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Salí del camarote en cuanto el primer rayo de sol me dio en la cara. El lado positivo de tener el sueño ligero es que nunca te perdías un amanecer. Además, hoy era un día especial, según Jin y gracias a las indicaciones de Sora, hoy llegaríamos a la isla de Jaya, el punto de acceso a las islas del cielo. Esta colaboración con Sora había sido de lo más curiosa. Nos habíamos conocido en un casino por pura casualidad, pero pronto habíamos congeniado. Era un chico bastante gracioso y si te dejabas engañar por la fachada, podías perderte a un buen amigo; todavía recuerdo cómo se preocupó por su pequeña acompañante cuando le ofrecí subirse a mi barco para que me guiase en el camino hasta el cielo. Los amigos de mis amigos son mis amigos, al menos hasta que se demuestre lo contrario. Eso y que también me gusta ver este barco lleno de vida, cada vez se acercaba más a lo que tenía en mente.
Me acerqué tranquilamente hasta la proa, para poder ver mejor la isla de Jaya. Sí, sin duda se veía como una isla normal y corriente, no tenía nada de especial a simple vista. No había sido hasta que volví a mi barco después de la conversación con Sora que recordé que se mencionaba de pasada esta isla en mi libro favorito. Tenía sentido, después de todo esta isla estaba en el camino del rey. No sabía muy bien qué hacer con este camino al One Piece. Después de todo, por una parte quería ser como mi héroe, pero no quería ser una simple copia, tenía que hacer mi propio camino, mi propia aventura. Suspiré, sacudiendo la cabeza y olvidándome del debate mental por el momento.
Sora era de las islas del cielo. Eso significaba que tendría familia allí arriba y conocería el lugar. Por lo que había leído en el libro, tenían una ciudad de oro escondida. ¿Nos dejarían ir a verla? O incluso mejor, ¿llevarnos un poco del oro? La verdad es que no íbamos sobrados de berries. Lo único de valor que había ahora mismo en este barco sería seguramente las recompensas de Sora y la mía y no eran algo que pudiéramos cobrar sin, bueno, entregarnos o morir. Por lo que sea ninguna de las dos opciones estaban abiertas al diálogo. Por supuesto, sin el permiso de Sora o de sus amigos, no iba a cogerles nada, suficiente tenía con visitar un sitio tan interesante como las islas del cielo. Siempre había querido probar las nubes.
Cuando ya nos acercamos más a la isla, me encargué de despertar al resto de la tripulación, yo solo no sabía cómo atracar este cacharro del demonio. Por ahora era nuestro preciado navío así que intentaba dentro de lo posible no abollarlo ni tener ningún accidente. Apenas tenía unos meses de libertad desde que lo liberamos de aquellos legionarios. Parecía que había pasado tanto tiempo desde entonces… En fin, mejor no ponerse nostálgico ahora y buscar a Sora, nos esperaba un duro día por delante; aunque sobre todo sería divertido.
Me acerqué tranquilamente hasta la proa, para poder ver mejor la isla de Jaya. Sí, sin duda se veía como una isla normal y corriente, no tenía nada de especial a simple vista. No había sido hasta que volví a mi barco después de la conversación con Sora que recordé que se mencionaba de pasada esta isla en mi libro favorito. Tenía sentido, después de todo esta isla estaba en el camino del rey. No sabía muy bien qué hacer con este camino al One Piece. Después de todo, por una parte quería ser como mi héroe, pero no quería ser una simple copia, tenía que hacer mi propio camino, mi propia aventura. Suspiré, sacudiendo la cabeza y olvidándome del debate mental por el momento.
Sora era de las islas del cielo. Eso significaba que tendría familia allí arriba y conocería el lugar. Por lo que había leído en el libro, tenían una ciudad de oro escondida. ¿Nos dejarían ir a verla? O incluso mejor, ¿llevarnos un poco del oro? La verdad es que no íbamos sobrados de berries. Lo único de valor que había ahora mismo en este barco sería seguramente las recompensas de Sora y la mía y no eran algo que pudiéramos cobrar sin, bueno, entregarnos o morir. Por lo que sea ninguna de las dos opciones estaban abiertas al diálogo. Por supuesto, sin el permiso de Sora o de sus amigos, no iba a cogerles nada, suficiente tenía con visitar un sitio tan interesante como las islas del cielo. Siempre había querido probar las nubes.
