La legenda del demonio verde. (privado Alpha, Zira, Xander) (pasado)

Cliff island no tenía mucho que ofrecer. Un Conflicto eterno entre dos bandos que no me interesaba. Si incluso yo suelo pasar de ese tipo de cosas en ciertas ocasiones. No me interesaba en lo más mínimo luchar por un territorio no que no tenía mucho que ofrecer de ninguna manera. Pero, cierto rumo si me interesaba.

Un rumor sobre una criatura única.

- Me pregunto cuando lo encontraremos ¿Tu qué opinas, Zira? – Le pregunte a mi prometida. Ella hoy me acompañaba a pesar que le había dicho que no era necesario que viniera. Le dije que se trataba de una simple exploración en búsqueda de cierta criatura que escuche a un viejo hablar alguna taberna. Un rumor a fin de cuentas, estos podían ser ciertos o falsos. Aunque por la mirada de aquel ansiano, podia asegurar que no mentia.

Eso, o simplemente soy un idiota.

-Hasta ahora solo he encontrado animales normales. Y supongo que Susanoo tampoco a encontrado nada. – Observe a los cielos, y mi súper ave voladora no me había dado señal alguna de alguna extraña criatura. Por otro lado, Suzaku era mi montura y, como siempre, se percataba de cada detalle del bosque. Se supone que debíamos encontrar a un tal demonio verde. Pero… ¿este que forma tenia? ¿Era grande? ¿Era pequeño? ¿Qué realmente estamos buscando? Bueno, si estaba seguro de algo es que esta criatura era verde o alguna parte de su cuerpo tenia este color.

- En este momento podría estar bebiendo sake y comiendo una deliciosa comida. – Suspire – Esto está comenzando a fastidiarme. – Me mostraba algo estresado. Ya teníamos bastante rato explorando este bosque. Habíamos llegado ayer y como siempre Zira tenía un apetito sexual incontrolable. Aunque eso no era un problema, como su futuro esposo era mi trabajo satisfacer sus necesidades.

-Puede que necesita desestresarme cuando regresemos a la posada. – Le dije a la espadachina, observándola de reojo. Lucia hermosa y me tentaba solo con la mirada. Aunque debía controlarme, al final, este no era nuestro territorio.

Ya nos quedó bastante claro el por qué Alpha y Zira se encaminaron hacia el bosque, pero... ¿Qué fue exactamente lo que oyeron? La respuesta en realidad puede ser bastante simple, al punto de ser un solo elemento el que gatilló aquella decisión: Una conversación, donde un grupo de cuatro cazadores se organizaba para ir hacia aquel lugar con el objetivo de cazar tigres blancos.

-No olviden: Iremos todos juntos. Y también recuerden estar atentos, el bosque de esta isla es muy engañoso- dijo el cazador más viejo y experimentado. -¡Ja! Será pan comido. Capturaremos a esos tigres en un santiamen- exclamó uno de los cazadores, quien poseía una barba roja.

-No querrán ir a ese bosque maldito- se le escuchó decir a un anciano calvo de barba larga, tan larga de hecho que llegaba casi hasta el suelo. El viejo estaba sentado en la mesa de enfrente a los cazadores, quienes lo miraron con mucha curiosidad ante sus siguientes palabras -¿Acaso no conocen la leyenda?-

-¿Leyenda?- preguntó uno de ellos al anciano, quien tras darle un trago a su botella inició el relato:




-Se dice que en lo más profundo del bosque, muy cerca de las montañas, habita una criatura enorme que posee una fuerza sobrehumana y una resistencia increíble a los ataques, tanto así que, según comentan, solo se le puede dañar con armas- narró el anciano con una voz y mirada muy serias. -¿Eh? ¿De verdad existe una criatura así en esta isla?- le preguntó uno de los jóvenes cazadores con mucha curiosidad. -Así es- afirmó el anciano -Se dice que esa criatura mide más de dos metros de alto y que pesa unos cien kilos o más. Algunos incluso comentan que en su cuerpo se pueden ver varias cicatrices de batallas pasadas, otros dicen que su ferocidad es tan grande que deja en vergüenza a los animales más hostiles de la isla con facilidad. Hubo incluso una persona que logro verlo a la cara y salir con vida de ese encuentro: Dijo que sus ojos no tenían un iris, tampoco pupilas, sino que eran completamente blancos-

