Christa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Hacía tiempo había olvidado lo que era una vida repleta de lujos y lo sencillo que era tener algo con tan solo chispear los dedos; la vida de princesa había desaparecido por completo tras la muerte de su madre. Por el contrario, se había acostumbrado a vivir sin llamar la atención en barrios poco vistosos o, dependiendo de la etapa de su vida, en bosques frondosos donde nadie podía molestarle. No era una chica arribista que despreciaba a los pobres ni los estilos de vida más modestos, pero había una importante diferencia entre la pobreza y la repugnancia. Bloothe representaba perfectamente esto último y nadie, absolutamente nadie, debería ser capaz de decir lo contrario.
En tan solo un par de horas llegó a la conclusión de que El Nido, capital de Bloothe, era un sitio asqueroso en el que nadie debería vivir. Las calles repletas de barro tenían pozas de orina, prácticamente en cada esquina había una pelea y las tabernas olían como un vagabundo recién cagado. Los piratas que merodeaban por la ciudad carecían de modales y miraban a las mujeres como si fueran trozos de carne para degustar. Por fortuna, Christa tenía la capa mágica para ocultar su rostro y desviar la atención de los nauseabundos asociales. Sabía que, en caso de recibir una mirada lasciva, terminaría metiéndose en problemas.
Entonces, ¿por qué no se había ido de la isla si es que le causaba tanto disgusto y rechazo? Bueno, tenía una razón importante para permanecer en ese vertedero: encontrar al ladrón de Stormrage y hacerle pagar por meterse con quien no debía. Antes de huir de English Garden había escuchado que el ladrón había entrado en la primera parte del Grand Line para hacer negocios más fructíferos y ostentosos. Por supuesto, Christa no estaba allí solo por un ladrón de mierda, sino que también para volverse más fuerte y ver el mundo con sus propios ojos, para hallar la manera de recuperar todo lo que había perdido. No le interesaba la riqueza ni la fama, tampoco quería ser la esperanza del legado de su madre, lo único que deseaba era llevar una vida tranquila en su verdadero hogar y protegerlo de cualquier amenaza.
—Necesitaré aliados para recuperar Lëxius —le dijo a Isara mientras observaba desde lo alto de un pico la nauseabunda ciudad—. Escuché que el Gobierno Mundial destruyó mi país y ahora lo usa para extraer toda su riqueza. Esos malditos bastardos… No, está bien, no pretendo caer en el círculo de la venganza que consumió a mamá.
Era el momento de conseguir información sobre el ladrón y creía saber por dónde comenzar.
En tan solo un par de horas llegó a la conclusión de que El Nido, capital de Bloothe, era un sitio asqueroso en el que nadie debería vivir. Las calles repletas de barro tenían pozas de orina, prácticamente en cada esquina había una pelea y las tabernas olían como un vagabundo recién cagado. Los piratas que merodeaban por la ciudad carecían de modales y miraban a las mujeres como si fueran trozos de carne para degustar. Por fortuna, Christa tenía la capa mágica para ocultar su rostro y desviar la atención de los nauseabundos asociales. Sabía que, en caso de recibir una mirada lasciva, terminaría metiéndose en problemas.
Entonces, ¿por qué no se había ido de la isla si es que le causaba tanto disgusto y rechazo? Bueno, tenía una razón importante para permanecer en ese vertedero: encontrar al ladrón de Stormrage y hacerle pagar por meterse con quien no debía. Antes de huir de English Garden había escuchado que el ladrón había entrado en la primera parte del Grand Line para hacer negocios más fructíferos y ostentosos. Por supuesto, Christa no estaba allí solo por un ladrón de mierda, sino que también para volverse más fuerte y ver el mundo con sus propios ojos, para hallar la manera de recuperar todo lo que había perdido. No le interesaba la riqueza ni la fama, tampoco quería ser la esperanza del legado de su madre, lo único que deseaba era llevar una vida tranquila en su verdadero hogar y protegerlo de cualquier amenaza.
—Necesitaré aliados para recuperar Lëxius —le dijo a Isara mientras observaba desde lo alto de un pico la nauseabunda ciudad—. Escuché que el Gobierno Mundial destruyó mi país y ahora lo usa para extraer toda su riqueza. Esos malditos bastardos… No, está bien, no pretendo caer en el círculo de la venganza que consumió a mamá.
Era el momento de conseguir información sobre el ladrón y creía saber por dónde comenzar.
Naipe
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había muchas cosas que necesitaba en este mundo: primero me hacía falta notoriedad, segundo me hacía falta un buen barco y tripulación con la que divertirme, y finalmente, dinero..... Me llevé las manos a los bolsillos mientras caminaba por la nauseabunda calle de Bloothe, un vertedero al que estaba ya acostumbrado a estar debido a la cantidad de bobos que había allí listos para ser reclutados o vejados. De los bolsillos no saqué más que polvo, y esto era algo muy recurrente en mi....
-Necesito dinero, o no hay marineros....pero también necesito un barco. -dije con un susurro mientras me dirigía al muelle para echar un vistazo a los diversos buques que había allí. Por fortuna había un galeón, que en principio parecía mercante, pues no estaba muy armado y su tripulación parecía encontrarse , seguramente, de permiso.
-Ese.
-Imagínatelo con una gran carpa en el mástil central
-O pintado de colorines.
-¿Vamos a robar un barco o un circo?
Frederick tiene razón.....-que así era como llamaba a esta última voz- Matadlo.
-¿Eh que? ¡No espera!