Cuando ya nos acercamos más a la isla, me encargué de despertar al resto de la tripulación, yo solo no sabía cómo atracar este cacharro del demonio. Por ahora era nuestro preciado navío así que intentaba dentro de lo posible no abollarlo ni tener ningún accidente. Apenas tenía unos meses de libertad desde que lo liberamos de aquellos legionarios. Parecía que había pasado tanto tiempo desde entonces… En fin, mejor no ponerse nostálgico ahora y buscar a Sora, nos esperaba un duro día por delante; aunque sobre todo sería divertido.
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Tras haber salido de Casino Island, y como había prometido Yor, nuestro lento pirata lo guió hacia Jaya, en donde encontrarían la manera de subir a Skypiea, claro, quizá no muchos humanos sabían como hacerlo, pero Sora, como un miembro de esta raza y ya que había bajado, sabia a la perfección como subir. El día había comenzado y Sora quien se encontraba en su barco, detrás del barco de Yor, había ido hasta la habitación de Ocho, quien se encontraba sumergida en su estanque. Y si, Ocho aveces duerme en su estanque y aveces en su cama, todo dependería de como se sintiera su piel ya que la pequeña es propensa a la deshidratación debido a su raza.
— Ocho, en po…cos mi..nu..tos lle..ga..re..mos a Jaya, com..pra..re..mos al..gu..nas co..sas y lu..e..go su..bi..re..mos has..ta el ci..e..lo, ha..blo li..te..ral..men..te, I..re..mos has..ta las is..las del ci..e..lo, mi ho..gar—
—¿Conoceré a tu familia Sorachi? — La pequeña dentro de su estanque de agua dulce se daba unos pequeños saltitos de alegría. Aunque realmente Sora tenia pensado llevarla primero hasta la isla Gyojin, sin embargo los planes cambiaron tras conocer a Yor.
— Por su..pu..es..to, a mi her..ma..na, mi ma..dre, mi abu y al o..gro de mi pa..dre, to..dos es..ta..rán ahí — Mencionó Sora antes de salir de la habitación de la pequeña, era obvio que Yor, con lo emocionado que estaba cuando escuchó acerca de las islas del cielo, debiera estar ya despierto, y para sorpresa de nadie, era cierto, ahí estaba en la popa de su barco, saludando con sus manos a Sora.
Inmediatamente Sora tomó su ko den den mushi para comunicarse con el sin necesidad algún de estar gritándose el uno al otro. — Ba..ja..re..mos en Ja..ya pri..me..ro — Comentó Sora sin siquiera haber saludado, ¿Falta de respeto? ¿Falta de cortesía?. Pues no, antes de llevar a Yor a las islas del cielo, debe comprender cuales son las verdaderas intenciones de este, por muy buena gente que parezca, cada persona tiene deseos y pensamientos oscuros; no quiere terminar llevando a un homicida sin juicio hasta su gente para que las cosas terminen jodidamente mal.
Mientras hablaba lentamente por el ko den den mushi, Sora levantó su mano para saludar a Yor, quería ser precavido, pero es que la cara de este chico, el porte que tiene, pareciera que no seria capaz de matar ni una mosca, tiene una actitud tan pura hacia todo. — ¿Eso su..po..ne al..gun pro..ble..ma pa..ra tu tri..pu..la..ci..ón? — Preguntó Sora bastante calmado. Hasta el momento no se ha visto que Yor sea una persona agresiva, por lo que no cree que vaya a negarse de ningún modo para hacer la parada que este proponía.
— Ocho, en po…cos mi..nu..tos lle..ga..re..mos a Jaya, com..pra..re..mos al..gu..nas co..sas y lu..e..go su..bi..re..mos has..ta el ci..e..lo, ha..blo li..te..ral..men..te, I..re..mos has..ta las is..las del ci..e..lo, mi ho..gar—
—¿Conoceré a tu familia Sorachi? — La pequeña dentro de su estanque de agua dulce se daba unos pequeños saltitos de alegría. Aunque realmente Sora tenia pensado llevarla primero hasta la isla Gyojin, sin embargo los planes cambiaron tras conocer a Yor.
