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Elyria nunca penso que llegaría este día. Nunca pensó que todo lo que había ocurrido hace ya más de dos años explotaría de esta forma. Que se habrían estado formando rumores horribles, como que la propia reina de la primavera fue la que enveneno la fruta para acabar con los comerciantes y imponer leyes mas estrictas. ¿Qué clase de sentido tenía esto? ¿Y como no se habían dado cuenta hasta ahora? A ver, ella siempre estaba viajando, investigando otros casos por el mundo, ¿pero Alvar? Parecía que se habían esforzado especialmente en ocultárselo.
Pero la gente se estaba rebelando. Y algo le decía que esos hijos de puta del gobierno mundial y esa sabandija de Rosalía estaban detrás de todo esto. Después de todo, era un isla con una posición clave para controlar el comercio de la ruta del tren marítimo, y podrían usarla en un futuro como base, para poder atacar Water 7.
Joder.
Alvar ya había salido corriendo a palacio, por si intentaban atacar a la reina. Todo pintaba muy mal, pero confiaba en que fuese capaz de defenderla. Pero tenía un mal presentimiento, y eso le asustaba. Tenía las llaves de la casa de la teniente, así que fue a comprobar que la hija de Zero estuviese bien. No sabía si habían tenido tiempo de advertirle.
Así que corrió a comprobarlo, abriendo y comprobando que estaba leyendo tranquilamente en el sofa. Se acercó a ella y suspiró, agachándose enfrente suya. Era una chica de trece años, de piel y con un largo cabello negro y ojos amarillos. O naranjas, dependiendo de la iluminación. Se habían visto obligadas a cambiarle el nombre a Anastasia para esconderla del gobierno mundial, el cual la buscaba por ser la hija de Zero, un ex legionario que escapó de prisión con información confidencial. Aún le dolía pensar en su muerte, y en la vida a la que había sido condenada la pobre solo por el hecho de nacer. Se había prometido cuidar de ella y tomarla bajo su protección, y Alvar le había estado ayudando enormemente con ello. Ninguna persona merecía vivir su infancia sola, sin padres y en penurias, luchando cada día por sobrevivir, recurriendo incluso al crimen para poder alimentarse. Además, se lo había prometido a Zero.
“Anais, no salgas de casa hoy. Se van a poner todo muy feo, y probablemente esas ratas del gobierno esten por aquí. No deberían, pero me preocupa que te reconozcan,” le dijo en un tono firme y serio. Probablemente no debería hablar con ese asco, pero esos cabrones habían matado a sus padres. No era una persona con la que cortarse en ese tema, aunque era su deber que no creciese con tanto odio y deseo de venganza. Vale, tal vez si que debería de tener más cuidado. Esto era dificil.
“No me van a reconocer, me veo super diferente. No seas exagerada,” respondió Anastasia. Era una chica con una actitud y mentalidad bastante fuerte para su edad. Aunque claro, no le había quedado otra después de todo lo que había vivido. Pero también había podido descubrir lo rota que estaba por dentro, eso sí que era algo que compartían.
En cualquier caso, terminó de explicarle todo y salió para ayudar a aplacar las revueltas. Hoy sería un día muy largo.
Pero la gente se estaba rebelando. Y algo le decía que esos hijos de puta del gobierno mundial y esa sabandija de Rosalía estaban detrás de todo esto. Después de todo, era un isla con una posición clave para controlar el comercio de la ruta del tren marítimo, y podrían usarla en un futuro como base, para poder atacar Water 7.
Joder.
Alvar ya había salido corriendo a palacio, por si intentaban atacar a la reina. Todo pintaba muy mal, pero confiaba en que fuese capaz de defenderla. Pero tenía un mal presentimiento, y eso le asustaba. Tenía las llaves de la casa de la teniente, así que fue a comprobar que la hija de Zero estuviese bien. No sabía si habían tenido tiempo de advertirle.
Así que corrió a comprobarlo, abriendo y comprobando que estaba leyendo tranquilamente en el sofa. Se acercó a ella y suspiró, agachándose enfrente suya. Era una chica de trece años, de piel y con un largo cabello negro y ojos amarillos. O naranjas, dependiendo de la iluminación. Se habían visto obligadas a cambiarle el nombre a Anastasia para esconderla del gobierno mundial, el cual la buscaba por ser la hija de Zero, un ex legionario que escapó de prisión con información confidencial. Aún le dolía pensar en su muerte, y en la vida a la que había sido condenada la pobre solo por el hecho de nacer. Se había prometido cuidar de ella y tomarla bajo su protección, y Alvar le había estado ayudando enormemente con ello. Ninguna persona merecía vivir su infancia sola, sin padres y en penurias, luchando cada día por sobrevivir, recurriendo incluso al crimen para poder alimentarse. Además, se lo había prometido a Zero.
“Anais, no salgas de casa hoy. Se van a poner todo muy feo, y probablemente esas ratas del gobierno esten por aquí. No deberían, pero me preocupa que te reconozcan,” le dijo en un tono firme y serio. Probablemente no debería hablar con ese asco, pero esos cabrones habían matado a sus padres. No era una persona con la que cortarse en ese tema, aunque era su deber que no creciese con tanto odio y deseo de venganza. Vale, tal vez si que debería de tener más cuidado. Esto era dificil.
“No me van a reconocer, me veo super diferente. No seas exagerada,” respondió Anastasia. Era una chica con una actitud y mentalidad bastante fuerte para su edad. Aunque claro, no le había quedado otra después de todo lo que había vivido. Pero también había podido descubrir lo rota que estaba por dentro, eso sí que era algo que compartían.
En cualquier caso, terminó de explicarle todo y salió para ayudar a aplacar las revueltas. Hoy sería un día muy largo.
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Ya me encontraba mucho mejor, por suerte. Bueno, no tanto por suerte. La médica no me había dejado en ningún momento moverme más de la cuenta, la única vez que pude salir fue porque la pillé distraída. Ahora se encontraba quitándome las vendas para asegurarse de que podía darme el alta sin problema alguno. Se le podía ver en la cara que a pesar de que le había causado un par de problemas (no hablaré de aquella vez que me tomé un par de pastillas creyendo que eran caramelos) me había cogido cariño. Hizo por fin la última inspección, levantándose lentamente de la silla debido a la edad y me sonrió amablemente.
-Parece que ya estás en condiciones de irte, es curioso, es la primera vez que veo a alguien con tus heridas curarse tan pronto…- Mientras dijo aquello me dio una piruleta que acepté sin dudarlo-. Llevas solo un par de días aquí, pero ya te conozco lo suficiente como para saber que aunque te diga que evites los problemas para no acabar de nuevo así es inútil así que… Ten más cuidado a la próxima.
Le sonreí divertido, estando a punto de contestarle cuando dos personas que entraron con prisas por la puerta de la clínica nos interrumpieron. Eran dos chicos, uno cargaba al otro como podía ya que parecía haberse golpeado con fuerza en la cabeza. Rápidamente la señora lo colocó en una camilla, viendo la zona del golpe. Me quedé por curiosidad, llegando a escuchar que en una especie de charla sobre no sé qué de un desacuerdo con el gobierno de la isla un idiota había lanzado una piedra hacia la muchedumbre con la mala suerte de que le había caído justo en la cabeza. Salí entonces del sitio, no haría más que molestar si me ponía a preguntar y la verdad era una situación delicada. En cuanto salí a la calle pude ver que el ambiente estaba muy cargado. Había gente que se movía rápidamente, posiblemente hacia sus casas, cerrando sus negocios en el proceso; otros parecían confluir hacia alguna zona del pueblo, seguramente donde el problema se estaba cociendo; y tampoco ayudaba el hecho de que el agradable clima de la isla hubiese dejado paso a uno más nublado y con un viento frío y desagradable, como si la misma isla fuese consciente de que algo estaba ocurriendo.
Caminé a paso ligero en la misma dirección que la gente que parecía tener ganas de greña. La gran mayoría eran de mi edad o un poco más viejos, lo que explicaba cómo había ocurrido algo tan imprudente con el chico del golpe en la cabeza, esperaba que pudiese recuperarse. Estas personas no parecían tener ningún plan, era casi como si hubiesen visto una oportunidad y se hubiesen lanzado de dientes a ella sin planear nada. No los podía culpar, era mi plan casi siempre. Antes de hacer nada, debía saber qué estaba ocurriendo. Aunque… ¿Siquiera debía hacer algo? Yo era un pirata, lo mío tenía que ver más con el mar que con la tierra y esto en verdad no me preocupaba demasiado… Me di una palmada fuerte en la mejilla cuando al fin caí en algo. Este sitio era importante para Ely, me había ayudado mucho y la consideraba una amiga, si dejase que su tierra natal se fuese al traste no podría volver a verla a los ojos. Que, hablando de verla, al girar una esquina me di de frente con ella. Ja, casualidades de la vida, qué gracioso.
-¡Ely! Justo estaba pensando en ti.- Le dije mientras la ayudaba a levantarse-. ¿Se puede saber qué está pasando? Antes donde me curaron entró alguien al que le habían lanzado una piedra a la cabeza y la gente está muy tensa en las calles, ¿hay algo en lo que te pueda ayudar?
-Parece que ya estás en condiciones de irte, es curioso, es la primera vez que veo a alguien con tus heridas curarse tan pronto…- Mientras dijo aquello me dio una piruleta que acepté sin dudarlo-. Llevas solo un par de días aquí, pero ya te conozco lo suficiente como para saber que aunque te diga que evites los problemas para no acabar de nuevo así es inútil así que… Ten más cuidado a la próxima.
Le sonreí divertido, estando a punto de contestarle cuando dos personas que entraron con prisas por la puerta de la clínica nos interrumpieron. Eran dos chicos, uno cargaba al otro como podía ya que parecía haberse golpeado con fuerza en la cabeza. Rápidamente la señora lo colocó en una camilla, viendo la zona del golpe. Me quedé por curiosidad, llegando a escuchar que en una especie de charla sobre no sé qué de un desacuerdo con el gobierno de la isla un idiota había lanzado una piedra hacia la muchedumbre con la mala suerte de que le había caído justo en la cabeza. Salí entonces del sitio, no haría más que molestar si me ponía a preguntar y la verdad era una situación delicada. En cuanto salí a la calle pude ver que el ambiente estaba muy cargado. Había gente que se movía rápidamente, posiblemente hacia sus casas, cerrando sus negocios en el proceso; otros parecían confluir hacia alguna zona del pueblo, seguramente donde el problema se estaba cociendo; y tampoco ayudaba el hecho de que el agradable clima de la isla hubiese dejado paso a uno más nublado y con un viento frío y desagradable, como si la misma isla fuese consciente de que algo estaba ocurriendo.
