Zaina Nitocris
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Negocios, negocios, adora los negocios, sobre todo cuando todos ganan son pacíficos de organizar y nada ni nadie le toca las narices cuando pasan. Cuando es entre amigas y todas son perfectamente conscientes de lo que pueden sacar, de lo que desean y quieren y un montón de planes e ideas que sin duda tienen ganas de dar forma. Esa reunión era una de esas cosas que aunque eran con motivos laborales no podía evitar sentir que a la vez, eran parte de una fiesta o celebración. El embarazo de Jade avanzaba favorablemente, estaba gorda, más que de costumbre y se la pasaba tirada en el despacho de Zaina a la espera de comida y mimos.
En unos cuarenta días acabaría por dar a luz y tenía que enseñárselo a una de las personas que había formado parte en aquel proyecto. También estaba la cosa de que pensaba darle uno de los ejemplares a su amiga de la infancia y estaba deseando ver su cara cuando comprobara el estado de Jade. Se acercó a la dormilona felina y le rascó el mentón, dejando que actuara como toda una consentida y se estirara como buen felino que era. Sin duda el mundo animal era tan impresionante y bello como pensaba. El padre y pareja de nuestra felina estaba en otro sitio, pero de momento prefería que se vieran en momentos puntuales bajo su vista, si le hacía algo a Jade tendría que sacrificarlo al instante, pero de momento el animal parecía comprenderlo.
La reunión pasaría en uno de los “cuarteles generales” de nuestra querida Yasei, ya que como quien dice el despacho de la primera de sus joyerías no es exactamente un cuartel general como tal, pero es efectivo. Lilith sabía dónde estaba y era fácil de llegar desde cualquier lado para que nadie se perdiera.
Dejó preparado todo a la perfección y mientras esperaba comenzó a revisar distintos documentos que tenía pendiente. Las propiedades pendientes de categorizar, los nuevos lugares que había comprado para expandir sus dominios. También estaban los casinos con los que tenía tratos en Casino Island y un montón de negocios y cosas por terminar y apalabrar, era interesante ver cómo se estaba desarrollando todo entre las sombras.
Yasei comenzaba a ganar poder y poco a poco dejaba su marca en lugares donde la gente nunca esperaría ver a un travieso gato negro con cola de corazón. Paso a paso terminaría conquistando el trono y nada ni nadie podría detenerla.
-Ya deben de estar por llegar, siempre son muy puntuales.- Jade medio maulló en forma de aprobación a sus palabras y Yasei simplemente negó. Al menos ya no soltaba quejidos salidos de los infiernos más profundos y oscuros.
En unos cuarenta días acabaría por dar a luz y tenía que enseñárselo a una de las personas que había formado parte en aquel proyecto. También estaba la cosa de que pensaba darle uno de los ejemplares a su amiga de la infancia y estaba deseando ver su cara cuando comprobara el estado de Jade. Se acercó a la dormilona felina y le rascó el mentón, dejando que actuara como toda una consentida y se estirara como buen felino que era. Sin duda el mundo animal era tan impresionante y bello como pensaba. El padre y pareja de nuestra felina estaba en otro sitio, pero de momento prefería que se vieran en momentos puntuales bajo su vista, si le hacía algo a Jade tendría que sacrificarlo al instante, pero de momento el animal parecía comprenderlo.
La reunión pasaría en uno de los “cuarteles generales” de nuestra querida Yasei, ya que como quien dice el despacho de la primera de sus joyerías no es exactamente un cuartel general como tal, pero es efectivo. Lilith sabía dónde estaba y era fácil de llegar desde cualquier lado para que nadie se perdiera.
Dejó preparado todo a la perfección y mientras esperaba comenzó a revisar distintos documentos que tenía pendiente. Las propiedades pendientes de categorizar, los nuevos lugares que había comprado para expandir sus dominios. También estaban los casinos con los que tenía tratos en Casino Island y un montón de negocios y cosas por terminar y apalabrar, era interesante ver cómo se estaba desarrollando todo entre las sombras.