Y mientras tanto, mientras el anciano hablaba, alguien estaba oculto en una cueva bastante grande que se ocultaba entre los árboles de la zona este del bosque. -Algunos comentan que su larga melena le ayuda a estrangular a sus víctimas. Otros comentan que aquella criatura recorre los bosques persiguiendo a los cazadores desprevenidos y los aplasta con sus enormes pies- seguía relatando el anciano, al tiempo que la enorme figura comenzaba a revelarse: Un hombre joven de unos veinte años de edad se encontraba sentado en una roca comiendo una gran fruta de color rojo carmesí, habiendo varios tigres blancos a su alrededor, quienes se comportaban como si fueran unos simples gatitos. -Su cuerpo, además, está rodeado de una piel de oso verde ya extinto en nuestros días, además de poseer un aura verde que incrementa sus poderes hasta niveles insospechados, por lo que se ganó varios apodos. Sin embargo, el más conocido por todos es sin duda alguna el que mejor describe a esta criatura- agregaría el anciano, justo en el momento en que en la cueva el enorme hombre levantaba la cabeza para revelar su rostro y comenzaba a olfatear un segundo después de tragar su comida, justo cuando el anciano terminaba su relato revelando el apodo de aquel de quien hablaba:

-El Demonio Verde-

-... Extraños olores en el bosque hay…- se le escuchó decir al hombre, aunque solo los tigres pudieran oír su voz, para solo un par de segundos después verlo ponerse de pie y caminar hacia el exterior de la cueva, mostrando su apariencia en todo su esplendor: -Alguien ha entrado- fueron las palabras de aquella persona, quien vestía una piel de oso color verde y mostraba su pecho descubierto repleto de cicatrices, dejando ver además su largo cabello negro que revoloteaba ante el viento, terminando por correr en dirección norte directamente hacia el extraño olor que había detectado… O mejor dicho, extraños olores.

¿Por qué Zira acompañó al capitán? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Había un porqué? –¡Claro que no! –Estúpida, deja la cuarta pared en paz. A lo que iba, ella simplemente estaba aburrida en el Erebus, últimamente se la pasa mucho tiempo allí cuidando la base, "adiestrando" algunos nuevos reclutas, mientras el capitán se va de aventuras, no sabía que el papel de esposa iba a ser tan literal, puto mentiroso, engatuzador, mujeriego. En fín, caminaban por el bosque, el capitán le había dicho que no era necesaria su presencia, pero luego habló del rumor de aquella criatura y no pudo evitar subirse al barco. Hace tiempo que no tenía un combate verdadero, solo se dedicaba a darles palizas a los reclutas que querían entrenar o la desafiaban, a fin de cuentas ella es la número uno de los pawns.

Miraba al pájaro que volaba sobre sus cabezas, su expresión era bastante indiferente, al punto que era muy preocupante viniendo de ella. La pregunta del capitán llegó a sus oídos. –Opino que deberíamos tirar todo el bosque abajo, no hay que ser un genio para saber que a ninguna bestia le gusta que destruyan su territorio, eso lo hará salir, ¿No crees? –Le preguntó mientras posaba su mano sobre un árbol, la corteza debajo de su palma comenzaba a quebrarse a los pocos segundos de apoyarse en ella, de verdad estaba reprimiendo su emoción. Y finalmente una sonrisa se formó en su rostro mientras este se ruborizaba, no sabía que tipo de bestia buscaban, pero ella ya se creó una imagen mental de esa criatura y se imaginaba a sí misma destripandole de mil maneras.