Caminé a paso ligero en la misma dirección que la gente que parecía tener ganas de greña. La gran mayoría eran de mi edad o un poco más viejos, lo que explicaba cómo había ocurrido algo tan imprudente con el chico del golpe en la cabeza, esperaba que pudiese recuperarse. Estas personas no parecían tener ningún plan, era casi como si hubiesen visto una oportunidad y se hubiesen lanzado de dientes a ella sin planear nada. No los podía culpar, era mi plan casi siempre. Antes de hacer nada, debía saber qué estaba ocurriendo. Aunque… ¿Siquiera debía hacer algo? Yo era un pirata, lo mío tenía que ver más con el mar que con la tierra y esto en verdad no me preocupaba demasiado… Me di una palmada fuerte en la mejilla cuando al fin caí en algo. Este sitio era importante para Ely, me había ayudado mucho y la consideraba una amiga, si dejase que su tierra natal se fuese al traste no podría volver a verla a los ojos. Que, hablando de verla, al girar una esquina me di de frente con ella. Ja, casualidades de la vida, qué gracioso.
-¡Ely! Justo estaba pensando en ti.- Le dije mientras la ayudaba a levantarse-. ¿Se puede saber qué está pasando? Antes donde me curaron entró alguien al que le habían lanzado una piedra a la cabeza y la gente está muy tensa en las calles, ¿hay algo en lo que te pueda ayudar?
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Estaba corriendo por la calle en dirección al puerto, donde al parecer estaba ocurriendo el grueso de toda esta rebelión extraña. Le preocupaba, sentía que la estaban alejando de palacio, pero tenía que confiar en Alvar. Sabía más que de sobra lo fuerte que era la teniente.
Lo que no se esperaba era encontrarse con una cara conocida al cruzar la esquina. Bueno, cara conocida igual no era la mejor manera de ponerlo, la verdad. Más bien una voz conocida. El pirata que había ayudado a salir de prisión. Le habían echado una bronca por ello, pero no se arrepentía. Destruir una fábrica de armas del gobierno era un favor a la humanidad, la verdad.
“¿Yor, qué haces aún por aquí?” Dijo sin mirarle directamente—por motivos evidentes—y sin saber si decirle que se había quedado ciega o si dejar que se diese cuenta el solo. Conociéndole, le costaría un rato, no era el mas listo de su casa. Otro mal ejemplo, teniendo en cuenta como le trataron sus padres.
“En cualquier caso, esas ratas del gobierno están haciendo de las suyas. Si quieres ayudar ven al puerto, no rechazaré ninguna mano de ayuda en una situación así.”
Entonces Nissa le habló.
“¿Estás segura de esto Ely? Ya viste como casi destroza todo el plan la última vez.”
Elyria no respondió, pero asintió con la cabeza, luego se dirigió a Yor de nuevo, girándose en dirección suya, usando la ayuda de Nissa y su presencia como referencia.
“Y por lo que más quieras. Esto es serio. Piensa antes de actuar, por favor. Yo me voy adelantando, ya he perdido demasiado tiempo aquí.”
Dicho esto, salió corriendo todo lo rápido que pudo, usando su Sky Walk para esquivar obstáculos a una velocidad pasmosa, que dejaba atrás a muchos vehículos a motor. Finalmente consiguió llegar a puerto, y vio que había una cantidad enorme de gente armada.
Joder… Era de esperar, ¿no? Son civiles, no puedo hacerles daño, les han comido la cabeza… Pensó, suspirando profundamente. Tengo que encargarme de que Yor lo entienda, no sabemos quienes son las ratitas, están escondidas entre toda esta gente, a ver como demonios lo hacemos
Poco después, escuchó un grito a lo lejos.
“¡Es la comandante! ¡Fue ella quien secuestró a Luna, para tener una excusa para encerrarla!”
“¡Si! ¡Se hizo su amiga para usarla y manipularla, es una zorra asquerosa!”
Nissa volvió a hablar.
“¿Que demonios están diciendo, Ely? Eso ni siquiera tiene sentido.”
“Te sorprendería la de cosas que se llega a creer la gente…” Respondió.
Entonces, puto sentir como alguien le atacaba, acompañado de un grito de alerta de Nissa. No sabía exactamente que arma estaba utilizando en un principio, pero un aviso de su compañera le confirmó que se trataba de una lanza.
¿Que debería hacer ahora? Pensó mientras bloqueaba los ataques con Khione sin demasiada dificultad. Me ha atacado, pero no se que hacer con el. Desde luego, no matarlo, no es necesario. ¡Joder! Que dificil es esto.
Lo que no se esperaba era encontrarse con una cara conocida al cruzar la esquina. Bueno, cara conocida igual no era la mejor manera de ponerlo, la verdad. Más bien una voz conocida. El pirata que había ayudado a salir de prisión. Le habían echado una bronca por ello, pero no se arrepentía. Destruir una fábrica de armas del gobierno era un favor a la humanidad, la verdad.
“¿Yor, qué haces aún por aquí?” Dijo sin mirarle directamente—por motivos evidentes—y sin saber si decirle que se había quedado ciega o si dejar que se diese cuenta el solo. Conociéndole, le costaría un rato, no era el mas listo de su casa. Otro mal ejemplo, teniendo en cuenta como le trataron sus padres.
“En cualquier caso, esas ratas del gobierno están haciendo de las suyas. Si quieres ayudar ven al puerto, no rechazaré ninguna mano de ayuda en una situación así.”
Entonces Nissa le habló.
“¿Estás segura de esto Ely? Ya viste como casi destroza todo el plan la última vez.”
Elyria no respondió, pero asintió con la cabeza, luego se dirigió a Yor de nuevo, girándose en dirección suya, usando la ayuda de Nissa y su presencia como referencia.
“Y por lo que más quieras. Esto es serio. Piensa antes de actuar, por favor. Yo me voy adelantando, ya he perdido demasiado tiempo aquí.”
Dicho esto, salió corriendo todo lo rápido que pudo, usando su Sky Walk para esquivar obstáculos a una velocidad pasmosa, que dejaba atrás a muchos vehículos a motor. Finalmente consiguió llegar a puerto, y vio que había una cantidad enorme de gente armada.
Joder… Era de esperar, ¿no? Son civiles, no puedo hacerles daño, les han comido la cabeza… Pensó, suspirando profundamente. Tengo que encargarme de que Yor lo entienda, no sabemos quienes son las ratitas, están escondidas entre toda esta gente, a ver como demonios lo hacemos
Poco después, escuchó un grito a lo lejos.
“¡Es la comandante! ¡Fue ella quien secuestró a Luna, para tener una excusa para encerrarla!”
“¡Si! ¡Se hizo su amiga para usarla y manipularla, es una zorra asquerosa!”
Nissa volvió a hablar.
“¿Que demonios están diciendo, Ely? Eso ni siquiera tiene sentido.”
“Te sorprendería la de cosas que se llega a creer la gente…” Respondió.
Entonces, puto sentir como alguien le atacaba, acompañado de un grito de alerta de Nissa. No sabía exactamente que arma estaba utilizando en un principio, pero un aviso de su compañera le confirmó que se trataba de una lanza.
¿Que debería hacer ahora? Pensó mientras bloqueaba los ataques con Khione sin demasiada dificultad. Me ha atacado, pero no se que hacer con el. Desde luego, no matarlo, no es necesario. ¡Joder! Que dificil es esto.
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Le sonreí a la chica, la pobre parecía estar muy estresada y pensé que quizá una cara amiga le daría más calma. No pareció funcionar ya que habló apresuradamente y se le notaba que cada segundo aquí parada dándome explicaciones la llevaba más cerca a un infarto al corazón.
-Acaban de darme el alta y he visto un montón de alboroto, pero eso no importa ahora.- Asentí un par de veces, no era momento para bromas y hasta yo podía verlo.- ¡Estaré allí en nada!
Observé cómo salía volando, no tenía ni idea de que fuera capaz de hacer algo así. En nuestra huida de la cárcel habría venido bien. Pero también era cierto que estaba herida, seguramente no estaría en condiciones, tenía pinta de ser una técnica que requería mucha fuerza y esfuerzo. Sacudí la cabeza, saliendo de mis divagaciones y poniéndome en marcha. Yo también podía volar. Llegué más tarde hasta el puerto, había intentado ver que ninguna otra parte del pueblo del que Ely no tuviese conocimiento también estuviera con revueltas. Al no poder confirmar nada, fui al punto de destino directamente. Vi entonces como la marine estaba pasándolo mal con uno de los civiles por lo que tomé cartas en el asunto. Me acerqué rápidamente hasta ellos, haciendo crecer mi cola y enroscándola alrededor de la cintura de su atacante. Lo agité con fuerza en el aire, como si fuese un bote de zumo hasta que lo mareé lo suficiente como para que cuando lo dejé en el suelo se cayera.
-¡Ely! No puedes dudar ahora, este pueblo e incluso esta gente que te está atacando te necesitan. No es momento de vacilar, tenemos que buscar una solución pronto o…- Me callé de golpe al pensar en algo. Miré el arma de la comandante y sonreí ampliamente-. Te he visto congelar todo el portón de una cárcel del gobierno, ¿no podrías hacerles una prisión de hielo? Aunque sea solo un círculo que los envuelva. ¡Yo me encargo de dejarlos en un sitio quietos. Voy a necesitar que confíes en mí, te prometo que no les haré daño.
Alcé el vuelo, pudiendo ver mejor el alcance de nuestros enemigos. Era una turba violenta, pero nada que Ely y yo no pudiéramos manejar. Cogí aire, concentrándome mucho para lo que iba a hacer. Era peligroso y no quería hacerle daño a nadie, pero sabía que sería la mejor opción y era perfectamente capaz de conseguirlo… Esperaba por lo menos que mi optimismo se plasmara un poco en mis habilidades. Con mis poderes de fuego hice una línea en uno de los extremos del grupo de gente, alzando el fuego unos dos metros de alto para que no la saltasen simplemente. Por suerte no hubo ningún imprudente que intentara pasar al otro lado, habría tenido que apagarlo y se habría visto mi farol enseguida. Supongo que era lo que tenía haberse preparado hace cinco minutos para causar una revuelta, no eran soldados entrenados. Desde arriba podía ver si alguien se acercaba peligrosamente a la cortina de fuego así que no me preocupaba que se quemasen por error, aún si un desprevenido se tropezaba, simplemente echaría para atrás la llamarada. Poco a poco fui acotando la zona, los que estaban a los lados iban empujando a los otros para alejarse del calor, justo como quería.
-¿Cómo lo ves para hacerlo?- Ahora que lo pensaba, ni siquiera le había preguntado si era capaz, simplemente había confiado en sus capacidades. Igual ahora que me había parado a escucharla me llevaba una buena bronca.
Bueno, solo me quedaba rezar.
-Acaban de darme el alta y he visto un montón de alboroto, pero eso no importa ahora.- Asentí un par de veces, no era momento para bromas y hasta yo podía verlo.- ¡Estaré allí en nada!
Observé cómo salía volando, no tenía ni idea de que fuera capaz de hacer algo así. En nuestra huida de la cárcel habría venido bien. Pero también era cierto que estaba herida, seguramente no estaría en condiciones, tenía pinta de ser una técnica que requería mucha fuerza y esfuerzo. Sacudí la cabeza, saliendo de mis divagaciones y poniéndome en marcha. Yo también podía volar. Llegué más tarde hasta el puerto, había intentado ver que ninguna otra parte del pueblo del que Ely no tuviese conocimiento también estuviera con revueltas. Al no poder confirmar nada, fui al punto de destino directamente. Vi entonces como la marine estaba pasándolo mal con uno de los civiles por lo que tomé cartas en el asunto. Me acerqué rápidamente hasta ellos, haciendo crecer mi cola y enroscándola alrededor de la cintura de su atacante. Lo agité con fuerza en el aire, como si fuese un bote de zumo hasta que lo mareé lo suficiente como para que cuando lo dejé en el suelo se cayera.
