Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquella mañana había llegado algo antes de su hora habitual. Tenía que encontrar rápidamente un par de libros antes de que se agotasen las copias, para continuar con sus estudios y completar una teoría sobre gases pirofóricos. Muchos que lo habían estudiado antes que Arny, le dieron varios nombres a la misma sustancia, como “boroetano", "hidruro de boro", y "hexahidruro de diboro". Lo que tuvo entretenido durante varios días al ornitorrinco, recopilando información de diferentes fuentes. Buscar información sobre el "Diborano" ya fue una aventura en si misma. Había tantos retazos y viejos manuscritos donde buscar que se llevó cuatro días de trabajo.
Feliz, Arny recorría el pasillo central con el ejemplar de "Producción y Síntesis" tan codiciado. Solo había un par de estos volúmenes completos y siempre estaban alquilados. El tratado sobre creación artificial de productos, tenía una extensa explicación sobre la producción industrial y los costes de la misma. Extremadamente caros y difíciles procesos para la obtención de un recurso, por otro lado, clave para una diversidad de aplicaciones. Incluido el uso del gas como combustible. Rápidamente descartado por su alta peligrosidad e inestabilidad.
Esto mantenía la mente del mink ocupada. Su relación con los gases, su afinidad y control de los mismos estaba mejorando poco a poco. Si bien no había tenido muchas oportunidades de entrenar sus habilidades físicas. Había estado llenando su cerebro de información relacionada. Así, llego a la idea que lo llevó a crear una teoría sobre aquel gas tan peligroso.
Si era capaz de mantener aquella volátil sustancia dentro de una atmosfera controlada, sería el primer paso para crear el motor de propulsión más potente del mercado. La formulación, una vez entendido el proceso, no resultaría demasiado compleja gracias al poder de la gasu gasu. Lo realmente complejo, había sido alcanzar el conocimiento necesario para comprender el funcionamiento de las pequeñas partículas que ahora podía formar con su cuerpo.
A la hora de comer ya tenía todo lo que necesitaba para continuar su camino. Ahora tocaba practicar y observar las reacciones que se generaban, para desarrollar la combustión controlada perfecta. Devolvió el libro en la recepción donde, impaciente, esperaba el siguiente necesitado de la sabiduría escrita en aquellas usadas paginas.
Con un extraño gesto en aquel dentado pico de color oscuro, que podría confundirse con una suerte de sonrisa. Arny atravesó el gran portón del árbol del conocimiento cargado con su mochila llena de apuntes, anotaciones y copias hechas a mano. Emocionado por ver al fin una luz al final de su investigación.
Feliz, Arny recorría el pasillo central con el ejemplar de "Producción y Síntesis" tan codiciado. Solo había un par de estos volúmenes completos y siempre estaban alquilados. El tratado sobre creación artificial de productos, tenía una extensa explicación sobre la producción industrial y los costes de la misma. Extremadamente caros y difíciles procesos para la obtención de un recurso, por otro lado, clave para una diversidad de aplicaciones. Incluido el uso del gas como combustible. Rápidamente descartado por su alta peligrosidad e inestabilidad.
Esto mantenía la mente del mink ocupada. Su relación con los gases, su afinidad y control de los mismos estaba mejorando poco a poco. Si bien no había tenido muchas oportunidades de entrenar sus habilidades físicas. Había estado llenando su cerebro de información relacionada. Así, llego a la idea que lo llevó a crear una teoría sobre aquel gas tan peligroso.
Si era capaz de mantener aquella volátil sustancia dentro de una atmosfera controlada, sería el primer paso para crear el motor de propulsión más potente del mercado. La formulación, una vez entendido el proceso, no resultaría demasiado compleja gracias al poder de la gasu gasu. Lo realmente complejo, había sido alcanzar el conocimiento necesario para comprender el funcionamiento de las pequeñas partículas que ahora podía formar con su cuerpo.
A la hora de comer ya tenía todo lo que necesitaba para continuar su camino. Ahora tocaba practicar y observar las reacciones que se generaban, para desarrollar la combustión controlada perfecta. Devolvió el libro en la recepción donde, impaciente, esperaba el siguiente necesitado de la sabiduría escrita en aquellas usadas paginas.
Con un extraño gesto en aquel dentado pico de color oscuro, que podría confundirse con una suerte de sonrisa. Arny atravesó el gran portón del árbol del conocimiento cargado con su mochila llena de apuntes, anotaciones y copias hechas a mano. Emocionado por ver al fin una luz al final de su investigación.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Si había algo que odiase más que los transportes y la suciedad, era sin duda la estupidez y la mediocridad humana. Bueno, humana y en cualquier tipo de especie que estuviese rodeándola, pues cada vez aparecían más especímenes con diversos tipos de problemas a su alrededor, como si fuesen moscas hacia la miel que resultaba ella. Esa mañana, sin embargo, había tenido que lidiar con las tres cosas. Al mismo tiempo. Así que tenía los nervios a flor de piel, incluso aunque se esforzaba enormemente por mantenerse igual de neutra que siempre. Después de días y días recorriendo el mar en barco ya se había acostumbrado al movimiento irregular de las olas, al ajetreo de sus agentes de un lado a otro haciendo tareas, y también a la suciedad y el desorden constante de cada cosa que intentaba colocar en su sitio. Supuso que nada más llegar a tierra firme todo sería mucho mejor, que por fin podría disfrutar de la paz y la calma que resultaba una isla, pero se equivocaba. Nueva Ohara no era para nada como la esperaba, toda llena de gente de un lado para otro completamente nerviosos, como si no pudiesen mantener la calma ni siquiera para la vida cotidiana. Resultaba irritante.
- Mi señor, ya tenemos la aprobación para acceder a los archivos y a las instalaciones de la marine.- Reinmic, tan útil como siempre, se acercó para entregarle el permiso. No era nada del otro mundo, pero es que tampoco había pedido la llave de la ciudad ni nada por el estilo. Comprobó que todo estaba correcto y guardó aquel papel entre sus bolsillos, esperando pacientemente, pues parecía que el hombre fuese a estallar de los nervios.- Mi señor, tal vez debería...- Sin poder evitarlo, Nijiro soltó un suspiro. Se apartó de él y echó a andar por la calle, dejando atrás a su guardia, que tardó un momento en comprender que no necesitaba escolta.
- Volveré más tarde. Acercaos al cuartel y avisad de nuestra llegada. Disculpaos de mi parte y todo ese tipo de cosas-. Mencionó cuando aún se encontraba cerca, en un tono completamente neutro y cargado de suave exasperación. Lo cierto era que no tenía ganas de tratar con burocracias esa mañana, así que le dejó todo el papeleo y las presentaciones a él, encargado de cuanto tuviese que hacer. Mientras tanto, ella echó a andar en dirección a la biblioteca.
No tardó mucho en llegar, puesto que resultaba el lugar más importante y emblemático de toda la isla. Y cuando llegó, por primera vez en unos cuantos días, sonrió ampliamente. Era inmenso, mucho más de lo que esperaba. Mucho más de lo que Steven o Boris habían podido decirle, y resultaba precioso. Tanta información recopilada a lo largo de los años, montañas de libros, de archivos... Desde luego, si había un lugar en el mundo que pudiese tener algo para ayudarle en su situación era aquel. Adentrándose en el lugar, observó a su alrededor buscando a alguien que pudiese echarle una mano. Y con echarle una mano se refería, sin duda, a que alguien le cogiese los libros y se los llevase, o los buscase por ella. Justo cuando estaba atravesando el portón, observó a un animalejo -una suerte de ornitorrinco- cargado hasta las cejas de papeles, y se acercó hacia él con las manos en los bolsillos del pantalón de su elegante traje negro de vestir.
- Buenas. Estoy seguro de que puede servirme de ayuda con todo esto, estoy buscando algo-. Señaló un poco hacia el interior con el pulgar, dejando entrever una sonrisa. Lo cierto es que viendo su raza -algo sorprendente- y el cómo iba cargado, pensó en un principio que debía tratarse de algún trabajador local. Aunque en cuanto llegó hasta él, frenando un poco en seco para observarle, se dio cuenta de su error. Pero ya era algo tarde para arreglarlo-. Oh, creo que me he confundido. No trabajas aquí, ¿no? - Preguntó, rascándose un poco la nuca. No solía cometer ese tipo de errores -no más de lo que ella admitiría, al menos-, y odiaba haber pasado por alto algo semejante.- Discúlpame, llevas tanto encima que creía que estabas reponiendo o algo así.
- Mi señor, ya tenemos la aprobación para acceder a los archivos y a las instalaciones de la marine.- Reinmic, tan útil como siempre, se acercó para entregarle el permiso. No era nada del otro mundo, pero es que tampoco había pedido la llave de la ciudad ni nada por el estilo. Comprobó que todo estaba correcto y guardó aquel papel entre sus bolsillos, esperando pacientemente, pues parecía que el hombre fuese a estallar de los nervios.- Mi señor, tal vez debería...- Sin poder evitarlo, Nijiro soltó un suspiro. Se apartó de él y echó a andar por la calle, dejando atrás a su guardia, que tardó un momento en comprender que no necesitaba escolta.
- Volveré más tarde. Acercaos al cuartel y avisad de nuestra llegada. Disculpaos de mi parte y todo ese tipo de cosas-. Mencionó cuando aún se encontraba cerca, en un tono completamente neutro y cargado de suave exasperación. Lo cierto era que no tenía ganas de tratar con burocracias esa mañana, así que le dejó todo el papeleo y las presentaciones a él, encargado de cuanto tuviese que hacer. Mientras tanto, ella echó a andar en dirección a la biblioteca.
No tardó mucho en llegar, puesto que resultaba el lugar más importante y emblemático de toda la isla. Y cuando llegó, por primera vez en unos cuantos días, sonrió ampliamente. Era inmenso, mucho más de lo que esperaba. Mucho más de lo que Steven o Boris habían podido decirle, y resultaba precioso. Tanta información recopilada a lo largo de los años, montañas de libros, de archivos... Desde luego, si había un lugar en el mundo que pudiese tener algo para ayudarle en su situación era aquel. Adentrándose en el lugar, observó a su alrededor buscando a alguien que pudiese echarle una mano. Y con echarle una mano se refería, sin duda, a que alguien le cogiese los libros y se los llevase, o los buscase por ella. Justo cuando estaba atravesando el portón, observó a un animalejo -una suerte de ornitorrinco- cargado hasta las cejas de papeles, y se acercó hacia él con las manos en los bolsillos del pantalón de su elegante traje negro de vestir.
- Buenas. Estoy seguro de que puede servirme de ayuda con todo esto, estoy buscando algo-. Señaló un poco hacia el interior con el pulgar, dejando entrever una sonrisa. Lo cierto es que viendo su raza -algo sorprendente- y el cómo iba cargado, pensó en un principio que debía tratarse de algún trabajador local. Aunque en cuanto llegó hasta él, frenando un poco en seco para observarle, se dio cuenta de su error. Pero ya era algo tarde para arreglarlo-. Oh, creo que me he confundido. No trabajas aquí, ¿no? - Preguntó, rascándose un poco la nuca. No solía cometer ese tipo de errores -no más de lo que ella admitiría, al menos-, y odiaba haber pasado por alto algo semejante.- Discúlpame, llevas tanto encima que creía que estabas reponiendo o algo así.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Tal vez si lo aíslo en una burbuja, rodeado de gases inertes, tal vez con Argón...- Pensaba distraído, mientras el sol golpeaba los cansados ojos del ornitorrinco, justo a la salida del enorme árbol -¿EH? ¿Que? ¿perdona?- exclamó cuando una mujer se dirigió a él, sacándolo de sus pensamientos.
-No, no trabajo aquí, aunque estrictamente, vengo aquí a trabajar, así que exactamente no se que decirte, la verdad. Hago más horas que un reloj ahí dentro y acumulo casi tanto polvo como la parte más alta de las estanterías JAJAJAJA- terminó riéndose. Estaba contento, al fin había podido abrir el candado mental que lo tenía dando vueltas en círculos como un perro que se persigue la cola. Arny, consciente de que su aspecto llamaría la atención en cualquier otro logar del mundo, entendió a la perfección lo que quería decir. -Veras, todo esto son teorías, apuntes y desvaríos varios. Encontraras mucha gente así ahí dentro y no todos trabajan en la biblioteca JAJAJAJA- Con cuidado de no caer nada, comprendió que había abandonado la oscura tranquilidad y quieta calma del interior del gran árbol del conocimiento, con demasiada prisa. Se quitó la mochila de la espalda y comenzó a recolocar los folios, el cuaderno viejo, el nuevo y los mapas que siempre cargaba consigo. El block de dibujo y las plumillas que sobresalían por una cremallera a medio cerrar. -Gracias por llamarme la atención de todos modos, creo que podría haber perdido algo por el camino, por que estaba a punto de comenzar a dar saltos de alegría- Sonrió en una extraña suerte de mueca con el pico -Me llamo Arny, en verdad soy cartógrafo, pero dicen que el conocimiento no ocupa lugar, ¿no?- acabó señalando significativamente a su cargada mochila de manera claramente irónica -También me gustaría que no pesase tanto- dijo guiñando un ojo de manera cómplice -Mi nombre es Arny, ¿puedo ayudarte con algo? No conozco cada rincón de la biblioteca, pero seguro que al menos puedo llevarte con quien tenga más idea que yo- Dijo al tiempo que terminaba de colocar las cosas en la mochila de manera más ordenada, la levantaba y se la colocaba de nuevo a la espalda. El tono educado y respetuoso daban buenas sensaciones al ornitorrinco por algún motivo. Por lo que ni la interrupción de la línea de pensamiento que seguía, ni perder algo de tiempo ayudándola, arruinarían su día. Todo lo que le quedaba era pasar a la parte experimental y tenía tiempo de sobra. Podría tomarse el día libre si fuese necesario, pensamiento que lleno de gozo el espíritu del mink. Que no había disfrutado de unos días de esparcimiento mental y social en una demasiado larga temporada, según sus propios estándares. -¿Que necesitas?- preguntó, olvidándose del peso que tenía a la espalda.
-No, no trabajo aquí, aunque estrictamente, vengo aquí a trabajar, así que exactamente no se que decirte, la verdad. Hago más horas que un reloj ahí dentro y acumulo casi tanto polvo como la parte más alta de las estanterías JAJAJAJA- terminó riéndose. Estaba contento, al fin había podido abrir el candado mental que lo tenía dando vueltas en círculos como un perro que se persigue la cola. Arny, consciente de que su aspecto llamaría la atención en cualquier otro logar del mundo, entendió a la perfección lo que quería decir. -Veras, todo esto son teorías, apuntes y desvaríos varios. Encontraras mucha gente así ahí dentro y no todos trabajan en la biblioteca JAJAJAJA- Con cuidado de no caer nada, comprendió que había abandonado la oscura tranquilidad y quieta calma del interior del gran árbol del conocimiento, con demasiada prisa. Se quitó la mochila de la espalda y comenzó a recolocar los folios, el cuaderno viejo, el nuevo y los mapas que siempre cargaba consigo. El block de dibujo y las plumillas que sobresalían por una cremallera a medio cerrar. -Gracias por llamarme la atención de todos modos, creo que podría haber perdido algo por el camino, por que estaba a punto de comenzar a dar saltos de alegría- Sonrió en una extraña suerte de mueca con el pico -Me llamo Arny, en verdad soy cartógrafo, pero dicen que el conocimiento no ocupa lugar, ¿no?- acabó señalando significativamente a su cargada mochila de manera claramente irónica -También me gustaría que no pesase tanto- dijo guiñando un ojo de manera cómplice -Mi nombre es Arny, ¿puedo ayudarte con algo? No conozco cada rincón de la biblioteca, pero seguro que al menos puedo llevarte con quien tenga más idea que yo- Dijo al tiempo que terminaba de colocar las cosas en la mochila de manera más ordenada, la levantaba y se la colocaba de nuevo a la espalda. El tono educado y respetuoso daban buenas sensaciones al ornitorrinco por algún motivo. Por lo que ni la interrupción de la línea de pensamiento que seguía, ni perder algo de tiempo ayudándola, arruinarían su día. Todo lo que le quedaba era pasar a la parte experimental y tenía tiempo de sobra. Podría tomarse el día libre si fuese necesario, pensamiento que lleno de gozo el espíritu del mink. Que no había disfrutado de unos días de esparcimiento mental y social en una demasiado larga temporada, según sus propios estándares. -¿Que necesitas?- preguntó, olvidándose del peso que tenía a la espalda.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Hablaba mucho. Resultaba un ornitorrinco muy hablador, algo que no había visto nunca en su vida -obviamente, era posible que fuese el primer ornitorrinco que hubiese visto en toda su vida-. En su rostro se dibujó la sorpresa en cuanto empezó a hablar. No porque no intuyese que él pudiese hacerlo, sino porque parecía de lo más agradable. No acostumbraba a mantener conversaciones de ese estilo, pero se alegraba de haberse acercado a él, incluso aunque no hubiese resultado ser un trabajador del lugar. Por lo que decía, parecía trabajar mucho tiempo allí, algo que no le resultaba para nada extraño teniendo en cuenta que era un lugar precioso en el que pasar el tiempo. Tantos libros, tanto conocimiento... entendía por qué alguien querría pasar toda su vida allí. Es más, se preguntaba por qué no había ido ella allí antes. No es que precisamente estuviese extremadamente lejos, y parecía cumplir unas expectativas que ni siquiera sabía que tenía.
- Entiendo por qué lo dices, sin duda. Es maravilloso, ¿no? - Preguntó, aunque ya conocía la respuesta. Le sonrió de vuelta, viendo que el animalito volvía a reír ante sus propias ocurrencias. Incluso su risa parecía contagiosa, aunque ella misma llevaba tanto tiempo sin reír -y sin necesitarlo- que le costaba adelantarse y hacerlo.- ¿Suele haber mucha gente así, entonces? - Todo por la curiosidad, desde luego. El pequeño vistazo que había echado resultaba irrisorio en comparación a lo que le esperaba dentro, pero todavía no era el momento. No iba a dejarle precisamente ahí en medio sin más.- Oh, no es nada. Siento haber pensado que trabajabas aquí, de verdad. Me pudo la emoción del momento, supongo-. Ante la presentación, ella misma tendió una mano hacia delante. Siempre le habían preocupado las apariencias, y en un lugar desconocido como era Ohara, prefería caer bien a los demás-. Vinsmoke Nijiro, es un placer. Ojalá pudiese hacer que la mochila no te pesase tanto-. Mostró un pico de sonrisa, y volvió a mirar hacia el interior.