Comencé a caminar sonriendo mientras en mi cabeza se libraban gritos y golpes. Ya tenía el barco bajo mi ojo, ahora solo quedaba la tripulación. ¿Y donde encontrarla? Fácil...en cualquier lugar donde hubiera alcohol o mercancías baratas. A la taberna. Así que con las manos en los bolsillos caminé por la calle central nuevamente, buscando la taberna más cercana mientras iba silbando una canción un tanto macabra, que atrajo las mirada de aquellos que la escuchaban. Algunos salieron o corriendo, ya que todavía se acordaban de mi. Básicamente porque la había liado gorda cuando estuve aquí hace unos días.
-Necesito dinero, o no hay marineros....pero también necesito un barco. -dije con un susurro mientras me dirigía al muelle para echar un vistazo a los diversos buques que había allí. Por fortuna había un galeón, que en principio parecía mercante, pues no estaba muy armado y su tripulación parecía encontrarse , seguramente, de permiso.
-Ese.
-Imagínatelo con una gran carpa en el mástil central
-O pintado de colorines.
-¿Vamos a robar un barco o un circo?
Frederick tiene razón.....-que así era como llamaba a esta última voz- Matadlo.
-¿Eh que? ¡No espera!
Comencé a caminar sonriendo mientras en mi cabeza se libraban gritos y golpes. Ya tenía el barco bajo mi ojo, ahora solo quedaba la tripulación. ¿Y donde encontrarla? Fácil...en cualquier lugar donde hubiera alcohol o mercancías baratas. A la taberna. Así que con las manos en los bolsillos caminé por la calle central nuevamente, buscando la taberna más cercana mientras iba silbando una canción un tanto macabra, que atrajo las mirada de aquellos que la escuchaban. Algunos salieron o corriendo, ya que todavía se acordaban de mi. Básicamente porque la había liado gorda cuando estuve aquí hace unos días.
Christa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sería demasiado llamativo que Isara caminara por el pueblo como si los grifos fueran tan comunes como los perros cuando, en realidad, provenían de una zona específica del Nuevo Mundo, un mar distante y peligroso que solo unos pocos aventureros tenían el coraje de atravesar. Christa tenía un buen motivo para haberle ordenado que le protegiera desde lo alto del cielo: ante el más mínimo peligro saltaría como un halcón sobre su presa. Otra razón era que, en caso de meterse en problemas, la princesa quería manejarlo por sí misma en vez de depender una y otra vez del brutal poder de Isara.
Luego de bajar del pico montañoso, Christa caminó al centro de la ciudad y allí buscó una de las tabernas más concurridas. Esperaba reunir un poco de información del ladrón que se hacía llamar Chronos, un nombre demasiado arrogante para un bastardo que se ganaba la vida robándole a gente honesta. Se aseguró de que su rostro estaba completamente oculto bajo la capucha y entonces dio un paso hacia delante para entrar, siendo golpeada por un mar de olores, unos más desagradables que otros. Allí dentro había de todo: mujeres con los senos al aire bailando sobre las mesas, hombres apostando el dinero que no tenían, marginados bebiendo cerveza de mala calidad y, por supuesto, unos viejos drogándose con un buen porro.
Si bien había estado varias veces en tabernas como esa, no terminaba de acostumbrarse a lidiar con gente tan… repugnante. Bueno, ¿por qué debía juzgar a piratas y criminales con la vara de la moral cuando tampoco era un ejemplo a seguir? Si su padre viera el tipo de mujer que se había convertido su hija, se sentiría tremendamente avergonzado y decepcionado. Christa mentía y robaba para seguir hacia delante, la mayoría de las veces no se preocupaba por las consecuencias y solía meter en problemas a la gente que le rodeaba. Ninguna princesa debía ser egoísta, pero nadie decía nada sobre las princesas sin trono.
—Tráeme tu mejor platillo y una jarra de cerveza —le dijo a la mesera después de darle un sorbo al odre. Le daba igual el sabor de la comida, pero necesitaba mantener las apariencias—. Y que se vea como un plato decente, ¿quieres?
—De acuerdo, jefa.
Justo después de que la mesera tomara el pedido de la princesa, una mujer que acababa de entrar en la taberna llamó la atención de medio mundo. A diferencia de los granujas que solían pasar por Bloothe, esa mujer tenía clase e irradiaba una sensación tan cálida como el sol. El cabello dorado le llegaba hasta la cintura, mientras sus ojos del mismo color se paseaban por todos los presentes. Medía alrededor de un metro ochenta y vestía una armadura de placas con un símbolo que capturó toda la atención de Christa: era un círculo con líneas sinuosas circundantes, el emblema de la familia von Östhen.
¿Será que…? No, esa flacucha jamás se habría convertido en esta mujer. Además, debió haber muerto cuando el Gobierno Mundial bombardeó la capital, reflexionó la princesa mientras analizaba a la recién llegada, quien se sentó un par de mesas más allá. Por un momento pensó en ser prudente y no montar un escándalo, pero la curiosidad le carcomía por dentro, así que se levantó y tomó asiento frente a la mujer.
—¿Por qué llevas el emblema de la familia de mi padre? —le preguntó sin tapujos, retirándose un tanto la capucha para dejar ver su rostro.
Al mismo tiempo que la princesa le preguntaba a la misteriosa mujer, un hombre que olía a problemas entraba en la taberna.
Luego de bajar del pico montañoso, Christa caminó al centro de la ciudad y allí buscó una de las tabernas más concurridas. Esperaba reunir un poco de información del ladrón que se hacía llamar Chronos, un nombre demasiado arrogante para un bastardo que se ganaba la vida robándole a gente honesta. Se aseguró de que su rostro estaba completamente oculto bajo la capucha y entonces dio un paso hacia delante para entrar, siendo golpeada por un mar de olores, unos más desagradables que otros. Allí dentro había de todo: mujeres con los senos al aire bailando sobre las mesas, hombres apostando el dinero que no tenían, marginados bebiendo cerveza de mala calidad y, por supuesto, unos viejos drogándose con un buen porro.