-¡Ely! No puedes dudar ahora, este pueblo e incluso esta gente que te está atacando te necesitan. No es momento de vacilar, tenemos que buscar una solución pronto o…- Me callé de golpe al pensar en algo. Miré el arma de la comandante y sonreí ampliamente-. Te he visto congelar todo el portón de una cárcel del gobierno, ¿no podrías hacerles una prisión de hielo? Aunque sea solo un círculo que los envuelva. ¡Yo me encargo de dejarlos en un sitio quietos. Voy a necesitar que confíes en mí, te prometo que no les haré daño.
Alcé el vuelo, pudiendo ver mejor el alcance de nuestros enemigos. Era una turba violenta, pero nada que Ely y yo no pudiéramos manejar. Cogí aire, concentrándome mucho para lo que iba a hacer. Era peligroso y no quería hacerle daño a nadie, pero sabía que sería la mejor opción y era perfectamente capaz de conseguirlo… Esperaba por lo menos que mi optimismo se plasmara un poco en mis habilidades. Con mis poderes de fuego hice una línea en uno de los extremos del grupo de gente, alzando el fuego unos dos metros de alto para que no la saltasen simplemente. Por suerte no hubo ningún imprudente que intentara pasar al otro lado, habría tenido que apagarlo y se habría visto mi farol enseguida. Supongo que era lo que tenía haberse preparado hace cinco minutos para causar una revuelta, no eran soldados entrenados. Desde arriba podía ver si alguien se acercaba peligrosamente a la cortina de fuego así que no me preocupaba que se quemasen por error, aún si un desprevenido se tropezaba, simplemente echaría para atrás la llamarada. Poco a poco fui acotando la zona, los que estaban a los lados iban empujando a los otros para alejarse del calor, justo como quería.
-¿Cómo lo ves para hacerlo?- Ahora que lo pensaba, ni siquiera le había preguntado si era capaz, simplemente había confiado en sus capacidades. Igual ahora que me había parado a escucharla me llevaba una buena bronca.
Bueno, solo me quedaba rezar.
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Elyria suspiró al escuchar a Yor. Acababa de llegar, y ella aún seguía sin saber muy bien que hacer para controlar la situación sin hacerle daño a nadie. Era una situación complicada, pero era una comandante de la Marina, tenía que ser capaz de hacer esto. Y de paso, de demostrarle a esas ratas del gobierno, las cuales estaba segura de que habían instaurado esta revuelta basada en falsedades, que se podía manejar una situación así sin simplemente recurrir a matar a todos los civiles en nombre de la justicia
Sus palabras eran amables, pero no era el momento de sentimentalismos. Sabía todo eso, pero estaba pensando en una solución mientras se defendía. Pero no tenía malas intenciones, y no era momento de regañarle. Ni siquiera sabía si era algo por lo que regañarle en cualquier caso, a veces pecaba de amargada. Había mejorado en estos últimos dos años, pero aún quedaba mucho por trabajar.
Al menos la idea fue… decente. No le hacía mucha gracia que los rodeara con fuego, pero ya había comprobado de primera mano que era capaz de controlarlo. Le preocupaba, pero tenían que hacer algo cuando antes, frenar un poco este caos. Y siempre tenia su energía elemental para cortar el fuego en caso de emergencia. Así que asintió con la cabeza.
“Hazlo.”
Entonces sintió el calor del fuego, y Nissa le explicó cómo hacía un circulo de fuego alrededor del grupo. Al menos era fácil saber donde estaba, las llamas solían tener la peculiaridad de estar bastante calientes. Casi tanto como Miles. Ella subió usando su Sky Walk, y el circulo de fuego se fue haciendo más y más pequeño. Esperó a la señal de Yor, que sabría mejor cuándo sería el mejor momento para encerrarlos. Porque claro, era el quien manejaba el fuego. Y bueno, también porque podía ver lo que estaba ocurriendo. Ella apenas sentía un montón de presencias difusas y corriendo.
“No es ideal, pero nos dará algo de tiempo.”
Y se dejó caer al suelo, justo enfrente de la prisión ardiente. Pegó un fuerte talonazo en el suelo, y creo un enorme y alto muro de hielo alrededor del grupo de gente. El calor del fuego le ayudó a delimitar el radio, y Yor podía apagarlo a tiempo sin problemas. No le gustaba nada dejar a toda esta gente aquí encerrada, y no podían irse como si nada, pero al menos ahora podían pensar un poco. E intentar relajarles. Al menos se aseguró de darles el suficiente espacio para que no fuese demasiado agobiante, tampoco quería dejarlos a todos apelotonados.
“Gracias Yor, buen trabajo,” dijo antes de subir de un salto encima del muro. Estaba bastante alto, pero la fuerza de sus piernas le permitía llegar bastante alto. Esperó unos segundos a que la gente le mirase, y se puso a hablar.
“¡No os dejeis engañar por estas sabandijas del gobierno mundial! La Reina de la primavera nunca haría algo como matar a su propia gente, lo sabes de sobra.”
“¡Pues bien que reguló los precios de nuestros comercios! ¿Acaso no piensa en quienes que le dan de comer?”
“Pero si tiene su propio negocio de vestidos de gala. Parece que no viváis aquí…”
Silencio. Entonces otro hombre se puso a gritar.
“¡No queremos a una Reina corrupta y asesina en nuestra ciudad!”
Elyria suspiró, molesta. ¿Qué clase de grupo de idiotas se había juntado? No decían dos frases seguidas con sentido. Ni una sola, realmente.
“¿Os dais cuenta de que vivimos en una democracia? Si queréis sacar a la reina, buscad a otro candidato para tomar el puesto y pedíd unas elecciones.” La verdad es que era un poco confuso que el cargo de Reina de la Primavera fuese decidido por el pueblo, y no una monarquía hereditaria. Pero todo el mundo sabía eso… O eso pensaba al menos. “Pero no sois suficientes, ¿no? Solo a los que han conseguido engañar. Necesitais usar la violencia porque sabes que en unas elecciones no duraríais nada. Vuestras mentiras se destaparían enseguida.”
Pensó que seguirían quejándose, discutiendo con ella. Pero Nissa le dijo que más de uno se quedo pensativo. ¿Cómo de maleable e influenciable era esta gente? Parecían niños de primaria, viendo a dos adultos pelear, sin saber a cual de los dos hacer caso. Esas ratas del gobierno habían buscado a todos los tontos de la isla para hacer ruido. Aunque bueno, no todos estaban convencidos. Pero cuando iba a seguir hablando, sintió como alguien saltaba hacia ella, con intenciones de atacarla. Parecía que los infiltrados empezaban a delatarse ahora que vieron que no podían ganar una batalla verbal. Lo que no sabían, es que tampoco tenían oportunidad en una física.
“Solo eres una cómplice, la perra faldera de esa zorra de Alvar. Solo sabeis lamerle las botas a la Reina, ¡debeis ser eliminadas por el bien de San Poplar!” Gritó el atacante.
Elyria simplemente bloqueó el puñetazo con la pierna, agarrando al hombre del cuello de la camisa, girándose. Este intento librarse, pero no tenía suelo donde pisar. Fue a intentar atacarle con el dedo, una de las técnicas del Cipher Pol, como la que usó Julianna en su misión en Russuam. Nah, no lo permitiría.
“¡Yor, baja la basura por mi!” Gritó antes de lanzar al hombre en dirección al chico de una patada en el pecho. Probablemente le habría partido unos cuantos huesos. Tendría que llevárselo al cuartel para encerrarlo. Pero algo le decía que no estaba solo. Empezaba a sentir presencias más poderosas en la multitud. Tendrían que trabajar en equipo.
Sus palabras eran amables, pero no era el momento de sentimentalismos. Sabía todo eso, pero estaba pensando en una solución mientras se defendía. Pero no tenía malas intenciones, y no era momento de regañarle. Ni siquiera sabía si era algo por lo que regañarle en cualquier caso, a veces pecaba de amargada. Había mejorado en estos últimos dos años, pero aún quedaba mucho por trabajar.
Al menos la idea fue… decente. No le hacía mucha gracia que los rodeara con fuego, pero ya había comprobado de primera mano que era capaz de controlarlo. Le preocupaba, pero tenían que hacer algo cuando antes, frenar un poco este caos. Y siempre tenia su energía elemental para cortar el fuego en caso de emergencia. Así que asintió con la cabeza.
“Hazlo.”
Entonces sintió el calor del fuego, y Nissa le explicó cómo hacía un circulo de fuego alrededor del grupo. Al menos era fácil saber donde estaba, las llamas solían tener la peculiaridad de estar bastante calientes. Casi tanto como Miles. Ella subió usando su Sky Walk, y el circulo de fuego se fue haciendo más y más pequeño. Esperó a la señal de Yor, que sabría mejor cuándo sería el mejor momento para encerrarlos. Porque claro, era el quien manejaba el fuego. Y bueno, también porque podía ver lo que estaba ocurriendo. Ella apenas sentía un montón de presencias difusas y corriendo.
“No es ideal, pero nos dará algo de tiempo.”
Y se dejó caer al suelo, justo enfrente de la prisión ardiente. Pegó un fuerte talonazo en el suelo, y creo un enorme y alto muro de hielo alrededor del grupo de gente. El calor del fuego le ayudó a delimitar el radio, y Yor podía apagarlo a tiempo sin problemas. No le gustaba nada dejar a toda esta gente aquí encerrada, y no podían irse como si nada, pero al menos ahora podían pensar un poco. E intentar relajarles. Al menos se aseguró de darles el suficiente espacio para que no fuese demasiado agobiante, tampoco quería dejarlos a todos apelotonados.
“Gracias Yor, buen trabajo,” dijo antes de subir de un salto encima del muro. Estaba bastante alto, pero la fuerza de sus piernas le permitía llegar bastante alto. Esperó unos segundos a que la gente le mirase, y se puso a hablar.
“¡No os dejeis engañar por estas sabandijas del gobierno mundial! La Reina de la primavera nunca haría algo como matar a su propia gente, lo sabes de sobra.”
“¡Pues bien que reguló los precios de nuestros comercios! ¿Acaso no piensa en quienes que le dan de comer?”
“Pero si tiene su propio negocio de vestidos de gala. Parece que no viváis aquí…”
Silencio. Entonces otro hombre se puso a gritar.
“¡No queremos a una Reina corrupta y asesina en nuestra ciudad!”
Elyria suspiró, molesta. ¿Qué clase de grupo de idiotas se había juntado? No decían dos frases seguidas con sentido. Ni una sola, realmente.