La oferta de ayuda resultaba de lo más tentadora, puesto que si tenía que encontrar cada cosa ella misma seguramente acabaría con ganas de pegarse un tiro. Y ya le habían pegado muchos a lo largo de su vida como para querer o necesitar uno más. Sobre todo, no le apetecía demasiado pasar los últimos meses de su vida en cama reposando por las heridas. Volvió a echar un vistazo al centro de la biblioteca, y nuevamente se giró hacia Arny.
- Estoy buscando cualquier tipo de información con referencia a toxinas. En específico referentes a la intoxicación por metales-. Rascó un poco su mejilla, puesto que le resultaba algo difícil hablar del tema. En cierto modo, había estado bajo los cuidados de muchos médicos en los últimos meses, pero todavía le costaba hablar con otros expertos. Pero, ¿qué podía pasar? Era un desconocido al fin y al cabo-. Creo que podemos hacer algo. Te ayudo a cargar con la mochila y me ayudas a encontrar al menos la sección de química y medicina, ¿te parece? - Al menos a ella le parecía un trato justo, que quizás pudiese beneficiar a ambos un ratito.
- Entiendo por qué lo dices, sin duda. Es maravilloso, ¿no? - Preguntó, aunque ya conocía la respuesta. Le sonrió de vuelta, viendo que el animalito volvía a reír ante sus propias ocurrencias. Incluso su risa parecía contagiosa, aunque ella misma llevaba tanto tiempo sin reír -y sin necesitarlo- que le costaba adelantarse y hacerlo.- ¿Suele haber mucha gente así, entonces? - Todo por la curiosidad, desde luego. El pequeño vistazo que había echado resultaba irrisorio en comparación a lo que le esperaba dentro, pero todavía no era el momento. No iba a dejarle precisamente ahí en medio sin más.- Oh, no es nada. Siento haber pensado que trabajabas aquí, de verdad. Me pudo la emoción del momento, supongo-. Ante la presentación, ella misma tendió una mano hacia delante. Siempre le habían preocupado las apariencias, y en un lugar desconocido como era Ohara, prefería caer bien a los demás-. Vinsmoke Nijiro, es un placer. Ojalá pudiese hacer que la mochila no te pesase tanto-. Mostró un pico de sonrisa, y volvió a mirar hacia el interior.
La oferta de ayuda resultaba de lo más tentadora, puesto que si tenía que encontrar cada cosa ella misma seguramente acabaría con ganas de pegarse un tiro. Y ya le habían pegado muchos a lo largo de su vida como para querer o necesitar uno más. Sobre todo, no le apetecía demasiado pasar los últimos meses de su vida en cama reposando por las heridas. Volvió a echar un vistazo al centro de la biblioteca, y nuevamente se giró hacia Arny.
- Estoy buscando cualquier tipo de información con referencia a toxinas. En específico referentes a la intoxicación por metales-. Rascó un poco su mejilla, puesto que le resultaba algo difícil hablar del tema. En cierto modo, había estado bajo los cuidados de muchos médicos en los últimos meses, pero todavía le costaba hablar con otros expertos. Pero, ¿qué podía pasar? Era un desconocido al fin y al cabo-. Creo que podemos hacer algo. Te ayudo a cargar con la mochila y me ayudas a encontrar al menos la sección de química y medicina, ¿te parece? - Al menos a ella le parecía un trato justo, que quizás pudiese beneficiar a ambos un ratito.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Si, en verdad es maravilloso poder pasar algo de tiempo aquí. Sin duda- afirmaba el feliz ornitorrinco ante su interlocutora. -Bueno, lo normal es que la gente que viene a realizar algún estudio venga, o vuelva, cargado de documentos y apuntes. Por supuesto, ni todos, ni siempre. Pero desde luego, que si quieres información de algo concreto, antes de que te des cuenta de lo que estas haciendo iras cargada como una mula- sonrió. -Es difícil no llenar una mesa de volúmenes buscando una frase que te hace entender todo lo que habías leído anteriormente. Al menos a mi me pasa- confesó levantando los brazos a los laterales del cuerpo con las palmas hacia arriba.
Un firme apretón de manos, dejaría claro que el ornitorrinco podía parecer, pero no era ninguna rata de biblioteca. Las zarpas, fuertes y llenas de callos, eran testimonio mudo de una vida llena de trabajo más allá de transportar papeles y libros. -Encantado- exclamó entrecerrando los ojos a la par que los laterales de la cara subían, en una suerte de sonrisa que dejó entrever una fila de afilados dientes puntiagudos en el pico de Arny.
-HUMM- exclamó pensativo -Toxinas... si, se bien donde están, he tenido que leer algo de eso también. Pero ¿intoxicación por metales?- La pregunta al aire, desviando la mirada de los ojos de la chica, al cielo, en una expresión concentrada. Terminó con el ornitorrinco confesando con una sonrisa -Tengo que aprender más jajajaja- Se daba por contento. Con un poco de suerte podría complementar los datos sobre las toxinas de los gases, con información sobre los metales tóxicos. Tal vez las reacciones conjuntas produjesen algún final interesante.
-Sígueme, te explicaré lo básico para moverte por aquí- pidió mientras se daba la vuelta -Por cierto, agradezco el gesto, pero no es necesario. Tampoco llevo hierros y en cierta medida estoy acostumbrado- dijo con tono agradecido. Arny tampoco estaba acostumbrado a ser tratado con amabilidad por desconocidos pese a hacer sus mejores esfuerzos en cada situación que se encontraba. Su raza y su especie dentro de una raza ya extraña en los mares cardinales, generaban normalmente desconfianza y un trato frio de primeras. Pero este no parecía el caso para el mink, que ya de por si tenía buen día.
La gran recepción estaba decorada en su totalidad en madera. Grandes jardineras con plantas que se cuidaban con mimo a diario, daban color y vida al lugar. -Ese mostrador de ahí- dijo Arny señalando a su izquierda -Es donde puedes entregar y solicitar libros si necesitan lista de espera. Además recogerán cada volumen que saques si no sabes donde ponerlo. Son un poco secos, pero muy amables. La puerta del fondo- continuó mientras señalaba la única puerta cerrada de la habitación -Lleva a los otros pisos, las bibliotecas, salas de lectura y demás. A partir de esa puerta se exige silencio. Y por último, las otras dos puertas, llevan a las listas de referencia y salas de conferencias la de la derecha. Y al tribunal que corrige las tesis y estudios creados en el árbol, la de la izquierda, pasando el mostrador. Una serie de expertos, según el campo teórico o experimental de la tesis estudian los datos, y los registran en el archivo común para aumentar los conocimientos de todos Es un buen sistema- opinó aprovechando que abandonaban la recepción en dirección a los archivos -Cambiando de tema. Esencialmente, deberías venir aquí y buscar por orden alfabético. Cuando encuentres lo que buscaaaaaaaaaaaaaaas- dijo alargando el final de la palabra, mientras recorría el listado con el índice palmeado de la zarpa derecha -Metales, aquí está- Con clara caligrafía podía verse la inscripción
Un firme apretón de manos, dejaría claro que el ornitorrinco podía parecer, pero no era ninguna rata de biblioteca. Las zarpas, fuertes y llenas de callos, eran testimonio mudo de una vida llena de trabajo más allá de transportar papeles y libros. -Encantado- exclamó entrecerrando los ojos a la par que los laterales de la cara subían, en una suerte de sonrisa que dejó entrever una fila de afilados dientes puntiagudos en el pico de Arny.
-HUMM- exclamó pensativo -Toxinas... si, se bien donde están, he tenido que leer algo de eso también. Pero ¿intoxicación por metales?- La pregunta al aire, desviando la mirada de los ojos de la chica, al cielo, en una expresión concentrada. Terminó con el ornitorrinco confesando con una sonrisa -Tengo que aprender más jajajaja- Se daba por contento. Con un poco de suerte podría complementar los datos sobre las toxinas de los gases, con información sobre los metales tóxicos. Tal vez las reacciones conjuntas produjesen algún final interesante.
-Sígueme, te explicaré lo básico para moverte por aquí- pidió mientras se daba la vuelta -Por cierto, agradezco el gesto, pero no es necesario. Tampoco llevo hierros y en cierta medida estoy acostumbrado- dijo con tono agradecido. Arny tampoco estaba acostumbrado a ser tratado con amabilidad por desconocidos pese a hacer sus mejores esfuerzos en cada situación que se encontraba. Su raza y su especie dentro de una raza ya extraña en los mares cardinales, generaban normalmente desconfianza y un trato frio de primeras. Pero este no parecía el caso para el mink, que ya de por si tenía buen día.
La gran recepción estaba decorada en su totalidad en madera. Grandes jardineras con plantas que se cuidaban con mimo a diario, daban color y vida al lugar. -Ese mostrador de ahí- dijo Arny señalando a su izquierda -Es donde puedes entregar y solicitar libros si necesitan lista de espera. Además recogerán cada volumen que saques si no sabes donde ponerlo. Son un poco secos, pero muy amables. La puerta del fondo- continuó mientras señalaba la única puerta cerrada de la habitación -Lleva a los otros pisos, las bibliotecas, salas de lectura y demás. A partir de esa puerta se exige silencio. Y por último, las otras dos puertas, llevan a las listas de referencia y salas de conferencias la de la derecha. Y al tribunal que corrige las tesis y estudios creados en el árbol, la de la izquierda, pasando el mostrador. Una serie de expertos, según el campo teórico o experimental de la tesis estudian los datos, y los registran en el archivo común para aumentar los conocimientos de todos Es un buen sistema- opinó aprovechando que abandonaban la recepción en dirección a los archivos -Cambiando de tema. Esencialmente, deberías venir aquí y buscar por orden alfabético. Cuando encuentres lo que buscaaaaaaaaaaaaaaas- dijo alargando el final de la palabra, mientras recorría el listado con el índice palmeado de la zarpa derecha -Metales, aquí está- Con clara caligrafía podía verse la inscripción
-Vale, eso quiere decir, como es lógico, que hay que ir al tercer piso. Y que en las salas de la uno a la ochenta y siete, podremos encontrar información sobre metales. Se que es un poco aleatorio al principio, pero no te preocupes, en cada piso hay un listado detallado de lo que tienen en las estanterías. ¡Una búsqueda más, y estaremos más cerca de esos metales tóxicos!- comentó con energía -La próxima búsqueda te toca. El sistema esta unificado en todo el complejo, así que lo que has visto hasta ahora, funciona en todos los pisos- propuso mientras regresaba a la recepción, camino a “La puerta al conocimiento”. Como rezaba una inscripción que bordeaba el marco de la puerta cerrada de recepción."Tercer piso, salas 1-87”
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había conocido a muchos científicos y estudiosos a lo largo de su vida, fruto de múltiples reuniones -tanto de negocios como de pruebas-, y sabía el tipo de persona que podían resultar, junto a los diferentes tipos de científico que abundaban. Pero aquel ornitorrinco tenía algo diferente, algo que le hacía pensar que era una buena persona, alguien que valía la pena después de todo. Tal vez era su mano llena de callos debido al trabajo, o tal vez fuese esa tranquilidad que inspiraba. No lo sabía, pero había valido la pena llegar a ese sitio y toparse con él, sin duda.
- Ya veo. Entonces supongo que saldré de aquí con múltiples apuntes y todo tipo de notas con respecto a la investigación-. Comentó sinceramente con una sonrisa. Lo que decía era verdad, podía ver a otras tantas personas cargadas de papeles hasta las cejas, movilizándose como si supiesen exactamente dónde estaban yendo. No era su caso, pero seguramente en cuanto le ayudase a llegar a su objetivo podría volver a orientarse fácilmente. Sobre todo porque no paraba de prestar atención a cuanto le rodeaba para no perderse.- Sí, necesito todo tipo de información. Busqué en otras bibliotecas, pero ninguna está tan completa como esta. Al final pedí permiso para venir, y aquí estamos-. Encogió los hombros dejándose guiar por él por la zona, tranquila de saber que no se perdería en su compañía.
Pese a que había rechazado su ofrecimiento, no le preocupó en gran medida. Había sido un gesto para intentar ayudarle, pero entendía que pudiese llevar sus propias cosas. Eso hacía que le respetase todavía más. Percatándose de cada indicación que le hacía, se fijó en que todo estaba perfectamente ordenado incluso aunque parecía ser un caos. Era extraño, un conjunto demasiado raro, pero le gustaba el sitio.
- Sí, nunca había visto un sistema semejante. Estoy acostumbrado a mi propia organización. Tal vez...- Se dejó llevar por sus propios pensamientos. Ahora que estaba terminando de formar su reino nuevamente podría tratar se instaurar un nuevo orden en cuanto a la biblioteca se refería. Sí, quizás si utilizase un sistema semejante todo funcionaría mejor. Cuando el Germa estaba en su esplendor siempre había sido igual, pero por poner algo diferente no pasaba nada. Todos esperaban que las cosas cambiasen, y esa podría resultar una forma de ofrecer un mejor sistema a los archivos de su pueblo-. Me parece genial. Una idea muy buena.- El ornitorrinco no tuvo mucho problema en encontrar el piso y las salas a las que tenían que ir para encontrar dicha información. Pero en cuanto supo que eran ochenta y siete, sus ojos se abrieron como platos. ¿De verdad había tanta información sobre los metales? - Vale, bien. Gracias, tendré que esforzarme por encontrar algo sobre la intoxicación. ¿Te interesa algo semejante?
Mientras se aproximaban a las escaleras, suspiró profundamente. Como siempre que buscaba algo, o siempre que aprendía algo nuevo, sentía un cosquilleo en los dedos de los pies. Estaba ansiosa por aventurarse a algo semejante, así que no dudó un segundo en emprender el camino. Conforme lo hacía, volvió a mirar al ornitorrinco, asintiéndole suavemente.
- Muchas gracias por la ayuda. De verdad.
- Ya veo. Entonces supongo que saldré de aquí con múltiples apuntes y todo tipo de notas con respecto a la investigación-. Comentó sinceramente con una sonrisa. Lo que decía era verdad, podía ver a otras tantas personas cargadas de papeles hasta las cejas, movilizándose como si supiesen exactamente dónde estaban yendo. No era su caso, pero seguramente en cuanto le ayudase a llegar a su objetivo podría volver a orientarse fácilmente. Sobre todo porque no paraba de prestar atención a cuanto le rodeaba para no perderse.- Sí, necesito todo tipo de información. Busqué en otras bibliotecas, pero ninguna está tan completa como esta. Al final pedí permiso para venir, y aquí estamos-. Encogió los hombros dejándose guiar por él por la zona, tranquila de saber que no se perdería en su compañía.
Pese a que había rechazado su ofrecimiento, no le preocupó en gran medida. Había sido un gesto para intentar ayudarle, pero entendía que pudiese llevar sus propias cosas. Eso hacía que le respetase todavía más. Percatándose de cada indicación que le hacía, se fijó en que todo estaba perfectamente ordenado incluso aunque parecía ser un caos. Era extraño, un conjunto demasiado raro, pero le gustaba el sitio.
- Sí, nunca había visto un sistema semejante. Estoy acostumbrado a mi propia organización. Tal vez...- Se dejó llevar por sus propios pensamientos. Ahora que estaba terminando de formar su reino nuevamente podría tratar se instaurar un nuevo orden en cuanto a la biblioteca se refería. Sí, quizás si utilizase un sistema semejante todo funcionaría mejor. Cuando el Germa estaba en su esplendor siempre había sido igual, pero por poner algo diferente no pasaba nada. Todos esperaban que las cosas cambiasen, y esa podría resultar una forma de ofrecer un mejor sistema a los archivos de su pueblo-. Me parece genial. Una idea muy buena.- El ornitorrinco no tuvo mucho problema en encontrar el piso y las salas a las que tenían que ir para encontrar dicha información. Pero en cuanto supo que eran ochenta y siete, sus ojos se abrieron como platos. ¿De verdad había tanta información sobre los metales? - Vale, bien. Gracias, tendré que esforzarme por encontrar algo sobre la intoxicación. ¿Te interesa algo semejante?
Mientras se aproximaban a las escaleras, suspiró profundamente. Como siempre que buscaba algo, o siempre que aprendía algo nuevo, sentía un cosquilleo en los dedos de los pies. Estaba ansiosa por aventurarse a algo semejante, así que no dudó un segundo en emprender el camino. Conforme lo hacía, volvió a mirar al ornitorrinco, asintiéndole suavemente.
- Muchas gracias por la ayuda. De verdad.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Si, bueno, mi materia de especialización son los gases, no los metales, pero mis invisibles amigos también tienen propiedades toxicas o perjudiciales para el organismo. Incluso una proporción elevada de oxigeno es peligrosa, así que tengo algún que otro conocimiento sobre la materia- respondió ante la pregunta de la chica -Y no te preocupes, en realidad el sistema es muy simple, no hace falta que des las gracias, si has estado en otras bibliotecas no te iba a resultar difícil entender este- sonrió.
La disposición interna del árbol podía resultar bastante extraña para los primerizos, pues pese a ser un enorme ejemplar vegetal, por dentro parecía un edificio rustico. Con sus pasillos, salas y rincones de madera veteada. Las escaleras de caracol, ocupando el mínimo espacio dentro del Árbol, escalaban el coloso hasta las salas superiores. Por cada piso, como si de los huesos que sostenían aquel enorme ser vivo se tratasen salían pasillos, también de madera, hacia las salas de estudio. La estructura era mágicamente resistente al peso de los libros y el tiempo. La madera, tratada magistralmente, parecía más acero que simple estructura celular vegetal. Pero la sensación de estar en el interior de un gigantesco ser vivo era inevitable.
La subida, en una ordenada fila de subida a la derecha mantenía el orden en las bibliotecas y el aforo de entrada. Las salas más requeridas tendían a llenarse a primera hora y era complicado encontrar un sitio donde poder estudiar, pero el acceso al conocimiento, a los libros, no se le impedía a nadie. El único problema es que deberías buscar un lugar apropiado para las practicas que necesitases ejecutar aquel día. Y los libros se encontraban en las salas adecuadas a la materia, con el instrumental necesario, para estudiar cómodo. -Al llegar en el tercer piso tenemos la guía de secciones como abajo, pero más concreta. Ahí podrás buscas lo que quieres exactamente, por orden alfabético. En ocasiones, si buscas algo muy genérico, tendrás que ir a varias salas para recabar información- explicó mientras subían -Aunque a veces se pierde un poco de tiempo- dijo señalando la fila con una mirada irónica. Aunque la cola para entrar no cesaba en su avance a buen ritmo, mucha gente deseaba llegar a una sala, por lo que se tardaba algo más de lo esperado en poder acceder.