Si bien había estado varias veces en tabernas como esa, no terminaba de acostumbrarse a lidiar con gente tan… repugnante. Bueno, ¿por qué debía juzgar a piratas y criminales con la vara de la moral cuando tampoco era un ejemplo a seguir? Si su padre viera el tipo de mujer que se había convertido su hija, se sentiría tremendamente avergonzado y decepcionado. Christa mentía y robaba para seguir hacia delante, la mayoría de las veces no se preocupaba por las consecuencias y solía meter en problemas a la gente que le rodeaba. Ninguna princesa debía ser egoísta, pero nadie decía nada sobre las princesas sin trono.
—Tráeme tu mejor platillo y una jarra de cerveza —le dijo a la mesera después de darle un sorbo al odre. Le daba igual el sabor de la comida, pero necesitaba mantener las apariencias—. Y que se vea como un plato decente, ¿quieres?
—De acuerdo, jefa.
Justo después de que la mesera tomara el pedido de la princesa, una mujer que acababa de entrar en la taberna llamó la atención de medio mundo. A diferencia de los granujas que solían pasar por Bloothe, esa mujer tenía clase e irradiaba una sensación tan cálida como el sol. El cabello dorado le llegaba hasta la cintura, mientras sus ojos del mismo color se paseaban por todos los presentes. Medía alrededor de un metro ochenta y vestía una armadura de placas con un símbolo que capturó toda la atención de Christa: era un círculo con líneas sinuosas circundantes, el emblema de la familia von Östhen.
¿Será que…? No, esa flacucha jamás se habría convertido en esta mujer. Además, debió haber muerto cuando el Gobierno Mundial bombardeó la capital, reflexionó la princesa mientras analizaba a la recién llegada, quien se sentó un par de mesas más allá. Por un momento pensó en ser prudente y no montar un escándalo, pero la curiosidad le carcomía por dentro, así que se levantó y tomó asiento frente a la mujer.
—¿Por qué llevas el emblema de la familia de mi padre? —le preguntó sin tapujos, retirándose un tanto la capucha para dejar ver su rostro.
Al mismo tiempo que la princesa le preguntaba a la misteriosa mujer, un hombre que olía a problemas entraba en la taberna.
Naipe
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-¡Tabernaaa a la vista!
-Mierda, me ha pillado leyendo.
-¡Preparen sus jarras!
Oh genial ,una tasca donde poder empezar a buscar tripulantes para mi nuevo barco. Vale, aún no tenía barco, pero ese del puerto iba a ser mío si o si, quizás no hoy, quizás no mañana, pero me había gustado tanto el diseño que simplemente dije "para mi". Me dirigí a la tasca en cuanto la vi, y tras entrar no pude evitar sonreír. Estaba llena y había gentes de todo tipo, incluso una rubia que quitaba el hipo, si tuviera. También había una mujer bien vestida y que rezumaba dinero por sus axilas...uy...esta me interesa.
Me acerqué a la barra y pedí una cerveza. No atraje pocas miradas debido a mi vestimenta y mi maquillaje, quedándome mirando a uno de estos curiosos mientras sostenía la cerveza que me acaban de servir - Si...lo sé, el lunar del cuello se ve feo ¿verdad?- dije obviando que no había lunar alguno y que lo más destacable era la piel blanca del propio cuello. Pero bueno, me quedé mirando para las dos jóvenes que parecía iban a entablar una conversación, sinceramente me parecían las más interesantes de la tasca....y eso no era bueno.
-Hemos venido a por una tripulación.
-Cállate, a ver si la lía.
-Oh no otra vez a sacar la fregona.
-Dime que no está sonriendo.
Estaba sonriendo.
-Oh mierda..le ha llamado la atención.
Parecía que el taberneno me había clavado el ojo, al igual que varios de los marineros que estaban allí senetados bebiendo y comiendo tranquilos, pero yo no podía quitar la vista de aquellas dos muchachas, aún así logré desviar la vista unos segundos hacia los marineros. Creo que era hora de empezar a reclutar hombres, pero no sabía si era uan buena idea hacerlo ahora mismo, o hacerlo de una forma convencional.
-¿Ahora vas a preocuparte por la etiqueta?
-Sabes que no...
-Mierda, me ha pillado leyendo.
-¡Preparen sus jarras!
Oh genial ,una tasca donde poder empezar a buscar tripulantes para mi nuevo barco. Vale, aún no tenía barco, pero ese del puerto iba a ser mío si o si, quizás no hoy, quizás no mañana, pero me había gustado tanto el diseño que simplemente dije "para mi". Me dirigí a la tasca en cuanto la vi, y tras entrar no pude evitar sonreír. Estaba llena y había gentes de todo tipo, incluso una rubia que quitaba el hipo, si tuviera. También había una mujer bien vestida y que rezumaba dinero por sus axilas...uy...esta me interesa.
Me acerqué a la barra y pedí una cerveza. No atraje pocas miradas debido a mi vestimenta y mi maquillaje, quedándome mirando a uno de estos curiosos mientras sostenía la cerveza que me acaban de servir - Si...lo sé, el lunar del cuello se ve feo ¿verdad?- dije obviando que no había lunar alguno y que lo más destacable era la piel blanca del propio cuello. Pero bueno, me quedé mirando para las dos jóvenes que parecía iban a entablar una conversación, sinceramente me parecían las más interesantes de la tasca....y eso no era bueno.