Yasei comenzaba a ganar poder y poco a poco dejaba su marca en lugares donde la gente nunca esperaría ver a un travieso gato negro con cola de corazón. Paso a paso terminaría conquistando el trono y nada ni nadie podría detenerla.
-Ya deben de estar por llegar, siempre son muy puntuales.- Jade medio maulló en forma de aprobación a sus palabras y Yasei simplemente negó. Al menos ya no soltaba quejidos salidos de los infiernos más profundos y oscuros.
Aki D. Arlia
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No estaba segura de haber estado antes en Arabasta. Desde luego había oído hablar de la isla, pero cuando la vio por primera vez a lo lejos tuvo que admitir que era mucho más bonita de cómo se la había imaginado. Eso le alegraba. Se apresuró a atracar el barco y bajar a tierra. La madera del puerto quemaba incluso a través de los zapatos, pero de alguna manera la sensación no le disgustaba.
De repente, un huracán moreno se le echó a los brazos y Lysbeth sonrió mientras le devolvía el abrazo. Llevaba muchísimo tiempo sin ver a su jovencita y al final la pobre criatura le había mandado una carta pidiendo que le volviera a llevar consigo. La pirata seguía convencida de que el viaje que estaba haciendo necesitaba hacerlo sola, pero podía hacer una excepción. Al fin y al cabo, a Arabasta no iba a evadirse, si no a hacer negocios. Podía acompañarle por el día y conocería a un par de personas interesantes. Después, sintiéndolo mucho, deberían separarse nuevamente. Todavía tenía demasiadas cosas en las que pensar.
De momento, sin embargo, podían regocijarse con la vista. Había llegado más que a tiempo y aún faltaba un rato para la hora acordada. Lo gastó en ponerse al día con su pequeña y en irse de compras; no estaban adecuadamente vestidas para Arabasta. Poco después, sin embargo, estaban envueltas en prendas de seda de colores, verde hoja para Lys y azul noche para la jovencita. Si habían o no robado en el proceso las joyas que ahora les adornaban brazos y piernas era ciertamente irrelevante, ya que nadie lo había notado.
No le costó mucho encontrar la dirección que Yasei le había facilitado. Era una preciosa joyería y no vaciló en tocar la campanilla para entrar. Por una vez no se había perdido y en parte estaba un poco orgullosa de sí misma. Al fin y al cabo esta era una reunión importante; si el trato salía bien esta sería su segunda compra más cara, después del Loreley. O eso esperaba. No recordaba cuánto le había costado el barco, pero sabía que no podía ser poco. ¿Lo habría robado? Oh, bueno.
Saludó a Yasei con una sonrisa y un abrazo. La dama estaba igual de hermosa que siempre y sentada en su despacho de alguna manera parecía todavía más regia. Le introdujo a su acompañante, que se había conformado con sonreír y agachar la cabeza. ¿Se había sonrojado? Lys intentó no reírse. Era adorable.
-Me alegro de haber venido, Yasei. Ya tenía ganas de verte. La pequeña viene conmigo, va a ayudarme si en algún momento me siento indecisa.
Al fin y al cabo, en realidad todavía no estaba muy segura de lo que quería. Sabía que quería una casa y un puerto en Arabasta, tan solo porque una visita a ese lugar no iba a llegarle y tenía intención de conocer todos sus recovecos. Pero también le gustaría comenzar alguna clase de negocio; tener una fuente estable de dinero no podía doler, al fin y al cabo.