“¿Os dais cuenta de que vivimos en una democracia? Si queréis sacar a la reina, buscad a otro candidato para tomar el puesto y pedíd unas elecciones.” La verdad es que era un poco confuso que el cargo de Reina de la Primavera fuese decidido por el pueblo, y no una monarquía hereditaria. Pero todo el mundo sabía eso… O eso pensaba al menos. “Pero no sois suficientes, ¿no? Solo a los que han conseguido engañar. Necesitais usar la violencia porque sabes que en unas elecciones no duraríais nada. Vuestras mentiras se destaparían enseguida.”
Pensó que seguirían quejándose, discutiendo con ella. Pero Nissa le dijo que más de uno se quedo pensativo. ¿Cómo de maleable e influenciable era esta gente? Parecían niños de primaria, viendo a dos adultos pelear, sin saber a cual de los dos hacer caso. Esas ratas del gobierno habían buscado a todos los tontos de la isla para hacer ruido. Aunque bueno, no todos estaban convencidos. Pero cuando iba a seguir hablando, sintió como alguien saltaba hacia ella, con intenciones de atacarla. Parecía que los infiltrados empezaban a delatarse ahora que vieron que no podían ganar una batalla verbal. Lo que no sabían, es que tampoco tenían oportunidad en una física.
“Solo eres una cómplice, la perra faldera de esa zorra de Alvar. Solo sabeis lamerle las botas a la Reina, ¡debeis ser eliminadas por el bien de San Poplar!” Gritó el atacante.
Elyria simplemente bloqueó el puñetazo con la pierna, agarrando al hombre del cuello de la camisa, girándose. Este intento librarse, pero no tenía suelo donde pisar. Fue a intentar atacarle con el dedo, una de las técnicas del Cipher Pol, como la que usó Julianna en su misión en Russuam. Nah, no lo permitiría.
“¡Yor, baja la basura por mi!” Gritó antes de lanzar al hombre en dirección al chico de una patada en el pecho. Probablemente le habría partido unos cuantos huesos. Tendría que llevárselo al cuartel para encerrarlo. Pero algo le decía que no estaba solo. Empezaba a sentir presencias más poderosas en la multitud. Tendrían que trabajar en equipo.
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Observé boquiabierto cómo creaba la prisión de hielo en apenas unos segundos. Definitivamente no me convenía enfadar a la chica, podía sacar un poder explosivo en apenas un parpadeo y me costaría mucho no salir dañado. En definitiva, me alegraba que fuésemos amigos. Sonreí orgulloso por el halago y fui detrás de ella, sentándome en la parte de arriba del muro mientras observaba a todo el gentío atrapado. Sentí un alivio recorrer todo mi cuerpo en cuanto vi que no había ni rastro de la enfermera que me había estado ciudadano estos días, me habría echado una buena bronca si me hubiese visto hacer todo esto justo después de haberme dado de alta.
Hice una mueca cuando empezaron a hablar de política. Me sentía un poco perdido en este tema, no conocía bien la isla ni sus entresijos y desde luego no tenía ni voz ni voto a la hora de opinar del tema. Podría estar ayudando al bando equivocado… Miré entonces a Ely fijamente. No, vaya idea más tonta. Esta chica se había colado en una prisión para rescatar a su… ¿Amante? Me había liberado, había mostrado genuina preocupación cuando se enteró de todo este embrollo y había tenido mucho cuidado de no herir a ningún idiota incauto. Haber dudado de ella había sido una de mis mayores tonterías hasta la fecha. Parpadeé un par de veces saliendo de mi estupor cuando vi que alguien se abalanzó sobre la marina, sin querer me había perdido lo que habían dicho. Solté una risa divertido al ver cómo intentaba ganarle uno contra uno en combate a Ely, negando con la cabeza lentamente. Asentí tranquilamente a su orden, cogiéndolo en el vuelo con la cola. Puse los dedos en posición de pistola, apuntándole y de repente salió fuego que se deslizó por el aire hasta llegar a sus muñecas y tobillos, sirviendo de esposas.
-Si no te resistes, ni lo notarás, será como estar al lado de una estufa.- Le sonreí divertido al tipo, que al intentar zafarse de las esposas, tiró, quemándose un poco. Sin embargo, en cuanto dejó de hacer fuerza, volvieron a ser inofensivas-. ¿Ves? No sé por qué sigo diciéndolo, nadie me hace caso nunca a la primera…
En ese momento vi como unas cuantas personas más saltaron de la multitud a lo alto del muro. No parecían ser unos cualesquiera por lo que me puse en posición de combate. Sin embargo, a la hora de ir a atacar, me resbalé con el suelo de hielo, cayendo de culo, cosa que me vino bien porque justo pude esquivar un ataque de otro agente distinto. Me puse de pie como pude, con las piernas temblando como fideos al no sentirme estable. Vale, esto podía ser un problema, tendría que aprender rápido a patinar o algo así. Paré un par de golpes con los brazos, tenía a dos enemigos delante de mi y no me daban tregua alguna, sobre todo porque intentaba no moverme del sitio para no resbalarme. Me vi obligado a dar un paso al frente, volviendo a resbalarme, solo que esta vez iba a caerme. Cogí la corbata de uno de ellos por instinto.para no caerme, no llevándomelo por delante conmigo gracias a que su compañero lo agarró. Estaba al borde de caer, ahogando sin querer al tipo este hasta que di un tirón para volver a estar estable encima de la pasarela de hielo. El ahorcado se puso de rodillas tosiendo un poco mientras se frotaba la garganta por el dolor.
-¡Oh! ¡Ya sé!- Hice crecer las garras de los pies, clavándolos en el suelo, pudiendo así caminar libremente-. Ah, espera, podría haber volado simplemente y así no rompía los zapatos…
Me calló de golpe un puñetazo del otro señor trajeado, lo que hizo que diera unos pasos hacia atrás. Vale, vale, ya me pongo a pelear, dale, Yor, que no puedes estar aquí todo el día.
Hice una mueca cuando empezaron a hablar de política. Me sentía un poco perdido en este tema, no conocía bien la isla ni sus entresijos y desde luego no tenía ni voz ni voto a la hora de opinar del tema. Podría estar ayudando al bando equivocado… Miré entonces a Ely fijamente. No, vaya idea más tonta. Esta chica se había colado en una prisión para rescatar a su… ¿Amante? Me había liberado, había mostrado genuina preocupación cuando se enteró de todo este embrollo y había tenido mucho cuidado de no herir a ningún idiota incauto. Haber dudado de ella había sido una de mis mayores tonterías hasta la fecha. Parpadeé un par de veces saliendo de mi estupor cuando vi que alguien se abalanzó sobre la marina, sin querer me había perdido lo que habían dicho. Solté una risa divertido al ver cómo intentaba ganarle uno contra uno en combate a Ely, negando con la cabeza lentamente. Asentí tranquilamente a su orden, cogiéndolo en el vuelo con la cola. Puse los dedos en posición de pistola, apuntándole y de repente salió fuego que se deslizó por el aire hasta llegar a sus muñecas y tobillos, sirviendo de esposas.
-Si no te resistes, ni lo notarás, será como estar al lado de una estufa.- Le sonreí divertido al tipo, que al intentar zafarse de las esposas, tiró, quemándose un poco. Sin embargo, en cuanto dejó de hacer fuerza, volvieron a ser inofensivas-. ¿Ves? No sé por qué sigo diciéndolo, nadie me hace caso nunca a la primera…
En ese momento vi como unas cuantas personas más saltaron de la multitud a lo alto del muro. No parecían ser unos cualesquiera por lo que me puse en posición de combate. Sin embargo, a la hora de ir a atacar, me resbalé con el suelo de hielo, cayendo de culo, cosa que me vino bien porque justo pude esquivar un ataque de otro agente distinto. Me puse de pie como pude, con las piernas temblando como fideos al no sentirme estable. Vale, esto podía ser un problema, tendría que aprender rápido a patinar o algo así. Paré un par de golpes con los brazos, tenía a dos enemigos delante de mi y no me daban tregua alguna, sobre todo porque intentaba no moverme del sitio para no resbalarme. Me vi obligado a dar un paso al frente, volviendo a resbalarme, solo que esta vez iba a caerme. Cogí la corbata de uno de ellos por instinto.para no caerme, no llevándomelo por delante conmigo gracias a que su compañero lo agarró. Estaba al borde de caer, ahogando sin querer al tipo este hasta que di un tirón para volver a estar estable encima de la pasarela de hielo. El ahorcado se puso de rodillas tosiendo un poco mientras se frotaba la garganta por el dolor.
-¡Oh! ¡Ya sé!- Hice crecer las garras de los pies, clavándolos en el suelo, pudiendo así caminar libremente-. Ah, espera, podría haber volado simplemente y así no rompía los zapatos…
Me calló de golpe un puñetazo del otro señor trajeado, lo que hizo que diera unos pasos hacia atrás. Vale, vale, ya me pongo a pelear, dale, Yor, que no puedes estar aquí todo el día.
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Elyria sonrió orgullosa cuando Nissa le dijo que Yor había podido controlar un poco la situación con el hombre que le había lanzado. Suspiró, pensando en como habían podido permitir que todo esto escalase a un nivel tan absurdo. ¿Cómo no se habían dado cuenta hasta ahora? Era imposible que le hubiesen lavado el cerebro a tanta gente en un par de días.
En cualquier caso, tenía que encontrargarse de estos imbéciles, tenía muchas cosas que hace, la situación era urgente y no tenía tiempo como para perderlo con unas ratitas del gobierno. Por suerte tenía a Yor para ayudarle, le estabaa sorprendiendo bastante que resultase ser tan útil. Al parecer tuvo unos problemas con el hielo, pero se adaptó rápido. Eso demostraba muchas cosas.
Se siguió defendiendo de los ataques que le llegaban con una mano, sin mucha dificultad. Los agentes que habían asignado a esta zona no parecían ser la gran cosa. Con la otra llamo al cuartel, pidiendo unos refuerzos para que viniesen a escoltar a los civiles. No podría quedarse ella, pero tampoco le gustaba dejarlos encerrados sin más. No lo merecían.
Patinó hasta donde estaba su compañero, con ayuda de sus suelas deslizantes. Tanta práctica moviéndose por el hielo había dado sus frutos, ya era algo natural para ella. Tenía que serlo, claro, el poder moverse con facilidad y más rápidos mientras volvía más torpe a su rival formaba parte de su arsenal.
“Bien hecho Yor. Pero pongámonos en serio. Aún no se cual es la situación en el resto de la isla. Alvar está protegiendo a la reina, pero me preocupa. Estos hijos de puta son capaces de cualquier cosa… Tenemos que acabar pronto con estos peones.”
Suspiró profundamente, concentrándose en su Haki de Observación. Mientras hablaba con el seguía bloqueando ataques con su arma, pero no podía seguir a la defensiva. Así que dio un paso hacia delante, pegándole un fuerte rodillazo a uno de los agentes en el estomago. Lo agarró del cuello de la camisa, y lo pateó en el pecho en dirección a otros tres, derribándolos como si fuesen bolos. Luego simplemente corrió hacia ellos, saltando y creando una onda expansiva con una patada hacia abajo, seguida de una cortante con Khione. Ambas se combinaron en un solo ataque, destrozando y congelando el suelo, y matando a unos cuantos agentes.