-Hemos venido a por una tripulación.
-Cállate, a ver si la lía.
-Oh no otra vez a sacar la fregona.
-Dime que no está sonriendo.
Estaba sonriendo.
-Oh mierda..le ha llamado la atención.
Parecía que el taberneno me había clavado el ojo, al igual que varios de los marineros que estaban allí senetados bebiendo y comiendo tranquilos, pero yo no podía quitar la vista de aquellas dos muchachas, aún así logré desviar la vista unos segundos hacia los marineros. Creo que era hora de empezar a reclutar hombres, pero no sabía si era uan buena idea hacerlo ahora mismo, o hacerlo de una forma convencional.
-¿Ahora vas a preocuparte por la etiqueta?
-Sabes que no...
Christa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mujer del emblema frunció el ceño y apretó los puños, expresando una mezcla entre sorpresa, molestia y desconfianza. A diferencia de los von Steinhell, quienes tenían una extensa historia familiar como miembros de la nobleza, los von Östhen tenían orígenes humildes cuyo renombre comenzó durante la Gran Guerra de Lëxius, momento en el que se enfrentaron las fuerzas reales para diezmar la revuelta liderada por Ludwig von Östhen, abuelo de Christa. En Lëxius los veían como gente noble, honrada y con un fuerte sentido de la justicia que no dejaba pasar por alto el maltrato hacia los más débiles, una serie de características prácticamente opuestas a los von Steinhell, quienes llamaban la atención por la incansable búsqueda del poder, el conocimiento y brillar más que nadie.
Otra diferencia importante era que los von Östhen no habían causado ningún mal al mundo como sí lo causaron los von Steinhell. Magnus von Steinhell no solo le mostró al mundo entero la fuerza apoteósica de la Magi magi no mi, sino que también convirtió un mineral en la materia prima principal de la fabricación masiva de armas capaces de dar vuelta cualquier batalla sin importar lo difícil que fuera. Shaelyn siguió el legado de Magnus y entregó diversos estudios arcanos a la Academia, fortaleciendo considerablemente la fuerza de los tecnomagos. Por último, Katharina, conocida como la Reina Bruja, sacudió el mundo entero y obligó a facciones tan dispares a unir fuerzas para detener su avance.
Y Christa tenía rasgos tanto de los von Östhen como de los von Steinhell.
—No hay muchas personas en este lado del mundo capaces de reconocer el emblema de mi familia, además dices que también es el emblema de la tuya… Esta armadura me la dio mi padre antes de que mi país fuera destruido —respondió la mujer—. Espero que no estés pensando en nada estúpido como robarme la armadura.
[i]Así que esa flacucha se convirtió en esta guerrera[/], se dijo a sí misma para luego quitarse la capucha y mostrar una sonrisa sincera que brillaba casi tanto como la armadura de la mujer. Un sentimiento de alivio mezclado con esperanza invadió su cuerpo y, por el momento, sintió que estaba un paso más cerca de llegar a casa.
—Me alegra que estés con vida, Leonora —dijo Christa, tomando las manos de su prima con ternura—. Estás tan cambiada que no te reconocí cuando entraste a la taberna.
—¡¿Pri-Princesa?! ¡¿De verdad es usted?! —gritó Leonora, arrodillándose y llamando la atención de la taberna entera.
—Por favor detente, no hagas nada que nos pueda meter en problemas. La gente me odia por los crímenes que cometió mi madre, pero no es necesario que te odien a ti también —le pidió la princesa, volviendo a colocarse la capucha—. Además, ¿por qué tanta formalidad? Somos primas, también perteneces a la Realeza de Lëxius, me siento rara si me tratas de “usted”.
—E-Está bien, lo siento. Yo también me alegro de que estés con vida, princesa. Han sido unos años muy duros, ¿verdad? —dijo Leonora con tristeza en la mirada—. Pensé que estarías en English Garden, uno de los últimos bastiones del Imperio.
Christa aprovechó la oportunidad para contarle a Leonora que English Garden había caído en manos de unos traidores respaldados por el Gobierno Mundial. Le contó sobre el asalto al Palacio Real y lo cerca que estuvo de recuperar el trono de English Garden, pero al final tuvo que huir como una cobarde cualquiera. Antes de separarse de su gente, prometió que se volvería más fuerte y que encontraría aliados confiables con los que contar para regresar a casa. En fin, le hizo un gran resumen de lo que había pasado en el último tiempo.
—Por cierto, ¿no crees que ese payaso nos está mirando demasiado? —preguntó Christa con el ceño fruncido—. Quizás deberíamos hablar en donde nadie nos moleste.
—Creo que en El Nido no hay ningún lugar así, princesa, después de todo, estamos en una isla controlada por piratas y criminales —respondió Leonora—. Si es una molestia, puedo encargarme por ti.
—No, no, por ahora no será necesario. Quiero mantener un perfil bajo y ahorrarme los problemas, aunque algo me dice que están a punto de llegar…
Otra diferencia importante era que los von Östhen no habían causado ningún mal al mundo como sí lo causaron los von Steinhell. Magnus von Steinhell no solo le mostró al mundo entero la fuerza apoteósica de la Magi magi no mi, sino que también convirtió un mineral en la materia prima principal de la fabricación masiva de armas capaces de dar vuelta cualquier batalla sin importar lo difícil que fuera. Shaelyn siguió el legado de Magnus y entregó diversos estudios arcanos a la Academia, fortaleciendo considerablemente la fuerza de los tecnomagos. Por último, Katharina, conocida como la Reina Bruja, sacudió el mundo entero y obligó a facciones tan dispares a unir fuerzas para detener su avance.