De repente, un huracán moreno se le echó a los brazos y Lysbeth sonrió mientras le devolvía el abrazo. Llevaba muchísimo tiempo sin ver a su jovencita y al final la pobre criatura le había mandado una carta pidiendo que le volviera a llevar consigo. La pirata seguía convencida de que el viaje que estaba haciendo necesitaba hacerlo sola, pero podía hacer una excepción. Al fin y al cabo, a Arabasta no iba a evadirse, si no a hacer negocios. Podía acompañarle por el día y conocería a un par de personas interesantes. Después, sintiéndolo mucho, deberían separarse nuevamente. Todavía tenía demasiadas cosas en las que pensar.
De momento, sin embargo, podían regocijarse con la vista. Había llegado más que a tiempo y aún faltaba un rato para la hora acordada. Lo gastó en ponerse al día con su pequeña y en irse de compras; no estaban adecuadamente vestidas para Arabasta. Poco después, sin embargo, estaban envueltas en prendas de seda de colores, verde hoja para Lys y azul noche para la jovencita. Si habían o no robado en el proceso las joyas que ahora les adornaban brazos y piernas era ciertamente irrelevante, ya que nadie lo había notado.
No le costó mucho encontrar la dirección que Yasei le había facilitado. Era una preciosa joyería y no vaciló en tocar la campanilla para entrar. Por una vez no se había perdido y en parte estaba un poco orgullosa de sí misma. Al fin y al cabo esta era una reunión importante; si el trato salía bien esta sería su segunda compra más cara, después del Loreley. O eso esperaba. No recordaba cuánto le había costado el barco, pero sabía que no podía ser poco. ¿Lo habría robado? Oh, bueno.
Saludó a Yasei con una sonrisa y un abrazo. La dama estaba igual de hermosa que siempre y sentada en su despacho de alguna manera parecía todavía más regia. Le introdujo a su acompañante, que se había conformado con sonreír y agachar la cabeza. ¿Se había sonrojado? Lys intentó no reírse. Era adorable.
-Me alegro de haber venido, Yasei. Ya tenía ganas de verte. La pequeña viene conmigo, va a ayudarme si en algún momento me siento indecisa.
Al fin y al cabo, en realidad todavía no estaba muy segura de lo que quería. Sabía que quería una casa y un puerto en Arabasta, tan solo porque una visita a ese lugar no iba a llegarle y tenía intención de conocer todos sus recovecos. Pero también le gustaría comenzar alguna clase de negocio; tener una fuente estable de dinero no podía doler, al fin y al cabo.
Lilith Blair
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Había recibido un mensaje de Zaina, al parecer quería reencontrarse con ella por que una amiga quería pedirle un favor. Bueno, se podría decir que las amigas de las amigas pueden contarse como amigas así que no tuvo objeción a la hora de aceptar la reunión. Después de todo si la cosa no le convenía era tan sencillo como decir que no o que no podía hacerlo y listo. Aunque supuso que si la gata del desierto la había llamado seguramente podría echar una mano. Se dispuso a salir de su local para ir en busca del de su amiga, sabía perfectamente donde estaba así que no había perdida.
Camino por las calles de Arabasta bien protegida por León y Allaidh, cada uno iba a un lado de la mujer como dos verdaderas fieras cuidando de lo más preciado que tienen. Tras caminar un rato llegaron al lugar donde habían quedado para realizar aquella reunión, era el local insignia de los negocios de su amiga y lo conocía demasiado bien. Los guardias de la entrada trasera no dudaron un segundo en abrir la puerta en cuanto la vieron llegar, entraba por aquella puerta por una sencilla razón, por la puerta principal Allaidh no entraba y además podría asustar a los clientes y no era plan de molestar.
— ¿Yasei a llegado? — sabía que su amiga utilizaba ese nombre en general para todos y por ese motivo ella lo usaba cuando estaban en compañía de otros por si acaso. Sus guardias asintieron y la llevaron hasta la habitación que usarían para la reunión. Allaidh movía la cola emocionado por volver a ver a la gata del desierto y de paso por ver a Jade, siempre era bueno tener a alguien del mismo tamaño con el cual jugar y la verdad es que tenía ganas de reencontrarse con los gatos de su amiga, aunque no sabía si los tendría o no en la habitación, pero bueno, sería sencillo llevar al lobo con ellos si era necesario.