Muchos cargados de papeles y libretas salían también, algunos más contentos que otros, pero todos con un deje de concentración en sus miradas, observando algo que solo podían ver. Las conversaciones no eran habituales y solían mantener el volumen al mínimo en las salas comunes, donde estaba permitido cierto relax en las normas de silencio reinantes en las zonas de estudio.
La disposición interna del árbol podía resultar bastante extraña para los primerizos, pues pese a ser un enorme ejemplar vegetal, por dentro parecía un edificio rustico. Con sus pasillos, salas y rincones de madera veteada. Las escaleras de caracol, ocupando el mínimo espacio dentro del Árbol, escalaban el coloso hasta las salas superiores. Por cada piso, como si de los huesos que sostenían aquel enorme ser vivo se tratasen salían pasillos, también de madera, hacia las salas de estudio. La estructura era mágicamente resistente al peso de los libros y el tiempo. La madera, tratada magistralmente, parecía más acero que simple estructura celular vegetal. Pero la sensación de estar en el interior de un gigantesco ser vivo era inevitable.
La subida, en una ordenada fila de subida a la derecha mantenía el orden en las bibliotecas y el aforo de entrada. Las salas más requeridas tendían a llenarse a primera hora y era complicado encontrar un sitio donde poder estudiar, pero el acceso al conocimiento, a los libros, no se le impedía a nadie. El único problema es que deberías buscar un lugar apropiado para las practicas que necesitases ejecutar aquel día. Y los libros se encontraban en las salas adecuadas a la materia, con el instrumental necesario, para estudiar cómodo. -Al llegar en el tercer piso tenemos la guía de secciones como abajo, pero más concreta. Ahí podrás buscas lo que quieres exactamente, por orden alfabético. En ocasiones, si buscas algo muy genérico, tendrás que ir a varias salas para recabar información- explicó mientras subían -Aunque a veces se pierde un poco de tiempo- dijo señalando la fila con una mirada irónica. Aunque la cola para entrar no cesaba en su avance a buen ritmo, mucha gente deseaba llegar a una sala, por lo que se tardaba algo más de lo esperado en poder acceder.
Muchos cargados de papeles y libretas salían también, algunos más contentos que otros, pero todos con un deje de concentración en sus miradas, observando algo que solo podían ver. Las conversaciones no eran habituales y solían mantener el volumen al mínimo en las salas comunes, donde estaba permitido cierto relax en las normas de silencio reinantes en las zonas de estudio.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ella misma comprendía todos los estragos que podían producir los metales en el cuerpo, y lo tóxicos que resultaban para el organismo humano. Los gases también eran potencialmente letales, dependiendo de a cuál estuvieses expuesto, aunque resultaban bastante más dañinos por norma general que los metales. La mayoría de estos últimos eran inofensivos tratados de forma común, y solo se volvían peligrosos en cuanto eran expuestos a otro tipo de prácticas. Era totalmente diferente al metal que ella quería continuar investigando. Lo tenía bastante visto, por no decir que había estado durante los últimos meses haciendo investigaciones exhaustivas. Si no conseguía encontrar más información allí, tendría que empezar a darse por vencida, por lo que esperaba que aquel lugar alumbrase un poco su camino lleno de piedras.
- Creo que te gustará lo que estoy investigando. Por lo que he podido saber, el metal que estoy estudiando produce bastantes daños a la hora de ser inhalado. Cuando se convierte en gas, vaya.- Todavía continuaba prestando atención a cuanto le rodeaba precisamente por si tenía que moverse ella sola. La zona era tan grande que sabía que moriría antes siquiera de leer un cinco por ciento de la totalidad de los libros. Incluso un uno por ciento. En algunos lugares por los que iban pasando le incomodaba un poco lo que podía ver, puesto que tenía la sensación de que en cualquier momento la estructura podía venirse abajo y aplastar cada rincón, pero intentaba calmarse con la buena vista que tenía delante. Tanto conocimiento, todos los datos recopilados con el tiempo dispuestos para cualquiera que quisiese tener acceso a ellos. Era increíble.
Subir tantas escaleras, sin embargo, no estaba siendo tan sencillo como se esperaba. No solo había muchísima gente que quería subir también -o bajar-, había tantas que ya comenzaba a notar algo de fatiga física. ¿Cuándo se había deteriorado tanto su cuerpo? No podía decirlo con claridad, pero así era. Aun con todo, no podía quedarse atrás, pues aquel ornitorrinco estaba ayudándole en todo, y lo mínimo era seguir sus pasos sin hacerle perder más tiempo.
- Tocará ir a buscar en el directorio-. Compuso una breve sonrisa mientras la fila avanzaba. Hasta que consiguió llegar a su destino aún tuvo que pasar un buen rato entre el resto de gente. Por norma general, hubiese hecho que le trajesen las cosas, pero todos sus guardias se habían quedado abajo avisando de su llegada, y no le apetecía tener que dar explicaciones más allá de las comunes.- Veamos...- Cuando por fin llegó y pudo ver todas las secciones en las que se dividía, pasó el dedo en busca de la letra "M". En cuanto encontró la palabra "Mercurio", poco después de hallar la M, supo dónde debía ir.- Vaya, sí que era verdad que todo está perfectamente organizado.- Comentó en voz alta, dirigiendo su mirada hacia el ornitorrinco. Señaló el nombre, junto a la indicación sobre el lugar en el que estaba con una sonrisa, como si estuviese orgullosa de haberlo encontrado.
- Creo que te gustará lo que estoy investigando. Por lo que he podido saber, el metal que estoy estudiando produce bastantes daños a la hora de ser inhalado. Cuando se convierte en gas, vaya.- Todavía continuaba prestando atención a cuanto le rodeaba precisamente por si tenía que moverse ella sola. La zona era tan grande que sabía que moriría antes siquiera de leer un cinco por ciento de la totalidad de los libros. Incluso un uno por ciento. En algunos lugares por los que iban pasando le incomodaba un poco lo que podía ver, puesto que tenía la sensación de que en cualquier momento la estructura podía venirse abajo y aplastar cada rincón, pero intentaba calmarse con la buena vista que tenía delante. Tanto conocimiento, todos los datos recopilados con el tiempo dispuestos para cualquiera que quisiese tener acceso a ellos. Era increíble.
Subir tantas escaleras, sin embargo, no estaba siendo tan sencillo como se esperaba. No solo había muchísima gente que quería subir también -o bajar-, había tantas que ya comenzaba a notar algo de fatiga física. ¿Cuándo se había deteriorado tanto su cuerpo? No podía decirlo con claridad, pero así era. Aun con todo, no podía quedarse atrás, pues aquel ornitorrinco estaba ayudándole en todo, y lo mínimo era seguir sus pasos sin hacerle perder más tiempo.
- Tocará ir a buscar en el directorio-. Compuso una breve sonrisa mientras la fila avanzaba. Hasta que consiguió llegar a su destino aún tuvo que pasar un buen rato entre el resto de gente. Por norma general, hubiese hecho que le trajesen las cosas, pero todos sus guardias se habían quedado abajo avisando de su llegada, y no le apetecía tener que dar explicaciones más allá de las comunes.- Veamos...- Cuando por fin llegó y pudo ver todas las secciones en las que se dividía, pasó el dedo en busca de la letra "M". En cuanto encontró la palabra "Mercurio", poco después de hallar la M, supo dónde debía ir.- Vaya, sí que era verdad que todo está perfectamente organizado.- Comentó en voz alta, dirigiendo su mirada hacia el ornitorrinco. Señaló el nombre, junto a la indicación sobre el lugar en el que estaba con una sonrisa, como si estuviese orgullosa de haberlo encontrado.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Huumm si, Mercurio, curioso metal. Pero no lo he estudiado mucho si te soy sincero. Como te dije antes, me he centrado más en los gases y las disciplinas necesarias para comprenderlos. Los metales quedan justo en el otro extremo del estado de la materia que me gusta- reía como si hubiera hecho un chiste. -En todo caso, me ha llamado la atención eso que dijiste. Me gustaría leer algo sobre el tema. ¿Te importa si te acompaño?- Preguntó de camino al lugar que marcaba la guía. Arny sabía que muchas sustancias podían pasar al estado gaseoso, sabía que podía controlarlos y ser inmune a sustancias como venenos o toxinas si eran suministradas en su forma de gas, por eso alguno de sus practicas y experimentos resultaban demasiado peligrosos como para sacarlos de las teorías y llevarlos a la practica. Aquello, si resultaba ser utilizable, ingresaría directamente al cuaderno de gases mortales gracias a sus propiedades. Pero la mente científica del ornitorrinco no se quedaría ahí. También sabía la facilidad que tienen los gases para mezclarse entre si debido al comportamiento de sus moléculas, por lo que un montón de mezclas y experimentos surgían y se archivaban en su cabeza para después.
-En verdad me pillas en buen momento, estaba a punto de hacer una locura para probar una teoría sobre un... carburante... compuesto de mezcla para combustión... un combustionante en si mismo... aun no estoy muy seguro de que saldrá, pero podría revolucionar el mundo náutico- dijo orgulloso, hablando de su teoría, como cualquiera que haya tenido una teoría sobre algo en aquella sala. Hasta tal punto que nadie prestaba atención a las divagaciones de otro loco. -Creo que darle otra vuelta a los cálculos y materiales que necesito me vendrá bien, y algo de estudio alternativo me ayudará a despejar un poco la mente del tema- agradecía a la chica antes de llegar a la biblioteca. Bajando el tono de voz comentó -Voy a buscar directamente sobre el gas de mercurio, no necesito todo lo demás por el momento. Luego nos encontramos en una mesa- acabó con un guiño. Adentrándose entre hileras de estanterías llenas de libros, mapas y manuscritos, teorías y diagramas de todos aquellos que alguna vez, se molestaron en hacer un estudio sobre algo relacionado con la materia de estudio del piso.
La practica hace al maestro, y como tal, el ornitorrinco sabía como acceder rápidamente a la información que buscaba. Por lo que rápidamente agarro un par de volúmenes de portadas envejecidas y las ultimas teorías publicadas para contrastar.
Para contrastar que había cambiado poco sobre tan escaso material a lo largo del tiempo. -Mejor, así tampoco me como mucho la cabeza- pensó tras leer los índices de contenido.
Encontrar una mesa no fue demasiado difícil en aquella sección. Algunos artesanos del metal interesados en aleaciones, viajaban de vez en cuando a la isla para encontrar ese apunte en el margen de algún libro que les iluminase lo suficiente como para desarrollar un nuevo compuesto mas duro o más flexible. Pero esa mañana concreta, algunos de los espacios de trabajo permanecían libres. Arny ocupó una de las mesas y comenzó a esparcir apuntes a su alrededor en una especia de ritual, dejando un espacio en el centro para poder escribir, pero teniendo a mano todo lo necesario para entender algunos de los teoremas planteados en ciertos libros, más avanzados o escritos por gente pésima explicando. Encendió el pequeño foco de estudio colgante sobre la mesa y guiándose de los índices localizó la primera fase de estudio para comprender aquella nueva sustancia.
-En verdad me pillas en buen momento, estaba a punto de hacer una locura para probar una teoría sobre un... carburante... compuesto de mezcla para combustión... un combustionante en si mismo... aun no estoy muy seguro de que saldrá, pero podría revolucionar el mundo náutico- dijo orgulloso, hablando de su teoría, como cualquiera que haya tenido una teoría sobre algo en aquella sala. Hasta tal punto que nadie prestaba atención a las divagaciones de otro loco. -Creo que darle otra vuelta a los cálculos y materiales que necesito me vendrá bien, y algo de estudio alternativo me ayudará a despejar un poco la mente del tema- agradecía a la chica antes de llegar a la biblioteca. Bajando el tono de voz comentó -Voy a buscar directamente sobre el gas de mercurio, no necesito todo lo demás por el momento. Luego nos encontramos en una mesa- acabó con un guiño. Adentrándose entre hileras de estanterías llenas de libros, mapas y manuscritos, teorías y diagramas de todos aquellos que alguna vez, se molestaron en hacer un estudio sobre algo relacionado con la materia de estudio del piso.
La practica hace al maestro, y como tal, el ornitorrinco sabía como acceder rápidamente a la información que buscaba. Por lo que rápidamente agarro un par de volúmenes de portadas envejecidas y las ultimas teorías publicadas para contrastar.
Para contrastar que había cambiado poco sobre tan escaso material a lo largo del tiempo. -Mejor, así tampoco me como mucho la cabeza- pensó tras leer los índices de contenido.
Encontrar una mesa no fue demasiado difícil en aquella sección. Algunos artesanos del metal interesados en aleaciones, viajaban de vez en cuando a la isla para encontrar ese apunte en el margen de algún libro que les iluminase lo suficiente como para desarrollar un nuevo compuesto mas duro o más flexible. Pero esa mañana concreta, algunos de los espacios de trabajo permanecían libres. Arny ocupó una de las mesas y comenzó a esparcir apuntes a su alrededor en una especia de ritual, dejando un espacio en el centro para poder escribir, pero teniendo a mano todo lo necesario para entender algunos de los teoremas planteados en ciertos libros, más avanzados o escritos por gente pésima explicando. Encendió el pequeño foco de estudio colgante sobre la mesa y guiándose de los índices localizó la primera fase de estudio para comprender aquella nueva sustancia.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nijiro asintió conforme hablaba con aquel ornitorrinco de forma casual. Se encontraba mucho más tranquila que de costumbre en compañía de los demás, tal vez precisamente por el tema de conversación, que resultaba ameno y agradable. Sí, seguramente fuese porque podía hablar de ciencia y ese tipo de cosas que comprendía, y no estaba tan centrada en expresar sus sentimientos y emociones. Nunca había entendido cómo la gente podía hablar de ese tipo de cosas, al fin y al cabo.
- Desde luego, me gustaría que me acompañases. Tengo buenos y malos tratos con el mercurio, pero se ha convertido en un elemento imposible de alejar de mi vida por mucho que lo intente-. Comentó ella misma, como si también estuviese haciendo una broma. No lo era, puesto que no tenía sentido del humor, pero era lo más parecido que pudiese llegar a decir la joven-. Resulta curioso en gran medida, pero es complicado de manejar. Aun así, te echaré una mano si quieres en las cosas básicas del propio elemento, y podemos centrarnos más en la parte volátil y gaseosa del mismo cuando lleguemos a leer. Me interesan otras cosas, pero estoy seguro de que habrá mucho que podemos encontrar con respecto a su uso. Y si quieres pasar a un lado práctico tengo una forma para ayudarte a verlo por ti mismo-. Sonrió un poco. De ser otro tipo de persona no hubiese llegado a ofrecerle semejante ayuda, ni tampoco le hubiese hablado tanto como estaba haciendo, pero de un científico a otro era agradable hacer ese tipo de proyectos.
Escuchó con tranquilidad lo que le decía, si le gustaban los experimentos era, sin duda, el tipo de persona que podía llegar a caerle bien. Demasiado bien, podía decir. Al fin y al cabo, ella se pasaba los días haciendo el imbécil probando todo tipo de prototipos en el laboratorio de su casa, así que cualquier tipo de prueba anexa con la que entretenerse sería agradable.
- Vaya, espero que puedas enseñármelo cuando lo tengas terminado-. Comentó. Habiendo quedado para reunirse en una mesa, se dirigió a la zona en la que había visto lo que buscaba.- Está bien, ahora nos vemos.
Su intención era buscar todo tipo de datos sin salirse del tema, pero comprendía que la mayor parte de estos podían resultar demasiado sencillos para lo que necesitaba. Había pasado los últimos meses aprendiendo y desarrollando nuevos patrones para el mercurio, nuevas utilidades y formas de contrarrestar los efectos que causaba en los organismos, pero no había llegado a ninguna resolución. Sí que había encontrado posibles curas para un mercurio común y corriente, pero no para lo que asolaba sus dudas y sus pensamientos. Así que conforme miró los libros decidió centrarse en aquellos más avanzados, de forma que le fuese más fácil aprender y descifrar los problemas que tenía; En cuanto encontró lo que buscaba -varios libros uno encima del otro-, se acercó hacia las mesas. Buscó con la mirada y pronto encontró al ornitorrinco, por lo que se acercó hasta él. Justo enfrente había un hueco en el que sentarse, y le sorprendió ver que había otros tantos científicos -o estudiosos- buscando como ellos. Para quien normalmente tenía un despacho en el que estar tranquila resultaba diferente y curioso.
- Al final he encontrado más información de la que esperaba-. Dijo en voz baja para no molestar, comenzando con los preparativos para la lectura. No sacó ningún tipo de libro ni hizo el amago de tomar apuntes, no los necesitaba, únicamente debía seguir leyendo y aprendiendo.
- Desde luego, me gustaría que me acompañases. Tengo buenos y malos tratos con el mercurio, pero se ha convertido en un elemento imposible de alejar de mi vida por mucho que lo intente-. Comentó ella misma, como si también estuviese haciendo una broma. No lo era, puesto que no tenía sentido del humor, pero era lo más parecido que pudiese llegar a decir la joven-. Resulta curioso en gran medida, pero es complicado de manejar. Aun así, te echaré una mano si quieres en las cosas básicas del propio elemento, y podemos centrarnos más en la parte volátil y gaseosa del mismo cuando lleguemos a leer. Me interesan otras cosas, pero estoy seguro de que habrá mucho que podemos encontrar con respecto a su uso. Y si quieres pasar a un lado práctico tengo una forma para ayudarte a verlo por ti mismo-. Sonrió un poco. De ser otro tipo de persona no hubiese llegado a ofrecerle semejante ayuda, ni tampoco le hubiese hablado tanto como estaba haciendo, pero de un científico a otro era agradable hacer ese tipo de proyectos.
Escuchó con tranquilidad lo que le decía, si le gustaban los experimentos era, sin duda, el tipo de persona que podía llegar a caerle bien. Demasiado bien, podía decir. Al fin y al cabo, ella se pasaba los días haciendo el imbécil probando todo tipo de prototipos en el laboratorio de su casa, así que cualquier tipo de prueba anexa con la que entretenerse sería agradable.
- Vaya, espero que puedas enseñármelo cuando lo tengas terminado-. Comentó. Habiendo quedado para reunirse en una mesa, se dirigió a la zona en la que había visto lo que buscaba.- Está bien, ahora nos vemos.
Su intención era buscar todo tipo de datos sin salirse del tema, pero comprendía que la mayor parte de estos podían resultar demasiado sencillos para lo que necesitaba. Había pasado los últimos meses aprendiendo y desarrollando nuevos patrones para el mercurio, nuevas utilidades y formas de contrarrestar los efectos que causaba en los organismos, pero no había llegado a ninguna resolución. Sí que había encontrado posibles curas para un mercurio común y corriente, pero no para lo que asolaba sus dudas y sus pensamientos. Así que conforme miró los libros decidió centrarse en aquellos más avanzados, de forma que le fuese más fácil aprender y descifrar los problemas que tenía; En cuanto encontró lo que buscaba -varios libros uno encima del otro-, se acercó hacia las mesas. Buscó con la mirada y pronto encontró al ornitorrinco, por lo que se acercó hasta él. Justo enfrente había un hueco en el que sentarse, y le sorprendió ver que había otros tantos científicos -o estudiosos- buscando como ellos. Para quien normalmente tenía un despacho en el que estar tranquila resultaba diferente y curioso.