Y Christa tenía rasgos tanto de los von Östhen como de los von Steinhell.
—No hay muchas personas en este lado del mundo capaces de reconocer el emblema de mi familia, además dices que también es el emblema de la tuya… Esta armadura me la dio mi padre antes de que mi país fuera destruido —respondió la mujer—. Espero que no estés pensando en nada estúpido como robarme la armadura.
[i]Así que esa flacucha se convirtió en esta guerrera[/], se dijo a sí misma para luego quitarse la capucha y mostrar una sonrisa sincera que brillaba casi tanto como la armadura de la mujer. Un sentimiento de alivio mezclado con esperanza invadió su cuerpo y, por el momento, sintió que estaba un paso más cerca de llegar a casa.
—Me alegra que estés con vida, Leonora —dijo Christa, tomando las manos de su prima con ternura—. Estás tan cambiada que no te reconocí cuando entraste a la taberna.
—¡¿Pri-Princesa?! ¡¿De verdad es usted?! —gritó Leonora, arrodillándose y llamando la atención de la taberna entera.
—Por favor detente, no hagas nada que nos pueda meter en problemas. La gente me odia por los crímenes que cometió mi madre, pero no es necesario que te odien a ti también —le pidió la princesa, volviendo a colocarse la capucha—. Además, ¿por qué tanta formalidad? Somos primas, también perteneces a la Realeza de Lëxius, me siento rara si me tratas de “usted”.
—E-Está bien, lo siento. Yo también me alegro de que estés con vida, princesa. Han sido unos años muy duros, ¿verdad? —dijo Leonora con tristeza en la mirada—. Pensé que estarías en English Garden, uno de los últimos bastiones del Imperio.
Christa aprovechó la oportunidad para contarle a Leonora que English Garden había caído en manos de unos traidores respaldados por el Gobierno Mundial. Le contó sobre el asalto al Palacio Real y lo cerca que estuvo de recuperar el trono de English Garden, pero al final tuvo que huir como una cobarde cualquiera. Antes de separarse de su gente, prometió que se volvería más fuerte y que encontraría aliados confiables con los que contar para regresar a casa. En fin, le hizo un gran resumen de lo que había pasado en el último tiempo.
—Por cierto, ¿no crees que ese payaso nos está mirando demasiado? —preguntó Christa con el ceño fruncido—. Quizás deberíamos hablar en donde nadie nos moleste.
—Creo que en El Nido no hay ningún lugar así, princesa, después de todo, estamos en una isla controlada por piratas y criminales —respondió Leonora—. Si es una molestia, puedo encargarme por ti.
—No, no, por ahora no será necesario. Quiero mantener un perfil bajo y ahorrarme los problemas, aunque algo me dice que están a punto de llegar…
Naipe
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Uy..si se han fijado en mi. ¿Les habrá gustado la fragancia a mi colonia? Espera, si no me he echado colonia....quizás entonces sea olor a sudor o a los eructos de los presentes alcoholizados. Aún así me habían visto, lo que provocó que no moviera ni un sólo músculo de como estaba previamente.
-¿Vas a acercarte a ellas?
-Lo peor es que ellas se acercaran a él.
-Callaos, está pensando.
Fue entonces cuando uno de los marineros de mi lado me golpeó por accidente con el hombro al tratar de coger la cerveza que le había dado el tabernero, haciendo que me ladeara un poco.
-Oh, vaya, disculpa- dijo el marinero antes de mirarme, pues estaba de lado a mi, y, tras fijarse en mi rostro, los ojos se le abrieron como platos. Yo lo reconocí al momento, pues era uno de los marineros que me habían molestado , junto a otros tres la última vez que había acudido a aquella taberna. Si, aquel momento en que le rajé la bolsa de las nueces a su compi. El marinero no tardó ni un segundo en echarse hacia atrás, golpeando sin querer con su espalda al cliente de su derecha.
-¡Hombre cuanto tiempo!¿ Cómo estás viejo amigo?- le dije sin dudarlo acercándome a él y pasando mi brazo por detrás de su cuello, como si fuéramos compañeros de toda la vida- ¿Cómo te está tratando la vida? Veo que no muy bien, sigues igual de panzón y feo. Pero bueno, hay cosas que no se pueden arreglar ni con una operación estética ¿No crees?.
El marinero estaba sin saber muy bien lo que hacer, pues probablemente recordaba lo que le había pasado a su compañero, y el tabernero parecía que también lo recordaba, pues no dudó en llevarse las manos a la fregona de la esquina con suma calma.
-Dime, compañero- le susurré- ¿Sabes quién son esas dos?- dije señalando a la mujer con la vista, la cual me había llamado antes la atención.
-Ni idea, ¿Unas clientas?- dijo con cierto temblor en la boca.
-Te voy a llamar capitán obvio a partir de ahora ¿te parece? No me sirves, así que sigue bebiendo y nos veremos cuando la cirrosis te lleve al hospital- dije soltándolo y apartándolo. EL marinero no tardó en levantarse, pagar y salir por la puerta como alma que llevaba el diablo. Yo por mi parte volví a mirar a aquella chica, y levantando mi mano blanca enfundada en guante del mismo color, la saludé con un leve movimiento horizontal.
-¿Vas a acercarte a ellas?
-Lo peor es que ellas se acercaran a él.
-Callaos, está pensando.
Fue entonces cuando uno de los marineros de mi lado me golpeó por accidente con el hombro al tratar de coger la cerveza que le había dado el tabernero, haciendo que me ladeara un poco.
