía.
Fueron las acciones de aquella mujer las que le hicieron ver que aquel mal, era necesario. Que debía seguir escalando y debía encargarse de que ninguna otra alimaña pudiera poner en riesgo sus negocios o a sus chicas. Sus movimientos eran totalmente precisos, no perdía un solo movimiento golpeando al aire, no había avisos, esto era morir o que te matasen y no estaba dispuesta a perder la vida en una tontería como aquella. Aún tenía muchas cosas que hacer y no permitiría que su nueva meta terminase tan deprisa y sin haber podido disfrutar de ella. Un nuevo movimiento de su muñeca derecha hicieron que el látigo de cadenas se enredase en el cuello de un hombre que estaba a punto de atacar a Yuki. Tiró con fuerza y le partió el cuello, el suelo no tardo en teñirse de rojo y la noche, anteriormente silenciosa dejo paso a los gritos de dolor de aquellos hombres.
Esperaba que en el interior del edificio sus chicos estuvieran haciendo un buen trabajo y que Eiji estuviera teniendo cuidado. León era alguien realmente hábil y eso la madame lo sabía, aún así no podía evitar preocuparse por ellos. En el interior del edificio el guardaespaldas de la mujer de violáceos cabellos avanzaba junto a sus hombres abriendo hueco gracias a sus hilos y al duro entrenamiento al que se había sometido con ellos. Abrían hueco para que Eiji pudiera pasar y fuera en busca de Akane, después de todo, era una redencilla personal y aunque fuera beneficioso para su señora, aquel juego se estaba llevando acabo para que el hombre se hiciera con su venganza personal.
— Es hora de ver, de que madera estas hecho — fue un leve susurro de la mujer una vez terminó con los hombres del exterior del local mientras dirigía su mirada al edificio y sonreía de forma ladina. El juego había llegado a su punto más critico y era hora de dejar que sus piezas avanzaran y demostrasen de lo que eran capaces. Ella había dispuesto el tablero para ganar y no estaría satisfecha con ningún otro resultado. En este juego, no se puede esperar otra cosa que no sea la victoria absoluta, no había empates solo vencedores y vencidos y ella nunca perdía.
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