— Por su..pu..es..to, a mi her..ma..na, mi ma..dre, mi abu y al o..gro de mi pa..dre, to..dos es..ta..rán ahí — Mencionó Sora antes de salir de la habitación de la pequeña, era obvio que Yor, con lo emocionado que estaba cuando escuchó acerca de las islas del cielo, debiera estar ya despierto, y para sorpresa de nadie, era cierto, ahí estaba en la popa de su barco, saludando con sus manos a Sora.
Inmediatamente Sora tomó su ko den den mushi para comunicarse con el sin necesidad algún de estar gritándose el uno al otro. — Ba..ja..re..mos en Ja..ya pri..me..ro — Comentó Sora sin siquiera haber saludado, ¿Falta de respeto? ¿Falta de cortesía?. Pues no, antes de llevar a Yor a las islas del cielo, debe comprender cuales son las verdaderas intenciones de este, por muy buena gente que parezca, cada persona tiene deseos y pensamientos oscuros; no quiere terminar llevando a un homicida sin juicio hasta su gente para que las cosas terminen jodidamente mal.
Mientras hablaba lentamente por el ko den den mushi, Sora levantó su mano para saludar a Yor, quería ser precavido, pero es que la cara de este chico, el porte que tiene, pareciera que no seria capaz de matar ni una mosca, tiene una actitud tan pura hacia todo. — ¿Eso su..po..ne al..gun pro..ble..ma pa..ra tu tri..pu..la..ci..ón? — Preguntó Sora bastante calmado. Hasta el momento no se ha visto que Yor sea una persona agresiva, por lo que no cree que vaya a negarse de ningún modo para hacer la parada que este proponía.
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Me asusté por un segundo, no sabiendo de dónde venía aquel ruido. Entonces, recordé que Sora me había aconsejado comprar un den den mushi para poder comunicarnos entre barcos. Era una muy buena idea y la verdad es que llevaba un tiempo queriendo obtener uno de estos, pero siempre lo dejaba para más tarde y entonces se me olvidaba. Contesté a la llamada, mirando al curioso caracol mientras escuchaba las palabras de Sora.
-Claro, no hay problema, siempre me gusta pisar todas las islas por las que me cruzo, así puedo presumir de haber viajado por el mundo.- Alcé la mano también, saludando a Sora con alegría-. No te preocupes por mi tripulación, ya saben lo del viaje y te aseguro que no les suele importar mucho a dónde vamos, confían en mi criterio.
Mientras hablaba, toqué con cuidado uno de los ojos de la criatura para ver cómo reaccionaba. Eran muy graciosos los bichos estos, no entendía para nada cómo es que podían imitar la voz y gestos de sus usuarios, pero desde luego era una habilidad de lo más formidable. ¿Tendrían estos caracoles personalidad propia? No creo que les moleste que sean usados para hablar con otros, después de todo así tienen información de primera y cotilleos de lo más interesantes, estar en su piel por un día podría ser de lo más divertido. En ese momento, recordé aquel problemita económico que tenía. Bueno, más que un problema, era una molestia.
-Por cierto, Sora, leí hace mucho tiempo una historia en la que se mencionaba que en las ciudades del cielo había mucho oro, ¿eso es cierto? De serlo, ¿crees que tus amigos nos dejarían algo? Y, de lo contrario, ¿se enfadarían mucho si se lo robáramos?
Suspiré entonces, la verdad es que no me gustaría que pensaran mal de Sora si unos amigos que él ha invitado empezaran a robar por sus casas. Aunque bueno, el peliazul era un pirata, él también debería saber que a veces robar es obligatorio. Al fin y al cabo, cualquiera sabe que a los piratas no les suelen llover ofertas de trabajo ya que o están siendo buscados por la ley o están en la cárcel. De hecho, mirándolo fríamente, robar era parte del trabajo de ser pirata, no era culpa mía.