El pájaro que revoloteaba sobre sus cabezas no dejaba de llamarle la atención. –Susanoo… así que ese era su nombre. –Ya lo había visto un par de veces, pero no sabía que era otra mascota de Alpha. –Ya lo vamos a encontrar… mi nariz me dice que esto no es solo un rumor. –Y el olfato de Zira no era algo para tomarse a ligera, en sus mejores momentos ha llegado a localizar presas a más de un kilómetro. La queja del capitán llegó, en parte se la esperaba, parece ser que ella es más unida a la naturaleza que él. No sabía por qué, pero el capitán le estaba resultando irritante, y no era la primera vez, ya que ese sentimiento comenzó hace poco con la misión de Baristán, tal vez su periodo estaba influyendo un poco quizá, pero el sentimiento era claro, tanto que caminaba a metro y medio alejada de él. –Bah, eso puedes hacerlo después, seguro hoy lo encontramos. –Diría mientras se adelantaba un poco, la última frase del capitán le erizó el pelo, a pesar de su estado anímico en torno a Alpha, su apetito sexual seguía latente, a fin de cuentas son dos cosas distintas para Zira… y el enano lo hace muy bien.

Para este caso la chica solo trajo dos katanas, su espada de bambú, unos shuriken y una herramienta misteriosa dentro de su bolsa que le servirá más tarde. –¿Planeas adiestrar a ese bicho verde? –Le preguntó con algo de curiosidad.

-Tirar el bosque… - Coloque mi mano en el mentón, no sonaba una mala idea. Pero aun así no era la indicada. – Si después de un rato más de búsqueda no lo encontramos, probamos tu método, Zira. – Observe lo distante que estaba ella de mí. Eso no era normal, normalmente ella estaba siempre pegada a mí. Lo más probable es que fuera por culpa de todo lo que ha transcurrido últimamente. No he sido el capitán más permisivo y siempre procuro dejarla cuidando el Erebus cuando se que ella lo que más busca es ser un alma libre.

Si, definitivamente era fallo mío.

- Lo más correcto es admitir todos mis errores hasta ahora. – Dije de golpe. Suzaku se había detenido en seco al escuchar mis palabras. Volteo la cabeza mirándome un poco extrañada. ¿Yo admitiendo mis errores? ¿Desde cuándo acá el señor de la guerra admitía que estaba equivocado? Pues es normal. Todos tenemos derecho a madurar, y más cuando de ser el pilar de la guerra se trata. – Actuando como un crió enojado últimamente porque mi pasado me sigue carcomiendo la mente y en vez de solucionar el problema. Me resguardo en frustraciones que no resuelven nada. Dando órdenes imbéciles que no vienen al caso y no generan ningún tipo de ganancia. Toda mi vida he aprendido las cosas a golpes.

Observa a Zira por un momento. Con mirada totalmente tranquila pero aun así, yo no estaba sonriendo. Y eso no era parte de mí, sonreír es parte de mí día a día y reflejaba que realmente me sentía feliz. Pero hoy no, y desde un tiempo para atrás tampoco.

-Realmente vine a este bosque con la intención de pasar más tiempo contigo, Zira. En cierto modo, siento que debería ser un poco más como tú y desligarme totalmente de mi pasado para llegar a ser el pirata que deseo ser. Y como pronto serás mi mano derecha, has de saber todo. Absolutamente todo.

Procedí a explicarle todo. Los Big Brothers Kaizokudan son un grupo de piratas que buscan dos cosas: La guerra y la fiesta. Alpha fundo la tripulación con el fin de buscar derrocar al gobierno mundial, el ejército más grande de todos ¿Por qué? – Porque será muy divertido. - Para mí lo era al menos. También le dije que es parte de una venganza personal que tengo contra los nobles de la red line. – Ellos me quitaron todo. De cierto modo estoy agradecido, ya que te pude conocer a ti. – Y eso no era mentira. Realmente estaba muy feliz de tener a Zira de mi lado y tenerla en mi vida. Era una mujer magnifica, libre y llena de mucho potencial

Yo realmente la amo mucho.