Llamo a la puerta y una vez recibió permiso para entrar abrió la puerta para entrar con su guardaespaldas y con el enorme perro de cuatro metros. Justo frente a ella se encontraba Zaina con Jade ¿había engordado? y otra mujer junto a una niña. Supuso que aquella persona sería con quien realizarían negocios aquel día, entro y cerró la puerta tras de si con una leve sonrisa — me alegra volver a verte querida, ¿Jade a engordado o es mi imaginación? — se rió levemente ante el maullido molesto de la gatita mientras Allaidh se acercaba a su felina amiga y la olisqueaba antes de frotar suavemente su cabeza contra la de ella, parecía que entendía lo que sucedía y quería darle mimitos.
Camino por las calles de Arabasta bien protegida por León y Allaidh, cada uno iba a un lado de la mujer como dos verdaderas fieras cuidando de lo más preciado que tienen. Tras caminar un rato llegaron al lugar donde habían quedado para realizar aquella reunión, era el local insignia de los negocios de su amiga y lo conocía demasiado bien. Los guardias de la entrada trasera no dudaron un segundo en abrir la puerta en cuanto la vieron llegar, entraba por aquella puerta por una sencilla razón, por la puerta principal Allaidh no entraba y además podría asustar a los clientes y no era plan de molestar.
— ¿Yasei a llegado? — sabía que su amiga utilizaba ese nombre en general para todos y por ese motivo ella lo usaba cuando estaban en compañía de otros por si acaso. Sus guardias asintieron y la llevaron hasta la habitación que usarían para la reunión. Allaidh movía la cola emocionado por volver a ver a la gata del desierto y de paso por ver a Jade, siempre era bueno tener a alguien del mismo tamaño con el cual jugar y la verdad es que tenía ganas de reencontrarse con los gatos de su amiga, aunque no sabía si los tendría o no en la habitación, pero bueno, sería sencillo llevar al lobo con ellos si era necesario.
Llamo a la puerta y una vez recibió permiso para entrar abrió la puerta para entrar con su guardaespaldas y con el enorme perro de cuatro metros. Justo frente a ella se encontraba Zaina con Jade ¿había engordado? y otra mujer junto a una niña. Supuso que aquella persona sería con quien realizarían negocios aquel día, entro y cerró la puerta tras de si con una leve sonrisa — me alegra volver a verte querida, ¿Jade a engordado o es mi imaginación? — se rió levemente ante el maullido molesto de la gatita mientras Allaidh se acercaba a su felina amiga y la olisqueaba antes de frotar suavemente su cabeza contra la de ella, parecía que entendía lo que sucedía y quería darle mimitos.
Zaina Nitocris
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Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
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Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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-No tienes que preocuparte, estoy segura de que algo podremos encontrarte.- Le devolvió el abrazo con cariño, sonriendo sin poder evitar notar lo cómoda que se sentía cerca de aquella mujer. Miró con curiosidad a la otra muchacha antes de dedicarle una sonrisa tranquila y calmada, luego volvió a su sitio sin demasiado problema.
Sabiendo de la puntualidad de la dama de Arabasta de cabello y piel clara, Zaina no se sorprendió demasiado al saber que Lilith había llegado. Su inmenso lobo cruzó la sala para hacer compañía a Jade y nuestra dama de orbes esmeralda no pudo evitar sonreír.- Es una de las razones de que os llamara, Jade ya se encuentra en el último mes de su embarazo.- La alegría se le escapaba por los poros, la sonrisa, los ojos. El que a Jade le quedaran unos cuarenta días para dar a luz era una de esas cosas que le hacían sonreír por las mañanas, últimamente Yarmin era secundario.
Ese hombre solía hacerla sonreír en otros momentos.