- Al final he encontrado más información de la que esperaba-. Dijo en voz baja para no molestar, comenzando con los preparativos para la lectura. No sacó ningún tipo de libro ni hizo el amago de tomar apuntes, no los necesitaba, únicamente debía seguir leyendo y aprendiendo.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Para cuando la chica regresó al lado del ornitorrinco, éste ya había empezado a tomar algunos apuntes sobre el mercurio. Como científico había estudiado los elementos y materiales que componen el universo. Pero tan basto conocimiento era imposible de abarcar en tan poco tiempo, así que, pese a tener nociones, los detalles más específicos como la volatilidad de un metal, no entraban dentro de su campo de conocimientos. Lo que no significaba otra cosa, más que le esperaban horas de estudios y experimentos.
Cualquier cosa susceptible de ser gas alimentaba el hambre de conocimiento del gaseoso mink, que aprovechaba cada oportunidad que se le ponía delante para mejorar y aprender usos nuevos para sus poderes. Una vez conocía la composición de un gas, era capaz de replicarlo. Aun cuando la sustancia final fuese una mezcla compuesta de varias sustancias volatilizadas. El conocimiento que había adquirido en aquella época de estudio en Nueva Ohara, había conseguido ampliar las capacidades del ornitorrinco hasta extremos inimaginables. Y ahora tenía la oportunidad de agregar otro compuesto a su biblioteca de elementos que podía manipular.
-Oye- dijo en voz bajita, proyectada hacia Nijiro cuando ésta se sentó -Esto es muy interesante. Lo conocía como metal, de estudiar la tabla periódica y eso. Pero desconocía estas propiedades, es alucinante- dijo visiblemente emocionado. Antes de darse cuenta, producto de la costumbre y la repetición, había anotado todos los datos pertinentes a temperaturas, efectos en el organismo, conductividad eléctrica y varios factores más que resultarían relevantes a la hora de experimentar. Cuanta más información pudiera tener a mano a la hora de tratar el material en cuestión, mucho mejor. Arny sabía que no sufriría daños por emisión del gas, ni siquiera si lo respiraba puro en una proporción del cien por ciento. Estaba tranquilo también ante cualquier posible fuga, pues aquello no ocurriría jamás en su laboratorio, mientras él estuviera presente. Además, su cuerpo gaseoso lo mantenía a salvo de lesiones por contacto físico con sustancias toxicas.
Una vez estuvo seguro de haber apuntado todo lo que necesitaba, regresó los libros y anotaciones a los estantes donde debían estar. Recogió la estación de trabajo en la que había estado tomando apuntes y repasó los detalles escritos en su cuaderno con cuidado. Arny tenía cierto grado de hiperactividad y tras recabar datos, se le daba realmente mal esperar para dar el siguiente paso. Era ese tipo de científico que prefiere comprender por experimentación propia. El tipo de personas que no escarmientan en cabeza ajena y necesitan sentirlo todo por si mismos.
-Te propongo algo- dijo entonces -Dices que podrías ayudarme con este elemento, y la biblioteca dispone de un almacén de sustancias con las que se puede experimentar. Podríamos ir a solicitar un poco de mercurio y un laboratorio de la planta inferior y ponernos a darle calambrazos hasta que baile- propuso con tono animado -Calentarlo y enfriarlo hasta sus limites para comprobar que los estudios son correctos, aunque esto es más por vicio, siempre lo son. E incluso investigar como se comporta rodeado de imanes. Sus debilidades y fortalezas deberían resaltar bajo esas condiciones, ¿no? - preguntó a su colega -Además quiero comprobar una cosa. Por ahí apunté- empezó a hablar mientras rebuscaba con la mirada en sus anotaciones -Que el vapor de mercurio reacciona eléctricamente y me puede servir para otro experimento que tengo entre manos... una suerte de linterna. La más potente y ligera del mercado. Creo que puedo enseñarte algo interesante con su versión gaseosa- sonrió, elevando ligeramente las comisuras del pico.
-Te espero mientras terminas de documentarte- aseguró mientras sacaba su cuaderno de dibujo y comenzaba a trazar los primeros esbozos de la que sería su linterna multiusos.
Cualquier cosa susceptible de ser gas alimentaba el hambre de conocimiento del gaseoso mink, que aprovechaba cada oportunidad que se le ponía delante para mejorar y aprender usos nuevos para sus poderes. Una vez conocía la composición de un gas, era capaz de replicarlo. Aun cuando la sustancia final fuese una mezcla compuesta de varias sustancias volatilizadas. El conocimiento que había adquirido en aquella época de estudio en Nueva Ohara, había conseguido ampliar las capacidades del ornitorrinco hasta extremos inimaginables. Y ahora tenía la oportunidad de agregar otro compuesto a su biblioteca de elementos que podía manipular.
-Oye- dijo en voz bajita, proyectada hacia Nijiro cuando ésta se sentó -Esto es muy interesante. Lo conocía como metal, de estudiar la tabla periódica y eso. Pero desconocía estas propiedades, es alucinante- dijo visiblemente emocionado. Antes de darse cuenta, producto de la costumbre y la repetición, había anotado todos los datos pertinentes a temperaturas, efectos en el organismo, conductividad eléctrica y varios factores más que resultarían relevantes a la hora de experimentar. Cuanta más información pudiera tener a mano a la hora de tratar el material en cuestión, mucho mejor. Arny sabía que no sufriría daños por emisión del gas, ni siquiera si lo respiraba puro en una proporción del cien por ciento. Estaba tranquilo también ante cualquier posible fuga, pues aquello no ocurriría jamás en su laboratorio, mientras él estuviera presente. Además, su cuerpo gaseoso lo mantenía a salvo de lesiones por contacto físico con sustancias toxicas.
Una vez estuvo seguro de haber apuntado todo lo que necesitaba, regresó los libros y anotaciones a los estantes donde debían estar. Recogió la estación de trabajo en la que había estado tomando apuntes y repasó los detalles escritos en su cuaderno con cuidado. Arny tenía cierto grado de hiperactividad y tras recabar datos, se le daba realmente mal esperar para dar el siguiente paso. Era ese tipo de científico que prefiere comprender por experimentación propia. El tipo de personas que no escarmientan en cabeza ajena y necesitan sentirlo todo por si mismos.
-Te propongo algo- dijo entonces -Dices que podrías ayudarme con este elemento, y la biblioteca dispone de un almacén de sustancias con las que se puede experimentar. Podríamos ir a solicitar un poco de mercurio y un laboratorio de la planta inferior y ponernos a darle calambrazos hasta que baile- propuso con tono animado -Calentarlo y enfriarlo hasta sus limites para comprobar que los estudios son correctos, aunque esto es más por vicio, siempre lo son. E incluso investigar como se comporta rodeado de imanes. Sus debilidades y fortalezas deberían resaltar bajo esas condiciones, ¿no? - preguntó a su colega -Además quiero comprobar una cosa. Por ahí apunté- empezó a hablar mientras rebuscaba con la mirada en sus anotaciones -Que el vapor de mercurio reacciona eléctricamente y me puede servir para otro experimento que tengo entre manos... una suerte de linterna. La más potente y ligera del mercado. Creo que puedo enseñarte algo interesante con su versión gaseosa- sonrió, elevando ligeramente las comisuras del pico.
-Te espero mientras terminas de documentarte- aseguró mientras sacaba su cuaderno de dibujo y comenzaba a trazar los primeros esbozos de la que sería su linterna multiusos.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mayoría de los libros que había tomados prestados resultaban ser de ligerísima ayuda. Decir ligera sería mucho, pues comprendían todas las cosas básicas que el mercurio podía hacer. Cómo actuaba en el organismo, por ejemplo. Así que la joven se dedicó en gran medida a hacer una suerte de lectura vertical en un intento por encontrar algo que no hubiese leído ya o que, por lo menos, no pudiese tener accesible en su propio laboratorio. Aunque internamente estaba ciertamente frustrada, de forma externa daba la impresión de alguien intentando adecuarse a cuanto estaba leyendo. Con una minúscula diferencia a como era de costumbre, y es que tenía el ceño suavemente fruncido. De forma rápida, pasaba las páginas hasta terminar el libro que en aquel momento estuviese teniendo entre manos. Muchas veces en lo único que se fijaba -manteniendo dicha lectura vertical- era en los esquemas o las imágenes que componían, memorizándolas de forma que luego pudiese llegar a aplicarlas si era necesario. Incluso así, no sentía que estuviese haciendo demasiado avance por el momento. ¿Había sido demasiado entusiasta pensando que podría encontrar en aquella biblioteca una solución para lo que no había conseguido una en más de medio año? Posiblemente sí.
- Sí, alucinante salvo que te explote un tanque entero...- Respondió por acto reflejo. Cuando se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta -aunque en un susurro, pues seguían estando en un lugar público-, elevó la mirada con los ojos ligeramente más abiertos que de costumbre. Fingiendo tranquilidad y disimulando tal como podía -algo que se le daba verdaderamente mal-, la joven asintió un par de veces-. Completamente genial-. Mencionó. Lo cierto es que como sustancia, el mercurio resultaba interesante, mucho. Sus propiedades podían resultar tanto útiles como devastadoras, y tal y como había aprendido, era increíblemente versátil.
El nerviosismo que denotaba el ornitorrinco hizo que fuese incapaz de volver a bajar la mirada al libro que llevaba consigo. Se quedó mirándole entonces, cerrándolo. Si tenía un plan mejor para seguir probando cosas en lugar de permanecer allí sentada durante horas y horas sin averiguar nada nuevo, entonces lo aceptaría sin duda. Era mucho mejor que quedarse ahí esperando a que, por arte divina o azares del destino, apareciese algo que pudiese llegar a servir en su investigación. Ni creía en dioses ni en el propio destino, así que esas dos opciones estaban descartadas para ella.
- Basta con solicitar un laboratorio. Y tal vez algo de comer... ¿Crees que nos podrían traer algo de comer? Si no, tal vez...-. Dejando el gigantesco e inútil libro sobre la pila del resto de ellos, formó una especie de barrera entre los libros y ella, como si estuviese jugando y pensando qué hacer en realidad. Ciertamente, la idea de practicar con el mercurio se le hacía atractiva, y le recordaba a la época en la que había conseguido la akuma. Sus ayudantes, e incluso el jefe de investigación científica se había quedado jugando con su nueva habilidad durante mucho tiempo, probando diversas situaciones. Había sido un conejillo de indias al que exponer, así que volver a serlo no le preocupaba demasiado. Siempre que quedase entre dos científicos, mostrar sus propias habilidades le era irrelevante. Al fin y al cabo el Germa no destacaba por ese tipo de cosas. Todo lo contrario, como ellos destinaban aproximadamente el noventa por ciento de sus activos al desarrollo científico, cualquier otra habilidad que no fuese en dicha línea era intrascendente-. Puedo proporcionar el mercurio necesario para cualquier tipo de experimento, no es necesario pedir permiso. Confía en mí, habría que hacer demasiado papeleo y eso nos ralentizaría-. Comentó, haciendo rodar un pequeño papel que había quedado suelto por encima de la mesa. Decidida, se levantó, asintiéndole al pequeño ornitorrinco-. Vayamos a probar. Quién sabe, quizás una ayuda extra sirva para resolver de una vez por todas todo este asunto. Y te ayudaré con tu linterna.
Ni siquiera hizo amago de continuar los libros, aunque suponía que sí que debería devolverlos a su estantería. Como había memorizado exactamente el hueco en el que se encontraban, no tardaría mucho en hacerlo, así que señaló por un segundo las estanterías entre medias y se dirigió, cargando todos los libros, a dichas zonas, colocándolos uno tras otro como si llevase ahí toda su vida.
- Sí, alucinante salvo que te explote un tanque entero...- Respondió por acto reflejo. Cuando se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta -aunque en un susurro, pues seguían estando en un lugar público-, elevó la mirada con los ojos ligeramente más abiertos que de costumbre. Fingiendo tranquilidad y disimulando tal como podía -algo que se le daba verdaderamente mal-, la joven asintió un par de veces-. Completamente genial-. Mencionó. Lo cierto es que como sustancia, el mercurio resultaba interesante, mucho. Sus propiedades podían resultar tanto útiles como devastadoras, y tal y como había aprendido, era increíblemente versátil.
El nerviosismo que denotaba el ornitorrinco hizo que fuese incapaz de volver a bajar la mirada al libro que llevaba consigo. Se quedó mirándole entonces, cerrándolo. Si tenía un plan mejor para seguir probando cosas en lugar de permanecer allí sentada durante horas y horas sin averiguar nada nuevo, entonces lo aceptaría sin duda. Era mucho mejor que quedarse ahí esperando a que, por arte divina o azares del destino, apareciese algo que pudiese llegar a servir en su investigación. Ni creía en dioses ni en el propio destino, así que esas dos opciones estaban descartadas para ella.
- Basta con solicitar un laboratorio. Y tal vez algo de comer... ¿Crees que nos podrían traer algo de comer? Si no, tal vez...-. Dejando el gigantesco e inútil libro sobre la pila del resto de ellos, formó una especie de barrera entre los libros y ella, como si estuviese jugando y pensando qué hacer en realidad. Ciertamente, la idea de practicar con el mercurio se le hacía atractiva, y le recordaba a la época en la que había conseguido la akuma. Sus ayudantes, e incluso el jefe de investigación científica se había quedado jugando con su nueva habilidad durante mucho tiempo, probando diversas situaciones. Había sido un conejillo de indias al que exponer, así que volver a serlo no le preocupaba demasiado. Siempre que quedase entre dos científicos, mostrar sus propias habilidades le era irrelevante. Al fin y al cabo el Germa no destacaba por ese tipo de cosas. Todo lo contrario, como ellos destinaban aproximadamente el noventa por ciento de sus activos al desarrollo científico, cualquier otra habilidad que no fuese en dicha línea era intrascendente-. Puedo proporcionar el mercurio necesario para cualquier tipo de experimento, no es necesario pedir permiso. Confía en mí, habría que hacer demasiado papeleo y eso nos ralentizaría-. Comentó, haciendo rodar un pequeño papel que había quedado suelto por encima de la mesa. Decidida, se levantó, asintiéndole al pequeño ornitorrinco-. Vayamos a probar. Quién sabe, quizás una ayuda extra sirva para resolver de una vez por todas todo este asunto. Y te ayudaré con tu linterna.
Ni siquiera hizo amago de continuar los libros, aunque suponía que sí que debería devolverlos a su estantería. Como había memorizado exactamente el hueco en el que se encontraban, no tardaría mucho en hacerlo, así que señaló por un segundo las estanterías entre medias y se dirigió, cargando todos los libros, a dichas zonas, colocándolos uno tras otro como si llevase ahí toda su vida.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Arny miraba con suspicacia a la chica tras aquel comentario. -¿Solo hace falta un laboratorio... y comida... comprendo- respondió. Si estaba en lo cierto aquella jornada podría ser más interesante de lo que prometía al despertar. Los síntomas del hambre tras utilizar sus poderes siempre acababan por atacarle y, hasta que no se llenaba, no volvía a ser él mismo. Además la única necesidad de un laboratorio para experimentar con tan extraño material, delataban el pie del que cojeaba la humana.
Aun cabía dentro de las posibilidades, que hubiera viajado hasta la gran biblioteca cargada con mercurio en sus bolsos. Pero por el peso del material, su toxicidad y sobre todo su escasez, el ornitorrinco dudaba mucho que esta fuese la respuesta. Además, Arny ya había solicitado el uso de algún laboratorio para sus experimentos anteriormente. Sabiéndose libre de usar sus poderes y sin pedir ningún elemento al almacén. -Vamos a recepción, a pedir una sala de investigación del sótano. Mientras la preparan podremos ir a encargar algo para comer- sugirió mientras guardaba el cuaderno de dibujo en su mochila -No necesitas mercurio para experimentar con él, ¿Eh?- preguntó en un susurro y con un guiño al aproximarse a Nijiro -Tranquila... yo también tengo algún elemento que no necesito solicitar para poder hacer experimentos- concluyó. Confiaba haber acertado, las similitudes eran suficientes como para inclinarse a pensar que estaba en lo correcto al suponer que aquella chica había consumido alguna fruta del diablo.
El camino de salida era sustancialmente más rápido que el de entrada. Sin necesidad de esperar, la pareja abandono la sala de estudios en dirección al primer piso, donde encontrarían la recepción y los formularios de solicitud de laboratorios. Arny escribió sus datos en las casillas correspondientes y entregó la solicitud a la mujer que atendía tras el mostrador. Tras comprobar que todo estaba correcto, el ornitorrinco ya era un viejo conocido, la mujer le entrego unas llaves con la inscripción “-3B” -¿Comida?- preguntó Arny a la chica, señalando la salida.
La comida debía encargarse fuera, pero podía ser enviada a la gran biblioteca cuando estuviera lista. No era algo que a los encargados del lugar les gustase, pero tampoco podían evitarlo. Los eruditos que casi vivían dentro del gran árbol también tenían que comer, y habían caído inconscientes por inanición los suficientes, como para que se tomaran medidas, consiguiendo así que pudieran comer algo, aun inmersos en sus proyectos. El único requisito era que debían ir a pedir la comida por si mismos. Así darían un descanso a sus mentes y estirarían los músculos de paso.
Por fortuna para los más perezosos, puestos callejeros se acercaban hasta las inmediaciones del árbol a las horas claves de la comida para facilitar el acceso a la misma. Los que no tenían problema por caminar un poco más, podrían ir a los restaurantes y tabernas cercanas. Todos especializados en comida para la mente, además del cuerpo. Platos ricos en pescados azules y frutos secos, carnes y algas.
Al llegar a la calle, con una extravagante y exagerada reverencia exclamó con voz pomposa -Como eres la nueva, te toca elegir- señalando la variada oferta gastronómica de la que disponían en la isla.
Arny estaba contento y se permitía el lujo de bromear. Si todo salía bien podría aprender mucho en compañía de la chica.