-Oh, vaya, disculpa- dijo el marinero antes de mirarme, pues estaba de lado a mi, y, tras fijarse en mi rostro, los ojos se le abrieron como platos. Yo lo reconocí al momento, pues era uno de los marineros que me habían molestado , junto a otros tres la última vez que había acudido a aquella taberna. Si, aquel momento en que le rajé la bolsa de las nueces a su compi. El marinero no tardó ni un segundo en echarse hacia atrás, golpeando sin querer con su espalda al cliente de su derecha.
-¡Hombre cuanto tiempo!¿ Cómo estás viejo amigo?- le dije sin dudarlo acercándome a él y pasando mi brazo por detrás de su cuello, como si fuéramos compañeros de toda la vida- ¿Cómo te está tratando la vida? Veo que no muy bien, sigues igual de panzón y feo. Pero bueno, hay cosas que no se pueden arreglar ni con una operación estética ¿No crees?.
El marinero estaba sin saber muy bien lo que hacer, pues probablemente recordaba lo que le había pasado a su compañero, y el tabernero parecía que también lo recordaba, pues no dudó en llevarse las manos a la fregona de la esquina con suma calma.
-Dime, compañero- le susurré- ¿Sabes quién son esas dos?- dije señalando a la mujer con la vista, la cual me había llamado antes la atención.
-Ni idea, ¿Unas clientas?- dijo con cierto temblor en la boca.
-Te voy a llamar capitán obvio a partir de ahora ¿te parece? No me sirves, así que sigue bebiendo y nos veremos cuando la cirrosis te lleve al hospital- dije soltándolo y apartándolo. EL marinero no tardó en levantarse, pagar y salir por la puerta como alma que llevaba el diablo. Yo por mi parte volví a mirar a aquella chica, y levantando mi mano blanca enfundada en guante del mismo color, la saludé con un leve movimiento horizontal.
Christa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Un escalofrío recorrió su espalda cuando el payaso sentado en la barra le saludó con la mano. Como mínimo era un hombre tétrico y espeluznante, alguien a quien era mejor tener lejos. Tenía un aura distinta al resto de los clientes, una esencia que obligaba a estar con la guardia en alto. Si quería problemas, de verdad que los iba a tener. Bloothe era una isla gobernada por el caos, las normas básicas de la sociedad para mantener un mínimo de orden no existían y cualquiera podía hacer lo que quisiera, pagando el precio adecuado, por supuesto. Hacer enemigos era más fácil que ganarse la amistad de una persona y, si el payaso seguía con esa aterradora actitud, iba a estar en la boca de muchos y no de una manera agradable ni beneficiosa para él. En fin, ¿por qué debía preocuparse? Mientras mantuviera las distancias y sus actos no le perjudicasen tampoco pasaba nada.
—¿Por qué has venido aquí luego de huir de English Garden? —preguntó de pronto Leonora.
El que su prima lo dijera así, sin ninguna clase de sutileza, lo hacía doloroso y humillante en cierto grado, pero la princesa no podía escapar de la verdad: había huido porque era débil, ni más ni menos.
—Estoy buscando al ladrón que me robó a Stormrage —respondió—. Un hombre me dijo que lo encontraría en esta isla.
—¡¿Te robaron a Stormrage?! —gritó Leonora y se puso de pie, llamando la atención de los clientes—. Ups, lo siento. —Volvió a sentarse—. No entiendo cómo te pudieron robar a Stormrage, ¿no fue el último regalo que pudo hacerte el tío?
—Ya, por eso es que debo recuperarlo cueste lo que cueste… —contestó la princesa con desánimo, recordando el pasado. Como no era demasiado fuerte físicamente le era imposible utilizar armas pesadas, pero tenía buena puntería y era veloz, así que su padre le regaló un arma apropiada con la que defenderse en un futuro en donde no estuviera él ni su madre.
—¡No te preocupes, princesa! ¡Te ayudaré a encontrarlo! —prometió la guerrera, dedicándole una sonrisa de confianza—. Ahora mismo estamos en un buen lugar para preguntar sobre el ladrón y reunir pistas. ¿Qué sabes de él?
El ladrón tenía cierta reputación en los bajos fondos por robar armas únicas y venderlas a distribuidores o a subasteros. Normalmente operaba en el mar del norte, pero hacía dos meses que se estaba haciendo un nombre en el Paraíso. Solo un reservado puñado de gente conocía su rostro, y eran aún menos los que sabían su verdadero nombre. El ladrón de seudónimo Chronos tenía un método infalible para robarle a sus potenciales víctimas sin importar lo fuerte que pudieran ser, aunque este no era el caso de la princesa quien carecía de fuerza.
—Creo que con eso será suficiente… Bien, es hora de hacer unas cuantas preguntas. Yo le preguntaré a esta mitad y tú a la otra, ¿te parece, princesa? —propuso Leonora y Christa asintió con la cabeza.
La princesa se levantó de la mesa y, sin quitarse la capucha, se dirigió hacia la barra para hablar con el tabernero cuando volvió a sentir la mirada del payaso. ¿Y si ese idiota sabía dónde encontrar a Chronos? Bueno, era una posibilidad. Los raros eran un imán de raros, ¿no?
—Oye, te tengo unas preguntas… ¿Sabes dónde puedo encontrar a Chronos? ¿Y por qué me has saludado antes?
—¿Por qué has venido aquí luego de huir de English Garden? —preguntó de pronto Leonora.
El que su prima lo dijera así, sin ninguna clase de sutileza, lo hacía doloroso y humillante en cierto grado, pero la princesa no podía escapar de la verdad: había huido porque era débil, ni más ni menos.