Se giró en dirección a Yor, volviendo a dirigirle la palabra.
“Incarnate de los dos tontos que quedan y ven a palacio, ya he pedido refuerzos.”
Y entonces, volvió a salir por los aires gracias a su Sky Walk, en dirección al grupo liderado por Alvar. Tenía un mal presentimiento acerca de todo esto.
En cualquier caso, tenía que encontrargarse de estos imbéciles, tenía muchas cosas que hace, la situación era urgente y no tenía tiempo como para perderlo con unas ratitas del gobierno. Por suerte tenía a Yor para ayudarle, le estabaa sorprendiendo bastante que resultase ser tan útil. Al parecer tuvo unos problemas con el hielo, pero se adaptó rápido. Eso demostraba muchas cosas.
Se siguió defendiendo de los ataques que le llegaban con una mano, sin mucha dificultad. Los agentes que habían asignado a esta zona no parecían ser la gran cosa. Con la otra llamo al cuartel, pidiendo unos refuerzos para que viniesen a escoltar a los civiles. No podría quedarse ella, pero tampoco le gustaba dejarlos encerrados sin más. No lo merecían.
Patinó hasta donde estaba su compañero, con ayuda de sus suelas deslizantes. Tanta práctica moviéndose por el hielo había dado sus frutos, ya era algo natural para ella. Tenía que serlo, claro, el poder moverse con facilidad y más rápidos mientras volvía más torpe a su rival formaba parte de su arsenal.
“Bien hecho Yor. Pero pongámonos en serio. Aún no se cual es la situación en el resto de la isla. Alvar está protegiendo a la reina, pero me preocupa. Estos hijos de puta son capaces de cualquier cosa… Tenemos que acabar pronto con estos peones.”
Suspiró profundamente, concentrándose en su Haki de Observación. Mientras hablaba con el seguía bloqueando ataques con su arma, pero no podía seguir a la defensiva. Así que dio un paso hacia delante, pegándole un fuerte rodillazo a uno de los agentes en el estomago. Lo agarró del cuello de la camisa, y lo pateó en el pecho en dirección a otros tres, derribándolos como si fuesen bolos. Luego simplemente corrió hacia ellos, saltando y creando una onda expansiva con una patada hacia abajo, seguida de una cortante con Khione. Ambas se combinaron en un solo ataque, destrozando y congelando el suelo, y matando a unos cuantos agentes.
Se giró en dirección a Yor, volviendo a dirigirle la palabra.
“Incarnate de los dos tontos que quedan y ven a palacio, ya he pedido refuerzos.”
Y entonces, volvió a salir por los aires gracias a su Sky Walk, en dirección al grupo liderado por Alvar. Tenía un mal presentimiento acerca de todo esto.
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Me había arrodillado para echarle un vistazo a los zapatos, haciendo una pequeña mueca al comprobar que, efectivamente, me había quedado completamente sin calzado y tendría que ensuciarme, hacerme un poco de daño en los pies, quizá incluso caminar sobre algún moco o alguna superficie viscosa… El escalofrío que recorrió todo mi cuerpo se vio interrumpido cuando Ely volvió a hablarme, intentando que no se me notara que estaba distrayéndome con algo así en una situación como esta. Le hizo un saludo militar, intentando que se me viese implicado en la misión y observé cómo se iba volando con sus patadas.
-Bueno, vale, ya no puedo seguir bailando con vosotros, que mi amiga necesita mi cerebro y mi fuerza bruta… Seguramente más mi fuerza, pero es lo suficientemente maja como para no decírmelo a la cara.- Me crují los nudillos y me puse en posición de pelear.
Vi como vinieron corriendo hacia mí por lo que mantuve la posición, de aquí no me moverían. Me agaché y di un latigazo a uno de ellos, haciendo que saliera volando por encima de mí hasta caer de bruces contra el frío suelo. El otro prefirió tomar un acercamiento más bajo, concretamente intentó derribarme con un deslizamiento por lo que antes de que llegara le metí un fuerte puñetazo al hielo entre nosotros, haciendo que se creara un boquete por el que cayó, quedándose su cabeza justo a la distancia perfecta para una buena patada, como si fuera un balón de fútbol. Miré al otro e, intentando imitar a Elyria, patiné hasta él. Desde luego no era tan grácil y sútil, sobre todo cuando me tropecé y me lo llevé por delante como si fuese yo una bola y él un bolo, pero como pareció no poder volver a levantarse, sonreí satisfecho.
Hice crecer mis alas, levantándome en el aire para ir hacia palacio. No fue hasta estar varios metros en el aire que me di cuenta de que no sabía la dirección y, sinceramente, todos los edificios eran tan bonitos que no podía distinguir las mansiones de un palacio. Por eso, volví un poco con la cola entre las piernas hacia los prisioneros, preguntando por direcciones. Por suerte, con el tiempo que había pasado y al estar atrapados en una prisión de hielo, acabaron por darme la información. Solo tuve que aguantar un par de insultos, pan comido. Se debieron pensar que era un poco lento, porque realmente no era tan difícil adivinar cuál era el sitio. Era el sitio hecho de mármol, con enredaderas floridas alrededor de unas columnas. Conforme más me acercaba al edificio, más podía admirar su belleza. Los arcos que unían las columnas tenían grabados con motivos florales, macetas con plantas enormes, unos jardines relucientes con unos invernaderos de metal impresionantes, una ballesta bastante grande apuntándome… Espera, ¿¡qué?!
No pude reaccionar a tiempo y su munición, que por suerte era una red y no un virote, me dio de lleno. Al no poder seguir moviendo las libremente, rápidamente comencé a perder velocidad, precipitándome hacia una de las ventanas del palacio. La atravesé, llevándome algunos cortes en los trozos de piel que no me había dado tiempo a recubrir de escamas antes del impacto. Solté un quejido molesto y alcé la mirada, encontrándome con las caras incrédulas de un montón de desconocidos que cubrían a una mujer, esta también parecía igual de sorprendida, y de Alvar. No tardé en entender que me había cruzado al escuadrón de protección de la reina y que habían elegido ese cuarto para protegerse y atrincherarse. Algunos estaban moviendo muebles para hacer una barricada hasta que había entrado yo.
-¡Hola! ¿Me hacéis el favor de cortar la red? Tengo la rodilla contra el esternón y los hue…- Me callé de golpe al acordarme de que estaba ante la reina, riendo levante avergonzado-. Bueno, el caso es que vengo de parte de Ely y parece que he llegado antes que ella, que potra.
-Bueno, vale, ya no puedo seguir bailando con vosotros, que mi amiga necesita mi cerebro y mi fuerza bruta… Seguramente más mi fuerza, pero es lo suficientemente maja como para no decírmelo a la cara.- Me crují los nudillos y me puse en posición de pelear.
Vi como vinieron corriendo hacia mí por lo que mantuve la posición, de aquí no me moverían. Me agaché y di un latigazo a uno de ellos, haciendo que saliera volando por encima de mí hasta caer de bruces contra el frío suelo. El otro prefirió tomar un acercamiento más bajo, concretamente intentó derribarme con un deslizamiento por lo que antes de que llegara le metí un fuerte puñetazo al hielo entre nosotros, haciendo que se creara un boquete por el que cayó, quedándose su cabeza justo a la distancia perfecta para una buena patada, como si fuera un balón de fútbol. Miré al otro e, intentando imitar a Elyria, patiné hasta él. Desde luego no era tan grácil y sútil, sobre todo cuando me tropecé y me lo llevé por delante como si fuese yo una bola y él un bolo, pero como pareció no poder volver a levantarse, sonreí satisfecho.
Hice crecer mis alas, levantándome en el aire para ir hacia palacio. No fue hasta estar varios metros en el aire que me di cuenta de que no sabía la dirección y, sinceramente, todos los edificios eran tan bonitos que no podía distinguir las mansiones de un palacio. Por eso, volví un poco con la cola entre las piernas hacia los prisioneros, preguntando por direcciones. Por suerte, con el tiempo que había pasado y al estar atrapados en una prisión de hielo, acabaron por darme la información. Solo tuve que aguantar un par de insultos, pan comido. Se debieron pensar que era un poco lento, porque realmente no era tan difícil adivinar cuál era el sitio. Era el sitio hecho de mármol, con enredaderas floridas alrededor de unas columnas. Conforme más me acercaba al edificio, más podía admirar su belleza. Los arcos que unían las columnas tenían grabados con motivos florales, macetas con plantas enormes, unos jardines relucientes con unos invernaderos de metal impresionantes, una ballesta bastante grande apuntándome… Espera, ¿¡qué?!
No pude reaccionar a tiempo y su munición, que por suerte era una red y no un virote, me dio de lleno. Al no poder seguir moviendo las libremente, rápidamente comencé a perder velocidad, precipitándome hacia una de las ventanas del palacio. La atravesé, llevándome algunos cortes en los trozos de piel que no me había dado tiempo a recubrir de escamas antes del impacto. Solté un quejido molesto y alcé la mirada, encontrándome con las caras incrédulas de un montón de desconocidos que cubrían a una mujer, esta también parecía igual de sorprendida, y de Alvar. No tardé en entender que me había cruzado al escuadrón de protección de la reina y que habían elegido ese cuarto para protegerse y atrincherarse. Algunos estaban moviendo muebles para hacer una barricada hasta que había entrado yo.
-¡Hola! ¿Me hacéis el favor de cortar la red? Tengo la rodilla contra el esternón y los hue…- Me callé de golpe al acordarme de que estaba ante la reina, riendo levante avergonzado-. Bueno, el caso es que vengo de parte de Ely y parece que he llegado antes que ella, que potra.
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Elyria corría por el cielo. Se había acostumbrado tanto a usar el Sky Walk que ya formaba parte de su propia naturaleza. A su ceguera no tanto. Aún necesitaba la ayuda constante de Nissa. Su Haki de Observación aún no era super preciso, y de todas formas, no era capaz de detectar una pared como para no estamparse. Agradecía mucho tener la ayuda de su pequeña amiga.
Antes de ir a palacio se pasó por el cuartel de la Marina. Tenía que reportar todo lo que había ocurrido y mandar un escuadrón a que llevase a salvo a los civiles. Y bueno, a recuperar los cadaveres de esas rat… No. No se burlaría de unos muertos de esa forma. Aún le quedaba algo de cordura.
Después de eso fue directa a buscar al grupo de Alvar. Estaban actuando junto a la guardia personal de la Reina, el objetivo de los que habían provocado una revuelta. Necesitaba saber como estaba avanzando todo en ese frente.
Cuándo llego a palacio, escuchó el una ventana rompiéndose por un impacto. Preocupada, se puso a correr por los pasillos a toda velocidad, en dirección al ruido. Provenía de una de las habitaciones, y podía escuchar a Alvar, a la Reina y a miembros de la guardia real dentro. Y a… ¿Yor? ¿Cómo demonios había encontrado la habitación? Suspiró, tranquilizándose. No parecía haber ningún peligro inminente.
“Comandante Elyria, abran la puerta.”