Aun cabía dentro de las posibilidades, que hubiera viajado hasta la gran biblioteca cargada con mercurio en sus bolsos. Pero por el peso del material, su toxicidad y sobre todo su escasez, el ornitorrinco dudaba mucho que esta fuese la respuesta. Además, Arny ya había solicitado el uso de algún laboratorio para sus experimentos anteriormente. Sabiéndose libre de usar sus poderes y sin pedir ningún elemento al almacén. -Vamos a recepción, a pedir una sala de investigación del sótano. Mientras la preparan podremos ir a encargar algo para comer- sugirió mientras guardaba el cuaderno de dibujo en su mochila -No necesitas mercurio para experimentar con él, ¿Eh?- preguntó en un susurro y con un guiño al aproximarse a Nijiro -Tranquila... yo también tengo algún elemento que no necesito solicitar para poder hacer experimentos- concluyó. Confiaba haber acertado, las similitudes eran suficientes como para inclinarse a pensar que estaba en lo correcto al suponer que aquella chica había consumido alguna fruta del diablo.
El camino de salida era sustancialmente más rápido que el de entrada. Sin necesidad de esperar, la pareja abandono la sala de estudios en dirección al primer piso, donde encontrarían la recepción y los formularios de solicitud de laboratorios. Arny escribió sus datos en las casillas correspondientes y entregó la solicitud a la mujer que atendía tras el mostrador. Tras comprobar que todo estaba correcto, el ornitorrinco ya era un viejo conocido, la mujer le entrego unas llaves con la inscripción “-3B” -¿Comida?- preguntó Arny a la chica, señalando la salida.
La comida debía encargarse fuera, pero podía ser enviada a la gran biblioteca cuando estuviera lista. No era algo que a los encargados del lugar les gustase, pero tampoco podían evitarlo. Los eruditos que casi vivían dentro del gran árbol también tenían que comer, y habían caído inconscientes por inanición los suficientes, como para que se tomaran medidas, consiguiendo así que pudieran comer algo, aun inmersos en sus proyectos. El único requisito era que debían ir a pedir la comida por si mismos. Así darían un descanso a sus mentes y estirarían los músculos de paso.
Por fortuna para los más perezosos, puestos callejeros se acercaban hasta las inmediaciones del árbol a las horas claves de la comida para facilitar el acceso a la misma. Los que no tenían problema por caminar un poco más, podrían ir a los restaurantes y tabernas cercanas. Todos especializados en comida para la mente, además del cuerpo. Platos ricos en pescados azules y frutos secos, carnes y algas.
Al llegar a la calle, con una extravagante y exagerada reverencia exclamó con voz pomposa -Como eres la nueva, te toca elegir- señalando la variada oferta gastronómica de la que disponían en la isla.
Arny estaba contento y se permitía el lujo de bromear. Si todo salía bien podría aprender mucho en compañía de la chica.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
En realidad tenía hambre. Hubiese preferido comer algo justo al terminar de bajar del barco, pero resultaba mucho más difícil estando ligeramente mareada y enfurecida, así que no le pareció una buena idea. Además, como había mandado a sus guardias a registrarse para que el gobierno fuese consciente de su estancia allí, no tenía acceso a ellos para que le suministrasen comida. Y eso le hacía mucho más difícil la vida. Por lo demás... según había comprobado, el utilizar mucho la akuma resultaba en un cansancio considerable para su ya enfermo cuerpo, así que solía priorizar el usarla poco. Para un experimento semejante dudaba tener que expandir mucho su control, pero sí que debía utilizarlo. Salvo que quisiese experimentar con el mercurio en su sangre en lugar de sus habilidades, cosa que no le hacía demasiada gracia.
- Sí, creo que con eso servirá.- Terminó de dejar los libros y regresó junto al ornitorrinco, que ya parecía tener las mismas ganas que ella de conseguir una zona donde poder experimentar con tranquilidad y sin que nadie pudiese llegar a molestar. Era de agradecer que en dicha biblioteca tuviesen ese tipo de equipamiento para poder investigar, pues resultaba mucho más sencillo que tener que buscar otro lugar en el que probar teorías. Seguramente, comparado al equipamiento del que disponía en su propio hogar, las zonas habilitadas fuesen de categoría inferior y peor en general, pero no le preocupaba en absoluto.- Algo así, digamos. Te lo mostraré cuando lleguemos, no es demasiado agradable-. Confesó. Y era cierto, desde que había obtenido aquella habilidad la había mantenido tan en secreto como había podido. Además, aquel ornitorrinco llamó su atención con aquello, y no pudo evitar mirarle con suspicacia-. Vaya, eres una caja de sorpresas-. Volvió a sonreír ampliamente, antes de continuar hacia la zona de peticiones.
El papeleo fue bastante simple gracias a que conocían a Arny, cosa que agradeció en gran medida, pues prefería evitar dejar rastros sobre su estadía allí. Sí, el gobierno se iba a enterar, pero tampoco necesitaba tenerlos investigando sobre lo que había visto o practicado. Ya los tenía bastante pegados a los talones. Así que consiguieron una llave para una de las salas, y se deslizaron hasta el exterior de la biblioteca para buscar algo de comer. Antes de entrar a la biblioteca se había fijado en algún que otro restaurante cercano, seguramente diseñado para proveer de comida a los estudiosos y quienes quisiesen acudir a semejante lugar, así que no le había sorprendido ver tantos lugares diferentes. Adicionalmente, había múltiples puestos de comida rápida, entre los que había visto, sin duda, un par de pizzerías. Y con eso tenía suficiente en realidad, pues no había otra cosa que le interesase más.
- Pizza, ¿te parece bien? Vi un par de puestos al llegar-. Contestó casi de forma automática, dirigiéndose hacia la zona, que recordaba perfectamente de forma visual.- Invito yo, desde luego, y si pueden llevárnoslo a la sala podremos investigar mientras tanto-. Metiendo las manos en los bolsillos, se acercó poco a poco a uno de los puestos cercanos de pizza, centrada en las variedades que tenían expuestas o en la carta. Todo un lujo y un capricho.
- Sí, creo que con eso servirá.- Terminó de dejar los libros y regresó junto al ornitorrinco, que ya parecía tener las mismas ganas que ella de conseguir una zona donde poder experimentar con tranquilidad y sin que nadie pudiese llegar a molestar. Era de agradecer que en dicha biblioteca tuviesen ese tipo de equipamiento para poder investigar, pues resultaba mucho más sencillo que tener que buscar otro lugar en el que probar teorías. Seguramente, comparado al equipamiento del que disponía en su propio hogar, las zonas habilitadas fuesen de categoría inferior y peor en general, pero no le preocupaba en absoluto.- Algo así, digamos. Te lo mostraré cuando lleguemos, no es demasiado agradable-. Confesó. Y era cierto, desde que había obtenido aquella habilidad la había mantenido tan en secreto como había podido. Además, aquel ornitorrinco llamó su atención con aquello, y no pudo evitar mirarle con suspicacia-. Vaya, eres una caja de sorpresas-. Volvió a sonreír ampliamente, antes de continuar hacia la zona de peticiones.
El papeleo fue bastante simple gracias a que conocían a Arny, cosa que agradeció en gran medida, pues prefería evitar dejar rastros sobre su estadía allí. Sí, el gobierno se iba a enterar, pero tampoco necesitaba tenerlos investigando sobre lo que había visto o practicado. Ya los tenía bastante pegados a los talones. Así que consiguieron una llave para una de las salas, y se deslizaron hasta el exterior de la biblioteca para buscar algo de comer. Antes de entrar a la biblioteca se había fijado en algún que otro restaurante cercano, seguramente diseñado para proveer de comida a los estudiosos y quienes quisiesen acudir a semejante lugar, así que no le había sorprendido ver tantos lugares diferentes. Adicionalmente, había múltiples puestos de comida rápida, entre los que había visto, sin duda, un par de pizzerías. Y con eso tenía suficiente en realidad, pues no había otra cosa que le interesase más.
- Pizza, ¿te parece bien? Vi un par de puestos al llegar-. Contestó casi de forma automática, dirigiéndose hacia la zona, que recordaba perfectamente de forma visual.- Invito yo, desde luego, y si pueden llevárnoslo a la sala podremos investigar mientras tanto-. Metiendo las manos en los bolsillos, se acercó poco a poco a uno de los puestos cercanos de pizza, centrada en las variedades que tenían expuestas o en la carta. Todo un lujo y un capricho.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Si, pizza está bien- contestó con una sonrisa en su rostro mientras seguía a la chica. Los puestos atraían multitud de gente a sus alrededores gracias al aroma combinado de varias de las delicias que se preparaban en Ohara, pero los rápidos cocineros despachaban los pedidos sin permitir que se acumulase mucha cola. Estaban acostumbrados a trabajar con picos muy altos de publico a la vez y aquello era el pan nuestro de cada día para los restauradores que se acercaban con sus carritos móviles a las puertas del gran árbol, a las puertas de la biblioteca.
Arny se decidió por un calzone -Si te gustan las empanadas y las pizzas, esto es lo mejor de los dos mundos- reía -Además te lo puedes comer como un bocadillo, ¿Qué más quieres?-
Arny estaba contento, había conseguido terminar los planos de su linterna y la posibilidad de añadir una función más lo entusiasmaba. Sin poder evitar que su hiperactividad se apoderase de su mente, al llegar a la entrada de la biblioteca dijo -Mientras preparan la comida y la llevan al laboratorio te enseñaré la oficina de patentes. He retrasado mucho esto y creo que ya va siendo hora- Con decisión, se encaminó a la parte de atrás de la recepción, donde un pasillo daba a las oficinas donde se clasificaban, ordenaban y creaban los documentos que todos en la biblioteca utilizaban antes o después. Desde formularios de acceso a salas con permisos especiales, hasta recepciones y alquileres de material y libros. Todo pasaba por las manos de aquella gente sentada tras mesas rodeadas de armarios archivadores.
Arny suspiró, nervioso -Es mi primera patente- explicó a su acompañante -llevo días con el formulario encima pero no me había atrevido a entregarlo- casi se disculpó. Tras entregar una carpeta junto con el formulario, donde se podrían apreciar más dibujos y planos, teorías y explicaciones de funcionamiento. Firmó el consentimiento de revisión y un par de papeles más y suspiró de nuevo -En fin, ya está. Mi primer prototipo entregado. Además he pedido que lo pongan a fabricar, quiero verlo funcionando cuanto antes, pero mis conocimientos se quedan un poco cortos para fabricarlo por mi mismo- dijo levantando sus manos a los lados en señal de aceptación -Por suerte no es un proyecto demasiado ambicioso, tardarán poco tiempo en tener listo el prototipo-
Con paso enérgico, con la adrenalina a tope, Arny guió a Nijiro por las escaleras hasta el tercer piso de sótanos, donde estaba el laboratorio solicitado. Abrió la puerta con la letra “B” y encendió las luces. Una sala rectangular de veinte metros de largo por diez de ancho, y tres metros de alto, los esperaba. Cuatro mesas de trabajo e instrumental científico necesario para llevar a cabo la mayoría de investigaciones normales, se distribuían todo el espacio. -Aquí estaremos a gusto, los experimentos de cada uno se respetan en este lugar, así que nadie vendrá a molestar. Además es un laboratorio básico, nadie pensará que estamos haciendo ninguna locura aquí dentro- dijo mientras se dirigía a uno de los armarios, sacaba una bandeja con viales, tubos de ensayo y matraces de varios tipos visiblemente ilusionado con el proyecto -¿Necesitarás algo de esto?- preguntó. Arny no necesitaba nada de eso para sus pruebas, pero varios de los contenedores de cristal podrían utilizarse para retener gas, algunos de ellos incluso tenían ese solo propósito. En forma de pequeñas bombonas, incapaces de mantener más de tres atmósferas de presión, pero suficiente para experimentos para los que se necesitaría seguridad en el laboratorio. -Podemos ir preparando lo necesario mientras llega la comida, ¿te parece?- preguntó, mientras se acercaba a la primera mesa de la izquierda flotando levemente en el aire -Los gases son mi dominio- explicó -Y descubrí algo mientras los investigaba. Algunos reaccionan a la electricidad con diferentes colores. Mi linterna se basa en ese principio. Te lo mostraré- dijo mientras daba la vuelta un matraz y lo miraba fijamente. Entonces, cuando hubo concentrado la cantidad necesaria de helio, utilizó su electro para estimularlo. Iluminando los alrededores de un amarillo pálido -Hay otros, y cada uno puede ser utilizado para una cosa diferente. Ahora, si lo que he leído es verdad, basándome en mi experiencia, es posible que consigamos algo muy poderoso- aseguró
Arny se decidió por un calzone -Si te gustan las empanadas y las pizzas, esto es lo mejor de los dos mundos- reía -Además te lo puedes comer como un bocadillo, ¿Qué más quieres?-
Arny estaba contento, había conseguido terminar los planos de su linterna y la posibilidad de añadir una función más lo entusiasmaba. Sin poder evitar que su hiperactividad se apoderase de su mente, al llegar a la entrada de la biblioteca dijo -Mientras preparan la comida y la llevan al laboratorio te enseñaré la oficina de patentes. He retrasado mucho esto y creo que ya va siendo hora- Con decisión, se encaminó a la parte de atrás de la recepción, donde un pasillo daba a las oficinas donde se clasificaban, ordenaban y creaban los documentos que todos en la biblioteca utilizaban antes o después. Desde formularios de acceso a salas con permisos especiales, hasta recepciones y alquileres de material y libros. Todo pasaba por las manos de aquella gente sentada tras mesas rodeadas de armarios archivadores.
Arny suspiró, nervioso -Es mi primera patente- explicó a su acompañante -llevo días con el formulario encima pero no me había atrevido a entregarlo- casi se disculpó. Tras entregar una carpeta junto con el formulario, donde se podrían apreciar más dibujos y planos, teorías y explicaciones de funcionamiento. Firmó el consentimiento de revisión y un par de papeles más y suspiró de nuevo -En fin, ya está. Mi primer prototipo entregado. Además he pedido que lo pongan a fabricar, quiero verlo funcionando cuanto antes, pero mis conocimientos se quedan un poco cortos para fabricarlo por mi mismo- dijo levantando sus manos a los lados en señal de aceptación -Por suerte no es un proyecto demasiado ambicioso, tardarán poco tiempo en tener listo el prototipo-
Con paso enérgico, con la adrenalina a tope, Arny guió a Nijiro por las escaleras hasta el tercer piso de sótanos, donde estaba el laboratorio solicitado. Abrió la puerta con la letra “B” y encendió las luces. Una sala rectangular de veinte metros de largo por diez de ancho, y tres metros de alto, los esperaba. Cuatro mesas de trabajo e instrumental científico necesario para llevar a cabo la mayoría de investigaciones normales, se distribuían todo el espacio. -Aquí estaremos a gusto, los experimentos de cada uno se respetan en este lugar, así que nadie vendrá a molestar. Además es un laboratorio básico, nadie pensará que estamos haciendo ninguna locura aquí dentro- dijo mientras se dirigía a uno de los armarios, sacaba una bandeja con viales, tubos de ensayo y matraces de varios tipos visiblemente ilusionado con el proyecto -¿Necesitarás algo de esto?- preguntó. Arny no necesitaba nada de eso para sus pruebas, pero varios de los contenedores de cristal podrían utilizarse para retener gas, algunos de ellos incluso tenían ese solo propósito. En forma de pequeñas bombonas, incapaces de mantener más de tres atmósferas de presión, pero suficiente para experimentos para los que se necesitaría seguridad en el laboratorio. -Podemos ir preparando lo necesario mientras llega la comida, ¿te parece?- preguntó, mientras se acercaba a la primera mesa de la izquierda flotando levemente en el aire -Los gases son mi dominio- explicó -Y descubrí algo mientras los investigaba. Algunos reaccionan a la electricidad con diferentes colores. Mi linterna se basa en ese principio. Te lo mostraré- dijo mientras daba la vuelta un matraz y lo miraba fijamente. Entonces, cuando hubo concentrado la cantidad necesaria de helio, utilizó su electro para estimularlo. Iluminando los alrededores de un amarillo pálido -Hay otros, y cada uno puede ser utilizado para una cosa diferente. Ahora, si lo que he leído es verdad, basándome en mi experiencia, es posible que consigamos algo muy poderoso- aseguró
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Que hubiese aceptado la idea de comer pizza le hizo otorgarle mentalmente otro punto a aquel ornitorrinco. Sin duda le caía bien. Aunque él optó por un calzone, ella prefería la pizza más típica. Había multitud de tipos, pero solía decantarse siempre por la misma en caso de que hubiese. Y ya que era el caso no dudó en hacerlo. Muchas veces su hermano le había criticado por tener semejantes gustos. Según su opinión, si quería seguir comiendo "algo tan repulsivo", era mejor que se dedicase a comer proteínas o barritas de las que le suministraban al ejército de humanos creados mediante ciencia. Claro que ella siempre le ignoró y pasó olímpicamente de lo que le decía. Y no era para menos.
- El mundo de las pizzas es maravilloso se mire por donde se mire-. Cedió ante el ornitorrinco. Aproximándose para pedir, señaló con tranquilidad la carta-. Para mí una pizza con piña-. Dijo, y no dudó un segundo en sacar de entre sus pertenencias una especie de monedero. Como quien no quiere la cosa, terminó de pagar y de indicar la localización a la que tenía que ser llevada la comida. Esperaba que no tardasen demasiado, pues odiaba tener que esperar por algo que le gustaba. Y pocas cosas habían que le gustasen más que la pizza.
Como era obvio, la joven recorrió el lugar siguiendo al ornitorrinco. Hacer un par de paradas no suponían problema alguno, pues ya de por sí tendrían que esperar la comida y luego llegar hasta el laboratorio. Tampoco le hacía demasiada ilusión ser su propio conejillo de indias, pero se había expuesto ella a todo así que no iba a echarse atrás. Además, aunque no fuese a presentar patentes -pues todos sus experimentos iban destinados al Germa-, sí que le hacía ilusión cotillear al resto de investigadores y científicos. Tal vez en un futuro pudiesen llegar a reclutar nuevos talentos para que ayudasen con el funcionamiento de su ejército o de los proyectos futuros. Aunque lo dudaba. No había visto demasiado talento para la ciencia a lo largo de su vida. No talento puro, al menos.
- Lo importante es que ahora sí que quieras presentarlo. Seguro que sale todo bien-. Intentó animarle. No se le daba excesivamente bien, pero tenía los conocimientos por haber leído algo sobre el tema en diferentes libros sobre el trato humano. Comprobar si estaban bien o si eran útiles también podía considerarse un experimento.- Si necesitas ayuda para la fabricación puedes contar conmigo. Aunque parezca que no me haya roto una uña en la vida, llevo dentro de un laboratorio desde que nací-. Literalmente llevaba incluso más tiempo, pues la totalidad de su nacimiento había sido hecha en un laboratorio, pero evitó mencionarlo. Eso eran secretos internos de su reino.- Con este o con cualquier proyecto, ya sabes.