—Estoy buscando al ladrón que me robó a Stormrage —respondió—. Un hombre me dijo que lo encontraría en esta isla.
—¡¿Te robaron a Stormrage?! —gritó Leonora y se puso de pie, llamando la atención de los clientes—. Ups, lo siento. —Volvió a sentarse—. No entiendo cómo te pudieron robar a Stormrage, ¿no fue el último regalo que pudo hacerte el tío?
—Ya, por eso es que debo recuperarlo cueste lo que cueste… —contestó la princesa con desánimo, recordando el pasado. Como no era demasiado fuerte físicamente le era imposible utilizar armas pesadas, pero tenía buena puntería y era veloz, así que su padre le regaló un arma apropiada con la que defenderse en un futuro en donde no estuviera él ni su madre.
—¡No te preocupes, princesa! ¡Te ayudaré a encontrarlo! —prometió la guerrera, dedicándole una sonrisa de confianza—. Ahora mismo estamos en un buen lugar para preguntar sobre el ladrón y reunir pistas. ¿Qué sabes de él?
El ladrón tenía cierta reputación en los bajos fondos por robar armas únicas y venderlas a distribuidores o a subasteros. Normalmente operaba en el mar del norte, pero hacía dos meses que se estaba haciendo un nombre en el Paraíso. Solo un reservado puñado de gente conocía su rostro, y eran aún menos los que sabían su verdadero nombre. El ladrón de seudónimo Chronos tenía un método infalible para robarle a sus potenciales víctimas sin importar lo fuerte que pudieran ser, aunque este no era el caso de la princesa quien carecía de fuerza.
—Creo que con eso será suficiente… Bien, es hora de hacer unas cuantas preguntas. Yo le preguntaré a esta mitad y tú a la otra, ¿te parece, princesa? —propuso Leonora y Christa asintió con la cabeza.
La princesa se levantó de la mesa y, sin quitarse la capucha, se dirigió hacia la barra para hablar con el tabernero cuando volvió a sentir la mirada del payaso. ¿Y si ese idiota sabía dónde encontrar a Chronos? Bueno, era una posibilidad. Los raros eran un imán de raros, ¿no?
—Oye, te tengo unas preguntas… ¿Sabes dónde puedo encontrar a Chronos? ¿Y por qué me has saludado antes?
Naipe
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Oh vaya, no parecía cómoda con que la haya saludado. ¿Será que no lo he hecho correctamente? Quizás pertenezca a un reino raro donde saludar con la mano sea motivo de ofensa? O bueno, quizás sea porque mi nao era de color blanca y eso incitaba al supremacismo blanco? No lo creo...¿La cara? ¿Era mi cara? ¿Me había pasado con el pintalabios? Uff....cuantas dudas y cuantos problemas vienen a la mente. Creo que la mejor forma de solucionar todas estas incógnitas es acercarse a ella y preguntárselo directamente.
Así que nada, di un pequeño brinco del taburete mientras me llevaba las manos a los tirantes y sonreía levemente. La cerveza me había prestado y estaba a punto de dar el primer paso hacia ella vi que ella misma se había acercado a la barra. Que encantadora, si ella misma se acercó a mi. Bueno, realmente al tabernero, pero si lo pensamos bien ahora mismo estaba mucho más cerca de mi. Podría decirse que incluso me había dirigido la palabra.
-Es que te la ha dirigido.
-Déjale, es tan bonito...
-Voy sacando la fregona....
Me hizo una pregunta de lo más rara. ¿Quién era Chronos? Pfff...otra aburrida. ¿Porqué preguntar por alguien cuando me tiene a mi delante? Ya empezábamos con mal pie, pero la pobre muchacha parecía ansiosa por encontrar esa persona...hasta tal punto de preguntarle a un tío con la cara pintada que le saludaba de forma amistosa. Como era obvio mantuve la sonrisa, volví a tomar asiento y apoyé mi codo contra la barra, y mi cabeza sobre la palma de la mano quedando ladeado.
-Bueno....no conozco a ese tal Chronos, pero si quieres puedo hacer unas "pesquisas" para saberlo y echarte un cable"- dije manteniendo la sonrisa, que era de todo menos segura para la muchacha- Es una isla muy grande y está llena de pirados ¿Sabes?.
Fue entonces cuando me preguntó porqué la había saludado.
-Educación señorita, educación- musité- Últimamente la gente no tiene educación y eso es algo que a mi particularmente me molesta sobremanera. Además me has caído bien desde que te vi. Además suelo frecuentar esta tasca, y he hecho amigos aquí- si, a los últimos que les había cortado el escroto con una navaja, pero amigos- y u no pareces una habitante de este lugar.¡Oh! Eres extranjera ¿verdad?
Así que nada, di un pequeño brinco del taburete mientras me llevaba las manos a los tirantes y sonreía levemente. La cerveza me había prestado y estaba a punto de dar el primer paso hacia ella vi que ella misma se había acercado a la barra. Que encantadora, si ella misma se acercó a mi. Bueno, realmente al tabernero, pero si lo pensamos bien ahora mismo estaba mucho más cerca de mi. Podría decirse que incluso me había dirigido la palabra.
-Es que te la ha dirigido.
-Déjale, es tan bonito...
-Voy sacando la fregona....