Tardaron mas de lo normal. ¿Pretendía encerrarse aquí? No parecía un lugar muy seguro, desde luego. Saludó a sus compañeros y Nissa se puso a reírse. Al parecer Yor estaba en el suelo, atrapado, así que suspiró y se agachó para liberarlo de la red.
“¿No puedes ni llegar a palacio de forma normal? ¿Y quién te ha dado permiso de acercarte a la guardia real? Eres un criminal, Yor. Aún si es por culpa de esos desgraciados. Solo te conocemos Alvar y yo. Y bastante poco además.” Suspiró, mirando a Alvar, la reina y a la guardia. “Y vámonos de aquí de una vez. Si este idiota ha logrado entrar como si nada, esas ratas del gobierno tendrán cero problema en llegar aquí.”
Entonces escuchó otro ruido a lo lejos. Gritos, caos. Parece que había comenzado el ataque a palacio. Elyria miró a la Reina y a la guardia.
“Lleven a su majestad a un lugar seguro. Seguro de verdad a poder ser.” Buscó en su bolsillo y sacó un mapa, comenzando a dar órdenes. “Aquí debería estar más segura. Podeis bloquear por aquí y por aquí,” dijo señalando unos pasillos. “Y esta a una distancia prudente para que no lleguen fácilmente, pero para facilitar la ayuda de refuerzos si siguen avanzando. Ya informe en cuartel. Y grito o un toque a mi DDM si necesitan que bajemos rápido.”
Luego miro a Alvar y a Yor. “Nosotros vamos a por esas putas ratas. No podemos permitir que más gente muera a sus manos.
Antes de ir a palacio se pasó por el cuartel de la Marina. Tenía que reportar todo lo que había ocurrido y mandar un escuadrón a que llevase a salvo a los civiles. Y bueno, a recuperar los cadaveres de esas rat… No. No se burlaría de unos muertos de esa forma. Aún le quedaba algo de cordura.
Después de eso fue directa a buscar al grupo de Alvar. Estaban actuando junto a la guardia personal de la Reina, el objetivo de los que habían provocado una revuelta. Necesitaba saber como estaba avanzando todo en ese frente.
Cuándo llego a palacio, escuchó el una ventana rompiéndose por un impacto. Preocupada, se puso a correr por los pasillos a toda velocidad, en dirección al ruido. Provenía de una de las habitaciones, y podía escuchar a Alvar, a la Reina y a miembros de la guardia real dentro. Y a… ¿Yor? ¿Cómo demonios había encontrado la habitación? Suspiró, tranquilizándose. No parecía haber ningún peligro inminente.
“Comandante Elyria, abran la puerta.”
Tardaron mas de lo normal. ¿Pretendía encerrarse aquí? No parecía un lugar muy seguro, desde luego. Saludó a sus compañeros y Nissa se puso a reírse. Al parecer Yor estaba en el suelo, atrapado, así que suspiró y se agachó para liberarlo de la red.
“¿No puedes ni llegar a palacio de forma normal? ¿Y quién te ha dado permiso de acercarte a la guardia real? Eres un criminal, Yor. Aún si es por culpa de esos desgraciados. Solo te conocemos Alvar y yo. Y bastante poco además.” Suspiró, mirando a Alvar, la reina y a la guardia. “Y vámonos de aquí de una vez. Si este idiota ha logrado entrar como si nada, esas ratas del gobierno tendrán cero problema en llegar aquí.”
Entonces escuchó otro ruido a lo lejos. Gritos, caos. Parece que había comenzado el ataque a palacio. Elyria miró a la Reina y a la guardia.
“Lleven a su majestad a un lugar seguro. Seguro de verdad a poder ser.” Buscó en su bolsillo y sacó un mapa, comenzando a dar órdenes. “Aquí debería estar más segura. Podeis bloquear por aquí y por aquí,” dijo señalando unos pasillos. “Y esta a una distancia prudente para que no lleguen fácilmente, pero para facilitar la ayuda de refuerzos si siguen avanzando. Ya informe en cuartel. Y grito o un toque a mi DDM si necesitan que bajemos rápido.”
Luego miro a Alvar y a Yor. “Nosotros vamos a por esas putas ratas. No podemos permitir que más gente muera a sus manos.
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No pude evitar soltarle una sonrisa un tanto avergonzada, es verdad que quizá no había tenido mi mejor momento a la hora de presentarme en este sitio, pero técnicamente no era ni mi culpa.
-Es que las defensas del castillo, muy buenas por cierto, estimaron que alguien con alas no era buen augurio, no era mi intención ni mucho menos acabar aquí.- Miré a la reina y sus guardias de nuevo, no lo había pensado así. No consideraba que hubiera una diferencia relevante entre nosotros, pero supongo que aun así debía actuar como si las hubiera-. Ey, al menos eso es cierto, ha servido para comprobar lo seguro que es este sitio.
Me quedé en silencio, no quería molestar a Ely con su trabajo, mejor calladito y esperar a que hicieran algo. Miré la habitación, más bien la gente que había dentro de esta. Crucé las miradas durante un segundo con la Reina, por lo que por educación, le sonreí y saludé con la mano. Correspondió el gesto aunque tardó unos segundos en decidirse en hacerlo y ni siquiera parecía muy convencida mientras lo hacía. Suspiré entonces, mientras veía al resto. Los guardias, por mucho que intentaran esconderlo, se les notaba asustados. Esta gente tendría familia, seguramente algunos de ellos los habría visto durante el tiempo que estuve recuperándome. No estaba seguro de qué estaba ocurriendo en este sitio, cual sería el bando bueno o malo, si es que eso siquiera tiene sentido. Pero sabía quiénes me habían cuidado y desde luego les iba a devolver el gesto. Salí de mi burbuja en cuanto Elyria se dirigió hacia mí, haciéndole un saludo militar. La seguí cuando comenzó a caminar allá dónde se oía el ruido del combate desde hacía un rato.
-Ely, ya sabes qué es lo que se me da bien hacer, te puedo servir como apoyo, pero en mi cabeza no hay grandes estrategias ni me sé este sitio así que si necesitas algo, gritame.
Tras decir aquello, abrí las alas de nuevo y me tiré hacia delante para avanzar hasta el conflicto. Llegué justo a tiempo para salvar a una pobre sirvienta a la que todavía no le había dado tiempo a huir, parando una espada con la mano, que había recubierto del veneno sólido antes para evitar la herida. Con la cola empujé a la chica hasta una zona más segura, deslizándose por el suelo.
-¡Vete de aquí! ¡Y muy bien fregado el suelo!- Dije a la par que de un coletazo derribaba al soldado que había intentado matar a la chica.
Parpadeé un par de veces para meterme en el combate, no podía divertirme demasiado. Esto era importante para Ely así que tenía que esforzarme lo máximo posible para que todo saliese bien.
-Es que las defensas del castillo, muy buenas por cierto, estimaron que alguien con alas no era buen augurio, no era mi intención ni mucho menos acabar aquí.- Miré a la reina y sus guardias de nuevo, no lo había pensado así. No consideraba que hubiera una diferencia relevante entre nosotros, pero supongo que aun así debía actuar como si las hubiera-. Ey, al menos eso es cierto, ha servido para comprobar lo seguro que es este sitio.
Me quedé en silencio, no quería molestar a Ely con su trabajo, mejor calladito y esperar a que hicieran algo. Miré la habitación, más bien la gente que había dentro de esta. Crucé las miradas durante un segundo con la Reina, por lo que por educación, le sonreí y saludé con la mano. Correspondió el gesto aunque tardó unos segundos en decidirse en hacerlo y ni siquiera parecía muy convencida mientras lo hacía. Suspiré entonces, mientras veía al resto. Los guardias, por mucho que intentaran esconderlo, se les notaba asustados. Esta gente tendría familia, seguramente algunos de ellos los habría visto durante el tiempo que estuve recuperándome. No estaba seguro de qué estaba ocurriendo en este sitio, cual sería el bando bueno o malo, si es que eso siquiera tiene sentido. Pero sabía quiénes me habían cuidado y desde luego les iba a devolver el gesto. Salí de mi burbuja en cuanto Elyria se dirigió hacia mí, haciéndole un saludo militar. La seguí cuando comenzó a caminar allá dónde se oía el ruido del combate desde hacía un rato.
-Ely, ya sabes qué es lo que se me da bien hacer, te puedo servir como apoyo, pero en mi cabeza no hay grandes estrategias ni me sé este sitio así que si necesitas algo, gritame.
Tras decir aquello, abrí las alas de nuevo y me tiré hacia delante para avanzar hasta el conflicto. Llegué justo a tiempo para salvar a una pobre sirvienta a la que todavía no le había dado tiempo a huir, parando una espada con la mano, que había recubierto del veneno sólido antes para evitar la herida. Con la cola empujé a la chica hasta una zona más segura, deslizándose por el suelo.
-¡Vete de aquí! ¡Y muy bien fregado el suelo!- Dije a la par que de un coletazo derribaba al soldado que había intentado matar a la chica.
Parpadeé un par de veces para meterme en el combate, no podía divertirme demasiado. Esto era importante para Ely así que tenía que esforzarme lo máximo posible para que todo saliese bien.
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Elyria suspiró cuando Yor actuó de esa forma tan… Yoresca. Sí, definitivamente esa era una palabra que acabaría en el diccionario si el pobre chico no tuviese los días contados. En una de sus hazañas dejaría de tener tanta suerte y acabaría muerto. Aunque ya era bastante sorprendente que no hubiese ocurrido todavía.
Así que se acercó a la pobre sirvienta, que no entendía muy bien que estaba ocurriendo, y le pidió disculpas, dándole indicaciones para que pudiera ir a resguardarse con el resto del personal y con la guardia. Nissa, para sorpresa de nadie, se reía sin vergüenza—lo cual es fácil cuándo solo te puede escuchar una persona—desde su hombro mientras la guiaba por los pasillos en dirección al ruido.
Al llegar, se dio cuenta de que tenían un problema. Aún quedaba una cantidad considerable de gente que no había sido evacuada o resguardada en el palacio. Así que giró la cabeza en dirección a Yor, suspirando. Le preocupaba pedirle algo así a otra persona, aunque era necesario dada su condición.
“You, encárgate de que estas ratas no hagan daño a nuestra gente. Es un tanto… complicado reaccionar a tiempo a estas cosas cuándo no puedes ver.”
Cerró los ojos—lo cuál, notablemente, no cambiaba nada—y se movió hacia la entrada por la que estaban entrando los atacantes. Nissa comprobó rápidamente que no dejaban a nadie de los suyos al otro lado y avisó a Elyria, que clavó a Khione en el suelo para crear una pequeña pero gruesa pared de hielo, bloqueando el paso.
Entonces se giró. Nissa le había avisado a tiempo de que le atacaban por la espalda. Y bueno, el haki también ayudaba. Y acostumbrarse a no ver ni lo que una tiene delante. En resumen, que no le supuso demasiado problema librarse de ellos con un ataque rápido a sus cuellos. Parecía que aquí solo habían dejado a la chusta. Eso normalmente sería lo ideal, pero claro… También significaba que los más peligrosos andaban sueltos por otras zonas. Probablemente buscando a la reina. Pero Alvar estaba con ese grupo, tenía que confiar en ella. Alvar era fuerte, podía mantener a su grupo a salvo.