- Se que no te gustan las disculpas. Pero si soy consciente de mis fallos y que los debo mejorar. – Le dije mirándole seriamente. Por primera vez en lo que llevamos juntos. – Y muero por verte brillar matando a todos los que se interpongan en tu camino. Porque tú Eres Zira, la pisa renacuajos.

Luego de mis palabras, la plumífera prosiguió y yo cambie mi mirada hacia el frente. Era momento de seguir la búsqueda.

La velocidad del enorme hombre era bastante más elevada de lo que podría esperarse de alguien de su tamaño, igualando fácilmente a la de un ciclista, que sumado a su corpulencia y fuerza física lo llevaban directamente hacia su objetivo sin freno alguno. Cuidando siempre de no derribar los árboles pequeños (Al menos los que podía evitar) el joven Xander cargaba con velocidad hacia aquellos olores tan extraños que detectaba con su poderosa nariz: Sus intenciones eran claramente hostiles, él no iba a conversar sino que a expulsar a los invasores. Fue así que, no mucho tiempo después, los olores se hicieron más y más fuertes, indicando a Xander que estaba cerca. -De frente yo encontrarlos. No dejar que ellos dañar bosque, pelear hasta el final- decía para sí mismo el semigigante con una actitud muy seria. Su hablar era torpe pero sus intenciones muy claras y definitivamente no eran las mejores para con sus indeseados visitantes, tal y como lo demostró apenas los vio a la distancia.

Apenas se encontró con ellos, el semigigante atacó al hombre con un puñetazo directo al rostro. Un golpe simple y muy predecible, que podría ser bloqueado o esquivado con mucha facilidad a pesar de ser repentino, ya que Xander aprovechó justo el momento en que aquel extraño se volteaba en su dirección para atacar sin decir una sola palabra: Se lanzó a la pelea de manera inmediata, sin provocación ni previo aviso. El solo quería que se fueran.

La aprobación de Alpha ante la idea de Zira, hizo que la chica se emocionara un poco, mostrando una mejor actitud que antes. Pero todo cambió cuando el capitán volvió a hablar, esta vez de una forma un tanto distinta, se puso sentimental con sus palabras, esto alarmó a la muchacha. No le gustaba lo que estaba escuchando, le resultaba hasta irritante, pero lo dejó continuar por el mínimo ápice de respeto que le quedaba por él. Y joder que se puso a divagar, todo lo último que dijo sobre la tripulación poco le importaba a la chica, más que nada porque sabía gran parte de eso y a la vez no estaba interesada en los fines de la tripulación, ella solo busca hacer de las suyas y ya. Le tenía una alta estima a Alpha, pero todo eso la dejó pensando. –"No… vas por un camino de mierda Capi… voy a tener que reubicarte" –Se llevó su mano hacia la espalda, iba a sacar una de sus katanas, ¿Qué pensaba hacer? Definitivamente nada bueno.

–Tch, no digas ese apodo en voz alta, suena feo. –Tras eso desvió la mirada un momento. –Ya que tú contaste sobre lo tuyo, yo lo haré con lo mío, pero después de hacerlo debo cortarte la lengua por si acaso. –Eso último iba en broma. –Tengo una hija por ahí perdida, debe tener unos tres años la mocosa, ni puta idea, es la única mierda de mi pasado que me cuesta digerir. El resto lo hice toda una bola y me la tragué, estuvo rico, poco me importa lo que me haya pasado, estoy orgullosa de todo, hasta de lo malo, como esto… –Señaló su oído izquierdo en referencia a su pequeña sordera. –Es una marca de guerra, me metí en una pelea con unos macarras, me dieron una paliza los maricones, cuando eres una puta no te respetan mucho y yo no aguanté sus insultos ese día y me fui a las manos. –Se reía mientras contaba eso último. –Creo que desde esa semana comencé a practicar con las espadas. –Por primera vez en mucho tiempo pensó antes de actuar y soltó la empuñadura de su katana, le estaba agradando la conversación, le recordó a cuando se conocieron, no de una forma romántica, sino agradable.