-¡Oh! ¡Por cierto! ¿Tu den den mushi se ha convertido en mí? Dime cómo se ve, tengo mucha curiosidad.- Comenté aquello entre risas-. El mío tiene las cejas y los ojos azules porque estoy hablando contigo, es bastante adorable.
-Claro, no hay problema, siempre me gusta pisar todas las islas por las que me cruzo, así puedo presumir de haber viajado por el mundo.- Alcé la mano también, saludando a Sora con alegría-. No te preocupes por mi tripulación, ya saben lo del viaje y te aseguro que no les suele importar mucho a dónde vamos, confían en mi criterio.
Mientras hablaba, toqué con cuidado uno de los ojos de la criatura para ver cómo reaccionaba. Eran muy graciosos los bichos estos, no entendía para nada cómo es que podían imitar la voz y gestos de sus usuarios, pero desde luego era una habilidad de lo más formidable. ¿Tendrían estos caracoles personalidad propia? No creo que les moleste que sean usados para hablar con otros, después de todo así tienen información de primera y cotilleos de lo más interesantes, estar en su piel por un día podría ser de lo más divertido. En ese momento, recordé aquel problemita económico que tenía. Bueno, más que un problema, era una molestia.
-Por cierto, Sora, leí hace mucho tiempo una historia en la que se mencionaba que en las ciudades del cielo había mucho oro, ¿eso es cierto? De serlo, ¿crees que tus amigos nos dejarían algo? Y, de lo contrario, ¿se enfadarían mucho si se lo robáramos?
Suspiré entonces, la verdad es que no me gustaría que pensaran mal de Sora si unos amigos que él ha invitado empezaran a robar por sus casas. Aunque bueno, el peliazul era un pirata, él también debería saber que a veces robar es obligatorio. Al fin y al cabo, cualquiera sabe que a los piratas no les suelen llover ofertas de trabajo ya que o están siendo buscados por la ley o están en la cárcel. De hecho, mirándolo fríamente, robar era parte del trabajo de ser pirata, no era culpa mía.
-¡Oh! ¡Por cierto! ¿Tu den den mushi se ha convertido en mí? Dime cómo se ve, tengo mucha curiosidad.- Comenté aquello entre risas-. El mío tiene las cejas y los ojos azules porque estoy hablando contigo, es bastante adorable.
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— Solo compraremos algo de tinta y volveremos a zarpar, no tienes ni siquiera que bajar si no lo deseas — Se escuchó decir a Ocho desde el den den mushi de Sora. — Si hay mu..cho oro, no cre..o que pu..e..das lle..vár..te..lo sin mas, pe..ro si hay una ci..u..dad de oro, una gran ci..u..dad to..tal..men..te de oro — Habló Sora dándole a entender que aunque se encuentre una isla totalmente hecha de oro en el cielo, hasta la fecha no ha habido nadie que se haya atrevido a robar dicho oro.
Claro aquella isla del cielo no era una sorpresa como en el pasado, ahora hay bastantes comercios que sirven como puentes entre las razas, en skypiea no se denigra a nadie, humanos, gyojins, minks, Onis, no importaba la raza, lo que realmente le importaba era el comercio entre ellos, la relación que esto pudiera crear. Sora comprendía que debía darle a entender como era el Dios gobernante Rosyth, este hombre no declara ninguna opinión acerca de lo que pasa en el mundo de abajo, es un hombre que se encuentra totalmente convencido de que la gente de los mares inferiores son gente ignorante y demasiado ruda, por eso no se conoce demasiados o casi ningún skypiean que se encuentre con la marina o siendo pirata, claro a excepción de algunos que no vale la pena mencionar.
— Cu..an..do es..te..mos en ti..e..rra ten..go que ha..blar…te de al..gu..nos de..ta..lles de Sky..pi..ea. — Le mencionó, y claro, tenían que comprender como actuar allí arriba, Sora era un habitante del cielo, lo normal es que conozca su forma de ser y actuar, pero por lo que sabia de Yor, este ni siquiera sabia que existían islas en el cielo, lo que era bastante extraño, pues en este mar se suelen encontrar muchos dials creados por los skypieans.