Preocupada por la situación de Yor—o más bien por la de los civiles, dudaba que estos debiluchos pudiesen hacerle más que un rasguño—le pidió a Nissa que le pusiese al tanto.
Así que se acercó a la pobre sirvienta, que no entendía muy bien que estaba ocurriendo, y le pidió disculpas, dándole indicaciones para que pudiera ir a resguardarse con el resto del personal y con la guardia. Nissa, para sorpresa de nadie, se reía sin vergüenza—lo cual es fácil cuándo solo te puede escuchar una persona—desde su hombro mientras la guiaba por los pasillos en dirección al ruido.
Al llegar, se dio cuenta de que tenían un problema. Aún quedaba una cantidad considerable de gente que no había sido evacuada o resguardada en el palacio. Así que giró la cabeza en dirección a Yor, suspirando. Le preocupaba pedirle algo así a otra persona, aunque era necesario dada su condición.
“You, encárgate de que estas ratas no hagan daño a nuestra gente. Es un tanto… complicado reaccionar a tiempo a estas cosas cuándo no puedes ver.”
Cerró los ojos—lo cuál, notablemente, no cambiaba nada—y se movió hacia la entrada por la que estaban entrando los atacantes. Nissa comprobó rápidamente que no dejaban a nadie de los suyos al otro lado y avisó a Elyria, que clavó a Khione en el suelo para crear una pequeña pero gruesa pared de hielo, bloqueando el paso.
Entonces se giró. Nissa le había avisado a tiempo de que le atacaban por la espalda. Y bueno, el haki también ayudaba. Y acostumbrarse a no ver ni lo que una tiene delante. En resumen, que no le supuso demasiado problema librarse de ellos con un ataque rápido a sus cuellos. Parecía que aquí solo habían dejado a la chusta. Eso normalmente sería lo ideal, pero claro… También significaba que los más peligrosos andaban sueltos por otras zonas. Probablemente buscando a la reina. Pero Alvar estaba con ese grupo, tenía que confiar en ella. Alvar era fuerte, podía mantener a su grupo a salvo.
Preocupada por la situación de Yor—o más bien por la de los civiles, dudaba que estos debiluchos pudiesen hacerle más que un rasguño—le pidió a Nissa que le pusiese al tanto.
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Noté la mirada de Ely clavada en mí; para ser ciega desde luego que sus miradas podían paralizar o hacerse notar. Escuché atentamente sus palabras, mostrándole el pulgar como signo de aprobación hasta que recordé lo que había pensado literalmente un segundo antes y le respondí con palabras, que seguramente nos ahorraríamos tiempo así. Antes de ponerme en marcha no pude evitar desperdiciar unos cuantos segundos mirando a Elyria, la forma de pelear que tenía era increíble, le tenía que decir; una vez acabara todo esto, que me enseñara a ver sin ver como ella hacía.
Me di un par de palmadas en la cara para despejarme y me dispuse a correr hacia los civiles. Estas nuevas aventuras que había vivido hoy me habían enseñado un par de usos más defensivos de mis poderes y es que hasta ahora sí que había usado el fuego como medida restrictiva con mis enemigos, pudiendo usar hasta unas especie de esposas con el fuego. Por lo que sea, hasta hoy nunca había pensado usarlas para sujetar y cubrir a otros. Antes, cuando todo el tumulto del pueblo, habría sido contraproducente ya que la gente se habría asustado y agobiado más. Era lo normal, la lógica te dice que si tocas el fuego te quemas, así que de primeras dudo que nadie se creyese que pudiera hacer fuego no hiriente. Cosas de hada de fuego, supongo. Ahora, aunque el sustillo inicial no se lo iba a quitar nadie, los enemigos tampoco sabrán qué hacer.
Llevé ambas manos a mi boca, casi como si fuera a vomitar, y soplé con fuerza, empezando a moldear el fuego conforme pasaba por mis manos hasta que le dí la forma de un látigo. Vi el arma en mis manos y me di cuenta de que en mi puta vida había usado uno, haciendo que durante los segundos que no recordé que puedo controlar el fuego a placer entrara en pánico. Me ayudé de cómo me imaginaba que se usaba esto, ya tendré que aprender, y de la piromancia (esta palabra me la había enseñado Jin). Alargué el arma hasta coger la pierna de uno de los legionarios, tirando para coger un tirón e ir hacia él a la par que lo apartaba de un chiquillo que seguramente se encargara de ayudar a los mayordomos, o al menos es lo que su vestimenta me daba a entender según lo que sabía de etiqueta. El arma resultó ser mejor idea de lo que había creído porque mientras podía enfocarme con puñetazos y patadas con los que tenía más cerca, si veía a alguno que estuviera demasiado cerca del servicio, podía apartarlo con fuerza y estrellarlo contra la pared para asegurarme de que tardase en levantarse. Además, cuando la víctima estaba más cerca, envolvía el látigo alrededor de su cintura para poder apartarla, con mucho más cuidado para no estamparla contra ninguna superficie. No quería que Ely me regañara…
-¿Cómo vas Ely?- Grité entre todo el ruido, hacía un rato que no había podido echarle un vistazo, estaba hasta arriba de trabajo.
Me di un par de palmadas en la cara para despejarme y me dispuse a correr hacia los civiles. Estas nuevas aventuras que había vivido hoy me habían enseñado un par de usos más defensivos de mis poderes y es que hasta ahora sí que había usado el fuego como medida restrictiva con mis enemigos, pudiendo usar hasta unas especie de esposas con el fuego. Por lo que sea, hasta hoy nunca había pensado usarlas para sujetar y cubrir a otros. Antes, cuando todo el tumulto del pueblo, habría sido contraproducente ya que la gente se habría asustado y agobiado más. Era lo normal, la lógica te dice que si tocas el fuego te quemas, así que de primeras dudo que nadie se creyese que pudiera hacer fuego no hiriente. Cosas de hada de fuego, supongo. Ahora, aunque el sustillo inicial no se lo iba a quitar nadie, los enemigos tampoco sabrán qué hacer.
Llevé ambas manos a mi boca, casi como si fuera a vomitar, y soplé con fuerza, empezando a moldear el fuego conforme pasaba por mis manos hasta que le dí la forma de un látigo. Vi el arma en mis manos y me di cuenta de que en mi puta vida había usado uno, haciendo que durante los segundos que no recordé que puedo controlar el fuego a placer entrara en pánico. Me ayudé de cómo me imaginaba que se usaba esto, ya tendré que aprender, y de la piromancia (esta palabra me la había enseñado Jin). Alargué el arma hasta coger la pierna de uno de los legionarios, tirando para coger un tirón e ir hacia él a la par que lo apartaba de un chiquillo que seguramente se encargara de ayudar a los mayordomos, o al menos es lo que su vestimenta me daba a entender según lo que sabía de etiqueta. El arma resultó ser mejor idea de lo que había creído porque mientras podía enfocarme con puñetazos y patadas con los que tenía más cerca, si veía a alguno que estuviera demasiado cerca del servicio, podía apartarlo con fuerza y estrellarlo contra la pared para asegurarme de que tardase en levantarse. Además, cuando la víctima estaba más cerca, envolvía el látigo alrededor de su cintura para poder apartarla, con mucho más cuidado para no estamparla contra ninguna superficie. No quería que Ely me regañara…
-¿Cómo vas Ely?- Grité entre todo el ruido, hacía un rato que no había podido echarle un vistazo, estaba hasta arriba de trabajo.
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Nissa le echo un ojo—el que le faltaba a su compañera, claramente—a la situación, nadando por el aire en dirección a Elyria. Algo un poco sin sentido, ya que ahora mismo, nadie podía verla. Pero bueno, dejemos que se divierta, e intentemos no cambiar tan drásticamente el estilo de escritura de la nada. Sigamos.
“Un poco bruto, pero bueno, al menos esta manteniendo a salvo a los civiles, creo que puedes sacarlos de aquí mientras él se encarga del resto. Dan bastante pena peleando,” dijo Nissa.
Elyria suspiró, no se sentía muy cómoda sin conocer la situación en el resto de la isla y el castillo, pero no podía estar en todos lados a la vez. Tenía que centrarse en hacer lo que pudiese y confiar en sus compañeros. Pero era difícil con un ataque así en una isla pequeña como San Poplar, que no es que tuviese un cuerpo de la Marina muy grande que digamos. Técnicamente ella era la de más alto rango, y eso no le tranquilizaba precisamente.
Entonces se acercó a Yor, poniéndole la mano en el hombro.
“Cúbreme mientras saco a los civiles de aquí. Bueno, cúbrelos a ellos, yo estaré bien. El grupo que mandaron aquí es una panda de inútiles.”
Como cabía esperar, unas cuántas miradas de odio vinieron en dirección a Elyria. Y como también cabía esperar, Elyria no vio ninguna de ellas. Así que simplemente fue sacando a la gente de la habitación mientras que Yor se encargaba de que los ataquen no llegasen aquí. Sin fiarse mucho de que se hubiese colado alguien por el camino, los acompaño hasta las escaleras, e indico a los guardias que terminasen de guiarles a una zona segura con el resto.
Después de acabar con eso, cogió el camino de vuelta a donde estaba Yor. Al menos hasta que escuchó la voz de Nissa.
“Ely, hay alguien escondido, colgado del techo, cuidado.”
Pensando que era un loco con complejo de ninja, Elyria hizo cómo si no se hubiese dado cuenta de su presencia y siguió caminando, atenta, esperando al ataque. Cuándo finalmente llegó, se apartó hacia atrás con relativa tranquilidad, desenvainando a Khione. Gracias a su haki, podía sentir que era algo más fuerte que el resto, pero tampoco la gran cosa. Aunque tenía que tener cuidado, aún no lo había perfeccionado lo suficiente como para saberlo con certeza.
“¿Bailamos?”
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Di un pequeño salto en el sitio, no me había percatado de su presencia. Fingí que no había soltado un chillido de lo más ridículo y le presté atención. Eso sí, en el fondo de mi mente me alegré de que fuéramos amigos, si estuviera en mi contra me podría haber matado ahí mismo.
-No te preocupes, podría crear un muro de fuego y…- Me callé porque la marine no esperó a que terminase de charlar-. Bueno, vale, no es momento para hablar, lo entiendo.
No tiene mucho sentido describir lo que hice a continuación, la verdad. Ely tenía toda la razón, no había gente interesante entre aquellos matones de tres al cuarto. Es cierto que la cantidad de gente era un problema, pero como solo tenía que seguirle el ritmo a Elyria se me facilitaba la cosa. Se le daba muy bien su trabajo y desde luego era mucho más suave con los civiles. Cuando ya me quedé solo, me interpuse en su camino para que nadie intentara ir hasta ella.
-Perfecto, ¿quién de vosotros va a intentar pasar por enci…- Fui interrumpido por un chorro de agua a presión enorme que me desplazó hasta la pared, golpeándome duramente-. ¿Qué demonios…?