Pero se cansaría de tanto hablar y se voltearía para luego cambiar de tema. –Contacta con Lara para que no se mueva del Erebus, cuando volvamos la voy a retar y voy a subir de una vez en tu jerarquía friki que te hiciste. –Diría burlándose un poco del chico, iba a decir algo más, pero justo en ese instante algo ocurrió, un tipo enorme atacó a Alpha, Zira que se encontraba pegada al ave en ese instante, de acto reflejo le dio un fuerte puñetazo que apartó a la bestia. –¡¿QUÉ MIERDA ES ESO?! QUE SUSTO ME DIO CARAJO. –Gritó con una expresión de sorpresa que no le duró mucho en la cara.

Me agrada poder escucharla platicar. Me encantaba poder platicar. – Siempre puedes intentarlo, nunca me ha molestado que me retes cada vez que puedes. – Dije sonriendo con total sinceridad. Luego, allí vino su historia donde realmente quede un poco… sorprendió. ¿Una hija? ¿Eso no me hacía técnicamente ya padrastro? Bueno igualmente antes de preguntar cualquier cosa y por la continuación del relato, asumí que ella le habría dejado en otro lado, lejos de esta vida. – Hiciste bien. – Y realmente pienso que lo ha hecho bien. – Yo también estoy orgulloso de muchas cosas. Una de ellas, es este brazo. – Levante vulcano. Lo observaba fijamente. Nunca me acostumbraba a la sensación de la pieza mecánica. Sé que está allí, sé que puedo moverla, pero… no siento nada.

- No es una jerarquía friky, Zira. Además, hare algo por ti para ti como un regalo entre los muchos que te seguiré dando. – Lo pensé seriamente, pero al final, sabio que ella en parte quería esto. – No retaras solo a Lara, también retaras a Albert y a Drukoff a la vez. Recuerdo haberte dicho que no podías retarlo los tres a la vez, pero te dejare hacerlo.

Era consciente de lo que estaba diciendo, pero en el fondo sabía que ninguno tendría problema. La conversación estaba teniendo un curso totalmente agradable y llevadero, pero digamos que fuimos interrumpidos. Se trataba de un enorme hombre que media unos tres metros. Su piel era totalmente morena y lleno de cicatrices. Me quede mirándolo por un momento con total tranquilidad. Estaba a punto de levantar mi brazo para simplemente detenerlo chocando mi puño en contra el de él. Pero Sira interrumpió mandándolo a volar.

-¿No fue algo… precipitado? – Pregunte mostrándome algo confundido. – Y tampoco que preguntes quién diablos es el.

Me percate de una piel verde que tenía amarrada en la cintura. No me costó más de dos segundo deducir con quien nos habíamos encontrado. – Una poderosa criatura “Verde” que cuida el bosque como un gran guardián. Supongamos que eres tú por un segundo. – Di un salto cayendo justo frente a él. – Si quieres proteger tu bosque, debes tener la fuerza total para hacerlo. – Abrí los brazos de par en par. Dejándole total libertad para que atacara. – ¡Vamos! ¡Ataca! He venido aquí buscando un digno oponente. ¡Demuéstrame de lo que estas hecho!

Cabe destacar, que mi cuerpo es bastante duro. Soy más resistente que la media. Aunque eso si medimos en escalas humanas. Hace mucho tiempo yo mismo deje de considerarme humano. Aun no era momento de utilizar mi bestia. No… yo debía esperar pacientemente y probar la calidad de oponente que tenía.

-Aunque… no deberías olvidar… que somos dos contra uno. – Dije con cierto cinismo en mi mirada, estaba emocionado por comenzar la batalla.