Me hizo una pregunta de lo más rara. ¿Quién era Chronos? Pfff...otra aburrida. ¿Porqué preguntar por alguien cuando me tiene a mi delante? Ya empezábamos con mal pie, pero la pobre muchacha parecía ansiosa por encontrar esa persona...hasta tal punto de preguntarle a un tío con la cara pintada que le saludaba de forma amistosa. Como era obvio mantuve la sonrisa, volví a tomar asiento y apoyé mi codo contra la barra, y mi cabeza sobre la palma de la mano quedando ladeado.
-Bueno....no conozco a ese tal Chronos, pero si quieres puedo hacer unas "pesquisas" para saberlo y echarte un cable"- dije manteniendo la sonrisa, que era de todo menos segura para la muchacha- Es una isla muy grande y está llena de pirados ¿Sabes?.
Fue entonces cuando me preguntó porqué la había saludado.
-Educación señorita, educación- musité- Últimamente la gente no tiene educación y eso es algo que a mi particularmente me molesta sobremanera. Además me has caído bien desde que te vi. Además suelo frecuentar esta tasca, y he hecho amigos aquí- si, a los últimos que les había cortado el escroto con una navaja, pero amigos- y u no pareces una habitante de este lugar.¡Oh! Eres extranjera ¿verdad?
Christa
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El payaso era como poco escalofriante, turbio y definitivamente cualquier madre querría que se mantuviera alejado de sus hijos. Christa estaba haciendo un gran esfuerzo por preguntarle en vez de salir corriendo de ahí o, peor aún, sacar su daga y meterle un pinchazo en el pecho. Bueno, muchos pinchazos por aquí y por allá, pero la verdad es que la princesa solo atacaba cuando sentía la necesidad de hacerlo. Sí, era la hija de la Reina Bruja, la mayor genocida de la historia, pero también compartía sangre con un héroe que había salvado miles de vidas. En fin, que había preguntas que responder y el payaso se estaba tomando su tiempo en sonreír.
—Sí, es una isla bastante grande y llena de peligros. Bien, ¿qué quieres a cambio? —preguntó sin la intención de meterse en rodeos—. Y sí, no soy de este lugar. He viajado desde muy lejos para encontrar a un ladrón que se hace llamar Chronos, así que agradecería cualquier tipo de ayuda.
Intentaba ser agradable con un desconocido tal y como le había enseñado su padre, pero su sexto sentido comenzaba a gritarle desde dentro que era una mala idea relacionarse con ese hombre. Bueno, ¿acaso era buena idea permanecer en una isla repleta de piratas que, seguramente, cargaban en sus hombros crímenes horribles? No estaba en sus manos juzgar a los criminales, pero preferiría tenerlos lo más lejos posible. Los delincuentes eran personas erráticas y rara vez se aferraban a un código, eran vil escoria de la que no se podía confiar.
Al cabo de unos minutos, Leonora volvió para reunirse con la princesa y notificar que había encontrado una pista, aunque no era lo suficientemente atractiva ni prometedora. Había escuchado sobre un lugar llamado Los Picos, una especie de pueblo medianamente secreto en el que se reunía la peor clase de hombres: ladrones, violadores y homicidas, entre otros. Tal vez el payaso, quien decía frecuentar esa taberna, podía tener una pista más esperanzadora para por fin recuperar a Stormrage.
—Ella es Leonora, una amiga —presentó a su prima con un gesto de mano, todavía con la capucha ocultándole el rostro. Si el payaso valoraba la educación, sería bueno seguirle el juego—. Me está ayudando con todo este tema de encontrar a Chronos, espero que no te moleste su presencia.
Y si le molestaba, mala suerte. Christa prefería tener a una guerrera honorable a su lado que a un payaso turbio y, posiblemente, con cientos de trastornos. No es que fuera psicóloga, ni siquiera tenía conocimientos de psiquiatría, pero no hacían falta para saber que ese sujeto era un peligro con patas.
—Sí, es una isla bastante grande y llena de peligros. Bien, ¿qué quieres a cambio? —preguntó sin la intención de meterse en rodeos—. Y sí, no soy de este lugar. He viajado desde muy lejos para encontrar a un ladrón que se hace llamar Chronos, así que agradecería cualquier tipo de ayuda.
Intentaba ser agradable con un desconocido tal y como le había enseñado su padre, pero su sexto sentido comenzaba a gritarle desde dentro que era una mala idea relacionarse con ese hombre. Bueno, ¿acaso era buena idea permanecer en una isla repleta de piratas que, seguramente, cargaban en sus hombros crímenes horribles? No estaba en sus manos juzgar a los criminales, pero preferiría tenerlos lo más lejos posible. Los delincuentes eran personas erráticas y rara vez se aferraban a un código, eran vil escoria de la que no se podía confiar.
Al cabo de unos minutos, Leonora volvió para reunirse con la princesa y notificar que había encontrado una pista, aunque no era lo suficientemente atractiva ni prometedora. Había escuchado sobre un lugar llamado Los Picos, una especie de pueblo medianamente secreto en el que se reunía la peor clase de hombres: ladrones, violadores y homicidas, entre otros. Tal vez el payaso, quien decía frecuentar esa taberna, podía tener una pista más esperanzadora para por fin recuperar a Stormrage.
—Ella es Leonora, una amiga —presentó a su prima con un gesto de mano, todavía con la capucha ocultándole el rostro. Si el payaso valoraba la educación, sería bueno seguirle el juego—. Me está ayudando con todo este tema de encontrar a Chronos, espero que no te moleste su presencia.
Y si le molestaba, mala suerte. Christa prefería tener a una guerrera honorable a su lado que a un payaso turbio y, posiblemente, con cientos de trastornos. No es que fuera psicóloga, ni siquiera tenía conocimientos de psiquiatría, pero no hacían falta para saber que ese sujeto era un peligro con patas.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.