Al levantar la mirada pude ver a una especie de soldado que llevaba puesto un traje de buzo de lo más peculiar. En cada uno de sus brazos había dos tubos que se conectaban con una gran mochila que cargaba en la espalda. Fue fácil deducir que de esos tubos era de dónde había salido el agua. Fruncí el ceño, mis poderes de fuego y el agua no se llevaban especialmente bien. Los otros soldados que estaban detrás de él en formación levantaron sus armas y dispararon por lo que rápidamente escupí el veneno en mis brazos para endurecerlo y cubrirme. Sin embargo, el nuevo combatiente utilizó las habilidades de su traje y no pude cubrirme del todo por lo que uno de los disparos me alcanzó en el brazo. Me moví como pude detrás de unas columnas y vi la herida, empezando a lamerla con mi lengua de anfibio para que sanara más rápido.
-¡Efo ef trampfa!- Dije entre lametones-. ¡Afí cualfquiera!
Asomé la mirada, comprobando que se estaban acercando sin piedad. Mierda, no podía tener en cuenta mi saliva para poder defenderme de disparos a distancia. El cerebro empezó a correr a toda velocidad. Utilizaba mi veneno para poder endurecerlo. ¿Cómo lo hacía realmente? Bueno, siempre la textura viscosa de mi veneno me ha recordado al caramelo y eso me hizo pensar en el caramelo endurecido y por eso pensé en esa pseudoarmadura. ¿Pero eso funcionaba siquiera así? Pensándolo bien, no tenía mucho sentido, ¿no? Pero la cosa es que funcionaba. Igual también podría hacerlo con la piel de salamandra. Por ahí podía secretar veneno igualmente, aunque no con tanta rapidez ni cantidad… ¿Y si mis escamas se endureciesen por el veneno que hay debajo? Si no tengo que sacarlo igual funcionaría… Pero de nuevo, ¿cómo? ¿Concentrándome mucho en mis brazos? Era más o menos como lo lograba con el moco, pero suena raro…
Aunque en mi cabeza parecía una eternidad, los dos segundos que habían pasado fueron suficientes para que mis enemigos estuvieran prácticamente encima de mí. Tosí hasta que tiré una bomba de humo y empecé a escalar la columna gracias a la adhesión de mis partes de salamandra. Fruncí el ceño pensando bien fuerte en mis brazos, no veía un resultado rápido. Mierda, mierda, igual si me pongo en una situación de peligro extremo… Una vez llegué al techo miré hacia abajo, viendo la cantidad de matones que se había reunido. No, ni de coña, demasiados, mejor reducir sus números primero. Vi la araña del techo como si fuese una ayuda de algún dios y sin dudarlo corté la cadena que la unía al techo, cayendo con fuerza del techo y neutralizando a bastantes de ellos.
Me despegué y aterricé en medio de la sala, mirando al grupo que quedó, que tras un segundo de confusión volvieron a alzar sus armas en mi contra. Tragué saliva con nervios. Si esto no salía bien, iba a quedar como un colador…
-No te preocupes, podría crear un muro de fuego y…- Me callé porque la marine no esperó a que terminase de charlar-. Bueno, vale, no es momento para hablar, lo entiendo.
No tiene mucho sentido describir lo que hice a continuación, la verdad. Ely tenía toda la razón, no había gente interesante entre aquellos matones de tres al cuarto. Es cierto que la cantidad de gente era un problema, pero como solo tenía que seguirle el ritmo a Elyria se me facilitaba la cosa. Se le daba muy bien su trabajo y desde luego era mucho más suave con los civiles. Cuando ya me quedé solo, me interpuse en su camino para que nadie intentara ir hasta ella.
-Perfecto, ¿quién de vosotros va a intentar pasar por enci…- Fui interrumpido por un chorro de agua a presión enorme que me desplazó hasta la pared, golpeándome duramente-. ¿Qué demonios…?
Al levantar la mirada pude ver a una especie de soldado que llevaba puesto un traje de buzo de lo más peculiar. En cada uno de sus brazos había dos tubos que se conectaban con una gran mochila que cargaba en la espalda. Fue fácil deducir que de esos tubos era de dónde había salido el agua. Fruncí el ceño, mis poderes de fuego y el agua no se llevaban especialmente bien. Los otros soldados que estaban detrás de él en formación levantaron sus armas y dispararon por lo que rápidamente escupí el veneno en mis brazos para endurecerlo y cubrirme. Sin embargo, el nuevo combatiente utilizó las habilidades de su traje y no pude cubrirme del todo por lo que uno de los disparos me alcanzó en el brazo. Me moví como pude detrás de unas columnas y vi la herida, empezando a lamerla con mi lengua de anfibio para que sanara más rápido.
-¡Efo ef trampfa!- Dije entre lametones-. ¡Afí cualfquiera!
Asomé la mirada, comprobando que se estaban acercando sin piedad. Mierda, no podía tener en cuenta mi saliva para poder defenderme de disparos a distancia. El cerebro empezó a correr a toda velocidad. Utilizaba mi veneno para poder endurecerlo. ¿Cómo lo hacía realmente? Bueno, siempre la textura viscosa de mi veneno me ha recordado al caramelo y eso me hizo pensar en el caramelo endurecido y por eso pensé en esa pseudoarmadura. ¿Pero eso funcionaba siquiera así? Pensándolo bien, no tenía mucho sentido, ¿no? Pero la cosa es que funcionaba. Igual también podría hacerlo con la piel de salamandra. Por ahí podía secretar veneno igualmente, aunque no con tanta rapidez ni cantidad… ¿Y si mis escamas se endureciesen por el veneno que hay debajo? Si no tengo que sacarlo igual funcionaría… Pero de nuevo, ¿cómo? ¿Concentrándome mucho en mis brazos? Era más o menos como lo lograba con el moco, pero suena raro…
Aunque en mi cabeza parecía una eternidad, los dos segundos que habían pasado fueron suficientes para que mis enemigos estuvieran prácticamente encima de mí. Tosí hasta que tiré una bomba de humo y empecé a escalar la columna gracias a la adhesión de mis partes de salamandra. Fruncí el ceño pensando bien fuerte en mis brazos, no veía un resultado rápido. Mierda, mierda, igual si me pongo en una situación de peligro extremo… Una vez llegué al techo miré hacia abajo, viendo la cantidad de matones que se había reunido. No, ni de coña, demasiados, mejor reducir sus números primero. Vi la araña del techo como si fuese una ayuda de algún dios y sin dudarlo corté la cadena que la unía al techo, cayendo con fuerza del techo y neutralizando a bastantes de ellos.
Me despegué y aterricé en medio de la sala, mirando al grupo que quedó, que tras un segundo de confusión volvieron a alzar sus armas en mi contra. Tragué saliva con nervios. Si esto no salía bien, iba a quedar como un colador…
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El hombre ninja fantástico no tardó en atacar de nuevo, sin perder ni un solo instante. Su katana hizo un arco en horizontal en dirección a su cuello, buscando neutralizarla antes de que pudiese reaccionar. Vale, definitivamente sabía lo que hacía, tenía que tener cuidado.
Su armadura de hielo no serviría de nada en este momento, simplemente cortaría a través de ella, así que se vió obligada a bloquear con Khione en una posición un tanto ortopédica. Rápidamente empujó, tomando un poco de distancia para recuperarse y tomar una postura más ágil y rápida para adaptarse a su enemigo.
De nuevo llegó un ataque, y esta vez el silencioso atacante se sacó un cuchillo largo de debajo de la manga, atacando con ambas armas a la vez. Aunque esta vez Elyria estaba mejor preparada, y pudo esquivarlo con mucha más elegancia. ¿O debería decir Elygancia?
“¡Cuidado Ely, por la izquierda!“ Le advirtió Nissa. Pero su haki de observación ya le había avisado, costaría adaptar su estilo de combate a todo esto. Estar ciega también afectaba, claro, pero esa… raro. No sabría explicarlo
Cuándo llegó ese ataque del que le advirtieron, Elyria pudo patear su katana hacia arriba, quitándosela de las manos y haciéndola caer al suelo. Escuchó bien donde había caído, ese sería su punto de referencia. Después de ir a golpearlo y fingir que le había evitado, el ninja fue corriendo a por su arma. Había caído en la trampa. Elyria cargó una estocada, preparándose para lanzar una onda cortante concentrada hasta el tamaño de una bala, repleta de energía elemental. No tenía tanta puntería como para acertar en un punto vital, menos estando ciega.
“¡Ahora!“
Y con el aviso de su compañera, lanzó el ataque, congelando al hombre en el sitio con una linda cara de sorpresa. Entonces solo tuvo que patear sus manos para romper el hielo y colocarle unas esposas. Y de paso, darle un golpe en el cuello para dejarlo inconsciente, por si acaso.
Con ayuda de Yor y Alvar, terminaron de limpiar el castillo. La reina de la primavera estaba a salvo, y no había heridos. Repeler el ataque había sido un éxito, pero después de todo lo que había ocurrido, era imposible para Elyria no pensar en que sería lo siguiente… Le aterrorizaba. Putas ratas del gobierno. No quedaba otra que tomar San Faldo antes de que ellos tomasen su querida isla.
Su armadura de hielo no serviría de nada en este momento, simplemente cortaría a través de ella, así que se vió obligada a bloquear con Khione en una posición un tanto ortopédica. Rápidamente empujó, tomando un poco de distancia para recuperarse y tomar una postura más ágil y rápida para adaptarse a su enemigo.
De nuevo llegó un ataque, y esta vez el silencioso atacante se sacó un cuchillo largo de debajo de la manga, atacando con ambas armas a la vez. Aunque esta vez Elyria estaba mejor preparada, y pudo esquivarlo con mucha más elegancia. ¿O debería decir Elygancia?
“¡Cuidado Ely, por la izquierda!“ Le advirtió Nissa. Pero su haki de observación ya le había avisado, costaría adaptar su estilo de combate a todo esto. Estar ciega también afectaba, claro, pero esa… raro. No sabría explicarlo
Cuándo llegó ese ataque del que le advirtieron, Elyria pudo patear su katana hacia arriba, quitándosela de las manos y haciéndola caer al suelo. Escuchó bien donde había caído, ese sería su punto de referencia. Después de ir a golpearlo y fingir que le había evitado, el ninja fue corriendo a por su arma. Había caído en la trampa. Elyria cargó una estocada, preparándose para lanzar una onda cortante concentrada hasta el tamaño de una bala, repleta de energía elemental. No tenía tanta puntería como para acertar en un punto vital, menos estando ciega.
“¡Ahora!“
Y con el aviso de su compañera, lanzó el ataque, congelando al hombre en el sitio con una linda cara de sorpresa. Entonces solo tuvo que patear sus manos para romper el hielo y colocarle unas esposas. Y de paso, darle un golpe en el cuello para dejarlo inconsciente, por si acaso.
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Con ayuda de Yor y Alvar, terminaron de limpiar el castillo. La reina de la primavera estaba a salvo, y no había heridos. Repeler el ataque había sido un éxito, pero después de todo lo que había ocurrido, era imposible para Elyria no pensar en que sería lo siguiente… Le aterrorizaba. Putas ratas del gobierno. No quedaba otra que tomar San Faldo antes de que ellos tomasen su querida isla.
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