Nada más terminar con aquella presentación de patente, emprendieron el camino hacia el laboratorio. Con las manos en los bolsillos, Nijiro continuó fijándose en cada detalle que pudiese indicarle el camino de vuelta en caso de perderse. Ya era una costumbre, pues de pequeña se había perdido lo suficiente como para no querer hacerlo más. Era una manía suya, después de todo. Cuando abrió la puerta y vio la estancia, elevó una ceja de incredulidad. Era obvio que no podía pedir unas instalaciones igual de completas que las que tenía en su reino, pero resultaba pequeño. Aunque para su sorpresa estaba bastante más limpio de lo que creyó en un principio. Pasó y cerró la puerta tras de sí, haciendo una pequeña comprobación por si había polvo. Al ver que no, simplemente se paseó por la zona.
- Bueno, podría ser peor-. Elevó la mirada ante lo que el ornitorrinco le ofrecía, y se llevó una mano al mentón. Si tenía que probar con mercurio, lo primero era encontrar un frasco que pudiese aguantarlo sin problema alguno. Lo último que quería era intoxicar también a ese buen científico que solo se había ofrecido a acompañarle y a ayudarle.- Algún vaso de precipitados. Lo demás dependerá del tipo de experimento que quieras realizar primero-. Prestó atención a la demostración, bastante sorprendida de la conclusión a la que había llevado el animal. Aunque no lo demostró especialmente -pues tampoco se le daba bien-, estaba realmente asombrada.- Sin duda es interesante...- Comentó, aproximándose hacia él con curiosidad. Como una niña en una tienda de chucherías, sonrió, fijándose nuevamente en lo que le acababa de enseñar-. Pues me parece que podremos divertirnos bastante.
- El mundo de las pizzas es maravilloso se mire por donde se mire-. Cedió ante el ornitorrinco. Aproximándose para pedir, señaló con tranquilidad la carta-. Para mí una pizza con piña-. Dijo, y no dudó un segundo en sacar de entre sus pertenencias una especie de monedero. Como quien no quiere la cosa, terminó de pagar y de indicar la localización a la que tenía que ser llevada la comida. Esperaba que no tardasen demasiado, pues odiaba tener que esperar por algo que le gustaba. Y pocas cosas habían que le gustasen más que la pizza.
Como era obvio, la joven recorrió el lugar siguiendo al ornitorrinco. Hacer un par de paradas no suponían problema alguno, pues ya de por sí tendrían que esperar la comida y luego llegar hasta el laboratorio. Tampoco le hacía demasiada ilusión ser su propio conejillo de indias, pero se había expuesto ella a todo así que no iba a echarse atrás. Además, aunque no fuese a presentar patentes -pues todos sus experimentos iban destinados al Germa-, sí que le hacía ilusión cotillear al resto de investigadores y científicos. Tal vez en un futuro pudiesen llegar a reclutar nuevos talentos para que ayudasen con el funcionamiento de su ejército o de los proyectos futuros. Aunque lo dudaba. No había visto demasiado talento para la ciencia a lo largo de su vida. No talento puro, al menos.
- Lo importante es que ahora sí que quieras presentarlo. Seguro que sale todo bien-. Intentó animarle. No se le daba excesivamente bien, pero tenía los conocimientos por haber leído algo sobre el tema en diferentes libros sobre el trato humano. Comprobar si estaban bien o si eran útiles también podía considerarse un experimento.- Si necesitas ayuda para la fabricación puedes contar conmigo. Aunque parezca que no me haya roto una uña en la vida, llevo dentro de un laboratorio desde que nací-. Literalmente llevaba incluso más tiempo, pues la totalidad de su nacimiento había sido hecha en un laboratorio, pero evitó mencionarlo. Eso eran secretos internos de su reino.- Con este o con cualquier proyecto, ya sabes.
Nada más terminar con aquella presentación de patente, emprendieron el camino hacia el laboratorio. Con las manos en los bolsillos, Nijiro continuó fijándose en cada detalle que pudiese indicarle el camino de vuelta en caso de perderse. Ya era una costumbre, pues de pequeña se había perdido lo suficiente como para no querer hacerlo más. Era una manía suya, después de todo. Cuando abrió la puerta y vio la estancia, elevó una ceja de incredulidad. Era obvio que no podía pedir unas instalaciones igual de completas que las que tenía en su reino, pero resultaba pequeño. Aunque para su sorpresa estaba bastante más limpio de lo que creyó en un principio. Pasó y cerró la puerta tras de sí, haciendo una pequeña comprobación por si había polvo. Al ver que no, simplemente se paseó por la zona.
- Bueno, podría ser peor-. Elevó la mirada ante lo que el ornitorrinco le ofrecía, y se llevó una mano al mentón. Si tenía que probar con mercurio, lo primero era encontrar un frasco que pudiese aguantarlo sin problema alguno. Lo último que quería era intoxicar también a ese buen científico que solo se había ofrecido a acompañarle y a ayudarle.- Algún vaso de precipitados. Lo demás dependerá del tipo de experimento que quieras realizar primero-. Prestó atención a la demostración, bastante sorprendida de la conclusión a la que había llevado el animal. Aunque no lo demostró especialmente -pues tampoco se le daba bien-, estaba realmente asombrada.- Sin duda es interesante...- Comentó, aproximándose hacia él con curiosidad. Como una niña en una tienda de chucherías, sonrió, fijándose nuevamente en lo que le acababa de enseñar-. Pues me parece que podremos divertirnos bastante.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Pues esto es una bobada- exclamó al ver el interés de la chica por la iluminación -Es útil en condiciones de humo o niebla. La luz blanca rebota, mientras que ésta, más amarillenta, simplemente penetra algo más, permitiendo una visión mejorada de lo que tienes delante en esas condiciones. Pero si eso te parece interesante déjame enseñarte algo más- dijo antes de regresar el matraz a su posición original, permitiendo el escape y disolución del gas en el ambiente sin ningún peligro. Regresándolo de nuevo a su posición con la abertura hacia abajo. Este era uno de sus experimentos estrella hasta el momento.
Con el matraz en la mano apagó la luz del laboratorio y se aproximo al lugar donde Nijiro había pasado uno de sus dedos anteriormente en busca de partículas de polvo -Te puede parecer que los seres vivos pasamos por el mundo casi sin dejar huella si no queremos, pero siempre que tocamos algo, una huella de nuestro ADN, el esquema que compone nuestros cuerpos, queda impreso en lo que tocamos. Por difícil que pueda resultar creerlo, con el simple roce de tu dedo en esta superficie has dejado parte de ti ahí- explicó justo antes de agregarle un chispazo a la abertura del matraz.
Un brillo azulado iluminó el cuerpo del ornitorrinco que parecía moverse en perfecta sincronía con el ambiente en total oscuridad. El tono de azul no era el adecuado para mostrar lo que quería, cosa que solucionó en un momento, agregando mas xenón al matraz, aumentando su concentración -Aaahora- dijo antes de acercar la pequeña luz a la mesa. Rastros blanquecinos revelaban el camino que la punta del dedo de la chica habían seguido en su búsqueda de suciedad. -Todos los cuerpos vivos dejan rastros de grasa y sudor, la película que los recubre y protege, en los objetos que tocan. Este es el resultado. Por supuesto, rastros de sangre o... otros fluidos biológicos, son igualmente visibles de esta forma- terminó mientras encendía la luz de nuevo, momento en el que la puerta resonó con tres golpes secos. La comida había llegado.
El olor de las pizzas inundó la sala, haciendo salivar a Arny que ya tenía hambre -Lo malo es tener que esperar, estas cosas siempre están calientes como el infierno- sonrió, al tiempo que despejaba una de las mesas para acomodar las viandas recién llegadas. -Bien- dijo entonces -Si mis suposiciones son correctas, el gas de mercurio debería tener una frecuencia de iluminación bajisima, más baja que el xenón que te acabo de enseñar, y más próxima a la radiación ultravioleta del sol que a cualquier otra onda de luz. Lo cual significa que si utilizamos un cristal lo suficientemente oscurecido para hacer pasar la luz del mercurio a través del mismo, podríamos hacer algo parecido a un sol. Al menos en su parte más lesiva, que no en iluminación o calor. Aun no imagino para que podría servir, pero de seguro será peligroso exponerse directamente a esa luz. La luz solar tiene un gran impacto sobre las superficies expuestas, así que supongo que será algo similar- exponía mientras trataba de enfriar su comida haciendo movimientos aparentemente inútiles con la mano, pero que movían los gases presentes en la sala alrededor del plato, como haría cualquiera soplando del modo tradicional.
Tras acabar con los alimentos mientras hablaban de teorías y experimentos Arny al fin se levantó de la silla y agarro uno de los vasos de precipitados y se lo acerco a su colega. -No sabría por donde empezar con mercurio liquido, pero aquí tienes el vaso. Siéntete libre de agarrar lo que necesites, este laboratorio y lo que tiene dentro es para ser usado. ¿Puedes manipularlo de tal forma que puedas obtener la versión gasificada? Sino me temo que tendremos que hacerlo manualmente...¿Con calor valdría?- preguntó señalando uno de los mecheros bunsen -Si necesita más temperatura, puedo manipular la mezcla con la que arde y conseguir aun más calor- sugirió emocionado -Por otro lado, una vez en estado gaseoso asumo que a ti no te afectará respirarlo, pero no temas por mi integridad, los gases son mi dominio- repitió -Ni por la tuya, puedo mantenerlo alejado de ti, si no estas segura de ser inmune a sus efectos-
El ornitorrinco no sabía hasta donde llegaba el alcance de las capacidades de la chica, pero tras comprobar en cuerpo propio los poderes concedidos por las frutas del diablo. Estaba bastante seguro de que Nijiro podría soportar cualquier efecto adverso que el elemento que dominaba pudiera provocar en los seres vivos, así como Arny lo hacía con los efectos de los gases sobre los organismos.
Con el matraz en la mano apagó la luz del laboratorio y se aproximo al lugar donde Nijiro había pasado uno de sus dedos anteriormente en busca de partículas de polvo -Te puede parecer que los seres vivos pasamos por el mundo casi sin dejar huella si no queremos, pero siempre que tocamos algo, una huella de nuestro ADN, el esquema que compone nuestros cuerpos, queda impreso en lo que tocamos. Por difícil que pueda resultar creerlo, con el simple roce de tu dedo en esta superficie has dejado parte de ti ahí- explicó justo antes de agregarle un chispazo a la abertura del matraz.
Un brillo azulado iluminó el cuerpo del ornitorrinco que parecía moverse en perfecta sincronía con el ambiente en total oscuridad. El tono de azul no era el adecuado para mostrar lo que quería, cosa que solucionó en un momento, agregando mas xenón al matraz, aumentando su concentración -Aaahora- dijo antes de acercar la pequeña luz a la mesa. Rastros blanquecinos revelaban el camino que la punta del dedo de la chica habían seguido en su búsqueda de suciedad. -Todos los cuerpos vivos dejan rastros de grasa y sudor, la película que los recubre y protege, en los objetos que tocan. Este es el resultado. Por supuesto, rastros de sangre o... otros fluidos biológicos, son igualmente visibles de esta forma- terminó mientras encendía la luz de nuevo, momento en el que la puerta resonó con tres golpes secos. La comida había llegado.
El olor de las pizzas inundó la sala, haciendo salivar a Arny que ya tenía hambre -Lo malo es tener que esperar, estas cosas siempre están calientes como el infierno- sonrió, al tiempo que despejaba una de las mesas para acomodar las viandas recién llegadas. -Bien- dijo entonces -Si mis suposiciones son correctas, el gas de mercurio debería tener una frecuencia de iluminación bajisima, más baja que el xenón que te acabo de enseñar, y más próxima a la radiación ultravioleta del sol que a cualquier otra onda de luz. Lo cual significa que si utilizamos un cristal lo suficientemente oscurecido para hacer pasar la luz del mercurio a través del mismo, podríamos hacer algo parecido a un sol. Al menos en su parte más lesiva, que no en iluminación o calor. Aun no imagino para que podría servir, pero de seguro será peligroso exponerse directamente a esa luz. La luz solar tiene un gran impacto sobre las superficies expuestas, así que supongo que será algo similar- exponía mientras trataba de enfriar su comida haciendo movimientos aparentemente inútiles con la mano, pero que movían los gases presentes en la sala alrededor del plato, como haría cualquiera soplando del modo tradicional.
Tras acabar con los alimentos mientras hablaban de teorías y experimentos Arny al fin se levantó de la silla y agarro uno de los vasos de precipitados y se lo acerco a su colega. -No sabría por donde empezar con mercurio liquido, pero aquí tienes el vaso. Siéntete libre de agarrar lo que necesites, este laboratorio y lo que tiene dentro es para ser usado. ¿Puedes manipularlo de tal forma que puedas obtener la versión gasificada? Sino me temo que tendremos que hacerlo manualmente...¿Con calor valdría?- preguntó señalando uno de los mecheros bunsen -Si necesita más temperatura, puedo manipular la mezcla con la que arde y conseguir aun más calor- sugirió emocionado -Por otro lado, una vez en estado gaseoso asumo que a ti no te afectará respirarlo, pero no temas por mi integridad, los gases son mi dominio- repitió -Ni por la tuya, puedo mantenerlo alejado de ti, si no estas segura de ser inmune a sus efectos-
El ornitorrinco no sabía hasta donde llegaba el alcance de las capacidades de la chica, pero tras comprobar en cuerpo propio los poderes concedidos por las frutas del diablo. Estaba bastante seguro de que Nijiro podría soportar cualquier efecto adverso que el elemento que dominaba pudiera provocar en los seres vivos, así como Arny lo hacía con los efectos de los gases sobre los organismos.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Hasta el momento no se había parado a pensar en la cantidad de cosas útiles que se estaba perdiendo por estar centrada en la totalidad de su trabajo. Prácticamente todo lo que hacía era por y para el Germa, desde artefactos que pudiesen emplearse en guerras, hasta armas y otro tipo de objetos y suministros que vender a las diferentes regiones que requerían sus productos. En sus ratos libres se dedicaba a crear mejoras para su traje y para sus soldados, pero desde hacía mucho tiempo lo único que había tenido había sido trabajo. Trabajo y buscar soluciones para los problemas que asolaban a su hermano y a sí misma. Por lo que ver al ornitorrinco explicarle ese tipo de cosas le hizo feliz. No realmente feliz, pues no podía llegar a comprender semejante sentimiento, pero lo más feliz que podía ser sin exponerse verdaderamente.
- Esto me da bastantes ideas. La verdad es que no me interesa ir dejando huellas por aquí y por allá... y creo que sería útil hacer algo que pudiese evitar algo así-. Sonrió un poco para sí misma. Nuevamente el trabajo salía a relucir, pero ser capaz de crear algo que pudiese alejar todo tipo de rastros y pistas sobre sus soldados haría mucho más fácil el proceso de infiltración y espionaje. Y eso significaba ser capaces de entrar y salir sin ser vistos ni detectados. Tendría que ponerse a investigar más sobre ese asunto en cuanto tuviese un rato libre o una pequeña oportunidad en la que estar a solas con sus cosas. Lo anotó mentalmente, igual que cada dato otorgado por su compañero científico.
Aún le estaba dando vueltas a ese tipo de cosas cuando sintió el aroma de su preciada pizza llegando, y todo cuanto había estado imaginando se deshizo como si se tratase de una ilusión. Cogió la pizza que trajo el repartidor y se alejó un poco hasta poder sentarse sobre una mesa cercana, evitando la mayor parte de las cosas que había estado colocando de un lado a otro sin darse cuenta. En los laboratorios del Germa estaba prohibido comer. Lo había prohibido después de ver a su hermano Sanjiro corriendo de un lado a otro con un batido de fresa y plátano probando unos nuevos patines. El resultado había sido devastador para unas nuevas píldoras que tenían, y desde entonces no se había vuelto a ver comida en el lugar. Además, su hermano había sido regañado y se le había prohibido el paso durante quince días al lugar.
La joven no habló mucho mientras comía. En general ya hablaba poco de por sí, y como tenía hambre y lo que más le gustaba en el mundo entero eran las pizzas... no tenía mucho motivo para intervenir. Hasta la fecha no había experimentado mucho con mercurio gaseoso, solo lo suficiente para intentar emular el gas tóxico al que habían sido expuestos durante la explosión. Pero no había resultado demasiado, pues el gas que ahora tenían en su organismo y que iba matándolos lentamente resultaba muy diferente al mercurio que ella podía producir por su cuenta. No tenían los mismos componentes y, por desgracia, no conocía forma de replicarlo. Puesto que ni siquiera comprendía sus propiedades correctamente.
- Exponerse puede resultar fatal, el mercurio daña directamente los riñones y el cerebro y es bastante mortal. La insuficiencia renal es el mayor problema que puede llegar a causar. Intuyo que precisamente siendo gaseoso es mucho más fácil que haya daños severos.- Comentó justo cuando terminó el último trozo de pizza. Hubiese podido comerse otras treinta -exageradamente hablando-, pero tenía cosas que hacer.- No te preocupes, puedo hacer mercurio gaseoso en pequeñas cantidades. A malas... necesitaremos unos trescientos sesenta grados para producir mercurio gaseoso, pero lo bueno es que disponemos de mucha cantidad-. Encogió los hombros un poco. Lo cierto es que después de comerse la akuma no había tenido problema alguno con la exposición, pero aún continuaba afectándole hasta el punto de dañarle gravemente e ir a peor con cada día que pasaba.- Puedo soportar los gases. ¿Puedes contenerlos para que no escapen? - Mientras lo decía, la joven extendió la mano hacia uno de los vasos que había cogido. Deshizo su mano suavemente en aquel metal plateado y lo llenó hasta la mitad más o menos antes de sacar la mano del vaso, dejando el líquido en el interior.- Lo bueno es que podemos complementarnos.
- Esto me da bastantes ideas. La verdad es que no me interesa ir dejando huellas por aquí y por allá... y creo que sería útil hacer algo que pudiese evitar algo así-. Sonrió un poco para sí misma. Nuevamente el trabajo salía a relucir, pero ser capaz de crear algo que pudiese alejar todo tipo de rastros y pistas sobre sus soldados haría mucho más fácil el proceso de infiltración y espionaje. Y eso significaba ser capaces de entrar y salir sin ser vistos ni detectados. Tendría que ponerse a investigar más sobre ese asunto en cuanto tuviese un rato libre o una pequeña oportunidad en la que estar a solas con sus cosas. Lo anotó mentalmente, igual que cada dato otorgado por su compañero científico.