Ocho tomó el den den mushi para hablar con Yor. — Yorchi-san, ¿Me compras una flauta? Escuche de Sora que en esta isla hay muchas cosas a la venta, si encontramos unos ¿me la comprarías? — En ese momento Sora le dió un pellizco a Ocho para que no dijera una palabras mas y la llamada se cortó. Al parecer el joven pirata regañaria a la gyojin por pedirle cosas a alguien que apenas acaban de conocer, aunque el tampoco esta del todo bien, llevando a un desconocido a las islas del cielo, en donde se encontraba su familia.
Por otro lado volveria a Jaya, en donde habia comprado su motoplegable tan solo haber descencido del mar del cielo, aquel lugar lo llenaba de recuerdos, aunque solo habian pasado unos meses, tenia excelentes lugares para comer, tenia leyendas increibles, excelentes tabernas, era todo un paraiso para aquellas personas que estaban dispuestas a ir a la islas del cielo, toda persona que se encontrase dispuesta a negociar o visitar aquellas dichosas islas en las nube primero deberia visitar Jaya, era sin duda un lugar inolvidable. En donde negociantes y piratas se reunian y claro habia problemas como en todas partes, pero era la gracia del sitio, la diversidad de personas que frecuentaban el lugar.
Claro aquella isla del cielo no era una sorpresa como en el pasado, ahora hay bastantes comercios que sirven como puentes entre las razas, en skypiea no se denigra a nadie, humanos, gyojins, minks, Onis, no importaba la raza, lo que realmente le importaba era el comercio entre ellos, la relación que esto pudiera crear. Sora comprendía que debía darle a entender como era el Dios gobernante Rosyth, este hombre no declara ninguna opinión acerca de lo que pasa en el mundo de abajo, es un hombre que se encuentra totalmente convencido de que la gente de los mares inferiores son gente ignorante y demasiado ruda, por eso no se conoce demasiados o casi ningún skypiean que se encuentre con la marina o siendo pirata, claro a excepción de algunos que no vale la pena mencionar.
— Cu..an..do es..te..mos en ti..e..rra ten..go que ha..blar…te de al..gu..nos de..ta..lles de Sky..pi..ea. — Le mencionó, y claro, tenían que comprender como actuar allí arriba, Sora era un habitante del cielo, lo normal es que conozca su forma de ser y actuar, pero por lo que sabia de Yor, este ni siquiera sabia que existían islas en el cielo, lo que era bastante extraño, pues en este mar se suelen encontrar muchos dials creados por los skypieans.
Ocho tomó el den den mushi para hablar con Yor. — Yorchi-san, ¿Me compras una flauta? Escuche de Sora que en esta isla hay muchas cosas a la venta, si encontramos unos ¿me la comprarías? — En ese momento Sora le dió un pellizco a Ocho para que no dijera una palabras mas y la llamada se cortó. Al parecer el joven pirata regañaria a la gyojin por pedirle cosas a alguien que apenas acaban de conocer, aunque el tampoco esta del todo bien, llevando a un desconocido a las islas del cielo, en donde se encontraba su familia.
Por otro lado volveria a Jaya, en donde habia comprado su motoplegable tan solo haber descencido del mar del cielo, aquel lugar lo llenaba de recuerdos, aunque solo habian pasado unos meses, tenia excelentes lugares para comer, tenia leyendas increibles, excelentes tabernas, era todo un paraiso para aquellas personas que estaban dispuestas a ir a la islas del cielo, toda persona que se encontrase dispuesta a negociar o visitar aquellas dichosas islas en las nube primero deberia visitar Jaya, era sin duda un lugar inolvidable. En donde negociantes y piratas se reunian y claro habia problemas como en todas partes, pero era la gracia del sitio, la diversidad de personas que frecuentaban el lugar.