-Me gustaría que ambas os quedaríais una de sus crías, confío en vosotras tanto como confío en mi misma para criarlas. -Jade se mostró complacida, sabiendo de sobra que aquellas mujeres eran más que aptas para semejante tarea, además, eso aseguraba que pudiera volver a ver a sus crías llegado el momento.- Bueno, ahora es mejor que pasemos a los negocios, poneos cómodas, si queréis algo de beber o comer solo tenéis que pedirlo.- Un gesto y trajeron algunas bandejas llenas de fruta, bebida y comida, trajeron también algo para el señor lobo en caso de que quisiera.
El caso era que el tema de los negocios siempre era interesante de llevar y sin duda, podrían apañar algo de lo más divertido.- Dime querida…¿Qué buscas exactamente en nuestra tierra? ¿Qué deseas tener? - Ambas poseían varias tierras en Arabasta, eso sin contar con el hecho de que la Reina estuviera bajo el control de Yarmin y toda su gente, eso era algo que mejor no pensar demasiado o le dolería la cabeza. - Considero que tienes a las dos mayores terratenientes presentes, ya sea en un sector u otro.- No era mentira, ambas eran dos fuerzas aterradoras en aquel desierto y si el resto no tenía cuidado, acabarían siendo devorados, consumidos totalmente por ellas.
-Siento ir tan al grano, pero es lo mejor en estos casos.- Sacó un mapa del territorio de Arabasta, tenía situadas las zonas que ella controlaba, algunas a las que Lilith le había puesto las manos encima y algunas en negro. Aunque algo me dice que ya sabéis a quién pertenecen esas zonas que no se pueden ver a simple vista.
Sabiendo de la puntualidad de la dama de Arabasta de cabello y piel clara, Zaina no se sorprendió demasiado al saber que Lilith había llegado. Su inmenso lobo cruzó la sala para hacer compañía a Jade y nuestra dama de orbes esmeralda no pudo evitar sonreír.- Es una de las razones de que os llamara, Jade ya se encuentra en el último mes de su embarazo.- La alegría se le escapaba por los poros, la sonrisa, los ojos. El que a Jade le quedaran unos cuarenta días para dar a luz era una de esas cosas que le hacían sonreír por las mañanas, últimamente Yarmin era secundario.
Ese hombre solía hacerla sonreír en otros momentos.
-Me gustaría que ambas os quedaríais una de sus crías, confío en vosotras tanto como confío en mi misma para criarlas. -Jade se mostró complacida, sabiendo de sobra que aquellas mujeres eran más que aptas para semejante tarea, además, eso aseguraba que pudiera volver a ver a sus crías llegado el momento.- Bueno, ahora es mejor que pasemos a los negocios, poneos cómodas, si queréis algo de beber o comer solo tenéis que pedirlo.- Un gesto y trajeron algunas bandejas llenas de fruta, bebida y comida, trajeron también algo para el señor lobo en caso de que quisiera.
El caso era que el tema de los negocios siempre era interesante de llevar y sin duda, podrían apañar algo de lo más divertido.- Dime querida…¿Qué buscas exactamente en nuestra tierra? ¿Qué deseas tener? - Ambas poseían varias tierras en Arabasta, eso sin contar con el hecho de que la Reina estuviera bajo el control de Yarmin y toda su gente, eso era algo que mejor no pensar demasiado o le dolería la cabeza. - Considero que tienes a las dos mayores terratenientes presentes, ya sea en un sector u otro.- No era mentira, ambas eran dos fuerzas aterradoras en aquel desierto y si el resto no tenía cuidado, acabarían siendo devorados, consumidos totalmente por ellas.
-Siento ir tan al grano, pero es lo mejor en estos casos.- Sacó un mapa del territorio de Arabasta, tenía situadas las zonas que ella controlaba, algunas a las que Lilith le había puesto las manos encima y algunas en negro. Aunque algo me dice que ya sabéis a quién pertenecen esas zonas que no se pueden ver a simple vista.
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