Aún le estaba dando vueltas a ese tipo de cosas cuando sintió el aroma de su preciada pizza llegando, y todo cuanto había estado imaginando se deshizo como si se tratase de una ilusión. Cogió la pizza que trajo el repartidor y se alejó un poco hasta poder sentarse sobre una mesa cercana, evitando la mayor parte de las cosas que había estado colocando de un lado a otro sin darse cuenta. En los laboratorios del Germa estaba prohibido comer. Lo había prohibido después de ver a su hermano Sanjiro corriendo de un lado a otro con un batido de fresa y plátano probando unos nuevos patines. El resultado había sido devastador para unas nuevas píldoras que tenían, y desde entonces no se había vuelto a ver comida en el lugar. Además, su hermano había sido regañado y se le había prohibido el paso durante quince días al lugar.
La joven no habló mucho mientras comía. En general ya hablaba poco de por sí, y como tenía hambre y lo que más le gustaba en el mundo entero eran las pizzas... no tenía mucho motivo para intervenir. Hasta la fecha no había experimentado mucho con mercurio gaseoso, solo lo suficiente para intentar emular el gas tóxico al que habían sido expuestos durante la explosión. Pero no había resultado demasiado, pues el gas que ahora tenían en su organismo y que iba matándolos lentamente resultaba muy diferente al mercurio que ella podía producir por su cuenta. No tenían los mismos componentes y, por desgracia, no conocía forma de replicarlo. Puesto que ni siquiera comprendía sus propiedades correctamente.
- Exponerse puede resultar fatal, el mercurio daña directamente los riñones y el cerebro y es bastante mortal. La insuficiencia renal es el mayor problema que puede llegar a causar. Intuyo que precisamente siendo gaseoso es mucho más fácil que haya daños severos.- Comentó justo cuando terminó el último trozo de pizza. Hubiese podido comerse otras treinta -exageradamente hablando-, pero tenía cosas que hacer.- No te preocupes, puedo hacer mercurio gaseoso en pequeñas cantidades. A malas... necesitaremos unos trescientos sesenta grados para producir mercurio gaseoso, pero lo bueno es que disponemos de mucha cantidad-. Encogió los hombros un poco. Lo cierto es que después de comerse la akuma no había tenido problema alguno con la exposición, pero aún continuaba afectándole hasta el punto de dañarle gravemente e ir a peor con cada día que pasaba.- Puedo soportar los gases. ¿Puedes contenerlos para que no escapen? - Mientras lo decía, la joven extendió la mano hacia uno de los vasos que había cogido. Deshizo su mano suavemente en aquel metal plateado y lo llenó hasta la mitad más o menos antes de sacar la mano del vaso, dejando el líquido en el interior.- Lo bueno es que podemos complementarnos.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Si- afirmaba el ornitorrinco -Es de suponer que un material con semejantes propiedades sea perjudicial para los organismos de alguna manera- razonaba mientras tomaba apuntes de los datos nuevos -Y nuevamente la respuesta es afirmativa. No hay problema por los gases. Además, en cuanto comprenda su composición podré crearlo yo mismo, así que no hay problema. Con una pequeña cantidad podré analizarlo- explicó a la par que guiñaba un ojo.
El contenedor de cristal, adecuado para las pruebas de laboratorio, fue puesto por Arny con sumo cuidado sobre el mechero bunsen no sin antes analizar visualmente la movilidad del mercurio -Es increíble que siendo tan aparentemente pegajoso no se adhiera al cristal- comentó mientras esperaba a que el elemento se calentase lo suficiente como para emanar suficiente vapor como para ser analizado.
Con la primera burbuja, la visión privilegiada del gaseoso mink le permitió observar con colores azulados, aquella nueva sustancia. En aquel estado no era complejo para Arny controlar la peligrosidad del experimento, pues los gases obedecían sus ordenes. Fuese cual fuese su naturaleza. -Apaga el mechero, ¿Quieres? De aquí a que enfríe lo suficiente, obtendré todo lo que necesito- pidió a su compañera mientras se concentraba en el nuevo elemento. Aquella sustancia estaba formada por átomos mucho más complejos de lo que estaba acostumbrado a tratar, lo cual solo representaba que la recreación por parte del mink tardaría un poco más. Por suerte no necesitaba conocer una materia gaseosa para poder controlarla.
Arny hacía gestos con los brazos, como manipulando una pelota gigante para ser una pelota. Movía los gases presentes en el laboratorio creando una cúpula alrededor de las emisiones del mercurio, adaptando cada rastro de gas que aun emanaba del vaso hasta que éste se enfrió lo suficiente como para permanecer en niveles seguros de emisión. -Bien, ahora podemos empezar a jugar- exclamó con un gesto en su animalesco rostro que podría acercarse a la locura, pero no eran más que las ganas de experimentar manifestadas en su cara, como un reflejo de lo que sentía por dentro.
Extendió la mano hacia adelante y comenzó a absorber los efluvios mercuriales hacia su interior. El pelaje del ornitorrinco comenzó entonces a tornarse plateado con vetas azuladas, que refulgían bajo las luces de la sala con reflejos metálicos. -Pica un poco- dijo entonces, observándose. Arny ya conocía el proceso que ocurría en su organismo cada vez que asimilaba una sustancia nueva. Tardaría un rato en regresar a su color normal. Con la complejidad del mercurio bastante más rato de lo que había tardado nunca. De eso estaba seguro. -Solo necesito algo de tiempo para adaptarme, pero ya no hay ningún peligro, no queda mercurio en el aire- explicó.
El cuerpo de Arny variaba intermitentemente entre una versión solida y otra más transparente, casi completamente translucida mientras su cuerpo asimilaba la pesada composición atómica del mercurio -Es curioso este elemento. Pica como otros gases venenosos que conozco y tengo asimilados, pero se siente más denso, más pesado. Es muy interesante y sin ninguna duda el compuesto más complejo que he tenido que asimilar- concedió -debes tener cuidado con como usas ese poder, pero supongo que seas muy consciente de ello- termino diciendo tras haber analizado mejor las sensaciones que ocurrían dentro de su cuerpo, tras comprender la peligrosidad de algo que le provocaba semejantes sensaciones -Gasear un pueblo o una casa sería mortal de necesidad, pero si lo mezclases con el agua de los ríos o de algún lago... conozco poco de biología, pero lo poco que conozco estoy seguro que no sobreviviría en un ambiente así. Tienes mucho poder- aceptó de forma natural. El mink había conocido suficiente gente fuerte como para saber que esa clase de poder lo era.
-Bueno, ¿comprobamos lo que puede hacer esto?- Afirmó más que preguntó, dándole la vuelta a un matraz. Su cuerpo aun presentaba manchas plateado-azuladas manifestándose ocasionalmente, pero había dejado de pasar a su forma gaseosa y ya podía controlar su manifestación solida sin problemas. Tras apagar la luz, un pequeño chispazo con el mechero eléctrico, pues Arny conocía su limite y procuraba no agotar su electro si podía evitarlo. Y una miserable lucecita de un azul tan oscuro como una noche cerrada se hizo visible tan solo por que la luz de la sala no estaba dada. Con un gesto alegre en la cara Arny exclamó -Pues para algo valdrá, en óptica esto puede resultar alentador, ya que el xenón es capaz de producir luz UV, estoy seguro que una iluminación con una frecuencia tan baja será capaz de generar esa luz multiplicando varias veces su potencia... puede ser muy dañino para la materia orgánica... ¿te atreves a hacer un experimento peligroso?- Preguntó antes de encender de nuevo las luces del laboratorio y reabsorber el vapor de mercurio, ya apagado.
El contenedor de cristal, adecuado para las pruebas de laboratorio, fue puesto por Arny con sumo cuidado sobre el mechero bunsen no sin antes analizar visualmente la movilidad del mercurio -Es increíble que siendo tan aparentemente pegajoso no se adhiera al cristal- comentó mientras esperaba a que el elemento se calentase lo suficiente como para emanar suficiente vapor como para ser analizado.
Con la primera burbuja, la visión privilegiada del gaseoso mink le permitió observar con colores azulados, aquella nueva sustancia. En aquel estado no era complejo para Arny controlar la peligrosidad del experimento, pues los gases obedecían sus ordenes. Fuese cual fuese su naturaleza. -Apaga el mechero, ¿Quieres? De aquí a que enfríe lo suficiente, obtendré todo lo que necesito- pidió a su compañera mientras se concentraba en el nuevo elemento. Aquella sustancia estaba formada por átomos mucho más complejos de lo que estaba acostumbrado a tratar, lo cual solo representaba que la recreación por parte del mink tardaría un poco más. Por suerte no necesitaba conocer una materia gaseosa para poder controlarla.
Arny hacía gestos con los brazos, como manipulando una pelota gigante para ser una pelota. Movía los gases presentes en el laboratorio creando una cúpula alrededor de las emisiones del mercurio, adaptando cada rastro de gas que aun emanaba del vaso hasta que éste se enfrió lo suficiente como para permanecer en niveles seguros de emisión. -Bien, ahora podemos empezar a jugar- exclamó con un gesto en su animalesco rostro que podría acercarse a la locura, pero no eran más que las ganas de experimentar manifestadas en su cara, como un reflejo de lo que sentía por dentro.
Extendió la mano hacia adelante y comenzó a absorber los efluvios mercuriales hacia su interior. El pelaje del ornitorrinco comenzó entonces a tornarse plateado con vetas azuladas, que refulgían bajo las luces de la sala con reflejos metálicos. -Pica un poco- dijo entonces, observándose. Arny ya conocía el proceso que ocurría en su organismo cada vez que asimilaba una sustancia nueva. Tardaría un rato en regresar a su color normal. Con la complejidad del mercurio bastante más rato de lo que había tardado nunca. De eso estaba seguro. -Solo necesito algo de tiempo para adaptarme, pero ya no hay ningún peligro, no queda mercurio en el aire- explicó.
El cuerpo de Arny variaba intermitentemente entre una versión solida y otra más transparente, casi completamente translucida mientras su cuerpo asimilaba la pesada composición atómica del mercurio -Es curioso este elemento. Pica como otros gases venenosos que conozco y tengo asimilados, pero se siente más denso, más pesado. Es muy interesante y sin ninguna duda el compuesto más complejo que he tenido que asimilar- concedió -debes tener cuidado con como usas ese poder, pero supongo que seas muy consciente de ello- termino diciendo tras haber analizado mejor las sensaciones que ocurrían dentro de su cuerpo, tras comprender la peligrosidad de algo que le provocaba semejantes sensaciones -Gasear un pueblo o una casa sería mortal de necesidad, pero si lo mezclases con el agua de los ríos o de algún lago... conozco poco de biología, pero lo poco que conozco estoy seguro que no sobreviviría en un ambiente así. Tienes mucho poder- aceptó de forma natural. El mink había conocido suficiente gente fuerte como para saber que esa clase de poder lo era.
-Bueno, ¿comprobamos lo que puede hacer esto?- Afirmó más que preguntó, dándole la vuelta a un matraz. Su cuerpo aun presentaba manchas plateado-azuladas manifestándose ocasionalmente, pero había dejado de pasar a su forma gaseosa y ya podía controlar su manifestación solida sin problemas. Tras apagar la luz, un pequeño chispazo con el mechero eléctrico, pues Arny conocía su limite y procuraba no agotar su electro si podía evitarlo. Y una miserable lucecita de un azul tan oscuro como una noche cerrada se hizo visible tan solo por que la luz de la sala no estaba dada. Con un gesto alegre en la cara Arny exclamó -Pues para algo valdrá, en óptica esto puede resultar alentador, ya que el xenón es capaz de producir luz UV, estoy seguro que una iluminación con una frecuencia tan baja será capaz de generar esa luz multiplicando varias veces su potencia... puede ser muy dañino para la materia orgánica... ¿te atreves a hacer un experimento peligroso?- Preguntó antes de encender de nuevo las luces del laboratorio y reabsorber el vapor de mercurio, ya apagado.
Vinsmoke Nijiro
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Habiendo terminado con las preparaciones llegaba directamente la parte de trabajar. La parte que se le daba bien, después de todo. Tras dejar el contenido del mercurio de su cuerpo a disposición del ornitorrinco y de las potentes llamas para que fuese convirtiéndose en algo gaseoso, observó con interés. Le parecía bastante cómico que, tal y como decía Arny, la sustancia fluyese como si no consiguiese adherirse directamente al cristal. Por lo general, el mercurio que conseguía con su cuerpo resultaba digno de estudio, siendo maleable y a la vez consistente. Sabía que un producto así era perfectamente conveniente no solo para su trabajo, también para un combate. Y aunque para ella en un momento dado fue una deshonra terrible, al final consiguió adaptarse. Y con ello lo hizo su cuerpo.
- Sí, y deberías ver lo gracioso que es cuando alguien te pega con un líquido y encima te hace daño.- Comentó con cierta sonrisa sobre su rostro. Una de las prácticas que había tenido que realizar para aprender a controlar medianamente dicha sustancia era precisamente algo semejante. Había golpeado todo tipo de objetos, incluso a sus soldados para comprobar la efectividad. Y no había ido mal del todo.
Al escuchar a Arny se acercó a apagar el fuego. Ya que había dicho que tenía todo controlado en realidad no se preocupó demasiado por lo que pudiese llegar a pasarle. En fin, había tratado con tanta gente a lo largo de su vida que ya no podía preocuparse por tantos. Y ya que era él quien le había llevado hasta allí intuía que tendría algo -por mínimo que fuese- de cuidado con la sustancia que estaba tratando. Ya le había avisado de su peligrosidad, nadie podría llegar a culparle si algo le ocurría al ornitorrinco.
La curiosidad le hizo estar pendiente de lo que hacía el ornitorrinco. No entendía muy bien los gestos que realizaba, pero continuaba curiosa por ver qué era lo que ocurría y por qué no tenía miedo del elemento que tantos problemas había causado en su familia. Al final consiguió distinguir que lo que hacía era manipular aquel gas que había estado pululando con total tranquilidad por el laboratorio. Le parecía una forma de lo más extraña de hacerlo, pero si funcionaba, ¿quién era ella para criticarle? Luego sus movimientos cambiaron y extendió la mano. A cada movimiento que hacía, la joven Vinsmoke parecía fijarse más en los detalles. Y en cuanto el color del ornitorrinco empezó a cambiar no pudo sino abrir los ojos como platos y observarle. Parpadeó varias veces e incluso se pellizcó en un momento dado la mano para comprobar si estaba viendo bien lo que ocurría. Y sí, así era.
- ¿Que pica un poco...? - Acercó su mano para colocar la mano directamente sobre el Arny sin siquiera pedir permiso, palpando un poco el pelaje como si fuese lo más raro del mundo. Y es que, aunque había visto muchas cosas, en realidad nunca había visto a un ornitorrinco cambiando de color.- Perdona, normalmente no hago contacto físico ni nada semejante, pero es que no entiendo por qué tu pelo ha cambiado de color de un momento a otro.- Creía entender más o menos lo que había ocurrido, pero resultaba tan extraño que aún estaba un poco en shock intentando realmente distinguir lo que pasaba.
En cualquier caso, lo que tenía justo delante de ella era una versión muy diferente de lo que había esperado en un principio. Aunque eso no significaba que le disgustase, desde luego. Si el animalillo tenía ya otros gases asimilados en su cuerpo, eso significaba que podría llegar a resultar incluso más útil de lo que pensó en un primer momento. Y eso era todo lo que necesitaba saber. Sin darse cuenta, compuso una nueva sonrisa todavía mirándole, pero dejó de palpar su cuerpo al instante, puesto que tampoco quería incomodarle. Ese tipo de habilidad, ignorando cualquier otra cosa que hubiesen dicho en la conversación, era algo que podía servirle. Algo que podría ayudar a su familia realmente.
- ¿Puedes manejar bien esa habilidad tuya? Creo que me gustaría que echases un vistazo a alguna otra cosa en un futuro.- Comentó justo después de que él explicase la situación con el mercurio.- Sé que el mercurio en sí es peliagudo y que puede resultar difícil. Siento si te cuesta escucharlo, pero en mi cuerpo es un arma como cualquier otra de las que ya he fabricado. Pero mis intenciones no son atacar a nadie que no lo merezca, eso te lo garantizo.- Hacía mucho que el Germa 66 no trabajaba como guerrilleros dispuestos a sacrificar incluso a niños de ser necesario. Habían cambiado, por suerte, y aunque continuaban trabajando como contrabandistas y mercenarios, evitaban trabajos que pudiesen llegar a ir contra sus principios.- Empecemos, sí.
El breve experimento en sí le pareció algo sólido de cara a la demostración que esperaba. Apuntó todos los datos mentalmente mientras continuaba mirando, esa vez con los brazos cruzados, lo que ocurría. Por si acaso, permanecía pendiente a su propio cuerpo, pues lo que menos le apetecía era verse envuelta en algo problemático sin poder evitarlo. No controlaba del todo las manifestaciones inmateriales de sí misma, así que debía prevenir.
- La verdad es que parece estable por lo menos. Ya es algo.- Asintió un par de veces, y aunque podía haberlo evitado, no lo hizo. Acercó un dedo y tocó aquello, asegurándose de que su dedo estaba preparado por si necesitaba deshacerse o algo semejante.- Sí, claro, me parece genial empezar con lo más divertido. Lo peligroso es mi especialidad.- Evitó decir que normalmente las cosas peligrosas le salían mal, por si acaso.
- Sí, y deberías ver lo gracioso que es cuando alguien te pega con un líquido y encima te hace daño.- Comentó con cierta sonrisa sobre su rostro. Una de las prácticas que había tenido que realizar para aprender a controlar medianamente dicha sustancia era precisamente algo semejante. Había golpeado todo tipo de objetos, incluso a sus soldados para comprobar la efectividad. Y no había ido mal del todo.
Al escuchar a Arny se acercó a apagar el fuego. Ya que había dicho que tenía todo controlado en realidad no se preocupó demasiado por lo que pudiese llegar a pasarle. En fin, había tratado con tanta gente a lo largo de su vida que ya no podía preocuparse por tantos. Y ya que era él quien le había llevado hasta allí intuía que tendría algo -por mínimo que fuese- de cuidado con la sustancia que estaba tratando. Ya le había avisado de su peligrosidad, nadie podría llegar a culparle si algo le ocurría al ornitorrinco.
La curiosidad le hizo estar pendiente de lo que hacía el ornitorrinco. No entendía muy bien los gestos que realizaba, pero continuaba curiosa por ver qué era lo que ocurría y por qué no tenía miedo del elemento que tantos problemas había causado en su familia. Al final consiguió distinguir que lo que hacía era manipular aquel gas que había estado pululando con total tranquilidad por el laboratorio. Le parecía una forma de lo más extraña de hacerlo, pero si funcionaba, ¿quién era ella para criticarle? Luego sus movimientos cambiaron y extendió la mano. A cada movimiento que hacía, la joven Vinsmoke parecía fijarse más en los detalles. Y en cuanto el color del ornitorrinco empezó a cambiar no pudo sino abrir los ojos como platos y observarle. Parpadeó varias veces e incluso se pellizcó en un momento dado la mano para comprobar si estaba viendo bien lo que ocurría. Y sí, así era.