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Casi se me resbaló el Den Den Mushi de las manos cuando me comentó lo de la ciudad como si nada, parecía no estar en contra de que cogiéramos el oro de aquel lugar, lo cual era muy buena señal. Tras eso, presté atención a las palabras de la Gyojin. Había sido un descubrimiento de lo más interesante lo de esa raza, el mundo era verdaderamente un lugar de lo más interesante…
-Gracias Ocho, pero todavía no existe isla que no quiera visitar, siempre hay algo o alguien que merece la pena conocer, ¡así os conocí a ti a Sora!- Solté una pequeña risa al oír la pequeña disputa que tuvieron al otro lado de la línea, asintiendo un par de veces aunque no me estuvieran viendo como tal cara a cara-. Claro, yo también quiero comprar unas cuantas cosas, dudo que una flauta suponga mucho problema en el presupuesto.
Finalmente llegamos a la costa de Jaya, donde atracamos los barcos sin mayor problema. Algunos de los piratas se asomaron para ver qué estaba ocurriendo, supongo que nadie había visto mi bandera pirata. Bueno, con el tiempo me aseguraré de que nadie la olvide. de un salto bajé hasta los muelles de la isla, estando cerca de romper la madera hinchada y vieja bajo mis pies. Me acerqué entonces al barco de mis nuevos compañeros de viaje y alcé ambos brazos cuando vi que Ocho se había asomado al borde del barco para verme. Pareció entenderme ya que de un saltó acabó en mis brazos, dejándola entonces con cuidado hasta el suelo. Se podía decir que había congeniado muy bien con ella, no había estado tan cerca jamás de un niño, pero en el poco tiempo en el que nos habíamos conocido, parecía que tenía buena mano con ellos. Por mi parte, supongo que siento cierta debilidad por ellos. Pensar en mi mierda de infancia me hace querer protegerlos por naturaleza y esta gyojin era desde luego un encanto de niña, obediente, pero juguetona y siempre tenía una sonrisa en la cara. No iba a dejar que nadie se la quitara jamás de su rostro. Entonces vi a Sora, le regalé también una sonrisa a él.
-¿De qué querías hablar?- Miré entonces a la niña por un segundo-. ¿es algo de adultos que ella no deba saber? Si es así, más te vale tapar tus oídos, Ocho, o te quitaré las orejas yo mismo.
Le saqué la lengua después de aquella pequeña broma, se notaba que estaba de buen humor por estar en esta isla. Había leído muchísimo sobre ella…
-Gracias Ocho, pero todavía no existe isla que no quiera visitar, siempre hay algo o alguien que merece la pena conocer, ¡así os conocí a ti a Sora!- Solté una pequeña risa al oír la pequeña disputa que tuvieron al otro lado de la línea, asintiendo un par de veces aunque no me estuvieran viendo como tal cara a cara-. Claro, yo también quiero comprar unas cuantas cosas, dudo que una flauta suponga mucho problema en el presupuesto.
Finalmente llegamos a la costa de Jaya, donde atracamos los barcos sin mayor problema. Algunos de los piratas se asomaron para ver qué estaba ocurriendo, supongo que nadie había visto mi bandera pirata. Bueno, con el tiempo me aseguraré de que nadie la olvide. de un salto bajé hasta los muelles de la isla, estando cerca de romper la madera hinchada y vieja bajo mis pies. Me acerqué entonces al barco de mis nuevos compañeros de viaje y alcé ambos brazos cuando vi que Ocho se había asomado al borde del barco para verme. Pareció entenderme ya que de un saltó acabó en mis brazos, dejándola entonces con cuidado hasta el suelo. Se podía decir que había congeniado muy bien con ella, no había estado tan cerca jamás de un niño, pero en el poco tiempo en el que nos habíamos conocido, parecía que tenía buena mano con ellos. Por mi parte, supongo que siento cierta debilidad por ellos. Pensar en mi mierda de infancia me hace querer protegerlos por naturaleza y esta gyojin era desde luego un encanto de niña, obediente, pero juguetona y siempre tenía una sonrisa en la cara. No iba a dejar que nadie se la quitara jamás de su rostro. Entonces vi a Sora, le regalé también una sonrisa a él.
-¿De qué querías hablar?- Miré entonces a la niña por un segundo-. ¿es algo de adultos que ella no deba saber? Si es así, más te vale tapar tus oídos, Ocho, o te quitaré las orejas yo mismo.
Le saqué la lengua después de aquella pequeña broma, se notaba que estaba de buen humor por estar en esta isla. Había leído muchísimo sobre ella…
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