- ¿Que pica un poco...? - Acercó su mano para colocar la mano directamente sobre el Arny sin siquiera pedir permiso, palpando un poco el pelaje como si fuese lo más raro del mundo. Y es que, aunque había visto muchas cosas, en realidad nunca había visto a un ornitorrinco cambiando de color.- Perdona, normalmente no hago contacto físico ni nada semejante, pero es que no entiendo por qué tu pelo ha cambiado de color de un momento a otro.- Creía entender más o menos lo que había ocurrido, pero resultaba tan extraño que aún estaba un poco en shock intentando realmente distinguir lo que pasaba.
En cualquier caso, lo que tenía justo delante de ella era una versión muy diferente de lo que había esperado en un principio. Aunque eso no significaba que le disgustase, desde luego. Si el animalillo tenía ya otros gases asimilados en su cuerpo, eso significaba que podría llegar a resultar incluso más útil de lo que pensó en un primer momento. Y eso era todo lo que necesitaba saber. Sin darse cuenta, compuso una nueva sonrisa todavía mirándole, pero dejó de palpar su cuerpo al instante, puesto que tampoco quería incomodarle. Ese tipo de habilidad, ignorando cualquier otra cosa que hubiesen dicho en la conversación, era algo que podía servirle. Algo que podría ayudar a su familia realmente.
- ¿Puedes manejar bien esa habilidad tuya? Creo que me gustaría que echases un vistazo a alguna otra cosa en un futuro.- Comentó justo después de que él explicase la situación con el mercurio.- Sé que el mercurio en sí es peliagudo y que puede resultar difícil. Siento si te cuesta escucharlo, pero en mi cuerpo es un arma como cualquier otra de las que ya he fabricado. Pero mis intenciones no son atacar a nadie que no lo merezca, eso te lo garantizo.- Hacía mucho que el Germa 66 no trabajaba como guerrilleros dispuestos a sacrificar incluso a niños de ser necesario. Habían cambiado, por suerte, y aunque continuaban trabajando como contrabandistas y mercenarios, evitaban trabajos que pudiesen llegar a ir contra sus principios.- Empecemos, sí.
El breve experimento en sí le pareció algo sólido de cara a la demostración que esperaba. Apuntó todos los datos mentalmente mientras continuaba mirando, esa vez con los brazos cruzados, lo que ocurría. Por si acaso, permanecía pendiente a su propio cuerpo, pues lo que menos le apetecía era verse envuelta en algo problemático sin poder evitarlo. No controlaba del todo las manifestaciones inmateriales de sí misma, así que debía prevenir.
- La verdad es que parece estable por lo menos. Ya es algo.- Asintió un par de veces, y aunque podía haberlo evitado, no lo hizo. Acercó un dedo y tocó aquello, asegurándose de que su dedo estaba preparado por si necesitaba deshacerse o algo semejante.- Sí, claro, me parece genial empezar con lo más divertido. Lo peligroso es mi especialidad.- Evitó decir que normalmente las cosas peligrosas le salían mal, por si acaso.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras finalizar el primer experimento simple, Arny procedió a satisfacer la curiosidad de su acompañante.
-Si, absorber cualquier sustancia gasificada no es complicado. Algunas pican, lo que en cierta medida me indica su peligrosidad, otras son como una brisa cálida. Yo las asocio a las tardes de verano, cuando baja el sol y empieza a correr cierta brisa. Ese momento en el que podrías quedarte dormida en la hamaca- Arny hablaba con un tono ensoñador, como si lo echase de menos -Eso me indica claramente que tienen potencial de ser somníferos. Otros entran muy limpios, como los conocidos como gases nobles o inertes. Pero esto tan solo es la parte básica. Hay todo un mundo de sensaciones en cuanto a gases se refiere. Y en cuanto a gas se refiera, soy completamente inmune, como tu con el mercurio en cualquiera de sus formas... Salvo, tal vez, alguna manifestación física- explicó -Y por otro lado, ¡Claro, estaré encantado de ayudarte!- asintió, feliz en parte por los avances con el experimento, y en parte por haber encontrado alguien con quien mostrar sus capacidades tranquilamente -Mi cuerpo antes de tener estos poderes también era un arma, bueno, o lo sería si hubiera seguido entrenando como lo hacía de pequeño. Lo que quiero decir, es que tu cuerpo es tu cuerpo. Solo es un arma si lo utilizas como tal....- Dijo para inmediatamente después, acabar sintiéndose avergonzado -... Disculpa, en mi pueblo entrenamos artes marciales desde niños y ese tipo de mantra nos lo recitan desde la cuna prácticamente. Me ha salido de manera instintiva...- Se giró y caminó hacia la mochila, donde tenía sus bocetos y apuntes -Bueno- dijo tras aclararse la garganta -Esto lo utilicé para investigar sobre las propiedades de los gases para mi linterna- explicó mientras revelaba un disco azulado -A través de este tinte, la capacidad lumínica del Xénon se transforma, Y espero que la mortecina luz del gas de mercurio haga lo mismo. Si los estudios son correctos, debería tener capacidades germicidas. Aplicado a la tecnología del invento que acabo de registrar, es el compañero ideal de cada laboratorio. Esterilizaría hasta el aire en cuestión de minutos- Arny hablaba sin parar. Aquello lo emocionaba de verdad, estaba a punto de darle un enfoque practico a aquel invento, mucho más allá de lo que había pensado en un principio. Además, había conseguido asimilar mercurio gasificado y había podido leer un par de cosas interesantes sobre sus posibles usos que probaría más adelante.
Dejó el disco en manos de la muchacha y se acercó a las neveras del fondo, donde se almacenaban placas de petri con bacterias básicas, levaduras y cosas inofensivas. Utilizadas casi siempre para calibrar los microscopios o pruebas genéricas. Tras rebuscar un poco, sacó uno de los discos de cristal con etiqueta y se lo mostró a Nijiro desde lejos -Esto servirá- aseguró con una muestra de colonia de gérmenes recolectado de una mano supuestamente limpia-Deberíamos poder observar cambios significativos bajo el microscopio. Cubriré la mitad para evitar el contacto directo del haz de luz, así podremos comparar si funciona o no- hablaba con la chica, peor podría estar hablando con cualquiera en aquel momento. Una de sus particularidades a la hora de trabajar, era lo mucho que era capaz de enfrascarse en cada proyecto en el que se embarcaba.
Con mano ágil, cubrió la mitad del disco con cinta adhesiva y lo deposito en la mesa donde estaban trabajando -El siguiente paso es encontrar una manera de contener suficiente gas de mercurio como para que la iluminación sea suficiente- dijo moviéndose rápidamente entre las estanterías de la sala, buscando entre los objetos utilizados frecuentemente, buscando algo en concreto -Équili cúa- exclamó de repente con un matraz en la mano. -La forma de vejiga y esta válvula lateral nos servirán- aseguró mientras comenzaba a cubrir el exterior del vaso con más cinta adhesiva -Queremos dirigir toda la luz hacia un punto. Esto no es lo más optimo, por supuesto, pero evitará fugas al menos- explicó antes de terminar.
-Y por ultimó- dijo recuperando el disco tintado -Esto en la abertura- explicó mientras intentaba centrar el disco en la parte superior del matraz. Tras un par de minutos asegurándose de que el disco estaba bien pegado con cinta y bien centrado. Meticulosamente centrado. Procedió a llenar el recipiente a través de la pequeña válvula -Con la forma interior de la linterna que he creado, y sus paneles reflectantes, toda la luminosidad generada en el interior, es dirigida hacia el punto de salida. Esto tan solo es una muestra de lo que será el producto final- comentó en lo que tardaba en llenarse el matraz.-Ahora, ¿estas lista para ver lo que una determinada frecuencia de luz es capaz de hacer con la materia orgánica?- preguntó antes de apagar la luz -¡VEAMOSLO!- exclamó entusiasmado prendiendo el gas con un chispazo de su propia cosecha. Ni siquiera podía llamarse iluminación a aquel oscurecimiento azulado menos ligero que el resto del laboratorio. A simple vista tampoco era posible observar los cambios que podrían producirse en el lugar de impacto de la luz a nivel microscópico, así que tras un tiempo prudencial, lo que duró la administración de una carga de su propio electro, encendió de nuevo las luces.
-Por favor, haz los honores- pidió señalando la placa de petri y el microscopio.
-Si, absorber cualquier sustancia gasificada no es complicado. Algunas pican, lo que en cierta medida me indica su peligrosidad, otras son como una brisa cálida. Yo las asocio a las tardes de verano, cuando baja el sol y empieza a correr cierta brisa. Ese momento en el que podrías quedarte dormida en la hamaca- Arny hablaba con un tono ensoñador, como si lo echase de menos -Eso me indica claramente que tienen potencial de ser somníferos. Otros entran muy limpios, como los conocidos como gases nobles o inertes. Pero esto tan solo es la parte básica. Hay todo un mundo de sensaciones en cuanto a gases se refiere. Y en cuanto a gas se refiera, soy completamente inmune, como tu con el mercurio en cualquiera de sus formas... Salvo, tal vez, alguna manifestación física- explicó -Y por otro lado, ¡Claro, estaré encantado de ayudarte!- asintió, feliz en parte por los avances con el experimento, y en parte por haber encontrado alguien con quien mostrar sus capacidades tranquilamente -Mi cuerpo antes de tener estos poderes también era un arma, bueno, o lo sería si hubiera seguido entrenando como lo hacía de pequeño. Lo que quiero decir, es que tu cuerpo es tu cuerpo. Solo es un arma si lo utilizas como tal....- Dijo para inmediatamente después, acabar sintiéndose avergonzado -... Disculpa, en mi pueblo entrenamos artes marciales desde niños y ese tipo de mantra nos lo recitan desde la cuna prácticamente. Me ha salido de manera instintiva...- Se giró y caminó hacia la mochila, donde tenía sus bocetos y apuntes -Bueno- dijo tras aclararse la garganta -Esto lo utilicé para investigar sobre las propiedades de los gases para mi linterna- explicó mientras revelaba un disco azulado -A través de este tinte, la capacidad lumínica del Xénon se transforma, Y espero que la mortecina luz del gas de mercurio haga lo mismo. Si los estudios son correctos, debería tener capacidades germicidas. Aplicado a la tecnología del invento que acabo de registrar, es el compañero ideal de cada laboratorio. Esterilizaría hasta el aire en cuestión de minutos- Arny hablaba sin parar. Aquello lo emocionaba de verdad, estaba a punto de darle un enfoque practico a aquel invento, mucho más allá de lo que había pensado en un principio. Además, había conseguido asimilar mercurio gasificado y había podido leer un par de cosas interesantes sobre sus posibles usos que probaría más adelante.
Dejó el disco en manos de la muchacha y se acercó a las neveras del fondo, donde se almacenaban placas de petri con bacterias básicas, levaduras y cosas inofensivas. Utilizadas casi siempre para calibrar los microscopios o pruebas genéricas. Tras rebuscar un poco, sacó uno de los discos de cristal con etiqueta y se lo mostró a Nijiro desde lejos -Esto servirá- aseguró con una muestra de colonia de gérmenes recolectado de una mano supuestamente limpia-Deberíamos poder observar cambios significativos bajo el microscopio. Cubriré la mitad para evitar el contacto directo del haz de luz, así podremos comparar si funciona o no- hablaba con la chica, peor podría estar hablando con cualquiera en aquel momento. Una de sus particularidades a la hora de trabajar, era lo mucho que era capaz de enfrascarse en cada proyecto en el que se embarcaba.
Con mano ágil, cubrió la mitad del disco con cinta adhesiva y lo deposito en la mesa donde estaban trabajando -El siguiente paso es encontrar una manera de contener suficiente gas de mercurio como para que la iluminación sea suficiente- dijo moviéndose rápidamente entre las estanterías de la sala, buscando entre los objetos utilizados frecuentemente, buscando algo en concreto -Équili cúa- exclamó de repente con un matraz en la mano. -La forma de vejiga y esta válvula lateral nos servirán- aseguró mientras comenzaba a cubrir el exterior del vaso con más cinta adhesiva -Queremos dirigir toda la luz hacia un punto. Esto no es lo más optimo, por supuesto, pero evitará fugas al menos- explicó antes de terminar.
-Y por ultimó- dijo recuperando el disco tintado -Esto en la abertura- explicó mientras intentaba centrar el disco en la parte superior del matraz. Tras un par de minutos asegurándose de que el disco estaba bien pegado con cinta y bien centrado. Meticulosamente centrado. Procedió a llenar el recipiente a través de la pequeña válvula -Con la forma interior de la linterna que he creado, y sus paneles reflectantes, toda la luminosidad generada en el interior, es dirigida hacia el punto de salida. Esto tan solo es una muestra de lo que será el producto final- comentó en lo que tardaba en llenarse el matraz.-Ahora, ¿estas lista para ver lo que una determinada frecuencia de luz es capaz de hacer con la materia orgánica?- preguntó antes de apagar la luz -¡VEAMOSLO!- exclamó entusiasmado prendiendo el gas con un chispazo de su propia cosecha. Ni siquiera podía llamarse iluminación a aquel oscurecimiento azulado menos ligero que el resto del laboratorio. A simple vista tampoco era posible observar los cambios que podrían producirse en el lugar de impacto de la luz a nivel microscópico, así que tras un tiempo prudencial, lo que duró la administración de una carga de su propio electro, encendió de nuevo las luces.
-Por favor, haz los honores- pidió señalando la placa de petri y el microscopio.
Arny Sanskari
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las horas pasaron entre experimento y experimento. Ajustando la cantidad de gas, la frecuencia eléctrica, y acercándose al limite de la manipulación básica. Ambos, acostumbrados a vivir dentro de un lugar cerrado, estudiando o experimentando, apenas fueron conscientes del paso del tiempo. Tan solo a la mañana siguiente, cuando el equipo de producción trajo la linterna fabricada según los planos que Arny había entregado, se dieron cuenta de que habían pasado la noche en vela dentro de aquel cuarto sin ventanas, de monótona iluminación.
Apenas unas décimas de segundo duró en la cabeza del ornitorrinco irse a dormir. Apenas unas décimas por que el objeto que había estado creando últimamente. Lo que tantas otras noches de sueño le había arrebatado, estaba anta sus ojos.
Torpemente, temblando de emoción, el científico manipuló la creación hasta estar seguro de que todo estaba como debería, de que los materiales eran lo más aceptables posible para ser tan solo un prototipo que habría que mejorar. Pero que le permitiría realizar varias pruebas para descartar la funcionalidad del aparato, o por el contrario, convertirlo en algo realmente interesante.
La pareja encargó comida dispuesta a realizar una nueva serie de experimentos con aquel prototipo que acababa de llegar. Como en una discoteca de pueblo, las luces del laboratorio cambiaban, aumentaban y disminuían la intensidad, y parpadeaban. Tan solo faltaba la música, pues los gritos entusiasmados de los científicos tras cada descubrimiento podrían escucharse fuera, si el laboratorio no estuviese insonorizado.
Tras comprobar que cada sección era funcional y cumplía con lo especificado, Arny mandó a construir el modelo definitivo. Este saldría de su bolsillo, pero la patente era un éxito y podría comercializar la linterna de manera productiva.
El ornitorrinco estaba satisfecho con su creación. Tanto, que había llenado buena parte del cuaderno donde había desarrollado; desde el foco, hasta la cámara de gas y el sistema de extracción, de nuevos apuntes. El gas de mercurio, bajo condiciones de privación de espectro de luz, como el Xenón, ejerce un poderoso efecto germicida allá donde la luz alcanza, además de provocar quemaduras y daños graves al tejido orgánico.
El ornitorrinco estaba satisfecho, pues esta nueva adición al poder de la linterna, compaginaba perfectamente con el otro proyecto que vivir en Nueva Ohara había inspirado en Arny. Las bacterias limpiadoras.
El ornitorrinco estaba satisfecho, pues había conseguido comprender el gas de mercurio y podía generarlo, añadiéndolo a la colección que su cuerpo era capaz de crear y manipular.
El ornitorrinco, estaba satisfecho, pues había hecho una nueva amiga que esperaba volver a ver en el futuro.
Apenas unas décimas de segundo duró en la cabeza del ornitorrinco irse a dormir. Apenas unas décimas por que el objeto que había estado creando últimamente. Lo que tantas otras noches de sueño le había arrebatado, estaba anta sus ojos.
Torpemente, temblando de emoción, el científico manipuló la creación hasta estar seguro de que todo estaba como debería, de que los materiales eran lo más aceptables posible para ser tan solo un prototipo que habría que mejorar. Pero que le permitiría realizar varias pruebas para descartar la funcionalidad del aparato, o por el contrario, convertirlo en algo realmente interesante.
La pareja encargó comida dispuesta a realizar una nueva serie de experimentos con aquel prototipo que acababa de llegar. Como en una discoteca de pueblo, las luces del laboratorio cambiaban, aumentaban y disminuían la intensidad, y parpadeaban. Tan solo faltaba la música, pues los gritos entusiasmados de los científicos tras cada descubrimiento podrían escucharse fuera, si el laboratorio no estuviese insonorizado.
Tras comprobar que cada sección era funcional y cumplía con lo especificado, Arny mandó a construir el modelo definitivo. Este saldría de su bolsillo, pero la patente era un éxito y podría comercializar la linterna de manera productiva.
El ornitorrinco estaba satisfecho con su creación. Tanto, que había llenado buena parte del cuaderno donde había desarrollado; desde el foco, hasta la cámara de gas y el sistema de extracción, de nuevos apuntes. El gas de mercurio, bajo condiciones de privación de espectro de luz, como el Xenón, ejerce un poderoso efecto germicida allá donde la luz alcanza, además de provocar quemaduras y daños graves al tejido orgánico.
El ornitorrinco estaba satisfecho, pues esta nueva adición al poder de la linterna, compaginaba perfectamente con el otro proyecto que vivir en Nueva Ohara había inspirado en Arny. Las bacterias limpiadoras.
El ornitorrinco estaba satisfecho, pues había conseguido comprender el gas de mercurio y podía generarlo, añadiéndolo a la colección que su cuerpo era capaz de crear y manipular.
El ornitorrinco, estaba satisfecho, pues había hecho una nueva amiga que esperaba volver a ver en el futuro.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.